Pineco sonrió al ver a Liza ya que le cayó bien, a su vez Eevee estaba muy agusto con las acaricias de Liza por lo que salto de mi hombro a sus brazos. Sonreí al ver a Eevee tan bien en los brazos de Liza, noté que Liza mas o menos había pillado la idea que quería darle, por lo que sonreí algo triste por el pequeño.
Miraba a ambas chicas charlar entre si, lo que me provocó una pequeña sonrisa, por lo que miré a Sylveon estar tan animada como de costumbre —Limpiaré el desastre que hiciste en mi mochila, la próxima vez pídeme las golosinas... ¿Vale? —le propuse, a lo que Sylveon asintió—
Y de un momento a otro y sin previo aviso, el Eevee que acababa de acariciar saltó a mis brazos alegremente, y no pude evitar asustarme al verme imposibilitada al tener en una de mis manos el chocolate caliente. Rápidamente tomé con uno de mis brazos al tierno pokémon y con el otro traté de mantener el equilibrio de la taza para que el líquido de ésta no salpicase fuera. Dios, por poco y provoco la mancha del año en la alfombra del hall. —Uff, qué susto. Ten cuidado Eevee, no vayamos a enfadar a Joy por primera vez. —reí ligeramente al ver la sonrisa plasmada en el rostro del pequeño, y noté de reojo la tristeza en la mirada de Mizuki. Ciertamente, era un pokémon abandonado. Sentí bastante lástima, pero sabía que la entrenadora lo cuidaría de ahora en adelante mucho mejor de lo que lo hizo su anterior dueño, y estaba segura de que nunca lo abandonaría a su suerte. Ella no era así, y lo sabía. Le sonreí a la chica y tras acabar el contenido de la taza y dejarlo en el carrito con los platos sucios, volví junto a ambos chicos. —Bueno, ¿y si damos un paseo o hacemos algo? Un paseo matutino nunca viene mal. —Glaceon asintió enseguida al oír mis palabras, deseando conocer la ciudad mejor y se colocó junto a mis pies dándoles toques impacientes para que comenzara a caminar.
—Acabamos de comprar ropa... Así que algún paseo no vendría mal —miré a Liza, para luego ver a Sylveon regresar a su ball por tener sueño, en su lugar salió Gengar, dándole un amistoso saludo a la entrenadora de Teselia—
Mis pasos me habían llevado hacia una fuente preciosa, no muy lejana, en la que se podían ver bastantes monedas en el fondo. — Cuanta superstición ¿no? — dije hacia la nada, soltando a Espeon que empezó a caminar por el borde del manantial mientras yo me dirigía a un banco cercano. Me tumbé boca arriba, admirando las nubes, hasta que de una manera u otra me quedé dormida sin darme cuenta.
Eevee miró el chocolate caliente de Liza y se rió un poco, después escucho lo que dijo Liza y asintió, regrese a Pineco a su pokeball para que descansara. Escuche las palabras de Liza y asentí—Esta bien, vamos, además ya me estaba aburriendo un poco—Dije sonriendo mientras Eevee se bajaba de los brazos de Liza para después caminar hasta llegar a mi lado, dicho esto empecé a caminar hacía fuera del centro pokemon.
—Vaale, vaale, ya nos movemos, ¿ves? —le dije a Glaceon mientras la cogía en brazos, empezando a dar un par de pasos hasta salir del lugar. La pokémon asintió complacida, y empezó a dar toques con sus patitas celestes a mis manos, captando mi atención. —Bien, ¿por dónde quieres ir? —¡Gla Glaceon! —exclamó señalando un camino al azar, y asentí animada. Miré a ambos chicos a mi lado y todos comenzamos a caminar por ahí. Si bien la ciudad se notaba ya muy activa a aquellas horas de la mañana, varios locales aún estaban sin abrir y otros comenzaban a preparar sus bares y tiendas para la llegada de los primeros clientes del día. Llevé mi mirada al frente y tras unos pisos pude comprobar como la mansión abandonada de Témpera aún seguía en su sitio, y un suspiro ahogado salió por inercia de mis labios. En algún momento debía volver allí a ver si todo seguía como siempre.
Mimi Honda —¿Vienes?—me preguntó ya más recuperado del zapatazo, recogiendo las pokéballs de la bandeja—. La noche es perfecta para entrenar, y más para nadar. —¿P-para nadar?— repetí, entre confundida y sorprendida, mientras veía a Alpha alejarse, camino a la salida del CP. ¿Oí bien? ¿Acaso había perdido del todo la cabeza? Por alguna razón que aún no logro comprender, le seguí a paso ligero— ¿D-de noche?—proseguí—. Pero eso es... ¡es una estupidez! ¿Por qué no esperas hasta que haya luz? ¿Y si te ahogas? ¿Y si te devora un Sharpedo? ¿Acaso no has visto esa película? ¡Yo no pienso sacarte del agua si te ocurre algo en mitad de la oscuridad!, ¿me oyes? Pero Alpha no pareció dar muestras de haber escuchado ninguna de mis palabras. Una vez fuera del Centro Pokémon se limitó a liberar a Rayquaza. Por suerte, era tarde, y las calles de Témpera no estaban demasiado concurridas. Hubiese sido un gran shock para los ciudadanos ver a semejante criatura flotando sobre la estampa nocturna de la ciudad. Incluso a mí me impresionaba un poco. Y entonces, apenas segundos después, una voz rompió el silencio desde la puerta de cristal del Centro. Hubert. ''¡Espera, Alpha ! —le oí gritar— ¿Dónde conseguiste esa MO?'' Alpha respondió, deteniéndose a comentar algo que pasé totalmente por alto. ¿El Torneo? ¿Chad? Sin embargo, y gracias a esta pequeña intervención, logré averiguar que mi descerebrado compañero había recibido la MO de manos de Effy. ¿Effy? Enarqué una ceja. La entrenadora parecía estar muy amable últimamente... Es decir, a mi me regalaba un Eevee, ¿y ahora una Máquina Oculta a Alpha? ¿De dónde venía tanta generosidad y amabilidad por su parte? ¿Qué pretendía con todo eso? Sacudí la cabeza con pesadez. Estaba demasiado cansada para pensar ahora. —Hum, ¿y dónde se supone que vamos a probar la MO?— se me ocurrió preguntar, harta de sentirme excluida de la conversación—. Que yo sepa no hay ninguna cascada por aquí cerca... ¿o sí la hay?
Me estiré flojamente y me levanté para luego mirar a Gengar —Si voy a casa ahora mamá va a raparme la cabeza —le comenté al tipo Fantasma/Veneno— A Gengar esto le pareció chistoso, por lo que comenzó a reírse, burlándose —¡Anda ya!... ¿Te gustaría ver a tu entrenador calvo? —me quejé, mi cabello no era hermoso ni mucho menos ordenado, pero tampoco era motivo como para hacer esa maldad de dejar pelón a alguien—
Reí un poco al ver el Glaceon de Liza, tenía muchas ganas de caminar, salimos del centro pokemon y empezamos a caminar por la ciudad, algunos niños jugaban en el parque al cuidado de sus padres a lo lejos, otras personas compraban en las tiendas de ropa y otras cosas. Noté como Liza observaba a una mansión bastante antigua.....incluso podía decir que estaba abandonada quizás no debí preguntar....pero mi curiosidad era mayor—¿Ocurre algo con esta mansión? —Le pregunté algo dudosa. Después escuche a Rojo hablar sobre la casa de su madre—Deberías ir....tu madre tiene que estar preocupada, y no te hará nada—Le dije a Rojo
Tras pensármelo bien, no eran mas que las bromas pesadas que hacía mi madre para asustarme —Bueno, iré mas tarde —me encogí de hombros, mientras escuchaba a Gengar reírse— Vamos Gengar.... El Fantasma/Veneno nada que se callaba, pues gustaba de burlarse de mi a veces
"¿Ocurre algo con esta mansión?" La voz de Mizuki me sacó de mi ensimismamiento y desvié la mirada de la mansión para posarla en ella por unos instantes. Volví a mirar al frente y cerré los ojos a la vez que caminaba, con una ligera sonrisa repleta de añoranza en mi rostro. —Solo echaba un vistazo a mi herencia. Lástima que en algún momento derrumben la casa para construir nuevos edificios; está bastante vieja ya. —mi voz se quebró por unos instantes y bajé la vista al suelo. Solo con el simple hecho de pensar en ello se me formaba un dolor punzante en el pecho.
Al escuchar lo que me dijo Liza, y al notar su tristeza, me dio algo de lastima, miré a la mansión. —Y....¿Por qué deben derrumbarla? Si tu quieres que siga ahí debes luchar para que se quedé, y aunque este viejo todo se puede renovar—Le dije, desvié mi mirada de la mansión para observar a Liza—Porque....sin saber casi nada de esta mansión se que tu deseas que este aquí ¿Verdad?—Le dije sonriendo levemente a Liza.
Miraba la mansión a lo lejos, y se podía notar el muy mal estado en cual estaba, no pude evitar sentirme mal por la pobre Liza, por lo que tras echarle un regaño a Gengar por la burla, al ser un momento poco apropiado para eso, le regresé a su Poké Ball
Fue Espeon el que me despertó, bastantes horas después o esa fue mi sensación. Cuando me puse en pie, bostezando y estirándome, miré a los lados y comprobé que sí. había pasado algo de tiempo. — ¡Vamos a volver! — avisé al tipo psíquico justo antes de emprender la marcha. Pero la casualidad fue encontrarnos con Liza y otras dos personas por el camino, dando un paseo. — ¡Hola, chicos! — saludé alegremente acercándome al grupo.
Si bien miraba con curiosidad la mansión a ver si se podía reconstruir pude escuchar una voz acercarse a nosotros, al darme la vuelta a ver de quien se trataba me pude dar cuenta de que era una entrenadora desconocida para mi —Ehm... Hola... Ehehe -sonreí algo nervioso, al salir tan repentinamente de mis pensamientos
—La Mansión se está derrumbando, Mizu... Pueden considerarlo un peligro para los habitantes que pasen por su lado, pues su estructura está muy deteriorada y es difícil que quieran invertir en renovarla. Una vez incluso me quedé atrapada dentro... —aquellas fueron mis palabras, unas crudas palabras que recaían sobre mí con gran peso, pues sabía que era verdad. Era de mi propiedad ahora legalmente, sí, pero poco se podía hacer allí dentro ya. Los recuerdos eran lo único que me quedaba. Apreté el agarre de Glaceon en mis brazos al venirse a mi memoria mil y un recuerdos de mi infancia allí, recuerdos que me atormentaron desde entonces, y Glaceon no pasó el detalle de que mis manos estaban temblando. Alzó la cabeza para verme con tristeza, y me dio una pequeña lamida en la mejilla para tratar de ayudar con su granito de arena. Traté de sonreirle como pude, pero nada salió de labios. "¡Hola, chicos! La voz de Emily me sorprendió ligeramente, y me giré para verla llegar en aquel momento junto con su Espeon a donde nos encontrábamos. Tomé una bocanada de aire desviando mi mirada y una vez se acercó la saludamos. —Buenos días Emi. —articulé con una tenue sonrisa, con Glaceon en mis brazos saludando con su patita a la chica y su pokémon. —¿También de paseo?
Levanté la mano para saludar al chico para después dirigir mi atención a Liza, que recién había hablado intentando mostrar una sonrisa. — Sí, disfrutando la tranquilidad de la mañana~ — respondí, intentando parecer animada a pesar de mi mirada de preocupación. Espeon a su vez se subió en las piernas de la entrenadora, con intención de averiguar algo. Quizás el pokémon no había tenido mucha relación con ella pero sabía que era mi mejor amiga y no podía ignorar la tristeza de una amistad de su entrenadora.
Alpha. —A la Gran Catarata, obvio—Sonreí dando un silbido. Al desaparecer el agudo sonido un rugido apareció mostrando al enorme Rayquaza desde los cielos.—. Ten, usa esto.—Le dije a Mimi entregando una de mis pokéball, como siempre era la de Swellow quien ya se había acostumbrado a tenerla en sus espaldas. Por mi parte al dejar la pokéball en manos de la entrenadora subí a la cabeza del un tanto agachado Legendario. Desde ese momento nosotros nos dirigimos en dirección a la cascada desapareciendo entre los cielos nocturnos de la noche que en ese momento se nos iba.
—Bueno....tienes razón.... La verdad es que es una pena...—Le dije algo triste al verla así, la verdad es que no sabía que hacer para alegrarla un poco, pero creo que no podía decir nada más ya que podía lastimarla más y no quería eso. En eso me fijé que una chica, que al parecer se llamaba Emily nos saludo, me volteé a verla y sonreí levemente. —Hola, soy Mizuki, encantada—Me presente con una pequeña sonrisa.