Contenido oculto Es casi medianoche y tengo sueño, no se en que pensaba, discúlpame XDDD —Fue un buen esfuerzo, pero es hora de dar fin al espectáculo… ¡Dragonite, Puño Fuego! MEGADRAGONITE X: Dragón/Acero (Asesino) Armadura Paladín: sube la resistencia de Dragonite en 10 por cada golpe recibido. Salud: 50/182 Fuerza: 294 (45) Resistencia: 300 (35) Agilidad: 0/3 (90 de velocidad) (10) Movimientos: -Carga Dragón (70 Potencia, Dragón) (Usos: 1/4) -Puño Fuego (50 Potencia, Fuego) -Terremoto (60 Potencia, Tierra) (Usos: 0/4) -Afilagarras (Sube 10 fuerza propia, y además garantiza el éxito del próximo ataque) (Usos: 1/2)
Contenido oculto A cualquiera le puede pasar. xD *Procederé a borrar el anterior mensaje, para evitar Spam* —Pongamos el punto final a lo grande ¡Lucario, esquiva y usa Combate! MEGALUCARIO: Lucha/Acero (Asesino) Adaptable: Aumenta los ataques de su mismo tipo en 20 puntos Salud: 44/140 Fuerza: 295 (40) Resistencia: 160 (20) Agilidad: 0/4 (130 de Velocidad) (10) Movimientos: -Esfera Aural (80 Potencia, Lucha, ineludible) (Usos: 0/2) -Pulso Dragón (60 Potencia, Dragón) (Usos: 0/4) -Puño Bala (50 Potencia, Acero, se esquiva con dos puntos de agilidad) (Usos: 0/5) -Detección (Evita un ataque sin gastar un punto de agilidad) (Usos: 0/2)
—Aguanta ahí y… ¡cierra el show con un puñetazo! ¡Puño Fuego! MEGADRAGONITE X: Dragón/Acero (Asesino) Armadura Paladín: sube la resistencia de Dragonite en 10 por cada golpe recibido. Salud: 25/182 Fuerza: 294 (45) Resistencia: 300 (35) Agilidad: 0/3 (90 de velocidad) (10) Movimientos: -Carga Dragón (70 Potencia, Dragón) (Usos: 1/4) -Puño Fuego (50 Potencia, Fuego) -Terremoto (60 Potencia, Tierra) (Usos: 0/4) -Afilagarras (Sube 10 fuerza propia, y además garantiza el éxito del próximo ataque) (Usos: 1/2)
El choque ígneo cerró una de las batallas más largas que me tocó tener. Ya sin energías como para quejarse del dolor, Lucario apretó los dientes cuando fue golpeado. Al caer de espaldas sobre el suelo, mostraba una expresión de paz y satisfacción: había disfrutado enormemente de aquella batalla. También pensaba lo mismo, lo más seguro es que la misma idea cruzaba en las mentes de Serperior, Goodra y Magmortar. Regresé al luchador de acero a su esférico, luego de arrodillarme al lado de su cuerpo y estrechar su pata con la energía de un guerrero. Llegó a entreabrir los ojos mientras del centro de la pokébola surgía la luz que comenzaba a absorber su cuerpo, y me sonrió. Asentí. Entonces sopló una suave brisa. El sonido del viento se convertía en un efímero silbido cuando rozaba la armadura del triunfante Megadragonite. Me incorporé, sacudiendo el polvo de las rodillas, para después acercarme despacio hasta donde se hallaba Effy. Al pasar junto a Dragonite, le di unas palmadas amistosas a su hombro metálico con un “Bien hecho, grandullón”. Me detuve frente a ella, y nos miramos, quizás con demasiada seriedad. El viento sopló con algo más de fuerza, haciendo ondear un poco nuestros cabellos. Ofrecí una mano en señal de respeto y congratulación, para dar el cierre definitivo al combate con el buen gesto de estrechar la suya. —Esta ha sido una de las mejores batallas que he tenido. Felicidades nuevamente —dije, sonriendo levemente para entonces.
El viento hacía mi cabello rubio danzar a su merced cuando Hubert llegó a mi lado. Estiró su mano y la estreché con énfasis, una sonrisa cálida decorando mi rostro. Había sido una excelente batalla. Eso era todo lo que necesitábamos. —También lo ha sido para mí —confesé cuando nuestras manos se desenlazaron—. De mis mejores batallas, quiero decir. Aunque no creo haber cambiado tanto de pokémon desde mi última batalla contra Dante… Y no era mentira. Esta había sido una de las mejores batallas que había tenido en mi vida, junto con mi más reciente contra Liza, aquella final de torneo contra Dante, mi segunda batalla contra Alpha… todas ellas épicas, y por supuesto la de recién merecía un lugar allí. Tras un breve paso por el centro pokémon, seguidos por el Trío M y Mitsuki, nuestro equipo estaba completamente curado y decidimos liberar a nuestros pokémon voladores, Skarmory y Pidgeotto, y procedí a regresar a Marowak a su pokebola. —¿Vamos a Ciudad Témpera? —sugerí, montando en Skarmory—. Bueno, al menos allí es donde estaré, quiero visitar a mi familia… si me buscas, allí me encontrarás. ¡Vamos Skarmory! El ave de acero saltó un grito en su idioma y estiró sus alas metálicas para luego proceder a emprender vuelo.
Las alas de Skarmory refulgieron al recibir los cálidos rayos del sol. Pidgeotto me preguntó a través de sus filosos ojos si los íbamos acompañar, a lo cual respondí de forma afirmativa. Maractus, que nos había acompañado en el rato posterior a la batalla, fue devuelto al interior de su pokébola (Serperior estuvo a punto de salir de la suya hasta que escuchó la invitación de Effy, de modo que desistió, imagino que con bastante resignación). El ave de su acero y su entrenadora despegaron. Los imitamos. Así, los cuatro desaparecimos en el cielo, como tantas veces.
Me acerque a Lax y este levanto la mirada para verme, este tenia los ojos cristalinos...al principio pensé que lloraba, pero en realidad ponía esa para que yo le diera de comer. Suspire un poco para luego salir del CP junto a lax. --En este pueblo dudo que haya comida para ti...vamos a ciudad tempera--le dije sonriendo y este asintió con velocidad, así que, regrese a Lax y saque a Doddy para luego montarme en su lomo y tomar vuelo hacia la ciudad.
Contenido oculto Bueno, después de estar en el internado por varias semanas, al fin puedo dedicarme a esto Me había demorado más de la cuenta. En mi interior no quería abandonar este lugar, pero ya era hora de partir hacía nuevos horizontes, de ver el amanecer en nuevos lugares y sentir el viento que me guiaría en mi nuevo sendero. Tomé mis cosas y comencé a caminar hacía la salida de aquel maravilloso pueblo que había sido mi hogar durante tantos años y que, ahora, debía abandonar. Al menos sabía que lo había dejado en buenas manos.
Durante mi despedida del pueblo me enteré que dos jóvenes, más o menos de mi edad, habían tenido un combate dentro del pueblo; afortunadamente no habían causado ningún daño al pueblo, así que en realidad no había ningún problema con ello. Sin embargo, sentía curiosidad por como sería librar un combate pokémon: En todos mis años como guardabosques nunca había tenido ningún combate, principalmente porque consideraba que era dañar a los pokémon. De hecho, aún lo consideraba de ese modo, pero ahora podía entender un poco mejor que, sí los pokémon tenían vínculos lo suficientemente fuertes con sus entrenadores, combatir no sería algo dañino para ellos. Mis pensamientos se detuvieron bruscamente cuando al fin llegué al final del pueblo, marcado por un letrero que decía "Por favor vuelva pronto.... pero no comience ningún incendio". Aquello me subió el ánimo instantáneamente.
—Bien amigo, es hora de decir adiós. —dije mientras sostenía la ball de mi pokémon, a quien solté para que me hiciera compañía. Así, de ella salió un pequeño Treecko que me miró con serenidad; el ya sabía lo que sucedía y estaba dispuesto a acompañarme durante mi travesía. Ambos nos pusimos en pose y dimos al mismo tiempo el último paso: Aquel que daba por finalizada mi vida en Pueblo Pincel, y aquel que iniciaba un nuevo sendero, uno que ahora debía recorrer....
Aterricé cerca de la entrada de Pueblo Pincel, localidad que quedaba cerca del antiguo hogar de Cottonee. Le di las gracias a Pidgeotto por haberme acercado hasta aquí y lo regresé a su esférico. Casi al instante, Serperior y Maractus salieron de los suyos. Empezamos a caminar en dirección al pueblo, bajo la agradable músicas de las maracas del pokémon cactus.
Me crucé con un joven cuyo rostro estaba marcado por una estremecedora cicatriz. En un principio creí que se trataba de uno de los pueblerinos de Pincel, hasta que noté que lo acompañaba... Un Treecko... ¿Un nuevo entrenador que comenzaba su viaje por Galeia, acaso? Me detuve, haciendo que mis tipo planta siguieran de largo. Volteé para observarlo mejor, pero ya había cruzado hasta la siguiente ruta. ¿Quién era? Saqué mi nuevo cuaderno de apuntes, y anoté: "Nombre desconocido. Equipo: Treecko."
Contenido oculto @juanjomaster @Gold-Kun: Llegó la hora del terror... Run Ian-Aplha, run! Luego de la batalla de Rojo, aterricé sobre el pueblo Pincel y me dirigí directamente al centro pokémon para que mis combatientes recuperaran sus energías.
Salí del centro pokémon, bastante feliz con un jugo en caja sabor a mora —sí, ¡en caja!— y con mis compañeros pokémon completamente renovados. Miré de un lado a otro, no había mucho que hacer por aquí, por lo que me encaminé a la ruta 304.
Llegué junto a Daniel al pueblo, y nos dirigimos al centro Pokémon. Luego de un rato, la enfermera Joy me pasó la pokébola de Phanpy, quien ya estaba lleno de energías. Éste salió de su pokébola, y me miró con cara de ruego. —Aquí tienes tu pokélito, pequeño... —le dije lanzándole el postre, y el elefantito lo atrapó con un salto y se dedicó a devorarlo—. Es tu turno, Daniel —añadí, mirando al entrenador con una sonrisa amistosa.
Altaria aterrizó suavemente y con una sonrisa volvió a su pokébola. — Hmn... creo que me olvido de algo... —mi mente no tuvo tiempo de pensar qué era ya que súbitamente la respuesta llegó a mi, tan rápido como una "patada". — ¡Blaaaaaziken! —bramó el tipo fuego con un gesto de irritación al tiempo que me mandaba a volar con una patada en llamas. "Cierto, olvide que lo había metido en la pokébola desde el centro pokémon en Tempera" Fósforo se cruzó de brazos y apartó la vista. Me puse de pie y me sacudí el polvo con una gota de sudor cayendo de mi frente. Ciertamente... se volvió más fuerte. — Lo siento, se me olvido... —reí tímidamente—. Vamos a comprar esas brochetas de Tentacruel que tanto te gustan. El blaziken no espero otra invitación, su expresión cambio totalmente y con una sonrisa me acompañó al puesto de comida más cercano. Media hora después, traía bolsas de papel con comida y provisiones suficientes para un Snorlax. Fósforo y yo nos sentamos en un banco y saqué mi videomisor. Contenido oculto @Bruno EVF — Hubert, ¿qué cuentas? ¿cómo te va? —saludé al entrenador sonriendo. Fósforo se acerco a la pantalla para entrar en el campo de visión de la cámara e hizo un saludo.
Staraptor me dejó en Pueblo Pincel, un lugar donde habían pasado muchas cosas, de cierta forma buenas... había aterrizado en una plaza cerca de un árbol que recodaba bastante bien, era el lugar donde había conocido a la princesita y a Liza, a pesar de que nos habíamos visto en la escuela pokemon, este había sido el lugar donde nos presentamos formalmente. Ella había mencionado que todos le decían pero aun así me tomaba la molestia de decirle Liza, ella había caído justo del árbol que estaba frente a mi, y yo por suerte le había alcanzado a "salvar" de cierta forma, después conocí formalmente a la princesita, eran días en donde todavía no me odiaba e incluso me había invitado a estar con ellas mientras Ukitashi y la ahora desaparecida Emily no estaban. Eventualmente había comenzado a hablar con ella mientras caminábamos por el pueblo y por accidente ya no había prestado atención a Liza, ni destiny ni yo, así que..recuerdo que se había enojado y había vuelto a trepar en el árbol, y para perdonarnos se le ocurrió la idea de ponernos a andar de manos mientras nos arrojaba barro. Lo bueno del caso es que nos perdonó y pudimos viajar todos juntos por un tiempo. Miré a Staraptor posado sobre la rama de ese árbol — ¿Recuerdas que aquí eras un pequeño Starly? — el pokemon asintió y abrió sus alas demostrándome cuando había crecido, claro que debió haber crecido con el dante sin memoria pero no pensaría en eso más por ahora — Sí... creciste mucho, no lo puedo negar — me acerqué al árbol y me senté bajo su sombra.. vaya recuerdos
Un hilo de luz anaranjada se escabullía por entre las cortinas de la ventana semi-abierta, acompañado por el rumor de conversaciones lejanas y la brisa que susurraba enigmática. Recorría la anchura del piso, escalaba sobre el acolchado de la cama, hasta pasar sobre mis pies y esfumarse en la pared opuesta al vidrio que ofrecía una vista panorámica de Pueblo Pincel. Las primeras luces se encendían en los hogares, tal vez con exceso de anticipación. Di vuelta una página, y continué leyendo. A los pies de la cama dormía Maractus con una enorme sonrisa en su rostro; soñaba algo que provocaba movimientos repentinos en su cuerpo, y eso significaba que el silencio del ambiente era roto por su característica sonoridad. Yo tenía cuidado de que mis pies no hicieran contacto con su cuerpo porque, además de interrumpir su plácido sueño, acabaría con heridas en los mismos. Por seguridad, dejé de estar echado sobre la cama y me senté de piernas cruzadas sobre la almohada. Pasé otra página. Shinx decidió pasar el día fuera de su pokébola. Descansaba en una camilla que preparé para ella, pero en cuanto notó mi nueva posición se levantó y, previos estiramientos, se acurrucó en el hueco que dejaban mis piernas cruzadas. Acaricié su cabeza, arrancándole ronroneos. Serperior también dormía. Enrollado su cuerpo, mantenía la cabeza erguida pero los ojos cerrados. Era una manera de dormir, sin duda, señorial: muy de él. Observé a mi inicial con una sonrisa en mi rostro. Él notó esto, porque sus párpados se levantaron repentinamente y clavó sus ojos rojos en los míos. Acto seguido, me devolvió una cálida sonrisa antes de continuar con su descanso.
Me faltaban pocas páginas para terminar el libro, cuando mi Holomisor comenzó a resonar. Estaba en el morral, debajo de la cama. Con cuidado de no alterar la comodidad de Shinx, me las ingenié para apoderarme del aparato. ¡Vaya, pero si eran Chad y Fósforo! Tiempo sin verles… Respondí: —¡Hey, cómo les va! —mi sonriente imagen levantó una mano para saludar a entrenador y pokémon— ¡Yo muy bien! Peinando la región en busca de batallas (como siempre), y preparándome junto con Lucario y Gardevoir para Torneo… Presiento que pronto deberé ir a Ciudad Acrílica para pelear por el tercer puesto de la competencia. >>Aunque ahora me encuentro descansando en el Centro Pokémon de Pueblo Pincel —comenté, rascándome la nuca— ¿A ti cómo te ha ido?
La coincidencia de nuestra estadía en el pueblo dibujo en mi rostro una sonrisa, de alguna u otra manera, nuestros caminos siempre se cruzaban. — Pueblo Pincel, ¿eh? —dije sonriendo—. ¡Pues adivina quién está de compras por el pueblo! —bromeé. El entrenador se sorprendió por la noticia y rió también. — Tengo planeado visitar la Torre de los Dragones otra vez—le informé—. ¿Quieres venir? podemos desayunar por el camino—le mostré las bolsas llenas de comida.