—No sé... no quiero dejarte solo vaya a ser que te pierdas o, peor aún, que huyas—dije con tono de broma—Pero aún así me apetecería mucho...—dejé la frase un poco en el aire.
— ¿Huir de ti? — dije al aire riendo un poco — Tendría que estar demente para hacerlo y cuando quieras ir me avisas
Reí un poco y finalmente me levanté de su piernas. —Voy a hacerle una nota a Liza y vamos—dije alegremente antes de sacar la libreta de mi mochila. Pasé la página del dibujo de la noche anterior y rompí un trozo del folio final para ponerme en el escritorio a redactar el mensaje.
— Tu me guiaras en el camino porque no eche reí muy bien donde está la torre ¿esta bien?— le propuse levantándome de la cama y estirando un poco
—Está en Ciudad Témpera. No tiene pérdida—dije terminando de escribir el mensaje y lo doblé para guardarlo en un bolsillo de mi short. Guardé el cuaderno en la mochila y me llevé esta al hombro para después girarme sobre mis talones hacia el chico. —¿Vamos?—pregunté sonriente.
—Así que en Tempera — murmure tomando mi mochila y abriendo la puerta para que ella pasara — Vamos...
—¿Podemos ir volando?—pregunté pasando por la puerta para después bajar las escaleras dando saltitos. Dejé la nota a la enfermera Joy para que se la entregará a Liza cuando la viera y después miré a Dante que aún estaba bajando las escaleras. Contenido oculto: Nota sensual (? Liza-neechan~: ¡Lo siento mucho! ¡Espero que no te enfades conmigo pero me he tenido que ir! Estaré con Dante en Témpera, en la Torre Desafío. Intentaremos volver cuanto antes. Siento mucho volver a irme así. Cuídate amor~
Una vez fuera del centro pokemon llamé a Staraptor que se encontraba paseando por allí, pero siempre cerca de donde yo me encontraba, era una de las mañas de mi pokemon que me agradaban, asi siempre que pasaba algo sabría que podría estar cerca — Ahora creo que tú me has leído la mente — reí un poco y acaricié a mi Starptor — Las damas primero Emi
Me subí al pokémon de un salto después de comprobar que tenía a todos los míos (excepto Tranquill, que como se sabía nos iba a acompañar por los cielos). —¡Torre Desafío, allá va Emi!—grité con entusiasmo levantando la mano derecha con el dedo índice extendido mientras Dante se subía.
Una vez que ella subió subí tras ella dándole un par de palmadas a mi pokemon que rápidamente emprendió vuelo a la ciudad deseada: Témpera — Por lo visto ya estas muy acostumbrada a volar — dije mirando a mis alrededores, observando todo desde los cielos
Contenido oculto Esto de las nuevas tecnologias en pokémon mola mucho (?) Tras el desayuno conjunto con los pokémon de Mimi y los mios propios, recogimos todos los desperdicios y lo colocamos todo hasta quedar como antes, dejando la bandeja de la chica en la mesa tal y como la traje al principio. Deposité su libretita junto a ésta y les avisé a los pokémon de mi compañera de habitación que si necesitaban cualquier cosa estaría en el techo del centro, y tras recibir un asentimiento por parte de ellos y mi Raichu, quien decidió quedarse de igual manera, me subí a las escaleras traseras del balcón hasta subir al techo. Una vez llegué, me senté y estiré los brazos para relajarme un poco y contemplar las vistas desde allí arriba. Debía de hacerlo más a menudo. Justo cuando solté un leve bostezo noté como mi videomisor comenzaba a sonar, y tras encenderlo, visualicé desde la pantallita el rostro de alguien bastante conocido para mí. —¡Buenos días!—saludé nada más iniciar la llamada y solté una pequeña risa al ver como se colocaba el aparato en la oreja. —Podemos vernos por la pantallita, Emily. Contenido oculto @Miss Phantomhive
Contenido oculto Por supuesto xD —No te preocupes, eso es normal. —respondí echándome hacia atrás hasta quedar tumbada y con los brazos en alto, sosteniendo el aparato y haciéndome ver desde arriba. —Pues supongo que...¿bien? No sabría decirte, hoy fue una mañana algo movidita. —le dije rascándome la mejilla con una sonrisa nerviosa. —¿Tú qué tal, sigues en Barniz con Dante?
—¿La nota? —repetí sin saber muy bien a qué se refería. Al no haber salido del cuarto en toda la mañana desde el suceso de Mimi no pude recibir ningún tipo de contacto con el resto. Dejé eso de lado al ver al lado de la chica la figura de Dante con un Espeon que supuse era el de Emily en su regazo, y le devolví el saludo sonriendo de igual forma. Hacía bastante que no lo veía pero en fin, supongo que estaría poniéndose al día con Emi. —¿En Témpera dices? Bueno...—me mantuve dubitativa por unos instantes, a la vez que me levantaba y me asomaba desde el techo para ver si todo en la habitación iba bien. —...supongo que sí, sí lo estoy. —sonreí finalmente. —¿Voy para allá?
—Vale, en un rato estoy por allí. —me despedí y acto seguido apagué el videomisor. Me quedé varios minutos contemplando la ciudad, hasta que un aire frío hizo que me recorriera un leve escalofrío. El tiempo comenzaba a cambiar y debía empezar a cuidarme más con la ropa que usaba, por lo que decidí volver a la habitación por donde vine. Bajé los peldaños hasta que entré por la ventana, asustando algo a Raichu y al resto y comencé a recoger mis pertenencias ante la atenta mirada de los pokémon. Les miré mientras me colgaba la mochila con todo ya dentro y le hice un gesto a Raichu de que nos íbamos. —Vamos a dar una vuelta por otra ciudad, Ray. Quizás luego volvemos para tratar de disculparnos con Mimi. —le avisé mientras le decía a los pokémon de la joven rubia que se encontraba en la planta baja del centro por si la buscaban, y tras tomar la pokeball indicada, ambos, pokémon y entrenadora, corrimos hasta el balcón y saltamos al vacío ante la mirada asustada de los demás. Segundos después una elegante Togekiss hizo acto de presencia emprendiendo el vuelo rápidamente y ambos subimos a su lomo, para despegar finalmente hacia Ciudad Témpera.
Los pokémon a nuestro alrededor se congelaron en su lugar (bueno, la mayoría de ellos, Dragonite y Blastoise seguían comiendo sin importarles nada más y Serperior se mantenía sereno como siempre) al presenciar la llegada al lugar de alguien quien, sin duda alguna, había comenzado el día con el pie izquierdo. Tenía leves ojeras bajo los ojos, rechinaba los dientes de rabia, y su cabello… su cabello… —Pff… —me llevé una mano a la boca para taparme, pero no pude controlarme y estallé en carcajadas instantáneamente al verla bien—. ¡Jajajaja! —no pude evitarlo; me limpié una ficticia lágrima de risa del párpado y me agarré la panza con mi mano libre, pues de tanta risa puede que me terminara dando algo. Marowak se unió a la risa, creo que ni entendió el origen de ella pero le daba gracia la risa de su entrenadora. Spritzee, inspirado por su nuevo amigo, también rió en armonía con el tipo tierra. Gradualmente, las risas fueron llegando a su final y me crucé de brazos, mirando a la joven con una sonrisa de lado y viendo como ella aguardaba allí, irritada, esperando algún tipo de respuesta. —¿Mal día, Mimi? —pregunté inocentemente, terminando de una mordida la tostada que quedaba en mi plato. Contenido oculto ¡Perdón por dejarlos estancados aquí! Estuve sin internet hasta hoy T.T @Bruno EVF @Noir
Mimi Honda Se... ¿se estaba riendo? ¿Encima tenía la desfachatez de reírse? ¡Baka, baka, baka! ¡Que ganas tenía de lanzarme sobre ella en ese preciso momento y dejarla sin un sólo cabello en el cabeza! Seguro que dejaba de reír. Ella y sus pokémon... ¿y ese que revoloteaba por ahí no era el Spritzee de Hubert? —¿M-m-mal día?—repetí, temblando de rabia. Apreté los puños aún más, y forcé una sonrisa. La verdad es que no pretendía darle la satisfacción de ver lo mucho que me molestaba su actitud de suficiencia. Fue una sonrisa que se vio demasiado artificial y mecánica, de todos modos. Y me reí con un tono bajo, agudo e incrédulo. Oh, si ella supiera... ¡Todo me había ido horrible desde que puse un pie en esta maldita ciudad! ¡Condenado Karma! Una risa que también se vio forzada. Debía parecerle muy divertida la situación; a ella y a sus pokémon. Mi pobre y maravillosa melena rubia convertida en el pelaje erizado de un Purrloin con rabia. ¿Qué iba a pensar la gente de mí? No sabía si llorar, reír, o explotar de ira. ... Hum. Explotar de ira era una buena opción. Golpeé de nuevo las palmas de mis manos contra la mesa. —¡Cierra el pico de una vez y responde a mi pregunta!—le espeté—. ¡Si estoy así es por tu culpa!—dejé escapar un bufido, y, tomando asiento en la silla que se encontraba entre ambos, me acomodé el cabello como pude. Tal vez si lo aplanase un poco con los dedos... fue en vano, obviamente, pero no se podía negar que lo hubiese intentado. Le eché un rápido vistazo a la mesa, y a la pila de platos sucios que se amontonaban en un rincón... ¿De dónde había sacado el dinero para pedir tanta comida? ¿Acaso Effy era rica también? Con esas pintas... por favor. Ni hablar. Y aún peor... ¿Cómo mantenía la figura comiendo como comía? me mordí la lengua para no decir nada, y me sacudí el cabello con la mano—. Bitch please, sé que mi cabello es fabuloso—le devolví una sonrisa sardónica... '' o al menos solía serlo''—, y que es natural sentir envidia de él, ¡pero esa no es razón suficiente para entrar en mi habitación mientras duermo y quemarlo!—me dolían las palmas de las manos de tanto clavar mis uñas en ellas—. ¿¡En qué rayos estabas pensando?! ¿Creías que por regalarme un cupón para el hotel más exclusivo de Kalos iba a perdonarte esta afrenta?! ¡Yo no tengo la culpa si tu cabello luce como un estropajo usado!—hice un breve pausa, y me crucé de brazos—. Y, por otro lado, ¿cómo lo hiciste? Según tengo entendido los cupones de descuento de este hotel en particular sólo son entregados a personas de gran influencia, como empresarios y líderes de gimnasio. Y, que yo sepa, tú no eres ni una cosa ni la otra. Por la mirada que me dirigió, parecía no tener la más mínima idea de lo que le estaba hablando.
La risa de Effy, acompañada por la de nuestros pokémon, se deshicieron suavemente en el aire. Supe en ese momento que se avecinaba una hecatombe. Como yo no tenía nada que aportar dado que la confrontación no tenía que ver conmigo, permanecí impasible en mi asiento, a la espera de que Mimi viniera con una de sus reacciones explosivas, seguramente acompañadas por palabras que embestirían con la fuerza de una estampida. Sentí una ligera sorpresa cuando me encontré con que nada de eso pasó. Mimi Honda simplemente se limitó a repetir en un tartamudeo las palabras "Mal día", con las que Effy le hizo una pregunta entre inocente y burlona. Miré con mucha expectativa la forma en que sus labios se torcían en una sonrisa forzada, sin brillo. Bajó la mirada, dejando sus ojos ocultos en una ligera sombra... Y también empezó a reír... Por lo bajo. Sólo por hacer algo, acerqué la mano a las tostadas que se apilaban en una bandeja depositaba sobre la mesa. Si untaba mermelada con exagerada lentitud, podría aislarme de tan incómodo momento y dejar que las chicas resolvieran sus diferencias... ¡BLAM! Mimi había golpeado la superficie de la mesa con sus palmas. La furia le había dado fuerzas, pues las tostadas pegaron un salto que las llevó al suelo (me quedé con el brazo en el aire, como tratando de alcanzar el vacío). La taza de la que Effy bebía su té quedó tumbada de costado, pero por suerte ya se encontraba vacía... Volví a adoptar la posición anterior en mi silla. La joven Honda ocupó el asiento que había entre Effy y yo... Comenzó a decirle una serie de cosas a mi amiga que, si ella no las entendía, yo mucho menos. En ciertos tramos de su reproche, mi corazón galopó de molestia cuando le dijo "Bitch please" a Effy y que "sus cabellos lucían como estropajo usado" (¡cómo se atrevía a decir algo de unos cabellos tan bonitos!) Me llamó la atención el hecho de que mencionara un hotel de mi región. Sin embargo, no respondí. Me quedé con mis ojos clavados en los de Mimi, interrogando con la mirada.
Devolví la sonrisa falsa que presentaba la muchacha… pero a la vez, en mi cabeza, se revolvían las ideas que Mimi había arrojado al aire con sus palabras tan llenas de agresividad. Cuando lo procesé todo, finalmente respondí. —Aunque el trabajo que han hecho con tu cabello es admirable, debo admitir que no he sido la causante de ello —revelé con una sonrisa, mientras acomodaba la tumbada taza de té de regreso a su pequeño plato—. Pasé la noche lidiando una batalla en la Torre Desafío de Ciudad Témpera, luego descansé en el centro pokémon y llegué aquí recién por la madrugada, y vine directo aquí a desayunar. Y si no tomas mi palabra por ello, puedes consultar la evidencia; mira la batalla que tuve en la Torre, que fue televisada, verás que no miento respecto al horario. También puedes confirmar con la enfermera Joy de Témpera que pasé la noche ahí y partí recién cuando estaba amaneciendo. Tras presentarle mi caso, me encogí de hombros y procedí a regresar mi mirada a Hubert, con el fin de retomar nuestra conversación, mientras los pokémon se disputaban las tostadas que habían quedado esparcidas por el suelo; Tepig devoraba una con alegría, mientras una segunda, que ya había sido untada con mermelada, era disfrutada por Jolteon y el Shinx de Hubert. La tercera y última había caído en las hambrientas garras de Arcanine. —¿De qué estábamos hablando? Ah, sí, mi batalla… fue emocionante al principio, pero luego fue una gran decepción cuando mi rival se rindió antes del final —admití, recordando mi enfrentamiento contra Mark.
Mimi Honda —¿La Torre Desafío?—pregunté con genuina curiosidad, como si toda mi ira anterior hubiese desaparecido de repente. Intercambié una breve mirada con Hubert, que me miraba como si tratase de entender la situación, y me crucé de brazos, cerrando los ojos en el proceso—. Nunca he oído que un lugar como ese exista. De hecho, si existiese, ya me habría coronado como ganadora indiscutible de la región—declaré, con una media sonrisa, y más que inflado orgullo—. Y tampoco tengo interés alguno en ver una batalla televisada. ¿Qué emoción hay en eso...? —un momento... eso que había dicho antes... me levanté de nuevo sobre la silla, molesta, la vena de la ira palpitándome en la frente, pero no golpeé la mesa esta vez—. ¿Y cómo que hicieron un buen trabajo con mi cabello? ¡Esto es horrible! ¡Mi hermosa melena rubia hecha un auténtico desastre! ¡Ni siquiera Paulo Di Viaglio, el mejor peluquero de toda Sinnoh podría arreglar semejante monstruosidad!—le espeté, en un principio de casi rabieta infantil, pateando la mesa por debajo. Me sorprendía la calma con la que Effy se lo tomaba absolutamente todo. Era increíble, digno de admiración, sin duda. Y eso me daba mucha rabia. De pronto, me detuve, y me llevé pensativa un dedo a los labios—. Pero... si no has sido tú... ¿quién ha sido? Effy tuvo la gracia de seguir hablando, ignorándome totalmente, y yo, con la misma expresión de aparente serenidad, le pisé un pie por debajo de la mesa.
—Dudo mucho que te coronen ganadora indiscutible cuando, guiándome por nuestra pelea… no pudiste darle ni un rasguño a mi pequeño Crobat, y es uno de mis pokémon con menos entrenamiento encima —mencioné con respecto a lo primero que dijo, luego seguí con el resto—. No se quien ha sido, como dije llegué recién, pero si descubres quien es avísame… me gustaría enviarle flores. De repente, noté como a mi lado Hubert cerraba el puño con fuerza, como aguantándose las ganas de dejar salir un pequeño alarido de dolor… miré por debajo y noté que Mimi había pisoteado el pie derecho del entrenador, probablemente confundiéndolo con el mío. No dije nada al respecto, pero me causó un poco de gracia. También, aparté mis pies del alcance de la niña rica por precausión.