Mimi Honda Me quedé callada mientras escuchaba con atención cada una de sus palabras. ¿Me lo repetía por enésima vez? ¡Exagerada! ¡Si sólo lo había dicho una o dos veces! Al menos, que yo la hubiese escuchado... aunque, a decir verdad, tampoco la había escuchado demasiado. ¡Poco podía escuchar cuando estaba tan molesta y tenía tanta rabia por dentro! Sin embargo, y ahora que me paraba a pensarlo... Liza tenía razón. Cuando me vio llorando en aquel parque... fue muy amable y atenta conmigo, y se preocupó por mí... y ahora, había algo en su tono de voz que denotaba sinceridad. Y su expresión, bueno... Parpadeé. Y sacudí la cabeza, tratando de sacar aquellos pensamientos de mi mente. —¡No me importa si tuviste algo que ver o no!—le espeté, y suspiré profundamente, tratando de calmarme, mientras le mostraba el papel plateado para que lo viese bien—. ¡Lo que me molesta es que teniendo un cupón para uno de los hoteles más exclusivos de la región de Kalos haya pasado la noche en un Centro Pokémon! ¿Es una broma? ¡Podría haber dormido en una cama con sábanas perfumadas y de satén en lugar de... de lo que quiera que sea esto!—exclamé, tomando la sábana de la cama en la mano derecha—. Espero que no sea algodón, por el amor de Arceus... Me crucé de brazos. —Y... con respecto a lo otro, trato hecho—le respondí, con la misma expresión indiferente de antes—... si me preparas para desayunar todo lo de esta lista. Y sin más, le tendí el mismo cuadernillo que le había dado a Dante el día de mi llegada a Ciudad Barniz.
El tiempo que me había quedado allí pensando en distraerme había sido completamente nulo, en mi mente seguían pasando sus palabras, en lo absoluto me molestaba ella, solo... que debió ser mejor el haberme quedado callado desde su primera pregunta y dejar de opinar. No se me daba en lo absoluto cerrar mi boca, y gracias a eso tendía a meterme en problemas con la gente a mi alrededor. Suspiré y sacudí levemente mi cabeza para alejar de una vez eso que estaba pensando y me fui reincorporando lentamente hasta colocarme de pie, me suponía que ya no podía huir de esto, lo mas probable es que empeorara las cosas aun mas de las que ya lo había hecho. Lo único malo que podía pasar ahora es que dijera que ahora me odiaba por lo mismo. Caminé de regreso al centro pokemon y para mi sorpresa no estaba allí, pero sería normal, ahora el problema era encontrarla. Caminé por los lugares cercanos hasta llegar a una especie de parque, donde a lo lejos ella estaba hablando con Hubert, aunque por suerte, no estaba llorando y se notaba algo mas tranquila. Me senté nuevamente bajo las sombras de un árbol, mirandola atentamente desde mi lugar con notoria preocupación, esperando a que terminaran de hablar y rezar a Arceus que no estuviese enojada conmigo por lo dicho
"...anoche estuvimos hablando de un tema muy delicado para mi y el hecho de que ahora nos haya pasado esto... Es cómo si hubiera vuelto a perder a esa persona" Sentí curiosidad por el mencionado tema que para Emily era delicado, pero al instante me sentí culpable por haber tenido ese interés, como pensando que no me correspondía hacer conjeturas sobre el dolor de los demás. Así que me tragué la pregunta que tanto me hubiera gustado hacerle, porque supuse que era algo irreversible: la pérdida de un ser querido. Mi mente maquinó los datos, pero la culpa volvió a evitar que construyera suposiciones. Simplemente permanecí quieto, en actitud pensativa. Seguía los movimiento de Plusle y Maractus: los niños se habían marchado con sus padres pero eso no detuvo el baile de los dos. Mejor así, la conversación era demaiado delicada como para negarle un segundo de atención. Además, deseaba ayudar a Emily. La solución que se me ocurrió era tal vez demasiado sencilla, pero bien manejada podría funcionar: —Vuelve con Dante e intenten charlar el asunto del viaje con calma; si es necesario, discúlpate por el impulso de haberte marchado de esa forma —al ver en la expresión de Emily que aquello no le parecía buena idea, agregué:—. Él es comprensivo y tranquilo, dudo bastante que esté enfadado. Pero si lo estuviera, tu acercamiento apagaría el cualquier tipo enojo... Todo tiene solución. "Menos la muerte" pensé con pesar.
Miré al chico con verdadera gratitud. -Muchas gracias por tu consejo y por haberme escuchado-dije sonriendo levemente-Te estoy realmente agradecida-dije poniéndome de pie y esperé a que el chico hiciese lo mismo para volver a abrazarlo. Cuando me separé, miré al centro. -Me pregunto dónde puede estar...-murmuré pensativa girando la cabeza y, para mi suerte o desgracia, distinguí si figura en el parque que se encontraba cerca nuestra-Vale... tú puedes Emily... Dante es bueno-no paraba de repetir en un murmullo mientras me acercaba al chico con la mirada centrada en el suelo-No te preocupes... Sentí como mi corazón tenía unas pulsaciones tan rápidas que superaban mi capacidad de contarlas y también sentí un latente dolor en las senes. Me acaricié estas cuando aun me encontraba algo alejada y respiré profundo antes de quedarme enfrente del chico. Levanté la mirada y lo miré tímidamente. -Ho-hola...-saludé haciendo un leve gesto con la mano para después esconder ésta junto a la otra detrás de la espalda.
Hice un gesto silencioso para que Plusle y Maractus volvieran conmigo. Los convencí de volver al interior del Centro Pokémon con la promesa de un desayuno suculento y entramos, seguidos por Serperior. Y... Bueno... No tengo remedio: soy demasiado curioso. Me senté en una mesa de la cafetería desde la cual podía ver, ventana mediante, el sitio donde se encontraban Dante y Emily. —Tú puedes, Emily —susurré mientras esperaba el café con masas secas.
Respiré profundamente cuando abrazó a Hubert, su charla había terminado y eso significaba que yo ya debería empezar a moverme hacia allá pero, ella al parecer ya estaba buscándome con la mirada hasta que me vio, y sí, todo ese tiempo le estuve mirando atentamente, auto-convenciéndome a mi mismo que, ya nada peor podía pasar ahora. Pero había algo malo en esa situación, ella no me estaba mirando, ella miraba fijamente al suelo y allí fue donde volví a preocuparme...¿no quería verme?...¿venía forzosamente a hablar conmigo por consejo de Hubert?... no tenía ni mínima idea, lo único que quería es que me mirara tan siquiera por nos segundos y cerciorarme de que estaba bien...unos segundos pedía solamente. Respiró profundamente al verme y ¡me miró!, un alivio me invadió en ese instante y no mucho después me saludó algo tímida antes de esconder su mano detrás de su espalda, pero yo, solamente me levanté del suelo sin decir nada y me acerqué a ella un poco más a ella y le abracé rápidamente aferrándome a ella, temiendo que me alejara en cualquier momento. — Por favor Emily... por favor...no creas que yo...te odio o algo parecido — le rogué recargando mi frente en su hombro cuando me encorvé un poco para abrazarle un poco mas — Jamás serás una molestia para mi, ¿vale? — respiré un poco tratando de evitar que mi voz se cortara. — No te vuelvas a ir así por favor... no quiero que lo hagas... tengo miedo...— me callé por leves segundos — Miedo de decepcionarte... y...y que te vayas... que me dejes otra vez
Abri los ojos al sentir sus brazos rodeandome pero al rato los cerre y sonrei correspondiendo su abrazo. -Menos mal que no me odias-susurre con la voz entrecortada debido a las lagrimas que se formaban en el borde de mi esfera ocular-Porque no lo soportaria-senti el camino de un gota por mi mejilla derecha hasta acabar cayendo al suelo.
Cuando sentí que había correspondido mi abrazo ya podía volver a respirar normalmente, todo estaba perfectamente preo cuando le escuché decir aquello con su voz entrecortada me separé un poco para colocarme a su altura y limpiar rápidamente sus lágrimas con una sonrisa — Jamás podría odiarte Emily — dije antes de volverla a abrazarla por segunda vez — Nunca podría hacerlo...
-Me alegra notar esa seguridad en tus palabras-dije dejando caer mis brazos a los lados-Dante...-llame su atencion con voz temblorosa-Siento mucho haberme ido asi y, posiblemente haber malinterpretado tus palabras-me disculpe todo lo serena que pude.
Negué lentamente sin borrar la sonrisa de mi rostro, no tenía nada de que disculparse — Tranquila... no ha pasado nada, con tal de que ahora sepas que es todo lo contrario esta perfectamente — y finalmente, le solté, tal vez me había pasado un poco con eso
-Entonces... -me rasque la nuca-Ahora que estamos mas calmados deberiamos comentar el tema del...-se me quedaron las palabras paradas en la garganta- ... viaje-logre decir mientras bajaba el brazo otra vez.
— Cuando te dije que viajaras con otra persona jamás mencioné que me alejaría de ti — dije sentándome en el suelo e invitándola a ella a sentarse también — Aunque, después de esto... prefiero quedarme cerca tuya, aunque no pueda ayudarte mucho en las batallas ¿puedo hacerlo?
Me sente a su lado, practicamente unos milimetros nos separaban, y me deje caer hacia el lado, apoyando mi cabeza en su pecho. -No lo comprendes...-murmure cerrando los ojos y negando un poco con la cabeza, sin poder evitar una pequeña sonrisa en mis labios.
— Entonces explícame... ¿puedes? — pregunté acariciando un poco su cabeza para terminar en la punta de su cabello (acto que ya tendía a repetir con ella cuando se colocaba cerca mio) — Así creo que sería mejor mi futura respuesta a tu pregunta...
-- Dante, eres, posiblemente, la persona mas importante para mi ahora mismo. Siempre fuiste la razon de todo. Volvi a salir de casa gracias a tu pensamiento. Las batallas nunca me importaron, lo unico que queria, y quiero, es pasar tiempo contigo, aunque solo sea estando sentados o andando sin hablar. Tu simple compañía me da ganas de vivir -- confesé sintiendo mis mejillas arder -- Preguntarme que si puedes acompañarme es algo estúpido pues, viendo todo lo que ha pasado es obvio que te necesito. Te lo pediria suplicando si hiciese falta
Rayquaza empezaba a descender, la noche había acabado, las estrellas se habían apagado. Unas nueve horas más sin consolar el sueño. Luego de haber recogido mis dos pokémon junto al huevo salí con todos mis pokémon voladores a mirar las constelaciones junto a ellos. — Sabes que me relajo con esto..— Mi Charizard me miraba con una sonrisa burlesca.— No te rías, a ti te gusta pelear en exceso, a mi me gusta ver las estrellas. En lo que estuve mirando las estrellas pensé en mucho. "¿Qué hago aquí? ¿Soy lo suficiente para ostentar el campeonato? ¿Puedo ganarle a Effy o Ian? ¿Terminará el torneo acrílica?" Esto y mucho más eran mis dilemas diarios, claro qué los hablaba en voz alta. — Rayquaza, ¿Tú qué dices?— La leyenda de Hoenn simplemente emitió un rugido. Charizard levanto su pulgar.— Tú entiendes...yo no sé que me hablan. Llévame al centro pokémon. Y bueno, eso fue mi noche. Ya frente al centro pokémon me baje de la cabeza del dominado legendario lo acaricié y regresé a su pokéball. — Prometo sacarte más seguido.— Finalmente entré y pedí un cuarto a donde fui a descansar tumbado en la cama, claro que no me dormí, simplemente me quede mirando en techo.
Escuché atentamente cada una de sus palabras sin detener mi acción iniciada, por suerte ella estaba apoyada en mi pecho y no me estaba viendo el rostro, si no hubiera visto mis mejillas teñirse de un color rojo. Estaba realmente sorprendido de sus palabras, jamás creí ser tan importante para alguien, algo un poco nuevo para mi pero grato... muy grato. La cargué levemente haciendo que se sentara en mi regazo dándome así la espalda, si veía como se encontraban mis mejillas ahora si moriría de vergüenza. Le abracé suavemente antes de decir algo — Me alegra... me alegra saber eso Emily — y en realidad ella posiblemente no supiera cuanto. — Además que no se si sabes... que tú eres una persona muy importante para mi, en todo sentido — reí suavemente, no sabía con certeza si ella lo sabría o si ya se lo habría comentado tiempo atrás — Y no creo que tú necesites de mi, creo... creo que es al revés. Yo te necesito a ti, y creo que es algo que no se puede evitar. — me acerque un poco y besé su mejilla para después sonreir un poco, pero lamentablemente no vería su reaccion
Me sorprendí un poco ante el hecho de que me hubiera cogido así y agarré sus brazos suavemente con mis manos mientras estiraba las piernas. —Y tú no sabes lo sumamente feliz que eso me hace—dije rozando la mejilla besada con la yema de los dedos para después sonreír y dejar caer la cabeza hacia delante, haciendo así que el pelo que se encontraba en la coleta cayese hacia un lado, tapándome la cara que se encontraba completamente de color carmesí.
—Si no recuerdo mal, anoche le heché un vistazo al cuarto antes de irme a dormir y ese billete plateado no estaba en la mesa...—le respondí mirándola, a ella y al billete que tanto me mostraba a pesar de que ya lo había visto. —Así que eso no hubiera sido posible, Mimi. Y no te quejes tanto, que estos cuartos no están tan mal. Mientras la discusión seguía más o menos en pie, Raichu movió una orejita en sueños. Comenzaba a moverse gracias al ruido producido por los gritos de ambas anteriormente y frunció el ceño mientras levemente abría sus ojos y notaba que se encontraba tirado en el suelo. Se levantó de éste con pereza y, mientras se frotaba los ojos con un notorio mal humor, sus mejillas comenzaron a chisporrotear. —¿Eh? ¿¡Encima te tengo que hacer el desayuno!? ¡Eso es injusto...! —pero mi frase se vio interrumpida al distinguir la figura de mi pokémon eléctrico detrás de Mimi, a lo lejos, con una sombra tapándole los ojos y una sonrisa que reflejaba que nada bueno iba a pasar a continuación. Segundos después una fuerte descarga dañó a todos los presentes, producto del enorme malhumor mañanero que se había formado en Raichu al haberlo despertado. Chamuscada, adolorida, y con mi pelo totalmente erizado, dirigí mi mirada al ratón eléctrico con un gran enfado, pero al ver a Mimi con su preciado cabello erizado al igual que al mío, unas ganas enormes de salir de ahí me embargaron. ¡No quería escuchar sus gritos, no de nuevo! Y me escapé de la cama finalmente quedando libre, y acercándome directa a reñir al pokémon por su acción. —¡Raichu, eso no se hace! ¡Nos podrías haber hecho mucho daño! Ni se te ocurra volverlo a hacer, ¿entendido?—le recriminé arrodillándome a su lado, y éste solo se cruzó de brazos mirando hacia otro lado. Solté un suspiro para tratar de calmarme, y me levanté para mirar a la chica con algo de nerviosismo, y me acerqué de nuevo a ella para tomar la libreta con una pequeña sonrisa. —Perdona por eso Mimi, mi pokémon a veces no sabe lo que hace...—una risilla nerviosa fue lo único que salió de mí al decir aquello. —Y ya que yo soy su entrenadora, te compensaré el daño que te ha hecho haciéndote el desayuno. Me dirigí hacia la puerta, y al abrirla me giré hacia ella una vez más. —Pero no lo hago porque tú me lo digas, lo hago por voluntad propia. No te acostumbres a ésto, ¿vale?—y tras decir aquello, salí de la habitación finalmente.
Una mano ofreciendo la última masa seca de la mesa me hizo apartar la vista de Emily y Dante, envuelta la una por los brazos del otro. Al girarme, Scrafty me dirigió una leve sonrisa, e insistió en darme el dulce. Lo tomé dando las gracias y me lo llevé a la boca. Junto a Scrafty se sentaban Magmortar y Shinx, pues éstos tampoco quisieron perderse el desayuno que había propuesto en la entrada del C.P. La estábamos pasando muy bien, pero Serperior notó que yo me encontraba más relajado que hace unos segundos. Lo pude percibir. —Estoy contento de que esos dos hayan hecho las paces —le dije cuando mi incial hubo acercado la cabeza para escucharme mejor—. Creo que no hará falta preocuparnos por ellos. Tan solo miralos. Hacen una buena pareja, ¿no? Maractus se metió a la conversación para responder afirmativamente por Serperior. Dio unas volteretas rítmicas y pegó su rostro espinoso a la ventana por la que mirábamos a los entrenadores. Serperior y yo terminamos de consumir lo nuestro, mientras Scrafty, Plusle, Shinx y Magmortar conversaban animadamente. *** En eso, se escuchó una especie de explosión proveniente de los pasillos de las habitaciones, seguida de unas ligeras volutas de humo negro. Cuando me volteé a mirar, vi a Liza... Madre mía, ¿aquello era un peinado nuevo?