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Día 41320.

Diario de abordo. Autorización: Comandante Elisabethz S. T.

Línea de codificado: 01101111 01110011 01100011 01110101 01110010 01101111 00100000 01100110 01110101 01110100 01110101 01110010 01101111

“-Al habla la 5ª comandante Elisabethz S. T. del “Noé” en su día 41320, en la que posiblemente sea la última retransmisión de la humanidad.

Hace casi 113 años que Noé salió de la Tierra en busca de un nuevo hábitat, un nuevo planeta... un nuevo hogar. Eh... salimos del sistema solar hace mas de 100 años y no hemos encontrado ningún planeta habitable, los mas cercanos con posibilidades de ser colonizado están demasiado lejos..

Todos los seres humanos de la Tierra subieron al Noé el 21 de Diciembre de 2112. La Tierra, antes de verdes eh.. praderas y aguas azules y... joder... no sirvo para esto...”

Una mujer de pelo rubio y ojos claros tira el micrófono que lleva en su cabeza frente a la cámara que la graba a modo de diario. Nerviosa y angustiada se levanta y estira para evitar engarrotarse los músculos. Esa mujer es Elisabethz, la quinta comandante del Noé y actual encargada de “La Humanidad”. Elisabethz tiene el pelo rubio, una cara pequeña con pómulos resaltados y unos brillantes ojos claros. No es demasiado alta para su edad, pero ya con 30 años no cree que vaya a crecer mucho más. Es delgada y bastante bella, cualquier hombre haría lo que fuera por estar con ella.

Elisabethz, o Lisa, como la llamaba su madre, mira a su alrededor, la sala es artificial pero acogedora, la sala de mandos del Noé esta preparada para cualquier cosa, por lo que no se necesita nunca salir de allí. El Noé es perfectamente auto capaz de arreglarse o analizar sus fallos, pero por precaución y debido a la alta IE del navegador, este está desactivado. Los comandantes dirigen la nave, es su única función realmente. Pero ahora hay un problema mayor, no tienen destino alguno, la humanidad no tiene donde ir. Lisa, cansada y algo borracha por los continuos tequilas que toma, mira a su alrededor. La sala de mando no es demasiado grande, tiene un largo panel de control de la nave, una cama y un baño para el comandante, una pequeña cocina con todo lo necesario cuyos víveres son repuestos diariamente por la nave, y un enorme ventanal de acero transparente que le permite ver el inmenso universo que les rodea. La única luz que ilumina la sala es la de una lámpara de 1995, típica de bibliotecas que la madre de Lisa le regaló y que por lo visto tiene un valor incalculable.

Lisa lleva trabajando en lo mismo casi 9 años, desde que su madre murió de un paro cardíaco por razones que realmente no importan, ya que cuando alguien muere de forma natural el porque es lo de menos. La joven comandante, se quita la chaqueta de piloto y camina en camiseta interior y los pantalones del uniforme, de un color negro azabache, al igual que las botas militares que acompañan al conjunto.

Como hace continuamente, Lisa desactiva la gravedad de la habitación y se permite un ligero descanso, mientras activa la pantalla virtual y pone de nuevo el video que se ha visto mas de 1000 veces, la llamada al mundo al Noé.

La pantalla se ilumina de golpe y aparece un hombre negro, ya bastante mayor que por aquel entonces dirigía un importante país, a Lisa nunca le ha importado el nombre del país, ni siquiera ese hombre, tan solo su mensaje:

-“Gente de todo el mundo.. Asiáticos, Europeos, Africanos, Americanos o Australianos, ya no importa de donde seamos, todo estamos juntos. Debido al alto nivel de contaminación de la Tierra, la vida ya no es posible en ella, las plantas no nacen y el agua tanto de los mares como de las nubes es puro polvo.

En decisión unánime de todos los países del mundo, se ha decidido construir el Noé, un arca capaz de soportar toda la vida terrestre, que nos llevará a las estrellas en busca de un nuevo hogar. Todas las personas del planeta seguirán el mismo destino...

Ya no importa nuestro origen o nuestros intereses, no importa el dinero, no importa el gobierno, las guerras o las muertes... Todo eso ha sido aniquilado por nuestro egoísmo. Se nos ha concedido una nueva oportunidad... y debemos aprovecharla, y luchar por la vida que nosotros mismos nos hemos negado.

Por la humanidad... por la vida... unámonos.”

El hombre de negro baja la cabeza y la transmisión se corta, hay muchos datos de que pasó después, que paso con la Tierra y que han pasado los últimos 100 años, pero eso no le importa a Lisa. A ella, tan solo le importa el futuro, por que lo pasado, pasado está, no se puede cambiar.

Su madre solía contarle historias de la Tierra que a su vez le había contado su madre. Solía echar la culpa al odio de las personas a cosas que ellas mismas habían creado. Para evitar el nacimiento de ese odio en el Noé, todas las personas y seres vivos del mundo habían sido inducidos a un largo sueño... un placentero y cómodo sueño que Lisa envidiaba y no podía conseguir.

Ella flota en el silencio de la habitación, bajo el sonido de la nada envolviéndola, y la suave caricia de la luz de la lámpara acunándola. Está triste, echa de menos a su madre. Aún la recuerda contándole historias sobre ángeles que la cuidaban y de la belleza de la vida. Lisa aprieta un puño lleno de rabia, ya que su madre se fue sin mas, sin poder despedirse. Una noche la besó en la frente al dormir, y a la mañana siguiente fue ella quien la besó en la frente para despedirse. Recuerda como lloró y pidió a la inmensidad que por favor que no se la llevara, pero fue inútil. Aún la recuerda, su madre fue muy bella, de ojos azules, pelo rubio y fino cuerpo, murió muy joven, apenas sufrió el acoso del envejecimiento.

-Mamá...

Esa palabra hace eco por la habitación, y si la sala no estuviera insonorizada haría eco por toda la inmensa y silenciosa nave.

Vuelve a activar la gravedad y se acerca al panel de control.

Puede que no este permitido, las mismas reglas exigen que Lisa permanezca siempre en la sala de mandos, pero no le importa. Coge su chaqueta y se acerca a la puerta, coloca el código de seguridad y esta se abre dejando una estela de niebla. Toma aire y sale rápidamente.

Los pasillos son oscuros, iluminados levemente por luces blancas en el suelo que indican el camino a seguir. No hay nadie allí, el silencio es absoluto. Sigue el camino con calma, disfrutando del pasillo que se extiende hasta donde alcanza su vista.

A lo lejos hay una ventana en un lateral, la sala médica, la única sala permitida al comandante siempre y cuando se haya diagnosticado alguna enfermedad en la sala de control. Si coloca su mano sobre la ventana la sala se le abrirá, pero ella no busca ir allí, desde pequeña, cuando su madre dormía ella se escapaba hasta el fondo de la sala, en una esquina, había conductos, para ella eran pasillos a otros mundos, cada cual mas emocionante que el anterior. Un día encontró la biblioteca mundial, otro día la despensa del comandante, otro encontró el garaje de la nave... todas eran salas inmensas, pero nunca se perdía, tenía buena memoria. 19 años atrás, encontró una sala muy especial, que nunca comprendió muy bien, hasta años mas tarde.

Lisa se agacha y entra con sutileza por sus misteriosos pasillos, hasta encontrar de nuevo el camino que le llevaba a su sala especial, la visitó muchas veces durante muchos años.

Giro a la izquierda, a la derecha, a la derecha, siguió recto y uso el montacargas, luego volvió a la derecha y finalmente llegó a aquel enorme pasillo blanco nieve del que no se podían distinguir las paredes del suelo o el techo, sonrió al ver ese lugar. Luego se acerca a la puerta del fondo del pasillo y pone la mano en el cristal. Y allí esta, su sala especial, tan grande, tan inmenso que a ella le parecía un mundo en pequeño. Nunca terminaba de recorrer la sala aunque corriera lo mas rápido que pudiera hacia el fondo.

Lisa mira a su alrededor, dio unos pasos y se acerco a una cápsula enorme, luego la miro y pone la mano sobre el cristal de la cápsula, donde duerme una pequeña niña de pelo rubio con un fino vestido de seda blanco. Luego mira a su alrededor para ver las miles de millones de cápsulas que ocupan toda la sala. Miles de millones de personas que duermen esperando al futuro, un futuro prometido que Lisa sabe que no llegará.

Camina entre las cápsulas, al verlas se acuerda de un cuento que su madre le contaba de chica, Blancanieves, las cápsulas le recuerdan al bello ataúd de cristal, y las personas a la dulce Blancanieves que espera el beso del príncipe. Sonríe ligeramente al recordar a su madre leyéndole el cuento mientras ambas descansaban sobre la amplia cama del comandante.

Lisa mira con calma cada cápsula que la rodea, sigue caminando, no tiene ganas de parar o de volver, no tiene prisa ninguna. Recuerda el mapa de la sala, lo ha visto en la sala de mandos. Hay una sala destinada a futuros comandantes durmiendo que despertarán en orden elegido según el anterior vaya muriendo. Si algo le pasara a Lisa, la nave se encargaría de despertar al nuevo comandante, eso hace que se sienta un mero objeto de tanta tecnología.

Lisa sigue caminando, hasta que ve algo que llama su atención, la sala de comandantes dormidos. Allí ve la cápsula de su madre, y la suya propia, ya abiertas y vacías. Se acerca a ellas y mas concretamente a la suya, y ve algo extraño. Una pequeña bola esférica totalmente, de color blanco y una hermosa luz azul. Extrañada, Lisa se agacha y coge la bola. No sabe lo que es, pero apenas le da tiempo a pensar, nada mas agarra la bola y se levanta, la misma esfera brilla con fuerza y se deshace en el aire tras emitir un corto pitido. Lisa no sabe lo que ha pasado, y mira a todos lados con la esperanza de averiguar algo, pero nada cambia, tan solo ella misma.

Se ha hecho tarde y Lisa está cansada, y aún algo borracha por los tequilas de antes, mira su reloj, apenas son las 21:00, pero en el espacio la hora nunca importa. Lisa termina por volver a la puerta de la sala. Pero antes de que pueda siquiera abrirla, ve algo por la ventana que da al etéreo pasillo blanco, una niña, una pequeña niña de ojos azules y un fino vestido blanco. Lisa se gira rápidamente, y mira la primera cápsula del lugar, pero allí, ya no está la pequeña niña, sino una anciana de pelo canoso y cansado aspecto. Corre hacia la puerta y la abre, la niña se mete por el conducto.

-¡Espera! ¡Eh! Ahg... ¡maldición!

Lisa corre hacia el conducto, ve a la niña girar hacia la derecha, la sigue rápidamente, luego tan solo ve su pie girar hacia la izquierda, la sigue. Ya no puede verla pero le da igual, sigue hacia el frente, gira a un lado, gira a otro. Termina por llegar a una habitación. Una habitación extraña, es pequeña, a diferencia de las otras gigantescas salas de la nave. En ella hay una mesa, un sofá algo polvoriento, una estantería repleta de libros y álbumes, también una pequeña cocina y un baño hecho a mano. Hay muñecas y globos deshinchados, una especie de masa que quizás alguna vez fuera un pastel. Las paredes están llenas de fotos de ella y su madre, Lisa se queda mirándolas, melancólicamente, se pregunta que es ese lugar. En el centro de la habitación hay una nota con un código: 01100011 01110101 01101101 01110000 01101100 01100101 01100001 11110001 01101111 01110011 00100000 01100110 01100101 01101100 01101001 01111010

Lisa se extraña, es un código pero no sabe que significa. Coge la nota y se marcha de la misteriosa habitación. No ha encontrado a la niña.. se pregunta si siquiera hubo niña, a lo mejor estaba demasiado borracha.

Al volver a la sala de mandos, se acerca al panel de control. En el introduce el código y se activa la pantalla virtual, en el que se ve un video de su madre construyendo la sala, mientras infla globos y prepara la tarta, todo en distintas fechas, pudo tardar años en hacer toda la sala. Al final, su madre sonriente mira a la cámara y enseña una tarjeta en la que pone: Feliz cumpleaños...

Aquella sala era un regalo para Lisa, que no pudo recibir por la muerte de su madre, Lisa trata de acariciar la imagen de su madre, pero su mano traspasa la pantalla virtual. Lisa va a llorar, pero a instante lo nota y toma aire y consigue evitarlo. Luego apaga la pantalla y se va a acostar...


(Bueno, este es el primero de los 3 capítulos que tengo pensados, espero que lo disfruten tanto como yo he disfrutado escribirlos y pensarlos)