Zero no Tsukaima Academia de magia de Tristan

Matthew

Después de todo lo que había pasado la chica de la capa se fue con el señorito asalta cunas se había llevado a la chica para hablar de un tema en privado, o tal vez se la había llevado para intentar tener vistas de algo, ¿qué mas daba?, si la chica no se daba cuenta o decía algo, que pasara lo que pasara, después de todo, ¿para eso estaba su familiar no?, si llegaba a pasar algo su familiar debía de defenderla un poco tan siquiera, aunque, teniendo en cuenta que el familiar del asalta cunas era un dragón...

— Bueno Nix. — dije al aire acomodando la capa que colgaba de mi hombro un poco antes de que se cayera, supuestamente la había traído para colocármela pero a fin de cuentas la mantuve colgada sobre uno de mis hombros sin darle mucha importancia — Me temo que tendré que dejarte con el asaltador de cunas y su imponente dragón. — "si es que vuelve claro está".

— Un placer conocerte a ti y a tu Hidra — le sonreí un poco antes de dar media vuelta una vez que localicé a Aqua volando cerca mio para después posarse sobre mi hombro que sostenía mi capa y alegarnos lentamente de allí

 

¡UF! ¡Se veía bellísima con ese rubor en las mejillas! ¡Tan Satoko! ¡Con toda su despampanante inocencia! Esto era muy divertido.

—Más que dato, consideralo una dulce advertencia —me acerqué todavía más, quedando a centímetros de su cuerpo. Me agaché un poco para acercar mis labios a sus oídos— Porque el Lobo de Fuego siempre tiene hambre... Y la Chica Conejo no debe bajar la guardia.

Como despedida, le mordí con suavidad el lóbulo de la oreja. Después me aparté con una sonrisa amable y, tras despedirme con un movimiento de mano, me retiré de atrás del árbol para volver al lado de mi hermano Bijesan.

 

Omega Vantage

Yo seguía hundido en mis pensamientos, con todo lo que ha ocurrido este primer día que ni siquiera ha terminado, me encuentro un poco mareado. Es como si la cabeza me diera vueltas. No puede ser, ¿otra vez esa sensación?, hacia mucho que no me ocurria.


—Espero que no me de otra vez probleas—Pienso tocándome la cabeza debido al pequeño dolor.

 

Elizabeth.

Omega colocó su mano en su cabeza haciendo que me preocupara un poco.

—¿Te duele la cabeza, verdad? —pregunte mirándolo deseando que no sea nada grabe.

 

———————

Omega Vantage

—¿Te duele la cabeza, verdad? —Me preguntó ella un poco preocupada.
—No es nada, me ocurre algunas veces, pero ya se me pasa—Respondí con una sonrisa aunque aún me dolia un poco.

El dolor iba disminuyendo poco a poco.

—¿Qué ibamos a hacer?—Pregunto un poco desorientado.

 

Elizabeth.

Le mire dudosa, no estaba del todo segura, pero decidí confiar, si desia que estaba bien debia ser cierto.

—Hay que eserar a que todos terminen para poder irnos —respondí algo emocionada de ver al resto de criaturas.

 

Omega Vantage

Ella no parecia muy convencida, así que decidí usar un truco ya que estaba un poco mejor. Me acerco a ella, alargo la mano y le acaricio la oreja. Después le enseño la mano mostrando una moneda de la buena suerte, eran muy conocidas en el reino.

—Para ti—Dije mostrando una amplia sonrisa.

Con la otra mano le acaricio el pelo, nose muy bien porque lo hice, me sentí atraido.

—Es muy bonito y suave—Comento mientras mi mano sigue acariciando.

Cuando me di cuenta de la situación y de que los demás nos veian dejé de hacerlo.

—Espero que no se enfade—Pienso mientras espero su reacción.

 

Elizabeth.

Mire la moneda con un brillo en los ojos, eso había sido genial, no recordaba haber visto ese truco nunca. Di unos aplausos infantil y él me entrego la moneda.

—La guardaré por aiempre —sonreí con un pequeño sonrojo, cuando el comenzó a acariciar mi cabello sentí como mis mejillas ardian y el color en ellas aumentaba. Dejo de hacerlo y yo volteé la vista esperando que el color muriera.

 

Omega Vantage

Ella estaba feliz por el truco de magia, y algo sonrojada por mi acción anterior. Su sonrisa me alegraba además ya no me dolia la cabeza.

—¿Cuantos alumnos faltarán?—Le pregunté para cambiar de tema.

Habia notado un calor en mi cuerpo y en cierto modo estaba sonrojado.

—Espero que no se diera cuenta—Pensé mirando a otro lado.

 

Elizabeth.

Me encogí de hombros al no conocer la respuesta.

—Ni idea, pero espero que pocos —comenté a la par que mi familiar se recostaba junto a mi, me agache y acaricie su cabeza con cariño.

 

Omega Vantage

Ella se encogió de hombros al no saber la respuesta y recostarse con su familiar.

En ese instante Rocinante se acerco a ella y también se tumbó. Yo no pudé evitar sonreir.

 

Bergren
El sabor de la Chica Conejo continuaba dando calor a mis labios mientras me acercaba a Bijesan. Observé que los estudiantes continuaban a sus anchas, pues no había ocurrido ninguna invocación nueva, ni siquiera en el tiempo en que me dediqué a pasarla bien detrás de ese árbol. Fue por eso que, al aproximarme a mi hermano, le pedí con una seña que acercara su feroz cabeza a mí.

Bijesan, que entendía con admirable perfección mis intenciones, descruzó sus extremidades para echarse de barriga sobre la tierra. Trepé de un salto a su cráneo, que era lo suficientemente grande como para poder permanecer cómodamente de pie.

—¡Levanta, hermanito!

Así lo hizo mi Familiar. Teniendo cuidado de que no me precipitara hacia el vacío, incorporó su enorme cuerpo hasta quedar de pie ante los estudiantes. Todos se quedaron mirando a la colosal criatura que echaba vapor por el hocico mientras el chico parado sobre su cabeza (yo) los interpelaba con la capa ondeando al viento.

Dirigí un dedo acusador al grupo de mis compañeros de estudios, empequeñecidos por la distancia.

—¡Me aburro! ¿Por qué no traen más criaturitas espléndidas? —exclamé, sonriente como siempre— ¿Quién debe invocar a su Familiar ahora? —fue entonces cuando centré la atención en otra chica muy linda, que hasta entonces había pasado desapercibida a mi vista (¡cosa rara que sucediera!). Mi dedo la señaló; un fuego refulgía mis pupilas— ¿Acaso tú, doncella de mirada esmeralda ?

 

Daiki Uchida

Tan pronto tomé un libro de Historia antigua me dirigí al patio anterior de nuevo, llamé a Fafnir con un ligero silbido (que sin duda, él escucharía) y monté sobre él. Cuando miré de nuevo al grupo de mages (aún desconocidos para mí), me sorprendí que solo pocos hubieran convocado a su familiar. Los únicos que lograron llamar mi atención fue una Hidra y un Dragón. Suspiré. Miré al rededor y me di cuenta que todos estaban en otras cosas.
—¿Te parece descansar Fafnir? —le dije. Este asintió y se echó en el pasto. Me recosté en él y comencé a abrir el libro— Debemos esperar hasta que esto termine —De pronto escuché a un chico, mi lectura fue interrumpida así que lo miré: la clase de chico que le gusta llamar la atención, ¿eh? Sin duda yo no caería en ese juego por lo que volví a concentrarme en mi lectura.

 

Después de calmarme y de tratar ser un poco más amable para ganar la confianza da Keita, empecé a contarle y explicarle cosas sobre nuestro mundo: sobre los Nobles, la academia, Tristain, y cómo no, sobre el deber de los familiares. Cuando terminé la explicación parecía aún más confundido que al principio, pero luego de minutos y minutos insistiendo, aceptó la realidad refunfuñando.

—Y bueno, ¿tú de dónde vienes? ¿De verdad vienes de ese lugar que mencionó Rachel? Hmm...¿Japón?

—Sí, ¿no lo conoces? —Negué con la cabeza, estaba segura de que no había ningún lugar en nuestro mundo llamado Japón, y eso significaría que él viene de otro.

—Tal vez debería intentar escabullirme para ir a la biblioteca y buscar información, pero está prohibido alejarse hasta que terminen las invocaciones...—Según lo que recordaba, las invocaciones se habían quedado estancadas debido a alguien que no se había presentado— Pero también ha habido otros estudiantes que se habían ido antes de terminar...—Miré a un chico tumbado en el pasto junto a su familiar, leyendo un libro que probablemente era de la biblioteca— Supongo que él es uno de ellos...

 

Elizabeth.

Sonreí cuando Rocinante se tumbo cerca de mi, acaricie con delicadeza los crines del pegado esperando que mi amigo no estuviera celoso.

 

Contenido oculto

Disculpen la horrible demora, me quedé sin internet en el pc D':

Yukie Inuoe

Creía haber oído mi nombre. La voz del profesor Colbert por segunda vez, con cierto tono de impaciencia. ¿Era mi turno? ¡¿Tan pronto?! El corazón me dio un vuelco en el pecho, y un nudo casi me cerró la garganta. La hora había llegado, por fin. Y tendría que invocar al espíritu guardián que me cuidaría y acompañaría durante todo el curso... ¿qué sería esta vez? Desde luego nada como lo de mis compañeros, aquellos familiares eran auténticas maravillas. Una Hidra, Un impresionante dragón rojo... un... ¿h-humano? ¿Plebeyo? ¿E-era eso posible?

Fue entonces cuando escuché su voz. ''¿Acaso tú, doncella de mirada esmeralda?'', curiosa, extrañada, alcé la vista, para encontrarme con un joven montado sobre la cabeza de un dragón.

—¿Huh?—pregunté, con un ligero sonrojo en las mejillas. Fue entonces cuando a mi mente acudieron las palabras del profesor Colbert, y supe que no podía retrasarme más. Bajé el rostro, y pasando junto al chico del dragón con un levísimo ''L-lo s-siento, tengo... tengo prisa'', que sí apenas se oyó, avancé temerosa entre el corro de estudiantes. El corazón me golpeaba en el pecho al ritmo de una marcha macabra. Las manos me temblaban, pero me esforcé por tratar de mantener la calma. No podía pasar nada malo, ¿verdad?

Miré al profesor Colbert un breve momento, y extraje mi varita del bolsillo interno del uniforme. La guardaba ahí porque normalmente solía perderla, y tenía la impresión de que en aquel compartimento se encontraría más segura.

''Puedes hacerlo... puedes hacerlo, sólo confía en ti...''

Les dirigí a mis compañeros una mirada insegura, ladeada, y tragué abruptamente saliva mientras alzaba la varita frente a mí, y con una voz ligeramente temblorosa, pero determinada, comenzaba a murmurar las palabras del hechizo de Invocación:

''Sólo confía en ti...''

''“Nacido para morir, como cualquier otro ser vivo, pero bendecido con el eterno sueño de la libertad desde su juventud...—cerré los ojos con fuerza, deseando con todo mi corazón no ser el hazmerreír de todos esta vez. La varita temblaba en mi mano— . ''Encomendándote hacia el horizonte sin realmente conocer tu destino; a pesar de tus errores siempre llegaras a tiempo allí donde se te necesite. Todos lo ignoran, pero un inamovible brote de oscuridad permanece en tu interior, intangible maldad que encerraste en lo más hondo confiando de que jamas brotaría. Libertad. Pureza. Majestuosidad. Te lo suplico, innata fuente de estas tres virtudes, materialízate ante mi y calla las voces que antaño no supieron ver tu valía”

...

Un haz de luz brillante se materializó frente a mis temerosos ojos, que aún no me atrevía a abrir. La luz se hizo más y más brillante hasta casi cegarme, mi corazón latía desbocado en mi pecho. Un grito se escuchó, el batir de unas alas, que levantaron un viento cálido y suave, y la figura se posó con gracilidad sobre el suelo. Oí murmullos a mis espaldas, voces, algunos que hablaban de aquello que había invocado... pero no eran risas. ¿No... eran risas?

—¡Es un Fénix!

Gritó alguien.

—¿Eh?—abrí los ojos de golpe, y los orbes azabache de la criatura me devolvieron una mirada profunda, llena de sabiduría. No era demasiado grande, pero su cuerpo estaba conformado por llamas que brillaban tanto o más que el sol, sus garras fuertes y afiladas, al igual que su pico curvo y ganchudo, como de acero. Renacido de sus propias cenizas... Yo... ¿Yo había invocado eso?—¡Ah!—exclamé entonces, cuando una ola de calor y emoción me sacudió por dentro. ¡No lo podía creer! Restregué mis ojos con los puños y parpadeé un par de veces, pero la criatura no se movió de allí.

—¡Es un Fénix!—grité—. ¡He invocado un Fénix!

... Y estallé en un risa alegre y cantarina. ¡No me importó que fuese un fénix de fuego siendo yo una Mage de agua! ¡No me importaba nada! Hacía muchísimo tiempo que no me sentía tan emocionada y feliz. Tanto tiempo que casi había perdido la noción del mismo.

—Hey, debes ponerle un nombre.

Oí una voz.

—Sella el pacto.

Dijo otra.

El pacto... ¡El pacto!
Cierto, recordé entonces. Me acerqué a la criatura, e, inclinándome ligeramente, le di un beso suave en la cabeza. Su ala derecha fue envuelta entonces en un halo azulado, que poco a poco fue apagándose hasta dejar grabada sobre sus plumas de fuego el sello familiar con letras rúnicas. Alzó la cabeza y me miró, y sus profundos ojos negros, llenos de sabiduría, parecieron poder ver mi alma.

—Bennu—le susurré con un tono suave, para no asustarlo, sonriendo y acariciando las plumas de su cuello—. Bennu será tu nombre a partir de ahora, ¿te parece?

Como una muda respuesta, mi Familiar alzó majestuoso las alas.

 

Omega Vantage

Me quedé observando durante un buen rato la imagen, los dos familiares y ella. Era una imagen muy bonita.

—Cuanta belleza en una imagen—Digo mientras sigo mirando con una sonrisa.

 

Suspire, sí la chica no veía esas cosas tan fáciles era su decisión; después que no se arrepintiera. Mi Hidra me empujo un poco pues al parecer ya no quería estar allí, nos disponemos a volver a la sombra y nos acostamos allí. Pronto mis ojos se fueron cerrando.

 

El profesor Colbert sonrio de lado al ver que el estudiante al fin habia aparecido y habia invocado a un Fenix, luego de que este se fuera del centro. El reviso su lista.

—Sola falta uno...—Murmuro— ¡Christopher Usui!—Lo llamo para que este estudiante se parara rapido en el centro para al fin culminar con las invocaciones y que los estudiantes se fueran a descansar...o a clases, lo que decidiera el director Osmand.