Harry Potter Las reliquias de la muerte

Pues apenas tengo la oportunidad de leer a detalle los libros de Harry Potter y se me ocurrió escribir esto.

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Ante aquel resplandor verdoso y el frío abrazo de la noche veía desvanecerse todo, mirando a la persona más fiel a él condenarse para que el camino se pudiera recorrer y evitar que la poca inocencia del niño al que se lo habían designado para esa cruel tarea se perdiera.

Caía ante los ojos que el muchacho que esperaba contar con él para poder luchar más ahora era su turno y lo perdía por parte de la soberbia que resguardaba en sí mismo secretamente muchos lo llamaban “el más grande mago de nuestro tiempo” y lo había sido hasta ese día.

Así fue como Dumbledore fue reclamado por la muerte, perdiendo la varita de Sauco para siempre.

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El cuerpo tembloroso y lacerado era envenenado poco a poco por la serpiente del amo que había servido como un espejismo, pues su lealtad siempre fue la de alguien más, cada acción en cada instante fue guiado por más grande deseo, uno imposible y vano como la pose que había mantenido por ese tiempo.

Se despojó de esos últimos recuerdos, memorias que lo nutrían para ser valiente hasta transformarse en despiadado, la que menguaron su vida para servir a aquel amor perdido y su último deseo se había vuelto el suyo.

Severus Snape observó sonriendo así los mismos ojos de Lily Potter es su hijo que secreto había cuidado hasta el final, así fue reclamado por la muerte mientras la piedra de la resurrección era testigo observando oculta, esperando el momento de surgir.

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Figuras de viejos amigos aparecían frente a él, sus padres, su padrino, sus pilares para seguir, el destino había sido marcado y este camino era el que se debía seguir, salvaría a quien amaba, en el momento en el que su rival lo atacara se condenaría a sí mismo.

El miedo se había disipado por los sueños y bellas memorias y envuelto entre los brazos de quienes habían partido se refugiaba para amainar el dolor hasta que se volvía a nada.

Harry Potter había escapado a ella tantas veces, en la habitación donde se resguardaba la piedra filosofal, en la cámara de los secretos ante el ataque del basilisco, ante la misma resurrección del señor oscuro. Había portado la capa por regalo de su padre y había vivido plenamente, siendo admirado por su coraje y determinación, encontrando buenos y leales amigos, conociendo el amor en tantas formas e incluso entregando su corazón. Así era como el último de ellos recibía a la muerte como una vieja amiga:

Protegido por sus seres queridos que lo esperaban del otro umbral, agradeciendo lo vivido y con una promesa de volver en su mano derecha.