Un cambio en nuestras vidas [sesshoxkago]

4º Capítulo
La noche ya se encontraba bien entrada, apenas se distinguían las sombras y los árboles, una “miko” y un taiyoukai tenían un encuentro que para ella resultaba repugnante y aburrido.
Un youkai de mirada jade observaba el encuentro de su hermana y ese Taiyoukai del norte, él asesino de su padre y decidió intervenir.


—Mientes—dijo Kanari con una mirada fría en su rostro—Ese acuerdo fue roto el mismo día en que asesinaste a mí padre— diciendo esto, se puso delante de Kagome y Tanake, interrumpiendo la cercanía que Tanake quería con su hermana.


Kanari detallaba con su fría mirada la apariencia del tan odiado youkai del norte, pronto entrarían en guerra y debía proteger a Kagome.

—Vaya, veo que has encontrado a tu hermana—dijo este último ignorando las anteriores palabras de Kanari —Lástima que se encuentra en el cuerpo de una débil humana—escupió con desprecio.

—No me subestimes—dijo interrumpiendo Kagome—No soy una humana normal, soy una miko—dicho esto apuntó su arco hacia él.


Tanake no se había fijado en el aura de Kagome, era inmensamente poderosa, pero no era el aura de una youkai, era el aura de una miko, esa mujer tenía razón, no debía subestimarla.


Anteriormente solo veía a nuestra miko-youkai como una posibilidad de tener las tierras del sur a su disposición, pero ahora que la veía un nuevo brillo apareció en sus ojos, el brillo de la lujuria.
Ella era simplemente hermosa, con una tez blanca como la nieve sin llegar a ser pálida, para ser una youkai en el cuerpo de una humana se veía muy bien y debería verse aun más hermosa siendo una youkai.

—Vaya Kanari—la miró atentamente, mientras tan solo recibía una mirada fría de la bella joven— tu hermana es simplemente hermosa como humana y ha de ser aun más hermosa siendo una youkai

La mirada de Kagome pasó a ser de fría al asco, al ver como el taiyoukai que tenía al frente la miraba con esos ojos negros con un brillo especial que ella reconoció como deseo.

—Muéstrame tu forma de youkai Kagome —una sonrisa siniestra se dibujó en su rostro —Nos divertiríamos mucho peleando.

—Cállate— dijo con indiferencia Kanari lanzándole un ataque con su espada.

Kagome no sabía que hacer, pero entonces su cabeza le empezó a doler recordando vagas imágenes que seguramente su mente había escondido.


Veía a una pequeña niña que jugaba con su padre, extrañamente el hombre se mostraba frío ante cualquier persona, pero dejaba al descubierto su verdadero carácter al estar con su mujer (Sonomi), su hijo Kanari y su más preciada posesión, su hija Kagome.

Llevo sus manos hacía la cabeza en un intento por proteger del dolor a su cabeza, todo sucedía tan rápido en su mente, se mostraban imágenes las cuales había olvidado al vivir en la época actual y en el sengoku, imágenes que nunca hubiera deseado revivir.

Tanto tiempo había perdido tratando de evitar su dolor de cabeza, que al abrir los ojos, cuando su dolor ceso, Kanari estaba lastimado en el piso y al parecer había logrado herirlo, ya que este huyó.


Se acercó rápidamente hasta Kanari, su pecho tenía una herida profunda pero que al ser un taiyoukai solo tardaría a lo máximo 4 días e cicatrizar, pero necesitaría de su ayuda. Él no sobreviviría si se tele transportara es por ello que decidió que lo llevaría a la aldea, después de todo no estaban tan lejos.

Tendría que llevar a su hermano pero ¿cómo?, una traviesa idea vino a su mente, decidida a hacer uso de su grandiosa idea tomó una flecha que llevaba y con la punta de esta se hizo un corte en el brazo.

Si derramaba su sangre, Inuyasha vendría, ¡que gran idea!, se alababa mentalmente mientras curaba su herida con sus poderes y empezaba a dar un poco de su energía a su hermano.

Inuyasha y Kikio se encontraban charlando sobre su futura vida juntos, Shippo se había quedado dormido e Inuyasha le contaba a Kikio todo lo que había cambiado Kagome. Kikio no podía creer que su rencarnación se haya vuelto tan fuerte como para volverle a la vida, pero se encontraba realmente agradecida.


Estaban platicando amenamente ya entrada la noche cuando Inuyasha siente presencias, no les da mucha importancia ya que estaban un poco lejanas a la aldea, el supuso que Kagome había ido a visitar a Sango cuando notó su ausencia.
Inuyasha siente el olor a la sangre de la “miko” y temiendo lo peor se para.

—Kikio, siento el olor a sangre de Kagome

—Vamos, a su lado se encuentra una aura hay una muy poderosa— diciendo esto la sacerdotisa se puso de pie rápidamente siendo seguida por Inuyasha.

Inuyasha y Kikio corren rápidamente al lugar en que se encuentran esas dos auras tan potentes, iban corriendo lo más rápido que podían, pero claro que el hanyou no dejaba a tras a la miko.

Al llegar ven como Kagome esta arrodillada de espalda a ellos y se encuentra sumamente preocupada, lo notan ya que Inuyasha puede sentir el olor a lágrimas.

Kagome se estaba desesperando la hemorragia no paraba y tendría que usar sus poderes, pero para usarlos necesitaba estar en la cabaña ya que había perdido mucha energía al resucitar a Kikio y aún no se recuperaba, lo más seguro es que caería desmayada.

Inuyasha se acercó a la miko para ver la razón de su preocupación, no pudo evitar el ponerse un poco celoso ¿cómo es que Kagome conocía y lloraba por un taiyoukai?
El hombre que Kagome tenía apoyado en su regazo era realmente bello, sus cabellos estaban sueltos y revueltos en el pasto, eran de un color dorado o rubio hermoso, tenía marcas en sus mejillas como las de Sesshomaru, pero de un color celeste claro y en su cabeza había una marca en forma de gota de agua, sus ropas tenían sangre por lo que dedujeron que estaba herido.

—Inuyasha ¡Ayúdame! — gritó la azabache al ver que el hanyou no hacía nada.

Desconfiado de quien pudiera ser, el hanyou aceptó y lo cargó en su espalda en dirección hacía la cabaña que compartían y lo tendió en un futón suavemente cuidando de sus heridas.

Kagome se dispuso a curarlo, abrió delicadamente la parte superior del traje de su hermano y le pidió a los demás que se retiraran. Cuando así lo hicieron, Kagome usó sus poderes de sacerdotisa viendo con éxito que las heridas de su hermano se iban cerrando rápidamente.
Después de estar así unos cuantos minutos Kanari recuperó la conciencia y le sonrió tiernamente a Kagome para que esta callera desmayada.

 

Miss vampire reportándose!!!! les traje un nuevo capítulo ^^ espero les guste :

5º Capítulo

Cuando así lo hicieron, Kagome usó sus poderes de sacerdotisa viendo con éxito que las heridas de su hermano se iban cerrando rápidamente. Después de estar así unos cuantos minutos Kanari recuperó la conciencia y le sonrió tiernamente a Kagome para que esta callera desmayada.

Kanari se levantó lentamente con el cuerpo de Kagome en sus brazos, se apoyó en una esquina y colocó la cabeza de Kagome en su regazo, lucía cansada, seguramente sus poderes no se habían recuperado del todo luego de haber revivido a esa ex-miko-muerta, los amigos de Kagome no han entrado y a su parecer se encontraban alejados de la cabaña por lo que decidió dormir, claro velando los sueños de su dulce hermana.

A la mañana siguiente unas palabras dichas en bajo tono trataban inútilmente de despertar a la perezosa azabache. El híbrido y los demás no habían venido en toda la noche por lo que supuso esperaban una indicación para entrar de parte de su hermana.

—Kagome…—Susurró recibiendo de respuesta unos movimientos de la azabache que hacían evidente el que no quería
despertar.

—Un ratito más... —Dijo casi con voz inaudible, que por sus desarrollados oídos pudo escuchar.

—Kagome… ¡Despierta! — gritó en su oreja haciendo que esta se levantara bruscamente.

—¡Baka! —fue lo único que articuló la azabache fulminándolo con la mirada.

—Kagome! Debemos volver a las tierras del sur, la guerra se adelantará y necesito entrenarte.

— ¿Cuánto tiempo tenemos?

—Dos meses, uno en el que entrenarás y el otro para que vuelvas a la aldea, pero…

— ¿Pero qué?

—Cuando recibas tus armas, no podrás volver a ser humana.

—Kanari!, eso no importa, además me empieza a gustar más mi verdadera forma que el de una humana parecida a otra

— Esto lo dijo recordando todas la comparaciones y confusiones con Kikio exhibidas por Inuyasha, ciertamente no les guardaba rencor, pero aún en su corazón quedaban las heridas de cada una de esas palabras.

—Bien

—Kanari, ¿Cuándo partiremos?

—Hoy o mañana si quieres dar explicaciones— dijo con un dedo en el mentón en señal de su estado pensativo.

—Vamos—dijo, quería evitar el máximo de tiempo el explicar su estado.

Se dispusieron a partir, y en unos treinta minutos ya estaban caminando, habían dejado una barrera para que tuvieran un poco de tiempo antes de que se dieran cuenta de su salida.

A medida que avanzaban, se dieron cuenta de que a este paso llegarían extremadamente tarde por lo que decidieron ir a una velocidad mayor. Kagome avanzaba en su forma de youkai, se veía simplemente hermosa, Kanari iba delante a ella por una corta distancia, ya que ella era muy rápida y solo lo necesitaba adelante para que la guiara.

Entre risas, bromas y carreras pasaron la noche en camino al sur, iban extremadamente divertidos, ya que se hacían caer el uno al otro, ambos ya estaban un poco sucios y desaliñados, pero tan solo faltaban dos horas más de viaje y una, si realmente corrieran.




Inuyasha y Kikio, habían ido a ver a Kagome y al taiyoukai que encontraron anoche, no los habían visto desde que llegaron, ya que ellos se habían ido a dormir a la cabaña de la anciana Kaede.

Kikio disfrutaba mucho su nueva vida y aun no creía que su supuesta “rival” la había revivido, hace mucho tiempo que no había sentido el calor de un cuerpo, el viento al golpear su cara, cosas tan irrelevantes que para ella habían sido negadas en su vida de barro y hueso.

Al llegar a la cabaña, la miko se dio cuenta de que había una barrera espiritual creada por Kagome alrededor de la cabaña, por lo que supusieron Kagome no quería que entraran aun, y así un poco desconfiados se dirigieron hacía la cabaña de Miroku y Sango a anunciarles la situación.




Se encontraba descansando, recostando su espalda en un tronco, sentía el viento mecer sus cabellos platinados y a los animales moverse en los alrededores. Todo el paisaje le daba calma y tranquilidad, que probablemente, era todo lo que su alma tenía.

Observaba a Lin venir con flores para él y devolverse en busca de más, su presencia a diferencia que la de otros seres humanos no le repugnaba, si no que le daba cierta felicidad, claro, que nunca admitiría.

En su frío carácter, creía no necesitar esos estúpidos sentimientos humanos, que solamente llevaban a cometer actos injustificados, sacrificando inocentes y cambiando vidas que pudieron antes ser feliz.

—Sesshomaru-sama! — gritó la pequeña azabache, acercándose a él a una velocidad media como era normal en los niños pequeños.

Al llegar hasta Sesshomaru, Lin levantó su mano y puso una flor blanca con destellos rosados, esa flor era bonita, pero este la recibió con un “Hn”, él no era de las personas que apreciaban todo lo que veían, pero si conocía a varias que sí, el ejemplo más claro era el de esa miko que acompañaba a Inuyasha.

Para él esa mujer era enfermante, todo lo que veía lo apreciaba, ya sea un paisaje, un animal, una flor, cosas que el nunca entendería.

—Lin tiene hambre— se escucho a la pequeña niña para que después su estómago confirmara la oración, parecía que estuviesen coordinados.

Sesshomaru se paró y empezó a caminar.

—Lin—la llamó al ver que no lo seguía.

—Hai

Se pusieron en marcha a la cabaña de la anciana Kaede, ya que Sesshomaru la había venido a visitar y salió con ella a jugar en el bosque a petición de la pequeña risueña.

Al llegar pudo darse cuenta de la falta de la molesta azabache, realmente no se encontraba en el pueblo y al parecer desde la noche.

Al llegar ve a su “hermano” con la sacerdotisa anteriormente muerta, sabía solo que la miko la había revivido pero no se molestaría en preguntar algo de aquello.

Al llegar a la aldea los recibe la exterminadora de monstruos con un bebé en su espalda, Lin al verla la abraza y empieza a buscar con la mirada la presencia de alguien.

—Sango-chan, ¿Dónde está la señorita Kagome?

La pregunta del día, Sesshomaru no estaba prestando atención al encuentro hasta que escuchó la pregunta de Lin, era justo lo que pensaba pero que no preguntaría.

—No lo sé Lin—al decir estas palabras pudo ver como el semblante de la niña decaía, así que se animó a seguir—Ayer en la noche, llegó con un joven herido y no han salido de la cabaña desde ayer.

La curiosidad alumbró el rostro de la niña, ¿un joven herido?´

—Lin—llamó Sesshomaru, luego hizo un pequeña movimiento de la cabeza a modo de despedida.

La niña entendió y luego de mover de un lado a otro la manito, tomó la mano de Sango para ir a la aldea.

Sesshomaru estaba confundido, ¿Por qué la miko habría pasado toda la noche y la mañana cuidando de un humano?, siendo ella, nunca sabría lo que pasaba por su cabeza, simplemente impredecible en pocas palabras.

Decidió que en otro momento investigaría, ya que él debía regresar a sus tierras, para entrenar y para asegurarse de que todos entrenaran.


Kagome y Kanari, habían parado a la tan solo una hora de camino, ya que Kagome o la princesita como la llamaba su hermano, quería darse un baño, claro Kanari no se había ensuciado tanto, porque ella no lo tiró a un charco de lodo.

Kagome estaba sumamente enojada, pero se le pasó al empezar a perseguir a Kanari,

Luego de darse un baño, siguieron avanzando, hasta que llegaron a unas grandes murallas que encubrían a una ciudad o territorio.

Kagome se maravillaba con el paisaje a su vista, luego de traspasar la muralla, todo se veía tan fresco y bonito. Los campos que llevaban a las aldeas estaban cubiertos de bosques y árboles, que resultaban ser simplemente hermoso para nuestra princesa del sur.

Las aldeas se veían pacíficas con gente avanzando de un lugar a otro, a medida que avanzaban la gente hacia reverencias para Kanari y muchos otros le ofrecían obsequios que el rechazaba respetuosamente, muchas mujeres de la aldea le lanzan miradas llenas de envidia y odio a Kagome al creer que esta estaba involucrada sentimentalmente con Kanari.

Kagome no pudo evitar el lanzar una risita divertida que provocó la atención de Kanari, quien la miraba desconcertado.

Kagome recuperándose un poco de la risa logró el deducir la pregunta de Kanari, así que le contestó aun riendo en un susurro.

—Las mujeres creen que somos pareja y me detestan—dijo esta secándose una lágrima que le caía por lo divertido que lo encontraba, Kanari no pudo más que sonreír, reteniendo su risa.


Al llegar al palacio Kagome tuvo un recuerdo vagamente familiar, de una pequeña niña que corría riéndose de un joven de no más de 15 años.

Kanari la observó y pudo ver como una sonrisa melancólica surcaba el rostro de la bella youkai que la acompañaba, realmente se veía hermosa. Tenía su cabello rubio suelto en la espalda con dos mechones sobre su pecho, su mirada jade, se volvió azul, su color original ya que el color jade era por la liberación de su sangre y vestía un hermoso kimono blanco con flores de sakura en las mangas.

Llegaron hasta el castillo, sus paredes eran altas y de un color plateado y el piso era de madera color cereza, los muebles eran de caoba y los sillones eran de pieles.

Las paredes estaban adornadas con cuadros y adornos y de la chimenea encendida colgaban insignias echas de seda.

Al llegar ahí, Kanari la llevó hasta su habitación y le dijo que descansara y mañana se daría el anuncio de su regreso.

Kagome se tendió en la mullida cama y se sentó para observar la habitación, era de un color crema adornada con finas lámparas de oro.


La habitación contaba con la cama de tamaño King, un tocador con un joyero, el baño que era medianamente grande y el armario, que estaba lleno de exquisitos kimonos de seda con encajes de oro.


La miko, ya cansada decidió dormir, por lo que se puso una yucata blanca y apagó las lámparas, esperando despertar mañana en la mañana con gran valor para afrontar el nuevo cargo que se le daría como princesa del sur.



Sesshomaru acababa de llegar a sus tierras, siendo recibido por sus guardias que custodiaban su castillo y las aldeas que existían en sus territorios.

Al entrar el primero en recibirlo fue Jaken.

— ¡Amo bonito!—chillaba un demonio con apariencia de sapo.

Al llegar hasta Sesshomaru con intención de abrazarlo, fue recibido por una patada instantánea proporcionada por su amo.

Sesshomaru siguió avanzando hasta llegar a su habitación, con intenciones de descansar, ya que él nunca dormía a menos que sea en su castillo, al dormir en la intemperie permanecía alerta por la seguridad de Lin.

Al llegar a su cama se acostó ahí y quedó dormido al tocar la almohada, con un último pensamiento, el ganar la próxima guerra.

 

Lamento que sea corta, pero ahora estamos en el tercer trimestre de colegio y no tengo descanso :( , pero no se preocupen, si así de corta la continuación llegará luego ;D

Kagome despertaba de su reconciliador sueño, gracias a los amables rayos del sol que la despertaban.

Lentamente fue abriendo sus ojos, revelando como tantas otras veces, dos hermosas orbes de color zafiro (recuerden que el color verde era por el aturdimiento de los recién despertados poderes), perezosamente refregó sus ojos con sus finas manos, que mostraban claramente el que nunca había trabajado, como ninguna mujer humana podía tener sus manos, ya sea por el trabajo del campo o el de armas.

Fue levantando su torso de a poco, recogiendo sus cabellos que se encontraban disueltos en la almohada en una coleta baja, con un cole que llevaba en su muñeca desde el día anterior de su viaje.

Al momento de pensar en levantarse, entró una sirvienta youkai a su habitación abriendo completamente las cortinas, sin percatarse de que Kagome se encontraba despierta, se dirigió al baño para prepararle el baño, para que tomara una ducha, vertiendo esencias de sakura.

Se dirigió a paso lento a la cama de Kagome, quien aparentó estar dormida para ver la forma en que la despertaría.

La youkai puso una mano sobre su hombro y dijo:

—Señorita, es hora de levantarse.

Kagome abrió lentamente los ojos para luego frotárselos fingiendo pereza.

Se sentó en la cama y miró a la mujer.

Tenía el cabello rojizo, tal como el de Áyame solo que el color era un poco más brillante, tenía los ojos de color verde oscuro, lo que le hizo pensar a Kagome si todos los de cabello rojizo poseían ojos verdes.

Vestía un kimono sencillo, representado su rango y llevaba su pelo amarrado con unos palillos por detrás.

—El baño esta listo, Kagome-sama—dijo sorprendiendo a Kagome, por saber su nombre y por hablarle con tal respeto.

Ella negó suavemente con la cabeza y dijo:

—Solo Kagome .

—Discúlpeme Kagome-sama pero sería una falta de respeto.

—No se preocupe, solo cuando estemos solas ¿Cuál es tu nombre? —dijo ella con una sonrisa gentil.

—Akaya y es un placer servir a la mujer del amo— Agregó con respeto.

Aparentemente Kanari no le había dicho su relación de familiaridad por lo que está solo dejó escapar un leve risita y le hiso una seña a
la desconcertada youkai para que se sentara a su lado.

—Akaya-chan—dijo Kagome cuando su risa se detuvo y la mujer estaba a su lado—Kanari no es mi pareja o compañero, yo soy su hermana.

Los ojos de Akaya se abrieron en incredulidad y dijo:

—Es imposible, su hermana desapareció cuando era pequeña.

—Así es—dijo con una sonrisa triste—fui enviada a un lugar muy lejano y después de tantos años, lo he vuelto a ver.

—Mis más sinceros respetos, princesa—Kagome frunció el seño ante sus muestras de respeto.

— ¿No habíamos dicho que solo Kagome? —preguntó Kagome recibiendo una leve sonrisa en el rostro de la youkai.

—El baño esta listo Kagome-chan y debe alistarse para el anuncio de su hermano.

Kagome se puso en marcha al baño y estuvo ahí unos veinte minutos, al salir pudo ver a Akaya con dos kimonos en sus manos, al
parecer tratando de elegir.

El primer Kimono era Blanco con flores de Sakura esparcidas a lo largo del diseño, era bonito, pero un poco formal para Kagome, mientras que el otro era de un color plateado con pétalos de sakura color azul esparcido en el diseño.

Al final Akaya escogió el kimono plateado y Kagome quedó más que conforme con su decisión.

Su cabello rubio, fue dejado suelto con un pequeño adorno en su cabeza que parecía ser una lágrima hecha de platino, la youkai la había decorado con distintas joyas que la distinguirían por significar el ser parte de la familia Chisame, así es, ese era el verdadero apellido de Kagome y de su hermano.

Naomi por derecho, también merecía el apellido, pero ella se lo había cambiado por el de su abuelo, que resultó ser un descendiente de la familia de Naomi, por lo tanto era humano y él se dedicó a ayudarla, pero cambiándose el apellido, por si alguna vez un monstruo burlara las barreas del tiempo.




Sesshomaru se encontraba en su despacho, hacia ya un par de horas que se había levantado para organizar las formas de la batalla que se llevaría a cabo en dos meses, en unos días tendría una reunión con los taiyoukai de los distintos puntos cardinales.

Últimamente había pasado mucho tiempo fuera de sus tierras, por las constantes visitas a Lin y anteriormente por la persecución de Naraku, pero tampoco consideraba importante su presencia, ya que los territorios del este y del sur se mantenían pasivos, sin indicios de guerra, por lo que podía salir de sus territorios dejando a carago a su primer oficial, Arichamaru.

Había recibido noticias, de los territorios del sur, anunciando que su líder, había salido de sus territorios en busca de una persona, hasta el momento desconocida para él y aparentemente habría llegado a sus territorios.





Inuyasha estaba vuelto una furia, la barrera se había disipado y al entrar se encontró con la “agradable” sorpresa de que Kagome no estaba ahí y tampoco el taiyoukai.

Internamente empezó a crear ideas de lo que podía haber pasado con ella, un secuestro, un asesinato y muchas otras terribles ideas cruzaron su cabeza, hasta que entre las frazadas tiradas encontró una nota, aparentemente de Kagome, sin perder tiempo la tomó y se dirigió a la cabaña de Sango y Miroku que sabrían entender lo que decía la carta, ya que Inuyasha no entendía los “garabatos” de Kagome, como él los llamaba.

Al llegar a la cabaña, pudo ver a Kikio junto a Sango y Miroku tomando un té ya que no sabían que la miko-youkai no estaba.


—Kagome no está y tampoco ese youkai—gritó el hanyou con rabia.

—Cálmate Inuyasha, ¿Qué pasó con la señorita Kagome? —Habló preocupado Miroku.

— ¡No lo sé! —espetó enojado—solo encontré una nota—dijo dándosela a Sango que había estirado su mano.

Analizándola, Sango comenzó a leer en voz alta:

Sango:
Si estas leyendo esto ya te diste cuenta de que no estoy y probablemente Inuyasha también, te preguntarás como sabía que la leerías, simple Inuyasha te la entregaría a ti o a Miroku, pero como tú eres tan curiosa, ahora está en tus manos.
Salí por unos meses, estaré de vuelta en un mes temporalmente, por cualquier problema con Inuyasha también tienes la capacidad de usar mi palabra y por favor impide que me vaya a molestar, aunque dudo que me encuentren.
Adiós, cuiden de Shippo y Lin.

— ¿Su palabra? —preguntó Miroku

—Debe referirse a abajo—dijo esta y al instante Inuyasha calló—perdón Inuyasha—dijo esta con un poco de pena—no creí que fuera cierto.

— ¡Feh!, estúpida muchacha, ¡¿A dónde diablos se fue y con el permiso de quién?! —Gritó un enojado hanyou—voy por ella.

—Lo siento Inuyasha pero Kagome-chan específico que no fueras a buscarla —dijo Sango.

—Inuyasha debes ser paciente, la señorita Kagome hizo esto por algo.

— ¿Qué demonios les pasa a ustedes? ¿No ven que Kagome solo lo hace para molestarme por sus celos a Kikio?

—Inu cálmate, es imposible que estuviera celosa, si ella misma me revivió.

— ¡No!, ella solo es una chica caprichosa.

— ¡No hables así de Kagomesita! —dijo Shippo quien había despertado por los gritos de Inuyasha y hablaba con lagrimitas en sus ojitos.

Sango lo vio y se acercó a Shippo, generalmente él no se despertaba tan temprano por lo que supuso que los gritos de la pelea lo habían despertado.

Lo tomó entre sus brazos, sin escuchar los reclamos del pequeño y salió de la habitación para dirigirse al cuarto de los niños y Lin, para dejar a los demás hablar y que Inuyasha razonara.

—Shippo, no hay por que ponerse así—le habló en un susurro al ver a los pequeños durmiendo.

—Pero oka-san ya no está—sollozó el pequeño.

—No te preocupes, dijo que volvería en un mes.

— ¿Es verdad? —sonrió con esperanza.

—Te lo prometo, y ahora a dormir.