DC Begins[batman: el espiritu de la venganza/flash point]

Quien le entienda y le guste este fic, búsqueme en mi perfil quiero conocer más personas que sepa de comics.

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Permanecí sumergido en mis pensamientos por al menos unos minutos, los suficientes para que la enfermera que asistía me hiciera volver en sí.

—Doctor Wayne, ¿se encuentra bien? —lo dijo con una expresión tan preocupada que debí de tener un aspecto terrible.

Honestamente, me sentía así, mis manos temblaban, no sentía fuerza en los pies, me parecía que me derrumbaría en cualquier momento, estaba bañado en sudor, con mis ojos clavados en él.

Cada recuerdo que había buscado por tanto tiempo reprimir y otros más ahogarlo en alcohol me taladraba la cabeza reviviendo de nuevo esa terrible noche.

Sus mismos ojos, la vida abandonándolos, su mano presionando la mía, la herida vientre borbotando sangre, yo intentando desesperadamente detenerla.

Una bala perdida en una riña entre pandillas, otra víctima inocente del monstruo de la criminalidad que se fortalecía en Gotham día tras día. Maldito sentido del humor del destino.

—¡¿Doctor?!, tenemos que hacer algo el paciente está perdiendo mucha sangre—gritaba la enfermera pero para mí era un vago susurro.

Alguien me empujaba otro doctor en turno por fortuna tomaba mi lugar.

—¡¿Cómo diablos se les ocurre llamarlo a él para esto?! —reclamaba furioso.

La enfermera respondía algo balbuceando pero no lo entendía, su voz y la de todos me parecía cada vez más lejana. Entonces me desvanecía, lloraba, presionaba mis cienes con mis palmas mirando al vacío, con mi presión arterial demasiado acelerada.

Me había vuelto médico para salvar personas, sin embargo, a las dos más importantes de mi vida, no había podido hacerlo. Lo que hacía, no era suficiente en esa ciudad, ese, fue mi último paciente.


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Nada era más deprimente y devastador que ir a ver a Martha con esa sonrisa retorcida que se había dibujado en el rostro luego de perder la razón, esas manchas de maquillaje ensombrecido mientras me observaba encorvada explotando en una burlona carcajada demencial. Cada vez más era más difícil convencerme que pudiera volver a ser la mujer había amado.

Me serví un poco de borbón y me derrumbe en el sofá, junto a la mesita junto a él había un paquete y una nota.

Querido señor Wayne:

En los años a sus servicio más que ser mi patrón, fue amigo, espero sea sentimiento mutuo, debe creerme que las pérdidas que ha sufrido me duelen muy profundamente en el corazón, no es mi intención el abandonarlo en estos momentos en los que más necesitaría una mano amiga.

Aquello que me ordenó realizar está terminado de acuerdo a sus especificaciones, le deseo suerte y que lo que planea resulte.

Sin embargo debo de decir que no puedo acompañarlo, pues aunque entiendo su dolor y que no debe de permanecer solo, me temó que al embarcarse en esa locura a elegido un camino que no puedo seguir, hasta siempre, señor Wayne.

Atte: Alfred

Sentí una profunda tristeza, él era una de esas personas que no pensé en dejar de ver en toda mi vida, sentí impotencia al pensar que no podía conservar a nadie conmigo. Presioné mi puño y golpe el sillón, tomé la caja desplegué lo que estaba en el interior, con mis dedos acaricié con cierta melancolía el símbolo en su pecho, era murciélago.

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Bruce tendría unos ocho años, le había perdido de vista solo unos minutos, escuché solo un crujir y luego el grito ahogado, desesperado lo busque por todos lados, aún recuerdo la angustia que sentí entonces al pensar que lo perdería.

Escuché un chillido, suave, tenue, apenas perceptible, me aproximé a dónde provenía el sonido y vi emerger un murciélago cegado por la luz del día aleteando, entonces por el orificio porque había surgido observé la mirada sonriente y anhelante de mi hijo, esperando por mí.

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Deslizo la capucha para que cubra el rostro mientras me encuentro suspendido en un águila de acero en la esquina de un edificio, mi capa se balancea mientras presiono las nueve milímetros de mis manos, no los dejaría dañar a nadie más. Sería el espíritu de la venganza, de la mía y de todos que los se han caído.

Mientras que lanzo al vacío el ultimo de mis recuerdos se resiste a desaparecer, tal vez por todo lo que importaba lo he perdido y me aferro a querer ser el mismo murciélago que guio a él, tal vez algún por sendero pueda volver a ver de nuevo a mi hijo.