Ya había hecho un one-shot para la actividad de Melyen, pero añado éste, porque ayer mientras salía a la tienda a comprar porquerías se me ocurrió esta trama, espero que les guste, me llevó dos días. Sé que es un poco largo pero creo que está bien desarrollado, o no sé, opinen. De antemano gracias ;) El circuito. Diario era el mismo recorrido, y aunque no era representaba mayor fatiga para sus poderosas aletas, la enorme Lapras comenzaba a sentirse hostigada. Sí, lo mismo: los eternos turistas curiosos (y algunos molestos), el pasaje del río con los glaciares de mentiras, las luces artificiales, el camino enteramente programado... el señor Willy, la pesadilla del Dragonair, y la ruta de 17 curvas, un circuito helado. No bien hubo llegado de nuevo al punto de partida, los chillidos de los niños enfundados en sus abrigos de lana se hicieron presentes, retumbando por las cataratas de hielo (¿o era plástico?) de todos los alrededores de la estancia. Lapras bufó, con eterna paciencia, luego de entender una vez más que no era sino la estrella de un espectáculo turístico. —Con cuidado, señores, desciendan con cuidado, por favor —el señor Willy, con su amplia sonrisa y su levita impecable, indicaba con la palma extendida hacia arriba por dónde habrían de bajar los distinguidos señores que se habían subido al lomo del gran pokémon para dar una vuelta por la atracción especial: un paseo por el curso del río subterráneo a bordo de una espectacular Lapras. No era más que eso. Lapras cerró los ojos, y echó un melodioso suspiro. Recién llegaba a la zona de descanso, cuando más personas se apretaban en la fila queriendo exigir su turno de abordar y pasear. El señor Willy no podía con tanto. “En cuanto explote esta inversión, comprar otro Lapras a algún empresario será mi prioridad, no importa lo que cueste. Es un negocio redondo”, solía decir para sus adentros. Contemplaba maravillado, a través de sus anteojos dorados, al cúmulo desorbitado de gente que gritaba por subir, ¿tan épico era dar un paseo a bordo de una Lapras, tomar fotografías y disfrutar del cauce relajante que llevaba el río? Por supuesto... Había demasiadas personas que nunca habían visto a una criatura como esa en sus vidas. —Pague antes de subir, si es tan amable... Lapras entendía el lenguaje humano, pero se limitaba a resoplar. El Dragonair, propiedad también del señor Willy, serpenteaba por las aguas intentando llamar la atención de la colosal criatura, mientras se zambullía la cabeza una y otra vez, de formas cada vez más graciosas. —¿Por qué tan cabizbaja, señorita Lapras? —preguntó Dragonair, con un brillo especial en los ojos. —Más y más de lo mismo —contestó en una voz muy baja. Los presentes suspiraron, creyendo que Lapras cantaba quedamente. —¿Más y más de qué? No deberías estarte quejando —contestó Dragonair, mordaz—. De esto hemos vivido desde que somos propiedad del señor Willy, ¿acaso no vives, te alimentas y comes bien gracias a él? Mientras que los pobres pokémon en estado salvaje sufren por conseguir sus alimentos, tú y yo estamos domesticados, y para comer sólo necesitamos hacer las mismas actividades mecánicas diario: tú pasear a los turistas, yo irlos cuidando, nadando al lado tuyo. Y es todo. Me parece fabuloso. —No es tan sólo eso la vida —dijo Lapras, y continuó—, pues siempre he querido conocer más criaturas de mi especie. Encerrada en este circuito eterno, en donde soy un espectáculo de feria, jamás podré salir a entender mi entorno y juntarme con una pareja. —Qué tonterías —murmuró Dragonair, y hundió la cabeza en el agua para alejarse serpenteando. —Sujeten bien al pequeño —dijo el señor Willy a la pareja que se acababa de subir al lomo de Lapras, los cuales llevaban un jovencito de cinco o seis años, jubiloso e inquieto. El señor Willy sonreía con esmero, viendo cómo la nueva familia de turistas se acomodaba en el lomo rugoso de Lapras para comenzar el recorrido turístico. La enorme pokémon aleteó un par de veces, sumisa, cerrando los ojos e intentando concentrarse de nuevo solamente en el camino. Hora de inicio. Un poderoso aletazo alejó a la enorme Lapras del resto de la gente que, a la orilla del río, se amontonaba aun para verla partir. Lapras giró su cuello hacia atrás, para ver a las personas y a los niños que se apretaban en el barandal y la despedían con los brazos extendidos. Todos sabían de su infinita nobleza y apacibilidad, y era extraordinariamente apreciada, aun por aquellos que sólo habían escuchado de ella hasta el momento. Sonrió, y se detuvo para admirar a la gente, a la que tanto amor le había tomado luego de todo ese tiempo trabajando para el señor Willy y haciéndolo rico. Una inyección eléctrica en un costado la trajo de nuevo a la realidad. La cola de su guardián la fastidiaba de nuevo. —A trabajar, muévete —dijo Dragonair, y se sumergió con rapidez en las aguas heladas. Lapras hizo una mueca de ligero disgusto, pero era demasiado noble como para pensar en reprocharle o peor aún, atacarle. Sin embargo, era cosa de todos los días tener que soportar los agudos improperios de su compañero, que se desfazaba en sus labores para descargar en ella su odio. Por lo tanto, el recorrido constituyó una navegación de paz y sin contratiempos. Enseguida entraron por la boca del túnel, siguiendo la apacible corriente, suave y sumisa, del río que los empujaba hacia los glaciares artificiales que el equipo del señor Willy había montado para mayor atracción. El niño boquiabierto, tomado bien de los brazos de su madre, señalaba hacia todos lados, a las rocas salientes del túnel, las escalactitas goteantes (que parecían realmente naturales), los cúmulos de nieve, los cristales de hielo y las sombras divertidas que creaban los contrastes de luz. El padre, por su parte, no perdía detalle sin fotografiar, y estaba completamente orgulloso del modelo de cámara recién adquirido. El Dragonair asomó su cabeza por la superficie, y de una forma miserable, volvió a descargar una pequeña cantidad de voltaje sobre el cuerpo de la inerme Lapras. —Más rápido, criatura, aceleremos el paso... más turistas están esperando. —¡Voy! —exclamó ella, contrariada. Le gustaba disfrutar, aún así, de cada paseo y complacer a los turistas que llevaba a cuestas. Bordearon luego una ligera cascada, después esquivó hábilmente unas piedras cuidadosamente instaladas en el río, y cruzaron por varias galerías subterráneas en donde se encontraban toda clase de atractivos. Llegaron, así, a un lindero que contenía un centenar de pequeños cristales multicolores en la orilla, a los que el hombre no demoró en fotografiar con presteza y eficacia. La familia estaba alborotada y emocionada con tanta belleza; sin embargo, Lapras se detuvo de súbito al frente de aquellos cristales. Parecía repentinamente hipnotizada. —¡Hey! ¿Qué pasa? —dijo el Dragonair, al lado de ella, flotando en la superficie del río. No obtuvo pronta respuesta. Lapras parecía mirar fijamente un camino alterno que se escondía tras los cristales, y a todas luces no pensaba en seguir su curso normal. —¡Lapras! —le gritó fastidiado el Dragonair, pues el retraso no podía ser demasiado notorio al momento de cumplir la vuelta del circuito para atender a nuevos turistas. —Ese sonido... —dijo de pronto Lapras—, ese sonido es de alguien como yo... —¿Alguien como tú? ¿De qué hablas? —replicó el Dragonair, con desgano y urgencia por continuar. —Un Lapras como yo... atrapado en ese sitio recóndito, detrás de los cristales... —¿Lo ves? No es más que tu propio reflejo... —No lo veo, mas lo escucho... su canto, su canto lo he reconocido... —¿Qué pasa, mamá? —preguntó el pequeño, antes extasiado por el viaje, y ahora sorprendido por la abrupta intervención en el viaje. Antes de que sufriera otra impropia descarga eléctrica por parte del iracundo Dragonair, Lapras reaccionó y volvió a aletear cuidadosamente para continuar el curso del río. Sin embargo, las ideas revoloteaban por su mente de una forma cruel. ¿Realmente habría sido un congénere el que había escuchado tras aquellos cristales de colores? No tardó en arribar a la señalización de fin del circuito, de una manera pesada y silenciosa. Iba más cabizbaja de lo usual, cuando frecuentemente se daba a la tarea de saludar con una eterna sonrisa a sus admiradores humanos o les cantaba bellas melodías si se encontraba de buen humor. Ese día, simplemente llegó para permitir bajarse a la familia de turistas que llevaba a cuestas y aguardó a que una nueva se subiera para continuar un nuevo trayecto. —¿Qué significa esto? —protestó el señor Willy cuando la vio detenerse frente a él—. Mira el retraso que has causado, torpe pokémon. La gente está impaciente. ¿Quieres que botemos de la fila a varios de ellos, o qué? No puedes demorar tanto, criatura torpe. Siempre me has de traer problemas. Y tú, Dragonair, ¿no estás acaso para cuidar que todo vaya en orden? Luego suavizó su mueca cambiándola por una sonrisa e invitó a una joven pareja de enamorados a subir a bordo de Lapras. —Por aquí, jóvenes, arriba. El espectáculo está a punto de comenzar —y luego, caminando hacia el frente y viendo a los ojos a su Lapras, le dijo—. No habrá comida, en castigo, hasta dentro de tres vueltas más. Ahora andando. Dio el señor Willy la señal de proceder con el inicio del nuevo viaje, y una Lapras meditabunda y encogida comenzó a aletear para alejarse del punto de partida y comenzar el recorrido por el sempiterno circuito artificial, para deleite de los humanos. Dragonair se sumergió en las aguas y la siguió de cerca. Una vez más, había comenzado todo. Lapras navegaba con regularidad, si bien un poco más lento de lo normal, y sus suspiros eran transformados en bellas melodías que la joven pareja comenzaba a admirar. Ellos iban en su propio trance, concentrándose en los entornos y derrochando bastante amor adolescente. Cruzaron por las típicas atracciones del pasaje, bordeando la cascada, pasando por entre las piedras montadas y recorriendo las galerías pétreas. Sin embargo, al llegar a los cristales de colores, Lapras volvió a detenerse en seco, esta vez con mayor determinación. Dragonair, nadando a su lado, echó la cabeza hacia atrás, sorprendido, y masculló. —Avanza, avanza, no te detengas. Lapras lo miró de reojo, luego se afirmó aún más sobre las aguas, curioseando a los alrededores de la barrera de cristales que la separaba de un fino cantar de alguien de su especie. ¡Seguramente habría más vida allá afuera! ¡Lapras salvajes! ¿O acaso alguno atrapado y sufriendo? ¿Quién sabía lo que habría detrás de esos opacos cristales de colores, que no dejaban traslucir figura alguna? —Avanza, criatura —volvió a molestar el Dragonair—. ¿Quieres que nos riña de nuevo el señor Willy? Tú no haces tu parte, es por eso que luego nos castiga. Pedazo de Lapras torpe. Ingenua. —Allí detrás de esos cristales hay otro Lapras como yo. —No lo hay, este es un circuito artificial, boba. Ahora avanza, que ya es tarde. Mira que los turistas que llevas comienzan a desesperarse. No era así, sin embargo. Los jóvenes enamorados se encontraban completamente absortos en ellos mismos, casi ni notando que se habían detenido de forma abrupta. —Hay un Lapras atrapado ahí. Y quiero ir por él. —¿Disculpa? —dijo, riendo irónicamente, el Dragonair. —Regresa con el señor Willy. No iré yo. —¿Y los turistas? No inventes. Avanzas, o te hago avanzar —la retó él, acercándosele mientras serpenteaba por la superficie del río. Lapras volteó a verlo de reojo nuevamente, casi como aceptándole el reto, pero de una forma mucho más pacífica, acorde a su temperamento habitual. No quería luchar, ella jamás luchaba. Simplemente era sumisa, obediente en todo momento. Durante todo aquel tiempo de domesticación profunda, ni siquiera se había percatado de los tremendos poderes que debía tener y la manera tan sencilla y accesible de escapar de la terrible opresión a la que era sometida día con día. —Ya es suficiente, Dragonair. Déjame en paz. Lárgate —le dijo ella, subiendo un poco más el tono de voz, retándolo de igual manera. Su voz se transformaba en melodía y los enamorados suspiraron por ello. —Idiota —dijo, ya bastante molesto, el Dragonair, y procedió a aplicarle la punta de su cola en el costado, para realizarle una descarga eléctrica, que solía hacerla escarmentar, comportarse o reaccionar cuando estaba fallando en el viaje. El señor Willy había cuidado bien de que su dragón aprendiera esta técnica para ir controlando a la gran Lapras. Sabía él de antemano que ella era tan pacífica que jamás le devolvería un ataque. Ahora quizá era cuando comenzaba a equivocarse. Al sentir aquella descarga Lapras soltó un rugido poderoso, de ira sin contener. —¡Ya fue suficiente, bicho! —le espetó, y acto seguido le cargó su peso encima, hundiéndolo bajo la superficie. Los dos turistas, asustados, trataron de aferrarse a las salientes del caparazón del pokémon, pero estaban perdidos. Lapras había perdido la compostura. Brotó del agua un Dragonair sorprendido, con los grandes ojos contraídos, y una furia creciente ante el ataque que jamás hubiera esperado. —Toda mi vida doblegada al señor Willy y a ti, estoy harta, ¿sabes? Estoy harta de ti, de él, de este maldito circuito eterno, de todos. ¡Quiero escapar! ¡Soy Libre! ¡Me iré de aquí, siguiendo los sonidos del Lapras, puesto que estoy segura que detrás de aquél cristal se esconde el inmenso mar, lleno de habitantes como yo. Lárgate de aquí. Vuelve donde tu amo, que mío ya no lo es más. Acto seguido, se agitó sobre sí misma, derribando a ambos jovencitos al helado río. —Llévate a éstos como puedas. No me interesan más. El Dragonair se elevó sobre los aires unos centímetros, aleteando furiosamente hasta tener su rostro frente al de ella, atacándola vilmente con su cuerno. Ella se echó hacia atrás, herida, sin embargo, su reacción fue precisa y profunda. Un rayo de hielo procedente de su respectivo cuerno, bastante certero al cuerpo del dragón, fue suficiente para lanzarlo hasta las orillas del río y dejarlo completamente fuera de combate. La ira escondida de Lapras se había descargado al fin, era libre. Se dio cuenta de lo fácil que hubiera sido todo este tiempo mantener a su fastidioso compañero al margen. Ahora no le importaba el señor Willy, ni los turistas que, extremadamente espantados, nadaban hasta la orilla más cercana para ponerse a salvo de aquella bestia desatada. La muchacha gritaba, gritaba a seguridad. Lapras vio fijamente los cristales de colores y, concentrándose primero, una chispa avivó dentro de ella, una chispa muy fuerte, de libertad y salvajismo. Sin pensarlo dos veces, arrojó su mismo cuerpo en un gran impulso contra aquellos cristales, quebrándolos por completo gracias a su desmesurado peso, y cayendo su cabeza y cuello del lado de la orilla. ¿El mar detrás de aquello? Abrió los ojos luego del impacto. No, sólo más roca. Sólo más roca, roca, roca y hielo. Y una bocina, un sonido artificial del canto de un Lapras, como ambientación del paseo. Lapras comprendió en un instante que acababa de arruinar su vida. Sus ojos se agolparon de lágrimas. Luego arribó seguridad, y los salvavidas para poner a resguardo a los tiritantes turistas. También llegó el señor Willy corriendo por la orilla, con un látigo, luego de ser notificado por móvil de aquel comportamiento inadecuado. Lapras cerró los ojos. Nada volvería a ser como antes. La guardaron en una pokébola. No salió. No volvería a salir, quizá. El negocio sería clausurado.
Ja, no, lo que veo es DV, es imposible leerte sin ver a Raichu en la piel de ese Lapras y a Vulpix en la de Dragonair. Me gustó sin dudas, les pones un alma a los pokémon, algo que yo no logro porque me enfoco más en los humanos… creo que si tratara con pokémon no podría llegar a personificarlos tanto, los veo demasiado como simples criaturas. Me pareció interesante todo eso pero también me pareció un poco monótono el desarrollo en algunas partes. Es difícil a veces comentar todo en pocas palabras y manteniendo las mismas buenas descripciones de siempre, lo malo es que en un One Shot se nota mucho el extenso tramo de relatos triviales como decir constantemente que los suspiros de Lapras se asemejan a un canto o que cada dos segundos su marcha disminuye la velocidad… Distinta es la parte en que el Lapras habla de que es libre y trata de oponerse, es una explosión de intriga y suspenso. Me pregunto si a ciertas partes no las haces aburridas a propósito para que la gente vaya perdiendo el entusiasmo y luego se sorprenda más con estas cosas… yo que me tomé mi tiempo para comentarte el párrafo anterior y todo te tengo que decir que me conmovió esta parte, sentí la frustración del Lapras. No me gustó como sonó eso… fíjate tú que sabes más de idiomas. Fue chocante el final. Inesperado sin dudas. Pensé que sería otro, o sea… yo le hubiera dado otro. Pero somos muy distintos en ese sentido. Así mismo me gustó, me imaginaba que no sería el canto de otro Lapras pero pensé que quizá al revelarse el juego cambiaría de forma algo más placentera para el pobre pokémon. Interesante One Shot, si escribes más me lo haces saber, ¿sí?
e_e Es que no es tanto que tenga influencias de DV (aunque sí fue un poco un parteaguas en mí), sino que mi estilo es siempre parecidón en todos mis relatos de un tiempo acá. Haha, yo en cambio a los humanos siempre los dejo como algo secundario, y me enfoco en los pokémon porque son bastante olvidados por la serie en sí, y ni se diga en los juegos, son sólo máquinas, hace falta ponerles alma. Seh, quizá me excedí con lo del canto, pero pues lo de la velocidad es para que todos imaginaran bien cuándo se detenía y cuándo seguía avanzando por el túnel. Aunque tal vez me excedí también (?) Me dio un poco de miedo al principio, saber que tendría que narrar demasiadas cosas antes para llegar al punto, al meollo del asunto. Debía introducir al lector al ambiente, que era un espectáculo turístico, y que se imprimiera bien en la mente de todos el paisaje. Sólo así podía llegar al punto en sí. Y para ser honestos, lo acabé así porque tenía 6% de carga en la compu ya Dx Aunque de igual manera me gustan los finales abruptos. Haha, lo que pasa es que, a diferencia tuya, a mí me gusta más un solo climax, y como habrás notado en DV y otros, el 90% del relato es monotonía y contradicción de pensamientos. Narro más la lucha interna que la externa, con el ambiente. Jo, y a mí que me había gustado ese diálogo Dx Al estilo "tuyo, porque mío no es". Pero con variante. Sin duda que Lapras no merecía eso, pero no me gusta hacer finales felices clichés. Generalmente en la vida, lo que llega siempre es más y más amargura, no me gusta escribir para sermonear una lección espiritual, sino que me gusta la cruda realidad :3 Sin exagerar en el dolor, porque eso frustra también y lo hace inverosímil (de ahí lo de un solo clímax). Gracias por la atenta lectura :3 De momento no habrá otro one-shot, creo, pero igual te aviso si surge uno.
En los primeros dos párrafos se da un contexto muy raro y complejo, tan complejo que tardas en comprenderlo, es algo malo en su mayoría, pero tampoco es algo fundamentalmente malo. El narrador está bien pero en ciertas ocasiones parece que se pierde entre ello, pero bueno eso se quita con la práctica. Me gustó mucho la historia y todo ello, sin embargo es algo tonto al pensarla detenidamente, Lapras debió haber oído la bocina con anterioridad, sí no se hace una mención mínima, aunque sea una pista, parece que salió de la nada y llega a ser algo raro e infantil. Sin embargo no le quita lo bueno de la historia, solo es un punto a dar en cuenta. Me gusta muchísimo el ambiente y como lo describes, realmente te metes en la lectura. No solo el ambiente de el lugar, sí no de los pokémon y el criador, todo es tan nítido y fácil de entender (a excepción de los primeros dos párrafos) que realmente disfrutas la lectura, sin embargo el dragonair tiende a tener frases repetitivas que te hace pensar que has vuelto a atrás. En cuanto a ortografía la siento muy bien y demás, excepto en algo ya señalado con anterioridad que se da como "redundante". En conclusión tiene un buen aspecto y todo. Pero NO es pokémon, nada más se usan dos personajes de pokémon que bien son indispensables a la hora de la hora, se habría podido dar como un simple fanfic original y se da la excusa de los ataques. A pesar de todo, vale mucho la pena la lectura y sí, ya sé que fui duro, pero era relevante eso así que tuve que ponerlo Sigue escribiendo
Saludos. Es de esperarse que en los primeros párrafos te pierdas un poco. Si habrás leído algunas de mis obras en este foro (en mi ficha verás una lista enorme), te darás cuenta que mi estilo no es precisamente introductorio. Tiendo a dejar todo a la imaginación y aporte del mismo lector, para su mismo disfrute y libertad sin ataduras. Sin embargo, si relees los dos primeros párrafos que señalas, te darás cuenta que en realidad no están incongruentes con respecto a la historia en sí, sino que simplemente dan por introducida a la misma. "El narrador está bien, pero en ciertas ocasiones parece que se pierde entre ello, pero bueno eso se quita con la práctica". Ahí me encantaría que me aclararas a qué te refieres especificamente. El narrador es claramente omnisciente, en tercera persona, y por ende no habría manera de que "se pierda entre ello" (cosa que intento comprender aún), pues revisé varias veces y no me parece haber hecho mezcla de narradores. Si te refieres a que metí trozos amplios de diálogos, es porque así lo suelo manejar yo para darle su justa proyección a los personajes. No estoy muy seguro si sea cuestión de práctica... práctica tengo, escribo desde hace 16 años, y de ellos, 8 elaborando fanfics de pokémon y Demian no me dejaría mentir... pero sin duda estamos aquí para mejorar. Quizá también haga falta práctica como lector, no sé... En cierto punto, te doy la razón: para las personas menos perspicaces, debí haber avisado o dado una pista de que la bocina era una nueva instalación del equipo del recorrido, cosa que pensé que a todas luces sería obvio. Pero de igual forma, si lo decía, claramente el lector sabría que de hecho se trataba de una bocina, lo que hubiera quitado el factor sorpresa del final... ¿o no? Sobre el Dragonair... pensé que si no era insistente en su personalidad, podría pasarse por alto. ¿Tú crees que el factor pokémon hubiera sido posible ser reemplazado por un original? No conozco ningún animal en vías de extinción, raro, altamente hermoso, inteligente, capaz de cantar, capaz de entender a los humanos, capaz de ser amigable, con la convicción de encontrar a algún congénere, y sobre todo que sea utilizado directamente para dar paseos naturales en el río, que hubiese podido utilizar en un original. Creo que, de hecho, hubiera sido imposible. Y si fuese posible, quedaría terriblemente infantil. Supongo que parte de la base que no me has leído otras obras de pokémon (tengo un fic de 32 capítulos, terminado, que no aborda al shipping, romances infantiles o batallas con entrenadores pokémon, sino drama puro en una vida cotidiana en el mundo pokémon). Todas mis obras de pokémon son así. Te invito a que leas el one-shot que publiqué hace un par de días llamado Briznas, en las que abordo más drama y que, si bien puede quedar como original (aunque yo no le halle la forma), no me place hacerlo así, sino metiendo personajes de una de mis series favoritas, lo cual supongo es perfectamente válido. Que esto no sirva como un reproche al comentario, sólo expreso los puntos y respondo directamente sobre los inconvenientes que tuviste a la hora de la lectura. Nadie tiene la razón, cada quién aportó lo que creyó conveniente respecto a su perspectiva y te agradezco hacérmelo notar. Muchas gracias por tu comentario, tomaré lo más positivo de ello, aunque el estilo en sí, que creo que es lo que más te fastidió, no pienso cambiarlo. Un saludo y te invito a seguir por acá, así como yo también pasaré a leer tus obras. Nos vemos.