¡Todo puede cambiar! [Naruhina]

Bno prometiido aquie ta la contii, se que me trado mcuho, pero talvez en estas vacaciones le avanzare, por fin la escuela me dejaa :D

Capitulo 7: ¡¡Un nuevo compañero y una nueva oportunidad!!

El chico de ojos azules quedo en absoluto silencio ante tal pregunta, el sabia que si talvez le contaba a Sakura lo que sucedía con la ojiplata, ésta lo ayudaría pero resulta que nuestro imperactivo amigo tenia un defecto mas en su lista, ser orgulloso lo que impedía decirle a la pelirosa.

La ojiverde sabia que el sueño que su amigo tuvo estaba relacionado con una chica, pues aparte de su cara de estoy preocupado por una chica era mas que obvio con la actitud que tomaba cuando veía a la ojiplata con el perron, pero la ojiverde quería saber mas afondo pues a pesar de ser agresiva con el portador Kyubi era sensible en estos casos y lo único que querías hacer era ayudar a su pobre pero orgulloso amigo.

La chica de cabellos rosados ya se había determinado a preguntar ¿tuvo que ver Hin... cuando su pregunta fue inconclusa ante las palabras que el rubio pronuncio.

— Sakura, necesito tu ayu… — Dijo el ojiazul pausando su discurso para así proseguir con discurso — Necesito tu ayuda con Hi…—

Todo iba bien hasta que unos misteriosos ninjas aparecieron por detrás para atacar a solo dos chicos en medio del oscuro bosque, pues sus otros integrantes habían ido a buscar un poco de comida, pero sorpresa se llevo uno de los ninjas cuando vio que solo era…

— ¡Cambiazo! — Grito uno de los ninjas, éste tenia una pinta de maniático, con una peculiar risilla maligna dibujada en sus labios los cuales permitían ve unos afilados dientes, con escamas en los costados de su rostro, robusto y alto el chico. Llevaba consigo como una lija demasiado grande tras su lomo y una capa de pies a cabeza, negra completamente pero con unas nubecillas rojas adornando dicha capa, los dos llevaban la misma capa.

Lanzando un kunai hacia los arbustos, el segundo ninja hizo salir a el peliblanco el cual llevaba una pequeña sonrisa en sus labios demostrando lo contrario que sentía, pues él temía que fuera a suceder esto y no podía demostrar su miedo. —Muy inteligente ¡Itachi! Lo que se espera de un Uchiha — Con risa burlona decía el peliblanco saliendo tras dichos arbustos.

— ¡Eh ¿Itachi?! — Se preguntaba el rubio mientras rápidamente salía entre los arbustos con la sorpresa de tener enfrente al chico que hizo que su mejor amigo tuviera su corazón de piedra y solo buscara venganza.

— ¡Idiota! Te dije que no salieras— Grito el peliblanco haciendo que la pelirosa y el pálido chico salieran de donde el rubio.

La pelirosa quedo impactada al visualizar a una replica de su amado y querido amigo, eran idénticos, cabello negro, su rostro era igual, lo único que los diferenciaba eran esa ojeras que se notaban en él, pero su labios, unos labios que nunca mostraban ni siquiera una leve sonrisa y esa mirada fría, que quitaba el aliento cuando la veías, una mirada llena de odio, de rencor. Con deseos de venganza y tan, tan…

— Sakura, no lo veas a los ojos— El peliblanco se interpuso entre la ojiverde y el hermano pero fue demasiado tarde, la chica yacía en un sueño que la transportaba al día en que su amado se iba, solo que esta vez era diferente, cuando ella despertaba del golpe, que le había dado el ojinegro, veía a un Sasuke tirado y heredo gravemente ante sus ojos, y sin darse cuenta de la situación la villa era destruida, la gente corría en multitud huyendo del fuego y de los terribles ninjas, todos pasaban sobre una pequeña niña que lloraba en medio de la nada, rechazada y ofendida por los demás ¿Qué te ocu… pero si era ¡Sakura! Todavía no terminaba de la sorpresa que se dio, cuando de la nada pasaba a un momento muy triste para todo EL FUNERAL DEL 3º HOKAGE, la ojiverde ya no podía mas, tanto recuerdos malos, todos sufrimiento, ella solo pudo correr y correr a donde esos momentos desaparecieran pero entre mas corría los ojos malignos de un ser repulsivo y llenos de odio iban creciendo mas y mas… eran lo que hicieron que su Sasuke se fueran, eran los de Orochimaru.

Mientras la pobre ojiverde revivía los momentos mas desesperantes de su triste pasado, un peliblanco, un rubio, y un palidezco amigo luchaban contra aquellos contrincantes venidos del bosque. El miedo de Hatake había llegado y lo único que podía hacer era luchar y proteger a sus alumnos, sobre todo al pequeño portador del Kyubi.

En solo segundos el pelinegro se le puso frente a frente a el ojiazul provocando que este solo cerrara los ojos, sabiendo lo que estos podían hacer, y sus piernas temblaran como un crío asustado, y antes de que el portador de tan macabra mirada hiciera algo malo con el rubio, el peliblanco ataco por atrás para que éste se alejara de su compañero pero sorpresa fue cuando el Uchiha lo tomo por atrás con un kunai que amenazaba su cuello — Esto no es tu asunto — le susurro al oído haciendo que el peliblanco quedara paralizado a tan impresionante rapidez que éste poseía. El pelinegro con una risilla burlona se marchó acompañado de su compañero con aspecto tiburonsesco y en cuanto dieron lugar a dicha acción la ojiverde pudo salir de esos pensamientos cayendo al suelo y el peliblanco cabreado por no haber podio hacer algo para detenerlos, por otro lado el ojiazul compartía el mismo coraje que su sensei.

— Solo soy un idiota, se escapo mi enemigo y yo sin poder haber dado una lucha digna— se reprochaba el ojiazul y por detrás el palidezco amigo asentía con la cabeza.

Todo el camino hacia la villa de la arena, el ojiazul venia discutiendo con si mismo por haber sido tan débil y que aparte tuvo que se protegido por un compañero, mientras que la ojiverde aun todavía inconsciente pronuncia Sasuke con una voz apenas perceptible. Mientras que aun chico de cabello blanco le entraba el miedo, pues de solo saber que no pudieron hacer nada contra eso Akatsuki se preocupaba en volvérselos a encontrar.

Sin darse cuenta la noche volvió a caer, esta vez no era perceptible aquella luna tan peculiar en el cielo, y las estrellas se escondían tras las nubes grises que se agrupaban poco a poco de las cuales poco rato después empezaron a producir pequeñas gotas de agua, que pasaron de chicas a enormes lo que causo que el grupo de ninjas se refugiaran en una muy oscura pero calida cueva que se escondía entre los árboles de aquel bosque lluvioso.

La ojiverde tenia poco rato de haber despertado y ésta se quedo observando al misterioso chico de cabello oscuro y en solo unos minutos varias preguntas invadieron la mente de la rosada ¿Quién será en realidad, de donde viene, tendrá novia, que esconden sus ojos? Pero la chica quedo neutralizada cuando el chico que observaba pronuncio unas palabras que decían — La vida suele ser un conjunto de misterios y preguntas que talvez nunca tengan la respuesta exacta — éste parecía que se lo decía a si mismo con un tono de voz muy bajo y en cuanto termino de decirlas nuevas preguntas llovían sobre la pelirosa. El pelinegro ocultaba misteriosos y su mira reflejaba tristeza pero a la vez no tenían ningún tipo de sentimiento, la ojiverde quería saber lo que él pensaba pero solo había un problema, no se hablaban muy bien y nunca había oportunidad de que estos hablaran.

La noche trascurría lenta, era larga y oscura, pareciese que el viento hablaba y las singulares orquestas que formaban los pequeños insectos no resonaban aquella noche.

Solo fue un suspiro el que dio el ojiazul y un par de parpadeos para que éste quedara profundamente dormido y así olvidándose de aquel momento frustrante que había tenido con el Akatsuki pudo entrar en un sueño que seguro haría olvidar todo lo malo, solo basto con una dulce sonrisa de aquella chica de ojos color de luna, brillantes y llenos de vida pero lo único que pudo recordar de aquel dulce y estremecedor sueño fue su rostro angelical.

El día llego y dieron marcha hacia su destino, cada uno iba altivo por cualquier cosa y que no los agarraran desprevenidos. Solo fueron unas cuantas horas mas del viaje para que llegaran a aquella villa arenosa, Uzumaki solo ansiaba con ganas poder ver a el pelirrojo, tenia tantas preguntas en su mente y pareciese que aquel sueño que tuvo hace unas horas lo devolvió al chico imperactivo, optimista, con la sonrisa que siempre cargaba y tan odioso como siempre, pero aun así a los chicos les agradaba que actuara de esa manera.

Un chico con marcas rojas en la cara y cargando una momia tras de él fue a buscarlos para llevarles con la persona ansiada por el rubio.

— ¿Y cómo te ha ido? — preguntó la ojiverde tratando de romper el ambiente pesado que se hospedaba en el viaje hacia el kazekage.

— Bien — contestó con una actitud muy fría haciendo que la ojiverde decidiera guardar silencio y de nuevo regresara aquel incomodo silencio que insistía penetrar aquel momento.

Parecía que hubieran viajado mas de lo que viajaron de Konoha a la villa arenosa, se les hizo eterno y como no iba a hacerlo si un incomodo momento viajo con ellos gracias a chico Kankuro.

— Han llegado Lord kazekage —

— Gracias Kankuro, hazlos pasar —decía el pelirrojo a dicho muchacho cuando el ojiazul no espero mas y entro como un remolino hacia el ojiverde haciendo que éste se levantara de su asiento y se fuera hacia atrás, contra la pared.

— ¡Gaara! ¿Cuánto tiempo? — decía el ojiazul, conmocionado con aquel momento. Solo de recordar que ya había pasado casi 3 años y que el pelirrojo se haya convertido en Kazekage a temprana edad.

— ¡Naruto! — Gritó la ojiverde dándole tremendo coscorrón en la cabeza del chico que hizo que el ojiverde saltara del susto, pues no era norma que alguien tuviera tremenda fuerza y mucho menos una chica.

— ¡Chicos! No olviden la misión—decía el peliblanco con una actitud maleada por la actitud repetitiva del equipo sobre todo del ojos celestes y la pelirosa, y así dejando unos pergaminos sobre la mesa donde se recargaba el pelirrojo, por detrás agarraba al imperactivo rubio para que se calmara.

Como saben cuando los pergaminos o documentos son encomendados a ciertos equipos, éstos no lo deben abrir ya que es información confidencial y por lo mismo nadie sabia lo que estos pergaminos contenían, aunque dicha curiosidad fue en vano ya que solo invitaban a la villa a participar en los exámenes shunnin.

— Tu vas a participar ¿verdad? — dirigiéndose a un chico de su equipo pregunto la ojiverde con acento burlón.

— Si— contesto algo molesto el rubio que se encontraba a un lado de la rosada, sabia que era vergonzoso que sus compañeros ya fueran shunnins y el apenas era un gennin pero pronto recuperaría su optimismo y sonrisa ya que tenia confianza en el entrenamiento que tuvo con Ero-sennin aunque esa sonrisa no duraría mucho al recordar que Sarutobi-sama no estaría ahí para verlo.

— Bueno eso era todo Lord-kazekage— dijo de cabellos blanqueados haciendo una pequeña reverencia y así pronto los € chicos salieran de la sala, antes de retirarse, el pelirrojo les cedió una habitación a cada uno, como cortesía de la villa, aun así no se quedarían mucho, solo lo que restaba de la noche y solo unas horas mas del siguiente día.

Cada uno tomó su camino, el peliblanco, como típico de él, leyendo sus novelas románticas, a pesar de ser un chico fuerte en combate era un chilletas cuando se trataba de leer sus dramáticas novelas; la ojiverde decidió ir de compras para hacer una cena a sus amigos, seria la segunda vez que cocinara, la primera fue cuando Sasuke seguía en la villa y ella decidió hacerle una comida y para que no se viera tan obvio de que era para él también hizo un poco para el rubio, y esta vez la haría para su equipo actual.

El ojiazul sabia que estaba perdiendo mucho tiempo y que debería entrenar mas de lo que hacia, pues a pesar de que haya avanzado mucho con Jiraya-sama seguía siendo un debilucho comparado don Itachi y aunque le pesara pensarlo también era un débil a lado de su mejor amigo, Sasuke. El chico se esforzaba en lo que hacia y así paso toda la noche hasta que cayó exhausto bajo la luz de una noche de luna menguante, y talvez a unos kilómetros de ahí una chica de cabellos azulados observaba la misma belleza, el rubio decidió quedarse en aquel lugar tan hermoso, a pesar de ser una villa arenosa, tenia una vista encantadora, una luna intensamente brillante y en medio de un desierto baldío agitado por las leves brisas que pasaban constantemente formando así, pequeñas olas de granos pequeños de arena fría.

Mientras que el misterioso Sai desapareció entre las sombras sin dejar rastro alguno, nadie sabia qué planeaba, ni de donde venia, simplemente sabían que no era normal y que deberían tener precaución con éste.

Sakura terminó de hacer su exquisito banquete pero ninguno pudo disfrutar de esa deliciosa cena pues cuando la pelirosa les llamo nadie asistió ya que uno desaparecido leyendo su novela, otro dormido bajo esa hermosa luna y otro nisiquiera sabia donde estaba. La ojiverde enojada por tanta comida desperdiciada decidió comérsela ella y en cuento lo hizo agradeció de que nadie estuviera pues la comida no le había quedado del todo bien. Decido irse a dormir después de una indigestión que le dio y tanto fue su agonía que en toda la noche no pudo dormir bien.

La hora de partir llego y Uzumaki como siempre haciendo de las suyas, el peliblanco, la ojiverde y el pelinegro se despidieron educadamente pero el rubio solo dijo Espero ver lo fuerte que te haz vuelto y te prometo que en cuanto termine mis exámenes vendré a dar una lucha digna contigo y veras que yo también me he vuelto fuerte ¡DE VERAS! En cuanto termino de dar su predecible discurso dieron marcha hacia tan querida villa. Esta vez en el transcurso del camino todo fue mas tranquilo e incluso fue mas rápido.

Al poner un pie en Konoha cada uno se fue a donde Dios quisiera, excepto el peliblanco que pronunciando unas palabras como Estos chicos, no tienen uso de razón, de veras que irse sin avisarle a Tsunade-sama se marcho hacia la Hokage para entregar el informe de la misión.
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— Esta es la información que he podido recolectar— decía un chico en medio de una tremenda oscuridad dándole unos pergaminos a un señor con pinta de pocos amigos; en cuanto el hombre de aura maligna para de reír de una forma diabólica, el chico que dio la información salio.
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Un distraído chico de cabellos amarillos era observado, por una chica de aproximadamente 1.67 cm. de estatura, ojos plateados domo la luna y cabellos azulados, mientras él entrenaba duro hasta que la peliazul fue descubierta cuando una voz resonaba a lo lejos gritando Por fin te encuentro Hinata en cuanto el ojiazul escucho ese nombre volteo a ver hacia atrás de el, observando una sonrojada, tierna y angelical chica de cabellos azules, alejándose rápido de ese lugar y el chico rubio sin pensarlo salio tras ella, dejando a un lado su duro entrenamiento

—Hinata, espera— gritaba el portador del Kyubi, agitado por correr un buen rato, hasta que éste pudo alcanzarla. Sin saber que hacer el chico solo de dio un saludo y ésta correspondió dándole la bienvenida, pronto el color carmesí invadió a los dos haciendo que estos apartaran la mirada uno del otro, Recuerdos vergonzosos pero encantadores inundaron la cabeza del rubio, éste había decidió decir lo que sentía por ella pero ese momento tan importante se rompió cuando el dueño de aquellas palabras anteriores apareció llevándose a la peliazul y el chico de vestimenta anaranjada al ver el fracaso del intento amoroso volvió a su difícil entrenamiento de al menos 1200 lagartijas 3000 abdominales y unos 500 saltos, mas aparte reforzar las técnicas ya aprendidas, tras haber terminado tales ejercicios se fue por unos calientes y exquisitos fideos hechos por Ichikaru, tras haber comido tan rico, decido irse a su casa donde pudo analizar bien las cosas y llego a la conclusión de que pronto le diría a la ojiplata lo que sentía, lo cual eran unas cosquillas en la barriga y un sentir bien cuando pensaba en ella, toda esa noche no puedo sacársela de la cabeza, cada vez que cerraba los ojos aunque fuera para parpadear tenia su rostro de la chica y cada vez que lo hacia un latir mas fuerte se podía sentir en su pecho.

Mientras que a unos 3 o 4 Km. de el rubio, una chica de cabellos azulados, ojos plateados y llenos de ilusiones pensaba en el chico que talvez cambiaria su vida, talvez 200 latidos por minuto y un color rojizo adornaban sus mejillas


— ¡Hinata!¿Me estas escuchando? — todo pensamiento lindo desapareció cuando una voz grave resonó a su lado haciendo recordar a la ojiplata que no iba sola.


— A… pe..perdón Kiba — dijo avergonzada la ojiplata, bajando la cabeza y dando una disculpa por ser tan mal educada y no poner atención cuando le hablan.


— Ya no te preocupes, lo mejor será que te lleve a tu casa y nos veamos otro día— un resignado perron dijo a la ojiplata mientras la llevaba hacia la casa de la Hyuga.




Cuando llevaron a dicha casa la Hyuga agradeció y el perron correspondió a tal acción, en cuanto Inuzuka partió la ojiplata se metió rápidamente a su habitación siguiendo los mismos pasos que un rubio a kilómetros hacia, pensar en su amado.