—¡Claro, me encantaría! —respondí con entusiasmo— Pero antes tengo que curar a mis pokémon ¿Te gustaría acompañarme a Ciudad Témpera? Pidgeotto podría llevarte.
—Claro, no conosco ese lugar —mi sonrisa crecio, me encantaba conocer lugares nuevos, regrece a todos a sus pokéball, no podia llevarlos conmigo —, ¿tendremos nuestro combate alla, verdad?
—Exacto —respondí con una sonrisa—. En el patio trasero del Centro Pokémon hay unas pequeñas arenas de combate marcadas con líneas blancas, podremos tener cómodamente nuestra batalla. Regresen, amigos míos. Todos mis pokémon fueron regresados a sus esféricos. Pidgeotto emergió del suyo con las alas extendidas. Me subí a su lomo y, tendiéndole la mano, ayudé a Elisa a ocupar su lugar detrás de mí. —Aférrate fuerte, porque este Pidgeotto es endemoniadamente veloz —reí— ¡A Témpera, compañero! El pokémon volador, en silencio, despegó velozmente.
-Me iré a pueblo Brocha...-Dije mientras me dirigía hacia la salida de la extensa pradera-Me han pasado muchas cosas aquí...este será siempre...el nacimiento de mi maldad...
Después de un viaje a una velocidad normal a la pradera arte, habíamos llegado y descendimos lentamente — Listo... hemos llegado a la pradera, y estas sana y salva... Emily
-Sana y salva...sana y salva...-repetía mientras me bajaba del ave y pisé el suelo con piernas temblorosas-Estoy viva-dije mientras notaba el temblor subir por todo mi cuerpo y después sentí a mi pequeño Pidove aterrizar en mi hombro.
Staraptor me miró por unos segundos antes de volar otra vez mientras yo me acercaba a Emily y le abrazaba un poco al verla tan temblorosa — Emily, no pasa nada tranquila...
Inspiré y expiré un par de veces mientras mi pulso (y con el mi cuerpo entero) se tranquilizaba. -Ya estoy bien, gracias-le dije a Dante sonriendo a pesar de que no podía verme pues me tapaba entera con ese abrazo.
Una vez que dejó de temblar y me aseguró que todo estaba bien me separé de ella y me puse a su altura — Realmente... te da miedo volar aunque alguien este detrás tuyo ¿no?
-Sí...-admití mirando al suelo avergonzada. Siempre pensé que mi fobia era algo estúpida pero nunca fui capaz de superarla.
— ¿Cómo haré para que pierdas el miedo? — le pregunté sentándome en el piso para poder mirarla al notar que ahora miraba hacia el suelo
-¡No te tienes que preocupar por eso!-dije moviendo las manos delante de mi cara rápidamente-De verdad... me aguantaré cuando vayamos volando y ya-finalmente sonreí ladeando la cabeza.
—La idea no es que lo aguantes...— suspiré — La idea es que se que puedas estar volando y sentirte segura...— dije notando como cerca de nosotros se paseaba alegremente un Kirlia
-Oh~-dije mirando alegremente al pokémon que se paseaba alrededor nuestra-Un Kirlia~-me agaché para observarlo más de cerca-¡Dante! ¿Me lo atrapas?-pedí señalando al pokémon con el dedo índice, al cual, el pokemon, se acercó curioso.
Tomé una pokebola de Emily y la coloqué en su mano — Anda... se que podrás capturarlo tú misma, además será tu pokemon sería algo malo que yo lo capturara...
-No huyas, por favor, pequeñín-dije mirando al pokémon el cual me observaba sonriendo tras haber mordido levemente mi dedo. Lancé la pokéball y, tras unos segundo de enorme tensión, conseguí atraparlo. -¡Toma ya!-grité sujetando con fuerza la pokéball.
Me levanté del suelo después de limpiarme un poco el jeans cuando noté que había atrapado ya al Kirlia — Felicidades, has atrapado a un Kirlia — dije sonriendole, a fin de cuentas lo había podido disfrutar ella, pero... veniamos aquí por un ninetales, no por un kirlia. Y de la nada, de uno de los arboles cercanos un Golbat salió volando con rapidez, ¿donde se escondía el pokemon que queríamos?
Miré mi pokédex. -También hay Arcanine ¿verdad?-pregunté a Dante mirando al Golbat volar que iba acompañado de un Mothim-Porque ese pokémon también me encanta.
— Yo aquí capturé a uno... — dije mirando su pokebola con una leve sonrisa pero después de unos segundos nuevamente me puse a buscar al pokemon que veníamos a buscar — ¿También buscamos a un arcanine o solo al ninetales? — pregunté intentando ahogar una pequeña risa, el Golbat que había visto antes ahora se dedicaba a jugar con un Lairon, y aunque pareciera tonto, la diferencia de medidas del pokemon me hacía algo de gracia de ver
-A ser posible ambos, pero si es mucha molestia o si te cansas, solo Ninetales-respondí buscando a mi vez también-¡BINGO!-grité emocionada al encontrar al hermoso pokémon ámbar-Mira Dante-susurré señalándolo.