"El Sueño del Caballero Dorado"

Solo otro cuento corto:

“El sueño del caballero dorado”.


Caminaban por una calle solitaria los dos de la mano, festejaban su primer año de noviazgo junto a una pareja de amigos y se hizo un poco tarde para llevarla a casa. Este es uno de mis sueños más emotivos, si bien no deja de ser triste, también es lo más cercano que ha estado mi imaginación de conocer los límites de la fuerza del amor, cuando una persona quiere a otra con todo la fuerza de su corazón incluso cuando éste ya ha dejado de latir. En fin, solo otro cuento corto.

No escuchaban nada, no veían nada, no sentían nada, solo se tenían el uno al otro. Nada les causaba temor estando juntos, ya varias veces habían pasado por situaciones un tanto trágicas, ambos eran valientes como una pareja de lobos cuidando su territorio, a pesar de complementarse, ella una persona muy dulce con un gran corazón, jamás abandonaba a alguien en problemas, aunque un tanto irritable y fácilmente alterable; el su caballero supremo siempre protector, atento, listo y paciente, difícil de atormentar y con soluciones lógicas para cada situación, “dignas de un verdadero líder de escuadrón” decía él, y ella reía sin parar.

Esa noche parecía normal, a excepción de su acontecimiento tan feliz. El regreso a casa parecía interminable, el ambiente estaba completamente desolado al igual que la calma antes de la tormenta, demasiado tranquilo, y él se dio cuenta. Ella como siempre solo caminaba atornillada bajo sus brazos y miraba sin pausa sus ojos oscuros, pensativos, distraídos. Entonces también se dio cuenta, increíblemente, solo mirando sus ojos, a pesar de que él jamás daba señales de preocupación e imponía seguridad en todo momento; ella se dio cuenta mirando sus ojos. En el preciso momento que la llovizna bendita mojó sus rostros apasionados.

Cuatro o cinco sombras, un número sin exactitud, algún sonido silencioso, pudo presentir en la soledad de la noche. Ya estaba analizando la situación detalladamente. Bajo sus brazos protectores como alas de ángel, su compañera lo dejaba pensar, entendida de la situación pero sin miedo apegándose a su papel. Aumentaron su velocidad en dirección a su destino. Dos cuerpos oscuros les salieron al cruce antes de la esquina de la salvación. No se asustaron, ya cada uno sabía cuál era su función. Pero, detrás de ellos cuatro sujetos envueltos en capuchas como guardianes de una logia los encerraron completando el círculo de la trampa. Entonces comenzó a surtir en ella el efecto del temor. A él lo invadía la adrenalina. Siempre había sido muy paciente y lógicamente evitaba cualquier confrontación, pero esta parecía ciertamente inevitable. Su primera reacción fue planear como la sacaría del círculo, ella era su prioridad. Fue cuando de una en una aquellas almas condenadas al exilio del cielo atacaron con intenciones de un daño profundo, pues empleaban elementos cortantes y palos. Él entendió la situación de antemano y ya sabía cómo iba a terminar. Pero ella era su prioridad.

Los golpes comenzaron a llover casi en la misma proporción de las gotas de lluvia que borraban las huellas y ambos cayeron al piso siendo apaleados sin piedad, sin embargo el sobre ella, protegiéndola y recibiendo todos los golpes sin discreción, cubriéndola con su cuerpo. Los hombres, aquellos agresores sin identidad, estaban tras la dulce compañera de aquel héroe que estaban magullando con sus herramientas improvisadas de golpe. Le seguían los pasos hace días, su objetivo era que su padre sintiera el dolor de su pérdida en pos de una venganza planificada, ¿cuál sería el motivo? Los sueños no siempre son claros, suelen salir con cierta distorsión. Tal vez ella reconoció un rostro familiar entre ellos.

Pues aquí estaban nuestros sujetos desconocidos llevando a cabo una pequeña masacre por la cual habían sido incentivados seguramente con finalidad monetaria, sin consideración de los corazones de sus víctimas. El sentía que ella lloraba, y no lo pudo tolerar. Se levantó con fuerza sobre humana sobre aquellos doce puños hirientes y con increíble valor abrió un pasaje por donde empujó a su princesa para que se salvara, aún recibiendo incontable cantidad de golpes. Ella no quiso abandonarlo, pero la situación no venía bien, con lagrimas en todo su ser y tras los gritos de su protector con la orden de “corre”, su luz desapareció del lugar al instante. Dos de los victimarios despiadados fueron en su captura mientras el resto trataba de detener a aquel héroe motivado que ilusoriamente comenzó a luchar contra todos ellos, pues sus heridas demostraban que su vida no llegaría más lejos de aquella noche y pensaba dejarles algunas marcas como recuerdo de su injusticia. Se apoderó de una de sus armas, una tabla con un clavo en la punta; entonces se dio cuenta de lo que ese elemento le había causado a su cuerpo y su situación se agravó aún más. Pero ella era su prioridad. Lucho con la valentía de un lobo feroz por salir de aquella trampa hasta que sintió más de una quemadura sobre su tórax, esta vez el arma había sido un cuchillo.

Su amor por ella lo impulsaba, la pasión y el deseo de protegerla siempre tras una promesa jamás olvidada lo llevó a escapar de lo que parecía su aparente lecho de muerte, a pesar de sus desafiantes heridas y la interminable sangre de su aspecto moribundo. La habían atrapado en la esquina y un cuchillo amenazaba su frágil garganta pero ágilmente su héroe se lo quito de encima y acomodó el cuerpo del otro contra una alcantarilla de un fuerte golpe.

En ese momento los que había dejado atrás completaron nuevamente el grupo de fantasmas insolentes que se disponían a llevar a cabo tal burda hazaña ganándose un lugar en lo más profundo del infierno. Eso no detuvo los latidos de amor de un caballero que, erguiéndose temerariamente delante de su último y verdadero amor, tenía la intención de protegerla una vez más. Tal vez hasta el alma más diabólica sucumbe ante el poder de aquella fuerza solemne, y así aquellos malvivientes denigrados huyeron, desapareciendo en la misma inmensidad de la noche de la cual surgieron.

Ella lloraba, él agonizaba. Tendido sobre una maltratada esquina a unos pocos metros de lo que habría sido su salvación yacía un caballero dorado y a su lado una doncella lloraba sus heridas. Su amor, su pasión, su valentía, todo su caballerismo se le reflejó a ella al escuchar su última pregunta: “¿estás bien?” Sonó tan vacía de alguna forma, la noche ocultó los susurros. Su despedida fue leve y emocionante, una rara combinación. Las lágrimas acompañaron las últimas palabras de un mártir del amor, e inevitablemente, su corazón se detuvo antes que la lluvia, aquella noche atormentadora.


Es el fin del sueño, un sueño digno de ser escrito y contado con vehemencia y atención. Al final de todo, hay una lógica inexplicable aún para el ser más filosófico que se quiera contraponer al sabio, y no será congruente o fácilmente explicable; pero es el poder del amor. Ella no olvida aquella noche atormentadora, ni a su compañero protector. Aún lo piensa y llora lagrimas de plata sobre flores descoloridas, pero sabe que siempre llevará en su dulce corazón a su héroe enamorado, mensajero de la paciencia y el valor, aquel caballero dorado.