Ciudad Témpera

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Solo usé dos en mi vida Juanjo, y no soy la única que lo ha hecho xD ¿Para algo están, no? :P

Mienshao volvió a su ball en cuanto le agradecí su esfuerzo en el combate y tras guardarla en mi mochila miré a Emi y le sonreí.

—Lo mismo digo Emi, lo hicieron muy bien. —caminé hacia el banco y me puse de cuclillas frente a Ray, quien tenia un poco de pastel en las mejillas. —¿Ya has estado comiendo otra vez? Voy a tener que empezar a ponerte a dieta, ¿eh? —reí y le estrujé las mejillas, mientras éste refunfuñaba un poco.

 

Reí al escuchar el comentario mientras observaba como el pokémon se levantaba y encogía su barriga para demostranos que no necesitaba nada de eso, aunque no aguntó mucho y se tumbó de nuevo en el banco. Me levanté y solté un leve bostezo.

—Ni idea, ¿se os ocurre algo a vostros?

 

—¿A Barniz? Vale, me parece buena idea. —asentí y saqué a Togekiss al momento. Raichu suspiró y decidió volver a su ball para evitar mareos de nuevo.

Monté de un salto en el lomo de la pokémon y miré a los demás con una sonrisa.

—Cuando querais, nosotras ya estamos listas.

 

Después de la batalla, Liza había terminado vencedora, pero aun así había sido bastante entretenida de ver. Una vez que se acercaron ambas les sonreí y aprovechando que Emily estaba sentada en mi regazo besé su mejilla con una sonrisa — Lo has hecho muy bien Emi — le felicité sin dejar de sonreirle

— Y hace tiempo que no te veía pelear Liza —tomé la pokebola de Staraptor y lo liberé, si querían ir a Barniz iríamos a Barniz, cargué a Emily como una princesa para evitar que se parara del banco y la puse sobre Staraptor para después hacer lo mismo pero detrás de ella

— Te sigo Liza

 

—Bien, pues...¡adelante! —alcé el brazo alegremente y Togekiss comenzó a aletear hasta emprender el vuelo, siguiéndonos por detrás el Staraptor de Dante con ambos en él. --¡A Ciudad Barniz, Togekiss!

Finalmente desaparecimos entre las nubes.

 

— Vamos Staraptor — murmuré acariciando un poco a mi pokemon antes de que este empezara a aletear y elevarnos para llevarnos nuevamente a Barniz

 

Aterricé en Ciudad Témpera, y de inmediato mi primera parada fue el centro pokémon… Joy me recibió nuevamente con los brazos abiertos, y me puso al día de la razón por la que me había convocado allí mientras se encargaba, junto con Togepi, de la curación de los pokémon que se habían enfrentado a Mimi y a Hubert en el campo de batalla.

Para resumir todo, me hizo entrega del objeto que me había llegado por correo; una Piedra Lunar. No sabía quien la enviaba, pero era un objeto evolutivo gratis y lo necesitaba y no cabía en mi misma de la felicidad.

Una hora más tarde, ya contaba con Dragonite, Blissey, Staryu, Vaporeon, Marowak y Florges todos completamente sanados… y ahora, Clefable se encontraba entre mis filas, alegre y lista para nuestra próxima meta… y si bien me había propuesto dirigirme de regreso a Ciudad Barniz a reunirme con Hubert, Emily, Yair y Dante, mis pasos de alguna manera me llevaron a la Torre Desafío… a lo mejor, esta vez, mi oponente se mantendría allí hasta el final.

 

Me encontraba caminando por la ciudad una vez fuera de la torre desafio; no sabia cuantas derrotas llevaba hasta ahora ¿5?, ¿8?, ¿10? o ¿20?. No sabia con exactitutd, es decir ¿Quien toma la cuenta de cuantas veces a obtenido una derrota?.

—Al menos yo no lo hago—Susurre antes de escuchar el sonido de algo colpeando una pokeball, cuando baje la mirada vi a Rai, que me miraba con tristesa—Tranquila...cuando podamos volveremos a la torre desafio e intentaremos ganar—Le dije sonriendo antes de sentarme en un banco.

 

Pidgeotto nos dejó frente a la entrada de la Torre Desafío.

—Vuela todo lo que quieras mientras estamos dentro —le dije acariciando su pico—. Tendrás para rato, ya que aquí las batallas no son fáciles ¡Ahora venimos!

Plusle ésta vez quiso quedarse con el pokémon volador, tomando lugar sobre su plumaje. Lo último que escuché, antes de traspasar la entrada de la torre, fue su grito eufórico al ser alzado en dirección a las nubes.

 

Salí de la Torre Desafío y emergí nuevamente en Ciudad Témpera… vi ingresar a Hubert justo cuando yo salía, pero decidí escabullirme y no llamar su atención… esperaba con ansias ver su batalla allí, y no quería desconcentrarlo. Internamente, le desee buena suerte, pues al parecer el nivel de la torre había aumentado decentemente y la necesitaría.

Fui al centro pokémon, donde mis compañeros caídos en batalla fueron sanados, así como también fueron curados los exhaustos Dragonite y Blastoise. Tomé todas las pokebolas, regresé a Clefable a la suya y emprendí vuelo a bordo de Skarmory… ya tenía un nuevo destino fijo en mente.

 

Había estado paseando por la ciudad junto a Misdreavus, no teniamos a donde ir y la Torre Desafío seguia llena. Solte un suspiro y caminamos al C.P para poder descanzar un poco, preferia ir a dormir que quedarme vagando sin rumbo fijo.

 

Salí de la torre desafió tras perder otra vez, pero intentaba mantener una amplia sonrisa mientras caminaba por la ciudad; luego de llegar al centro pokemon y tras haber curado a mis pokemon, sali de este y me senté en una banca, donde saque mi equipo pokemon.

—Chicos....no hemos podido ganar en estos días...pero, vamos a seguir probando y un día de estos lograremos tener una victoria, ya lo veran—Les dije sonriendo y estos o saltaron y gritaron con decisión, luego los regrese a todos menos Lax.

 

Estaba en el centro pokémon algo aburrida, salí de este y libere a Ivysaur, juntos caminamos a la torre desafío, quiza ahora no este llena como antes.

Tras unos minutos caminando entramos al lugar on una sonrisa, espero hacerlo bien en mi primera vez en la torre.

 

Decenas de palabras impresas en tinta desgastada fue lo primero que distinguí al abrir los ojos. También me recibió la fragancia característica de las páginas viejas y amarillentas, así como el murmullo de unas maracas proveniente del exterior, acompañado de las risas de otras personas.

Aparté el libro de mi cara antes de sentarme sobre la cama y desperezarme en un prolongado bostezo. Hice tronar algunos huesos, ya que estaban agarrotados por la posición del sueño; no había sido ésta la más adecuada, pues caí dormido mientras leía.
Decenas de libros invadían ésta habitación del Centro Pokémon, desperdigados sobre el colchón junto a mí, alrededor de la cama, sobre el escritorio y bajó él, el sillón, etcétera.

—No será grato llevar todo esto encima por la región —comenté— ¿Qué dices si vamos al correo, Serperior?

Mi pokémon inicial me miró de reojo. Estaba junto a la ventana. Si me preguntaran, no podría afirmar si contemplaba el paisaje (como solía hacer) o se dedicaba a vigilar, cual padre, a Maractus y a Plusle, que jugaban afuera con los transeúntes. Mas, mi majestuoso amigo mostró su acuerdo con un asentimiento de cabeza.

Desde la última batalla en la Torre Desafío contra el chico del peine, me había tomado un merecido receso. Permanecí en esta habitación del Centro Pokémon por espacio de una semana, ajeno a las batallas y completamente dedicado a las lecturas y a la amistad con mis pokémon. Jugábamos, les leía historias de terror, aventura y amor, paseábamos por la ciudad. Los únicos problemas fueron Tyranitar y Aggron: se llevaban muy mal, al punto de enfrascarse en peleas feroces. Aun sabiendo que esta relación era natural en sus especies, intenté amigarlos en vano. Así que, cuando uno estaba fuera, el otro tenía prohibido asomar el hocico al exterior. No me habían dejado más remedio, pero esto no le quitó placer al receso. Nos sentíamos todos a gusto, incluidos ellos.

Por otra parte, derroché dinero en libros que empezaba y terminaba el mismo día, de ahí la enorme cantidad de páginas que nos rodeaba ahora. En el transcurso de esta semana, mis conocimientos aumentaron de una forma considerable. Me sentía genial por haber aprendido tantas cosas nuevas, a pesar de haber dejado el entrenamiento de lado…

¡Llegó el momento de retomar! Pero antes: el correo.



Lucario, Gardevoir y Scrafty nos ayudaron a organizar los libros en cajas envueltas en cintas de embalar. Sin embargo, Banette se encargaba de complicar la tarea: cuando no mirábamos, tomaba algunos tomos de las cajas abiertas para hacer malabares con ellos. Cuando se cansaba, los dejaba caer al suelo.

—Muy gracioso —le reprochaba, re-ordenando.

Y vuelta a lo mismo. El fantasma reía con la boca cerrada, divertido con su propia broma.

 

Fui yo el que se tuvo que encargar de distraer al pokémon fantasma. Aproveché su décima sesión de malabares para tomarlo desprevenido: me acerqué por detrás y lo aferré por las axilas. Mi compañero bromista no se mostró sorprendido, sino que siguió a lo suyo.

—¡Hey! Si sigues así, viviremos una semana más en esta habitación ¡Basta!

Riendo por lo bajo, Banette hizo como que se arrepentía. Una enciclopedia me dio en el centro de la coronilla cuando detuvo sus malabares. El dolor agudo que comenzó a cosquillear mi cabeza era muy molesto, pero me negué a soltar a mi compañero: hacerlo implicaría un serio peligro para mis libros.

Lucario y Serperior aprovecharon esta oportunidad. Haciendo acopio de la velocidad, recogieron el resto de los libros y los colocaron dentro de la última caja. Gardevoir embaló con la cinta, haciendo uso de sus poderes psíquicos. Y Scrafty se encargó de pararse frente al atrapado Banette para ponerle mala cara (confiando en que su tipo siniestro lo intimidaría). Por toda respuesta, el fantasma le sonrió con burla.

—Será mejor que regreses a tu pokébola —suspiré. Banette le hizo un gesto sarcástico al tipo lucha/siniestros antes de desmaterializarse en la luz roja que lo absorbió. Diciéndole, claro, que no le tenía miedo.


Nos quedó un total de siete paquetes repletos de libros. Y bastante pesados. Yo me encargué de una caja. Lucario cargó con dos bajo sus brazos. Scrafty también. Plusle y Maractus llevaron una entre los dos. Gardevoir trasladó la última. Escoltados por Serperior, salimos a la calle.



La oficina de correos no quedaba muy lejos y, por suerte, tampoco había personas en su interior. Fuimos los primeros en ser atendidos.

—¡Hola! —me saludó una chica joven desde el otro lado del mostrador— ¿Qué quieres enviar?

—Siete cajas con libros —respondí mientras mis pokémon dejaban los paquetes apilados arriba del mostrador. La recepcionista quedó un poco oculta detrás de la torre de conocimientos.

—¡Wow! —exclamó embobada, alzando la vista— ¡Enseguida , señor! ¿A qué lugar desea enviarlos?

—Biblioteca “Sócrates”, en Pueblo Mosaico, región de Kalos.

—¿Quién los recibirá?

—Hendrika o Arend, mis padres.

—¿Remitente?

—Equipo Hubert —reí.

—Muy bien, señor Hubert —dijo la chica tras teclear los datos en el ordenador—. Su envío llegará en el transcurso de dos días ¿Tiene algo más?

—Es todo ¡Gracias por su ayuda!

Me retiré del edificio.

 

La temperatura de la ciudad era agradable, las calles rebosaban color y movimiento. Pero ahora necesitaba respirar la frescura de un paisaje más campestre, ya había pasado mucho tiempo rodeado por la urbanidad de Témpera. Lo cual no significaba que no me gustara estar aquí. Simplemente, no acostumbraba a detenerme mucho tiempo en un mismo sitio.

Si bien viví gran parte de mi vida en la biblioteca donde había donado todos esos libros, ésta era muy grande y espaciosa. De tres pisos, estanterías altas y salones amplios. Me encantaba ocupar un sitio diferente en ella para leer, ya sea en los sillones, en los suelos, sentado en el alféizar de las ventas, inclusive acostado en las estanterías vacías. Era mi forma de mantenerme en movimiento allí dentro. Claro, ahora todo era distinto.

Sin embargo, el mundo es una gran biblioteca de conocimientos. Pensar de esta manera me llenaba de entusiasmo.¿

—Amigos míos, regresen —dije, y todos, salvo Serperior, Maractus y Plusle volvieron a sus pokébolas— ¿Qué les parece si vamos al Claro Pincel?

El nopal y el tipo eléctrico asintieron dando saltos, en tanto que mi inicial conservó una postura digna, pero apoyando la idea con una leve sonrisa.

Nos encaminamos hacia el límite Este de Ciudad Témpera, allí donde el impenetrable arbusto montaba guardia en el camino que conducía el verde claro.

En eso, noté dos personas conocidas que se aproximaban desde el otro lado del arbusto. Alpha y Mimi. Me detuve a esperar que terminaran de acercarse.

 

Mire el cielo varios minutos y luego de soltar un largo y deprimente suspiro, mire otra vez a Lax, quien se encontraba tirado en el suelo dormido; todo lo que le habia dicho no habia servido para que despertara, el nunca cambiaría, aunque el dormir y comer era muy normal en los Snorlax.

Me puse de pie y lo regrese a su pokeball, era hora de salir de esa ciudad pero luego regresaría para la torre.

—primero...¿a donde me voy y a quien puedo retar?—susurre mientras caminaba, me detuve frente a la torre...¿la reto por tercera vez?...aunque, no perdia nada probando otra vez—ya saben lo que dicen...la tercera es la vencida—susurre, pero me quede quieta a pensar en si entrar o no.

 

Llegue a Ciudad Tempera sobre Flygon, habia escuchado de la torre desafio, y la verdad me intrigaba retarla para ver de lo que era capaz.
—Bien amigo... que te parece si provamos suerte? quiza salgamos vencedores...— le decia a mi pokemon mientras le daba ligeras palmadas.