— Para mi no es así...se que tú no te irás así que, tendrás brillo eterno ante mis ojos, ¿esta bien? — claro, todo esto sería completamente erróneo si al final ella se apartara de mi lado pero hasta que eso sucediera pensaría asi
Cogí un borde del lazo y tire de el, desabrochándolo para así dejar caer mi pelo hacia atrás. —Así sera—respondí sin poder evitar sonreír enormemente—Dante, te quiero mucho, no lo olvides—dije mirando a unos niños que jugaban al escondite alrededor nuestra.
Me sorprendió lo último que había dicho y no pude evitar sonreír mas de la cuenta — Lo mismo digo pequeña...— los niños del parque estaban jugando, si no me equivocaba a las escondidas, de cierta forma teníamos un buen lugar para verlos jugar tan entretenida mente
—Tsss—llamé a una chica de no más de 5 años mientras le indicaba que se acercara con mi dedo índice. Así lo hizo y me miro curiosa. — Dentro de aquel columpio no te encontrarán — dije señalando el lugar y la chica lo miro sonriente. — ¡Gracias señorita!— me agradeció y yo le acaricié la mejilla con un "De nada" antes de que desapareciera de nuestras vista en un instante. — ¡No soy pequeña! ¡He crecido! — me queje infantilmente y cuando Dante abrió la boca para decir algo un grupo de chicos apareció en frente nuestra. — ¡Perdone parejita! — empezó a hablar el que parecía mayor — ¿No habréis visto una niña pasar por aquí buscando escondite? — negué con la cabeza y el grupo miró a Dante esperanzado. Yo también gire mi cabeza para ver lo que el chico decidiría hacer.
Emily llamó a una de las niñas que se encontraban jugando en el parque, ella no tardó en acercarse y emocionarse cuando Emily le sugirió un escondite al cual fue velozmente para que nadie le encontrara y así poder ganar el juego, y justo cuando estuve apunto de discutirle el hecho de que para mi seguiría siendo así, un grupo de chicos apareció para preguntarnos sobre esa misma niña. ¿Pero había escuchado bien...? ¿habían dicho "parejita"? me quedé en blanco por unos segundos tratando de procesar aquello hasta que ntoé las miradas sobre mi, esperando una respuesta — Se ha ido por allá — dije apuntando al lado contrario a nosotros, mas dentro del parque, lejos de la pequeña niña
— ¡Muchas gracias señor! — dijeron y yo volví a mirar al frente, sonriendo orgullosa — Pasadlo bien — fue lo ultimo que dijo antes de hacer una seña a sus amigos y desaparecer por donde las había indicado Dante. — ¡Uuuf! ¡Que niños mas maleducados! — me queje dando un golpe en la tierra con mi puño derecho.
Así que Hubert era el dueño de aquel pokémon tan peculiar… no debió sorprenderme, el muchacho podía aclamar que su favorito era el tipo hierba pero sin duda que demostraba cierta afinidad hacia las hadas… —Creo que no eres tú quien debe una disculpa… —negué, ladeando mi cabeza horizontalmente, para luego bajar la mirada hasta Marowak—. Adelante, Marowak, ¿qué se dice? El tipo tierra se sintió intimidado al ver las miradas de todos los presentes clavadas en él, y se largó a llorar sin más, como solía hacerlo cuando era un pequeño bebé Cubone. Suspiré, algunas cosas nunca cambiaban, ni siquiera evolución de por medio. Sin embargo, Spritzee pareció apiadarse del pokémon tipo tierra, pues levitó hasta éste y en su idioma intentó calmarlo hasta que las lágrimas se transformaron en un simple sollozo y finalmente cesaron. Al cabo de un rato, Spritzee comenzó a hacer buenas migas con el resto de mis pokémon; observaba a todos con inmensa curiosidad, analizaba el hueso de Marowak como si fuese lo más interesante del universo, y entabló buenas migas en particular con Clefairy, que le convidaba comida de su plato, la cual Spritzee miraba maravillado. Mientras tanto, Hubert y yo decidimos tomar asiento en la mesa que estaba ocupando yo, donde ya habían llegado mis tostadas nuevas y la mermelada, además de que quedaba aún media taza de té por tomar. Le invité al otro entrenador a que tomara una tostada si tenía algo de hambre. —Hemos andado bien, recién salidos de la Torre Desafío anoche… felicidades por tu victoria, por cierto —comenté, mis labios curvándose en una pequeña sonrisa—. La vi desde el centro pokémon de Témpera, junto a Joy y Mitsuki. Fue una gran batalla.
— ¿Maleducados?, ¿por qué lo dices? — pregunté riendo un poco a pesar de que tal vez ya tuviera esa respuesta, pero quería asegurarme
— Por decirnos "parejita" — expliqué con indignación — Creo que no le han enseñado eso de "no hablar sin saber" — refunfuñé cruzándome de brazos — Pues como castigo perderán este juego, a aprender de la vida, hombre.
Le sonreí un poco tranquilamente — Tranquila... tampoco ha sido el fin del mundo porque digan eso — reí levemente — Solo han sido niños...
— ¿Sabes que dicen que los niños siempre dicen la verdad? — dije peinando un poco mi pelo con los dedos, sin atreverme a mirarlo.
¿Los niños siempre decían la verdad?... ¿era eso enserio? — A-Ah... n-no lo sabía la verdad — confesé cubriendo mi rostro un poco con una de mis manos, ahora si que la situación se había ido un poco de mis manos al no saber aquello— Ya entiendo porque dices eso...— añadí rápidamente antes de que se formara un pequeño silencio entre ambos
— Pues eso dicen — dije seria tras el largo momento de silencio y empece a reírme ante la incómoda situación — ¡Pero vamos! Dudo que unos niños como esos tuvieran idea de lo que decían — dije entra risas y después giré la cabeza para ver al chico. Sonreí cariñosamente ante la postura que había adoptado y después me tumbé de lado. — ¡Ahí no está, Jack! — escuché gritar a un niño mientras notaba unos pasos cada vez mas cerca. — Ya han pasado quince minutos. Ha ganado ella — les dije cuando se pararon enfrente nuestra otra vez — Más suerte la próxima vez — me encogí de hombros.
— Sí... Tal vez tengas razón, no creo que tengan idea de lo que dicen — rei levemente y luego aparecieron las voces de los niños que seguían sin encontrar a aquella niña. ¿Quince minutos habían pasado ya?, pareciera que sólo habían pasado un par de minutos — Creo que realmente la niña ha ganado — les sonreí un poco a los niños de allí antes de continuar — La próxima vez de seguro ganan
— ¡Señorita! — dijo el líder, enfadado — ¡No han pasado 15 minutos! ¡Apenas han pasado 5! Me senté con las piernas cruzadas sacando al lengua infantilmente. — ¿Ah sí? — dije con el dedo índice en la mejilla y con tono inocente — Yo pensé que había pasado más tiempo~-canturreé moviendo mi cuerpo de un lado a otro. — ¡Ella sabe dónde está! — gritó el más pequeño apuntándome con dedo acusador a lo que yo respondí con una pequeña sonrisa maléfica — ¡Atacad! — y de un instante a otro me encontraba rodeada por ellos. Los miré curiosa y poco después empezaron a hacerme cosquillas. — ¡Noooo! ¡Por favor! ¡Cosquillas no! — grité entre risas.
Los niños habían empezado a hacerle cosquillas a Emily y yo no pude estar reír al ver aquello, no era algo que pasaba todos los días así que había que aprovechar oportunidades y si se podía reír en ese momento por tal pequeño espectáculo lo haría Aunque cuando notara que a Emily le disgustarán ya sería momento de pararlos, pero hasta que eso sucediera tejía oportunidad de disfrutar el momento, menos mal que yo no tenía cosquillas
— ¡Él también ha mentido! ¡Hay que castigarle por igual! — gritó alguno y la mitad del grupo se acercó a Dante para intentar hacerle cosquillas pero cuando se dieron cuenta de que éste no tenía se rindieron. También se separaron de mi y me dejaron por fin respirar. — Hay que ver con los niños de... — pero mi frase fue interrumpida pues el grupo, que se había alejado un poco para cuchichear, volvió y cogieron mis manos para llevarlas a la espalda. Entonces sentí como me habían atado las muñecas con una... ¿cuerda? ¿Desde cuándo los niños se llevaban cuerda al parque? — Hemos pensado algo peor para ti — habló el líder con tono amenazante hacia Dante mientras los otros me obligaban a ponerme en pie — Secuestraremos a tu novia. — No somos novios — dije suspirando. — Ya, claro — me contradijo el otro — Tráenos a nuestra chica y muchas chocolatinas. Te esperamos en 5 minutos enfrente del Centro par hacer el intercambio — fue lo último que dijo antes de darse le vuelta y hacer un gesto para que me llevarán con él.
Mimi Honda Me detuve nada más salir del Centro, como si hubiera chocado contra una pared invisible. El corazón se me detuvo una décima de segundo, y un escalofrío me recorrió la espalda, una garra helada me apresó el corazón. No había prestado demasiada atención a mi alrededor, pero juraría haber visto alguien al fondo de la cafetería, junto a Hubert, disfrutando de un variado y delicioso desayuno... alguien con la que apenas había tratado una vez, pero había sido suficiente. Suficiente para odiarla con toda mi alma hasta el fin de mis días. ¿Qué demonios estaba haciendo ella aquí? ¿Es que no había más Centros Pokémon en Barniz donde pasar la noche? ¡Ugh! Y esa sonrisa de suficiencia que enmarcaba su rostro... algo hizo click en mi cabeza. Sin más. No sé por qué, pero todo encajó para mí en ese preciso momento. Effy allí, mi desgraciado accidente, el cupón de descuento... Todo tuvo sentido para mí. Giré sobre mis talones y corrí hasta allí como si mi vida dependiese de ello, ignorando a los pokémon de alrededor e interrumpiendo su animada charla con Hubert; estampando las palmas de mis manos en su mesa. Tenía tanta rabia dentro que apenas podía pensar con claridad. —¡Tú!—le espeté, sin darle tiempo a recuperarse de la impresión—. ¡Seguro que tú tienes la culpa de todo! No te bastó con humillarme una vez, ¿no es cierto?
—Hey, no, tranquilo, por favor —dije algo apenado al ver que Marowak estaba por llorar, alzando las manos como quien quiere detener un objeto que está por chocar contra su cuerpo. Demasiado tarde, las lágrimas ya habían comenzado a brotar. Pero no duraron demasiado, pues Spritzee se acercó hasta el tipo tierra para expresarle algo que sólo ellos entendieron, pero que Effy y yo interpretamos como un intento por calmar la pena que atravesaba al pokémon de Effy. Suspiré de alivio cuando su expresión cambió. Invitado por la entrenadora, me senté frente a ella en la mesa que estaba ocupando. Spritzee comenzó a entablar amistad con todos los demás pokémon presentes, a los que se habían sumado Serperior, Maractus, Scrafty, Shinx y Plusle, ocupando lugares como podían. Al seguir con la mirada al tipo hada para vigilar que no se pusiera a jugar con los cabellos de la gente, puede observar que Effy habían pedido una considerable cantidad de comida para todos (¡había que ver el apetito que tenían Blasoise y Dragonite!) ¿De dónde había sacado tanto dinero? ¿O será que nunca le escaseó la economía? "Hemos andado bien, recién salidos de la Torre Desafío anoche… felicidades por tu victoria, por cierto . La vi desde el centro pokémon de Témpera, junto a Joy y Mitsuki. Fue una gran batalla" Me volteé para mirarla. Sus labios se curvaban en una sonrisa y noté que me concentré un segundo de más en ellos, como admirándolos. Disimulé y respondí: —Gracias —sonreí yo esta vez—. ¡Ha sido emocionante! El nombre le queda bien a la nueva torre de Ciudad Témpera. Ya estoy ansioso por volver... Pero no he visto tu batalla, no tuve ese placer ¿Aplastaste demasiado a tu rival? Las risas entre las que formulé esta pregunta se vieron interrumpidas cuando sentí un golpe contra nuestra mesa y, acto seguido, una exclamación dirigida... ¿A mí? ¿O a Effy? Me enfoqué en la persona que nos hablaba, tras confundir su cabello (otra vez) con un Purrloin rabioso... Confirmé era Mimi y que le hablaba a Effy. Su mirada inspiraba bastante miedo. Todos nuestros pokémon se quedaron viéndola.
Se acercaron a mi a intentar hacerme lo mismo: completamente nulo, la sonrisa no se borró de mi rostro al ver como seguían intentando hacer lo mismo conmigo hasta que se rindieron con ella y conmigo hasta que... los niños, podría decirse que sacaron un lado macabro a mis ojos. Tomaron una cuerda que, debería investigar mas tarde donde la sacaron y ataron las muñecas de Emily, ¿esto iba enserio?, la inocencia de los niños me imagino que se iba reduciendo cada generación porque... estoy seguro que yo a su edad no iba secuestrando gente con una mini pandilla de niños de mi misma edad. Una vez que todos ellos se pusieron de pie (con Emily incluida) me levanté lentamente y estiré un poco, pase una de mis manos por mis pokebolas y uno a uno mis pokemon iban saliendo y yo sonreí — Claro, claro... chocolatinas, chica... ¿chica? — llevé un dedo a mis labios, ¡la niña!, a ella se estaban refiriendo. Volví a mi posición normal y solté un suspiro cuando mis pokemon (para seguridad de Emi) se mantenian cerca de ella mirando a los demás chicos fijamente — Cuiden también de mis pokemon— les pedí con la misma sonrisa —, lamentablemente a mi, no me hacen mucho caso así que espero que alguno de ustedes no les tironee su pelaje o pise alguna de sus colas. — me alcé de hombros, mas tarde intentaría hacer que volvieran a sus pokebolas — ¿Si podrían cuidar de ellos? — pregunté dando un par de pasos hacia atrás, aunque lo mas probable es que dos de mis pokemon estarían mas enojados conmigo por dejar que una mini pandilla le hiciera eso a Emi