Noté un pequeño Shinx correteando a lo lejos. Pidgeotto se acercó sin permitir que su presencia se notara. La pokébola fue arrojada sobre el cuerpo del pequeño pokémon, el cual fue capturado. —¡Bien hecho, Pidgeotto! ¿Qué te parece si nos detenemos en Ciudad Lienzo, el lugar donde comenzó mi aventura. Él asintió y voló raudo hacia ese destino.
Tras una corta caminata desde la ruta anterior, llegamos a la siguiente, la 302… Mizuki y yo caminábamos con tranquilidad, con mi Gallade junto a nosotras un poco detrás, y Skarmory sobrevolando el lugar desde lo alto del cielo. Caminé animadamente, pues la reciente victoria me había dado energías, a medida que avanzábamos sin rumbo alguno en particular. Contenido oculto @Dark-chan
Seguí caminando junto a Effy por la ruta 302--¿Y a donde quieres ir?--Le pregunté sonriendo mientras seguia caminando
Saque a mi Sableye para que cortara un arbusto que me bloqueaba el paso a la ruta. Dio un corte rapido y la planta era historia. Me adentre en la ruta y mas adelante veo a Effy y a Mizuki. Voy junto a ellas, con mi recien evolucionado inicial, no podia esperar a que lo viesen. — ¡Hola chicas! —salude de lejos mientras llegaba a donde estaban.
Hola Chad--Dije sonriendo mientras miraba al recien evolucionado Combusken--Ohh, vaya que bien, evolucionó--Dije sonriendo
Mire a Effy la cual parecia un poco cansada, por lo que saco a Typhlosion la subí en el, y con cuidado regrese a todos sus pokemon a sus pokeballs decidí ir a la ciudad mas cercana para que descansara--Bueno, Chad nos vemos si quieres algo estamos en ciudad Lienzo--Le dije sonriendo mientras caminaba hacia ciudad Lienzo junto a Typhlosion
— ¡Sí! ¿No es genial? —dije emocionado. Luego, tosi para no dejar tan evidente que lo estaba. — La otra vez me per... no los encontre al volver. Por eso segui con mi viaje, tenemos esa pelea pendiente. —lo ultimo fue dirigido a Effy.
Me despedí de Mizuki, la cual se dirigia a Lienzo con Effy. Miré a Fósforo y le sonreí, el Floatzel estaba en ruta 311, asi que me vendria bien pasar por Lienzo a abastecerme.
Mientras surcaba los cielos en dirección a Acrílica a bordo de mi Skarmory, sobrevolé por la ruta 302, y al hacerlo descubrí a un entrenador que avanzaba por allí… ¿no lo había visto allí ayer con Mizuki? Sí, era el tal Chad… sólo que era acompañado por un Combusken en vez de su Torchic. Sonreí, al parecer entrenaba bien ese chico ya que había empezado hace relativamente poco… —¡Ey, Chad! —saludé al descender directamente frente a él de improvisto—. Creí que ya te habrías ido de aquí desde la última vez que te vi, que sorpresa verte por aquí... Contenido oculto @Hey Miguel
Llegamos a la Ruta 302. Algo cansado por todas las vivencias en Isla Caballete, me eché a la sombra de un árbol y saqué un libro sobre música de mi morral. Maractus se acercó a ver el contenido del libro y mostró entusiasmo al ver las ilustraciones de unas maracas. Yo me reí y comencé a hablarle de teoría musical y cómo podría perfeccionar su talento con el ritmo tropical. Serperior, con una media sonrisa, se subió a la copa del árbol.
Me volteé al oír el no muy distante sonido de unas alegres maracas… tras decirle a Chad que ya regresaba, me acerqué al origen del sonido en compañía de Skarmory, a cada paso se hacía más notorio, hasta que di con un árbol al costado del camino. Bajo dicho árbol, un cactus tocaba unas maracas mientras bailaba al son de su melodía. Ok, ahí va una oración que nunca pensé que diría. Saqué mi pokedex para averiguar de que pokémon se trataba, porque honestamente no lo conocía. —"Maractus, el pokémon cactus. Suele vivir en territorios áridos, y su cuerpo se mueve de forma rítmica emitiendo un sonido similar al de unas maracas que utiliza para espantar a posibles depredadores" —me informó el pokedex mientras admiraba al pokémon bailarín. Me pareció raro verlo por aquí, pues no era realmente una región árida, hasta que vi que había un chico sentado como un libro junto al pokémon, al parecer hablándole a ese pokémon, así que supuse que era su entrenador… bajo mayor examinación, descubrí que se trataba de Hubert, de modo que me acerqué a saludarlo.
Una sombra con orejas de oso oscureció la página que estaba leyendo y, al girarme vi que se trataba de Effy. —Effy, ¿cómo has estado? —respondí a su saludo, mientras cerraba el libro y lo dejaba sobre el césped. Serperior saludó a la entrenadora con su clásica reverencia, mientras que Maractus se acercó a ella para verla mejor, con curiosidad. Sin perder en ningún momento su alegre sonrisa.
—Oh, ya sabes, de aquí para allá, entrenando y eso… —comenté sin darle mucha importancia, aunque con una sonrisa al ver al pokémon cactus acercarse a mí con curiosidad. Me puse de cuclillas para estar a su altura y mirarlo mejor—. No sabía que eran botánico ahora, ¿cuándo has capturado a este pequeño y adorable cactus? A la vez que le sonreí al alegre pokémon tipo hierba, un haz de luz emergió de mi cinturón… nuevamente, Clefairy se había escapado de su pokebola y se puso a danzar con felicidad al son del ritmo de las maracas de Maractus.
Contenido oculto ¿Maractus y Clefairy x) ? —Podría definirme como botánico, sí, ya que me encantan los pokémon de tipo planta —respondí, mirando las hojas del árbol que nos cobijaba—. Maractus se unió hace relativamente poco. Mientras que Serperior se encarga de la parte defensiva, es pequeño nopal se complementaría para darle más potencia a los ataques tipo planta del equipo, además de cumplir una función táctica. En eso, Clefairy surgió del cinturón de Effy y se puso a bailar al son de la música de Maractus. Los acompañé con unas leves palmas. —Clefairy se parece un poco a Serperior y Maractus, en el hecho de que rehuyen de la pokébola —comenté a Effy, mientras Maractus movía la zona de sus caderas.
—Clefairy aún no se acostumbra a estar en su pokebola… primera oportunidad que puede, cuando percibe que no hay peligro, se escapa —suspiré, tomando asiento junto a Hubert a la sombra del árbol para refugiarme del caluroso sol, a la vez que observaba a ambos pokémon danzar—. Cubone solía escaparse mucho de su pokebola también, pero desde que evolucionó no suele hacerlo con tanta frecuencia… En eso, recordé otro pokémon al que podría gustarle esta situación. Saqué a Togepi de su pokebola y la tipo hada, entusiasmada, se unió a las danzas de su compañera hada y al cactus danzante, riendo como siempre lo hacía. Daban un poco de gracia, no lo podía negar, y me lograron sacar una sonrisa ante tan contagiosa alegría que propagaban los tres pokémon juntos. El Serperior de Hubert, sereno e impasible como siempre, los miró con un poco de reprobación ante su inmadurez y se volvió a la copa del árbol.
Miré hacia el sitio por donde Serperior se había retirado. No lo pude vislumbrar en el denso follaje, pero algunas hojas cayeron,en señal de que se estaba acomodando en lo más alto de la copa del árbol. Sonreí y miré a Effy, encongiéndome de hombros: —Cuando era un Snivy se comportaba de la misma manera: serio, elegante y un poco orgulloso al principio, pero siempre leal. Ahora tiene un cierto gusto por la contemplación del mundo, la meditación y, por supuesto, la batalla. Más allá, Maractus movía sus maracas a la velocidad de la luz, haciendo vibrar fuertemente el contenido de los instrumentos pero manteniendo la musicalidad. Finalizó su acto musical con una exclamación jubilosa, pero tan fuerte que asustó a unos Pidove que descansaban en los árboles más cercanos. El cielo se llenó de ellos mientras Clefairy, Togepi y yo aplaudíamos.
Llegué a la ruta 302... que era igual a la 301 salvo por el nombre. Lo interesante, sin embargo, era que bajo un frondoso árbol se encontraban dos personas ya conocidas para mí, manteniendo una animada charla. Sin duda era una perfecta escena romántica: Estaban refugiados bajo la gran sombra del árbol, separados por una distancia casi inexistente, mientras algunas hojas caían lentamente de la copa del árbol, danzando suavemente sobre ellos, mecidas por la suave brisa que había en el lugar. A su lado, sus pokémon, contagiados por la romántica escena, danzaban anímicamente de un lado a otro, cada vez más felices. Me sentía feliz por ellos, aunque sin duda habría preferido ser yo el que disfrutara de aquel momento junto con Iota. ¿Qué se le iba a hacer?, El destino quería que yo viviera como un anciano que le da tours a los jóvenes novatos por las ciudades, mientras le arrojaba mi Blastoise a la gente. Al menos ellos sí que tenían suerte.
Mientras caminaba por la ruta buscando pokémon salvajes, Effy llega volando sobre un Skarmory. Nos saludamos y un curioso sonido de maracas nos llamó la atención, ella se me adelanto, fui detras suyo y de lejos pude ver que se trataba de Hubert, acompañado de un pokémon desconocido para mi. — ¡Hola, Hubert, eres tú! —le dije. Me sorprendia verlo en cada lugar que iba. Tambien queria ver su expresion al ver a Fósvoro evolucionado.
—Hola, Chad, ¿también por aquí? —saludé al entrenador de Fosvorito, aunque a su compañero no lo lograba divisarlo por ninguna parte... ¿Dónde se encontraba Torchic? Al igual que había pasado con Effy, Maractus se acercó curioso a Chad para conocerlo de cerca, haciendo sonar levemente sus instrumentos. Lo saludó afablemente en su idioma.