Long-fic de Pokémon - 30 días para enamorarse

Tema en 'Fanfics de Pokémon' iniciado por Fuzz, 15 Septiembre 2025.

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    Fuzz

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    30 días para enamorarse
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    6
     
    Palabras:
    2059


    Capítulo 1: Sin paracaídas



    La tarde comenzaba a deslizarse sobre Ciudad Lumiose, tiñendo las paredes de un suave tono anaranjado. El aire tibio entraba por la ventana, meciendo las cortinas, y en medio de su habitación con decoración minimalista y perfectamente ordenada, Serena sostenía un libro con ambas manos.

    Había crecido. No solo en edad, sino en presencia.

    Serena había dejado atrás el corte corto de su infancia. Su cabello ondeado, largo y brillante, le caía por la espalda con naturalidad. Llevaba puesta una blusa blanca de tela ligera, debajo de un vestido rojo oscuro que le marcaba la cintura. Las botas altas le daban un aire decidido, y sobre el escritorio descansaba su sombrero a juego.

    "Nunca te preguntes qué hubiera pasado… actúa antes de que sea tarde."

    Volvió a leer la frase, subrayada en marcador rosado. Una, dos, tres veces.

    Se mordió el labio inferior.

    Habían pasado años desde aquel día en Kalos. Desde esa despedida en la estación, cuando por fin, reuniendo más valor del que había sentido en toda su vida, se atrevió a besarlo.

    Y él no reaccionó.

    Serena cerró los ojos, la escena apareciendo nítida, como si fuera ayer. Había esperado… no, había soñado que Ash la detendría, que la abrazaría, que le sonreiría de esa forma suya y le pediría quedarse.

    Pero él solo se quedó allí.

    Mirándola.

    Con esa eterna expresión de sorpresa desarmada. Más perdido que un Psyduck en un desfile.

    A veces, Serena se había aferrado a la idea de que simplemente fue el impacto de la sorpresa, que no fue indiferencia sino desconcierto. Que tal vez en su alocado y despistado corazón, Ash también sentía algo, pero no supo cómo decirlo.

    Y nunca lo supo.

    Pasaron los años y la duda siguió ahí, silente, incómoda, hiriendo cada intento de olvido.

    Y ya no podía seguir así.

    Dejó caer el libro sobre la cama, se levantó con un impulso eléctrico y sin pensarlo demasiado, salió de su habitación.

    Bajó las escaleras rápidamente y salió por la puerta. Buscó con la mirada la casa de su vecino y amigo de toda la vida y simplemente abrió la puerta y entró, como siempre lo hacía.

    Fue hasta el salón donde Calem estaba tirado en el sillón, con su teléfono en las manos y cara de aburrimiento existencial. Al escuchar los pasos acelerados, levantó la vista.

    Y en cuanto vio esa expresión en su rostro, lo supo.

    Ah, Serena. Con esa mirada de chica a punto de lanzarse al vacío sin paracaídas.

    —Eh… hola —dijo él, dejando su teléfono sobre la mesa— ¿Todo bien?

    Serena se plantó frente a él, el libro en alto.

    —No puedo quedarme toda mi vida preguntándome “¿y qué hubiera pasado?”, Calem. ¡Ya tenemos diecisiete años!

    Calem arqueó una ceja, mirándola con resignación. Supo de inmediato de qué estaba hablando. O más bien, de quién estaba hablando ¿Cómo no? Si habían hablado de ello millones de veces desde que regresó de ese viaje. Suspiró, como quien sabe exactamente qué esperar.

    —Ajá… —respondió con tono paciente—. ¿Y ahora qué tienes en mente?

    Ella puso el libro frente a ella, como si fuera la respuesta a esa pregunta.

    —Voy a ir a Kanto. Una última vez. Me mentalicé, me decidí… ¡Voy a enamorar a Ash!

    Calem abrió los ojos un poco, como procesando la noticia.

    —¿Así de fácil? ¿Vas a Kanto y listo?

    —Claro que no es fácil —dijo ella, abrazando al libro con esa mirada determinada suya— Pero no tengo nada que perder.

    —Solo la dignidad —añadió Calem con una sonrisa ladeada.

    Serena hizo una mueca, se sonrojó de golpe y le lanzó un cojín que él atrapó con una risita.

    —¡Cállate! ¿Qué sabes tú del amor?

    Calem no respondió de inmediato. Solo la miró con esa mirada suya, tranquila y un poco resignada. Le parecía casi adorable cuando se ponía en ese modo: determinada, impulsiva, con esa luz en los ojos que la hacía verse imparable.

    Suspiró.

    ¿Qué podía decirle?

    Serena era así. Y aunque parte de él quería detenerla de hacer una estupidez, sabía que Serena necesitaba hacer ese viaje. Que necesitaba cerrar esa historia de una vez.

    Aunque eso significara que lo dejaría atrás.

    Otra vez.

    Dejó el teléfono y suspiró largamente, para luego mirarla con una pequeña sonrisa apenas asomándose.

    —Supongo que me toca apoyarte en tu locura, ¿no?

    Los ojos de Serena brillaron.

    —¡Sabía que lo harías!

    Y sin más, giró sobre sus talones y desapareció rumbo a su casa, probablemente para hacer maletas y escribir listas de cosas que no usaría.

    Calem se quedó en el sillón y suspiró. Largo y profundo. Se venía una aventura “de esas”.

    Siempre era así. Serena saltaba al vacío sin mirar, y él… siempre estaba ahí para atajarla.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    Serena subió las escaleras a toda velocidad, entró a su habitación y tiró su bolso sobre la cama. Se sentó junto a ella, empezando a sacar cosas y hacer una montaña absurda de artículos que claramente no necesitaba para un viaje a Pueblo Paleta.

    —Veamos… ropa linda para las citas, repelente por si caminamos al bosque —se dijo a sí misma mientras revisaba—mi perfume favorito, mi gloss de cereza, la pulsera que me dio mamá… ah, ¡mi diario!

    Lo sacó y lo metió con cuidado en un bolsillo lateral del bolso. Luego añadió un pequeño estuche de maquillaje, una mini linterna, un paquete de galletas, cargador y un frasco de pomada para picaduras.

    Por si acaso.

    Y lo más importante de todo. Ese libro.

    Entonces, bajó de nuevo al salón con el bolso a cuestas, casi más grande que ella, y se plantó frente a Calem, que seguía en el sillón, pero ahora de la casa de Serena.

    —¿Olvido algo? —preguntó, enumerando mentalmente—. Tengo todo lo importante, pero no quiero dejar nada.

    Calem alzó la vista, la observó un momento y soltó una pequeña risa.

    —Serena… no sé qué tanto necesitas.

    —¿Pero y si sí? ¿Y si justo pasa algo y no tengo lo que necesito?

    Él negó con la cabeza y se encogió de hombros.

    —Sabía que no me harías caso.

    Serena le guiñó un ojo con una sonrisa traviesa.

    —Ya me conoces.

    Calem se quedó en silencio un segundo. La miró de verdad, como solo él sabía hacerlo, y entonces le habló con una voz más suave.

    —Solo hazme caso en una cosa —dijo, mirándola a los ojos—. Pase lo que pase… no dejes de ser tú.

    Serena sintió un pequeño nudo en la garganta. Le sonrió con ternura.

    Tres bien.

    Él se puso de pie y le dio su sombrero, poniéndoselo en la cabeza de forma amistosa y un poco brusca.

    —Llámame de tanto en tanto. Alguien tiene que ponerte los pies en la tierra.

    Serena rodó los ojos, pero no podía evitar sonreír.

    —Ya verás Calem, dentro de treinta días… —levantó el dedo como haciendo una declaración oficial— ¡Regresaré con mi novio!

    Calem soltó una risita.

    —Tienes una confianza peligrosa, ¿lo sabías?

    —Lo sé —respondió Serena, sujetando la mochila— Pero esta vez voy en serio.

    Calem se quedó en la puerta, mirándola con una mezcla de resignación y cariño.

    Bon voyage, Serena.

    Ella se giró, le guiñó un ojo y levantó la mano en señal de despedida.

    Merci, Calem. Te llamaré.

    Y en el fondo, Calem solo deseó que, pasara lo que pasara, esa sonrisa no se le apagara nunca.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    El motor del avión vibraba suavemente bajo sus pies mientras las nubes se deslizaban lentamente por la ventanilla. Serena ajustó su cinturón, acomodó la mochila a su lado y, con un gesto casi solemne, sacó de su bolso un libro, de tapa rosada brillante y letras cursivas doradas.

    "30 días para enamorarse"

    Lo sostuvo entre sus manos, contemplándolo como si se tratara de un objeto sagrado. Lo había comprado meses atrás, en una librería de Kalos, con la esperanza de que en sus páginas estuviera la solución a su historia de amor que nunca siquiera logró despegar.

    Y ahora, por fin, iba a ponerlo a prueba.

    Sonrió para sí, acariciando la tapa con los dedos antes de guardarlo en el bolsillo interno de su bolso, bien seguro, como si fuera un tesoro.

    Sacó su diario y abrió una nueva página.


    Diario de Serena — Día 0:

    "Este es el comienzo. Oficialmente. No hay vuelta atrás.

    El libro dice que todo es cuestión de estrategia, oportunidad y actitud. Y yo tengo las tres. Hoy empieza mi plan de 30 días. Treinta días para que Ash Ketchum se enamore de mí.

    Tengo la sensación de que va a funcionar. Lo siento en el aire. Lo sé porque me conozco, porque nunca he estado tan decidida a algo. Y porque mi horóscopo de hoy lo dijo claro: ‘El amor está más cerca de lo que imaginas.’

    Así que… ahí voy, Ash. Prepárate."


    Serena cerró el diario con una sonrisa satisfecha. Guardó todo en su bolso y miró por la ventanilla.

    Intentó dormir un poco, pero estaba tan emocionada que le costó un montón. Y como siempre pasa, logró dormirse cuando ya estaba a punto de llegar. Fue la va voz de la azafata la que interrumpió su corto sueño.

    —Pasajeros, estamos próximos a aterrizar en Ciudad Carmín. Favor de asegurarse de que sus cinturones estén abrochados.

    Su estómago se apretó de puro nerviosismo.

    Se acomodó el cabello, se retocó el gloss en los labios y respiró hondo.

    Se imaginó a Ash sorprendido al verla, sonriéndole de esa forma suya. Se imaginó caminando junto a él, conquistando su mundo, haciéndose parte de sus días.

    Lo sentía. Lo sabía.

    Iba a salir bien.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    El calor suave de la tarde envolvía los campos de Pueblo Paleta, y a lo lejos, se escuchaban los cantos de algunos Pidgey revoloteando entre los árboles.

    Ash Ketchum se sostenía de una rama alta. Claramente él no debería estar allí arriba. Se había recuperado hace poco de un esguince y tanto Misty como su mamá le advirtieron que no hiciera tonterías.

    Pero es que esto no era una tontería.

    —Estoy seguro de que ese Pidgey era shiny, Pikachu — le dijo, con la mirada brillando de emoción— Tracey dijo que vio uno por aquí hace dos días. Solo tengo que comprobarlo.

    Pikachu, en el suelo, lo miraba con curiosidad y las orejas alzadas, preparado por si algo raro salía de entre las ramas.

    Todo estaba en silencio, el ambiente pesado de esa calma tensa previa a que Ash hiciera alguna tontería.

    Se sostuvo de otra rama, estirándose.

    —Solo un poquito más…

    Y entonces, escuchó una voz.

    —¡Ash!

    El grito le llegó de golpe y, por poco, pierde el equilibrio. La rama crujió bajo su peso y Pikachu soltó un “¡Pika!” alarmado.

    Ash se sostuvo como pudo, y el supuesto Pidgey shiny salió disparado de entre las hojas… y no era más que un Pidgey común.

    —¿En serio? —bufó— Sólo era uno normal.

    Bajó de un salto, apoyándose en el suelo con una mueca por el tirón en la pierna que todavía tenía que cuidar.

    Cuando Ash bajó del árbol, Serena lo vio de frente por primera vez en años.

    Y se le olvidó cómo respirar.

    No era el niño de diez años que había dejado atrás. Era un joven de 17, más alto, con el cabello revuelto por el viento, sin gorra, vistiendo un hoodie negro que le daba un aire inesperadamente atractivo.

    Pikachu se acercó a ella con alegría, reconociéndola de inmediato.

    —¡Pika-pi!

    Serena se agachó para saludarlo, pero su mirada volvió a Ash.

    “Arceus… ¿cuándo se volvió así?”

    No dijo nada. Solo sonrió. Pero dentro de ella, un gritito de fangirl que tiene frente a ella a su ídolo de toda la vida. Su voz la sacó de sus pensamientos.

    —¡Serena! ¡Guau, hace cuánto que no te veía! —dijo él, acercándose a ella con una sonrisa amplia.

    Ash la reconoció de inmediato. No había cambiado mucho de la última vez que la había visto, excepto que ahora tenía el cabello largo y claramente se veía más como una chica adulta.

    Serena apenas podía disimular su felicidad.

    —Apuesto que no esperabas verme.

    Ash, por su parte, solo pensó que era genial verla.

    —Oye, qué buena sorpresa —le dijo, llevando los brazos detrás de la cabeza—. ¿Y a qué debo la visita?

    Serena sonrió, llevándose un dedo a los labios.

    —Ya te contaré.
     
    Última edición: 16 Septiembre 2025
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    Mira, no sé a qué se deba la repentina vuelta a los fics de Pokémon por aquí, pero no puedo evitar no fangirlear al ver que se vuelve a escribir de Serena porque yo era una loca del amourship en su día JAJAJA. Sé que esto irá de ella y de Calem (nunca leí nada de la ship, pero no me importa), pero me hizo sentir nostálgica al menos leer interacciones del bobo de pueblo paleta y ella, aish.

    Me gusta cómo representas a Calem, y el hecho de que sean vecinos y amigos de toda la vida les da puntos. Me preguntó cuánto tardará en regresar con él toda sad porque falló en su misión, o si será él el que vaya a buscarla e... Intente enamorarla también? A saber qué rumbo tomarás, pero cuenta conmigo para seguir leyendo. ¡Me mola tu forma de escribir!
     
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    Fuzz

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    Entonces unamos fuerzas para revivir este rinconcito del foro!!

    Gracias por tu comentario <3 te aseguro que hay mucho cariño puesto aquí jajaja y como sugiere la intro, el fic gira en torno a Serena y Ash.

    Y obviamente empezaran a aparecer otras caras conocidas, además de Calem, que ayudarán a que todo sea un poco más caótico, y adorkable.

    Nuevamente gracias por tu comentario! <3 ☆
     
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  4. Threadmarks: Capítulo 2: Novios de prueba
     
    Fuzz

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    Capítulo 2: Novios de prueba



    El atardecer comenzaba a teñir el cielo de Pueblo Paleta de tonos anaranjados y rosados. Una brisa ligera movía las hojas de los árboles, y el riachuelo reflejaba destellos cálidos sobre su superficie. Pikachu parecía tener una entretenida conversación con Sylveon, como si estuvieran poniéndose al día después de todos esos años. Aquella interacción súper animada contrastaba con la que estaban teniendo sus entrenadores, en una banca cerca de ellos.

    Ash estaba con los codos apoyados en las rodillas y las manos entrelazadas, mirando el riachuelo frente a ellos sin saber bien qué hacer ni decir. Tenía las mejillas sonrojadas, el ceño levemente fruncido y una sensación extraña a la que no podía ponerle nombre.

    Serena le había dicho que sentía algo romántico por él.

    Y ahí estaba él, como un idiota, sin saber qué decir.

    Ella era linda. Era divertida. Siempre le había caído bien. Y ahora, ella hablaba de sentimientos románticos y… ¿cómo se suponía que uno distinguía esas cosas?

    Ash se revolvió el cabello sin saber siquiera cómo reaccionar.

    —Serena… —murmuró al fin, sin atreverse a mirarla del todo— Esto es… nuevo para mí. No sé qué se supone que debo decir… ni qué se hace en estos casos.

    Se sonrojó más al admitirlo. Con un suspiro, se enderezó y la miró a los ojos.

    —Lo siento… —añadió, un poco avergonzado— Sólo… no sé qué siento.

    Serena lo observó, y aunque le hubiera gustado una reacción más romántica de parte de él, sonrió. Porque era tan Ash… tan honesto, tan torpe para estas cosas… que no podía evitar resultarle adorable.

    Se acercó un poco en la banca, sin invadir su espacio, pero con una calidez natural.

    —Entonces… —dijo ella, con suavidad— ¿Te gustaría averiguarlo?

    Ash la miró, sorprendido, sin entender nada.

    Serena jugueteaba con sus dedos, con las mejillas sonrojadas y pequeña sonrisa tímida en los labios.

    —Pruebo algo contigo, tú pruebas algo conmigo. Salimos, compartimos, como lo harían… no sé… los novios. Solo treinta días.

    Ash parpadeó, sin saber qué decir. Su cara seguía sonrojada, y su cabeza era un caos.

    —¿Como… novios? —repitió torpemente.

    Serena asintió, con esa determinación dulce suya.

    —Solo treinta días. Si no funciona, no pasa nada. Todo sigue como antes.

    Ash tragó saliva. Seguía sin estar seguro, pero tampoco tenía el valor de decirle que no. Su pecho seguía con ese ritmo raro, pero pensó en ello un instante.

    No podía estar tan mal, ¿verdad?

    Sabía que no estaba enamorado, pero tampoco quería rechazarla y generar un momento incómodo para los dos. Ella había viajado kilómetros sólo para verlo. No podía hacerle ese desaire.

    Además, sentía cierta curiosidad.


    No pasaría nada malo, ¿verdad?

    Solo treinta días. Tal vez él mismo podía aprender algo. Tal vez… ¿y si de verdad resultaba? ¿Y si lograba enamorarse de verdad?

    Y si no… volverían a lo de siempre. Nada de qué preocuparse.

    Se relajó un poco y, aún sonrojado, esbozó una pequeña sonrisa.

    —Está bien —asintió—Me esforzaré… pero no te burles si no lo hago muy bien.

    Una sonrisa se dibujó automáticamente en el rostro expectante de Serena.

    Su emoción y alegría eran imposibles de disimular.

    —Trato hecho.

    Ash suspiró con alivio. Aún no sabía en qué se estaba metiendo, pero por alguna razón, no podía estar mal. Sólo que tenía que acostumbrarse a la idea de que, por esos treinta días, sería el novio de Serena.

    -----------------------------------------------------------------------------
    Habían pasado varios minutos conversando, poniéndose al día entre risas y recuerdos. Todo parecía fluir entre los dos, hasta que Serena sintió que la emoción le desbordaba el pecho, y ya no pudo contenerla más. Con una excusa ligera, se apartó junto a Sylveon apenas unos pasos, lo suficiente para no ser escuchada por su nuevo novio, y así poder hablar con naturalidad.

    Metió la mano al bolsillo y sacó su teléfono. Buscó el teléfono de Calem y marcó.

    —¿Serena? —la voz tranquila de Calem se escuchó al otro lado.

    Serena apenas podía respirar de la emoción.

    —¡¡¡Calem!!! ¡Lo logré!

    —¿Eh? —parpadeó él al otro lado— ¿Qué hiciste ahora?

    Serena giró sobre sí misma, sin importarle si alguien la veía. Sus mejillas encendidas y los ojos brillosos, mientras Sylveon la miraba con curiosidad.

    —¡Ash dijo que sí! ¡Aceptó! ¡Voy a salir con él! ¡Treinta días! ¡Es oficial! ¡Es real! ¡Está pasando, Calem!

    Calem apartó un poco el teléfono de su oído (y aun así podía escuchar los gritos de Serena). Luego volvió a acercarlo a su oído, con expresión resignada.

    —Vaya… sí que eres rápida.

    —¡Lo sé! —dijo ella, sin bajarle el volumen al entusiasmo— Soy la novia de Ash… bueno, técnica, temporal, experimentalmente, ¡pero soy su novia! ¿Te das cuenta de lo que significa?

    Calem se apoyó contra la pared de su habitación, mirando por la ventana con expresión cansada.

    —Significa que me toca escucharte gritar todos los días durante un mes.

    Serena se rio.

    —¡Significa que vas a ver que puedo lograrlo! Te dije que podía hacerlo, Calem.

    Él negó con la cabeza, pero aun así no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa.

    —Ya, ya, tranquila. Solo recuerda lo que te dije, Serena —dijo en tono suave—: no importa cómo salga todo esto, no dejes de ser tú.

    Ella sonrió, más calmada.

    —Lo sé. Merci, Calem. Te llamaré mañana, ¡y te cuento cómo va la primera cita!

    —Perfecto… supongo que ya no hay forma de escaparme de esto, ¿verdad?

    —¡Para nada!

    Ambos rieron, y Serena cortó la llamada con el corazón convertido en un torbellino de alegría. Apenas bajó el teléfono, se encontró con Sylveon, que la miraba con ojos curiosos. De pronto, lo alzó en brazos con entusiasmo, girando con él en el aire mientras celebraba:

    —¡Está pasando, Sylveon! ¡Es verdad, es verdad!

    Después de un par de vueltas, lo dejó suavemente en el suelo, medio mareado y confundido. Luego Serena se giró hacia Ash, quien lanzaba piedritas al riachuelo junto a Pikachu, ajeno a la explosión de felicidad que acababa de desatar.

    Era oficial.

    ¡Era la novia de Ash!

    -----------------------------------------------------------------------------​

    Mientras Serena estaba al teléfono, Ash se había dejado caer contra el respaldo de la banca.

    Pikachu saltó a su lado, acomodándose junto a él.

    Ash soltó un suspiro, llevándose las manos a la nuca.

    —Pika…

    Pikachu alzó una oreja.

    —Supongo que ahora tengo… novia.

    El Pokémon lo miró con curiosidad.

    Ash lo miró con una sonrisa nerviosa, y todavía algo sonrojado de solo pensar en la idea.

    —Bueno, algo así. Solo por treinta días. —Se encogió de hombros— No sé cómo se hace eso, pero… voy a intentarlo. Quiero que Serena se sienta bien. Ella… siempre ha sido buena conmigo. Es divertida, se preocupa… y… no sé, tal vez hasta puede ser divertido.

    Se quedó un momento en silencio, viendo las primeras luces de la noche titilar sobre la superficie de ese pequeño riachuelo cerca del camino.

    —Igual, no puede ser tan distinto a una aventura, ¿no? —sonrió—. Solo que sin medallas ni Pokémon salvajes… espero.

    Pikachu sonrió también, como dándole ánimos.

    Y entonces, un pensamiento fugaz cruzó la mente de Ash, sin previo aviso.

    ¿Qué pensará sus amigos cuando se enteren?

    ¿Cómo reaccionará Misty?

    Se quedó quieto, con ese pensamiento rebotando en su mente. Sacudió la cabeza. No se supone que debería importarle ¿verdad?

    Pikachu soltó un “Pika-chu”

    Ash suspiró y cerró los ojos un momento.

    —Vamos a intentarlo, ¿verdad, amigo?

    Pikachu asintió, recostándose junto a él.

    Ash no sabía qué iba a pasar en esos treinta días, pero por alguna razón, una parte de él… tenía curiosidad.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    La casa de los Ketchum olía a pan recién hecho cuando Serena cruzó la puerta, sonriendo con ilusión y algo de nervios. Delia salió de la cocina, secándose las manos con un paño, sonriente como siempre.

    —¡Ash! —lo regañó con dulzura— Si vas a salir, al menos avisa para saber si llegas a cenar o no.

    —Je, je… lo siento, mamá.

    —Ay, este chico… —susurró Delia, y sus ojos castaños se posaron en Serena.

    La niña que acompañaba tímidamente a su hijo era encantadora, muy linda. La madre de Ash sonrió con esa calidez natural que la caracterizaba

    —Hola, querida. Soy Delia, la mamá de Ash.

    —Un placer, señora Ketchum. Soy Serena —dijo ella, haciendo una breve reverencia, entusiasmada— Vengo de la región de Kalos, donde conocí a Ash hace muchos años.

    —Qué gusto tenerte aquí, cielo.

    Y entonces llegó el comentario. Ash, como buen bobo con cero tino, soltó sin siquiera prepararla:

    —Ah, sí, mamá… Serena es… mi novia.

    Fue menos de un segundo. La sonrisa de Delia se congeló; su postura se tensó como si hubiera sentido un golpe invisible. Pero ni siquiera el ojo del más hábil Decidueye podría haberlo notado.

    —¿N-novia? —repitió, intentando sonar casual.

    —Sí —asintió Ash, rascándose la nuca y sonrojándose levemente.

    —Desde hoy —aclaró Serena, radiante.

    Delia Ketchum sonrió, y qué sonrisa. Tan dulce como una tarta de manzana recién horneada.

    —Qué… lindo. Me alegra conocerte, querida. Quédate cuanto quieras.

    —Gracias —dijo Serena, feliz.

    Ash, sin notar nada, agregó:

    —Se quedará… un mes.

    Otro leve parpadeo. Nadie notó ese breve temblor en el párpado que duró menos de un milisegundo, reemplazado de inmediato por la habitual sonrisa dulce de Delia.

    —Encantada, cielo. Puedes quedarte todo lo que quieras. Te prepararé una habitación —dijo, esforzándose por mantener la sonrisa.

    Serena agitó una mano.

    —Oh, no se preocupe. Estoy segura de que a Ash no le importará que me quede en su cuarto —dijo con una sonrisa inocente.

    En ese instante, los ojos de Delia cambiaron por una fracción de segundo. Fue apenas un destello, un matiz imperceptible detrás de su dulzura. Pero si alguien hubiera pausado la escena en el frame exacto, habría captado una mirada fulminante digna de anime.

    —Ay, cielo —dijo— ese cuarto es un completo desastre. Insisto en prepararte una habitación cómoda.

    Serena, sin notar nada, asintió encantada.

    —¡Está bien! Es usted muy linda, señora Ketchum.

    Delia sonrió, impecable.

    —Y tú un encanto, querida.

    Ash seguía en su mundo, sin sospechar que su madre quería matarlo ahí mismo.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    La habitación que Delia había preparado para Serena era sencilla, pero acogedora. Una camita con sábanas de flores, cortinas color crema y un par de peluches acomodados en un rincón, probablemente de cuando Ash era niño.

    Aunque Serena estaba demasiado emocionada para fijarse en los demás detalles de la habitación.

    Se puso su pijama rosa y dejó su cabello suelto. Se miró en el espejo, sonrojada, tocándose las mejillas.

    “Soy la novia de Ash. Oficial. Real. Está pasando.”

    Se dejó caer sobre la cama y sacó de su bolso su preciado libro de portada rosa: 30 días para enamorarse.

    Lo sostuvo contra su pecho como si fuese un amuleto sagrado.

    —Muy bien… —susurró— Hoy fue el día uno.

    Tomó su diario de tapas de cuero rosa y, sentada con las piernas cruzadas, comenzó a escribir:

    Diario de Serena — Día 1:

    Santo Arceus, Santo Arceus, SANTO ARCEUS!!!
    ¡Es oficial!
    ¡Ash y yo somos novios!
    No sé si alguna vez he sido tan feliz.
    Cuando me subí a ese avión estaba convencida de que este era mi momento… ¡y tenía razón!
    Fue un poco torpe, claro, porque es Ash, pero aceptó. ¡Aceptó!
    Mañana empiezo la primera lección.
    Lección N°1: Sé parte de su mundo.
    Voy a estar con él en todo. Batallas, entrenamientos, tonterías de Ash. No importa. ¡Me tiene que ver como su chica ideal!
    PD: Su mamá es adorable y parece que cocina delicioso. Estos serán los mejores días de mi vida.

    Sonrió, cerró su diario y lo abrazó contra su pecho.

    —En treinta días, estaré viviendo mi mejor vida —susurró, sonrojada.

    Apagó la lámpara y se metió bajo las mantas, con una sonrisa boba pintada en la cara.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    Ash bajó a la cocina, despeinado, en pijama y con Pikachu medio dormido caminando a su lado. Abrió la nevera y sacó una botella de jugo, bebiendo directo del envase. Cuando cerró la puerta, Delia estaba ahí. De pie. Sonriendo.

    Demasiado sonriente.

    —Ash, cariño.

    Ash casi se atraganta.

    —Ah… hola, mamá.

    Delia caminó con calma hasta la puerta de la cocina y la cerró de golpe tras de sí.

    El sonido resonó en la casa silenciosa.

    CLACK.

    Ash tragó saliva. Pikachu se encorvó y bajó las orejitas, con el mismo miedo de su entrenador, preparándose para el regaño como si también fuera para él.

    —¿Qué significa todo esto, jovencito? —preguntó ella, con esa voz que Ash había aprendido a temer de niño.

    Ash tragó saliva, retrocediendo de forma instintiva.

    —E-estábamos… bueno… Serena…

    Ella no lo dejó terminar. Su voz suave era curiosamente más amenazante que un grito furioso. Su miraba se clavaba en él como cientos de cuchillos filosos.

    —¿Qué es todo esto de que de repente tienes de novia a una chica que NO conozco?

    Ash se revolvió el cabello, incómodo.

    —No… no es nada serio. Solo por treinta días. Solo para ver qué pasa, ya sabes…

    Delia lo observó en silencio por unos segundos demasiado largos, con los brazos cruzados. Y sin quitarle la vista de encima, preguntó.

    —¿Y Misty ya lo sabe?

    Ash se quedó quieto. ¿Misty?

    —Eh… no, todavía no se lo he dicho. ¿Por qué tendría que saberlo?

    Delia bajó la mirada por un momento, como si buscara algo en el suelo. Permaneció en silencio durante un largo rato. Luego suspiró, y al levantar la vista, su expresión ya no tenía esa dureza de hace un momento.

    —No… por nada.

    Dijo con voz menos enojada, desviando ligeramente la mirada.

    Ash frunció el ceño, extrañado. Se notaba que su madre estaba… rara. Pero él no quería dejarla con ese sentimiento de incomodidad, así que se acercó un poco, buscando su mirada.

    —Ya verás que Serena es una chica muy agradable. Te va a caer bien —intentó decir, con una sonrisa.

    Delia le sostuvo la mirada. Esa sonrisa suya siempre la derretía, como cuando era un niño y venía corriendo a mostrarle algún Pokémon nuevo.

    Así que suspiró, suave.

    —No lo dudo, hijo… Es solo que… siempre te he visto como mi bebé. Y de pronto esto… tan repentino. No me lo esperaba.

    Ash se rascó la nuca, sonrojado.

    —Créeme que yo tampoco.

    Delia sonrió al fin, de verdad esta vez. Se acercó, le revolvió el cabello y le dio una palmadita en el hombro.

    —Anda a dormir.

    —Sí, mamá.

    Cuando Ash y Pikachu salieron de la cocina, Delia se quedó de pie en medio de la habitación, respirando hondo.

    Y en un susurro, mientras recogía una taza vacía, murmuró:

    —Treinta días.

    Amaba a ese chico más que a nada en el mundo. Y si había algo que ella sí podía decidir, era que, pasara lo que pasara, estaría para él.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    Ash se recostó en su cama, con Pikachu acomodado a su lado. La luz de la luna se colaba por la ventana, y el canto de los Pokémon insecto llenaba el silencio de Pueblo Paleta.

    Miró el techo.

    —Treinta días… —murmuró.

    No era que no le desagradara la idea. Serena era genial, linda, buena amiga. Pero… en el fondo sabía que no sentía nada más que una amistad. Pero suponía que para eso eran esos treinta días ¿verdad?

    Suspiró, giró hacia un lado. Pikachu dormía ya profundamente. Y entonces, sin pensarlo, su mano se deslizó hacia la mesita de noche.

    Sus dedos rozaron algo suave, una tela conocida.

    Tomó el pequeño pañuelo que reposaba allí. Lo apretó un instante en su mano y luego, casi sobresaltado, lo dejó de nuevo en su sitio.

    Resopló, cerrando los ojos con fuerza.

    —Deja de sobre pensar tanto las cosas—se dijo.

    Iba a esforzarse. Haría lo mejor que pudiera.

    Y sin darse cuenta, el sueño lo fue envolviendo.

    Así terminó el primer día. El primero de treinta.







    Probablemente llegaste a este fanfic y pensaste que esta sería una historia toda fluff y tranqui.
    Pero Serena advirtió que va en serio.
    Lección 1 de su libro del amor: Sé parte de su mundo. Y es posible que se lo tome demasiado literal.
    Y no podía pasar de capítulo sin dar un subtle warning de que desde aquí Serena puede parecer un poquito intensa, pero te prometo que luego baja un poco. Por las buenas o por las malas.

    :meowth:Thanks for reading y darle una oportunidad a esta historia que partió como una idea loca que se salió de control jeje <3
     
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    Andysaster

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    Ay dios, que Delia sea el prototipo de madre sobreprotectora que sabe disimularlo me ha dado mucha risa xDD Creo que es la primera vez que la veo retradada así? Soy muy fan! Me va a hacer mucha gracia ver cómo intenta tolerar a Serena poco a poco pero de vez en cuando maybe se le escapa alguna reacción de rechazo al simplemente aún no procesar que el bobo de su hijo tiene novia... provisional-

    La reacción de Ash en todo esto se me hace tiernucha y accurate. Él no entiende nada de eso, solo le interesan las batallas como buen prota de shonen, pero tiene la consideración suficiente como para empatizar con su amiga y darle esa oportunidad.

    Ya quiero ver cómo las cosas se le van a ir torciendo a Serena en medio de su intensidad por alcanzar su sueño xDD Y adoro a Calem, besto frendo todo supportive. El hecho de que siempre le recuerde que no deje de ser ella me hace imaginar cómo acabará en un futuro próximo... aish.

    ¡Sigue así!
     
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    Alli

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    Ok, ok, lo prometido es deuda aquí estamos visitando tu fic. Ok primero que nada se agradece siempre leer una historia tan bien escrita. Dejando de lado la trama pienso que es una historia escrita correctamente y que te hace olvidar que estas leyendo, en lo personal hubo varias partes en los que me descubrí imaginandome una de las escenas como si estuviera viendo un cap del anime (especialmente las escenas donde interactuan ash y delia) . El fic está intetesante la amistad con Calem es muy bonita y a parte parece que habrá una tercera en discordia con Misty, eso sí quiero leerlo jejeje. Vas muy bien, sigue adelante por mi parte seguiré este fic con atención, saludos. :D PD: ¡Make the amourshipping great again!
     
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  7. Threadmarks: Capítulo 3: Sé parte de su mundo
     
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    Título:
    30 días para enamorarse
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    6
     
    Palabras:
    4471

    Capítulo 3: Sé parte de su mundo



    El sol de Pueblo Paleta entraba tímido por la ventana de la habitación que Delia había preparado. La colcha floreada, las cortinas claras y los peluches en la repisa no podían ser más distintos al cuarto minimalista que Serena tenía en Kalos, pero a ella no le importaba. Porque ese día era el comienzo de su historia de amor.

    Serena se sentó en la cama, sacó de su bolso el preciado libro “30 días para enamorarse” y lo sostuvo entre sus manos como si fuera una escritura sagrada. Lo abrió despacio, acariciando las páginas como si temiera romperlas.

    —Muy bien —se dijo, decidida— Lección uno… Sé parte de su mundo.

    Sylveon levantó la mirada hacia ella. Se alargó en la cama, estirándose y bostezando como un gatito, poniéndose frente a ella, escuchándola con curiosidad.

    Leyó el párrafo en voz alta, con la solemnidad de quien recita una profecía:

    —Para conquistar el corazón de tu chico, debes integrarte a su rutina, conocer sus pasatiempos y convertirte en parte indispensable de su vida. Solo así florecerá el amor.

    Sonrió, ilusionada, mirando a su Pokémon.

    —¡Fácil! Estoy en su mundo, estoy en su casa, y en su vida. Solo es cuestión de adaptarme.

    Sylveon sonrió, contagiándose con la emoción de su entrenadora. Se acercó a ella, y dio unos pasitos frotándose en sus piernas, y levantando la cabeza para recibir un mimo.

    Ella sonrió, le tomó la carita con sus manos y le dio un beso en la frente.

    Entonces se levantó de la cama, fue hasta el espejo y se contempló con aire triunfal. Sus ojos brillaban. Sus mejillas tenían ese leve rubor natural de la emoción contenida.

    —Hoy empieza todo —se dijo, acomodándose su sombrero.

    Practicó un par de sonrisas en el espejo: casual, encantadora, natural. Luego tomó su bolso, guardó el libro como quien guarda una reliquia y salió de la habitación decidida.

    Hoy sería parte de su mundo.

    Aunque tuviera que treparse a un árbol, pelear con un Beedrill o lo que sea.

    Porque las chicas enamoradas no se rinden.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    Ash ya llevaba un buen rato en el claro detrás de su casa, donde la hierba crecía alta y el sol de la mañana comenzaba a calentar. Meganium entrenaba con entusiasmo, lanzando hojas afiladas contra unos blancos improvisados que Ash había colgado en las ramas.

    —¡Muy bien, Meganium! ¡Así se hace! ¡Una más! —gritó animado, con Pikachu observando desde una roca.

    Entonces, una voz suave y cantarina llegó a sus espaldas.

    —¡Ash! ¡Buenos días!

    Ash se giró y Serena apareció con una sonrisa deslumbrante y energía como si acabara de bajar de un escenario de coordinadoras.

    —Ah, hola, Serena —saludó, un poco extrañado por verla tan temprano—Creí que dormirías un poco más.

    —¿Dormir? ¡Si es el primer día de nuestro noviazgo! —dijo con tono encantador.

    Ash sonrió nervioso.

    —Ah… claro. Verdad.

    Serena observó el entrenamiento y, sin pensarlo, se quitó el bolero rosa que llevaba y se puso junto a Meganium, imitando la pose de batalla de Ash.

    —¡Déjame ayudarte! ¡Puedo animar a Meganium también!

    Ash parpadeó.

    —Ehm… bueno, supongo. —Meganium la miró curioso.

    Y así, durante la siguiente media hora, Serena no se separó de su lado. Aplaudía cada movimiento, le lanzaba palabras de ánimo a Ash y a los Pokémon, e incluso le ofrecía toallitas para el sudor antes de que él siquiera las necesitara.

    Ash empezaba a sentirse un poquito… raro. No estaba acostumbrado a tener tanta atención. Pero no podía decirle algo, porque sabía que tenía la mejor intención.

    —Oye, Serena… —dijo rascándose la nuca— Eh… estaba pensando que, ya que estás aquí, podríamos ir a buscar a Tracey.

    Serena le tomó un poco por sorpresa. ¿Tracey?, ¿Quién era ella?

    —¿Tracey? —repitió.

    Ash asintió emocionado.

    —Sí. Es uno de mis amigos y trabaja con el profesor Oak, cerca de aquí.

    Ahh. A-MI-GO. Por alguna razón esa información le dio más alivio del que debería. No es que estuviera insegura por la idea de ir a ver a una amiga ¿o sí?

    —Por supuesto —respondió ella con una sonrisa— ¿Qué tienes en mente?

    —Es que… quería preguntarle si de verdad vio un Pidgey shiny el otro día. No lo he podido encontrar y necesito saber si no fue idea suya.

    Serena suspiró enamorada.

    Era tan Ash. Obsesionado por un Pokémon raro en medio de todo.

    —Perfecto, ¡vamos! Así conozco más de tus amigos.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    Camino al laboratorio del profesor Oak, Serena no dejó de sonreír ni un segundo. Ash iba con Pikachu en el hombro, y cuando ella se acercó un poco más, le tomó la mano con naturalidad.

    Ash parpadeó sorprendido, pero no la retiró. Se le notó algo rígido, sin saber bien dónde mirar.

    —¿Te incomoda? —preguntó Serena con una sonrisa tímida.

    —¿Eh? ¡No! Claro que no —dijo Ash, con un sonrojo que le subió a las mejillas.

    Serena apretó su mano con dulzura y Ash asintió de forma mecánica. Aunque no estaba costumbrado a ir de la mano de nadie, sabía que eso era parte de lo que significaba ser novio de Serena.

    Llegaron al laboratorio de Oak. Tracey estaba en el patio, dibujando a un Butterfree que se había posado en una rama. Cuando Ash lo llamó, Tracey levantó la mirada y sonrió ampliamente.

    —¡Ash! ¡Qué gusto verte, amigo!

    —Ven, quiero presentarte a alguien.

    Tracey se acercó y entonces notó a Serena, quien soltó la mano de Ash para saludar educadamente.

    —Hola, soy Serena. La… —se detuvo un segundo, buscando la mejor forma de decirlo— Soy su novia.

    Tracey se quedó tieso, los ojos abiertos como platos.

    —¿No…novia?

    Ash se pasó una mano por la nuca, visiblemente sonrojado.

    —Eh… sí. Novia. Desde ayer.

    Tracey se quedó en silencio, como si la noticia le hubiera impactado. Pestañeó un par de veces, sin creer que Ash tuviera novia. La pregunta salió de forma natural.

    —¿Y Misty ya sabe?

    Ash resopló, frunciendo el ceño, y entornando los ojos.

    — ¿Mi…Misty? ¿Qué tiene que ver Misty con esto?

    Tracey llevó los brazos detrás de la cabeza y lo miró de reojo.

    —No lo sé. Tú lo sabes.

    Ash tragó saliva, incómodo.

    Serena, que había estado sonriendo todo el rato, detectó esa tensión rara. Por supuesto que eso NO se le pasó, en absoluto. Fingió interés sin perder la compostura.

    —Perdón… ¿quién es Misty? —preguntó, como si no le importara, aunque mentalmente hizo una anotación muy seria sobre ese nombre.

    Ash carraspeó, evidentemente incómodo, desviando la mirada.

    —Es… nadie. Una amiga. Solo eso. —El tono le salió un poco más áspero de lo normal.

    Tracey alzó una ceja y luego sonrió para sí, negando con la cabeza.

    Serena sonrió, con cautela. Pero, de todos modos, no iba a dejar que ningún nombre random arruinara su primer día como novia de Ash.

    —Bueno —interrumpió ella con su mejor sonrisa— ¡Venimos a verte porque Ash quería preguntarte algo sobre un pokémon shiny!

    Ash se aferró a esa distracción como si fuera un salvavidas.

    —¡Ah, sí! ¿Era real o no?

    Tracey sonrió y buscó algo en su bolsillo. Sacó una pequeña pluma marrón claro, mucho más brillante que una normal.

    —Mira esto —dijo, mostrándosela a Ash— Te dije que era un Pidgey shiny. Debe estar cerca, amigo.

    Los ojos de Ash brillaron con ese entusiasmo infantil que lo caracterizaba.

    —¡Lo sabía! ¡No voy a detenerme hasta encontrarlo!

    —Yo te ayudaré —se apresuró a decir Serena, aprovechando el momento.

    Ash le dedicó una sonrisa rápida.

    —Claro, Serena.

    Tracey señaló hacia el este.

    —La encontré cerca del puente, por el río que pasa detrás del viejo molino. Seguro sigue por ahí.

    Ash apenas lo escuchó terminar. De inmediato tomó a Serena de la muñeca.

    —¡Estupendo! Tenemos que ir —exclamó, tirando suavemente de ella.

    Serena parpadeó, sorprendida por el gesto. Ash la había tomado de la mano, bueno, algo así. Pero al menos él había tomado la iniciativa, y para ella, eso ya era una victoria.

    Sintió su corazón latir más rápido mientras lo seguía a toda prisa, corriendo tras él, sin soltarla.

    —¡Vamos, Pikachu! —Ash llamó, y su compañero saltó a su hombro con una expresión de "allá vamos de nuevo".

    Serena no pudo evitar sonreír.

    "Ash y yo, viviendo aventuras juntos. Esto ya está funcionando."

    -----------------------------------------------------------------------------​

    Llegaron al viejo puente que cruzaba el río. El agua corría suave debajo, reflejando el cielo claro de la tarde. Ash se detuvo y alzó la vista, escaneando los árboles y el césped cercano con atención.

    Serena respiró hondo, emocionada. Quería ayudar, ser parte del equipo, y no quedarse atrás. Así que se acercó despacio, tratando de no hacer ruido.

    Ash caminaba en silencio, concentrado en la búsqueda, con la mirada escaneando los alrededores con una concentración poco usual en él.

    —¡Ahí! —exclamó Serena de repente, señalando una rama baja donde algo pequeño revoloteaba.

    Era el Pidgey shiny. Su plumaje, que se asemejaba al dorado, brillaba con la luz del sol.

    —¡Lo sabía! —susurró Ash, sonriendo.

    —¡Es precioso…!

    Pero en el momento que Serena dio un paso hacia adelante para acercarse más, pisó una rama seca que crujió fuerte.

    El Pidgey, sobresaltado, levantó vuelo inmediatamente.

    —¡No! —gritó Serena, extendiendo los brazos para intentar detenerlo—¡Espera!

    Ash se quedó quieto, cruzado de brazos, observándola con una mezcla de paciencia y diversión contenida.

    —Serena… ten cuidado. Si haces mucho ruido, se asustan —le dijo en tono paciente.

    Ella bajó la mirada, avergonzada.

    —Lo siento, no quería… solo quería ayudar.

    Ash se acercó y le tocó el hombro.

    —Está bien. Descuida.

    Serena suspiró, y al ver la expresión tranquila de Ash, sonrió de nuevo.

    —Lo intentaré de nuevo. Prometo ser más silenciosa.

    Pero mientras Ash seguía observando el área, ella ya planificaba cómo mejorar para la próxima vez.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    El canto de los Pidgeys y el suave murmullo del agua llenaban el ambiente. Ash avanzaba agachado entre los arbustos en la dirección donde vieron irse al Pidgey shiny. Serena lo seguía de cerca, aunque sus pasos eran mucho menos sigilosos que los de él.

    —Estoy segura que lo vi irse por allá —susurró Serena, señalando emocionada hacia un grupo de árboles frondosos.

    Ash asintió en silencio, concentrado. Y ahí, sobre una roca elevada que sobresalía entre las ramas, estaba el Pidgey shiny.

    —¡Ahí! —susurró Ash, sonriendo.

    —¡No lo perdamos! —susurró Serena, llevándose las manos al pecho.

    Ash señaló con la cabeza una rama alta.

    —Voy a trepar por ese árbol. Desde ahí tendré mejor ángulo para lanzarle la Pokéball sin asustarlo.

    —¡Yo voy contigo! —dijo Serena sin pensar.

    Ash apenas la miró, más enfocado en su objetivo.

    Se trepó con agilidad al árbol, sujetándose de las ramas como si lo hubiera hecho mil veces (porque, de hecho, lo había hecho mil veces).

    Ash se movía con sigilo entre las ramas, sus pies firmes sobre los troncos gruesos, apartando hojas con cuidado. El Pidgey shiny seguía quieto en su roca, picoteando distraído. Serena, detrás de él, intentaba imitar sus movimientos, aunque cada rama que pisaba crujía más de la cuenta.

    Ash giró apenas la cabeza.

    —Más despacio —susurró.

    —Lo intento —susurró Serena, bajando la voz, pero la emoción podía más que su prudencia.

    Ash tomó posición en una rama más alta, preparado para lanzar la Pokéball. Serena, queriendo ayudar y ver mejor, se apoyó en un árbol contiguo… pero su pie resbaló en un musgo húmedo, y para no caer, se sujetó rápido de la rama más baja a su alcance.

    Una rama que sostenía un pequeño nido.

    El crujido de la rama y el brusco movimiento sacudieron el nido y despertaron al Spearow que dormitaba sobre sus huevos.

    El pequeño Pokémon abrió un ojo… y al ver a Serena colgada como una intrusa a centímetros de su nido, soltó un chirrido agudo.

    —¿Eh? —Serena parpadeó, sin entender.

    El Spearow chilló furioso y levantó vuelo, batiendo sus alas con furia. El graznido fue una señal. De pronto, de entre las copas de los árboles cercanos, comenzaron a salir otros Spearows en bandada.

    —¡Ay no!—exclamó Serena, soltando la rama.

    Ash la miró desde su árbol, con cara de “no puede ser”. El Pidgey shiny ya había escapado.

    —¡Serena, ¡baja de ahí!

    Serena intentó bajar, pero en el apuro se enganchó la manga y terminó cayendo al suelo. Por suerte, no estaba muy lejos del piso.

    Los Spearows descendieron en picada, graznando, con las alas extendidas de forma amenazante.

    Ash saltó de su árbol y corrió hacia ella.

    —¡Corre!

    Serena se puso de pie como pudo y empezaron a correr entre los árboles, pero cada vez más Spearows se unían a la persecución. Los graznidos eran ensordecedores, y las sombras de las aves los cubrían.

    —¡Ash, son muchísimos!

    —¡Ya lo sé!

    Se metieron entre los matorrales, pero los Spearows se colaban entre las ramas y los seguían picoteando. Serena se cubría la cabeza.

    Corrieron y corrieron hasta llegar a la orilla del río. Pero al voltear, vieron que estaban completamente rodeados. Al menos veinte Spearows giraban sobre sus cabezas de forma amenazante.

    Ash buscó su mirada. Solo había una opción.

    —¡Al agua!

    —¿¡Qué!?

    —Prepárate, vamos a saltar.

    Ash tomó a Serena de la mano.

    —¡Ash, espera, no estoy…!

    Y sin darle opción, ambos se lanzaron al río justo cuando los Spearows descendían en picada. El chapoteo dispersó a los Pokémon voladores, que se quedaron graznando desde la orilla.

    El agua estaba helada. Serena salió a flote tosiendo y con el cabello empapado en la cara.

    —P-podrías haber avisado antes —balbuceó.

    Ash salió a su lado, mirándola de reojo.

    —¿Y que te quedaras ahí dudando?

    Serena simplemente infló las mejillas, sin poder protestar.

    Ash sacó una Pokéball.

    —¡Greninja, llevanos a la orilla!

    Greninja apareció en un destello de luz y se acercó nadando con su agilidad natural. Ash le indicó con un gesto que los sacara. Greninja asintió y usó su lengua-cinta para envolverles suavemente la cintura a ambos y remolcarlos a la orilla.

    Empapados, embarrados y con Pikachu asomando desde un arbusto cubierto de hojas, Ash se dejó caer de espaldas en la hierba.

    —Qué buena forma de empezar el día —ironizó.

    Serena, jadeando, se acomodó el cabello mojado.

    —Lo siento… otra vez.

    Ash respiró hondo y sonrió.

    —Mira, agradezco tu entusiasmo, de verdad. Pero… tal vez sería mejor que me dejaras la parte de atrapar al Pokémon, ¿sí?

    Serena se mordió el labio, avergonzada, pero asintió.

    Los Spearows quedaron atrás, pero no la sensación de haberlo arruinado todo.

    Serena se sentó junto a Ash en la orilla, escurriéndose el cabello empapado mientras veía cómo el sol comenzaba a secar las hojas. Se sentía una tonta monumental. Había arruinado la cacería del shiny, había provocado una estampida de Spearows y casi se ahogan. Vaya forma de impresionar a su chico.

    Suspiró y se abrazó las piernas.

    Ash, que la notó cabizbaja, sonrió de lado y le dio un codazo suave.

    —Oye, no te pongas así. Si te hace sentir mejor… esta no es la primera vez que me pasa algo así.

    Serena lo miró, curiosa.

    —¿En serio?

    Ash asintió y se acomodó contra un tronco caído.

    —Mis primeros días como entrenador fueron un desastre. Y también involucraron una bandada de Spearows furiosos y una caída al río.

    Serena parpadeó, sorprendida.

    —¿Qué? ¿Cómo saliste de esa?

    —Una chica tonta me pescó con su caña de pescar. Estaba de pesca y de la nada, me sacó del agua como a un Magikarp.

    Serena abrió los ojos.

    —¿Y luego?

    Ash sonrió más amplio.

    —Le robé su bicicleta. Tenía que llevar a Pikachu al Centro Pokémon, estaba muy herido. Me siguió hasta Ciudad Plateada, donde conocí a Brock. Desde entonces los tres somos… bueno, inseparables. Son mis mejores amigos.

    Serena esbozó una sonrisa cálida.

    —Brock… ¿y quién más?

    —Misty.

    Ese nombre. Otra vez ese nombre.

    Primero Tracey, ahora Ash. Y para colmo acababa de descubrir que no era una amiga cualquiera, sino una de sus mejores amigas. La molestia hormigueó en su pecho, pero Serena respiró hondo y mantuvo la sonrisa.

    —Vaya, qué historia. —Fingió reírse— Tienes que presentarme a tus amigos.

    Ash se levantó, sacudiéndose las hojas.

    —Claro que lo haré. Te van a caer bien.

    Serena sonrió. Por fuera.

    “Lo haré, claro que sí” pensó. “Y voy a comprobar por mí misma si esa Misty es una amenaza o no”

    —Pues no puedo esperar a conocerlos —dijo Serena con dulzura

    Ash estiró la mano para ayudarla a ponerse de pie, y Serena se prometió que en la próxima oportunidad no iba a arruinarlo.

    —Vamos a secarnos antes de que mi mamá nos vea así —dijo Ash.

    Serena asintió.

    —Sí, vamos.

    Ambos se alejaron, mientras Pikachu caminaba a paso rápido tras ellos.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    Diario de Serena — Día 2:

    Hoy fue una montaña rusa de emociones. Primero, casi arruino la misión con ese Pidgey shiny, ¡pero Ash fue muy paciente conmigo! Me contó una historia divertida sobre sus primeros días como entrenador. Resulta que también se metió en líos y terminó cayendo al río.

    Lo mejor es que conocí un poco más de sus amigos: Brock y… Misty. Esa chica es un misterio. No me dio nada de confianza, y Ash no parece querer contarme mucho, pero según mi manual, conocer a sus amigos es fundamental. Así que será mi próxima misión: descubrir quién es Misty.

    Esto apenas empieza y ya siento que estoy entrando en un juego complicado. Pero estoy lista. ¡Vamos con todo!

    -----------------------------------------------------------------------------​


    Los días siguientes fueron un torbellino de situaciones parecidas. Serena se metía en todo, decidida a seguir su plan al pie de la letra, mientras Ash, aunque no del todo acostumbrado a tanto entusiasmo constante, hacía lo posible por adaptarse. A veces parecía algo agotado, pero aun así no lo demostraba. Lo intentaba. Lo estaba intentando.

    Desde su rincón en el laboratorio del Profesor Oak, Tracey los observaba con una sonrisa entre divertida y curiosa, como si viera desarrollarse un experimento inesperado.

    —Parece que tener novia es agotador, ¿eh? —comentó, mientras Ash limpiaba una Poké Ball con una franela, sin demasiado esmero.

    Ash resopló y se encogió de hombros.

    —No pensé que fuera tan demandante… pero supongo que vale la pena intentarlo.

    Justo en ese momento, la puerta se abrió de golpe y Serena entró con paso animado, llevando una caja envuelta con cinta roja.

    —¡He hecho galletas! —anunció, con una sonrisa adorable.

    Tracey tomó una de inmediato y sus ojos se iluminaron al probarla.

    —¡Oye! Serena, ¡son buenísimas!

    —Muchas gracias —dijo ella, mirando directamente a Ash—. Las hice pensando en mi novio.

    Y como para remarcarlo, se acercó con una sonrisa angelical y se colgó suavemente de su brazo. Ash se quedó quieto, con una sonrisa, aunque algo tensa, pero no se apartó. Se notaba que aún estaba procesando lo que significaba tener una novia.

    En ese instante, se escucharon pasos en el umbral, y la puerta volvió a abrirse.

    —¡Hola! El profesor Oak dijo que no importa el…

    La voz se cortó en seco.

    Era Brock.

    El alto, moreno y robusto amigo de toda la vida se quedó congelado en la entrada, una bolsa de suministros en el hombro. Su mirada fue directa a Ash… y luego a Serena, pegada a su brazo como si hubiese estado ahí desde siempre.

    Sus cejas se alzaron, la boca se entreabrió, y por un momento no pareció saber qué hacer.

    —¿Eh…? ¿Ash? —dijo al fin, dando un par de pasos— ¿Con… una chica?

    La sorpresa no era fingida.

    Y no era una chica cualquiera. Era una mujer hermosa, de mirada encantadora. Si no fuera porque estuviera colgada del brazo de Ash, se habría lanzado al piso de forma dramática a declarándole su amor.

    Ash se incorporó, algo nervioso.

    —Brock, qué gusto verte. Ella es Serena —dijo, intentando sonar casual.

    Serena, encantadora como siempre, soltó el brazo de Ash solo para extenderle la mano con cortesía.

    —¡Hola, Brock! Es un placer. Soy la novia de Ash.

    El silencio que siguió fue breve, pero espeso.

    Brock parpadeó lentamente. Una sonrisa incrédula empezó a curvar sus labios y tragó saliva, como si la realidad necesitara un poco más de tiempo para asimilarse.

    —¿Novia...? ¿Ash tiene novia? —repitió, aun incrédulo.

    Ash desvió la mirada, rascándose la nuca.

    —Llevamos poco… estamos viendo cómo va —dijo con honestidad.

    Brock miró a Tracey, buscando confirmación de que no estaba bromeando. Tracey se encogió de hombros, divertido. Pero justo cuando Brock empezaba a recomponerse, soltó sin pensar:

    —¿Y esto… ya lo sabe Mis...?

    No terminó la frase.

    La mano de Tracey le tapó rápidamente su boca, con una sonrisa nerviosa. Brock parpadeó, comprendiendo demasiado tarde, y asintió con torpeza. Tragó saliva y se obligó a sonreír hacia Serena.

    Ash, que no había perdido ni una palabra, suspiró despacio, cruzándose de brazos.

    —¿Por qué todos me preguntan lo mismo? —murmuró con un dejo de fastidio, sin mirar a nadie en particular.

    Tracey desvió la mirada. Brock se frotó la nuca.

    Y Serena… Serena no era tonta.

    Sabía perfectamente a quién se habían referido. No era tan difícil de deducir. Su sonrisa no se desdibujó, pero sus ojos brillaron con algo más agudo. Algo más decidido.

    —Pues yo también quiero que ella lo sepa —dijo, con una dulzura impecable— Después de todo, no hay nada que ocultar.

    La frase quedó flotando en el aire.

    Ash parpadeó, sorprendido y miró a Serena. Claramente había captado que todos hablaban de la misma persona.

    Tracey, quien había intentado a toda costa evitar que Brock mencionara a Misty, ahora se resignaba con una sonrisa culpable.

    —Bueno… creo que a todos les da curiosidad ver cómo reacciona Misty —explicó con una sonrisa algo traviesa— Probablemente se burle de Ash un buen rato.

    Brock, cruzando los brazos y con una sonrisa nerviosa, añadió:

    —Sí, es que siempre se molestan y se pican mutuamente. Eso hace que su amistad sea… interesante, digamos.

    Ash apartó la mirada, mirando hacia otro lado, como si quisiera escaparse mentalmente de la conversación, pero Serena ocultó perfectamente su incomodidad y añadió con entusiasmo:

    —¡Se escucha como alguien genial! La quiero conocer.

    Ash suspiró y le lanzó una sonrisa cansada, aunque en el fondo había un destello de emoción.

    —Podríamos ir a verla mañana.

    Serena asintió, y en ese instante la idea de ver cómo sería ese encuentro les pareció bastante interesante, como si tuvieran una aventura por delante.

    Pero por dentro, Ash sentía algo diferente. No es que le importara tanto… claro que no, pero había un pequeño cosquilleo que lo hacía imaginar la reacción de Misty. Y aunque intentaba convencerte a sí mismo de que no era nada, ese pensamiento le hacía sonreír con un dejo de nerviosismo.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    Serena se dejó caer sobre la cama con una gran sonrisa, el teléfono entre sus manos y el diario aún abierto junto a ella. Marcó el número sin pensarlo dos veces.

    —¡Calem! —canturreó apenas escuchó la voz de su amigo al otro lado de la línea.

    —¿Vas a llamarme todos los días, o…?

    —Obvio —rió ella, recostándose boca abajo— Tenía que contarte. ¡Estoy viviendo mi mejor vida, Calem! No sabes… Ash es tan lindo, tan torpe, tan Ash. ¡Pero está funcionando! Lo he acompañado en todo, desde entrenar con su Meganium hasta acompañarlo al laboratorio del profesor Oak.

    Calem soltó una pequeña risa, imaginando a Ash correteando de un lado a otro y a Serena detrás, siguiéndolo como un Togepi que acababa de eclosionar.

    —¿Y no lo has asfixiado ya? —preguntó con sorna.

    —Bueno… —Serena hizo una mueca, mirando al techo— Quizás estoy exagerando un poquito. Pero confío en el libro, Calem. Si dice que tengo que hacerme parte de su mundo, pues me hago parte. Si tengo que mimarlo y animarlo mientras se llena de barro o casi lo matan unos Spearow, lo hago.

    Calem negó con la cabeza al otro lado de la línea.

    —Si tú lo dices… pero recuerda respirar de vez en cuando. Y dejarlo respirar a él también, antes que se termine hartado de ti.

    Serena sonrió, consciente de que tal vez se había pasado un poco. Pero no importaba, ¡porque todo iba bien!

    —Mañana empiezo el paso 2 —anunció, sentándose de golpe en la cama.

    —¿Paso 2?

    —Conocer y conquistar a sus amigos. Ya conocí a Brock y Tracey, y creo que les caí bien —rió— Pero hay alguien más.

    —¿Alguién más? —preguntó con tono casual.

    Ella asintió, apretando ligeramente los labios con incomodidad.

    —Misty —suspiró, se recostó de nuevo, y continuó— No sé qué tiene esa chica, Calem ¡Todos la mencionan! Como si fuera alguien super importante para Ash. Y no es que esté celosa… o bueno, un poquito sí. Pero… ¿y si es una de esas amigas que en realidad no es solo amiga?

    Calem sonrió con ternura al escuchar la inseguridad en la voz de Serena.

    —Tú relájate. No te compares con nadie, Serena. Haz lo tuyo, con tu estilo. Al final… Ash se tiene que enamorar de ti por quién eres, no porque ganaste una competencia invisible con otra chica.

    Serena sonrió.

    —Gracias, Calem. Por eso eres mi mejor amigo.

    —Alguien tiene que mantenerte cuerda.

    Ambos rieron.

    —Te llamo mañana para contarte cómo me va. Voy a conocerla, y a ganármela. Porque eso dice el libro, y porque yo soy Serena, y puedo con esto.

    —Así se habla.

    —¡Bonne nuit!

    Se despidieron, y tras colgar, Serena agarró su diario y escribió con renovada energía.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    Diario de Serena — Día 6:

    Hoy conocí a Brock, ¡qué chico tan simpático! Es súper bueno con los pokémon y parece muy protector con Ash, aunque parecía súper sorprendido cuando le dije que era la novia. Creo que no esperaba que Ash tuviera a alguien como yo tan rápido, jaja.

    Y otra vez apareció esa tal Misty en la conversación. No sé mucho de ella, pero se nota que es alguien importante para Ash. Mañana la conoceré por fin. ¿Será mi rival? ¿O solo la típica amiga que se atraviesa en todo? Estoy lista para lo que sea, aunque debo admitir que me pone tensa ¿Será que tengo competencia?

    Sea como sea, este reto apenas empieza y yo estoy aquí para ganarlo... con estilo, por supuesto.
    ¡Vamos por más!

    -----------------------------------------------------------------------------



    :mokuro:Notas:
    En verdad muchas gracias por leer <3
    Sí, tengo que hacer una advertencia honesta: Este fanfic no es realmente amourshipping, sino más bien está enfocado en la amistad.


    Sobre sus comentarios:
    Andy
    Gracias!! Te adelanto que el paso 4 es Gánate a su familia jajaja.

    Confieso. Me divertí muchísimo escribiendo a Serena. Y cuando aparece Misty... uff! Se viene bueno (aunque lo diga yo, jajaja)

    Alli
    Ayy, muchísimas gracias. No sabes cuánto me alegra que lo estés disfrutando <3
    Esa era la idea, esperemos seguir así

    :bulbi:Gracias por leer.
     
    Última edición: 17 Septiembre 2025
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  8. Threadmarks: Capítulo 4: Gánate a sus amigos
     
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    30 días para enamorarse
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    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    6
     
    Palabras:
    4224

    Capítulo 4: Gánate a sus amigos



    Ciudad Celeste no estaba lejos de Pueblo Paleta, pero caminarlo habría sido una locura, así que optaron por un aerotaxi. Ash parecía emocionado de visitar de nuevo el gimnasio, y Tracey los acompañaba, diciendo que tenía que dejarle algo a Daisy.

    Serena iba sentada junto a la ventana, con el diario apretado en su bolso. Sentía que era un día decisivo. La famosa Misty… por fin la conocería.

    Cuando aterrizaron y entraron al gimnasio, Serena levantó la mirada y lo primero que vio fue un enorme cartel promocional en la entrada. Unas chicas de cabello de colores y curvas perfectas posaban sonrientes junto a unos Pokémon acuáticos.

    “Las Hermanas Sensacionales de Ciudad Celeste”, decía en letras brillantes.

    Serena tragó saliva.

    —¿Son…? —murmuró, su voz apenas un susurro.

    Pero antes de terminar la frase, se escuchó música suave desde una sala lateral. Serena giró la cabeza y vio a dos chicas espectaculares. Una de cabello rosa y la otra azul, ambas con cuerpos de infarto y movimientos de modelo. Lucían como salidas de una revista de modas.

    Su seguridad de hace unos momentos se deshizo más rápido que un cubo de hielo en la boca de un Slugma.

    “No… no puede ser… ¿cuál de ellas es Misty?”

    La inseguridad le apretó el pecho.

    —Tracey… —preguntó, apenas recobrando la voz— ¿Cuál… de ellas es Misty?

    Tracey se rió, alzando una ceja.

    —¿Ellas? No, son Violet y Lili, las hermanas de Misty. Como están ensayando una coreografía para su show, será mejor no interrumpirlas.

    Serena soltó un suspiro de alivio, su corazón volviendo a su sitio.

    “Wow… Misty tiene hermanas hermosas…”

    Pensó que lo peor había pasado… hasta que una voz dulce y encantadora resonó desde el fondo.

    —¡Ash, Tracey!

    Serena se giró, y el mundo se detuvo por dos segundos.

    Una joven alta, de cabello rubio dorado como la miel, curvas imposibles y unos ojos azules que brillaban como zafiros, se acercaba a ellos saludando con la mano.

    Serena sintió cómo se le helaba el alma.

    “No… No, no, no… no puede ser… ¡¿es ella?!”

    Sintió que todo su esfuerzo se hacía trizas.

    “Estoy acabada… si Misty luce así, ya perdí…”

    En su cabeza apareció una versión caricaturesca de sí misma, haciéndose pequeña, pequeña, y más pequeña.

    “Demonios ¡cómo compito contra un supermodelo de copa D!”

    Mientras ella se desmoronaba en silencio, Ash y Tracey se acercaron a la rubia con naturalidad.

    —Chicos, qué bueno verlos —dijo la hermosa chica con una sonrisa resplandeciente.

    Tracey le tendió una pequeña caja.

    —Aquí tienes, Daisy. Tu Megapiedra está calibrada correctamente.

    ¿Daisy? ¿Escuchó bien?

    Serena parpadeó, confundida

    La rubia abrazó efusivamente a Tracey.

    —¡Gracias, Tracey! No sé qué haría sin ti.

    Tracey soltó una risita nerviosa, con un ligero rubor en sus mejillas.

    —De nada… como siempre.

    Ash aprovechó para preguntar a Daisy.

    —Oye, Daisy. ¿Dónde está Misty?

    —Está con un retador en la piscina grande. Ya saben el camino.

    Ash asintió.

    —Gracias.

    Entonces miró a Serena.

    —Ven, te voy a llevar.

    Serena lo siguió con pasos rígidos por el pasillo central.

    Agradeció a Arceus que esa no fuera Misty, pero… si esa era la hermana mayor ¿Cómo sería la menor?

    Tenía que calmarse y dejar de entrar en pánico de esa manera. Respiró profundo y siguió caminando junto a Ash, obligándose a sí misma a dejar de hacerse ideas de forma anticipada, pero honestamente… Tenía miedo. Demonios. Tenía muchas razones para tener miedo.

    Siguieron avanzando por los pasillos del gimnasio, el sonido de chorros de agua y rugidos de Pokémon resonando a lo lejos. Serena apretó un poco el paso, expectante. Ash sonreía, tranquilo. Él se sentía en casa ahí.

    Cuando por fin llegaron al área de la piscina principal, Serena buscó con la mirada, esperando encontrarse con otra modelo salida de revista, otra Daisy… y entonces la vio.

    No había una supermodelo caminando grácil en ninguna pasarela. Solo una chica.

    Una chica de cabello naranja, corto hasta los hombros, con unos shorts ajustados y un top deportivo blanco y zapatillas. Nada de vestidos coquetos ni maquillaje, ni una cabellera de ensueño. Se encontraba medio agachada sobre un trampolín, con una Pokéball en la mano y una expresión decidida.

    —¿Eso es lo mejor que tienes? —soltó, desafiante, dirigiéndose al chico que la enfrentaba.

    Serena sintió un tremendo alivio. Esa chica… no era lo que había esperado.

    Ni femenina, ni grácil, ni encantadora. Más bien… ruda. De esas chicas que podrían pelearse con un Mankey y salir victoriosas.

    La temida Misty no era una princesa. Era una tomboy.

    Ash se apoyó en la baranda, con una sonrisa.

    —¡Esa es Misty!

    Serena lo observó de reojo. Él sonreía, completamente metido en el combate.

    En el campo, Misty comandaba a un Gyarados impresionante que rugió con fuerza.

    —¡Ahora, Gyarados, hidrobomba!

    La enorme serpiente marina lanzó un poderosísimo torrente de agua que arrasó al rival. El Pokémon rival cayó al agua de espaldas, completamente derrotado.

    Ash no pudo evitar sonreír

    —¡Genial! Ese hidrobomba dio crítico.

    Serena asintió con una sonrisa. En el fondo, estaba encantada de que Misty no fuera una modelo peligrosa. Además, al parecer Ash y ella se peleaban mucho, por lo que Tracey y Brock habían contado. Todo bien.

    La batalla terminó, Misty le dio un consejo deportivo al retador y se acercó a su Gyarados, acariciando su escamoso cuello.

    —Lo hiciste increíble, amigo. —Le sonrió con sinceridad y lo abrazó.

    Ash soltó un suspiro satisfecho.

    —Bueno, creo que ahora podemos acercarnos

    Serena, cruzada de brazos, sonrió.

    “Bueno… siguiente paso: conquistarla a ella.” Pensó ella, y luego se acomodó el cabello y tomó aire.

    —Vamos, Ash. Preséntamela —dijo, con sincero entusiasmo.

    Ash se giró hacia ella.

    —Claro. Vamos.

    Y se dirigieron juntos hacia la orilla de la piscina. El encuentro estaba a punto de suceder.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    Ash caminaba por el borde de la piscina, sus manos en los bolsillos y con una extraña sensación en su pecho. No sabía por qué, pero estaba… expectante.

    Quería saber cómo reaccionaría Misty cuando supiera que él tenía novia.

    No era que le importara tanto… ¿o sí? Solo… quería saberlo. Eso era todo.

    Ella solía reaccionar de forma bastante protectora cuando otra chica se le acercaba, aunque ella siempre argumentaba que era porque él se distraía de lo importante. ¿Pero él? No lo iba a reconocer, pero le gustaba pensar que estaba celosa.

    Aunque… esto era diferente. No se trataba de una chica random coqueteándole. Tenía novia, algo que nunca había pasado antes (y tampoco esperaba que ocurriera tan pronto). Y por alguna razón necesitaba saber qué pensaba ella de todo eso. Sólo curiosidad, eso era.

    Tragó saliva y reaccionó, al darse cuenta de que se había quedado quieto sin razón y Serena lo miraba, como esperando.

    —Vamos, está por allá —dijo, haciendo una seña a Serena.

    Serena lo siguió de cerca. Se acomodó el cabello y ensayó mentalmente una sonrisa dulce pero triunfante.

    Misty se acercó trotando, empapada aún por la batalla. Traía el cabello un poco húmedo y esa expresión confiada de siempre. Su mirada se iluminó al ver a su amigo pasarse por ahí.

    —Ay, no. Pensé que tendría un día tranquilo. —dijo apenas vio a Ash, fingiendo fastidio total, pero con una sonrisa ladeada.

    —Sí. También me da gusto verte — le respondió él, encogiendo los hombros.

    Pero entonces Misty notó a Serena… y se le borró la sonrisa por una milésima de segundos antes de recuperarla.

    —Hola… —saludó, curiosa.

    Ash se rascó la nuca.

    —Quiero que conozcas a Serena. Mi… —desvió la mirada un segundo, y luego volvió a mirarla— …novia.

    Serena soltó una pequeña risa nerviosa y rápidamente se colgó de su brazo. No era en plan posesivo, sólo un gesto que le salió natural por lo adorable que le había parecido Ash, presentándola como su novia.

    Y entonces Misty quedó… sin wifi.

    Su cerebro entró en modo error 404, y las palabras "mi novia" hicieron eco en su mente una y otra vez, como un eco burlón. Una grieta invisible le cruzó el alma. Y de pronto, en su mente, se rompió en pedacitos como una estatua de yeso.

    Pero Ash no había percibido nada de eso, así que sólo la miró unos segundos, tratando de descifrar su no-reacción.

    Misty sonrió y le hizo una breve reverencia cordial a la chica.

    —Un gusto en conocerte, soy Misty. Líder de este gimnasio y amiga de este bobo.

    Ash ladeó la cabeza de forma imperceptible, como tratando de leer su expresión.

    ¿Eso era todo? No. Había algo más. Tenía que haber algo más. La conocía, sabía que algo estaba fuera de lugar. Pero no podía saberlo porque estaba sonriendo y siendo amable con Serena.

    Y entonces, como un héroe sin armadura, apareció Tracey desde el pasillo.

    —¡Misty! ¡Ven rápido, es urgente!

    Misty pestañeó, como despertando y se volteó a Tracey.

    —Sí, ya voy— Se giró a Serena y le dijo con una sonrisa cálida — Por favor siéntanse como en casa.

    Y entonces se alejó, caminando rápido hacia dónde estaba Tracey, sin mirar atrás.

    Serena la observó alejarse, con una sonrisa imposible de disimular.

    —Entonces ella es la famosa Misty…—murmuró para sí.

    Ash se quedó viendo el pasillo por donde Misty se había ido, asintiendo de forma automática.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    En su habitación, Misty estaba hecha un ovillo en la esquina sobre su cama, como con una nube negra dibujada sobre ella y unas líneas azules descendiendo desde su cabeza. Se abrazaba las rodillas y se lamentaba de forma tan dramática que incluso Psyduck se preocupó.

    —Esto… no puede estar pasando.

    Tracey, de pie junto a la puerta, rascándose la cabeza, trataba de encontrar las palabras.

    —Quería decirte, pero… ya sabes cómo es Ash. Y tú tampoco…

    —¡No es mi culpa que ese tonto jamás note nada! —gimió Misty, dramáticamente, tapándose el rostro— Mi vida se acabó, Tracey… ¡ya no tiene sentido! —se desplomó boca abajo sobre su cama.

    Tracey suspiró.

    —Misty… tampoco es como si llevaran tanto. Solo… unos días. Como… una semana, si es que.

    —¡No importa cuánto lleven! Ash tiene novia y nunca pensé que… se sintiera tan horrible —dijo en tono depresivo.

    Tracey se sentó a su lado. Psyduck se acercó a la cama también.

    —Oye, y tampoco es como si tú hubieras hecho mucho para evitarlo, ¿eh? ¿Cuánto tiempo llevas esperando para decirle algo? ¿Seis años? ¿Siete? ¿Desde que tenías diez?

    Misty gruñó sin levantar la cara.

    —Como si ese cabeza hueca tuviera remedio…

    Tracey cruzó los brazos y la miró de reojo, con algo de malicia.

    —Bueno, alguien SÍ tuvo agallas para confesarle sus sentimientos. Y mira cómo está ahora.

    Misty le lanzó una almohada sin mirarlo.

    —¡Cállate! ¿Qué clase de amigo eres? Déjame echarme a morir en paz…

    Tracey se recostó sobre su codo, mirándola con tranquilidad.

    —Mira, drama queen… ya no tiene caso lloriquear. De hecho, te conviene saber que… son solo treinta días.

    Misty levantó sólo un poco la mirada, apenas volteándose.

    —¿Treinta… días?

    —Ajá. Como una especie de… noviazgo de prueba. Por si resulta.

    Misty pestañeó. Se quedó quieta. Treinta días…

    Tracey asintió.

    —Así que… solo aguanta esos treinta días. Si siguen como pareja después de eso, entonces sí, te puedes echar a morir tranquilamente. Te acompaño, si quieres.

    Misty se frotó los ojos.

    —…Está bien.

    Tracey sonrió y volvió a sentarse en la cama.

    —Así se habla. Pero no vayas a andar con esa cara de Magikarp muerto cuando Ash ande cerca.

    La sola insinuación hizo que Misty se incorporara de golpe en su cama. Con un tono decidido, orgulloso, cargado de ese fuego indomable que la caracterizaba, soltó de forma que casi resultó amenazante:

    —JAMÁS.

    —Eso quiero ver.

    Luego lo apuntó con el dedo, como una advertencia.

    —Ni se te ocurra, Tracey. Ash no puede saber que esto me afectó ¿Lo oíste? Si abres la boca, te juro que terminas en el fondo de la piscina.

    Tracey alzó las manos en señal de paz, con una sonrisita.

    —Te lo juro. Ni una palabra.

    Misty suspiró y se relajó un poco solamente, mientras seguía sentada junto a su amigo.

    —Treinta días —repitió para sí, esta vez con más firmeza—Puedo sobrevivir a eso.

    Psyduck la miró curioso y ladeó la cabeza. Ella se quedó observándolo, y entonces el Pokémon se acercó con sus aletas extendidas, como ofreciéndole un abrazo. Le causó tanta ternura que no pudo evitar sonreír. Lo rodeó con los brazos y apoyó la cabeza en la suya.

    —Tú tampoco digas nada, Psyduck.

    —¿Psy?

    Tracey sonrió y le dio unas palmaditas en el hombro a su amiga antes de salir.

    —Ahora cambia esa cara, que Ash y Serena te deben estar esperando.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    Esa noche, Daisy había insistido en que todos se quedaran en el gimnasio. Tracey y Ash ocuparon la habitación de huéspedes, mientras que Serena recibió una invitación que no podía rechazar: compartir el cuarto con Misty.

    "Perfecto", pensó Serena, mientras subía las escaleras con su bolso al hombro.

    Es el momento ideal para cumplir el paso dos del libro: gánate a sus amigos. Y de todos, esta era la más desafiante. La chica, la amiga de toda la vida, después de su mamá, la mujer más cercana a Ash. A quien debe ganarse a toda costa para evitar una eventual rival.

    Misty abrió la puerta y sonrió con algo de esfuerzo.

    —Puedes ponerte cómoda —le dijo, señalando la cama extra junto a la suya, que había preparado en cosa de minutos.

    —Gracias —respondió Serena, tan dulcemente que casi se sintió empalagosa consigo misma.

    El cuarto olía a perfume frutal con un agradable toque cítrico. En las paredes había stickers de Horsea, Vaporeon y Starmie, junto a varias fotos enmarcadas. Serena no tardó en reconocer a Ash en al menos la mitad de ellas: una en una feria de Pueblo Paleta, otra en una playa, otra en un picnic. Misty abrazaba a Psyduck en esa última y Ash salía sonriendo a su lado, con Pikachu.

    "Ajá… entonces sí han estado muy juntos".

    Misty se quitó la blusa para ponerse el pijama. Estaba algo tensa, pero hacía su mayor esfuerzo para que no se le notara.

    —¿Y qué te ha parecido Kanto? —preguntó, tratando de aligerar un poco el ambiente.

    Serena, aún mirándola de reojo, no pudo evitar hacer un escaneo rápido, mientras pensaba su respuesta. Era su oportunidad para analizar los stats de la pelirroja.

    Tenía unos ojos grandes y bonitos, buena piel, lindas piernas y… estimaba que la misma copa que ella, o quizás un poco más. Tenía que admitirlo, la amiga de Ash tenía un lindo físico, como de las típicas chicas fitness de los comerciales de suplementos. Demonios.

    “Pero en encanto femenino general… te llevo ventaja, amiga.”

    Y se odió por ese pensamiento.

    "¡¿Qué rayos me pasa?! ¡Deja de compararte!"

    Respiró profundo y se obligó a recordar el libro. No tenía que verla como rival, sino como amiga en potencia. Si fallaba en eso sería imposible ganársela.

    Y entonces respondió.

    —La verdad, Kanto me ha encantado. Es muy acogedor, y la gente es tan amable. Todo se siente más relajado —respondió, forzándose a sonar amistosa y genuina.

    Misty terminó de ponerse su ropa para dormir y se sentó en la cama.

    —Me alegra que te hayas sentido bienvenida.

    Serena sonrió.

    —Cada región tiene su encanto. Pero me alegra estar aquí.

    Hubo un breve silencio incómodo. Misty cepillaba su cabello, desviando ligeramente la mirada. Serena acomodaba peluches en la cama extra.

    "Vamos Serena, gánate puntos, saca conversación, sé adorable…"

    Recordó un consejo del libro: Habla de algo personal, sin invadir, para generar cercanía.

    —¿Y esas fotos? —preguntó con curiosidad, señalando una en la repisa.

    Misty miró.

    —Ah… con mis amigos. Ese de ahí es Brock, y bueno… ese tonto de al lado ya sabes quién es.

    Serena rió suavemente.

    —Tienes un bonito grupo.

    Misty bajó la mirada y, sin pensar, soltó:

    —Sí… bueno… los quiero mucho.

    Serena sonrió con dulzura auténtica por primera vez.

    —Me alegra. Se nota que eres una buena amiga.

    Y ese comentario hizo sonreír a Misty de forma honesta.

    Serena sintió esa sonrisa como un pequeño triunfo de su parte. Estaba en buen camino.

    La habitación estaba en penumbra, iluminada solo por la lámpara sobre el velador junto a la cama. Serena, acomodándose sobre la cama extra, intentaba relajarse, pero el ambiente seguía cargado de una tensión indefinible. Así que, armándose de valor, buscó un tema común. Uno que todas las chicas compartieran.

    —Oye… Misty, ¿y tú qué opinas de la moda? —preguntó, forzando un tono ligero—. Digo… tus hermanas parecen tener un estilo increíble.

    Misty soltó una risa breve y natural.

    —¿Moda? Eso déjaselo a ellas. Son expertas en todo ese rollo de ropa y maquillaje.

    Serena aprovechó.

    —¿Y tú no? —se animó a preguntar— Digo… viéndote bien, podrías ser modelo. Tienes buena figura, piel bonita, y lindas facciones.

    Misty la miró de reojo, sonriendo, pero con cierta cautela.

    —Creo que soy la persona menos indicada para ser modelo.

    Serena soltó una risita algo nerviosa.

    —Vamos, no te tires para abajo —aseguró con entusiasmo— Solo… no sé, tal vez si fueras un poquito más femenina.

    Misty dejó de cepillarse el cabello y bajó el cepillo.

    —¿Qué quieres decir con eso? —preguntó, entrecerrando los ojos.

    Serena parpadeó rápido. “Bien jugado, Serena. Gran forma de ganarte a la amiga… brillante.” Tenía que arreglarlo, y rápido.

    —Ah… nada malo, de verdad. Solo que… si te arreglaras te verías muy bonita. Y con un par de detalles más podrías… no sé, resaltar eso. Pero claro, si quisieras —se apresuró a aclarar.

    Misty suspiró. Podía notar que la chica se estaba esforzando por ser agradable con ella. No podía odiarla. Era una chica muy linda, dulce… tan fuera de todo el caos de su mundo y, en el fondo, no era su culpa estar en esa posición. No podía odiarla simplemente por ser la novia de Ash.

    Decidió soltar la tensión y cambiar de tema.

    —Oye, Serena… ¿a qué te dedicas? —preguntó con un tono más relajado y hasta genuino interés— Porque no me lo has contado y me da curiosidad.

    Serena se sorprendió, y una calidez real se asomó en su sonrisa.

    —Bueno… soy coordinadora Pokémon. Me encantan los concursos, los escenarios… mostrar el lado más bonito de los Pokémon. Me gusta planear combinaciones de ataques y trajes y… todo eso.

    Misty la observó con una pequeña sonrisa cuando vio la pasión en sus ojos cuando hablaba de eso.

    —Suena bien. A mí me gustan los combates… el tipo de pelea directa, ya sabes —dijo con una pequeña sonrisa cómplice— Supongo que no sería buena para eso de los concursos.

    Serena se rió con ella.

    —Bueno, quizá podrías sorprenderte.

    Misty la miró, alzó una ceja y sonrió.

    —Gracias… creo.

    Por primera vez en la noche, ambas soltaron una risa ligera y sincera.

    La tensión se disipó un poco. Y aunque Serena sabía que no iban a ser mejores amigas esa noche, también se dio cuenta de que Misty no tenía por qué ser una rival a vencer, sino alguien… que tal vez, solo tal vez, podía entenderla.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    La noche en Ciudad Celeste era tranquila, y el gimnasio sonaba a agua pasando por los filtros de las piscinas. En la habitación de huéspedes, Ash y Tracey estaban sentados en el suelo, con un par de latas de soda. Pikachu estaba junto al Indeedee de Tracey, quien le mostraba los dibujos de su entrenador.

    Ash soltó una risa breve.

    —Daisy se veía muy feliz de verte ¿No has pensado que podrían hacer buena pareja? —bromeó, levantando las cejas.

    Tracey le devolvió una sonrisa de lado y, sin dudarlo, soltó:

    —Definitivamente, haríamos mejor pareja que tú y Serena.

    Ash suspiró como derrotado, dejándose caer un poco hacia atrás.

    —Oye… no te burles —murmuró, con una sonrisa resignada.

    Tracey rió bajo.

    —Tranquilo. No lo haces tan mal. Serena está feliz, y eso ya es mucho viniendo de ti.

    Se hizo un pequeño silencio, roto solo por el sonido de la risita de Indeedee, quien estaba muy divertido al ver las caras que Pikachu hacía, al ponerse a imitar las expresiones de los Pokémon que aparecían en los dibujos de Tracey.

    Ash bajó la mirada a su lata medio vacía, girando la anilla con los dedos. Había algo que estaba rondando su mente, y quería saber, sólo saber.

    —Oye… —dijo, intentando sonar casual— ¿Qué crees que… piense Misty de todo esto?

    Tracey lo observó con detención unos segundos antes de responder, como si estuviera analizando su expresión.

    —¿Y a qué viene tanto interés?

    —¡Curiosidad! —se apuró a decir Ash, llevándose una mano a la nuca, aunque su voz algo nerviosa lo traicionaba— Como amigos. Sólo… ya sabes, por saber.

    Tracey se encogió de hombros. No iba a traicionar la confianza de Misty, así que maquilló la verdad. Bastante.

    —Pues… le sorprendió. Eso seguro. ¿Tú, con novia? Todos estamos en shock.

    Pero no era la respuesta que esperaba Ash. Ni él entendía por qué esperaba algo más de parte de Misty. Algo que le indicara que le importaba. Pero no esa… “nada” de hace unas horas atrás.

    Ash intentó disimular su expresión, pero su mano jugueteando con la anilla de la lata lo traicionó.

    En el fondo, quería que le importara, que no fuera indiferente. Y eso lo irritaba, porque no entendía por qué.

    Finalmente, la anilla de la lata se soltó de tanta presión, y Ash la lanzó en el papelero cercano.

    Tracey lo observó, y tras unos segundos se le dibujó una sonrisa.

    —Sabes… siempre pensé que tú y Misty… —se interrumpió y luego negó con la cabeza— Bah, olvídalo.

    Ash frunció el ceño.

    —¿Qué? ¿Qué ibas a decir?

    —Nada —rió Tracey— No me hagas caso.

    Ash chasqueó la lengua.

    —Tonto.

    Tracey se acomodó en su saco de dormir.

    —Anda, duérmete antes de que empieces a pensar demasiado.

    Luego miró a su Pokémon, que todavía seguía riéndose con Pikachu.

    —Y tú también, Indeedee.

    Indeedee hizo un mohín y sin muchas ganas cerró el block de dibujo y se despidió de Pikachu, antes de bostezar y volver a su Pokéball por su cuenta.

    Pikachu, por su parte se estiró y buscó un espacio cómodo cerca de su entrenador.

    Ash se recostó, mirando el techo. Pero por alguna razón, nada en su pecho se sentía sencillo. Suspiró, cerró los ojos y trató de no pensar demasiado en ello.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    La habitación estaba en penumbra, iluminada apenas por la luz azulada del celular de Serena. Afuera, el sonido del agua en las piscinas del gimnasio se mezclaba con el silencio profundo de Ciudad Celeste. Misty dormía en la cama contigua, respirando con calma, ajena a la agitación que todavía tenía Serena.

    Sus dedos volaban por el teclado táctil, la pantalla iluminando su rostro con un brillo suave.

    Serena: Calem!!! Acabo de conocer a Misty.

    Tres segundos después, el teléfono vibró.

    Calem: ¿Y? ¿Era una bruja fabulosa, o una mutante con poderes telepáticos?

    Serena sonrió, cubriéndose la boca para no reírse fuerte, y respondió:

    Serena: Es… una tomboy total. ¡Cero femenina! Me siento TAN aliviada. (˶ᵔ ᵕ ᵔ˶)

    Calem: -_-

    Calem: Serena… no subestimes a las tomboys. Son peligrosas.

    Serena: Ay, cállate. Es una buena chica, pero no es competencia. Creo que incluso me cae bien… es como de esas chicas de animé, super tsundere, pero de buen corazón.

    Calem tardó un poco más en contestar.

    Calem: Ajá… y Ash… ¿cómo va?

    Serena suspiró, mirando de reojo a Misty, y luego escribió:

    Serena: Asfixiado pero vivo jaja. Me sigue el juego, se esfuerza… y yo sigo el libro al pie de la letra. Solo quedan 23 días, y estoy más cerca de ganar su amor. (≧∇≦)

    Calem mandó un meme de un Aipom de mirada escéptica y luego respondió.

    Calem: Solo no te obsesiones, Serena. No olvides disfrutar el proceso. Y cuida de tu corazón.

    Serena sonrió más suave.

    Serena: Lo sé. Gracias, Calem. Eres el mejor.

    Calem: Pero claro, tu favorito es Ash ¬ ¬

    Ella rió bajito al leer ese mensaje y le mandó un gif de un Fennekin abrazando a un Chespin.

    Guardó el teléfono bajo la almohada, cerró los ojos y sonrió satisfecha.

    “Mañana será un gran día”, pensó

    Y la habitación volvió a quedar en silencio.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    Diario de Serena — Día 7

    ¡Sobreviví al encuentro!

    Hoy, por fin conocí a la tan temida Misty… y ¿saben qué? ¡No era lo que imaginaba!

    Después de días escuchando su nombre como si fuera una especie de leyenda viviente, estaba convencida de que me encontraría con una supermodelo de revista, o la amiga encantadora que automáticamente me vería como su rival. Pero no ¡Es una tomboy! De cabello naranja despeinado, actitud ruda, y cero delicadeza. Más cerca de trepar árboles y pelear con Pokémon que de usar vestidos y tacones.

    No sé por qué me sentí tan aliviada. Es medio brusca, pero se nota que es una buena persona. No quiero competir con ella… además, no es mi rival. Me repito eso.

    Nota: NO OBSESIONARME CON LAS COMPARACIONES.

    Por otro lado, Ash cada día se muestra más cómodo conmigo. Confío en el libro, porque hasta ahora todo ha salido estupendamente bien.

    ¡23 días más!

    Calem diría que estoy loca, pero me tiene fe. Y yo también.



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    Última edición: 19 Septiembre 2025
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    30 días para enamorarse
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    Amistad
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    Capítulo 5: Gánate a sus amigos, intento 2



    Diario de Serena — Día 10

    ¡Han sido unos días de locos y no había podido escribirte! Apenas tengo fuerzas de lo agotada que estoy, pero tenía que dejar constancia porque han pasado demasiadas cosas.

    Primero, el Bosque Verde. Precioso lugar, muchísimos Oddish por todas partes, parecían armar un jardín viviente. Pero claro… también había MUCHOS Pokémon bicho. ¿Y sabes quién no se lleva bien con ellos…? ¡Misty! Lo mejor de todo fue que le hice una travesura (lo sé, no está bien, pero fue demasiado tentador). Coloqué un pequeño Weedle cerca de su mochila y cuando lo vio, pegó un grito que seguro se escuchó en todo Kanto. Lo mejor de todo: ¡pensó que fue Ash! Lo correteó por todo el bosque. Fue ÉPICO. Nadie puede saber que fui yo… nadie.

    Al día siguiente Brock quiso llevarnos a buscar Piedras Lunares al Monte Luna. Pero ¿qué encontramos? Zubats. Zubats. Y adivina… ¡más Zubats! En serio, parecía una invasión. Casi me caigo por un barranco, y por un segundo pensé “Ash vendrá a salvarme como en las novelas” ¡Pero no! Fue Brock. Al menos salí entera. Nota: Nunca ir a una cueva de Kanto sin repelentes.

    Y ahora estamos acampando en la playa de Cabo Celeste. Es hermoso. El faro que hay aquí es tan romántico, con su luz girando sobre el mar. Esta noche hicimos una fogata, asamos malvaviscos y contamos historias.

    Mañana iremos a Ciudad Plateada, a casa de Brock. Haremos una fiesta y tengo que dar una buena impresión. Es mi oportunidad de lucirme y ganar más puntos con sus amigos. No queda tanto tiempo… ¡Quedan 20 días! Y voy a aprovechar cada uno.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    La casa de Brock en Ciudad Plateada estaba llena de risas, música suave y el aroma tentador de pizza recién horneada. En la sala, un par de bandejas con snacks circulaban entre risas y bromas. Tracey ayudaba a servir bebidas mientras Daisy conversaba animadamente con Misty y Serena.

    Brock, con un delantal ridículo que decía "El chef de Plateada", apareció con una bandeja de botellas y vasos.

    —Aquí tienen —anunció—Bebidas para todos. Pero ojo, el alcohol solo para adultos.

    Ash, Misty y Serena se quedaron mirándolo.

    —¿Adultos? —repitió Misty con una ceja levantada— Brock, tenemos diecisiete.

    —Exacto —respondió Brock, alzando un dedo como si estuviera dando cátedra— Todavía no cumplen la mayoría de edad. Así que para ustedes hay soda, té, o… leche.

    —¿Leche? —repitió Misty, fingiendo horror— Por favor.

    Y sin decir más, se sirvió un mojito medio diluido, en un vaso largo con ramita de menta y todo. Le dio un sorbo como si nada.

    Ash la miró divertido. Por supuesto que Misty no iba a seguir ninguna regla propuesta por Brock.

    —Le voy a decir a Brock —dijo como quien está listo para acusar.

    —Tú ve por una leche, Ash —le respondió ella de forma burlona.

    Ash entrecerró los ojos, se acercó de repente y le quitó el vaso a Misty.

    —¡Oye! —protestó Misty.

    Por supuesto, Serena no le quitó el ojo de encima en ningún momento a su novio. ¿Era idea de ella o Ash tenía demasiado confianza con Misty?

    Ash olfateó el contenido del vaso, frunciendo el ceño… y aun así, probó un sorbo.

    —¡Gugh! Esto es super malo.

    Entonces apareció Brock y le quitó el vaso con un suspiro largo y cansado.

    —Ash… no tomes. Eres menor. En serio.

    Tracey, que estaba sentado en el sofá con una cerveza en la mano, se encogió de hombros.

    —Vamos no seas tan estricto. Un poco no los va a matar.

    Brock lo fulminó con la mirada… pero luego suspiró y cedió.

    —Está bien. Pero un solo vaso. Uno por cabeza. Y nada de hacer el ridículo, ¿me oyeron?

    —Sí, papá Brock —dijo Misty, con una sonrisita inocente y volvió a cortar limón para hacerse otro mojito, ya que Ash le había robado el suyo.

    Ash levantó le dio un sorbo al vaso, a pesar de que no le gustó nada, y miró a Misty de reojo.

    —Apuesto a que te pones a hacer bobadas con medio vaso.

    Misty lo miró de vuelta, desafiante.

    —Apuesto a que tú no logras tomarte ni un cuarto sin quedarte dormido.

    —Ah, ¿sí? Tú no lograrías ni caminar derecho.

    —Tú ni siquiera te lograrías levantar.

    Se miraron como si estuvieran por entrar en combate. Las chispas eran tan obvias que hasta Pikachu levantó una oreja, mirándolos con una gotita de sudor. Y por supuesto, Serena también lo notó.

    Entonces carraspeó con fuerza, llamando la atención de Ash.

    —Ejem.

    Ash parpadeó, girándose hacia ella con una sonrisa algo incómoda.

    —Ah, está bien. Sin retos tontos. Solo… un vaso. Como dijo Brock.

    Pero Misty no apartó la mirada. Le lanzó una mirada de soslayo, con una sonrisa ladeada. Ash, como si hubiera recibido un desafío, le devolvió el gesto.

    Y Serena, entre sorbo y sorbo de su vaso de jugo, sintió ese intercambio sin palabras. Esa energía entre ellos. Esa complicidad. Esas miradas entre retos infantiles. No le gustó para nada, pero no dejó que eso le borrara la sonrisa.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    La noche había transcurrido entre risas, bromas pesadas y todo tipo de juegos. Primero fueron juegos de mesa (que Serena y Ash abandonaron en cuanto vio que Brock y Tracey se tomaban el póker demasiado en serio), luego un par de rondas de verdad o reto, donde Daisy terminó cantando a gritos una canción ridícula de los 90.

    Los Pokémon también parecían divertirse: Sylveon se llevaba de maravilla con el Popplio de Daisy, compartiendo juegos tranquilos, mientras que Pikachu prefería algo más movido y se enredaba en peleas amistosas con el Indeedee y el Marshtomp de Brock. Psyduck, como siempre, sólo observaba con gesto confundido

    Finalmente aparecieron los videojuegos. Ash y Misty monopolizaron la consola en cuanto aparecieron las carreras de Poke Kart Deluxe. Brock, Tracey y Daisy seguían en la mesa jugando póker, apostando gomitas como si su vida dependiera de ello, y Serena se acomodó junto a Ash en el sofá. No era fan de los videojuegos (a excepción de ese juego Otome que a veces jugaba a escondidas), pero estaba ahí para ver jugar a Ash.

    —¡Vamos, Ash! Tienes que ganarle—lo alentó.

    —¡No lo dudes! —Ash no apartaba los ojos de la pantalla.

    Misty soltó una risa desde su sitio, sentada justo al otro lado de Ash.

    —No tienes oportunidad contra mí, campeón.

    Ash frunció el ceño.

    —¿Quieres apostar?

    —Por supuesto —le dijo con un guiño, sonriendo con picardía.

    Serena forzó una sonrisa, respirando hondo. No iba a fingir que no. Ese tipo de competencias y apuestas le empezaron a incomodar. Bastante.

    La carrera estaba reñida. Ambos se empujaban con los hombros cada vez que el otro ganaba ventaja. Misty, en su manía competitiva, se inclinó de lado para taparle la visión justo en una curva cerrada, pasando una pierna por encima de las rodillas de Ash mientras reía.

    —¡Oye! Quítate, tramposa —Ash se quejó, entre risas.

    —Todo se vale en las carreras y en el amor—dijo Misty, asegurándose de taparle la visión.

    Serena se tensó de golpe. Misty estaba con la pierna encima de su novio como si nada. Su sonrisa desapareció y su mirada se clavó helada en ella, como un peligroso laser rojizo que atravesaba todo.

    “Quítate de encima de mi novio, pelirroja” pensó, con una mirada asesina.

    Pero ni Ash ni Misty eran conscientes de lo que estaban provocando en Serena. Ellos solo estaban jugando, compitiendo como siempre.

    Ash seguía metido en el juego y, divertido, empujó a Misty de vuelta contra el reposabrazos del sofá, aplastándola con su cuerpo asegurándose de taparle la visión a ella.

    —¡Idiota, quítate de encima! —dijo Misty, forcejeando un segundo, y empujándolo con el codo, tratando de ver la pantalla.

    Y el kart de Ash pasó entonces al de Misty.

    —Jajaja, te pasé —celebró él, sonriendo triunfal.

    —Arg ¡ya, quítate!

    Misty se lo quitó de encima de un codazo, pero ya era tarde. El kart de Ash le llevaba mucha ventaja.

    La mirada de Serena se afiló aún más sobre Misty ¿Ganársela como amiga? Olvídalo. El coqueteo poco disimulado a su novio la había dejado de inmediato en la categoría de rival.

    Lista negra. De inmediato.

    “Calem tenía razón, las tomboys son peligrosas. No debí subestimarla” pensó Serena.

    A simple vista no había nada malo… pero esa naturalidad, esas risas, ese roce constante y esa confianza descarada le estaban más que incomodando a Serena. Es más, la tenían al borde de hacer una escena.

    La carrera terminó. Ash ganó.

    —¡Perdiste! —se burló, girándose hacia Misty con una sonrisa de victoria.

    Ella cruzó los brazos y miró a otro lado, inflando las mejillas.

    —Hubiera ganado si no se me hubiera atravesado un Snorlax en la pantalla —refunfuñó ella.

    —Tú me tapaste primero —le recordó él, señalándola.

    Se miraron un par de segundos con esa chispa competitiva que siempre les había caracterizado, hasta que Serena carraspeó, interrumpiendo el momento.

    Misty notó que su sonrisa era demasiado encantadora, tanto que daba un poquito de miedo.

    —¿Y si cambiamos de juego? —sugirió Serena, con un tono ligero—. Podríamos cantar karaoke … suena divertido, ¿no?

    Ash se encogió de hombros, no tan emocionado.

    —Por mí, bien.

    Misty asintió con energía

    —Soy buena en eso. Esta vez no voy a perder.

    Serena respiró hondo, conteniendo las ganas de suspirar. Pero para sí ella pensó que NO IBA A PERMITIR que la pelirroja acaparara de nuevo la atención de su novio.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    La consola quedó a un lado y el karaoke comenzó. Brock, Daisy y Tracey se sumaron al grupo, cada uno tomando un micrófono de los de plástico barato que Brock había sacado de algún cajón olvidado. Las luces de la sala bajaron y Daisy puso unas luces led de colores que parpadeaban al ritmo de la música.

    Serena aprovechó el cambio de ambiente.

    —¡Ash, cantemos algo! —propuso, acercándose con entusiasmo.

    Ash la miró, dudando.

    —¿Yo? Nah… ya sabes que canto horrible.

    —Vamos, por favor —le insistió, tomándolo de la muñeca con una sonrisa dulce—Prometo que no te haré cantar nada vergonzoso.

    Ash bufó divertido, pero aceptó. Misty observó la escena desde el sillón, sin decir nada, jugando con una gomita de Teddiursa que había rescatado de la mesa de los apostadores.

    La canción comenzó. Serena había elegido una balada tranquila, una de esas que se cantan a dúo, con letra romántica y miradas incluidas. Una canción con la que podía recuperar algo de terreno, recordar a todos (incluida cierta pelirroja) quién era la chica que Ash había elegido.

    Comenzó a cantar. Serena se esmeró en sonar dulce, cálida, conectada. Buscó sus ojos en los fragmentos de letra donde se suponía que los protagonistas se miraban. Y Ash… bueno, cantaba sin gracia y a destiempo, pero al menos se reía y la miraba, con ese brillo torpe y despreocupado que siempre había tenido.

    Para Serena, fue suficiente.

    Sintió que su pecho se descomprimía un poco, que la presión de todo el día se aliviaba. En ese momento, solo existían los dos y esa canción ridícula. Y por unos minutos, Serena volvió a sentir esa chispa ingenua y cursi que siempre había soñado con Ash.

    Desde su sitio, Misty miraba en silencio. Serena alcanzó a verla de reojo. No estaba sonriendo y mantenía la vista fija en la pantalla, como si le importara mucho quién iba primero en el ranking del karaoke… aunque no estuviera jugando.

    Un pequeño pinchazo de satisfacción se coló en el estómago de Serena. No malicioso, no cruel… solo una reconfortante sensación de haber recuperado el terreno que le pertenecía con Ash.

    Cuando la canción terminó, Serena sonrió de forma encantadora.

    —¡Te salió bien! —le dijo a Ash, con genuino cariño.

    Ash dejó el micrófono en la mesa y se dejó caer en el sofá con una carcajada.

    — Si por bien quieres decir horrible, sí.

    Entonces se giró hacia Misty. No había notado lo callada que había estado durante toda la canción.

    En ese momento Brock se acercó y la sacó de sus pensamientos.

    —Oye, Misty. Deberías cantar tú también.

    Ash asintió y se volteó a Serena.

    —Misty canta muy bien —le dijo, señalando a la pelirroja con el pulgar— Siempre anda presumiendo en los karaokes.

    —Sí —intervino Daisy desde la mesa, terminando su trago— Es algo en que nos destacamos las hermanas sensacionales, incluyendo a Misty.

    Misty sonrió, pero negó con la cabeza.

    —No quiero. Ya me cansé —dijo, estirándose en el sofá.

    Ash rió.

    —¡Sabía que no aguantarías ni un vaso!

    —¡Eso no tiene nada que ver! —le gruñó Misty.

    El karaoke siguió su curso.

    Ash, Brock y Tracey se animaron con un tema de un viejo anime de acción, Daisy y Serena cantaron una de esas baladas adolescentes pegajosas, y también se colaron algunas virales del último año. Y Misty no participó, fingiendo cansancio.

    En eso, Daisy se levantó.

    — ¿Qué tal una partida de Joydance? —preguntó emocionada.

    Brock, como buen anfitrión, cambió de inmediato al juego de baile que tenía instalado en la consola.

    Serena sonrió con aire inocente y se volvió hacia Misty. Pero en su interior había una pisca de malicia. No iba a dejar pasar tan fácilmente lo de hace un rato, en el juego de carreras con su novio.

    —¿Qué dices? ¿Bailamos? —preguntó con tono ligero, pero en su interior lo tomó como una especie de revancha.

    Misty demoró en reaccionar y cruzó los brazos, mirando a otro lado.

    —No tengo ganas. Te dije que me cansé.

    Serena insistió.

    —Vamos, sólo será una— Dijo ella con una voz adorable.

    Tenía cero ganas de bailar. Pero no quería que se notara demasiado que no había quedado de tan buen humor después de esa balada romántica entre Serena y su “novio”.

    Misty suspiró y se levantó del sillón sin muchas ganas.

    —De acuerdo. Sólo una.

    Eligieron canción. Serena no lo pensó demasiado y fue directo a la canción I’m his Girlfriend, la versión bailable que tenía pasos competitivos y algo de acting entre las dos chicas. Serena eligió el avatar de la chica angelical. Misty, sin darle mayor importancia, se quedó con la chica ruda.

    La coreografía comenzó. Los pasos incluían empujones falsos, manotazos y miradas desafiantes entre ambas personajes. Serena intentó mantener el control, moviéndose con precisión y sonriendo con superioridad.

    Era solo un juego, pero para Serena era una competencia silenciosa que quería ganar contra su recientemente declarada rival. Sin embargo, Misty no notó nada de eso. Y en un momento se empezó a soltar, exagerando los gestos, y bailando los pasos como otro juego más. Se notaba que lo estaba disfrutando de verdad. Serena, sin darse cuenta, terminó sonriendo. Era imposible no contagiarse un poco de la energía de Misty, quien parecía totalmente involucrada en su personaje de chica ruda.

    La canción terminó. Ambas estaban jadeando, riendo. Los puntos en pantalla mostraron que Misty había ganado por un par de puntos.

    —Mira eso ¡Te gané! —celebró Misty, levantando los brazos.

    Serena soltó una pequeña risa.

    —Estuviste bien —admitió.

    Misty se acercó a ella con una sonrisa honesta.

    —Fue divertido.

    Serena se quedó un momento mirando esa sonrisa. Por primera vez en la noche no la vio a su rival, ni la chica que se empujaba con su novio, ni la que le ponía la pierna encima. Era solo Misty, genuina y contenta de haber compartido algo con ella.

    Serena le devolvió la sonrisa.

    —Sí… fue divertido.

    Brock anunció que la siguiente ronda de baile sería mixta, y Tracey ya estaba desafiando a Daisy, quien parecía muy a gusto de bailar con él. Ash se levantó para buscar más snacks, y Serena, por fin, se permitió relajarse.

    Por ahora, todo estaba bien.

    -----------------------------------------------------------------------------​

    La fiesta había terminado hace rato, pero la casa de Brock seguía llena de vida. En una de las habitaciones improvisadas como “cuarto de chicas”, Daisy reposaba con una mascarilla hidratante cubriéndole el rostro y dos rodajas de pepino en los ojos. Psyduck estaba junto a ella, imitándola, con las rodajas de pepino en los ojos también, mientras que Popplio se comía despreocupadamente el resto del pepino que había quedado.

    Misty y Serena estaban sentadas en el suelo, rodeadas de esmaltes de colores, brillitos y stickers de Pokémon. Sylveon miraba con curiosidad como la pelirroja le pintaba con mucha concentración y detalle las uñas a su entrenadora.

    Serena sonrió satisfecha, admirando sus uñas recién pintadas. Misty había hecho un trabajo precioso: Unos dibujitos de Ditto kawaii adornaban dos de sus uñas y las demás estaban esmaltadas en un tono celeste brillante.

    —¡Me encantan! —exclamó Serena, girando las manos para verlas desde todos los ángulos—. Eres buena en esto, Misty.

    Misty sonrió mientras cerraba el esmalte.

    —Me gusta. Es relajante —admitió, mientras cerraba la tapa del esmalte— Les suelo hacer las uñas a mis hermanas… aunque a veces sólo para que me dejen tranquila.

    Serena sonrió.

    —¿Y por qué tú no te pintas? —preguntó curiosa, mirando sus manos sin nada de esmalte.

    Misty se encogió de hombros.

    —Estoy la mitad de mi vida metida en una piscina y las uñas no me duran.

    Serena la miró, pensativa.

    —Creo que te quedarían muy bien —le dijo, sincera.

    Misty la miró de reojo, sonrió leve y negó con la cabeza.

    —Gracias. Pero prefiero dejarlas así —luego añadió, señalando las uñas de Serena—. Te quedan muy lindas.

    Serena se recostó sobre el futón.

    —¿Sabes? Me gusta esto. Es… diferente —dijo, mirando el techo—. Hacía tiempo que no tenía un momento así, con amigas. Solo cosas de chicas.

    Misty se recostó a su lado.

    —Es mucho menos escandaloso que tener a Brock, Tracey y Ash desafinando con karaoke.

    Ambas soltaron una risa compartida.

    Daisy murmuró desde su camita:

    —Tengan cuidado con mi esmalte glitter, ¿eh? Es importado de Paldea.

    Serena y Misty se miraron y otra vez rieron, pero bajito.

    Por un rato, la rivalidad se quedó fuera de esa habitación. Solo eran dos chicas compartiendo un momento tonto, con esmaltes de colores y bromas nocturnas.

    Y eso, en algún lugar dentro de ambas, se sintió bien.

    Serena se quedó mirando las uñas que Misty le había decorado. Eran lindas y divertidas. Y por esa vez, se permitió aceptar que Misty no era una mala persona. O no tan mala, al menos. Aunque eso no significaba en absoluto que iba a olvidar fácilmente su descarado movimiento hacia su novio en el PokéKart. Tal vez si no hubiera estado Ash de por medio… probablemente Misty le habría caído bien desde el principio.

    Y ahora que ya había llegado al final del día, podía decir que la lección dos de su preciado libro estaba lista para terminarla con un check. Había sido más difícil ganarse a Misty de lo que hubiera imaginado, pero si lo pensaba fríamente, su mayor obstáculo había sido su propia inseguridad.

    Sonrió para sí. Quizás esa nota mental de no rivalizar con la amiga, sino ganársela debió haberla puesto con miles de destacadores de colores. Porque lo había olvidado más de una vez.

    El día once de su aventura había llegado a su fin. Ahí, en la casa de Brock, rodeada de los amigos de Ash, sabiendo que había logrado ser parte de su círculo cercano sin mayores problemas.

    Miró el teléfono y se tentó de llamar a Calem, pero no podía hacerlo en ese momento. Tendría que esperar hasta mañana porque no quería que Daisy ni Misty la escucharan. Pero cuando vio las notificaciones, vio un mensaje de Calem.

    Calem: Espero que te hayas divertido. Me cuentas mañana. Bonne nuit.

    Sonrió para sí al ver el mensaje y le respondió con un gif de un Fennekin adorable.

    Y con esa sonrisa, buscó su diario para escribir su entrada de ritual.

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    Diario de Serena — Día 11

    Lección 2: Ganarse a sus amigos (Y la mejor amiga)

    Estado: ✓ (Y que me den una medalla porque ME LA MEREZCO)

    Santo. Arceus.

    No sé cómo sigo viva.

    Hoy oficialmente estuve a punto de cometer un asesinato.

    Primero que todo: Misty Waterflower es una Tomb Rider. Un VERDADERO peligro.

    Esa pelirroja descarada se le sube encima a mi novio en medio de una carrera de Poke Kart y ¡NADIE DICE NADA! Que si le pone la pierna encima, que si le tapa la vista, que si se ríen como dos idiotas de primaria. Y yo ahí, sonriendo como muñeca de vitrina mientras por dentro tenía ganas de... ¡urrgg!

    Ash, ¿te podías mover un poquito? ¿Te podías dar cuenta? Claro que no. Porque Ash cuando está en modo “juego” se le apagan las neuronas.

    Lo peor es que nadie más parece notarlo. Brock está ocupado en modo anfitrión. Tracey apostando gomitas como si fueran fichas de casino. Y Daisy… bueno, Daisy vive en su propio universo.

    Y a pesar de todo, dejé pasar por alto TODO ESO porque la necesito de mi lado.

    Y al final del día, me la gané.

    Sí. Como lo lees.

    Terminamos bailando, cantando, haciéndonos las uñas y hablando de chismes idiotas de chicas. Y, admito, hasta me cayó bien. Pero eso no significa que confío totalmente en ella.

    Así que lección completada, pero con advertencia mental incluida: nunca te relajes demasiado, Serena. Las tomboys son peligrosas. Y esta en particular, ni se te ocurra bajarle la guardia.

    PD: Calem me escribió. Me salvó la noche. Bendito seas, Kalosiano.

    PD 2: Ash canta horrible. Pero horrible nivel criminal.




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  10.  
    Asael Martinez

    Asael Martinez Persona Imperativa

    Tauro
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    Holaaaa tuve curiosidad al momento de ver que era una historia de Serena. Parece que mi yo de hace unos años no a dejado de lado este ship tan famoso, en verdad soy un gran fan del Amourshipping. Al instante me atrapaste con la historia pues esta ambientada en una época futura de todas las aventuras de Ash, por lo que puedes darte muchas libertades creativas.

    Capitulo 1: Perfecto, empezamos con gran determinación, Serena esta lista para dar un segundo ataque, ya que el primero en las escaleras de ese aeropuerto no funcionó del todo (espero se lo recuerde o por lo menos intente de nuevo hacerle saber que le gusta de verdad) Calem el mejor amigo de Serena me hizo sentir bastante empatia, de verdad espero este personaje resalte mas adelante.

    Capitulo 2: La verdad, el hecho de que Ash aceptará sin dudar mucho, habla bastante de su inocencia y pues todos los conocemos el es así. Al principio me sentí un poco incomodo con el hecho de que todo sería una prueba de 30 dias, pues... vaya hasta parecía que las cosas no irán del todo en serio, esto para el pobre de Ash puede que solo sea otro dia de campo o aventura como lo mencionó. Pero para Serena... jajajaja hasta me sentire mal por ella si no sale bien esto. En fin pero eso es lo bueno de la historia.

    Nunca había visto las primeras temporadas pero Tracey parece el personaje que se puede moldear a cualquier historia y aquí lo estas aprovechando bastante bien.

    Capitulo 3: (Si... me leí todo de golpe) La primera aventura, creo que no soy el único que sabía que esto podía resultar un desastre, a pesar de que Serena viajo hace años con Ash en Kalos parece que se le olvido lo extremo que pueden resultar sus aventuras, puede que la edad la haya hecho olvidarse de varias cosas, pues ahora es toda una dama, mientras que Ash... sigue siendo el, lo cual es un encanto para la historia pues es ese niño que jamás creció pero a la vez si xD.

    Me encanto la super referencia a los primeros capitulos, y tuve un poco de miedo en como reaccionaria Ash al ver que se le estropeaban las cosas por su nueva novia, creí que vería a un Ash enojado pero nop, menos mal porque sino aquí terminaba la historia D:

    Serena Serena Serena... vaya que si te estas esforzando pero el hecho de seguir únicamente instrucciones de libros, hace que piense que esto está siendo mas un reto mental que un sentimiento genuino aunque sigo con la esperanza de que en verdad funcione su relación.

    El BROCKAAAAAAS... Brock siempre a sido de mis favoritos, estoy seguro que para muchos es el mejor amigo de Ash, casi como si fuera su hermano mayor. Y que diré... sigue siendo el Amo jajaja, aunque casi me dio ganas de golpearlo por como intentaba disimular a Misty pero bueno eso lo diré en la reseña de los últimos capítulos.

    Calem, yo te entiendo, Serena no te merece amigo. No puedo esperar el momento en que vayan a kanto porque estoy seguro que lo harás, venga que si se puede jaja.

    Capitulo 4 y 5: Ay no... la novia con la mejor amiga de la infancia del novio, ok ok *respira profundo* pero que buenos capitulos de verdad sentí que estaba viendo algún romcom en todas las de la ley. Pero con pokemon :D lo que debió ser xyz o por lo menos haber seguido mas por ese camino, aunque sea un poco jajaja.

    A pesar de que mencioné que no vi las primeras temporadas del anime, si he visto lo suficiente para conocer bien a Misty, la cual creo yo esta poco a poco ganando protagonismo en la historia, de hecho en general siento que el ship es lo de menos, como mencionaste en una respuesta esto va mas enfocado en las amistades, cosa que funciona de maravilla aquí.

    Incluso si es en un fic, estoy seguro que en el Anime si tendrían ese rose, Serena y Misty son como dos caras de la misma moneda, una muy femenina y la otra muy ruda pero al final de cuentas muy parecidas en gustos por los Pokemon, la determinacion de obtener lo que quieren, una con los combates y otra con los performance. Era normal que se llevaran mal al principio aunque las dos fingían que no era asi.

    Meterse en el mundo de Ash puede ser muy difícil, ya tuvo que convivir con su madre y ahora con sus mejores amigos, en verdad que Serena lo quiere mucho, esperemos sea recíproco.

    Ahora bien hablando completamente de Misty, ella también sigue enamorada de Ash, y pues es muy dificil que se lo saquemos de la cabeza viendo como se llevan. En definitiva son los mejores amigos que se gustan pero no lo saben o bueno por lo menos Misty si lo sabe.

    Habia olvidado que casi son mayores por lo que el alcohol ya se hace presente en sus vidas, espero no termine mal esto D:

    Hasta cierto punto sentí fuera de lugar a Serena en la fiesta en casa de Brock pero te se las ingenio para pasarla bien, hasta con Daisy qué es un persona que en lo personal no conocía y ya hasta parece que tiene algo con Tracey o tendrán. En fin que mas puedo decir la historia va muy bien.

    Ese bendito libro, quiero ver que pasa cuando alguien lo vea a parte de Serena xD, espero con ansias los siguiente capitulos, disculpa si te deje una biblia entera pero responder capitulo por capitulo no se me hizo una buena idea en fin nos leemos pronto!!

    PD: Fuerza Calem
     
  11.  
    Fuzz

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    Nada que disculpa, tu comentario no pudo haberme hecho más feliz! :meowth:

    Nuestra niña se enfrentará pronto a la realidad de lo que es tener pareja, que no siempre es como lo pintan los libros. Pero tampoco es una víctima, porque nadie lo es.

    Aquí ni Serena ni Ash son perfectos, pero es lo que me gustó de escribirlos, porque todos tenemos nuestras luces y sombras (El único solecito aquí es Calem ♡ jaja por ahora).

    Y ahora el cap 6 puede ser quizás uno de los más incómodos de leer. Y es que se viene la primera diferencia de pareja.

    Si alguna vez te esforzaste por hacer algo lindo, y no fue valorado como esperabas, este capítulo te puede gustar jeje.

    Y aunque esta historia no sea un shipping fic, Serena tiene uno de los arcos más profundos y bonitos que he escrito. :bulbi:
    Espero que lo disfruten.

    Nuevamente, gracias por leer:chick:
     
  12. Threadmarks: Capítulo 4.2 (Bonus)
     
    Fuzz

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    30 días para enamorarse
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    Amistad
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    6
     
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    Ok...:chika2:
    Este no es un capítulo oficial.
    Hoy en la piscina apareció en el repertorio esa canción pegajosa de Karol G, y no pude evitar imaginarme toda una escena bien bizarra xD
    Cuento corto. Llegué a la casa a escribirla antes que se me fuera la inspiración.
    No es parte del fic oficialmente, es demasiado fumada.






    Bonus: Rival descarada



    La casa de Brock estaba llena de vida. Música, risas, luces cálidas.

    Serena estaba relajada, disfrutando la compañía de su novio y de sus amigos. Había terminado de cantar con Daisy una canción de esa película infantil de entrenadoras K-pop, y aunque no alcanzaba los tonos más altos, podía ver la admiración en la mirada de Ash. Se sentía genial, poderosa, dorada… como si fuera la única persona en ese escenario improvisado entre bowls de snacks y vasos con hielo.

    Pero había una mirada que no se quitaba de ella, como si envidiara la luz que emanaba de cada uno de sus movimientos. Lo sabía, no tenía dudas: Misty estaba súper celosa. No solo porque Serena era la novia de Ash, sino porque también había logrado ganarse a sus amigos. Y aun así, Serena quería ganarse a Misty. Con una sonrisa adorable, dio un paso hacia ella:

    —Vamos, Misty, ven a cantar.

    Se encontró con esos ojos aguamarina que parecían evaluarla, medirla. Sabía que le tomaría tiempo a Misty asimilarlo, pero no quería que la odiara. Serena sabía que Misty también amaba a Ash, quizás de una forma que nunca comprendería del todo. Quería ser su amiga, honestamente.

    Misty se levantó. No parecía cabizbaja ni dolida, pero tampoco amigable. La pelirroja puso una mano en la cintura y le sonrió con aire de superioridad. Serena tragó saliva mientras veía cómo Misty tomaba el micrófono y la miraba como desafiándola:

    —Claro, vamos a cantar.

    Sonó una intro que Serena conocía muy bien y sintió un nudo en la garganta. ¿Qué estaba pretendiendo?

    Los amigos se empezaron a reunir, aplaudiendo y vitoreando. Las luces bajaron y el escenario parecía completamente de Misty. ¿De dónde salían esos efectos? Escuchó a Ash reírse a su lado, con esa risa relajada y casual que siempre tenía con la pelirroja.

    —¿Qué tienes en mente? —le preguntó, mirándola con esa complicidad que solo compartía con Misty.

    Serena se volteó hacia él, tratando de no sentirse intimidada. Pero la mirada fugaz de la pelirroja se clavó en ella por un instante antes de volver a Ash.

    —Solo escucha bien.

    Y la canción empezó…

    “¿Qué hubiera sido?
    Si antes te hubiera conocido
    Seguramente, estarías bailando esta conmigo
    No como amigos…”

    Las voces de sus amigos estallaron en un “¡ohhhh!” escandaloso. Ash se reía y luego la miró.

    —No le hagas caso, solo quiere molestarte.

    Uff… cómo lo estaba logrando. Misty volvió a mirarla, pero no había juego en esa mirada: solo desafío, rivalidad y hostilidad.

    Misty seguía cantando con naturalidad, acercándose a Ash, lanzándole miradas coquetas. Serena, de forma instintiva, le tomó la mano a Ash, pero Misty no se detuvo ni por un segundo. Lo peor: todos lo estaban disfrutando.

    “Sino como otra cosa
    Usted cerca me pone peligrosa
    Por un beso yo hago cualquier cosa
    La novia suya me pone celosa
    Y aunque es hermosa”

    La muy desgraciada se inclinó demasiado, rozando casi los labios de Ash. Serena la apartó con la mano, pero Misty seguía riendo, disfrutando su pequeña travesura.

    —Serena, es solo un juego, relájate —le dijo él, pero ¿qué clase de juego era ese? No era un juego. Era incómodo. La estaba provocando descaradamente, y él tan estúpido no la detenía. Lo disfrutaba.

    “No te va a tratar como yo
    No te va a besar como yo
    No está tan rica así como yo
    Ella es tímida y yo no…”

    Los amigos celebraban cada descaro de Misty, cada mirada coqueta hacia Ash, cada gesto desafiante hacia Serena. Sí, quería sacarla de sus casillas… y lo estaba logrando.

    “Con estas ganas que tengo yo
    Me atrevo a comerme a los dos
    Hoy estás saliendo con ella
    Pero, mmm, después tal vez no”

    Misty tomó la mano con que Serena sostenía la de Ash y la apartó bruscamente, llevándose a Ash a bailar con ella. Serena esperó que Ash la detuviera, pero no lo hizo. Se dejó arrastrar y solo le lanzó a Serena una mirada que decía: no te lo tomes en serio.

    “Yo me caso contigo
    Mi nombre suena bien con tu apellido
    'Toy esperando el primer descuido
    Pa' presentarte como mi marido…”

    La mirada de Misty se clavó en Serena. Era un desafío, una amenaza velada. Estaba esperando que Serena se descuidara para arrebatárselo.

    Apretó los puños. Quería gritar, salir corriendo. No, no podía dejar que la siguiera pisoteando así. No era un juego. Un juego no te hacía temblar, no te hacía llorar por dentro.

    La canción terminó entre aplausos y vítores. Y entonces los amigos comenzaron a corear al unísono, a gritos:

    —¡Beso! ¡Beso! ¡Beso!

    —No se atrevería… —susurró Serena, helada.

    Misty le dedicó una sonrisa amplia, cruel, triunfal. Y tomó entre sus manos el rostro de Ash. La sala enmudeció, expectante. Sus rostros comenzaron a acercarse, cada vez más…

    Serena cerró los ojos con fuerza.

    Y despertó.

    Su corazón latía desbocado, con ganas terribles de llorar. Todo estaba oscuro, en silencio. Un suspiro entrecortado escapó de sus labios.

    —¿Estás bien? —preguntó una voz suave.

    Misty la miraba desde su saco de dormir, con ojos somnolientos. No había desafío en su mirada, ni arrogancia, solo preocupación genuina.

    Serena tragó saliva y asintió.

    —Menos mal que despertaste… estuve a punto de hacerlo yo —dijo Misty, frotándose los ojos y acomodándose en el saco— ¿Muy terrible la pesadilla?

    —Algo… muy desagradable —murmuró Serena.

    Misty sonrió adormilada, dejando escapar un bostezo.

    —Bueno… espero que puedas dormir mejor ahora.

    Serena asintió, en silencio, mirando al techo.

    —Buenas noches, Serena.

    —Buenas noches, Misty.
     
    Última edición: 30 Septiembre 2025 a las 7:03 PM
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