Ciudad Óleo

Tras haber saciado mi hambre regresé a mi casa, nadie se había dado cuenta de mi presencia
—¿Donde estará Mizu? Bah, debe andar por algún lado, solo espero que cuando me vea no se vaya a enfadar y me arranque la cabeza... —no me mortifiqué en absoluto—

 

Estaba tirado en el sofá, durmiendo tranquilamente, hasta que mis hermanos bajaron de sus habitaciones y se dirigieron corriendo hacia mí
—¡Colorado, te extrañamos! —gritaron los tres al unísono—
Los tres gritos me despertaron tres veces
—¿Eh? Ah... También los extrañé, chicos...

 

Miré a mis tres hermanitos
—Quédense con mamá aquí, voy a buscar algo —les dije—
Éstos asintieron, salí de la casa y con Aerodactyl me alejé volando rumbo a Caballete

 

Volví a quedarme en mi casa, esta vez subí a mi habitación, dejé mi mochila en el suelo junto a un cojín donde era probable que Sylveon durmiera ahí, tras ponerme una pijama azulada, quitarme los zapatos y la gorra, me acosté, para luego encender el aire acondicionado ya que hacía calor, tras arroparme poco a poco me quedé dormido...

 

Tras dormir bien, me levanté, ya era bastante tarde, por lo que tras ponerme mi ropa y acomodar mis cosas salí de mi casa para dirigirme volando en Aerodactyl a otro lugar

 

@Hey Miguel

Apenas llegamos a Ciudad Óleo nos encaminamos hacia el Centro Pokémon. La enfermera Joy nos recibió con su siempre amable sonrisa al tiempo que Chansey se encargaba de dar comienzo al proceso de curación de Combusken, Scraggy, Maractus, Lairon y Arcanine. Como era de esperarse, la tarea les llevó apenas unos minutos.

—Muchas gracias —dije a Joy tomando mis correspondientes pokébolas.

Maractus apareció antes de que su esférico pasara de manos y, bailando graciosamente, tomó las pokébolas de Chad y se las alcanzó.

 

Al llegar a la ciudad, Hubert y yo fuimos directo al centro pokémon. Mientras restauraban la salud de nuestros pokémon, le pregunté:

— Hubert, tengo mucha curiosidad... esa torre dorada, ¿cómo es? —al parecer era una especie de leyenda, pero él dijo haber estado allí, asi que se supone era real. — ¿Cómo se llega ahí?

 

—La Torre Dorada es un lugar muy particular, como sacado de una novela de fantasía —respondí, recordando el día que capturé a Lucario en ese mismo sitio—. Era el hogar del legendario Ho-oh y se decía que se escondía en lo más alto de las nubes. Sin embargo, en la Pradera Arte, si la recorrías lo suficiente, podías encontrarte con una especie de Sendero Arcoíris que te llevaba hasta la Torre Dorada. Pero actualmente... Ese sendero se convirtió en una mazmorra.

>>Y te lo digo desde ya: atravesar una mazmorra supone bastantes dolores de cabeza. En ellas te puedes encontrar con extraños enemigos, muchos de los cuales no son pokémon, sino entes indefinidos y hostiles. Una vez, en mi afán por la aventura, acabé en una mazmorra que era conocida como el Laberinto de los Sueños. En el viaje me acompañaron Lucario, Magmortar y Lapras, y nos enfrentamos a unas esferas conocidas como Lucilos, Pesadillas y Recuerdos Latentes. En ese Laberinto fue donde me encontré con Cresselia, a la cual capturé.

>>Sin embargo, mi intuición me dice que en la mazmorra en que se convirtió el Sendero Arcoíris aguardan pokémon que no estarían contentos de recibirnos... Pero sólo quizás, lo esconda en su interior debe valer la pena.

 

Maractus me paso mis pokebolas y le sonrei agradeciendo su gesto, al mismo tiempo que escuchaba atentamente lo que Hubert me contaba. Era sencillamente increíble, ¿Quien diria que un lugar así existiera?

Me asusté un poco por lo de los enemigos desconocidos y todos los peligros que relataba, pero al mismo tiempo sentia una especie de ansiedad. No podia negar que quería verlo con mis propios ojos. Es este el tipo de misterios con el que fantaseaba encontrarme de pequeño... era algo real.

— Increíble... ¿Crees que hayan otros lugares parecidos a ése?

 

—Tengo la certeza de que así es —respondí, con una sonrisa—. Galeia es una región llena de sorpresas, e invita constantemente a aventuras emocionantes. Lugares como la Torre Dorada o la Torre de los Dragones debe haber muchos, sólo que todavía nadie ha podido dar con ellos —en eso, saqué mi libreta del bolsillo trasero del pantalón, para revisar algunas anotaciones escritas en sus hojas—. Por ejemplo: existe en Galeia un templo, el Templo de los Mares, donde sospecho que vive Kyogre, el creador de la hidrósfera... Pero hasta ahora, no pude encontrar el acceso a dicho templo, aunque sé que se ubica en la Ruta 311.

 

Me quedé mirando su libreta, mientras pensaba en todas las posibilidades. Ciertamente, Galeia era una de las regiones más grandes que llegué a conocer y tenía un cierto toque de misterio, daba la sensación de esconder muchos secretos y cosas sorprendentes.

Volviendo a lo que Hubert mencionó del templo de los mares; se encontraba en la ruta 311, y segun Dante, Floatzel estaba ahí.

— Si la entrada no está a simple vista... ¿puede que esté escondida en lo profundo del mar? Osea... si Ho-oh se encontraba en una supuesta torre voladora ( Que al final tenía forma de llegar ) , un templo bajo el mar no seria tan dificil de encontrar. —luego pense que tal vez no fuese tan facil—. ¿O crees que hay alguna manera especifica para dar con el?

 

Sí —dije casi al instante—. Con la MO Buceo. El inconveniente es que todavía no pude averiguar la ubicación donde se pueda encontrar esa MO. Tendremos que esperar: puede que en algún momento nos llegue la información necesaria para llegar al Templo.

 

— Okey, listo. —dije como cambiando de tema. Tome la ball de Fósforo y lo llamé.

— ¡Com-busken! —exclamó el tipo fuego alzando los brazos. Al parecer estaba como nuevo.

— Bueno, Fósforo y yo vamos a recorrer la ciudad; curiosear, comprar algunas pociones, repelente y esas cosas. Puedes acompañarnos si quieres. —le dije a Hubert caminando hacia la puerta.

Afuera se estaba haciendo oscuro, asi que probablemente nos quedariamos a pasar la noche ahi.

 

—Me encantaría, pero tengo un compromiso en Ciudad Acrílica.

Pidgeotto se materializó desde el interior de su pokébola y se paró al lado mío con las alas extendidas, listo para volar. Llamé a Maractus y Serperior, que se habían alejado un poco de nosotros, e hice que regresatan a sus esféricos por el inminente vuelo que estábamos por hacer. Los tipo planta obedecieron resignados pero confiando en que la velocidad de Pidgeotto no los obligaría a permanecer mucho tiempo allí. Miré a Chad una última vez antes de desaparecer en las alturas.

—Nos veremos más adelante —fue mi cordial despedida.

Desaparecí en una nube, rumbo a la sede del Torneo.

 

Me despedi de Hubert y le desee suerte. Luego fui hasta el centro de la ciudad con Fósforo, para comprar provisiones.

Al terminar de hacer las compras, quise entrar al edificio de la compañia óleo, del cual escuche hablar a la gente en la ciudad.

 

Volví a la ciudad sabiendo ahora dónde podría conseguir la MO Vuelo. Como Hubert tardaría mucho tiempo en su pelea, decidí ir al centro pokémon y ver el torneo. Podría cenar y pasar la noche ahí hasta que él regresase.

Al llegar al CP, un pequeño grupo de gente estaba reunida en torno a las pantallas de televisión distribuidas por todo el previo. El torneo se estaba transmitiendo y ya había empezado. Me senté en una de las mesas del fondo, al lado de Fósforo y le presté atención a la pantalla.

— Wow, Ian ( El chico que quiso hacerse pasar por Gamma en aquella caverna. Según Alpha, ganó dos torneos, así que debe ser fuerte. ) y Alpha ( Con ése genial Charizard shiny ) VS Brendan y Hubert... —esta pelea será muy emocionante, entrenadores tan fuertes luchando... pensaba para mis adentros.
— Pero... qué rimas tan malas...

 

Me desperté en la mesa del salón del Centro pokémon y a mi lado, Fósforo yacía dormido en el cómodo sofá. Me estiré un poco para desperezarme y miré a mi alrededor, pude ver a la enfermera Joy en la recepción, la cual me dirigió una amable sonrisa, quizás por amabilidad y en parte porque le pareció gracioso que me haya quedado dormido ahí. Alcé la vista y miré la pantalla de televisión en donde se había transmitido la pelea de Hubert, ahora estaban dando las noticias de mediodía. Bostecé y me puse de pie.

— Hey, Fósforo... despierta, amigo. —le dije tocándole el hombro—. Nos quedamos dormidos en la recepción.

El tipo fuego despertó y se puso de pie en el asiento. Me dirigió una mirada soñolienta y saltó al suelo dispuesto a seguirme.

— Vamos a conseguir algo de comer mientras esperamos a Hubert, ya no debe tardar en volver. —saliendo del C.P.

 

El ciclo volvió a repetirse: apenas bajé del cuerpo de Pidgeotto, los tipo planta escaparon de sus pokébolas mientras que el pokémon volador se refugiaba en la suya, donde descansaría a gusto. Lo distinto de esta situación era la presencia de Cottonee, quien miraba en todas direcciones con curiosidad, admirada por la amplitud del mundo; eso sí, su timidez todavía le hacía evitar contactos visuales con los demás, sobre todo con el imponente Serperior.

Busqué a Chad en el C.P. Ya no se encontraba en el lugar, lo cual era obvio teniendo en cuenta todo el tiempo que había transcurrido desde la vez que nos separamos, cuando me dirigí a la sede del Torneo Acrílica. No podría haberse ido muy lejos porque, hasta donde mi intuición dictaba, él no tenía un pokémon volador y le sería difícil recorrer grandes distancias en poco tiempo. Así que mis pokémon y yo seguimos buscándolo.

Tras largo rato, lo encontramos a él y a Combusken frente a la ventanilla de una pequeña tienda, comprando comida.

—¡Hey, Chad! —llamé, alzando la mano.

@Hey Miguel

 

Era como medio día y yo seguia esperando en la fila de aquella tienda de comida de la que tanto hablaban los lugareños, al parecer hacian unas brochetas de carne de tauros para chuparte los dedos.

Cuando por fin me toco, el anciano de la tienda me ofrecio amablemente una muestra, la cual eran dos pequeñas bolitas de carne en un palito. Le pase una a Fósforo y los dos degustamos de ella al mismo tiempo.

— ¡Delicioso! —exclamé de sorpresa—. ¡Esto es increible, deme 4 porciones, por favor! —el anciano sonrio y empezo a colocar las brochetas en sus respectivas cajas.

— ¡Hey, Chad!

Voltee al oir que alguien me llamaba con una voz conocida, era Hubert el que alzaba una mano a lo lejos. Cuando llego lo salude y me fijé en un pequeño pokemon que se escondía tras él, pero decidi preguntarle despues.

— ¿Como te fue, Hubert? —pregunte mientras tomaba las bolsas con la comida dentro—. Vi el comienzo de tu pelea en la televisión, pero no logré ver la conclusión ya que me quede dormido... creo que estaba un poco cansado. —reí un poco.

 

—Fuimos derrotados sin la más mínima esperanza de salvación —respondí sin pesar—. Hubiera sido el fin del mundo si ganábamos —reí—. Pero debo reconocer que fue una de las batallas más interesantes que me tocó tener en mi vida como entrenador pokémon: como suelo enseñar a mi equipo, tanto la victoria como la derrota implican un importante aprendizaje, enseñanzas que atesorar. De ésta en particular, se pudo rescatar bastante.

>>¿A ti cómo te ha ido? —pregunté mientras sentía a Cottonee ocultándose detrás de mi espalda, como queriendo evitar que Chad y Combusken la mirasen.