[capitulo quince]: un líder en camino.

—No no no —negué varias veces con la cabeza—, yo le he dicho lo que me gusta de usted —le contesté—. Dígame que le gusta de mí —lo miré reprochandole, aunque en realidad tan solo bromeaba.

 

Su reproche me sacó una pequeña sonrisa.... ¿cómo podía cambiarme tan rápido el humor? Suspiré mentalmente. Apoyé mi codo en la mesa del comedor y reposé mi cabeza en la palma de mi mano para mirarla fijamente.
—Todo —dije. Aunque estaba jugando se escuchó tan serio que pareció que estaba confesándome.

 

Enfocó sus ojos en la nada. Realmente no pudo reaccionar ante los movimientos de Mikuo. Un tanto en shock y bastante avergonzado, se llevó una mano a los labios al sentir su lengua contra su piel y cerró los ojos con fuerza cuando le mordió. No dijo nada ni trató de apartarlo, se quedó inmóvil conteniendo la lágrimas en sus ojos.

 

—¿Eh...? —murmuré para mi misma—, yo yo... —traté de formular una respuesta adecuada para el comentario de Gakupo-kun—. A mi también me gusta todo de Gakupo-kun, en realidad es una persona muy amable —le dije para luego bajar la cabeza, había pasado de bromearle a decirle la verdad.

 

Me quedé en silencio cuando al mirara su rostro lo noté con algunas lágrimas, me sentí algo molesto y culpable y decidí soltarlo, para después sonreír— ¿Sabes? Aún puedes llegaf a clase, no es muy tarde para arrepentirte —comenté mientras tomaba un pañuelo de mi bolsillo y lo lamia para empezara a limpiarla sangre de su cuello— lo siento, ya entendí que no debería jugar así contigo, no lo haré más —comenté con una sonrisa falsa.

 

Su tono había imitado al mío, abrí los ojos por la sorpresa.
—Va-vamos Shion-san, no lo digas tan seria que comienzo a creerlo de verdad —dije con una sonrisa nerviosa mientras le daba un golpe juguetón en su espalda. Miré la hora en el reloj de la cafetería, las clases casi comenzaban... Sinceramente no quería ir pero ella había desaparecido por casi dos días así que no le convenía. Solo un rato más.

 

Respiró hondo un par de veces antes de voltearle a mirar de frente, aunque seguía con los ojos llorosos. Sonrió. —No me arrepiento de pasar el rato contigo, Mikuo...— Rió un poco. Se sentía bastante estúpido por lo que pasaba por su mente. —Preferiría que me trataras así todo el día a tener presente la idea de que podríamos no volver a vernos...— No se permitió dejar de reír y se talló los ojos antes de que se vieran las lágrimas que ya no soportaba.

 

Sonrío y no puedo evitar reír— Mentiroso... eso dicelo mejor a una chica que te guste —dije mientras golpeaba suavemente su cabeza— si no supieras que me voy, seguro ya me hubieras pateado —le mire a los ojos con tristeza— no me compadezcas cuando he sido tan mal amigo contigo.

 

—Hablo en serio, Gakupo-kun —insistí en el tema, no quería que creyera que hablaba en broma—. Claro que solo se lo digo como una amiga —agregué—, no es que usted me desagrade como hombre, pero en realidad yo... —trataba de aclararle mi idea, pero sentía que cada vez más lo hacía peor—, yo solo pienso que usted se ve como un amigo bastante bueno, supongo que no quisiera arruinar la amistad y por eso no podría tener una relación con usted —era increíble que hubiera sacado tanta información de mi boca tan solo por ponerme nerviosa.

 

Lo miró algo molesto. —Tú, Gakupo y Len son los mejores amigos que he tenido. Somos un grupo, nosotros cuatro. Sin ti no será lo mismo.— Se lo piensa un poco y sonríe. —Bueno, deberías valorar a un loco que prefiere se sometido por ti a patearte el culo aunque te lo merezcas.— Miró a cualquier otro lado por un rato. —No creo que hayas sido un mal amigo conmigo... Sinceramente.

 

Me sonrojé un poco, ¿qué estábamos haciendo? Sacudí la cabeza y luego sacudí su cabello, revolviendolo un poco, creo que ya era una costumbré en mi al verlos...
—¿Relación? Nunca pedí eso y no me lo imaginaba tampoco —dije con una sonrisa, sin dejar de sacudir su cabello—. Es agradable que pienses así de mí, Shion-san es una gran amiga para mí también —admití. Le apreté la mejilla por un segundo y me puse de pie—. Deberíamos ir a clases, has faltado y no te combine perder más días.

 

Me murdo el labio molesto, esa amabilidade me irritaba— En serio deberían todos odiarme, asì sería más fácil —comenté con seriedad mientras me levantaba y me acercaba a un a de las ventanas— al final soy una persona enferma que le gusta ver sufrir a los demás.

 

Volteó a mirarlo con tristeza mientras se alejaba. —Pues yo no puedo odiarte. No tengo un buen motivo para hacerlo y no creo tenerlo.— Se puso de pie y caminó hacia él, manteniendo una distancia adecuada sin estar seguro de si estaba molesto o algo. —Aún si fuese así, puedo asegurarte que a mi no me gustaría verte sufrir.

 

Le sonreí de una forma cruel— Dime... ¿Qué debería hacer para que por lo menos tú me odies? —reí y mire la ventana— la situación de mi madre me angustia —confesé— estoy asustado, porque en el fondo he sido muy egoísta. Fui egoísta conmigo sin llegar a ningún lado, y fui egoísta con mi madre sin tener un rumbo —suspiré con tristeza— a estas alturas nadie es feliz, ni ella ni yo —comenté— si ella fuera a morir, me gustaría por lo menos escoger un lado y hacerla sonreír, quisiera que ella estuviera orgullosa de mí.

 

Sonreí sin decir nada, parecía que no había molestado a Gakupo-kun con tanto que dije y además, había recibido una respuesta que en realidad me había hecho muy feliz —Si, no debería faltar más días —acordé, en realidad había perdido bastantes clases—. Vamos —Dije mientras me levantaba de mi asiento, ya era hora de volver a clases.

 

Ese era el lado de Mikuo que era confortante saber que existía, porque le confirma que Mikuo no podía ser tan malo como el pensaba que era si en realidad era consciente de lo que importaba. Sin embargo, cuando escuchaba así de seria su voz, entraba en pánico porque no sabía que hacer para mejorar su ánimo. —Estoy seguro de no poder decir nada para que pensar en ello sea menos duro para ti...— Bajó la mirada. —Lo siento. No puedo concederte el deseo de odiarte ni hacer nada por ti...

//Debo ir a dormir. Buenas noches a todos~

 

Cuando estábamos caminando hacia la salida, me di cuenta de algo... Miré hacia todo lados pero él no se encontraba en ninguna parte. Miré a Shion-san para preguntarle:
—¿Viste en qué momento se fue el rubio? —Debido a su tamaño, era fácil que se escabullera pero... que falta de educación con Sion-san, ni siquiera le había dicho un "nos vemos", ¿cómo pretendía gustarle? Suspiré, sin duda, era un niño.

 

—¡Oh! —exclame y trate de buscarlo cerca de mi vista—. Parece que se nos ha escapado —dije, mientras seguía buscándolo—, espero que no falte a clases —desee, no entendí porque Len se había ido sin haber avisado—. Tal vez nos lo encontremos de camino —también dije, aunque no estaba segura si debíamos buscarlo o irnos al salón.

 

[Bye Ruari, nos seguimos roleando al rato]

Sonreí— ¡Bah! A decir verdad no te culpo si no puedes hacer algo, te he de confesar un secreto —con mi mano derecha sujete mi muñeca por encima de los guantes que nunca me quitaba, nadie notaba ese detalle o preguntaban sobre ese hecho, quizá como no se cuestionaban del pelo de Gakupo o el fetiche de Len por los trajes de marinero— yo una vez intenté matarme —sonreí— pero al final fallé —saqué la lengua mientras baja mi guante levemente para dejar ver una cortada— si yo no pude morir, supongo tu tampoco podrás odiarme —dije aquella frase sin sentido— mi madre había sufrido tanto en el hospital, fue la primera vez que ella me abofeteó —dije triste— después de eso huí, y vine aquí —miré la ventana— estaba tan cansado de esa máscara, de ese "yo" tan detestable —reí levemente— mis padres llamaron una y otra vez, pero ignoraba las llamadas, y los mensajes los leí y nunca los había contestado hasta ahora, realmente... soy un mal hijo.

 

Suspiré ante sus comentarios.
—Dudo que este dando vueltas a la escuela, seguramente ya fue al salón de clases —dije, encogiéndome de hombros. Abrí la puerta para que ella pasara y la cerré detrás de mí. Metí las manos a mis bolsillos mientras caminábamos a los salones. La katana iba bien sujeta a mi cadera, siempre me había encantado tenerla ahí—. ¿De qué hablaban antes de que llegara? —pregunté nervioso, no me gustaba involucrarme en la vida de los demás.