Romántico Enamorandose del Demonio [Terminado]

Tema en 'Novelas Terminadas' iniciado por Milmel, 17 Mayo 2011.

  1.  
    Rincita

    Rincita Iniciado

    Capricornio
    Miembro desde:
    31 Enero 2012
    Mensajes:
    35
    Pluma de
    Escritora
    Pues la verdad no fuiste la única que estuvo perdida un gran tiempo jeje
    Te quedo increíble este capitulo igual que todos los demás, cada vez se pone mas interesante y lo dejas en una parte en la que realmente todos nos emocionamos :)
    Muchas gracias por invitarme y perdón por llegar tarde, sayooo
    P.D: invítame a la conti ;)
     
  2.  
    Sacnite

    Sacnite Entusiasta

    Géminis
    Miembro desde:
    25 Junio 2013
    Mensajes:
    70
    Pluma de
    Escritora
    Hola!!! Aquí estoy tarde pero segura xD

    Oh si palabras me ha dejado el capitulo simplemente emocionante!!! Lo de la batería de carro por favor niños no lo hagan en casa xD es muy peligroso jejeje.....
    Por casi se nos muere el detective pobre Lenard termino todo entubado y amarrado en cama u.u... Fue muy cómico imaginarme a Ian rojo de la ira y mas que pareciera una bomba atómica apunto de estalla... es posible que alguien pueda hacer una masacre mayor a la que Mel iso, si eso es así yo ni me le acerco a Ian jeje

    Kat o mejor dicho Mel la ira se la debe de estar carcomiendo por dentro por no poderle hacer nada al Lenard por su atrevimiento de llamarla por su verdadero nombre y él brincando de felicidad y emoción por escuchar la voz de ella..si es lindo pero terco..u.u..


    Que pasara ahora podrán sacarle información al lindo francés?
    Que harán cuando el despierte....
    Cuando podre saber de Kay sera que el si murió y que ya Mel lo enterró en su corazón :(
    Aunque Leonard es un buen partido y por ella es capas de voltearse y combatirse en uno de ello con el hecho de estar con ella pero haaa no me hagas caso xD:p

    Adoro tu historia todo de ella cada vez que la leo me emociono mas ^^ espero con muchas ansias el próximo capitulo ¡Enamorándose del demonio!

    Saludos ^^
    Felicidad!!
    Hasta la próxima!!^^
     
  3.  
    Milmel

    Milmel Con un sueño en el pecho que pronto florecerá

    Capricornio
    Miembro desde:
    11 Mayo 2011
    Mensajes:
    303
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Enamorandose del Demonio [Terminado]
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    68
     
    Palabras:
    2107
    Gracias a todos por sus comentarios... :')
    y disculpen mis demoras en la entrega de los caps, pero ordenar el menjunje de ideas que salen de la cabeza y es todo un show...
    Gracias nuevamente por tomarse el tiempo en leer, sin mas aqui les dejo el cap, espero lo disfruten y no me quieran matar :P

    Cap 49: Pesadilla

    Lenard se mantenía dormido casi la mayoría del tiempo, había perdido la noción del mismo, no sabía cuándo era de día, ni cuando de noche, cuantas horas habían transcurrido, o cuantos días. Cada vez que abría los ojos, la buscaba con ansiedad sin encontrarla volviendo a ser dormido nuevamente.

    Solo sabía que cada que abría los ojos, se sentía un poco más fuerte, como si sus energías fuesen regresando poco a poco. Muchas veces tenia pesadillas despertando nervioso, sudando y asustado. Pero esa última noche, o lo que fue para él uno de sus últimos sueños, fue el peor de todos los que pudo recordar.

    Estaba con Melina, juntos, caminando por la playa tomados de la mano, sonriendo felices, ella tenía el pelo largo y rizado igual que en la fotografía, le sonreía con dulzura, acariciaba su rostro y lo besaba con ternura, un sueño ideal. Pronto la escena cambió drásticamente, la tranquila playa rodeada de arena, sol y mar, se convertía en un lúgubre calabozo apenas iluminado, donde un gigantesco africano sonreía y tomando a Melina del cabello la arrastraba, alejándola de su lado.

    Él no podía moverse, no podía dar un solo paso, sus pies estaban hundidos en la arena como si fueran dos bloques de piedra.

    ―¡Lenard! ¡Ayúdame! ¡Lenard! ―gritaba, pero él no podía moverse, solo podía ver con impotencia como ella era arrastrada lejos.

    De repente el escenario cambió, se hallaban en la bodega, y quien pendía colgado de un gancho, con la blusa desgarrada, manchada de sangre e inconsciente era ella.

    ―¡¡Melina!! ―gritaba desesperado, pero ella no lo escuchaba, intentaba acercarse a ella, pero sus brazos estaban sujetos con grilletes fijos a cada uno de sus costados ―¡¡Melina!! ―gritaba desesperado, pero nadie lo escuchaba ―¡Suéltenla! ―los ojos llorosos de Melina viéndolo desde un rincón intentando articular palabras lo estaba destrozando.

    Tiro de las cadenas nuevamente, pero parecían irrompibles, la desesperación por acercarse a su amada, por salvarla y tenerla bajo resguardo lo puso histérico. En un último esfuerzo respiro hondo y haciendo un esfuerzo sobrehumano logro romper uno de los grilletes.

    El impacto de su cara contra algo frio lo despertó. Había caído al suelo, todo había sido una pesadilla, pero aun podía sentir su corazón latiendo a mil, aun tenia grabadas en las pupilas los latigazos que le dieron y sus ojos llorosos pidiendo ayuda.

    ―Una pesadilla ―se dijo intentando calmar su desbocado corazón, suspiró nervioso y aliviado, se miró las manos, aun le temblaban, la muñeca que había logrado liberar de los grilletes estaba completamente roja y tenía un pedazo de tela roto, amarrado y colgando de su muñeca, miro la otra mano y aun la tenía atada al catre de la cama ―no fue tan simplemente un sueño ―se dijo.

    Como pudo logro liberarse de las ataduras que lo tenían sujeto al catre, quedándose un momento tirado en el suelo, tuvo suerte de no haberse destrozado la vena con la caída, aunque aún no se explicaba cómo fue que la jeringa con el suero se soltó de él. Quizá fuese por el esfuerzo al intentar soltarse.

    Con esfuerzo intento incorporarse, pero sus músculos completamente aletargados y adormilados no se lo pusieron fácil. Llevaba una bata médica, de esas que solo te permiten tener eso encima dejando todo lo demás al natural.

    Colocándose a gatas logró acercarse a la pared más cercana y apoyarse en ella para descansar. Aun nervioso y estresado por la pesadilla reciente, decidió calmar un poco su corazón analizando su situación actual.

    Inspeccionando los alrededores descubrió estar en una habitación cerrada, completamente blanca salvo por su espaldar que era de un tono gris. Daba la impresión de ser de otro material, vidrio de seguridad quizá, pero frio al tacto, igual que todo lo demás. Había solo una puerta de ingreso a su izquierda, blanca como el resto, un camilla tirada de costado al centro, un suero con gotero, y una mesilla a la izquierda con algunas jeringas que el supuso eran para dormirlo constantemente. Cuatro cámaras de seguridad para estudiar sus movimientos, una en cada esquina.

    “¿Dónde demonios fui a parar?” ―se preguntó una vez hubo analizado el resto.

    Con esfuerzo comenzó a estirar sus músculos, se quitó los restos de tela que aun llevaba en la muñeca, y con suaves masajes facilitaba la circulación de sangre otra vez. Intentaba una y otra vez recordar cómo es que fue a parar allí, pero su mente era todo un mar de confusión. Lo que fuere que le estuvieran dando para dormirlo, también ayudó a dormir la parte de sus recuerdos.

    ―Veo que ya despertaste ―dijo una voz proveniente de ningún lugar ―pero que paciente más inquieto y ruidoso.

    Sorprendido por la voz, giro la cabeza en todas direcciones buscando encontrar el origen, pero no encontró a nadie.

    ―Necesitamos algunas respuestas detective ―dijo la misma voz, era una voz que no conocía, estaba seguro que era la primera vez que la escuchaba, pero aun así se le hacía muy familiar ―¿qué fue lo que buscabas dentro de la bodega?

    “¿Bodega?” ―se preguntó Lenard.

    Y poco a poco vagos recuerdos fueron aproximándose a su mente, ordenándose de a poco como piezas de un rompecabezas. Cuando por fin la película estuvo casi completa, la duda y la incertidumbre se apoderaron de él ¿Quiénes eran esos tipos? Habían logrado atraparlo, eso era más que cierto, pero… ¿Quién lo tenía preso? ¿Acaso seria el alemán? ¿O su contrario quizá? ¿Quién?

    A medida que iba analizando su situación, los recuerdos iban haciéndose más y más claros, golpeándolo con una verdad que estremeció su corazón. Recordaba a Melina, estar con ella, vino a rescatarlo, la recordaba claramente en los depósitos. Después, había alguien más, él lo vio, pero ¿quién era? ¿Acaso Adler los atrapo? ¿Acaso su pesadilla no fue solo eso? ¡¿Acaso fue un recuerdo de algo que vio y Melina fue realmente torturada de aquella manera tan brutal?!

    Con su corazón latiendo a mil, Lenard se puso en pie, obligo a sus músculos a reaccionar de la manera que la necesitada, el mareo era evidente, al igual que la inestabilidad de su cuerpo, pero la adrenalina era mayor, el pánico era mayor. ¡¿Habían descubierto a Melina ayudándolo y la atraparon también?! El color se le fue del rostro.

    Ahora todo parecía encajar a la perfección, Adler los había atrapado, y éstas eran sus instalaciones. El necesitaba de él, ¿pero para qué? ¿Dónde estaba Melina? ¡¿Qué hicieron con ella?! Comenzó a odiarse internamente por haber guardado su foto, por haber indagado sobre su existencia, por haberla puesto en peligro y por haberla expuesto de esa manera.

    La ansiedad de la ignorancia estaba matándolo, el pánico y la culpa no lo dejaban pensar con claridad, y la pesadilla reciente aún tenía sus nervios a flor de piel, porque aunque no quisiera pensar en ello, cabía la vaga posibilidad de que eso no fuera del todo una pesadilla.

    Pero él necesitaba estar seguro, debía averiguar que paso con ella.

    ―¿Dónde estoy? ―preguntó al fin cuando pudo ser capaz de hallar su voz, y para sorpresa y gusto suyo, no sonó tan inestable como se sentía por dentro.

    ―Se podría decir que por ahora estas a salvo… por ahora, ― volvieron a hablar ― y si quieres seguir manteniéndote así, nos darás las respuestas que queremos ―el tono frio de la voz, le dio a entender que no se trataba de un simple juego.

    ―¿A salvo por ahora? ―preguntó burlón, no podía evitar su naturaleza arrogante ―¿Y se supone que debo sentirme agradecido?

    No hubo respuesta.

    ―Pues no me siento muy feliz de estar aquí ―dijo burlón mirando alrededor. Parecía estar al borde de la locura por esa sonrisa demente.

    ―¡Te salvamos el trasero maldito desgraciado! ―respondió Kato irritado por el otro lado ―¡al menos muestra algo de respeto!

    ―¿Me salvaron? ―repitió Lenard intrigado ― ¿de quién? ¿Por qué? ¿Qué quieren?

    ―Aquí quien hace las preguntas no eres tu ―dijo nuevamente esa fría y cortante voz.

    Ian no se sentía con la paciencia de soportar comentarios sarcásticos y respuestas ridículamente vacías, comenzaba a arrepentirse de haberlo salvado, y las ganas de matarlo crecían de nuevo.

    ―¿Entonces que es lo que quieres? ¿Dime dónde estoy? ¿Qué es esto? ―rugió furioso empujando la camilla donde antes estaba recostado.

    ―Una sala de recuperación ―respondió Ian tajante, sin un ápice de emoción en la voz.

    ―No me refiero al lugar, quiero saber ¿dónde? ¿Qué lugar? ¡Ubicación geográfica!

    ―No necesitas saber.

    ―¡Bien! ―respondió furioso apoyándose contra la pared, las palmas abiertas como si quisiera empujarla, debía calmarse, necesitaba calmarse, pero, quería preguntar, se moría de ganas preguntar dónde estaba ella. Intentando pensar mejor apoyó la frente en la fría superficie,

    ―¿Qué es lo que buscabas en ese lugar? ―volvió Ian a preguntar.

    ―Porque no se lo preguntas a tu jefecito si tanto quieres saber ―respondió cortante, pero necesitaba saber de parte de quien iba la voz.

    ―No tenemos ninguna relación con el alemán, si es lo que quieres saber ―dijo Ian leyendo los pensamientos de Lenard.

    Aunque no estaba seguro, esa respuesta le inspiró confianza.

    ―Dices que me salvaron ―dijo en un tono más calmo ―si es cierto lo que dices… ―giró su rostro de nuevo hacia la habitación, mirando las cámaras ― si es así… donde… ¿dónde está? ¿Qué hicieron con ella? ―preguntó nervioso incapaz de poder resistir la ignorancia de su paradero. Sus ojos miraban nerviosos de una a otra cámara esperando respuestas.

    Al otro lado de la habitación, observando todo lo que allí sucedía, Ian, Kato, Melina y Haddadrimon no podían explicarse la extraña reacción de Lenard.

    ―Creo que se refiere a Kat ―dijo Kato al fin ―cree que la tenemos presa o algo por el estilo.

    Todos se miraron entre sí, volviendo sus ojos de Melina a Lenard.

    ―Si ese fuera el caso, ― dijo Ian maquinando ideas siniestras ―entonces podemos usar esa información a nuestro favor.

    Su mirada calculadora volvió a posarse sobre Lenard, esto no podría resultar más fácil ¿o sí?

    ― ¡¿Dónde está?! ― volvió a insistir ante el silencio repentino y la falta de respuestas ―¿qué le hicieron?

    ―No necesitas saberlo ―respondió Ian.

    ― ¿Que hicieron con ella malditos infelices? ¡¿Qué es lo que quieren?!

    Al ver la desesperación en sus actos y en su voz cerberos sonrió con malicia, eso estaba saliendo a pedir de boca. Una actuación perfecta y tendrían al francés comiendo de su mano.

    ―Creo que lo tenemos donde queríamos ―sonrió Melina con malicia ―ahora podrá cantar como un gorrioncillo si cree que estoy en peligro.

    ―Es un juego peligroso mi niña ―dijo Haddadrimon ―no es bueno que juegues con el corazón de un hombre y menos con alguien tan peligroso como ese ―dijo señalándolo a través del cristal.

    ―¿A qué te refieres abuelo? Ese tipo no es peligroso.

    ―Lo es ―corroboró Ian, Melina lo miró intrigada ―fue capaz de reconocerte. Logró descubrirte a pesar de tu increíble disfraz, y de lo mucho que nos esforzamos en eliminar cualquier prueba de tu existencia, debemos averiguar como lo hizo. Mientras tanto puedes seguir en peligro.

    Melina lo miró sorprendida, Ian tenía razón.

    ―Es cierto que lo tenemos donde queremos ―dijo Ian ―, dispuesto a darnos la información que buscamos, pero debemos ser más astutos y cuidadosos ―dijo mirando al interior de la habitación donde se veía un Lenard casi loco repitiendo la misma pregunta a la nada.

    Acercándose a un tablero Ian pulsó un botón y por las comisuras de las paredes salió gas, una leve y casi imperceptible cantidad de gas que fue mareando a Lenard poco a poco hasta dejarlo inconsciente.

    ―¿Qué es lo que sugieres? ―pregunto Haddadrimon observando por el monitor a un Lenard tirado en medio de la habitación inconsciente.

    ―No sería correcto mentirle, podría descubrirlo y sería peor ―dijo ―pero, podemos jugar con la manera en la que le diremos la verdad ―sonrió con malicia ―quizá podamos usar los dotes de Kat y hacer que el detective juegue a nuestro favor.

    Melina lo miro con cara de pocos amigos. No le gustaba formar parte de ese tipo de bromas. Ian adivinando sus pensamientos se acercó a su hermana, y cambiando su gélida expresión le sonrió tiernamente.

    ―Él quiere lo mismo que nosotros Kat ―dijo acariciando su mejilla con suavidad.

    Todos, incluyendo Melina lo miraron intrigados.

    ―Protegerte.

    Continuara…
     
  4.  
    Borealis Spiral

    Borealis Spiral Fanático Comentarista destacado

    Libra
    Miembro desde:
    4 Mayo 2010
    Mensajes:
    1,177
    Pluma de
    Escritora
    Perdona la tardancia, Mel...
    Como siempre, otro excelente capítulo. ¡Qué terror! Es decir, pobre de Lenard, me puse en sus zapatos con esa pesadilla y es terrible. No puedo evitar que se me haga un nudo en la garganta al pensar en su dolor al soñar a Melina en su lugar; siendo torturada por sus enemigos. Uh, simplemente conseguiste que imaginara su sentir y he de decir que no es nada grato; al contario, me dolió. También me duele pensar que vayan a jugar con Lenard; creo que al final no lo engañarán, pero imaginar que planearon hacerlo, uf, me dio cosa. Que sufra o dañen a alguien que amas es simplemente un martirio u.u
    Hm, insisto que Ian me encanta; siempre tan deductivo e inteligente y aunque es orgulloso, deja de lado ese orgullo siempre que se trate de ayudar a Melina y eso me encanta. Y nada, a ver qué nos traerás con el próximo capítulo. Nos estamos leyendo y te cuidas.
    Hasta otra.
     
  5.  
    Sacnite

    Sacnite Entusiasta

    Géminis
    Miembro desde:
    25 Junio 2013
    Mensajes:
    70
    Pluma de
    Escritora
    hola!!! perdona la tardanza he estado muy ocupada u.u gracias por avisarme que subiste el capitulo ^^

    Ahora si!!!! ohh me fascino el capitulo demasiado interesante sobre todo como has jugado con la mente del pobre Lenard xD * no te preocupes nadie te va a matar por lo menos yo no, no se los de mas* xD

    Que malicia tiene Kat todavía tiene que aprender de su abuelo Haddadrimon que el malo pero sabio e igual que sus dos hermanos ^^.... Ian sin duda no hay nadie mejor que el...jejeje... me encanto lo ultimo que dijo mi lindo y bello Ian

    Esto me encanto..!! estoy super ansiosa de lo que vendrá en el próximo capitulo!!
    Quiero saber que su sedera, que tiene en mente Ian con Kat para hacer hablar a Lenard?
    Que pensara Kat al respecto?

    Haaa estoy super emocionada!! me encanto el capitulo sigue así!! esta historia es de lo mejor ^^

    Saludos hasta la proxima ^^
     
  6.  
    Milmel

    Milmel Con un sueño en el pecho que pronto florecerá

    Capricornio
    Miembro desde:
    11 Mayo 2011
    Mensajes:
    303
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Enamorandose del Demonio [Terminado]
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    68
     
    Palabras:
    4244
    Hola mi querida gente, he aqui un capitulo un tanto largo cargado de muchas emociones, espero sea de su agrado, muchas gracias por sus lecturas! mas de 4000 vistas wooow!! :') a ustedes este cap...

    Cap 50: Prisionero

    Los preparativos se hicieron como se planeó, Yurina fue a acomodar al maltrecho Ian y a colocarlo en la cama reforzando sus ataduras. De modo que se le haga mucho más difícil mover un solo musculo.

    Al recuperar la conciencia Lenard furioso intento liberarse sin poder conseguirlo, frustrado profirió un grito y una maldición.

    ―Esta vez no se te hará tan fácil soltarte de esas ataduras. ―dijo una voz proveniente de todas partes.

    ―¿Quién eres? ¿Qué es lo que quieres? ¿Dónde la tienes? ¿Qué le hicieron?

    ―Muchas preguntas a la vez detective ―volvió a responder.

    Lenard estaba atado en la misma habitación, de la misma manera que podía recordar, pero mucho más reforzado, esta vez usaron esposas para sujetarlo a la cama.

    ―Si se atrevieron a hacerle algo juro que…

    ―¿Que harás? ―preguntó alguien por el interlocutor.

    ―¡Suéltenme! ¡Voy a matarlos! ― amenazó furioso.

    Una sonora carcajada se oyó tras suyo seguido del sonido de una puerta cerrándose.

    ―Creo que la frase correcta a eso es te soltamos nos matarás a todos. ―los pasos fueron acercándose poco a poco hasta su cabecera ―, pero cabe aclarar que eso sólo sucedería te soltamos. Pero créeme cuando te digo que no tenemos la más mínima intención de hacerlo ― y tras un corto momento de silencio ―al menos no por ahora ―completó burlón.

    En un perfecto hebreo Ian ordenó a Kato salir de allí, pero este se rehusó.

    ―«Estamos perdiendo tiempo» ―dijo Kato en ese idioma ―«necesitamos respuestas, y las necesitamos ¡ya!, no sabemos que tanto saben de Kat, y este imbécil parece saber lo que queremos»

    ―«Entiendo tu impaciencia» ―le dijo ― «Pero debemos ser cautelosos»

    ―¿De qué están hablando? ―preguntó un Lenard molesto por que no entendía ni papas de lo que decían ―¡al menos tengan los pantaloncitos bien puestos para hablar de frente y en un lenguaje común!

    Nadie dijo nada, Kato en su cabecera lo miraba con furia contenida, Ian por su parte lo miraba de una manera similar.

    ―«¿Seguro que no podemos matarlo?» ―volvió a preguntar Kato.

    ―«No, por el momento» ―respondió con voz neutral.

    ― ¡¿Qué idioma es ese?! ―preguntó Lenard molesto ―¿porque no muestras tu cara maldito imbécil? ¿Acaso me tienes miedo? ―preguntó burlón ―estoy atado, así que es seguro mostrarte ante mí.

    Lenard sabía que nuevamente estaba tentando a su suerte, pero se sentía paranoico, eufórico, la adrenalina corría a gran velocidad por sus venas, tenía que liberarse, y salir de allí. Tenía que ir por Melina, buscarla y sacarla de allí.

    ―Pero que rudeza ―dijo Kato fingiendo desconcierto posicionándose frente a él, llevaba puesta un pasamontañas negro que solo dejaba al descubierto los ojos, unos vivaces ojos de fiera mirada ―¿Es así como pagas el haber salvado tu trasero? ―preguntó, Lenard lo miró intrigado, ¿a qué se refería? ¿Salvar su trasero? El no recordaba haber oído antes esa voz ―¡Que grosero! ―continuó ―¿Acaso tu mamá no te enseñó modales?

    ―¿Dónde estoy? ―preguntó decidido a cambiar de tema y obtener al menos pistas de su situación.

    ―En una celda de seguridad, ―Kato alzó las manos dando vueltas melodramáticamente ―no puedes escapar, hay cámaras por todos lados ―dijo adivinando sus intenciones.

    ―¿Quién eres?

    ―Alguien a quien no necesitas conocer.

    Su respuesta lo dejó un poco confundido e intrigado, esas eran las mismas palabras que usó Melina aquella vez, ¿acaso sería una simple coincidencia? Su mirada burlona, sus maneras irritantes provocaban que Lenard quisiera molerlo a golpes.

    ―¿Qué pasó detective? ¿Decepcionado?

    Molesto, Lenard intento liberarse, pero fue en vano, los grilletes eran firmes, y cada movimiento solo lastimaba sus muñecas. Kato lo dejaba hacer, su mirada indicaba que se estaba divirtiendo a lo grande y no tenía intención de detenerlo para evitar que siguiera lastimándose.

    ―¿Terminaste? ―preguntó burlón cuando el francés dejó de tironear sus grilletes. Éste lo miró con odio y frustración ―muy bien detective, ―dijo Kato ―ahora me dirás todo lo que quiero saber ―. Su frívola mirada le dio a entender que Kato no se iba con juegos, y que si tenía que dejarlo tirado en la cama del hospital en una situación similar a la previa, lo haría sin dudar.

    ―¿Dónde la tienen encerrada? ―preguntó frustrado apoyando la cabeza en la almohada y dejando caer las manos a los costados.

    Kato lo ignoró y tranquilamente comenzó un repertorio de preguntas cortas.

    ―¿Qué es lo que buscabas en esa bodega? ―preguntó.

    Lenard necio como siempre se negó a contestar, el no respondería nada, no se sentía en la obligación de hacerlo, y menos si no cooperaban con él.

    ― ¿Dónde está? ―volvió a repetir.

    Kato rodó los ojos, ese tipo era tan terco como su hermana, ¡pero que insistencia en saber de ella! Comenzaba a incomodarse, nunca le gustó que rondaran mucho a su hermana, para él, nadie era merecedor de ella.

    ―¿Donde esta? ―volvió a preguntar impaciente.

    ―A salvo, mientras cooperes ―respondió irritado, no le daría ningún dato de su hermana, eso era más que seguro.

    ―Quiero verla ―demandó.

    Kato lo miró sumamente irritado, ¿Qué se creía ese sujeto? ¿Acaso por ser una persona clave creía que podía darse el lujo de contestarle de esa manera? Ese mocoso no era Ian, y él era el único que tenía permitido hablarle en ese tono.

    ―«Kato, contrólate» ―dijo Ian en hebreo a través del interlocutor ―«No dejes que te altere».

    Ian tenía razón, ese mocoso no lo sacaría de sus casillas tan fácilmente, tenía que aprender a controlarse y ser menos impulsivo, aunque estaba seguro que Ian le daría menudo sermón por haber entrado en esa sala sin su permiso y haber reprogramado la puerta para que nadie más lograse entrar después de él. Más vale pedir perdón que permiso, era la frase que siempre manejaba, y gracias a la cual él y Melina se metían en muchos líos.

    ―¿Quieres verla? ―preguntó burlón recuperando su autocontrol ―bien, ―dijo ―así se hará, pero solo si respondes correctamente a las preguntas que te vaya a hacer, de lo contrario ―dijo mirándolo con enfado ―puedes olvidarte de hacerlo. Todo depende de ti, de-tec-ti-ve. ―jugó deletreando cada palabra sonriendo al final.

    Lenard explotó, ese tipo se estaba burlando de él, y no estaba de humor para soportarlo, se sentía furioso, irritable, y el hecho de estar enmanillado lo tenía de los nervios.

    ―¡Maldito desgraciado! ―exploto Lenard ― Dime de una maldita vez, ¿dónde la tienes presa? ¡suéltala!

    Kato lo miro burlón, ese tipo lo caía como patada al hígado, que se creía, ¿la uña de Tarzán? Ian había dicho que no era bueno mentirle, pero que debían jugar con la manera de decirle la verdad. Esa era una buena oportunidad para ir soltando verdades a medias, la situación perfecta.

    ―Ella no es prisionera ―dijo Kato.

    ―¿Qué? ―preguntó confundido.

    ―Es libre de irse cuando quiera, ―y mirándolo con soberbia continuó ―pero no lo hará.

    ―¡¿Porque no habría de hacerlo?! ―preguntó molesto, y su mente comenzó a maquinar mil y un razones, de las cuales una era la vencedora.

    Melina no es prisionera, pero no se irá, ¿acaso seria por él? ¿Acaso sabía que lo tenían encerrado y no quería irse dejándolo atrás? ¿O es que acaso era una mentira para jugar con él? Una corazonada le dijo que no era así, que lo que dijo ese sujeto era verdad, ella estaba a salvo, la menos por el momento, y el debía asegurarse que siguiera siendo así.

    ―Quiero verla ―insistió.

    ―Eso dependerá que tan bien respondes a la preguntas detective.

    ―Sólo si tu respondes otras, será una por otra, la valides de tus respuestas por las mías.

    Kato lo miró sorprendido, ese tipo tenía agallas.

    ―Un cambio justo ―dijo Ian a través del interlocutor ―comencemos, tu responderás a las nuestras y nosotros a las tuyas.

    ―De acuerdo.

    Y así, durante un largo tiempo, tanto Ian, Kato como Lenard intercambiaron información, reacia, pero información al fin y al cabo. Lenard les contó muy superficialmente la razón de su visita a ese andén indicando que no recordaba el resto hasta despertar allí.

    Ian sabía que eso no era cierto, que Lenard estaba escondiendo información valiosa, debía ver la manera de obligarlo a soltarla, pero ¿Cómo hacerlo sin matarlo? Demostró claramente que su terqueza era mas importante que su vida.

    “Necio” ―pensó Ian.

    ―Cumplí con mi parte del trato, quiero verla.

    ―No recuerdo haber firmado ningún papel contigo detective ―respondió Kato restándole importancia al asunto ―además creo que habíamos acordado realizar un traspaso de información, cosa que no has hecho ―dijo mirándolo molesto ―escondiste y aun escondes información que requerimos. Mientras no seas capaz de dárnosla, no serás capaz de verla, fin de la historia. Ahora replantéate nuevamente detective, intenta recordar, ¿qué fue lo que no nos contaste?

    Lenard estaba furioso, no contestaría nada más, ellos no habían cumplido su parte del trato, y él no estaba dispuesto a soltar el resto de la información. Sin que nadie, absolutamente nadie se percatara, se fue liberando poco a poco de los grilletes que lo tenían sujeto, sus manos estaban sudorosas por el esfuerzo previo y resultaron perfectas para lo que necesitaba. Con mucho esfuerzo logró dislocar momentáneamente su dedo pulgar para sacarla de la esposa, un esfuerzo doloroso, pero útil y necesario. Cuando saliera de allí, si es que salía con vida, agradecería a Dorothy por haberle mostrado cómo a hacerlo.

    Lenard ya estaba libre, pero aún se mantenía inmóvil en su lugar, le daría a ese desgraciado una última oportunidad para decirle como encontrarla.

    ―¿Dónde la tienes encerrada? ¡Quiero verla!

    ―¡Pues no lo harás! ―respondió Kato sumamente irritado. Ese tipo parecía un chiquillo caprichoso demandando algo que no se le daría ¡Jamás! Él no le entregaría a su hermana, ella era la joya de su familia, ¿y ese malnacido aparece queriendo verla? No se la daría, jamás, primero muerto antes que ofrecerle a su hermana.

    Ante tal respuesta, la sangre se le subió a la cabeza, y en un descuido con un grácil movimiento Lenard se abalanzó sobre Kato tomándolo por el cuello. Allí dentro de esa habitación se liberó una dura y reñida pelea, Lenard contra Kato, ambos pelaban por igual, ambos reaccionaban de una manera similar, por momentos parecía ser una pelea frente al espejo, cada uno leía los movimientos del otro, una pelea muy similar, pero en un minúsculo momento de descuido Kato bajo su guardia y Lenard le metió tremenda patada en la cara que le abrió una brecha en la ceja izquierda dejándolo atontado y tirado en el suelo por un momento.

    Lenard por su parte, no pensaba, solo actuaba por mero instinto salvaje, Kato estaba tirado a unos cuantos pasos de él, furioso se dirigió con la clara intención de matarlo si es que tenía que hacerlo, en su camino encontró una jeringa que usaban para dormirlo y sin pensarlo siquiera la tomó, acabaría con ese asunto de una maldita vez por todas.

    Kato logró leer sus intenciones al tiempo justo de detener la jeringa que iba directamente sobre su corazón, Lenard presionaba con fuerza intentando acabar con su vida, mientras Kato resistía lo más que podía para evitarlo, pero estaba en una posición tan incómoda que no le era fácil movilizarse, lo tenía acorralado.

    Con Lenard sobre Kato intentando matarlo, la puerta se abrió de golpe. Tres disparos se oyeron en la habitación, uno rozó la mejilla de Lenard, otro dio en su antebrazo, y otro destrozó la punta de la jeringa raspando su puño. El impacto de la segunda bala alejo a francés de Kato que yacía jadeante en el piso.

    Sorprendido tomándose el brazo Lenard miró en dirección a la puerta encontrándose cara a cara con la persona que más ansiaba ver. Allí de pie en el portal aun sosteniendo el arma en las manos estaba Melina completamente jadeante, sudorosa y furiosa.

    ―Aléjate de mi hermano grandísimo imbécil, o juro que te volare los sesos ―amenazó tajante.

    Lenard se quedó seco, sin palabras, no esperaba verla allí y menos así, ella estaba de pié frente a él, como una diosa sobre un montón de escombros, como una heroína, su heroína. Mientras el divagaba soñando despierto Kato lo redujo y él no opuso la menor resistencia, su mirada aún perdida en ella que lo miraba ceñuda, furiosa y no dejaba de apuntarle con claras intenciones de dispararle.

    Poco a poco a medida que la razón comenzaba a sobrepasar la sorpresa, analizó sus palabras.

    “Aléjate de mi hermano” ―había dicho, y él podía recordar esas palabra taladrando su intelecto ― “¿hermano?”

    Kato lo enmanilló nuevamente dejándolo inmóvil de rodillas frente a ella.

    ―¿Estás bien? ―pregunto Melina a Kato, sus ojos reflejaban su preocupación.

    ―Estoy bien, no te preocupes.

    ― ¡¿Qué no me preocupe?! ―preguntó histérica ―por si no lo notaste, ¡Casi te mata! ―y volviendo su vista hacia Lenard sus ojos se llenaron de odio puro ―y tu grandísimo imbécil, ―dijo acercándose a él furiosa ― ¡eres un maldito malnacido! ―gritó propinándole tremenda patada en las costillas que termino de arrinconarlo contra la pared ―¡¿Así es como pagas el hecho que te haya salvado la vida?! ―gritó ―si es así yo misma voy a acabar contigo ―dijo apuntándole con el arma nuevamente.

    ―¡Kat No! ―gritó Kato deteniendo a Melina y quitándole el arma ―No lo hagas, ¡estoy bien! ―dijo girándola en su dirección con tal que perdiera a Lenard de su campo visual. Había vuelto a ver en su hermana ese brillo demencial de antaño, cuando mató de esa manera tan sanguinaria a la escoria de Drew y compañía ―estoy bien, ¡tranquilízate! ―gritó sacudiéndola levemente para que pudiera recuperar la compostura ―estoy bien, mírame, no me pasó nada, tranquilízate ―repitió, pero Melina ya estaba al borde de las lágrimas, levantó su mano temblorosa y toco la herida que le había provocado Lenard.

    ―Este desgraciado ―dijo furiosa girándose en dirección a Lenard.

    ―No, estoy bien Katy, estoy bien ―dijo volteándola en su dirección nuevamente ―no me pasó nada.

    ―Ese maldito infeliz, casi… casi… ―dijo entre lágrimas intentando hablar ―tú también, no…. ―lloraba aferrándose a su chaqueta temblando, estaba asustada, había faltado poco para que Kato no la volviese a contar, y eso le aterraba, perder a alguien a quien amaba, no estaba dispuesta a soportarlo nuevamente, no se creía capaz de soportarlo nuevamente. Los recuerdos de su familia muerta, del amor de su vida muerto hicieron mella en ella, y aferrándose aún más a su camisa lloró ―tú también no… ―decía entre sollozos.

    ―Ya pasó, Katy, estoy bien, no llores ―dijo en un susurro abrazándola de una manera paternal.

    A ninguno de ellos le importó la presencia de Lenard allí observando la escena completamente confundido, ¿qué es lo que pasaba allí? Kato daba suaves y leves palmaditas en la espalda de Melina procurando calmar su llanto, y ella solo se aferraba a su camisa con fuerza.

    ―Sácala de allí ―dijo Ian por el interlocutor.

    Kato miró hacia la pared oscura y asintiendo se dispuso a salir de allí, no sin antes dedicarle a Lenard su mirada más fiera y cargada de odio que pudiera tener en su repertorio. Silabeando en silencio palabras que se quedarían grabadas en la memoria de Lenard.

    «Me las pagarás, la hiciste llorar»

    Al verla alejándose con Kato tomándola por los hombros, Lenard quiso moverse, pero dos gorilas se interpusieron en su camino imposibilitándole movimiento, el los miró sin ver, sus ojos aún seguían perdidos en ella llorando desconsolada siendo reconfortada por un joven que la llenaba de mimos y palabras dulces. Unas palabras demasiado extrañas para ser pronunciadas por alguien como ese.

    ―Ya no llores flaquita. Estoy bien, no me paso nada. Tranquila bonita. ―y sonriéndole le daba besos de mariposa en la cabeza ―¿Quién es la hermanita más tierna y bonita de este planeta? ―preguntaba en tono infantil y meloso a lo cual Melina respondió con un fuerte codazo ―Sabía que eras tú ―dijo entre risas sin dejar de abrazarla ―ya no llores Katy, estoy bien…

    Y con esa últimas palabras cerraron la puerta dejándolo completamente perdido en unos pensamientos que no podía relacionar. Mientras los gorilas terminaban de esposarlo sentándolo en una silla que trajeron, a él no pareció importarle, ni siquiera notó cuando alguien vino a detener el sangrado de las heridas que ella misma le propició.

    “¿Katy? ¡¿Hermana?!” ―eran los pensamientos que seguían rondando en su mente.

    Él sabía que ella era Melina, lo podía jurar, nunca se había equivocado en reconocer a una mujer por el aroma, ella era la misma, ¿verdad? Pero esos tipos la llamaron por un nombre distinto, ¿Katy? ¡Ella era Melina!, él lo sabía, ¡podría jurarlo ante cualquiera! Entonces… ¿Porque?

    La puerta volvió a abrirse, y por ella entro otro joven, aparentemente no mayor que él, con porte elegante y paso seguro se acercó hasta posicionarse delante en silencio, nadie dijo nada, ambos se estudiaron detenidamente por unos instantes hasta que Lenard rompió el silencio.

    ―¿Quién eres? ¿Quiénes son? ¿Qué es lo que… ella… cómo?

    ―¿Qué es lo que quieres saber? ―preguntó Ian. De inmediato Lenard reconoció su voz, era la misma que sonaba por el interlocutor.

    ―¿Que le hicieron?

    ―Salvarla ―respondió tajante.

    ―¿Salvarla? ¿De quién? ¿De cómo? ¿Porque? ―Ian no respondió, solo se dedicó a mirarlo con cara de póker, al ver que no obtendría esas respuestas, cambio la pregunta a una que le estaba revolviendo el cerebro ―¿porque lo llamo hermano? A ese tipo, me refiero ―no hubo respuesta, molesto ante el silencio explotó ― ¡Sé que ella es Melina!, ¡Melina Villarroel!

    Ian reprimió un gruñido, no podía venderse frente al enemigo debía actuar de la mejor manera así que controló sus emociones como mejor pudo.

    ―Sé que su familia está muerta, ―continuó ―toda su familia falleció en un atentado, tengo las fotos de cada miembro, las memorice todas, y ese muchacho ―dijo indicando con la cabeza en dirección a la puerta ―no se acerca ni en estatura a ninguno de sus hermanos. ¿Quiénes son? ―no hubo respuesta ―dijiste que la salvaste, ¿de qué? ―tampoco respondió ― ¡¿porque lo llamó hermano, maldita sea?!

    ―Perdió la memoria.

    ―¡¿Qué?! ― preguntó sorprendido, realmente no se esperaba esa respuesta.

    ―Lo que oíste.

    ―Ella cree que son su familia, ―dijo sorprendido analizando su respuesta ―ella es libre de irse pero no lo hará, eso fue lo que me dijiste ―Ian no respondió, esperó a que Lenard sacara sus propias conclusiones, sabía que las haría, y no pensaba darle más información de la necesaria ―la tienen presa ―dijo al fin ―¡¿porque?!

    ―Ella no es prisionera.

    ―¡Pero cree que son su familia! Equivale a lo mismo, la tienen aquí encerrada con engaños ―rugió furioso sacudiéndose en su sitio volviendo a abrir la herida del hombro, que pareció no notar ―¿Y cuál es el nombre que le pusieron? ¿Katy? ¡Qué nombre más ridículo! ―gritó molesto.

    Ian reprimió sus ganas asesinas de matarlo en ese mismo instante. El adoraba ese nombre, él mismo había sido el que escogió ese nombre para su verdadera hermana cuando era un bebé y quien creó el diminutivo para ella. ¿Y ahora venía un desgraciado que criticaba la belleza de ese nombre?

    ―Cuida tus palabras detective, ―dijo con furia contenida ―aquí no eres bienvenido.

    ―Déjala libre ―no hubo respuesta ―si la liberas ―dijo ―te diré todo lo que sé ―lo miró desafiante ―pero deberás soltarla.

    Ian no respondió, y sin que hubiese siquiera aceptado su oferta Lenard soltó todo, lo que habían averiguado por su parte y las últimas novedades del alemán en la bodega, evitando claro, la parte en la que estuvo por violarlo. Lenard se sentía acorralado, atrapado, al tenerla a ella, también lo tenían a él. Nunca antes había tenido ese instinto de protección tan alto por nadie, nunca antes hizo lo que estaba haciendo por nadie, pero la quería a salvo, él haría todo lo que este a su alcance para protegerla.

    Siempre fue receloso de sus secretos y de las informaciones que obtenía, pero en ese caso, en esas circunstancias, con ella en sus garras, no tenía otra elección, la quería a salvo, y lejos de ellos, aunque tenía el presentimiento que Ian no le haría daño.

    ―Gracias por la información recibida detective ―dijo Ian una vez el francés hubo terminado de soltar todo ―de ahora en adelante nosotros nos haremos cargo ―sonrió triunfal ―es libre de irse, yo siempre cumplo con mis promesas. Solo una advertencia, ―dijo mirándolo frívolamente ―si abre la boca, lo mataremos.

    ―¿Qué es de Melina!? ¿Qué harán con ella?

    ―Ella está a salvo con nosotros, nunca la lastimaremos.

    ―Dijiste que la liberarías.

    Una sonrisa burlona y soberbia se formó en su rostro.

    ―No recuerdo haber dicho algo semejante detective y mucho menos haber aceptado el trato, abriste la boca por tu propia voluntad, lo cual agradezco ―miró su brazo que aún sangraba ―será mejor que te vendes eso para que detengas el sangrado, perdiste mucha sangre y aun no repones la cantidad perdida.

    ―Quiero verla.

    ―Por tu propia seguridad, no creo que sea recomendable que te acerques a ella, al menos no por el momento.

    ―Libérala.

    ― Eso lo decidirá ella. Por el momento, buenas noches ―y colocándose tras suyo le dio un golpe en la nuca que lo dejo tumbado e inconsciente nuevamente.

    Despertó al cabo de un par de horas, tenía el brazo nuevamente vendado, la cabeza hecha una maraña y el cuerpo dolido. Recordaba a la perfección la mirada de desesperación en el rostro de Melina cuando se dirigió a Kato, y en la mirada de odio que le dio, ese odio demencial que te lleva a cometer asesinatos, el los conocía de memoria, pasaba su vida envuelto en ellos, vivía de reconocerlos, pero nunca se imaginó verlos en ese rostro angelical con el que tantas veces había soñado.

    ―¿Qué fue lo que te paso? ―se preguntaba constantemente, pero no podía encontrar respuesta.

    Durante el resto del día lo tenían medio dormido y medio despierto, cada cierto tanto era un bote de suero, o un bote de sangre lo que le inyectaban, dejo de poner resistencia, estaba perdido en sus pensamientos, no podía hallar una relación de los sucesos, ¿por qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? Y demás que se formaban cada vez que pensaba en Melina y en ese sujeto. Al cabo de lo que él asumió un par de días la puerta volvió a abrirse y la persona que entro fue una visita que jamás espero pero que siempre soñó.

    ―¡Melina! ―dijo cargado de alivio intentando en vano incorporarse.

    Melina cambio su humor a uno completamente irritado ante la mención de ese nombre

    ―Deje de llamarme así detective ―dijo en tono frio y seco ―ese no es mi nombre, no me confundas con tu amor platónico― la falta de emoción en su voz lo dejo impactado ―¿Qué es lo que quieres? ¿Porque me buscas?

    Por un instante olvido todas las cosas que quería decirle, tenía tantas preguntas que hacerle, pero en esos momentos su mirada estaba perdida en la mujer que tenía frente a él.

    ―Huye conmigo ―dijo al cabo de un rato.

    Tras un momento de silencio, una carcajada sarcástica y carente de emoción se oyó en la habitación.

    ―¿Que te hace pensar que quiera fugarme? ¡Y más aún con un imbécil como tú! ― dijo escupiendo las palabras, aun no olvidaba que ese sujeto estuvo a punto de matar a su hermano.

    ―Ellos te tienen aquí con engaños, ellos no son lo que crees, no son tu familia, tu eres Melina, Melina Villarroel.

    Y con un afán desesperado por devolverle la identidad le dijo quién era, donde vivía y todas las cosas que a ella y a ellos les sorprendió que supiera con tanta exactitud.

    ―Sé que eres ella, tomé una muestra de tu sangre en la fiesta, dio positivo, y la marca que hice, coincide con la pequeña cicatriz que tienes en la muñeca, todo indica que eres Melina.

    “¡Maldición!” ― pensó melina ― “¿cómo es posible?” ―lo miró irritada ―¿qué es lo que buscas haciéndome creer que soy quien dices que soy? Aléjate de mí, no me busques y por tu propio bien te aconsejo que no te me acerques ―amenazó tajante.

    ―Melina…

    ―¡Ese no es mi nombre!

    ―¡Pero tu eres…!

    ―¡Y dejé de serlo! ―le cortó ―Ese nombre acarrea muerte detective, así que nunca más lo vuelva a mencionar.

    ―¿Porque?

    ―Porque es un pasado, y algo que no quiero recordar ―se acercó a él a paso lento, Lenard no se movió ―gracias por tu preocupación en mi bienestar, ya me lo comentaron mis hermanos, pero tu labor de guardaespaldas termina aquí y ahora. ―dijo y le inyecto un líquido celeste en la intravenosa.

    ―Tu…― intento alejarse Lenard, pero no pudo terminar de hablar su cuerpo comenzó a sentir los efectos de la droga y a ponerse pesado, no podía mantener los ojos abiertos― que…

    ―Droga, para que podamos sacarlo de aquí.

    ―Mel…

    ―No detective, mi nombre es Katniss. Adiós.

    Y con un gruñido frustrado perdió la conciencia, despertó en su alcoba recostado en su cama, ¿cuánto tiempo estaría así? no lo sabía con exactitud, y tampoco le importaba, estaba en un lugar conocido y por primera vez se sintió fuera de lugar.

    ―Katniss ―repitió, saboreando la palabra ―¿porque?

    Y con esa pregunta en mente se quedó recostado hasta que el día terminó para volver a empezar.

    Continuara….
     
    Última edición: 2 Octubre 2013
  7.  
    Unimar

    Unimar Un alma sana reside en un cuerpo sano y mente sana

    Libra
    Miembro desde:
    7 Junio 2013
    Mensajes:
    213
    Pluma de
    Escritora
    vaya, primero te pudo gran gran disculpa ya que no me había pasado antes. :D

    Veo que me he perdido de mucho, este capítulo estuvo excelente igual que los otros.

    Pobre Lenard despertando y durmiendo inumerables veces. Cada vez se pone más. Interesante. Que paso Mel, por que ahora es katy. Y mas aún. Que le hicieron a ella. Estabien, esperaré hasta el siguiente capitulo para resolver todas las dudas.

    Gracias por avisarme . :-D
     
    Última edición: 3 Octubre 2013
  8.  
    Rincita

    Rincita Iniciado

    Capricornio
    Miembro desde:
    31 Enero 2012
    Mensajes:
    35
    Pluma de
    Escritora
    Hola!!! primero que nada perdón por no comentar el capitulo anterior, pero si lo leí :)
    1 Me estrese un poquito con Lenard durmiendo y despertando, pero le dio un gran toque al capitulo :)
    2 ¿Qué onda con el tipo que se quiere escapar con Melina? esa parte me hizo reír, aunque no se si fue tu objetivo fue mi parte favorita del capitulo :D
    3 Me dejaste con curiosidad con la perdida de memoria
    Excelente capitulo como siempre, invitame a la conti :D y sin mas que decir

    Sayo
     
  9.  
    Borealis Spiral

    Borealis Spiral Fanático Comentarista destacado

    Libra
    Miembro desde:
    4 Mayo 2010
    Mensajes:
    1,177
    Pluma de
    Escritora
    Antes que na', perdóname la tardanza, jejeje.
    Oh, qué emocionante capítulo, Mel. Es verdad, uno lleno de sentimientos. Ah, Lenard, tan testarudo y tenaz que no se rinde en su deseo de llevarse a Melina de allí para ponerla a salvo. Mira que al principio se resistió a dar cada detalle de lo que sabía, pero cuando sacó sus propias conclusiones de lo que le dijo Ian del por qué estaba allí Melina y eso, ufff, sus esfuerzos por ser discreto se fueron al caño. Me da gusto por Cerberos ya que tienen lo que buscaba, mas me da cosita por Lenard :( el pobre está que sufre y se mule el cerebro con ides macabras que le pase a su amor. Y Melina, bueno, era obvio que reaccionara con tanta alerta si Kato estaba en peligro. A ella la entiendo por completo. Ya perdió todo lo que tenía, lo que a amaba, no puede permitirse perder alguien más; aun sí eso implica asesinar a cualquiera que se le ponga enfrente, incluyendo al detective.

    Ay, esto se pone cada vez mejor e insisto, Ian y sus planes infalibles (medio, que a veces las cosas no le salen como quisiera xD) me encantan. Y nada, la intriga sigue. Ya estando libre Lenard, ¿qué hará por su amor? ¿La dejará en paz? (Ejem, no me trago eso :P) Tan listo como es, ¿encontrará el por qué detrás de la nueva vida de ella, su nuevo nombre y demás? Si por x razones decides que sí se entera, ¿cómo reaccionará él y todos los implicados (Haddadrimon, Cerberos y demás)? ¿Otra batalla por capturarlo y probablemente, aniquilarlo iniciaría? Uh, me imagino las posibilidades y se me pone la piel de gallina. Pero bueno, sólo lo sabré hasta que pongas el siguente capítulo, así que por ahora no digo más y lo espero ansiosa. Te me cuidas mucho :D

    Hasta otra.
     
  10.  
    Milmel

    Milmel Con un sueño en el pecho que pronto florecerá

    Capricornio
    Miembro desde:
    11 Mayo 2011
    Mensajes:
    303
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Enamorandose del Demonio [Terminado]
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    68
     
    Palabras:
    2411
    Cap 51: Información vendida

    Lenard no pudo conciliar el sueño ni tampoco recuperar la paz, se sentía abrumado por la información que obtuvo, le importaba un rábano no que fueran a hacer con ello, sino lo que harían con ella.

    ―“Melina… Katniss… Katniss… Melina…” ―todo el día iba repitiendo esos nombres en su cabeza intentando hallarles relación, combinarlos, transformarlos, creando una nueva persona. Pero la mujer de la foto, con la de sus actuales recuerdos, eran tan parecidas como el día y la noche ― ¿Qué fue lo que te pasó? ―se preguntaba una y otra vez.

    Recordaba como la había tratado ese sujeto, con que cuidado la había consolado, con que posesión la había abrazado. Ella lo había llamado hermano, y antes de dormirlo dijo «mis hermanos me pusieron al tanto» ¿acaso se refería al otro sujeto? A aquel tipo de porte elegante. ¿Qué fue lo que hicieron con ella? ¿Le lavaron el cerebro? No estaba muy seguro de eso.

    Ella misma había dicho que ese ya no era su nombre, que ese nombre solo acarreaba muerte. ¿A qué se refería con eso? Entonces ella era consiente que se llamaba así y fingía no saberlo? ¿no recordarlo? Pero… ¿Por qué? ¿Acaso fingió su muerte para escapar de alguien? ¿de algo? Pero… ¿de qué? ¿De quién? ¿Qué motivos pudo tener para dejar su vida atrás? ¿Su familia en verdad murió? ¿O simplemente fue una obra teatral?

    Esas y muchas preguntas eran las que no encontraban respuesta, las que llevaban rondando por su cabeza una y otra vez. Atormentándolo, la ignorancia de no saber lo estaba volviendo loco. ¿Qué le hizo esa mujer para tenerlo tan obsesionado con ella? ¿Acaso era una especie de bruja o algo por el estilo? ¿Que había captado tanto su atención para preocuparse por ella hasta ese extremo? ¿Sería acaso su vida pasada? ¿O el hecho de saberla un inocente ángel para verla ahora convertida en un completo demonio? ¿Qué era esa mujer? ¿Quién era en realidad?

    Nuevamente atormentado por las dudas e incertidumbre volvió a revolotear en su cama, intentando en vano hallar paz, un poco de sueño, o algo, pero frustrado se incorporó, no podía hallar ninguna de ellas. Se dirigió a la cocina que para sorpresa suya se hallaba pulcramente ordenada y limpia. Él no recordó haberla dejado en esas condiciones, recordaba haberlo dejado todo un desastre como siempre, él vivía solo, y no era muy ordenado que se diga, salvo en su escritorio, que lo tenía implacablemente acomodado y registrado, pero el resto de su departamento eran desastres aparte.

    Alguien había entrado a su departamento sin permiso, ¿serían acaso los secuaces de Adler? Preocupado miro a su alrededor descartando la idea casi al instante, si alguien viniera a registrar su departamento, era imposible que lo dejen limpio y ordenado. Si hasta daba la impresión de que brillaba con luz propia, con uno que otro tintineo aquí y allá. Podrías pasar un guante blando y no hallarías ni una sola mota de polvo en el ambiente.

    Con cautela fue revisando cada habitación, descubriéndola en las mismas condiciones, limpios y brillantes, ¡si hasta su ropa estaba colgada y doblada! ¿Quién hizo semejantes hazañas de limpieza en su departamento? La curiosidad podía con él y decidido fue hacia su escritorio a ponerle fin a su curiosidad. Él había instalado una diminuta cámara de seguridad en el ingreso de su departamento, una a la cual solo él tenía acceso, se disponía a buscarla y ver las grabaciones de sus últimos días de ausencia.

    Pero cuando se disponía a abrir su camarín secreto, el sonido de llaves en su puerta lo dejo alerta. Alguien entraba a su habitación, y con un juego de llaves! Nunca había dado a nadie una copia de la llave de su departamento… ¿O sí? Siempre que se acostaba con mujeres eran o en sus camas, en cuartos de hotel o en moteles lujosos, pero nunca las trajo a su casa, jamás, o eso era lo que recordaba. Acaso dio a alguien una copia? ¡No recordaba haber estado nunca tan ebrio como para cometer semejante estupidez!

    La última mujer con la que se metió fue la semana pasada, antes de su asalto a la bodega que termino mal, pero fueron a un motel, no vinieron a su casa, aunque no hicieron nada, para ser más exactos él no pudo hacer nada, tenía a Melina tan metida en la medula del cerebro que terminó alejándose dejando a una muy ardiente mujer en la cama a medio desvestir.

    Con los pies de un gato y tomando lo único que tenía al alcance, un bat de beisbol, se dispuso a reducir al intruso.

    La sombra que abrió la puerta encendió la luz en el momento justo que Lenard descargaba el bat con fuerza y potencia. En un acto reflejo el intruso se hizo a un lado cayendo de costado.

    ―¡Detective! ―llamó una voz que el reconoció muy bien.

    ―¿Dorothy? ―preguntó asombrado mirando a la mujer tirada en el suelo mirándolo entre aliviada, asustada y asombrada ―¿pero qué haces aquí mujer? ―le preguntó ayudándola a incorporarse.

    Una vez de pie Dorothy no resistió más y lo envolvió en un abrazo rompe costillas sollozando levemente.

    ―Doro…

    ―Dijeron que era muy probable que usted hubiese muerto, me negué a creerlo ―decía entre sollozos abrazándolo con fuerza escondiendo su rostro en su cuello ―sabía que estaba vivo, y que regresaría sano y salvo. Lo extrañé tanto detective ―dijo entre sollozos ahogados ―temía que mis miedos se hicieran realidad.

    Una ternura la embargo ante la preocupación de su asistenta. Y dándole leves palmaditas correspondió con el abrazo.

    ―Estoy bien, no me…

    ―Sabía que regresarías a mi lado, que volverías a mí ―dijo apretándolo con mayor fuerza callando su comentario.

    Lenard intrigado aligeró el abrazo, ese comentario le pareció demasiado posesivo y fuera de lugar, un mal presentimiento se fue apoderando de él.

    Al notar que Lenard iba alejándose de ella, un nerviosismo mayor se apoderó de ella, y sin pensarlo siquiera se enderezó y tomando con ambas manos su rostro le planto un apasionado beso.

    A Lenard el ojo le quedó cuadrado, no se explicaba la reacción de su asistente, ¿pero qué demonios había pasado en su ausencia? La tímida y siempre huidiza Dorothy se había convertido en una fiera que ahora devoraba sus labios y que demandaba correspondencia.

    Con delicadeza Lenard intento apartarla, pero eso solo hizo que ella se le pegara más, empujándolo contra la pared pegando cada parte de su cuerpo a la de él. Nuestro pobre francés se hallaba en un dilema tremendo, estaba saliendo de una recuperación dolorosa, su cuerpo, pese a todos los cuidados y demás que le dieron los hermanos del amor de su vida, se sentía débil y sin muchas fuerzas para resistir ese ataque.

    Por otra parte Dorothy parecía hembra en celo, demandante, dominante, quería pasión, sin importarle nada más.

    ―Dorothy, basta ―intento decirle, empujándola para alejarlo de él, pero eso sólo la enfurecía más. Lenard giro la cabeza evitando que de esa manera siguiera besándolo, pero eso no pareció incomodarla ya que ella se dedicó a probar la piel del cuello.

    ―Lenard… ―susurraba entre suspiros ahogados, la sensación de sus labios en su cuello le generó una corriente eléctrica por la espina dorsal, el conocía esa sensación, era la deliciosa sensación previa a una cita atrayente y peligrosamente sensual.

    ¡Pero ella era Dorothy! ¡Su asistenta! Era imposible meterse con ella, no podía meterse con ella, y menos teniendo en mente a Melina en esos momentos, no podía meterse con ella, con ella ni con nadie. Nunca más, su corazón le pertenecía a esa mujer, y solo seria para esa mujer. Aunque su cuerpo reaccione al tacto de otras, su mente y corazón siempre serian de ella. Aunque los besos de Dorothy estaban mareándolo.

    ―¡Ya basta! ―dijo juntando todo el autocontrol del que fue capaz.

    Ella lo miro sin ver, en sus ojos aun escrito el deseo, pero algo la hizo volver a la realidad, entre los besos apasionados y la sensación de la sal de su piel en su boca Dorothy no cayó en cuenta de un pequeño detalle, el estado actual de Lenard. Él estaba allí apoyado contra el umbral de su puerta, jadeante, levemente sonrojado y sorprendido, pero lo que le llamó la atención fue su estado físico, se veía demacrado, parecía que hubiese envejecido diez años en los días que estuvo ausente, tenía heridas y moretones leves en el rostro, el labio partido y el horror llegó a sus ojos cuando comprobó su pecho.

    Sin ademanes ni miramientos Dorothy se acercó a él y bruscamente termino de abrir su camisa mostrando todo su maltrecho pecho, tenía heridas por todos lados, y eran heridas recientes, golpes, moratones y lo que era peor, claras muestras de haber sido torturado, llevándose una mano a la boca Dorothy suprimió un grito y los ojos se le llenaron de lágrimas.

    ¡¿Qué le había sucedido?! Era lo que se preguntaba.

    Lenard al darse cuenta de su reacción bajo la mirada a su pecho analizándose por primera vez desde que despertó. Su pecho estaba un desastre, para alguien tan vanidoso como él, era un crimen estar en una situación semejante. Haría pagar al maldito desgraciado que lo dejo en ese estado. Se juró interiormente.

    Con mano temblorosa Dorothy acerco sus dedos a una de las cicatrices más notorias, un bulto de sangre seca que pintaba en los extremos de un leve tono rosa. Ante su tacto Lenard reprimió un gemido, mas por reflejo que por dolor.

    ―¿Qué te paso? ―le preguntó horrorizada.

    Ésa era una buena pregunta, ¿Qué iba a decir? ¿Me metí a la boca del lobo por salvar al amor de mi vida? Para ser sinceros no se le había ocurrido que decir cuando estuviera de vuelta al mundo real, su cabeza había estado llena de Melina sin espacio para nada más.

    ―¿Cuánto tiempo estuve fuera? ―preguntó esquivo.

    ―Dos semanas y media ―respondió sorprendida ―¿no lo recuerdas?

    Eso lo tomó por sorpresa, había estado más de medio mes desaparecido, debía pensar muy bien cómo llenar esos vacíos en el tiempo para no levantar sospechas.

    ―¿Qué fue lo que pasó en mi ausencia?

    ―¿Quién te hizo esto? ―preguntó Dorothy horrorizada decidida a no cambiar de tema hasta conocer las respuestas.

    Lenard calló guardando silencio pensativo, no es que no quisiera contárselo, simplemente no sabía cómo hacerlo sin hablar de ella. Ellos se lo habían advertido, abría la boca y estaba muerto, y él no estaba dispuesto a terminar con el cuento, sin antes, haber tenido una charla decente con ella.

    ―¿Dónde estuviste? ―pregunto intrigada ante su silencio ―te buscamos por todas partes, nadie sabía de ti, simplemente desapareciste del mapa, era como si la tierra te hubiese tragado ―lo miró con ojos tristes ―. No podíamos encontrarte, se colocó un anuncio en la central de policía que te hacia aparecer como persona desaparecida.

    ―¿Llegaron a tal extremo? ―pregunto divertido.

    ―¡Estuviste perdido dos semanas y media Lenard! ¡¿Acaso eso no es motivo para preocuparse?!

    Estaba tuteándolo, eso era otra sorpresa, ella siempre lo trató con recelo y mucho respeto, pero ahora parecía haber tomado confianza. La Dorothy que conoció antes de desaparecer había cambiado por alguien nuevo y completamente extraño para él.

    ―¿Estas bien? ―le preguntó al ver su vista desenfocada.

    ―No sabíamos nada de ti―volvió a repetir con ojos llorosos ―cuando no te presentaste al día siguiente en la oficina tuve la sospecha de que algo andaba mal. Vinimos a tu departamento y lo encontramos hecho un desastre. El detective Philip dijo que podrían haberte secuestrado, quizá los del caso de narcotráfico y contrabando de personas, pero no había pistas, ningún sospechoso… ¡nada! ―dijo nerviosa.

    Lenard le ofreció un vaso con agua del grifo que era lo único que tenía para ofrecer y la acompaño hasta su ahora impecable salita.

    ―Buscamos por todas partes, pero nadie sabía nada, o nadie quería decir nada, así que hice algunas investigaciones por mi parte ―dijo con la mirada perdida ―allí me enteré que fuiste secuestrado por unos italianos, pero nadie más quería soltar alguna otra información, parecía ser que quien sea que fuera el que estaba detrás era alguien poderoso, mis informantes le tenían miedo.

    Un escalofrío le recorrió la espina dorsal por la confesión de Dorothy, ¿mis informantes? ¿Italianos? ¿Qué cosas habían pasado en su ausencia? ¿Hasta dónde habían llegado para encontrarlo?

    ―¿Dónde averiguaste eso Dorothy? ―preguntó curioso ―¿quién te lo dijo?

    Dorothy se dio cuenta muy tarde que había abierto la boca más de la cuenta, ahora Lenard la miraba con ojos curiosos y demandaba una respuesta que ella no se sentía muy segura de poder esconder por mucho tiempo más.

    ―T-tengo… algunos contactos en el bajo mundo ―respondió nerviosa y esquiva.

    ―¿Cómo supiste de mí? ―volvió a preguntar con cautela temiendo espantar a ese gato asustadizo.

    Dorothy se negaba a responder, simplemente giró el rostro y evitó su mirada incorporándose para acercarse a la cocineta y dejar su vaso de agua a medio beber en la encimera. Lenard la vio reacia a soltar la respuesta, pero él no se quedaría con respuestas a medias, el buscaba la verdad, y la obtendría así tuviera que recurrir a trucos sucios.

    Acercándose por la espalda la tomó por los hombros con suavidad y acariciando sus desnudos brazos fue susurrando la pregunta en su oído nuevamente.

    ―¿Cómo lograste obtener la información de mi paradero Dodo? ―preguntó en un tono ronco y sensual.

    La pobre Dorothy estaba que se derretía en sus brazos, incapaz de resistir por más tiempo a esa deliciosa tortura respondió.

    ―Yo… ven… di… información ―respondió casi en trance.

    ―¿Qué información vendiste? ―pregunto temeroso con los ojos perdidos en la pared pero sin dejar de acariciar sus brazos subiendo hasta la altura de sus hombros masajeándolos con suavidad y sensualidad.

    ―Solo lo referente a una joven que ellos parecían preocupados por encontrar ―Lenard detuvo sus movimientos, la vista desenfocada mirando a la nada mientras un terror comenzaba a apoderarse de su cuerpo al temer la respuesta rogando porque no sea real ―Melina, Melina Villarroel.

    El alma se le fue a los pies, lo que más temía se había hecho realidad, su asistente había vendido valiosa información que él buscaba ocultar, ¿qué es lo que había hecho? Había metido al amor de su vida en un lio que no estaba muy seguro como iría a terminar.

    Continuara…
     
    Última edición: 15 Octubre 2013
  11.  
    Borealis Spiral

    Borealis Spiral Fanático Comentarista destacado

    Libra
    Miembro desde:
    4 Mayo 2010
    Mensajes:
    1,177
    Pluma de
    Escritora
    Yeah, primera! Después de perder mi puesto un rato lo vuelvo a conseguir, jojojojo.

    Cielos, no sé que pensar de este capítulo, Mel. Fue inquietante. Por una parte, lo pelos se me pusieron de punta al detallar eso de que alguien había entrado en el departamento de Lenard, pero como dice que estaba limpio, ordenado y eso, al instante recordé a su secretara y ¡ta da! Sí era ella. Lo que me sacó bastante de onda fue que ella se le abalanzara tan sorpresivamente y lo abrazara y lo besara y bueno. Ya sé que el francés es irresisitible, pero ¡hey! Control, Dorothy, control. En fin, después de eso, con lo de la investicación que hizo por ella misma me quedé o.o Mira que no sé a quién culpar, ¿eh? Dodo simplemente estaba preocupado por Lenard y claro que, al ser además el chico al que ama, iba a buscar por tierra y mar dónde encontrarlo. Sin embargo, vender esa información tan escencial, uy, malo. Asimismo, ¿Lenard no le dijo que era información clasificada? No lo recuerdo. Si no se lo dijo, nada, él es el único culpable de que encuentren a Melina ¬¬ Se inteligente no sirve de mucho cuando se está enamorado, ¿eh?

    Bueno, pues, espero ansiosa la siguiente actualización. Me inquita saber cómo actuará Lenard ante este hecho tan macabro. ¿Intentará comunicarse con Cerberos otra vez? ¿Se hará como su asisitente y conseguirá buenos contactos del bajo mundo? ¿Será capaz de torcer su integridad a la ley? Vaya, esta última pregunta sobra; por Melina es capaz de volverse mafioso XD. Ok, me despido en espectativa y deseándote lo mejor. Te cuidas :)

    Hasta otra.
     
  12.  
    Unimar

    Unimar Un alma sana reside en un cuerpo sano y mente sana

    Libra
    Miembro desde:
    7 Junio 2013
    Mensajes:
    213
    Pluma de
    Escritora
    Hola Mel, creí que había pasado buen tiemo y ahora veo que no me he perdido de nada. :D

    Este capítulo estuvo GENIAL... Como siempre Lenard es un personaje muy bien estructurado y planeado. Por Dios, Dorothy si que es una mujer muy posesiva, pero la entiendo si yo llegara al grado de amar a sí a un hombre, creo que me comportaría de la misma manera que ella. Lo de vender la información fue un gesto demasiado mezquino por su parte, no me pareció lo correcto de ella.

    Yo sé que es lo que le pasa a Lenard con Melina, posiblemente verdad, creo que se ha enamorado de ella, y ese enamoramiento a pesar de que no se ha dado cuenta de ello le va a traer muchos conflictos y dolor en un futuro, si es que la situación con esta chica no se vuelve mala.


    Si que me quedé sorprendida con sus informantes misteriosos de Dorothy, pues esta mujer ¿en dónde se anda metiendo?. :D

    Sin más espero el siguiente capítulo, bien hecho hasta ahora.

    Enhorabuena Mel, sigue así :D
     
  13.  
    Sheccid

    Sheccid Usuario común

    Géminis
    Miembro desde:
    25 Enero 2012
    Mensajes:
    493
    Pluma de
    Escritora
    ¡NOOOOOOOOO!¡DOROTHY!
    No, ¿que demonios pasó aquí? Ahora tienes pistas pra encontrar a Kat-Mel
    Perdona mi tardanza, creeme que estos capis no me han defraudado nada,me quede muy emocionada, en el anterior me puso muy triste la escena e que Mel entra porque cree que Lenard estaba a punto de matar a su hermano u.u
    y Dorothy, quien la viera,toda apasionada y con contactos XD
    gracias por invitarme, esperare el siguiente fic
     
  14.  
    CerezoNegro

    CerezoNegro Entusiasta

    Acuario
    Miembro desde:
    4 Agosto 2010
    Mensajes:
    98
    Pluma de
    Escritora
    Hola, Este capítulo y todos han estado fantasticos!!!
    Hace ya algún tiempo no me enfrascaba tanto en un Fic, realmente me ha fascinado pero cuando menos pensé ya había llegado hasta este capítulo y realmente quiero leer más, sinceramente quiero saber ahora que sucederá y qué pasará con Melida! :eek: y realmente me impresione cuando paso esto:
    realmente empiezo a creer que el demonio es ella, pero... pero..... Sube la continuación pronto de veras tengo demasiada intriga por saber que sucederá de ahora en adelante!!!
    Gracias por crear este Fic!!! TTwTT Y nos leemos!!! :)
     
  15.  
    Syel

    Syel Extraña

    Cáncer
    Miembro desde:
    12 Julio 2012
    Mensajes:
    984
    Pluma de
    Escritora
    Hola!!!
    Am ¿Qué puedo decir? Esta historia me ha enlazado desde el principio, no me ha dejado ir para nada al contrario me hace querer leer más. cada vez que pienso que la historia no puede seguir sorprendiéndome, lo hace y de tal manera.
    Bueno, perdón por no contestar antes. La verdad le estoy sintiendo lástima a Lenard, es tan dulce y cálido y esta Mel/Kat le hace pasar tan malos ratos y suele ser tan grosera con él. Pero lenard también tiene la culpa por no detenerse a escuchar, solo actúa impulsivamente. Luego esta esta Dorothy que bien antes no había tenido tanta relevancia ahora la cobró y de que manera. Primero, las mas santitas son las más aventadas y después con lo de sus "contactos" ¿que hace en la policía si tiene ese tipo de contactos? El mundo si que esta loco
    Siento que la acción esta a punto de comenzar, una persecución super genial y ahora ¿Qué hará Lenard para salvar a su unico y verdadero amor? Ojala que Mel lo valore despues de eso. Tu fluidez es tan liviana que hace la lectura sencilla, no vi faltas de ortografía y el desarrollo va cada vez mejor ya que no esta saturada ni muy pesada la lectura, Sigue así!
    Gracias por el aviso. Avísame pronto
     
  16.  
    Milmel

    Milmel Con un sueño en el pecho que pronto florecerá

    Capricornio
    Miembro desde:
    11 Mayo 2011
    Mensajes:
    303
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Enamorandose del Demonio [Terminado]
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    68
     
    Palabras:
    3390
    Cap 51: Linaje

    ―No puede ser ―susurró Lenard de manera inconsciente dejando caer sus brazos a los lados sin fuerza.

    Al verse libre de su verdugo lentamente Dorothy sonrojada se dio la vuelta para encararlo sorprendiéndose ante la mirada de pánico en el rostro de Lenard. Se veía desubicado, temeroso, pálido y enfermo, como si fuera a desplomarse en cualquier momento.

    ―¿Se siente bien detective? ―preguntó preocupada al verlo en ese estado ―se ve un poco enfermo.

    Él la miró sin ver, aun se sentía en shock ¿Qué había dicho? ¡¿Qué había vendido información de ella?! Sentía un enorme conflicto interno, pero por más que quisiera no podía culparla, ella solo había hecho lo que le pareció necesario para traerlo de vuelta. Ese fue un buen gesto, ¿verdad?

    Miles de ideas fueron revoloteando en su mente, y muchos de ellos atados a terribles sensaciones de angustia, agonía y culpa. Un fuerte mareo lo envolvió, y durante un corto segundo sus piernas flaquearon y hubiese caído al suelo de no ser por Dorothy que lo detuvo al tiempo justo.

    ―¡Lenard! ―gritó corriendo a su lado ayudándolo a incorporarse y a recostarse en el sillón. Una vez acomodado, llevó su mano a la frente comprobando con preocupación que estaba caliente ―estas con fiebre ―dijo, y volviendo la mirada al mesón de la cocina recordó que Lenard no tenía nada parecido a medicamentos en su departamento ―iré a la farmacia por medicina ―dijo incorporándose con rapidez ―procura descansar en lo que regreso, no tardo ―dijo y salió disparada del apartamento recogiendo su propio juego de llaves del suelo.

    Al cabo de lo que a él le pareció unos minutos Dorothy estaba de regreso, con los medicamentos en mano, pero Lenard aún estaba en shock, no terminaba de digerir la noticia, por su mente solo una pregunta rondaba ¿Qué es lo que había hecho?

    ―Bebe ―dijo Dorothy sacándolo de sus pensamientos y ayudándolo a sentarse, aún tenía la mirada perdida y los pensamientos en un revuelo, observando con la mirada perdida las tres tabletas de colores que ella tenía en la palma de sus manos ―vamos detective, necesitamos bajar esa fiebre ―dijo ansiosa ofreciéndole nuevamente las pastillas y el vaso de agua.

    ―Explícame nuevamente Dodo ―dijo mirando las tabletas ―¿cómo obtuviste esa información?

    Dorothy se puso nerviosa.

    ―Primero tome la medicina ―respondió esquiva.

    La respuesta le incomodó, eso era simple y claro chantaje, molesto Lenard le arrebató las tres tabletas tragándolas de un solo movimiento terminando el agua de un par de tragos.

    ―Listo ―dijo devolviéndole el vaso bruscamente ―¿de dónde sacaste esa información? ―sus ojos serios y fríos la pusieron nerviosa, Lenard estaba molesto.

    ―Recuéstese detective ―respondió nuevamente esquiva empujando sus hombros levemente para recostarlo ―necesita descansar.

    ―No ―dijo alejando sus manos de sus hombros ―¿de dónde sacaste esa información? ―volvió a insistir ―y no me vengas con respuestas esquivas Dorothy, habla claro.

    Su tono de reproche, y su fría mirada le helaron la sangre, él estaba molesto por ella, y todo por un estúpido folio. Intento alejarse de él intentando devolver la copa a la encimera de la cocina, pero Lenard la tomo del brazo y la devolvió a su posición original.

    ―Respóndeme.

    ―Yo… la tomé prestada de la estación ―soltó rápidamente sin pensar aprovechando su sorpresa para liberarse y alejarse en dirección a la cocineta.

    ― ¿De la estación? ―preguntó dudoso, no recordaba haberlo dejado allí, la cabeza comenzó a martillearle, se presionó las sienes con fuerza y cerrando los ojos hizo un recuento de los hechos de la última vez. Recordaba haber traído los documentos consigo a su departamento, recordaba que ella misma se los había entregado cuando fue a dejarla en su casa.

    Dorothy los había sacado de la estación sin que nadie, ni siquiera él lo notasen y los había traído a su casa, ¿y ahora ella le decía que los había sustraído de la estación? Eso era mentira, no encajaba, tampoco había solicitado una copia de los archivos y los documentos originales fueron dejados en su portátil, la cual siempre llevaba consigo, la cual por cierto no recordaba donde estaba. Eran cabos sueltos y tenía que hallar la manera de enlazarlos, pero no podía pensar con claridad, la cabeza le daba vueltas y se sentía enfermo. ¿Estrés postoperatorio?

    ―“Aquí hay gato encerrado” ―se dijo ― “y Dorothy es la clave”

    Con ojos de experto, vio como los nervios la traicionaban, caminaba de un lado para otro de la encimera ordenando cosas que ya estaban ordenadas, y limpiando la mesa que ya brillaba con propia luz. Ella estaba escondiendo algo, era claro, y debía ver la manera de obtener esa valiosa información, por cualquier medio. Una corazonada le decía que debía conseguir que ella hablase, que le contase, que muchas cosas dependerían de ello, y él siempre fue alguien que escuchaba a sus corazonadas.

    Con mucha dificultad se incorporó nuevamente, su cuerpo comenzaba a pesarle de manera extraña, se sentía mareado, como drogado, apenas logro dar tres pasos y sintió como sus pies flaqueaban nuevamente. Al verlo en pie, Dorothy corrió a su lado nuevamente.

    ―¡Detective! no abuse de su salud, ¡recuéstese!

    Con mucho esfuerzo y las pocas fuerzas que le quedaban Lenard la tomó por los hombros y la colocó delante suyo sujetándola por los hombros.

    ―¡Háblame claro Dorothy! ―reclamó blanco como el papel ―¿de dónde sacaste esos archivos? ¿Quién te los dio? ¡¿de dónde los robaste?!

    Dorothy se mordió los labios, ¿Qué iría a decir ahora? No sabía que coartada armar, estaba nerviosa, y Lenard estaba furioso con ella. Pero no le importaba, ella hubiese hecho eso y más por hallarlo.

    ―Di-disculpe mi osadía detective ―dijo con un nudo en la garganta ―pero no me arrepiento de haberlo hecho, créame que si tuviera que hacerlo nuevamente, lo haría sin el más mínimo remordimiento de conciencia.

    Lenard ignoró su comentario, no era esa la respuesta que buscaba.

    ―De donde Dorothy, ¡de donde la sacaste!

    Los ojos de Dorothy se volvieron fríos, ella había hecho todo por él y él no era capaz de reconocerlo y ni siquiera agradecerlo ¡Que tipo más pedante! Pero ella nada podía hacer al respecto, así lo quería, y así sabiendo cómo era estaba enamorada de él.

    ―No era información muy relevante detective ―dijo evitando la respuesta mirando a un costado ―mis informantes también se veían decepcionados al respecto.

    ―¿A qué te refieres?

    ―El implicado está muerto, es un cadáver ―respondió con frialdad ―según el informe, la muchacha figura como muerta, desde hace un tiempo atrás.

    ―Muerta… ―repitió Lenard aflojando un poco el agarre ― está muerta.

    ―Muerta ―dijo de manera fría ―¿o no?

    Lenard la miró sorprendido, la expresión de su rostro era frio, casi calculado, le provocó un leve escalofríos verla así, esta mujer delante suyo era tan distinta a la que siempre vio. ¿Qué pasó con todo el mundo en su ausencia que ahora nada es lo que parece? Su fiel y leal asistente ahora lo miraba de manera fría, y hasta podría decirse burlona.

    ― ¿Por qué vendiste…?

    ―Nunca dijo que fuera información clasificada detective ―respondió molesta.

    acercándose peligrosamente a él.

    Era cierto, nunca lo había hecho, y ese había sido su error, ¿podría culparla? Sabía que no. Muy en el fondo el único culpable del hecho era él mismo. Nunca debió haber investigado tan a fondo el asunto de la muchacha, nunca siquiera debió haber posado sus ojos en ella, él tenía todo, podía tenerlo todo lo que quería, a las mujeres que quería, una distinta para cada día, dispuestas a hacer lo que él quisiera, como quisiera, y cuando quisiera, pero esa mujer… ¿qué le hizo esa mujer? ¿Que tenía ella que nunca hubiese tenido otra?

    No lo sabía, y tampoco podía explicárselo, al verla su corazón latía desbocado, como potrillo a días de nacido, enérgico, alegre, feliz; al saberla en peligro se convertía en fiera al acecho, en receloso guardián, y al saberla feliz… ¿qué haría al saberla feliz? Nunca la había visto así, todas las veces que se había topado con ella, fue un mar de confusión, un rostro serio, frívolo, calculador, o como ese día, una mirada loca, asesina, un rostro desencajado y un odio tan marcado que era expirado por cada poro de su piel, Ella no era su tipo, entonces, ¿porque? ¿Porque esa mujer?

    Después de los últimos hechos, podía por fin reconocerlo, estaba perdida y locamente enamorado de esa mujer, de una completa desconocida. ¿Pero que hizo esa mujer para descolocarlo tanto? Ella era alguien peligroso, lo sabía, pudo comprobarlo en persona, casi lo mata en dos ocasiones, pero también le salvó la vida. ¿Era su salvadora? ¿O era su verdugo? ¿Quién era ella? ¿Quién era él? Gracias a esa mujer ahora se sentía con crisis de identidad.

    Nunca quiso ponerla en riesgo, jamás fue su intención, pero pareciera que cada cosa que hace solo la acerca más al peligro, como ahora, su investigación sobre ella comenzó por mera curiosidad y no se dio cuenta cuando comenzó su obsesión creciendo hasta límites inmensurables.

    Dorothy tenía razón, nunca especificó que fuera información clasificada, era investigación de rutina y nada más, algo leve, simple, muy común en la estación. Si él estuviese en su lugar, el haría lo mismo, el hizo lo mismo, él también había vendido información por proteger a Melina, así que no podía culparla, no podía hacerlo, ¿verdad?

    El mareo que fue sintiendo poco a poco comenzó a incrementar, su cuerpo se sentía pesado, y la vista comenzó a nublarse. La cercanía de Dorothy lo confundía, ¿que buscaba esa mujer en realidad? ¿Quién era?

    ―¿Está molesto conmigo detective? ―preguntó en un tono ronco, suave y seductor.

    Lenard la miro sorprendido, quiso alejarse de ella retrocediendo, pero chocó contra el sofá cayendo con fuerza sobre él, sentía que los parpados le pesaban una tonelada y no podía mantener los ojos abiertos.

    ―Tus informantes… ¿Quiénes eran? ―preguntó cerrando los ojos con fuerza, la sensación de helicóptero en su cabeza estaba por hacerlo vomitar ―¿Dónde los conociste? ¿Cómo… los… encontraste?

    ―Descanse detective, no hay porque preocuparse, ―dijo en tono meloso sentándose a su lado y pegándose a él, recuperando nuevamente la osadía de minutos atrás ―ellos también se veían muy… decepcionados ―dijo pegando la nariz a su hombro aspirando ese aroma varonil.

    Lenard recobró la conciencia, viéndola demasiado cerca suyo intentó alejarse, pero descubrió que no podía mover un solo músculo, con las pocas fuerzas que le quedaban la miró molesto.

    ―Me… dro… gaste… ―dijo entre susurros.

    ―No detective ―dijo pegándose más a él empujando sus hombros con suavidad hasta recostarlo por completo en el sofá sentándose al lado suyo ―lo que te di fue simplemente un relajante muscular más un par de sedantes fuertes mi amor ―su sonrisa seductora le heló la sangre, esa no era la Dorothy que él conocía, esa mujer que en esos momentos estaba recostándose sobre él, era otra extraña, una mujer osada, una mujer, que si él no hacía algo, terminaría por violarlo.

    ―No… te me…

    ―Shh ―dijo callando sus reclamos posando un dedo sobre sus labios recorriendo posteriormente su suave piel ―no digas nada, te puedo asegurar que no te arrepentirás, estuve esperando por eso durante tantos años ―sonrió con una sonrisa boba delineando con la otra mano sus muy marcados pectorales.

    ―Tu… ―intentó reclamar, pero el cansancio, la falta de sueño, la pérdida de sangre, y las drogas combinadas, hicieron que terminara por perder la poca conciencia que le quedaba.

    ―Descansa mi amor ―susurró en su oído de manera posesiva al verlo inconsciente ―ahora estas bien, yo estoy aquí, cuidare de ti ―su rostro no podía borrar esa sonrisa de loca enamorada, al tenerlo allí recostado se puso a admirar su rostro, delineando sus facciones a gusto y complacencia, ahora él estaba rendido ante ella, no podría reaccionar o rechazarla pensó tomando su rostro inconsciente entre sus manos besándolo con pasión, deteniéndose al poco, al darse cuenta que en ese estado tampoco podría corresponderla.

    ―Creo que me pasé con las drogas ―dijo entre risas y volviendo sus ojos a su víctima inconsciente soltó un suspiro ―te amo tanto Lenard Caprioli, ¿porque nunca te fijas en mí? Mira las cosas que me obligas a hacer, muchas veces casi me puse al descubierto por culpa tuya, por simplemente querer ayudarte, o en este caso, por querer encontrarte.

    Sin apuros fue desabotonando los pocos botones de su camisa que quedaban sujetos dejando su pecho al descubierto, mirando horrorizada y con los ojos cubiertos de lágrimas el daño que le habían causado a su amado.

    ―¿Quién pudo haberte hecho semejante daño mi amor? ―preguntaba recorriendo con las yemas de los dedos cada una de las cicatrices ―¡pero mírate vida mía como te dejaron!―decía reprimiendo sollozos ―no te preocupes ángel mío, encontraré a los que lo hicieron y lo pagarán con creces ―decía mientras volvía a explorar esa deliciosa piel.

    Sus dedos recorrieron su pecho tantas veces como ella quiso, y mirando hacia abajo, y dibujando en sus labios una sonrisa perversa fue desabrochando con excesiva lentitud y sensualidad la hebilla de su pantalón, sus latidos desbocados y el nerviosismo en sus manos era más que evidente, esa era un gloria que ella ansiaba ver, tocar, sentir, y de ser posible, disfrutar.

    Pero una llamada entrante la hizo brincar de susto justo cuando estaba por bajar la cremallera del pantalón de Lenard, el corazón casi se le sale por la boca. Completamente roja y asustada volvió la vista hacia arriba comprobando con alivio que aun yacía inconsciente, con los ojos cerrados y el rostro sereno. Soltó un suspiro de alivio al saberlo dormido, no sabría qué hacer si despertaba y la veía desnudándolo.

    La idea del cuerpo de Lenard desnudo frente a ella hizo que los colores se le subieran a la cabeza dándole la impresión de un carbón al rojo vivo.

    Nuevamente el timbre de su celular sonó sacándola de sus hermosas fantasías con un Lenard parado sobre una ostra tapando sus glorias con una hoja de Adán mientras pequeños y rechonchos angelitos revoloteaban a su alrededor cantando canciones de glorias y aleluyas. Irritada por la insistente llamada y soltando un bufido irritado contestó sin fijarse de quien se trataba.

    ―¿Quién es? ¿Qué quieres? ―preguntó de manera agresiva volviendo a la labor de disfrutar la vista del torso de su amado.

    ―Muy buenas tardes niña ―respondió la voz de un hombre mayor por el otro lado de la línea ―es un gusto escuchar su voz después de tantos años.

    El corazón de Dorothy dejo de latir, y por unos instantes el tiempo se detuvo por completo, ella conocía esa voz, la conocía de memoria, había pasado la mitad de su vida escondiéndose de ella. Y lo había logrado, hasta ahora.

    ―Llamo para informarle que su abuelo está deseoso de poder verse con su nieta nuevamente, ―dijo la voz al no escuchar respuesta ―la esperaremos en la mansión de Ayuzawa donde actualmente reside el maestro. Esperamos verla para el almuerzo mi niña, no creo que sea necesario enviar a August para recogerla ¿verdad? Asumo que conoce muy bien el camino a la residencia y dudo mucho que se pierda ―sonó burlón, ―tenga buenas noches niña ―dijo y colgó.

    Dorothy se quedó por unos segundos más con el teléfono pegado a la oreja. No podía creerlo, la habían encontrado, después de tantos años de estar escondiéndose de ellos, habían logrado encontrarla nuevamente. Y no sólo eso, la amenaza era evidente, si ella no iba, ellos vendrían por ella, y no importaba donde corriera o intentara esconderse ellos lograrían encontrarla y atraparla, habían dado con su número de celular, si lograron conseguir algo tan relevante como un número de teléfono, no quería ni pensar en las cosas que habían logrado averiguar sobre su nueva vida.

    Rápidamente volvió la vista al cuerpo de Lenard.

    ―No puede ser… ―se dijo completamente aterrada ―no ahora que por fin pude hallar mi paz.

    Los ojos aterrados de Dorothy se llenaron de lágrimas que comenzaron a caer sin control ¿Por qué ahora? Se preguntaba constantemente, un miedo muy parecido al terror comenzó a invadirla por completo, la habían encontrado. Había pasado tantos años escapando de ellos para ser atrapada justo en ese momento.

    ―Ahora que por fin te tengo y que podemos ser felices, ―decía entre sollozos ―mi pasado vuelve a atormentarme.

    Lagrimas corrían sin cesar por sus mejillas bañando por completo el hombro de Lenard.

    ―Te amo tanto ―repetía aferrándose a él ―¿porque ahora? ¿Porque ahora que por fin encontré un lugar en el que puedo encajar?

    Se alejó de él y limpiándose los ojos con el dorso de la mano observo a Lenard dormido. Él no podía saber de su pasado, era algo que ella buscaba esconder a toda costa. Nunca se lo había contado a nadie, lo había negado desde que entro a la adolescencia, se alejó de su familia, de sus seres queridos, porque ese mundo, esa vida no era lo que ella quería.

    Estudio economía, se especializó en asuntos públicos, estudio contaduría, salió con honores y de paso hizo un curso rápido de leyes estatales. Maestrías, doctorados, todo lo que quiso siempre lo tuvo, su mundo parecía seguir sin rumbo ni dirección, no había nada que le importase, nada que le fuese difícil de conseguir, pero al conocer a Lenard por mera casualidad todo cambio.

    Un día de septiembre Lenard vino a entrevistarla en persona, su vecino del frente mató a su esposa a sangre fría y no había testigo ocular salvo el bebé de cinco meses que yacía dormido en su cuna al momento del suceso. Se acercó a ella para realizar las preguntas de rutina como las llamó el. No era la primera vez que ella experimentaba ese tipo de muertes, había pasado gran parte de su vida rodeada de ese ambiente hostil, pero por primera vez frente a ese joven se sintió nerviosa, insegura, y ansiosa, se podría decir que fue amor a primera vista.

    Lo vio un par de veces más pero ella deseosa por verlo averiguó muchas cosas por su cuenta, cosas que los oficiales pasaron por alto, todo con tal que poder verlo nuevamente con la excusa de la nueva evidencia.

    ―¿No quieres ser mi asistente? ―preguntó un día cuando recibía un informe de las investigaciones que ella hizo sobre el asesinato ―se te da bien esto de las investigaciones ― el sonrojo de sus mejillas y el brillo de sus ojos le dio a entender que aceptaba el trabajo ―perfecto, entonces te espero en mi despacho mañana a primera hora.

    Y así fue como comenzó su vida al lado de ese joven que con cada cosa lograba enamorarla más y más. Al pasar tiempo a su lado descubrió que a pesar de parecer alguien despistado y muy distraído, era alguien sumamente inteligente, y para frustración suya, un seductor nato, con todas, pero nunca con ella. Dorothy soñaba con el día de tenerlo entre sus brazos, de tenerlo solo para ella, y hacer cosas que ni el Kamasutra tuviera registrado.

    Pero ahora era imposible, era demasiado peligroso, si su abuelo descubría la relación que tenía con él, ella estaba segura que lo usaría para chantajearla, para obligarla a hacer cosas que ella no quería, y eso no podía permitírselo, su abuelo no debía saber la existencia de Lenard. Debía protegerlo, pero ¿qué hacer?

    ¿Alejarse? ¿Desaparecer nuevamente? Quizá perderse un tiempo, un viaje largo, cambiar de teléfono, de nombre, de dirección, de país, ¡de apariencia! Todo de cero, nuevamente. Pero no podía hacerlo, ya no había caso, pronto cumpliría los treinta, quizá de allí provenía la ansiedad de su abuelo por encontrarla, después de todo, ella era su única nieta, la única heredera de todo su imperio, y quería obligarla a casarse con otro heredero de un clan poderoso para mantener firme y vivo todo su imperio.

    ―¡Quieres venderme! ―le grito el día que le informó que se casaría con el hijo del amigo de su abuelo ―¡quédate con las ganas! ―dijo y nunca más volvió.

    Pero ahora la habían atrapado, los clanes se juntarían nuevamente dentro de unos meses más y su abuelo quería ver concretada esa unión. Ella debía continuar con el clan familiar, no debía olvidar sus raíces y debía mantener en alto el nombre de la familia Sho, un linaje poderoso, el de mayor renombre dentro del mundo de los Yakuzas.

    Continuara…​
     
  17.  
    Syel

    Syel Extraña

    Cáncer
    Miembro desde:
    12 Julio 2012
    Mensajes:
    984
    Pluma de
    Escritora
    Me has dejado sorprendida. Dorothy que bien no parecía un personaje de importancia o relevancia resultó siendo alguien con un pasado demasiado interesante, tanto que quiero saber más acerca de su familia. Aunque siento que ella esta algo loca, pues lo que siete hacía Lenard parece más obsesión que amor, el hecho de que lo drogara para estar con él en la intimidad ya que me pareció algo extremo de su parte.
    Por eso dice, caras vemos...Y ella es un claro ejemplo de ello, jamás se me cruzó por la mente que ella fuera así: demasiado confiada, lujuriosa, deseosa, aventada e incluso temerosa (por su pasado)

    Esta parte me dio mucha risa *mente pervertida trabajando*:rolleyes:

    Ahora con Lenard: Sus sentimientos me parecen tan maravillosos y la manera en la que narras me hace sentir lo mismo que él. Es bonito cuando alguien se enamora por primera vez y más alguien como él, que es un sexy playboy. Ojalá Mel/Kat fuera más comprensiva ya que no sabe como sufre por su culpa, por ejemplo: los golpes, casi lo destrozan y ella lo remata con un disparo.:mad:

    Me encantó el capítulo, la lectura es buena porque no es cansada, sin embargo noté que faltaron algunos acentos en uno que otro verbo en pasado y también en algunos "él" nada grave pero aún así importante. Nos vemos en el próximo ^^

     
    Última edición: 8 Noviembre 2013
  18.  
    Unimar

    Unimar Un alma sana reside en un cuerpo sano y mente sana

    Libra
    Miembro desde:
    7 Junio 2013
    Mensajes:
    213
    Pluma de
    Escritora
    Hola Mel. Este capítulo lo leí una y otra vez, ya que no me había imaginado antes, que el personaje de Dorothy iba a tener tal fuerza dentro de la trama. Pobre de ella, una doble vida, o más bien me agradó de que haya podido comenzar nuevamente desde cero. Pero algún día tendrían que encontrarla.

    Me ha fascinado como fue que trataste su pasado, pensé antes que la chica sólo era perspicaz a la hora de hacer su trabajo, pero no. Con la información que nos das acerca de su pasado, me ha intrigado aún más.

    Es horrible que te separen y te alejen de esa forma de la persona indicada, aquella que la fuiste buscando hasta encontrarla. Sólo espero que pueda escapar de esta. El capítulo estuvo impecable, como siempre, pones mucho cuídado a la hora de publicar otro. Me ha gustado, bien hecho.

    Nos vemos en el siguiente capítulo, estaría más que encantada.
     
  19.  
    Borealis Spiral

    Borealis Spiral Fanático Comentarista destacado

    Libra
    Miembro desde:
    4 Mayo 2010
    Mensajes:
    1,177
    Pluma de
    Escritora
    Correcto, obsesión es lo que me parece lo que Dorothy siente por Lenard más que amor. Wow, drogarlo para tenerlo con ella es algo extremista; si fuera amor tal cual, hm... sería diferente. En efecto, mi pensar en cuanto a ella es la misma que Syel, está como que enferma de la cabeza, ¿no? Creo que esconderse durante tanto tiempo de su familia y lo que realmente ella es (una Yakuza o.o), le ha afectado. ¡Wow! Qué giro tan inesperado de las cosas. Realmente jamás hubiese pensado que Dodo tuviera tanto impacto, que fuera linaje de una mafia y de la japonesa... ¿Y cómo es que se metió a trabajar a la policía? Ah, sí, su amor a primera vista y extravagante por Lenard.

    Uff, las cosas se ponen que arden, creo yo. Bien, que al menos ella no quiere que a Lenard le pase algo, así como él no quiere que le pase nada a Mel, por lo que por ese lado estamos bien en cuanto al amor, la cuestión es, ¿lograrán ambos mantener a salvo a la persona amada? Lenard tiene la ventaja de que parce que las personas a las que Dorothy les vendió la información piensan que Mel está muerta; no obstante, ella no tiene ventajas. Si su abuelo ya la detectó, no me cabe duda de que irá de inmediato por ella y la obligará a ejercer su la autoridad que le es heredada. ¿Y si se niega? ¿Sería su abuelo capaz de amenazarla usando el beniestar de Lenard? :eek: Oh, Mel, esto está increíble, me pregunto qué pasará a partir de ahora. Espero ansiso la príxima actualización y mira, no me tardé tanto como pensé que lo haría xD Nos estamos leyendo y te cuidas mucho; descansas bien y que todo vaya bien en el trabajo.

    Hasta otra ;)
     
  20.  
    Milmel

    Milmel Con un sueño en el pecho que pronto florecerá

    Capricornio
    Miembro desde:
    11 Mayo 2011
    Mensajes:
    303
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Enamorandose del Demonio [Terminado]
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    68
     
    Palabras:
    3385
    Cap 52: Robo informático

    A la mañana siguiente Lenard despertó un tanto relajado pero con un dolor increíble en el pecho, con mucho esfuerzo logro incorporarse descubriéndose semidesnudo en su sofá.

    “Al menos aún tengo los pantalones puestos” ―pensó con alivio.

    Incorporándose con mucho esfuerzo revisó su departamento descubriendo aliviado que Dorothy no estaba. Aún le costaba creer que la joven que conoció de tanto tiempo fuera una persona como aquella, nunca la imaginó así, nunca se comportó como tal. ¿Bipolaridad? ¿Trastornos de personalidad? Lo meditó durante unos segundos, analizando sus acciones y reacciones de los últimos meses pero no encontró nada fuera de lo común, salvo la última vez con eso de los folios sustraídos.

    Si logró hacer algo como eso, no se imaginaba de cuantas cosas más pudo ser capaz. Confiaba en ella, casi de manera ciega, muchas veces hizo comentarios importantes y claves en base a diferentes asuntos preguntándole por su opinión, y ella siempre le dio buenas respuestas, claras, inteligentes y precisas.

    ―¡Demonios! ¡Si era parte de mi personal de máxima confianza! ¿Cómo voy a encararla ahora? ―se preguntaba frustrado, y mirando la copa de cristal en la encimera de la cocineta un rubor cubrió sus mejillas ―no debí ingerir nada que proviniera de sus manos ―se reprochó ―era obvio que no tenía buenas intenciones.

    Acercándose al refrigerador encontró una nota pegada a ella con el puño y letra de Dorothy.

    «Disculpa mi falta de tacto amor mío» ―decía ―«pero por más que ahora anhele estar al lado tuyo, hay asuntos de mayor prioridad que debo solucionar. Pero no te preocupes, volveré a tu lado, volveré por ti, y cuando lo haga, por fin podremos estar juntos y ser felices»

    Un escalofríos recorrió su espina dorsal en toda su longitud, ¡¿eso era una amenaza?!

    “No estaría mal que vaya preparando alguna orden de alejamiento”

    Apoyado en la encimara observó con ojos curiosos todo su departamento invadiéndole una sensación de estar fuera de lugar.

    ¿Qué había pasado en los días que estuvo ausente?

    Impulsado por su curiosidad se dirigió a su escritorio guardando primeramente la nota de Dorothy en una de las gavetas. Y arrodillándose continuó con la labor que Dorothy interrumpió al momento de aparecer en su departamento. Con cuidado quitó la alfombra que adornaba la parte inferior de su escritorio, y levantando una de las piezas de madera de su ahora impecable piso flotante extrajo una caja negra, nadie la había descubierto, con una sonrisa de satisfacción se incorporó y colocándola sobre la mesa buscó su portátil en las gavetas laterales.

    Sirviéndose una taza de café negro y bien cargado conectó la caja negra a su computadora para descargar toda la información allí almacenada. Para sorpresa suya la descarga fue casi inmediata, más de doscientos gigas de memoria fueron descargados en menos de cinco minutos, él pensaba esperar cerca de media hora como mínimo, pero no resultó así, quizá su computadora estuviera más practica desde que la dejo descansar un tiempo, las maquinas también pueden llegar a ser sensibles.

    Desplazó la grabación hasta el primer día de su desaparición. Según el registro, a lo que el supuso horas después del asalto al galpón de Adler, un tipo menudo que el reconoció como el asiático al servicio del alemán entró a su departamento acompañado de dos tipos enormes que prácticamente destrozaron todo, parecían estar buscando algo en particular, no se llevaron nada salvo una pequeña suma de dinero que guardaba en la gaveta al lado de su cama.

    Le intrigó la presencia de un tipo raro apoyado en el marco de la puerta principal, era alto de porte imponente, pero el sombrero de estilo bandolero que llevaba le impedía ver su rostro, jugaba con algo entre sus manos, parecía ser una identificación, lastimosamente debido a la baja resolución del video y al no contar con programas adecuados para mejorar la calidad de imagen no pudo reconocer a quien le pertenecía.

    “Raro…” ―pensó.

    Segundo día. Philip vino a su departamento, trajo al conserje y prácticamente lo obligó a abrir la puerta llevándose la sorpresa de encontrarlo destrozado. Trajo refuerzos y siguiendo el procedimiento de rutina en la toma de fotografías, muestras y apuntes se retiraron.

    Quinto día, Dorothy ingresó a su departamento, y para sorpresa suya con una copia de sus llaves, ¡una copia! cómo y dónde la obtuvo era otro misterio, se dirige directamente a su escritorio, busca y rebusca entre los documentos, hasta que encuentra un enorme atlas mundial. El corazón de Lenard se queda congelado, expectante, él sabía lo que allí escondía, y suponía que nadie más, pero ella lo descubrió.

    Abre el enorme libro y extrae de sus páginas el folio de Melina, lo abre y para terror suyo saca de su propio bolsón una copia de su foto con los datos completos de su nombre en el reverso. El pánico y el nerviosismo se apoderaron de Lenard, ¡¿Qué es lo que había hecho esa loca con la información de Melina?! ¿a quién se la vendió? Debía encontrarla, necesitaba encontrarla y preguntarle, pero por primera vez, no tenía ni la remota idea de cómo hacerlo.

    Era claro y evidente que la mujer que conoció ya no existía más, que su joven y lo que alguna vez pensó inocente asistente simplemente fue una coartada, una impostora. ¿Y si se acercó a él simplemente en busca de alguna información? ¿y si era una espía, una informante secreta de algún criminal? ¡¿Cómo diablos iba a saberlo?!

    Con un suspiro frustrado y resignado siguió revisando el registro de video. Después del robo de Dorothy, su departamento se quedó prácticamente desierto en los dos días siguientes, al cabo de los cuales prácticamente esa mujer se mudó a su departamento. Dormía en su cama, usaba su ducha, ¡se ponía su ropa! Varias veces la captó usando sus camisas, y verla tomando su ropa aspirando su aroma le dio una sensación de arcadas.

    ―Loca ―volvió a repetirse.

    Esa rutina se prolongó hasta su retorno, ninguna novedad salvo una que otra locura y extravagancia de Dorothy, bailando sola, riendo como loca, hablándole a alguna foto suya, y cosas así. En los últimos tres días previos a su regreso, Lenard pudo notar cierto movimiento entre las sombras de su despacho, algo que parecía moverse, pero no podía verse, podía pasar casi desapercibido, pero él supo que allí había algo.

    Penúltimo día, la ansiedad se apoderó de él, eso era lo que él buscaba ver.

    El día de su regreso, un tipo alto, que Lenard estaba seguro jamás haber visto, entró a su departamento y lo depositó en su alcoba, no necesitaba ver el rostro de la persona que iba con él, su corazón la reconoció antes de siquiera haberla visto, se sentó en la cama al lado suyo, y abriendo su camisa le tomó en pulso. Un rubor recorrió las mejillas de Lenard al imaginarla tocándolo.

    ―¡Concéntrate! ―se recriminó, pero no pudo detener el agitado e irregular latir de su corazón.

    Un gorro cubría su rostro dejando unos cuantos mechones de cabello dorado y rosa cubrir sus facciones. El no necesitaba mirarla de frente para saber que era ella, ahora también conocía su otra cara, la actual, la verdadera.

    Melina recorrió con la mirada toda la habitación, como en busca de algo, en el lado derecho de la oreja llevaba un intercomunicador.

    ―¿Con quién estará hablando? ―se preguntó.

    Se incorporó y tomando un pequeño aparato del tamaño de un celular fue caminando por toda la habitación, parecía una especie de radar, un mal presentimiento se apoderó de él. Siguió caminando en círculos hasta que sus hermosos ojos lo atraparon mirando a la cámara directamente, la había encontrado, con una sonrisa burlona colocó algo delante de la cámara tapando la imagen, ansioso revisó otra de las cámaras que apuntaban a su alcoba pero pasó lo mismo.

    ―Ese aparato debe ser una especie de radar ―dijo ― ¡¿de dónde lo habrá obtenido?!

    Las cámaras quedaron en completa oscuridad por el lapso de quince minutos, después de los cuales quitó el velo que las cubría.

    ― ¿Qué hiciste preciosa? ―se preguntó curioso.

    Siguió el insinuante movimiento del vaivén de sus caderas hasta su despacho, no podía quitar la vista de ella, se sentía hipnotizado. Con la gracia de un lince fue acariciando cada uno de los muebles de su despacho sin apartar la vista de su radar, se acercó a su estante y tal como lo hizo Dorothy fue revisando con calma y paciencia. Encontró el folio de Filippo y con una pequeña cámara tomó fotografías de todo su contenido ¿Cómo sabía que lo tenía?

    Volvió a colocarlo en su sitio con el cuidado y la habilidad de un experto, de no haberlo tenido grabado, estaba más que seguro que jamás se habría enterado. Volvió a tomar el radar en sus manos y acercándose a su escritorio fue revisando gaveta por gaveta hasta encontrar su portátil. El pánico y la intriga se apoderaron de Lenard, Melina llevó su mano izquierda a la oreja y quitándose uno de los pendientes plateados que llevaba lo insertó en su computadora.

    La mandíbula se le cayó al suelo, sin que nada pudiera hacer observó impotente cómo su diosa había insertado un gusano en su computadora.

    ―Tecnología de última generación… no puede ser...

    Lejos de allí, una joven miraba con alegría enorme la pantalla de su computadora.

    ―Gracias por los datos querido ―sonrió con malicia. Y cerrando su portátil se dirigió al despacho de su hermano ―tengo que admitir que a ratos eres de gran utilidad.

    Ian la vio entrar a su despacho como de costumbre sin siquiera molestarse en tocar la puerta, la sonrisa en su rostro era grande, notoria y contagiosa, no pudo evitar sino sonreír con ella.

    ―¿A qué se debe tanta dicha? ―pregunto divertido.

    ―Podría decirse que nuestro pez cayó en la trampa ―respondió ampliando su sonrisa aún más. Ian la miró intrigado ―mira ―dijo y acomodándose al lado de su hermano colocó su portátil encima de su escrito sin importarle toda la cantidad de papeles que tenía encima.

    ―Kat, cuantas veces tengo que repetirte que no hagas eso ―reclamó molesto, pero ella lo ignoró.

    ―¿Recuerdas el chip que me diste?

    ―¿La antena gusano? ―preguntó.

    ―Esa misma ―respondió sonriente ―mira lo que nos facilitó tu invento.

    Con mucho orgullo Melina le mostró su reciente adquisición, una copia de todos los archivos que poseía Lenard, sus registros, sus investigaciones y todo lo demás referente al tema.

    ―Y eso no es todo ―dijo ingresando a la carpeta de videos ―ese idiota está bien preparado, mira la copia del registro de sus cámaras de seguridad ―y con rapidez le mostro el registro de video de lo sucedido ―parece ser que alguien esta tras su rastro al igual que nosotros, mira el desastre que hicieron en su departamento.

    Melina miro a su hermano sonriente, pero su sonrisa se desvaneció por completo al ver el rostro de preocupación de su hermano.

    ―¿Qué pasa?

    Ian no respondió, acercándose más a la computadora de su hermana tomo un clip del video y ampliándolo a su máxima calidad observo con espanto lo que temía.

    ―Tienen tu foto ―dijo sin más.

    Sorprendida volteó para comprobar lo que su hermano había descubierto. Esa mujer había sacado una foto suya, una que ella vio en manos de Damián hacía ya tanto tiempo, un escalofríos recorrió su espina dorsal, y un temor que ya creía olvidado volvió a apoderare de ella. Su foto… ¿Cómo logró conseguirla?

    ―Lenard ―mascullo furiosa ―ese maldito infeliz debió entregarles mi fotografía, ese desgraciado voy a….

    ―No creo que sea él Kat, ―dijo sorprendiéndola ―mira la fecha, para esos días, nosotros lo teníamos encerrado en recuperación, así que no creo que sea el culpable. Además parecía sumamente aliviado de saberte con vida.

    Melina lo miro molesta, no le gustaba que su hermano de razón a otros en lugar de a ella, pero debía admitirlo, tenía razón, para esos días ellos lo tenían preso, sedado e incomunicado, así que la mujer esa debía venir de otra parte, necesitaban averiguar quién era esa mujer.

    ―¿Que ven? ―pregunto Kato detrás de ellos sorprendiéndolos, Melina que reaccionaba directamente sin pensar, le lanzo un puñetazo que el otro apenas y si pudo esquivar ―oye tranquila, soy solo yo.

    ―Kato, ¡cuántas veces voy a repetirte que dejes de escabullirte como gato!

    ―Lo siento, pero se veían tan absortos que nadie me tomo en cuenta cuando entre por la puerta, ¿qué es lo que ven? ―preguntó para cambiar de tema y desviar las miradas asesinas de ese par.

    Con un suspiro resignado Ian le mostro el clip de video que más había llamado su atención, dejando a Kato igualmente de preocupado que ellos.

    ―Necesitamos saber quién es esa mujer y cómo obtuvo esa fotografía, o al menos quien se la dio.

    ―Esa mujer… ―haciéndose espacio entre sus hermanos Kato tomó los controles de la computadora, y con manos de experto acercó la imagen, la aclaró, reviso los otros videos y los enlazó ―¡es la secretaria del departamento de policía! ―dijo al fin.

    ―¿Quién? ―preguntaron al unísono.

    ―¿No lo recuerdas Kat? ―pregunto dirigiéndose a su hermana ―el día que mataron a Filippo, allí estaba ella, la encontramos en el pasillo cuando estábamos buscando a Lenard, llevaba unas muestras al laboratorio y casi chocamos con ella. ¿La recuerdas?

    Melina rebusco en su memoria, no podía recordarla, pero no le extrañaba que Kato si lo hiciera, tendía a ser muy fisonomista cuando de mujeres lindas se trataba, si se lo pedías podía incluso darte la medida del sujetador y el modelo de bragas que llevaba puesto.

    Ian y Melina cruzaron miradas.

    ―En ese caso la situación es más simple, busquen a Brian, de la estación de policía, que les entregue el kardex de esa mujer, su dirección, todo, necesitamos averiguar cómo es que fue a dar con los datos de Kat.

    ―Entendido ―respondieron y salieron.

    Una vez solo Ian soltó un bufido exasperado, en las manos tenía la copia que Melina le había dejado de la caja negra de Lenard, pasándola a su computadora volvió a revisar los videos, esa mujer era peligrosa, vio como drogó al detective e incluso intentó violarlo, algo que lo dejo demasiado sorprendido.

    ―Loca ―se dijo.

    Pero lo que le intrigaba era la llamada que recibió, si el video tuviera audio todo sería mejor, pero no lo tenía, solo sabía que fuera cual fuere la llamada la dejo aterrada, porque a los pocos minutos, fue a la cocineta, dejo un mensaje hecho a mano en la puerta de la heladera, y regresando a Lenard, le dio un beso que a él le pareció tan eterno que tuvo que adelantar el video, pasando rápidamente situaciones incomodas para el como cuando ella le metió la mano donde no debía.

    ―Asqueroso ―volvió a repetir.

    De allí no había nada en la habitación, Lenard seguía inconsciente en el sofá y continuo así hasta la mañana siguiente donde despertó, fue a su despacho y descargo las imágenes de la caja negra que ahora ya sabían dónde se escondía. Posterior a eso no había nada, había desconectado la caja negra.

    ―No importa que la hayas desconectado detective ―dijo Ian sonriendo ―ya estamos dentro de tu sistema, ahora tu caja negra guardara archivos para nosotros también, no importa en qué computadora estés, nueva, vieja, o tu misma computadora, cada que tengas acceso a tu caja negra, el gusano informático que te inyecto Kat nos mandará una copia de manera automática, mientras copia para ti, también nos mandara copia a nosotros.

    Con una sonrisa de autosuficiencia, ingresó el video a un filtro para que las imágenes salieran más pulcras y nítidas, aun le carcomía la mujer, de donde obtuvo la copia de esa foto, pero también le intrigo los primeros tipos que ingresaron, los que dejaron el departamento de cabeza.

    ―Algo no cuadra ―se dijo, ―esos tipos vinieron en busca de algo, no creo que solo haya sido destrucción y menos dinero, el tipo estaba más largado que otra cosa, mil pesos era todo lo que guardaba allí, y ellos se lo llevaron, quizá para simular robo a vivienda, pero los equipos de sonido, los aparatos de televisión, la súper pantalla plana que tenía en su departamento valía más de lo que se llevaron en efectivo, ¡y ni lo miraron!, es más casi lo tumban por revisar detrás y ni les importó.

    Otra cosa que lo dejaba intrigado era el tipo de la puerta, ese que tenía un habano en la mano, algo le decía que ese tipo era el causante del caos. Mirando con más detenimiento, vio como uno de los secuaces, uno menudo después de destrozar el escritorio, volvió con un folio, entregándoselo en el acto.

    El otro lo abrió, hojeó unas cuantas páginas y cerrándolo salió de allí seguido de los demás.

    ―Dos sospechosos―se dijo ―el tipo de la puerta, y la mujer esa del departamento de policía. Por la mujer no hay lio, tengo quien me puede dar sus datos, pero lo que me intriga es ese sujeto, quien será.

    Tenía un montón de trabajo retrasado, aun no podía darse el tiempo para investigar a detalle, tenía que mandar a alguien de confianza y agilidad en ese tema. Así que tomando su celular marcó un número.

    ―Kushina, a mi despacho ―dijo y colgó. Al cabo de un rato el aludido apareció en la puerta. ―necesito que vayas a revisar e investigar este video junto a Kato, averigua todo lo que puedas referente a ese tema, tengo la sensación de que un pez gordo esta tras de eso. Y que tiene mucha relación con los sucesos pasados. Quiero noticias, gratas y frescas, ahora en marcha, tengo otros asuntos que atender.

    Sin decir ni una sola palabra, Kushina tomo el pendrive que le facilitó Ian y salió de allí en dirección a la habitación de Kato encontrándolos concentrados en el análisis del registro de video sustraído del detective.

    ―El joven Ian me manda ―dijo, sin obtener respuesta.

    Kato le hizo señas con la mano para que se acercara a ellos y analizaran el video juntos.

    ―¡Conozco a ese tipo! ―dijo al ver al menudo sorprendiendo a sus acompañantes ―ése es uno de los que secuestró al detective en la bodega de la bahía. Puedo asegurar que trabaja para el alemán.

    ―Esa es una gran pista, ―dijo Kato sonriente ― ¿algún otro conocido?

    ―El tipo de la puerta, es el jefe, tiene acento alemán, así que podemos asumir que es de allí. ―ambos lo miraron intrigados ―es quien ordeno darle la paliza al detective y dejarlo semimuerto.

    ―Otro dato de gran importancia ―sonrió Melina.

    ―Creo que nuestro fan enamorado sirve para algo, ¿verdad? ―Melina lo miro con cara de pocos amigos ―solo digo, que quizá y podamos usar al detective para nuestros propósitos, quizá, si usamos tus encantos…

    Kato no completó la frase, el fuerte golpe que le dio Melina en la cabeza casi termina estampándolo contra la pantalla.

    ―¡Agresiva! ―reclamó frotándose la nuca pero sin quitar la sonrisa boba del rostro ― Solo era un comentario ―añadió ―y a todo esto Kat, no me contaste como es que terminaste enredada con ese detective, ¿qué hiciste para tenerlo tan enamorado?

    Melina no pudo evitar su sonrojo al recordar como el francés la había besado a la fuerza, y como tuvo ella que corresponder para poder salir del apuro.

    ―¡Eso no te interesa! ―respondió furiosa y ruborizada.

    La mirada picara de Kato solo logró incrementar su sonrojo, el sabía que lo que sea que haya pasado entre ellos lo sabría tarde o temprano, y procurando sacar a su hermana del apuro cambio de tema.

    ―Kushina, investiga lo que puedas referente a ese tipo menudo y a los que entraron con él. Nosotros nos haremos cargo del Alemán, tenemos datos de sus actividades, muestras de sus rehenes, y lo mejor, tenemos a sus científicos que andan soltando la lengua muy amenamente ―sonrió mirando a Melina ―se tragaron el cuento de protección a testigos, así que si siguen siéndonos de ayuda como hasta ahora, quizá pensemos en conservarlos, total y no nos caería mal algo de ayuda extra en los sótanos.

    La mirada cómplice de los tres era de natural, todos compartían la frivolidad del ingenio y la soberbia de un trabajo completado sin remordimientos de daños colaterales.

    Continuara…
     
    Última edición: 30 Diciembre 2013

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso