Las barreras que nos unen. [ InuxKag]

Capitulo # 2 “Una triste noticia.”​

Sin poder haber traído de regreso la pelota roja de Kagome, ambos niños caminaban hasta el jardín principal, el sol brillaba con gran resplandor ese día, la brisa soplaba con una gran frescura y los pajarillos cantaban al volar, parecía ser un buen día.

―Kagome continúa sin mí, debo regresar a mi entrenamiento.―Dijo el pequeño peli plateado con un poco de tristeza, soltando la mano de la dulce niña comienza a alejarse de ella.

―Pero… ¿Por qué no me acompañas y merendamos juntos?―Propuso la pequeña azabache tomando la mano de su amigo de nuevo, él se molesta y frunce el ceño.

―¡Suéltame!, ¿eres sorda? ya te dije que debo seguir entrenando, además si mis padres se enteran de que no estoy en mi cuarto…no mejor ni pienso en ello.―Exclamó el pequeño peli plateado mientras intentaba soltar su mano, la pequeña mostro una cara de tristeza y aceptación.

―Está bien Inuyasha debes irte antes que te encuentren aquí, te veo después supongo.―Musitó la pequeña azabache entre suspiros muy profundos, sabía que al dejar ir a su amigo estaría de nuevo sola y lo que es peor con esos niños tan antipáticos, mientras llegaba hasta el lugar en donde Izayoi la dejo miraba lo increíble de su jardín, la fragancia que emanaban las flores, la gran altura de los árboles y sobre todo el hermoso cielo de color celeste, todo indicaba que sería un buen día pero muy dentro de su corazón sentía algo extraño.

Llego hasta donde se encontraban los hermanos Tamaki pero para sorpresa de la pequeña Kagome estos ya se habían retirado, la niña sintió gran alegría al no verlos pero cuando vio salir a su cuidadora su sonrisa se borro.

― ¿Ocurre algo Izayoi-sama?―Preguntó la pequeña de ojos marrones al ver cierto enfado en los ojos de la mujer, su pequeño corazón latía muy rápido ya que era muy sensible, no le gustaba meterse en problemas.

― ¿En dónde estabas?―La mujer de larga cabellera negra respondió con otra pregunta, a pesar de estar molesta Izayoi tenía reflejado preocupación en sus ojos.

―Fui a buscar mi pelota, esos niños malos la arrojaron lejos para molestar.―Expresó la niña, su mirada inocente reflejaba enojo al recordar eso, la mujer ríe al ver esa expresión se arrodilla para estar a su altura y le da un fuerte abrazo.

Ese abrazo fue muy cálido pero un sentimiento especial y oculto había tras el, la niña sonríe y corresponde el abrazo.

― ¿Fuiste sola a buscar la pelota? ―Cuestionó la mujer con un tono serio.

―Bueno…yo…este ¿Cómo decirlo?―Decía titubeando Kagome ella pensaba que al decir la verdad metería en problemas a Inuyasha, no pudo decir nada y baja la mirada al no poder contestar.

―Sabes olvidemos eso amor, ve a cambiarte hoy tus padres vendrán a cenar contigo.―Exclamó la mujer azabache sonriendo, esa noticia provocó una gran alegría a la niña y rápidamente sin decir más se fue a su habitación.
Izayoi se fue a la cocina a supervisar los preparativos de la cena, sin embargo había cierto hecho que no la dejaba tranquila.

―Señora por favor llame a nuestro chofer para que nos venga a recoger, ya deseamos irnos.―Pidió el niño de ojos azules con mucho respeto, ante los adultos el jovencito sabio comportarse.​

―Kouga-kun ¿ya quieres irte? si tiene poco tiempo de haber llegado.―Preguntó con respeto Izayoi.​

―Sí, la señorita Kagome se fue sin decir nada y eso fue muy ofensivo, al dejarnos solos aquí nos irrespeto.―Exclamó el niño de cabellos negros mientras cruzaba los brazos, su pequeña hermana quien estaba tras él igualmente habló.​

―Es verdad, además se fue con su hijo señora ella prefiere estar con él que con nosotros y eso lo sabrá nuestro padre, es decir ¿cómo nos cambia por él?―Expresó de manera arrogante la niña, sus palabras sólo expresaban la educación narcisista en la que fueron criados esos niños.​

Izayoi sentían un nudo en su garganta el deseo de callar esos niños era muy grande, pero estaba consciente que no podía hacerlo.​

―Está bien en este momento llamo a su chofer, alístense y ya vengo por ustedes.―Musitó e hiso una reverencia, luego se retira y entre grandes suspiros llama la chofer de la familia Tamaki.​

El chofer llega a los cinco minutos de la llamada, Izayoi lleva a los niños hasta su auto y se despide de ellos, en ese momento ella pudo entender el porque Kagome se ponía tan triste cuando esos niños llegaban.​

Regresa a la mansión y a los lejos pudo ver cómo su hijo intentaba calmar el llanto de la niña azabache, su corazón se estremeció al ver tan bella escena así que decide darles un poco más de tiempo y espera a que la niña regrese para ir por ella.​

―Realmente espero que esos niños no metan en problemas a mi dulce ángel.―Pensaba la mujer de cabello azabache mientras terminaba de preparar la cena junto a los otros sirvientes, de pronto a la cocina entra su esposo y la abraza muy feliz, pero al mirar una preocupación reflejada en su rostro se inquieta.

― ¿Ocurre algo Izayoi?―Preguntó InuTashio con gran curiosidad, los demás sirvientes escuchaban de manera disimulada.

―Inuyasha estuvo parte de la tarde con Kagome, los niños que vinieron a jugar con ella dijeron que le dirían a su padre así que me preocupa un poco, además que los amos vengan a cenar temprano enserio es preocupante.―Exclamó la mujer mientras abrazaba más a su esposo, ambos tuvieron un mal presentimiento pero decidieron calmarse y cada uno seguir con su trabajo, ya que el señor Taisho era el mayordomo principal se vistió con su traje negro y corbatín y a la llegada de los señores Higurashi él es quien abre la puerta.

―Bienvenidos a casa señor y señora, pasen adelante.―Decia con respeto el hombre de ojos dorados y les hace una reverencia a los señores Higurashi, luego con una seña les indica que pasen los demás empleados de igual manera hacen una reverencia al verlos.

Después de eso los señores Higurashi se van a la muy elegante mesa, que le fue preparada para su cena, y ya cuando estaban sentados escuchan una linda voz llamarlos.

― ¡Mamá, papá que alegría que cenemos juntos hoy!―Gritó la pequeña Kagome quien vestía un hermoso vestido de color rosa con lindos brillos blancos, también llevaba un listón rosa en su cabello azabache y sus zapatitos era negros de charol con un moño blanco.

La pequeña llegó corriendo y saltando a la mesa muy emocionada de ver a sus padres, pero su bella sonrisa se borro al ver que ambos la miraron seriamente.

―Kagome ¿Qué es esa forma de llegar a la mesa?―Exclamó la señora Higurashi en forma de regaño, la pequeña solamente bajo la mirada y tomo asiento en el lugar que le correspondía.

―Querida es sólo una niña, pero lo que dice tu madre es verdad Kagome tu comportamiento debe ser de una señorita de tu clase.―Afirmó el padre de la niña con un tono bastante serio, la pequeña asiente con la cabeza y luego mira hacia la cocina en donde se encontraba su cuidadora, los sirvientes que presenciaron tan incómoda momento no podían evitar sentir pena por la niña, teniendo todo para ser tan feliz como una princesa y su tristeza era mayor que su fortuna.

Después de eso los sirvientes llevaron la cena en elegantes platos de porcelana y cubiertos de plata, todo era lujo en aquella cena, pero esos lujos y elegancia no enmendaba un silencio tan profundo y frio que se sentía en aquella mesa.

―Princesa hoy tuve una charla interesante con el señor Tamaki el padre de Kouga y Mogami, estoy al tanto que ellos vinieron a verte hoy.―Musitó el señor Higurashi, sosteniendo una copa de vino en su mano.

―Sí, ellos estuvieron aquí.―Afirmó la pequeña azabache con indiferencia, ella continuo comiendo cómo si nada pasara.

―El señor Tamaki me comentó que sus hijos llegaron diciendo que les hiciste un desaire, y quiero saber si eso es verdad ¿te fuiste dejando a tus invitados solos?―Cuestionó el padre de la niña mirándola a los ojos, el hombre de ojos chocolates y cabellera negra conocía a su hija y sabia la respuesta.

―Papá ¡no es así! yo sí me fui un momento pero fue porque…―Expresó la niña sin poder terminar de hablar, su madre intervino soltando una noticia de pronto.

―Kagome tu padre y yo tenemos algo que decirte.―Dijo la señora Higurashi mientras una media sonrisa se dibujaba en su rostro, por un momento Kagome se alegro pero esa alegría seria rápidamente borrada.

―Hija sabemos lo mucho que deseas ir a la escuela, no dudamos que Inu-san te eduque bien su trabajo es excelente, pero tu madre y yo decidimos que iras a…―Cuando el señor Higurashi estaba a punto de dar la noticia fue interrumpido, Izayoi entro a dejar más vino a la
mesa y otras cosas.

Kagome no pudo evitar sentir alegría en su corazón su mayor deseo era ir a la escuela, ella miraba cuando Inuyasha iba todas las mañanas, inclusive lo miraba hacer sus tareas con sus dos mejores amigos, una simpática niña llamada Sango y un niño llamado Miroku, lastimosamente jamás había tenido el gusto de conocerlos personalmente.

Luego que Izayoi terminara de servirles el vino y terminar de llevar los últimos platillos a la mesa, el señor Higurashi continúa dando la “buena” noticia.

―Hija cómo decía tú estudiaras en la academia de señoritas “Roses Enverre” (rosas de cristal en francés) en Paris, Francia.―Concluyó el hombre de ojos chocolate mientras que su esposa aplaudía de felicidad, un silencio se sintió en aquel momento, la inmensa mansión por un momento se torno fría y obscura, Izayoi y los demás sirvientes no podía creer lo que acababan de escuchar.
InuTashio suspira profundamente ante la noticia, Izayoi tenía deseos de apelar la decisión pero su amado esposo la detuvo, mientras que la pequeña aún no había comprendido con exactitud lo que ocurría.

―Padre, madre eso quiere decir que estudiare pero ¿Por qué tan lejos?―Preguntó la niña azabache.

―Iras al internado que tu abuela dirige, ahí te convertirás en una dama y serás el orgullo de nuestra familia.―Respondió la madre con gran orgullo.

― ¿Internado? pero no comprendo, ¿Qué es un internado padre?―Cuestiona nuevamente la dulce niña, su corazón le advertía algo.

―Internado es una escuela especial, vivirás ahí por un tiempo y no regresarás a casa hasta que creamos que ya eres una dama.―Musito el señor Higurashi mientras daba un sorbo a su copa, en ese momento el pudo observar una gran tristeza en su hija.

―Yo…no… ¡jamás me iré no dejare a mis queridos amigos!―La niña gritó con lagrimas en sus ojos, su vos entre cortada se escuchaba y sus manitas apuñadas golpeaban la mesa, esa actitud enfurecían un poco a sus padres.

― ¿Amigos? mi niña tú no tienes amigos, los únicos que aún venían a jugar contigo no quieren regresar, y todo porque tú los ignoraste por irte a jugar Inuyasha –kun.―Exclamó el hombre de cabellera negra suspirando un poco.

―Padre ¡por supuesto que tengo amigos! Inu-kun, Izayoi-sama, Inu-sensei y todos los demás son mis amigos, platicamos y jugamos en cambio esos niños Tamaki son una molestia.―Musitó la niña de ojos marrones con mucha seguridad pero la decisión no sería cambiada.

―Además al irme estaré sola, y no quiero estar más sola.―Dijo en voz baja la pequeña.

―No estarás sola Kagome, tu abuela y tu prima estarán contigo además tu inscripción ya fue procesada y las clases iniciaran pronto así que mañana Izayoi-sama te ayudara a empacar.―Las palabras de su madre cayeron como agua fría para el corazón de la niña, sin preguntar o tomar en cuenta su opinión sus padres decidieron su futuro.

Kagome da una leve mirada hacia la cocina y ve como los sirvientes tenían una mirada llena de tristeza, sus allegados Izayoi-sama e Inu-sensei no se atrevían a mirarla, pero los ojos de Izayoi estaban llenos de lagrimas contenidas, y entre todas esas personas logro ver a su pequeño amigo Inuyasha quien tenía una mirada vacía y a la vez llena de enojo.

―Inuyasha –kun ¿en verdad ya no te veré más?―Se preguntaba la niña al verlo y recordar tantos buenos momentos con él, su amabilidad y la única persona sincera que había conocido.

El pequeño niño oji dorados se percata que la dulce niña lo observa y la mira, él comprendió que de ahora en adelante ya no vería a la única niña que no se burlaba de él por ser pobre, que le sonreía a pesar de su mal carácter y sobre todo quien lo acompañaba en esa enorme mansión llena de adultos.

―Kagome-chan ¿enserio te irás y me dejaras solo?―Decía el niño peli plateado en su mente, su pequeño corazón apreciaba mucho a la niña, a pesar de ello el no demostraría su tristeza para no entristecerla aún más.

Continuara………………………………………………….

Hola lectoras perdón por tardar pero tanto que hacer y tan poco tiempo bueno quería que la niñez durara solo dos cap. pero cuando empiezo a escribir me extiendo, solamente el otro cap. la niñez y bueno poco a poco todo se dará, espero les haya gustado cualquier duda, sugerencia, corrección será bienvenida cuídense bye.

 

Capitulo #4 “El adiós a la amistad”​

​

La mirada de todos los sirvientes reflejaban una terrible tristeza, lo único que provocaba brillo y felicidad a es mansión se iría muy lejos, los Taisho amaban a esa niña como si fuese otro miembro de su familia, en especial el más joven Inuyasha sentía un gran cariño a la pequeña Kagome.

―Kagome no ha sido una decisión fácil, pero es por tu bien además pasaras tiempo con tu abuela y con tu prima, nosotros rara vez estamos en casa y no queremos que pases más tiempo tu sola.―Musitó el padre de la pequeña trato de hacerla comprender con una sonrisa falsa pero no dio resultado, la pequeña lloraba con mucha tristeza en su corazón.

Los padres de la niña se vieron el uno al otro, y aunque esa desicion les dolía mucho a ellos también pero no había marcha atrás ella debía irse a Francia a estudiar.

―Nosotros te llamaremos muy a menudo y además te escribiremos, no llores Kagome si no te sientes bien te llevare a tu habitación.―Dijo Kotomi madre de la niña azabache, intento tomarle de las manos pero la pequeña la rechazo bruscamente, sus padres solamente pudieron guardar silencio y ver como la niña se fue corriendo a su habitación.

Mientras la pequeña corrió a su habitación sus padres se quedaron reflexionando lo ocurrido, sus corazones se estremecieron al ver la reacción de su pequeña, y su impotencia para cesar su llanto fue grande.

―¿Crees que hacemos lo correcto Satsuke?―Exclamó Kotomi mientras tomaba un trago de vino de su copa, lo que parecía seria una cena familiar termino en una noche amarga.

―Kotomi mi madre fue clara con nosotros, lo que hicimos mal fue darle la noticia a nuestra pequeña de un solo golpe.―Contestó el hombre azabache mientras recordaba las palabras dichas por su madre, la señora Tamao Higurashi abuela de Kagome fue quien decidió el futuro de su pequeña nieta.

―Satzuke al fin le contestas el teléfono a tu madre, llevó días llamándote a la oficina y a tu casa ¿acaso me evitas?―Habló la señora de cabellera un poco blanca y ojos chocolate.​

―Madre, tu sabes lo ocupado que estoy siempre, tanto yo como mi esposa tenemos mucho trabajo pero lamento no haberte llamado… ¿Qué deseas madre?―Preguntó con algo de apuro el hombre de ojos marrón mientras sostenía su teléfono y observaba la ciudad desde su oficina.​

―Justamente de eso quería hablarte, hijo me he dado cuenta que mi adorada nieta pasa demasiado tiempo sola en casa y al cuido de tus sirvientes, no va a la escuela y rechaza socializar con otros de su nivel; tu esposa y tú rara vez están con ella por eso pensé que sería bueno que ella viniera a mi academia y así la cuidaría mejor que ustedes, además ella debe conocer a tu sabes quién.―Propuso la educada señora muy convencida de sus palabras.​

Por unos instantes hubo un silencio entre ambos, esa idea no le pareció nada buena al señor Higurashi.​

―Madre se te agradece tu buena intención, pero eso es algo que se debe pensar a profundidad, sin embargo debo discutirlo con mi esposa y estoy seguro que no estará de acuerdo.―Replicó el hombre intentando negarse a tal idea.​

―Hijo me obligas a decirte esto pero…si mi pequeña nieta no está aquí conmigo para cuando empiezan las clases, tendré que comentarle a tu esposa nuestro pequeño secreto y estoy segura que eso no le agradara.―Amenazó la señora quien llevaba años pidiendo la custodia de su nieta, ya que no pudo tener hijas consideraba a la niña cómo suya, estando en esa situación el señor Higurashi no podía negarse.​

―Está bien madre, mi hija se irá contigo claro que sólo será unos años y por mi esposa no te preocupes yo la convenceré, pero quiero que aclaremos que debe ser la última vez que me amenazas con eso, ella también es tu nieta y debes quererla de la misma manera en que amas a Kagome.―El hombre de ojos marrones se sentía incapaz de negarse o hacer algo al respecto, su madre le cubrió las espaldas en el pasado y eso era tan grave que prefería renunciar un tiempo a su niña y no causarle daño a la familia completa.​

―Bien estaré esperando a la niña el fin de semana, le tengo ya su habitación y no te preocupes Kagome convivirá con ella esperemos que cuando ambas sepan la verdad se amen mucho, espero que así pueda ser.― Después de tales palabras la señora de cabellos un poco blancos colgó el teléfono.​

​

―Y pensar que a Kagome le dijimos que todo fue por la llamada de los Tamaki, en realidad eso fue molesto y sé que en la academia ella tendrá una vida más alegre.―Exclamó Satzuke intentando convencerse a sí mismo, su esposa le sonrió y luego miro hacia todos los rincones de la casa.

―Sí, tienes razón…aunque todo esto se verá demasiado tranquilo sin ella, supongo que con su abuela tendrá la calidez familiar que nosotros no podemos darle.―Musitó cómo argumento final Kotomi y al terminar la cena ambos señores se levantan, enseguida los sirvientes limpian la mesa.

Pero antes de reterirarse el señor Higueras llama a sus más fieles sirvientes un momento.

―Inu-san, Izayoi-sama por favor vengan al estudio necesitamos hablar con ustedes.―Ordenó el hombre mientras miraba a la pareja de sirvientes, ellos tenía un gran aprecio y a pesar de todo sabía lo que ello había hecho por su hija.

―Supongo que hoy es un día difícil para la niña, Inuyasha –kun porque no subes y te quedas a dormir con Kagome; hagan un campamento o algo por el estilo, ella esta triste y bueno se alegrara de verte.―Dijo Kotomi al ver al pequeño que se escondía tras su madre, el niño asintió con la cabeza y subió las escaleras rápidamente.

La actitud que tenia los Higurasi esa noche era muy diferente a la de siempre, tal vez se debía a que nunca había visto a su hija llorar ya que las pocas veces que la miraban ella siempre sonreía, y ya que se iría la madre de la niña pensó que estaría bien que pasara un poco de tiempo con Inuyasha, algo que sorprendió mucho a todos, incluyendo a su esposo quien sabía lo que su mujer pensaba acerca de eso.

―Señor, señora ya estamos aquí ¿de que sean hablar con nosotros?―Expresó muy educadamente Inu Taisho, Izayoi al igual que su esposo demostró su respeto haciendo una reverencia y ambos permanecía de pie aún cuando a su lado estaban pequeños asientos acolchonados de color café, cómo todo sirviente sabe debe permanecer de pie si su amo está presente.

―Les dije que vinieran porque se lo importante que es mi niña para ambos, ella debe pasado mañana así que espero la apoyen y la consuelen un poco, mi pecho duele al ver su rostro estoy seguro que por dentro ella gritaba… ¡te odio!―El hombre azabache estaba alterado, igual su esposa quien sólo permanecía ausente de charla.

―No se preocupe Higurashi-san estamos consientes de eso, y haremos lo que esté a nuestro alcance.―Musito el hombre peli plateado con firmeza.

―Sí, cómo ha dicho mi esposo la apoyaremos y también le ayudare a empacar…pero algo me inquieta ¿Por qué el viaje tan repentino? pudieron avisarnos con tiempo, ya todo estuviera preparado incluyéndola a ella.―Exclamó y cuestionó la mujer de larga cabellera negra, su pregunta y comentario causaron un silencio incomodo.

―Créanme que también es muy pronto para nosotros, pero la decisión ya está muy bien considerada y espero su colaboración, ya pueden retirarse.―Musitó Kotomi de pronto, su esposo la convenció de esa idea que impuso la señora Higurasi, Kotomi nunca se llevo bien con su suegra y le temía un poco así que decidió al igual que su esposo no llevarle la contraria.

Con una reverencia los Taisho se retiran, pensaban en lo duro que seria para su protegida ese cambio tan brusco, sólo esperaban que por la noche su inocente hijo levantara los ánimos de la pequeña.

Inuyasha al entrar a la habitación de Kagome ve aquellas paredes decoradas con papel tapiz rosa, unas muñecas perfectamente ordenadas en una repisa y un armario lleno de vestidos y zapatos que le pertenecían a la pequeña, en una esquina cerca de la cama ve a Kagome sosteniendo una foto de la familia Taisho y no de la suya, Kagome ya no lloraba estaba tranquila o más bien parecía perdida en sus pensamientos.

Inuyasha se le acerca pero ella evita el contacto visual, el muy suavemente la abraza y con unas dulces palabras logro sacarla de su abismo mental.

―Estarás bien Kagome.―Musitó el pequeño niño peli plateado.

―Te extrañare mucho amigo.―Respondió la niña de hermosos ojos color chocolate.

― ¡Tonta! hablas cómo si nunca nos volveremos a ver, sólo te irás un tiempo y cuando regreses yo estaré aquí.―Dijo el pequeño con una sonrisa sarcástica en su rostro, la niña sólo pudo sonreír a escucharlo así que limpió sus lagrimas que comenzaban a salir y se levantó del piso.

―Tienes razón… sólo promete que me escribirás Inuyasha –kun.―Musitó la pequeña con un brillo en sus orbes, él pequeño la observa y sonríe.

―¡Claro tonta! cuando aprenda a hacerlo.―Exclamó Inuyasha cruzando sus brazos, esa respuesta hiso reír mucho a la pequeña azabache.

Después de charlar un poco Inuyasha y Kagome se quedaron dormidos uno junto al otro, en su inocencia ambos refugiaron su soledad con la compañía del otro, su separación sería un golpe para ambos, pero la distancia también forjaría un lazo irrompible entre ambos.

En la mañana siguiente los pequeños despertaron y fueron a desayunar, el aire en la casa se sentía pesado por la tristeza que sentían todos por la partida de la niña, Izayoi les prepara el desayuno a ambos pero no converso con ellos esa mañana.
Izayoi cumplió con lo que se le pidió, empaco las pertenencias de la niña, sumamente triste realizó su labor y para evitar que los niños la vieran de esa manera los mando a jugar por última vez a los jardines.

―¿La extrañaras no es así?―Preguntó el hombre de larga cabellera plateada, mientras miraba a su esposa sentada en la cama de la niña azabache, la mujer lo observa con sus ojos cristalizados y asienta con la cabeza.

―Pero al fin y al cabo ella es su hija, no hay nada que pueda hacer, sólo espero que la nena crezca siendo un alma pura y que esto de la “sociedad” no corrompa su pureza.―Dijo la mujer de hermosa cabellera negra mientras continuaba guardando las pertenencias de la niña.

Ese día paso muy rápido para todos, el ultimo día de la pequeña en su casa se esfumo cómo si el tiempo corriera el doble de rápido, cómo era costumbre los señores Higurashi no llegaron esa noche a cenar así que los empleados cocinaron una gran cena para la niña, a pesar de que fue con la mejor intención todos los presentes no tenían el más mínimo deseo despedirse de su bello ángel.

Al caer la noche todos se fueron a dormir a excepción de Kagome quien había salido al jardín, miraba la luna y pensaba en todo lo que dejaría en su bella casa.

―¿Aún sigues triste Kagome?―Preguntó Inuyasha con un poco de enojo.

―Sí.―Respondió Kagome mientras sostenía su linda pelota roja, al mirar a Inuyasha sentía muchas ganas de llorar.

―¡Ya deja de llorar! eso me pone triste, además ya te dijeron que sólo es un tiempo, tus padres ya están en casa; deberías entrar a verlos.―Sugirió Inuyasha con un tono suave, la niña corre lo abraza y luego entra a la casa a buscar a sus padres.

Ya por la mañana un lindo auto de color negro estaba listo para emprender viaje al aeropuerto, Inu Taisho, Izayoi e Inuyasha acompañarían a los Higurashi hasta ese lugar, todos le desearían un buen viaje a la niña, Kagome sale de la casa de la mano de su madre y de su padre, los demás sirvientes traían las maletas de color rosa de la pequeña, la niña de ojos chocolate le dio un abrazo a cada persona que trabajaba en la casa y después de un rato subió a la limosina junto a sus padres y los Taisho.

―Debo recordarla, no la olvidare.―Pensó Inuyasha y miro a la niña azabache durante todo el camino, la niña vestía un hermoso vestido color turquesa, llevaba unos zapatos negros de charol y sobre su bella cabellera llevaba puesto un sombrero del color de su vestido.

―Debo recordarlo justamente cómo es ahora.―Susurró Kagome miró a Inuyasha de pies a cabeza, el niño peli plateado llevaba una playera negra con letras japonesas de color blanco, una pantalón de color azul, unos tenis blancos y sobre su cabeza llevaba puesta una gorra de color rojo, eso le recordó a Kagome el traje de entrenamiento de Inuyasha .

Al llegar al aeropuerto todos los adultos iban completamente callados, y los pequeños caminaba sujetando sus manos, llegaron a las puertas del avión que iba con rumbo a París, Francia y fue la triste despedida.

―Buen viaje mi pequeño saltamontes.―Se despidió el señor Higuarshi tan bromista como siempre.

―Adiós, sensei―Contestó la pequeña.

―Cuídate mucho, princesa.―Musito Izayoi con un nudo en su garganta.

―Hasta pronto, Iza-sama.―Dijo la pequeña y abrazo fuertemente a la mujer pelinegra.

―Mi niña, llámanos cuando llegues.―Expresó Satzuke y movió el cabello de su hija con ternura.

―Sí.―Afirmó la niña tratando de sonreír un poco, luego vio un brillo extraño en los ojos de su padre que parecían lágrimas.

―Cuídate y escríbenos.―Pidió Kotomi y abrazó a su hija, la señora Higurashi ya había llorado en casa así que sus palabras fueron muy frías.

La pequeña Kagome no hablo solamente asintió con la cabeza y por ultimo debía despedirse de su amigo, los adulto le dieron un poco de privacidad a los niños para su despedida.

―Adiós Inuyasha –kun.―Cuando Kagome dijo eso abrazó a su pequeño amigo peli plateado y le dio un llavero en forma de sol, eso tenía un significado que luego Inuyasha sabría.

―Hasta pronto Kagome-chan.―Al contestar el niño de ojos dorados pone en el cuello de la azabache una cadenita que tenía una figurita de luna, la niña sorprendia del obsequio no pudo decir más.

El tiempo de despedirse termino, una azafata le indico a los Higurashi que la niña debía abordar y con sonrisas falsas todos movían sus manos diciendo adiós.

La niña igual movía su mano despidiéndose pero pudo notar que Inuyasha no hacia ese gesto con su mano, él se dio la vuelta en el momento que ella subió al avión.

―Algún día amigo mío, regresaré y volveremos a estar juntos.―Prometió la niña azabache ya abordo en el avión mientras por la ventana veía las hermosas nubes y esperaba que el viaje fuese más largo de lo que seria.

―Amiga te estaré esperando.―Prometió de igual manera el peli plateado mientras miraba al cielo desde el auto, el camino a casa fue silencioso e incomodo pero para Inuyasha ese fue el recorrido más corto de su vida.

Ya que una casa sin luz aguardaría al llegar, los Higurashi estaban seguros que su pequeño ángel regresaría muy pronto o eso ellos esperarían de corazón.

Continuara………………………………………………………………………………………………….



Hola lectoras espero les haya gustado, este cap. fue inexplicablemente importante para la historia, luego sabrán el porqué, bueno no quiero que juzguen mal a los papas de Kagome y su actitud cambio por los sentimientos que les dio ver a su hija triste eso o quiere decir que no dejen de ser elitistas y todo eso, aquí termino la infancia esperan mucho más de esta historia, CUIDENSE MUCHO BYE.