— ¡Haz algo psíquico! —le pedí al pokémon riendo. De pronto Tyranitar empezó a levitar. — ¡T-tyranit-aaar! —se sorprendío el tipo siniestro. Empecé a reír y decidí tenerlo en mi equipo.
— ¿Quieres ser mi pokémon? —le pregunté a Sigilyph. Este simplemente me hizo levitar tambien, al lado de Tyranitar que estaba asustado. — ¿Le temes a las alturas? —le pregunté al gran pokémon. Este asintio y Sigilyph lo bajó rapidamente.
El viento que arrastraba las arenas del Gran Desierto circulaba con una intensa orquesta donde se mezclaban los sonidos del viento, de la arena deshaciéndose sobre sí misma, el rugido de los pokémon y, muy de vez en cuanto, explosiones. Pareciera ser que se había armado una trifulca en algún punto de este ecosistema. Pero la maracas de Maractus sonaban mucho más fuerte. Se adentró en el Gran Desierto mucho antes que nosotros, bailando como una criatura desquiciada. Tuvimos que apurar el paso para alcanzarlo y que no se perdiera de vista en medio de la tormenta de arena. Dada la lentitud de Spritzee y que tanta arena junta le dejaba tan confundida como maravillada, me ocupé de llevarla en mis manos. A Serperior y Plusle les alcanzaba con su velocidad para ponerse a la par del cactus bailarín. Dio un par de vueltas sobre sí mismo, hasta que tuvo que detener el baile para recuperarse del mareo. Mi miró con una sonrisa de felicidad… Y me abrazó las piernas. —Me pone feliz que te haga tan bien volver a visitar tu hogar —le dije apretando los dientes, ya que sentía algunas espinas enterrándose detrás de mis rodillas—. Disfruta todo lo que quieras. Si ves a un Claydol —hice una breve descripción para destacar a mi antiguo pokémon del resto de los Claydol— sacude tus maracas con fuerza —entonces hablé en dirección a Serperior y Plusle—. Ustedes dos busquen por el lado Este, Spritzee y yo peinaremos el sector opuesto. No se metan en problemas con ningún pokémon. Así iniciamos la búsqueda… Aunque tenía que ocuparme más de que Spritzee no se acercara para admirar de cerca a los pokémon salvaje: vaya uno a saber si nos encontraríamos con ese Yamask o el Krokorok que tanto nos molestaron en nuestra anterior visita… O peor, que hubiera muchos iguales a ellos.
Nos encontramos con varios pokémon que, por suerte, no se mostraron hostiles con nosotros. Sin embargo no registré la sombra del gran pokémon levitante.
Ni rastros de Claydol. No obstante, un Baltoy inexpresivo pasó frente a nosotros. Aquello era buena señal, podía significar que había Claydol cerca.
El rumor de las maracas se transformó en una música potente. —¡Parece que lo encontraron! —le dije a Spritzee, alzándola con las manos frente a mi rostro— ¡Vamos! Sé que te caerá bien. Claydol formó parte de nuestro viaje anteriormente. Perseguimos la huella de la música a paso acelerado. De la tormenta de arena surgieron Serperior, avanzando a toda velocidad con una implacable expresión de serenidad. Plusle se aferraba a la zona de la espalda de mi inicial, entrecerrando un poco los ojos a causa de la arena que se le metía en los ojos. Nos encontramos con Maractus bailando sobre el voluminoso cuerpo de uno de los más importantes pokémon que tuve, ya que fue el primer Resistente en formar parte de mi equipo y me ayudó a obtener mi primera victoria en una batalla callejera. Claydol parecía mirarme con uno de sus muchos ojos. Parecía, no sabía en realidad qué estaba pensando… Simplemente levitaba, sin más, devenido en escenario de música. Me acerqué a él. —Tanto tiempo, Claydol —le sonreí, acariciando su cabeza—. No te imaginas todo lo que tengo para contarte, y los nuevos amigos para presentar… Pero antes vayamos a lo más importante. >>¿Te gustaría regresar a nuestro equipo? Te necesitamos… Me tomé la levitación de Claydol como un “sí”. Maractus se vio en la obligación de saltar de su cuerpo cuando hice que la pokébola absorbiera al tipo Tierra. —Debo informarles que la cosa no termina aquí —dije entonces, sacando cuatro pokébolas de mi cinturón—. Ahora nos vamos a la Ruta 307. Así, regresé a todos a excepción de Plusle. Pidgeotto salió de su pokébola y nos llevó volando hacia el destino antes mencionado.
@HoneyWorks Al entrar el calor era intenso pero aun así seguia --Vale kiaru ya llegamos--dije sonriendo mientras veia a la chica
Contenido oculto @LucarioErmitaño ya se te advirtió mil veces amigo del spam, ya ni se como decirtelo… mensajes cortitos sin decir nada como éste son spam y no son tolerados y serán borrados sin previo aviso ya… se te ha advertido demasiado (y GL te creó los parques especialmente para ti por una razón, viejo…)
Sonreia mientras exploraba el lugar con ella, hasta que se me ocurrió algo por lo que sonrei, le dije a la chica que tenia que ir a hacer algo, esta asintio, yo de inmediatamente me fui directo a un bosque con la ayuda de pidgeotto, ya de ahi rápidamente desaparecimos por los cielos.
Pidgeotto aterrizo en el lugar deseado, para despues agradecerle y sonreirle, lo regrese a su pokeball y me puse a explorar con la chica ya que no tenia nada que hacer
Era creo, si recuerdo, la primera vez que voy en un Pokémon volador. —Entonces, aún no encuentro ni un rastro de un Pokémon.—suspiré mientras seguía buscando sin encontrar nda.—¿Estás seguro que aquí es?—pregunté con una fría sonrisa.
--Quieres un pokemon volador o un Riolu?--pregunte sonrieendo levemente mientras veia a la chica para despues ver el cielo--
una vez llegado al desierto decidí comenzar a caminar, tenia que apurarme para que la noche no me alcanzara, montado en mi bici, iba observando a mi alrededor buscando algún pokémon que complementara bien a mi equipo.
durante el camino vi a un clayol junto con un trapich, los cuales parecian discutir entre ellos, aprovechando su distraccion, me decidi por capturarlos. —pokebola ve— exclame lanzando el esferico y capturando a ambos pokémons