One-shot de Pokémon - Siniestra Ternura

Hola chicos, acá les traigo este One-shot que escribí para el concurso: "El Lado Oscuro de la Pokédex", espero que sea de su agrado :3
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"TERNURA SINIESTRA"​

La encantadora sonrisa se asomaba entre el delicado color pastel de su rostro…Sus pequeños y cautivantes ojos comenzaban a abrirse lentamente y por primera vez, observando a quién lo cargaba con una mezcla de ternura y temor…

¿Qué persona o ser viviente en este planeta, podría resistirse a esas pequeñas manitas agitándose, en busca de un cálido abrazo? ¿Qué criatura de hasta el más duro corazón, no caería rendido ante aquél rostro, rebosante de puro cariño y ternura…?

El cascarón que acogió al pequeño por tantos días, ahora estaba reducido a cubrir sólo su torso, dejando al descubierto un bello y adorable rostro…

– Chuki, chuki… ¡Prrrui! –Expresó el pequeño, con una radiante sonrisa.-

– Muy buenos días, preciosura… No sabes cuánto te esperé…–Le susurró su nueva entrenadora, mirándolo con todo el amor que sólo las madres sabrían comprender.-

El recién nacido se desperezó, impaciente. Observaba con gran asombro y curiosidad, todo aquello que lo rodeaba, y sonriendo cálidamente cada vez que su mirada se cruzaba con la que ahora sería su compañera por siempre.

– Debes de tener hambre ¿Cierto? –Le preguntó ella gentilmente, mientras comenzaba a sacar varias cosas de su bolsa.-

Por toda respuesta, el pequeño emitió un leve sonido, y saltó a los brazos de la joven, dándole pequeños besitos en su mejilla derecha. Ella se sentía totalmente gobernada por ese adorable pokémon, era impensable no ceder ante esa extrema alegría y bondad de la criatura.

Luego de un rato, la joven de nombre Sasha, se encontraba alimentando a su pequeño con un biberón. Se sentía toda una mujer madura haciendo tal cosa, pero no le importaba, él acababa de nacer y ya le había robado el corazón… Cuando hubo terminado, se durmió inmediatamente en su regazo, y ella aprovechó la oportunidad para colocarlo en un lugar seguro, y sacar a sus demás pokémon, para poder comenzar con las actividades normales del día.

– Muy bien, ¡salgan todos, chicos! ¡Es hora de trabajar!

Sasha lanzó tres pokébolas al aire. Las auras de color blanco poco a poco fueron tomando la forma de Elekid, Floatzel y Quilava. Ella miró con orgullo a sus amigos, quienes la habían acompañado por casi cinco meses, desde su partida de casa. Quilava era el primero de ellos, y por consiguiente, el más poderoso, hasta ahora.

– Acérquense con cuidado, muchachos. Vengan a ver a su nuevo amigo… –Les dijo ella, casi en un susurro.-

Los pokémon obedecieron, y un poco vacilantes se acercaron hasta el provisorio refugio que Sasha le había creado, con sus ropas. El pequeño Togepi dormía plácidamente, sin hacer el más mínimo sonido. Los demás trataron de acercarse lo más cuidadosamente posible, con tal de no molestar al bebé. Quilava lo olfateó delicadamente, y lo acarició con su hocico. Sasha se alegró muchísimo de que el pequeño les agrade a todos, y entonces los llamó para comenzar el entrenamiento.

– El día de hoy, necesito evaluar su capacidad de evasión, para ver si necesitan más entrenamiento, o si podemos continuar el viaje…

Las horas pasaron rápidamente, con los pokémon que no paraban de trabajar duramente, para complacer a su apasionada entrenadora, que les dedicaba todo su tiempo con admirable paciencia.

Un estruendoso ataque de impac-trueno, proveniente de Elekid, terminó por quitar al recién nacido de los brazos de Morfeo; abrió los ojos lentamente, y pudo presenciar una escena que despertó en él un nuevo y desconocido sentimiento… ¿Acaso Sasha estaba… Abrazando a otros pokémon…? ¿Qué significa esto? Involuntariamente frunció el ceño… Aquello le desagradaba bastante… A pesar de haber nacido hace tan poco tiempo, se sintió desplazado por esas criaturas tan salvajes y violentas…

Togepi se incorporó de un salto, y lo primero que se le vino a la mente, fue llorar desconsoladamente, con el fin de captar la atención de su dueña. Obvio, ella no tardó ni un instante en estar a su lado, y cogerlo en brazos, acunándolo, tratando de complacer a su pequeño. Pero detrás de ella aparecieron esos pokémon otra vez… El llanto de su compañerito bebé los distrajo de igual manera, y sus amistosos espíritus deseaban también calmarlo.

Togepi se percató de su presencia, y con ayuda de poderosos berrinches, le dio a entender a Sasha de que la causa de su llanto eran los demás pokémon… Ella trató -en vano- de explicarle que no le harían daño, que eran sus amigos… Pero no. No había manera de que el nuevo comprendiera. A pesar de las tristes miradas, ella no tuvo más remedio que devolver a sus otros pokémon a donde correspondían… Se sintió un poco mal por hacer esto, pero al mismo tiempo, confundida por no entender cuál era el problema de Togepi.

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Acaecía la noche en las afueras de Ciudad Carmín… Las estrellas se asomaban, como fieles compañeras de la luna, refulgiendo intensamente, trayendo indicios de que el clima sería estupendo y propicio para su nuevo viaje.

Sasha ya había terminado de alimentar a su nuevo pokémon, quién satisfecho comenzaba a cerrar sus hermosos ojitos, provocando la gran ternura de la chica. Susurrando una canción de cuna, ella colocó al pequeño entre el nido hecho con sus ropas, al pie de un árbol. Aprovechando que ya estaba dormido, decidió soltar a los demás, para que pudieran comer, y además quería que disfrutaran una noche en ese apacible panorama, alejados de cualquier peligro humano existente.

Pasada una media hora, y comprobando que todos se hayan alimentado correctamente, Sasha se acomodó en su saco de dormir, echando una última y amorosa mirada al pequeño Togepi.

…

Unos leves sollozos rompieron la quietud y tranquilidad de la noche… Las orejas de Floatzel se levantaron, en señal de que no todo estaba en orden… La nutria pokémon se levantó lentamente de donde dormía, olfateando el ambiente, y buscando con la vista el sitio del cual provenían esos lamentos… No tardó mucho en comprobar que aquellos venían del lecho en el cual descansaba el recién nacido… Floatzel no dudó ni un instante en acercarse al lugar, a pesar de saber que Togepi no se sentía a gusto con ellos.

Lentamente se escurrió hasta el lecho, provocando que Togepi cesara de llorar y lo mirara con los ojos vidriosos… Floatzel le sonrió cariñosamente, y le secó las lágrimas con su pata. Contrario a lo que él esperaba, Togepi le devolvió la sonrisa, y se colocó al frente de él...

– “¿Quieres jugar conmigo?” –Le preguntó el bebé, con dulce inocencia.-

– “¿A éstas horas? ¿No crees que sea un poquito tarde?” –Respondió la nutria, mirándolo con confusión.-

– “¡Anda, vamos a jugar! ¡Sígueme! –Exclamó Togepi, corriendo hacia dentro del bosque.-

Floatzel sabía que eso era muy… No muy, ¡Demasiado malo! Togepi acababa de entrar totalmente solo a las profundidades del bosque… ¿Tenía acaso él, alguna idea de los innumerables peligros a los que se estaba sometiendo entrando allí sólo? Claro que no… Es sólo un bebé… Floatzel se asustó demasiado… Debía traer a ese enano de regreso inmediatamente… Apenas dudándolo, siguió el rastro del pequeño… No debía de estar muy lejos, siendo tan inexperto no podía correr tan rápido.

No tardó mucho en encontrarlo… Estaba a sólo escasos metros del campamento, apoyando la cara contra un tronco y contando…

– Uno…dos… tres…cuatro…

Floatzel lo miraba con una mezcla de miedo y confusión… ¿De veras ese pequeño quería jugar al escondite en medio del bosque y a la medianoche?

–…cinco…seis…siete…ocho…nueve… El que no se escondió… Se murió…

Floatzel no estaba mentalmente preparado para lo que estaba a punto de suceder… Togepi, volteándose lentamente clavó sus lindos ojos en los de Floatzel… Pero no era su típica mirada dulce… Sino otra muy diferente… Una que jamás nadie pensaría ver en un Togepi… Era una mezcla de maldad con burla…

– “¿Togepi…?” –Preguntó Floatzel, temeroso.-

– “Dije que… El que no se escondió… Murió…” –Repitió, sin dejar de sonreír macabramente, provocando que Floatzel retrocediera con lentitud.-

– “Oye… ¿Qué te sucede…? Estás actuando muy raro… Mejor volvamos al campamento ¿Quieres?”

Los ojos de Togepi se encendieron con un brillante color azul, y sin cambiar la expresión de su rostro, comenzó a mover sus manitas de un lado a otro, mientras Floatzel se elevaba del suelo, rodeado por un aura azul, y sin siquiera poder reaccionar o defenderse.

– “To… Togepi ¿Qué estás haciendo? ¡Bájame ya!”

Pero lo único que el pequeño hizo, fue continuar con su ataque, ejerciendo cada vez más presión en el cuerpo de su compañero. La mirada de Floatzel reflejaba desesperación, duda y decepción a la vez… No había nada que hacer frente a un ataque psíquico como ese…

Segundos pasaron, hasta que un crujido seco acabó con aquél cruel acto que Togepi llevaba a cabo sin piedad…

Tranquilamente, depositó a la nutria sobre la rama del árbol más alto… Sin siquiera un atisbo de remordimiento, lo miró desde abajo… Floatzel estaba muerto… Togepi sonrió maliciosamente, y satisfecho, volvió a su lugar de origen, preparándose para deshacerse de su próximo compañero: Elekid.

Repitió la misma operación para captar su atención: el suave y lastimoso llanto. Tal y como había planeado, Elekid abrió los ojos lentamente, desorientado y sin saber de dónde provenían aquellos gemidos. Al descubrirlo, se acercó cuidadosamente hasta donde descansaba el bebé… Pero al hacerlo, una punzante melodía asaltó sus oídos… Era ese infalible y molesto canto que usan algunos pokémon para dormir al enemigo… Y claro, sumado a que aún tenía esa molesta sensación de recién levantado, el pokémon eléctrico no tardó en rendirse ante aquel maligno cántico, y cuyo ejecutor realizaba con ferviente satisfacción.

Al descubrir que su compañero ya dormía, Togepi se valió de una gran fuerza para arrastrarlo hasta las profundidades del bosque… Lo hizo durante al menos una hora, hasta que llegó al borde de un altísimo acantilado. Sin vacilar, y utilizando sus últimos alientos de fuerza, el pequeño macabro empujó a Elekid por los riscos… Su cuerpo amarillo caía sin piedad, golpeándose con las rocas…

Otra hora se sucedió, hasta que el hermoso Togepi logró regresar al campamento, por su última víctima: nada menos que Quilava. Sabía que iba a ser un poco más difícil deshacerse de él, pero suspiró profundamente, y decidió proceder con su maquiavélico plan: ser el único para Sasha, costase lo que costase.

– “Analicemos la situación… –Pensó el pequeño.- Quilava es rápido, y fuerte… Notará la ausencia de los otros dos y se preocupará… Eso me traerá problemas… O, un momento… ¡Claro! ¡Esa es la clave!”

Y sin borrar esa peculiar sonrisa, Togepi comenzó a ensayar los gestos que tendría que hacer para convencer a ese Quilava. Luego de un instante, se acercó silenciosamente hasta donde el mencionado descansaba, profano a todo lo que fuera malo o aborrecible… Pero unos leves jalones en su piel lo quitaron de aquél paraíso; abrió los ojos y halló a un afligido Togepi, que lo llamaba impaciente y desesperado, con lágrimas que resbalaban por su carita.

– “¿Qué te ha sucedido? ¿Estás bien, pequeño?” –Interrogó el cuadrúpedo, muy preocupado.-

– “Son Elekid y Floatzel…” –Balbuceó con quebradiza voz.- “Un pokémon muy tenebroso los atacó y los llevó al bosque… Tienes que hacer algo…”–Suplicó Togepi, con marcado temor.-

Quilava miró con pena a su entrenadora… Ella no merecía pasar por una situación tan abrumadora, por lo que enseguida decidió que él sólo se encargaría de tal cosa.

Con prisa, él se adentró al verde laberinto, seguido por su compañero, cuya mente ya saboreaba el perverso mecanismo que había elegido esta vez, para deshacerse de él.

Un gruñido de terror, rompió del hocico de Quilava… Togepi desde atrás presenció cómo su cuerpo caía en la profunda fosa que había cavado, obviamente, con su poderoso ataque Psíquico, y que por la oscuridad y el apuro, el pobre no pudo divisar.

– “¡Togepi! ¡Ayúdame, me caí en la fosa!” –Gritó Quilava, desesperado.-

Togepi rió satisfactoriamente, y se dirigió al borde de la mencionada, observando con malicia a su desdichado compañero, a lo que al pedido de ayuda, le respondió:

– “Lo siento, amigo. Pero no soporto que Sasha esté al pendiente de ustedes todo el tiempo. Perdóname, pero ya es hora de despedirnos… Adiós” –Finalizó, preparando su ataque de psíquico, y arrastrando con él, la tierra que se había amontonado a un lado del agujero.-

Quilava gritaba, desesperado, y de la misma manera intentando escapar, pero era imposible… Lanzaba ataques de fuego a todos lados, con el fin de que la tierra no llegara hasta él… Pero fue todo en vano.

Sus ojos se llenaron de lágrimas, y por última vez… Suspiró…

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La mañana acaecía con fulgor en las afueras del frondoso bosque. Los rayos de sol golpearon la cara de cierta muchacha que descansaba en su saco, luego de una apacible noche de sueño.

El bosque que la rodeaba tomaba un aspecto realmente encantador por la mañana, cuando las copas de los árboles eran bañadas por dorados rayos… Quién pensaría que en aquél místico paisaje, la noche anterior hubieran ocurrido macabros y deplorables hechos…

Sasha se desperezó con alegría, y lo primero que hizo fue buscar con la mirada a sus amigos… La tranquilidad la abandonó en cuanto descubrió que tres de ellos ya no estaban allí. Su corazón comenzó a palpitar fuertemente, en señal de que no todo estaba bien.

Con precaución se acercó al lugar dónde Togepi dormía… Al menos él estaba allí, y en su rostro se reflejaba una sonrisa de felicidad y satisfacción. Al inclinarse la joven hacia él, despertó sin previo aviso, y agrandando aún más ese gesto de alegría.

– ¡Chuki! –Exclamó el pequeño.-

Su rostro estaba manchado con tierra y sangre.

FIN