Título: ¿El destino sobre el amor o el amor sobre el destino?. Resumen: Vampiros… un término tan fantasioso para la mente de Jan Moldoveanu, un adolescente con una vida tan monótona como ninguna otra para sus diecisiete años de edad. Una noche, como otras, salió a la cuidad para llenar su mente de cosas culturales, tal como el museo de exposición de viejas civilizaciones pero lo que no se esperaba de esa común visita era que se encontraría con la maldad pura. —Mi nombre es Erika Ionescu, pertenezco a un gran linaje de… mmm… ¿Cómo le dicen ustedes?… vampiros. — ¿Va-vampiros? —sus ojos parecían querer salirse de lugar ante tal respuesta. —Si, pero no somos como los demás, somos una clase superior a ellos en todos los sentidos… Erika Ionescu no es como los demás vampiros, es de lo peor. Las historias cuentan que esa raza absorbe sangre de los demás por necesidad pero la familia de esa vampiresa es todo lo contrario, en sus cuerpos tienen grandes cantidades de ese líquido y poseen el poder de utilizarla a su antojo según las situaciones o emociones por la que estén pasando. Desde ahora Jan tendrá que soportarla hasta su muerte… la cual será muy pronto según ella pero… ¿Habrá algo o alguien que hará cambiar a esta vampiresa llena de rencor y odio por los humanos?, ¿Se llenará ese vacío que ha tenido por dos muertes importantes en su vida?. Aunque la pregunta mas importarte sería… ¿El destino de Jan y Erika se entrelazarán?. Clasificación: T (13+). Género: Drama, Romance. Advertencias: Lenguaje Obsceno, Muerte de un personaje. No. de palabras: 1785. *** Capítulo 1 Primer encuentro... ¿Quién eres tu?... –Bien, esta es la sala en donde los más renombrados arqueólogos han dejado sus grandes descubrimientos, pasen –indicó el guía que mostraba al grupo la habitación llena de objetos antiguos. Todos los presentes observaron a su alrededor, ese lugar era realmente asombroso, la mayoría de ellos eran adultos ya que esa excursión no causaba gran curiosidad en los adolescentes, aunque no por ello quería decir que chicos jóvenes estuvieran ausentes–. Todo lo que ven es de una civilización antigua que estuvo en estas tierras hace miles de años… –el mentor continuó con su relato hasta llego a la mitad de este para acercarse a una de las mesas y mostrar una serie de armas–. Estas de aquí, han sido utilizadas por la población que les mencione anteriormente, ellos realizaban ritos de sacrificio e innumerables cultos a sus dioses con todas estas. Si me siguen a la siguiente zona… –comenzó a caminar haciendo señas para que los demás lo sigan, con lo que tuvo éxito– esto de aquí es… “Esto es realmente asombroso, que suerte que decidí venir a ver la exposición” pensó un chico mirando aún la colección de armas. Su nombre era Jan Moldoveanu, tenía diecisiete años, cabellos castaños al igual que sus ojos, lo cual hacían resaltar su tez blanca. Siguió observando los objetos hasta que se topó con algo que lo dejo impactado, a sólo unos metros de él se encontraba una chica que destacaba de toda la habitación, sus cabellos eran dorados, sus ojos de un color azul brillante, aunque lo que más lo dejó sin habla era su piel, tan blanca como la nieve misma. Sus delicadas manos tocaban uno de los cuchillos, Jan seguía con su mirada cada acción que ella realizaba, era tanta belleza que no podía dejar de ver hasta que de repente se quedó estupefacto, la joven delineaba su dedo índice en el filo del instrumento provocando que este hiciera una herida a su paso. –¿Q-qué es lo que haces? –tartamudeó captando la atención de la joven, ésta lo miró con una sonrisa ladina y siguió con lo que comenzó, el cuchillo continuaba su camino por el delicado dedo hasta que llego a la mitad de este. La sangre brotaba de poco a poco cayendo sobre el piso y formando de esta manera un diminuto charco rojo– ¿Necesitas que te ayude? Estas sangrando. El rostro de la muchacha no mostraba dolor absoluto y mucho menos una iniciativa a responder. Levantó su índice al aire haciendo que él lo observara y acto seguido la sangre cambio paulatinamente de color rojo a uno ¿Celeste?, si, ese era la tonalidad exacta para lo que estaba viendo. Jan intentó articular alguna palabra pero se encontraba en un estado de shock, ¿A qué persona le brotaba sangre de ese color?. –Solo sígueme –habló por primera vez la rubia, su voz parecía la de un ángel por lo que hipnotizo al chico de manera instantánea. Ella se dirigió hacia el grupo al que anteriormente pertenecían ambos, estos estaban observando libremente una exhibición de animales disecados, se aproximó hasta un gran tigre dientes de sable y disimuladamente hizo caer esa extraña sangre celeste sobre este para luego dar una pequeña carcajada mientras se apoyaba en una pared cerca con los brazos cruzados. Jan no entendía la extraña acción hasta que escuchó unos gritos, giró el rostro hacia el origen ellos y comprendió. Todos los presentes corrían desesperados para escapar de la bestia, anteriormente embalsamada e inmóvil, que se abalanzaba sobre los que tenía a su alrededor, lo único que se escuchaba en la sala eran los alaridos pidiendo auxilio. El temor se apoderó de su cuerpo. Pocos segundos después, el animal persiguió a los que aún seguían con vida por un pasillo pero por alguna razón no le hizo nada a él. Miró nuevamente a la chica para exigirle una explicación a todo eso. –¿Por qué lo hiciste? –cuestionó horrorizado mirándola fijamente pero lo único que obtuvo fue otra sonrisa arrogante de ella– ¡Respóndeme! –la joven comenzó a caminar tratando de irse como si nada hubiera pasado, Jan se canso y la agarró del brazo–¡Respóndeme ya! ¿¡Qué es lo que has hecho!?. –No me toques –su voz ahora era totalmente diferente a la anterior, parecía como si fuera de ultratumba sin embargo esto no le importó a Jan y apretó aun más su brazo– ¿Cuál es tu maldito nombre rata inmunda? –inquirió con notable fastidio tanto en su rostro como en sus palabras. –Hasta que no me respondas a mis preguntas no te lo diré –ni Jan entendió de donde sacó todo ese valor para decir algo así a alguien que había vuelto a la vida a algo inerte. Esperó pero nada, solo se escuchaba las respiraciones de ambos, cada vez lo molestaba más la sonrisa ladina y arrogante que daba de su parte la extraña joven– Esta bien, me llamo Jan Moldoveanu, ahora tú –la respuesta hizo que ella se pusiera nostálgica pero automáticamente volvió a su faceta de superioridad. –¿Por qué no te comportas como tu nombre?. –¿Eh?. –Si, Jan significa amable pero por lo visto no eres así ¿No? –se soltó del agarre del chico– Cada persona fue designada con un nombre para comportarse como tal y parece que tú eres una excepción a ello. –¿Por qué no me respondes? ¿Acaso eres una miedosa? –cambió de tema. –¿Miedosa yo? –en un rápido movimiento lo acorraló contra la pared más cercana con su mano en el cuello de él imposibilitando que este escapara, Jan se sorprendió por la fuerza que tenia, a simple vista se la podía juzgar como alguien delicada pero era todo lo contrario– ¿Quién tiene miedo ahora eh? –apretó sus uñas causando dolor a su victima– Eres un debilucho –se apartó observando como el chico automáticamente cayó al piso mientras se sobaba la herida. Ella cruzó los brazos y dio un suspiro– Como te mataré responderé a tus incógnitas. Mi nombre es Erika Ionescu, pertenezco a un gran linaje de… mmm… ¿Cómo le dicen ustedes?… vampiros. –¿Va-vampiros? –sus ojos parecían querer salirse de lugar ante tal respuesta. –Si, pero no somos como los demás, somos una clase superior a ellos en todos los sentidos. Nuestro clan se llama “Dominius Excelsus”. Una de las grandes diferencias que tenemos con los otros es que nosotros, al tener un exceso de sangre en nuestro cuerpo, no necesitamos tanto de sangre humana para sobrevivir pero no por eso quiere decir que no la tomamos, ya que al hacerlo adquirimos fuerza extra aunque de todas formas ya somos invencibles desde que nacemos. También nuestro clan se caracteriza principalmente por tener el poder de usar la sangre a nuestro antojo. –¿Te refieres como cuando le diste vida a ese animal?. –Exacto, nuestra sangre tiene el poder de hacer eso y otras cosas que ni te imaginas –se aproximó nuevamente hacia él– ¿Quieres ver? –acercó la palma de su mano a uno de sus colmillos puntiagudos que desgarraba la piel a su paso y como si fuera arte de magia el color rojo de la sangre que brotaba se convirtió en uno negro. –¿N-negro? –tartamudeó nuevamente ante el asombro. –Si, y ahora… –sus ojos azules cambiaron repentinamente a un color rojo intenso y aproximó su mano hasta la cabeza del chico esperando oír gritos pero lo único que obtuvo fue unas risas– ¿Por qué rayos te ríes eh? ¿Acaso la muerte te es graciosa? – interrogó molesta. –Es que… jajaja… ¿No habías dicho que tu sangre daba vida? Si me hechas esa sangre no me hará nada porque estoy vivo –en su rostro había una sonrisa que duró solo unos segundos ya que en el Erika se formo una mueca de superioridad que lo asustó. –Tienes razón, pero también dije que podía hacer cosas que ni te imaginas, una de ellas es que mi sangre negra al solo contacto con la piel humana se convierte como un acido que te quema por dentro a pesar que trates de limpiártela –explicó con suma maldad en cada una de sus palabras –¿Pero por qué me quieres matar? Yo no te he hecho nada –se defendió tratando de hacer cambiar de parecer a su atacante. –El simple hecho de que sabes sobre mi identidad es razón para matarte –iba a acercar nuevamente su sangre hacia Jan pero fue interrumpida por un guardia que entro allí. –¡Oigan ustedes dos, deben de salir, están en peligro! –ninguno de los adolescentes se movió ni un ápice, él por temor a que si realizaba un movimiento brusco la sangre cayera sobre si, mientras que ella trataba de cambiar su rostro molesto por uno sereno, sus ojos volvieron a su color original. Cerró su mano y se acercó hacia el guardia con algunas lágrimas falsas– ¿Tiene algo señorita?. –¿Podría llevarme a un hospital? Tengo una herida –informó cabizbaja. –¿En dónde? –cuestionó preocupado ya que trataba de salvar a la mayor cantidad de personas debido a que el tigre mató a los que se cruzaban por su camino– No veo ninguna herida. –Aquí inútil –dijo antes de colocar la palma de su mano sobre el rostro del mayor, la sangre se incorporó rápidamente a la piel del hombre y luego de unos segundos los gritos pavorosos de él infundieron toda la sala. –¡Me quemo! –gritaba horrorizado y lleno de dolor el hombre mientras tomaba su rostro con las manos - ¿¡Qué… rayos me… hiciste ni… ña!? –preguntó con las ultimas fuerzas que tenía ya que la sangre lo mataba segundo a segundo. –Solo te doy lo que te mereces, arruinaste mi rito de muerte estúpido –respondió con frialdad observando los últimos momentos de vida de su victima. Luego de ver el cuerpo muerto del guardia volvió a recobrar el rojo de sus ojos– ¿Moldoveanu? –llamó con un tono inocente pero al girar buscando al chico ya no había rastro del mismo– Ja… –bufó– Piensa que con huir puede salvarse pero se equivoca… muy pronto te encontraré Moldoveanu… y no podrás evitar tu muerte como la rata inmunda que eres… *** Continuará...
Hola, me llamó mucho la atención el titulo del original y me impacto la drama es muy buena; una vampiresa mala me agrada la idea. Jan tiene un lindo significado, y el de ella; ¿Que pasara con ellos? Ella es verdaderamente mala, ¿Qué tantas cosas ara su sangre? Te aconsejo de sobremanera que cambies si bien no la fuente de tu fic, si cambia el tamaño es molesto leer algo tan pequeño, ademas que haces demasiado espacio entre diálogos, lo hace ver mas grande de lo que es y es molesto mover tanto el cursor donde no hay nada solo espacio en blanco, con un enter aveces es suficiente. Vi algunas faltas de ortografía en el pasado: cuestiono, pregunto, indico. Cuestionó, Preguntó, Indicó. y asi en varias le falta asento. Me agrado la drama y tu forma de dialogar sin tanta paga :D Espero ver continuación pronto si me avisas seria fabuloso, síguela pronto. ¿Como buscara a Jan?
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Capítulo 2 Segundo Encuentro… ¿Qué hiciste que?... – Jajaja… Si que eres inútil Erika ¿Cómo es que se te pudo escapar un simple humano? – se burló Ivantie, su hermano mayor de veintitrés años. Al igual que Erika, él tenía el cabello rubio y tez blanca como la nieve pero con la única diferencia de que el color de sus ojos era violeta. – Cállate imbécil, no vine para que te burles de mí sino para que me ayudes – dijo ella con una cara de pocos amigos. – ¿Mi ayuda? ¿Y desde cuando la srta. “soy mejor que tu” pide ayuda?. – A mi no me jodas porque te va a ir muy mal estúpido. Necesito que me encuentres a ese maldito humano, tengo que matarlo con urgencia ¿Te imaginas que pasaría si le cuenta a alguien sobre nosotros? – el solo pensar que su padre se enterara de su idiotez era por seguro que la castigaría… si es que no era suficiente castigo tener que aguantar a su hermano en la misma mansión. Ivantie solo la miró con indiferencia y se dio la vuelta con intensiones de irse por lo que ella tuvo que recurrir a sus constantes chantajes – Si no me ayudas le diré a papá que no fuiste a tu cena con Teofila ayer, y tu sabes perfectamente que él odia que no lo obedezcas – Erika sabía que su hermano tenía un profundo temor a su padre y sobre todo si se trataba de las órdenes que este le regía. – ¿Y cómo rayos quieres que lo encuentre si ni siquiera lo conozco? – se tuvo que resignar a resolver el problema ya que el hecho de que los humanos se enteren sobre su existencia era sinónimo de que su vida pacifica terminaría por completo. – Su nombre es Jan Moldoveanu, dile a tus amigos que lo busquen y si es necesario hasta debajo de cada piedra que exista en este maldito mundo para encontrarlo. – ¿Jan? ¿Acaso no se llama igual que… – pero prefirió no terminar su pregunta porque su hermana lo fulminó con la mirada y decidió volver al tema principal – Tardarán días – protestó el chico – Además tu sabes que Teo y Bodgan no lo harán gratis, y más si el favor viene de mi parte. Sin olvidar tampoco que el hecho de salir a la luz del día no les será del todo fácil. – Diles que esto viene de mi parte y ya verás que lo harán en segundos. En cuanto al dinero no te preocupes, puedo conseguirlo cuando quieras. – Veré que hago – diciendo esto se esfumó como por arte de magia tras unos humos. – ¿Qué estarás haciendo en estos momentos Moldoveanu? Espero que despidiéndote de tus seres queridos porque ya no los volverás a ver nunca más – dijo mientras lamia uno de sus colmillos. *** “Qué suerte tuve esa noche… sino hubiera aparecido ese guardia tal vez estaría muerto en estos momentos…” suspiró mirando por la ventana de su curso. Desde esa noche no podía vivir tranquilo sin pensar en ella, ni siquiera podía dormir ya que hasta aparecía en ellos, anhelaba con todo su ser tratar de desaparecer el rostro de esa vampiresa pero era imposible. – ¡Preste atención joven Moldoveanu! – exigió furiosa la profesora de historia golpeando con su puntero el pupitre del susodicho. – Lo siento mucho – se disculpó cabizbajo. Hasta en el colegio no podía pensar en otra cosa que no fuera en ese ser, que según él, solo existía en los mitos relatados a los niños con el fin de asustarlos. – Si sigue distrayéndose le enviaré una nota a su padre para que corrija su comportamiento, ya esta muy grandecito como para no actuar como no corresponde – amenazó la mayor azotándose sin parar la palma de su mano con el puntero y mirando con severidad a Jan. – Realmente lo siento, no volverá a suceder – prometió aun cabizbajo ya que lo último que quería era que lo reprendieran en su casa sabiendo que su tutor no aceptaban malos comportamientos. – Continuando con mi clase… – siguió explicando la profesora dirigiéndose hacia el frente de la clase. – ¿Qué te está sucediendo Jan? Estos días has actuado raro – comentó entre susurros Kathryn, su mejor amiga desde la infancia y la única que conoce la verdadera convivencia con su padre. – Nada… – contestó desanimado – solo que estos no son mis días. – ¿No son tus días? ¿Quieres decir que te vino la regla? – bromeó para sacarle unas risas ya que no le gustaba verlo triste sabiendo la realidad por la que desgraciadamente debía vivir. – No me refería a eso, soy un chico – espetó un tanto molesto en voz alta sin percatarse de que la profesora y los demás presentes en la clase lo habían escuchado. – Por lo visto quiere que su padre se entere de su comportamiento ¿No joven Moldoveanu? Pues bien, así lo haré – informó la docente en su escritorio escribiendo una nota referido a lo sucedido en ese día con destinatario al padre de Jan – Realmente me siento mal de hacer esto pero es para que aprenda, aun no puedo entender que es lo que le sucede. – Profesora ha sido mi culpa y no de Jan, si alguien se merece el castigo soy yo – defendió Kathryn haciéndose cargo del problema en que había metido a su amigo. – De todas formas ahora los dos llevarán consigo una nota a sus tutores. – Pero… – ambos trataron de excusar al otro como muestra de su lazo de amistad pero se callaron al recibir una mirada penetrante por parte de la mayor. – En este mismo instante salen ustedes dos de mi clase y ni una palabra porque de lo contrario recibirán aun más severas reprimendas – sentenció a Jan y Kathryn quienes luego de la orden salieron uno detrás del otro por la puerta del salón y se sentaron en unos de los bancos del pasillo. – Realmente lo siento, por mi culpa tu… – a la muchacha comenzaron a salirle lágrimas sabiendo perfectamente lo que le esperaba a su amigo en su casa – Soy una tonta. – No digas eso Kathryn – le dio unas cuantas palmadas en su hombro tratando de animarla – unos cuantos golpes más no son nada, siempre lo hace así que ya estoy acostumbrado, no te preocupes. La triste realidad de Jan era esa, su padre desde que él tenía memoria lo ha golpeado, la mayoría de veces, sin razón alguna. El mayor era un alcohólico sin remedio, su hijo trató de ayudarlo llevándolo a instituciones de recuperación pero lo único que recibía a cambio eran golpes tras golpes. De su madre no tenía muchos recuerdos ya que lo abandonó yéndose con otro hombre cuando Jan tenía tan solo cuatro años. – No Jan… – ella cubrió sus rostro con las manos evitando así no llorar más – Si tu padre se entera te dejará peor que la última vez y yo no quiero que te haga nada por mi culpa. – No te preocupes en serio, los golpes para mí son como un “Hola hijo, ¿Cómo estas?”, algo común de todos los días – explicó de lo más tranquilo dándole una sonrisa. – Si tú lo dices… – Kathryn realmente admiraba a su amigo por sonreír ante los problemas que debía enfrentar día tras día, por más difíciles que fueran él siempre los resolvía sin dejarse vencer. Jan miraba hacia abajo tratando de que su amiga no viera la preocupación en su rostro y dio gracias a que su cabello era un poco largo por lo que dificultaba verlo. Él la quería mucho y por eso ello no deseaba que se sintiera mal, el regresar a su casa ese día iba a ser una terrible tortura. Sentía como Kathryn lloraba débilmente pero también podía escuchar otras voces que murmuraban “¿Es ese?” “Eso creo”, levantó la mirada buscando a los responsables y vio a lo lejos dos figuras que desaparecieron automáticamente. – ¿Sucede algo Jan? – preguntó preocupada Kathryn ante la mirada perdida de su amigo. – Nada… Es solo que… Tonterías, no me prestes atención. *** – ¿Por qué tardaron tanto imbéciles? Espero que me traigan lo que les pedí porque o si no les cortaré la cabeza a cada uno para luego dársela a los cuervos y murciélagos que ronden por la casa – amenazó Erika cuando vio entrar a su hermano y a los dos amigos de este. – Aquí está la información – dijo Teo extendiéndole unos papeles. Ella los recibió pero él aun seguía con la mano extendida. – Toma – le dio un maletín con billetes dentro – supongo que 50.000.000 Lei son suficiente ¿No?. – ¿De dónde conseguiste todo este dinero Erika? – cuestionó intrigado Ivantie, sabía que su hermana tenía dinero pero tampoco para tanto. – Lo encontré en un banco – respondió sin darle importancia ya que todo su interés estaba puesto en las hojas. – ¿Lo encontraste o lo robaste? – siguió indagando furioso porque esa ya sería la cuarta vez en el mes que lo hacía. – Encontrarlo… Robarlo… ¿Hay alguna diferencia? – hizo un ademán de manos mientras se encaminaba hasta la puerta principal de la mansión - Lo único que importa es que tienen lo que querían así que ahora váyanse todos de mi casa – dijo abriendo la puerta. – A mi no me puedes correr niña, esta también es mi casa – se defendió Ivantie cruzando los brazos dando a entender que no se movería por nada ni nadie. Esta acción incentivó a sus amigos a seguirlo en la misma pose porque, según ellos, él tenía más autoridad en la mansión que ella por ser el hermano mayor y el primogénito de la familia Ionescu… o eso creían. – ¿A si? – ellos asintieron – Okay hermanito, si tu lo quieres así… – sacó su celular y marcó unos números – ¿Padre?… Te llamo para hablarte de Teofila, ¿Sabes que me dijo de Ivantie?… Dijo que él nunca… – pero antes de poder terminar la frase, su hermano le arrebató el aparato de las manos y lo apagó. – No te metas en mi vida mocosa. – Yo hago lo que se me de la gana estúpido – le quitó su celular y se lo guardó – Tu sabes muy bien que conmigo no te tienes que meter porque te ira muy mal ¿Acaso no te acuerdas con quien estás hablando? Soy Erika Ionescu, futura reina vampiresa de nuestro clan, tu eres una escoria comparado conmigo, una mosca mugrosa que no me llega ni a los talones así que compórtate como debes sino quieres terminar muerto en mis manos – esa humillación hizo que él se avergonzara por completo y sus amigos solo se rieron al verlo así. – ¿Y tú no te acuerdas quien soy yo? Soy el glorioso regalo del clan. – ¿“Glorioso regalo”? Más bien “Estúpido regalo”, eres una desgracia para todos, no respetas las decisiones de nuestros padres. – ¿Y tú las respetas? No te hagas la santa porque no te queda hermanita, mataste ya a dos de tus… – pero antes de terminar fue interrumpido por ella. – ¡Cállate! ¡Mi vida es mi vida!. – ¿Por qué no se calman chicos? – preguntó nervioso Teo tratando de evitar una pelea entre ellos ya que esa no era la primera vez que veía a los dos hermanos enfrentarse verbalmente, aunque luego eso pasaba a una pelea física. – ¡Tú no te metas imbécil! – ordenaron furiosos ambos dándole una mirada penetrante de sus ojos rojos. *** Erika iba caminando por las calles oscuras, debido a que ya era de noche, maldiciendo por lo bajo a su hermano a causa de los rasguños que le dejó luego de su “no tan nueva pelea”. Miraba cada número de las casas para encontrar a su victima y así poder asesinarla de una vez por todas para sacarse un gran peso de encima. Todos los hogares eran iguales en pobreza, el barrio le era conocido pero no sabía porque, era la primera vez que ponía un pie ahí sin embargo algo le daba mala espina, como si estuviera en peligro al igual que cuando era pequeña… ese suceso le dejó una marca que se acomplejó con el pasar de los años. Sacudió su cabeza tratando de alejar esos pensamientos de su mente y siguió caminando hasta que dio con su objetivo, una casa muy abandonada aunque no le sorprendió mucho debido al sector. Se acercó hasta la puerta y la tocó, segundos más tarde abrió su presa con una mochila en el hombro. – Ho… – pero antes de que Jan pudiera terminar de saludar se quedó petrificado al verla ¿Acaso eso era una pesadilla? ¿Un mal juego de sus ojos? Porque si era así quería que todo regresara a la normalidad. Talló sus ojos para comprobar la realidad y si, en frente suyo se encontraba ella, aquella rara chica que decía ser una vampiresa que usaba su sangre de formas que aun no conocía bien. Cerró la puerta. Apoyó su espalda dando un suspiro de alivio pero al abrir los ojos ahí la tenía nuevamente, estaba sentada en un pequeño sillón con una pose seductora mientras lo miraba – Pero… – ¿Estás asustado guapo? – preguntó lamiendo uno de sus colmillos. Él solo asintió con dificultad debido a su trance – Como no estoy de buenas haremos todo rápido ¿Qué eliges? ¿A lo antiguo o lo moderno? – se levantó acercándose a él. – Yo… – sus ojos parecían querer salirse de sus órbitas – Tu… – no podía asimilar su situación actual. – ¡Ya deja de comportarte como un estúpido! – gruñó furiosa cambiando el color de sus ojos a unos rojos. Se acercó a Jan acorralándolo contra la puerta, este solo cerró los ojos viendo que ella acercaba sus colmillos cuando… – Que delicadeza que tienes Erika – ironizó Ivantie cruzado de brazos viendo la escena que realizaba su hermana junto con el pobre chico – ¿Acaso no te enseñaron modales a la hora de comer?. “Cálmate Erika, cálmate, ya lo harás sufrir luego” se repetía mentalmente la joven tratando de no abalanzarse sobre su hermano y matarlo ahí mismo, serían dos víctimas más en su lista de muertes. – ¿Qué rayos haces aquí escoria? – cuestionó gruñendo sin moverse de su posición – ¿No tienes asuntos más importantes que joderme mi importante vida?. – Si, pero me gusta ver sangre – dijo con un tono divertido mientras veía a Jan como un loco psicópata. – Entonces ve a un matadero de animales y verás toda la sangre que quieras – continuó con su rito de asesinato pero nuevamente su hermano la interrumpió. – Pero también venía para informarte algo – indicó caminando alrededor de la pequeña sala observando las cosas y quitándole importancia a sus palabras, lo cual era una técnica que utilizaba para que ella se interesara. – ¿Qué rayos es ahora? – se volteó apoyando una de sus manos en su cintura mientras que la otra estaba ubicada en el cuello de Jan para evitar que este no huyera. – ¿Te acuerdas de Berix? Esta muerto – comentó como si no fuera nada del otro mundo. Aunque para su clan una muerte más, una muerte menos en cuanto a los humanos, les daba lo mismo. – ¿¡Qué!? – chilló desgarradoramente haciendo resonar su voz por toda la casa – ¿¡Fuiste tu no!? ¡Eres un imbécil, espero que te pudras en el infierno!. – ¿Y que si yo fui? Es tan solo un humano. – Ese humano iba a utilizarlo para la pelea de este sábado ¿¡Sabes cuanto me costó encontrar un espécimen así de fuerte!? ¡Maldito, eres un hijo de… – pero antes de continuar escuchó los jadeos de Jan, lo miró fijo y el chico estaba ya morado a causa de la falta de aire – Aunque… Creo que este intento de chico me servirá para el plazo de un mes… – ¿Yo que? – preguntó Jan desconcertado luego de recuperar fuerzas. – A partir de mañana trabajarás para mi – informó Erika antes de darle un golpe dejándolo inconsciente. *** Continuará..
Hola Krn (?) No tenias otro nombre, bla no recuerdo. Me gustó mucho el nuevo capitulo no pude pasar antes por que la escuela ya me exige mas atención; la parte en que Encontrarlo, Robarlo ¿Hay alguna diferencia? Me encantó, ella a pesar de ser una de las personitas odiosas que te puedes encontrar me cae muy bien, me hubiera fascinado si la relación con su hermano fue mas cordial, esta bien las peleas los chantajes; pero no cuando le dijo escoria, me sentí mal por él. La historia va bien Ivantie ¡Amo a ese tipo! mas por su nombre es seductor, y que se haya vengado de ella por el chantaje matando a Berix un punto a su favor. Lo de color verde no va en la narración, o no se entendería. Lo rosa en él te falto el acento y aumente lo demás para que se le entienda me mejor manera. Es una sugerencia. Ahora solo te faltaron unos acentos, no tan graves. –¿Yo que? –preguntó Jan desconcertado luego de recuperar fuerzas. Los diálogos y la descripción van junto al guión. –¿Qué rayos haces aquí escoria? –cuestionó gruñendo sin moverse de su posición–. ¿No tienes asuntos más importantes que joderme mi importante vida?. Y cuando seguirá con un dialogo la descripción ira entre los guiones seguido de un punto y seguido y solo de esa manera el dialogo se separa de el. ¡Me gusta mucho la historia! Síguela Suerte.
Hola Jolieh Crys, gracias por comentar... Me alegra que te este gustando la historia. Tienes razón de que Erika es un poco odiosa pero ella es así de nacimiento... También gracias por los consejos, me servirán para los siguientes capitulos... Saludos... Bye...
Capítulo 3 ¿Cómo rayos terminé aquí?. Poco a poco fue abriendo los ojos encontrándose con un techo de color gris opaco y una gran lámpara de araña recubierta con pequeños cristales. Se sentó de golpe pero pocos segundos después se maldijo por tal acción debido al fuerte dolor de cabeza que se apoderó de él. Siguió observando su alrededor topándose con un lugar súper lujoso, muebles relucientes ubicados en diversas partes, sobre estos habían floreros con peculiares flores de origen extranjero. La decoración era impecable como en esas mansiones que estaban llenas de sirvientes que se la pasaban arreglando a cada rato para que no hubiera ninguna imperfección. En el centro de la sala se encontraba situada una mesa negra que combinaba perfectamente con las cortinas y las paredes sombrías, las cuales tenían cuadros con extrañas imágenes de personas blancas como la nieve, se acercó a estos para observar mejor cada uno. Vampiros, vampiros y más vampiros. Todos se caracterizaban por sus puntiagudos colmillos y su piel pálida, cada imagen causaba un notable escalofrío en su espalda, aunque eso no era nada a comparación de cuando vio la única imagen que resaltaba de las demás debido a dos cosas, la primera era porque se encontraba en el centro con un marco mucho más detallado, y segundo, esa sonrisa arrogante mostrando los colmillos que casi lo matan, era esa chica. Verla así de repente hizo que tratara de huir rápidamente de ese sitio, dio la vuelta pero se topó con el mismo joven que había visto en su casa. Este lo miraba sorprendido pero luego de cruzar miradas hablo. –Hasta que despertaste Jan –comentó extendiendo su mano en señal de un saludo–. Mi nombre es Ivantie. –¿Hola? –lo miró extrañado ¿Acaso no lo habían matado como dijo esa rara chica?. –Jajaja… No te tenses, no te matamos… –hizo una pausa sombría– aún… –luego de ver el rostro perdido de Jan se dirigió hasta unos de los sillones sentándose con los brazos sobre el respaldar y cruzando una de sus piernas–. No te asustes Jan, siéntete como en tu casa –pero al notar que el chico no se movería lo tuvo que hacer sentar en el sillón paralelo de si para poder mirarlo fijo–. ¿Tan asustado estás de nosotros como para no hablar?. –No es eso… –dijo mirando a su alrededor– Es que… esto es muy raro para mi, en un segundo estaba en mi casa tranquilo llevando una corriente vida y al otro me encuentro en “vampirolandia”. –Ya verás que te acostumbrarás porque… –pero antes de seguir se acordó de un pequeño detalle– ¡Cierto! Toma –le extendió una caja–, Erika me dijo que te la diera. “Erika” repitió mentalmente acordándose de ella, aceptó lo que le dio Ivantie y la abrió. –¿Y esto? –preguntó extrañado levantando un traje con un par de zapatos y unos guantes blancos–. ¿Para que son?. –Son para… –pero esta vez lo interrumpió la voz de su hermana. –Para que trabajes Moldoveanu –dijo con un tono serio. Jan giró el rostro para luego quedarse embobado al ver bajar la bien formada figura de la chica por unas escaleras. Erika tenía puesto un corsé negro con detalles en blanco que hacían resaltar su pequeña cintura, una falda a mitad del muslo del mismo color oscuro pero a diferencia que esta era completamente lisa, él bajó su rostro y se encontró con las piernas, que a pesar de ser muy delgadas, tenían una buena proporción acorde a su cuerpo. Y para completar ese vestuario, llevaba unas botas negras hasta las rodillas con el tacón aguja que parecía que se quebraría por lo tan delgado que era. Como accesorios finales tenía pulseras doradas de diferentes tamaños y variedades en sus muñecas. Ella siguió caminando hasta quedarse enfrente de los dos chicos. –Espero que trabajes rápido porque o sino olvídate que algún tipo de comida pasara por tu mugrosa boca –indicó acercándose a un armario y sacando de este una botella de vino con dos copas–. Lo básico que debes saber es que –lo miró fijo por un momento– me desobedeces y tu muerte será instantánea –se acercó hasta la mesa central y colocó los dos vasos para luego servir la bebida en cada uno de ellos–. Otra cosa que nunca debes olvidar es que te dirigirás a mi como tu ama y nunca por mi nombre, una escoria como tu no tiene el mínimo derecho de pronunciar mi sublime e inigualable nombre. –¿Qué tiene de sublime e inigualable el nombre Erika? Es corriente como cualquier otro –cuestionó Jan. Primero miró a Ivantie, quien le hizo una seña de “Estás muerte chico”, tragó grueso y giró hacia la chica, esta solo enarcó una ceja con una sonrisa forzada en sus rojos labios–. Yo… –Como es tu primera vez en todo esto lo dejaré pasar pero la próxima vez no vivirás para contarlo rata inmunda –cada palabra que pronunciaba eran como flechas en la dignidad del chico ¿Pero para qué defenderse? Era una vampiresa contra un simple humano. Erika al terminar de servir agarró las copas y se sentó a un lado de su hermano–. ¿Deseas un trago querido Ivantie? –este asintió extendiendo su mano para recibir lo ofrecido pero ella tomó de un sorbo todo el contenido de una de las copas y con la otra siguió con tragos pequeños–. Entonces ve por uno tu mismo escoria mal nacida, de mi no esperes nada más que insultos. –La mal nacida eres tu niña malcriada –contraatacó cruzando los brazos ofendido ¿Acaso no le bastaba con humillarlo en frente de sus amigos? ¿Y ahora con el nuevo sirviente que tenían? Esto ya era una tortura hacia su ser–. ¿Y a donde vas que estás así vestida? –cambió de tema al observar detenidamente el atuendo que llevaba, esa falda tan corta significaba que haría alguna de sus travesuras pero prefería oírla confesar primero. –¿Eres mi padre? No, así que no te metas en mi vida –dio un sorbo más de su copa y las tiró a ambas hacia un lado del sillón haciendo que el frágil vidrio se rompiera en pedazos–. Ahí tienes tu primer trabajo Moldoveanu, limpia eso ya mismo –tras decir la orden a su sirviente se levantó en dirección a la puerta principal. –Pero tú lo rompiste. “El que ensucia, lo limpia” pero en este caso sería “El que lo rompe, lo levanta” –respondió obstinado. Mala decisión. En milésimas de segundos tenía a Erika encima suyo con sus largas uñas apresando su cuello. –Escucha maldita rata humana, tu estás en mi territorio así que haces lo que se me de la gana ¿Entendiste? –él asintió con dificultad–. Te juro que a la siguiente falta que cometas en contra de mi altísimo ser no me controlaré y beberé hasta la última gota de sangre en tu cuerpo –se levantó ágilmente y de un golpe cerró la puerta. “¿En que rayos me metí?” pensaba constantemente mientras se agarraba la cabeza con las dos manos. Estaba en el mismísimo infierno junto con esa vampiresa arrogante y de poca paciencia, jamás en sus diecisiete años había conocido a alguien con ese carácter tan fuerte e irritable. Giró hacia Ivantie y este le sonrió amigablemente. –¿Qué? –preguntó Jan al darse cuenta de que el vampiro no quitaba esa sonrisa. –Será muy agradable tenerte aquí chico –dijo levantándose hacia el armario de bebidas. –¿A que se debe eso eh? –volvió a cuestionarle ya que se le hacia raro que Ivantie se comporte así con él. El mayor era un vampiro y los de esta raza no eran muy buenos, según Jan. –No porque mí malcriada y creída hermana sea así quiere decir que yo también lo sea –explicó mientras volvía a sentarse en el sillón con su bebida ya servida. Esa confesión hizo sorprender al chico, ¿Hermanos? Pero bueno, si se ponía a pensar mejor tenían un gran parecido pero los diferenciaba notablemente el color de ojos de ambos–. ¿No sabías que éramos hermanos no?. –No –respondió–. Pensé que eran pareja –esto último hizo que el rubio escupiera el sorbo que tenía en la boca y luego riera a carcajadas–. ¿Dije algo gracioso?. –¿Yo novio de Erika? Jajaja… Eso es lo más tonto que alguien pudo haberme dicho. Yo nunca sería algo así de esa estúpida niña malcriada, acepto que es linda y todo eso pero tampoco para condenar mi vida junto a esa –aclaró mientras terminaba todo su vino. –Ah… ¿Y a donde fue ahora Erika? –no sabía porque pero le estaba comenzando a caer un poco Ivantie, no como un amigo pero si como un compañero. –Supongo que a realizar sus travesuras sangrientas. Sus salidas son muy comunes todas las noches por lo que te recomiendo que la esperes cuando regrese para ayudarla –dijo recordando las condiciones en que ella siempre volvía, empapada en sangre humana y con algunos cortes en su cuerpo. Miró a Jan y se percató de algo–. ¿Cuándo te vestirás?. –¿Eh? –el mayor le señaló la caja–. Ah… Te refieres a mi nuevo traje. –Lo usaras durante tu plazo de trabajo aquí. Esa última oración lo hizo recapacitar ¿Qué rayos estaba haciendo? ¿Platicando con un vampiro? ¿Qué había de su casa? ¿Qué hora era? ¿Y el colegio? Todas esas preguntas pasaron por su mente pero lo que más le atemorizaba de su tranquila vida de chico normal era su padre ¿Qué le haría por desaparecer de su hogar sin avisar? Ya suficiente tenía con los golpes recibidos diariamente ¿Y ahora tendría que soportar los siguientes por no estar donde debería? Eso si sería lo peor que le podría pasar. –Yo… Yo debo irme –dijo antes de salir corriendo hacia la puerta por donde se había ido Erika, estaba por tocar la perilla pero de un segundo a otro sintió que alguien lo tomó del cuello y luego su cuerpo comenzó a paralizarse hasta quedar inmóvil como una estatua. –Mira niño, yo no estoy para contratiempos en mi vida, y si tu te escapas Erika me matara aunque… –sacó su mano del cuello del chico–. Si quisieras huir ella te encontraría y te mataría sin compasión alguna. –¿Y por qué no lo hizo hasta ahora? –preguntó con gran dificultad ya que su cuerpo estaba siendo recorrido por un extraño fluido que suspendía las movilidades de sus músculos y nervios. –Se nota que eres de entendimiento lento chico. Erika te trajo hasta nuestra casa para que seas nuestro sirviente durante el plazo de un mes, tiempo en el cual serás utilizado para nuestros caprichos y demás cosas que queramos o mejor dicho, los que quiera mi hermana ya que ella es tu ama –se recargó en la pared consecutiva de la puerta y cruzó los brazos–. Para que entiendas mejor todo esto te haré un resumen. Tanto mi hermana como yo somos reacios a trabajar o hacer algo que no queremos, razón por la cual cada mes buscamos a dos tontos humanos en la cuidad para que hagan de sirvientes hasta la pelea del primer sábado de cada mes, en donde se enfrentaran a muerte. El ganador tendrá el privilegio de ser asesinado por su amo. En definitiva, tienes dos opciones amigo mío, o sirves a Erika hasta la pelea y vives un poco más tu inmunda vida de humano o, ella te mata en segundos, tú eliges. Todo eso parecía sacado de película, aunque debía de aceptar que el haberse encontrado con vampiros ya era demasiado fantasioso como problemático a la vez. Él pensaba que esos seres eran ordenados y calculadores pero jamás imaginó que serían malcriados como esos dos hermanos que aparecieron en su vida, tampoco pensó que tuvieran esa clase de “diversión” usando a las personas comunes y corrientes para un rato de gracia. Jan deseaba entender que clase de pensamientos tenían pero lo que más lo dejó curioso fue el hecho de que su cuerpo se paralizara como lo hizo. –¿Cómo es que… –trató de preguntar pero con cada movimiento que intentaba hacer para pronunciar una simple palabra lo hacía retorcerse de dolor. –Si intentas mover cualquier parte de tu cuerpo te dolerá cada vez más en los intentos posteriores –informó Ivantie aun en su posición anterior–. Tal vez te preguntaras porque tu cuerpo esta incapacitado de movimiento alguno. La respuesta es simple, mira –y le mostró un pequeño corte que tenía en la palma de su mano derecha de donde salía sangre violeta–. Nuestro clan tiene el poder de usar la sangre a nuestro… –pero fue interrumpido. –Antojo… –tenía razón, cada movimiento dolía más que el anterior, trataba de no pensar en el dolor pero era inevitable, sentía una combinación de punzadas y contracciones tortuosas que ni el más vil de las personas merecía padecer. –De seguro la ególatra de Erika te lo debió de haber dicho, nuestro clan es uno de los más poderosos por el uso del exceso de sangre en nuestros cuerpos. Algunos nos consideran un insulto hacia los vampiros ya que nacimos con una anomalía pero solo lo dicen porque nos tienen miedo. La sangre violeta que brota de mi herida tiene la capacidad de paralizar lo que sea que toquemos, ya sea desde un simple bebe hasta el más grande y fuerte de los animales que habitan en este planeta. A pesar de que nosotros nos coloquemos nuestra propia sangre, sea de cualquier tipo, no corremos el riesgo de sufrir las consecuencias de morirnos, lastimarnos o quemarnos. Pero si otro vampiro, sea de nuestro clan o no, es tocado tienden a perder un porcentaje de fuerza en ellos, no hasta el punto de asesinarlos pero si de debilitarlos, lo cual en una pelea es muy bueno ¿Entendiste amigo? –esperó unos segundos pero no recibió respuesta alguna–. Cierto –se acercó al chico y bebió la sangre que se encontraba en la nuca, esta acción hizo estremecer al Jan. Poco a poco comenzó a sentir movilidad en su cuerpo y cayó al piso con un dolor en la cabeza–. Te recomiendo que comiences con tus labores, Erika no tardará en llegar y si llega de malas, lo cual es seguro, no estará para soportar estupideces. –¿Te puedo hacer una pregunta? –dijo Jan mientras se trataba de reincorporar. –¿No estas haciendo una al preguntarlo? –respondió el mayor mientras iba subiendo por las escaleras. –Eh… ¿Qué hora es?. –Supongo que las once –contestó vagamente terminando de subir todas las escalinatas. –¿De la mañana? –aun tenía las esperanzas de que si fuera de día tal vez pudiera escapar de ese espeluznante lugar. –Jajaja… –se escuchó como un gran eco retumbar– Ya quisieras niño, son las once de la noche así que no pienses en escapar porque te irá muy mal, no lo digo por mí sino por tu “ama” –hizo resaltar la última palabra dándole un escalofrío al chico–. Sube ahora para que te enseñe algunas cosas –ordenó y Jan no dudó ni un segundo en obedecerlo pero antes corrió hasta el sillón en busca de su uniforme. En cada escalinata que iba subiendo sentía que el aire se hacia más frío y sombrío, como si estuviera en un cementerio a medianoche, todo era tal espeluznante que deseaba salir corriendo de allí. Esto no significaba que era un miedoso de primera pero el solo hecho de tener esa sensación le advertía que algo no muy bueno iba a pasar. Terminó de subir unos escalones más y se encontró con un inmenso cuadro que separaba dos caminos diferentes de escaleras paralelas entre sí, estaba por subir al de la izquierda pero Ivantie silbó captando su atención. –Por aquí chico –le indicó al menor para que subiera por el lugar de la derecha, donde se encontraba este mismo. –Lo siento, no lo sabía –se disculpó y lo siguió. Ya al estar junto con el vampiro caminaron por un extenso pasillo carente de luz artificial, solo la luminosidad de la luna que entraba por las ventanas abiertas alumbraba el lugar. Era una noche calurosa y la idea de ponerse ese traje que tenía en manos era totalmente sofocante. Ivantie marchaba a paso lento y precavido, en cada cuadro que adornaba las paredes los golpeaba con los nudillos, todas esas acciones produjeron gran curiosidad en Jan hasta un punto en que no se aguantó las ganas soltando de repente la pregunta. –¿Por qué haces todo eso?. –La razón es… Erika –respondió en un tono amargo–. La muy maldita siempre pone trampas en todo el pasillo para hacerme algo. Dice que es por diversión pero todo tiene sus límites, imagínate que perdimos a ocho de nuestros sirvientes anteriores porque sin querer fueron ellos los que caminaron por aquí sin sumo cuidado. Realmente esa niña no se controla. Jan tragó grueso ¿Qué mente macabra tenía esa chica para hacer todas esas cosas? Ni siquiera los patanes de su escuela hacían tales cosas. –Erika es muy… ¿Cómo decirlo?… Mala y agresiva, entre otras cosas –continúo relatando Ivantie–. Ten mucho cuidado cuando esta de malas porque nada bueno puedes recibir amigo. –¿Por qué me dices todas estas cosas? Tu eres hermano de Erika ¿Acaso no debes ser igual a ella?. –Eso es verdad –concordó colocando uno de sus dedos en la barbilla–. Pero me caes bien chico, si fueras un vampiro te consideraría un verdadero amigo pero como morirás… lastima. Sigamos. Morir ¿Acaso no se cansaban de repetírselo? Ya había aceptado su triste final pero no era para que se lo dijeran a cada rato. Caminaron un tramo más y llegaron hasta dos puertas paralelas entre sí, cada una tenía una inicial forjada en hierro con las letras “E” o “I”. –Mi habitación es esta –dijo señalando la que tenía su inicial– y la de la bestia de mi hermana es la otra –apuntó la puerta contraria a la de él. Jan asintió pero antes de que el chico pudiera hacerle una pregunta, Ivantie terminó de darle las últimas recomendaciones–. Al final de este pasillo hay un baño donde puedes ponerte tu uniforme, se te está estrictamente prohibido hablar con cualquier otro sirviente que veas, tienes que quedarte despierto hasta que tu ama regrese y nunca, ¿Oíste? NUNCA ir al ala izquierda de la mansión, ese es un lugar prohibido –luego de dar un suspiro cerró la puerta dejando solo al chico. *** “¿A qué maldita hora llegara Erika?” se preguntaba Jan. Eran las cuatro de la mañana y el estar parado como estatua esperando a que su ama regrese no era muy gustoso para su ser. Sus parpados querían cerrarse por el indomable sueño que se estaba apoderando de él cuando escucho un portazo que hizo abrir sus ojos de par en par. Tanto la mandíbula como las manos de Erika estaban empapadas en sangre, sus ojos reflejaban cansancio que sin pensarlo dos veces se apoyó encima de su sirviente colocando su cabeza sobre el hombro de este. –Llévame a mi habitación –ordenó con la voz agotada. –¿Acaso no puedes ir tu sola? Yo aquí estoy para hacer tus quehaceres y nada m… –pero antes de seguir con su protesta sintió los punzantes colmillos de Erika sobre la piel de su cuello. –Lo haces o te succiono toda tu sangre en este mismo instante –dijo mientras comenzaba a presionar sintiendo automáticamente la tensión del chico–. ¿Lo harás estúpido?. –Si ama –contestó para luego dejar de sentir esa presión agobiante. Además el tenerla tan cerca hacia que se sintiera un poco mareado por la esencia de vino que emanaba de sus labios. Al llegar a la habitación de la vampiresa, abrió la puerta con una mano mientras que con la otra sostenía el cuerpo de ella, debía de admitir que no pesaba nada, parecía una pluma por la carencia de peso. Ya dentro, la depositó delicadamente sobre la cama y cuando estaba por retirarse Erika lo llamó. –Acércate un momento Moldoveanu –ordenó con un tono sensual que hizo sonrojar a Jan, quien luego de unos segundos se aproximó hasta ella–. Ve a mi baño y tráeme el frasco rojo que está en el tocador –indicó cubriendo su frente con su antebrazo y cerrando sus ojos, esa vez sí que se había excedido, tanto en bebida como en sangre humana. Jan al abrir la puerta registró una nueva cosa a su lista de asombros. El baño estaba completamente decorado con oro, los ornamentos de las paredes, las bordes de los azulejos, incluso la tina, la cual estaba llena hasta el tope de… ¿Sangre? Sus ojos querían desorbitarse por lo observado. Se acercó con pasos cortos y lentos hacia ese lugar para comprobar lo indeseado. Sumergió su dedo índice en el líquido, luego lo acercó hasta sus fosas nasales poniendo en claro su duda, eso definitivamente era sangre, sangre humana. Se dio la vuelta rápido encontrándose con Erika apoyada en el lavamanos cruzando los brazos y negando con la cabeza en señal de reprobación. –La curiosidad mato al gato ¿No? –comentó tomando el frasco en cuestión y tomando una pastilla del mismo–. Es sangre verdadera Moldoveanu, sangre de ratas inmundas como tú, seres asquerosos e inservibles que solo existen para malgastar un lugar que podría ser ocupado por vampiros. Me das asco –diciendo esto se fue de ese cuarto tomando una toalla y dando un portazo que hizo caer algunos objetos de los estantes de la pared. La píldora estaba haciendo rápido efecto en su cuerpo, esta servía tanto para evitar intoxicarse por la combinación de sangre y la infinidad de bebidas que tomó como también para eliminar la posible resaca de la noche siguiente. Se tumbó en su cama boca arriba y con la toalla que había sacado del baño se limpió la sangre restante de su mandíbula. Jan salió despacio del baño en dirección a la puerta que daba al pasillo pero Erika nuevamente lo detuvo. –¿Levantaste el vidrio de la sala? –preguntó mirando el techo y tirándole al chico la toalla ensangrentada. –Si ama –al no recibir más órdenes salió pero antes de cerrar la puerta se acordó de algo ¿Dónde rayos dormiría? Ivantie a pesar de haberle dicho muchas cosas nunca le dijo ese detalle importante. Volvió hacia adentro y la vio con los ojos cerrados, lo cual le hizo pensar que ya estaba dormida. –¿Qué rayos quieres ahora rata inmunda? –preguntó la chica sin moverse–. No te ordené nada así que vete. –Es que… ¿Dónde es mi habitación?. –¿Habitación para qué? –esta vez le cuestionó mirándolo con el ceño fruncido. –Y para dormir… –respondió con obviedad haciendo un ademán de manos. Esperó unos segundos y el silencio que había fue opacado por las risas de su ama. –Jajaja… ¿Dormir tu? Ni lo sueños, tu tienes que quedarte despierto haciendo los demás quehaceres en la mansión, la lista en cuestión esta… –calló un momento y gruñó–. Maldita sea –se sentó de golpe en la cama y rápidamente llevo la mano izquierda a su frente debido al dolor momentáneo por la acción, algo parecido a lo que le había sucedido a Jan cuando despertó luego de su “secuestro”. Erika caminó hasta su escritorio y se sentó agarrando un papel con un lápiz para escribir–. No toques nada –dictaminó sin quitar sus ojos de la lista que empezaba a hacer. Jan solo se limitó a cruzarse de brazos y observar su alrededor. Todo era estilo victoriano exceptuando las paredes oscuras, algo que no lo sorprendió viniendo de ella, que combinaban con las cortinas del mismo tono. Un gran armario estaba ubicado en la parte izquierda de la habitación junto a un pequeño, pero bien ostentoso, tocador con un espejo ovalado en el centro de este mueble y acompañado por dos faroles al lado ¿Pero para que tenía un espejo si los vampiros no podían reflejarse en este? Siguió inspeccionado con la vista hasta que se topó con algo que lo asombró hasta el punto en que lo aun no visto ya no le interesó en lo absoluto. Era una estantería repleta hasta el tope de libros, eran realmente innumerables, en sus ojos aparecieron un brillo que lo caracterizaba por la emoción. Jan era un gran admirador de la lectura, razón por la cual era uno de los estudiantes sobresalientes de su colegio, sin mencionar que tenía recomendaciones para buenas universidades pero a causa de que no venía de una familia promedio que pudiera pagar esos gastos solo se convertían en otras de las muchas ilusiones destruidas por la pobreza. –Hey Moldoveanu –llamó Erika harta de que su sirviente se quedara viendo su montículo de basura llamada “libros”. Ella solo los tenía para aparentar frente a sus padres que los leía cuando en realidad se escapaba y hacia de sus travesuras sangrientas en la cuidad, no por esto quería decir que era inculta porque a pesar de no ser la primogénita de la familia sabía más cosas que su propio hermano. Jan no reaccionaba, estaba como en un trance deleitando esa basura inservible y no tuvo más remedio que acercarse a él para darle un golpe en el hombro. –Auch… –se quejó sobándose el lugar del dolor y mirando con reproche a la agresora. –Eso te pasa por quedarte mirando esa basura como si fuera gran cosa –pero antes de que Jan pudiera decir algo ella se le adelantó–. Toma –le extendió la lista–, haz todo esto antes de que el maldito sol se oculte y mi amada luna salga. –¿Y cuando dormiré? –preguntó luego de leer todo lo escrito en el papel. –Si te queda tiempo antes de las ocho de la noche puedes dormir en el dormitorio al lado del baño ubicado al final del pasillo. Pero cuando la luna salga por completo debes de estar abajo para servirme –explicó tallando sus ojos debido al cansancio–. Ahora ya vete inútil –y lo empujó fuera de su habitación. “Será un día muy largo” pensó antes de comenzar a hacer todo. *** Continuará...
Capítulo 4 El secreto de Ivantie... Stela... Ya había pasado una semana desde el inicio de su oficio como sirviente en la mansión Ionescu. Jan dormía tranquilamente en el dormitorio que se le había sido asignado, todas las labores otorgadas las terminó solo diez minutos antes de que el anochecer dominara el cielo. Ese tortuoso día había intentado escaparse nuevamente a como dé lugar pero sus intentos se vieron fallidos por culpa de los perros que deambulaban alrededor de la mansión, intentaba acercárseles pero estos solo gruñían. Dio unas vueltas en la cama cayendo al suelo, se levantó malhumorado por el golpe y miró su reloj ¡Eran ya casi las ocho en punto! Se colocó su uniforme como pudo, se peinó un poco y salió. Al bajar las escaleras tropezó rodando lo que le falta de escalinatas pero en vez de caer sobre el piso lo hizo sobre alguien. —Lo siento mucho —se disculpó mientras ayudaba a la muchacha a levantarse. —No es nada, yo fui la culpable por no darme cuenta —respondió amablemente levantado las cosas que traía al principio en sus manos. Jan la miró bien, ella no era un vampiro. Aparentemente tenían la misma edad, la chica tenía el cabello castaño y los ojos verdes, definitivamente una humana como él—. Con su permiso —y siguió su camino. —Hey espera —la llamó tomándola del brazo—. ¿Eres humana cierto?. —Lo siento pero no podemos hablar —susurró mirando a todos lados—. Se nos está prohibido entablar una conversación entre sirvientes —se soltó del agarre y salió corriendo. Era cierto, Ivantie le había dicho que entre sirvientes no se podía hablar pero esa chica era la primera que le hablaba amablemente porque en todos los siete días que había trabajado las demás personas que se cruzaban en su camino solo lo ignoraban y pasaban de largo, al menos en el resto de tiempo de vida que le quedaba quería conversar con alguien. Caminó sin rumbo alguno pensando en su anterior vida y cuando volvió en si se dio cuenta de que se había perdido. En toda la semana solo le habían tocado trabajos que tenía que hacer en la habitación de Erika, en la sala o en el jardín principal pero nada más, miró a su alrededor y solo encontraba pasillos tras pasillos, parecía un laberinto sin salida, trató de volver por sus pasos pero era inútil, estaba totalmente perdido. —Hey… —llamó una chica al verlo golpeándose la cabeza con una de las paredes. Jan giró el rostro un momento pero luego volvió a sus golpes— Perdóneme por lo de hace rato pero… —fue interrumpida. —No te preocupes, lo entiendo. —¿Esta perdido? Porque si es así le puedo indicar por donde tiene que ir a la sala —ofreció amablemente ya que sabía que él era nuevo. —Bueno. Ambos caminaban pero ninguno hablaba, ella caminaba cabizbaja y con pasos cortos pero rápidos. —Eh… ¿Por qué me hablas? No era que estaba prohibido hacerlo. —Lo sé pero en esta parte de la mansión no están los señores Ionescu ni sus hijos —respondió—. Mi nombre es Stela Stoica ¿Y usted?. —Jan Moldoveanu, un gusto —saludó sonriéndole—, pero no me trates de usted ¿Si? —ella asintió—. ¿También eres sirviente aquí? —preguntó viendo su atuendo. —Sí, mi amo es el joven Ionescu, supongo que tu lo eres de su hermana ¿Cierto?. —Lamentablemente, es una niña malcriada —dijo con rencor recordando esa sonrisa arrogante. —La señorita Ionescu tiene diecisiete años —aclaró seriamente. Jan se quedo boquiabierto ¿Diecisiete años? Erika tenía rasgos de una niña de quince o menos—. Parece de menos pero muy pronto cumplirá los dieciocho —añadió viendo el rostro incrédulo del chico. —No lo pensaba… Pero en fin, tu… —y recordó un detalle. Si ella era la sirvienta de Ivantie, eso quería decir que tendría el mismo destino que él, ambos tendrían que luchar— Tu… ¿Tu sabes lo que sucederá en un mes? —le cuestionó horrorizado, el hecho de pelear con una chica no le gustaba para nada, sobre todo porque ella era muy frágil y delicada a simple vista. —Lo sé, mi amo me lo explicó pero… —hizo una pausa— Yo estoy en esta casa hace tres meses —confesó. —¿Tres meses? Pero Erika me explicó que… —y antes de poder continuar fue interrumpido por el regaño de la muchacha. —Nosotros no tenemos el derecho de llamarlos por sus nombres Jan, debemos dirigirnos a ellos como “joven o señorita Ionescu”. —Lo siento. La “señorita” —masculló— Ionescu me dijo que ella junto con su hermano todos los meses buscaban a chicos de la cuidad y los traían aquí para cumplir un plazo de un mes trabajando y luego los mataban. —Lo sé pero… El joven Ionescu… No sé si deba decirlo, lo siento —comenzó a caminar más rápido pero Jan la tomó del brazo deteniéndola. Stela al ver que el chico no la soltaría hasta decirle la verdad tuvo que confesar—. Está bien pero prométeme que no se lo dirás a nadie. —Lo prometo —dio su palabra colocando una mano en su corazón. —El joven Ionescu siempre me ha protegido de esa lucha, ambos nos tenemos cariño porque… nos conocemos desde que somos pequeños —giró para ver a Jan y este la miraba como diciendo ¿De dónde rayos conociste a un vampiro?—. Cuando era niña una vez me perdí en el bosque, era de noche así que se me imposibilitó caminar segura ya que no conocía muy bien el lugar. Todo parecía normal hasta que me encontré con unos hombres borrachos que me miraban lascivamente, pensé que iban a abusar de mí porque me empezaron a manosear, cerré mis ojos esperando lo peor cuando de repente ellos cayeron al suelo retorciéndose de dolor y maldiciendo. Levanté el rostro encontrándome con un niño un poco mayor que yo, imaginé que me haría algo pero solo se acercó a los hombres, los miró con asco y… luego comenzó a beber su sangre, yo no podía pronunciar palabra alguna o moverme debido a la impresión. El chico al terminar de matarlos se acero a mí, pensé que me haría lo mismo pero en cambio me abrazó diciendo “Cálmate, que todo estará bien. Yo te protegeré” —miró nuevamente a su acompañante y este le hizo un ademán de manos para que continuara—. Él era el joven Ivantie —sonrió melancólicamente—, desde ese día siempre lo visitaba en ese mismo lugar hasta que… —pero fue interrumpida por Jan. —¿Qué? ¿Acaso no te asustó la idea de que fuera un vampiro?. —No —sonrió nuevamente—. Él era mi único amigo y yo lo quería, por eso nunca me importo su… raza —ante esta confesión Moldoveanu se que quedo pensativo, entre ellos dos de seguro había algo más que amistad de niños, se notaba que ella lo quería pero como algo más. Iba a preguntárselo pero ella se detuvo—. Ahora sigue tu solo. —¿Eh?. —Ya llegamos, mira adelante —él giro y era verdad, ya estaban en la sala nuevamente, solo los separaba un portal—. Ve tu primero. —Pero… —y antes de poder oponerse ella se fue por donde vinieron. Pensó unos segundos y reaccionó, no los podían ver hablar. Se encaminó a la sala y cuando llegó hasta los sillones encontró a Ivantie temblando por los nervios, quien al ver al humano corrió hasta él. —Escóndete chico —le dijo mirando para todos lados—, ella te matará. —¿Eh? ¿De qué habla joven Ivantie? —preguntó como, según Stela, había que llamarlos. —¿“Joven Ivantie”? —repitió confundido ¿Desde cuándo el nuevo chico lo llamaba como sus demás sirvientes? Eso era raro—. ¿Pero por qué me llamas a… —pero antes de poder terminar se acordó de lo que realmente importaba en ese momento— ¡Te matara! —gritó haciendo resonar su voz por toda la casa. Antes de que Jan pudiera rehacer su pregunta, ambos sintieron como una aura sombría se acercaba a ellos, giraron hacia atrás encontrándose con Erika de brazos cruzados y con una cara que hasta el mismísimo diablo se asustaría. —Hazte a un lado Ivantie —ordenó gruñendo pero su hermano no se movía ni un ápice—. ¡Que te muevas estúpido! —ahora era ella la que hizo escuchar su voz por todo el lugar. —¿Por qué? —preguntó el mayor indiferente como si no supiera la razón. —¿Acaso estás del lado de esa rata inmunda? —cuestionó aun más furiosa ¿Cómo podía él oponerse a ella? A su propia hermana, sangre de su sangre—. Hazte a un lado porque la cosa no es contigo. —No pienso moverme niña malcriada —cruzó los brazos y la miró retadoramente. —Ashhh… ¡Te odio estúpido Ivantie! —sabía que cuando su hermano daba esa mirada no habría manera de arruinarlo. Miró a su sirviente—. Y tú no te confíes rata… Mi estúpido hermano no estará siempre cuidándote, además no te olvides que YO soy tu ama —y se fue maldiciendo a los cuatro vientos subiendo las escaleras. Jan no entendía la razón para que ella estuviera así y mucho menos porque Ivantie lo defendía ¿Acaso ya lo consideraba un amigo? No, no podía ser eso porque solo llevaba una semana en ese lugar por lo que no habían fraternizado mucho aún como para llegar a ese tipo de relación amistosa. —Eh… gracias —dijo Moldoveanu sinceramente. —¿“Gracias”? ¿Por qué? —interrogó confundido. —Y por defenderme… —aclaró con obviedad, el primogénito de los Ionescu solo rió a carcajadas haciendo que el menor se sintiera confundido— ¿A qué se debe las risas?. —Yo no te defendí niño, solo me opuse contra mi hermana ya que adoro verla enojada —manifestó entre más risas. “Debí suponerlo” se dijo a sí mismo. *** Jan se encontraba en la cocina limpiando los restos de comida que dejó su ama. No se podía explicar cómo podía ser tan delgada comiendo como un animal, no, incluso un animal comía menos que ella, en fin, eso era tema aparte. Junto con él se encontraba Stela realizando la misma actividad solo que las de su propio amo, a pesar de que ambos se encontrarán en la misma habitación ninguno cruzaba palabras, solo sonrisas, lo cual fue notado por alguien que los espiaba desde el marco de la puerta. Cuando la muchacha terminó con sus cosas se retiró sin antes despedirse con otra sonrisa hacia el chico, quien le correspondió de la misma forma. Jan se encontraba tan concentrado en terminar con lo suyo que no percibió la presencia de una persona entrando y colocándose detrás de él. —¡Al fin! —exclamó feliz al terminar de lavar el último plato—. Y ahora a… —se dio la vuelta para sentarse y descansar un poco cuando vio a Ivantie cruzado de brazos con el ceño fruncido— Hola —saludó amablemente pero el vampiro no cambiaba su postura—. ¿Sucede algo?. —Te prohíbo acercarte a Stela —dictaminó gruñendo—. Te veo cerca de MI sirvienta y te juro que Erika no será la que te mate sino yo mismo. —¿Pero qué le pasa joven Ionescu? —dijo asombrado. Era la primera vez que lo veía así de molesto, bueno, mejor dicho en los pocos días que pasaba allí. —Stela es solo MÍA —dijo tomándolo de la chaqueta y levantándolo del piso, esto hizo asustar a Jan porque los ojos del mayor comenzaron a cambiar a ese color carmesí. —Espere, yo no estoy enamorado de ella ni nada por el parecido, solo somos amigos y nada más —aclaró las cosas rápidamente. Ivantie poco a poco lo fue bajando y sus ojos cobraron nuevamente el color violeta—. ¿Qué es lo que le pasa?. —Lo siento —se sentó en la mesada—, es que… no sé cómo decirlo. —Esta enamorado de Stela ¿Cierto? —esto hizo sonrojar de sobremanera al vampiro—. No se avergüence en aceptarlo joven Ivantie. —¿Por qué me dices así eh?. —Es que Stela me dijo que tengo que llamarte así a ti y a la odiosa de Erika —se explicó sentándose a un lado del mayor. —Stela… —suspiró y miró directamente a Jan— Si te cuento algo juras no decirle nada a nadie. —Claro pero… ¿Por qué me tienes tanta confianza?. —No lo sé, simplemente hay algo en ti que me dice que serás un gran amigo… hasta fin de mes claro —añadió causando fastidio en el pobre condenado. —Como digas. —Bueno… Veras… Conocí a Stela… —pero fue interrumpido por Jan. —La conociste una noche en el bosque, la salvaste de que abusaran de ella y luego se hicieron amigos —explicó en un resumen todo lo contado por la misma Stela—. ¿Es así no? —su compañero asintió sorprendido—. Pero aun no entiendo algo… ¿Por qué la tienes como sirvienta si sabes cual es su destino?. —Es que… Si no la traía conmigo iba a… sufrir más… —en su rostro se reflejo una tristeza inmensa— ¿Te contó lo que sucedió en Moscú?. —¿Moscú? —repitió—. No, solo me dijo lo que te conté, nada más. —Veras… Desde pequeños nos veíamos cuando salía la luz de la luna hasta un poco antes de que el sol diera sus primeros rayos anunciando un nuevo día. A los dos nos gustaba la compañía del otro, nos contábamos nuestras cosas y teníamos una gran amistad. Ella siempre traía una sonrisa consigo a pesar de que en su casa no la querían ni sus padres ni sus hermanos, todos la maltrataban. Justo para el día de su cumpleaños decimosexto yo le tenía preparado un gran regalo pero… nunca apareció, los siguientes días la esperé y esperé pero todo seguía igual, no había rastro de ella. Cuando se cumplió un mes de no verla decidí ir yo mismo a buscarla, fui una noche hasta su casa haciéndome pasar por un compañero y su padre me dijo que había desaparecido el día de su cumpleaños, que había dicho que saldría a dar una vuelta pero nunca regresó, eso quería decir que fue al bosque pero no llegó —dio un suspiro y siguió con su relato—. Paso un año y junto con Erika viajamos a Moscú ya que queríamos buscar nuevos sirvientes, ella se contactó con uno de sus amigos y este le dijo que tendríamos que esperar hasta el siguiente día. Para aprovechar esa noche sin actividad, ella se fue a hacer de sus travesuras sangrientas mientras que yo me fui a “descargar mis placeres carnales” ¿Me entiendes no? —Jan asintió—. Bueno… fui a uno de esos lugares y pagué por una chica, uno de los organizadores me llevó hasta una habitación, en donde tuve que esperar porque el dueño estaba teniendo una sesión con la que escogí, en fin, esperé un rato y cuando salió el hombre noté en su rostro que era un depravado total pero eso no me tenía que importar. Entré en la habitación y vi a la chica cubriéndose el rostro tratando de parar sus lágrimas, esa imagen realmente me dio pena pero me dije “Yo no puedo sentir pena por nadie, con la única que lo hice fue con Stela” y era verdad… con ella descubrí nuevos sentimientos a parte del odio o rencor, me enseñó otros como la amistad, el cariño pero bueno… siguiendo con la historia, me acerqué a la muchacha y cuando la toqué me gritó que por favor no le haga nada, escuchar su voz me sorprendió, era la de Stela. Me acerqué nuevamente y quité las manos de su rostro para que me viera, ella automáticamente me reconoció y me abrazó. —¿En serio? —preguntó asombrado Jan, eso si que no era una simple coincidencia. —Si. Ella me contó todo lo que le había pasado, el día de su cumpleaños cuando se dirigía al bosque unos hombres la raptaron y la vendieron a otros que se dedicaban a la prostitución… —el menor notó como su compañero soltó unas lágrimas y apretó sus puños en señal de impotencia— Luego de eso asesiné sin piedad a todos los dueños de ese lugar para así poder quedarme con Stela y bueno… ya han pasado tres meses desde que esta aquí. —¿Pero Erika jamás la quiso matar?. —Si pero ella sabe que si le hace algo a Stela pagará las consecuencias, yo se un secreto que lo ha guardado bien y que si nuestros padres se enteran le quitaran todos sus privilegios —explicó con una sonrisa, incluso si Jan se enteraba le tendría aun más temor. —Ah… ¿Tú estás enamorado de ella no? —preguntó mirándolo, Jan sabía muy bien que Stela no era la única con ese sentimiento de por medio. Ivantie iba a responder pero su hermana se le adelantó. —¿Amor? ¿Qué sentimiento es ese? —cuestionó en voz alta entrando en la cocina en dirección al refrigerador y sacando una bebida. —Es algo que tu nunca entenderás niña malcriada —dijo molesto su hermano mientras bajaba de la mesada—. Tu corazón frío y cruel jamás sentirá el calor de amar o de ser amado. —¿Y para que rayos quiero el amor? Me conformo con la lujuria y el deseo, esos si son sentimientos que valen la pena vivirlos. El amor es una basura —estaba por irse pero su hermano le dijo algo que la hizo enfurecer. —¿Y que hay de Jan? ¿Acaso te olvidaste de él o de las cosas que se prometieron? —Erika bajó un poco la cabeza y golpeó el marco de la puerta ocasionando un hueco en esta. Jan los miraba confundido ¿Estaban hablando de él o de otro Jan?. —Él es… fue un caso aparte y tu lo sabes muy bien escoria mal nacida —dio un golpe más haciendo aun más profundo el agujero y salió maldiciendo. Jan solo se quedó observando por donde su ama se había ido y sus dudas seguían intactas, esto lo notó el vampiro mayor por lo que decidió aclarar las cosas para no producir un malentendido. —No te preocupes chico, no nos referíamos a ti sino a… alguien que no es digno de ser hablado por nosotros. En fin, haz tu trabajo —sin más decir, salió por la puerta contraria a la que su hermana había salido. —Que familia rara. *** Continuará...
Capítulo 5 Algunos secretos de los Ionescu... –Auch… –se sobó el lugar del dolor– ¿Por qué lo hiciste? –le preguntó a su agresora luego de recibir un golpe en la cabeza con un pequeño jarrón. –Es que eras la victima más cerca –explicó Erika terminando de bajar las escaleras y apoyándose en el barandal del final–. ¿Aún no terminaste?. –¿Cómo quieres que termine si me mandaste a hacer tus ridiculeces? –refunfuñó limpiando los pedazos de la vasija–. ¿Me odias no? –la miró. –Exacto Moldoveanu, te odio a ti como a todos los demás humanos, son un desperdicio de lugar. –Pero debe haber una razón, ¿Cuál es? –exigió acercándose a ella hasta quedar frente a frente, a pesar de que él le ganara en altura no lograba intimidarla ni un poco. –¿Razón? –él asintió–. Son unas ratas sin corazón –se hizo a un lado y pasó como si nada. –Como si tu no fueras así –dijo para si mismo volviendo a sus quehaceres. Luego de terminar en la sala, subió por las escaleras dirigiéndose a la habitación de la vampiresa para hacer la limpieza rutinaria. Caminó hasta la división de las dos alas de la mansión, miró a la izquierda y sintió gran curiosidad de ir allí a pesar de la prohibición dada por Ivantie. Meditó unos segundos sobre que hacer ¿Adentrarse en ese lugar o no? Podría hacerlo porque después de todo solo le quedaba una semana de vida así que sin pensarlo más se encaminó por las escaleras izquierdas. Ese lugar era aun más lúgubre que en la zona de los hermanos, esta a diferencia de la de la derecha, tenía solamente dos puertas inmensas en dimensiones. Caminó hasta la primera y vio en la esta dos letras forjadas “VM”. Siguió hasta la segunda pero esta estaba entreabierta por lo que observó en la ranura llevándose una gran sorpresa. –Una biblioteca… Entró rápidamente y se encerró. No podía encontrar palabras para describir su emoción ante lo que sus ojos veían, el solo hecho de tener un libro nuevo lo conmocionaba pero el tener miles como en ese lugar era aun más grande ese sentimiento en él. La biblioteca constaba de una mesa central acompañada de sillas a su alrededor, una ventana plegadiza entre medio de los grandes estantes, se acercó a uno de ellos y tomó un libro al azar, leyó la tapa para luego soltarlo de inmediato por la impresión causada a causa del título, “Las mejores maneras de matar a un humano”, ¿Tan malvados eran para tener algo así?. Se arrodilló para levantarlo hasta que una voz hizo soltar nuevamente el objeto. –¿Qué haces aquí? –preguntó con cierto enfado y asombro. Jan levantó la mirada encontrándose con los ojos violetas de Ivantie observándolo–. Te exijo que me respondas chico. –Lo siento. –Yo no quiero unas disculpas, ¿Por qué rayos viniste a esta ala de la mansión sabiendo que te prohibí hacerlo? –comenzó a acercarse a él hasta quedarse a un paso–. Responde Jan. –Lo siento, ¿Si? –dijo exaltado–. Tuve curiosidad por saber que rayos habría aquí como para no subir pero veo que solo exageraste las cosas, esta una habitación que supongo debe ser de alguna persona por las letras forjadas en ella y esta biblioteca ¿Acaso hay algo de malo?. –Eres un problema chico, eres un problema… –se sentó en una de las sillas– Siéntate que quiero hablar seriamente contigo. –Pero… –Hazlo ya –a pesar de que no gritara se notaba que estaba muy molesto. –Esta bien –accedió a la orden–. ¿De qué?. –¿Te gustan los libros cierto? –el vampiro entrelazó sus dedos y apoyó su mentón en ellos luego de flexionar sus codos sobre la mesa. –Siéndote sincero, si, me fascinan porque es como si entraras en cada uno de ellos, aprendes cosas que te sirven para toda la vida e incluso… –pero antes de seguir observó a Ivantie que se cubría la boca para evitar reír– ¿Qué te es gracioso? –refunfuñó levantando la voz. –Shhh… no hables tan fuerte chico –ordenó haciendo un ademán de manos. –¿Por qué no?. –Es que… –bufó– Aquí, como ya te había dicho –masculló mirándolo severamente– no puede entrar nadie sin autorización de nuestros padres, ni siquiera Erika o yo. –¿Y entonces por qué te enojas conmigo si tú también estás rompiendo las reglas? –recriminó–. Estás siendo hipócrita. –Pero es diferente, yo soy un vampiro e hijo de los dueños mientras que tú eres un simple humano y sirviente de mi hermana –contraatacó son una sonrisa triunfante en los labios–. Pero saliendo de esto ¿Qué es lo que viste de aquí?. –Nada, estaba por leer cualquier cosa pero por lo visto solo son tontos libros de vampiros –respondió cruzado de brazos. Jan en el corto tiempo que llevaba en esa casa había formado un lazo de amistad con Ivantie a pesar de la diferencia entre razas–. No creo que sean importantes para nada. –¿Por qué crees que no sirven para nada? –volvió a cuestionar enarcando una ceja–. Si realmente supieras toda la información valiosa que poseen te sorprenderías. –¿Información valiosa? –se levantó y recogió el libro que había tirado cuando su amigo lo descubrió in fraganti–, ¿“Las mejores maneras de matar a un humano”?, ¿Acaso no tienen uno que diga “Como cocinar a un humano”? –ironizó mientras se volvía a sentar–, ¿A eso consideras importante?. –Ese libro es de Erika, de seguro mis padres se lo debieron de haber quitado y guardado aquí. Cuando me refiero a información valiosa es sobre nuestros antepasados y el uso de nuestra sangre, si supieras todo te quedarías boquiabierto. –Dime un ejemplo –pidió tratando de no parecer interesado pero la curiosidad lo carcomía por dentro porque o sea ¿Quién no quisiera saber sobre porque su sangre en vez de ser roja era de colores?. –Esto nunca se lo he dicho a nadie pero como morirás no se lo podrás decir a nadie –Jan simplemente exhaló frustrado–. El clan “Dominius Excelsus”, que es uno de los cinco Dominius existentes en el mundo entero, nació con una anomalía en nuestro cuerpo por lo que tenemos grandes excesos de sangre que, según nuestras emociones o situaciones, reacciona con un color especifico ¿Te explico cada uno? –preguntó animado. Sin duda alguna Jan era un gran amigo para Ivantie por lo que este último le tomó aprecio. El chico humano sin dudar dos veces asintió–. Bien, hay un motón de tipos pero te diré las principales, el primero es el celeste, este puede devolver la vida a algo inerte o apunto de morir. El segundo es el violeta, con ese puedes paralizar a tu víctima con suma facilidad. El tercero es el amarillo, el cual puede sanar heridas o trastornos internos en milésimas de segundos. Y el cuarto es el verde, aquel que se puede usar para incrementar algún tipo de sentido en alguien. En fin… –dio un suspiro y luego se levantó– esos son todos los más importantes –iba a abrir la puerta para irse pero la siguiente pregunta de Jan hizo que se tensara. –¿Y la sangre negra?, ¿Qué hay de ella?. –¿Quién te dijo sobre eso? –inquirió volviendo hasta él penetrándolo con la mirada–. Ese tipo de sangre es conocida únicamente por mis padres ya que ellos son los que pueden usarla debido al alto poder que poseen, ni siquiera Erika o yo la controlamos aún como a los demás tipos. –¿Eh? –dijo extrañado–, pero Erika si sabe usarla. –¿De qué hablas? –se acercó más al chico humano causando escalofrío en este último ya que esa mirada no era nada tranquilizadora–, mis padres son los únicos que poseen el “Gran libro de los Dominius” en donde dice como poder manejar este tipo de sangre ya que es de la clasificación más peligrosa de todas ¿Estás seguro de que Erika sabe usarla?. –Es verdad Ivantie, te lo digo porque la primera vez que me encontré con ella en el museo quiso matarme con su sangre negra –explicó retrocediendo unos pasos–. ¿Además por qué te mentiría?. No gano nada con hacerlo. –Esa desgraciada, como la odio –masculló dando un pisotón. No podía creerlo, él que era el hijo primogénito y el glorioso regalo de la familia Ionescu únicamente sabía los efectos de ese tipo de sangre pero sus padres aún no lo dejaban aprenderla, en cambio su hermana que era seis años menor ya sabía hasta usarla, todo eso era injusto–. Ahora si me va a conocer esa maldita. Cruzaron un par de miradas más y luego decidieron irse. Acomodaron las sillas pero al intentar salir sintieron unos pasos que se dirigían hacia ellos, ambos se congelaron inmediatamente porque si veían a Ivantie lo acusarían con sus padres y eso no era muy bueno para él mientras que con Jan, si Erika se enteraba lo haría hacer más ridiculeces de las que ya hacía. El vampiro lo tomó del brazo y se escondieron tras la puerta, por la cual segundos después entró una figura con sumo cuidado de no hacer demasiado ruido, la cerró silenciosamente sin percatarse aún de los chicos. Ivantie al ver quien era no dudó en recriminarle las cosas. –¿Qué rayos haces aquí? –ante la pregunta ella se exaltó un poco pero luego se dio la vuelta gruñendo no sólo por la presencia de su hermano sino por la de su sirviente. –Yo soy la que te tendría que preguntar eso –replicó mirándolo con odio al igual que a Jan– y tú, rata inmunda prepárate, espero que no hayas visto nada de lo que no te incumba, este lugar solo lo deben ver los Ionescu –volvió su mirada a su hermano–. ¿Qué crees que digan nuestros padres cuando sepan que estuviste aquí querido Ivantie?. –Lo mismo te digo Erika, este lugar esta terminalmente prohibido para los dos –remarcó la última palabra. –¿Y?, según las sirvientas yo estoy en mi habitación pero de ti nadie sabe nada –respondió triunfante y luego salió de allí. –Maldita –bufó molesto el vampiro. *** Continuará...
Kelly, hola!!! Me agrada que cada día te vaya gustando la historia, eso me da más gansa de seguir subiéndola. Lo haría más seguido pero como también la publico en otra página, sin mencionar que este año me dan más pruebas en el colegio, se me hace un poco pesado-.- Pero de todas formas me haré un tiempo para continuarla:) Cuando actualice un nuevo capítulo te lo haré saber... Saludos y gracias por comentar:D Te cuidas...
Capítulo 6 Visitas indeseadas... Lunes por la noche. Jan se encontraba en la sala limpiando tranquilo cuando su ama bajó de las escaleras peor que nunca. —Buenas noches ama —saludó amablemente el chico pero ella solo le gruñó y pasó de largo hacia los pasillos que llevaban a quien sabe donde—. Otra rareza más… —suspiró y siguió con lo suyo. Pasaron las horas y solo faltaban diez para las doce, Ivantie bajó las escaleras arreglándose en el proceso, estaba de malas, no tanto como su hermana pero lo estaba. Al terminar de bajar pasó de largo sin saludar a Jan, quien realmente se preguntó que es lo que ocurría, todas las veces que lo veía lo saludaba mientras que Erika la llamaba rata inmunda o alguno de sus sinónimos pero ahora nada de parte de ninguno. —Hey Stela —susurró al verla venir—, Stela —llamó con un tono un poco más alto. — ¿Qué pasa Jan? —le preguntó de la misma forma y haciéndose que limpiaba el mismo lugar que él. — ¿Por qué los hermanos Ionescu están de malas?. —Es que hoy regresan los dueños y señores de la mansión, es decir sus padres. Bueno, luego te veo Jan, tengo que hacer mis quehaceres —y se despidió con una sonrisa. — ¿Sus padres? —se preguntó a si mismo—. Bueno, supongo que me quedaré en mi habitación o algo. . —Ashhh… los odio —gruñó Erika golpeando la pared que tenía a su alcance— Realmente no sé cómo ese maldito de Vladimir no se murió con la bebida envenenada que le envié de regalo. —Te apoyo, no se que demonios tienen esos viejos en la cabeza como para no avisarnos con tiempo que los hijos de Craciun vendrían hoy —exclamó molesto Ivantie mientras golpeaba con el pie otra pared—. Yo le mandé a la zorra de Teofila agua bendita en una colonia pero por lo visto no le sucedió nada. — ¿Agua bendita? —repitió divertida—, se nota que eres un estúpido que no sabe nada de nada. Recuerda que los Craciun son “Dominius Recreaciun”, por lo cual si el agua bendita toca sus cuerpos solamente se harán más fuertes —explicó apoyándose sobre el marco de una de las ventanas de allí. — ¿Y tú cómo lo sabes?. —Simple, cuando quiero deshacerme de alguien averiguó sobre él para encontrar su punto débil y así asesinarlo —respondió sonriendo macabramente. . Jan seguía limpiando cuando escuchó el timbre de la puerta principal sonar pero el mayordomo no estaba, el sonido cada vez era más seguido y ya no lo soportaba, sabía que ese no era su trabajo pero ya era irritante por lo que fue a abrir. Afuera se encontraban seis personas, cuatro eran mayores mientras que los restantes no superaban los veinticinco años de edad, ellos solo pasaron dándole al chico sus abrigos. — ¿Dónde están Ivantie y Erika? —preguntó uno de los hombres, tenía la piel pálida que resaltaba con sus cabellos negros y ojos violetas—. Responde niño —exigió molesto ante la ausencia de una respuesta. —Eh… Perdone señor… —ni siquiera sabía quien era pero por alguna razón le recordaba a alguien. —Vasile Ionescu —se presentó mirándolo de arriba a abajo—, ¿Y tú quién eres?, ¿Cuál es tu nombre?. —Mi nombre es… —y antes de poder continuar llegó Erika junto con su hermano. —Es mi sirviente padre —¿Padre?. Ahora recién caía en todo eso, si se ponía a pensar en los días que estuvo en la mansión nunca vio a los padres de su ama. Miró a Ivantie y se dio cuenta de que él se parecía a ese hombre. — ¿Sirviente? —repitió una mujer que estaba tomada del brazo del mayor de los Ionescu, era rubia con los ojos azules. Jan la miró a ella y a su ama, eran iguales. —Si madre, por razones inesperadas —masculló mirando de reojo a su hermano— mi anterior sirviente murió y por eso me conseguí uno nuevo. —Ah… —exclamaron indiferentes ambos padres. —Buenas tardes, señores Craciun —saludó amablemente haciendo una reverencia—. Creo que debemos ir a la sala —propuso el primogénito de la familia Ionescu mientras señalaba el lugar indicado. Sabía que si sus padres hacían más preguntas de las debidas todo se pondría feo, bueno, si es que el hecho de tener visitas indeseadas como la familia Craciun no lo era. —Es lo mejor —asintieron los cuatro mayores para luego dirigirse junto con los demás. Los dos adolescentes que acompañaban a los vampiros patriarcas los siguieron por detrás. Jan los miró detalladamente, ambos parecían ser hermanos por el parecido, sobre todo por su cabello rojo como la sangre, solo los diferenciaba el color de ojos. La chica debía tener casi la misma edad que Ivantie, sus ojos eran amarillos como el sol pero con más intensidad mientras que el chico tendría la misma edad que Erika y él mismo, sus ojos en cambio eran de un color negro como el carbón, aunque ese mineral carecía de maldad como lo reflejaba aquel vampiro. —Moldoveanu —llamó Erika, se notaba en su voz que lo menos que estaba era tranquila—, ven aquí. Caminó nervioso, nunca antes había estado en presencia de tantos vampiros como esa noche. Al llegar sintió como todas las miradas estaban puestas en él y Stela, quien se encontraba parada a unos pasos suyos. — ¿Qué desea, ama? —preguntó cordialmente. —Ve a la bodega de bebidas y trae una botella de Chateau Lafite y otra de Chateau d’Yquem, ambas de 1787 —ordenó con la mirada fija y con un tono de superioridad. —Eh… —no tenía ni idea de que hablaba y mucho menos de dónde era esa dizque bodega— Yo… —Yo lo acompañaré si no es molestia —se ofreció Stela sabiendo la situación en que se encontraba su compañero. —Esta bien —respondió la menor de los Ionescu. Stela comenzó a caminar seguida por Jan pero sin querer tropezó cayendo. Todos los presentes rieron por lo ocurrido, menos Ivantie y Moldoveanu, quien se acercó rápido para ayudarla. —Se nota que no tiene gracia —comentó entre risas la vampiresa menor del clan Craciun. —Eso es cierto, Teofila —apoyó su hermano mirando a la sirvienta—. ¿De dónde se consiguen a sus sirvientes? —preguntó a los otros dos hermanos—, un tonto que ni siquiera debe saber donde esta parado y una inútil que tiene dos pies izquierdos, ambos son un malgasto de espacio —añadió con desdén. —Es lo que hay, Vladimir, es lo que hay —dijo Erika con indiferencia. Jan miró a todos con desprecio, ¿Tan malos eran como para burlarse de alguien de esa forma?. Ivantie miraba a los de su raza molesto, sobre todo a Teofila, hasta parecía que quería abalanzarse sobre ella y matarla allí mismo. Cuando Stela ya estuvo en pie siguió su camino con la cabeza gacha. — ¿Y cómo han estado, chicos? —preguntó el señor Stefan, el alfa de la familia Craciun, un hombre que se conservaba a pesar de sus miles de años viviendo—, ¿Qué hicieron en la ausencia de sus padres?. —Casi nada, señor Stefan —contestó Erika con una sonrisa cínica—. Todo normal como siempre, ¿Y ustedes dos, señores Craciun?, ¿Han estado bien?. —Claro que si querida, nuestro viaje a Sudamérica a sido uno de los mejores —dijo fanfarroneando la señora Diana Craciun, una mujer totalmente vanidosa y arrogante que sobrepasaba a Erika, lo cual hacía enojar a la adolescente. —Nos alegra mucho —añadió Ivantie con la misma sonrisa que su hermana, prefería hacer él mismo sus quehaceres antes que tener que aguantar a ese clan, sobre todo si ellos solo venían para hablar de… — ¿Cuándo serán los matrimonios? —preguntó Diana—. Quiero saberlo para ir organizando todo. —Junto con mi esposa decidimos que el de Erika será dentro de ocho meses y el de Ivantie dentro de nueve —contestó el señor Vasile—. Sé que es mucho tiempo pero es lo mejor, ¿No lo creen?. —No, esta bien —respondió el otro alfa. Luego de que los sirvientes llegaran y sirvieran las bebidas, se retiraron. Erika junto con Ivantie contaban impacientes los minutos para que todos, incluyendo a sus padres, se fueran de la mansión y ellos pudieran dejar de hablar de sus odiosos casamientos. . . El vampiro primogénito de la familia Ionescu caminaba por los pasillos en busca de su amada sirvienta, se sentía totalmente mal por como había sido tratada por la odiosa de su prometida. Siguió por los diferentes caminos hasta que la encontró. —Stela… —pronunció al verla cerca de la ventana y con unos pasos cortó la distancia entre ambos. — ¿Necesita algo, joven Ionescu? —preguntó servicialmente bajando la mirada para que su amo no viera sus lágrimas recientes. Ivantie notó aquellas gotas cristalinas que se deslizaban por su rostro, no lo pensó dos veces y la abrazó, Stela quería deshacerse de esa muestra de afecto porque se sentía inferior por las palabras de la vampiresa visitante pero como él era más fuerte no la dejó. Estuvieron por un rato de este modo hasta que rompieron el silencio. —Perdóneme, joven Ionescu, sé que no tengo mucha gracia pero… —Ivantie al recordar porque ella le decía eso solo la abrazó más fuerte. —No digas esas cosas, Stela, tú sabes que yo te amo como eres, a ti no te tiene que importar lo que digan los demás. Yo te amaré pese a todo lo que nos quiera separar —aseguró dándole un beso en la frente a su amada. Odiaba verla de esta manera pero aún no podía hacer nada, debía de esperar a la boda de Erika para poner en marcha su plan de felicidad. Toda esta escena era observada por la misma Erika, el solo ver ese amor prohibido le hacía recordar cosas que eran punzadas tras punzadas en su corazón pero eso era su pasado, un pasado que debía olvidar si quería tener el gran futuro que le deparaba su destino. Caminó por los pasillos dirigiéndose a su habitación para descansar, por suerte sus padres solo habían venido para invitar a los Craciun y luego irse por otro largo plazo de semanas que ni siquiera ellos sabían cuanto duraría. Realmente no podía entender como los cuatro se llamaban familia, ella misma odiaba a cada integrante pero en distintos grados, Ivantie estaba en el rango más bajo ya que a pesar de no poder aguantarlo era quien más la apoyaba en sus travesuras. Su madre estaba en el medio, por ella no sentía nada más que agradecimiento por haberla cuidado en sus primeros años de vida pero su padre, este se encontraba en el rango más alto, lo despreciaba, lo odiaba, lo aborrecía, ese respeto que tenía por él desapareció cuando le dio la espalda a ella y a alguien que también merecía respeto pero por su arrogancia causó la muerte de esa pobre alma sin culpa alguna. Al terminar de subir las escaleras vio a Jan sentado con una fotografía en sus manos, estaba tan concentrado en observarla que no notó cuando ella se colocó enfrente de él con una pose de superioridad. — ¿Qué haces, estúpido? —inquirió arrebatándole la imagen de las manos y mirándola—, ¿Quién es? —era una chica de cabellos negros con ojos marrones—. Tiene cara de estúpida, pero bueno… todos los humanos lo son. — ¡Cállate! —espetó quitándole la fotografía—, Kathryn no es estúpida. — ¿Kathryn? —pensó por unos momentos— ¿Puro, no?. — ¿“Puro”? —repitió—, ¿Por qué “puro”? —Erika simplemente bufó rodando los ojos por la ignorancia del chico. —Kathryn significa puro —explicó con obviedad haciendo un ademán de manos—. Supongo que esa humana debe ser una santa pero regresando a ti, si que eres inculto… pero bueno… muy pronto morirás así que eso no importa mucho —sonrió arrogantemente y se fue en dirección a su habitación. —Maldita —bufó molesto. Erika no tenía derecho de opinar algo así de su mejor amiga, Kathryn era realmente buena y no permitiría que nadie hablara mal de ella. Ivantie que también se encaminaba a su recamara lo vio, se acercó a él para sentarse a su lado. — ¿Qué ves? —le preguntó amablemente. Jan le extendió la foto con gusto, él se la pidió de buena manera así que no tenía razón alguna para no dársela—. ¿Es tu novia? —esta pregunta hizo sonrojar al chico y causó risa en el vampiro—, ¿Lo es? —continuó con su interrogación. —No, es mi mejor amiga —respondió tomando de regreso la imagen—, se llama Kathryn. —Ah… es decir… —pero antes de poder continuar, Jan se le adelantó molesto. —Puro —contestó cortante. — ¿Eh? —lo miró sorprendido—. No iba a decir eso. Es verdad que tiene ese significado pero me iba a referir que era tu amiga nada más, solo eso. —Ah… perdón por molestarme pero es que Erika ya me saca de mis casillas por completo, ¿Cómo la puedes aguantar?, es tan grosera, arrogante, insensible y maleducada, jamás conocí a alguien así —dijo recordando cada una de las veces que lo trataba mal. —Fácil, la ignoro o simplemente la chantajeo con algunos secretos sucios que tiene —explicó gustoso con cada una de sus palabras—, si supieras como es realmente tu ama y las cosas que oculta… —añadió causando curiosidad en el chico— Pero me está prohibido decírtelos. —Igual… todo lo que venga de ella no me importa mucho… Oye… —llamó con una duda que no paraba de rondar en su cabeza— ¿Quiénes eran esos vampiros que vinieron hoy? —Ivantie al escuchar la pregunta solo bufó rodando los ojos. —El hombre de cabello negro con ojos violetas es mi padre, mientras que la mujer que permanecía a su lado en todo momento es mi madre, Vasile y Mirela Ionescu, es la primera vez que los ves porque ellos no pasan aquí ya que prefieren estar en sus viajes exóticos antes que con nosotros, lo cual nos da lo mismo. La otra pareja de vampiros adultos era Stefan y Diana Craciun, los supuestos amigos de mis padres. Y por último, pero no carentes de maldad, sus hijos Vladimir y Teofila. Los últimos cuatro en un par de meses formarán parte de nuestra “familia” —masculló molesto. — ¿“Familia”? —repitió confundido y sorprendido—, ¿Acaso… —Si —respondió exasperado—, los malditos de nuestros padres nos comprometieron con sus hijos para supuestamente “mejorar” la raza vampírica pero es solo para tener más poder ya que al unir nuestros dos clanes Dominius podremos gobernar a los demás con el fruto de los vientres de Erika y Teofila. Algo realmente antiguo para este siglo porque o sea… ¿Qué mentes podridas pueden pensar algo así?. No niego que esta bueno tener poder pero no el hecho de poner en juego nuestros futuros, aunque el de mi hermana es el mismo estando al lado de Vladimir o no. —Hey… Pero yo que me acuerde en los mitos vampíricos, las vampiresas no pueden quedar embarazadas, solo los del sexo masculino podían embarazar a una humana. —Eso es muy difícil de explicar chico pero te haré un simple resumen. Las vampiresas de los cinco clanes Dominius pueden concebir a un hijo, sea tanto humano o vampiro el padre, pero dependiendo de la raza de este último será el bebe aunque hay excepciones. La gestación será de pocos meses a comparación de un embarazo normal entre la raza humana, ¿Entendiste? —giró a verlo. —Ah… si —asintió, realmente no le importaba lo que le sucedieran a ellos. Iba a levantarse para dirigirse a su dormitorio pero recordó algo que lo dejó mal—. ¿Y Stela?, ¿No era que la amabas?. —Amar y comprometerse no es lo mismo, Jan —aclaró serio—. Yo amo profundamente a Stela, y a pesar de que me debo casar con Teofila, no quiere decir que deje ese sentimiento por ella. — ¿Es decir que te casarás de todas formas?. —Yo no dije que lo haría, es mi deber hacerlo pero no por ello tengo que cumplirlo –—explicó mientras se levantaba—. Solamente Stela va a ser mi futura esposa y si es necesario derramar sangre para conseguir ese objetivo la habrá. No me importa a quien deba matar pero nadie me va a separar de la persona a la que amo —y sin más que decir desapareció por el pasillo. *** Continuará...
Escribes muy bien y me tienes enganchada (te juro que a mi las historias de vampiros ni me llaman la atención asi que eso en mí es un logro). casarse por ocnveniencia?? Hasta hoy en día existen este tipo de relaciones, aiss, adonde vamos a ir a parar! Un beso.
Kelly!!! Gracias por otro de tus comentarios:) A partir de los siguientes capítulos habrá más intrigas en cuanto al pasado de Erika como también nuevos aspectos en su vida n_n Ya lo leerás y espero que te guste:D Hasta la próxima amiga:) Saludos y te cuidas...
Hola Lucia silva!!! Gracias por comentar:) En serio te gusta la historia? Eso me alegra mucho, de veras:D Lo de casarse por conveniencia es algo realmente molesto para los pobres adolescentes que deben pasar por eso u__u Y aquí será un caos para los hermanos Ionescu, sobre todo para Ivantie que ya tiene a su amada. Amo a ese vampiro*.* Hasta la próxima:) Saludos y te cuidas...
Capítulo 7 Por lo visto si tiene corazón... o mejor dicho, uno no tan negro... —¿En serio? —inquirió Jan a su amiga—. ¿Cuántos?. —Mmm… —se quedó pensativa por unos momentos— Casi todos. —¿Y alguno lo logró?. —Ninguno, todos fueron asesinados en el intento por ella —terminó de relatar Stela los trágicos finales de sus antiguos compañeros, todos murieron debido a sus inútiles intentos de huir de la mansión Ionescu pero ninguno fue más listo que la propia Erika, quien sin pensarlo dos veces los aniquiló a cada uno con sus colmillos o sangre—. ¿Tú lo intentarás?. —No sé… —vaciló por unos momentos— Prefiero vivir mis últimos tres días antes que morir tan rápido. —Me gusta como piensas, Moldoveanu —comentó la vampiresa bajando las escaleras con una bolsa en su mano derecha. Ambos sirvientes se sorprendieron debido a la prohibición sobre conversar—. Aunque de todas formas vas a morir rata inmunda —le recordó sabiendo que ese tema le bajaba los ánimos a Jan—. Se nota que les gusta romper las reglas a ambos ¿No? —Stela bajó la cabeza pero su amigo no—. De todas formas eso lo arreglaremos después, toma —le extendió la bolsa al chico. —¿Qué es? —cuestionó receloso. —¿Acaso no tienes ojos?, mira —respondió cortante. Jan abrió y vio que esta contenía una remera blanca, un par de jeans oscuros junto con unas zapatillas negras. —¿Y esto es para…? —volvió a preguntar con más recelo aún, no debía ser para algo bueno ya que nada lo era si venía de ella. —Deja esa actitud infantil y cámbiate —ordenó gruñendo—, me vas a acompañar a hacer mis compras diarias, la inútil que lo hacía se asesinó, que desperdicio realmente… que desperdicio de sangre —Jan simplemente bufó para luego obedecerla, ya no pondría más objeción ante sus dictamines y comentarios. . . “Esto es horrible, esto es horrible” se repetía mentalmente mientras caminaba por la calle junto con la vampiresa. Las miradas de los demás sólo estaban puestas en ella y por ende en él, aunque la razón era muy obvia ¿Quién no miraría a alguien como Erika? A ese cabello rubio que bailaba al compás del viento por la noche, a esos ojos azules como zafiros brillantes y a aquel cuerpo que carecía de alguna pequeña imperfección, simplemente una chica que llamaba la atención desde cualquier punto de vista. Siguieron caminando hasta llegar a un colosal centro comercial muy popular de allí, al entrar sucedió lo mismo que en la calle, todas las miradas recaían en ambos. —Solo te digo algo, Moldoveanu —lo miró de reojo—, intentas escapar y te mato enfrente de todos los presentes —él asintió— Bien, ahora vamos al primer piso, sección de damas. A pesar de ser de noche, todo el lugar estaba lleno de personas, lo cual lo incomodó porque las miradas no se iban por lo que decidió tener la vista gacha todo el tiempo. Tan concentrado estaba en sus pensamientos que no notó que había entrado en un local de ropa interior de chicas, tuvo que recibir un golpe en la cabeza por parte de su ama para reaccionar. —Hey, duele —se sobó el lugar donde el dolor comenzaba a sentirse—, ¿Por qué lo hiciste?. —Deja de tildarte, estúpido, ¿Acaso no ves dónde estas? —Jan miró a su alrededor encontrándose con las miradas de todas las féminas de allí y por consiguiente se sonrojó. Volvió su mirada a Erika pero fue peor, ella tenía el escote de su camisa muy profundo dejando ver casi todo su pecho causando aun más ese color carmín en sus mejillas—. No sabía que fueras un pervertido —se hizo la víctima haciendo que él obtuviera miradas reprobatorias de las personas a su alrededor. —No soy un pervertido —espetó mirando a otro lado—. Te esperaré afuera —dijo antes de salir. . “¿Cuándo terminará esta hastiosa tortura?” se preguntaba luego de dos espantosas horas en el centro comercial. Esa noche fue una de las peores que tuvo en su vida, obtuvo golpes, bofetadas, incluso patadas de una niña, todo por culpa de su “querida” ama que creaba situaciones en las cuales él terminaba como un pervertido o un loco. En la última tienda, Jan se quedó apoyado en el barandal del segundo piso que dejaba ver la planta baja desde allí mientras esperaba a que Erika terminara de pagar lo que había elegido. Seguía mirando a su alrededor hasta que se topó con una expendedora de bebidas, revisó su bolsillo y encontró unos billetes, se acercó hasta la máquina obteniendo segundos después su tan ansiada bebida ya que el acompañar a la vampiresa por todo el lugar era agotador. Regresó de nuevo hasta su posición anterior viendo que la chica salía del local pero justo cuando estaba a un metro vio que un pequeño chocó contra ella haciendo que todas las bolsas cayeran, esto hizo asustar a Jan porque de seguro Erika le haría algo al pobre indefenso. —Lo siento mucho —se disculpó el niño con algunas lágrimas en los ojos. La Ionescu se puso en cuclillas frente a éste y sonrió. —No te preocupes, pequeño —acomodó un mechón de su cabello rubio—, yo estoy bien, ¿Y tú?, ¿Tienes alguna herida?. —Me duele mi rodilla —apuntó hacia el lugar indicándole un moretón que estaba sangrando. Erika solo sonrió nuevamente para luego hacer un pequeño corte con sus colmillos en la palma de su mano disimuladamente obteniendo en consecuencia un hilo sangre amarilla, a la cual apoyó levemente en la rodilla para no causar dolor en el niño, y así poco a poco la piel herida se fue regenerando hasta no dejar secuela alguna—. Ya no me duele —repuso con gran asombro ante lo ocurrido. —Me alegra —contestó ayudándolo a levantarse y sacudiéndole el polvo de la ropa que se había impregnado—. Mi cura queda en secreto ¿Si? —guiñó un ojo en señal de complicidad obteniendo una respuesta afirmativa y un leve sonrojo por parte de este—. ¿Y donde están tus padres pequeño?. —Me perdí —informó ocasionando que sus lágrimas volvieran a salir—. Quiero estar con ellos. —No te preocupes —lo calmó alzándolo entre sus brazos y dándole un beso en su frente—, te ayudaré a encontrarlos. —Muchas gracias —respondió apoyándose en su hombro. —Vámonos Moldoveanu – ordenó comenzando a caminar. Jan en todo ese tiempo se había quedado inmóvil observando cada acción de Erika, podía pasar de ser un ser repulsivo a uno totalmente diferente—. ¡Moldoveanu! —repitió ante la ausencia de algún movimiento del aludido. —Ahora voy —tomó las bolsas de su ama y la siguió por detrás. . Tras preguntas y una extensa búsqueda encontraron a los padres en cuestión, los cuales agradecieron a los dos jóvenes, sobre todo a la chica. Erika a pesar de sentir el aroma de ellos desde un comienzo, prefirió dar vueltas junto con el niño y su sirviente para no ponerse en tanta evidencia acerca de su raza ante el menor. —Adiós señorita —dijo el pequeño despidiéndose eufóricamente con su mano mientras se iba alejando junto con sus padres. —Adiós —correspondió esa despedida de igual forma pero con un leve movimiento. Luego de que la familia se perdió entre la multitud de personas la sonrisa dibujada en su rostro desapareció dejando a cambio una expresión amarga como la que siempre llevaba—. Hora de regresar rata inmunda, fue una salida agotadora —dio unos pasos pero fue detenida por la mano de su sirviente—. ¿Qué te pasa?. —¿Por qué lo hiciste? —cuestionó un tanto asombrado como curioso—, ¿Por qué trataste a ese niño de una forma distinta a como tratas a los demás?. —Eso no te incumbe —se soltó del agarre y caminó hacia la salida dejando al chico con muchas dudas rondando en su cabeza. “Para todo hay una razón” se dijo Erika a si misma. Eso era verdad. Admitía que odiaba a todos los de la raza humana porque eran lo peor que podía existir en el mundo, en sus corazones solo había odio y codicia que poco a poco iban destruyendo su alrededor, sobre todo a los niños, seres inocentes y frágiles que necesitaban de apoyo. Ella sentía un profundo afecto por todos los pequeños, al verlos no sentía ese sentimiento amargo sino que era todo lo contrario, adoraba verlos reír, jugar y lo que fuese que hicieran, eran los únicos que la hacían sonreír. —Sandu… —murmuró el nombre de alguien a quien jamás podría olvidar. Unas lágrimas recorrieron sus mejillas pero instantáneamente las secó. . . —¡¿Qué?! —chilló desgarradoramente haciendo resonar su voz por toda la mansión—, ¡¿Quién fue el maldito responsable?!. —Ni idea pero ya están enterados y si llega a haber una muerte más de cualquier empleado o persona en la ciudad debido a tus travesuras sangrientas ya sabes las consecuencias que nos impondrán, sobre todo a ti porque eso influenciará en tu destino —sin duda Ivantie disfrutó ver el rostro de estupefacción de su ególatra hermana ante la noticia, sus padres se habían enterado de su diversión sangrienta de cada mes y, a pesar de que odiaban a los humanos, no permitirían que sus hijos hicieran lo que se les plazca la gana en su ausencia. Mucho menos a la futura vampiresa del clan que debía llevar sus días correctos antes de la coronación. —¿Ahora qué haré? —se preguntó en voz alta mientras se arrodillaba dramáticamente con las manos agarrando su cabeza –, necesito ver sangre. —Entonces ve a un matadero y verás toda la cantidad que quieras —rió ante la mirada molesta que ella le propinaba—. Hey… Entonces si ya no podemos matar a nuestros sirvientes eso quiere decir que… —pero antes de continuar Erika se levantó y lo interrumpió. —Ni lo digas —masculló—. Yo no puedo… yo no puedo… —las palabras parecían no poder salirse de su boca. —…Jan será tu sirviente hasta que se muera —terminó de decir obteniendo un gruñido de su hermana—, en forma natural claro esta —añadió rápidamente. —Eso ni lo sueñes, el estúpido de Moldoveanu muere por las buenas o por las malas —sentenció antes de irse a su habitación maldiciendo como le era costumbre. —Jajaja… pobre de mi hermanita —ironizó mientras se sentaba en el sillón de la sala. Se puso a pensar en como darle la noticia a su amada Stela pero vio a Jan aparecer así que prefirió decírselo porque si debía esperar a que Erika lo hiciera de seguro nunca sucedería—. Oye chico —este lo miró—, ven y siéntate que tengo que darte una buena noticia. —Lo siento Ivantie pero tu fastidiosa hermana me dio más órdenes que de costumbre, no le hice nada y me tortura, incluso cuando le pregunté que le pasaba me cerró la puerta en la cara. No quiero que me mate así que si quieres, luego de que termine me dices esa noticia —estaba por irse pero el vampiro nuevamente lo llamó. —No seas así, Jan, ven y siéntate que Erika no te hará nunca más nada. —¿A que te refieres? —preguntó curioso acercándose hasta el mayor—, ¿Cómo es eso que no me hará nada nunca más? Acuérdate de la pelea de fin de mes que es unos días. —Eso quedó cancelado hasta nuevo aviso. Nuestros padres se enteraron de esa diversión que teníamos así que nos prohibieron realizarla y por ende debemos quedarnos con nuestros actuales sirvientes hasta que mueran de forma natural —la mandíbula de Jan quería descolocarse de lugar, esa noticia era como una luz en toda esa oscuridad que tenía su vida—. Pero no te emociones tanto chico, como te dije, estarás en esta mansión hasta que te mueras. —Como digas —y sin más se fue con una sonrisa en el rostro. *** Continuará...