de Dragon Ball - Mientras dormías

Goku ama a Milk y lo hace así.


Milk dormía sola en la oscuridad, sus manos buscaban en vano el lado de la cama que su esposo no ocupaba hacía tiempo y entre sueños de melancolía un sorpresivo pinchazo de dolor en su estómago, la despertó.

Estaba bañada en sudor, agitada mientras el dolor de su vientre se había intensificado más presionando sus entrañas arrancando un grito de dolor, tocó su estomago abultado que palpitaba incesante, ella sabía lo que significaba.

— ¡Gohaan! —exclamó en un grito ahogado mientras se contraía de nuevo rechinando los dientes.

Su grito se hundió en el silencio en la montaña Paozu sin que nadie respondiera, Gohan estaba en Kame House, se había ido a quedar unos días, cosa que había aceptado a regañadientes, no porque le preocupara demasiado sus estudios, si no porque precisamente temía que ocurriera algo así.

Aunque Milk era la mujer más fuerte de todo el planeta no dejaba de ser una humana y el dar a luz a un sayajin, seres guerreros por naturaleza, herederos del enorme poder del más fuerte de ellos, no era una tarea sencilla.

— Duele demasiado—musitó en la oscuridad llorando mientras una nueva contracción la obligaba arquearse violentamente hacia atrás gritando de nuevo. —este es el fruto de nuestro amor Goku… pero tengo miedo…mucho miedo…por favor…

No llegó a articular más palabras, su cuerpo temblaba mientras sentía que su conciencia la abandonaba, poco a poco sus ojos se cerraban sintiendo un terrible desasociego en su corazón. Sentía que moriría allí y por esa inmensa maternidad que profesaba temía más porque fuera de su hijo al nacer que por ella, pero cuando la última lágrima descendía sobre su mejilla, algo ocurrió.

Frente a ella comenzó a destellar un dorado resplandor, con la vista nublada observaba esa silueta que poco a poco tomaba una forma cada vez más familiar. Unas manos ásperas recogían sus lágrimas limpiándolas pacientemente una a una, se posaba una mano sobre su vientre acariciándolo, era tan cálida que aminoró el dolor al instante.

—Milk estás haciendo mucho escándalo ¿no lo crees? —escuchó voz la voz de Gokú, que conoció al instante— tu sabes que eres muy fuerte, no tienes por qué temer.

Su mano que aún temblaba buscó a tientas para estrechar la que acariciaba y sonrió al sentir que está ya la esperaba.

—Todo va a estar bien — agregó sonriendo—¿ de verdad creíste que te dejaría sola?.

Milk mucho más tranquila cerró los ojos recordando. Pensó en decirle cuanto lo había extrañado pero este pensamiento se desvaneció al instante pues ahora esta misma estaba allí, realmente a pesar de todo era alguien con quien podía contar, muchas veces parecía ser inconsciente de las consecuencias y prácticamente incapaz de llevar una vida común pero esto era porque él no lo era.

Goku contaba con la increíble capacidad de que el mundo funcionara justo como lo necesitaba, Gohan su hijo había heredado esta, ambos habían logrado cambiar los pensamientos del villano Piccolo al punto de ser un gran amigo incluso haber sacrificado su vida por su pequeño, aunque
no le gustaba admitirlo. Él siempre había logrado superar situaciones de lo más complicadas aunque en la última ocasión no hubiera querido volver, le había hecho falta esa personalidad un tanto infantil y juguetona que le exasperaba mientras en secreto sonreía, su exagerada despreocupación que al final le transmitía la confianza con la que contaba. En su corazón guardaba varias memorias en las que impregnados de esa misma inocencia entre juegos le había dado tanto cariño y amor, cosas simples como un plato de comida o agua caliente le otorgaban caricias espontaneas del saiyajin como ocurre con los niños.

Ella tomando su rostro lo acercó besándolo, él entre tímido y desconcertado se limitó a corresponder y sonrió. Un llanto suave y tranquilo se escuchó en Paozu como hace años cuando de las estrellas llegó un pequeño visitante y como si la historia se repitiera un nuevo pequeño abría los ojos al mundo por primera vez.

— ¿Los bebes siempre han sido tan pequeños Milk? —preguntó Goku mientras lo tomaba en sus brazos— mira se parece un poco a mí. —Agregó sonriendo ampliamente.

—Lo llamaré Goten, así estará un poco cerca de ti— le dijo Milk ilusionada.

Mientras sus ojos se cerraban sintió como el pequeño era puesto en sus brazos instintivamente abrazándolo al mismo tiempo que él, dirigió su mirada a su esposa que la miraba sonriéndole mientras rodeaba con su brazo, ella sintiéndose segura, se durmió.

Un rayo de luz acarició su rostro mientras los balbuceos del bebe la despertaban sujetaba su meñique con su manita y ella lo acariciaba, sonrió pasivamente al ver que Goku había vuelto al otro mundo.

—¡Mamá! —exclamó la voz de Gohan a lo lejos.

Observó que un aerodeslizador descendía en la puerta de su casa.

—Buenos días Milk ¿Cómo estás hoy? —preguntó Krillin meneando su brazos

Milk jovial levantó sus brazos con el pequeño Goten en ellos, al unísono todos los que iban a bordo dieron un vitoreo apresurándose a ir hacia ella para para felicitarla.

—Milk, ¿Por qué no nos llamaste? — preguntó Bulma un poco preocupada— ¿el pequeño están bien? — un Trunks un año y medio impaciente se movía para que lo bajase a caminar, entonces lo hacía.

—Estamos muy bien Bulma— respondió Milk radiante. — Es que no lo he hecho yo sola— al decir esto señaló un pequeño traje naranja con azul sobre uno de los roperos igual en estilo al de Goku, sobre él había una pluma blanca.


—¡¿Mi papá?! —exclamó joven tan emocionado girando la cabeza intentando mirarlo mientras que sus ojos se llenaron de lágrimas.

Ella afirmó con la cabeza, le extendió sus brazos y su hijo se lanzó en ellos mirando a su hermano, sintiendo que no muy lejos de Gokú, los cuidaba como siempre.