Long-fic de Pokémon - La Consulta del Caos

Tema en 'Fanfics Terminados Pokémon' iniciado por Figlio di Ladro, 24 Noviembre 2012.

  1.  
    Figlio di Ladro

    Figlio di Ladro Iniciado

    Leo
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    24 Noviembre 2012
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    Título:
    La Consulta del Caos
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    13
     
    Palabras:
    3614
    Caso 1
    Misty

    Natu me despertó.

    Sus movimientos me sobresaltaron y cuando abrí los ojos, lo encontré ahí, en su percha junto a la ventana. Su mirada imperturbable me devolvió en parte a la realidad, mucho más que la acción de examinar la oficina en la que me encontraba…sí, un lugar familiar, pero no tanto como los ojos neutros de mi querido compañero, quien apenas emitía sonido alguno, al menos en presencia de otros.
    Sabiendo que no había demasiado que hacer, me acerqué a él y acaricié sus plumas mientras él parecía sonreír a pesar de su inexpresividad. Eso me agrada de él, que transmite calma en un entorno en el cual es sencillo perder los estribos…pero no me quejo, lo tengo a él y tengo un trabajo que amo a pesar de todo.

    -Será un día largo, ¿no es así amigo? –Tendí mi brazo derecho y él comenzó a trepar a través de él con pequeños saltos hasta posarse en mi hombro –por la hora que es, creo que…

    Faltaban dos minutos para que el reloj marcara las dos de la tarde cuando la puerta se abrió de golpe y la cabeza de mi secretaria se asomó con esa mirada profesional de aquellos que se lo toman todo demasiado en serio. Qué puedo decir, no me agrada mucho esa actitud y por eso mismo la contraté, porque sabía que si yo mismo no era capaz de tomarme en serio mi propio trabajo, necesitaba a alguien que compensara mi propio defecto. En ese sentido, ella es la ideal para el puesto.

    -Dime Helena.
    -Llegó un paciente…sé que tenía hora para las cuatro, pero como no hay nadie…
    -Si es así, dile que pase.

    ¿Qué sacaba? Ella manejaba mi agenda, ella sabía si valía la pena o no. Si había preguntado, significaba que en su opinión, sí valía la pena atenderla y bueno, no estoy con ánimos de discutir…en realidad, nunca tengo ánimos para discutir, pero esas son otras historias que no vienen al caso. Decidí desviar mi atención a la espera del paciente mientras hacía memoria, luchando por dar con la condenada libreta de apuntes…por qué siempre he de dejarla lejos, qué tontería…

    El portazo me alejó de mi mundo, obligándome a enfocar la mirada en quien sería el nuevo caso a tratar.

    Reconozco que me sorprendí mucho al verla.

    Hacía muchos años que había abandonado las batallas por los estudios, suponían una mayor satisfacción. Claro que no por eso había abandonado a mis amigos, aunque Natu era el único que me acompañaba al trabajo, acaso porque en un entorno así se encontraba muy feliz. Sin embargo, a pesar del retiro, todavía existía cierto contacto con esa parte casi olvidada de mí, lo que me revivía los recuerdos inmediatos mientras me preguntaba qué demonios hacía una líder de gimnasio en mi consulta.

    Más insólito que fuera ella la que estuviera frente a mí.

    -Buenas tardes –saludó ella, dubitativa mientras yo intentaba reponerme. Si hasta en tono parecía que todo era una broma.
    -Buenas tardes…por favor tome asiento –luchando por controlar mi tono asombrado, le acerqué la silla y empecé a buscar su expediente en mi escritorio, el que seguramente Helena había dejado hacía ya unas horas. Al encontrarlo, lo acerqué a mis ojos, al tiempo que sentía que Natu, sobre mi hombro, intentaba leer las mismas líneas –así que… ¿Misty Waterflower de Ciudad Celeste?
    -Así es.
    -Disculpe la pregunta, pero ¿no es usted la…?
    -La líder del gimnasio de Ciudad Celeste, sí –esbozó una sonrisa irónica que no ocultaba cierta tristeza –hasta un psicólogo lo sabe…
    -No siempre lo fui, como puede ver –señalé a mi compañero en mi hombro mientras la examinaba con rapidez, a fin de hacerme una idea rápida de su persona.

    Primer detalle, el cabello anaranjado y la peculiar forma de tomarlo. Sin duda sería cómodo, pero también hablaba de una persona que no se preocupaba demasiado de la apariencia en pos de sus responsabilidades, lo cual se ajustaba a las características usuales de un líder…bueno, de algunos líderes, siendo ella un caso. La ropa parecía deportiva, partiendo por los shorts, las zapatillas, la camiseta…sí, como para correr un largo trecho, aunque eso no significa necesariamente que haya llegado corriendo hasta aquí. Y el detalle más interesante, la presencia de un Azurill dormido entre sus brazos…un desbocado instinto maternal que necesitaba ser saciado con urgencia, siendo ese pequeño una prueba de ello…no había empezado la sesión y ya sacaba conclusiones… ¿No podía ir con calma por una vez en la vida?

    -No negaré que me sorprende su visita –comenté mientras abría la libreta y anotaba su nombre en el encabezado –una personalidad como usted…como para un psicólogo la reconociera –demasiado sarcasmo, pues ella no tardó en fruncir el ceño…vaya, evidente malhumor –pero me sorprende más que viniera de lejos…Ciudad Celeste no queda a la vuelta de la esquina…
    -No hay demasiados psicólogos, por no decir ninguno en mi ciudad –reconoció ella con cierta molestia –y su nombre era el que más salía flote cuando de recomendaciones se trataba.
    -¿Y quién le recomendó mi nombre? –Curiosidad y vanidad a la par, porque mi nombre no podía surgir de la nada o por absurda epifanía, como luz en sueños.
    -En un hospital…no se me ocurrió preguntar en otro sitio.

    Buena elección. No es tu nombre aparezca en cualquier guía telefónica y menos en la red, así que no quedaba otra. Ella había acudido, pagaría y qué más daba. Ahí estaba ella con el pequeño entre los brazos, el ceño fruncido y mirando hacia otra parte, como si le avergonzara el haber recurrido a mí, sin duda el último recurso…y bueno, ya viniste aquí, no te quejes y si pones de tu parte, estoy seguro de que terminaremos rápido.

    -Muy bien, ahora le pediré que se recueste en el diván y se relaje –ella me miró dubitativa, lo cual representaba la primera dificultad –descuide, forma parte del procedimiento, así que por favor…

    De mala gana se levantó y se recostó mientras yo acercaba una silla más cómoda y me ubicaba al lado de su cabeza, siempre mirando las notas mientras daba por hecho que ella miraba el techo o a otra dirección, evidentemente. Tal vez el sonido de mi lápiz no la tranquilizara…ja, pues que agradeciera que no usaba una máquina de escribir.

    -Todos tenemos razones para estar aquí, pero eso se verá más adelante –me acomodé los lentes y pedí –hábleme de usted…de sus comienzos…no sé, puede empezar por donde usted quiera.
    -¿Puedo empezar por mi familia?
    -Si a usted le parece lo mejor…
    -Bueno…soy la menor de cuatro hermanas, lo cual no representó un buen comienzo, ¿sabe? A decir verdad, siempre sentí que me miraban en menos, como cuando no me dejaban jugar con ellas…siempre quise jugar con muñecas, sé que es estúpido, ni lo diga, pero lo quería por aquel entonces…
    -No es estúpido, es un deseo de niñez comprensible –anoté “Poca atención”. A tener en cuenta –continúe.
    -Verá…siempre quise ser la mejor entrenadora de Pokémon agua…al menos eso quería en cuanto empecé a los diez años…aunque no sé si lo hacía porque realmente lo quería o porque deseaba por sobre cualquier otra cosa el demostrarle a mis hermanas que podía hacer cualquier cosa, partiendo por ser mejor que ellas –dejó escapar una risita irónica para luego tomar aire –quiero decir…me miraban en menos por ser la menor…
    -¿Y cómo es su relación con ellas en la actualidad? –Una evidente furia contenida canalizada en un sueño que bien no podía ser propio…interesante…sueños fruto de la amargura.
    -No las veo nunca desde que se marcharon –golpe sorpresivo, distancia añadida. Qué barbaridad, como si la infancia no fuera suficiente, ahora desaparecían –bueno, hablo con ellas de vez en cuando, pero…
    -Pero de ahí a compartir el mismo techo…
    -Ah, de eso hace mucho que ya no –no sabía si lo decía con satisfacción o tristeza, porque el tono de voz podía ocultar mucho, así que me limité a dejar el lápiz quieto.
    -Bueno, comprendo –ella permaneció en silencio, como si esperara algo de mi parte… ¿Algo como qué? En fin –pues…la verdad si el problema son sus hermanas, es comprensible, no me extrañaría que…
    -No doctor, ellas no son el problema…
    -Tal vez una parte, dejémoslo en eso –porque la personalidad se resiente, lo quieras o no, pero eso no tenía por qué saberlo –imagino que existen más relaciones además de sus hermanas…bueno, supongo que con sus Pokémon se lleva bien, por algo tiene su reputación, pero hábleme de relaciones fuera de ese círculo.
    -¿Se refiere a amigos? –Muy complejo de mi parte, pero a eso quería llegar –Bueno…sí, tengo amigos, ¿qué esperaba? –Su tono molesto me dio a entender que su carácter era peor de lo que imaginaba.
    -Yo no espero nada, señorita Waterflower, así que continúe por favor.
    -Bueno…sí, sí tengo amigos si le interesa…
    -La verdad sí me interesa, pero necesito encontrar puntos en particular –la presencia de amigos sí era importante, pero tenía que haber sobre lo cual pudiera trabajar –quiero decir…me ha hablado de usted, pero creo que cometimos un error…dígame, ¿qué la trae por aquí?
    -¿A mí? Bueno… -se quedó callada un largo rato y de reojo me pareció captar un sonrojo, como si el tocar ese tema en particular la incomodara.
    -Por favor, no me va a decir que me vino a hacer una visita de cortesía –tanto silencio comenzaba a exasperarme, lo cual notó Natu, quien se removió incómodo –es evidente que vino porque yo era la última alternativa, nadie conoce mi nombre y usted se tomó la molestia de buscar uno en particular sobre una especialidad poco solicitada –golpeé el lápiz contra la libreta con tal de llamar su atención –teniendo amigos, decide pagar a un psicólogo, así que esto tiene que ver con ellos, ¿no es así? –Ella bajó la cabeza, lo que me impidió captar su expresión…muy bien, nos acercamos al origen peligrosamente –Si es así, entonces no son sus amigos tanto…
    -¡Sí lo son! –Vaya, afloraba de golpe ese carácter irascible que ya sabía que tenía, lo cual significaba que sí me acercaba peligrosamente. Sus ojos verdes se habían oscurecido y por un segundo, su expresión me hizo temer por mi seguridad, pero la presencia de Azurill me mantenía a salvo –Y ellos…ellos no tienen nada que ver…
    -Oh por favor, entonces hable con ellos, de seguro la conocen lo suficiente como para manejar esto mejor que yo…
    -Es que…usted no entiende… -nuevo cambio de humor…de acuerdo, comienzo a asustarme, así que es mejor avanzar.
    -Mire, si no me explica lo que pasa…
    -Tiene que ver…con que no me hace feliz lo que hago…al menos al nivel que esperaba…

    Muy bien, ya tenía un progreso…no, más que un progreso, tenía el problema. ¿Una líder como ella que no se sentía feliz con lo que hacía? Vaya, eso era nuevo. Después de todo, por algo son líderes, porque les gusta el combate, estar en lo alto…y si alguien tenía la reputación de estar en lo alto era ella. Con esa medalla inalcanzable para tantos… ¿Para tantos? ¡Casi nadie la tenía desde que ella era la líder! Sabía de entrenadores que se veían obligados a buscar otra medalla porque esa parecía una quimera…cualquiera en su lugar tendría el orgullo por las nubes, la meta de cualquiera con su rango… ¿Y no se sentía feliz? Esto comenzaba a interesarme sobremanera.

    -Entiendo –apunté “Insatisfacción” como destacado –bien… ¿Desde cuándo comenzó a sentir esto?
    -Desde que me encontré sola en el gimnasio –alcé las cejas. Bueno, sus hermanas habían estado ahí, pero parecía más sola con ellas en la infancia –quiero decir…logré sacarlo a flote, logré que su nombre fuera reconocido…logré que me reconocieran como una gran entrenadora, pero…
    -Dígame algo… anteriormente mencionó que el sueño suyo nacía para demostrarle a sus hermanas que era la mejor –ella asintió –ahora responda, ¿sintió en algún momento esa meta como sueño o más bien como una cuenta pendiente con la vida? –Volvió a bajar la cabeza y apretó de manera inconsciente al pequeño dormido entre sus brazos. Esta vez, su silencio era una buena respuesta –Tal vez, querida Misty, ése nunca fue su sueño del todo…acaso porque no nacía de una aspiración personal sino de un rencor…del deseo de desviar la atención de figuras inalcanzables…
    -No…de verdad quería ser la mejor entrenadora…
    -Pero el ser la mejor no implica que tuviera que ser la líder, una cosa no significa asumir la otra, ¿no cree? –Permaneció con la boca ligeramente abierta mientras miraba en dirección a la puerta –Me dijo que usted comenzó a viajar a los diez años…deduzco que el fin de su viaje fue el convertirse en líder, ¿no es así?
    -Me llamaron cuando me encontraba viajando, sí –volvía a sonreír… ¿Nostalgia o tristeza? ¿Alegría lejana? Tal vez las tres cosas –y por un momento…bueno, sentí tantas cosas a la vez porque había cumplido ese sueño…o saldado la deuda, diría usted…sentí tristeza porque se acababa esa etapa…sentí tanta rabia…
    -¿Rabia? –Podía entender la tristeza y la alegría, pero la rabia no parecía ajustarse a los acontecimientos –Me interesa saber…
    -Me llamaron por una razón estúpida, ¿sabe? Pero razón al fin y al cabo…y sí, sentí rabia en primer momento porque creía que él se alegraba de no volver a verme…
    -¿Él? –Noté que mi pregunta la incomodaba, de manera que lo mejor era salvar la situación lo antes posible –Si prefiere no decirlo…o no usar nombres…
    -No le hablé de él, ¿verdad? Fue el primer amigo de mi viaje –ya hablamos de “Nostalgia” clara –compartí con él… ¿Cuánto tiempo? ¿Un par de años quizás? Ni yo misma lo recuerdo, pero él fue mi único compañero fijo, porque si bien viajaba alguien más con nosotros, después nos separamos de él, se nos unió otro amigo que nos dejó también…
    -Parece ser que desde el principio existió simpatía…
    -¿Bromea? Destruyó mi bicicleta, en principio lo seguía para asegurarme de que me la devolviera de alguna forma –de acuerdo, esa muchacha me daba sorpresas cuando menos me lo esperaba. Contaba con todo menos con eso –la cual me devolvió recién cuando tenía que volver a casa…
    -Espere… ¿Me está diciendo que viajó con él todo ese tiempo esperando que le devolviera algo, cosa que recién hizo al final?
    -Bueno…en principio sí era por la bicicleta, ¿sabe?
    -Después surgió esa amistad y la deuda pasó a segundo plano –inicio fuera de lo común que la llevó a eso…bueno, comprensible dentro de todo –y surgió entre ambos un lazo muy fuerte…
    -Bueno…pareciera que usted magnifica las cosas…
    -¿Magnificar? ¿Con dos años de viaje, acaso más? Mi amiga, si le molestó tanto en principio el creer que a él no le importaba el tiempo compartido, significa que llegó a importarle su opinión más de lo que usted cree… -mis propias palabras me guiaron y me molestaron a la vez…porque era tan obvio lo que sucedía que no notarlo antes me hacía quedar como un idiota –por eso dígame, ¿desde cuándo usted está enamorada de este joven?
    -¿Qué? –Que me hablara con ese desconcierto me molestó más.
    -Amiga, por favor, seguramente usted aceptó esos sentimientos como amor desde hace mucho, ¿no es así? Pero lo que usted quiere saber es por qué no se siente feliz…
    -Es porque no me le he declarado, ¿no es así?
    -La verdad es que no es feliz porque desde el principio ha enfocado sus metas de manera incorrecta –ella dejó la posición del diván y me miró con el ceño fruncido –para qué me mira así si se lo dije anteriormente…bueno, no empleé los términos adecuados, pero no es lo mismo soñar que vivir luchando con una espina clavada en el pie porque después de arrancársela, es necesario seguir adelante.
    -¿Insinúa que me he quedado estancada toda la vida? –Nuevo arranque de furia que debía apaciguar.
    -O no ha aprendido a aceptar lo que usted realmente quiere –como gesto amistoso, no me quedó otra opción que colocar una mano sobre su hombro y sonreír –porque usted partió con una idea fija que se fue diluyendo con el tiempo…y aprendió a ver el mundo de otra forma hasta que ese deseo de antaño volvió a usted cuando creía ser feliz…y lo cierto es que me extrañaría mucho que usted estuviera satisfecha con su vida si nunca fue un anhelo propio, más bien el mecanismo de defensa nacido de una infancia…deficiente –ella me miraba sin responder, lo que me obligó a rellenar el silencio –Misty…ya es la mejor entrenadora de Pokémon de agua que pueda existir desde hace mucho…si no es feliz es porque hay algo pendiente, un sueño de verdad, algo mucho más grande que cualquier deuda y usted todavía es muy joven…así que dígame, ¿qué sueña con alcanzar ahora mismo?
    -¿Alcanzar? Pues…yo… -comenzó a pensar en la respuesta y a medida que lo hacía, un intenso sonrojo comenzó a colorear sus mejillas mientras bajaba la mirada. Con eso tenía suficiente -¿Se lo tengo que decir? Es que…creo saberlo, pero…
    -No creo que haga falta, me ha quedado claro –me levanté del asiento y miré el reloj –qué barbaridad, ya pasamos de la hora…señorita, ¿tiene algo más que me quiera contar? ¿O prefiere dejarlo para otra sesión?
    -Si existe la posibilidad de otra sesión…
    -Perfecto, puede arreglarlo con mi secretaria.
    -Doctor, muchas gracias por todo –me tendió una mano, la cual no tardé en estrechar –gracias por su tiempo y…por aclararme las ideas.
    -Para eso me pagan, ¿no? –Ella dejó escapar una carcajada al tiempo que se perdía tras la puerta y a mí me permitía volver a mi asiento, acariciando a mi amigo sobre mi hombro. Esa chica me había dejado exhausto como no creí posible –menos mal que acabó.

    Dejé pasar el tiempo mientras me dedicaba a mirar el reloj sobre la pared. Esa muchacha…quién iba a pensar que aparecería en mi consulta con esos problemas…tan complejo y tan sencillo a la vez…me parecía increíble, casi una sesión absurda y lo sabía en cuanto tomé la ficha y caminé hacia Helena, quien se distraía mirando una revista sobre historia…qué aburrimiento…pero no tardó en guardarla en cuanto me vio en el umbral.

    -Hazme el favor de guardar la ficha, ¿quieres?
    -De inmediato –la tomó y al abrirla, noté que sus ojos adquirían cierto asombro –pero doctor…aquí no hay nada.
    -No será necesario –argumenté encogiéndome de hombros –la verdad es que no creo que la volvamos a ver por aquí.
     
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    MrJake

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    Guao, una idea muy original la tuya, no creo que haya nada igual en el subforo de pokémon. Gran idea, buena narración. Felicitaciones, brillante para ser tu primer fic ^^
    Solo una cosa, trata de usar el guión largo (este: –) como ya lo usas, pero también al inicio del diálogo. Ejemplo práctico:
    Así lo pusiste:
    -No será necesario –argumenté encogiéndome de hombros –la verdad es que no creo que la volvamos a ver por aquí.
    Así debes ponerlo:
    No será necesario –argumenté encogiéndome de hombros– la verdad es que no creo que la volvamos a ver por aquí.

    Saludos y suerte en tu fic. GL.
     
  3.  
    Figlio di Ladro

    Figlio di Ladro Iniciado

    Leo
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    Eres en serio muy, muy amable. Gracias por tus palabras y te aseguro que tendré en cuenta tus sugerencias, siempre ayuda en todo las opiniones. Muchas gracias de verdad
     
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  4.  
    Figlio di Ladro

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    Leo
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    La Consulta del Caos
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    Drama
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    Caso 2
    May

    Desperté por mi propia cuenta y no sorprendió notar los ojos de mi amigo cerca de los míos. Como era de esperarse, él estaba en mi frente, silencioso a la espera de mi reacción. Me divertía cerrar los ojos, porque sabía que él intentaría una nueva táctica y así fue: picotearme la nariz parecía ser un buen método, por lo que dejé pasar unos segundos antes de atraparlo y levantarlo lo más posible.

    Si estaba despierto, amigo –dejé que avanzara a través de mi pecho mientras colocaba las manos debajo de la nuca– aunque no te negaré que no me gustaría estar aquí –escuché un sonido proveniente de él, lo que indicaba molestia–. Lo sé, lo sé, sé que es mi responsabilidad, no me lo recuerdes…
    −Doctor…

    Volví la cabeza en dirección a la puerta, sabiendo que lo único que vería sería la cabeza de mi secretaria Helena asomada, mirándome con una mezcla de asombro y reproche mientras yo me incorporaba con cierta dificultad. Ya dejaría caer uno de esos sermones que la hacían tan indispensable en su labor como secretaria…

    −¿Se puede saber qué hacía acostado en el piso? –Lo sabía.
    −Rebelándome ante la rutina, mi amiga –noté los tirones en mi ropa que llevaron a Natu hasta mi hombro, donde se quedó tranquilo–. Existen formas y formas de…
    −Pero acostarse ahí…y a esta hora…
    −En ausencia de cigarrillos…
    −Tiré todas sus cajetillas, a ver si así se le quita ese asqueroso vicio.
    −Lo descontaré de tu sueldo.
    −Lo que diga, ahora póngase de pie que llegó otro paciente.
    −¿A la hora o aprovechas las ausencias?
    −Tiene suerte, se ajustó a la hora –miré el reloj y sin sorpresa comprobé que apenas eran las tres de la tarde.
    −Bien, bien, si no hay más remedio, dile que pase de una vez.

    Sólo Helena podía tener el valor de comportarse como la madre ausente de mi vida, creyendo tener la autoridad necesaria para deshacerse de mi tabaco…sí, sí se lo descontaría, no quedaría impune y que agradeciera que conservara su trabajo…si al menos no hubieran tantos papeles…bueno, para eso la había contratado…y sí, pensaba en todo eso mientras sacudía mis pantalones y la camisa al tiempo que buscaba la ficha que debía estar en el escritorio desde temprano, como solía ser la tónica. Apenas la alcancé a agarrar para darle un vistazo rápido…

    −Buenas tardes.

    La voz me hizo levantar mirada y cejas al unísono. Porque ahí estaba mi paciente…claro que no esperaba que se tratara de esa paciente en particular. No me extrañaba la mirada desconcertada, seguramente hasta ella había llegado el escándalo montado por Helena, así que antes de que pudiera preguntar qué podía estar haciendo una persona como yo tirada en el piso, extendí mi mano en un gesto de cortesía.

    −Buenas tardes –mientras estrechaba su mano, me permití un segundo de análisis rápido antes de comenzar, recordando lo anterior y relacionándolo con el presente.

    Manos en guantes, primer punto, lo que significa que esta muchacha viaja mucho…claro, viajes a grandes velocidades…seguramente bicicleta, seguramente terrenos escarpados, a juzgar por el agarre…sí, seguramente una buena protección. Pañoleta verde sobre cabello castaño largo…sí, una buena forma de protección contra el sol, pero también un poco de vanidad, porque es una forma de sujetar el cabello y dejarlo libre a un tiempo, de manera que luzca y que se note cierta feminidad. Un conjunto naranjo sin mangas y pantalón corto, tercer punto…reafirma la teoría de los viajes, en especial porque se trata de prendas que permiten mayor libertad, siendo además una buena forma de luchar contra el calor…en resumen, una muchacha viajera, amante de la naturaleza como todo aventurero que no ha renunciado a esa cuota diaria de vanidad…sí, es la persona que creo que es.

    −Así que…señorita May Balance, ¿no es así? –Ella asintió con una sonrisa…bien, reafirma los gestos femeninos, amplía en un segundo mi análisis–. Disculpe mi ignorancia… ¿No es usted la que llaman Princesa de Hoenn?
    −Bueno…sí –respondió algo avergonzada…ya veo, ausencia de presunción, al menos por ahora –me sorprende que…bueno, que usted lo sepa.
    −Bueno, no siempre fui psicólogo e inevitablemente, las batallas quedan en la memoria y en la sangre…y también en el trabajo –señalé a Natu sobre mi hombro, el cual se limitó a asentir, sereno–. Así que…me entero de cosas.
    −Entiendo –miraba algo enternecida a Natu…vaya, fascinación inmediata, muy interesante.
    −Pero bueno, tome asiento por favor –mientras ella seguía mi indicación, me ubiqué del otro lado del escritorio mientras buscaba la libreta de notas –así que…primera vez por aquí…dígame, ¿cómo supo de mi existencia? Digamos que no abundan los de mi especialidad, así que…
    −Me lo recomendó una amiga…paciente suya –con la libreta en las manos, me permití un gesto de incredulidad que ella interpretó como una pregunta muda–. Misty Waterflower… ¿Le suena?
    −Ah, sí –de inmediato acudieron a mí los recuerdos necesarios para relacionarla con mi antiguo caso…antiguo, si apenas llevaba unos cinco días en mi archivo–. Claro que me suena…perfecto…pero no deja de sorprenderme…
    −¿Qué cosa? –Un segundo y ella parecía casi temerosa…como si realmente pudiera existir algo en su contra.
    −Su presencia, mi joven amiga –ahora ella me interrogaba con su mirada azul–. Verá…he seguido la trayectoria de muchos entrenadores, líderes y ahora último, coordinadores…y la verdad es que éstos últimos me parecen muy interesantes…quiero decir, combinar espectáculo con batallas me parece fascinante por emplear algún término…y en cierta forma, se muestran como personas muy completas…
    −¿Completas en qué sentido?
    −Le pediré que se recueste en el diván y se relaje, así podremos comenzar.

    No tardó en dejarse caer sobre el mueble mientras yo apuntaba el nombre como encabezado y me acercaba a la altura de su cabeza. A diferencia de su amiga, ella parecía menos irascible, más sosegada…pero también más temerosa, como si la infancia no se hubiera ido del todo, lo cual no era de extrañar…demonios, ¿cuántos años tendría? Si viajan desde tan pequeños… ¿Cuál sería la necesidad?

    −Muy bien…personas completas en todos los aspectos, a eso me refería…pero usted ha venido buscando una especialidad algo desconocida por estos lares, así que me gustaría saber por qué…después de todo, me está pagando y no soy su amigo, la persona menos confiable en estricto rigor.
    −Bueno…tal vez tenga razón…pero es que no me atrevía a decirle estas cosas a nadie, ¿sabe? –Muy bien, “Indecisión” como primer punto.
    −¿Quiere hablarme de su vida? Puede comenzar hablándome de infancia, adolescencia…lo que quiera.
    −¿El principio está bien? –Sonreí y afirmé, acción que le permitió relajarse–. Pues verá…soy la hija mayor del líder del gimnasio de Ciudad Petalia.

    Por supuesto, el famoso Norman…pero no lo iba a mencionar, mejor ver hasta qué punto esos datos tenían relevancia.

    −¿Sabe lo que es crecer siendo la hija de un líder? Todos esperan que sigas los pasos del padre que llegó a lo más alto –Muy bien, “Altas expectativas, temor a no cumplirlas, tendencia a la frustración”–. Es normal si se sabe que los hijos sueñan con ser como sus padres, pero para mí era realmente difícil, sobre todo porque desde pequeña que nunca me agradaron demasiado los pokémon.

    Una sorpresa… ¿No sentía agrado? Lo apunté sin demora mientras la oía. No quería albergar la esperanza de que pudiera sorprenderme más, pero parecía encaminada a hacerlo.

    Bueno May, no todos empiezan con agrado, no se preocupe…pero me intriga saber cómo empezó todo esto, porque si no le agradaban, por qué recibió el pokémon inicial…
    −Quería viajar más que nada y Torchic no era otra cosa que el argumento –los viajes se podían interpretar como “Vía de escape” al lado de un símbolo de interrogación que debía despejar.
    −Pero viajar porque sí… ¿Cuál era el motivo de viajar? ¿Conocer más? ¿Aprender más? Si no era sobre pokémon, ¿qué quería aprender?
    −Quería salir de mi casa…salir de ahí de una vez –Dios, eso sí que no lo esperaba, al menos de alguien en apariencia tan feliz y que soltara algo tan crudo–. No juzgue a mis padres, jamás me hicieron daño…al menos no conscientemente.
    −Explíquese por favor.
    −Verá…tengo un hermano pequeño que desde el principio mostraba tener mayor entusiasmo y disposición para estas cosas –creía recordar una vaga imagen del muchacho, pero me lo guardé– y tal vez…tal vez mi padre no se dio cuenta…de que comenzó en algún momento a depositar su confianza más en él que en mí…y si bien o existió rechazo declarado, siempre he sentido que me dejó de lado por mi hermano…
    −Pero bueno, si es por los pokémon…usted lo ha superado…
    −¿Acaso olvida que soy coordinadora? –Mierda, cierto, detalle importante…y no me habría extrañado que representara una decepción para el padre, que la primogénita y mayor esperanza le diera la espalda a la herencia de esa manera…y ver el favoritismo en el menor debía ser duro.
    −Bueno May, usted misma lo ha dicho, no conscientemente…los padres caen en ese error y si me permite una comparación, mi padre quería que llegara a la Élite y aquí me tiene –aún me divertía pensar en esas aspiraciones ya abandonadas y al parecer, a ella la había relajado un poco –culpa por encontrar su propio camino…May, usted debería sentirse frustrada de haber seguido el legado familiar olvidando sus propios deseos, así se crean caminos y surgen personas diferentes –me acerqué un poco y solté la pregunta -¿Usted habría sido feliz de ser la líder de ese gimnasio?
    La verdad es que no.
    ¿Ve? El hijo se puede parecer, pero no es la copia del progenitor, así que el hecho de tomar caminos opuestos significa que son dos personalidades diferentes –alcancé a percibir una sonrisa algo triste…bueno, un avance…hasta que un sonido fino me llamó la atención y noté que algo se había deslizado de entre su ropa para dar en el piso, mas ella no lo notó.

    Al recogerlo, noté que se trataba de… ¿Medio listón? ¿Es en serio? ¿De qué te podía servir medio listón? ¿Para sentirte el mejor por medio cuerpo? “Descuidada” apunté junto con “Peso de figura paterna y hermano menor”. Mantuve esa mitad entre los dedos mientras le daba unos segundos de pausa a la sesión.

    −Pero bueno…íbamos en el viaje, ¿no es así? –No respondió…claro, si era obvio–. Lo cierto es que me causa curiosidad, amiga querida, el saber qué la hizo cambiar de parecer…de los viajes a la coordinación…del odio al amor con los pokémon…
    −Bueno…por los concursos me inspiró una coordinadora llamada Janet –“Admiración”, y por algo se empieza–. No sé…había algo en ella que me inspiró…algo que me permitió tener un sueño…
    −Buen principio –al menos mejor que el mío, descubriendo ser mejor resolviendo problemas ajenos antes que los propios –así que ella ayudó en la parte coordinación y pokémon…
    −No, sólo coordinación, nada más −¿Cómo es eso? Ambas cosas van de la mano, ¿cómo podía ser que sólo tuviera influencia en un punto? Que me lo explicara pronto–. Lo cierto es que…otra persona influyó en mi formación con los pokémon…
    −De nueva cuenta, la admiración, ¿no es así? –Debía ser la primera persona, porque sin eso, no habría existido el deseo de llegar a ser coordinadora–. Mi amiga, por algo debe empezar, así que si es un problema…
    −Es que en principio él también fue una excusa…lo usé como excusa incluso después de destruir mi bicicleta −¿Destruyó su bicicleta? ¿En serio? Qué sorpresa, me parecía una historia muy familiar–. Al fin y al cabo, todo al principio me parecía una excusa para escapar de casa.
    −Ya veo –“Verlo todo como piezas de ajedrez en principio”, interesante.
    −Pero lo que me molesta es…pensar que él le dio un vuelco a todo y con su ayuda no sólo aprendí a amar a los pokémon sino que también más gente reconoció en mí el potencial que iba más allá de ser la hija del líder del gimnasio.
    −Qué interesante, ¿hablamos de un profesor inesperado?
    −Él me enseñó a viajar, a querer a mis compañeros, a superarme...a plantearme nuevos desafíos cada día…incluso a combatir…quiero decir, me enseñó todo lo que sé y si no lo hubiera encontrado al principio, ahora no estaría aquí.
    −Es normal que en nuestras vidas exista un pilar fundamental que nos forja de manera definitiva, no tiene nada de raro –más allá de que haya hecho añicos tu bici, todo muy normal.
    −Pero me molesta mucho el no poder vencerlo, ¿sabe? –Vaya, “Orgullo” a la vista mi capitán–. Me molesta luchar y luchar para sentirme rezagada…y pensar que no hago lo suficiente y él parece inalcanzable y…que no me vea como un oponente o una igual…si apenas hemos empatado y compartimos un listón, el cual siempre llevo conmigo como recordatorio de que lo debo superar.
    −Bueno mi amiga, para ser una aprendiz en resumidas cuentas, un empate es algo valioso a considerar –así que eso era el medio listón…taché “Descuidada” y anoté “Obstinada”–. Y si él conserva la otra mitad, significa que usted dejó de ser la aprendiz para ser considerada una igual.
    −¿Usted cree?
    −Verá May, algo muy frecuente en los hombres, sean como sean, es la competitividad, la cual se acentúa dada la natural rivalidad existente entre hombres y mujeres…y si usted, que partió desde cero, empató con él, quien sin duda tenía más batallas en el cuerpo, significa que avanzó hasta límites insospechados, volviéndose una amenaza a tener en cuenta, una formidable muestra de crecimiento y un orgullo para él por saberse una gran influencia en su vida.
    −¿De verdad cree que él está orgulloso de mí?
    −¿Conserva él la otra mitad del listón?

    Que no respondiera significaba una sola cosa…eso acentuado con el ligero… ¿Sonrojo? Deben ser ideas mías, pero Natu asintió con la cabeza, como confirmando algo…no, alucinaciones mías seguramente. Pero lo cierto es que sí existía “Importancia de opinión particular”. Porque que siguiera adelante nada más para ser considerada una digna oponente después de concretar el sueño de la coordinación cada día…vaya, ese sujeto, quienquiera que sea, era una gran influencia.

    −Si para usted significa tanto su opinión, debo suponer que se trata de un amigo cercano –no fui capaz de controlar mi propia malicia.
    −Sí…un gran amigo cercano –apenas le pude oír, pero la bendita acústica me ayudó.
    −¿Y llevaba la mitad de este listón dice? –Ella volteó la cabeza inconscientemente y palideció de golpe al ver que tenía la mitad del listón entre los dedos, el cual me arrebató rápidamente…sí, sí tenía razón…tal vez debía considerar lo de “Descuidada”–. Bueno, señorita Balance, terminó la hora, así que, ¿desea comentarme alguna otra cosa o prefiere concertar otra cita?
    −Si es posible otra cita…
    −Háblelo con mi secretaria, ella maneja los horarios –ambos nos pusimos de pie y ella extendió la mano, la cual estreché con suavidad–. Ha sido un gusto conocerla, querida May.
    −El gusto ha sido mío doctor, le estoy muy agradecida –volvió a mirar a Natu antes de formular la pregunta− ¿Y nunca se propuso llegar a la Élite?
    −La verdad prefería los estudios, ¿por qué lo pregunta?
    −Es que…es interesante, porque ese amigo mío quiere llegar a la Élite.
    −Si usted fue su alumna, no dudo en que lo logrará.

    Ella se limitó a sonreír antes de perderse tras la puerta, dejándome a mí con la sensación de agotamiento recientemente descubierta. Sí, la había guiado Misty hasta la consulta…pero bueno, era diferente…no, quizás no tanto, porque todo partía de la familia para torcer el camino un tercero…si hasta en el detalle de las bicicletas se parecían…qué curioso, ¿cómo podía existir tanta coincidencia?

    Tratando de olvidar los detalles, tomé la ficha y pasé al otro lado, donde estaba Helena revisando mi agenda y consultando números…bueno, al menos había dejado esas aburridas revistas solía traer. En cuanto me vio, dejó lo que estaba haciendo y me miró interrogante.

    −Guarda la ficha, me avisas si toma una hora.
    Claro doctor –como siempre, ella tomó la ficha y la hojeó para mirarme con incredulidad tras sus lentes− ¿Es en serio? ¿Otra ficha vacía? ¿Crees que no la volvamos a ver?
    −Quién sabe, ¿no es así Natu? –Mi amigo me miró inexpresivo, pero sonriente tras ese semblante–. La verdad, ya me acostumbré a no esperar nada.
     
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    Figlio di Ladro

    Figlio di Ladro Iniciado

    Leo
    Miembro desde:
    24 Noviembre 2012
    Mensajes:
    24
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    La Consulta del Caos
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    13
     
    Palabras:
    4622
    Antes de comenzar, quiero manifestar mi más sincero agradecimiento a GalladeLucario, AshleyMaya y juanjomaster, así como todos aquellos que han apoyado esta historia. Espero estar a la altura con este capítulo.
    Caso 3
    Dawn
    −¡Mierda!

    Debe haber sido lo último que alcancé a gritar una vez noté la posición de la silla, la cual no tardó en cambiar guiada por la maldita gravedad. Y para qué hablar del golpe que me di, que seguramente resonó en cada rincón del edificio. Era normal ver tantas estrellas…Dios mío, cuántas estrellas podían surgir en un instante y a plena luz del día. Sabía que era un riesgo quedarse dormido sobre una silla con ruedas inclinada a causa de mis pies sobre el escritorio, pero qué podía hacer, buscaba algo de comodidad, ¿es eso un crimen?
    Además, la culpa era de Helena. No tenía que abrir de golpe la puerta, estrellándola con tal potencia que eco me obligó a reaccionar de manera refleja sumido como estaba en el sueño. Qué maldita…por qué tenía que ser eficiente, con un demonio. De cualquier manera, estando en el piso apenas era capaz de procesar el golpe y asimilar el dolor y las estrellas mientras hacía un esfuerzo por ponerme de pie.

    −¿Despertó? Me alegro –y ese tono risueño…sabe que lo detesto y lo usa a propósito…sí, podía ser una desgraciada cuando quería–. Hay mucho trabajo que hacer.
    −No me digas –gruñí mientras sentía los tirones de la camisa que me recordaron la presencia de mi querido Natu, el cual trepó hasta posarse en mi cabeza, manteniendo perfecto equilibrio–. Sólo eso podría explicar que entres así.
    −Siempre entro así porque siempre está haciendo estupideces –me miró con ojo crítico antes de fruncir el ceño–. Ya le he dicho que debe afeitarse y cortarse un poco el cabello, parece un náufrago.
    −En tus sueños, es mi libertad y hago lo que quiero con ella.
    −Entre tanta libertad, siempre se comenten errores.
    −¿Contratarte cuenta como error? –Recibí un fuerte golpe en la cabeza de las fichas que ella llevaba–. De acuerdo, de acuerdo, lo entiendo, mucho trabajo, poco tiempo y todo lo demás, deja esas fichas si te hace feliz.
    −No son las fichas, es un paciente –miré el reloj, la una y media de la tarde. Qué temprano para una hora–. Y sí, es la hora que pidió, así que es puntual.
    −Se agradece, pero no importa, que pase de una vez –al verla acercarse a la puerta, noté algo extraño–. Oye Helena… ¿Te pintaste los labios? –Sin embargo, mi pregunta quedó eclipsada por el portazo de su desaparición.

    Pues bien, otro día en el paraíso. Yo muerto a causa del insomnio y poco tiempo para cerrar los ojos. Y cuando hay quietud en esta condenada consulta, siempre llega ella con sus portazos y las fichas para hacerme saltar o en el último caso, darme los golpes de mi vida después de caer de la silla o con todo y silla, ya da igual. Quizás por eso no tenía deseos de mirar la maldita ficha a pesar de saber que el paciente estaba a nada de invadir mi territorio y acabar con mi paz…Dios, cómo ansiaba un poco de paz, algo de silencio…

    −Doctor…disculpe…

    La voz era diferente, así que estaba obligado a abandonar la mueca de molestia, olvidar el dolor y levantar la vista. Aunque a juzgar por su tono, no lo estaba haciendo muy bien, de manera que me obligué a concentrarme un poco más y pensar que después de ella, no habría nadie más, a pesar de mentirme descaradamente. Por eso, cerré los ojos y los detalles vagos de una figura joven adquirieron mayor nitidez…así como cierto aire familiar que no podía ignorar… ¿Dónde había visto esa cara antes?

    −Parece que llegué en mal momento –dedujo ella con aire risueño…demonios, no me pongas de peor humor, muchacha.
    −Siempre es un mal momento –solté impulsivo, lo cual pareció desarmarla en un segundo…idiota, es un cliente, paciente, como sea, más respeto– pero no es su culpa, es mi secretaria la que saca lo peor de mí.
    −Entiendo –relajo…sí, pareció notar la escenita que montó Helena minutos atrás y mi caída…bueno, al menos lo entendía.
    −Así que… −extendí la mano, la cual estrechó de inmediato– usted es…
    −Me llamo Dawn, ¿no figura en la ficha?

    Dawn…no, no me sonaba demasiado salvo de algunos concursos que había visto en la tele…ah, claro, otra coordinadora por aquí, destacada por cierto, pero no, su cara me sonaba de algo más y no sabía por qué… ¿Qué otra cosa podía ser que no fuera esos concursos? Si era una niña, la primera vez que llegaba a mi consulta y… ¿De dónde demonios me sonaba esa cara?

    −Sí, sí figura, disculpe, es que el golpe no me tiene claro, así que mejor siéntese antes de que pueda cometer otra torpeza con usted –apenas la vi ubicarse, tomé mi lugar mientras sacaba la libreta y el lápiz del bolsillo, apuntando el nombre en lo más alto de una hoja en blanco–. Así que…primera vez en la consulta…qué curioso, así que si me permite una pregunta, ¿cómo supo de mí? Porque no se trata…
    −De una especialidad muy requerida, sí –completó ella, sorprendiéndome con una nueva versión de mis propias palabras– pero lo cierto es que…bueno, tenía tres referencias de su nombre.
    −¿Tres? –Eso era nuevo. Por lo general, todos daban con mi nombre por casualidad, pero de ahí a encontrar tres fuentes con la misma referencia…lo admito, representaba todo un orgullo–. Debo conocerlas si me recomendaron.
    −Bueno, dos son amigas... ¿Le suenan los nombre de May y Misty?

    No sabía si reír y llorar… ¿A eso me llevaban esas dos? ¿A atender a una tercera? ¿Tan buen concepto tenían de mí? ¿O acaso el estar juntas no hacía otra cosa que contagiar esa pseudo locura? ¿Acaso el estar juntas les hacía ver supuestas carencias y esas cosas? Dios mío, cómo podía siquiera imaginar que atender a una me llevaría al mismo sitio pero con una cara diferente.

    −Sí, claro que me suenan –en menos de dos semanas había atendido a las dos y ahora aparecía ella– pero usted habló de tres referencias.
    −La tercera es mi madre Johanna…dijo que si la mencionaba, se acordaría de ella inmediatamente y que si no la recordaba, tomaría cartas en el asunto.

    Pero claro…de ahí me parecía familiar. ¿Cómo pude olvidarla? Si la hija era el vivo retrato de la madre. Claro que cuando la conocí, ella llevaba algo más de tiempo en esas cosas de la coordinación, siendo la última vez que la viera cuando…mi Dios, si yo era un mocoso cuando la vi por primera vez…y ahora estaba delante de mí. Recordaba haberla visto como un bulto...el recuerdo no era del todo nítido, pero daba igual...claro que la recordaba. Las recordaba a ambas, pero en particular a la madre por haber sido una amiga…y ahora recordaba a la muchacha frente a mí.

    −Ha pasado mucho tiempo, sí –reconocí con cierta nostalgia– y tú has crecido más de lo que imaginé…sí, sí ha pasado mucho tiempo…pero ella no tenía forma de saber qué había sido de mí.
    −Bueno…siempre encuentra forma de saber cómo están sus amigos y usted no es la excepción –al sonreír me recordó mucho más a su madre– y apenas salió su nombre…bueno, dijo que usted es de confianza.
    −Tal vez, pero ella lo es mucho más –intento frenar el avance de la nostalgia y sacar lo profesional, lo que me importaba de momento– y por cómo me hablas de ella…bueno, todo me lleva a preguntar qué haces aquí, porque tú sabes qué es lo que hago y seamos honestos, soy el último recurso cuando la confianza en el mundo se ha acabado –la miré a los ojos un momento, buscando alguna señal–. Tus amigas…bueno, entiendo ahora que hayan venido, después de todo, lo de ellas partía de la familia…pero tú, mi amiga…no llevamos demasiado y me hablas así de tu madre… ¿Hay algo que me quieras contar o vienes a recordarme viejos tiempos?
    −He venido porque sé lo que hace –por un segundo, el gesto alegre tembló en sus facciones mutando gradualmente en seriedad–. De hecho…le pregunté a mi madre por usted, pero no sabe que he venido aquí.

    Muy bien. Eso no decía mucho, pero era algo que me decía que existía una base sobre la cual podría apoyarme. Así que con un gesto le indiqué que se recostara en el diván mientras la claridad volvía a mí y aprovechaba de hacer un examen rápido en el exterior para intentar dilucidar algo del interior. Así pues, tienes unos segundos entre los pasos al diván, los segundos previos de presentación, la conversación…y sí, la veo apenas lo necesario más allá de los parecidos, recordando su identidad y pensando…

    Correcto, todos los puntos a la vez, la curiosa forma de llevar el cabello, porque esos pinches amarillos y la forma de llevarlo hablan de esmero, pero el gorro blanco puede pasar por protección contra el clima…no, no sólo eso, me recuerda mucho a May, protección y vanidad, pero en ella va un poco más allá, no sólo por la forma de tomarlo sino porque es más largo y más cuidado…una cuota importante de vanidad, no me cabe duda. Ahora bien, el pañuelo en el cuello… no parece lo suficientemente grueso para proteger de algo como el frío… ¿Simple accesorio? Por qué no, si hasta combina con la blusa negra, la falda rosada…ahí tocamos un punto interesante, al menos si la comparo con sus referencias, antecesoras, amigas o lo que sea, porque ella no lleva nada parecido a un pantalón, hablamos de falda, algo corta vale decir, pero falda al fin y al cabo…qué interesante que haya encontrado la forma de viajar cómoda y conservar el toque femenino…bueno, el rosado también me diría lo mismo, al igual que las botas del mismo color que le llegan hasta las rodillas…qué interesante, botas, una buena forma de protección y el desgaste…pero claro, una caminante… ¿Acostumbrada a correr? Quizás, eso explicaría la falda corta, pero…pero con botas…no, sí puede dado que son blandas, las he visto muchas veces…

    Entonces, ¿a quién tengo? A una viajera como las anteriores, pero de alguna forma, denota el entusiasmo en pequeñas cosas como el lucir bien incluso en una cita con un psicólogo que es un desastre…y el lucir bien habla de vanidad ya mencionada…y el sonreír a alguien que no luce de buen humor…bueno, alegría evidente, entusiasmo…quizás algo infantil, porque yo en su lugar lo pensaría mejor antes de viajar así, pero qué digo, ya no viajo hace mucho, así que no recuerdo cómo funcionan esas cosas…y coquetería, por qué no, o existiría otra razón para el cabello y la ropa salvo que sepas que puedes emplear eso a tu favor y ella lo sabe, no sólo con detalles como esos sino también los mismos gestos, la misma sonrisa…claro, encandilar no demasiado, pero sí lo suficiente para que a alguien le resulte difícil enojarse con ella…

    Natu picotea mi cabeza…sí, está resultando difícil dilucidar demasiado que no sepa, como si fuera capaz de leer la mente…pues no, no lo soy y por eso soy lo que soy.

    −Pues bien…yo apenas sé una parte del comienzo, pero preferiría que me hablaras de lo que quieras, por lo que puedes tomar final, principio, lo que se te dé la gana.
    −Es que…es difícil saber por dónde comenzar, ¿sabe? –De pronto recordé un detalle interesante que había pasado por alto en los otros casos: adolescencia. Quizás con qué ridiculez me saldría, pero pagaba, así que me aguantaría todo.
    −Por algo has venido, muchacha, así que…
    −Siento que no llego a nada, ¿sabe? Quiero decir…que he hecho tanto…tanto para no llegar a nada…
    −Mi amiga, me temo que no estamos llegando a ninguna parte.
    −Bueno, es que mis comienzos no guardan nada de extraordinario, simplemente llegué al laboratorio, tuve dificultades pero elegí mi pokémon inicial como todos.
    −Nada extraordinario.
    −Como también es normal no avanzar mucho en los primeros concursos teniendo una madre coordinadora, ¿no es así?
    −Amiga, porque seas el hijo del mejor en el área, no naces experto –“Indecisión, peso materno” aunque por sus palabras, no parecía cobrar tanta importancia–. Así que eres coordinadora como tu madre… ¿Nació ese deseo por ella?
    −En realidad, siempre quise ser tan buena como ella –bueno, por algo se empieza, de ahí nace el amor por ciertas cosas–. Desde niña que ella fue mi ejemplo a seguir…y de alguna forma, si amo lo que hago ahora, es gracias a que ella estuvo presente.
    −Muy bien –en el centro de la hoja, un enorme signo de interrogación–. Pues qué quieres que te diga, mi amiga, nada extraordinario…los comienzos de los novatos suelen ser adversos, pero veo que lo has sabido llevar gracias a la experiencia y…

    Me detuve y recordé…pero claro, si había algo interesante en todo eso era que las dos anteriores se parecían entre sí… ¿Por qué no podía haber alguna relación entre las tres? Tres personas no pueden compartir tanto entre sí y sólo por casualidad. No, aquí debía haber algo que ella no se atrevía a decir del todo...ay mi Dios, yo no soy madre, ¿es que no podía acudir a ella y ya? Pero qué le vamos a hacer…

    −Mencionaste que has hecho mucho para no llegar a nada –me acerqué un poco, viendo cómo ella miraba el techo, distraída–. Sé lo suficiente como para creer…no, creer no, afirmar que no tiene nada que ver con los concursos, ¿no es así?
    −Bueno… −Última sílaba larga, dubitativa…sí, me acercaba a la confirmación.
    −Vamos chiquilla, valor no te falta para hacer lo que sea –o al menos eso me dice tu manera de actuar y mis propias conclusiones–. Superaste el proceso de novata, no son los concursos, entonces dime qué es lo que te tiene así.
    −Dígame algo –murmuró ella con un hilo de voz que me obligó a inclinarme para escuchar mejor− ¿Alguna vez ha sentido deseos de…encerrarse en su habitación y deshacerse de los recuerdos que lo hacen llorar?

    Vaya, dicho así…bueno, todos nos avergonzamos de algo de nuestro pasado…no, avergonzarse no, lamentar algo en particular. Y llorar…vaya, ya creía entender por qué había acudido a mí. Porque si la memoria no me fallaba, ella estaba sola con su madre y no quería preocuparla…ah claro, ¿cómo le explicas a la madre que la hija siempre alegre está hecha añicos? Será la madre, pero es muy difícil afrontar algo así, sobre todo porque sabes que la hija casi nunca está…pero claro, la distancia, las aventuras, los caminos diferentes…no necesitaba confiar en mí, ¿no es así? Sólo una pared con cara que te escucha… ¿O el ser conocido de su madre podría interpretarse como parte de la familia? No, difícilmente…pero ¿qué podría tenerla así?

    Ay cabrón…no me jodas que…

    −Dime algo muchacha, ¿viajaste sola durante el todo ese tiempo?
    −No, no habría podido…viajé con dos personas de las que aprendí mucho.
    −Dos personas…muy bien, imagino que ahora son amigos más que personas.
    −De quienes aprendí mucho, ¿sabe? Quiero decir…uno era como…cómo decirlo…bueno, a veces se comportaba sin pensar, pero la mayor parte del tiempo siempre fue muy maduro…y sabía mucho sobre crianza.
    −Ah, entiendo –qué bien, una “Figura paterna”. Por cómo hablaba de él, traslucía cierta admiración similar a la de la madre…o yo exageraba– y la otra persona…
    −Bueno, de él aprendí todo lo demás –mierda, qué familiar me parecía esa afirmación…peligrosamente familiar–. Quiero decir…cómo capturar, cómo combatir…
    -Lo elemental, ¿no es así? –Al verla asentir, sentí que la respuesta era cada vez más evidente, incluso sin nombre ni cara al menos en mi mente–. Hábleme de él.
    −Bueno, es un inmaduro la mayor parte del tiempo…e impulsivo por sobre todo –no me digas…me recuerda a alguien que está sentada en el diván–. Tecuerdo que…bueno, indirectamente él destruyó mi bicicleta…

    Ay cabrón…sí me jodió…y de qué forma…no, tres veces ya no es coincidencia. Ni que hubiera una banda dedicada a la destrucción de bicis. O sea, que así partió todo para ella. Él le enseñó todo al punto de forjarse tal cual…él con más experiencia, ella sin saber nada. ¿Pero acaso todo aquello no sería otra cosa que gratitud? Porque la mayor parte del tiempo, la gratitud se puede confundir con…bueno, sí, es perfectamente posible si consideramos que a veces esa misma gratitud nos puede llevar a magnificar e idealizar a esa persona… ¿Idealizar? Por favor, lo primero que me decía era que era inmaduro e impulsivo, eso no es idealizar, es una imagen increíblemente aterrizada y realista de cualquier joven que viaja.

    −Pero bueno, sabía que era un accidente...no lo iba a usar como excusa…viajar con él sólo para que me la pagara, ¿no es así?
    −No es tan estúpido, sé de gente que lo ha hecho –solté de manera vaga, intentando reprimir una sonrisa al recordar a una paciente en particular–. Pero bueno…inmaduro e impulsivo…no puede esperar a un hombre sabio si es joven, ¿no cree?
    −Si al menos sólo fuera eso…
    −No me diga que hay más.
    −Los primeros días sólo discutíamos…
    −Cosa normal…
    −Pero con el transcurso de…del viaje, fue revelando otras facetas, como su alegría, la pasión por lo que hacía, la nobleza…e incluso me hizo revelar a mí facetas que desconocía.
    −Bueno mi amiga, las personas suelen ser así, capaces de sacar lo mejor o lo peor de nosotros…
    −¿Y dónde encaja vestirme de animadora para apoyarlo en sus batallas?

    Por poco se me cae la libreta de las manos mientras mi mente volaba autónoma a la imagen de la muchacha vestida de animadora. Tuve que morderme la lengua para que no se me escapara una carcajada. Pues sí, eso se podía considerar… ¿Qué otra palabra podía usar que no fuera cómico? Tal vez hilarante…no, que encajara en el perfil psicológico…ah sí, “Personalidad e histrionismo”. Increíble, qué clase de brujería era aquella…

    −Bueno…sí reveló algo nuevo en lo que a psicología se refiere –intenté contener el tono risueño, pero me fue imposible–. De hecho, es un gesto muy tierno de su parte…mas no es algo que haga todo el mundo…
    −Pero él no lo ve así… ¡Ni siquiera lo toma en cuenta! –Un cambio de humor… ¿Sería oportuno anotar “Irascible”?− ¡No nota nada! ¿Acaso me cree capaz de vestirme así para alguien más?
    −Disculpe…pero, ¿qué debería notar? –Se detuvo en seco, como si realmente pensara la interrogante que había dejado en el aire–. Mi amiga, lo cierto es que él no está obligado a notar nada…y si no lo ha dicho en voz alta…
    −Bueno, con lo denso que es…no debería esperar gran cosa…
    −Él ha sacado de usted facetas diferentes, lo cual es algo interesante, mas no es consciente porque dudo que él vaya por el camino con la intención de alterar todo aquello que mira…y bueno, el disfrazarse de animadora sí es algo…
    −¿Y dónde encaja sentir celos de un señuelo?

    ¿Qué mierda? ¿Sentir celos de qué cosa? Sobre mi cabeza, Natu casi pierde el equilibrio ante esa confesión. ¿Existían parafilias relacionadas con objetos así? No, más allá de eso, podía creer que fuera una persona, incluso un pokémon, pero ¿un señuelo? Bueno, parecía ser algo…fuera de lo común.

    −Valoraba más el señuelo que le dio su amiga…y a mí… −dejó escapar un suspiro– es patético pensar…que me sentí celosa porque no me dejó tocar esa estúpida cosa…
    −No tiene nada de malo –mentiroso, ya empiezo a pensar que enloqueció– pero mi amiga, celos sólo surgen cuando es familia que se aleja de uno a causa de un tercero, hermanos por ejemplo, o cuando… −Sí, venía a lo mismo…maldita sea, venía a lo mismo y ahora ella se daba cuenta. Adolescentes…sí, debía especializarme en esa área o colocar un cartel diciendo que no estoy especializado.

    Pero esta mocosa o era igual de densa que el muchacho o lo hacía por molestar o directamente no se atrevía a aceptarlo en voz alta. Cualquiera que fuera el motivo, no tardó en enrojecer…si hasta en eso se parecía a las otras dos…

    −No te lo puedes sacar de la cabeza, ¿no es así?
    −Si desde que nos separamos…sentía deseos de llorar…y los deseos no se han ido desde entonces…
    −¿Y cuánto hace que lo asumiste?
    −Ahora –sí, su problema era “Reprimir emociones”, lo cual termina por hacer daño…pobre muchacha, ¿tanto le costaba aceptarlo?– Hablando con usted…le pude dar un nombre a todo esto.
    −¿Y era tan malo como para venir hasta aquí? –Porque me hiciste perder tiempo valioso a causa de algo banal, niñita loca. Bastaba con contárselo a su madre, sin duda ella sabía más de eso que yo, que sigo soltero después de tantos años y no tengo intenciones de alterar esa paz. Pero bueno, la chica lucía avergonzada…no era para menos–. Mira, por ser sólo esta vez, no te cobraré nada…bueno, por eso y por respeto a tu madre.
    −Doctor… −ahora me miraba incrédula y con la cara teñida de un rojo brillante.
    -Sólo por eso, porque si vienes por segunda vez, mis honorarios no te los quita nadie –dejé caer mi mano sobre su cabeza mientras sonreía para tranquilizarla–. Pero bueno, no esperes que te diga qué hacer, seguro que ya lo sabes…y si no, pregúntale a Johanna…ah, y no te preocupes, ella no se enterará que viniste aquí.
    −Se lo agradecería mucho –parecía algo aliviada ante tal promesa. Qué podía hacer, les debía confidencialidad a mis pacientes.
    −No tienes nada muchacha…salvo que eres un poco más complicada que tus amigas –la ayudé a levantarse mientras le acomodaba el gorro con un movimiento rápido–. Así que…sigue siendo la de siempre, busca soluciones y apresúrate, porque uno nunca sabe.
    −¿Qué quiere decir?
    −Nada, nada, sólo que te relajes.

    La vi marcharse con una sonrisa azorada mientras yo mismo me sentía un poco culpable. Porque necesitaba ser un imbécil para no asumir que se trataba de la misma persona en los tres casos…quiero decir, el destruir una bici tres veces es lo suficientemente llamativo como para convertirse en una peculiar firma… ¿Y esas tres estaban así por lo mismo? Las sabía tranquilas, pero no existía forma de saber hasta cuándo duraría esa paz. Lo cierto es que Natu, sobre mi cabeza, me tiraba el pelo reprochándome lo mismo que me remordía la conciencia, pero ¿qué podía hacer? ¿Decirles que usaran sus mejores cartas? ¿Ponerlas una contra la otra? No, imparcialidad…y a mí qué me importaba, no iba a tomar partido por ninguna salvo por mí mismo, para que me dejen tranquilo y me paguen, que sólo por eso las escucho…
    Bueno, por eso y por respeto a los viejos tiempos.

    −¿Qué querías que hiciera Natu? Soy psicólogo, no padre de familia –él volvió a tirar de mi cabello y emitió un sonido de molestia–. Lo sé, lo sé, pero deja que pase un tiempo, ya son grandes, maduras y sabrán lo que hacen –volvió a manifestar su molestia–. Cierto, si fueran tan grandes y maduras, no habrían acudido a mí.

    Agotado, agarré la ficha de la muchacha y me dirigí a mi secretaria, quien charlaba animadamente por teléfono. Al verme, cortó de inmediato y me miró con las cejas alzadas, gesto más que claro.

    −Archiva la ficha y me avisas cualquier cosa –miré el reloj con desinterés– y ya es tu hora de colación.
    −Lo sé, gracias –miró rápidamente la ficha y frunció el cejo− ¿Otra vacía? ¿Es una broma?
    −Lo mismo me habría gustado preguntarles a las tres, ¿sabes? –Ella me miró desconcertada mientras me apoyaba en el umbral–. Realmente te lo digo, espero que les vaya bien, pero si todos mis pacientes fueran así, me retiraría al cabo de un año.
    −Creo que exageras.

    Misty, May y Dawn… ¿Exagerar yo?

    Mujer, por favor…
     
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    Little Princess

    Little Princess Entusiasta

    Tauro
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    Me encanta, me encanta, ¿he dicho que me encanta? No, verdad. Pues lo digo ahora: me encanta.

    Nunca pensé que las tres chicas más famosas del anime pokémon tuviesen problemas con una persona en particular (bueno, realmente sí), o que irían a un psicólogo. Hay zonas en las que me he puesto a reír como una loca. Y lo mejor: ¡No he visto faltas! *aplauso*
    Sigue escribiendo así de bien, y sigue así! ^^
     
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  7.  
    Figlio di Ladro

    Figlio di Ladro Iniciado

    Leo
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    Siento que no quepo en mí de la felicidad. Me alegra mucho que te guste esta historia, en verdad eres muy, muy amable, gracias de corazón. Espero estar a la altura en el siguiente capítulo. Muchas gracias
     
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  8.  
    Paralelo

    Paralelo Viajero dimensional

    Virgo
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    Hola amigo, perdón que no te haya comentado antes. Como ya te habrán dicho por ahí, es una idea muy original, algo que casi no se ve por aquí. A mí en general no me gusta el ánime, pero este fic tan psicológico sí me está gustando. Además es algo curioso que tenga un Natu, le queda bien como psicólogo. Una pequeña recomendación que me dieron a mí cuando empecé, es que dejes un espacio entre los diálogos, bueno, a mí me lo recomendaron y me gustó. Bueno, pues sin nada más que decir, hasta luego.
     
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  9.  
    Figlio di Ladro

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    Leo
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    Muchas gracias por tus palabras, en verdad eres muy amable. Y por supuesto, consideraré mucho tu recomendación. Y me alegra que, a pesar de no ser de tu agrado, te interesara esta historia que tiene el anime como base. Muchas gracias de nuevo, espero estar a la altura en el siguiente capítulo.
     
  10.  
    Lelouch

    Lelouch Rey del colmillo

    Aries
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    Hola amigo, mucho gusto, me encanta tu fic, la actitud tan despreocupada pero a la vez cinica del doctor me encanto; la verdad no suelo comentar mucho por qué siempre hay algo que piden los moderadores ¡¡UN COMENTARIO CRÍTICO!! se que es para evitar comentarios vacíos y tontos pero la verdad no se me ocurre nunca nada para corregir, la trama es perfecta, lo de los renglones ya te lo mencionó paralelo, ¿Qué más se puede pedir? pero bueno igual dejo un error que ví:
    creo qué te referias a tono.

    En cuanto a la trama, es excelente, como han dicho un tema poco explotado y por eso mucho mejor, nada de clichés, la verdad es que tengo mucha duda sobre la identidad del doctor, al principio creí que era brock pero en este episodio me acabo de dar cuenta de que no es el, como sea el psicologo es un buen doctor, pero debería conseguirse una nueva asistente, tal véz una menos gruñona jajaja, bueno tengo curiosidad de quíen será el proximo pasiente, dudo que sea Iris, y si lo es ¡Pobre doctor!

    Te deseo lo mejor y continua con tu fabulosa historia​
    SALUDOS​
    (P.D. Ya deja de decir que esperas estar a la altura, siempre lo has estado y siempre lo estarás, incluso si comentes un error no hay bronca, todos nos equivocamos después de todo) ​
     
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  11.  
    Figlio di Ladro

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    Leo
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    Muchas gracias por tus amables palabras. Intentaba darle forma a la personalidad del psicólogo de tal manera que...bueno, a quién quiero engañar, algunas cosas no se planean y simplemente salen. Lo que quería era que los lectores no se aburrieran con el punto de vista pomposo de un psicólogo como hay cientos en el mundo y todo lo que intenté era darle un sentido un tanto más irreverente. Gracias por todos tus halagos, y en cuanto al error...sí, quise decir eso, pero suelen escaparse algunas letras demás, como me pasó con este capítulo cuando tuve que corregir el detalle de la edad del psicólogo.

    En cuanto al doctor, su identidad y paciente...jejeje, bueno, he intentado que no sea demasiado importante y en cuanto a lo gruñona...tenía que hacerla así, porque un tipo "cínico y despreocupado" necesita su cable a tierra, de lo contrario su vida sería un desastre ¿no crees? En parte por eso surgió ella, jejejeje. Ahora bien, en cuanto a Iris...lamento decirte que en mi historia no aparece, en parte porque complicaría demasiado la trama y requería de más investigación y como no quería que esta historia se complicara ni alargara sin sentido, decidí descartar algunos personajes para darle mayor agilidad a la trama, si bien reconozco que la tuve como potencial paciente dado su...inusual carácter, pero con el dolor de mi corazón, muchos personajes se quedaron en un "veremos" que consideraré más a futuro.

    Sin otro particular, me despido y muchas gracias por todo, muchas gracias de verdad.
     
  12.  
    Figlio di Ladro

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    Leo
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    Escritor
    Título:
    La Consulta del Caos
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    13
     
    Palabras:
    7732
    Antes de comenzar, quiero dar las gracias a todos los lectores que gentilmente han apoyado de una u otra manera esta historia, en especial a AshleyMaya, Paralelo y juanjomaster por sus amables comentarios. Este capítulo contiene una cuota de riesgo que no estoy seguro de las reacciones que pueda suscitar, de manera que, una vez más, confío en la palabra de los lectores, en su veredicto, que me indicará el mejor camino a seguir. De antemano, muchas gracias por su atención y sin más, dejo con ustedes el siguiente caso.
    Caso 4
    Ash

    −¿Qué carajo…?

    Golpes en la lejanía…golpes cercanos…golpes por todos lados…y yo no podía huir…pero claro que podía, sólo necesitaba abrir los ojos para…

    −Natu…por favor, ya desperté.

    Mi amigo, de pie sobre el escritorio, pareció satisfecho con el resultado y dejó de picotearme la cabeza para pararse sobre ella. Su peso me devolvía a la realidad mientras miraba el cigarrillo apagado en el cenicero desde hacía ya mucho. Estaba muerto…otro día en el paraíso…otra noche sin dormir en el cuerpo y todo cuanto quería era que la jornada acabara de una buena vez. Miré la hora…un día más largo de lo habitual a causa de…canijo, cierto, Helena me había pedido el día y no me quedaba otra que hacerle frente a todo lo que significaba el trabajo, pero solo…me había preparado mentalmente para algo así, pero vivirlo en carne propia no me hacía ninguna gracia, principalmente por la jodida perspectiva de una torre de fichas por completar y archivar cuando por lo general, hacía la mitad de ese trabajo.
    ¿En serio había dejado de viajar para dedicarme a eso? Los picoteos de Natu me dieron la respuesta.

    −Es porque lo amo, amo mi trabajo, lo sé –musité mientras me masajeaba la sien derecha y me refregaba los ojos, buscando enfocar la vista en algún punto que no me pareciera desconocido…mataría por un café, siempre sería capaz de hacerlo.

    Por otro lado, tenía que agradecer que fueran únicamente las fichas. Ella se había encargado de dejar bien en claro que ese día, el doctor no atendía a nadie, lo que me dejaba en completa libertad de acción, lo que se traduce a una torre por liquidar y un día sometido al limbo de la lucha contra el sueño…a veces me preguntaba quién mandaba realmente a quién. Ella lo ordenaba todo y yo me encargaba de que el dinero estuviera ahí, puntual como siempre.

    Podría ser peor…podría estar casado.

    En lugar de eso, sólo tenía las fichas, podía fumar tranquilo, Natu era un excelente despertador y…

    Un tremendo portazo del otro lado destruyó la calma y tanto mi amigo como yo nos pusimos alertas. El sonido de pasos no hacía otra cosa que acabar con nuestros nervios mientras yo me ponía de pie y tomaba un palo de golf que tenía junto a una estantería…no, no es que juegue golf, simplemente es muy eficaz. Un palo de metal con una cabeza pequeña, pero contundente. A las cinco de la tarde, un tropel de… ¿Tres personas? A juzgar por el movimiento, sí, debían ser tres personas y esas pisadas hablaban de un humor de los mil demonios…

    Mi amigo, preocupado, emitió unos débiles sonidos.

    −Si vienen a robar, serán brutales dada la hora y el humor, así que quédate conmigo y permanece alerta –un pequeño picotazo y un nuevo sonido me hizo empuñar el palo con mayor fuerza–. Relájate, intentaré ponerlos fuera de combate y si no resulta…sí, con hipnosis y un potente rayo bastará para alejarlos –un sonido que mezclaba el nerviosismo y el reproche –no te preocupes por los daños, concentrémonos en salir de ésta.

    Los golpes en la puerta que daba a mi consulta nos helaron la sangre. La idea de soltar mi arma y apenas emplear una mano para blandirla no me agradaba demasiado…por un segundo, se me pasó por la mente golpear sus cabezas rompiendo el vidrio de la puerta…no, golpeaban la puerta…a pesar de todo, los invasores golpeaban la puerta…corría el riesgo de fallar dado el obstáculo y perder mi oportunidad representaba un lujo que no podía siquiera considerar.

    −Tranquilo –musité a Natu, quien parecía al borde del colapso mientras yo, inexplicablemente, pensaba en las ganas que tenía de fumar un cigarrillo.

    La tensión, sin lugar a dudas…pues bien, mataría a todos y después fumaría, seguía siendo la mejor opción. Un certero golpe con el metal bastaría.

    Apoyé la mano en la manija al tiempo que los golpes se repetían. Natu, sobre mi cabeza, se agarraba de mi cabello de manera dolorosa. Agradecía el dolor, me mantenía lúcido…menos nervioso que antes…si al menos fuera uno y yo estuviera menos cansado…el giro de la manija, lento, parsimonioso, se dio mientras volvían a golpear la puerta y mi amigo, todo tensión, parecía dispuesto a hacer volar a los intrusos a la mas mínima provocación…

    Situación de riesgo, plan único: paso uno, abrir la puerta, guiado por las sombras y hacerse una idea rápida de las intenciones, las armas y las desventajas; paso dos, detener sus ataques, ordenar hipnosis a Natu y ver cómo perdían las fuerzas al punto de sumirlos en la inconsciencia, siendo el último paso llamar al orden público. En caso de fallar el paso uno y ver un ataque, reaccionar golpeando puntos débiles con el palo de golf y después la hipnosis. Resultado: Heridas leves, algunos golpes, pero la consulta a salvo y las posesiones en su lugar.

    La tensión me mataba…no tomaban la iniciativa…lo haría yo…

    Abrí la puerta un poco y…

    −Doctor, ya comenzaba a exasperarnos.

    Me desconcertó su presencia y de quienes conformaban el trío, mas no por eso solté el palo de golf. Natu pareció un poco más relajado, adoptando una actitud más vigilante pero menos aterrada. Abrí un poco más la puerta y me froté los ojos con tal de asegurarme que el cansancio no me jugaba una mala pasada. Porque en sí, la situación no era muy diferente de lo que imaginaba, con la notable ausencia de daños estructurales.

    −Lo siento…es que no me lo esperaba –gruñí mientras me llevaba una mano a la cabeza– es que…quiero decir, qué hacen aquí…

    −Bueno, queríamos hablar con usted acerca de las últimas sesiones –esta vez, una figura con pañoleta se dirigía a mí.

    −¿Ahora? Es que…hoy no atiendo a nadie, me encuentro organizando fichas y en ausencia de alguna cita y mi secretaria…

    −Doctor, no se trata de ninguna cita, queremos hablar con usted ahora.

    La tercera voz me hizo tragar saliva al tiempo que las hacía pasar, sabiendo que no tenía otra opción. ¿Qué más podía hacer? ¿Blandir mi arma y aplicar el plan trazado? Sí, Natu me apoyaba en ese sentido, sus picotazos me lo decían…no, me decían algo más…claro, en ese estado no podía enfrentar nada, necesitaba mayor claridad y la caja de pseudoefedrina en el escritorio podía serme útil.

    Mientras me dirigía al cajón, noté que cada una había tomado asiento, de manera que las tres sillas, incluyendo la que empleaba para mis sesiones, estaban ocupadas. Apenas tuve unos segundos para tomar el descongestionante con un sorbo de agua y rezar porque su efecto surgiera oportunamente. Entretanto, no me quedaba otra que analizar la situación en la que me encontraba.

    Misty era la primera en todos los sentidos: la primera que alguna vez pidió hora, la primera en hablarme segundos atrás y la primera en sentarse. Vestía una ropa más o menos similar a la de la única sesión, mas no llevaba a Azurrill en sus brazos, lo cual le concedía plena libertad de acción. May, por su parte, era un sinónimo de la mayor al igual de Dawn. En las tres ese ceño fruncido no me parecía la mejor de las señales…ni los brazos ni las piernas cruzadas…conocía ese lenguaje corporal, significa discusión, una gran rabia…

    Ya sabía lo suficiente de ellas como para saber que lo mejor era convencerme de que nada podía salir mal…claro que nada saldría mal, sabía lo que tenía que hacer a pesar del pánico enorme de mi fe en el caos absoluto al cual me llevaría todo aquello. Quizás por eso me sorprendió el componer una sonrisa irónica mientras dejaba tranquilamente a Natu sobre el escritorio, quien se acercó a mí y tiró de mi camisa.

    −Sí amigo, estoy loco –le susurré antes de volverme a las recién llegadas y dejaba a un lado mi palo de golf–. Bueno, debo reconocer que me sorprende la visita de las tres…pero no hay problema, si quieren hacer una terapia grupal, permítanme que busque sus fichas y…

    −¿Siempre actúa como un payaso? –Soltó Misty mordazmente, desarmándola mi gesto desdeñoso.

    −La mayor parte del tiempo, por si no lo ha notado…pero bueno, dijeron que querían hablar, ¿no es así? Por un segundo, cuando entrar fui capaz de jurar que venían a destruirlo todo –me dejé caer sobre mi asiento mientras me llevaba los dedos a los ojos, sintiendo el efecto de la droga aclarando mis ideas–. Bueno, ustedes dirán.

    −¿Por qué no nos dijo que estábamos yendo por el mismo camino? –Preguntó May con rabia, sin saber si ésta iba dirigía a mí o a sus amigas.

    Disculpen, pero creo que no estoy captando.

    −¡Sabe de qué estamos hablando! –Estalló Dawn con el rostro enrojecido -¡Atendió a las tres! ¡Sabía que no todo podían ser coincidencias!

    −Amiga, mi profesión me ha enseñado a no creer en nada.

    −Las tres le mencionamos las bicis y las circunstancias, así que lo sabía –al escuchar el dato de Misty, fingí sorprenderme.

    −Ah, se refieren a eso, claro –alcé las cejas, aparentando mis dudas -¿Hablaban de una misma persona?

    La siguiente reacción no la esperaba. No fue sino hasta que sentí la bofetada que me di cuenta que Dawn se había puesto de pie y había empleado ese recurso, siendo detenida de inmediato por May y Misty. Por su parte, Natu había saltado y miraba a la muchacha con ferocidad, pero yo le indiqué que se calmara y ni se le pasara por la cabeza hacer algo.

    −Usted es un miserable –soltó Dawn con rabia, desarmando lo que quedaba de mi compostura.

    −¿Ahora yo tengo la culpa de que se enamoraran del mismo tipo? –Gruñí mientras me ponía de pie y encendía un cigarrillo, olvidando cualquier muestra de cortesía− ¿Qué mierda querían que hiciera? ¿Ponerlas una contra la otra? No estudié para crear guerras.

    −Nos aconsejó de la misma manera…nos guió de la misma forma sabiendo cuál era la situación –me reprochó May, aun sosteniendo a su amiga.

    −Respondí a sus inquietudes, por algo soy un profesional.

    −Existen formas de hacer las cosas y usted no hizo otra cosa que vernos como piezas de ajedrez −reclamó Misty con los puños tensos.

    −Estudié para ver las cosas con objetividad, muchacha, no para tomar partido por nadie y menos en una disputa tan absurda –Dawn parecía dispuesta golpearme de nuevo, pero May la sostenía, de manera que aproveché mi ventaja–. Se iban a enterar tarde o temprano y eso no dependía del profesional sino de ustedes, porque ustedes siguieron el mismo camino y tarde o temprano iban a encontrarse en él…y si vinieron, fue porque me vieron como el último recurso, mas no como la solución definitiva y jamás estuve obligado a serlo.

    −Es fácil hablar así si no sabes lo que siente el paciente, ¿no es verdad?

    El comentario de Dawn destrozó algo en mi interior. Me recordé a mí mismo a esa edad…qué miserable era, por Dios…claro, había aprendido a amar la psicología a causa de un psicólogo…a causa de mis propias heridas, acaso porque veía en esa rama una forma de escapar del daño. ¿Cómo se atrevía a llamarme miserable y a decir que no sabía nada? ¿Cómo se atrevía a abofetearme y a decir que no sabía lo que sentía el paciente? ¿Cómo se atrevían ellas a culparme de lo que yo apenas dominaba una parte?

    −Son patéticas –solté con rabia, sintiendo que Natu tiraba de mí para tranquilizarme, pero ya era tarde–. No tengo la culpa de que se fijaran en el mismo tipo, no podía ponerlas una contra la otra ni mucho menos tomar partido, no habría sido profesional y me lo habrían reclamado igual –las miré unos segundos antes de romper mis límites− ¿Quieren algo? ¡Luchen por él! Si tanto les importa, ¡demuéstrenlo con hechos y no gritándole a la persona equivocada! ¡No tengo por qué soportar estas estupideces! ¡Ya son grandes! ¿Qué esperaban? ¡No soy familia de ninguna, busquen en la suya que es ahí donde deberían empezar, pero a mí no me carguen con sus problemas!
    Natu me miraba sorprendido y yo no miraba nada, únicamente caminé hacia la puerta y la abrí de par en par mientras volvía a mi asiento. Ellas no hablaban, seguían ahí y eso me molestaba más.

    −Lárguense –gruñí, mas ellas no se movieron–. Lárguense, ¿acaso no he sido claro? ¡Fuera de mi vista!

    No las vi marcharse, sólo tenía claro que sus pasos eran más silenciosos hasta que cerraron la última puerta, permitiéndome dejar escapar toda la tensión de mi pecho apoyando la cabeza contra el escritorio. Sabía que mi amigo estaba a mi lado, tratando de reconfortarme, a lo que yo le respondí con una débil sonrisa.

    −Qué fracaso, ¿no crees?

    Sí…eso era lo que me dolía por encima de todo.

    El saber que había fracasado…lo único que me iba quedando era saber quién era el responsable, quién tenía la culpa de que ellas me hicieran probar le polvo del fracaso...tenía que tenerlo enfrente y saldar esa deuda, pero no con ellas sino conmigo mismo... ¿Pero cómo iba a hacer eso?
    x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x

    −¿Hasta cuándo piensas seguir tocando la guitarra?

    Visto así, parecía que llevaba horas…

    Claro, más de tres horas. Quizás porque no podía instalar un piano en la consulta, no me quedaba otra opción. Pero, ¿qué más podía hacer? No quería volver…no, no quería mirar la consulta y descubrir con amargura que la silueta de ese pasado reciente me perseguía. En parte porque me sentía asqueado de mí mismo…no, no sólo eso, iba mucho más allá: ¿Por qué debía sentir culpa por algo que en realidad no era mi responsabilidad? Yo no les dije que se enamoraran de ese sujeto… ¿Cómo se llamaría? Qué más daba, por su culpa me encontraba sumido en esa rabia y con el ardor de una cachetada que tal vez me merecía, pero no sabía si eso era así a ciencia cierta.

    −Hasta que me digas que tengo un asunto pendiente –gruñí en respuesta a Helena, quien permanecía en el umbral con esa mirada que parecía mezclar reproche y la desagradable preocupación de quien cree que sigues siendo un niño.

    −Entonces tengo la excusa perfecta –aquella réplica me obligó a despegar la mirada de mi único escape–. Tienes una llamada, ¿la transfiero?

    −¿Y por qué chingados no lo hiciste desde un principio?

    −Porque curiosamente escuchas más la voz que al teléfono mismo –no podía decir que no si sabía que tenía razón.

    −Ya que, pasa la pinche llamada –al desaparecer Helena, una luz roja no tardó en aparecer en el aparato, obligándome a poner el altavoz, no tenía intenciones de maltratar la oreja con quizás qué asuntos–. Bueno…

    −Vaya, ¿los años te han vuelto formal?

    No podía creerlo… ¿Cómo había dado con mi número? Después de tantos años, parecía casi un chiste, pero ahí estaba su voz, del otro lado de la línea, hablándome con la familiaridad de siempre, como si en lugar de años, no hubiese sido otra cosa que días. Tal vez en otras circunstancias habría sonreído más ampliamente, pero en lugar de eso, escucharla apenas si me produjo reacción visible más allá de alzar las cejas mientras el tono de voz se adaptaba a la situación:

    −La profesión, Delia, la profesión.

    −Sí, algo oí que dejaste los trucos por los estudios.

    −Pero bueno, no creo que me llames después de tanto tiempo sólo para tener conocimiento de mis actividades académicas…

    −¿Acaso no puedo llamar a un viejo amigo? –La risa de ella me produjo cierto relajo–Vamos, siempre tan desconfiado…

    Parecía que cuando más hundido me encontraba, la vida luchaba por obligarme a levantar un poco la mirada, aunque fuera para cerciorarme de que seguía despierto.
    Delia Ketchum me había llamado a fin de que la acompañara por ser el cumpleaños número diecisiete de su hijo. Decía que quería compartir esa alegría con alguien y como ya había invitado a los amigos de su hijo, se tomó la libertad de avisar a algunos cuantos conocidos. Sólo eso podía explicar su actitud dado que no veía al muchacho desde que tenía unos tres años si la memoria me era fiel. Sabía que el chico era un entrenador prometedor y la oportunidad que me brindaba su madre parecía ser muy agradable.

    La invitación llegó dos días después de lo sucedido, cuando lo único que hacía tocar la guitarra con tal de relajarme y ahuyentar en parte la culpa que sentía…porque esas chicas confiaron en mí y yo no había estado a la altura de la situación…había fallado, no había entregado una solución satisfactoria sino que las había puesto una contra la otra…sí, no era un familiar ni tampoco estaba obligado a ser la solución definitiva, pero tenía que actuar acorde al desafío y en lugar de eso, parecía un aficionado con un título falso mintiendo para ganar dinero.

    Bueno, la única diferencia era que el título era verdadero…pero mentía para ganar dinero.

    Sólo Natu me convenció de acceder a ir a esa fiesta. Claro que hablar con él acerca de mi vida social no era lo más recomendable dado mi estado de ánimo.

    −¿Qué quieres decir con que no salgo mucho? –Él saltó a mi cabeza mientras una serie de sonidos rítmicos me daban a entender lo que pensaba− ¿Cómo es eso que no tengo vida? La tengo y la empleo muy bien –nuevos sonidos rítmicos me enfurecieron− ¿A quién le llamas reprimido? No estoy reprimiendo nada, incluso me estoy relajando –nuevos sonidos, llevando sus pensamientos a un nuevo nivel− ¡No necesito novia y no vuelvas siquiera a insinuarlo!

    Era increíble…como si eso realmente pudiera afectarme…

    Me afectaba fracasar ante todo. Me afectaba no estar a la altura de la confianza depositada.

    Por eso acepté la invitación. Porque alguien esperaba algo de mí y no quería fallarle. Sí, un motivo patético, pero motivo al fin y al cabo. Motivo más que suficiente para asearme, peinarme un poco, buscar ropa decente, dejar casa y liquidar el largo camino hasta Pueblo Paleta, donde al golpear la puerta indicada apareció una mujer conocida que me abrazó con alegría.

    No Delia, sí me alimento todos los días…no, no necesito cortarme el cabello, trabajo independiente…me gusta mi barba, es mi orgullo…ah sí, este es Natu, te lo presento…
    Si hasta se parecía a Helena…me ayudaba a recuperar ese algo familiar…

    Algo que se esfumó en cuanto ellas aparecieron en mi campo de visión.

    Estaban en puntos diferentes, pero cercanos. Sólo la pelirroja hablaba con el cumpleañero y las otras se encontraban a escasa distancia. Pensé en pasar desapercibido un segundo, pedirle ayuda a mi amigo para no ser notado, seguir hablando con Delia o fingir un compromiso…o perderme entre los invitados en un espacio pequeño, todo con tal de fingir, aparentar que conservaba algo de mí mismo y que ese fracaso no me afectaba tanto…

    Qué sacaba si ya se habían dado cuenta.

    Las vi palidecer un segundo y no tardaron en ignorarme, como quien ignora una mosca mientras intenta leer. Natu no pareció muy contento e hizo ademán de reaccionar, mas yo acaricié sus plumas, buscando calmarlo. Mi amigo solía ser muy rencoroso, de manera que no me extrañó que me mirara con desconcierto.

    −Luego amigo, debo solucionar esto a mi manera.

    Dejé pasar la hora mientras los invitados se marchaban gradualmente. Sabía de cuatro personas que se quedaban, siendo yo una de las cuatro por petición de mi amiga, la cual dijo que ni se me ocurriera volver dada la hora y tantos argumentos que me hicieron sentir el mocoso que no era, pero daba igual, porque si quería solucionar ese problema, tendría que trabajar hasta tarde, sin libreta ni nada, sólo con mi memoria. No obstante, asegurarse las condiciones propicias parecía casi imposible, de manera que no me quedó otra que esperar a que todos se durmieran y bajar hasta el primer piso y sentarme junto a la entrada mientras contemplaba el cielo estrellado.
    Ideal para fumar, fue lo primero que pensé mientras el viento me daba en la cara y unos pasos me indicaban la presencia deseada.

    −¿No puede dormir?

    Sabía que el muchacho aprovecharía la calma posterior a la fiesta para estar tranquilo con sus pensamientos. Se le notaba en la expresión durante esas horas, aunque había algo de azar en mis conclusiones. Mas no di a entender nada eso, limitándome a asentir en respuesta a su pregunta.

    −No alcancé a desearte feliz cumpleaños muchacho, has crecido mucho.

    −Gracias –me miró con curiosidad antes de preguntar− ¿Cómo lo puedo llamar?

    −Llámame Tom –solté con indiferencia mientras daba una pitada.

    Había captado la mayor parte de los detalles en la fiesta…

    Todos los puntos a la vez: Muchacho viajero por la ropa y el cabello, los guantes como protección, se notaba que podía esperar cualquier cosa; Por la forma en que caminaba, se notaba que se encontraba en buena condición física, fruto sin duda de años y años como viajero; Seguridad en su entorno, llamar “amigo” a su pokémon también hablaba de nobleza y fuertes vínculos, seguramente un buen entrenador; Se acuesta temprano todos los días, la ausencia de ojeras marcadas lo dice…sí, ha descansado bien; La potencia de la voz habla de un chico con personalidad al cual es muy difícil intimidar…ahí aflora la naturaleza impulsiva, lo que a veces va de la mano con la inmadurez…claro, la inmadurez de viajar sabiendo sola a tu madre y no percatarse de eso antes sin que nadie se lo diga…y la densidad de alguien que no capta las indirectas de las mujeres…

    Sí, ahí estaba el motivo de mis suplicios. Y con todo, se parecía un poco a su madre.

    −¿Conoce de hace mucho a mi madre? –Preguntó él mientras se apoyaba en la cerca.

    −Tanto como te conozco a ti, mi amigo –vi que él me miraba con extrañeza, una señal de que estaba a punto de romper con parte de mi compromiso de confidencialidad –bueno, me han hablado mucho de ti, por si te interesa saberlo.

    −¿Quiénes? ¿Alguien en especial?

    −Más de alguien si nos referimos a tus amigas –abrió los ojos sorprendido…sí, así es amigo, de qué te sorprendes–. Debo confesar que tu firma de bicicleta destruida es muy curiosa.

    −Fueron accidentes –replicó el chico con el rostro enrojecido– y ya están solucionados…

    −Comprendo, comprendo, sólo bromeaba –permanecí callado, a la espera de que él dijera algo, mas como no abría la boca, supe que debía continuar–. Son unas chicas muy especiales…

    −¿Cómo dice?

    −Tus amigas…eres muy afortunado de tener esas amistades –dejé escapar el humo de la última pitada–. He aprendido a conocerte gracias a ellas y…he aprendido a conocerlas bien.

    −Bueno, sí…sí son especiales –reconoció él, algo abochornado…no, había algo más tras esa expresión…un nerviosismo…claro, el nerviosismo de quien se enfrenta a algo demasiado grande.

    −Tú sabes cómo te ven ellas, ¿no es así? –No obtuve respuesta más allá de su silencio y la cabeza gacha…sí, me acercaba a mi objetivo–. Sabes que el tiempo y ciertas actitudes pueden acarrear ciertos efectos –lo miré unos segundos. Estaba demasiado avergonzado como para hablar–. Ellas decían de ti que eres denso, mi amigo…pero yo creo que no eres denso, sólo finges no saber nada porque resulta más sencillo, ¿acaso no tengo razón?

    −Usted no entiende –murmuró él con angustia…sí, sí tenía razón–. Hace mucho que tomé una decisión, pero no sé nada de estas cosas…no sé cómo actuar…no sé qué decir…

    −Entiendo –tal vez sí había “Observación” pero también había “Algo de inmadurez” e “Indecisión” resaltada por la “Falta de experiencia”.

    −No me gusta esto…no me gusta saber que no hago nada por temor a hacer las cosas mal y al mismo tiempo, lo estoy haciendo todo mal…

    Se interrumpió, como si de pronto cayera en la cuenta de las cosas que estaba diciendo. Aquello me dio a entender un detalle significativo: Por más amigos que tuviera, con ellos no era del todo sincero, un detalle un curioso en un muchacho que a simple vista aparentaba cierta inmadurez mezclada con cierto toque de inocencia. Y era comprensible que se detuviera si consideraba lo absurda que era la situación en sí misma. Después de todo, yo era un desconocido para él más allá de cualquier vínculo que pudiera tener con su madre y él no sabía ni la mitad de lo que yo sabía de él, información que había extraído en tres sesiones diferentes y en unos pocos minutos.

    −¿Quieres conversarlo?

    Mis palabras no aliviaron su tensión. De pronto, se encontraba sentado junto a la puerta y yo de pie a su lado buscando otro cigarro aprovechando la ausencia de paredes. No había diván ni escritorio, no había fichas ni la garantía de la pulcritud de Helena…ni siquiera había una hora. No, esto tenía que ver exclusivamente conmigo. Porque el muchacho podía parecer atribulado, podía brindarle la oportunidad de relajarse y explayarse, pero dentro de todo, seguía siendo algo que hacía por mí mismo, para quitarme de encima la deuda pendiente que representaba su indirecta responsabilidad en mi mayor caída profesional.

    −Ni siquiera sé quién es usted –articuló el chico con incredulidad.

    −Sabes que me llamo Tom, que soy amigo de tu madre, que me tiene la confianza suficiente como para invitarme al cumpleaños de su único hijo a pesar de los años que han transcurrido…sabes que conozco a tus tres amigas, privilegio que no puede tener nadie más de tu círculo cercano sin mediar tu presencia, que conozco tu estela de destrucción y sabes también que sé algunos detalles tuyos que acabo de revelar –sonreí con el pitillo encendido entre los dientes− ¿Es suficiente para ti o quieres más datos?

    Dejó escapar un suspiro. Cuánto me agradaba esa pequeña acción. No era más que la previa a la declaración, a dejar ir todo con la confianza correspondiente. Finalmente podría entenderlo todo…por fin…

    −Comencé a viajar a los diez años…aunque dudo que eso represente una sorpresa para usted, ¿verdad? –Tenía razón, muchos chicos comenzaban a esa edad–. La verdad…ninguna de las situaciones que se fueron dando al comienzo fueron normales…es decir, recibí un Pikachu como pokémon inicial, el cual no me obedecía en principio…no recuerdo nada de mi padre salvo algunas referencias vagas –yo creía recordarlo, pero mejor no hacer mención de ese detalle–. Pero más allá de las batallas o de los logros…bueno, sé que no son datos menores pero…

    −Pero no te preocupan –completé, notando que estaba en lo cierto.

    −A mis primeros amigos los conocí…bueno, a mi primer compañero de viajes lo conocí en una batalla de gimnasio, después de la cual decidió acompañarme…y para qué hablar de mi segundo compañero, él sólo quería conocer a su ídolo –eran detalles interesantes, pero se alejaba de lo que realmente conocía–. Pero lo cierto es…es que lo singular fue cómo las conocí a ellas.

    Sí, a ese detalle quería yo llegar, a su punto de vista. Porque seamos honestos, ¿cómo chingados un mocoso de diez años se las arregla para que su primera amistad de viaje, la primera de todas, fuera precisamente con una chica? Precisamente era algo que quería saber dentro de toda mi rabia o cualquier rencor que le pudiera guardar.

    −A Misty la conocí…la conocí cuando me pescó de un río –agradecí no tener la libreta en las manos que pudiera dejar caer debido a la sorpresa, aunque me obligué a morder el cigarro para no dejarlo escapar–. Y…bueno, supongo que sabe lo de la bicicleta, ¿verdad? Pero lo cierto es…que de haber sabido a qué me llevaría todo eso, lo habría hecho de nuevo, a pesar de las dificultades.

    −Fue tu primera amiga, ¿no es así? –No necesitaba que respondiera, con la sonrisa me bastaba.

    −Siempre ha sido gruñona, mandona, gritona, a ratos agresiva…pero al final, terminé por sentir afecto por esa parte de ella…acaso porque a su lado, cada día me parecía una aventura…o porque estaba allí siempre que la necesitaba…o porque en los momentos más difíciles…no sabría explicarlo, pero nunca he sido capaz de definirla con palabras…de comprender por qué cuando nos separamos, por primera vez en mi vida me sentí tan vacío…es decir, vinieron otras separaciones, pero nunca fue lo mismo.

    Con aquellas palabras lo dejaba todo claro. Ya sabía qué quería sin que me lo dijera con todas sus letras. ¿A esa decisión se refería? ¿O se refería más bien al recuerdo mismo? Aunque a juzgar por la mirada…era más que melancolía, más que nostalgia, más incluso que un recuerdo de infancia. Porque cuando un acontecimiento incide hasta en las acciones más recientes, puede ser de todo menos la misma nostalgia. El chico tenía claras sus intenciones, pero había algo que lo refrenaba. ¿Sería acaso la imagen misma de esas chicas? ¿Sería acaso el temor que le inspiraban? ¿O era un temor más arraigado a sí mismo?

    −Por algo se le llama crecer, ¿no? –Me sentía estúpido pretendiendo actuar como un padre, pero parecía funcionar–. Fue tu primera amiga y…me imagino que influyó en tu manera de relacionarte con las chicas, ¿no es así?

    −Es gracioso que lo diga de esa forma…pero las cosas se dieron diferentes –no me cabía en la cabeza de qué forma podían serlo si cuando se enojaban…−. Verá, todo tenía que ver…porque cuando conocí a May, me di cuenta de que a pesar de tener todo para empezar mejor, era peor que yo cuando era un novato…es decir, ¿empezar un viaje de entrenamiento pokémon cuando detestas a los pokémon? No tiene lógica, no podría tenerla y a pesar de todo, ella quiso viajar conmigo y…y Dawn…bueno, ella se parecía un poco más a mí, pero en más de una ocasión no fui capaz de entenderla cuando ella a mí sí y…

    −¿Te atormenta el no poder entender a tus amigas? –Ni siquiera le dio para asentir…pobre chico, que tuviera que presionarlo para que me dijera su problema…que otras personas tuvieran que llevarme hasta él y no él buscar la ayuda…tal vez ya no lo odiaba tanto, pero la deuda seguía estando–. Ash…nadie dijo que fuera sencillo…es decir, ellas mismas parecen no entenderte y…

    −Oh por favor, no las ha visto…

    −¿Por quién me tomas? Vengo informado, claro que lo sé y ellas no entienden tus acciones, no entienden cómo otros pueden captar lo obvio pero tú no…y aquí estás, demostrándome desde el principio que sí entiendes lo obvio, pero que has preferido todos estos años hacerte el despistado porque resulta más sencillo…o porque directamente te da miedo afrontar esa decisión que tomaste…

    −¡Yo no tengo miedo! –Sí, me gustaba ver que, a pesar de todo, podía apelar a su orgullo.

    −Entonces, si tomaste una decisión, ¿por qué no has hecho nada?

    −¡Porque no quiero hacerle daño a ninguna! –Esperaba cualquier cosa menos una respuesta de ese tipo…tal vez sí había algo de “Nobleza” más allá de “Cobardía”–. He compartido con ellas los mejores años de mi vida y…y…la sola idea de que por mi culpa puedan terminar destrozadas…que por mi decisión…

    −¿Y no has pensado que tu silencio puede ser más destructivo que la respuesta en sí? –Ash me miró confundido, la misma expresión del paciente cuando soltaba una frase que parecía resumirlo todo–. Piensa que ha sido mucho tiempo…piensa que ellas esperan algo de ti, no una acción, no un regalo, ni siquiera una mirada, más bien tu decisión, tu pensamiento y sentimiento y no me mires con esa cara, siempre será así porque a veces, mi amigo, una respuesta puede ser muy dolorosa, pero es la verdad al fin y al cabo y ésta vale por sí misma, se agradece eso a una agonía que no termina.

    −Lo dice como si fuera muy sencillo –gruñó el chico y por primera vez, su expresión se desdibujó ante mi borrosa mirada…

    Es fácil hablar así si no sabes lo que siente el paciente, ¿no es verdad?

    Ah no, no me iba a salir con esa gracia…y maldita mocosa, ¿por qué tenía que aparecer en mi cabeza? Cuando creía tener la cabeza fría, venía ella y me recordaba por qué estaba furioso…y por qué hacía lo que hacía…pero dentro de todo, las dudas del chico seguían teniendo un fundamento sólido. Porque realmente no sabía nada de mí. No sabía que todo aquello lo hacía no por él sino por mí. No sabía que mientras lo atendía, lo único que esperaba era redimirme de mi propio fracaso y encontrar una explicación para todo aquello…una razón que explicara por qué tres chicas con familia buscaban la ayuda de aquel que parecía destinado a comprender menos sobre asuntos del corazón y más sobre la cabeza…

    Por qué ellas confiaron en mí a pesar de todo…

    −¿Acaso crees que son una niñas caprichosas a las que no se les puede decir que no? Si ésa es la idea que tienes de tus amigas, me sentiría muy decepcionado de lo poco que las conoces −¿De dónde salía todo eso? Por supuesto que de ningún libro de texto–. Misty puede ser terrible cuando se enoja, pero te aseguro que eso no es otra cosa que un mecanismo de defensa que ha empleado porque la vida la ha golpeado duro y teme volver a ser herida si revela ese lado amable que la vuelve una muchacha encantadora; May es una chica que se ha sentido inferior a lo largo de su vida por ser incapaz de estar a la altura de las expectativas, que se siente culpable de perseguir sus propias metas, pero que oculta en esas acciones el valor para ir contra todo lo establecido, sin por eso dejar de ser una chica dulce; y Dawn…bueno, posee una fiereza de los mil demonios, un lado rudo y presumido desarrollado con tal de estar a la altura de un mundo a veces demasiado cruel al que le puede temer, pero que enfrenta a pesar de todo…tal vez no quiera demostrar demasiado ese lado sensible porque quiere parecer fuerte ante los demás, en especial ante las personas que admira, dejándose de lado todo este tiempo, sin permitirse ser quien es con tal de no defraudar a quienes han puesto su confianza en ella, aquellos que todo le han enseñado…olvidando sin querer la ternura que forma parte de ella…que en el fondo, sigue siendo más alma y corazón que ninguna –me detuve, asombrado de todo lo que había dicho…sí, me había arrancado del guión para crear un discurso resaltando virtudes…una verdadera oda a mis pacientes…qué ridículo, ni que fuera poeta…pero al parecer había funcionado, porque Ash me miraba con los ojos abiertos al máximo–. Son fuertes, mi amigo, tú les has enseñado a ser fuertes y por eso, sea cual sea la decisión que tomes, piensa que tiene valor por ser la verdad y sabrán enfrentarla.

    −Gracias Tom –murmuró el entrenador con alivio, como si lo realmente importante ya estuviera hecho cuando en realidad, no era así. Y eso lo notó en cuanto puse una mano en su hombro.

    −Aunque déjame advertirte que si lo dilatas más y ellas salen perjudicadas, te buscaré y te estrangularé con mis propias manos –al verlo palidecer, no pude evitar soltar una carcajada y palmearle la espalda–. Estoy bromeando, relájate.

    Lo escuché reír nerviosamente antes de pisar la colilla y entrar en la casa. Aunque había algo de verdad…porque claro que lo estrangularía si volvía a ver a una de esas tres en mi consulta…no, no lo estrangularía, lo pondría en mi lugar, a ver si le gustaba la idea que por tipos como él, tipos como yo sufrían lo indecible. Aunque a decir verdad, todo habría sido muchísimo más sencillo de haber sido él el primero en asistir a mi consulta. Me habría ahorrado rabias y bofetadas…sobretodo bofetadas. Claro que ellas no notarían nada, aunque tampoco lo deseaba. Por muy egoísta que pudiera sonar, todo lo hacía con tal de quedar bien conmigo mismo y probarme que, a pesar de todo, sí era capaz de estar a la altura de cualquier desafío.

    Ahí estaba, la fuente de todos mis males…y seguía siendo un chiquillo asustado de la vida a pesar de la experiencia que le brindaba tanto recorrido…de pronto, todo el origen del problema parecía absurdamente sencillo, al punto que me resultaba imposible ocultar cierta paz interior, cierta tranquilidad…más allá de saber que has cumplido con tu deber o contigo mismo, la satisfacción residía más en arrebatarle la amenazante máscara al problema que te torturaba en el pasado para revelarlo tal y como era desde el principio: Un pequeño bache en el camino, nada más, nada menos.

    Eso ameritaba un cigarrillo de la victoria…un habano me parecía más apropiado, pero el cigarrillo estaba bien…no, un habano y un vaso de whisky…no, no había nada de eso, así que el cigarro…

    Me detuve a unos pasos de la puerta de mi habitación al ver quién estaba apoyada en ella…

    −¿Dawn?

    La chica llevaba puesto un pijama rosa y el cabello suelto. ¿Tan tarde era? No tenía noción del tiempo, así que venía a dar lo mismo. Lo que sí me extrañó fue su expresión cohibida y el sonrojo en su cara. Me transportó a nuestra única sesión…ay no, otro problema…

    −Doctor… -apenas la escuché, así que me acerqué con el ceño fruncido.

    −¿Qué sucede muchacha? ¿Pasa algo?

    −Quería…pedirle disculpas por lo que pasó en su oficina.

    −¿Qué? –Sólo la mirada avergonzada de la muchacha, fija en mi expresión interrogante, me ayudó a ver la luz–. Ah, eso, te refieres a eso –sonreí, ya nada me quitaba la expresión alegre del triunfo y mi cigarro de la mente–. No te preocupes, no hay nada que disculpar, en realidad me comporté como un idiota y…

    −Tom –la tensión en su voz y el hecho de que me llamara por mi nombre y no por el título me cortó el aliento– todo eso que dijiste…todo… ¿Es verdad?

    −¿Qué? –Una pregunta como ésa no parecía encajar, de manera que no era capaz de asimilarla.

    −Todo lo que hablaste con Ash…lo que le dijiste sobre mí…todo eso… ¿Es verdad?

    ¿Había escuchado? ¿Había escuchado la conversación? Bueno, eso era lo de menos, porque en realidad me incomodó la pregunta. ¿Acaso me creía capaz de mentir? No, ésa no era la pregunta correcta… ¿Acaso la había ofendido? ¿O realmente me creía un mentiroso de los peores? Demonios, ¿qué había hecho para cagarla esta vez? Repasé mentalmente mi discurso, rápidamente palabra por palabra, en particular todo aquello que hacía referencia a la muchacha frente a mí…y no, no sabía de ninguna ofensa, a menos que realmente le ofendiera mi descripción de su personalidad…de una u otra forma, la había cagado en algo y no tenía otra forma de averiguarlo que afrontando la pregunta para la cual sólo tenía una respuesta…

    −Bueno…sí…

    De pronto sentí algo extraño…un impulso repentino de la gravedad que tiró de mi cabeza con brusquedad y un calor intenso en la mejilla derecha. Había sucedido todo tan rápido que tardé demasiado en asimilar lo que en realidad ocurría y cuando lo hice, sentí que algo me arrancaba de cuajo las entrañas, dejándome vacío.
    Era un beso…Dios mío, la muchacha me estaba besando la mejilla. Apenas había sido un segundo, pero me pareció eterno acaso porque yo no estaba ahí, mas cuando sucedió vi que la chica me miraba decidida a los ojos y esbozaba una sonrisa, sin desaparecer el rojo de sus mejillas. La observé sin ver cómo caminaba hacia su habitación y al llegar a ella, contuvo una risita…tal vez mi expresión de asombro era cómica…

    −Buenas noches Tom.

    Incluso después de cerrar la puerta, permanecí ahí incapaz de creer lo que había sucedido. Esperaba una bofetada, un puñetazo, una patada en mi punto débil básico… ¿Dónde demonios encajaba eso? ¿Qué quería decir? Quería sacar conclusiones, mas ninguna parecía encajar ni con la situación ni con el perfil psicológico que tenía de la muchacha.
    Lo peor es que Natu, al verme entrar, me miró con expresión socarrona, sin duda al tanto de lo que había ocurrido y su conclusión no me hizo mucha gracia:

    −¡Qué mierda quisiste decir con eso de pederasta!
     
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  13.  
    MrJake

    MrJake Game Master

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    Madre mía amigo, que bien te lo montas. Y vaya, consigues hacer que me intrigue y me monte películas que posiblemente no sean ciertas jajaja. En fin, yo tenía claro que la elegida era Misty, pero que Dawn actuase así me hace pensar que no escuchó la conversación, sino que Ash se lo contó, y eso quiere decir que, ¿ella es la elegida? Y, ¿¡qué pasa con May!?

    *Modo fan de Aura/May On*
    ¡Oh, por el amor de dios! ¡¡Si ella es la mejor de las tres!! Ash debe elegirla a ella, debe, ¿¡es que ni se lo piensa!?
    ¡Advance Shipping... oe oe oe oeoeoeoeee (?)!
    *Modo fan de Aura/May Off*

    En fin, no noté grandes fallos. Debo decirte que la trama me hipnotizó, y conforme leía, más quería leer. Espero que esto continúe pronto ;)
    ¡Eh, eh, eh! ¡Se me olvidó comentar algo! Ese psicólogo, Tom... ¿será quien yo creo que es? Varias frases y cosas del último capítulo me hacen tener una hipótesis... paranoias mías, seguro x)
     
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  14.  
    Navaja

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    Waw Figlio di Ladro, tu historía me ha dejado perpleja.

    Hace tiempo no leía una historia tan buena y profunda. Es bastante intensa y a pesar que tocan ese tema tan trillado, que a decir verdad me tiene aburrida ver versiones y versiones de la misma cosa, pero tu historia es distinta, amigo y me gustó mucho! Y lo mejor de todo es que pareces tener bastante conocimiento acerca de la psiquis humana y eso le da el sabor a tu historia, es el ingrediente secreto que le da su toque especial y la hace verdaderamente única.

    Lo que más me gustó fue el aire profesional de la historia, ese escarbar en los detalles hasta sacar el más mínimo detalle y lo mejor es que te creí :) No soy mucho de ver parejitas en la serie pero te creo cada palabra y eso aprecio en las historias: la verosimilitud.

    Así que, ¿qué puedo decirte? La narración es impecable, fluida, certera y lo mejor es que me hace entrar en la historia y es muy sorprendente, o sea, jamás me esperé que Dawn tendría ese gesto con el doctor, también quedé cómo ¿de dónde salió eso? pero esa es la idea de na historia con tantos vuelcos y problemas como este. Los personajes problemáticos me gustan y si lees alguna de mis historias de darás cuenta que siempre elijo personajes bastante problemáticos, hasta el nivel que duden de su propia cordura, pero bueno, son gustos y dejame decirte que Tom me ha fascinado. Tan sabio, pero también con bajos y altos... una maravilla.

    Decidí seguir tu historia y ahora que tengo tiempo puedo comentar cuando publiques :) Nos vemos
     
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  15.  
    Figlio di Ladro

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    Me alegra que haya sido de tu gusto toda esta locura, pero tranquilo viejo, algunas cosas se irán sabiendo de a poco, muy de a poco. Gracias por seguir la historia, en verdad gracias y sobre la identidad de Tom...te sugiero que mejor no le des más vueltas, Tom es Tom, es mi intención que se vaya mostrando eso de a poco. Por lo demás, nuevamente gracias por seguir la historia.

    En serio gracias, querida, me alegra mucho saber que esta historia ha conseguido captar tu atención. Mi intención siempre ha sido estar a la altura de las expectativas de todos los lectores y espero seguir complaciendo a cada uno de los que siguen esta historia, incluyéndote, por supuesto. En algún momento pasaré a ver tus obras, es una promesa. Y gracias por las palabras que has dedicado a Tom, espero que siga logrando ganar un lugar en el corazón de todos a medida que avanza este relato.

    Un saludo y gracias por seguir los capítulos. Nos estamos viendo.
     
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  16.  
    Figlio di Ladro

    Figlio di Ladro Iniciado

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    Escritor
    Título:
    La Consulta del Caos
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    13
     
    Palabras:
    4378
    Antes de comenzar, quiero agradecer a Navaja, GalladeLucario y juanjomaster y a todos aquellos que han decidido darle una oportunidad a esta historia. El riesgo crece a medida que se avanza y espero poder complacerlos como corresponde con este nuevo episodio. Sus opiniones, sin importar cuáles sean, son bien recibidas y se agradecen, ayudan a pulir el trabajo y entregar un producto como corresponde. Sin nada más que agregar, los invito a una nueva sesión de esta caótica consulta.
    Caso 5
    Brock
    El ruido llegaba hasta mis oídos y no suponía nada agradable… ¿Cómo se atrevía Helena a subir el volumen de esa cosa a ese nivel? No tenía nada en contra de una tele pequeña portátil, pero estaba desafiando los límites…y qué canal tendría puesto, qué clase de porquería estaba viendo, en el nombre de…

    Natu estaba molesto y sus sonidos me daban a entender que sí, el sonido del otro lado era el que me había despertado. Agucé el oído y escuché cosas como: “Dulce flor que con tu belleza iluminas al mundo” o “Dame un poco de tu luz para…” hasta que decidí que era demasiado. Nunca había tenido motivos serios para considerar despedir a Helena, pero si no bajaba el volumen o cambiaba de canal, alejando esa cursi telenovela, tendría que…

    −¡Doctor! –Hablando del diablo, la cabeza de mi secretaria apareció tras la puerta, al parecer muy incómoda.

    −Helena, no estoy en contra de esa mierda que llamas telenovelas, pero si no bajas el volumen…

    −No doctor, es que…

    En un segundo, un grito de dolor nos sobresaltó a mí y a mi amigo mientras unos pasos hacían temblar el piso. No tardé en ponerme de pie y correr hacia la puerta para abrirla de par en par. ¿A qué clase de fenómeno había dejado pasar Helena? Sabía que era psicólogo, mas no domador de bestias, y a juzgar por los gemidos de dolor, parecía que tendría que hacerle frente a una relativamente peligrosa…

    Bueno, al ver la sala de espera, me di cuenta de que algo de razón tenía.

    −¡Te dije que no hicieras un papelón aquí!

    Y qué papelón…

    Una cabellera pelirroja y una expresión de furia que haría temblar hasta al Gyarados más poderoso de todos los mares existentes…sí, sí era ella y para más remate, le tiraba la oreja a un joven moreno de cabello levantado y ojos muy pequeños, entrecerrados se podría decir, todo con tal de alejarlo del escritorio…no, lo estaba alejando de Helena, quien veía la escena muerta de vergüenza. Desconcertado, busqué la tele encendida y no la encontré por ninguna parte. ¿No era una teleserie? ¿Acaso…? No, no podía ser que esa sarta de sandeces cursis hubiera escapado de un ser humano cuerdo…

    Cuerdo…ah, ya entendí.

    −Muy bien, esto es una consulta, no un ring de lucha, así que si me hacen el favor…

    De inmediato Misty lo soltó, dejando ver el impulso que ejercía sobre él al punto de dar al piso con un golpe sordo que me llegó a doler. Lo extraño fue que se sonrojara…no, no podía ser extraño. Dudo que quisiera mostrar en un lugar como el mío, mi glorioso imperio de la paz rota cada dos por tres, esa faceta que yo había adivinado, mas nunca quise ver de verdad. La había visto de otra manera y todo cuanto me quedó fue agradecer el que no fuera mi oreja la víctima de esas tenazas llamadas dedos.

    −Doctor…lo siento –murmuró mientras extendía la mano, gesto que también me sorprendió demasiado, mas no por eso dejé de estrecharla–. Verá…no soy yo…quiero decir…mi amigo…

    −¿Siempre es así? –Pregunté mientras miraba cómo intentaba incorporarse.

    −No ha visto nada –soltó con tono furioso–. Le pedí que no montara una escenita aquí, pero ya ve…por eso le recomendé venir y decidí acompañarlo por si las dudas.

    −Bueno… ¿Por qué no me deja hablar a solas con él? Eso casi siempre funciona –la miré de reojo y quizá me vi demasiado siniestro, porque ella no tardó en apartar la mirada−. ¿Funcionó con usted?

    −Sobre eso…me gustaría hablar con usted…

    −Después de la consulta, ningún problema, pero por ahora, si me disculpa…

    Como no tenía paciencia para esperar, agarré al joven del brazo y lo ayudé a levantarse, indicándole con un gesto que me siguiera. Helena y Misty no tardaron en dejarnos el paso libre. No perdí tiempo en formulismos ni nada, de manera que saqué la ficha que había dejado Helena temprano en el escritorio y le eché una mirada rápida…qué extraño, a solas parecía muy centrado, incluso simpático.

    −Así que…Brock de Ciudad Plateada.

    −Así es –estreché la mano que extendía–. Disculpe lo de hace un momento, pero…

    −¿Tú eras el de los sonetos cursis? –Me divirtió su expresión avergonzada al asentir–. Por la cara de Helena… ¿Ya se conocían?

    −La verdad es que no.

    −Interesante –creía tener la raíz de los problemas, pero mejor asegurarse–. Mira, ya pasamos la presentación y esas cosas, ¿te parece si te recuestas en el diván y empezamos de inmediato?

    Mientras él seguía las indicaciones, aproveché para que Natu trepara hasta mi hombro y agarrar mi fiel libreta de apuntes, la cuarta del año. Una vez en la silla y con Brock tendido cuan largo era, aún masajeando su oreja dolorida (cómo la agarraría Misty, madre de Dios) me pareció oportuno anotar en la libreta “Locura espontánea, confirmar causas”. Buscando un punto de partida, empecé por lo elemental:

    −Bien, mi amigo, hábleme de su familia.

    −¿Mi familia? Bueno, tengo nueve hermanos, siendo yo el mayor –casi se me cae la libreta…vaya, ¿acaso sus padres no conocían la televisión o el padre tenía adicción a ciertas pastillitas azules?–. Y durante un tiempo, ellos estuvieron ausentes, de manera que tuve que hacerme cargo de mis hermanos en todos los sentidos.

    −Especifique los sentidos si es tan amable.

    −Lo elemental, lavar, planchar, cocinar, cuidarlos, atenderlos, esas cosas –qué barbaridad, “Gran responsabilidad prematura”–. A eso añádale que me hacía cargo del gimnasio de mi ciudad por aquel entonces.

    −Comprendo –y no había muerto de stress…muy fuerte, sin duda–. Pero…deduzco que ya no, ¿verdad?

    −Ah no, mis padres volvieron y uno de mis hermanos es el líder, así que en ese sentido, está todo cubierto.

    −Pero seguirá pesando como una etapa inolvidable –bueno, “Ausencia prolongada de padres”, un detalle significativo–. Bueno…dudo que Misty le haya recomendado venir por eso, ¿no es así?

    −Bueno…reconozco que me ha agradado conversarlo con alguien, pero ella dice que mi mayor problema es…bueno, son las mujeres.

    −Entiendo –No me digas…por cómo te tratan, parece que sí–. Cuénteme más.

    −Es extraño…pero creo que me gustan las mujeres –intenté contener la risa.

    −Bueno Brock, si no le gustaran las mujeres, tal vez sea un problema para algunos y le digo que yo no trato algo así, principalmente porque…

    −Es que me gustan demasiado –ah bueno, así sí– quiero decir…cuando veo a una chica hermosa, por alguna razón se me nubla todo y no soy yo cuando las veo…y empiezo a comportarme como un…como un…

    −¿Loco? ¿Idiota? ¿Exagerado? ¿Actor de teleserie mala? ¿Mala copia de Romeo?

    −Muchas gracias, doctor, pero sí, por desgracia es cierto –me mordí la lengua; qué podía decir, este chico me estaba haciendo reír–. Es que es extraño…tendría que ir con los ojos vendados, porque apenas las miro…

    −¿Ha probado pensar en otra cosa? Enfocar su mente en un punto infinito que…

    −No puedo, no puedo controlar nada, la mente no funciona, mi cuerpo actúa solo y las palabras parecen brotar por arte de magia –miró hacia la ventana con aire soñador antes de continuar− ¿Qué tendrán que nos vuelven locos?

    −¿Quiénes?

    −Las mujeres… ¿Qué tendrán?

    −Hable por usted, porque en lo que a mí respecta, no recuerdo haber tenido esas…reacciones –anoté “Explosivo e impulsivo, efecto inusual en su organismo ante la presencia femenina medianamente atractiva”. Entonces, recordé un detalle que quería averiguar–. Y usted… ¿Cómo conoció a Misty?

    −Gracias a mi amigo Ash –Ash…maldito por el fuego ese condenado nombre, no sabía si darle las gracias por ser la fuente de mis pacientes recientes o matarlo por…bueno, ya vería más adelante–. Ella viajaba con él y…bueno, viajamos juntos hasta que nos separamos un tiempo…y después volví a viajar con él, claro que ya por aquel entonces nos acompañaron otras personas como Max y May durante un tiempo y después Dawn…

    Mierda, mierda, mierda…tres nombres conocidos de golpe y el último no hizo otra cosa que incomodarme. Todavía recordaba esa memorable nochecita en la que se me ocurrió psicoanalizar rápidamente a ese Ash, siendo la sesión escuchada precisamente por Dawn para luego…sí, ese beso seguía dándome vueltas, quemándome la cara… ¿Por qué lo había hecho? ¿Acaso se debía a mi largo y pomposo discurso acerca de virtudes? Y si…no, carajo, estaba lejos del tema…aunque esos nombres me llamaron la atención por algo…

    −Es curioso Brock, muy curioso –noté que el joven me miraba con expresión interrogante, por lo que continué la idea–. Conozco a las tres muchachas que ha mencionado por razones similares y…bueno, sé que puede sonar mal que lo diga, pero las tres son muchachas atractivas, así que ¿no experimentó reacciones similares ante ellas?

    −¿Ante ellas? No, ellas eran diferentes −¿Diferentes? ¿Sí? ¿En qué? ¿Eran encarnaciones divinas que te repelían? ¿O eran demonios que te aterraban? Aunque bueno…esa última descripción…− Misty es como mi hermana mayor, mi cable a tierra; May es como…cómo decirlo…bueno, en realidad May y Dawn eran como mis hermanas menores, sobretodo Dawn que se parecía tanto Ash…y ahora que lo pienso, May también, aunque un poco…

    −Ya veo –nunca pensé que tuviera ese “Instinto Fraternal desarrollado” con una clara tendencia a “Proteger” y “Enseñar”– Así que con ellas nunca…pero con otras sí…qué extraño…eso no es normal…

    −Oh, por favor doctor, por algo somos hombres, reaccionamos, ¿no es así?

    −Amigo, las mujeres son seres humanos, no son seres divinos, así que no veo razón para comportarse con ellas de otra forma que no sea con la normalidad requerida –aquella exaltación que hacía Brock a la figura femenina me ponía los pelos de punta–. Míreme, convivo con una mujer a diario, mi secretaria, y se comporta como mi hermana mayor en todo sentido –dejé escapar una risa–. Todos los santos días la aguanto y no me produce nada.

    −Doctor, eso es imposible, tiene que haber alguna oportunidad en la que alguna mujer lo pusiera contra las cuerdas…

    −¿Te refieres a peleas? Uf, si supieras, hace ya unos años que en una ocasión…

    −No, no me refiero a eso, me refiero a explosiones –me miró con tanta seriedad que por segundo creí que me revelaría el secreto de la vida–. Nunca… ¿Nunca le ha pasado que por estar cerca de una mujer o debido a una acción de su parte, usted siente que todo se pone de cabeza?

    Visto así… ¿De cabeza? Tal vez ausencia…sí, tal vez dudas, ausencia, esas cosas…sí, quizás sí…sí, tal vez Brock tenía razón, porque sí recordaba una ocasión en la que me sentí ausente, lejos de todo y el tiempo por una acción insignificante, sintiendo que toda mi energía desaparecía y el calor amenazaba con reducirme a cenizas y todo tenía su origen en…

    No…no…no…mierda…no, mierda, mierda, mierda… ¡No, no podía ser!

    −No, definitivamente nunca y creo que he sabido invertir bien esas energías que tú usas en esas actuaciones tuyas –volví mi vista a la libreta, pero los picotazos de Natu no me ayudaban, porque sin duda que recordaba lo mismo que yo y se burlaba de mí–. Pero estamos hablando de ti y no de mí…y creo que todo esto puede tener una explicación en alguna región alterada de tu cerebro.

    −¿Habla en serio? –Mi tono profesional pareció alarmarlo, lo cual me ayudó a encontrar cierto relajo.

    −Verás, tus reacciones me recuerdan un poco a las alergias, pero con un funcionamiento contrario –dejé la libreta en el regazo y levanté ambos índices–. Las alergias, como debes saber, son reacciones exageradas ante ciertos estímulos, generalmente síntomas físicos en su mayoría que nos impulsan a evadir dichos estímulos –alejé mis dedos–. Sin embargo, tú reaccionas a la inversa ante dichos estímulos, en este caso, las mujeres –acerqué los dedos hasta que se rozaron–. Por eso tiene algo de alergia, mas no es nociva…al menos no para ti, lo cual me da a entender que, en algún momento, estuviste expuesto a tales estímulos…tal vez una ciudad llena de mujeres hermosas, no lo sé, lo cual provocó un cortocircuito en tu cerebro al punto de, digámoslo así, generar reacciones similares cada vez que te encuentras de frente con el estímulo, luchando por estar cerca de esa mujer, qué se yo –la cara del joven era todo un poema, por lo cual me puse de pie–. Podríamos tratarlo con medicamentos que podrían servir para relajarte…aunque también un tratamiento con impulsos eléctricos externos aplicados a ciertas regiones de tu masa cerebral podría ayudar.

    −Eso que usted menciona suena doloroso –confesó Brock con una mueca.

    −Bah, no es nada, pero sí requiere de más de una sesión y por desgracia, ya acabamos aquí, así que deberías pedir una… −Recordé la cara de Helena y me arrepentí en el acto–. Pídele a Misty que concierte una cita dentro de una semana y hablaremos del tratamiento, ¿te parece? –El joven se puso de pie, segundos que aproveché para entregarle una receta escrita a la rápida–. Y esas pastillas te mantendrán relajado y desconectado, una cada dos días, son muy fuertes.

    −Vaya, qué drástico –estaba a punto de salir cuando le puse una mano en el hombro.

    −Ahora vamos a hacer un ejercicio –me miró extrañado, mas su expresión no tardó en mutar en terror al ver la mía–. Vas a concentrarte y pensar en cualquier cosa, así saldrás tranquilo de la consulta y sin decir ni una palabra, sin siquiera dirigirte a Helena…porque a la menor señal de escándalo o acoso, suplicarás sesiones largas de electroshock cuando te ponga las manos encima, ¿he sido claro? –Apenas tuvo fuerzas para asentir débilmente, ante lo cual sonreí satisfecho–. Perfecto, ahora vamos a avisar que ya terminamos por hoy.

    Al salir, noté que Helena y Misty conversaban animadamente, levantando ambas la mirada al vernos a los dos en el umbral. Al parecer, la mueca de espanto de Brock era muy convincente, porque tanto mi secretaria como la líder de gimnasio (¿seguiría siendo líder?) lo miraban intrigadas.

    −Terminamos por hoy, así que… −miré a Misty unos segundos− ¿No me dijo que quería hablar conmigo?

    La aludida no tardó en incorporarse mientras le indicaba a Brock que tomara asiento. Me devolvió una mirada al notar lo que le pedía, pero yo le insistí en que buscara un asiento y esperara allí, quietecito, sin acercarse a mi secretaria, quien me miró como si estuviera haciendo una estupidez.

    −Descuida Helena, Brock me ha dado su palabra de que se comportará, ¿no es así mi amigo? –El joven asintió a duras penas y a duras penas yo pude contener la risa antes de entrar de nuevo a la consulta, sabiendo lo que Natu me estaba reprochando…pero qué puedo decir, ser sádico lo llevo en la sangre. Al parecer, Misty también estaba intrigada, pero no quería tocar esos temas–. Bueno, el problema de tu amigo es interesante…pero ya pasará, aunque dudo que quisieras hablar conmigo de eso, ¿no es así?

    −No…la verdad es que no –noté que, por alguna razón desconocida, le costaba mirarme a los ojos–. Quería…quería pedirle disculpas por…por lo de la última vez…

    −¿A qué te refieres? –Después de cada sesión, difícilmente podía recordar algo pasado, mas la mirada indignada de la chica despertó en mí el pánico necesario para recordar esa escenita suya montada con las otras muchachas–. Ah, te refieres a eso…no hay problema, no te preocupes –intenté sonreír, pero el nerviosismo lo hacía todo más difícil–. Sí, sí, no hay problema…quiero decir, enfrento eso a diario y…

    −Tom, discúlpame –que me hablara en ese tono y que para más remate me llamara por mi nombre de pila…

    ¿Nunca le ha pasado que por estar cerca de una mujer o debido a una acción de su parte, usted siente que todo se pone de cabeza?

    Maldito Brock… ¿Por qué su voz aparecía en mi cerebro? ¿Se vengaba en la distancia?

    −Pero Misty, ya te dije que…

    −Discúlpame por…por enfadarme contigo y…por tratarte tan mal cuando en realidad tienes razón, tú no estás obligado a ser la solución definitiva…quiero decir, simplemente enseñas a que nosotros podemos solucionar problemas y…

    −Bah, no exageres –le puse una mano en la cabeza, aprovechando mi ventaja de altura, bendita sea–. Ya vas por tus sueños, ¿no es así? –Desvió la mirada otra vez… ¿Por qué chingados?– Si es así, significa que todo está bien…

    −Pero te traté tan mal…y más después de lo que dijiste esa noche…

    −¿Qué noche? –Ella, por toda respuesta, me sonrió…y yo entendí todo a mi pesar– Así que me escuchaste…

    −Las tres te escuchamos –eso me cayó peor, pero intenté disimularlo–. Tom…si al menos supiera cómo agradecerte…

    −¿Estás bromeando? –Solté, intentando disimular mi incredulidad– No hice nada, sólo dije la verdad, lo que haría cualquier profesional…o lo que haría todo hombre cuerdo.

    −No todos los hombres dicen la verdad…

    −Entonces no todos son hombres –bueno, eso sonó crudo, porque entonces yo mismo no era un hombre…pero había dicho la verdad, al menos por primera vez en mi vida. Y en parte me molestaba que le dieran tanta importancia a un deber…bueno, más que deber, lo había hecho por mí mismo, la intención no era que ellas supieran que de vez en cuando, muy de vez en cuando, puedo decir cosas más allá de la ética–. Entonces, señorita Waterflower, ¿sigue sus sueños?

    −¿Me llamas por mi nombre y ahora usas mi apellido? –Gruñó ella, logrando arrancarme un escalofrío.

    −No exageres, sólo bromeo –qué problema la mocosa, tal vez debía considerar una nueva sesión– pero en serio, no te preocupes, ya todo está hecho y nada más importa.

    −Lo que tú digas es una cosa, pero lo que pueda pensar cualquiera de nosotras es otra muy distinta –qué raro… ¿A qué iba eso? ¿Había algo pendiente?– Entonces… ¿Volverás a atender a Brock?

    −Sobre eso… ¿Serías tan amable de pedir tú la hora por él? –Ella me miró intrigada, por lo que me vi obligado a explicarme–. Verás, su problema es un poco más complejo y necesitará más tiempo y…

    −¿Tengo que pedir la hora yo? –Soltó un tanto divertida.

    −No tengo nada contra mis pacientes, pero si se le vuelve a insinuar a Helena, quedará muy poco de él que pueda ser llamado por su nombre –me extrañó que la chica soltara una carcajada…lucía tan diferente…

    −Pero ahora está solo con ella…

    −Y en mi territorio, de manera que tengo la opción de romperle los huesos…y él lo sabe, por eso ahora confío –había algo extraño en su mirada…tal vez me excedí en amenazas, pero daba igual–. Ahora vete, ¿quieres? Tengo más asuntos.

    −Siempre los tendrás –observó ella para luego, inesperadamente, darme un abrazo que me dejó sin aire antes de llegar a la puerta–. Nos vemos Tom.

    −No lo pongo en duda –aunque cuando salió, no pude evitar soltar–. Mientras no sea en el pinche diván…

    Diván en el que yo mismo me dejé caer, muerto de sueño, mientras oía cómo todos se marchaban lejos de mi templo de la paz rota cada dos por tres. Quería dormir…necesitaba tanto dormir…pero no podría…no, ¿cuánto tardaría en aparecer ella en el umbral dejando caer un lote de fichas que tendría que revisar durante una puñetera hora antes del próximo paciente? Mientras fueran unos minutos para conciliar el sueño…

    −¿Tendrá que volver? –La voz tan familiar me arrancó de mis pensamientos con más eficacia que los picotazos de Natu sobre mi cabeza.

    −No te preocupes, no se meterá contigo.

    −No me quedó duda –aunque no podía verla, sabía que fruncía el ceño, aunque parecía ligeramente divertida− ¿Se puede saber qué le dijiste?

    −Que se lo pensara dos veces…lo usual, ya sabes.

    −Bueno…aunque eso de no dejarle hueso sano me pareció exagerado –No se lo había dicho a Brock…o lo había exagerado o había oído mi charla con Misty–. Debo deducir que la ficha…

    −Guárdala, haz lo que sea, pero ya volverá, aunque con el miedo…lo dudo mucho –sonreí mientras ella volvía a su puesto, siempre con la misma sonrisa irónica.

    En parte deseaba que no volviera. Deseaba de todo corazón que no volviera, acaso porque sus palabras seguían dando vueltas y lo último que quería era cuestionarme la vida misma a causa de un sujeto con una “alergia inversa”. Qué desastre…qué él me viniera con discursos de moral y que esas muchachas oyeran esas palabras de mí… ¿Adónde se iría mi reputación de psicólogo cínico? No, por unas cuantas palabritas cursis no podía dejar de ser el mismo…el mismo sujeto que tenía una cita con la barra en el bar un día viernes, el mejor relajo de todos…

    ¿Nunca le ha pasado que por estar cerca de una mujer o debido a una acción de su parte, usted siente que todo se pone de cabeza?

    Maldita sea… ¿Por qué? ¿Por qué todo de cabeza? ¿Por qué las mismas palabras?

    Al parecer, Natu sabía lo que pensaba, porque sus observaciones coincidían con la preocupación…

    −¿Qué quisiste decir con eso de despistado? –Nuevas burlas, como si me explicara por qué dos y dos son cuatro− ¿Que yo no sé nada de mujeres? Soy psicólogo, mi amigo –esta vez, estaba yendo demasiado lejos− ¿Cómo que eso no significa nada? Ah claro, tú eres muy sabio, entonces dime por qué crees que hizo eso –La respuesta inmediato me generó un insoportable ardor en las mejillas y un mareo espantoso− ¡Estás loco! ¡Eso es imposible! ¡Imposible! –Un nuevo argumento me desarmó− ¡El beso de Dawn no significa nada! ¡Es una mocosa y a esa edad se puede hacer cualquier cosa! ¡Deja de chingarme de una vez!

    Estaba harto, con él no se podía hablar. Estaba tan relajado y él…lo peor de todo es que ni yo me convencía al decirle que estaba loco. Sabía que lo mejor sería salir y fumar un cigarrillo, eso siempre me tranquilizaba, pero los sonidos socarrones de Natu sólo tenían una maldita interpretación, la cual no podía tolerar…

    −¡Me vuelves a decir profanador de cunas y te juro que te lanzo por la ventana!
     
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  17.  
    Little Princess

    Little Princess Entusiasta

    Tauro
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    O.o! Siento no haber comentado en la anterior. Tema de tiempo... Bueno, pero comento en este!!

    Owo!! No me lo puedo de creer! Brock, problema con las chicas? (irony) Que bueno... La trama me lleva hasta su consulta, hace que me pierda en las palabras del doctor Tom... jum, tendría que ir a verle yo. Ok, no U.u

    Sigue pensando el el beso de Maya/ Dawn? Owo, veo temita xD.

    Todo está perfecto, no pillé ninguna falta.

    Frase provisional favorita: ¡Me vuelves a decir profanador de cunas y te juro que te lanzo por la ventana!
    No recuerdo haberme reído tanto en este fic.

    Y como todo está chupimegaguay...
    Sigue así!! Que Yo volveré a leer ;)

    Au revoir!
     
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  18.  
    Paralelo

    Paralelo Viajero dimensional

    Virgo
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    "Me vuelves a llamar profanador de cunas y te juro que te lanzo por la ventana" jajaja, me imagino la respuesta de Natu, "Tú que me lanzas por la ventana y yo que te zampo un Picotazo en toda la cara"
     
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  19.  
    alucard

    alucard Lord del Reino del Norte

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    Interesante; muy interesante... haz hecho lo que muy pocos han logrado; hacer de un cliché algo con tu propio estilo.

    Mis consejos son simples; a veces la fluidez de la narración se pierde y comienzas a divagar ligeramente; eso causa que utilizes más muletillas y redundancias de las que deberías.

    También la solución respecto al comportamiento de Ash fue más sencilla y clichada de lo que esperaba; pero utilizar un giro argumental para desviar la atención de él para cambiarla al doctor respecto a las chicas fue un suceso inesperado y arriesgado que me pareció bastante certero para cubrir la debilidad del razonamiento antes mencionado.

    No puedo decir nada del OoC de Ketchum, cualquier fic mínimamente romántico tiene eso y supiste manejar la caracterización de las chicas y Brock bastante bien.
     
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  20.  
    Navaja

    Navaja The best people in life are free

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    Por Dios, ¡la continuación fue mas rápida de lo que esperaba! Pero es mejor, así no le pierdo el hilo xD

    Admito, confieso y acepto que cuando leí el nombre de Brock en el título hizo que me saltara el corazón. Es de mis personajes masculinos favoritos y creo que estoy un poco enamorada de él. Éste muchacho si que necesita de un psicólogo y supiste darle una interpretación acertada y otra vez la verosimilitud inunda por completo esta novela, ¿estoy en lo correcto? ¿es una novela?

    Bueno, doy por hecho que Tom hizo fuertes lazos con sus pacientes, sobretodo con Dawn, siempre la recuerda y ¿por qué a ella? Se supone que Misty es la más cercana con todo lo que ha pasado y también la más comunicativa, si Tom recordara a alguien debiera ser a ella, sin embargo toda su atención recae en la menor de todas ¿será que le recuerda a alguna mujer de su pasado?

    Tu historia me arrebató muchas sonrisas y te agradezco eso. No ha sido un buen día para mi.

    Un placer leer tu historia y no olvidaré tu promesa, espero sorprenderte con algún relato (no me gusta llamarlas historias).

    Un beso!
     
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