Los guardianes de Azadan Introducción Esta es una continuación de otra historia original llamada, Nuestro Futuro por lo que algunos elementos de la historia y personajes reaparecerán. https://fanficslandia.com/index.php?threads/fanfic-nuestro-futuro.37951/ Nuevamente es una serie que mezcla la fantasía con los mechas. Cuando levanté mi mirada los vi, caían del cielo somos si se trataran de estrellas fugases vibrantes como envueltos en auroras, y después de eso la gran guerra dio inicio. Las naciones del mundo experimentaron un poder abrumador, más allá de cualquier límite. Los invasores del cielo venían a la guerra armados con naves gigantescas y poderosos gigantes de metal que no caían con nada, los proyectiles y las explosiones no los afectaban, y los mejores misiles solo parecían detenerlos momentáneamente. Sus titanes arrasaban todo en donde llegaban, nadie quedaba vivo donde fuera que estos malvados demonios atacaban –Diario de campo de un Sardar del reino de Azadan.
Prólogo. La tentación Un hombre camina a través de un campo desolado, se encuentra cubierto por un manto de lana hirsuta y una capucha que le cubre el rostro con una densa sobra. Un viento gélido descendía de la montaña pues se encontraba en un denso nevado de la montaña más alta del mundo. Sus pantalones eran gruesos, hechos de un material denso que aislaba contra el frio. El rostro del hombre estaba curtido por el frio invernal y una barba rala apenas aparecía en su rostro, revelando que su edad no podía ser superior a sus tempranos veintes. Caminaba en dirección a un valle que se encontraba en el filo de la montaña, a su alrededor se extendía un pastizal interminable adornado por un rio que se movía como una inmensa serpiente hasta donde alcanzaba la vista. Aquí y allá podían verse manadas de ungulados, no eran semejantes a nada de lo que hubiera visto en el pasado, eran como una extraña cruza entre un jak y un reno, pero más grandes y con un pelaje más largo, aunque su leche era más dulce. En su camino aquel hombre se encontró a una muchacha, aunque nadie hubiera podido ver su rostro por la sombra, su mentón anticipó una expresión de sorpresa. La muchacha era extremadamente hermosa y se encontraba vestida por un delgado vestido blanco, como si fuera seda muy fina aunque él pudo entender rápidamente que aquel tejido no era producido por ningún animal, planta o ser vivo, su cabello era de un rubio casi platinado, y sus ojos dorados brillaban como una estrella incandescente. Su piel era blanca como el mármol y sus labios rosados como una cereza. En su mano derecha sostenía un cetro dorado cuya punta se abría formando el símbolo de un águila con las alas extendidas. Al ver aquel centro el hombre se retiró la capucha, su cabello era de un castaño claro y sus ojos de color miel, pero su piel era más bien oscura, curtida por la radiación del Sol. Luego se quitó el manto. Estaba vestido con un saco de cuero muy grueso y a la altura de la baja espalda tenía la funda de un sable ancho semejante a un Dao que desenfundó rápidamente. La muchacha observó al hombre de forma estoica, de la cabeza a los pies –puedo ver en tu interior –dijo ella con una voz tonante, era como si ella hablara directo a su cabeza, porque su voz no era afectada por el fuerte viento a su alrededor. El hombre con un gesto levantó una roca de un tamaño considerable sin tocarla, y luego la arrojó ante la muchacha, pero esta se convirtió en polvo de talco antes de rosarla. El hombre atacó a una velocidad impresionante, más rápido que el parpadeo de un humano normal, y aun así no pudo tocarla. Era como si ella fuera y viniera como el viento de las montañas, un susurro que no podía ser percibido, un golpe de espada era respondido con una dulce ricita que irritaba al guerrero, otro movimiento y ella aparecía sobre su cuello como si intentara seducirlo, y cuando el intentaba golpearla solo le atinaba al viento y a una que otra brizna de pasto. Luego ella apareció en la cima de un risco, sentada –te han traicionado, ¿y aun deseas pelear con los enemigos de tu patria? –preguntó ella, nuevamente era como si su voz surgiera desde dentro de la cabeza del guerrero, pues no gritaba, su voz era suave y apacible a pesar del viento gélido de la montaña. El hombre gritó a voz en cuello –¡mi patria no fue quien me traicionó! ¡Fue ella! –la voz se ahogó con el viento, pero la muchacha pudo escucharla claramente. Luego con su cetro señalo la apacible villa abajo en el valle –has encontrado una familia en ese lugar, lo he visto –luego bajó el cetro y con un gesto paralizó al guerrero –ahora me escucharás, pronto deberás elegir entre tu madre patria y tu nueva familia, y aunque te hayas matado entrenando, tus poderes actuales no son nada. Cuando llegue el momento, por favor acepta mi regalo, cuando necesites de más poder solo di mi nombre –mientras la muchacha decía estas palabras, la visión del guerrero se hacía nebulosa, como si un pesado sueño abrumara su mente.
Capítulo I El proyecto AZDN El comandante de los Sardar de la región de norte observa a los aspirantes a reclutas para el proyecto especial AZDN, la última esperanza del mundo de Aeres. Había pasado casi un año y medio desde la catástrofe de la Batalla del Nido de Indeninlil y al parecer varios científicos y militares de diversas naciones se habían reunido en el fuerte de Azadan denominado Azaz. Cada uno de los jóvenes frente a él era el hijo más inteligente y hábil de una enorme cantidad de familias nobles o cuasinobles a la espera de poder demostrar su valía, sin embargo había una persona de desconcertaba al comandante. El comandante se paró en frete de tan extraño recluta, su cabello era relativamente corto, pero aun así se notaba que había recibido mayores cuidados que el promedio, además la piel de su rostro era más tersa y clara. El comandante estuvo a punto de abofetear a aquella mujer que intentaba inmiscuirse en el mundo de los hombres cuando observó sus ojos y retrocedió un paso sin darse cuenta. El comandante observó a su asistente, que inmediatamente comenzó a buscar el reporte de reclutamiento –se trata de un recluta femenino, pero según el informe médico no puede tener hijos, por lo que ha sido expulsada de la casa de su padre – dijo el oficial mientras observaba con más detenimiento el informe de reclutamiento –Soldado Jazmín, no hay apellidos o nombre del padre, pero ha sido adoptada por parte del clan Ekemenes (…) El comandante volvió a observarla, para este punto todos los reclutas ya deberían haber pasado las pruebas físicas más extenuantes de todo el ejército de Azadan, ni siquiera los soldados rasos eran exigidos a esos niveles –¿cuáles son sus resultados en la prueba física? –preguntó el comandante –según la información aunque registra una fuerza física inferior al promedio, posee una gran iniciativa, capacidad de liderazgo y resistencia mental, de hecho posee el record en la prueba de resistencia del Señor de las Aguas – al escuchar esas palabras el comandante dio un silbido de admiración. El comandante observó nuevamente a la niña –mi nombre es Asgerev ibn Alnazir bou Ayuub, es un honor conocer a la persona que por fin ha superado ¡mi record! –luego diciendo en voz tonante para todos los demás –la prueba del Señor de las Aguas es la prueba máxima de resistencia mental individual que poseemos, ¡algunos reclutan han muerto al deshidratarse teniendo que esperar de pie manteniendo el equilibrio en un pilote de matera mientras soportan un yugo con agua del lago de Ammon! –luego retornando a Jazmín –si tú eres ahora quien ostenta tal logro, no tendré problemas en aceptar tu reclutamiento “Princesa”, pero recuerda que ese logro solo me hará esperar de ti el doble de lo que espero normalmente de mis subordinados. Jazmín se puso firmes, levantó el rostro como si fuera una autómata y con un rostro inexpresivo realizó el saludo militar respondiendo con total disciplina –Señor, ¡si señor! Asgerev se acarició la barba de chivo de su mentón con una sonrisa –buena respuesta Princesa, buena respuesta. Jazmin se encontraba almorzando sola alejada de todos los demás reclutas, aunque eso parecía no molestarle, por eso notó fácilmente la presencia de alguien cuando su sombra tocó su rostro –hola –dijo el muchacho, sin embargo ella no de respondió. Inmediatamente una voz gritó de lejos –déjala Yusuf, es solo una mujer seca – los ojos de Jazmín se abrieron como platos al escuchar esa expresión, en la cultura agrícola de Azadan era el peor insulto para una mujer, pero ella retuvo su ira, sabía que era el precio que había pagado por la posibilidad de ir a la guerra y enfrentarse a los malditos que habían matado a su único amor. Yusuf los miró con molestia –¡Serjez basta! Por eso es que nadie se acerca a nosotros, eres un bocón –luego Yusuf volvió su atención nuevamente –mi nombres es Yusuf ibn Nurahadin bou Aledenes, ¿cuál es tu nombre? De algún modo las cálidas palabras de Yusuf le permitieron a Jazmín levantar la mirada, por un instante le pareció ver nuevamente a Alí, pero de inmediato las facciones personales de Yusuf se hicieron notorias –Jazmín –contestó ella con desgano –Escuché que eres muy buena, y la verdad es que como en la siguientes pruebas debemos formar equipos, pues me gustaría que estuvieras con migo, digo con nosotros, si quieres como nuestra líder –a medida que Yusuf balbuceaba esas palabras se ponía rojo como una cereza. Jazmín sin embargo pasó de largo –creo que tu novio se pondría celoso –contestó ella levantándose, sin embargo Yusuf no se rindió –si no tienes grupo serás expulsada de las pruebas finales –dijo el con un rostro un poco más serio. Jazmín se detuvo de inmediato, luego, después de un profundo suspiro respondió –está bien, pero tú serás el jefe, no quiero discusiones con tu novio. Yusuf puso un rostro más afable y respondió –es mi hermano Serjez ibn Nurahadin bou Aledenes – aunque Jazmín no le prestó mayor atención. El señor Asgerev avanzaba por las instalaciones de la gran fortaleza de Azaz, mientras observaba hacia el este la ciudad que había crecido con los años alrededor suyo. No era un lugar bastante útil para crear un proyecto tan importante, sin embargo la necesidad de guardar secretos se había vuelto notoriamente irrelevante, ahora lo importante era el desarrollo de la nueva arma lo antes posible. Entonces se encontró con el jefe de investigación, quien avanzaba con un grupo de escoltas seguido por el jefe de la guardia –salve señor Asgerev, gloria sea a Ninlil –dijo el jefe de la guardia rojo de la ira, Asgerev observó su rostro en comparación con el del jefe de investigación completamente calmado –este hombre ¡no ha hecho las oraciones matutinas a Ninlil mi señor! Asgerev suspiró con algo de molestia –Esdaladin eres un buen soldado –comenzó diciendo Asgarev –eres eficiente, tienes disciplina, pero a veces dejas que el furor religioso nuble el hecho de que no todos profesan nuestra fe, él es un sabio de Aglemeres. Esdaladin trato de controlar su ira –por causa de eso la venganza de los cielos ha caído sobre nosotros – entonces el jefe de investigación sujetó sus lentes y sacó un pañuelo para limpiarlos –es todo? La verdad estamos en un momento de la investigación muy importante, cada segundo que estoy aquí es un segundo perdido en el proyecto AZDN, señor Asgerev, si va a darme algún castigo por no profesar su cándida fe mejor que sea rápido, debo regresar con mi personal lo antes posible. Asgerev se rascó la cabeza tratando de poner orden en aquel caos –señor Fardín regrese a sus asuntos – dijo Asgerev mientras le daba una bofetada a Esdaladin –solo yo tengo autoridad en este fuerte a menos que el rey no se encuentre, ¿entiendes Esdaladin? Esdaladin retrocedió con todo decoro y se inclinó ante su comandante. El secretario de Asgerev se acercó a el –el rey ha tratado de disminuir el fervor religioso que ciega a los hombres y los convierte en perros destructores de sus propios hermanos, pero aun así muchos de nuestros nobles aún siguen teniendo la mala costumbre de despreciar a todos los que no profesan la fe en Ninlil –dijo el secretario –es lamentable esa actitud Ladán, pero nada podemos hacer al respecto por el momento, asegúrate de que el sabio se encuentre a salvo. Ladán realizó algunas anotaciones en su libreta y con un tono lacónico hablo hacia el cielo –que tan sabio es alguien que está a punto de darle armas superiores a un pueblo que quizá las use en el futuro para aplastar a su gente? La verdad no desearía que nuestro reino destruyera a otros pueblos como ocurrió en el pasado con los Kurd –luego dirigiéndose a Asgerev –las pruebas de grupo ya han terminado, el informe ya está en su oficina señor Asgerev. Asgerev se dirigió hacia su oficina cuando los vio, los marcos copiados de las armas de los invasores del cielo. Su cuerpo era semejante al de un Sardar de tiempos antiguos, un guerrero armado todo cubierto de metal, pero estos titanes mecánicos no poseían ningún hombre dentro. Sin embargo la existencia de estas máquinas aseguraría el resurgimiento de la clase guerrera de nobles como un aspecto importante para los ejércitos de Azadan. Durante los últimos 50 años los nobles se habían transformado en oficiales que no iban realmente a la guerra, pero ahora estas armas le permitirían a los hombres de forma individual demostrar su valor.
Capítulo 2. Doble-Cero El sonido de la cabina de mando era tenue, pero las pantallas iluminaban todo el lugar con una intensidad y claridad que no había visto antes aquella mujer. Ella se encontraba vestida de blanco con una bata de investigación abierta. Su cabello le bajaba por el cuello formando pequeños bucles naturales, mientras que sus ojos castaños trataban de seguir las múltiples líneas de programación y la información que provenía desde el exterior. –Profesor Fardín, las lecturas de los sistemas de energía no son para nada cercanos a cuando lo activamos de forma remota, es como si de alguna forma estuviera produciendo una mayor cantidad de potencia solo por el hecho de que un ser humano se encuentre aquí a dentro –dijo la mujer mientras se recostaba en la silla de comando. Se encontraba en el interior de una inmensa máquina semejante a un gigante cubierto todo de hierro como los catafractos que cabalgaban con los reyes de Azadan en tiempos pasados. La altura de aquella máquina era de unos 18 metros hasta la cámara principal que se asemejaba a la cabeza de un humano cubierto por un casco. –La información se ha registrado exitosamente Agnes –contestó Fardín mientras su rostro aparecía en la pantalla principal de la cabina, pero en ese instante Fardín se dio cuenta de una sonrisa en el rostro de Agnes que nunca traía nada bueno. –Los motores electromagnéticos de cada una de las uniones reportan un funcionamiento estable, al igual que la fuente de poder – dijo ella tomando las palancas de mando, al hacer esto la cámara principal del robot se iluminó al tiempo que una gran cantidad de vapor con destellos luminosos eran emitidos de las esclusas ubicadas en el pecho. Los dedos del robot empezaron a moverse uno por uno, así como las aletas de los propulsores principales y de los propulsores secundarios ubicados en todo el cuerpo. –Agnes Zarekos –dijo Agnes mientras que Fardín trataba de decirle que se detuviera, pero ya era demasiado tarde. Cuando Agnes aceleró el generador de poder sintió un terrible dolor en su cabeza, era como si algo intentara penetrar en su cráneo martillando una y otra vez, sus manos abandonaros las palancas de mando y las llevó a su cabeza al mismo tiempo que todas las pantallas se ponían en rojo. La máquina realizó unos espasmos extraños, al mismo tiempo que una serie de lecturas aparecieron en las pantallas de Fardín y el resto de los investigadores. –Anomalía magnética detectada alrededor del doble-cero –dijo uno de los operarios que trataba de determinar la naturaleza de esa lectura –se trata de un campo de energía muy intenso, se concentra en el eje visual de la cámara principal y se disipa alrededor como si fuera un domo ubicado frente a la máquina. Entonces un extraño ruido provino de la máquina que comenzó a correr a toda velocidad contra una de las paredes de metal, el golpe hubiera aplastado el brazo de metales livianos con los que los técnicos de Azadan habían construido su prototipo, pero en lugar de eso penetró completamente la pared. La roca era despedida completamente hirviendo, mientras el 00 cavaba con sus brazos. De un momento a otro, el sistema quedo en una pantalla azul y la máquina dejó de moverse. Asgerev se encontraba sentado en su oficina mientras observaba a los jóvenes oficiales que habían pasado las pruebas finales, y al lado repasaba la documentación del informe de Fardín. Con el rabillo del ojo pudo verla a ella, su expresión era la misma del día en que la había conocido, fría como una estatua de mármol, pero al mismo tiempo su eficiencia en las pruebas no podía ignorante. Aunque no había sido la mejor en ninguna especialidad, su puntaje era muy superior al promedio en todas las pruebas menos las de fuerza, pero el poder físico no era lo que el informe de Fardín señalaba como la aptitud más importante, la fortaleza mental era lo que requería el proyecto. Todos los oficiales frente a el habían sido elegidos por su fuerza mental, y al mismo tiempo venían de familias que habían pasado por una gran humillación o por un evento traumático, todos ellos ya conocían lo que era la muerte y la guerra, de la única persona de quien la documentación era relativamente sombría era precisamente de Jazmín –felicidades –dijo Asgerev sin mirarlos a los ojos –de ustedes dependerá el destino de Azadan, y quizá el destino de todo nuestro mundo. Todos se pusieron firmes y gritaron al unísono –señor ¡si señor! Dicho est se dirigieron al hangar donde vieron una visión de espanto. Gigantes de metal se encontraban dormidos anclados a una serie de grúas. Asgerev se paró en frente de ellos –esta es la primera parte del proyecto AZDN, estas máquinas llevan el nombre de nuestra patria y ell espíritu de venganza de nuestros camaradas caídos, lo que veis aquí son los prototipos de producción en masa, los llamamos AZDN-01. Nuestra misión es poder encontrar un mecanismo de control, pero de eso les hablará el líder del proyecto, el profesor Fardín Paulos de Aquilius. Fardín se encontraba ataviado con una bata blanca de laboratorio y unos lentes, detrás de él había un par de mujeres muy hermosas que servían como sus asistentes personales. Fardin tomó el lugar de Asgerev y comenzó a hablar –Número de modelo… AZDN-01, este es un gigante de metal que hemos creado empleando nuestra propia tecnología con base en los restos que pudimos recuperar en la Batalla del Nido de Indeninlil. Los llamamos catafractos en honor a la caballería pesada que cabalgaba con los reyes de la dinastía Juwa antes de la era de las armas de fuego –mientras decía esto una de las asistentes le traía un tablero con algunos diseños esquemáticos de la máquina –la cabina se ubica en la parte cotral del torso, hemos copiado la mayor parte de sus instrumentos, pero algunos detalles no hemos podido fabricarlos con nuestros recursos limitados. Jazmin levantó la mano sin expresar ninguna cara de sorpresa o asombro, para ella eran iguales a cualquier otra arma –¿ya los han probado? – preguntó ella –si y no –respondió Fardin algo nerivioso–por computadora hemos logrado mover la máquina pero es un poco lenta, pero cuando ubicamos a nuestro primer piloto de pruebas al AZDN-00 el sistema se volvió loco, el piloto casi muere, pero aprendimos algo –Fardin se detuvo mientras acaba sus lentes –el núcleo de poder de estas máquinas parece responder a la mente humana y a sus sentimientos, y esa es la razón de que ustedes estén aquí. Todos ustedes han sido seleccionados en base a la fortaleza mental desplegada en diversas pruebas, adicionalmente los modelos 01 poseen limitadores de poder que disminuirá el riesgo, adicionalmente las pruebas iniciales contaran con medidas de seguridad extra. Fardín se puso los lentes de nuevo y prosiguió desues de tomar un sorbo de agua –no los elegimos por sus apellidos, todos ustedes han pasado por experiencias traumáticas y después de eso han demostrado un control superior de sus emociones en situaciones difíciles, así como en entrenamientos extenuantes, confiamos en que ustedes puedan dominar el sistema. –No piensan usar estos como armas aun, ¿no? – preguntó Yusuf bastante impresionado, Fardín sonrió –evidentemente no, el sistema de armas es lo que más difícil ha resultado copiar, aparentemente las armas emplean una fuente de energía que no habíamos podido copiar hasta el incidente con el modelo doble-cero, ahora sabemos cómo obtienen su energía para el sistema de armas pero, estas están siendo fabricadas en la base secreta al norte de este lugar, lo que nos interesa ahora es el sistema de control de las máquinas, además sería peligroso instalarlo en una máquina que puede hacer perder el control al piloto –Fardín tomo otro sorbo de agua y continuó –la información necesaria se encuentra en los documentos que se les está entregando, espero que tengan todos los aspectos técnicos listos para el día de mañana a la primera hora –todos se pusieron firmes y asintieron al unísono. Jazmín se quedó observando a uno de los catafractos un largo rato, aunque no demostraba fisiológicamente ninguna pizca de asombro.
Capítulo 3. La visión del destino Aquel hombre alto sostenía por el cuello a una mujer joven de unos veinte años mientras que a su alrededor la ciudad ardía en llamas, su rostro permanecía oculta por una capucha de piel blanca como la nieve con manchas grises. A su alrededor se encontraba un grupo de soldados cubiertos con trajes tácticos y ametralladoras, pero sus rostros eran diferentes como si se tratara de bestias sedientas de sangre, parecían hombres a los que se les había quitado la piel y solo podía verse sus músculos. Alrededor muchos hombres muertos y en medio de ellos se encontraban una persona muy especial. Ese era el sueño recurrente de una pitonisa que despertaba cada mañana con el terror en su corazón, pero en esta ocasión su corazón estaba acongojado, pues en esa última pesadilla había podido reconocer el rostro de la doncella paralizada ante aquella escena de muerte. Yusuf se encontraba caminando liderando a un grupo de oficiales hacia uno de los bares locales que se encontraban fuera de la base. El lugar de hecho no era la gran cosa debido a la naturaleza secreta del lugar, parecía de cierto modo un rustico edificio de parada para viajeros. La ciudad de Azaz había sido en un tiempo lejano un lugar sagrado, pero su templo principal había sido destruido en una guerra santa y su pueblo, la gente de Kurd, expulsado a las laderas de las montañas más altas de la cordillera de Afraz donde murieron de hambre y frio. Yusuf siempre se había preguntado si lo que había hecho su familia hacía 100 años había sido lo correcto, si desterrar a esas personas no había sido un gran pecado. Por otro lado había problemas más inmediatos. Las pruebas con las mpáquinas humanoides recreadas a partir de aquellas empleadas por los invasores del cielo habían procedido relativamente bien, ninguno de los oficiales para la prueba había tenido problemas al activar el sistema, aunque nadie había logrado hacer que el sistema arrojara una eficiencia más allá del 25%. Yusuf había alcanzado la marca de los 24.5% mientras que Jazmín había arrojado un nivel de 23.5%, por otro lado Serjez solo lograba llegar al 13.5% siendo el peor en la prueba. Serjez se encontraba discutiendo con Jazmín por los resultados en la prueba de la mañana, pues él había culpado a Jazmín por no haber podido entran en el estado de contacto con la máquina por el modo en que ella lo miraba –bruja traicionera, ¿Por qué me miras como una fuera? Yo no voy a mirar tus pruebas –masculló Serjez mientras avanzaba delante de ella dándole un leve empujón, ella por su parte no respondió debido a que ya tenía antecedentes por violencia contra sus compañeros, un incidente más la enviaría directo al calabozo por tres días y no podía darse el lujo de eso ahora que había aprendido a mover con mejor control su máquina de combate –los mediocres siempre culpan de su ineptitud a los demás –contestó ella encogiéndose de hombros –deberías volver a criar ovejas y ordeñar… -Jazmín detuvo el insulto contra la familia de Serjez cuando se percató que Yusuf estaba escuchando y con una sola mirada suya se cayó la boca, Yusuf y Serjez eran hermanos e insultar a uno significaría insultar al otro. Yusuf se detuvo y aunque solo era el segundo en rango después de Jazmín todos los demás oficiales jóvenes parecían seguirlo de forma espontánea –¿podrían calmarse ustedes dos? –dijo Yusuf con una expresión cansada como la que ponen los maestros cuando tienen que lidiar con un alumno que se mete en problemas una y otra y otra vez –Jazmín, tu eres nuestro oficial al mando, compórtate como tal –dijo Yusif a lo que ella respondió bajando la mirada, realmente ella había aprendido a respetarlo, no solo por su habilidad en el manejo del catafracto, sino también por su actitud como persona–¡y tu hermano! –continuó Yusuf poniendo la mirada en su hermano de cabello hirsuto y barba mal afeitada – si con la mirada de jazmín pierdes la concentración, ¿Cómo esperas mantenerla en combate? ¿Qué arias si alguno de nuestros compañeros muriera? ¿Qué harías si yo muriera? ¿Perderías la unión con el sistema y tu catafracto se detendría automáticamente? ¡No necesitamos soldados que se vuelvan un blanco fácil por su temperamento! –las palabras de Yusuf entraron profundo en la conciencia de Serjez quien también agachó la cabeza. Todos los demás se echaron a reír avanzando hacia el bar –deberías se tu nuestro comandante Yusuf, eres un gran soldado y muy sabio –dijo uno de los soldados que habían logrado comenzar a dominar el sistema de contacto –el mando no me interesa Rostam, si vamos a combatir como grupo mejor debemos aprender a llevarnos bien, eso es todo –dicho esto Yusuf dio media vuelta. Jazmín bajó más la mirada, desde hacía muchos años había buscado ser la mejor soldado con la esperanza de que los demás guerreros la siguieran, sin embargo su actitud había alejado a los demás que por naturaleza ya eran hostiles con ella. Eso la había hecho pensar que los guerreros tendían a seguir a tipos arrogantes y pendencieros como Serjez, sin embargo Yusuf era completamente diferente, todos parecían seguirlo por devoción y no por miedo, esa era la cualidad que ella siempre había añorado y siempre había logrado eludirla. Cuando Jazmín levantó nuevamente la mirada se encontró con el de Yusuf que tenía las mejillas rojas de la vergüenza –Siento haberla irrespetado – dijo el, al analizar que su actitud había sido insubordinada con un oficial superior –tienes razón, no voy a castigar a nadie por señalar algo que es importante –contestó ella tratando de ignorarlo. Serjez se acercó desde el flanco a su hermano y con unos codazos suaves le sonrió de forma maliciosa –¡Eso! ¡Fuerte, bien macho hermanito! Pero no la embarre ahora que a ellas les gustan los tipos duros, no se me ablande–dijo Serjez, la mirada de su hermano hizo poner serio a Yusuf –¡tu! – Serjez rompió en carcajadas sin dejar hablar a su hermano –ya te dije que a ellas les gustan los que les hablan duro hermanito, ¡agradéceme con una bien fría luego! –dicho esto Serjez ingresó al bar. Yusuf se quedó afuera mientras que los demás oficiales ingresaban saludándolo, mientras que el para sus adentros simplemente refunfuñaba –soy patético. Agnes se encontraba sola, la pesadilla la había afectado lo suficiente como para dejarla temblando, no había temblado así desde que se había escondido en la soledad, así había permanecido los últimos 5 años de su vida desde aquel accidente. Se encontraba sentada al lado de una pequeña cabaña bajo los primeros pliegues de la gran cordillera de Afraz, las montañas más altas del mundo, todas cubiertas de nieve blanca como la plata. A Agnes le gustaba verlas por horas y horas, era lo único que la hacía olvidar las terribles pesadillas que se habían hecho más vividas y frecuentes después de aquel accidente. La casa se encontraba al borde de la montaña por lo que dominaba el valle y desde allí podía verse un poblado relativamente pequeño. En medio de la cabaña y la ciudad discurría un viejo camino de herradura hacia las montañas que no llevaba a nada, años atrás antes de la gran invasión, personas ricas de la republica de Aglemeres para llegar a las montañas más altas de Afraz. Agnes se encontraba absorta en su ensoñación cuando escuchó los gritos de un viajero –Agnes, Agnes –gritaba una muchacha de unos 14 años, ella se encontraba junto a un grupo de viajeros nómadas que visitaban el lugar cada mes. La muchacha gritaba el nombre de Agnes mientras salía corriendo y escalando las pequeñas colinas que mantenían la cabaña de Agnes en lo alto. La niña llegó jadeando pero con un rostro de alegría –Agnes ¡resultó! ¡Todo lo que me dijiste! –dijo ella sonrojada y exaltada por poder ver la persona que se había transformado en su más grande ídolo. Agnes le sonrió con una expresión melancólica –mi princesa Mandi, ¡qué puedo hacer yo por ti? Un hombre de mediana edad con cabello cano y una gran barba entonces apareció por el sendero de entrada a la cabaña –estoy seguro de que ya debes haberlo visto, después de todo eres una enviada de Ninlil, mi hija Mandana te admira demasiado –el hombre fue seguido inmediatamente por una tropa de hombres que vestían como cazadores y pastores, todos llevaban suntuosas pieles, verduras y carnes desecadas, otros llevaban herramientas y comenzaron a ver como se encontraba la cabaña –la visión que tuviste para mi hija me ha traído grandes dividendos, esto es solo una fracción de lo que te pagaré una vez haga unos cuantos tratos en Paza. Al escuchar esas palabras Agnes entró en un estado de shock completamente paralizada –¡el futuro de Mandana! –susurraba Agnes al mismo tiempo que su rostro palidecía, por un instante había olvidado su pesadilla la cual regresaba con toda su intensidad.
Capítulo 4. Cazadores de dragones Al este, el lejano este existió una vez un reino noble guiado por los sacerdotes de Kurd, entre las personas bendecidas por la diosa dragón celeste de vez en cuando nacían hombres y mujeres con poderes divinos que viajaban a todas las partes del mundo matando a los dragones hijos de la diosa Sud que habían desobedecido el gran pacto –la voz que narraba aquella historia era gruesa y algo ronca, pues se trataba de un hombre entrado ya en años, portaba un uniforme militar de bajo rango, una camisa de color verde oliva con las mangas recogidas con lo que podía verse sus aun bien formados y gruesos brazos, el los antebrazos de la camisa podía verse una insignia con dos cuñas hacia arriba que denotaba su rango y posición social, era un sargento –sin embargo el gran rey de Azadan sintió envidia por la relación de los sacerdotes de Kurd con la gran diosa dragón Sud y los cazó a todos, sin que los cazadores de dragones pudieran hacer nada para evitarlo. ¡Abuelito, no tendiendo! –dijo una pequeña niña de cabello purpúreo oscuro y ojos de un color azul oscuro como un zafiro -¿Por qué los cazadores de dragones no pudieron hacer nada si eran tan fuertes? –el anciano sonrió y respondió –mmm es difícil de explicar mi niña, a veces es más fácil enfrentar un solo problema grande al cual puedes enfocarte, pero cuando tratas con miles de ellos al tiempo, aun cuando acabes con muchos no puedes detener el desastre. La niña se detuvo a pensar un rato –¿los cazadores de dragones son personas buenas? –a lo que respondió el abuelo cerrando el libro de cuentos –deben serlo, mi padre conoció al último cazador de dragones que viajó hasta nuestro reino, y salvó su vida junto con la de toda nuestra aldea sacrificando su propia vida. Se decía que el dragón que mató con su espada sagrada era tan grande como un autobús y que ningún arma o bala podía atravesar su coraza –dicho esto, el anciano sacó un colgante de su cuello, este tenía una placa de oro con un símbolo hereditario que determinaba la pertenencia a algún clan en específico, parecía una llama –esto se lo entregó el cazador a mi padre, dijo que le traería suerte, ¡y así fue! Mi padre regresó vivo, ahora quiero que tú lo tengas. La niña abrió sus ojos como platos avasallada por el brillo del metal –pero abuelito, ¿no lo necesitarás tú? –dijo la niña mientras el viejo se levantaba poniéndose el gorro militar, se notaba que aún no estaba acostumbrado al nuevo uniforme –no te preocupes, los señores de las estrellas están de nuestra parte ahora –y dicho esto el anciano se retiró. Una chica de cabello purpúreo hasta el cuello, vestida con un traje típico de seda muy fina se encontraba sentada en una torre que servía de mirador para la gran ciudad de Medes, unos 10 años no era más que las ruinas de una penosa guerra contra las naciones aliadas del mundo de Aeres, pero con la ayuda de “los señores del cielo” ahora era la metrópolis más avanzada del mundo, amplias calles con autopistas de automóviles movidos por electricidad, trenes que levitaban sobre unos rieles de metal que conectaban la ciudad con el resto del pais a velocidades vertiginosas, incluso la moda y las costumbres comenzaban a cambiar a medida que más y más técnicos de la “gente de las estrellas” bajaban del cielo. Sin embargo ella solo estaba concentrada en dos cosas, la primera era el colgante de oro con la insignia tribal de Kurd que le había entregado su abuelo poco menos de una década atrás, y la segunda era el gran cuartel militar que estaba siendo construido en el centro de la ciudad, el cual serviría como palacio del Ardasjir (rey) de Medes y su corte. Hacía unos cuantos meses que había logrado ser admitida como suboficial, pero gracias a una prueba médica se le había dado la oportunidad de realizar el curso de oficiales y al parecer estaba ahora bajo una unidad muy especial de la que no sabía mucho. En uno de los pasillos de ese gran palacio unos hombres avanzan por un pasillo blanco iluminado por una luz clara, aunque ambos se encuentran ataviados con uniformes miliares las insignias los diferencian. El más viejo porta una chaqueta de manga larga que baja hasta el muslo apretada en la cintura por un cinturón negro muy duro. Los pantalones holgados son apretados por largas botas que llegan hasta la rodilla. La chaqueta es de un color gris con líneas blancas y en el cuello y los hombros se encuentran las insignias de dos soles y un blasón –Ha llegado la hora de realizar las pruebas de la nueva armadura de combate, Coronel Smith, espero progresos –dijo el hombre de la chaqueta gris mientras sostenía su gorro bajo la axila, mientras que con la otra mano sostenía una tabla digital con la cual se encontraba revisando algunos documentos. El otro hombre poseía un uniforme semejante, pero las insignias del cuello y los hombros eran de un púnico sol y un blasón –las grandes potencias de este planeta han sido neutralizadas de forma efectiva y las minas de apeirita mas importantes ya se encuentran bajo nuestro domino excepto las del bloque de cordilleras al occidente de nuestra posición, según los técnicos la pureza del mineral de esas montañas puede llegar a ser 100 veces más alta que las que se obtienen de las minas de Mercurio, cuento con usted para obtener esos recursos. Smith ingresó en una habitación amplia llena de técnicos, algunos se caracterizaban por un cabello purpureo oscuro, mientras que unos pocos tenían tonos de cabello castaños claros y oscuros. El hombre más viejo tenía muchas canas en lo que parecía haber sido una cabellera rubia, un bigote amplio ocultaba su rostro. Coronel Smith, los resultados preliminares de los cinco sujetos de prueba ya están terminados –dijo el técnico –estamos esperando luz verde para las primeras pruebas de campo –Smith tomó una tableta digital que contenía la información de los sujetos de prueba. ¿Cuál es el sujeto más estable doctor Brown? –preguntó Smith revisando las biografías de los cinco aspirantes. El doctor Brown respondió de forma firme –la teniente de segunda clase Pantea Arteshbod, aunque no pertenece a ninguna de las familias de aristócratas locales, su cuerpo ha demostrado tener una adaptación insuperable al sistema, adicionalmente su nivel basal de apeirita en sangre es más alto que en los demás individuos, aunque psicológicamente aun no es demasiado estable. No recomendaría operaciones de exterminio como las que acostumbran nuestros escuadrones. Smith observó las estadísticas de la muchacha con apenas 18 años, a pesar de todas las contraindicaciones éticas era la púnica de los cinco seleccionados capaz de afrontar la misión requerida. Eso ya no será necesario –respondió Smith –los escuadrones de exterminio ya han hecho el 90% del trabajo en asegurar las posiciones principales, por el momento solo me interesa probar el sistema. La misión será catalogada como de exploración y recolección de muestras geológicas. Enviaremos al capitán Granden y a un escuadrón de androides a asegurar la posición más efectiva para una colonia de extracción en el caso de que los análisis sean positivos. ¿Y cómo justificaremos eso? –respondió el doctor Brown mirando de soslayo, pero el coronel Smith respondió con una mirada suspicaz –¡inventen algo! Igual lo que espero son resultados. Brown suspiró con algo de exasperación pero aceptó la misión, luego dirigiéndose a todos los técnicos gritó –luz verde para el proyecto Dragon Slayer fase D, ¡convoquen al primer sujeto de pruebas para la estabilización final! Tenemos menos de tres días, ¡a trabajar!
¡Espera! Acabo de darme cuenta que estas continuando una con "Nuestro Futuro" y yo no lo sabía, que malo T.T ¿por qué no me avisaste? Ahora tengo mucho que leer, bueno ya se que leer cuando espere el camión :D Me encantaría saber como es que continua, ¿y es una continuación, o un estilo saga? Bueno creo que eso lo veré cuando siga leyendo. Me ha gustado lo primero, excelente comienzo para atrapar al lector (por lo menos a mí me funciono). El prólogo también me pareció intrigante, ¿quien era ella, quien es él? Seguiré la lectura, lo único que no me agrada es que coloques los diálogos de los personajes junto con la narración, como que me da un poco de pesar. Si la historia estuviera en Ingles fuera otra cosa, pero no lo esta. Además si alguien se pasara y viera y notara que no hay diálogos, los usuarios pensarían que solo esta narrado y no le darían oportunidad *bueno, eso pienso yo*. Y también que abres dialogo sin un guión. He notado falta en algunos acentos, pero también algunos dedazos. Me gustaría que le dieras importancia a estos detalles, pues aunque no lo pareciera, además de dar estética a la historia, llama más atención al lector.
Capítulo 5. El cetro del águila dorada Un águila de oro vuela por un cielo oscuro salpicado de estrellas rodeado de criaturas inverosímiles que intentan devorarlo, pero es demasiado brillante para que las criaturas inferiores, sus plumas brillan como soles y sus ojos como diamantes, mientras que sus garras más negras que la oscuridad despiertan envidia y desesperación. Jazmín despertó de un extraño sueño, el cual se hacía cada vez más y más común. Se sentía extraña, como embotada, como si una extraña voz intentara rezumbar en su cabeza pero sin poder escucharla. Yusuf se encontraba reunido con sus dos mejores amigos, Nur y Rostam así como con su hermano Serjez tratando de buscar consejo. No puedo aguantar más lo que siento por ella, temo por ella ya que no debería estar aquí –dijo Yusuf mientras sostenía una pequeña jema de un extraño color verde brillante muy rara y costosa, aun para un rey. Esa mujer está loca –contestó Rostam –Lo dices porque te pateo el trasero en tres ocasiones, cada una más humillante que la anterior –contestó Nur recostado contra la pared, su barba incipiente hacia que su rostro tuviera una extraña forma de cono y sus ojos negros muy pequeños permitían adivinar una aguda inteligencia –esa chica tiene más huevos que nosotros cuatro juntos. Aunque Serjez lo miró con cara de pocos amigos Nur le mantuvo la mirada. Creo que ya tenemos a otro admirador, ¿Qué le ven a una mujer seca? ¡Jamás podrá tener hijos! –repuso Serjez, Nur se anticipó ante la reacción de Yusuf sosteniéndolo por el hombro para evitar que este se levantara e hiciera un acto de violencia contra su hermano –La admiro como soldado, ¡nada más!, especialmente al ser mejor soldado que tu pelirojo –dijo Nur. Rostam intervino en el ambiente tenso –ya, calmados, calmados muchachos –dijo Rostam –Yusuf puede tener las mujeres que desee, si quiere una que no le dará hijos no es nuestro problema, nuestro asunto como amigos es que sea feliz, y tu como hermano deberías apoyarlo. Serjez notó que la atención de su hermano se posó en el cielo –¿qué sucede? –preguntó Serjez intrigado. Yusuf se levantó diciendo –¡un augurio!, ¿Qué puede ser más auspicioso que un águila dorada posada en la torre más alta? –todos voltearon a ver la torre del vigía, aunque no era muy alta ya que la zona era relativamente un secreto, la mayor parte de la base se encontraba bajo tierra, la torre del vigía era poco más que un poste de unos tres metros de alto, y no vieron nada. Cuando Yusuf estuvo a lo lejos Nur se quedó pensativo, la calma era muy extraña. –¿Qué te sucede? –preguntó Serjez, a lo que Nur respondió –Se siente algo extraño, una atmósfera pesada, no hay ningún ruido, las aves no cantan –Rostam rompió en carcajadas y con unas palmadas en la espalda de Nur afirmó con un tono algo displicente –¿te preocupas por los pajaritos?– y luego siguió con carcajadas aún más ruidosas. Nur se quedó observando el cielo tratando de posas sus agudos ojos en algo que aún no conocía –así fue el día que mi madre murió. Yusuf se encontró con Jazmín, ella estaba más hermosa que nunca aunque su rostro estaba algo pálido. Su expresión por el contrario era rara, se encontraba de pie mirando fijamente una ventana espejada si mover una sola pestaña. ¡Hola! –dijo Yusuf con gran alegría –me gustaría hablar con tigo de algo importante –sin embargo ella no le ponía atención, Jazmín se encontraba absorta, luego giró su rostro como si se tratara de una máquina y dijo –ya están aquí –inmediatamente empezó a sonar la alarma de la base. –Atención –comenzó a decir el sargento Esdaladin por los parlantes de la base –atención todo el personal, la base ha sido descubierta, el enemigo estará en posición de combate en 20 minutos aproximadamente, todos a sus posiciones de combate, los pilotos a los hangares excepto por la oficial Jazmín Asgerev que es solicitada en el bunker. Jazmín levantó el cuello, que a pesar de ser delgado y suave tenía las venas hinchadas de la ira, la cual no se transmitía a su rostro. Jazmín comenzó a caminar a los hangares de carga –¿adónde vaz? –repuso Yusuf sosteniéndola por el antebrazo de forma algo violenta, su pulso estaba acelerado debido a la preocupación, Jazmín le retornó con un gesto de cólera su mirada almacenaba una enorme cantidad de violencia, aun cuando resto de su rostro permanecía imperturbable. –Te han dado una orden directa –continuó Yusuf con la voz temblorosa, pero ella se lo quitó de un movimiento rápido –han venido antes de tiempo –dijo ella con una voz ronca –han venido antes de que estuviéramos preparados, saldremos a morir, y los demás morirán sin poder hacer nada –luego ella dio media vuelta –moriré peleando ¿¡tú que harás!? –dicho esto ella salió corriendo. Jazmín no podía quitarse de la cabeza aquella mujer de piel clara y cabellos de oro, era como una diosa y al mismo tiempo más humana de lo que ella misma había sido por mucho tiempo. ¿Quién eres tú? –fue lo que Jazmín le preguntó a esta extraña ensoñación que aparecía frente a ella en lugar de su reflejo en la ventana, como si se tratara de un hechizo o de una pantalla de comunicación. La muchacha sonrió y se limitó a decir –obedece a tu corazón. Justo después de que Jazmín intentó hacerle otra vez la pregunta Yusuf había intervenido rompiendo aquella situación, cuando volvió a percatarse del vidrio espejado su propio reflejo había regresado. Ahora los dos se encontraban encendiendo sus máquinas respectivas –Sardar Asgerev, no recibió órdenes de despegue –dijo una voz por la radio, se trataba de Sdaladin, su sonido era defectuoso porque no hacia parte del chasis original ni de los controles primarios de la cabina, pero a pesar de eso se notaba bastante preocupado –por si no lo han notado, nos han atacado directamente, ¡saben nuestro secreto! –respondió ella. –Operador, ¡las sutilezas ya han quedado en un segundo plano!, aun cuando ella se encuentre en el bunker nada puede parar las espadas de luz de los gigantes del espacio –repuso Yusuf interviniendo en la conversación por radio. Las dos máquinas encendieron sus cámaras principales que brillaron como estrellas incandescentes, cada uno comenzó a revisar manualmente las funciones de brazos y piernas –aun me cuesta realizar un movimiento fluido –dijo Yusuf mientras hacía caminar su unidad, a lo que Jazmín respondió con poco entusiasmo –no hemos venido a realizar un baile. Ambos trataban de darse confianza, pero la verdad era que la presión sobre sus mentes aún era muy pesada cuando comenzaban los sistemas, y los instrumentos de control eran demasiado complejos, aun así no había más opción que usar lo que tenían a la mano. Entonces las máquinas comenzaron a caminar, los ingenieros militares de Azadan habían logrado replicar la tecnología de los invasores del espacio, creando su propio titán de combate. El marco de la máquina era el mismo que el de los invasores, pero las láminas de la armadura y los sensores externos debieron ser reemplazados con tecnología local, lo cual lo hacía algo pesado, el mayor problema era el sistema de armas, no tenían ninguna. Cuando Jazmín salió del hangar la imagen que vio era pavorosa, todo estaba en llamas y el titán invasor ya había eliminado a dos AZDN, uno se encontraba en el suelo, el torso que protegía la cabina del piloto estaba hendido por un orificio cilíndrico, y los labios del impacto se encontraban al rojo, mientras que la otra unidad yacía en el suelo partida a la mitad. Su cámara principal había sido cortada de un tajo y ahora se encontraba en la mano del titán invasor y detrás de él habían incontables explosiones, junto a varias ráfagas de ametralladora que intentaban perforar su blindaje superior. Cuando Yusuf observó los códigos de las unidades en los brazos desperdigados sus ojos se abrieron como platos, ¡Rostam y Nur estaban muertos! El mayor problema con los AZDN eran las armas, a pesar de haber recuperado los generadores y la tecnología de control, las armas no habían sido replicadas. Cuando se realizaron las pruebas con el blindaje creado con los materiales de Aeres se obtuvieron resultados similares, cuando la maquinaria se encendía, el metal se endurecía lo suficiente como para prevenir daños con la mayoría de los ataques, era evidente que las armas de los invasores eran capaces de perforar sus propias defensas. Justo cuando Jazmín iba lanzar el ataque, su máquina se apagó –¡muévete!, ¡muévete!, ¡muéveteeeeeee! –gritaba ella estrujando los controles, presionando los botones pero no pasaba nada –nadie tenía pensado en dejarla pelear su alteza real –dijo Yusuf por la radio interponiéndose entre la unidad enemiga que ya los había divisado y ella –no lo digas –contestó ella mientras bajaba su rostro. Atención a todos los Sardar, en la unidad 02 se encuentra la princesa real Jazmín bint Snahadin bou Juwa primera princesa de Azadan, nuestra misión es proteger su unidad a toda costa pues el sistema de eyección de su cabina ha fallado –dijo Yusuf. –¡Eres un idiota! –contesto Sdaladin iracundo, pero Yusuf cortó la comunicación con él. Yusuf atacó encendiendo su máquina a toda potencia –¿desde cuándo lo supieron? –preguntó Jazmín mientras se encerraba en su silla en una posición fetal. La máquina de Yusuf arremetió contra el invasor quien comenzó a disparar con un rifle de proyectiles físicos –desde siempre –contestó Yusuf por la radio, a pesar de que la intermitencia cortaba algunas partes de su mensaje ella podía entenderlo perfectamente. Los proyectiles generaron una tremenda presión sobre las placas de acero, pero la aún desconocida barrera generada por el motor de estas máquinas le permitió desviar todos los proyectiles golpeando al enemigo en el torso y derribándolo. Entonces otra unidad enemiga apareció a lo lejos, era algo más grande y aparatosa pues parecía tener cajas en los hombos, la espalda las rodillas y los codos. –¿Dejaron que yo los venciera en las practicas? –preguntó ella mientras que la nueva unidad enemiga abría sus cajas disparando una lluvia de micromisiles que impactaron rápidamente sobre Yusuf y todas las instalaciones. Las bombas eran incendiarias y el fuego que liberaban no podía ser apagado con nada –solo yo sabía quién era usted su alteza –contestó Yusuf mientras su máquina había sobrevivido gracias aquella barrera metafísica, pero las placas del blindaje de su hombro derecho se encontraba al rojo vivo y retorcidas, al mismo tiempo las uniones de las articulaciones no parecían moverse adecuadamente –nos derrotaste a todos en franca lid, pero aun así una princesa no debe estar en un campo de batalla, al menos esa es mi opinión, pero cdreo que he fallado en la misión que me encomendó su padre, espero que pueda salir de esto su alteza y recuerde que siempre la he amado. El primer enemigo se levantó, a pesar de que también había recibido en el bombardeo de micromisiles su unidad no presentaba ningún daño, adicionalmente arrojó su rifle y en su lugar tomó un cilindro relativamente pequeño de su falda de placas a la altura de la cintura derecha. De un momento a toro el cilindro proyectó un haz de luz que se concentró en forma de una cuchilla ardiente de luz. De este modo Jazmín solo pudo observar como Yusuf era asesinado limpiamente por el enemigo, con un solo movimiento de aquella espada de luz la cabina fue atravesada hasta que la espada apareció en la espalda del AZD-03, entonces lo vio. En el hombro derecho había una especie de insignia, ella no podía reconocer los símbolos inscritos, pero si el dibujo de un ave, era un buitre. Cuando su máquina se reactivó solo ella quedaba, el enemigo lanzó un ataque pero ella lo evadió y al mismo tiempo con un golpe a las rodillas lo desequilibró lo suficiente como para que este fallara el golpe de regreso. Sin duda Jazmín era la más habilidosa de todos los pilotos, a pesar de que su mente estaba procesando los rostros de sus compañeros muertos su cuerpo operaban automáticamente alimentado por la información de las pantallas. Pero la diferencia tecnológica era muy grande, y aun cuando su habilidad fuera alta ante aquella espada de luz Jazmín se sentía completamente indefensa. Entonces de la nada una luz emergió en el campo de batalla, una luz dorada, luego un susurro invadió su mente –¿deseas la victoria? – dijo la voz con un tono dulce, a lo que Jazmin respondió de forma amarga –deseo la venganza – entonces la voz dulce respondió –entonces entrégale esta arma a un guerrero que viene de las estrellas y que vive en la montaña más alta del mundo. Dicho esto, una luz la envolvió desapareciendo del campo de batalla. Lo único que pudo ver Jazmín fue que todo se puso blanco a su alrededor, mientras que la chica de cabellos dorados se posaba frente a ella sosteniendo un cetro cuya punta tenía la forma de un águila de oro.
XD ni que lo digas... estoy pensando en cambiármelo de nuevo (?) Ah... ya extrañaba los épicos nombres largos, jijiji. Estoy leyendo de a poquito a poquito; cuando se me da la oportunidad, por ahora llevo el 1, 2 y 3. Así que comentaré sobre estos. ¿Que puedo pensar de Jazmin? (nota: me fascina ese nombre, me ha caído bine por eso-?) Cuando apareció por primera vez, ah, me pareció genial que una mujer estuviera allí y la manera en que la adentraste fue genial. Después que continué leyendo, ella me pareció muy fría, extremadamente serie que hasta yo misma le tuve miedo :) Me la imaginaba como una muñeca sin expresión, es más, me la imagino así. Por ello, me intriga saber su pasado, saber más de ella para así darme una idea del por qué de su actitud, de su manera de ser. Pero pienso que Yusuf hará que ella cambie un poquito(tal vez solo un poquito :D pero algo) y por cierto, este personaje ya me agrado, su manera de ser y como se comporta con ella, claro, a contrario de su hermano, que es irritante, ¿cómo lo aguanta? Ahora, me huele a que una catástrofe muy grande se avecina, ¿que va a pasar con Mandana? Buenas explicaciones, me gusta como escribes, pero te comes palabras y algunos acentos, como por ejemplo note un par de *él(s) pronombres* que no tenían acento. Y a veces me confundo con algunas oraciones que no las entiendo ya sea porque tienen palabras de más o porque esta todo junto. Bueno tal vez sea porque suelo leer en el celular y me aparece de esa forma. Creo que dejo aquí el comentario(testamento u.u Es que quiero comentar casi todo, pero mejor no), estuvo largo. Espero no molestar con esto y también espero alcanzarte para ir comentando de capítulo en capítulo. Bueno, creo que eso es todo de mi parte, nos vemos :D
Capítulo 6. Los señores de las montañas El padre de Mandana mandó inmediatamente a sus hombres sostener a Agnes y traerle una silla, mientras que ella comenzaba a susurrar –¡yo lo vi! Vi al guerrero vestido con pieles de bestias de las montañas más altas del mundo portando una espada mediana de hoja ancha y una empuñadura en forma de I, la cuchilla parece vieja y oxidada pero corta a través del metal como un cuchillo caliente en mantequilla, veo a tus hombres moribundos en el piso a los pies del guerrero, no hay proyectil que lo alcance o espada que lo rose ¡y su rostro se encuentra fijo en Mandana!, pero no puedo ver su rostro claramente –Dicho esto, Agnes perdió la conciencia, su rostro lleno de lágrimas solo manifestaba su preocupación por la joven muchacha, mientras su padre se encontraba pálido al igual que la niña. –¡Mi señor Gazsi!, deberíamos matar a esta bruja ahora que trae presagios nefastos –dijo uno de los hombres de Gazsi, un hombre delgado, de nariz aguileña y vos chillona. Su ojo derecho había desaparecido al intentar agarrar con demasiada imprudencia un águila blanca de las altas montañas del norte que había capturado Gazsi para la venta. Gazsi observó a Agnes con reocupación sin escuchar realmente las palabras de su subordinado, pero fue Mandana la que lo trajo a la realidad. –Eres un cobarde tuerto tonto –dijo Mandana lanzándole un gancho derecho justo a sus riñones, la niña podía ser joven pero era fuerte como su padre, por lo que el sirviente se inclinó con dolor –papa, ¡deberías arrancarle el otro ojo a este malvado! ¿no estarás considerando matar a la señorita Agnes ¿verdad? –Encargaos de las labores de os pedí Arash, Bahar y Farzin este lugar debe quedar habitable en tres horas, las provisiones para el invierno almacenadas y las nuevas pieles para la señorita Agnes en sus respectivos baúles –dijo Gazsi mientras se retiraba de la cabaña con el pensamiento embotado. Bahar le pegó un puñetazo en la corona de la cabeza a Arash por haber propuesto una acción tan baja –¿acaso te crees que somos como los Momo? Nuestro jefe es un gran hombre, uno honorable como nunca lo serás tú, ahora ve y dile a tus holgazanes que se aceleren con la reparación del tejado, que mi mujer me ha dicho que este invierno será largo y frio. Arash se arrodilló pero solo resopló con impotencia, Bahar era un hombre más fuerte y alto –Bahar ¿Cuál mujer? Tienes novias en todos los caseríos y puebluchos de aquí ¡hasta Keifa! –refunfuñó Arash levantándose, a lo que Bahar respondió llevándose las manos al frente con una apariencia de estar contando –mmm, déjame ver creo que ella, si, la del rio de Damaband, la de la desembocadura del alto Mardín –luego estuvo pensando por unos instantes –creo que el 80% de mis esposas y suegras me lo han repetido en los últimos dos meses jajaja. En eso ingresó Farzín, quien había salido inmediatamente por sus hombres para cumplir las órdenes de su señor –ustedes dos, dejen de estar hablando basura y comiencen a cumplir sus deberes – los dos tragaron saliva, sabían que Farzín era la mano derecha de Gazsi, pero a diferencia de él, Farzín se aseguraba siempre de dar las órdenes solo una vez. Farzín era un hombre viejo, de barba espesa, blanca y una profunda calva que trataba de ocultar con ostentosos sobreros de piel de castor y otras alimañas peludas de las montañas de Afraz. Mandana estaba ensimismada cuando subió a los lomos de su rinoceronte lanudo blanco, una criatura masiva y ancha, sobre sus jorobas los comerciantes de las cordilleras de Afraz construían cabinas de piel que los protegían del frio y el agua, eran bastante espaciosas y dejaban espacio para el equipaje atado en correajes de forma imaginativa a los costados y espalda del animal, cada criatura podía levantar casi 250-900 kilogramos de mercancía y caminar por días como si nada. Gazsi estaba a punto de subirse a su rinoceronte cuando Agnes emergió de la cabaña vestida con un manto de piel nuevo que le había entregado Gazsi ese mismo día, con botas y un sombrero. –Mi señora, ¿no se encuentra usted mal? –dijo Gazsi respetuosamente –temo por su salud y seguridad –sin embargo Agnes se negó con la cabeza –debo hablar con la señora Jaleh en Paza, si no lo hago la visión que tuve no será clara y en consecuencia ¡no podremos prevenirla! Gazsi se cruzó de hombres pensativo –sus visiones me han hecho el líder de los clanes más rico del sur de las cordilleras de Afraz –dijo Gazsi mas para sí mismo que para cualquiera que estuviera a su alrededor, después de todo él era el jefe –de acuerdo, pero debe viajar aquí con mu hija y yo, no me confío de esos zarrapastrosos y malolientes, la miran a usted con deseos pecaminosos. Agnes rompió en carcajadas, su rostro generalmente era serio, como si estuviera ausente de las conversaciones, pero era una mujer muy bella y Gazsi había aprendido a apreciarla. El Viaje a Paza no era muy largo, solo bastaba atravesar el valle entre las montañas de Kush y Damaband, pero aun así tomaría el resto de la tarde. El pueblo de Paza era relativamente grande, aunque no era muy avanzado, de hecho contrastaba mucho con las ciudades del sur que se habían industrializado recientemente. Las casas de Paza eran todas de madera y piel, con fogatas encendidas en todas partes. Las calles en su mayoría no estaban empedradas, ni tampoco había desagüe, así que el lugar tenía un característico olor a humano que los nobles y mercaderes de Azadan habían aprendido a despreciar, pero igual enviaban subordinados para comprar pieles raras y minerales preciosos. En Paza había cuatro edificaciones en piedra que poseían rutas de acceso empedradas y con algo parecido a un desagüe, por lo que los olores no eran tan penetrantes. El primero era el mercado, donde los comerciantes ingresaban, se encontraba en el centro de la ciudad y era enorme, a su alrededor habían muchos establos y varias posadas. En una esquina se encontraba la gran taberna donde los hombres iban a hacer negocios o a divertirse con las mujeres locales. El castro donde se encontraba la guardia sagrada y las instalaciones del líder militar que fungía como alcalde local. Y más allá, casi en las faldas de la montaña de Kush se encontraba en gran templo. La entrada a Paza estaba vigilada por soldados y solo podían pasar los líderes de cada caravana con un pequeño contingente de rinocerontes y guardias, portando solo muestras de mercancías, el resto se debían acomodar a las afueras de la empalizada a la espera de las negociaciones, que podían extenderse por días. Las fogatas de las caravanas hacían que en las noches Paza pareciera ser una ciudad cinco o diez veces más grande de lo que era en realidad. Llegaron a las puertas de Paza casi al anochecer, pero ni Agnes, Mandana o Gazsi sintieron las horas, pues se la pasaron hablando de muchas cosas cotidianas. Cuando Agnes se encontró bajo el dintel de las puertas se encogió de hombros y sus ojos se abrieron como platos –estuvo aquí –dijo en un susurro a Mandana quien la abrazó preocupada. Gazsi era un hombre de mente rápida, así que inmediatamente le preguntó al guardia si había visto a un hombre peculiar vestido con pieles de las montañas más altas Afraz. –Hoy han entrado muchas personas raras –respondió el guardia rascándose la cabeza –pero creo que vi al sujeto del que habla, y créame, era el menos raro, era muy amable aunque tenía un acento bien gracioso, creo que iban hacia la taberna, lo acompañaba una mujer muy hermosa por cierto –luego mientras Gazsi miraba hacia el interior de Pazsa el guardia añadió –viajaban con Babak, creo que el sujeto del que usted habla es su nuevo guardaespaldas porque tenía una espada rara y su empuñadura tenía forma de I, el señor Babak lucía muy animado por la destrucción de los Momo, dicen que no quedó uno vivo. –¿Los momo fueron destruidos? –preguntó Gazsi –eso facilitará la vida de muchos en las montañas, pero es algo extraño sin duda, los Momo eran los guerreros más fuertes que he conocido. –En efecto, pero en la taberna saben más de eso que yo –continuó el guardia, esta vez rascándose el trasero –los que si eran raros eran unos hombres vestidos de negro, pagaron en metálico la entrada, pero me traen mala espina. Dicho esto Gazsi ingresó a la aldea de Paza, preocupado por tantos hechos peculiares que ocurrían de improviso.
Capítulo 7. La piel de los dragones Nota: Traje de Batalla = mobile suit El profesor Joshua Brown cerró los ojos por un momento recordando la primera vez que había visto un dragón del espacio de cerca, se trataba de una cacería para atrapar y matar a un dragón de tamaño pequeño de un mundo cálido. La criatura emergió del magma ardiente envuelta en un fulgor metálico, entonces lo vio, unas placas metálicas y uniones musculares que parecían cerámicos hechos por el hombre que los materiales de un ser vivo. La criatura podía alternar en una forma de desplazamiento con una propulsión basada en el poder del Apeiron, y otra forma semejante más a un lagarto mecánico capaz de despedazar los Trajes de Batalla, los gigantes de metal con sus espadas de plasma y sus rifles de asalto. –Teniente de segunda clase Pantea Artesbod, en base a las pruebas realizadas usted ha sido seleccionada para la última etapa del proyecto Ranger –decía el doctor Brown mientras se encontraba en una cabina a la joven Pantea. Ella se encontraba en un espacio muy amplio, vestida con un traje ajustado lleno de electrodos y sensores, por lo que su esbelta pero atlética figura quedaba a la vista de cualquiera. Tal imagen podría ser un insulto a los ojos de cualquier persona, menos para los hombres venidos del cielo, quienes no parecían compartir las mismos pudores sexuales que las personas de Medes, para Pantea por otra parte, al unirse al ejército se había convertido en una paria para su familia por lo que cosas como la vergüenza no la preocupaban realmente. Durante una semana completa su cuerpo había permanecido sumergido en un líquido extraño, y ahora se le había entregado una extraña medalla dorada con una insignia tribal, era el símbolo de los jinetes de Medes de la tribu del norte, un narval. –Déjame repasar lo que ha sucedido soldado Artesbod –continuó el doctor Brown –estoy seguro que en este mundo debes haber escuchado de proezas sobre humanas o de sabios con poderes mágicos que desafían la realidad. Pantea observaba el medallón, pero asentía con la cabeza a las indicaciones del doctor Brown, aunque ella ya conocía todos los detalles del proyecto el protocolo establecía que el líder de la investigación debía repasar todas las decisiones con el sujeto de prueba en todo momento, el consentimiento voluntario era una necesidad fundamental del proyecto. –Ese poder es llamado por nosotros Apeiron, y algunas personas elegidas nacen con él, si se entrenan adecuadamente pueden realizar grandes proezas –dijo Brown –el proyecto Ranger está pensado para darles a personas normales como tú los poderes del Apeiron a un nivel que incluso los operadores naturales no podrían realizar jamás. ¡Ahora demuéstranos tu fortaleza! Pantea levantó el medallón, el cual empezó a reaccionar con sus ojos. –Los niveles de Apeirita en sangre parecen activarse –respondió uno de los operadores. –Chequeo de poder, listo, pulso cardíaco, listo, ondas cerebrales en sincronía –dijo otro de los operadores. –Soldado Artesbod, aquí la operadora Axara Nurí, de aquí en adelante seré su operadora durante las operaciones –dijo Axara por los altavoces –puede proceder con el comando de activación, inserte primero un comando de voz de su elección para almacenarlo como contraseña y luego vuelva a mencionarlo, se recomienda que sea un conjunto de palabras que no tienda a repetir en conversaciones comunes pues de lo contrario activará el protocolo de la “armadura” en momentos poco oportunos. –Las garras del dragón son mi espada, sus colmillos mi lanza, sus escamas mi armadura y sus alas mi libertad –dijo Pantea de forma seria, luego tomó posición como las actrices de teatro o de películas de superhéroes. –Parece que ella se ha tomado en serio las películas de supersentai –dijo uno de los operadores mientras tomaba un poco de café a uno de sus compañeros. –Ahora, Las garras del dragón son mi espada, sus colmillos mi lanza, sus escamas mi armadura y sus alas mi libertad –al decir esto, el cuerpo de Pantea fue rodeado por una potente reacción de Apeirita, su cuerpo fue envuelto en esta luz que se condensaba en forma de una armadura muy bien articulada, mientras que su rostro era envuelto en un casco. El traje fue forjado al interior de una esfera que dispersaba el espacio a su alrededor. –Confirmen la naturaleza de la esfera –dijo el doctor Brown. El cálculo duró mucho más de lo que la transformación en sí misma, el operador de los sensores de tiempo y espacio comenzó a hablar al tiempo que la muchacha aparecía envuelta en una ciber-armadura de color gris. –La esfera es una distorsión de tiempo y espacio, el aire a su alrededor es distorsionado como el espacio en sí mismo –dijo el operador –se confirma uno de los resultados de los cálculos señor, la transformación bloquea cualquier intento de ataque. –Aquí Axara–dijo la operadora –puede escucharme a través del casco? –Fuerte y claro respondió Pantea abriendo los ojos, al interior del casco podía ver todo en un sistema de realidad aumentaba junto a una serie de medidas e información paralela que le dificultaba concentrarse. –Debido a las dificultades de la operación –dijo Axara –debemos estandarizar protocolos y comandos de voz para que pueda operar el armamento. –¿Armamento? –Se preguntó Pantea –no veo ningún armamento. –La armadura es capaz de distorsionar el espacio desde sus manos a la armería ubicada en este mismo edificio, pero solo puede operar un arma a la vez –dijo Nurí – comencemos con la espada, ejecute el comando espada por favor. Pantea levantó su mano a la altura de su rostro y dijo –espada – acto seguido un sello de alquimia se manifestó en medio de sus dedos, este comenzó a dividirse en dos revelando una espada de hoja hancha y tamaño intermedio con una serie de circuitos en la empuñadura. –La espada es capaz de realizar descargas de presión –dijo Nurí –puede ejecutarlo con un comando de voz o simplemente tocando con su mano izquierda el pomo de la espada, hecho esto la cuchilla será cargada con energía, por favor realice esto contra e blanco ubicado a sus seis en punto. Pantea tocó el pomo de la espada y a gran velocidad la abanicó hacia una enorme roca, la presión que se desprendió de la cuchilla abrió una grieta en el suelo de la habitación y golpeó la roca con fuerza violenta, partiéndola a la mitad. –Señor –dijo uno de los operadores externos al laboratorio por el comunicador interno directamente hacia Brown –el Capitán Granden lo espera en la sala de juntas. Brown masculló con algo de molestia, la aceleración del proyecto estaba empezando a fastidiar sus avances –prosiguen con la prueba del sistema de armas y con el tiempo máximo de estabilidad de la armadura, yo debo hablar con los militares –dicho esto Brown se retiró. Brown ingresó un poco apático a la sala de juntas donde se encontraba el Capitán Ross Granden, un hombre alto y delgado, con nariz aguileña y unos profundos ojos azules, se encontraba vestido con el uniforme militar de la gente del cielo, una camisa blanca con líneas rojas dentro de un pantalón oscuro, zapatos de charol y una gorra con la insignia de dos estrellas, las dos estrellas también se encontraban en las charreteras de los hombros, mientras que en el cuello se encontraba un par de alas cruzadas por una lanza. Se trataba de un capitán de infantería, especializado en misiones de combate cuerpo a cuerpo, en contraposición con la mayoría de los oficiales que preferían combatir en trabes de batalla gigantescos. –Los preparativos para probar a los nuevos ZX-03 están listos, también llevamos algunos ingenieros y un comerciante, pero según el protocolo también debo llevarme una mascota tuya para pruebas de campo o algo así – dijo Granden observando una tableta de información con algunos datos en tres dimensiones. Brown lo miró con desprecio mientras tomaba un poco de agua. –¿Esperan hacer tratos con los barbaros? –dijo Brown –Es más eficiente que matarlos y enviar maquinaria de excavación –contestó Granden –ajustaremos la supremacía de Solaris en los puebluchos del macizo montañoso de esta esfera de lodo y empezaremos la extracción de la apeirita lo antes posible. Tu muñeca debe embarcar mañana a las 05000, si hay algún retraso el comodoro se encargará de usted profesor. Brown no intentó refutar, sabía que la precisión militar, aun de las facciones no oficiales era absoluta, debía obedecer. Pantea se encontraba descansando, con su largo cabello purpureo suelto en una de las cafeterías del departamento de investigación cuando llegó Axara exaltada y algo preocupada. –¿Una misión? – se preguntó Pantea, lo que más le sorprendía era la lejanía, ella sabía que Medes se había convertido en un gran y próspero imperio que expandía sus fronteras constantemente, pero le extrañaba que avanzaran a un territorio tan lejano, prácticamente al otro lado del mundo. –Estarás bajo las órdenes directas de un Capitán de la gente del cielo –dijo Axara exaltada. Sin embargo Pantea simplemente sacó su medallón –es la tierra de los cazadores de dragones, el lugar de nacimiento del héroe que salvó a mis ancestros, pero ahora voy a esclavizarlo. Axara se preguntó que significaban las palabras de Pantea. –¿Crees que un cazador de dragones intente detener lo que vamos a hacer? – preguntó Pantea. Pero Axara con la cabeza lo negó. –Nadie los ha visto en más de cien años, los cazadores de dragones fueron traicionados por los reyes de Azadan, a los que vamos a ir a castigar, los castigarás con las garras, y la piel de un dragón. –¿Que dijiste? –preguntó Pantea –mis palabras solo eran un juego. –No te has visto en un espejo aun cuando portas la armadura, cierto? –dijo Axara –la textura de las placas y las uniones es semejante a las de los dragones, según he visto en las fotos de reconocimiento. –Así que soy ahora un dragón, ¿es lo que quieres decir? –preguntó Pantea. –mmm mas bien diría que posees la armadura de un dragón – dijo Axara – aunque el colores es feo, si deseas puedo cambiar la configuración de color de las placas. –¿Puedes hacer eso? – –Sí que si – contestó Nurí como si fuera algo trivial –tu traje no está diseñado para ser furtivo, así que entre más vistoso e impresionante mejor. –En ese caso deseo que sea purpura –dijo Pantea.
Capítulo 8. Sola Abre tus ojos, tus ojos negros a la oscuridad de la noche, tu doncella por la cual daría mi vida una y otra vez, si es que me fuese concedida la oportunidad de poseer varias vidas. ¿Con estas palabras se despide de mí?, ¡mentiroso! Dijiste que siempre me protegerías, que regresarías de mil infiernos para verme sonreír. Y ahora me encuentro sola en un valle de lágrimas, ignorada por todos, inútil para todo. La verdad es que no se nada del mundo, pero eso termina hoy con tu muerte mí amado Ali y ahora con la muerte de Yusuf. Mi nombre es Jazmín bint Snahadin bou Juwa, soy una de las 100 hijas del emperador de Azadan el Gran Ardasjir de Azadan Snahadin del clan Juwa. Como tal mi vida siempre estuvo llena de privilegios aunque también llena de frustraciones. Viví como una muñeca, vestida de cedas, con un cabello largo organizado en complicadas trenzas a la espera de que algún noble Sardar de gran poder y riqueza deseara hacer una alianza o reforzar un pacto antiguo con el clan de los Juwa. Aprendí desde muy pequeña a sonrieir falsamente, por eso cuando me quedaba sola mi rostro perdía toda expresión, sonreía porque mi padre me lo mandaba. Fue en esa época que conocí a Alí ibn Hazalan bou Ekemenes, el hijo mayor del clan de los Ekemenes de quienes se decían eran los nobles más fuertes que apoyaban a mi padre en las guerras en las fronteras del este. Era a pesar de lo feroz de su reputación un joven muy amable, algo tonto y cuando estaba en mi presencia, tartamudo, pero eso me gustaba su ternura. También era un poeta, aunque mis hermanas se burlaban de lo malo que era, pero para mí era el mejor de todos, siempre recibía una carta suya, cada día desde que nos conocimos, una carta con un poema diferente, una vez una hermana me tomó una foto mientras leía una de sus cartas y ese día me di cuenta de que podía sonreír de forma inconsciente, podía sonreír sin necesidad de que mi padre de lo mandara. Poco después escuchamos que Aglemeres, la gran superpotencia del mundo había sido destruida en tan solo una semana por guerreros gigantes venidos de otro mundo. Sus armaduras eran semejantes al de los enviados protectores de nuestra diosa Ninlil, como la armadura de los antiguos Sardar llamados los catafractos, jinetes que vestidos de hierro servían a los reyes y a la diosa. Muchos de nuestros sacerdotes creyeron durante varios meses que se trataba del ejército celeste de Ninlil que había venido a purificar el mundo del pecaminoso modo de vida de Aglemeres, pero todo cambió cuando nuestra ciudad más grande e importante fue destruida. Aún recuerdo la conmoción, la gente sobreviviente huyó al norte, a los pueblos y a la ciudad sagrada, la ciudad de mi padre, la ciudad de Keifa. Había tanta confusión que incluso nosotras, las hijas del rey fuimos convocadas para ayudar a los heridos y los hambrientos. No solo nosotros, muchos países del mundo fueron atacados por los ejércitos del otro mundo. Entonces en un momento todos los ejércitos se aliaron y marcharon a la guerra, pero fueron destruidos fácilmente batalla tras batalla. Alí y muchos de nuestros Sardar fueron enviados a la última batalla contra los invasores, según escuché en uno de los consejos de guerra de mi padre el objetivo era detener a los invasores en el nido de Indeninlil el dragón blanco del cielo que viene a Aeres una vez cada 100 años para dormir y poner sus huevos. Era una misión suicida, pues una vez que Indeninlil observara invasores en su nido destruiría a todos sin piedad. Y así sucedió, pero por alguna razón los invasores lograron escapar, aunque con cuantiosas bajas, Indeninlil resultó gravemente herido en el combate, así que no los persiguió. Esa fue la razón de que algunos de los soldados de nuestro ejército lograran sobrevivir y traer la noticia de aquella catástrofe. Ahora no quedaba nada que pudiera detenerlos. El rey Snahadin se encontraba junto a sus ministros tratando de encontrar una solución para el caos que había sembrado la Batalla del Nido de Indeninlil cuando irrumpí en el recinto, miré a todos los generales a los ojos y ellos bajaron el rostro, pero mi padre me ignoró. –Deseo pelear –dije entre lágrimas, había recibido la carta de uno de los hermanos de Alí. Él había muerto en la batalla al obtener una serie de gigantes de metal, los cuales fueron arrastrados con grúas. Pero mi padre me ignoró, me ignoró coomo si no me conociera, me ignoró como si no fuera su hija. –¡He dicho que deseo pelear! –grité, todo fue silencio, pero mi padre nisiquiera me miró directamente –Si encuentras una forma de volverte hombre serás un Sardar digno de seguir mis órdenes, pero por ahora me eres más útil como la tierra que dará el fruto de la próxima generación de señores de la guerra. Alí está muerto, ya te buscaré a alguien más. No supe que responder, entonces uno de los generales más viejos y más cercanos a mi padre se acercó para intentar consolarme, pero aproveché la oportunidad para tomar la daga ceremonial, un cuchillo curvo que se le entregaba a todos los varones cuando alcanzaban la edad de 16 años y luego salí corriendo rumbo al templo de Ninlil ubicado al norte del palacio de Keifa. Cuando los demonios ataquen Azadan, la doncella abandonará su feminidad y su lugar como mujer, proseguirá el camino destruyendo su tesoro para así traer al guardián de Azadan. Snahadin adivinó inmediatamente los propósitos de Jazmín y por primera vez en la noche sus guardias escucharon su rugido de ira, y su rostro de temor –¡detenedla, detenedla o me aseguraré de dar vuestros testículos a los leones, detenedla he dicho! La leyenda del Guardián de Azadan era muy antigua y se encontraba grabada en caracteres de un idioma perdido. Muchas interpretaciones habían dado los sabios, pero las mujeres de Azadan sabían cuál era la más apropiada, aquella que deseara traer al guardián debería ofrecer su vientre a la diosa. Cundo llegaron era demasiado tarde, Jazmín había utilizado la daga para abrirse el vientre en frente de la estatua de Ninlil, ella estaba lavada en sangre, y sus viseras parecían salir de la herida mal hecha que se había infligido, el dolor debía ser terrible, pero aun así obtuvo la fuerza para no flaquear y ofrecer a la diosa una masa de carne y sangre entre sus manos. La estatua representaba a Ninlil en sus dos formas, la primera como un terrible dragón celestial de seis alas de águila que rodeaban su cuerpo, mientras que una inmensa cresta que salía de su nuca descendía frente a ella adquiriendo la forma de una joven mujer desnuda. Snahadin se arrodilló al lado de su hija en un charco de sangre en lágrimas. ¿Por qué llora mi padre? No lo entiendo realmente, siempre ha sido tan distante y tan frio, mi madre me dijo que él era una persona bondadosa y amable, pero nunca me lo pareció. Qué raro, se siente mucho frio, pero al mismo tiempo es la primera vez que siento el calor de papa, sus lágrimas son cálidas. Escucho unas palabras, trata de decirle algo a la diosa, con ira, con todas sus fuerzas, hasta que las venas de su enorme cuello se hinchan como serpientes palpitantes. Debe ser un tonto sueño. En frente de Snahadin se presenta una joven muchacha, era extremadamente hermosa y se encontraba vestida por un delgado vestido blanco, como fuera seda muy fina, su cabello era de un rubio casi platinado, y sus ojos dorados brillaban como una estrella incandescente. Su piel era blanca como el mármol y sus labios rosados como una cereza. En su mano derecha sostenía un cetro dorado y en la punta se abría formando el símbolo de un águila con las alas extendidas. Snahadin se prostró frente a ella rezando plegarias en honor a Ninlil, diosa de la guerra y de la vida. –Es tiempo de hacer un trato, señor Snahadín –dijo la muchacha con una sonrisa perturbadora. Después de aquel día todo fue soledad, pero ahora es peor, me encuentro sola, hace mucho frio, cada gota de lluvia es como una daga gélida, no sé por qué camino, no se hacia dónde camino, ni siquiera sé cuando comencé a caminar, solo sé que alguna fuerza que desconozco me obliga a caminar, en una vigilia, en un ensueño, como si yo fuera una marioneta. Mis compañeros han muerto, Yusuf ha muerto, la esperanza de Azadan ha muerto y solo puedo pensar en el frío, el aire es delgado, como si estuviera en una montaña. Entonces me detengo para ver mi reloj, el cual posee un barómetro bastante bueno, la altitud que marca es imposible, 4150 metros de altura, ¿Cómo llegué aquí? Mi cabeza da vueltas y caigo al lodo. Mi cuerpo se desliza colina abajo, mientras que el agua se termina de meter dentro de mis ropas, no quiero sentir más y hundo mi rostro en el lodo. No quiero morir, no así, no después de lo que sacrifiqué a Ninlil.
Capítulo 9. Despertar Un águila dorada se posa sobre una de las ventanas del gran palacio de Keifa, una muchacha se encontraba arrodillada frente al trono del rey. –No me eres útil –dijo el rey con una expresión impasible, su tono regio se imponía con el de aquella niña que sollozaba, su presencia misma era asfixiante –tu vientre jamás nos entregará nada, y por lo tanto no me eres útil, serás expulsada de este palacio, perderás todos tus privilegios, caminarás en las calles viviendo por tus propios medios a menos que alguno de los presentes deseen llevarte. Los nobles se encontraban mudos, nadie sabía exactamente lo que había sucedido, algunos habían escuchado que la princesa había tratado de suicidarse al tratar de cumplir una antigua profecía, otros simplemente crían que lo había intentado por depresión ante la muerte de su prometido. Entones uno de los generales dio un paso adelante, era un hombre corpulento que vestía de forma anacrónica con una cota de mallas bajo una densa capa de carba hirsuta, sin duda era el menos elegante de los generales de Snahadin, pero también era el más hábil y rico. –General Hazalan, ¿desea usted intervenir por una persona que no nos dará un futuro? –preguntó Snahadin. –Ella iba a ser mi hija adoptiva después de todo –contestó Hazalan cubriendo a la muchacha con su capa, a pesar de no ser muy bonita era marcadamente cálida –me haré cargo de la niña y le daré mi nombre y el nombre de mi familia. –Que así sea entonces. Recuerdos, recuerdos de un momento terrible hacía casi cuatro años… Jazmín sentía que su cabeza era aplastada una y otra vez mientras que el universo a su alrededor le daba vueltas, múltiples personas se movían alrededor de ella hablando en un extraño acento arcaico. En realidad ella pensaba que había perdido la razón, pues por un instante creyó verse a sí misma pero con un cabello mucho más largo llegar con un tazón de agua fría y colocársela en la frente, después de eso el sueño la venció nuevamente, un sueño en el que los recuerdos de su primer amor muerto y el de su padre desaparecido la atormentaban, ¡y ahora el rostro de Yusuf no se le desvanecía de la cabeza! Este era su tormento en cada pensamiento. Cuando Jazmín abrió los ojos nuevamente sintió el fresco aire de la montaña, pero un cálido rayo de luz se difuminaba entre las uniones del tablado de la ventana, su cuerpo aun temblaba del dolor, pero la lana de la manta que la cubría era increíblemente cómoda, como estar en los brazos de una madre. –¡Hola! –dijo una muchacha con los ojos abiertos como platos, Jazmín se recogió contra la punta de la cama aterrada de ver en alguien más su propio rostro, pero la muchacha que se encontraba frente a ella solo parecía divertirse con su expresión, pero al mismo tiempo lo hacía con gran elegancia. –Supongo que esa expresión la debió haber visto mi esposo cuando te trajo en mi propio rostro, la verdad es que no esperaba encontrar a alguien tan parecida a mí, ¿no te parece genial? –el acento de la muchacha era extraño pensaba Jazmín quien cambió rápidamente su rostro de miedo a uno de curiosidad. Ese acento era semejante a los cantos de los altos sacerdotes. –¿Puedes entenderme? –preguntó la muchacha con un tono suave y amigable. –Si –respondió Jazmín –pero lo que deseo saber es ¿Dónde estoy? La muchacha la miró extrañada, era como si asumiera que todo el mundo debía saber el lugar donde estaban. –Pues en la aldea de Kurd –contestó la muchacha –en el valle Xing. Aunque la muchacha había pronunciado los nombres con su acento característico Jazmín pudo reconocerlos al instante. Al escuchar el nombre de Kurd sus brazos comenzaron a temblar, su abuelo había causado un genocidio de un pueblo con un nombre semejante, algunos rumores decían que algunos se habían escapado a las montañas del norte, pero ningún escuadrón de exterminio pudo encontrarlos nunca, y la razón era simple. El Valle de Xing se encontraba en la corona del conjunto de cordilleras de Afraz, alrededor de Xing se ubicaban los picos más altos del mundo como si se tratara de la corona de un rey. Nunca nadie de Azadan o de los pueblos conocidos había llegado tan cerca de la corona de Afraz debido a la gran cantidad de nidos de dragones que lo rodean. –Mi nombre es Nadia ibn Nazim, pero puedes llamarme Nadia sin ningún problema. Jazmín se percató del vestido que traía Nadia, se trataba de un manto que cubría hasta el cuello pero que dejaba visible los brazos hasta los hombros. A la altura de la cintura estaba rodeada por un listón rojo y muy grueso hecho de seda, el listón estaba acordonado formando un grueso moño. El mato bajaba por debajo del listón formando una amplia falda, sin embargo no se veía que fuera un ropaje muy pesado. Lo único que denotaba el lugar donde estaban eran sus zapatos, los cuales estaban hechos de lana suave. Los bordes del manto estaban tejidos con una serie de símbolos que representaban la unión a un linaje familiar. En ese momento llegó una mujer mayor, estaría próxima a los 50 años pero llevaba el cabello del mismo modo que Nadia, liso y largo hasta la cintura, y su vestido era similar, aunque los símbolos en los bordes eran levemente diferentes. –Mi señora Nadia –dijo la señora –el Señor se encuentra próximo a llegar junto con su hermano y el resto de los hombres, parece que la pesca ha sido exitosa. Al escuchar esas palabras Nadia se sonrojó y sus ojos brillaron con notable exaltación, y como impulsada por un resorte se puso de pie, sus manos las puso juntas jugueteando con sus dedos. –¡No esperaba que llegaran tan pronto! –Usted sabe que el Señor tiene buen ojo, recuerde que ha sido entrenado en los secretos por el maestro Zubair –en eso la señora se percató que Jazmín ya había despertado –parece que nuestra invitada ya despertó –luego la señora se acercó a Jazmín, Nadia le indicó con un gesto que no se preocupara mientras que le tocaba la frente y el cuello –parece que ya estás bien. –Duraste casi una semana con fiebres altas y una tos con mucha sangre –dijo Nadia mientras buscaba en un cajón las ropas de Jazmín, la cual al verlas notó que estaba desnuda e inmediatamente se arropó con los mantos. Las dos mujeres de Kurd rieron un rato. –Se parece a ti hace unos años Nadia –dijo la señora. –Lo se Afya, pero estamos entre mujeres y no tienes de que avergonzarte, es más, no solo tienes mí mismo rostro, también nuestros cuerpos se parecen así que tranquilízate –dijo Nadia mientras se acercaba a Jazmín –toma, ponte tus ropas que quiero presentarte a mi esposo, debes darle las gracias. –¿Las gracias? –preguntó Jazmín. –En efecto, si no fuera por el Señor no estarías viva –interpuso Afya recogiendo con un solo movimiento las cobijas de lana blanca –él se encontraba regresando de la montaña de Xingfeng la semana pasada y cuando pasó por el rio te encontró bañada en el lodo de la tormenta desmallada y a punto de ser arrastrada por el rio. –Cuando llegó a nuestra casa –continuó Nadia –te traía en sus brazos toda cubierta de lodo, estabas temblando y no es para menos, aun en esta estación del año, el frio de estas montañas es terrible, especialmente para alguien que no tenía ropas aislantes. Jazmín bajó la cabeza. –Mi esposo me dijo que no te preguntara de donde venías o cual era tu propósito –continuó Nadia –así que no te preocupes, no te cuestionaré sobre el destino que te trajo a aquel lugar de muerte, tan solo espero que con nuestra compañía encuentres esperanza para un futuro. Con estas palabras las lágrimas de Jazmín emergieron. –No creo que nos quede ningún futuro –respondió Jazmín que ya se había puesto el pantalón y la camiseta. La casa donde se encontraban era grande, como si fuera una hacienda de terratenientes, sin embargo parecía estar albergada por muchas familias sin mayor noción de rango excepto por el esposo de Nadia a quien se referían siempre como Señor. –¿Tu esposo es el líder es este lugar? –preguntó Jazmín. –No realmente –contestó Nadia. –Él es el salvador de nuestro modo de vida –contestó Afya. Entonces llegaron a un salón repleto de figuras talladas en madera con exquisita delicadeza, había personas, animales anatómicamente bien descritos, incluso algunos paisajes montañosos. –Son muy bellas –dijo Jazmín. –¿Verdad que si? –contestó Nadia –son un pasatiempo de mi esposo, los hace cuando nos encontramos a solas, mientras yo le doy un masaje en la espalda él me cuenta historias del mundo del que viene y al mismo tiempo crea estas. Entonces escucharon una voz de varios hombres que se encontraban reuniéndose en la plaza a las afueras de la gran casona. Jazmín parecía haberse relajado cuando se percató de un grupo de figuras, y una en especial le heló la sangre. A simple vista parecía un catafracto antiguo, pero al verla más de cerca se dio cuenta de que era algo más, algo que ninguna de estas personas parecía haber tenido noticia nunca, excepto aquel individuo al que llamaban Señor. Nadia se encontraba completamente impaciente llevando de la mano a Jazmín, quien aprovechó la primera oportunidad que tuvo para robar un cuchillo de obsidiana y ocultarlo en los pliegues de una capa de lana gruesa que le habían dado para poder moverse fuera de la casona. Hacía bastante frio y todos los hombres estaban cubiertos de pies a cabeza excepto uno de ellos. No era un hombre muy alto, de hecho su estatura era más bien el promedio de los hombres del pueblo, pero su cabello era claro, casi de un color leonado oscuro, su rostro se encontraba curtido por el Sol de aquella montaña, pero lo más relevante es que su torso estaba desnudo, permitiendo ver su musculatura. Su complexión era compacta, pero sólida con poca grasa corporal, y eso lo hacía ver enano frente a los demás, pero se veía que era respetado por todos. Sin embargo lo más relevante eran dos cicatrices, una en su mejilla izquierda y otra a la altura del riñón que le atravesaba desde el frente a la espalda como si le hubieran empalado con una espada de hoja ancha el costado por la espalda. Algunas partes de su cuerpo presentaban escoriaciones menores. Jazmín intentó acercársele, pero de aquel hombre manaba una extraña presencia, una densidad muy fuerte, era semejante a la presencia de su propio padre pero mucho más asfixiante y nadie más a parte de Jazmín podía notarla. ¿Quién era este sujeto que parecía ser el ídolo de toda la aldea de Kurd? Y lo más importante ¿por qué conocía sobre los gigantes del cielo?
Capítulo 10. El demonio de Tuan La taberna de Shapur el codicioso era el edificio más emblemático de Paza, pero para ingresar en el tenías que pagar en metálico, no se admitían trueques, de esta forma los que estaban allí a dentro sabían que fuera con quien estuvieran hablando, se trataba de alguien pudiente. La taberna de Shapur era el corazón que daba la vida a Paza, todos los grandes negocios se celebraban en su gran salón con la atención de testigos de varios clanes y de las autoridades locales. El Viejo Shapur no cobraba impuestos por usar su taberna, y los precios de la cerveza, la comida y otras comodidades era muy razonables, sin embargo él no vivía de vender cerveza. Shapur era un hábil comerciante que hacía tratos con personas de Azadan y más allá, y estos tratos incluían el tráfico de armas de fuego para los jefes de los clanes, así como comodidades de la nueva civilización de Azadan. Sin embargo mucho de eso había acabado con la guerra de la destrucción ejercida por los gigantes del cielo. Para la mayoría de la gente de las montañas esta guerra se escuchaba lejana, nunca un titán del cielo avanzó sobre poblados sin tecnificar o sobre asciendas de pastoreo, sus objetivos se concentraban en las regiones altamente industrializadas y en las bases militares. Gazsi bajó del rinoceronte lanudo junto con Mandana. –Farzín, lleva a la señorita Agnes con Shapur y asegúrate de que le den una habitación de buena condición, si preguntan algo dile que se trata de mi nueva esposa y que deseo consentir todos sus caprichos, resguárdala en todo momento ya que desea encontrar al hombre de su visión –dijo Gazsi mientras le colocaba a Mandana una caperuza hecha de lana blanca como la nieve, la muchacha protestaba por el hecho de ser tratada aun como una bebe, pero los poderosos brazos de Gazsi dejaban poco espacio para la rebeldía, Mandana era movida como una muñeca de todas formas. Agnes se encontraba en el rinoceronte tratando de cubrirse, aunque hubiese vivido varios meses en las montañas más altas del mundo, definitivamente no estaba acostumbrada al pintoresco aroma de Paza. –Señor Gazsi, ¿A dónde se dirije usted? –preguntó Agnes con el rostro cubierto. –Tengo que hablar con el señor Jahangir –contestó Gazsi señalando el castro de la ciudad, un imponente edificio de madera y roca que fungía como centro del poder político, almacén de armas y cárcel para aquellos individuos que no se comportaban adecuadamente –para que puedas hablar con la anciana Jaleh necesitamos su aprobación. Farzín asintió las órdenes de su señor y continuó avanzando hasta llegar a los establos. Para un lugar tan famoso Agnes se esperaba algo más civilizado, el lugar era amplio, con varias chimeneas que calentaban todo el lugar. Muchas meseras hermosamente vestidas amenizaban el lugar, los hombres vestían con ropas más ligeras debido a que el edificio era más bien cálido. La Taberna era también un hotel, y era de los pocos edificios con un sistema de acueducto y alcantarillado verdaderamente funcional, pero el aseo personal de estos señores no era para nada concordante. Gazsi hacia que sus hombres de lavaran antes de hablar con Agnes siempre que iban a visitarla, pero aquí en la taberna todos los peculiares olores se entremezclaban con fuertes ambientadores de incienso, el cual se entremezclaba con los vapores de las chimeneas y de las grecas para hacer café, mucho café. Todos en aquel lugar parecían estar muy alegres, reían, cantaban, bailaban, no era el ambiente común del gran salón, el cual generalmente estaba gobernado por pequeños grupos que discutan sobre precios, tasas y tiempos. Farzín se notó sorprendido por lo que allí sucedía. –No es algo normal ¿cierto? –preguntó Agnes mientras se cubría el rostro de forma ritual. –No, en lo más mínimo –contestó Farzín, a lo que Agnes respondió con avanzar hacia una de las meseras. –¿Que sucede? –preguntó Agnes tratando de igualar el ascento de Gazsi y mandana –¡pensé que este era un lugar para negociar! La muchacha respondió con una sonrisa y una actitud de disculpa. –Lo de hoy es muy especial –dijo la muchacha que se aproximaba a la veintena en edad –lo que sucede es que se ha confirmado un rumor, el clan Momo ha sido exterminado, ayer la mayoría de las mujeres, los ancianos y los niños llegaron desgarrados de tristeza exigiendo ayuda –luego la muchacha miró a todos lados como quien quiere decir un secreto –me puede decir loca, pero yo hable con una de ellas y me dijo que un Dios guerrero había descendido de los siete picos del Dragón y había arrasado con todos los hombres. Agnes puso un rostro pálido, pero la expresión de la muchacha no concordaba con tan terrible noticia, de hecho, la actitud de todos no concordaba con un genocida de tal magnitud, Agnes pensaba que se trataba de soldados de a pie del mismo tipo de fuerzas que habían enviado los titanes del cielo a destruir las ciudades más avanzadas, pero la muchacha prosiguió. –El clan Momo eran bandidos, asesinos, sanguinarios, ladrones y violadores que se enorgullecían de su vileza –dijo la muchacha con más seriedad –ellos le cortaron la cabeza a mi hermano durante una caravana al norte, y a casi todas las que trabajamos aquí les mataron a un familiar, por eso cuando las mujeres sobrevivientes exigieron que los hombres de todos los clanes se unieran en contra del Dios simplemente se rieron de ellas y las desbandaron, a muchas las tomaron como esclavas y a otras las enviaron a la estepa a morir de frio, nuestro señor Jahangir nos dijo que era el momento de destruir a aquella tribu odiosa y maligna, sinembargo el señor de la taberna fué piadoso y le permitió a una quedarse aquí. Los cantos de felicidad de todos los hombres casi que impedían que la muchacha pudiera seguir hablando con Agnes. –Yo lo vi entrar al fuerte tan confiado que por un momento pensé que se trataba de uno de los nuestros –dijo una joven esclava que se encontraba hablando con Agnes, se trataba de una de las sobrevivientes de la masacre de la tribu de los Momo –pero sus ropas tenían marcas de clan diferentes a las nuestras, los guardias tardaron en notarlo, pero el nisiquiera se inmutó cuando le requirieron explicaciones. Nadie atravesaba nuestras tierras sin perder la cabeza o dar un tributo apropiado. –“Busco a la hija de Babak el comerciante de los Zersi” dijo el extraño con un tono muy confiado, a mí me causaron risas sus palabras, después de todo éramos el clan Momo, los guerreros más fuertes de las montañas, los cazadores de cabezas y aquella niña sería sacrificada a la Diosa para que siguiera dando el poder a nuestro Rey Eterno –la muchacha se detuvo, al parecer esas palabras ya no las creía –si hubiera sabido que se trataba de un dios vengador –sus palabras se entrecortaban debido a la tristeza. Agnes le dio un poco de té. Se encontraban en una habitación amplia junto con Farzin quien estaba a la derecha de Agnes. –Quienes lo acompañaban –preguntó Agnes ofgreciendo la tasa humeante a la muchacha, se trataría de una niña de unos 14 años de edad, su cabello era negro relativamente corto y se encontraba cubierta por un traje de sirvienta. –Nadie –contestó la muchacha –el extraño le cortó la cabeza a nuestros guerreros sin que estos se dieran cuenta y luego continuó avanzando como si nada hubiera sucedido. Yo me encontraba aterrada, pero di la alarma de intruso, todos se pusieron como locos a buscar al intruso, nadie en 100 años había ingresado a nuestra fortaleza al borde de la gran montaña de Tuan y salido vivo para contarlo. Nosotros nos habíamos criado con ese orgullo y con el temor al Rey Eterno Kaveh. La muchacha tomó un poco de té, era evidente que recordar lo sucedido la estresaba demasiado. –Nuestro señor Kaveh era un enviado de los dioses, con su cetro podía convocar el fuego y el relámpago, y esto hacía que nuestros guerreros fueran temidos por todos –continuó la muchacha –cuando volví a ver al intruso él ya se encontraba en la base de la gran pirámide de la diosa hablando con el señor Kaveh, no pude entender lo que decía al principio pues estaba muy lejos, así que salí corriendo, la verdad ahora que lo pienso debía estar aterrada, pero me intrigaba aquella situación. –“Libere a la dama” dijo el hombre, su voz era muy tranquila y su acento era semejante al de nuestro señor aunque un poco diferente en algunas vocales que no parecía pronunciar bien. Nuestro señor respondió “ella es el alimento de la diosa, tu impío no deberías atreverte a cuestionar mis designios” luego de eso el señor Kaveh le ordenó a varios de los mejores guerreros atacar al intruso, pero su embestida directa no impactó, era como si su cuerpo estuviera hecho de niebla, un espejismo visible que no puede ser tocado, pero el a ellos sí, cada uno terminó en el suelo intentando taparse el cuello abierto por un corte limpio y rápido –la muchacha tomó otro sorbo, era evidente que entre los muertos habían personas que ella había conocido y amado –no diré que era injusto, ahora que me encuentro viviendo en pas me doy cuenta de que lo que sintió mi corazón en ese instante debió ser lo mismo que nuestros enemigos por casi 100 años. La mirada Farzin a la muchacha era dura, el mismo había tenido que pelear contra incursiones de los Momo, perdiendo muchos amigos, familiares e inclusive uno de sus hijos, su hermano había perdido a dos de sus hijas, las cuales fueron sacrificadas por el monstruoso Kaveh, rey de los Momo. –¿Kaveh ha muerto? –preguntó Farzin, a lo cual la muchacha asintió con la cabeza, su cuerpo temblaba al recordar el evento. –El señor Kaveh llamó primero las flamas ardientes, su luz cubrió al intruso, todos nos arrodillamos pues el señor Kaveh no había usado los dones de la diosa en varios años, yo era la primera vez que veía su magia, ninguno de nosotros pensó en lo que sucedería. Cuando el humo se disipó el cuerpo de aquel guerrero se encontraba intacto, mientras que su espada se encontraba desenvainada, ahora que lo pienso en ese instante solo pude concentrar mi mirada en esa arma, era una espada de hoja ancha con una empuñadura en forma de I, una guarda, un pomo pequeños y aplanados. Un instante después el señor Kaveh llamó a los relámpagos, pero su furia golpeaba en la cuchilla de esa espada sin afectar a nuestro enemigo. La voz de la muchacha se entrecortó en aquel momento, sus manos estaban aferradas a su delantal, mientras que las lágrimas emergían de su joven rostro. –Mi padre, mis hermanos, mis amigos, todos los hombres de la fortaleza tomaron las armas y se abalanzaron contra él –la voz se le quebró por un instante – entonces el levantó la espada a los aires y una tormenta de relámpagos cayeron del cielo, más violentos y más numerosos que los que había llamado el señor Kaveh. Los que sobrevivieron terminaron con sus cabezas separadas de sus cuerpos sin que nadie hubiera podido ver sus movimientos. En un instante todos los hombres de armas de nuestro glorioso clan estaban muertos, excepto el señor Kaveh. Yo vi todo pues me encontraba en medio, no entiendo porque ningún relámpago me golpeó, o porque el dios vengador no me arrancó la cabeza, solo sé que en un instante me encontraba bañada en sangre, mientras que el olor a carne quemada invadía todo –luego ella sonrió –a mí me gustaba mucho comer carne asada, pero ahora su más mínimo olor me dan ganas de vomitar y me paralizan, las imágenes de los muertos vienen a mi mente de forma aterradora. Agnes no daba crédito a las palabras de la muchacha, desde que ella había decidido refugiarse en las montañas, las leyendas de los cazadores de cabezas de Momo la habían aterrorizado, se suponía que eran los mejores guerreros entre las tribus nómadas, ladrones y asesinos sin igual, ahora todos estaban muertos, todos yacían en el suelo por la acción de un solo hombre. Las mujeres fueron desterradas, muchas murieron, fueron asesinadas o capturadas como esclavas por los clanes resentidos, las pocas que llegaron a Paza clamaron clemencia, pero solo 5 niñas pudieron escapar de la humillación. –“Tu poder es comparable con los de los Cazadores de Dragones, excepto por algunas habilidades extra, asumo que habrás empleado eso para hacer creer a esta gente que posees el favor de los dioses” ante esas palabras el señor Kaveh enloqueció lanzando más relámpagos, pero en un parpadeo su cuello fue cortado, y su cabeza cayó por la pirámide rebotando hasta la base. Después de eso, los sobrevivientes salimos de la fortaleza por sus órdenes, y la incendió. Cuando todas estuvimos fuera el emergió junto con la muchacha que iba a ser sacrificada y señaló el camino de los muertos. –Eso no tiene perdón, al igual que mis propias acciones –dijo el dios vengador –salgan de esta tierra y sobrevivan como puedan cargando el recuerdo de 100 años de robos, persecuciones y muerte, sus antiguas victimas caerán sobre ustedes como buitres hambrientos, pero bajo ninguna circunstancia ustedes deberán responder con agresión, soporten su pena hasta aprender lo valioso que es vivir en paz. Dicho esto, el dios vengador se alejó de nosotras con la muchacha entre sus brazos. –Ya veo – dijo Agnes –¿podrías hacerme un último favor? La muchacha asintió con la cabeza. –¿Podrías describir su apariencia? –Sí, es un hombre de estatura mediata, piel clara pero reseca, como si hubiera estado mucho tiempo al Sol, su barba es rala, su cabello es castaño y le llega casi hasta los hombros, por su rostro diría que es un hombre joven, pero todos dicen que es algún enviado de la Diosa. Sus ropas son holgadas, semejantes a las de los sacerdotes y comerciantes, un pantalón ancho, un manto amplio con un cinto a la cintura y una capa de piel de lana muy blanca, la verdad una cosa que me sorprendió es que en todo el combate nunca se manchó de sangre. Adicionalmente creo que su mejilla izquierda tenía una cicatriz, como si alguien le hubiera cortado con un cuchillo muy caiente. Agnes se encontraba preocupada, mucho de la descripción de la niña concordaba con sus visiones. –Muchas gracias niña –respondió Agnes –aunque yo llamaría a ese hombre mas bien un demonio. La muchacha lo negó con la cabeza. –Éramos crueles –dijo la niña levantándose –era nuestro destino caer y ser humillados, eso ahora lo entiendo muy bien. De hecho me alegro que fuera un dios quien nos lo enseñara, si hubieran sido otras tribus yo estaría llena de odio y buscaría el modo de vengarme a toda costa, pero contra un dios es algo imposible, y aunque eso pasó hace unos pocos meses, me he podido sobreponer a la pena pensando que si cumplimos con sus palabras, nuestro clan podrá restaurarse, esta vez con honor frente a todos.
Capítulo 11. La cacería de los Dragones de Tierra Pantea avanzaba guiada por un minero, había viajado por unos cuantos días por casi medio mundo hasta el gran continente de Arsian. El hombre estaba aterrado mientras avanzaba con una linterna de minería, el lugar era húmedo pero extremadamente caliente por lo que estaban sudando, pero Pantea se veía extrañamente calmada, de cierta forma esta pequeña aventura le recordaba sus sueños de la infancia, estaba dándole cacería a una bestia del caos, un dragón de Tierra. –¿Está seguro que este es el camino? –preguntó Pantea. –Si – contestó el minero con un marcado acento del oriente de Arsian –yo mismo lo vi, es una criatura de otro mundo, su piel parece de hierro brillante. De un momento a otro Pantea sintió una presión de aire caliente de uno de los túneles haciendo que su largo cabello se moviera, así como el retumbar de un rugido apagado, como el de una criatura que se despereza. –Ahora, Las garras del dragón son mi espada, sus colmillos mi lanza, sus escamas mi armadura y sus alas mi libertad al decir esto, el cuerpo de Pantea fue rodeado por una potente reacción de Apeirita, su cuerpo fue envuelto en esta luz que se condensaba en forma de una armadura muy bien articulada, mientras que su rostro era envuelto en un casco que ocultaba su rostro detrás de una lente oscura. El traje fue forjado al interior de una esfera que dispersaba el espacio a su alrededor. –Deseas acabar esto rápido –dijo Axara por la radio, mientras observaba por el monitor todo lo que veía Pantea, quien avanzaba a toda velocidad por aquel túnel oscuro, la lente con filtros especiales le permitían ver con claridad al interior del túnel. –Los Dragones puede oler a los humanos con facilidad –contestó Pantea mientras que saltaba fuera del túnel a una enorme cueva, el salto fue enorme, de unos 15 metros, y a medida que volaba por los aires pudo ver el cuerpo del dragón, y pudo notarlo, pudo notar como la piel del dragón era semejante a la textura de su propia armadura tecno-orgánica. –Noto que el ritmo de tu corazón se acelera –dijo Axara por el radio, pero Pantea sonreía detrás del casco, era la primera vez que veía un dragón tan de cerca y sin apoyo, aunque fuera comparablemente pequeño. En aquel momento le venía a la mente una cacería que habpia ocurrido apenas un día atrás, ella no había participado, pero aun así la vista de las fauces de aquel tipo de criaturas la estremecía y al mismo tiempo la intrigaba. Pantea había sido asignada a una nave de La Gente del Cielo, la mayoría de las personas allí hablaban un idioma que ella no podía hablar correctamente aunque había recibido unas lecciones en las últimas 4 semanas. Se trataba del FLM-X02g32 Laurentium, una nave clase Agamenón Mk II, Pantea no recibió más información que eso. Tenía 590 metros de largo y unos 179 metros en su punto más ancho. Su forma general era la de una inmensa cuña de apariencia masiva, una torre de observación en el centro donde se encontraba el puente, en frente del puente se ubicaban dos troneras para cañones de plasma que se encontraban plegadas al interior de un domo. La nave en su interior era amplia, con capacidad para almacenar 10 Trajes de Combate como los llamaban las Personas del Cielo, aunque la gente de Media los solía llamar Catafractos. Cada máquina tenía una altitud de casi 20 metros de altura y eran semejantes a guerreros vestidos con armaduras. Por varios días ella permaneció en el hangar el mayor tiempo posible observando estas colosales estructuras, aquellos guerreros de metal que habían traído la salvación a su país. La unidad que era transportada por el Laurentium se especializaba en la cacería de dragones del espacio, y sus habilidades solo pudieron ser vista por el llamado de ayuda de la operación minera. La misión se trataba de darle cacería a dos Dragones de Tierra, uno había salido de su escondite y causaba enormes estragos en las operaciones de minería, mientras que el otro vagaba por los túneles más amplios destruyéndolos a su paso. La misión sería dividida en dos partes, el Dragón de Tierra que había subido a la superficie era más grande y fuerte, pero podría ser enfrentado por el escuadrón Fafnir adscrito a la nave en la que ella había viajado. –¿Es la primera vez que ve un Dragón de Tierra señorita? –Pantea recordaba como uno de los oficiales del escuadrón Fafnir le hacía una pregunta amable mientras le pasaba una taza con una extraña bebida negra y caliente, la cual tenía un extraño sabor dulce y amargo. Al parecer era extraída de las semillas de una rara planta que solo podía cosecharse en zonas montañosas y relativamente húmedas, y la Gente del Cielo parecían ser particularmente adictas a ella. Pantea apenas si pudo entender la pregunta ya que fue realizada en la lengua del cielo, una lengua en la que ella había sido introducida tan solo hacía unos cuantos meses. –Si –había respondido ella mientras observaba por un enorme monitor el despliegue de tan solo tres máquinas del escuadrón –¿no sois ocho soldados? –preguntó ella preocupada. –Este dragón es casi una larva –respondió el oficial –y necesitamos que los novatos aprendan a trabajar en equipo. Un joven piloto avanzaba en una máquina increíblemente rápida, se trataba de un traje de batalla de unos 17 metros de altura, sus principales características de diseño son un par de escudos en las hombreras, lo cual deja ambas manos libres para llevar armamento, sobre los hombros se encontraban las fundas de dos enormes espadas sólidas. La máquina aún se encontraba pintada con el esquema de colores experimental, rojo oscuro y blanco en lugar de color del escuadrón Fafnir al cual había sido transferido, el nombre código de la unidad era Oni, un demonio de una antigua cultura terrana, y el diseño de la cámara principal se había tomado de los cascos de los guerreros de dicha cultura, los samurai. –Alferez Codi, se está acercando de forma muy descuidada a una larva II/III, lo cual puede ser muy peligroso –decía una voz femenina por la radio, sin embargo el soldado la ignoró tomando uno de sus enormes sables. El Dragón se encontraba oculto en un pequeño bosquecillo, lo cual no permitía vislumbrar su enorme mole, sin embargo cuando el Oni se aproximaba pudo verse como la cabeza de la bestia emergía de varios de los árboles, abriendo sus fauces, en ese momento una puerta al hiperespacio –un circulo luminoso con forma de un circulo alquímico que gira lentamente en torno a las manecillas del reloj – apareció en frente de las fauces de la criatura. Cuando una bocanada de fuego ingresó por uno de los lados del círculo, por el otro emergió como un bombardeo de proyectiles de plasma que bombardearon a la unidad Oni. La cabina del piloto se encendió como un árbol de navidad a medida que los sensores clasificaban la potencia de los proyectiles de plasma. Sus ojos se abrieron como platos al ver la densidad de partículas de alta energía registradas en su máquina, eran tan potentes como el de una espada de plasma, más que suficiente para dañar su unidad, incluso con el campo de fuerza generado por un escudo de combate. Afortunadamente lo que tenían en poder les faltaba en velocidad, por lo que el Oni los pudo evadir fácilmente, hasta retroceder. –Alferez Codi, retroceda –dijo nuevamente la voz femenina mientras que ráfaga rápida de proyectiles de plasma bombardeaban el bosque, se trataba de la unidad de apoyo. –Pero que dices nena –contestó Codi sonriendo mientras aumentaba la potencia de su máquina al máximo, el dragón no había sido herido, pero los proyectiles de le habían dolido y distraído lo suficiente como como para que la unidad de Codi avanzara y le atravesara con la colosal espada e las débiles escamas del pecho –los prototipos están hechos para probarse al máximo –dijo Codi por la radio, y al mismo tiempo el oficial al lado de Pantea suspiró con algo de molestia. –¿Y bien? –Axara por el radio, haciendo que Pantea saliera del aquel recuerdo que la había dejado notablemente impresionada, tan solo habían requerido a los dos miembros más novatos del escuadrón Fafnir para resolver el problema del dragón que había emergido, ahora le tocaba a ella encontrar al pequeño y reportar su situación. –Los instrumentos arrojan lecturas muy altas en su lomo, al parecer genera una barrera tanto o más densa que tu propia armadura, no podrás hacerle daño con un ataque por la espalda –contestó Axara –sugiero que regreses al Laurentium para pensar en una mejor ruta de acción. –No –contestó Pantea –debemos demostrar nuestro valor, además no hemos probado todas las capacidades de la armadura. Hace poco escuché que los prototipos fueron hechos para ser probados al límite, ¿qué opinas de eso? –Suenan como las palabras de un niño con un juguete nuevo al que no se le debe confiar equipo muy costoso –contestó Axara –¡Sólo sígueme el juego esta vez! –repuso Pantea levantando su mano derecha–comando de activación (…) esos comandos de activación son muy aburridos. Axara suspiró por la radio –entonces sobre-escribe otros –contestó Axara mientras abría la línea de comandos –los nuevos deben ser un comando de voz que no los active cuando no los necesites. –Ok –contestó Pantea levantando nuevamente el brazo derecho, la criatura se encontraba recostada abajo, era como si estuviera durmiendo –modificación de comando de armamento 003 para la activación del cañón de proyectiles Ort. Una voz monótona y sintética respondió al interior de su casco Sistema operativo accediendo 3, 2, 1 ingrese el nuevo código de activación por favor. –Yo libero la tormenta del dragón, Otr –dijo Pantea, en ese instante varias puertas al hiperespacio se abrieron a su alrededor, de las cuales emergieron pequeñas esferas de plasma muy denso. –Tu armadura genera un campo magnético que controla las esferas de plasma –dijo Axara por la radio –se activan por un comando físico como señalar con la mano o con un comando de voz llamado “ataque”. –¿Puedo moverme? –preguntó Pantea –En efecto, las esferas te seguirán pero asegúrate que no toquen algo más sólido que el aire o la onda expansiva podría afectar tus movimientos –contestó Axara. Pantea se lanzó desde aquel peñasco y cuando iba a media caída señaló hacia el dorso del dragón, inmediatamente las esferas descendieron sobre su lomo como un bombardeo de muerte. Las explosiones, la bestia se levantó como si le hubieran dado un latigazo aun cuando las escamas de su lomo estaban intactas, pero al mismo tiempo estaba exponiendo las escamas de su pecho, las cuales eran muy débiles. Pantea tocó tierra justo en frente de ellas. –Comando de activación 001 Zahhak –dicho esto de su mano emergieron dos puertas al hiperespacio que formaron una laza de unos dos metros, la cual Pantea empleó para lanzar un ataque directo al pecho de la bestia, la longitud de la lanza no era lo bastante larga como para tocar el corazón, pero la bestia termino en el suelo de todas formas. Al momento en que Pantea sacó su arma, la sangre del dragón se había cristalizado, era como si aquella lanza congelara todo lo que cortaba. Inmediatamente Pantea diseccionó el pecho de la criatura para sacar el corazón, este no era una estructura biológica, se trataba de un cristal rosáceo del tamaño de un puño que brillaba con una luz blanquecina a intervalos reglares. Los instrumentos de su visor se pusieron rojos arrojando la señal de elemento radioactivo. –¿Así que esto es el corazón de un dragón? –preguntó Pantea. –Informaré a la tripulación del Laurentium, creo que obtendrás el respeto de varios de los oficiales. Pantea se quedó un rato observando el corazón de la criatura, se encontraba absorta ante la belleza de aquel cristal, y se preguntaba cómo es que los cazadores de dragones pudieron matar a estas criaturas tan fuertes sin armas sofisticadas.
Capítulo 12. El último elegido de Kurd Nadia se aproximó al hombre con una manta, primerio le dio una bofetada y luego lo cubrió con la manta. –Eso que haces es inmoral –refunfuñó Nadia, para luego abrazarlo. Entonces uno de los pescadores que lo acompañaban los abrazó a ambos sonriendo. –El señor Alasad salvó a mi hijo que se había caído en el lago mientras pescábamos –dijo el hombre –si él no hubiera estado no sé qué hubiera sucedido. Entonces Nadia miró sobre el hombro de Alasad y observó el resto de pescadores que avanzaban rodeando a u n joven adolecente quien se encontraba vestido –¿Le diste tus ropas? –preguntó ella. –Era necesario –contestó Alasad –a diferencia de mi persona o del señor Zubair, todos ustedes pueden morir fácilmente por el frío. –Perdóname –repuso Nadia avergonzada, pero la respuesta de Alasad fue abrazarla fuertemente y besarla, mientras que todos alrededor cantaban canciones antiguas y celebraban la hazaña heróica. Jazmín por su parte observaba el rostro de Alasad, se trataba de un ser humano, eso era evidente, pero sus facciones eran completamente diferentes a las de cualquier raza que ella hubiera visto o tenido noticia, además estaba el hecho de que este hombre sabía sobre los invasores. –Veo que tu hermana perdida ha despertado –dijo Alasad mientras que ponía bien la manta, se veía en su rostro la admiración que sentía por el hecho de que Jazmín y Nadia se parecían tanto, era como ver dos gotas de agua, solo que una tenía el cabello más largo que la otra. –Él es mi esposo –dijo Nadia aferrándose a él. –Mi nombre es Alasad ibn Najmah –dijo el extendiéndole la mano a Jazmín, ella no atendió el gesto. Alasad rompió en risas tocándose la parte trasera de la cabeza –siempre se me olvida que este gesto no es tan universal como pensaba. Jazmín pudo notar que a pesar de que él hablaba el idioma con un dialecto de Kurd, había un extraño acento en algunas de sus palabras, como si no se tratara de su lenguaje nativo. Jazmín se acercó a Alasad mirándolo a los ojos y en lugar de presentarse le puso el cuchillo de obsidiana en el cuello. Nadia se alarmó, pero Alasad la calmó con un gesto. Poco a poco el resto de los aldeanos se dio cuenta y en un instante la propia Jazmín se encontraba con docenas de cuchillas de lanzas y machetes sobre su espalda. –¿De dónde vienes? –preguntó Jazmín mirándolo a los ojos. Alasad cerró los ojos con tranquilidad y extendiendo su brazo izquierdo señaló las estrellas. Nadia estaba nerviosa, pero con un gesto de la cabeza de Alasad comenzó a hablar. –Mi señor Alasad vino de las estrellas, en un pilar de luz se apareció frente a mí, no se veía muy bien, pues tenía el rostro cortado y una herida profunda en su costado, una cuchilla le había perforado de un lado al otro, pero a pesar de eso seguía vivo. Yo lo cuidé por varios días asombrada de que a pesar de eso sus heridas sanaban. –¡Escúchenme! –gritó Jazmín molesta –este hombre, y la gente de la que el procede ha declarado la guerra al mundo, sus ejércitos han destruido reinos completos y matado a millones de personas, él debe tratarse de un espía. El rostro de Alasad se puso serio de repente. –¿Como sabes que se trata de mi pueblo? –preguntó Alasad mirándola a los ojos. –Las armas que usan ustedes –dijo ella –vi una miniatura de ellas cuando salíamos para aquí, y la señora Nadia me dijo que usted las hacía. –Ya veo –contestó Alasad, quien con un rápido movimiento de la muñeca le arrebató el cuchillo a Jazmín. Ella retrocedió asombrada, jamás había visto a alguien moverse así de rápido. –Hemos traído suficiente alimento, así que habrá un festín esta noche –dijo Alasad a todos –allí tendrás oportunidad de hablarnos a todos nosotros de lo que sucede fuera de estas montañas. –Amor, pero ella –intentó protestar Nadia ante aquel acto tan descortés de Jazmín, pero Alsad la calmó poniendo su dedo índice sobre sus labios. –Si lo que le he entendió a ella es cierto –dijo el –entonces ella tiene todas las razones del mundo para intentar matarme, te lo pido a ti, y ¡se los pido a todos! Traten a esta joven como una invitada y olviden este pequeño malentendido, ya aclararemos todo durante la celebración, en presencia del señor Basit. Nadia obedeció al pie de la letra, al igual que todos en la aldea. Durante la comida, Nadia le habló a Jazmín sobre lo que había sucedido durante el tiempo en que Alasad se encontraba recuperando de aquella herida tan peligrosa. En la casa del líder de la aldea se había almacenado armas de fuego de unos 100 años atrás, cuando el pueblo de Kurd fue obligado a escapar a aquellas montañas. Uno grupo de jóvenes encontró la sala de armas y trató de imponer su autoridad por la fuerza, algunos mataron a sus hermanos, otros intentaron violar a varias muchachas. Cuando uno de ellos intentó tomar a Jazmín, sus pares de interpusieron y los mataron. Jazmín intentó escapar pero solo resultó llegando a su propia casa, su hermano menor intentó defenderla pero el forajido casi lo mata. En ese momento Alasad se levantó y aun herido derrotó al enemigo solo con una espada. A pesar de que su herida se abrió nuevamente y estaba sangrando, pudo derrotar a los enemigos que portaban armas de fuego. Jazmín estaba sorprendida y no daba crédito a aquellas palabras. –Mi señor Alasad posee la fuerza de los antiguos cazadores de dragones –dijo Afya mientras servía un licor dulce hecho de algunas plantas de las montañas. Nadia continuó explicando que a pesar de que los forajidos descargaron una lluvia de plomo sobre Alasad, ninguno de los proyectiles lo rozó, el incluso empleó la cuchilla de su arma para alterar la dirección de algunos disparos. Posteriormente los mató a todos sin mayor miramiento. Para todos se trataba de una gran catástrofe y había revelado que los hijos de algunas de las familias más ricas habían sido criados de una forma demasiado laxa. Por otra parte gracias a aquella situación, Alasad había sido aceptado rápidamente por los miembros de la aldea. Por su parte Jazmín les habló a todos de todo lo que ella sabía a cerca de la guerra, aunque no pudo explicar el modo en que ella llegó allí. Todos se quedaron callados hasta que el líder de la aldea habló. –Señor Alasad –dijo Basit, se trataba de un hombre viejo de unos 90 años de edad, extremadamente delgado y una barba espesa que le bajaba hasta el pecho –¿que cree que es el objetivo principal de estos invasores? Alasad suspiró con molestia. –Asumiría que vienen por los cristales de apeirita que se encuentran bajo estas montañas –dijo Alasad –ese mineral es la base de la economía de mi gente, gracias a ellos puede multiplicarse la energía muchísimas veces, además la pureza que poseen los minerales de este planeta son incomparables. –¿Cree usted que nuestra aldea se encuentre amenazada una vez más por la codicia de unos cuantos? –preguntó Basit. Alasad bajó la cabeza con vergüenza. –Ha llegado la hora de que enfrentes tu destino niño –dijo una voz profunda que emergía de la oscuridad, Basit se levantó al instante. –Tio –dijo Basit al momento en que la persona que hablaba apreció en medio de la gran mesa del pueblo, todos en la aldea se quedaron quietos. –Jazmpin preguntó a Afya de quien se trataba. –Es el señor Zubair –dijo ella con gran respeto –él fue el último de los cazadores de dragones, y el encargado de guiarnos a nuestros ancestros a este lugar después de la masacre cometida por los reyes de Azadan. Jazmín reconocía ese nombre, el último de los cazadores de dragones, y también hermano de su abuelo, el rey de Azadan. Zubair era un hombre viejo, pero su rostro no estaba tan deteriorado como el de Basit, de hecho su cuerpo aún conservaba un nivel bastante alto de masa muscular. –Mi esposo ha estado entrenado con él por varios meses –dijo Nadia bastante preocupada a Jazmín –normalmente nadie ve en persona a Zubair ya que una vez que el pueblo de Kurd se asentó en aquel valle cálido, Zubair se retiró a la cima de la montaña más alta, donde nadie podría alcanzarlo, de esta manera esperaba que las artes de los cazadores de dragones murieran con él, sin embargo mi amado esposo logró convencerlo de que le enseñara a él. Zubair lucía severo, pero su rostro que aterrorizaba a todos no afectaba la apareicia despreocupada de Alasad. –Te entrené con un propósito –dijo Zubair. –Lose, lo se viejo –contestó Alasad –pero lo que me pides es arduo. Aquí he encontrado la paz, si me marcho a la guerra tendré que hacer cosas de las que podría arrepentirme el resto de mi vida. Zubair refunfuñó al mismo tiempo que observaba cono Nadia se aferraba al brazo de su esposo. –Esta es tu biznieta cierto? –dijo Alasad mientras le acariciaba la cabeza a Nadia –sus padres ya no están y su hermano murió hace poco, ¿esperas que la deje sola con mi hijo que está por nacer? –Yo la cuidaré –repuso Zubair. Alasad suspiró –¿por qué no vas tú? –A pesar de que nuestros poderes sean semejantes tu posees el conocimiento –contestó Zubair –esa es la verdadera clave para salvarnos a todos. Todos en la aldea estaban confundidos, y entendían muy poco de lo que estaban hablando. –Iré a la guerra entonces –dijo Alasad –pero prométeme anciano, prométeme que cuidarás de Nadia y de mi hijo con tu vida si es necesario. Las palabras de Alasad eran ásperas, llenas de angustia. Zubair realizó entonces una promesa solemne, ante la cual Alasad se levantó. –¿A dónde vas? –preguntó Nadia. –Voy a la guerra –contestó el. –¿No me dejes sola! –gritó ella llorando. –No es necesario que te marches tan pronto –contestó Zubair –permanece esta noche con Nadia, mañana en la mañana estará todo listo. Jazmín se sentía incómoda, a medida que la pareja se retiraba a sus aposentos, ella no podía evitar pensar que su llegada a aquel lugar había destruido una familia que vivía feliz y en paz. Sin embargo las palabras del legendario Zubair la habían llenado de esperanza, un cazador de dragones o un invasor del cielo ligado emocionalmente a esta gente, sea cual fuera su identidad real una cosa era evidente, Alasad ibn Najmah sería la clave para poder pelear esta guerra en igualdad de condiciones.
Capítulo 13. La Gran reunión Un hombre delgado se encontraba en frente de Agnes arrodillado. –Mi señora Jaleh me ha ordenado guiarla hasta el templo –dijo el soldado, uno de los guardias del templo –la señora me dice que usted también ha sido bendecida por los dioses y que su afición encontrará su respuesta cuando hable con ella. Agnes estaba renuente, de algún modo había encontrado la pista del hombre de su visión, pero una invitación de la anciana del pueblo no debía ser desatendida. El templo era una estructura más bien sencilla que se encontraba sobre una gran roca, allí se encontraba una gran cantidad de guardias. Agnes era seguida por los hombres de Gazsi como su guardia personal. Mientras caminaban Farzín se percató de que el guardia que los habpia mandado a llamar tenpia un tatuaje especial en su hombro, se trataba de un guerrero del clan Momo que seguramente había desertado varios años atrás. –¿Que se siente que al fin esos barbaros hayan encontrado su muerte? –dijo Farzín con fuerza a su compañero Bahar, pero este estaba más preocupado por las ligeras ropas que portaban algunas de las sacerdotisas del lugar, por lo que respondió con –¿y de que estas hablando? El guardián tomó la palabra sabiendo que la pregunta se refería más a el que a otra persona, y aunque Agnes miró a farzín con cara de pocos amigos, este no se amilanó. –Murieron por un castigo divino –dijo el guardián poniéndose de pie con gran ceremonia ante la puerta principal. Solo Agnes fue aceptada para ingresar, pues solo las mujeres podían estar presentes en frente de la anciana. –Así que eres una vidente, y tus visiones han alterado tu espíritu –dijo la anciana, una mujer de unos 100 años o más, de cuerpo pequeño y arrugas profundas. Su cuerpo se encontraba recostado en una cama de plumas, pero su cabeza estaba finamente arreglada con una corona de plumas muy coloridas. Agnes se arrodilló frente a ella. –Una amiga muy querida sufre en mi visión –respondió Agnes. –Tu miedo te impide ver con completa claridad lo que ha de suceder –contestó la anciana –y estos miedos pueden provocar una tragedia mayor que la que pretendes evitar. –No le entiendo –contestó Agnes. –Míralo por ti misma –dijo la anciana señalando un gran jarrón de plata con una pequeña película de agua, el cual parecía actuar como un espejo. Agnes se acercó pero no podía ver nada con claridad, a pesar de que eso debería comportarse como un espejo. –No veo nada –dijo Agnes. –Es porque tus miedos te impiden penetrar en la maraña que es el destino –contestó la anciana –tranquiliza tu corazón y entonces podrás ver en el pasado, el presente o el futuro. Agnes empezó a respirar más lentamente tratando de despojarse de sus preocupaciones, y en ese instante la imagen de una reunión se hizo clara. –Es la reunión de dos poderosas voluntades, una real y la otra artificial –prosiguió la anciana. En las sala se encontraban reunidos varias personas, en primera instancia un hombre gordo y muy alto, con una barba bien cuidada y peinada, así como una enorme alabarda en su mano derecha. Sus hombros se encontraban cubiertos por una fina capa de piel castaña, se trataba del líder político del poblado Paza, el gran Jahangir. Frente a él se encontraba Mandana sentada en un fino sofá recibiendo una taza de té muy fina y a su lado Gazsi. Fremnte a ellos había cuatro personas, un hombre viejo local que parecía ser un intérprete, así como tres personas vestidas de forma extraña. El primero portaba un uniforme militar, un abrigo negro, el cuello y los hombros del abrigo estaban marcados con tres estrellas y unas alas, mientras que su cabeza portaba un gorro militar cuya visera obstruía parcialmente su frente y sus ojos. Al lado de él se encontraba una mujer no muy alta de cabello purpúreo y unos ojos azul oscuro, portaba un abrigo similar, pero en lugar de tres estrellas su marca solo tenía una, y no portaba un gorro militar. Al lado de ella se encontraba lo que parecía ser un guardaespaldas, se trataba de un hombre alto, cubierto por una armadura táctica negra pero desarmado. –¿Esto está sucediendo ahora? –preguntó Agnes –En efecto –contestó la anciana –te llamé aquí precisamente para evitar que interfirieras con este destino. –¡Pero Mandana! – repuso Agnes angustiada. –Cálmate – contestó la anciana. Había una pareja más que se encontraban alejados, se trataba de un hombre y una mujer. El hombre se encontraba cubierto por un abrigo blanco y una capucha que impedía ver claramente su rostro, a su lado se encontraba una mujer joven también cubierta por una capa, pero estaba abierta, debajo de ella podía verse el uniforme de los oficiales de Azadan. Agnes reconoció inmediatamente su rostro ya que su expediente había sido distribuido a algunos miembros de su antigua base, ¿Qué estaba haciendo una mujer que se suponía muerta hacía ya casi tres meses en una aldea tan recóndita? –¿Tu qué piensas Gazsi? –preguntó Jahangir –esta gente me dice que nos recompensará con oro a cambio de traerles grandes cantidades de arena gris de las montañas más allá de Tuan. Gazsi observó de reojo a los exploradores extranjeros, el hombre hablaba en un idioma que jamás había escuchado, parecía comunicarse a través de la mujer que hablaba en la lengua de Media, un lenguaje gutural de una nación odiada por todos. La mujer no hablaba la lengua común de Azadan y las tribus del norte llamada afraziano, por lo que a su vez debían usar un intérprete. –Las montañas del norte son sagradas –dijo Gazsi –están resguardadas porque allí se extienden los bosques de los dragones, nadie que ha ido allí ha regresado para contar la historia, o ¿ya has olvidado lo que le sucedió al pueblo de Kurd? Nunca regresaron y eso que eran guiados por el más fuerte de los cazadores de Dragones, el gran Zubair de la lanza de plata. El intérprete proseguía las palabras de Gazsi a la mujer, quien escuchaba atentamente el mensaje. Jahangir estaba tocándose la barba y pensando bien cuáles eran sus palabras, algunos de sus hombres le habían comunicado que los hombres que habían traido los extranjeros como guardaespaldas se habían distribuido alrededor de la mansión, parecían esperar algo. –Mi señor Jahangir –dijo la mujer con el manto blanco interrumpiendo la conversación –estos hombres son probablemente enviados de los invasores del cielo. Los invasores del cielo, los dueños de las armas móviles que habían destruido parias de las más grandes civilizaciones de Aeres y que parecían ignorar los poblados de costumbres más arcaicas. Jahagir rompió en carcajadas abriendo sus ojos como platos. –Dime, ¿Por qué debería aceptar la palabra de una princesa desterrada y que además está muerta? –dijo Jahagir, la mujer retrocedió sorprendida – Jazmín bint Snahadin bou Juwa, si la última princesa de Azadan, la mujer que se sacó el vientre para lograr un extraño milagro, dime ¿has regresado ya de la montaña más alta del mundo? ¿Has traído al salvador prometido? Jazmín estaba roja de la cólera, pero el hombre que la acompañaba puso su mano sobre sus hombros. –Es la primera vez que me encuentro en medio de una leyenda, debo admitir que es emocionante –dijo aquel hombre quitándose la capucha. Todos se sorprendieron de su aspecto, el cual era similar al del oficial con la marca de las tres estrellas. Pero su rostro era más oscuro debido a la acción del sol, además portaba una cicatriz en una de sus mejillas. –El hombre que tiene a su lado es un oficial de un ejército que viene de más lejos de lo que usted se puede imaginar –dijo Alasad con calma –por lo que he podido darme cuenta, desean quedarse con cierto mineral que se encuentra en las montañas del norte, lo cual les permitirá crear el ejército más poderoso de toda la galaxia. Cuando la mujer terminó de traducir, el oficial pareció perder la calma. –¿Quién eres tú? –dijo el oficial en la lengua de Solaris, una lengua que solo él y Alasad podían entender. –Soy alguien que se supone debe regular la actividad de ustedes –contestó Alasad. –Tonterías –dijo el oficial –se supone que en estos momentos no estamos bajo la jurisdicción de la iglesia. –Todo está bajo la jurisdicción de los guardianes del Emperador Blanco –contestó Alasad –ustedes están oprimiendo muchos pueblos en este planeta y realizando un genocidio que se encuentra en contra de las leyes más preciadas de nuestro país, ¿Qué diferencia tienes de los belkanos ahora? ¿acaso la fuerza te da el derecho a extermina a los pueblos? Todos estaban extrañados al escuchar esta conversación incomprensible, especialmente Jazmín que había viajado con Alasad por varios meses. –Tú debes ser solo una farsa –dijo el oficial mientras que con un gesto le ordenaba al guardaespaldas que tenían al lado. Este sacó una pistola nueve milímetros de su manga y apuntó a Alasad. El disparo fue certero, pero la bala adquirió una trayectoria que evitó la cabeza de Alasad. Las otras quince balas no tuvieron mejor suerte, era como si los proyectiles evitaran a aquel hombre extraño. El Oficial desenfundó, pero Alasad ya no estaba frente a él, sino a su espalda apuntándole con la punta de su espada. Entonces la mujer dijo unas palabras en su lengua nativa y su cuerpo fue rodeado por una potente reacción de Apeirita, su cuerpo fue envuelto en esta luz que se condensaba en forma de una armadura muy bien articulada, mientras que su rostro era envuelto en un casco. El traje fue forjado al interior de una esfera que dispersaba el espacio a su alrededor. La reacción de energía hizo que todo el piso de resquebrajara en mil pedazos, cayendo todos al primer nivel del edifico. Jazmín sacó su arma, pero Alasad con una señal de la espada le indicó que se detuviera. –Todos salgan inmediatamente del perímetro –dijo Alasad –esta mujer posee la fuerza de un caballero de Peiras y como tal, si alguien se encuentra acerca a nosotros cuando combatamos podría morir de solo estar presente, ¡aléjense!. Dicho esto Alasad trató de alejarse, pero la mujer le golpeó violentamente el torso, con lo cual salió a volar hasta golpearse con uno de los pilares de roca. Los detritos emergieron a medida que su cuerpo penetraba la roca con violencia. Al ver esto Jazmín casi rompe en llanto a medida que descargaba su arma contra la guerrera envuelta en aquella armadura que se asemejaba a la piel de un dragón. Pero las balas aunque disparadas con precisión eran desviadas de la armadura. –Te dije que te calmaras –la voz de Alasad surgió del interior del pilar a medida que un gran segmento de roca se resquebrajaba. La mujer en la armadura parecía sorprendida ya que fijó su atención nuevamente en Alasad. –Parece que no podré alejarme fácilmente – dijo el mientras extendía su mano izquierda a su lado, inmediatamente y vinculo al hiperespacio se abrió liberando una tormenta de electricidad contra un grupo de cinco soldados negros que parecía agruparse para fusilarlo. La mujer volvió a avanzar para golpearlo nuevamente, pero esta vez, Alasad detuvo su golpe con una mano. La potencia del impacto hizo que los pliegues de su abrigo y su manto ondearan como su un fuerte viento los golpeara. Al mismo tiempo todos sintieron como si una enorme presión les callera sobre los hombros, era una tortura estar cerca de la presencia de aquellos dos guerreros. –Tus armas se ven más estables de lo que hubiera creído –dijo Alasad con un rostro de seriedad que Jazmín no le había conocido en los meses que habían viajado juntos. Entonces la mujer hizo que en sus manos apareciera de la nada unja extraña lanza de color de plata. –Muy interesante –repuso Alasad quien empuñó su espada –¿sabes? Esta es la primer batalla que puedo enfrentar seriamente de frente, ¡Prepárate para enfrentar el filo de este baselard!
Capítulo 14. Viajeros Varios meses antes… –¿Así que esta es la máquina en la que llegaste? – Dijo Alasad mientras observaba el AZDN de Jazmín. –En efecto –contestó ella, llevaban casi medio día de camino, medio día en el que no habían cruzado palabra alguna. Jazmín solo podía recordar las palabras de Nadia cuando salieron de la aldea de Kurd. –¿Deseas marcharte? –preguntó Nadia –es muy peligroso, mi madre me dijo una vez que solo habíamos llegado todos hasta aquí gracias a que el señor Zubair había hecho un pacto con uno de los dragones más fuertes de las montañas, un pacto en el cual sacrificaba la vida de su hijo a cambio de la vida de todos nosotros. –¿Así que el último de los orgullosos Cazadores de Dragones se puso de rodillas ante una de estas criaturas repugnantes? –contestó Jazmín con un tono sarcástico, pero Nadia lo negó con la cabeza. –El pacto de sangre es permanente –contestó Nadia –los dragones del valle viven para proteger nuestra aldea, nadie puede ingresar o salir a menos que sean Cazadores de Dragones. –¿Entonces porque “ese” extranjero es el elegido? –preguntó Jazmín. –Mi señor Alasad tenía conocimiento de las artes de los cazadores aun antes de llegar aquí, es por esto que el señor Zubair aceptó enseñarle las artes de los cazadores –contestó Nadia con un rostro acongojado –al parecer le enseño sus secretos a cambio de obedecerlo cuando llegara la señal. –¿Y la señal soy yo? – –Si –contestó Nadia tocando su vientre –pero no te culpo o te odio, desde el momento en que él llegó aquí supe que algún día se marcharía, el vino con la luz de una estrella, y su destino debía ser más grande que el de un pastor en una montaña olvidada. Solo te pido que cuides de él. Jazmín se compadeció de la petición de Nadia y realizó una promesa solemne, aun cuando había algo en la actitud de aquel sujeto que la molestaba de alguna forma. Entonces Afya salió de la casa con un objeto alargado envuelto en un paño de ceda y se lo entregó a Nadia –es la costumbre –dijo ella. Nadia se aproximó a Alasad y descubrió el objeto, se trataba de una espada de hoja hancha con una empuñadura en forma de I. –Regresa con ella, pero sin mancha –dijo ella llorando. –Si viviéramos en un mundo donde las palabras de un monje son escuchadas por todos, tal vez eso sería plausible –dijo Alasad amarrándose el correaje y revisando la cuchilla, esta no había perdido el filo después de tantos años –lamentablemente ya no soy un monje, y este no es un mundo ideal, no puedo hacerte esa promesa, pero si te prometo una cosa, volveremos a vernos mi amada –dicho esto Alasad la besó con pasión. Alasad regresó a jazmín a la realidad subiendo a la cabina del piloto. –¡Hey! ¿Qué haces? –gritó ella molesta. –Solo estoy viendo este trabajo artesanal, por lo que he escuchado su nivel tecnológico se aproxima al de principios de la edad industrial en la historia de la Tierra, nuestro planeta natal. –¿Tierra? – se preguntó Jazmín. –Digamos ese es el nombre de la estrella errante en la cual todos los seres humanos de la galaxia nos originamos –contestó Alasad ingresando en la cabina del piloto, la cual dejaba mucho que desear, había una gran cantidad de instrumentos desconectados de la computadora principal que operaban por medio de interruptores manuales de palaquilla. –Por lo que veo pudieron reconstruir la computadora principal y los sistemas principales –dijo Alasad sentándose en la cabina del piloto –¡pero los instrumentos secundarios son un mal chiste!. –No tiene energía para moverse –gritó Jazmín desde el exterior. –La computadora siempre debe tener energía, ese es un protocolo universal –contestó Alasad encendiendo la computadora y sacando el teclado de acceso, el cual estaba organizado con símbolos del alfabeto afraziano. Por suerte después de algunos comandos, los protocolos básicos del sistema se abrieron en el lenguaje joviano en el que se había programado originalmente. –Esto parece una copia del sistema operativo de un TBF-16 Falco –dijo Alasad –pero tiene una cantidad bastante grande de errores debido a la incompatibilidad de la reconstrucción –luego sacando la cabeza se dirigió a Jazmín –niña, ¿estas segura de que nunca tuviste problemas al encenderlo o de que no se bloqueó en combate? Jazmín abrió los ojos como platos. –No te preocupes, escribiré un programa que sea compatible con esta bola de hierro, supongo que será de ayuda para tus camaradas –dijo Alasad –solo me tomará tres horas, después de eso nos llevaremos el “disco duro”. Alasad no pudo traducir “disco duro” de forma correcta en la lengua afraziana, por lo que Jazmín se confundió un poco. –El disco duro es una cajita que almacena la información necesaria para que estas máquinas se muevan –repuso Alasad –un buen sistema operativo escrito en el disco duro impedirá que este se apague en batalla. Después de retirar el disco duro, que era del tamaño de un medallón, Jazmín y Alasad continuaron su camino hacia el sur. Pronto llegaron a las cascadas de Kang, una abertura en los muros montañosos donde el rio Xingfeng se desplomaba al vacío. –Más allá se encuentra en valle de Long-Tiamt, el valle de los dragones, y si, literalmente hay cientos de dragones por todas partes, así que no se separe de mi –dijo Alasad mientras guiaba a Jazmín por un camino secreto por debajo de la cascada. El lugar era muy oscuro debido al vapor de agua, y el frio era intenso, por lo que ella debía mantener su manto lo más seco posible. Jazmín se sentía molesta debido a que Alasad debía guiarla por todo el trayecto cogida de la mano o literalmente cargándola en algunos tramos muy peligrosos, así avanzaron unas tres horas hasta que una gruta se abrió hacia el valle. Seguía siendo un camino angosto tallado en la montaña, pero al menos se podía ver algo. Pocas horas más tarde, Jazmín se percató de una roca extraña que brillaba como la plata, de hecho era como una cota de mallas con plata y perlas incrustadas que se encontraba saliendo de un lodazal. –Sigue tu camino –dijo Alasad con tranquilidad, pero Jazmín se quedó mirando la roca, la cual de hecho no era una roca. Pronto se dio cuenta de que era el lomo de un dragón de Tierra, el cual emergió de su lecho húmedo para ver cara a cara a la mujer. –No corras, no grites, no te muevas –dijo Alasad, pero Jazmín no sintió miedo, sus ojos se posaron en los de la imponente criatura, hasta que esta se aburrió y prosiguió con su letargo. –Ya veo –dijo Alasad sonriendo. –¿Que entiendes? – –La razón por la cual ustedes dos se parecen tanto –dijo Alasad –por cierto, te interesaría saber ¿en qué consisten las Artes de los Cazadores de Dragones? Pantea se encontraba en la sala de reuniones cuando vio llegar a un grupo de oficiales. –Teniente II Pantea Artesbod –dijo el oficial –hemos recibido órdenes de comunicarlo su misión. Pantea escuchó con atención. –Usted se encuentra en estos momentos sobrevolando al macizo montañoso de Afraz, su objetivo es asegurar la supervivencia del Capitán Ross Granden aquí presente en una expedición de reconocimiento, adicionalmente puede que en el camino emerjan objetivos secundarios que el capitán determinará a su entera discreción –dijo el oficial. Pantea realizó el saludo militar justo en el momento en que el capitán Granden ingresó, al ver su uniforme Pantea se sorprendió, pues se trataba de un oficial de la Gente de Cielo. El Laurentium dejó a Pantea, el capitán Granden y un grupo de 60 soldados todos vestidos de negro en un puerto recientemente conquistado llamado Kaluk, pues el Laurentium tenía una misión de cacería más hacia el sur. La ciudad de Kaluk se había convertido en un puerto de esclavos donde la gente de media imponía el orden a la fuerza, en aquel trato se notaba mucho el odio étnico que sentían contra todo aquel que hablara la lengua afraziana. Pantea había crecido en esa cultura de odio, y sin embargo al pasar de los días sentía que aquellos tratos no eran del todo justos. Pocos días después navegaron por el rio Mardín en vehículos aéreos de la Gente del Cielo hacia el norte, justo en el interior de tierras enemigas que aún no habían sido conquistadas por completo. Por suerte, aquellas personas eran tecnológicamente inferiores y no tenían armamento anti-aéreo. –Hace unos meses se desarrolló una misión de ataque contra una base secreta enemiga –dijo el capitán Granden a Pantea –pero si me preguntaran a mí, diría que debe haber al menos otras dos o tres bases en esas montañas. –Es difícil que así sea –contestó Pantea – al norte es territorio de tribus nómadas que los señores de Azadan nunca han podido conquistar, sin embargo es posible que la base que buscas se encuentre más hacia el este, se dice que la capital sagrada de Azadan se encuentra en aquella región. –Esa información no la teníamos –repuso Granden –ja y mis amigos decían que ustedes no tenían nada bueno de que hablar, por cierto, a pesar de tu acento puedes hablar bastante bien nuestra lengua. –Es uno de mis talentos –contestó Pantea –también hablo el dialecto principal del afraziano, por lo que puedo hacer de interprete en algunas regiones, pero entre más al norte avancemos, más extraños se harán los dialectos. –Bueno, tu misión es ser mi guardaespaldas personal, aunque tendré en cuenta tus otras habilidades –dijo Granden con un tono malicioso que despertó cierta incomodidad en Patea, pues notaba como el la miraba de arriba hacia abajo –si los barbaros del norte colaboran con nosotros, su destino puede que sea mejor que el del resto de naciones de este mundo. Pantea observaba con calma la base de la montaña, hacia el punto de desembarque por límite de altitud. Allí desembarcaron un vehículo de tecnología local y las tropas para avanzar hacia el norte. Granden periódicamente recolectaba muestras de suelo para revisarlas con un aparato especial, y cada vez que avanzaban al norte parecía estar de mejor humor. En una que otra ocasión Pantea lo encontró susurrando en lengua joviana –seremos millonarios. Su viaje duró unos cuantos días hasta llegar al poblado de Paza.
Capítulo 15. Desaparecido en acción Pantea se encontraba sorprendida, a pesar de que había conectado un golpe directo, la mano desnuda de un humano la había detenido sin romperse en mil pedazos. Sus ojos brillaban con un color azul metálico, era algo extraño. La pantalla de Pantea realizó un acercamiento a aquella extraño iris, aunque su fondo era azul, estaba atravesado por líneas rectas semejantes a un circuito complejo de un color azul metálico muy brillante. –Axara, creo que él sabe algo de límite de tiempo –dijo Pantea mientras extendía su mano izquierda – Yo libero las garras del dragón –dicho esto la lanza de combate apareció en sus mano. Pantea atacó con la lanza, pero Alasad desvió cada uno de sus ataques con suma facilidad sin oponerse con demasiada fuerza. Cuando ambos retrocedieron el notó que su espada se encontraba cubierta por escarcha, así como que el aire alrededor estaba frio y pesado. Jazmín tomó a la muchacha que se encontraba en el campo de batalla e intento alejarse lo más posible del lugar. Sin embargo el capitán Granden y los demás hombres no podían hacer nada, se encontraban paralizados y con un dolor en la espalda y la cabeza que se hacía cada vez más insoportable. Alasad intentaba alejarse o más posible con su velocidad, pero Pantea le obstruía siempre el escape, y en aquellos movimientos un patrón fue localizado por la computadora. –Escúchame –dijo Axara –aparentemente este sujeto solo puede usar una habilidad a la vez, si se enfrenta con fuerza no se mueve muy rápido, pero si se mueve rápido intenta desviar tus ataques sin aplicar demasiada fuerza. –¡Entonces debo atacar a gran velocidad! –gritó Axara realizando rápidos movimientos que apenas si podían ser percibidos por el ojo humano. Al mismo tiempo Alasad se quedó quieto, y cuando la mujer atacó por la espalda a gran velocidad el simplemente colocó su espada en posición defensiva justo a tiempo para plantear una defensa firme. El impacto no solo hizo que sus pies se hundieran en la roca resquebrajando el piso, también provocó que la cuchilla de su espada se congelara junto con sus brazos. Al ver esto Pantea retrocedió. –Ríndete –dijo Pantea en lengua joviana. –Es un acento interesante –contestó Alasad quien simplemente separó sus brazos rompiendo el hielo a su alrededor. Si no fuera por la máscara de su casco, Alasad hubiera visto cuan grandes eran los ojos azules de Pantea en una expresión de estupefacción. En el cuartel general el doctor Brown había sido avisado por Axara. –Señor tenemos una situación –dijo ella por el comunicador, y aunque el doctor hizo una cara de desprecio ella reaccionó más rápido –doctor, observe estos datos, requerimos órdenes. Al ver la información de la batalla, el doctor Brown se tocó los lentos con seriedad. –Retire a la unidad del campo de batalla en el momento en que se asegure que la computadora posee un modelo en 3D en alta definición del rostro del atacante y de su arma –dijo el doctor. –Señor, ¿qué sucederá con el capitán y las unidades de apoyo? –preguntó Axara. –Son bajas lamentables –repuso el doctor Brown, pero lo que ustedes se han encontrad altera por completo todos los planes. De regreso en la batalla, Alasad empezó a notar que su contendiente no lo atacaba, simplemente se limitaba a caminar en círculos a su alrededor. –Ya veo, ¿quieres tomarle una foto a este masculino y sensual rostro? –dijo Alasad posando con diferentes sonrisas ante Pantea. Aunque él estaba facilitando los parámetros de la misión, Pantea se sentía increíblemente molesta por aquella actitud, hasta que no pudo aguantar más y atacó nuevamente, pero esta vez los ojos de su contendiente destellaban con un intenso toco ámbar, cuando las cuchillas chocaron, la fuerza con la que aquel hombre impacto fue completamente avasalladora, creando una fisura en la lanza y mandando a volar a Pantea hasta una cabaña que se destrozó con la onda expansiva del impacto. Alasad cerró los ojos y se relajó, mientras que los hombres a su alrededor comenzaban a sangrar por los ojos y la nariz. Alasad se vio entonces rodeado de una veintena de soldados negros, pero todos ellos terminaron con sus cabezas desconectadas de sus cuellos, sin que lo notaran. –Pantea –dijo Axara por la radio –retírate inmediatamente del campo de batalla, el transporte se encuentra en camino y te recibirá en estas coordenadas, ya se ha enviado órdenes a las unidades de apoyo táctico que te cubran el camino hasta allí, ya has cumplido los objetivos. –¿Qué hay del señor Granden? –preguntó Pantea sacándose una viga de encima, mientras que un contador regresivo aparecía en su pantalla de realidad aumentada. –Ya se ha emitido el registro de Desaparecido en Acción para el Capitán Ross Granden –contestó Axara –estas órdenes vienen de muy arriba, ¡obedece por favor! –Yo libero la tormenta del dragón –dijo Pantea, el comando activó una serie de enlaces al hiperespacio a su alrededor de las cuales aparecieron una veintena de esferas de plasma, con un gesto Pantea señaló a Alasad. Este percibió el ataque, pero esta vez sus ojos habían retornado a su tono azul. Con gran destreza Alasad evadió los proyectiles peor dirigidos y más lentos, mientras que los pocos que lo alcanzaron los cortó con su espada, cuando la cuchilla cercenaba la esfera de plasma, esta revertía a una condición que se asemejaba más a una neblina azul verduzca. –Yo libero el aliento del dragón –dijo Pantea extendiendo su brazo, pero nada de materializó. En su pantalla de comando apareció la línea “Error 401: Armamento bloqueado por administrador, por favor contacte a su administrador para recibir instrucciones”. Entonces Pantea pudo escuchar a Axara gritar como una loca que se retirara del campo de batalla. Alasad notó la confusión de los movimientos de su enemigo. –Normalmente esto no funcionaría –dijo el extendiendo su mano izquierda en dirección de aquella guerrera de metal, frente a su palma desnuda apareció un vínculo al hiperespacio. Pantea levantó la cabeza mientras la computadora grababa el patrón de aquel círculo espectral que giraba lentamente en el aire, líneas de color brillantes como luces de neón pintadas en el mismo aire. Del vínculo al hiperespacio emergieron una gran cantidad de relámpagos que envolvieron el cuerpo de Pantea, la electricidad la lastimaba de forma notable, al mismo tiempo que la inmovilizaba. Chispas y explosiones emergían de su cuerpo al mismo tiempo que escuchó por primera vez la voz de la mujer al interior del traje de combate gimiendo de dolor e impotencia. Alasad bajó su mano, y Pantea terminppo de rodillas en el piso, podía notarse como su cuerpo estaba agitado, intentando respirar. Pantea atacó con su lanza, pero Alasad evadió el ataque y cortó sus dos brazos de un tajo, sin dudas, sin remordimientos, cuando estaba a punto de dar el golpe al cuello algo lo distrajo. Para su sorpresa, no habían músculos o hueso, y tampoco había sangre, de los muñones cortados emergía una bruma espesa de color azul verdoso a gran presión, pero no sangre. –Parece que lo que llevas puesto es algo más que una armadura –dijo Alasad enfundando su baselard. Pantea estaba agobiada por el dolor, y justo en ese momento su contador llegó a cero. Una esfera de energía rodeo el cuerpo de la guerrera derrotada, la cual poco a poco recuperó su humanidad y sus brazos originales, no sin retorcerse de dolor en ellos. Alasad no perdió el tiempo, tomó a la mujer del cuello y la levantó con una sola mano. –Ahora hablarás o morirás –dijo Alasad con un tono amigable. –Maestro –gritó Jazmín desde lejos, mientras abrazaba a Mandana quien se encontraba recuperando la conciencia. –¿Otra vez como compas moral? –repuso Alasad liberando el cuello de la muchacha de su tenaza, luego se percató del medallón en su mano derecha y se lo retiró, al observarlo dijo en lengua joviana –Este debe ser el “artefacto”, había leído sobre esto hace años, pero se decía que la investigación en esta tecnología había sido prohibida debido a que las pruebas en humanos se consideraban demasiado peligrosas. Axara se encontraba roja de la cólera frente a su monitor en el cuartel general al otro lado del mundo, sabía que no enviarían una unidad de rescate y que Pantea sería dada por muerta, pero antes de retirarse escribió un pequeño código de programación. El doctor Brown se presentó en aquel momento, parecía un poco agitado. –¿Tienes la información? –pregunto el doctor, y ella asintió entregándole una copia que había sacado justo antes de que ella modificara el registro. –Perfecto –contestó el doctor. –¿Que fue eso? – preguntó Axara con un tono de melancolía e impotencia. –¿Eso? – preguntó Brown – pues, es precisamente lo que nuestro proyecto está buscando copiar. –Eso –dijo Axara –¡eso parecía un dios! –Eso es precisamente lo que buscamos niña –contestó Brown –nosotros buscamos el poder de los dioses. Un hombre se encontraba en un salón blanco, su tecnología no tenía paralelo, al igual que su estética estilizada, su rostro poseía algunas arrugas, pero su elegante barba corta y su cabello bien peinado las hacían lucir con elegancia y distinción. El hombre se encontraba recostado en una silla reclinable y ergonómica bebiendo un poco de brandi, cuando apareció un mensaje del doctor Brown con etiqueta de urgencia. Cuando examino la cinta, transfirió la información del guerrero desconocido a una base datos de la cual solo él tenía acceso en toda la flota estacionada alrededor del planeta Aeres. Despues de unos instantes, la pantalla mostró un resultado, con la foto de un muchacho apuesto de unos 15 años más o menos. Buscando… Datos concordantes al 98,999% Nombre: Sagan, Dorion. Fecha y lugar de nacimiento: 10 de enero de 2330, colonia lunar de Fobos/Marte, Unión de Estados Planetarios de Solaris. Edad: 20 años Afiliación: Miembro de la iglesia de Peiras desde 2332, Escudero en entrenamiento. Caballero a cargo: Zoe Margullis. Estatus: Desaparecido en Acción el 19 de agosto 2345 en el planeta de Licaón. Información restante… clasificada de acuerdo a los códigos de la Inglesa de Peiras, se requiere autorización del consejo para su indagación… –Así que el niño de Zoe –repuso el hombre tomando su copa de brandi para sí mismo –y yo que pensé que mi asignación a esta esfera de fango y lagartijas sería aburrida.