[hakuxkag] una amable idiotez

Contenido oculto: Mini-Diccionario

Youkai: Demonio, Youki: Energía maligna, Kimono: Parte superior del traje de samurais (También de Hakudoshi), Shinidamachū: Las serpientes voladoras de Kikyō, Sengoku: Época antigua, Ramen: ¿Cómo no sabéis que es Ramen? Fan-Girl: Ustedes cuando ven a Inuyasha o Sesshomaru, Naginata: Alabarda de Hakudoshi, Entei: El lindo caballo de Hakudoshi

Maldito Inuyasha, maldito su amor por el, malditas sus piernas Suspiro, ella había vuelto inmediatamente a la era feudal luego de terminar su examen de álgebra—Que claramente había desaprobado— o —Al menos eso creía—. La noche la había sorprendido en el Sengoku, ella estuvo a punto de ir a la aldea de la anciana Kaede, si no fuera por unos Shinidamachū que llevaban almas. Ella como toda idiota los había seguido, encontrándose con lo inevitable; Kikyō e Inuyasha declarándose su amor.

Preferiría no recordarlo, ya que hacia que su corazón se rompiera mas de lo que ya estaba. Sus piernas habían corrido por si solas y ahora exactamente estaba perdida en medio del bosque, por suerte tenia su mochila y arco; aunque el arco no sirviera de mucho, ya que su puntería era una verdadera porquería.

Camino por el follaje de arboles, limpiando las lagrimas restantes. Los arboles empezaban a disminuir y Kagome a lo lejos vio un lago, eso era de mucha ayuda, podía agarrar algo de agua y hacerse Ramen. Su estomago gruño y ella sonrojada miro a todos los lados para ver si había alguien, vaya tontería... ¿quién se encontraría en medio del bosque? nadie que estuviera en sus cinco sentidos. Agarro su preciada, hermosa agua del lago y estuvo a punto de sacar el Ramen, si no fuera por un gruñido que interrumpió todos sus pensamientos y acciones, rápidamente dejo su mochila en el piso y agarro su arco, tensándolo se acerco y lo que vio la sorprendió.

Ahí estaba Hakudoshi, inconsciente o al menos eso parecía, su traje antes blanco, ahora rojo, tenia una gran herida en el pecho y varios rasguños en el brazo. Verifico si estaba muerto y no lo estaba, seguía respirando, pero por la cantidad de sangre que salía de la herida, si no hacia algo, obviamente moriría.

Sabia que tenia que matarlo, pero eso era un acto cobarde, más encima, el era un niño, el solo fue condenado a estar con Naraku. Él nunca deseo estar con el, o al menos eso pensaba ella, así que tomo la decisión mas estúpida que pudo haber hecho, saco un botiquín y cuidadosamente le saco el Kimono, y verifico la herida, era profunda y grande, nada que la aguja no pueda suturar, pero claro, el era un yōkai, así que con unas cuantas vendas podría parar la hemorragia y dejarla sanar por si sola.

Luego se dio cuenta de algo, la herida tenia Youki, eso no permitiría curar la herida, así que.... ¡hora de poner sus poderes a prueba! Con cuidado de no purificar al albino, empezó a quemar el Youki, luego de eso detuvo rápidamente la hemorragia y vendo la herida, no sin antes limpiar el pecho del niño.

En todas los rasguños le puso benditas de gatitos, a veces escuchaba pequeños quejidos, los ignoro y siguió desinfectando las heridas, el tendría que ser fuerte ¡Era un Yōkai después de todo! cuando termino, vio su trabajo. Todas las heridas estaban vendadas, había parado la hemorragia, ahora mismo ya sabia que carrera tomar en el futuro.

Vio la cara tranquila del oji-lila; si no estaba matando y lleno de sangre, era mono. Su debilidad siempre habían sido las cosas monas, dejo escapar un típico chillido de fan-girl sonrojándose, el podía perfectamente hacerle competencia a Shippo y Soten, igual que a Kanna. El gruñido de su estomago le advirtió que si no comía algo ahora mismo, su estomago se comería a si mismo.

Así que, como toda chica obediente, calentó el agua que anteriormente había sacado del lago. Cuando ya pasaron los tres minutos de hervir, vertió el agua en envase de Ramen, dejando que el olor a pollo irrumpa en su nariz, empezó a comer rápidamente con modales no propios de nadie, demasiada hambre para no hacer eso y no creía que Hakudoshi en su estado podría ser espectador de tal espectáculo.

Cuando termino su comida, lo guardo en su mochila. Luego en su época lo tiraría, no iba a contaminar el Sengoku antes de tiempo, observo el lugar donde estaba, enfrente de ella había un lago, como si no lo hubiera dicho antes, había algunas rocas y con los arboles alrededor formaban un circulo, había algunas flores y podía escuchar a los pájaros cantar felizmente, pudo ver algunas manchas de sangre en el piso, suponiendo que eran del niño albino, centro su vista al Kimono del oji-lila, estaba manchado de sangre, tenia una gran cortadura, obviamente era la prueba de la herida del yōkai

Fue al lago y con un poco de jabón empezó a lavarlo, sacando gran parte de manchas, vio el Kimono, el color blanco había sido cambiado por un rosa claro, el niño no iba a ser feliz con eso, eso ya lo sabia de antelación, pero era mejor que ir con el pecho al aire, con delicadeza le puso el kimono, el cual todavía estaba roto, pero no tenia ropa de niño y tampoco creía que le gustara una remera de corazones.

Suspiro, ¡Estaba cuidando a su enemigo! ¡Enemigo! ¡La extensión de Naraku! estaba segura de que cuando se despertase la trataría de matar y tenia un poco de miedo, a pesar de haber sido entrenada por Kaede y Miroku, no contaba con mucha rapidez o fuerza, para una adolescente normal ella era muy fuerte, pero para un yōkai era como la gelatina, todavía le sorprendía que sus pensamientos estaban variando tanto en ves de estar centrados en el Hanyō.

Sus pensamiento fueron interrumpidos cuando sintió un gran dolor en su espalda y una pequeña mano en su cuello.

No sentía miedo, sentía terror, ya se lo esperaba, pero... ¿Tan rápido? habían pasado media hora desde que escucho el gruñido

—Sacerdotisa...—Kagome pudo ver que el niño se estaba examinando—.Vaya... No me lo esperaba.—El niño sonrió sádicamente cosa que la asusto un poco mas de lo que ya estaba, aterrada, eso, el adjetivo perfecto para su situación.

Luego no sintió fuerza en su cuello y vio como el niño albino se caía, su terror fue cambiado por preocupación, seguramente se había caído por la perdida de sangre, igual que sea un Yōkai necesitaba alimento para que la sangre se produzca, no importaba cuan fuerte sea, así que, olvidando lo ocurrido, calentó mas agua y saco un envase de Ramen, bajo la atenta mirada del albino, el cual estaba apoyado en un árbol.

—Toma—la sacerdotisa le tendió el tazón de Ramen que anteriormente estaba preparando, el niño solo levanto la ceja—. Si quieres tener fuerzas tendrás que comer, así que, te recomiendo que dejes tu orgullo y comiences a agradecerme.

—Sacerdotisa, ignorare tus palabras, pero tu oración es contradictoria, como piensas que iré a comer si, siquiera tengo fuerzas.—Kagome se sonrojo por su estupidez, ella estaba tratando de ser lo mas seria posible y al final quedo mas estúpida de lo que ya fue.

—Abre la boca—el albino nuevamente levanto una ceja—. Te daré de comer.—Hakudoshi solo la ignoro mirando a otro lado—. Esta bien si no quieres comer, puedo dejarte, que otros yōkais te coman o que Naraku te vea débil.—Hakudoshi de inmediato abrió la boca, dejando ver sus blancos dientes—. Ahí va el avioncito.—La sacerdotisa empezó hacer ruidos baratos de avión y Hakudoshi nuevamente levanto la ceja para luego masticar—. ¡El bebe da su primera mordida!

—Humana, sabes que, apenas recupere mi fuerza, te sacare la cabeza y la colgare en un árbol—Kagome empezó a reírse—. Ahí veras a quien le dices bebe.

Kagome acaricio la cabeza del albino y el por instinto cerro los ojos—. Antes de que recuperes tus fuerzas, ya estaré corriendo.—La azabache sonrió y luego empezó nuevamente a darle el Ramen.

Cuando termino el Ramen, le dio un poco de agua y ella se sentó a su lado.

—Dime, ¿Por qué tenias esa herida?—Hakudoshi centro su vista en la joven sacerdotisa.

—¿Por que me ayudaste?.—Hakudoshi se había tragado su orgullo para hacer esa pregunta, el albino mentalmente maldijo a su curiosidad y deseo morderse la lengua.

—Bueno, no iba a matarte cuando estuvieras durmiendo ¡Eso es de cobardes!—Kagome junto sus dedos índices—.Te veías tan mono cuando dormías que no me pude resistir a ayudarte.—Kagome chillo y Hakudoshi por primera vez agradeció ser tan mono.— ¡tienes que responder mi pregunta!

Hakudoshi la ignoro y paso su vista por el lugar, no sabia donde estaba y sus fosas nasales estaban cerradas, no iba a volver al palacio de Naraku, no después de que había logrado escaparse, había dejado a Naginata y Entei a las manos del Hanyō araña, rogaba porque Kanna los cuidase, su hermana sabia que iba a volver a por ellas.

No podía sentir ningún insecto del maldito peli-negro, cosa que lo extraño, aunque eso le ayudaba, no podría rastrearlo, antes se había tirado a un lago, para que Naraku no le siguiese la pista, miro a la sacerdotisa, la cual estaba gritando como siempre, una idea se le ocurrió y no era nada mala.

—Humana tengo una propuesta...

No era nada mala...