—No seas impaciente—Respondí al momento de verle agitar la caja.—, espero que te guste.. En un suspiro abrí la caja y de ella tomé un collar de color plateado con una pequeña piedra de color azul en un colgante que iba en el mismo.
Yo sólo quería saber que era. Así soy yo, curiosa hasta el último momento. Cuando vi ya el regalo en concreto, no pude evitar sonreír y mirarle. --Awwww... Alpha, ¿Por qué te molestaste?-- pregunté llevando mis manos al pecho --. Pero... ¿Cómo sabías lo del color?
—Simplemente me agradaron esos colores, ¿Están mal?—Le pregunté con mi mano en mi nuca.— ¿O le he dado al clavo?
--Lo que hace el instinto...-- dije tomando el colgante y mirándolo No sé por qué, pero ese color me encantaba. Era un color estable y hermoso. --Gracias...-- dije en un tono suave para seguidamente darle un beso en la mejilla
—Bastante... Ella fue hacia mi con un pequeño beso en la mejilla como agradecimiento, ante eso sonreí. —No hay porque—Acaricié su rostro con suavidad.—. Bueno, momento de separarnos, recuerda que cualquier cosa me puedes contactar ¿Bien?
Decidí apartar el pelo para ponerme el colgante, pero no me resultó facil, tuve que agachar la cabeza con el pelo delante, si no esto iba a ser un infierno. --Juro que algún día me cortaré el pelo...-- gruñí una vez me lo había puesto Me centré en lo último que dijo. --No quiero molestarte mientras estás aquí, así que dudo que lo haga.
—No hay problema...de todas formas dejar de entrenar un poco me hace bien. Cuando deje de hablar le di un último beso en sus labios y me separé de ella. —Te queda bien. Nos veremos, rubia.—Tomando mi bolso y mirándola sonreí para luego retirarme del lugar.
Rubia... Extraño mote que me gustaba oír... Decidí revisar el holoemisor, ya que algo debía de haber llegado. Nada mas ver lo que tenía, mi rostro se volvió pálido. Recogí todas mis pertenencias, y salí corriendo. --¡Me van a matar!-- dije apresurándome a salir de Galeia lo antes posible para ir a Kalos --. ¡Maldita la hora en la que me escapé!
Salí del centro pokémon con mi Pokégear en mano, intentaba localizar a Brendan, me había dicho que tenía algo nuevo en su equipo. En lo personal siempre me daba curiosidad, más si se trataba del pokémon de un rival. —El Lago Helado, está bien.—De inmediato liberé a mi Swellow para ir volando hacia el lugar donde enfrentamos al Caballero Rojo.
Mimi Honda Desperté cuando el sol estaba ya muy alto... tal vez las once o las doce de la mañana, ni siquiera miré el reloj con forma de Starly que habían colgado en la pared—a Joy debían gustarle mucho estos pokémon, ya que los tenía por todas partes—. No había dormido nada... al volver a la habitación después del encuentro con Alpha y Destiny, la cama seguía deshecha, y después de quejarme entre dientes del pésimo servicio de este lugar, me dediqué a intentar hacerla yo misma. Fue un auténtico desastre, lo único que logré fue frustrarme aún más de lo que ya lo estaba. Al final, no tuve más remedio que hacerme un ovillo con las sábanas, y así fue como dormí. Por si fuese poco, desperté con dolor de cabeza, y de garganta. Realmente era una persona muy sensible al frío, por lo que me enfermaba enseguida al estar expuesta a él. Ugh, y todo era culpa de Effy; Si ella no hubiese mandado aquella absurda nota yo no habría salido a la calle tan tarde, en pleno diciembre, con el frío tan horrible que hacía. ¿A quién se le ocurría hacer algo como eso? Un viento helado silbó a través del resquicio de las ventanas, sacándome de mis pensamientos. Odiaba el invierno. Ahora, no me sorprendería nada si empezase a nevar en cualquier momento, incluso el cielo parecía haber empezado a nublarse. La verdad es que sólo había visto la nieve una vez, en un viaje a ciudad Puntaneva, en mi amada Sinnoh. Pero había sido más que suficiente. Me estremecí. —Hoy no me moveré de la cama...—resolví finalmente en un murmullo, haciéndome un ovillo bajo las sábanas.
Fuera de la habitación de la joven Honda un dragón tocaba la ventana intentando atraer la atención de la entrenadora. Pequeños toques de sus garras daban en la ventana creando un sonido como si fuese el golpeteo de una puerta. En sus garras el pokémon sostenía una carta con procedencia de un entrenador: "Mimi: Reunámonos en la Pradera Arte, allí continuaremos con tú viaje y entrenamiento, por ahora te dejo al cuidado a mi Charizard. No lo insultes como a mi, tiene un caracter algo...ardiente ja, ja. Ve por la Caverna Tempera, luego podrás pasar a la Pradera Arte. Hay pokémon bastante buenos ahí, intenta buscar uno que te gusté. Si necesitas algo usa a Charizard. Y una última cosa: Cuidado en la Caverna, suele haber gente del Equipo Gamma. Alpha" El dragón al no ser respondido comenzó a dar unos golpes más fuertes a la ventana, no tan fuerte que en ese caso la destruiría.
Mimi Honda El sonido de unos golpes en el cristal de la ventana me arrancó súbitamente de los brazos de Morfeo cuando apenas había logrado conciliar el sueño, olvidándome momentáneamente del frío exterior. Entre las nieblas de la inconsciencia, recordaba haberlos escuchado con anterioridad, muy leves, como toques suaves contra la madera de una puerta. Ahora, en cambio, eran golpes, como si alguien pretendiese entrar por la fuerza. De cualquier modo, era tan molesto... aún sin entender qué estaba pasando, debatiéndome entre el sueño y la vigilia, cubrí mis oídos con mis manos, irritada. ''Que ruidoso... es molesto. Es tan molesto...'' Pero entonces, un nuevo golpe me regresó a la realidad. Eso había sonado muy cerca... demasiado cerca. ¿Quién demonios estaba...? Mis ojos se abrieron de súbito, como platos. Y comprendí con horror que la ventana que golpeaban, de donde provenían aquellos molestos ruidos, no era otra que la mía... Y que alguien, fuera quién fuese, trataba de entrar en la habitación por la fuerza. MI habitación. ¿Y por la ventana...? ¿Quién haría algo como eso? ¿Un ladrón? ¿Un ladrón quería entrar en la habitación? ¡Por el amor de Arceus! Horrorizada, me incorporé súbitamente de la cama, pálida como una hoja de papel. Pero al volver la vista a la ventana, me topé con una criatura enorme, de un color negro brillante, que golpeaba el frágil cristal con sus garras. ¿Q-qué estaba haciendo esa cosa allí? Nos miramos un instante eterno, la criatura y yo. Y estaba por empezar a gritar, horrorizada, cuando aquel pokémon me sonrió. Era un Charizard, pude ver entonces. Pero, era un Charizard negro. Recordaba haberlo visto antes, en el Bosque Pincel... cuando estaba tan asustada a causa de todos aquellos bichos, hacía no tanto tiempo... ''Un Charizard negro, que chic'' — ¿Eh?—murmuré entonces, al reconocerle—. ¿Tú eres... el Charizard de Alpha, verdad? ¿qué estás haciendo aquí? Intrigada bajé de la cama—estremeciéndome cuando mis pies descalzos tocaron el frío suelo de la habitación—, y me acerqué hasta abrir la ventana. La enorme cabeza del pokémon se coló entonces en la habitación, y, con un simple movimiento de su mano, me hizo entrega de una nota escrita que yo no vacilé en tomar. Parecía escrita con prisa, con una caligrafía tosca y burbujeante. La leí en silencio, con atención. La verdad, nunca hubiese imaginado que fuese de Alpha. Aunque, debería haberlo supuesto, sabiendo que el Charizard le pertenecía a él. ¿Y por qué me mandaba una nota? ¿tan importante era lo que estuviese haciendo, que no podía venir él? ¿acaso... acaso estaría con su novia ahora? Sacudí la cabeza, tratando de sacar aquellos pensamientos de mi mente. ¡Ugh, cómo si a mí me importase con quién estuviese! después de todo, era una persona libre, podía hacer lo que quisiera. No debía preocuparme tanto por él. Tras un breve instante, volví mi mirada a Charizard. Sus ojos rojos se clavaron también en mí. —Esto..., ¿tú sabes dónde está la Caverna Témpera? El pokémon asintió, muy seguro. Y sin decir nada, en un abrir y cerrar de ojos, me tomó por la ropa con sus dientes—por segunda vez—e, ignorando mis gritos y protestas, me subió sobre su lomo. ¿Es que estos pokémon no tenían ningún respeto por nada? ¡Dije que no volvería a volar en nada que no fuese mecánico! Y además... —¡O-oye, espera!—le espeté, mientras mis mejillas tomaban un vivo tono carmesí—. ¡N-ni siquiera estoy vestida aún! ¡No puedo ir por ahí en pijama! ¿Qué va a pensar la gente de mí? Fue inútil. Charizard hizo oídos sordos, y, con un simple batir de alas, alzó el vuelo. Como pude, me aferré al cuello del pokémon—una caída desde esa altura me mataría, y supe que debía hacerlo al comprender cuales eran sus intenciones— y, de nuevo, como si de un deja' vu se tratase, mi grito histérico se perdió en el cielo añil de Ciudad Témpera. Tan sólo esperaba que nuestro destino no quedase muy lejos.
En el cielo el dragón se dirigía al sur de la ciudad, iba a una gran velocidad, era una característica muy buena en él. Con la chica gritando se comenzó a enfadar, esa razón le basto para empezar a descender hacia las afueras de la ciudad. Ahí mismo un gran agujero estaba entre montañas que separaban la ciudad de la ruta 304, una que él no conoció hasta hace poco, relativamente. Con sutileza bajo a la entrenadora de su espalda, había recibido ordenes de no dañarle y protegerla. Sin esperar más la tomó por las ropas nuevamente con su hocico y entró junto a ella a la cueva.
Camine por la ciudad. Solo Ivysaur, Drifloon y Altaria estaban fuera de sus pokéball para hacerme compañía y definir el proximo destino. —Podemos ir a la pradera Arte y continuar nuestro camino desde allí —propuse sonriendo levemente, acirtariamos algo de camino desde la pradera. Mis amigoas asintieron y yo sonreí muy alegre —Entonces a la pradera Arte iremos, vamos Altaria —subí sobre el pokémon, despues de ayudar a Ivysaur claro. Drifloon como siempre se sostenía de mis hombros para no perderse. Le di una señal a mi compañera y esta emprendió vuelo a la pradera Arte.
Caminaba por las calles de la gran tempera asombrada, no podía creer que de verdad obtuviese mi primer pokemon ya, seria fantástico. Me acompañaba Keit, que normalmente odio traerlo en su pokeball. Y bien, que hacemos primero—le pregunte mientras caminaba y me acomodaba el gorro. Simplemente Keit miro alrededor sin saber a donde ir, estaba igual de emocionado que yo, lo sabia. Mientras caminábamos comencé a tararear una canción de quien sabe donde había sacado, solo por aburrimiento al ver los diferentes lugares. Contenido oculto @Diamond Girl listo deja de molestar >:v
Kim Sobrevolamos la Ciudad Tempera con Pelipper, era asombroso volar por los aires, y además, en compañía pokémon. Aterrizamos cerca de las calles del centro, cuando devolví a Pelipper, un poco extrañada, salió Drudde (Druddigon) con furia simulada, quería acompañarme, supuse mientras camimabamos, y Drudde volaba cerca mía. ** Un poco después, vimos una joven de cabello castaño, un poco mas baja que yo, según mi punto de vista, y un Tepig a su lado, alzé la mano, sonriente en forma de saludo.
Mire a una chica de cabellos rojos que al parecer me estaba saludando, yo respondí con una sonrisa y saludándola tambien. —¡Hola!—exclame—mi nombre es jocelyn y...—me desvié al ver a su pokemon drudiggon—OMG es tuyo¡¡—dije emocionada admirando al pokemon, claro Kait no se quedaba atrás y comenzó a saltar Al parecer la chica era de unos cuantos años más que yo, eso que importaba aun asi, ¡amaba a su Druddigon!
Kim Me acerqué un poco mas. --Un placer Jocelyn, soy Kim..Y si, Drudde y yo nos conocemos hace tiempo, si no recuerdo mal--Drudde saludo volando alrededor de Jocelyn.