Valiente

¡Hola! ¡Esta es la primera historia original que hago! Espero les guste y la puedan comentar n_n

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Título: Valiente

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Capítulo 1: El nuevo de la clase

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Fernanda’s POV...

Me llamo Fernanda Gómez, tengo 18 años, empezando por describirme soy de cabello largo y color castaño oscuro con reflejos rojos cuando se asolea, piel blanca pálida pero nunca traslúcida, ojos color chocolate oscuro que casi parecen negros y de complexión mediana.

Me considero comprensiva, seria, callada y bastante extrovertida, siempre he sido más madura y consiente que otras personas, soy noble aunque muchos dirían que soy también “buena onda”.

Voy en la preparatoria, tercer año y a mitad el primer bimestre. No me va mal, hasta eso en el estudio siempre he dado lo mejor de mí, sacando buenos resultados de nueve para arriba.

En fin es miércoles, el día luce caluroso por lo que estoy usando en este momento unos jeans entubados de color mezclilla, una blusa sin mangas de color azul rey con estampado gótico que era una rosa y unos converse de bota blancos.

Cuando el receso terminó regresé a mi aula, me senté y recargué en el pupitre mientras cruzaba los brazos de manera desinteresada, había iniciado la clase de literatura y estábamos viendo los personajes que habían realizado obras increíbles.

—Ferchus... escuché que inscribieron a un niño nuevo para éste salón y ya lo vi—me dijo emocionada una de mis mejores amigas... Patricia García aunque de cariño he de llamarla “Paty”. Ella me dice “Ferchus” aunque en realidad fue su ex novio quien solía llamarme así.

Paty es más baja que yo aunque está de mi vuelo, es de tez morena casi como un adorable café con leche, cabello lacio y de color negro azabache muy brillante, sus ojos son igualmente negros como la obsidiana, completamente naturales. La conozco desde la secundaria...

— ¡¿En serio Paty?!—, pregunté de forma efusiva, con ella si mostraba mi lado exaltado y emocionante—Ya veremos quien será la carne fresca—me burlé en tono pícaro y Paty me devolvió la sonrisa.

—Aunque... se parece mucho a “tú sabes quien”—. Paty me dirigió una mirada furtiva, con una clara intención en su voz cantarina y tierna y haciendo el ademán de las comillas con los dedos.

— ¿A qué te refieres con “tú sabes quien”?—le cuestioné alzando una ceja muy confundida, aunque reflexionando y analizando sus traviesas palabras, me di cuenta que podría ser...

En ese momento entró la profesora de literatura, su nombre es Lucía y es una mujer de mediana edad, usa lentes y es algo exigente.

— ¡Buenos días alumnos! Hoy comenzaremos la clase y espero hayan traído su tarea, les pedí que...—.La mentora no pudo continuar ya que unos toquidos agudos se escucharon en la puerta, interrumpiendo su clase.

Era el prefecto, su nombre es Omar un hombre bastante joven, cabello y ojos oscuros, era la gran sensación de varias colegialas; entró educadamente al salón. Todos los alumnos se levantaron para recibirlo.

— ¡Buen día alumnos! Hoy les presento a su nuevo compañero que se incorporará a su salón, espero lo traten muy bien—. Omar terminó de decir y de la puerta entró un chico...

Era bastante alto, piel blanca pero no pálida, hasta eso resaltan sus pómulos color rosado natural, cabello castaño muy claro casi tiñendo a rubio y ojos cafés igual claros. Usaba una polera blanca con estampado gótico debajo de una sudadera negra con gorro, pantalón de mezclilla holgado y desgastado y calzaba tenis color blanco que combinaban bien con el conjunto.

El nuevo entró con una pose: poner las manos en los bolsillos y una media sonrisa indiferente y arrogante en sus labios lisos de color rosa pastel. Lo observé detenidamente–como cualquiera que examinara a los nuevos–y entonces lo recordé..., ¡no puede ser! El es...

—Bueno Lucy... ahí te lo dejo... —dijo el prefecto Omar y dicho esto sonrió amistosamente y varias compañeras de mi salón suspiraron enamoradas. Por mi parte, mi sorpresa era abundante al reconocer al famoso chico nuevo.

— ¡Siéntense! Lo primero que vamos a hacer...—se dirigió la maestra hacia el chico nuevo, luego que nosotros acatamos la orden y nos sentáramos— ¡Quiero que te presentes! ¡Dame tu nombre!—dijo la maestra Lucía casi exigiéndole que hablara. Dirigí la mirada hacia Paty, quien me la devolvió de forma pícara. Miré expectante al nuevo con los ojos bien abiertos.

— ¡Qué no sea él! ¡Qué no sea él! ¡Qué no sea él!—pensé con horror y súplica. Hace tanto tiempo que no lo veía desde la secundaria. Siempre con esa pose y esos mismos rasgos que lo caracterizaban, sin embargo lucía mas maduro que antes.

—Mi nombre es... Genaro Maldonado, un gusto a todos...—sentí que me caía del asiento cuando el nuevo se nombró a si mismo y mi corazón palpitó cuando escuché su voz aterciopelada e indiferente. Apreté la mandíbula con desagrado, nunca pensé que volvería a verlo, dirigí mi mirada hacia otro lado.

—Muy bien Genaro, soy Lucía Amaya, tu profesora de literatura, también es un placer... siéntate en aquél asiento—la mentora habló educadamente con Genaro y señaló el asiento; era el pupitre que estaba al lado derecho del mío, solté un respingo discreto y por el inevitable nerviosismo oculté mi mirada con el cabello rebelde.

Genaro obedeció y se dirigió hacia el asiento, se sentó con gracia y arrogancia, siendo también seguido por las miradas indiscretas de las féminas, cuando lo vi disimuladamente se notaba su sonrisa seductora y pícara. Me dio un vuelco en el estómago cuando lo tenía junto a mí y repentinamente sentí una molesta sensación en mi pecho.

Suspiré quedamente mientras la maestra proseguía con la clase, por supuesto presté la mayor atención a ello y reprimir lo mejor que pude alguna mirada directa por parte de mí hacia Genaro.

—Algunos escritores famosos fueron...—la voz exigente y dura de la maestra ni siquiera resonaba en mi mente, era como si moviera los labios y ningún sonido era emitido a su vez. Mi mente pensaba en otra cosa por más que quisiera mantenerme seria a la clase.

— ¡Genaro! ¡Genaro!—gritó una chica de catorce años, se trataba de Lizbeth, otra de mis mejores amigas, no era muy alta, de ojos expresivamente cafés y cabello rubio natural. Ella me jalaba para que me presentara a Genaro, quien se mostraba imperturbable y coqueto cuando lo vi. Era uno de mis grandes anhelos conocer a uno de los chicos más atractivos y populares de la secundaria.

Genaro me gustaba y mucho. Lizbeth era conocida de él, me contaba que tenía fama de tener un “corazón de condominio”, es decir jamás tener una relación seria y eso era obvio, éramos apenas unos niños, casi adolescentes.

—Lizbeth no creo que sea buena idea, que tal si no le caigo bien—repliqué a mi rubia amiga en tono tímido y serio, ella me miró fulminante, bajé la cabeza con vergüenza y sonreí ligeramente.

—Fer, ¡vas a ir a conocer al chico que te gusta! ¡No te eches para atrás así de sencillo! —Liz intentó animarme. De acuerdo en esos momentos sentía que mi corazón palpitaba acelerado, Lizbeth tiene razón ¡Es ahora o nunca! ¡Conoceré a Genaro!

Ambas nos dirigimos hacia él, la verdad mi órgano ubicado en el pecho cada vez palpitaba más fuerte conforme nos acercábamos, incluso mi respiración se cortaba más todavía.

— ¡Hola Genaro!—saludó Liz de forma animada, el castaño rubio de ojos claros le dirigió una mirada seductora muy inmadura y alzó la cabeza para dar a entender que le puso atención— ¡Oye te quiero presentar a mi amiga Fernanda!—agregó de forma pícara. Por mi parte un sonrojo evidente se hizo presente en mis menudas mejillas.

Nada más sentí los ojos de Genaro posarse sobre mí, los cuales sin disimulo me inspeccionaban. Me acerqué a él hasta darle un pequeño beso en su mejilla derecha.

— ¿Q-que tal Genaro?—tartamudeé y luego vislumbré que Liz se había ido para dejarnos “solos” ¡Perfecto!, ¡¿qué haré ahora?! Me miró a los ojos por unos instantes, supuse que notó mi tono tan nervioso, su mirada era tan cautivadora que incluso taladraba mis insignificantes pupilas. Ni siquiera pude creer que tomase interés en mis orbes.

—Fernanda...—soltó mi nombre en un deje suspirante y por mi parte yo estaba hecha un manojo de nervios—Tienes bonitos ojos— ¡¿Acaso Genaro Maldonado acaba de adular mis ojos?!

—Hummm gracias este... yo gracias—agradecí con una tímida sonrisa que mostraba hasta mis dientes, Genaro me la devolvió pero de forma divertida, aunque era indescifrable si sonreía por sus dotes seductores o mera satisfacción por mi torpeza al hablarle.

Así fue como lo conocí... sin embargo ese día fue el primero y el último en haberle hablado, siempre que pasaba en frente de mí nunca me saludaba, a menos que estuviera cerca de Lizbeth, ni siquiera me dirigía al menos un “hola” y siempre hacia como si no existiera.

Así pasaron los años hasta que la secundaria terminó, viví un “Amor platónico” y esos días quedé decepcionada e ilusionada. No lo volví a ver en cuanto entré a la preparatoria y dejé de tomarle importancia...

Hasta este preciso momento...​

—Estoy segura de que Genaro ya no se acuerda de mí—dije para mis adentros un tanto aliviada.

— ¡Señorita Gómez!—una voz femenina muy enojada me gritó, interrumpiendo mis pensamientos repentinamente, retomando la atención a la clase, miré de inmediato a la maestra.

—Si maestra...—susurré en un hilo de voz, captando las miradas de mis compañeros que más me estremecían todavía–incluyendo a Genaro– quien posó su mirada expectante sobre mi persona.

— ¡Se nota que pone su más debida atención en mi clase jovencita!—expresó la mentora con sarcasmo mal disimulado—Ya que usted es una de las más prometedoras según su historia académica... dígame... ¿Quién fue Gabriel García Márquez?—preguntó a su vez la profesora, mirándome con mucha curiosidad y recelo.

¡Santo cielo! ¡Eso venía en la tarea de ayer!, pero... ¡NO PUEDE SER! ¡Se me ha olvidado! ¿Ahora que...?

—Bueno... yo... este, Gabriel García Márquez fue un... hummm— comencé a titubear demasiado y a balbucear cosas sin sentido ante la clase, el nerviosismo era muy frustrante. La cara empezó a ponerse más roja de lo necesario.

—Gabriel García Márquez...—me interrumpió otra voz, lamentablemente masculina y para acabarla muy conocida, era Genaro quien hablaba con tal gracia que de pronto una extraña corriente eléctrica surcó mi espina dorsal.

Miré al chico de ojos claros con cierta sorpresa en mis orbes.

—Nació el seis de marzo de 1927, es un novelista colombiano, escritor de cuentos, guionista y periodista, es distinguido entre los autores de la lengua española y en 1982 recibió el Premio Nobel de literatura, su obra más conocida fue “Cien Años De Soledad”—Genaro terminó de hablar, dejó a varios con la boca abierta–incluyéndome–y durante toda esa concreta explicación no dejó de mirarme con arrogancia y superioridad.

—Excelente explicación joven, al menos “alguien” si pudo contestar correctamente—espetó la maestra con mucho sarcasmo–a más no poder–mientras que por mi parte bajaba la cabeza apenadamente y le dirigí a Genaro una mirada furtiva.

Miré a mi amiga Paty, quién se rio ante el acto pero también estaba igual de sorprendida. Terminó la dichosa clase, vi como “Don ojos claros” se levantaba de la silla con tal presunción y con esa mirada tan creídamente seductora.

—Idiota...—mascullé desapercibida mientras veía como Genaro salía del aula con una tonta sonrisa divertida. Supongo que disfrutó dejarme en ridículo, en ese momento rodé mis ojos chocolates con fastidio.

Todos salieron a tomar aire y otros a entretenerse, como el profesor de matemáticas había faltado, teníamos la hora libre, por lo que Paty y yo nos dirigimos a los patios boscosos. Me recargué en un árbol y Paty se sentó en la bardilla de asfalto.

—No lo puedo creer Paty...—murmuré mirando a la susodicha lastimosamente.

—No te preocupes Ferchus—me animó la de ojos negros con una sonrisa satisfactoria y en voz dulce—Noto como te sientes, pero tu sabes que debes tolerar, Genaro es alguien del pasado y veo que le das demasiada importancia, además no es necesario que uses el rencor, por algo insignificante—razonó Paty tomando seriedad, sin dejar su sonrisa amable.

— ¿Tu crees eso?, jeje— sonreí burlona... Paty es mi voz de la razón, y aunque se perfectamente que es tanta obviedad en el asunto, ella asintió con la cabeza, dando a entender que sí.

—No le hagas caso Ferchus—Paty me guiñó su ojo negruzco mientras miraba hacia varios lados—Siempre hay que “voltear la página” y olvidar cosas que no tienen importancia—agregó Paty, y aunque asentí con la cabeza, me sentí extraña, como si deseara ver de pronto a alguien.

— ¡¿Es quien creo que es?!—cuestionó mi amiga con sorpresa mientras sus ojos negros adquirían un brillo especial...

— ¿Quién?—pregunté con curiosidad mientras veía a donde se dirigían esos ojos brillantes de Paty. Instantáneamente se dirigieron a un chico de tez semi morena aunque es más claro que la piel de Paty, cabello negro con destellos rojizos por el sol, ojos marrones enigmáticos y una sonrisa encantadoramente seductora.

A mi amiga Paty se le abrieron mucho los ojos y por primera vez no ponía “discreción” en su divertida mirada. Deduje que Paty sentía interés en ese atractivo y guapo chico, que por alguna razón me resultó muy familiar.

— ¡Es Marco!—la morena soltó un suspiro—Se ve tan guapo y sexy—admitió con voz cantarina y dulce, ¡un momento!...

— ¡¿Marco has dicho?!—grité controlando la emoción mientras veía junto con mi amiga a... Marco González, estuvo en la secundaria, a él solamente lo veíamos a simple vista–especialmente Paty–era igual de popular y es el mejor amigo de...

Genaro...

Traté de no tomar mucha importancia en el nombre de ese apuesto chico de ojos y cabello claros, sólo pude notar como Marco y Genaro se reunían con otros cuatro chicos más. No es por nada pero, al ver otra vez a Genaro, me perturba demasiado...

Fin Fernanda’s POV.

¿CONTINUARÁ?...

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*Emoción* *¡Emoción!*

Bueno pues hasta aquí terminó el primer capi, esperen la conti pronto y espero que les haya gustado mucho!!!! n_n

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¡Por otro lado les agradezco que hayan leído mi primer fic original! Saludos :)

Consejos, correcciones, tomatazos y lechugazos XD... ¡¡¡Gracias por comentar!!!

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