Después de ver como los concursantes salían de la cede del torneo Chesnaught apuntó a una pequeño parque a lo lejos en Témpera donde al parecer sugería que mis pokemon salieran y jugaran un rato, no estaba tan convencido pero sus diversas señas lograba interpretar que eso estaba bien, que no pasaría algo malo, así que muy a mi pesar los saqué a todos esperando que no pasara nada como lo del día del bosque helado. Cuando todos estuvieron fuera saque una pequeña pelota de mi mochila cuando Arcanine se acercó a mi y después de atraer la atención de unos más la lancé, iniciando una especie de competición por la pelota Arcanine vs el pequeño Deino vs Piloswine vs Floatzel y finalmente Tyhplosion, se podría decir que la escena era un tanto divertida porque se podía ver quienes eran los mas rápidos y quienes simplemente se quedaban atrás pero seguían corriendo. Otra parte de mis pokemon solo se dedicaban a vagar por el parque a excepción de Accelorg que se mantenía a mi lado, pokemon entregado por alguna razón cuando los Gamma habían dicho que tenían un ligero aparto sobre mi y al enterarse de mi estrecha relación con Ukita dijeron que teníamos que tener una batalla, hay veces en que sigo sin entender el razonamiento de ellos, pero me imaginaba que entre ellos se entendían. — Algún dia verás que te agrada estar con ellos Accelorg — estiré mi mano hacia el pokemon y acaricié levemente su cabeza, el pokemon solo se limitó a cambiar de posición para evitar mas contacto — Chesnaught se adaptó a ellos... tu podrás hacer lo mismo, tal vez no hoy... pero pronto
Luego de eso, mamá Stephanie pidió que sacara tanto a los participantes del torneo como los de la batalla de la Torre Desafío para felicitarlos. Entonces, cuando todos los susodichos salieron de sus cápsulas esféricas, mi progenitora se dispuso a darles a cada uno un delicioso Pokélito como gesto de felicitación por sus notables participaciones. Feliz, devolví a todos a sus pokébolas... excepto a la diva de hielo. A la muy rebelde le dio por esquivar los rayitos de la pkébola una y otra vez, pareciese que quería "tomar aire libre". Yo suspiré, y junto a Phanpy, mamá Stephanie y yo nos dispusimos a caminar por la ciudad para llegar a las afueras de ésta para, finalmente, volver a casa. Sin embargo, en la trayectoria hubo un comentario que me llamó la atención: —¡Oh! Por cierto, Steve, ¿recuerdas esa odiosa niñita que conocimos hace muuuuuuuchos años atrás? —dijo mamá Stephanie—. Te prometo que hace un rato atrás vi a una muchacha idéntica a ella... —¿Odiosa niñita? —pregunté, la verdad no entendía muy bien a qué se refería. —¡Sí, sí! La hija del empresario —afirmó mamá—. ¿Cómo era que se llamaba? Me daba la impresión que empezaba con "M". A ver: Morticia, Magola, Marta, Mercedes, Malva.. —'¿Nombre con M?' —pensé, comenzando a inquietarme—. 'No se referirá a...' Pero en ese momento, mi pensamiento fue interrumpido por un gemido ahogado de mamá Stephanie. La volteé a ver un tanto extrañado, y luego vi al frente nuestro a la chica que justamente estaba pensando que se refería... —Lo que faltaba... —dije en voz baja, golpeandome el rostro con la mano, exasperado. Froslass, que de inmediato recordó esa cara que al parecer era de su mismo estrato, miró a la joven despectivamente de pies a cabeza. Phanpy, por su parte, sólo olfateó a la distancia.
Y sí. Mamá Stephanie no andaba desencaminada en sus observaciones. Mimi no había dado ni tres pasos fuera del Centro Pokémon; cuando un grito—increíblemente similar al que había oído durante su combate contra Emily—, la obligó a detenerse de golpe. ¿Otra vez? ¿Que se suponía que pasaba ahora? ¿Es que la gente no tenía nada mejor que hacer que andar dando alaridos por la calle? Cuando se volvió en aquella dirección, esperando no hallar nada realmente; descubrió que el grito había provenido de una mujer de mediana edad, acompañada por un chico joven—realmente no parecía ser mucho mayor que ella— y sus pokémon. Una altiva Froslass, y un curioso Phanpy. ¿Y bien...? Mimi no dio muestras de haberse sorprendido en lo absoluto, pero tampoco se movió de allí. Hubo un instante de silencio, casi eterno, donde se limitó sencillamente a observarlos, con una expresión impasible. Pero entonces, se congeló. Un momento, ¿esa mujer...? ¿Y ese Frosslas? ¡Oh, y ese chico...! Y de pronto, como si acabase de ver un fantasma, su gesto palideció de golpe, mortalmente y retrocedió un paso prudencial. —¡T-tú!— casi gritó—. ¿Qué estás haciendo tú aquí?
Froslass se quejó de manera arrogante ante el grito de la rubia joven, Phanpy pegó un brinquito, y yo, emitií un gruñido de desesperación. Realmente no creo estar exagerando al decir que esta era la cerecita del pastel para un día estresante... Primero me enfreto a una maligna chica que parecía tener personalidad doble en la torre Desafío, luego debo someterme a un montón de emociones mezcladas en el torneo, y finalmente, volver a encontrarme a la princesita de su casa. Finalmente, escuché su pregunta, y decidí responderla para, ojalá, salir rápido de este rollo. —Caminando por las calles, si es que su a alteza no le molesta, ¿acaso estamos en su castillo de juguete? —dije, en tono burlón y sobreactuado—. ¡O no!, ¡mejor! Estoy tratando de buscar trabajo luego de que "la señorita" me despidió por no darle la botella de agua a "témperatura ambiente", ¿es de su molestia, su excelencia? Vale, quizá no fue la respuesta más adecuada porque lo más probable era que Mimi se enojaría aún más, pero fue lo que me salió por impulso producto de mi rabia contenida. Mamá Stephanie, tan sólo miraba en silencio mientras se tapaba la boca con su mano, angustiada... —'¡La invoqué, la invoqué...!' —pensó mi progenitora.
Mimi Honda Fueron segundos. Segundos mal contados para que mi rostro cambiase de blanco a rojo. La ira, un sentimiento que se me era casi tan conocido como respirar, se instaló en mi semblante nada más oír las palabras de Steve y el tono de clara burla con las que pronunciaba cada una de ellas. Apreté los puños, en un intento cada vez más vano por controlar el deseo creciente de cerrarle la boca de un certero golpe. Había estado muy tranquila, de buen humor... ¿qué demonios había hecho ahora para cruzarme en el camino de semejante calamidad? No fue un golpe, sin embargo, si no un rápido movimiento con el pie lo que le hizo precipitarse y caer al suelo. —¿Te despedí?—repetí—. ¡Te despedí porque eras demasiado estúpido para comprender la diferencia existente entre ''agua caliente'' y ''agua a temperatura ambiente!'' ¿Qué pretendías hacer con eso? ¿Matarme? ¡No es mi culpa si tu capacidad cerebral es incapaz de procesar órdenes tan sencillas! ¡Y ahora, desaparece de mi vista, plebeyo! ¡Ve a robarle el oxígeno a alguien al que le importen tus quejas!
Caí al suelo bruscamente. ¡Me hizo una zancadilla! Lleno de furia, me levanté rápidamente respirando agitadamente y mirando a Mimi lleno de ira. —¡A esta bruja ahora si la dejo calva! —grité, tomándola una pokébola—. ¡Blaziken usa...! Sin embargo, no pude lanzar la pokébola, puesto que mamá Stephanie me detuvo. —No lo hagas, Steve, se te puede pasar la mano y habría que llevarla al hospital... —dijo en voz baja. —¡Pero..! —No, no. Tomé aire hondamente, y luego me dispuse a decir: —¿¡Qué yo no comprendo la diferencia!? —alegué—. ¡Tú eres la vacía que no sabe que "temperatura ambiente" no significa "temperatura que me diera la gana"! Esa noche la temperatura estaba a 15° celsius y así estaba el agua; y no, ¡no me despediste! A mí me mandaron a jugar contigo y a ti te dio por tratarme de mayordomo, porque parece que es lo único que sabes hacer: Denigrar a la gente y hacer que cumplan tooodos tus caprichos, pero estás bien perdida si piensas que seguiré dejando que me trates como te dé la gana. Ya he tenido que pasar muchas cosas hoy como para tener que aguantarte. Luego de semejante sermón y desquite, miré a Mimi con muchísima rabia. En serio, lo único que quería era regresar a casa para con cruzarme con gente como ella. Froslass, que estuvo a punto de atacar a la chica al ver que me hizo caer, pero también fue detenida por mamá Stephanie, tiró de su párpado inferior al mismo que tiempo que sacó la lengua, haciéndole ver todo su desprecio. Phanpy, por su parte, luedo de percatarse de cierto olor, fue acercándose sigilosamente sin que ninguno de los presentes se diera cuenta. Mimi comenzó a abrir su boca para articular su respuesta, pero entonces Mamá Stephanie nos miró a los dos consecutivamente, y en una reacción de pánico, sacó rápidamente un resplandesciente papel dorado de su bolso, y se lo puso a Mimi en la boca. —¡Miiira, Mimi a la que su mamá la mima! —exclamó mi progenitora—. ¡Un lindo y resplandesciente cupón para pasar una noche en el Hotel Ricachilton! ¡Anda, corre a pedir tu premio! —Mamá, ¿qué haces? —susurré, con los ojos abiertos como platos. —¡Es que acabo de recordar que su papá me iba a vender un producto y no quiero que esta hijita de papá le diga que nos suba el precio por sus berrinches! —¿Y la vas a premiar? —murmuré. —¡No creas! Cuando ví que te hizo la zancadilla, mi instinto de madre se me disparó y quise darle una buena tunda... pero tendrá que ser más tarde. Cuando ya me haya llegado el producto y venga con la escoba... Nos quedamos observando a Mimi momentáneamente, pero entonces, el celular de mamá Stephanie sonó... —¡Qué llamada más oportuna! Es tu padre —celebró mamá Stephanie—. Encárgate de esto... Y sin decir más, mamá Stephanie se alejó unos cuantos metros a toda velocidad... —¡Gracias!, ¿eh? —reclamé a mi mamá. Finalmente, volteé a ver a Mimi, lanzando un laargo suspiro.
Togekiss decidió descender en un descampado cercano al centro pokémon, aprovechando de que no había muchas personas rondando por allí y podría aterrizar de buena manera. Rozó sus patas contra el suelo delicadamente y en una pose casi como reverencia, me permitió bajar de su lomo. Saqué e mi mochila un pokélito que compré antes de entrar en el torneo, en una tienda de Acrílica, y se lo ofrecí como agradecimiento. La pokémon se lo acabó con gusto y volvió a su ball para descansar, mientras que Gible saltó a mis brazos y me miró con ojos de lilliput. Su apetito insaciable le pedía a gritos cambiar su dieta de comerse mi gorra a comer otras cosas más... comestibles. —¿Tú también quieres? —Gible asintió varias veces, deseoso y con los ojos brillantes. Sonreí divertida. —Pues vamos a comprar entonces. ... En aquellos instantes podría decirse que Gible era el pokémon más feliz del mundo. En mis brazos aún, disfrutaba de una bolsa cargada de pokélitos, pocochos y dulces variados que al parecer no estaban nada mal, devorándolos como si no hubiera un mañana. La verdad es que de solo verlo me entraron ganas de probar alguno, y mientras caminaba por las calles de la ciudad mirando al frente acerqué lenta y disimuladamente mi mano para alcanzar uno... recibiendo únicamente un manotazo como respuesta. —¡Auch! —me quejé, apartando la mano y mirándole con un deje de reproche. —¡Oye, no seas egoísta! Lo compré yo y estoy en mi derecho de comer aunque sea uno. —el pokémon negó y con un gruñido me dio a entender de que no iba a soltar ninguno, y me limité a suspirar con exasperación. La que me había caído... No muy lejos de donde estábamos, alcancé a ver un pequeño parque muy bien cuidado, y decidí acercarme allí un para pasar el rato. Al parecer la Torre Desafío estaba cargada de gente en aquellos instantes. Y justo cuando llegamos, vi a un grupo de pokémon correr tras una pelota, juguetones, mientras que otros pocos paseaban por el lugar. Alcé una ceja al reconocer a la mayoría y entonces fue cuando vi a Dante junto a un pokémon de mi región natal: Accelgor. Me acerqué donde él cambiando el rumbo de mis pasos y aparecí tranquilamente a su lado, como normalmente solía aparecer. Bueno, esta vez sin caídas ni nada por el estilo. —Aw, qué monos se ven tus pokémon ahora. —sonreí mientras los observaba, y noté que Gible alzaba la cabeza para mirarlos y luego continuar comiendo. —¿Por qué no juegas con ellos? —agregué aquello último mirándolo con expresión divertida.
¿Por qué no juegas con ellos? Y de pronto Liza apareció de repente causándome un leve susto, ¿de donde había aparecido ella? ¿cuándo había llegado? — Oh... verás... están mejor jugando entre ellos que conmigo, yo solo los miraré de aquí tampoco es algo muy importante que digamos — reí levemente y me moví un poco hacia aun lado para que se sentara en la banca también y no estuviese allí parada — Por cierto.. me hubiera gustado que ganaran ustedes dos... diste una buena pelea Liza.
Tras despedirme de Mimi con la mano miré los alrededores. — ¿Qué hago ahora? — me pregunté para finalmente decidir volver a salir. Así podría buscar a Dante. Dirigí mi caminar hacia el exterior del Centro, centrado mi mirada al frente. — Cuando vaya a Lienzo tendré que coger mi mp3... ¿cómo se me puede haber olvidado? — y quejándome sobre mi desgracia de no tener música seguí caminando, sin rumbo fijo.
No pude evitar reír un poco al notar el pequeño susto que le había dado, y al ver que se apartaba un poco y me dejaba sitio en el banco me senté con él. Mis apariciones seguían siendo igual de inesperadas al parecer. —Yo cuando veo jugar a mis pokémon no puedo evitar unirme, me divierten sus juegos. —le respondí dejando a un lado al pequeño y estiré mis brazos hacia arriba para que no se me adormilaran más de lo que estaban; en verdad Gible pesaba un poco... bastante. —Y... bueno, supongo que faltaba entrenamiento por mi parte. ¡Pero estuvimos tan cerca...! Para la próxima será diferente.
— Supongo que es cuestión de los pokemon... ya sabes lo que hicieron la última vez que estuvieron todos juntos, no quiero arriesgarme nuevamente — suspiré y me llevé una de mis manos a mi nuca limitándome a asentir a su comentario de entrenar más para que en el próximo torneo todo fuera diferente, batallas, entrenamientos... mucho problema — Y Liza, quiero que sepas que no debes de preocuparte por eso de mi Padre y demás, ¿vale?
Salí de la Torre Desafio y me dirigí directamente al Centro Pokemon para que se encontraran en perfecta salud, al estar ya todos con energía guarde las pokeball y salí del recinto con Plusle en mi hombro.
—Es normal que haya conflictos en el equipo, tranquilo... —sonreí con nerviosismo rascándome la mejilla, esperando que no se volviera a sentir mal por aquel accidente. —Pero nunca está de más jugar con tus pokémon, aumenta los lazos con ellos. Recargué mi cabeza en el respaldo del banco mirando al cielo ligeramente nublado, al parecer volvía el mal tiempo de nuevo, y entonces escuché aquella última frase. No recordaba aquello hasta que volvió a mencionarlo, y tampoco quería darle vueltas para no meterme en sus cosas. —Bueno... espero que pueda creerte y me estés siendo sincero. Porque ya sabes que si estás mal puedes contármelo cuando quieras, claro, si quieres. —levanté la cabeza y crucé las piernas sentándome mirando ahora hacía él. Alcé una ceja y lo miré no muy convencida.—¿Seguro seguro que estás bien?
—Bien Plusle! Que se te antoja amiguito? Tengo ganas de hacer galletas, te parece bien hacer unas?— le pregunte a mi pokemon y este asintió con mucho gusto, así que comenzamos a correr hacia el Centro de la Ciudad. Mi estomago rugía como un Pyroar y la verdad sabia que comería como un Snorlax por lo que apresure mi paso junto con mi pokemon.
— Se que es normal pero.. jamás había salido alguien herido, bueno lo bueno es que no llegó a mayores y todo se arregló — reí levemente y estiré mi mano para bajarle su gorra para que no pudiera ver por breves momentos y luego me estiré un poco como si no fuera nada inusual — Bueno.. el tema de mi padre no me afecta mucho que digamos, pero digamos que estos días no he podido dormir bien, un problema de nada, me imagino que les pasará a todos después de un tema tan estresante o perjudicador como el de Arceus y Giratina...
Pase por el parque y me encontré con Liza y un chico el cual su nombre parecía ser Dante, me acerque a ellos gustoso y Plusle de un salto quedo en los brazos de Liza. —Hey Liza que tal estas? y Hola amm... Dante no? Mucho gusto soy Brendan...— exclame con una sonrisa tendiéndole la mano.
"Hola amm... Dante no? Mucho gusto soy Brendan..." — ¿Brendan? — dije en voz baja haciendo memoria cuando acepté su gesto por breves segundos, no solía saludar de esa forma, ¿de donde me sonaba eso? ¡Oh! era el chico de la bofetada, claro... de allí me sonaba su nombre. — Un placer... al parecer ya sabes que soy Dante y...— miré a Liza, ellos se conocían asi que me imaginé que hablarían entre ellos — Supongo que.. querras hablar con liza ¿no?
—Eso seria genial pero cuando mis pokemon saben que estoy con ella amm... Aqui viene... 3...2...1...— en eso Lucario, Flygon, Umbreon y Gallade salieron disparados contra Liza, y al ultimo un pequeño Poochyena de un color diferente al normal. —Eso pasa cada que la veo jajaja le tienen bastante cariño, y bien ammm mientras ella juguetea con ellos te apeteceria una batalla? un 3 a 3— exclame mientras sacaba una de las pokebolas de mi cintura.
De pronto unos pokemon aparecieron Lucario, Flygon, Umbreon y Gallade hacia Liza y yo no pude evitar cambiar mi gesto a algo serio esos pokemon... ¿por qué estaban con él?.. esos eran los pokemon de Bruno..¿tan fácil se fueron con otra persona?. Cerré mis ojos por unos segundos que me parecieron eternos para dejar de lado los recuerdos de la plataforma, la forma en que él murio.. Liza deprimida... su falta de querer vivir a causa de eso y yo tras ella para animarla. Volví a abrir mis ojos y llevé una de mis manos a mi nuca, mientras mas rapido aceptara mas pronto de marcharía y yo no tendría que recordar precisamente lo que no podía, no era completamente sano para mi. — Ya que...— susurré desganado levantandome de la banca en un suspiro — Solo te pido que me derrotes rápido ¿vale?... — Tú sacas...
Rápidamente un sonido se hizo presente entre nosotros y solo notificaba una cosa, tenia hambre... —Dante, es un gusto amigo y la verdad me hubiera encantado librar esa batalla pero mi estomago me pide a gritos algo de comer, podrá ser luego? claro dame tu numero de holomisor para llamarte cuando tenga tiempo!— exclame mientras sacaba mi holomisor y mis pokemon regresaban conmigo uno a uno.