Una corriente de alivio recorrió mi cuerpo cuando oí que se retiraría y no tendría que pelear ¡gracias nuevo arceus!, luego pidió algo relacionado con el holomisor y yo reí levemente — Yo no tengo holomisor brendan y lamento decirte que tampoco aceptaría otra batalla, realmente a mi no me interesan, de hecho.. no sabes cuando me alegra que tu estomago haga que yo no pelee ahora... — Lo siento mucho..
—Oh de acuerdo viejo, y no te preocupes, nos veremos luego si? cuidense chicos!— exclame mientras salia corriendo al centro de la Ciudad.
—¿No has podido dormir bien? Entonces ya no es un problema de nada. —ladeé la cabeza levantando lentamente mi gorra para poder verle, pero en ese momento escuché otra voz familiar delante de nosotros. Giré la cabeza y entonces vi que se trataba de Brendan. —Anda, Bren, cuantísimo tiempo sin verte. —dije bromeando, pero no pude seguir hablando pues de repente sentí que se me tiraban encima y el banco cayó de espaldas, cayendo yo con él. Abrí los ojos tirada en el suelo y vi que tenía encima a unos pokémon muy conocidos por mí, por lo que ya entendí por qué tanta efusividad: eran los pokémon de Bruno. Los observé por unos instantes abrazarme o saludarme en su propio idioma, y volví a sentir aquel sentimiento que se me formaba cada vez que los veía. Se me formó un nudo en la garganta, de esos que te vienen cuando tienes unas fuertes ganas de llorar pero no te desahogas, tan solo lo reprimes con todas tus fuerzas, y mi única reacción fue sonreírles con falsedad, ocultando de nuevo en alguna parte de mi ser todo el dolor que seguía sintiendo. Por fuera puedo aparentar haberlo superado, pero... no era tan fácil. Entonces, cuando ya iba a pedirles que se apartaran ellos lo hicieron por sí solos y se marcharon con su entrenador a toda prisa, como si solo hubieran venido a aplastarme como única finalidad. Suspiré y, con la gorra tapándome la cara y mis cabellos bastante desordenados, alce los brazos y comencé a agitarlos buscando la ayuda de Dante. —¡Dantee, necesito una ayudita! ¡Liza al suelo, repito; Liza al suelo!
Decir que Mimi se sentía molesta y ofendida, era decir poco. Sencillamente no podía creerlo. ¿Cómo un plebeyo tenía la desfachatez de dirigirse a ella en ese tono? ¿Y cómo ella podía consentirlo? Steve no sólo había ignorado por completo su mandato, sino que además la había insultado y se dirigía a ella fuera de sí. Era eso, por supuesto, Steve había llegado a su límite y estaba fuera de sí. Pero no estaba discutiendo con la persona adecuada. Desquitarse con Mimi no era la mejor opción y él que la conocía desde pequeña debería saberlo. Ni siquiera aquel resplandeciente ticket dorado fue suficiente para calmar las llamas de odio esta vez. Y las palabras de mamá Stephanie no hicieron sino redoblar su furia. ¡Aquella mujer no sabía nada de su vida! ¿Por qué sencillamente no cerraba la boca de una buena vez? Se quitó el cupón de los labios y lo arrojó al suelo, sin ni siquiera detenerse a mirarlo. Y cuando mamá Stephanie desapareció, y Steve se volvió con un suspiro, logró apartarse a tiempo para evitar un golpe con el puño cerrado, un golpe que podría haberle causado mucho daño. La expresión de Mimi era vacía, pero el cabello le caía sobre el rostro, ocultando sus ojos en una sombra tan negra como su aura. Era oficial, todo su buen humor se había ido por el caño. —¡Raiden!— exclamó entonces, tomando su lujo-ball y liberando a su fiel Luxray frente a Steve—. ¡Enséñale a este díscolo plebeyo como debe comportarse alguien en mi presencia! Y como si hubiese ordenado un movimiento, Luxray le dirigió una mirada hosca, y con un gruñido seco, comenzó a cargar electricidad en la estrella que pendía de su cola; comenzando a soltar chispas y poderosas descargas a lo largo de toda su estructura. Su lealtad y fidelidad a su entrenadora era demasiado férrea como para siquiera negarse; y presentaba una sumisión total y absoluta. Pero antes de poder lanzar el fatal rayo contra Stone; Honda lo detuvo con un rápido movimiento de su mano. —Basta— dijo. Y las chispas cesaron. A pesar del peligro que corría, Steve no se movió. Ni tampoco parecía asustado. ¿Qué diablos...? ¿Cómo podía estar tan tranquilo sabiendo que podían freírlo con un rayo en cuestión de segundos? La joven Honda apretó la mandíbula, frustrada. Sus intenciones no eran calcinarlo, por supuesto que no. Podía ser cruel, podía ser una tirana, incluso... pero no era una asesina. Sencillamente pretendía asustarlo para que corriera a disculparse como solía hacer cuando eran niños. Mimi siempre recorría a Raiden como defensa, o como simple amenaza cuando no le quedaba nada más. Pero Steve no se había disculpado. Ni siquiera había dado muestras de querer disculparse. — ¿Qué demonios te pasa?—le espetó ella entonces, rabiosa— ¡Más de setenta mil voltios pueden fulminarte en segundos si me place! ¿Es que eso no te preocupa? Pero Steve no dio muestras de que aquello le afectase. Parecía harto... rendido. Mimi retrocedió un paso prudencial, sintiéndose intimidada e impotente por primera vez en mucho tiempo. ¿Qué estaba pasando allí exactamente? ¿Dónde estaba aquel niño alegre y asustadizo que solía tratarla como si realmente tuviese poder? No le gustaba aquella sensación, había empezado a dejar de sentirse como una Honda.
—Bueno, la verdad tengo tres respuestas para eso: >>La primera, es que realmente no pensaba que fueraz capaz de hacerlo, porque vamos, ¿realmente sería plan para ti ir a la cárcel? Ambos sabemos que ni siquiera el dinero de tu papá te salvaría de eso; y tú eres inteligente en ese sentido, sabías que no te convenía hacerlo. >>Segundo, no estoy indefenso —dije mostrando varias pokébolas que tenía en mano en ese momento—; pero no me hubiera detenido a combatir, tan sólo hubiera usado un movimiento que implicara algún campo de fuerza y me hubiera ido. Ante eso, Froslass se acercó para incluírse en "los pokémon para defenderse"; y miró a Mimi con una expresión que más fácil que explicar en palabras, era mejor explicarla gráficamente: Contenido oculto —Y por último, que es la más predominante: No tengo ganas de darte más cuerda, ¿sí? —espeté—. Mira, Mimi, de verdad estoy muy cansado y no quiero discutir más contigo. Ya he pasado por varias cosas hoy y creo que lo mejor es que tú sigas tu camino y nos dejes seguir el nuestro tranquilos. Luego de decir eso, inmediatamente regresé a la diva de hielo a su pokébola que no hacía sino dirigirle miradas de desprecio a la diva de carne y hueso; al igual que a Phanpy que todo este tiempo se había acercado sigilosamente a Mimi, quizá había captado algún olor de alguna golosina. No obstante, apenas di el primer paso para avanzar, Mimi pegó un zapatazo con un "¡Te exijo que me digas!". Yo suspiré desesperadamente, y me volteé a decirle de manera asertiva: —¿Por qué tienes tantas ganas de saber? —cuestioné—. A ti rara vez te ha importado lo que le pase al resto, a menos que te afecte a ti de alguna forma... Hice una pausa mirando al suelo, y luego le dirigí la mirada una vez más... —Además, no creo que tú entiendas qué significa haber tenido que descubrir amistades falsas... en dos diferentes etapas de tu vida.
Y finalmente se había ido junto con los pokemon de Bruno, esta bien que yo no conociera a Brendan de mucho pero no se me hacía logico que Bruno hubiera dejado a sus pokemon con él y no con su novia, o que simplemente los pokemon hubieran decidido olvidar toda lealtad a su amigo e irse con la primera persona que vieron, la segunda opción me parecía algo mas "humana" que la primera. Pero dejando eso de fuera yo no los conocía perfectamente para opinar algo. Suspiré y luego escuché a Liza pidiendo ayuda desde el suelo, reí levemente y tomé sus manos para levantarla del suelo — ¿Notaste que todos los juegos con pokemon no son precisamente seguros? — le acomodé su gorra y luego volví a poner la banca en su lugar para volver a sentarme tranquilamente — Y respondiendo a lo de antes..no creo que sea algo de que preocuparse
Me levanté gracias al chico soltando un leve quejido al sentir las secuelas del golpe en mi espalda, y tras frotarme la zona dolorida por unos instantes suspiré y me acomodé el cabello con un deje de molestia; siempre me tomaban desprevenida este tipo de cosas. "¿Notaste que todos los juegos con pokemon no son precisamente seguros?" —¿Ah? —murmuré observando como volvía a sentarse, y tras realizar la misma acción y regresar al banco le miré frunciendo el ceño por unos segundos cruzándome de brazos, para luego desviar la mirada y contener una pequeña risa tratando de no darle la razón. —Que conste que ese es un caso aparte. >>Y no dormir es algo malo lo mires por donde lo mires. Te salen unas ojeras horribles y no estás al 100% bien. ¿No te notas cansado ni desganado cuando te pasa?
Ya me estaba cansando de dar vueltas buscando a alguien conocido así que cuando vi aquel parque decidí entrar a descansar Primero me encaminé hacia una fuente para satisfacer mi sed y después fui hacia dónde se encontraban los bancos. — ¿Haa? ¿Estabais ahí? — pregunté cuando descubrí a Liza y a Dante en uno de los sitios — Os he buscado por toda Témpera — me quejé poniéndome de cuclillas delante de ellos.
— Oh vamos... ¿por qué cuenta como caso aparte? — pregunté picandole una de sus mejillas con el ceño levemente fruncido hastaque reí levemente y dejé de hacerlo. Pero cuando estaba apunto de opinar para el segundo tema Emily hizo acto de presencia diciendo que nos estaba buscando por todo Témpera reí nerviosamente ante eso y le invité a sentarse junto con nosotros. — Lo lamento mucho... no creí que me estuvieras buscando, pero el cuarto era algo muy aburrido después de un tiempo así que salí a pasear por allí.... espero no te haya molestado.
—Pooorque sí y ya está. —inflé mis mofletes tratando de aparentar molestia, hasta que ya no pude más y solté el aire en una risa. En verdad actuar no se me daba nada bien y el tema del que hablábamos me hacía gracia en cierto punto. Entonces fue cuando Emily apareció por el parque y se nos acercó quejándose de que no nos encontraba por ningún lado, y Dante se disculpó diciendo de que la habitación ya se le hacía aburrida. Yo por mi parte me excusé llevando una mano tras mi cabeza con una sonrisilla nerviosa. —Lo siento Emi, aunque de todas formas yo acabo de llegar. ¿Hicieron algo interesante desde que me fui? —pregunté con curiosidad subiendo mis rodillas al banco y abrazándolas.
— No importa, no importa — los tranquilicé con una sonrisa y un movimiento de manos que restaba importancia al asunto mientras me ponía en pie y me sentaba en el banco — No mucho~ He tenido un par de combates, he estado con Mimi y poco más — respondí con un encogimiento de hombros.
Emily no se había molestado en lo absoluto por haber desaparecido de esa forma sin decirle nada en concreto y ella se dedicó a responder la pregunta que Liza había formulado a ambos — Pues yo... no he hecho mucho realmente, solo caminar por allí — sonreí levemente y tuve intención de preguntarle también pero el recordar que ella apenas salia del torneo me hizo no preguntarlo. — Ahora que mencionas a Mimi...¿no estabas con ella?
Asentí con la cabeza para luego mirar hacia el cielo con un dedo en las comisura de los labios. — Sí, pero se fue. Dijo que iba a ver cómo era la Torre Desafío pero está llena así que supongo que se habrá entretenido con otra cosa — expliqué pensativa para después volver a mirarlos con una sonrisa — Seguro ha visto alguna tienda de ropa y se ha distraído.
—Vaya eso a sido una tirada larga... sera mejor apresurarnos Plusle, mi estomago ruge, te parece si compramos las cosas e invitamos a los demás? Oh porque mejor no regresamos y les decimos que tenemos planeado no crees?— le preguntaba a mi pokemon y este salto feliz, regrese a toda prisa al parque pero en eso Gallade venia sobre Altaria y aterrizaron a mi lado. Gallade mi explico por telepatía que nuestra casa del árbol había caído por una tormenta reciente en el bosque, que ya se habían encargado de sacar todas las cosas valiosas y limpiar los restos, Sceptile se encargo de afilar la tierra y plantar una de sus semillas para que naciera un nuevo tronco, sin embargo la perdida era considerable y levantar semejante casa nuevamente requeriría de ayuda y de pokemon fuertes, contaba con todo ello pero realmente seria mas divertido tomar otras opiniones en cuanto a la construcción, asentí con la cabeza al final y ellos regresaron al bosque por lo que mande a la mayoría de mis pokemon con ellos, quedándonos solo Hydreigon, Flygon y Plusle.
Kim Un rato después de haber llegado a la ciudad, fuí directamente al centro pokémon..Había olvidado hace unos días el combate con Liza y no había ido al CP aún, entonces caminñe hacía donde debía, y una vez le deje a la enfermera las pokéball de mi equipo, me quede esperando, tarareando una pequeña canción en voz baja.
Kyotsuke Al fin había regresado y para mi buena fortuna Sableye venia con mi mochila en sus manos, al llegar conmigo le acaricie la cabeza y comencé a recorrer la ciudad, ya que no le había dado mucha importancia, asi que fui hacia el centro de la ciudad. La ciudad era realmente bella, me encantaba la arquitectura de cada edificio, y también a algunos arboles, quizás habría algún bosque cerca, luego de un rato caminando me tope con un tipo que tenia a su lado a un Flygon y a otros pokémon que parecían ser fueres, solo me acerque y hable, poco a poco estaba superando mi miedo a la gente. —Ese Flygon parece poderoso. Contenido oculto @Arno Dorian
La pantalla se encendió con un destello, pidiéndome el número al que deseaba llamar. Introduje el número de casa y saltó un mensaje que rezaba "Estableciendo conexión... espere por favor", repiqueteé con mis dedos en la mesa, a un costado del teclado esperando a que alguien contestara al otro lado. Recuerdo el día en que compramos la máquina, fue un día entero de discusiones y debate entre el abuelo y papá. El anciano no se lleva muy bien con la tecnología y la tecnología no se lleva bien con él; según él, alejaba a las personas de la realidad y por esa razón, eran malvadas. El viejo era muy ocurrente. Finalmente papá lo convenció argumentándole que era indispensable para mantenernos en contacto a largas distancias y que sería necesario para cuando empezase mi viaje. Al cabo de unos segundos la pantalla se encendió mostrando la sala de mi antigua casa, aquella en la que casi no estaba por andar jugando fuera junto a los pokémon de papá. De fondo podía verse la chimenea, ésta tenía una repisa en la parte superior, con varias fotos de nuestra pequeña familia y algún que otro detalle puesto por mi abuela. Así mismo, un juego de sofá estaba acomodado en torno a una pequeña mesita, ubicada sobre un tapete. Las paredes eran de un azul cielo, el piso era de madera y la luz que entraba por las ventanas daban un aspecto bastante acogedor a toda la escena. Me acerqué ligeramente a la pantalla con una sensación de curiosidad y ansiedad. —¡Chad, estás bien! ¡Gracias a Arceus!—resonó una voz femenina, era la de mi abuela. Dalia Redflame era una anciana muy dulce que aparentaba menos años de los que tenía. Su hobby era la jardinería y por eso pasaba la mayor parte del tiempo plantando flores en el jardín, cuando querías encontrarla, era seguro que lo harías si buscabas ahí. Solía dar paseos con ella cuando iba a la ciudad en busca de materiales y semillas. De vez en cuando me compraba dulces o chucherías. —Ni tanto, abuelita... —respondí a su comentario sobre Arceus, con una media sonrisa incómoda. —¿Qué dijiste, mi cielo?—preguntó confundida. Cuando iba a negar haber dicho algo, la mujer vio al pokémon que me acompañaba—. ¡Chad! ¿¡No me digas que ése es Fosforito!? —Oh, sí, es él—lo acerqué a la pantalla rodeándole los hombros mientras lo señalaba con el dedo—. Ya no se llama Fosforito, ahora es Fósforo—dije con una amplia sonrisa. —¡Válgame el cielo, ambos están tan grandes!—dijo llevándose las manos a la cara—. Recuerdo cuando era tan sólo un pequeño Torchic, siempre comiéndose mis semillas o quemando mis flores...—dijo con una expresión de nostalgia por los viejos tiempos... o tristeza por sus flores. Me limité a reír rascándome la nuca—. ¿Qué sucedió? ¿por qué no escribiste ni llamaste? —preguntó con un ligero toque de preocupación en su voz. —Lo siento, estuve un poco indispuesto—me rasqué la mejilla. Obviamente no le contaría todo lo ocurrido en Sinnoh, sería preocuparla sin razón, así que decidí dejar el tema de lado—. Pero no te preocupes, ahora estamos muy bien, abuelita—aseguré mostrándole una sonrisa de oreja a oreja. La abuela no pareció muy convencida en un comienzo, como sabiendo que le ocultaba algo. Se mantuvo callada mirándome por unos segundos hasta que habló de nuevo: —Bueno, lo importante es que ahora pudiste llamar—dijo volviendo a su expresión alegre juntando las manos—¡Oh, cierto! ¡voy a llamar a tu abuelo! está afuera entrenando, seguramente querrá verte—dijo de repente poniéndose de pie. —¿Q-qué? ¡No, no, no, abuela! ¡no es necesario molestarlo!—ya era tarde, la anciana había desaparecido de la pantalla dejándome con el panorama de la sala otra vez. Me llevé una mano a la cara y negué un par de veces con la cabeza. Fósforo me dio una mirada de compasión a la vez que se ponía detrás de mi de nuevo. —¡Chad! ¿¡por qué no has llamado en todo este tiempo, mocoso!?—exclamó estrepitosamente mi abuelo acercándose a la cámara de la pantalla más de lo debido, acompañado de su viejo Pyroar. Belenus Redflame, mi abuelo, era un hombre recio, impaciente y con mal temperamento. Eso sí, nadie podía negar que era uno de los entrenadores de tipo fuego más fuertes de Hoenn, a pesar de no ser famoso fuera de la región. Él se había encargado de entrenar a papá, tanto física como mentalmente a través de los años, y papá es un líder de gimnasio ahora, así que no es para menos. Varios entrenadores novatos (como otros de renombre que han pedido mantenerse en el anonimato) han venido en busca de su tutoría, pero el viejo los ha rechazado. Para mi suerte o desgracia, cuando tuve la edad suficiente (en sus términos) empecé un entrenamiento intensivo, el cual era en contra de mi voluntad. Se pasaba gruñendo porque no tomaba en serio el entrenamiento, me quedaba dormido, escuchaba música y no le prestaba atención o me escondía para que no me encontrase. La mitad de mi infancia me la pasé entrenando con el viejo, la otra mitad era huir de él. Lastimosamente hubiera deseado prestarle más atención en ese entonces, me serviría mucho ahora que tomo más en serio lo de ser entrenador pokémon. —Estuve indisp- —fui interrumpido por los gritos del viejo cascarrabias. —¿¡Indispuesto!? ¡No me digas que estuviste indispuesto a menos que tuvieses una diarrea mortal!—se quejó apuntando a la pantalla, luego se alejó un poco y pude ver a la abuela sonriendo. Era una pareja muy dispar, mientras que la abuela era un amor de persona, el abuelo era todo lo contrario—¿Haz estado comiendo adecuadamente? ¡no quiero enterarme de que andas comiendo comida chatarra! ¿estás durmiendo a hora? recuerda que debes levantarte a entrenar por la noche, no todo está en la fuerza de tu pokémon... —su voz se fue apagando cuando vio a Fósforo detrás de mí, casi escondiéndose de la mirada del viejo. —¿¡Cerilla!?—exclamó llamando al pokémon. Éste se volteó rápidamente al escuchar que el viejo lo llamaba equivocadamente, acercándose a la pantalla cabreado mientras que mostraba un puño extendido—¡Pero si es Cerilla! ¡No puedo creer que ya sea un Blaziken! —Su nombre es Fósforo...—corregí al anciano tratando de apartar al inicial de la pantalla para que no se la cargase, mientras éste forcejeaba enojado. —¡No me corrijas, mocoso insolente!—espetó el abuelo, al tiempo que su Pyroar se mostraba molesto por tal ofensa. —¡No te corregiría si no fueses un viejo senil!—respondí mirando a un costado de brazos cruzados. —¿¡A quién le dices viejo senil, niñato peli-largo!?—se cabreó acercándose a la pantalla. —¡Te lo digo a tí! ¿¡Ahora también eres sordo!? Maldito anciano—miré desafiante al viejo. —¿¡Quieres pelea, mocoso!? ¡Pyroar se comerá a tu pollo como su cena!—desafió con un tono altivo. —¡Fósforo le puede patear el culo a tu león de felpa cualquier día, a cualquier hora!—exclamé con una sonrisa mientras que Fósforo miraba desafiante al pokémon del abuelo. Una intensa pelea verbal consistente en un intercambio constante de insultos se llevó a cabo por cosa de varios minutos. De pronto la abuela apartó al abuelo de la máquina y trató de tranquilizarlo. —Ya, ya, Bel... deja de discutir con Chad, que no lo vemos hace tiempo—dijo con su característica voz suave a la vez que le acariciaba la espalda. Y como de una bestia se tratase, el viejo se calmó ante el gesto de la abuela. —Buen perro—solté sonriendo. —¿¡Q-qué!?—saltó de la silla de nuevo, aún más cabreado que antes.
—Hey gracias amigo, ese Sableye se ve muy simpático, cual es tu nombre? el mio es Brendan un gusto!— exclame tendiéndole la mano mientras Flygon rugía feliz al ver que una persona le había hecho un alago a su poder. Plusle se dedico a curiosear un rato al joven entrenador pero sin bajar de mis hombros. @zereffu
Kyotsuke El llamado Brendan me tendió la mano, quizás buscaba que se la estrechara, yo negué con la cabeza y me explique, o mejor dicho hice una mentirilla piadosa. —Lo lamento no me gusta el contacto físico con los demás— me escuse dando medio paso hacia atrás, y dando una media sonrisa. —Mi nombre es Kyotsuke, y si Sableye es bastante alegre— acaricie al pokemon fantasma que hizo un ruido que señalaba el gusto por aquella caricia. —Espero mi Trapich llegue a ser tan fuerte como tu Flygon algún día. @Arno Dorian
—Oh vale... y descuida amigo, lo sera creeme, solo se trata de confiar en tu pokemon, aunque un gran ejemplo de entrenamiento y sacrificio es mi Swampy, un Swampert que tengo desde que era un Mudkip, pero bueno, hablame de ti, pareces buena persona, justo ahora estaba en camino al centro pokemon, me acompañas?— le preguntaba al chico mientras comenzaba a caminar y poco a poco se entablaban mejor las relaciones entre ambos.