La pluma de Zapdos

Tema en 'Fanfics Abandonados Pokémon' iniciado por The Makoto, 28 Febrero 2012.

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    The Makoto

    The Makoto Wireless

    Aries
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    He vuelto tras algún tiempo alejado de escribir fics y ahora que ando una vez más con las ganas de escribir y que empecé a jugar pokemon rojo fuego... bueno estoy aqui :)

    Ahora unos puntos a considerar:
    - El fic va a contar con dos introducciones, así que podría decirse que a partir del capítulo tres empezará realmente la historia, pero no significa que no deban tomar importancia de los dos primeros.
    - Como he mencionado hace poco en otro fic (diviértanse buscando el comentario), esta historia no nació solamente por ganas y por decir "oh, pokemon!", sino también por el hecho de querer llevar el mundo pokemon a un plano un poco más realista que el anime.
    - La mayoría de lo que mencione en el fic estará basado en los juegos y no en el anime.

    Bueno sin darle ya demasiadas vueltas al asunto va la introducción número uno.



    Prólogo

    Alguna vez has visto algo parecido?
    Alguna vez has siquiera imaginado algo tan magnifico?

    Sus labios vibraron en la oscuridad de la noche, como si hubiese querido decir algo.

    Tu eres un simple humano, un ser pequeño al lado de tan hermosa y brillante criatura.
    Si te acercases demasiado podría desaparecerte sin esfuerzo. Eres minúsculo, eres impotente frente a su poder y majestuosidad.

    Luminosos y ensordecedores truenos aparecieron entre sus sueños opacando por unos segundos la voz que le hablaba, pero no importaba; aquella voz profunda e imponente terminaba sus oraciones antes de cualquier interrupción y retomaba el discurso apenas el silencio volvía a aparecer.

    Conoces tu mundo, verdad?

    Sus ojos parecieron parpadear sin abrirse; entonces, imágenes del mundo aparecieron de manera etérea en el vacío del sueño. La torre Eiffel, la estatua de la libertad, Machu Picchu, la gran muralla, estatuas, edificios, monumentos simples y otros gigantes; todo ello se reemplazó rápidamente por imágenes más cercanas a él. Reconoció en primer lugar su propia casa, la lápida de su abuelo y la de su madre, el rostro cansado de su padre sentado al borde de la cama, su propia habitación; luego su calle, las avenidas cercanas, las grandes urbes, los bosques y lo animales y finalmente un planeta tierra que se adentró en los confines de un espacio visual que permaneció obscuro algunos minutos.
    Finalmente un trueno iluminó el negro del vacío y rompió con el abrumador silencio.

    Pues ese dejará de ser tu mundo.

    Efímeras y apresuradas imágenes perturbaron su subconsciente. Cientos de espacios abiertos, coloridos y naturales, rondaron por su mente presentándole a extraños animales que habitaban en ellos; animales que él apenas podía comparar con los de su mundo. Urbes que, pequeñas o grandes sin importar, parecían imposibles; se veían tan futuristas como rústicas, pero perfectamente organizadas y, todas sin excepción, parecían estar estrechamente relacionadas con estos animales extraños.
    Una vez más el negro y el silencio envolvieron sus pensamientos hasta ser interrumpidos por el bramido del trueno.

    Acaso has visto algo parecido?

    Mechones de cabellos dorados aparecieron y se estiraron al cielo hasta volverse rectos y pronto pequeños hilos de electricidad comenzaron a recorrerlos.

    Acaso algunas vez has contemplado tanto poder?

    Cabellos negros surgieron de entre tanto amarillo y cedieron a la obligación de formar la misma imagen.

    Acaso alguna vez has contemplado tanta agresividad?

    Un largo pico naranja emergió de entre las sombras de la poco específica naturaleza de la imagen y luego; cobre este nuevo objeto, dos ojos furibundos miraron fijamente al incorpóreo receptor.

    Acaso alguna vez has visto tanta belleza?

    Finalmente la imagen del ave se completó en una unidad. Las alas, al igual que la cola, repletas de aquellos puntiagudos cabellos dorados y negros; las patas igual de anaranjadas que el pico, pero más escamosas, como cualquier ave; finalmente, la electricidad que emanaba de su centro recorría de manera estable por su cuerpo y a través de la rectitud de sus cabellos hasta desaparecer en el aire.
    El ave chilló extendiendo sus alas y un cegador conjunto de rayos emergió de su cuerpo brillante; cuerpo que se había ya alejado volando.

    Precioso verdad?
    Pero como todo humano has sido incapaz de prestar atención a los detalles.

    La voz había súbitamente perdido todo aire de omnipotencia; hablaba entonces de una manera más personal y calmada.
    De pronto apareció flotando una pluma dorada con líneas negras en forma de “V” que nacían del centro de esta.

    Sabes de donde salió esto?

    La pluma empezó a ser golpeada por el viento mientras empequeñecía hasta que tomó su lugar correspondiente en la imagen del ave en vuelo; la pluma se posó junto a siete idénticas en la base de la cola de la criatura.

    Acaso alguna ves has imaginado que tanto poder podría existir en tan pequeño objeto?

    El cuerpo del joven se estremeció sobre su cama en la oscura habitación.

    Pues recuérdalo muy bien…

    La voz había retomado su potencia inicial.

    …porque aquel pequeño objeto es lo único que vas a necesitar.

    Algunas gotas de sudor emergieron sobre su piel.

    Acaso alguna ves has imaginado que podrías simplemente despertar en un lugar diferente del que te fuiste a dormir?

    La imagen de un planeta apareció en un negro fondo, era casi idéntico a la tierra y a su vez, desprendía un aire diferente.
    Aquel planeta comenzó a girar a altísima velocidad. Rayos y truenos emergieron de la veloz rotación iluminando y rompiendo toda calma que pudiese haber en aquel sueño.





    La piel clara, el cabello oscuro y corto, el cuerpo en general algo delgado. El joven se retorció algunos segundos sobre la cama antes de sentarse sobre ella de un sobresalto. Apenas abrió los marrones ojos empezó a observar con apuro todo aquello que le rodeaba.
    No podía saber como había ocurrido. No podía siquiera pensar en ninguna forma lógica que todo aquello tuviera sentido; pero aquella voz no había pertenecido a un simple sueño, aquellas palabras no habían sido una banal representación de alguna idea escondida en el subconsciente.
    La luz del sol atravesaba la ventana confiriendo más claridad de la que él deseaba aceptar, pues aquella no era su habitación.
    Aquel no era su mundo.
     
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    The Makoto

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    Pues gracias a los que me han leído en este breve introductorio a mi historia.
    Algunas cosas a decir:
    - Ya solucioné los dos fallos en el primer capítulo aquí y en el archivo original en mi PC.
    - A pesar que me baso en los juegos más que nada, algunos detalles de la serie me han ayudado así que no se sorprendan demasiado con ello sólo porque dije que no me basaba en el anime, pues apenas son detalles y no escenarios ni ideas completas y complicadas.
    - Voy avisando desde ya que el próximo capítulo lo subiré en dos partes porque estoy seguro que va a salir demasiado largo y no pienso cansarlos.

    Bueno aquí va mi introductorio número dos.



    Un nuevo mundo

    Él era inteligente. A pesar de la creciente desesperación, no se había apresurado en salir y buscar respuestas de manera ilógica e impulsiva. Se había quedado en la casa y había observado aquel nuevo mundo desde dentro. Había explorado también cada rincón del edificio en busca de lo que pudiese ser una pista, o simplemente objetos que pudiesen serle de utilidad.

    Ya había confirmado la estrecha relación entre los humanos y su creación con aquellos fantásticos animales. También había confirmado la exactitud del término animal para referirse a cualquiera de aquellas criaturas pues eran tan abundantes que les veía por todas partes; además se dividían claramente en especies. Por ejemplo, la primera mañana tras despertar había visto a la lejanía una bandada de aves surcando el cielo despejado de aquel día, todas eran pequeñas aves que no aparentaban nada sobrenatural, pero una de ellas, la más grande de todas, era bastante aterradora; la podía divisar perfectamente a pesar de su lejanía. El primer detalle que resaltó al verle fue su colosal tamaño, o por lo menos, era extremadamente grande en comparación a cualquier ave que hubiese visto antes. Luego analizó la forma del animal, su cuerpo se asemejaba a un águila, con la misma intención de poder moverse por el aire sin dificultad, pero a diferencia de un águila, el cuello de esta ave era largo, separando la cabeza del cuerpo más que en cualquier ave silvestre. De la cabeza le habían llamado la atención una cresta de gallo y un pico largo que le recordó ligeramente al ave de su sueño.

    Había confirmado que se encontraba solo en aquella casa. Al menos, en su primer día ahí nadie más había aparecido y, a pesar de que había una habitación aparte de la que él estaba utilizando como propia, esta se encontraba abandonada; la cama estaba arreglada pero con una fina capa de polvo sobre las sábanas; todo aquello sobre lo que se pudieran colocar objetos de necesidad inmediata estaba vacío; estantes, repisas y la mesa de noche, simplemente no había nada sobre aquellos muebles a excepción de la misma fina capa de polvo. Dentro del armario había encontrado unas pocas prendas de mujer, aparentemente, una señora.
    En la habitación de la que él se había adueñado había encontrado indicios de que realmente fuera su habitación. Lo más resaltante era que toda la ropa que encontró ahí le quedaba aproximadamente bien, pero aún no se había atrevido a probarse algo. Otra razón por la que pensaba que aquel lugar había sido concebido para él era el color de las paredes, un violeta grisáceo y claro adornado en ciertos espacios con unas curvas negras que resaltaban en la claridad del fondo; era así como había querido pintar su habitación antes de, prácticamente, cambiar de vivienda sin previo aviso.
    Dentro también había encontrado objetos que jamás había visto. Lo que más le llamó la atención fue un conjunto de cerca de diez esferas metálicas; todas eran iguales, la mitad superior era roja y bastante brillante mientras la mitad inferior era blanca y algo mas opaca; ambos lados estaban divididos por una franja negra que parecía estar hecha de algún tejido, pero a su vez era también dura, también se notaba que aquella parte oscura se encontraba por debajo del metal de las otras partes, además, en medio tenia una zanja casi imperceptible que rodeaba todo el material como si fuera ahí por donde se abría, cosa que comprobó cuando descubrió en las esferas, en la que parecía ser la parte frontal y justo al medio, poseían un botón blanco y, en la parte contraria una, también casi imperceptible, bisagra.
    Otro objeto que llamó su atención fue una, a primera vista, calculadora roja con tapa; pero apenas la abrió notó que poseía apenas un par de botones mientras que lo que más espacio ocupaba era una pantalla de borde metálico.

    Curioseando el resto de la edificación se encontró con situaciones más simples y cotidianas. Cercana a las dos habitaciones había una puerta cerrada; pero no insistió en abrirla. Continuando por el pasillo llegó a la entrada del baño, pequeño y normal, con las paredes recubiertas con losetas de color claro con algunas manchas más oscuras fingiendo una textura sobre estas. Luego llegó a la cocina, de un color anaranjado pálido y con todo en orden; repisas, estantes, la refrigeradora, el lavadero; nada ahí le parecía anormal.
    Finalmente llegó al vestíbulo principal; también era un lugar común, o por lo menos, nada ahí excedía su entendimiento. Había muebles, sofás, una mesa de comedor y una mucho más pequeña frente a un televisor no demasiado modesto.

    El segundo día comenzó a organizarse en la mesa de comedor. Lo primero en llevar había sido el conjunto de esferas e inmediatamente las había examinado. Descubrió que por algún extraño sistema, algo que escapaba de cualquier entendimiento traído de su mundo, las esferas que apenas cabían en una mano cada una reducían su tamaño significativamente hasta menos de la mitad del diámetro original. Solamente bastaba con presionar el botón una vez y la esfera se reducía, luego al presionarlo de nuevo la esfera retomaba su tamaño original. Una vez que había entendido al menos aquel aspecto se dispuso a reducirlas todas para ahorrar espacio y poder pasar al siguiente objeto: la “calculadora”. Ya había reducido siete esferas cuando una de ellas se negó a reducirse. Él simplemente la miró por un segundo antes de de que ocurriera algo imprevisto. La esfera se abrió y tras una dirigida luz roja apareció uno de aquellos extraños animales. Este era una especie de caballo pequeño de color blanco, o tal vez un poco amarillento. Media aproximadamente un metro y tenia unos ojos oscuros y grandes que le daban un aire de ternura. Casi parecía normal, pero había dos detalles que lo diferenciaban de un caballo del mundo en que no se encontraba; primero que no tenía cola, apenas los pelos de la zona eran un poco más largos y levantados; y el segundo aspecto extraño era que, así como los pelos de la cola; los de la línea de la columna, los de su cabeza y unos en la base de las patas estaban extrañamente ennegrecidos y maltratados. Él se preguntó que pudo haberle pasado, o más aun, cómo había salido una animal tan grande de aquella pequeña esfera. Pero otra sorprendente interrogante se descubrió después haciéndole olvidar las dudas anteriores. El caballo hizo un gesto similar a un bostezo y luego se sacudió provocando que unas llamas emergieran de aquellas zonas oscuras del pelaje; especialmente sobre la cabeza que se formó una llama grande y en la parte trasera se formo una aún más grande tomando una forma curiosamente parecida a la cola que le faltaba al animal.
    Él era inteligente, pero era humano; y como humano, tenía sentimientos y emociones. La emoción inmediata que sintió al ver al animal encenderse en llamas fue similar a miedo y el sobresalto le obligó a caer de la silla. El pequeño caballo le observó de manera pensativa y calmada. Él rápidamente dedujo que las llamas no le quemaban y que aquella mirada era similar a que si el animal no entendiera porque habrían de temerle. Continuaron mirándose a los ojos unos segundos hasta que el caballo abandonó pacientemente la sala en dirección al pasillo. Él ya le había perdido de vista, pero escuchó claramente como un sonido agudo provenía de la cocina. Demoró en reaccionar. Se puso de pie y salió también al pasillo. El caballo volvió a emitir el mismo sonido. Él se armó de valor y entró a la cocina; entonces observó al animal sentado frente a un estante cerrado. El caballo rápidamente volteó la mirada y posó su extrañamente triste mirada sobre el humano.



    Él era inteligente. Dedujo rápidamente que el animal tenía hambre. Dedujo rápidamente que en aquel estante cerrado se encontraba su alimento. Luego dedujo que él no había simplemente aparecido ahí; era más bien que había tomado el lugar de alguien que ya existía en ese mundo. Se había percatado que aquel caballo lo tomaba como dueño; además, no era como los animales que había conocido anteriormente; este era mucho más inteligente y se preguntó si todos aquellos animales extraños serían tan inteligentes.
    Le había dado algunas plantas largas que encontró en el estante. El caballo se había sentado a comer a su lado y se veía feliz. Él se había sentado a su lado mientras comía, sintiendo el agradable calor que las llamas ofrecían; preguntándose muchas cosas sobre aquel nuevo mundo. Fue entonces que el timbre sonó.
     
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    Firwe

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    Paso a darte una crítica constructiva:
    A la par que te leía a vos, me leía a mi hace uno o dos años. Una historia bien armada, interesante y fundamentada, con un final que da ganas de más; aunque sin grandes errores, tiene ciertas cosas que no son cohesivas (relación entre una palabra y otra). Con práctica y práctica esto que te digo se te va ir yendo.
    Y otra cosa que veo es mucha repetición de palabra (ante último párrafo, por ejemplo, "caballo" aparece tres veces).
    Probablemente ya lo hagás, pero si no lo hacés, tomá este consejo: Una vez termines de escribir y corregir, dejá el escrito por lo menos, dos horas. Despejá tu mente, y después volvé a leerlo completo y corregirlo. Eso ayuda a percatarte de muchos errores.

    Por lo demás, como te dije más arriba, le sigo el hilo xD.
     
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    The Makoto

    The Makoto Wireless

    Aries
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    Bueno, si lo hago y suelo revisar lo escrito varias veces antes de publicarlo pero igual gracias.

    Bueno aclaraciones para este capítulo:
    - Para los que no lo sepan, pueblo Masara es pueblo Paleta en el juego original, osea el japones; al igual que Yakunari Ookido es el nombre original del profesor Oak.
    - Otra cosa es que para este capítulo no me he dignado aún a nombrar al personaje, quiero decir que le he puesto un nombre pero este no lo uso para el momento de las descripciones, por lo que he tratado de ser lo menos confuso posible en cuanto a explicarme. Y no se preocupen porque vaya a ser así todo el fic, ya descubrirán como me estoy organizando para avanzar esta historia.
    - Finalmente, y como ya había mencionado, el capítulo lo dividí en dos partes porque es larguísimo y hasta a mi se me está haciendo complicado terminarlo, pero la prima mitad ya esta lista desde hace dos días.



    Iniciación

    Ingresaron a una habitación grande y llena de extraños aparatos distribuidos de manera uniforme por toda la sala. A pesar de la cantidad de maquinas apenas habían tres hombres trabajando en ellas además del que les estaba guiando, un hombre mayor vestido con una impecable bata blanca, como si se tratase de un doctor. Este se detuvo en seco en cierto punto, se dio media vuelta e indicó que permanecieran en aquel sitio.
    Él obedeció casi mecánicamente, quedando de pie entre las otras dos personas.
    A su izquierda se encontraba una joven, tal vez de algunos años menos que él y de estatura media. Ella era también de piel clara y sus cabellos eran largos y oscuros. Sus ojos verdes resaltaban sobre una apenas perceptible pero influyente sombra negra alrededor de los ojos. Vestía entonces de manera algo exagerada, con botas de cuero negras y un pantalón ancho de color gris; sobre este llevaba una falda oscura con una franja vertical amarilla y finalmente, sobre esta, algunos cinturones con cuadrados metálicos. Su ombligo y zonas cercanas de piel eran visibles debido a que en el torso llevaba una pequeña blusa negra y un chaleco rojo opaco. Sus brazos estaban completamente descubiertos a excepción de un grueso brazalete de tela negra ceñido a su muñeca derecha.
    A su lado derecho un niño, de quizá unos trece años o menos, esperaba ansioso. Tenía el cabello negro algo crecido; su piel era ligeramente amarillenta y sus ojos, bastante oscuros, se veían mínimamente reducidos por la obvia ascendencia asiática del pequeño. Se vestía de una manera más normal; llevaba unos jeans oscuros, zapatillas blancas y una camiseta azulada con una caricatura estampada en todo el pecho. Además llevaba puesta una mochila a cuadros de diferentes grises y una gorra negra adornada con otro tipo de caricatura.
    Mientras, él permanecía al medio, con los pensamientos alborotados tratando de encontrar la forma más lógica y menos sospechosa sobre como actuar en aquella situación.
    Recordó cuando había sido llamado a ir a aquel recinto; había llamado al timbre una niña rubia que desbordaba demasiada emoción.

    —Toshi Toshiro!— la niña había comenzado a gritar apenas él abrió la puerta y, apenas le vio, corrió al caballo y le abrazó cariñosamente a lo que el animal respondió con ternura.

    —Que pasa?— trató de que la pregunta sonara de manera fluida a pesar de lo sorprendido que se encontraba por la situación.

    —El profesor Ookido quiere verte— la niña le había respondido rápidamente a su vez que soltaba al caballo y le abrazaba a él, que intentó no sobresaltarse demasiado —finalmente fuiste escogido!— agregó con una gran sonrisa.

    Luego de esas pocas palabras no hubo nada más importante que le ayudara a descubrir su actual posición. Lo más importante que había descubierto era que en aquel mundo se llamaba Toshiro; luego también había descubierto que aquel caballo extraño, o tal vez su especie, era conocido como ponyta y que a su vez, este parecía poder controlar a voluntad la intensidad de su fuego, con lo que seleccionaba a quienes lastimaba y a quienes no.

    Esperaron poco más de unos tres minutos cuando alguien entró a la habitación aplaudiendo. Era un hombre ya mayor. Su cabello era claro aunque obviamente esas no eran canas. Su rostro estaba algo gastado por el tiempo, pero su expresión aludía a la de un joven aventurero; aquellos ojos oscuros penetraban con la energía que desprendían en la mirada. Vestía de mismo modo que los demás trabajadores del lugar, con una impecable y larga bata blanca.

    —Bienvenidos sean— sonrió el hombre aún aplaudiendo a sus invitados —y felicitaciones por ser los tres futuros entrenadores salidos de pueblo Masara.

    Ahora sabía algo más, aquel pequeño poblado en que todos parecían conocerse con todos, llevaba por nombre pueblo Masara.

    —Soy el profesor Yukinari Ookido, mejor conocido simplemente como profesor Ookido— prosiguió el hombre ignorando la algo exagerada explosión de alegría del niño —pero ustedes ya deben saber eso— soltó una pequeña risa que resaltó vagamente debido a que parecía sonreír siempre —así como supongo que ya saben que es lo que ocurrirá aquí.

    La chica a su izquierda se veía decidida y con cierto aire de superioridad mientras el niño a su derecha daba pequeños saltos debido a la emoción, pero claramente también sabía con exactitud de que iba todo aquello. Era él el único que no tenía mayor idea de que estaba pasado. Recordaba que la niña le había comentado algo sobre un viaje y escoger su pokemon inicial, pero él no se imaginaba que clase de viaje, ni que era un pokemon. De cualquier modo había preferido guardar las apariencias y no demostrar que estaba perdido en aquel lugar.

    —Esta temporada son ustedes tres los jóvenes que han sido elegidos para llevar consigo el honor de ser la nueva promesa de campeón de la liga que saldrá de este pueblo— el profesor le ponía cada vez más entusiasmo —Hitomi Takara— con la mirada fija en la chica, ella respondió a su nombre con una decidida sonrisa a la vez que levantó el pulgar —Toshiro Kurosawa— de pronto se encontró con los ojos del profesor y su propia mirada perdida provocó una sonrisa mayor en el anfitrión —e Ichiro Kurou— llevó la mirada al niño apenas podía controlar su propia emoción —aquí comenzará su gran aventura— dictó finalmente.

    En cuanto terminó su pequeño discurso apareció tras el profesor un hombre, al igual que los demás trabajadores, cubierto con una bata blanca. Llevaba consigo un estante metálico que transportaba tranquilamente sobre un juego de ruedas. En la parte superior del mueble habían tres cavidades circulares en las cuales encajaban tres de aquellas extrañas esferas bicolores; cada una con un dibujo pequeño en el botón: una flama naranja, una hoja verde y una gota celeste.
    Una vez que el mueble estuvo frente a los jóvenes invitados, el profesor presionó los botones de las esferas. Al igual como le había ocurrido antes con ponyta, las esferas tardaron algo de dos segundos en abrirse, respetando el orden en que el profesor las había activado.
    Frente a ellos aparecieron las tres criaturas que habitaban de algún modo dentro de las esferas. Primero apareció una especie de diminuto dinosaurio naranja, pero a diferencia de los extintos reptiles, era mucho más erguido; casi parecía humanoide en cuanto a la postura. Al igual que cualquier reptil, las escamas del abdomen y en la parte baja de su cola eran más claras que en el resto de su cuerpo. Sus ojos eran azules y bastante grandes. Finalmente, y al igual que su ponyta, el pequeño lagarto emanaba fuego desde su propio cuerpo, en el caso de este, la punta de su cola era la zona que permanecía prendida.
    El segundo animal en aparecer fue otra especie de reptil, pero apenas podía llamarle así por las escamas. Su cabeza era casi redonda y se veía algo grande para el resto del cuerpo. Sus ojos eran rojos y también bastante grandes, pero a diferencia del lagarto naranja, si se veía la zona blanca que rodeaba la pupila. Sus orejas eran puntiagudas al igual que un único par de colmillos que apuntaban al suelo sobresaliendo de la boca cerrada. Las escamas que apuntaban al suelo apenas se aclaraban un poco mientras que algunas en sus patas y en la cabeza, eran de un verde más oscuro que aparecían sin ninguna clase de degradado por lo que parecían más bien manchas. A pesar de ser cuadrúpedo, era un poco más alto que el pequeño dinosaurio y, al igual que este, también poseía un detalle muy peculiar que lo diferenciaba por su, como la habrían llamado en un juego de rol, atributo elemental. Sobre su espalda había crecido una especie de planta que permanecía cerrada; pero claramente formaba parte de la fisionomía del animal desde su nacimiento.
    Finalmente había aparecido la tercera criatura, la más pequeña y tal vez más simple de las tres. Era una tortuga de escamas celestes y cabeza redonda. Se había puesto en cuatro patas en el momento en que salió de la esfera, pero tras unos segundos, y con un poco de esfuerzo, se equilibró sobre sus dos patas traseras apenas alcanzando el tamaño del reptil naranja. Sus ojos también eran muy grandes, pero de color violeta claro. Su caparazón era amarillenta por delante y, con una transición blanca, la parte trasera era de un marrón rojizo. Su cola era extraña pues se diferenciaba del resto de su cuerpo al ser peluda y en forma de espiral, pero los pelos eran exactamente del color de las escamas.

    —Bonitos, cierto?—exclamó el profesor con una sonrisa amplia —estos pokemon les serán fieles si es que los cuidan bien desde el comienzo y posiblemente les sean fieles toda su vida si les demuestran que no solo serán buenos entrenadores, sino también buenos amigos.

    Tal vez se trataba de una conclusión apresurada, pero por la manera en que el profesor había mencionado aquella palabra, y el modo en que la misma generalizaba las tres especies; había pensado que pokemon era el término que en aquel mundo usaban para referirse a los animales, como si fuesen palabras sinónimas.

    —Bueno— el profesor observó a las criaturas y luego volvió la mirada hacía los invitados —quien quiere escoger primero?

    Hitomi e Ichiro se apresuraron en levantar las manos, cada uno a su estilo; pero el profesor más pareció extrañarse cuando observó al chico del medio permanecer inmóvil.

    —Pues eso supuse— comentó luego de volver a sonreír —y ya que sabíamos que esto pasaría, preparamos un pequeño sorteo para que no tengamos problemas de favoritismos— para entonces el ayudante ya había sacado una pequeña urna desde dentro del mueble metálico. El profesor rápidamente metió la mano derecha y sacó una pequeña esfera blanca con un nombre marcado en negro —Hitomi, serás la primera.

    —Y sé muy bien a cual pienso escoger— exclamó ella con decisión antes de que el profesor pudiera continuar; luego se apresuró en ir a la mesa donde tomó la esfera con la llama dibujada —que pokemon es este?— preguntó con una sonrisa de satisfacción.

    —Charmander, el pokemon fuego— respondió el profesor ligeramente sorprendido por la iniciativa impulsiva de la joven.

    —Pues entonces— ella presionó una vez el botón de la esfera apuntándola hacía el lagarto naranja. Del centro del botón salió disparado un rayo rojo que impactó directamente en el animal convirtiéndolo en luz para seguidamente absorberlo a su interior —charmander, eres mío!— sonrió mirando su esfera —y aquí comienza mi destino como entrenadora pokemon de fuego.

    —Si pero aún no hemos terminado— agregó el profesor en cuanto Hitomi empezó a marcharse sonriente, a lo que ella volteó con una gran sonrisa y un aire de despreocupación —hay otras cosas que deberán saber y que deberán llevarse para ser viajeros— el profesor sonrió e introdujo su mano otra vez en la urna —Ichiro, tu sigues— agregó cuando ya había sacado la segunda pelotita —quieres a squirtle, el pokemon agua? O a bulbasaur, el pokemon planta?— preguntó antes de que la hiperactividad del niño le mandara a reaccionar igual que Hitomi.

    —Elijo a…—Ichiro estaba claramente dubitativo: Parecía, o tal vez demostraba, que aquella decisión no fuera algo que se estuviera pensando seriamente; hecho que se comprobó cuando finalmente escogió uno —elijo a bulbasaur por que es más grande— casi había gritado su veredicto.

    El profesor sonrió y, casi agradeciendo que el niño no se hubiera aventado sobre la mesa, tomó la esfera con el dibujo de la hoja y se la entregó a Ichiro.

    —Am… bulbasaur regresa—ordenó Ichiro apuntando su esfera hacía el pokemon planta, pero nada ocurrió.

    —Así no se hace— el profesor se había acercado de manera comprensiva y, sin quitarle la esfera de las manos a Ichiro, le explicó el funcionamiento —como la pokebola ya le pertenece a bulbasaur, tu sólo tienes que presionar el botón y cuando apuntes a tu pokemon la misma pokebola lo va a reconocer y dará la orden para que vuelva adentro— el niño aplicó sus nuevos conocimientos y exitosamente introdujo al pokemon planta en la esfera —muy bien hecho— felicitó el profesor con otra gran sonrisa, luego volvió su mirada hacía el último invitado —finalmente, Toshiro, por eliminación tu te llevarás a squirtle, el pokemon agua.

    Casi agradecía que hubiese sido último; aunque se quedaba sin la posibilidad de escoger, aquellas criaturas le parecían poco creíbles e incluso le daban algo de miedo, pero estaban ahí y no sabía casi nada sobre ellas y apenas entendía aquello del “atributo elemental” que, aparentemente, lo había deducido con cierta exactitud.
    Sin decir alguna palabra recibió la pokebola con el dibujo de la gota y posó sus ojos sobre squirtle, este le devolvió la mirada de una manera casi tierna. Tras unos segundos y sin decir palabra alguna apretó el botón de la esfera y la apuntó a la tortuga con lo que luego de un brillante regreso no quedó ningún pokemon en la sala.
     
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    Valen-chan

    Valen-chan Iniciado

    Cáncer
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    Hola!! Bueno, es la primera historia que leo sobre los pokémon jejeje y he de decirte que me ha gustado jejeje describes de maravilla y he entendido todo jejeje
    Si te digo la verdad, mis pokémon preferidos son los de fuego desde la primera vez que vi a Charizard jijiji me encanta *0* pero bueno, creo que de los tres, Squirtle es el más fuerte...(Qué dilema)!!!
    Bueno, espero que sigas esta historia porque me gusta y por favor, si me podrías avisar pliss esque estoy algo ausente :S
    Besos!!!!
    Xao!!!
     
  6.  
    The Makoto

    The Makoto Wireless

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    Bueno, después de escribir demasiado y revisar lo suficiente tengo listo el resto del capítulo que, por cierto, se me alargó bastante.
    Consideraciones:
    - Es el último capítulo que estará principalmente basado en explicar cosas. También es el último capítulo en que me enfocare únicamente en el personaje que viene del "mundo real" y además, cuando este personaje vuelva a aparecer ya lo nombraré como Toshiro, pues este es su nombre como habitante. Además para la siguiente voy a mencionar los diferentes pueblos y ciudades así que también subiré una lista de los nombres originales de los lugares.

    Bueno ya les dije casi mucho del próximo capítulo así que mejor me concentro en el presente.






    —Ahora que los pokemon están escogidos— el profesor siempre parecía sonreír —es hora de que les entreguemos el resto del equipo que necesitarán para su viaje— el ayudante del profesor se agachó hasta desaparecer tras el mueble metálico. El profesor Ookido le ayudó entonces a poner sobre la mesa una pequeña caja y tres extraños cinturones, luego volvió la mirada hacía los futuros entrenadores —cuando una pokebola tiene un pokemon dentro ya no puede encogerse sobre si misma— al momento de explicarlo los dos entrenadores masculinos observaron sus respectivas pokebolas, en ese momento comprendió porque en vez de encogerse, la esfera liberó a ponyta cuando estaba en casa —que harán cuando hayan completado su equipo reglamentario de seis pokemon?— el profesor sonrió al ver las caras perdidas de dos de sus invitados y la sonrisa decidida de Hitomi —y debido a que las pokebolas son prácticamente iguales todas, como piensan reconocer cual es cual?

    —Las marcamos— exclamó Ichiro con el tipo de sonrisa de haber acertado la respuesta —igual que con estas— señaló la hoja en su pokebola.

    —Pues es una buena respuesta— el profesor levantó el índice al aire —pero eso no quita que te llenarías de pokebolas grandes que te quitarán espacio en la mochila. Además, perderías tiempo buscando la que tiene la marca del pokemon que deseas usar—por un momento al niño se le fue la sonrisa, pero no tardó en recuperarla.

    —Porqué solo podemos llevar seis pokemon como equipo?— aquella joven promesa que había permanecido en silencio de pie entre los otros dos finalmente había hecho uso de palabra en todo lo que iba de visita.

    —Pues bueno, no es que solamente puedan llevar un equipo de seis— el profesor sonreía de manera satisfecha —pero cuando excedes el límite, las pokebolas empiezan a convertirse en un estorbo, como ya lo había mencionado. Además, como entrenadores, ustedes apuntan a librar batallas oficiales en gimnasios y en la liga pokemon, en la cual deberán registrar a su equipo de seis pokemon y no podrá usar otros mientras dure el evento. Por lo tanto, a pesar de que fuera de su equipo quieran sacrificar espacio llevando más pokebolas agrandadas, se les aplica esta falsa prohibición para que se acostumbren al uso de únicamente seis pokemon y a su vez sean estos los que entrenen durante su viaje; los cambien o no entre batallas, pero se irán acostumbrando a la importancia del número seis. Entendido?— finalizó evitando que aquello sonara más autoritario que amigable.

    —Y como es que seis…— demoró de manera apenas perceptible en pronunciar la siguiente palabra —…pokebolas no son ya de por si un problema de espacio?

    —Para no haber dicho nada en toda la tarde estás lleno de preguntas— exclamó el profesor en un tono parecido a un reproche amigable —es lo que íbamos a ver ahora— tomó uno de los cinturones y lo exhibió. Era grande y a simple vista se entendía su funcionalidad. Era básicamente una estructura casi flexible de tres cajas metálicas, cada una poseía dos cavidades similares a las de la mesa. La primera sección era más ancha que las otras dos mientras que sus cavidades eran del mismo tamaño completando correctamente el espacio para seis pokebolas. Finalmente, al lado opuesto de la estructura, en el cinturón, había otra caja metálica, más larga y algo grande con respecto a las secciones individuales de su contrapeso —esto es un cinturón entrenador, un artefacto diseñado para cubrir de manera rápida y eficaz las necesidades de un entrenador. Primero— señaló las cavidades de la primera estructura —estos agujeros sujetan las pokebolas mediante un sistema magnético que las mantendrá en su lugar sin importar que las toque a excepción de la mano humana; quiero decir, mientras estén aquí el sistema de imanes solo cederá ante una persona que la tome y la saque; a su vez, y para evitar robos— señaló un interruptor rojo que se encontraba en el sobrante de la sección más grande —con esto pueden igualar la potencia de todos los imanes con lo que no habrá forma de sacar las pokebolas hasta que activen el interruptor de nuevo o destruyan la estructura —sonrió más de lo normal y abrió un compartimiento que había bajo el interruptor. Dentro había un cable negro con una entrada metálica —esto es lo más importante del cinturón ya que, además de ser el medio compacto para transportar su exceso de pokemon capturados a sus cajas de almacenamiento, será su identificación como entrenadores.

    —Que hay con ser identificados?— se apresuró en preguntar a lo que Ichiro y Hitomi voltearon rápidamente la mirada al medio. El niño había tenido la intención física de pedir la palabra, como si él hubiera querido preguntarlo primero, mientras la adolescente le miraba con cierto enojo.

    —No esta mal hacer tantas preguntas si no se está seguro de algo—agregó el profesor con la mirada fija en Hitomi, luego la volvió al curioso —pues primero que nada, al ser identificados, los centros pokemon de toda ciudad o pueblo que esté dentro de los convenios establecidos por la federación oficial pokemon, que por cierto, son todos los centros pokemon en la región— agregó de manera tranquilizadora —están obligados a darles alojamiento y las tres comidas diarias de manera gratuita hasta por sesenta horas consecutivas, además de tratar a sus pokemon enfermos o heridos sin costo alguno. Luego, por cualquier victoria en un combate de federación en gimnasios u otro establecimiento, la liga abonará una cantidad de dinero a sus cuentas bancarias; asimismo, en los combates en exteriores contra otro entrenador certificado de cualquier parte de la región de Kanto, el perdedor puede, e incluso debe, certificar a través del cinturón para que sean inmediatamente depositados doscientos yenes en la cuenta del ganador— aunque todo aquello sonaba a Japón, definitivamente no era el mismo Japón del que había llegado — esto funciona de la siguiente manera: ambos entrenadores conectan los cables y pulsan los botones correspondientes a victoria o derrota— mostró que debajo de la primera sección habían dos botones, uno rojo y uno verde —y finalmente, para acceder a la liga pokemon es obligatorio obtener al menos ocho medallas de gimnasio; pero eso no asegura su participación, pues la liga consta en primera instancia de un torneo que reúne los mejores treinta y dos entrenadores de la región, que se seleccionan de esta forma: cada batalla ganada quedará registrada en su base de datos como entrenadores, y entre aquellos que hayan obtenido ocho medallas como mínimo se elegirán a los que tengan un mayor número de batallas ganadas. Ahora, esto no quiere decir que si tienen nueve o diez medallas tengan más posibilidad de entrar que alguien que solo tenga las ocho mínimas. Cada líder de gimnasio que venzan luego de tener las ocho reglamentarias solamente les contara como una victoria simple; pero claro, les abonarán la cantidad de dinero correspondiente al gimnasio.

    —Las derrotas también se guardarán en la base de datos?— preguntó Hitomi de pronto.

    —Si— el profesor respondió rápidamente —pero la cantidad de derrotas no disminuyen sus posibilidades de ser seleccionados para la liga— una vez que confirmó con la mirada que su interlocutora había entendido continuó con el otro lado del cinturón —este compartimiento es mucho más sencillo de entender, aquí simplemente guardarán las pokebolas achicadas para tenerlas a la mano cuando necesiten capturar algún pokemon salvaje.

    Pues era todo. No había forma de estar confundido. Como entrenador tenía que obligarse a utilizar a los pokemon como armas contra otros pokemon. A pesar de que le parecían aún poco creíbles y que no les tenía demasiado aprecio, eran criaturas y casi despreciaba la idea de hacerlas pelear las unas con otras; pero repentinamente también había recordado su objetivo, había recordado fugazmente aquel ave que apareció en sus sueños, aquello que en un momento le había parecido totalmente inexistente, ahora le sonaba mucho más palpable, especialmente considerando que debía tratarse de un pokemon y no un animal común. Además, si había despertado en aquel mundo tras el sueño, porqué no iba a creer entonces que debía buscar la pluma?

    —Alguna otra pregunta?— el profesor paseaba su mirada por los tres aspirantes y, al ver que ninguno reaccionaba, prosiguió a abrir la caja pequeña y sacar un de aquellas pequeñas calculadoras rojas —esta es una pokedex, es una enciclopedia portátil con la información básica sobre todos los pokemon conocidos sobre la región. Además, cuando se encuentren con un pokemon salvaje, podrán apuntar la pokedex hacia este y automáticamente redirigirá a la página de información de la especie— esperó cerca a diez segundos intercambiando miradas con los jóvenes antes de volver a hablar —Hitomi, ven aquí— ordenó con una sonrisa.

    La muchacha se acercó a paso firme. Ya en la mesa le dieron la pokedex, la cual guardó en un bolsillo de su chaleco; luego conectaron un pequeño aparato con el cable del cinturón. Le preguntaron algunas cosas, le hicieron escribir otras en el aparato, conversaron, ella se colocó el cinturón e inmediatamente colocó la pokebola de charmander en la primera cavidad que alcanzó; tal y como había dicho el profesor, la esfera se adhirió firmemente a su lugar. Finalmente estrecharon sus manos, sonrieron todos y ella abandonó la estancia casi acelerada.
    Lo mismo ocurrió con Ichiro; lo llamaron, hicieron aquel trámite y el niño se alejó a brincos.
    Finalmente era su turno, trató de mantenerse firme a pesar de los nervios que empezaban a invadir su conciencia. Se acercó como los otros dos y recibió la pokedex, absteniéndose de mencionar la que había encontrado en la casa.

    —Sabes como funciona el sistema de almacenamiento?—preguntó el profesor de manera paciente.

    Se sentía ligeramente aliviado con que los otros entrenadores ya no estuvieran ahí. Negó con la cabeza.

    —Pensé que sabrías— se extrañó el profesor —pero no hay problema, es algo bastante simple en realidad— sacó y alargó un poco el cable del cinturón que quedaba —si lo notas, la entrada de estos cables básicamente encaja con el activador de funciones de las pokebolas.

    No sólo observó el botón blanco adornado con la gota para comprobar el tamaño, sino también por el hecho de haber descubierto que se llamaba activador de funciones.

    —Pues cuando presionas una pokebola ocupada contra el cable, este automáticamente transportará el objeto con todo y el pokemon que este dentro hacia una de tus cajas de almacenamiento, que estarán aquí en el laboratorio— le sonrió —sólo podrás recuperar tus pokemon de las cajas cuando llegues a algún centro pokemon ya que ellos disponen de un transportador de dos direcciones; con esto puedes únicamente transportar en un sentido, pero lo podrás hacer desde donde te encuentres— conectó el pequeño aparato con el cable y este automáticamente se prendió. En la pantalla se observaba un conjunto de datos, al comienzo su nombre: Toshiro Kurosawa; luego su edad y fecha de nacimiento; al igual que en su mundo, tenía 17 años y su cumpleaños era el catorce de Julio, pero su año de nacimiento marcaba 1759 —esta es tu número de identificación como entrenador, mejor conocido como ID solamente— el profesor señaló un apartado con el número 010076 —necesito que establezcas una contraseña para tu caja de almacenamiento, la necesitarás cuando quieras sacar algún pokemon— con el aparato seleccionó la casilla que estaba justo debajo de la ID. Él obedeció y, tras pensarlo unos segundos escribió su contraseña, la cual apareció, naturalmente, como un conjunto de asteriscos. El profesor entonces apretó dos botones y le volvió a dar el aparato —ponla de nuevo por favor— obedeció —ahora, este es el número de tu cuenta bancaria— señaló otro apartado, esta vez el número era más largo: 4557 – 8802 – 3199 – 7861, y luego marcó una casilla debajo del número —la cuenta se creará automáticamente en cuanto establezcas una contraseña de cuatro números— en silencio obedeció y presionó los cuatro números —ahora que tu cuenta está creada, sólo tendrás que ir al agente de pueblo Masara a que emitan tu tarjeta— el profesor tecleó algunas veces más y, de manera imprevista, un cuadrado de papel salió de la parte trasera del aparato. En aquel trozo de papel estaban impresos los datos más importantes: su nombre, su ID y el número de cuenta bancaria. Sin decir palabra alguna tomó el papel y lo guardó en el bolsillo de su pantalón —eso seria todo— el profesor le sonrió —oh!— exclamó —y casi lo olvido— dio vuelta al cinturón y presionó una sección que estaba al lado de los botones rojo y verde; de esta salió algo como un teléfono celular bastante delgado —esto es básicamente para establecer conexión vía telefónica con otros entrenadores; en vez de un número de celular corriente contiene como identificador el ID; quiere decir, con esto puedes literalmente llamar al cinturón de entrenador marcando el ID del entrenador al que quieras llamar, y podrá responderte mediante el mismo sistema— guardó el celular en su lugar —no abuses demasiado del servicio porque de la misma forma que te depositarán dinero te lo cobraran por este servicio— le entregó entonces el cinturón —no es muy caro, pero aun así, no abuses— entonces le estrechó la mano casi sorpresivamente —ya puedes irte— sonrió y su ayudante también le estrechó la mano —y mucha suerte en tu viaje.

    —Gracias— apenas atinó a decir aquella palabra de manera tímida.





    Apenas había salido del laboratorio y ya había vuelto a encontrar a Hitomi. Ella llevaba tras de si una maleta roja que rodaba sin problemas por los camino de piedra del pueblo. Pensó que era su única oportunidad de aclarar sus dudas correctamente y a la vez, guardar las apariencias.

    —Tan rápido te alistaste para salir?— preguntó tratando de sonar casual.

    —Ya estaba lista— sonrió al responder —quiero iniciar mi viaje lo más pronto posible y demostrarle al mundo el poder del fuego— exclamó aquella oración con fuerza mirando al cielo —te llamas Toshiro, verdad?— preguntó unos segundos después de salir de su propia euforia.

    —Sí— afirmó con cierta demora —y tú eres Hitomi— aquello lo dijo con más seguridad en la voz.

    —La única— ella sonrió levantando el pulgar y guiñando un ojo.

    —Que tanto llevas en la maleta?— pensó que aquello había sonado un poco atrevido —digo— agregó nervioso —es la primera vez que viajaré solo— agregó lo último tras un segundo de retraso —quisiera saber aproximadamente que necesito como básico.

    —Eres algo torpe verdad?— él sabía que aquello no era la verdad, que solamente estaba perdido porque llevaba apenas unos días en aquel mundo de locos; pero mantuvo las apariencias correctamente y se limitó a encogerse de hombros sonriendo levemente —bueno déjame que te explique algo— ella también sonreía, tal vez su tono de voz en aquel momento sonaba con un ligero aire de superioridad, pero aun así se notaba la predisposición de ayudar —la distancia entre ciudades a veces puede ocupar hasta un par de días caminando. Te recomiendo que lleves contigo una bolsa de dormir o una carpa para cuando tengas que acampar— el sólo asentía con la cabeza mientras apuntaba toda la información en su memoria —otra cosa que debes llevar son algunas prendas de ropa. Digo, no creo que pienses en llevar siempre lo mismo— ambos rieron.

    —Las ruedas de tu maleta son muy extrañas— él las observó más de cerca al hablar —son todo terreno o algo así?

    —Exacto— ella le apuntó con el índice derecho alargando la “a” —cuando me canse de cargarla en la espalda simplemente la llevaré por el suelo como ahora.

    —Eso es interesante; digo, nuca había visto algo como eso.

    —Lo sé— sonrió aun más —y es genial porque dentro tiene varios compartimientos diferentes.

    —Debe ser muy útil— ambos intercambiaron miradas y sonrieron. Era tal vez extraño, o tal vez muy lógico por toda aquella locura que había estado ocurriendo, pero con Hitomi se empezaba a sentir cómodo; ella había sido al única persona con la que había podido conversar de manera natural a pesar de no entender muy bien de que hablaban —hacia donde vas ahora?

    —Al agente del pueblo a que me den mi plástico— con la mano hizo el gesto de sostener una tarjeta invisible —el profesor no te dijo que lo hicieras?

    –Si, lo sé— golpeó ligeramente su frente con la palma de la mano —lo olvidé por completo. Es más, tal vez si no te encontraba me iba del pueblo sin la tarjeta.

    —Bueno— agregó ella —al final no es demasiado problema porque la cuenta ya está creada y a tu nombre. Solo es cuestión de que te presentes en cualquier agente o banco de cualquier ciudad o pueblo y te identifiques con el cinturón. Al menos eso creo.

    —Tiene sentido— agregó mirando el cinturón que permanecía en su mano con la pokebola de squirtle adherida en la primera posición. Entonces recordó algo que en el laboratorio le había parecido muy obvio, pero decidió preguntarlo para mantener la conversación —Se supone que reconozcamos cual pokebola es de que pokemon por la posición en que las ponemos en el cinturón, verdad?— preguntó de manera tan fluida que podría decirse que ya estaba acostumbrado a aquellas extrañas palabras que debía emplear.

    —La verdad, eso supongo— le echó un vistazo al cinturón que llevaba puesto —no creo que tenga otra razón de ser— de pronto volvió su mirada junto a una sonrisa retadora —te apetece un duelo ahora?

    —Ah…— se puso nervioso de pronto. Había ignorado hasta el momento el proceder de las llamadas batallas pokemon; por lo que una parte de él le decía que no se arriesgara mientras la otra le animaba a aceptar por curiosidad —está bien— respondió finalmente con cierta inseguridad.

    —Ni siquiera has visto a otros batallar antes, verdad?— preguntó manteniendo su sonrisa. Él negó con la cabeza —pues también es muy simple. Es este momento sólo tienes un pokemon, concéntrate nada más en darle ordenes para que ataque al mío— ella tomó la pokebola de charmander y, tras presionar el activador, la lanzó hacia un lado. La esfera se abrió y la fuerza de liberar el pokemon la lanzó hacia atrás, de regreso hacia Hitomi que, a pesar que ya esperaba que eso ocurriera, no logró interceptarla. Tras recoger la pokebola del suelo volvió su sonrisa al otro entrenador —son cosas que se aprenden con la práctica; no hay otro modo.

    Él bajó la mirada a su cinturón; se aseguró que el interruptor de magnetismo estuviera en la posición correcta y tomó la única pokebola. Tal y como había dicho el profesor Ookido, la esfera, a pesar de haber estado firmemente colocada en su lugar, se desprendió con facilidad al retirarla con la mano; luego imitó a su contendiente y, presionando el activador, lanzó la esfera hacia el lagarto naranja, pero no llegó a su objetivo por abrirse antes y liberar a squirtle. Como había aprendido segundos antes, la pokebola volvió hacia él y, estando ligeramente preparado, la atrapó con ambas manos y un mínimo de esfuerzo.

    —Estas aprendiendo bien— Hitomi sonrió para ocultar su sorpresa —pero necesitas más que saber atrapar tus pokebolas para ser un buen entrenador.

    —Cómo sé que clase de ataques tiene?— preguntó casi ignorando a la adolescente.

    —Es un pokemon de agua; obviamente aprenderá ataques de agua— respondió con los ánimos por comenzar desbordando su control —pero son iniciales, en este momento ambos solo saben ataques del tipo físico— sonrió y apuntó con el índice a squirtle —por ejemplo; charmander, usa arañazo— ordenó con firmeza y el pequeño dinosaurio obedeció apenas escuchó a su entrenadora.

    —Squirtle cuidado!— gritó alterado. Aquella era la única forma en que pudo reaccionar.

    El pequeño pokemon fuego levantó un brazo amenazadoramente y lanzó su ataque pronunciando una aguda y larga nota. La tortuga apenas reaccionó dándole la espalda a charmander, provocando que el ataque golpeara con el caparazón.

    —Squirtle, golpea con tu cuerpo— lo había pensado rápido y aquello fue lo que salió de sus cuerdas vocales aunque ni él mismo sabía que es lo que había querido decir, pero la tortuga pareció reaccionar mejor de lo que esperaba.

    Sin emitir sonido alguno, el pokemon agua saltó directamente contra su contrincante, golpeándolo en el pecho y obligándole a retroceder.

    —Charmander, no te quedes atrás— exclamó Hitomi —usa cabezazo.

    —Saca pecho.

    Tal vez la decisión errónea fue decirle al pokemon fuego que usara una cabeza no preparada para el ataque; o tal vez la decisión ganadora fue improvisar con la protección del pokemon agua; aunque este apenas había entendido la orden de su dueño, había reaccionado bien otra vez y había levantado un poco el cuerpo. Charmander impactó directamente contra el caparazón frontal de squirtle. La cabeza del pequeño dinosaurio rebotó mientras la tortuga apenas estuvo al borde de perder el equilibrio. Finalmente, y con un sonido agudo y débil, charmander cedió ante la secuela del golpe y cayó al suelo, consciente, pero aturdido.

    —Perdón, no quería— trató de disculparse el entrenador de la tortuga; pero contradictoriamente, al menos para él, Hitomi le sonrió.

    —Está bien. Así son las batallas— levantó al pequeño charmander y lo acomodó en sus brazos, teniendo especial cuidado en que la flama de su cola colgara de un lado sin tocarle la piel —para ser buenos entrenadores nos tenemos que hacer a la idea de ver a nuestros pokemon caer de vez en cuando— le volvió a sonreír.

    —Pero…— balbuceó aún sorprendido. Luego una duda invadió su mente y no pudo evitar preguntarla al instante —alguna vez un pokemon ha muerto en combate?— Hitomi bajó la mirada a charmander por unos segundos.

    —Los pokemon son criaturas fuertes y poderosas— respondió seriamente tras un suspiro —cuando te encuentras con un pokemon salvaje, este no tendrá ninguna clase de piedad contigo y te tratará como si fueses otro pokemon si se siente amenazado. Si es que fuese demasiado agresivo no descansará hasta matarte— entonces volvió a mirar a su interlocutor recuperando parte de su sonrisa —pero a su vez los pokemon son muy resistentes y se aferran a la vida con fuerza; especialmente los entrenados. Las batallas entre entrenadores suelen terminar así— bajó le mirada al lagarto por un segundo —cuando uno de los dos esta muy cansado o dolorido para continuar. A menos que uno de los entrenadores tenga la intención de asesinar al oponente; la muerte no es algo en que deberías pensar mientras batallas— no se animó a decir alguna otra palabra frente al, otra vez sonriente, rostro de Hitomi —cuidaré charmander en mis brazos hasta que se sienta mejor— agregó sonriendo y abrazándolo con ternura —tu puedes regresar a squirtle en lo que vamos a recoger los plásticos— él sonrió y obedeció; luego colocó la pokebola en su lugar en el cinturón y finalmente este en su cintura. Hitomi sonrió una vez más y comenzó a caminar con su pokemon en brazos —tu lleva mi maleta— ordenó de manera coqueta.




    Una vez más se encontraba en el recibidor organizando cosas. Había conseguido una mochila grande de varias secciones. Había también comprobado que la pokedex que estaba en casa no funcionaba; ni bien la prendió, la imagen comenzó a distorsionarse y a verse afectada por interferencias extrañas. Luego de reducir las nueve pokebolas que había en su habitación, las colocó en el compartimento de pokebolas vacías que había en el cinturón y comenzó a intuir su funcionamiento. Aquel bolsillo especial era capaz de cargar con unas quince esferas bien organizadas en cinco grupos verticales de hasta tres bolitas; las cuales se podían sacar por una abertura debajo de cada grupo que, a simple vista, parecía funcionar igual que su contraparte de pokebolas usadas; no se caían bajo ninguna circunstancia, pero no ofrecían resistencia cuando se les retiraba con la mano.
    Había guardado la ropa que pensaba sería suficiente: un par de pantalones, un conjunto de playeras, dos chaquetas gruesas y un buen conjunto de interiores. A su vez había encontrado las zapatillas más cómodas y resistentes para llevarlas siempre. No había encontrado ninguna tienda de campaña o bolsa de dormir en toda la casa, pero Hitomi había recordado confirmar la batalla como oficial cuando llegaron al agente; se suponía que en aquel momento tenia por lo mínimo doscientos yenes en su cuenta y esperaba poder hacerse con algún equipo mínimo de campamento con aquel dinero.
    Ponyta deambulaba por la casa acercándose eventualmente a curiosear las acciones del joven; pero repentinamente se acercó a la puerta de entrada y se le quedó mirando. Él también volteó deteniendo cualquier acción. Pasaron unos minutos antes de que ocurriera lo siguiente: ponyta había empezado a saltar de alegría a la vez que relinchaba alegremente y el fuego de su espalda aumentaba. Pronto la puerta se abrió una figura que observó al muchacho desde el portal. Ella no dijo palabra alguna; inmediatamente se abalanzó sobre el joven abrazándole con fuerza.

    —Volví en cuando Kaede me contó— ella le miró con una sonrisa casi nostálgica —me vine lo antes posible— él no sabía como reaccionar, sólo se quedó en sus brazos —estoy tan orgullosa, hijo mío.

    Aquellas palabras le obligaron a reaccionar. Hacía tanto tiempo que su madre había muerto que ya había olvidado aquellas sensaciones; aquel sentimiento de tener una figura maternal a la que aferrarse, aquel calor sentimental que provenía de lo más profundo de su cuerpo y existencia. No pudo decir palabra alguna. Únicamente se limitó a recordar en guardar las apariencias; y, sin pensarlo demasiado, abrazó el cuerpo de aquella madre reteniendo fuertemente las crecientes ganas de llorar.
     
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  7.  
    The Makoto

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    La pluma de Zapdos
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
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    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    7
     
    Palabras:
    4179
    Bueno primero que nada lamento la demora. En verdad , he tenido el capítulo planeado desde hace semanas, de hecho, más tiempo que eso pues se suponía que la historia realmente empezaba desde aquí; pero, hay ciertas razones por las que no lo puse de primero y en sí, me ha salido mejor.
    Bueno me estoy alejando mucho del tema principal.
    He tenido un percance bastante sorpresivo y que me ha afectado demasiado, es por ello que me retrasé tanto a pesar de que este capítulo no debió ser difícil de escribir.
    De cualquier modo, el capítulo está lo más listo que pude dejarlo. Lo he revisado una cantidad supongo que apropiada de veces, pero con mi inestabilidad emocional no he podido concentrarme demasiado bien. A pesar de ello, si he podido avanzar ya con el siguiente capítulo y al menos eso me motiva un poco a publicar esto antes de hacerlos esperar por demasiado tiempo.


    Aclaraciones:
    - Como había dicho en mi aparición anterior, dejare una lista de los nombres originales de las ciudades y pueblos como referencia:
    Pueblo Paleta -> Pueblo Masara
    Pueblo Lavanda -> Pueblo Shion
    Ciudad Plateada -> Ciudad Nibi
    Ciudad Celeste -> Ciudad Hanada
    Ciudad Carmín -> Ciudad Kuchiba
    Ciudad Azulona -> Ciudad Tamamushi
    Ciudad Azafrán -> Ciudad Yamabuki
    Ciudad Fucsia -> Ciudad Sekichiku
    Isla Canela -> Isla Guren
    Ciudad Verde -> Ciudad Tokiwa
    - También había avisado que desde este momento el personaje que me funcionó como principal para la introducción pasará a ser tal vez secundario o tal vez retome un papel importante, aún no puedo confirmarlo porque ni yo lo tengo muy claro, pero saben, pasará a ser nombrado Toshiro desde ahora (aunque en estos dos capítulos que se vienen no aparezca, es un recordatorio).
    - Aviso de parte que el siguiente capítulo me esta saliendo bastante largo pero aun así lo voy a subir de un solo golpe, así que tal vez demore bastante especialmente por loq ue se me viene en esta semana.
    - Finalmente, lamento el larguísimo (al menos eso creo) texto que acabo de escribir, pero considero que era necesario.




    Batalla en al ruta 11


    Largos y rojizos cabellos que eran desordenados por el fuerte viento. Piel clara que resaltaba aquellos ojos negros de mirada fija y decidida. Él ya estaba listo; levantó un lado de su chaqueta rojo brillante y posó su mano sobre la tercera pokebola del cinturón, una que se notaba diferente ya que, en vez de rojo, la parte superior era más opaca y con colores de camuflaje. Frente a él, al otro lado del camino, su contrincante estaba de pie con una firme posición de reto expresada en el cuerpo. Era claramente menor, pero igual de decidido. Sus cabellos eran dorados, cortos y en forma de resorte; sus ojos, azules y grandes, brillantes y decididos. El pequeño también posó la mano derecha sobre una pokebola; en su caso, la primera.
    Ambos entrenadores cruzaron una última mirada antes de liberar a sus pokemon. Presionaron ambos el botón de sus respectivas esferas y las lanzaron al campo de batalla. Ambas se abrieron en el aire liberando a las criaturas antes de volver a sus dueños. Por su parte, el pelirrojo interceptó sin problemas la pokebola con una sola mano y la devolvió a su lugar en el cinturón mientras observaba el emerger de su pokemon. Era visiblemente más grande que ambos entrenadores; su piel marrón se notaba bastante resistente; mientras la piel su vientre, estómago y pecho era más clara y a la vez se percibía la suavidad de un marsupio vacío. Sus orejas, claras y suaves; su frente, oscura y brillante en su dureza; sus ojos, rojos, triangulares y de pupila pequeña y elíptica; sus fauces, grandes y con dos colmillos que sobresalían más que los otros; sus garras, tres blancas por extremidad; finalmente, su pesada cola en la que culminaba la línea de espinas que recorría la espalda. Era aquel imponente pokemon conocido como kangaskhan.
    El niño rubio no había conseguido atrapar correctamente su pokebola y esta había caído al suelo; pero cerca de él, que se agachó a recogerla y la colocó en su lugar también observando a su pokemon. Este reposaba de manera pesada sobre el suelo ya que sus cuatro aletas no le permitían separar el vientre de la superficie. Era de escamas celestes y cuello largo. Su cabeza se achicaba hacia la nariz dándole una forma casi triangular. Sobresalían un cuerno redondeado de su frente y orejas en forma de espiral a los lados de su cabeza. Su espalda esta recubierta por una coraza gris de apariencia extremadamente dura y que poseía ciertas protuberancias también sin filo. Finalmente, al igual que las aletas, una pequeña cola triangular descansaba sobre el suelo igual que la mayoría de escamas amarillentas del pokemon. Este se trataba de un espécimen más raro llamado lapras.

    —Empecemos de una vez— apresuró muy ansioso el niño.

    —Vas demasiado rápido— sonrió el pelirrojo —pero está bien— agregó en un ligero tono de diversión —kangaskhan, usa megapuño— ordenó con fuerza.

    —Lapras evítalo— se apresuró en pedir el rubio.

    Kangaskhan emitió un fuerte gruñido propio de su tamaño y emprendió una carrera directo a su enemigo, el cual, como era de esperarse, tenía serios problemas para moverse en tierra firme. El gran canguro levantó el puño y lo lanzó velozmente hacía el rostro de lapras, que no había conseguido moverse hasta entonces, pero este agachó inmediatamente la cabeza provocando que kangaskhan golpeara directamente la coraza de su espalda. El impacto remeció ligeramente el suelo con un sonido sordo; pero aun así lapras se veía intacto, como si no lo hubieran golpeado.

    —Rayo burbuja— gritó el niño antes de cualquier otra reacción.

    Lapras volteó inmediatamente el cuello y abrió la boca, entonces cientos de esferas transparentes emergieron de su garganta a toda velocidad impactando en el cuerpo de kangaskhan con lo que le obligó a alejarse.

    —No te detengas— insistió.


    En cuanto su oponente dejó de estar sobre él, lapras reacomodó su posición y continuó disparando las burbujas en dirección kangaskhan, que había comenzado a cubrirse con los brazos a la par que retrocedía.

    —Vamos kangaskhan, no retrocedas— el pokemon apenas pudo escuchar al pelirrojo entre el continuo sonido de las burbujas explotando sobre su piel —tu puedes resistirlo, confía en ti.

    El pokemon bípedo se animó lo suficiente para detener su retroceso y, tras gruñir una vez más, acomodó sus piernas y emprendió la marcha hacia adelante con fuertes pisadas.

    —Aumenta la potencia, lapras— ordenó confiado el niño.

    —No te rindas— gritó el adolescente.

    Kangaskhan había conseguido no ceder frente al dolor ni al impulso en contra que aumentaba conforme se acercaba al origen de la oleada de burbujas. Lapras se percató del aproximamiento de su rival y aumentó la potencia lo más que pudo a la vez que intentó retroceder a pesar que la fisionomía de sus patas no se lo permitía.

    —Lapras!—gritó asustado el rubio cuando el pokemon rival ya se encontraba una vez más demasiado cerca del suyo.

    —Ahora cabezazo— ordenó con fuerza el pelirrojo.

    Kangaskhan obedeció y, en un arrebato de valor, desprotegió su rostro para tomar el cuello de su contrincante e, inmediatamente, obligar a que ambas cabezas impactaran. Lapras casi retrocedió por la fuerza del golpe, pero su movimiento sobre tierra firme era tan limitado que apenas su cabeza retrocedió hasta caer el suelo por un lado.

    —Retrocede un poco—esta vez su voz era más calmada.

    Kangaskhan se acercó lentamente a su entrenador; siempre con la vista en su rival. El niño se notaba preocupado por su pokemon, el cual, repentinamente comenzó a reaccionar levantando lentamente el cuello.

    —Sé que aún tienes fuerzas para terminarlo— el pelirrojo le sonrió a su pokemon, el cual asintió con la cabeza —pues será todo— apuntó con el índice a lapras —usa hiperrayo—ordenó triunfante.

    —Quítate de ahí— el rubio había sentido al necesidad de gritarlo aun cuando sabía que no tenía sentido hacerlo.

    Aun si lapras hubiese tenido fuerza de obedecer a aquella última orden, su cuerpo no le habría permitido escapar del ataque final. El gran canguro abrió las fauces y, tras un segundo de carga, el brillante y poderoso rayo se disparó a toda velocidad directo al cuerpo del objetivo. El suelo se estremeció; la zona donde el rayo impactó quedo hundida mientras que el cuerpo de lapras se levantó y voló unos segundos hasta caer pesadamente sobre su espalda. Una ligera distorsión generada por el calor de su piel rodeaba la figura del pokemon marino. Este permanecía inmóvil en el suelo, pero a su vez era fácil notar que aún respiraba. Aquello fue lo que finalmente tranquilizó a su entrenador, que regresó a lapras a su pokebola.
    Por su parte, a kangaskhan se le notaba cansado, tal ataque había consumido una gran parte de sus energías. Considerando prudente que descansara, el pelirrojo regresó también a su pokemon. Colocó la pokebola en su sitio para luego sacar otra; esta vez, la primera.

    —Listo para la ronda dos?— preguntó desafiante.

    El niño miraba la pokebola de lapras ligeramente triste, pero con las palabras de su oponente recordó que habían quedado en dos pokemon cada uno; entonces dejó la esfera en su lugar y, a la vez que jaló el pañuelo de su cuello hasta cubrirse la nariz, sujetó la quinta y última pokebola de su cinturón.
    Una vez más ambos lanzaron sus esferas tras presionar el activador.
    De lado del rubio una masa púrpura, muy oscura y grotesca, tomó lugar. Era bastante grande y deforme; apenas podían notarse los tres bultos correspondientes a sus brazos y su cabeza, en la que a su vez, apenas eran visibles sus ojos que, a pesar de que su color claro resaltaba, eran constantemente cubiertos por la masa acuosa que se renovaba en la piel del pokemon. Inmediatamente el gesto del entrenador había cobrado sentido; el ambiente se había inundando con un denso y fétido aroma que a la distancia era apenas soportable. Aquella criatura era conocida con el simple nombre de muk.
    Del otro lado del improvisado campo de batalla apareció un misterioso pokemon. Era muy similar a un zorro, pero sus facciones eran más finas y estilizadas. Su cola y orejas eran casi iguales; el pelo les terminaba en punta como si se tratase de unos pinceles muy finos y a la mitad había una franja de pelaje celeste brillante rodeando las tres extensiones del cuerpo; a su vez, pequeños círculos del mismo pelaje adornaban sus cuatro extremidades y su frente, justo entre aquellos ojos amarillos que resaltaban perfectamente sobre el pelaje negro.
    Tanto el rubio como su pokemon se mostraban sorprendidos; y el pelirrojo sabía porqué; pues aquel pokemon lo había conseguido de una manera casi accidental y, en su momento, él estuvo igual que todos aquellos que lo veían por primera vez: anonadado frente a una criatura misteriosa.
    El pequeño entrenador rebuscó entre sus bolsillos hasta sacar la pokedex, la cual se apresuró en apuntar directo al extraño zorro, pero esta no reaccionó.

    —No va a funcionar— exclamó el pelirrojo cubriendo la mitad de su rostro—Nocturli no es una especie pokemon conocida dentro de la región.

    A pesar de que nunca había estado seguro de que clase de pokemon era, tenía la certeza absoluta de que en todo Kanto no había persona corriente que reconociera al pokemon. Este ya se había visto afectado por el olor de su contrincante y se sacudía ligeramente.

    —No importa— el rubio guardó la pokedex de manera animada —no importa lo que sea, ganaré. Muk, usa residuos.

    Inmediatamente el pokemon veneno levantó uno de sus deformes y abultados brazos lanzando su cambiante figura hacia el zorro. Este se alejó apenas percibió el peligro esquivando el ataque con agilidad y elegancia.

    —Psíquico— el pelirrojo habló de manera rápida para evitar aspirar más aquel aire.

    Nocturli se detuvo al instante y observó fijamente a los ojos al deforme y abultado pokemon, esta inmediatamente comenzó a mostrar signos de aturdimiento. Pero todo aquello no duró demasiado, Nocturli se había visto obligado a detener su respiración para alcanzar la concentración necesaria para aplicar un ataque del tipo psíquico. Pronto volvió a respirar el fétido aire y, tras perder la concentración, detuvo el ataque.

    —Sobre él— el rubio podía ordenar con mayor facilidad debido al pañuelo que cubría sus fosas nasales.

    —Concéntrate.

    Muk se lanzó completamente sobre su objetivo, el cual volvió a utilizar psíquico. La gran mas púrpura perdió parte de la coordinación de sus movimientos. Aquello le permitió a Nocturli escapar de la zona donde a los pocos segundos muk impactó pesadamente.

    —Pisco rayo— ordenó el pelirrojo.

    Nocturli hizo un esfuerzo en tomar aire antes de atacar. En cuanto el pokemon veneno consiguió controlarse nuevamente volvió la mirada hacia su oponente; pero era tarde, Nocturli abrió la boca en dirección a muk y atacó. El rayo era apenas perceptible, se notaba una distorsión dirigida directamente del zorro a muk, el cual empezaba a ceder frente al impacto de una fuerza muchísimo mayor de lo que se percibía con la vista.
    Finalmente el pokemon veneno había parecido derretirse hasta que simplemente se veía como un montículo pantanoso. Su piel se veía ligeramente más solida e inmóvil, pero era imposible que hubiera muerto. Al ir dirigidos casi en su totalidad al cerebro, los ataques psíquicos podían dejar inconsciente con relativa facilidad a otro ser vivo; pero usualmente no concluían en la defunción del afectado. Además, el rubio regresó a muk exitosamente, lo que era otra prueba de que el pokemon aún vivía. El adolescente también regresó a su pokemon mientras continuaba con la mano cubriendo su rostro pues, a pesar de no estar ahí, el hedor de muk tardó en desaparecer totalmente.





    —Jiro Takama de ciudad Nibi— el rubio sonreía extendiéndole la mano a quien había sido su contrincante aquella tarde. Ambos ahora se encontraban sentados en el pasto al lado del camino.

    —Kyo Kazuki— el pelirrojo respondió al gesto con una sonrisa amable —yo soy de ciudad Sekichiku.

    —Eso explica a kangaskhan— Jiro era muy alegre —mi padre me comentó que algunos de los pokemon más feroces de la región solo se pueden encontrar en la zona safari— sonrió más aun —o adentrándose demasiado en las montañas y bosques. Mi padre me comentó también de un pokemon llamado scyther que solo habita en los bosques y praderas lejos de la ciudad, pero que en la zona safari hay algunos.

    —Si lo recuerdo— agregó Kyo animosamente —cuando estuve dando vueltas por el safari encontré a uno que se había alejado de su manada. El guardia que me acompañó me dijo que tuviera demasiado cuidado y pues si; se notaba que era bastante agresivo.

    —Lo atrapaste?— Jiro preguntó fascinado, como si estuviera hablándole a una celebridad.

    —No— se incomodó muy ligeramente, pero no lo dejo verse muy notorio —no tuve la oportunidad. También era muy rápido y temía acercarme. Sus espadas asustan demasiado cuando las tienes enfrente, déjame decir.

    —Bueno— se cruzó de piernas y miró al cielo como reflexionando, luego colocó una mano sobre el nivel de su cabeza —era más grande que yo?

    —Tal vez era de tu misma altura, pero el guardia mencionó haber visto más grandes que ese.

    —Entonces yo no sería rival para uno— no tardó en ponerse de pie y adoptar una posición decidida —pero algún día iré a por uno y no podrá contra mis pokemon.

    —Pues tendrás que buscar uno salvaje fuera de la civilización— Kyo permanecía sentado —en el safari no te dejan utilizar a tus pokemon para capturar a otros. Es un tipo de reserva natural así que no te dejan lastimarlos de ningún modo.

    —Pues iré a por uno salvaje algún día— ya se había sentado, pero sus ánimos permanecían intactos —y para cambiar de tema; que se supone que es Nocturli?

    —Primero que nada— dijo Kyo recordando la batalla a la vez que tomaba la pokebola del cinturón —es ella.

    —En serio?— no parecía asombrado pero claramente no se le había pasado por la cabeza aquella posibilidad.

    Kyo liberó a Nocturli delante de ambos. Estando sentados, la cabeza del pokemon se alzaba sobre las de los entrenadores. El zorro negro se veía claramente aliviado de que en aquel momento podía respirar con tranquilidad; se sacudió y se acomodó entre el suelo y su entrenador, el cual le acarició su lomo.

    —Es alguna clase de evolución extraña de eevee— mencionó Kyo —hace algún tiempo tenía uno muy extraño; digo, tu sabes que los eevee son mas o menos marrones, verdad?— Jiro asintió con la cabeza— pues el mío era más bien blanco. Era bastante bonita y la entrené con esmero porque siempre quise un vaporeon.

    —Y lo conseguiste?— Jiro se mostraba fascinado una vez más.

    Kyo no respondió textualmente. Él se limitó a tomar la segunda pokebola de su cinturón y liberar al pokemon en ella. Inmediatamente se materializó el curioso anfibio de escamas celestes. Apenas era más pequeño que Nocturli aunque la aleta sobre su cabeza le daba una falsa altura adicional. Su rostro era algo menos alargado y comenzaba a oscurecerse cerca a la nuca y el cuello. Su orejas eran largas, amarillentas y con forma de aletas. Sus ojos eran oscuros y, además de los dos comunes, poseía un tercer párpado casi traslúcido que retiró de los ojos apenas salió de la pokebola. Su cuerpo era bastante simple; completamente similar al de un can a excepción de que estaba cubierto de escamas. Su cola era bastante gruesa y larga, terminada en una elegante cola como de delfín. Finalmente, una línea de espinas oscuras recorría la columna vertebral del pokemon, desde la aleta mayor situada en su cabeza hasta la división de su aleta caudal.

    —Es genial— Jiro miró al pokemon agua asombrado —y donde conseguiste dos eevee?

    —Bueno, mi padre me regaló al primero. Lo trajo de uno de sus viajes— explicó con la mirada en Nocturli —mientras que vaporeon es su cría.

    —Pero los eevee son de por si bastante raros— observó Jiro —al menos eso me dijo mi padre.

    —Pues si; mi padre me dijo lo mismo. Pero él trabaja en Silph así que, como dije, lo consiguió en uno de sus viajes.

    —Tu padre trabaja en Silph?— preguntó Jiro entre curioso y sorprendido —mi padre también. Él es director de investigación y algo más. Pero sé que él organiza la mayoría de viajes de investigación —sonreía con júbilo— de hecho él me consiguió a lapras cuando se encargó de viajar también.

    —Bueno— le dirigió una rápida mirada a vaporeon —no se mueven nada bien en tierra así que supongo que deben habitar en las lejanías del océano o masas de agua similares.

    Jiro también observó a vaporeon, el cual ya se había dormido. Pareció comprender la diferencia entre ambos pokemon agua y luego se volvió hacia Kyo.

    —Adonde irás ahora?

    —Pienso que debería volver a ciudad Kuchiba para descansar esta noche— miró al cielo que había empezado a volverse rojizo —me prepararé bien para unos cuantos días de viaje. No sé exactamente a donde iré.

    —Creo que si sigues la ruta llegarás a pueblo Shion— Jiro sonrió ligeramente —al menos ahí es a donde pienso llegar— pasaron algunos minutos en silencio en los que vaporeon despertó y se acomodó al otro lado de su dueño, justo entre ambos entrenadores —yo estaré ahí un par de días.

    —Bueno, al menos tengo una idea de lo que me espera.

    Jiro sonrió animoso y se levantó del suelo con ímpetu. Tomó su gran mochila y la colocó sobre su espalda.

    —Es mejor que me empiece a mover— miró al resto de la ruta; un paisaje natural con apenas algunos caminos amarillentos y planos, todo adornado con el rojizo del ambiente —debo continuar mi viaje y mejor que no se me haga muy de noche.

    —Pues bien— Kyo también se había levantado —yo aún estoy cerca de la ciudad. Quieren caminar un poco?— aquello último iba obviamente dirigido a sus pokemon. Ambos se pusieron de pie y estiraron, entonces volvió la mirada a Jiro —si te alcanzo nos veremos.

    —Hecho— respondió Jiro animosamente.

    Estrecharon sus manos otra vez y si decir más tomaron caminos opuestos.



    * * *



    Había una luz blanca y tenue que lo iluminaba. Él apenas podía verse a si mismo y un par de centímetros de suelo a su alrededor; lo demás estaba sumergido en la más profunda obscuridad. Era claramente un hombre de negocios. A pesar del aspecto sucio y arrugado de su traje, este conservaba su elegancia. A pesar del terror en su rostro y el desarreglo de sus cortos cabellos, se notaba que diariamente cumplía con ser un presentable y serio empresario.
    Sus brazos y piernas estaban atados a la silla metálica donde reposaba su cuerpo. Con las extremidades inmovilizadas cualquier desplazamiento le era imposible; además, la silla era pesada; la intentó mover a saltos, pero apenas la hizo avanzar mínimamente antes de sentirse fatigado. Pero tras pensarlo unos segundos se dio cuenta de lo imprudente de su accionar. Sumergirse en aquel negro en aquellas condiciones no era una idea lógica.
    No sabía cuanto tiempo había estado ahí desde que recuperó la conciencia. Sentado y adolorido esperó hasta que finalmente un rastro de vida se presentó de manera aterradora. Escuchó algunos pasos que se acercaron hasta él y, sin salir del límite de la oscuridad, comenzaron a caminar muy lentamente alrededor del rehén.

    —Quienes son?— gritó desesperado —qué es lo que quieren?

    —Saburo Takama— una voz profunda y a su vez imponente le respondió —Director de investigación de campo en SILPH.

    —Qué? Pero como…

    —Sabemos que usted sabe de cierta información especifica— interrumpió desde las sombras —y estamos interesados en conocer aquella información— los pasos que le rodeaban se volvían cada vez más perturbadores —Díganos señor Takama, que ocurrió realmente en la central eléctrica?

    —Hubo una sobrecarga de los sistemas…—se apresuró en contestar.

    —Hitmonchan!— aquella voz gritó con fuerza interrumpiendo el discurso.

    Tal y como había sonado, el solo nombrar un pokemon había servido como orden. Un veloz puño salió desde las sombras e impactó violentamente contra el rostro del individuo. Este escupió un poco de sangre debido a las heridas que el golpe había abierto dentro de su boca. Su rostro mostraba dolor y un intento de pedir piedad sin palabras.

    —Veo que no me esta entendiendo— agregó con calma la voz desde las sombras —tendré que ser un poco más claro con usted— ligeros sollozos podían escucharse salir involuntariamente de la garganta de Saburo —que pasó realmente— enfatizó aquella palabra —en la central eléctrica?

    —Ya te lo dije— su voz ahora imploraba —los sistemas…

    —Hitmonlee!

    Repentinamente una patada rompió la pierna derecha del hombre, el cual en aquel momento gritó y olvidó por completo el peso de la silla, pues la movía erráticamente a la vez que él mismo intentaba retorcerse por el dolor.

    —Se lo diré una última vez!— la voz había perdido toda calma y lograba escucharse por sobre los gritos de dolor del rehén —esa historia ya nos la sabemos. Y también sabemos que no es verdad— los pasos que por unos segundos se habían acelerado se detuvieron —Ustedes quieren proteger algo y nosotros queremos saber qué es— su voz era a cada segundo más amenazante —es la última oportunidad que tiene, señor Takama!

    —Pero es verdad— Saburo lloraba y apenas podía entenderse lo que decía —es todo lo que sé. Lo juro.

    —Entonces no nos sirve— la voz había recobrado su calmado y normal tono —Usted será recordado entre los suyos…

    —No por favor!— gritó desesperado.

    —…como el primero de muchos…— a la vez que subía el tono de voz se alejaba del sujeto.

    —Vamos!— a pesar de cuanto gritaba su voz aún sonaba por debajo de la de su captor —haré lo que sea.

    —…si no cumplen con nuestras exigencias— luego de aquello detuvo la marcha y se concentró en escuchar los gritos implorantes; estos tardaron más de quince minutos en apagarse, a lo que el hombre bajó la mirada sollozando —lástima— Saburo levantó la mirada aterrado ante el repentino y alejado sonido —usted pudo agradarme. Hitmonchan, termínalo!

    Unos pasos lentos se acomodaron hasta silenciarse frente al rehén, el cual miraba a la oscuridad aterrado. De pronto una nueva fuente de luz apareció ante sus ojos; un guante de box se prendió lentamente en llamas iluminando débilmente la figura del pokemon lucha, el cual le devolvió la mirada amenazante y, sin emitir sonido alguno, disparó aquel puño incandescente a toda velocidad hacía el estómago de Takama. La fuerza derribó el cuerpo del hombre con todo y la pesada silla metálica. Una vez que su rostro golpeó con el suelo no tardó en escupir sangre de lo más profundo de sus órganos mientras su cuerpo comenzaba a quemarse por el traje prendido en llamas. Observó finalmente como, iluminados ligeramente por la fogata humana en que se había convertido, hitmonchan y hitmonlee se reunieron, observaron sin piedad su obra y comenzaron a caminar hacia la oscuridad, dándole la espalda mientras él moría entre sollozos.
     
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    Valen-chan

    Valen-chan Iniciado

    Cáncer
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    Hiii!!!
    Como estás? Espero que bien jejeje
    Bueno, he de decirte que cada capítulo, me gusta más xD
    La verdad, es que has descrito muy bien el combate jejeje
    Pobre Saburo no?? La verdad es que lo has escrito demasiado bien xD
    Bueno, gracias por hacerla larga y aparte, por seguir escribiéndola jejeje
    Besos!!
    Xaoo!!!!
     
  9.  
    Iza Kaulitz

    Iza Kaulitz Flor Kaulitz

    Piscis
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    Hola ¿todo bien ?

    bueno para empezar gracias por la invitacion espero que tu ayas tenido la posibilidad tambien de leer mi fic ya que en unos dias podre subir la continuacion pasa que la escuela es complicada te quita tiempo... buenos volviendo a tu fic muy bueno espero una continuacion y que sigas invitandome a leer tus creacione literarias jejeje bueno desde ya muy lindo y espero conti.

    nos vemos.


    ATT: inuflor taisho.
     
  10.  
    The Makoto

    The Makoto Wireless

    Aries
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    Género:
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    Total de capítulos:
    7
     
    Palabras:
    6506
    Valen-chan, te gustará entonces que este capítulo sea especialmente largo.
    Inuflor, gracias por preocuparte, pero en fin, ahora todo esta bien.

    Pues bueno, en este punto solo debo repetir lo que les había comentado en el anterior capítulo, este me ha salido bastante largo y, a decir verdad, no quería colocarlo de a dos o más partes.
    Es por eso que me demoré tanto ahora aunque no sé realmente si ha sido más que la última vez; pero ahora les aseguro vale más la pena esperar.
    Sin mayores o importantes notas sobre el capítulo aquí lo dejo.





    Kangaskhan
    En ciudad Kuchiba había un pequeño pokemon al que le gustaba robar. Aparentemente aquel pequeño sandshrew salvaje se había alejado demasiado de un ambiente libre y había perdido de vista a sus presas naturales, reemplazando su lugar en la dieta por comida humana que encontraba en la ciudad.
    Como todo pokemon no domesticado, no hallaba ninguna diferencia entre las propiedades humanas; él solo veía comida y, si tenía hambre, simplemente la tomaba. Se había ganado el odio de los comerciantes, que a su vez, acusaban a aquellas personas que se apiadaron del pequeño la primera vez que apareció.
    El presidente del club de fans de pokemon siempre había querido capturarlo para poner fin con el alboroto; pero el pequeño pokemon tierra había aprendido a ser escurridizo. Tras perder finalmente la vista de su ambiente natural, se había adaptado en poco tiempo al entorno urbano y a sus peligros correspondientes.
    Pero finalmente un hombre decidió terminar con la situación. Su restaurante era visitado muy seguido por el pequeño ladrón, y luego de una semana que el pokemon tierra había puesto las patas sobre la ciudad por primera vez, el hombre y su machoke decidieron tomar la justicia por cuenta propia.
    Un día, muy de mañana, el sandshrew se encontraba escapando una vez más con comida en la boca. Pero aquella vez estaban listos. En cuanto el pokemon tierra se acercó a la ventana que le serviría de salida del edificio machoke le cerró el paso. Sandshrew pensó por unos segundos que iba a lograrlo, que podría escabullirse casi sin problemas; pero el pokemon humanoide lo cogió con ambas manos y, sin pensarlo, lo arrojó con fuerza contra el suelo. El pequeño apenas pudo reaccionar y, ni bien sintió la amenaza, se comprimió sobre si mismo adoptando una forma esférica; pero, aun protegiéndose con sus escamas color ocre, el golpe dolió bastante y lo mandó a volar. La esfera viviente golpeó contra una pared antes de desarmarse y caer al suelo.

    —Creo que aún no ha tenido suficiente— el dueño del pokemon lucha sonreía triunfante y vengativo a la vez que observaba a su alrededor. Aquel lugar tranquilo y ligeramente escondido entre edificios era el escenario perfecto para vengarse del pequeño pokemon.

    Machoke entendió la indirecta sin dificultad y se acercó a su víctima tras gruñir con prepotencia; le dio una vuelta con el pie y golpeó su estomago con el puño, luego lo mandó a volar con otra patada. El pequeño pokemon estaba exhausto, apenas tuvo fuerzas para abrir los ojos temblorosamente y observar a su agresor.

    —Vamos machoke, no le demuestres piedad— el pokemon de escamas grises empezó a caminar una vez más hacia el pequeño, pero fue interrumpido por una pokebola que se lanzó entre ellos liberando a un enorme kangaskhan —que demonios?— el hombre se notaba sorprendido.

    —Megapuño— Kyo se apresuró en ordenar un ataque a pesar de que aún se encontraba lejos de los pokemon.

    —Movimiento sísmico— el hombre apenas se había dado cuenta de que ahora era una batalla contra otro entrenador.

    Kangaskhan lanzó su puño directamente contra machoke, pero este, al ser más pequeño, corrió por debajo del ataque oponente y efectuó la orden de su dueño; tomó al canguro y lo levantó en brazos para luego golpearlo fuertemente contra el suelo provocando una vibración en la tierra. Aquella vibración casi logró que Kyo perdiera el equilibrio mientras corría hacia el pokemon herido

    —Golpe de karate— ordenó el hombre con enojo.

    Machoke se apresuró en obedecer y saltó.

    —Cúbrete— ordenó el pelirrojo, este ya había llegado al lado de sandshrew.

    El pokemon lucha golpeó directamente los brazos de kangaskhan con un lado de la mano, este último había bloqueado el ataque efectivamente y luego utilizó los brazos para lanzar a machoke algunos metros lejos de su cuerpo, entonces aprovechó el tiempo para ponerse de pie.

    —Sumisión, ahora— ordenó el hombre iracundo.

    Kangaskhan se preparó para recibir el ataque. Machoke había comenzado a correr hacia su objetivo, pero este no esperó orden alguna para tomar al pokemon lucha y levantarlo directo hacia sus fauces, donde le mordió el hombro con fiereza. Machoke le golpeó el rostro con el puño fuertemente obligándole a liberarlo, luego dio un salto hacia su entrenador cuando el canguro intentó contraatacar. La sangre oscura del pokemon humanoide recorría su brazo mientras este se sujetaba la herida con la mano.

    —Que diablos te pasa?— el hombre estaba incluso más furioso entonces.

    —Kangaskhan protegerá a cualquier pokemon que pueda necesitarlo– Kyo hablaba con decisión —esta en su naturaleza. Pero aun si no fuera así, yo tampoco dejaría que sigas lastimando al pequeño— notó la impaciencia y descontrol que se apoderaban paulatinamente del hombre —te recomiendo que lleves a tu pokemon al centro.

    —No me digas lo que tengo que hacer— ordenó el hombre furioso.

    —Vas a seguir peleando?— Kyo estaba sorprendido por la irracionalidad de aquel hombre —no me dejas elección— volteó hacia su pokemon y le ordenó con la mirada que fuera a ver al sandshrew, luego liberó a su siguiente luchador: Nocturli.

    —Ja!— espetó el hombre en señal de burla —Esa cosa pequeña no va a poder ganarme. Puño certero— ordenó con furia.

    A pesar de la herida, machoke preparó su mano libre y corrió a toda velocidad hacia el pequeño zorro.

    —Psíquico— ordenó Kyo tranquilamente.

    Nocturli adoptó una posición amenazante y observó fijamente a su enemigo. Machoke no tardó en caer al suelo y tomarse la cabeza fuertemente con su mano libre. Bajo la mirada fija del zorro comenzó a retorcerse de dolor sobre el suelo hasta que, finalmente, el dolor de cabeza lo dejó inconsciente sobre el suelo. Nocturli entonces se sentó sobre el suelo y comenzó a rascar una de sus orejas.

    —Suerte llevándolo al centro ahora— Kyo observó al hombre con un cierto aire de superioridad y luego se volvió hacia kangaskhan, el cual tenía al pokemon herido en sus brazos.

    El pequeño sandshrew estaba consciente pero inmovil, tenía la mirada fija en el gran pokemon y respiraba con lentitud, los claros pelos de su pecho se habían manchado con sangre que parecía haber salido de lo profundo de su cuerpo; pero a pesar de aquello se veía completamente estable.
    Kangaskhan había llevado al pokemon herido en brazos todo el camino hasta el centro. La recepción de aquel lugar era grande por lo que el canguro entró sin problemas. Varias de las personas presentes en aquel lugar se incomodaron ligeramente cuando vieron al enorme canguro entrar, pero sólo un médico se apresuró en acercarse al pequeño sandshrew.

    —Entrenador, verdad?— el empleado había visto el cinturón con pokebolas en la cintura del entrenador por lo que aquella pregunta era simplemente una formalidad.

    —Si— respondió Kyo —sandshrew es mi pokemon— mintió.

    —Entonces todo en regla— finalizó en un tono casi apurado.

    Kangaskhan había parecido resistirse a que le quitaran al pequeño de sus brazos; pero aquello había sido solo una reacción instintiva. Finalmente dejó al medico llevarse al pokemon tierra para luego caminar lentamente hacia una de las mesas de la estancia y echarse al lado de esta en cuanto llegó. Kyo no tardó en identificarse para luego ir y sentarse en uno de los sofás de aquella mesa; desde ahí contempló la estancia. No era un centro pokemon muy diferente a los demás; el suelo estaba recubierto de unos resistentes y opacos cerámicos rojizos. Las paredes eran de un color crema que le pareció era algo más oscuro en aquel centro. En la estancia podrían entrar cómodamente unas treinta personas debido a la cantidad de mesas y sillones; pero en aquel momento había unas seis personas sin incluir a los empleados; los cuales normalmente deambulaban por la estancia o estaban tras los mostradores.
    Tras quizá una hora escuchando música en su reproductor portátil se acercó el mismo médico que le recibió. Le dijo que sandshrew estaría bien, pero que, por razones de seguridad, monitorearían su recuperación unas horas más antes de devolvérselo. Kyo aceptó todo aquello y se puso de pie.

    —Iré un momento a la habitación— le dijo a kangaskhan —te veo afuera.

    Kangaskhan apenas había abierto los ojos cuando escuchó a su entrenador; pero cuando este se fue se puso de pie y salió de la estancia con tranquilidad, se estiró bajo el sol y esperó de pie mientras observaba paciente a las personas que se sorprendían con su presencia.
    Kyo se había desabrigado un poco para salir al sol. No se encontraba sorprendido; él ya tenía constancia de la obediencia y fidelidad de su pokemon, por lo que sólo le sonrió, acarició los pelos de su estómago emprendió la marcha.
    Habían estado caminando por más de media hora. Habían visitado un comercio donde todos parecieron asustarse a la vista del enorme pokemon. Kyo siempre sonreía ante aquellas situaciones; por lo que se limitó a comprar una bebida de cereza y alejarse con su pokemon a paso tranquilo. Poco después compró una botella de agua dentro de una tienda a la cual kangaskhan no pudo entrar por su tamaño; pero al instante de salir, Kyo abrió la botella y se la ofreció. El pokemon la tomó con ambas manos de manera casi tosca. Derramó un poco de agua al comienzo pero no tardó en tomar la botella con regularidad y beber el agua, la cual se terminó rápido. Kyo sonrió y se disputo a tomar un sorbo de su propia bebida.

    —Kyo!— ella gritó animosamente a la vez que saltó sorpresivamente sobre la espalda del pelirrojo, provocando que la botella cayera al suelo, por suerte, aún cerrada.

    Él se volvió hacia su sorpresiva visitante. Reconoció aquellos larguísimos y castaños cabellos, aquel día, acomodados en varias y delgadas trenzas. Reconocía los llamativos ojos color caramelo que costaba dejar de mirar. Reconocía la infantil y pícara sonrisa de alegría. Incluso reconocía aquella forma de vestir, pues llevaba un, muy propio de ella, vestido negro sin mangas que bajaba hasta la mitad de sus muslos. Pero algo nuevo resaltaba sobre aquella conocida figura. Un cinturón entrenador de correa blanca y metal rosado relucía sobre el vestido.

    —Que sorpresa— exclamó Kyo con un ligero tono de nerviosismo. Le parecía que Megumi era exactamente igual a como la había visto por última vez tres meses antes; pero, a su vez, le parecía extrañamente diferente.

    —Opino lo mismo— ella sonreía muy animosamente —no te veía desde que te fuiste de la ciudad. Y que pasó con eevee?— Kyo prefirió no contestar. Sólo sonrió a la vez que liberaba a Nocturli —eevee!— gritó ella abrazándolo animada. El pokemon apenas la había reconocido y ya agitaba su cola rápidamente a la vez que se le pegaba cariñosamente.

    —Nocturli— Kyo se apresuró en corregirle mirando al cielo.

    —No me importa que nombre le hayas puesto al evolucionar— tomó el rostro del pokemon por los lados y le miró fijamente —para mí siempre será el hermoso eevee blanco con el que jugábamos detrás de tu casa— el pokemon emitió un alegre y agudo ladrido para luego lamerle la nariz. Ella respondió acariciándole el cuello con entusiasmo —como te esta yendo como entrenador?— preguntó repentinamente y sin separarse de Nocturli.

    —Debo suponer que bien— Kyo sonrió aún viendo al cielo —finalmente conseguí al vaporeon que siempre quise y he ganado dos medallas.

    —Muéstramelas— la joven se había puesto en pie de pronto y se encontraba muy cerca del rostro de Kyo con una sonrisa maravillada.

    —Están en mi habitación— Kyo parecía estar nervioso otra vez.

    —Entonces vamos a verlas— Megumi sonrió ampliamente, le tomó del brazo y comenzó a correr jalando de su cuerpo.

    Kangaskhan y Nocturli se miraron. El zorrito comenzó a correr hábilmente tras su dueño mientras que el gran canguro se limitó a caminar tranquilamente en dirección al centro pokemon.





    Ya le había mostrado la medalla que ganó contra Takeshi en el gimnasio roca de ciudad Nibi, le contó que había sido fácil derrotarle porque ya tenía a vaporeon en su equipo cuando llegó. Luego contó que había atravesado el túnel de los diglett hasta ahí, donde había derrotado a Matis para obtener la medalla trueno. Comentó que aquello le había resultado ligeramente más complicado, pues contaba con kangaskhan y Nocturli para ello; pero, al haberlos entrenado bien, habían demostrado un excelente desempeño.
    Nocturli no había tardado en alcanzarles y había dormido en la cama de la habitación mientras contaba las historias. Al momento de volver a la recepción encontraron a kangaskhan sentado frente al mostrador con la mirada fija del otro lado de este. Dejó indicado al médico que lo atendió que cuando sandshrew estuviera bien se lo dieran a kangaskhan. El pokemon canguro se mostró muy alegre cuando el médico aceptó. Luego de eso se acercó a uno de los transportadores; conectó su cinturón, colocó su clave y seleccionó de una vaga lista de cuatro pokemon a ekans; lo mandó a transportar y tomó la pokebola cuando ya hubo llegado. Una vez que colocó la esfera en la quinta posición de su cinturón, estuvo listo para salir.

    —Pensé que solo entrenabas a tres pokemon— Megumi sonreía mientras caminaban por las calles.

    —Necesito de más?— Kyo se notaba despreocupado.

    —No piensas participar en la liga pokemon?

    —Tal vez— bebió un sorbo de su nueva bebida de cereza —tú si?

    —A mi me encantaría— sonrió al cielo —pero no creo ser una entrenadora demasiado buena.

    —Es bueno que luches por tus sueños.

    —Si es cierto— sonrió despreocupada —además faltan casi cinco meses.

    —Pero ten en cuenta que yo he tardado tres en conseguir mis medallas y necesitas al menos ocho para estar cerca de entrar a la liga.

    —Ya sé— bufó —no me presiones.

    —Trato de ayudarte— Kyo sonrió apenas; tomó otro sorbo antes de continuar —busquemos a un entrenador. Quiero ver como te desenvuelves en batalla.

    —Hecho.

    Tal vez era algo anormal, pero aquel día parecía no haber entrenadores en Kuchiba. Tras algunos minutos de búsqueda encontraron finalmente a un entrenador; él ya rodeaba los veinte años y lo habían visto cerca a los límites de la ciudad con la ruta once. Tal y como su edad aparentaba, Kyo sugirió que podría tratarse de un entrenador muy avanzado para Megumi, pero ella no se dejó intimidar por aquel hecho y se arriesgó a retarle.
    Él era algo más alto que los entrenadores de ciudad Sekichiku. Su cabello era negro, corto y entreverado. Su piel era ligeramente más oscura al promedio de la región. Sus ojos oscuros se veían confiados mientras observaban el mundo tras unas gafas de montura negra. Su vestimenta era bastante ligera y casual, mientras que su cinturón entrenador resaltaba por ser diferente. Aquel modelo de cinturón era un poco menos estético en cuanto a los detalles, además, las pokebolas se colocaban de una manera más vertical divididas en dos grupos de tres; a su vez, todo el apartado de la identificación se encontraba, aparentemente, en donde ellos tenían el apartado para pokebolas sin usar, mientras que él parecía llevarlas en la bolsa de tela negra que colgaba del cinturón.
    Kyo insistió que se trataba de un entrenador avanzado, y razones no le faltaban. Además del tiempo que seguramente había aplicado como entrenador, él ya tenía las seis pokebolas en el cinturón de las cuales solo la mitad eran normales. Pero a Megumi no le importaba en realidad; ella sólo quería pelear y, en aquel momento, no le importaba demasiado contra quien.

    —Empecemos con esto— el entrenador había aceptado con apenas interés en el encuentro. Habían escogido como campo de batalla apenas unos diez metros fuera de la ciudad y habían acordado utilizar un pokemon cada uno.

    —Ya estás— exclamó Megumi con alegría y tomó la segunda pokebola de su cinturón; esta era igual a la de kangaskhan.

    Casi se había apresurado en lanzar su pokebola. Mientras su oponente apenas había escogido una de las pokebolas normales apareció el gran bicho. A pesar de estar flotando en el aire era sencillo dar con que su altura era considerable; era casi tan alto como su entrenadora. Sus grandes alas claras y de textura áspera empujaban el aire hacía el suelo con suavidad, manteniendo su cuerpo sobre un mismo punto de manera calmada. La mitad superior de su cuerpo estaba recubierta de unos pelos color violeta claro. De su cabeza resaltaba la forma peculiar que tenía, con tres protuberancias que emergían hacia arriba; también resaltaban sus grandes y vidriosos ojos y los pequeños colmillos que sobresalían. En su cuerpo, dos pares de patas blancas se encontraban comprimidos tratando de esconderse entre los cabellos púrpuras. Finalmente, poseía un gran vientre recubierto de cabellos blanquecinos apuntando hacia el suelo.
    El otro entrenador lanzó su pokebola con tranquilidad recibiéndola de la misma manera. Un pokemon pequeño apareció sentado y aparentemente dormido. Era un pequeño zorro humanoide de pelos dorados. Y era así de simple aquel pokemon llamado abra.

    —No perdamos el tiempo— gritó Megumi con emoción —chupa vidas, venomoth— ordenó.

    El pokemon bicho no tardó en obedecer. Rápidamente cambió la posición de su cuerpo y emprendió el vuelo directo hacía su objetivo preparando los colmillos para clavarlos en la piel de abra. Este último movió la cabeza un poco para luego desaparecer en el aire un segundo antes de que venomoth lo tocara. El pokemon bicho detuvo su vuelo anonadado.

    —Puño hielo— dijo el oponente de forma calmada.

    Venomoth no se había recuperado del todo de la impresión cuando, repentinamente también, abra apareció en el aire justo tras él y golpeó su espalda con la mayor fuerza posible. El pokemon bicho cayó al suelo sin poder mover correctamente sus alas. El frío había adormecido los músculos de la zona del impacto. Mientras, abra cayó también al suelo y pareció dormirse inmediatamente.
    Megumi parecía contrariada; todo aquello había ocurrido tan rápido que no sabía como más reaccionar; pero apenas confirmó que venomoth podía mover las alas pensó en el siguiente ataque.

    —Polvo veneno.

    —Poder oculto.

    Las sospechas de Kyo habían sido correctas desde un principio. Aquel entrenador era tan experimentado que no necesitaba esforzarse para obtener la victoria con facilidad. Pero había algo ciertamente desconcertante, y era el hecho de que había conseguido que su pokemon conociera un ataque que por lógica, no podría aprenderlo un abra; no solo por su etapa evolutiva, sino también por su elemento.
    Abra se acomodó sobre sus piernas y levantó los brazos. Venomoth había conseguido lanzar de manera dificultosa la lluvia de polvos violetas hacia su oponente; sobre el cual, pequeñas esferas incandescentes comenzaron a flotar para luego ser lanzadas directo a la polilla. El ataque de venomoth cedió rápidamente frente a la lluvia de fuego. Los polvos venenosos se incineraron en el aire dejando el camino libre hacia venomoth; el cual dio un par de vueltas hacia atrás cuando recibió el impacto. Finalmente parecía no tener suficientes fuerzas apra realizar algún otro ataque.

    —Pienso que gané— el entrenador se notaba, extrañamente, algo más amistoso que antes del duelo.

    —Eso creo— Megumi parecía decepcionada de sí misma.

    —Yo también quiero pelear— Kyo no había pensado en hablar hasta aquel momento. Apenas su compañera regresó a venomoth se decidió por ponerse de pie y retar a duelo al que había sido el oponente de esta.

    El extraño sonrió para si mismo antes de dirigirle la palabra a Kyo.

    —Prometes ser un mejor reto?

    —Lo prometo— contestó de manera seria colocando su mano sobre la pokebola de ekans.

    —Espero que si— parecía sonreír frente a la seriedad del muchacho —cuantos pokemon?

    —Dos

    —De acuerdo.

    Ambos lanzaron las pokebolas a la vez. Por parte de Kyo, apareció la serpiente de escamas púrpuras, ojos amarillos y pupilas negras extremadamente delgadas. Por el otro lado, un pequeño pokemon pato había emergido; pero este era inusual. Sus plumas eran rojizas y su cabeza abultada. Sus extremidades y su cola eran más bien como las de un dinosaurio pequeño. Tal vez no era el más grande conocedor acerca de pokemon en el mundo, pero Kyo habría jurado que aquella criatura era como Nocturli: simplemente, desconocida.

    —Sorprendido?— había notado la mirada perdida de su oponente —esto es un magby. Y no es para nada común aquí en Kanto. Así que es normal que te parezca tan extraño— el apenas apreciable aire amistoso que había tardado en demostrar había sido completamente reemplazado por una sensación de superioridad. En aquel momento Kyo comenzó a enojarse; no sólo por el hecho del cambio de tono del entrenador, sino también por sus palabras: “esto es un magby”. Acaso consideraba a los pokemon como objetos?

    —Utiliza repetición— Kyo se apresuró en ordenar a la vez que intentaba controlar el enojo que aquel sujeto comenzaba a provocarle.

    Ekans se disparó hacia el pequeño pato listo para aprisionarle con su largo cuerpo.

    —Puño fuego.

    La serpiente apenas había empezado a rodear a su oponente cuando este le golpeó la cabeza con un puño envuelto en llamas. Ekans cayó al suelo aturdido y notoriamente afectado por el calor en su rostro.

    —Aprovecha que esta cerca— Kyo hablaba con impaciencia —mordisco.

    —Lanzallamas.

    Ekans abrió las fauces al máximo y se acercó a magby; pero este respondió rápidamente disparando llamas de su pico directo al interior del pokemon serpiente. Este último retrocedió y se lanzó al suelo retorciéndose de dolor. Kyo no sabía que hacer, pero el otro entrenador reaccionó rápidamente liberando un pokemon similar a una masa acuosa de color celeste brillante. Tras recibir una orden rápida de su entrenador, la masa comenzó a mutar hasta tomar la forma de una tortuga púrpura y de tamaño mediano, un pokemon conocido en Kanto como wartortle. Este nuevo pokemon corrió directo a ekans y comenzó a rociarle con agua directo de su interior. Al minuto, el pokemon serpiente había dejado de retorcerse y sólo permanecía en el suelo respirando con dificultad. En aquel entonces Kyo ya no sabía que pensar de aquel entrenador. Era bastante confuso.

    —Dejémoslo descansar— regresó al, en aquel momento, pokemon tortuga y dirigió la mirada a Kyo —escoge a tu siguiente pokemon.

    Kyo apenas podía pensar; pero entre las efímeras ideas lúcidas en su cabeza hubo una bastante obvia; la naturaleza de magby debía ser, sin duda, del tipo fuego. Entonces hizo su elección y tras regresar a ekans, liberó a vaporeon. Pero pareció sorprenderse ante la inmovilidad de su contrincante. Pensó que sería lógico que cambiase de pokemon debido a la desventaja de tipo, pero no lo hacía. Tras confirmar que seguiría luchando con magby, no le quedó más remedio que atacar.

    —Pistola de agua— ordenó Kyo recobrando parte de su seguridad.

    —Pantalla de humo.

    Magby no tardo en disparar una espesa capa de humo negro al suelo. La masa de agua que expulsó vaporeon penetró en la recién creada nube negra creando la incertidumbre de si el ataque fue efectivo o no. La nube tardó algunos minutos en comenzar a disiparse. Tras aquellos silenciosos minutos, la figura de magby comenzó a ser visible.

    —Golpe cuerpo— ordenó Kyo con rapidez.

    —Puño trueno— el dueño de magby habló cuando el pokemon agua se hubo acercado lo suficiente.

    Los ojos de Kyo se abrieron sobresaltados. Apenas vaporeon entró en los límites de la nube negra, un flash de luz blanca lo mando volando una vez más fuera de esta. Cayó de pie, pero sus músculos temblaban y apenas podía mantenerse estable.

    —Golpe de cabeza.

    Magby abandonó finalmente su escondite y se disparó corriendo hacia vaporeon; este no pudo esquivarlo y recibió el golpe en el cuerpo retrocediendo hasta caer.

    —Puño trueno otra vez.

    —Hidrobomba— Kyo gritó en reacción.

    Magby se había acercado demasiado para asestar el último golpe. Vaporeon reaccionó rápidamente y liberó una cantidad de agua que apenas entraba en su cuerpo a gran velocidad. Al contacto con la piel de magby se escuchó aquel sonido idéntico a cuando se sumerge un metal caliente en agua fría y, a su vez, el ambiente se llenó rápidamente de un vapor blanco que no tardó en desaparecer. Mientras tanto, la potencia del ataque había lanzado a magby varios metros hacia atrás. El pokemon fuego cayó inconsciente por lo que su entrenador no tardó en regresarlo.

    —Me rindo aquí– Kyo se apresuro en decir aquellas palabras cuando vio que su contrincante estaba por liberar a otro pokemon. Ambos dirigieron la mirada a vaporeon, el cual empezaba a ceder ante el cansancio y la sensación de parálisis.

    —Supongo que esta bien— sonrió guardando su pokebola —entonces es hora de que confirmen mis victorias— entonces sonrió más.





    Ciertamente no era el entrenador más agradable que había conocido, pero tanto su experiencia en batalla como sus extraños pokemon le daban curiosidad. Kyo había decidido sobreponerse al desagrado que le provocaba aquel entrenador para entablar una conversación con él.
    A pesar de que ciudad Kuchiba no tenía propiamente una playa, contaba con una larga línea de diminutos acantilados que bordeaban el mar y, sobre estos, un largo muro que representaba el límite entre tierra y agua. Los tres entrenadores se encontraban de pie frente al mar, muy cerca del puerto de la ciudad, donde Megumi había comprado una bolsa de golosinas.

    —Mi nombre es Zuzuke y vengo de isla Prima—concluyó así con las presentaciones.

    —Donde queda eso?—Megumi tragó rápidamente un dulce para preguntarlo.

    —En el archipiélago de islas al sur de Kanto. No las conocen?— el tono de aquella pregunta enojó ligeramente a Kyo, pero él no dejó que se notara.

    —Nop— Megumi respondió inocentemente y se metió otro dulce a la boca.

    —Pues es un lugar bastante soleado— Zuzuke había dirigido la vista al mar.

    —Cuanto tiempo llevas como entrenador?— Kyo había tenido esa curiosidad desde que le vio pelear.

    —Más de dos años tal vez.

    —Ya has participado en la liga pokemon?— preguntó Megumi de manera entendible pues no había tragado el dulce antes de hablar.

    —Una vez— sonrió al responder —y déjenme decirles que es mucho más fuerte de lo que piensan. Por lo mismo te llueven ofertas de trabajo y cosas similares solo con estar ahí.

    —Y hasta que puesto llegaste?— Megumi aún tenía el caramelo en la boca.

    —Pues— demoró un poco en contestar y volvió la mirada al mar — perdí en la segunda ronda.

    Kyo se limitó a mirarle sorprendido mientras que Megumi tragó el dulce involuntariamente cuando escuchó aquello.

    —Pero si tú nos derrotaste con pokemon diminutos— Megumi estaba asombrada entonces.

    Zuzuke sonrió mirándole, luego suspiró y, otra vez, volvió la vista al mar.

    —Tus pokemon son bastante fuertes para ser tan pequeños— Kyo sonó desconfiado.

    —Los hice nacer así— respondió despreocupadamente y sin mirarle —cuando estuve en la liga me ofrecieron un puesto como criador en Johto. Lo acepté luego de quedarme fuera y utilizo lo que aprendí para preparar a mis pokemon desde el nacimiento. Así estaré preparado y tomaré mi revancha en la liga.

    —Espera— Kyo se esforzó un poco en asimilar aquella información —Estas diciendo que tus pokemon saben ataques tan fuertes desde el nacimiento?

    —Precisamente— Zuzuke respondió con orgullo —es un trabajo muy duro pero lo conseguí finalmente.

    —Sigo sin entender— Megumi intervino de pronto.

    —Cuando un pokemon tiene una cría, esta puede nacer predispuesta físicamente para aprender ataques de la especie de su padre— se había volteado hacia ambos entrenadores y daba la explicación ayudado por varios gestos en las manos —esto funciona cuando los padres son de especies diferentes pero compatibles para criar. Estos conocimientos no se han hecho populares aquí en Kanto, por ello es normal que ustedes nunca hayan visto a un magby— cada vez sonaba más orgulloso de sus conocimientos —un magby es cría de magmar, por ejemplo. Además, al hacer que magmar criara con un hitmonchan, magby nació con la posibilidad de aprender puño trueno y así es que mi futuro magmar tendrá una ventaja sorpresa sobre su principal debilidad: el agua.

    —Suena complicado— Megumi no parecía haber entendido realmente, pero aun así intervino y comió otra golosina.

    —Lo es— comentó Zuzuke despreocupado —no imaginan cuantas crías he tenido que descartar sólo porque no servían.

    Kyo debió prevenir que aquello pasaría. Repentinamente reaccionó y empujó a Zuzuke para luego retroceder llevándose consigo a Megumi. Una banca de madera y metal apareció entre ellos golpeando con fuerza el muro; este perdió algunos pedazos antes de dejar caer la banca al mar.
    Zuzuke volvió la mirada pasmado. Kangaskhan se encontraba de pie al lado de un montículo de tierra; seguramente el lugar de donde arrancó la banca. El pokemon se veía iracundo y tenía la mirada fija en el entrenador mayor; sacó a sandshrew de su marsupio y lo colocó en el suelo para luego correr directo a Zuzuke.

    —No lo hagas!— ordenó Kyo, pero su mente se distrajo rápidamente.

    Megumi se encontraba tosiendo de rodillas al suelo. Con una mano se apoyaba sobre la tierra mientras la otra la tenía sobre su cuello en reacción a al falta de aire. Kyo fue en su ayuda mientras observaba a kangaskhan desobedecerle. El gran pokemon cerró las fauces en el aire, muy cerca a donde Zuzuke estuvo antes de esquivar aquel ataque; pero el entrenador no tardó en reaccionar y liberó a su pokemon. Inmediatamente un pokemon imponente apenas más pequeño que kangaskhan obligó a retroceder al canguro con solamente aparecer. Tenía la forma de un dinosaurio grande de piel verdosa y notoriamente dura; sus fauces estaban repletas de colmillos y sus ojos eran pequeños pero amenazadores.
    Kyo golpeó con una moderada fuerza la espalda de Megumi hasta el caramelo finalmente cayó al suelo junto con ella, que comenzó a respirar aliviada.
    Kangaskhan no tardó en atacar primero. Sin necesidad de alguna orden, lanzó su megapuño contra el pokemon rival y acertó sin problemas en el estómago grisáceo del dinosaurio, pero este apenas se inmutó. Inmediatamente reaccionó y golpeó el rostro de kangaskhan con fuerza obligándole a retroceder.

    —Psíquico— ordenó Kyo tras liberar a Nocturli.

    —Es inútil— Zuzuke controlaba muy bien sus emociones —un umbreon no es rival contra tyranitar.

    Pero aquellas palabras perdieron el sentido cuando notó que el ataque iba dirigido a kangaskhan; pero aun así, el gran pokemon caminaba determinadamente hacia a tyranitar soportando el dolor de cabeza.

    —Por favor detente— pero su pokemon se negaba a obedecer.

    Megumi observaba todo aterrada. Desde el suelo pudo ver como kangaskhan se había superpuesto al ataque de Nocturli y lanzó el suyo propio. El primer puño golpeó directo en el rostro a tyranitar; el segundo igual y, finalmente, el tercero golpeó otra vez contra su torso. Tyranitar se vio obligado a retroceder un poco, pero reaccionó tomando con sus garras el cuarto ataque de kangaskhan.

    —Cabezazo— ordenó Zuzuke.

    Una vez que tyranitar tomó de la misma forma el otro puño de su rival lanzó su cabeza contra la de este. Kangaskhan agachó un poco la cabeza recibiendo el impacto con la parte más resistente de su cráneo. Ambos pokemon se vieron forzados a separarse retrocediendo cada uno un paso; pero ninguno parecía especialmente afectado por aquel golpe.

    —Esto si es una batalla— Zuzuke parecía más animado entonces.

    —Psíquico otra vez— Kyo había ignorado el comentario del entrenador.

    Nocturli se posicionó una vez más, pero entonces kangaskhan volteó hacia él y gruñó con fuerza obligándole a retroceder.
    Kyo estaba confundido. Sabía que kangaskhan tenía sus propias razones para estar tan furiosa, pero jamás la había visto portarse agresiva con cualquiera de los pokemon de Kyo.
    El gran canguro volvió su vista al dinosaurio y, sin pensarlo se lanzó sobre este.

    —Cuchillada.

    El ímpetu de kangaskhan no le permitió evitar aquel ataque correctamente. Las garras de tyranitar silbaron en el viento para luego hacer un profundo corte en el brazo de kangaskhan, que había intentado bloquear el ataque. Megumi chilló con fuerza.
    El gran canguro se tambaleó hacia un lado gruñendo por el dolor; pero se recuperó rápidamente y se lanzó una vez más hacia tyranitar. Esta vez el dinosaurio no reaccionó a tiempo y cayó sobre su espalda pesadamente mientras kangaskhan le golpeaba el rostro furiosamente con su brazo sano.

    —Deténganse ahora!— Megumi había permanecido aterrada toda la batalla, pero sus lágrimas estallaron en cuanto vio la sangre de kangaskhan derramándose sobre el cuerpo de tyranitar, el cual apenas parecía sentir los golpes.

    —No te preocupes, terminaré con esto— Zuzuke se mostraba más serio —hiperrayo— ordenó con la mirada fija en la pelea.

    —Noooo!— gritó Kyo.

    Al igual que su entrenador, kangaskhan sabía que si recibía aquel ataque directamente en el rostro podría sufrir un daño permanente o incluso morir. Su reacción fue la única que pudo pensar para frenar un poco la fuerza de aquel poderoso ataque.
    Todo entonces ocurrió demasiado rápido para Kyo, pero él sabía que había reaccionado de manera correcta. En cuanto había visto la mirada decidida y furiosa de kangaskhan regresó a Nocturli y colocó la pokebola en su cinturón sin importarle la posición. Inmediatamente se lanzó a abrazar a Megumi antes de que ambos pokemon lanzaran sus ataques.
    Ambos rayos luminosos impactaron muy cercanamente causando una explosión bastante fuerte. El suelo tembló a la vez que un fuerte sonido invadió el ambiente por menos de un segundo. Inmediatamente después apareció la onda expansiva, la cual empujó a Megumi y a Kyo separándolos del suelo unos segundos hasta que la gravedad los devolvió a tierra varios metros detrás de su posición inicial. Poco después cayó tras ellos el cuerpo de kangaskhan que había volado mucho más por la fuerza de la explosión.
    Los oídos de Kyo le zumbaban increíblemente. Pero a pesar de no poder escuchar nada más, podía ver sin problemas aun a través de la nube de polvo que se había levantado. Observó como sandshrew había presentido el fin de la batalla y finalmente había decidido acercarse rápido y asustado al cuerpo inconsciente de kangaskhan. Observó a tyranitar reincorporarse sin demasiado problema y, detrás suyo, a Zuzuke haciendo lo mismo.
    El entrenador regresó al dinosaurio y se acercó casi enojado a Kyo. Una vez frente a frente, Zuzuke trató de pronunciar algunas palabras; pero, además de que el zumbido no les permitió escucharlas, un policía apareció repentinamente tras el entrenador y lo tomó del cuerpo arrestándolo. Kyo reaccionó a tiempo para regresar a kangaskhan antes de que un policía lo arrestara a él también. Sandshrew se vio confundido en cuanto kangaskhan desapareció.
    Kyo escuchó apenas las palabras que el policía exclamó cerca de su oído; pudo reconocer con exactitud una verdad que él ya conocía, pero no había podido evitar: “…ilegal pelear con pokemon tan grandes dentro de una ciudad…”. Kyo entonces opuso resistencia al arresto para acercarse a Megumi.

    —Lleva a kangaskhan al centro pokemon!— gritó en su oído a la vez que dejaba caer a su lado la pokebola verdosa. Ella aún lloraba, pero asintió con la cabeza.

    Finalmente se llevaron a Kyo y a Zuzuke arrestados. Aparentemente, Megumi no había sido vista como trasgresora de la ley y ningún policía se había portado violentamente con ella. La intervinieron con algo más de calma.

    —Que?!—gritó ella cuando le dijeron algunas palabras. Pero ni siquiera ella podía escucharse correctamente.

    —Te llevaremos también a la comisaría para que testifiques— un oficial le gritó lentamente aquellas palabras muy cerca del oído; pero ella lo escuchó más bien como un susurro apenas audible por sobre el zumbido de sus oídos.

    —Tengo que ir al centro pokemon urgente— respondió aún entre lágrimas.

    —Te llevamos primero ahí— respondió el oficial.

    Megumi asintió y corrió hacia sandshrew, el cual intentó poner resistencia a que se lo llevaran también; pero entre Megumi y un policía no tuvo opción.
    Luego de dejar a kangaskhan en el centro pokemon registrándose ella como entrenadora fueron a la estación de policía. Cuando llegaron sus oídos ya estaban bastante más despejados al igual que los de Kyo y Zuzuke; los cuales, curiosamente, no estaban encarcelados, solo estaban sentados esperándola.





    —Fue exactamente como se los digo— Megumi repetía aquello por séptima vez, obviamente, debido al poco control que tenía sobre sus emociones.

    —Esta bien— comentó el hombre que se encontraba sentado frente a ella y al otro lado del escritorio —entiendo que estés bastante impactada por aquello que ocurrió— agregó tranquilizador —y tu versión concuerda completamente con la de tus compañeros. Ninguno debe estarme mintiendo entonces— Megumi se limitó a mirarle. Sentía que si decía algo más comenzaría a llorar otra vez —además— agregó notando la expresión de la joven —ya esta saldado el pago por daño a la propiedad pública. No tardaremos en dejarlos ir.

    Tras aquellas palabras hizo un gesto para que Megumi saliera a la recepción donde le esperaban Zuzuke y Kyo; este último con sandshrew en brazos. Observó también como preparaban el papeleo correspondiente al caso antes de dejarlos en libertad.
    Ella se sentó al lado de Kyo y apoyó su cabeza sobre el hombro de este para calmar sus ideas.

    —Me dijeron que ya pagaron el daño del muro y demás— comentó rápidamente para alejar su mente de los recuerdos de aquella tarde.

    —Si— murmuró Kyo mirando al suelo avergonzado —él lo esta pagando todo.

    Megumi se separó un poco de Kyo para observar a Zuzuke, quien extrañamente sonreía.

    —Es porque tengo mucho dinero, chica— respondió a la pregunta mental de Megumi fingiendo un acento extraño, luego retomó su tono normal de voz —además, sé que no ha sido su culpa— Kyo no parecía querer mirarle, a lo que Zuzuke le empujo levemente con el puño —anímate un poco— su voz sonaba calmada —sé que es lo que pasa con tu pokemon— Kyo volteó su mirada de manera cuestionadora a lo que Zuzuke sonrió débilmente —no creas que no me doy cuenta de las cosas.





    Kangaskhan no tenía fuerza suficiente para mover su cuerpo; pero, contrariamente, su mente surcaba por un mar de ideas y fugaces pensamientos. Tras dejar atrás el recuerdo de la batalla reciente, su mente se había sumergido en memorias más remotas; aquellos días en que era relativamente libre en la zona safari; aquellos tiempos en que su vida se limitaba a recorrer las infinitas praderas junto a otras kangaskhan y demás pokemon. Pero, finalmente, recordó aquella motivación que había impulsado el alboroto; la razón por la que no había podido controlar el odio hacía el entrenador; odio que seguramente seguiría sintiendo, y que seguramente no dudaría en volver a atacarle aun sabiendo que era dueño de un pokemon que podría derrotarle. Poco antes de perder completamente la conciencia recordó a su pequeña a la cual nunca más vería.
     
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    Valen-chan

    Valen-chan Iniciado

    Cáncer
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    Hola!!!
    Perdon por no haber comentado antes pero esque estoy un poco (bastante) liada con lo del insti :S bueno, la verdad esque me ha gustado y sobretodo porque es larga!! Jejeje bueno, me ha dado pena Kangaskhan :( y creo que le tiene tirria porque fue el quien le quito el bebe pero no se jejeje bueno, me ha gustado mucho y espero que sigas con esta fantastica historia jejeje :)
    Besos!!!
    Xaito!!
     
  12.  
    The Makoto

    The Makoto Wireless

    Aries
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    La pluma de Zapdos
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    7
     
    Palabras:
    4533
    A los que habían epnsado que me retiré del fic pues que se lo piensen dos veces porque he vuelto.
    Tal y como estas tu valen, el instituto me tiene sin tiempo por lo que apenas puedo encontrar un hueco tranquilo para pensar en el fic.

    Bueno, no tengo demasiado más que agregar. Solo que sean pacientes con este fic. O creo que ya debería hablar en singular ya que solo tengo una fan :3. Bueno, como fuese, aqui va.







    Zona safari


    Tres meses menos de cabello hacían una diferencia más notoria en Kyo que en Megumi. Aquel último día se encontraban ambos juntos sentados en una banca de madera que pertenecía al decorado de la casa de Megumi. Aquel día era especialmente caluroso, por lo que vestían ambos ligeramente. Kyo llevaba una camiseta celeste que resaltaba sus cabellos rojizos; un pantalón gris y unas zapatillas que no usaría por mucho tiempo más. Megumi llevaba un vestido corto color magenta y tenía los pies descalzos, con los que aprovechaba de vez en cuando para acariciar el lomo de Nocturli, que descansaba tranquilamente en el suelo junto a ellos.

    —No quiero irme— renegó Megumi de manera casi infantil. Kyo no respondió —te irás pronto y quisiera estar aquí para despedirte.

    —Suena a que quieres que me vaya— Kyo sonrió un poco.

    —Oye! Sabes que no es cierto.

    El pelirrojo volvió la mirada sonriente. Ella le devolvió la sonrisa débilmente y volvió su atención a Nocturli; acarició un poco la cabeza del zorrito y volvió a Kyo con la mirada nostálgica.

    —Nos volveremos a ver?— preguntó tímidamente.

    —Pienso que si— no parecía demasiado triste, pero se notaba cierta variación en su voz —de cualquier modo volveré algún día.

    Casi repentinamente la puerta se abrió y salió de ella un hombre delgado y de expresión seria. Sus cabellos eran cortos y oscuros, al igual que sus ojos y los de su hijo. Vestía de forma casual y ligera aquel día.

    —Megumi— el padre de Kyo hablaba de manera calmada escondiendo la mitad de su cuerpo tras la puerta —tu padre dice que te prepares. En quince minutos salen— tras decir aquello volvió a entrar a la casa cerrando la puerta tras él.

    Megumi suspiró.

    —No debería irte sólo con eevee— comentó sin mirar a Kyo. Su tono de voz sonaba apagado, como si tratara de no dejar salir sus emociones.

    —Nocturli— corrigió Kyo.

    Megumi levantó la mirada hacia su compañero. La sonrisa de este le provocó una vaga sonrisa a ella.

    —Para mí aún es eevee.

    —Nocturli— Kyo miró al cielo.

    —Para ya!— Megumi mostro cierta molestia, pero esta desapareció en cuanto se encontró con la sonrisa de Kyo —te gusta molestarme verdad?— bufó a modo de broma.

    —Me es gratificante— Kyo forzó su voz para que sonara seria, pero luego volvió a sonreír.

    —Gracioso— se quejó ella. Ambos rieron ligeramente por unos segundos —sabes a qué me refiero verdad?— preguntó ella en cuanto se pusieron serios otra vez.

    —Quizá— Kyo respondió de manera despreocupada —pero de cualquier modo. Mañana iré a la zona safari en busca de algunos otros pokemon para mi viaje. Es eso lo que quieres, no?

    Volvió su mirada despreocupada hacia Megumi encontrándose con los ojos caramelo de esta. Ella se puso nerviosa unos segundos y trató de disimularlo centrando su atención en Nocturli.

    —Solo me preocupa que salgas al mundo con un pokemon que prácticamente no conoces— respondió tímidamente y sin apartar la mirada del zorrito.

    —No te preocupes— Kyo conservaba su tono despreocupado —no lo haré.

    —Eso espero porque si no…

    —Megumi!— el grito no sonaba enojado, pero fue suficientemente potente para que ambos adolescentes lo escucharan a la distancia y al otro lado de tantas paredes.

    —Creo que fue tu padre— agregó Kyo calmadamente.

    —Y si fue el tuyo?

    —El mío no grita. Eso lo sabes.

    Megumi de pronto se lanzó sobre Kyo rodeándole el cuello con los brazos. Él tardó en reaccionar y apenas atinó a responder al abrazo lentamente.

    —Te extrañaré— la voz de Megumi sonaba como si fuera a llorar, pero no tardó en levantar el rostro. Ella mostraba una sonrisa no forzada.

    Kyo le miraba de cerca. Lo único que él hizo fue sonreír y acariciarle la cabeza.

    —No soy un growlithe— se quejó de manera traviesa.

    —Igual— Kyo sonreía.

    Megumi sonrió también y le besó la mejilla suavemente.

    —Feliz cumpleaños por cierto— ella sonrió y, tras acariciar a Nocturli por última vez, entró a la casa en cuanto el padre de Kyo aparecía por la puerta una vez más.



    ***



    La zona safari era gigantesca. Él estaba seguro de que una persona cualquiera podría perderse si entraba sola. Además de eso, había pokemon bastante grandes y peligrosos que aparecían de vez en cuando. Era por todo aquello que todos los que ingresaban debían ser acompañados por un guardia. No era muy común el caso; pero, algunas veces, había una lista de espera en la recepción del safari cuando todos los guardias se encontraban acompañando a algún cliente. Además del conocimiento de la zona, los guardias se encargaban de la seguridad llevando consigo al menos dos pokemon también bastante poderosos que, por reglas internas, sólo usaban en caso de emergencia e inminente peligro o cuando el tiempo de “caza” terminaba y querían regresar rápidamente a la recepción. Los guardias también llevaban un dispositivo de teletransporte portátil y una mochila con las treinta pokebolas del safari que se les debían dar a los visitantes.
    Tal vez no era el lugar predilecto para pasar su cumpleaños, pero lo que Megumi le había dicho el día anterior era bastante acertado, pues Nocturli apenas había evolucionado y él no sabía que especie de pokemon era. Si realmente iba a empezar un viaje debía capturar al menos un pokemon más o estaría suficientemente perdido para no llegar muy lejos. Pero a pesar del trasfondo de seriedad de su visita, se estaba divirtiendo a punto de mencionar en algún momento del día que era un buen cumpleaños.

    —Vamos hacia allá– Kyo hablaba exaltado mientras señalaba uno de los lagos más grandes en la zona.

    —Te recuerdo que te quedan sólo diez minutos— comentó el guardia de manera algo amistosa. Al haber salido el tema del cumpleaños se había perdido cierta formalidad entre ambos.

    —Y yo te recuerdo que pagué dos tiempos— Kyo contestó de la misma manera amical.

    El guardia pareció sorprendido unos segundos y reconoció su error. Ciertamente lo había olvidado, pero en cuanto lo recordó siguió al pelirrojo sin oponerse.
    Hasta el momento Kyo había gastado cerca de siete pokebolas. Había capturado un venonat tras fallar un intento. Había capturado sin problemas dos nidoran machos mientras que con una nidorina perdió los otros dos intentos antes de capturarle. Se había salvado apenas cuando un scyther se alteró a la vista de la cabellera roja del visitante. En aquella situación fue necesario que el guardia liberara a un nidoking, un pokemon, por naturaleza, dominante en aquella zona y, de por si, uno de los más grandes y sorprendentes que Kyo había visto de tan cerca hasta entonces. El guardia le explicó que aquel nidoking era así de grande por el hecho de que lo habían capturado dentro de la misma zona; le explicó que normalmente los entrenadores evolucionan a nidorino con una piedra lunar pues la evolución natural entre ambos pokemon duraba al menos unos tres años de intenso entrenamiento, pero que, por la misma razón, los nidoking que habían evolucionado por medios naturales solían ser más grandes que los evolucionados por piedras, pero también mucho más escasos ya que muchos nidorino podrían incluso no sobrevivir a tan fuerte entrenamiento.
    Finalmente llegaron al lago. A través del agua se podía divisar la tenue sombra de los pokemon pez que nadaban bajo la superficie. El guardia mencionó que necesitaría una caña de pescar si quería lograr que algún pokemon acuático saliera de su entorno, que de otro modo no abandonaría su hábitat. Kyo entonces lanzó una piedra al agua.

    —Es inútil— comentó el guardia —si un pokemon de agua está dentro de esta no saldrá a enfrentarse a su atacante cuando se sienta amenazado. Simplemente se irá a un lugar más seguro— la mayoría de pokemon obedecieron las palabras del guardia. En cuanto la piedra rompió con la calma del agua las sombras comenzaron a dispersarse lejos de la zona del impacto; pero una se quedó.

    —A esa es a la que quiero darle— Kyo sabía que el guardia había notado la inusual reacción del pokemon. Luego lanzó otra piedra al agua.

    —No deberías hacer eso— el guardia no sólo había notado la extraña naturaleza del pokemon, sino también su forma, la cual correspondía a un pokemon muy raro y, a su vez, muy poderoso.

    Kyo ignoró la sugerencia y lanzó una piedra más. El pokemon de forma alargada pareció alterarse y luego su sombra se agrandó a la vez que se volvió más nítida. Kyo sonrió animado y lanzó otra piedra con fuerza: Esta última impactó en alguna parte del cuerpo del pokemon.

    —No lo haga— dijo de manera calmada en cuando notó que el guardia estaba por liberar una vez más a nidoking.

    El guardia le miró nervioso. Kyo se mantenía firmemente de pie, como si estuviera listo para enfrentar cualquier situación que pudiese presentarse.
    Ambos humanos retrocedieron unos pasos cuando el pokemon emergió rociando de agua una buena parte del suelo cercano. Su cuerpo era larguísimo y grueso. Este estaba dividido entre escamas celestes y blancas. Sus ojos eran rojizos y grandes y, entre ambos, emergía un corto cuerno blanquecino. A ambos lados de su cabeza sobresalían pequeñas aletas con forma similar a alas. En su cuello, inmediatamente bajo su cabeza, una esfera azul muy brillante parecía estar incrustada de manera limpia en su piel mientras que otras dos similares se acomodaban cerca a la punta de su cola. El cuerpo del pokemon ahora flotaba sobre el aire con gracia, como si la gravedad no actuara sobre este. Aunque no parecía completamente amenazante, tenía la mirada fija en el pelirrojo.
    El guardia estaba tan sorprendido como atento y aún tenía la mano en su cinturón, sobre la pokebola de nidoking. Kyo se veía decidido, sobreponiéndose a la sorpresa para dejar salir su admiración y un deseo mayor de obtener a aquel pokemon.
    Tras algunos minutos, en los que solamente se intercambiaron miradas, Kyo dejó flotar un instante una piedra sobre su mano y luego, sin estar completamente seguro de sus acciones, la lanzó al cuerpo del pokemon. Este reaccionó velozmente esquivando la piedra con gracia. Luego giró su cuerpo un poco y se lanzó directo hacia Kyo. Este esquivó la cornada lanzándose al suelo.

    —Pokebola!— gritó el pelirrojo reincorporándose.

    EL guardia apenas reaccionó. Tomó una se las pokebolas del safari y se la lanzó al muchacho presionando el activador de funciones. La pokebola se agrandó en el aire antes de caer a los pies de Kyo. Este la tomó del suelo sin apartar la vista del dragonair.
    En cuanto el pokemon volvió a atacar Kyo volvió a lanzarse al suelo, pero esta vez dejando la pokebola en el aire. Al momento en que la piel del dragón tocó la esfera metálica, esta se abrió y absorbió el cuerpo completo del pokemon cayendo cerrada al suelo muy cerca al borde del lago. La pokebola comenzó a rebotar erráticamente sobre el suelo y a temblar de manera descontrolada.

    —No creo que lo hayas conseguido— comentó el guardia de manera apresurada acercándose a Kyo —mejor huyamos antes de se libere.

    —O mejor me da otra pokebola— Kyo apenas conocía aquel lado tan arriesgado de si mismo. Apenas podía entender como es que la emoción se apoderaba tanto de él.

    El guardia le entregó otra pokebola sin estar seguro de que estuviese haciendo lo correcto. Kyo la tomó firmemente en sus manos y volvió la mirada a la que ya se encontraba en el suelo.
    La pokebola que capturaba a dragonair no tardó en quebrarse. A los segundos se rompió en pedazos y el pokemon salió de ella con fuerza retomando su tamaño original. Esta vez si se notaba agresivo, pero Kyo aún se mantenía sobre un mismo punto a pesar que un temblor ligero ya empezaba a apoderarse de sus músculos.
    Entonces dragonair fue más directo. Abrió las fauces y lanzó desde su interior una esfera de fuego directamente hacia el pelirrojo. Kyo tuvo apenas suerte en poder esquivarla.
    Dragonair notó que su enemigo estaba en el suelo una vez más y no dudó en lanzar otra cornada. Kyo apenas se reincorporó. Dio un salto hacia un lado dejando que dragonair impactara de cabeza en el suelo. Entonces, desde el suelo, lanzó la otra pokebola.
    Esta vez parecía que la pokebola se movía con menos ímpetu, pero aun así Kyo pidió una pokebola nueva. Dragonair tardó un poco más en escapar comparado a la primera vez, pero finalmente había destruido otra pokebola. Kyo lanzó la nueva pokebola al instante que vio al dragón escapar.
    El proceso se repitió unas cinco veces más.
    En aquella oportunidad Kyo decidió dejarle un tiempo más a dragonair. El pokemon arremetió violentamente contra el pelirrojo. Esté reaccionó lo más rápido que pudo lanzando al pokebola con fuerza directamente a la cabeza que se dirigía hacia él. La inercia del ataque lanzó la pokebola hacia Kyo, este la recibió con ambas manos, pero no la pudo mantener ahí mucho tiempo. La pokebola se lanzó hacia el suelo y estuvo moviéndose algunos segundos antes de quedarse completamente quieta. Kyo entonces respiró profundamente y se dejó caer sobre el suelo. Su cuerpo temblaba, su piel sudaba y sus fuerzas recorrían su cuerpo de forma intermitente. El guardia, por su parte, sintió que ya podía respirar tranquilo mientras felicitaba a Kyo aplaudiendo pausadamente.

    Luego de capturar al dragón ningún otro pokemon le pareció suficientemente interesante. Capturó fácilmente un psyduck que deambulaba por tierra sin un rumbo fijo y a un pequeño paras que no opuso resistencia. Suspiró aburrido tras ambas capturas mientras en su mente repetía: “los liberaré luego”. El guardia sintió aquel aburrimiento y le dio la razón pensando que tras una captura tan impresionante como la del pokemon dragón lo demás le debía parecer monótono y simple.
    Finalmente decidió confiar en las cualidades del muchacho y, dudando aún de su propia decisión, le mencionó una zona del safari a la que normalmente no accedían los entrenadores neófitos. Kyo accedió sin dudarlo impulsado por el mismo irracional sentimiento que recorrió su cuerpo cuando se enfrentó al dragonair.
    No caminaron por más de diez minutos hasta llegar. El lugar no era muy diferente del resto del safari. La mayor y, a simple vista, única distinción eran algunos carteles dispuestos en los árboles o clavados en el suelo que indicaban una advertencia sobre el lugar. El guardia comentó que en aquel lugar se concentraban pokemon más grandes y peligrosos que en el resto del safari y, como si fuera una prueba de sus palabras, mencionó que el nidoking que tenía lo capturaron en esa zona. Kyo comprobó las advertencias en cuanto un fuerte crujir de árbol acompañado del chillido distorsionado y doloroso de algún pokemon retumbaron a la distancia El guardia mencionó que aquello había sido un pinsir, un pokemon bastante territorial y que seguramente se encontraba en alguna pelea.

    —Si intenta asustarme— mencionó Kyo de pronto —no está funcionando— sonrió.

    El guardia lo dudó algunos segundos y luego devolvió el gesto. Caminaron adentrándose ligeramente en un bosque que, por la poca presencia de personas, había crecido algo más que en el resto del safari; pero, a su vez, contaba con más y más grandes marcas y daños resultado de las batallas entre pokemon.
    A los pocos segundos de entrar, un nidorino grande apareció corriendo a toda velocidad y, tres él, un pesado tauros que lo perseguía por algún motivo. El toro no demoró en alcanzar a su presa y empujarla para hacerla caer. Kyo trató de acercarse a observar, pero el guardia tomó su brazo para evitar que avanzara.

    —Los tauros no son carnívoros— apresuró el guardia —si está atacando a ese nidorino es porque le hizo algo.

    Kyo no atinó a responder nada, sólo observó en silencio el siguiente ataque, tauros no tardó en impulsarse e incrustar uno de sus cuernos en el cuerpo del pokemon veneno. De la herida comenzó a brotar una sangre negruzca y espesa. El pokemon gruño de dolor mientras que el tauros con el cuerno ensangrentado retrocedía con intenciones de lanzar un ataque más. Kyo se apresuró en colocarse tras el guardia y quitarle una de las pokebolas vacías. Sin dudarlo, detuvo el ataque de tauros encerrándolo en la pokebola. El guardia quiso regañarlo, pero decidió gastar ese minúsculo tiempo en liberar a nidoking; pues tauros escapó de la pokebola apenas un segundo después de entrar; para entonces, su enemigo había cambiado, ahora se encontraba frente al muchacho y su desesperante cabellera pelirroja. El pokemon resopló con fuerza se lanzó directo hacia Kyo, pero nidoking le cerró el paso y recibió la embestida con el cuerpo. EL gran pokemon veneno retrocedió arrastrando la tierra bajo sus pies. Kyo apenas pudo alejarse de la batalla.

    —Mordisco— gritó el guardia con prisa.

    Nidoking no tardó en obedecer y cerró sus fauces sobre el lomo del tauros. Este se retorció hasta liberarse perdiendo parte de su piel. La sangre que brotaba del tauros era más rojiza, clara y liquida que la de nidorino. El tauros resopló sonora y furiosamente antes de lanzar su siguiente ataque.

    —Doble patada.

    Nidoking lanzó su gruesa pierna hacia tauros en cuanto este se acercó, pero el pokemon toro esquivó el golpe desviando su cuerpo a un lado. Nidoking utilizó su otra pierna y, sin miedo a ensuciarse, se tiró al suelo para poder golpear a su enemigo con la segunda patada. Tauros retrocedió tras recibir el golpe en el cuerpo, pero se reincorporó rápidamente y se lanzó de nuevo hacia nidoking que, estando en el suelo, no pudo evitar el impacto. Los cuernos de tauros apenas lograron penetrar las gruesas escamas púrpuras de nidoking. Este se reincorporó aun con los cuernos del toro incrustados en su pierna.

    —Corte— ordenó el guardia con un ligero tono triunfante.

    Tauros se movía alborotado mientras trataba de liberarse; por ello el raudo ataque de nidoking apenas consiguió cortar una de las colas del tauros. El dolor fue catalizador suficiente para que el toro se liberara y escapara aterrado y dolorido.

    —Es por cosas así…— el guardia se notaba más tranquilo, pero no completó su oración en cuanto notó que Kyo no se encontraba a su lado.

    Nidorino había dejado de respirar. Su cuerpo se había convertido en un inmóvil objeto al que Kyo observaba con seriedad.

    —…que normalmente los entrenadores no vienen a esta zona— el guardia completó su oración aun sin saber si el pelirrojo había escuchado la primera parte —Los pokemon en estado salvaje pueden ser bastante crueles. Y esta zona es apenas una muestra de lo que hay fuera de las ciudades.

    —Ya sé todo eso— Kyo no parecía enojado. Tampoco demasiado triste —sólo me pregunto porqué lo mató.

    —Eso no lo podría saber…

    —Si podrías— contestó Kyo poniéndose de pie. De pronto emprendió la carrera en dirección contraria a la que habían aparecido los pokemon.

    —A donde vas?— el guardia preguntó sobresaltado; pero al no obtener respuesta regresó a nidoking y corrió tras el pelirrojo.

    Corrieron tal vez algunos segundos antes de que un grito fuerte y doloroso se apoderara del ambiente. Kyo se vio forzado a cubrir sus oídos en cuanto aquel potente gruñido retumbó a través de los árboles. Pronto, el grito se convirtió en una secuencia de gemidos que resonaban lejanamente; por suerte, ninguno tan perforador como el primero.
    Si Kyo se hubiese detenido hubiera podido sentir las vibraciones que se apoderaron del suelo y, por tanto, prever la manada de pokemon que correrían en dirección contraria a la suya. Lo primero en aparecer fue un apresurado scyther que, debido a su velocidad, no pudo evitar impactar contra el muchacho; ambos cayeron al suelo, pero el pokemon no tardó en reincorporarse y continuar con su camino. De la misma preocupante manera otros scyther aparecieron ignorando completamente la cabellera del muchacho; el guardia mencionó eso cuando lo ayudaba a levantarse.
    Kyo sintió algún tipo de preocupación y se ensimismó en correr contra la corriente de la estampida asustada. El guardia sabía que era una idea de lo más incoherente, pero no pudo hacer reaccionar al muchacho. Intentaba en vano razonar con el pelirrojo mientras corría tras de él.
    Tuvieron que esquivar algunos pokemon grandes que corrían en dirección opuesta, ryhorn y tauros entre los más peligrosos de encontrarse; pero luego sólo le interrumpieron el paso algunos pokemon pequeños como venonat, nidoran o paras que, por su tamaño y velocidad, se habían quedado atrás en la huida. Mientras más se acercaba los gemidos se hacían más audibles y claros hasta el punto en que sus oídos empezaban a verse afectados una vez más.
    Finalmente la causa de tal alboroto era visible. Cerca al final del espeso bosque yacía sobre el suelo una gran kangaskhan sollozante. Algunas veces levantaba el rostro para gritar con más fuerza, pero al instante se volvía hacia su vientre. En el suelo reposaba su cría ensangrentada e inmóvil.
    Kyo se había detenido al ver tal espectáculo. Su mente, como la de las demás personas de aquel mundo, estaba acostumbrada a ciertas ideas tales como ser fuertes ante el daño o muerte de algún pokemon, pues personas que llevaban a sus pokemon a la batalla constantemente debían estar listos para ver el dolor y, a veces, sufrirlo uno mismo. Pero aquello era diferente. No era la muerte de un pokemon cualquiera lo que conmocionaba su consciente. Podía reconocer aquella escena. Podía relacionar aquella imagen con sus propios recuerdos. No era la muerte lo que le impresionaba de aquel momento; era el dolor de una madre que había perdido a su hijo, era la sensación de vacio tras perder algo tan importante que quedaba perfectamente descrita en los potentes aullidos de kangaskhan. Finalmente reemplazó la imagen con un recuerdo olvidado y vio a kangaskhan como si fuese su propia madre y a la pequeña cría sin vida como si fuese su hermano.
    El guardia se acercó a Kyo exhausto. Casi le había perdido el rastro, pero había conseguido alcanzarle finalmente. Él observó la escena antes de preocuparse; una sensación que aumentó rápidamente en cuanto Kyo se adelantó un paso de manera imprudente.

    —No te acerques— ordenó el guardia tomándole del brazo. Inmediatamente kangaskhan volteó a mirarles con fiereza, su rostro mezclaba las lágrimas de tristeza con la dura expresión del enojo —los kangaskhan tienen un sentido de la audición bastante desarrollado— agregó despacio tratando de que sólo Kyo le escuchara, pero aquello no parecía funcionar, kangaskhan aún les miraba con aquella desgarrada expresión.

    A pesar de no haber perdido el contacto visual el gran pokemon continuaba gimiendo lenta y dolorosamente. Pasaron varios minutos hasta que Kyo optó por acercarse. El guardia trató de detenerle, pero el pelirrojo insistió con la mirada.

    —Ya de por si te he permitido demasiadas cosas este día— se quejó el guardia —quizá hayas tenido mucha suerte o mucha maña, pero no puedo arriesgarte demasiado más.

    —Sé lo que hago— Kyo hablaba por instinto. En realidad no sabía lo que hacía.

    —Es demasiado peligroso— insistió el guardia —no te dejaré acercarte a uno de los pokemon más descontrolados que pueda haber.

    —No está descontrolado— Kyo se soltó —solo está triste. Es algo que todos pasamos y siempre necesitaremos ayuda en aquellos momentos— el guardia le observaba desaprobatoriamente, pero, internamente, le daba la razón —los pokemon salvajes se dejan llevar más por el instinto. Ninguno tendrá el valor de acercarse a tal peligro porque su instinto les dice que se alejen.

    —Tendré a nidoking listo— el guardia no estaba convencido del todo; pero, y tras pensarlo varios minutos, accedió en dejar ir a Kyo —si las cosas se ponen mal, te pido que estés listo para ver morir a ese kangaskhan— en aquel momento el pokemon gruñó con más furia que tristeza, pero no tardó en volver a su sollozo.

    —No será necesario— Kyo sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero aquello no parecía ser suficiente para detenerlo.

    El pelirrojo se acercó algunos pasos hacia el gran canguro. Este no había perdido de vista a los visitantes. Sus sollozos se entremezclaban cada vez más con gruñidos mientras Kyo se le acercaba, pero en ningún momento mostró algún otro signo de amenaza.
    Kyo se acercaba lentamente. Volteó un segundo la mirada al guardia, observó que tenía la mano puesta firmemente sobre la pokebola de nidoking. Volvió su mirada al kangaskhan, tragó saliva intentando que con ello se redujeran sus nervios y se acercó a menos de tres metros del pokemon. Poco después de cruzar aquel límite, kangaskhan gruñó con fuerza y furia para luego enrollarse alrededor del cuerpo inerte de su cría.

    —Está bien— balbuceó Kyo mientras se acercaba.

    Kangaskhan volvió la mirada hacia le pelirrojo y gruñó con bastante fuerza antes de volver a sollozar sobre el cadáver.

    —Yo te entiendo— continuó Kyo tratando de sonar comprensivo —entiendo por lo que pasas.

    Ya estaba a metro y medio del pokemon. Conforme más se acercaba, más lenta y cuidadosamente caminaba.
    El gran pokemon volvió a gruñir, pero en tono más bajo y triste y sin voltear su mirada hacia el pelirrojo. Las lágrimas se derramaban, su rostro se perdía del resto del mundo, se concentraba únicamente en su realidad, en su presente inmediato. De pronto sintió una pequeña mano sobre su piel. Gruñó con más fuerza aún. Volteó violentamente el cuerpo provocando que el muchacho callera al suelo. Le miró fijamente con enojo y tristeza.

    —Vengo a apoyarte— Kyo articuló aquellas palabras con la mayor firmeza que pudo alcanzar, que de por si, no era demasiada.

    Kangaskhan acercó sus grandes fauces al muchacho. A pocos centímetros un rostro del otro se observaron fijamente hasta que, repentinamente, nidoking apareció junto a ambos.

    —Cornada— ordenó con fuerza el guardia.

    A pesar de ser grande, kangaskhan continuaba superando su tamaño, pero eso no lo amedrentaba. Nidoking se acercó violentamente hacia el canguro, el cual se había preparado para contraatacar, pero Kyo se interpuso entre ambos pokemon evitando la confrontación.



    ***



    Kyo había retrasado su viaje algunos días, los cuales había aprovechado yendo a la zona safari. Todas las tardes durante aquella semana entraba únicamente para buscar y estar con aquella kangaskhan. Aquella terapia diaria no solo ayudaba al pokemon, sino también a él mismo. Cada vez que observaba el marsupio vacío aparecía en su mente aquella misma imagen. Los primero dos días no logró evitar llorar junto al pokemon; tres días más ya podía controlarlo; al sexto día le acompañó el mismo guardia que en su cumpleaños, aquella vez no sintió la necesidad de llorar y, aparentemente, kangaskhan tampoco; al séptimo día ambos habían desarrollado un tipo de afinidad entre ellos por lo que al octavo y último día de Kyo en Sekichiku, kangaskhan fue capturado sin que siquiera tratara de escapar de la pokebola.
     
  13.  
    patrinas

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    Capricornio
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    estubo muy bien, pero no me gusta las escenas desagradables, tipo sangre, tambien loos capitulos son demaciado largos, prefiero algo mas cortos, me lleva un largo rato acabarlo y mas cuando solo queria leer un poco siendo de madrugada, una cosa, porque dejastes a toshiro como secundario? no deberias haber empezado antes por el principal? que es ahora mismo Kyo? ahi algusas escenas que no las entiendo bien, de todos modos creo que es porque esto cansada. mañana mirare con mas detenimiento y te dire si son o no entendibles, son las 7 de la mañana en mi pais asi que estoy ya cansada,
     
  14.  
    The Makoto

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    Respecto a la longitud de los capítulos, te diré, es porque es necesario. Tengo bastante que contar en este fic y no alcanzaría si hiciera capítulos cortos.
    Respecto al cambio de protagonista. Todo tiene un motivo, y es algo que comprenderán luego.
     
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