Los cimientos de una vida [Sesshômaru&Kagome]

Bien, iniciaré mi vuelta al mundo de los FanFics con una pareja que siempre me ha gustado.

Espero que les guste esta historia, sé que al inicio no parece muy interesante, pero es la secuencia que estoy llevando para darle el enfoque que deseo.

Capítulo 1: Días más, días menos.



Las pequeñas palabras se iban deslizando cómo si fueran diminutas pelotas rodando por el piso.

Muy cortas, muy crueles, y poco inspiradoras para iniciar una mañana linda.

Otro día más…

Pensaba en iniciar todo con su mejor sonrisa, pero en el fondo sabía que no se podía mentir a uno mismo.
Sentía tristeza por la palabra. No le sonaba a esperanza, le sonaba a martirio. Era un extraño sentimiento que
le dolía en el alma. Aún no podía superar que se encontrara sola, su Padre ya no estaba más con ella… No estaba muerto, estaba lejos, algo que le provocaba mayor sufrimiento. Que estuviera lejos por su voluntad sin importarle ella, ni considerar su parte humana que necesitaba cariño a gritos.

El cariño familiar lo era todo para ella, su ferviente deseo de sentir un poco de amor, provocaba que su vida se sumergiera en una esfera oscura, sin ver las maravillas que estaban pobladas en este planeta. Siendo Tokio una ciudad con tantas personas, parecía que sólo la naturaleza poblaba el territorio.

Miró al espejo, y sonrío para sí misma. Trataría de cambiar cómo lo hacía cada día. Pensaba en su Padre y le seguía escribiendo cartas expresándole todo su cariño…

…Ella nunca dejaba de ser expresiva, lo era para cualquier sentimiento suyo. Ira, tristeza, alegría, frustración… una bella cualidad, ya que no le daba paso a la hipocresía. Pasaba de lo triste a lo pequeñamente alegre. Volubilidad en sus sentimientos prevalecían día a día. Kagome era sólo una niña en el alma. Emocionada por pequeñas cosas, que teñían de alegre sus pensamientos a veces demasiado profundos y oscuros.

—No te hagas la sufrida—se dijo así misma mientras peinaba su cabello—hay que hacer lo mejor… aunque
a veces me sienta bi-polar.

Tomó sus libros, metiéndose el bolígrafo en la bolsa de su pantalón. Sólo llevaba libros, un cuaderno, y su bolígrafo para tomar las notas y ver en los libros, algunas cosas que se le olvidaran.

El sonido de sus pasos eran vacíos, no había nadie más que poblara su pequeña casa. Ya era costumbre estar así, sabía que el tener 20 años representaba el acostumbrarse a seguir su camino… sabía que había familias que permanecían unidas, pero ella con sólo su padre que se mantenía alejado, no había algo que pudiera tener cerca. Era horrible no tener algún pariente cercano.

Salió con determinación para un museo, debía tomar apuntes de varias cosas, y relacionarlo con sus conocimientos.

Observó la calle, era algo tarde y ya las personas estaban mayormente ocupas en su trabajo y en la escuela, sin embargo, su mirada distraída en la belleza del cielo y su panorama, dio pie a que chocara con una persona… siendo ella la que permaneció en pie y la otra cayéndose directamente sobre el pavimento.

Continuará...

Gracias a todos los que se tomen un momento para leer.

 

Bueno, aquí les dejó el siguiente capítulo. Espero les guste. Parecerá un poco corto, pero voy haciendo cada vez más largo cómo voy considerando, y espero no tardar en ponerles :3

Capítulo 2: Te he vuelto a ver.

Kagome tardó sólo unos segundos en reaccionar al impacto, sintiendo una gran vergüenza ante su descuido.

—Lo siento—dijo un poco nerviosa, tendiendo su mano ante el joven.

—No te preocupes, no pasó nada—tomó su mano, se levantó sin hacer mucho esfuerzo, ofreciendo una sonrisa que dejó a Kagome aliviada—Sólo fue un accidente, debo admitir que no miraba al camino como debía.

—Yo tampoco—comentó ella, recordando que su destino aún la aguardaba e iba un poco retrasada—debo irme, ¡Qué tengas un lindo día! Hoy, y siempre…—sonrió de manera gentil y siguió por su camino.

Aquél joven de cabello negro la observó con detenimiento, se quedó pasmado en el mismo lugar hasta que ella desapareció de su vista.

Caminaba rápido, constante en su paso veloz para llegar a tiempo. Sabía que si se demoraba mucho, no podría disfrutar el museo en todo su esplendor. A esta hora no había casi nadie, y era cómo tenerlo para ella sola, sin embargo, cuando salían los muchachos de la escuela, era cuando más se llenaba, y casi nada, podía apreciarse como ella deseaba hacerlo.

Al poder contemplar cómo el enorme título del museo estaba a su alcance, se motivó más y llegó a él un poco exhausta pero emocionada. Era bueno tener algo en que distraerse y fuera sano.

—Buenos días—saludó cordialmente a la señorita que atendía la taquilla*, acto seguido, mostró su credencia de estudiante, y la señorita le dio un boleto.

—Aquí tienes—dijo inexpresiva la misma.

—Muchas gracias—contestó Kagome con una leve sonrisa, retirándose de la vista de aquella mujer.

Era increíble que Kagome habiendo visitado ya más de 5 veces el museo, siguiera siendo mirada cómo la primera vez. Las personas a veces sólo tienden a ignorarte cómo el punto pequeño que eres dentro de la inmensidad del Universo. Aún así, esperaba algún día recibir, alguna otra palabra suya, aparte de un “Aquí tienes”. No le molestaba relacionarse con las personas, incluso, llegar a ser amiga de alguien.

Caminó lentamente observando cada detalle del museo, siempre había cosas que se le escapaban de la vista, y podía observar en alguna otra ocasión. Comenzó por la sala del Universo en general, en dónde había muchas cosas muy lindas y fascinantes. Lo que más le gustaba era ver las maravillosas representaciones que hacían de los planetas, y que en verdad, uno se podía sentir cómo en el espacio en espléndida sala.

Se mantuvo leyendo un poco de la información que ahí venía, repasando alguna que no que había quedado del todo claro y otra, que no pudo leer aún. No era fácil ver todo un museo, tenía que hacerlo con dedicación y sobre todo, un gran entusiasmo.

—Hoy has vuelto a venir, es curioso que te encuentre justo cuando vengo—mencionó un hombre acercándose a Kagome, ella salió de su concentración y le miró con sorpresa—No tengo intención de asustarte, es sólo que tras verte frecuentemente, he decido hablarte. Espero no te moleste—finalizó con un tono de voz bastante amigable. Ella sonrió con felicidad y le miró fijamente a los ojos.

—Gracias, es muy bueno saber que quieres hablar conmigo. Me llamo Kagome—respondió tendiendo la mano a lo que él la estrechó. Antes de poder contestarle, ella añadió—Alguna vez me pareció verte, sin embargo… suelo prestar más atención a los objetos.

Aquél joven sonrió con naturalidad. La voz de la chica era tan sincera que le provocó una sensación agradable, La sinceridad de sus palabras eran notorias.

— ¿Cómo te llamas? —se decidió a preguntar Kagome, dejando la mano de la persona que estaba enfrente de ella.

Continuará.

-------- Comentarios.

doncella: Muchas gracias por tu comentario :3 es muy alagador, además que sí, es horrible lo que le sucedió respecto a su padre, pero a la larga, unas cosas son mejores (?) Ok lo superará xD Esperemos (?) Gracias por tu comentario *-*

*Kurayami*: No fue venganza xD No planeaba chocarla así por la calle con Sessh, pero gracias por tu apoyo. :3

 

Aquí les dejo el tercer capítulo, es apenas un poco más largo que los anteriores. Sin embargo, trato de mantenerme constante y no dejar pasar mucho entre cada uno :3 Espero les agrade.

Capítulo 3: Sentimientos.

Sonrió una vez más, y con mayor entusiasmo.

—Inuyasha, un gusto en conocerte—pronunció con suavidad, tratando de brindarle la mayor confianza posible a la chica.

Ella le miraba con curiosidad.

— ¿Qué edad tienes? No pareces mayor que yo, más que por unos años, pueden ser 3… quizás haces muchos corajes. Aunque tus canas son muy lindas—finalizó alegre, aunque al notar la expresión que tenía él en el rostro, sintió una vergüenza tremenda recorriendo cada parte de su cuerpo al notar el comentario que había acabado de hacer.

—Lo lamento…—musitó casi inaudible, aún no podía creer las palabras que había dicho sin pensar.

—No es nada—río el joven viendo la expresión de ella—Sé que es poco común ver un cabello cómo el mío, sin embargo, no lo consideraría canas, nací así
—permaneció mirándola unos momentos. Era cierto que su carácter era fuerte, sin embargo, el comentario de ella no había sido con malicia o afán de
molestarle. En su rostro, podía ver que su sinceridad era la que dominaba en ella.

—Eres muy amable, ¿te gusta venir por aquí seguido? —inquirió la chica ya más relajada. Estaba decidida a hacer una agradable plática con aquél joven.

—Sólo un poco, mi… hermano pasa a diario cerca de aquí. Mi padre desea que le acompañe, pero prefiero permanecer viendo el museo que con él. No
me llevo muy bien que digamos—la naturalidad y fluidez en sus palabras era asombradora para Kagome. No creía que un extraño confiara en ella a primera
vista, y se tomara la libertad de expresarse de ese modo. Kagome no quería pensar mal, sabía que podían estarla engañando con algún motivo malo, sin
embargo, en el fondo de su corazón creía que podía ver bien a una persona. Inuyasha no le parecía falso, era un regalo de la vida.

—Entiendo—pronunció con una mirada de… ¿consuelo? —A mí me gusta ver todo lo que hay aquí, es un lugar dónde aprendo y puedo distraerme. —
tomó su cabello y lo enrolló suavemente. Seguían parados en medio de la sala del museo. Las pequeñas luces provenientes de las estrellas ficticias, hacía que
la vista fuera mágica.

— ¿Tienes algo que hacer? —preguntó Inuyasha con un poco de duda. Había observado que traía unos libros en su mano, pero conservaba la esperanza en
poder conocerla más. Tenía incluso en su mente la idea de ofrecerle su ayuda si tenía tarea, pero el miedo a asustarla innecesariamente le impedía decir
muchas cosas—Te invito al restaurante que está cerca de aquí. Claro, si gustas.

Una situación realmente nueva para la chica.

Estaba entre que no podía decirle que no, por dos buenas razones. No verse grosera, y la más importante, en verdad quería ir.

—Acepto, muchas gracias por tu ofrecimiento—respondió Kagome con una sonrisa y un leve rubor recorriendo sus mejillas. Sabía que tenía que hacer un
trabajo, pero podría volver mañana. Disfrutaba del museo, pero… ¿Qué resultaba una visita al museo que podría hacer otro día, comparada con la
oportunidad de hacer un amigo?

—Bien—los ojos de Inuyasha se iluminaron ante su respuesta. Extendió su mano a la chica, que fue tomada con delicadeza. Esta era suave y cálida.

Kagome se limitó a seguirlo. Él iba unos pocos centímetros delante de ella a pesar de llevarle de la mano. Su corazón palpitó ante la emoción de lo
desconocido, recordó que cuando estaba más pequeña, su mamá la había llevado de la misma manera a un parque. Eran unos grandes recuerdos que tenía
de ella, más que nada, podía verla en su propio reflejo.

Salió del museo acompañada de Inuyasha, ambos cruzaron la calle, y la suave brisa del aire la despeinaba un poco. Sin embargo, era tan refrescante que no pensó en cómo quedaría su cabello.

A unos metros de llegar al restaurante, Kagome miró su entorno, maravillándose una vez más de las maravillas que la rodeaban. Fue entonces, que percibió a lo lejos, un cabello del mismo color que de Inuyasha, y unos ojos ambarinos miraban en la misma dirección en que se encontraban ambos.

La chica sonrió, esperando que este mismo ser la viera. Pensó al instante: “Es su hermano”.

Continuará….

Mil gracias por el apoyo que me brindan y a todos los que leen este FF.