Mini-rol Arcadia Nova | Pokémon Rol Championship

Tema en 'Salas de rol' iniciado por Andysaster, 4 Septiembre 2025 a las 5:22 PM.

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    Andysaster

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    Parque de atracciones _ Cenário anime, Cenário para vídeos e Casa anime.jpeg

    Liza White

    El esperado día llegó al fin.

    Cuando los primeros haces de luz se filtraron a través de las cortinas e incidieron en mi rostro, dormitando pacíficamente en ese momento con mis piernas entrelazadas con las de Mimi, fue como si mi cuerpo se activase como un resorte. Tuvo el mismo efecto que, qué se yo, el de un niño en la mañana de Navidad. Abrí uno de mis ojos, perezosa y adormilada, y entonces las imaginarias orejas de Lillipup se alzaron con emoción al procesar mi lugar en el espacio-tiempo.

    Habíamos quedado a las diez en la entrada de Arcadia Nova, el nuevo parque de atracciones ubicado a las afueras de ciudad Témpera, pero a las ocho yo ya estaba dando vueltas por la habitación, incapaz de desaprovechar un solo minuto del día. Me duché, hice mi ritual de cuidado facial mañanero y elegí mi conjunto del día, todo esto con Mimi aún en la cama, claro. Estaba terminando de alistarme, recogiendo mi corta cabellera en una coleta diminuta frente al espejo cuando la rubia dio señales de vida a... una hora razonable, en realidad.

    Verme allí, completamente preparada una hora antes y lista para salir por la puerta tuvo que ser todo un cuadro.

    El caso es que, aún con los tiempos excesivamente despreocupados de Honda para salir de casa, llegamos un poco antes de la hora acordada. Zazú aterrizó en la entrada y bajé de su lomo de un salto; estaba de tan buen humor que extendí mi mano hacia la chica, con ademanes caballerosos e innecesarios, y la ayudé a bajar dejando después un beso sobre el dorso de su mano.

    —Su carruaje le esperará aquí a la vuelta, milady —bromeé, con voz forzada y pomposa. Ambas nos miramos, compartiendo una risa ligera y cómplice. Zazú se rascó las plumas, fingiendo que no estaba viendo ni escuchando nada.

    Era relativamente temprano, y aún así la cola que aguardaba por entrar aumentaba por momentos. Aika me avisó de que estaba de camino; en cuanto a Miki... Bueno, los mensajes no le llegaban desde la madrugada. Podía esperar cualquier cosa viniendo de ella.

    —¿Hueles eso, Mimi? —cuestioné; respiré hondo, llenando mis pulmones del aire fresco de la mañana y cerré los ojos, con las manos sobre mi cintura—. Es el olor de la juventud y de la diversión —Si ese era el olor a crema solar fusionada con el del césped recién cortado, era muy poco impresionable. Abrí los ojos para posar mi mirada en ella, liviana—. ¿Crees que tengan un folleto con el mapa de este sitio? Iré a echar un vistazo al mostrador.

    Me despedí de ella por el momento, tarareando felizmente una canción. Nada ni nadie parecía ser capaz de arruinar mi buen humor. Entonces Mimi lo vio; un ser abominable, terrorífico y probablemente salido de tu peor pesadilla de la infancia. La persona disfrazada de aquel Pikachu deforme y macabro decidió que era buena idea hacerse una foto conmigo, y Honda pudo ver a lo lejos cómo huía de él como alma que lleva el Giratina.

    —¡T-Te he dicho que no quiero! —repliqué, quejumbrosa, mi voz amortiguada por la distancia—. ¡Déjame en paz~!

    Bueno, pues los folletos tendrían que esperar, ¿no?
     
    Última edición: 4 Septiembre 2025 a las 5:27 PM
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    Yugen

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    Mimi Honda

    Dormí como un bebé.

    En algún momento de ese knock-out total, que literalmente fue como un salto en el tiempo porque no me enteré de nada, empecé a escuchar ruido. Abrí uno solo de mis ojos, perezosa, antes de volver a cerrarlo. Eran solo las ocho de la mañana... ¿qué estaba haciendo tan temprano?

    No podía estarse quieta. Era un Spoink con sobredosis de cafeína: se moría si dejaba de moverse. Me hacía cierta gracia que fuese tan niña. Era... un poco adorable y todo.

    Por mi parte yo nunca tenía prisa. Me tomaba mi tiempo para prepararme y estar lo suficientemente presentable para no parecer una indigente recién levantada. Bostecé frente al espejo, cepillándome perezosamente los dientes mientras ella me metía prisa como un cachorro impaciente que quería salir a pasear.

    Elegí algo cómodo—Tsk, debí preparar la ropa que iba a ponerme la noche anterior... pero tenía otros planes, ¿verdad?—No era por presumir, pero los vaqueros blancos de Liza me quedaban como una segunda piel.

    Zazú nos llevó a ambas hasta el Arcadia Nova un poco antes de la hora acordada. Como... cinco minutos antes.

    La caballerosidad de White me tomó por sorpresa, incluso me sentí enrojecer ligeramente cuando besó el dorso de mi mano en un gesto tan galante. Ese tipo de cosas me derretían literal y figurativamente.

    Merci, mademoiselle—le sonreí con la dignidad de la princesa de una corte real. Sabía encajarme la máscara a la perfección, me quedaba como un guante. Tanto como sus pantalones.

    Compartimos una risa desenfadada.

    Ya habíamos hecho este teatro antes, en el castillo de Ciudad Libertad. Recordaba que en ese entonces, dejándome llevar por el papel, literalmente le había dicho algo como: "Por supuesto. Después de todo estoy comprometida con un hombre al que no amo.Vos sabéis que me atraeis. ¿No os interesaría ser mi amante?"

    Lo cual resultaba... bastante irónico teniendo en cuenta la situación en la que nos encontrábamos actualmente.

    ¿Qué se suponía que tenía que oler? El olor del protector solar, la juventud y el césped cortado? ¿A qué demonios olía la juventud? Tenía diecinueve años y no podía responder esa pregunta.

    Suspiré y me llevé las gafas de sol por encima del cabello apartándome el flequillo dorado de la frente. Había todo tipo de personas en este lugar... genuinamente había pensado que solo habría niños.

    —Ten—le dije extendiéndole uno de los folletos cuando finalmente aquel hombre disfrazado inefablemente creepy dejó de perseguirla—. ¿Sabes cuándo dijeron Aika y Miki que aparecerían? Me estoy asando de calor.

    Usé el folleto como una suerte de abanico.

    Seguía sin estar muy conforme con la idea de que unas completas desconocidas vinieran también... pero le había asegurado a Liza que intentaría tolerarlo.

    Podía hacer la vista gorda.

    En ese momento el móvil de White sonó con un mensaje.

    Era Aika.

    "¡Lizachi~! ¿Puedes recordarme dónde está el parque? Yo tenía una libreta para apuntar estar cosas, pero la perdí. No sé muy bien dónde."

    Y lo acompañó con un sticker de un Pikachu riéndose.

    ...

    Si Liz me miraba a la cara en ese momento vería que era imposible para mí fingir lo que realmente pensaba de toda esta situación.

    Me dicen aeropuertoooo
    Porque te pongo a viajar
    Me dicen gimnasiooooo
    Porque te pongo a sudar (8)

    Bueno pos ya estamos aquí un día más en las locas aventuras homoeróticas de Golden Lab y Tsundere-chan- así se llamaría si esto fuese un manwha uvu
    *Hype*
     
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    Andysaster

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    Liza White

    —¿Qué mierda le pasa a la gente? —mascullé entre dientes, agitada y tensa, regresando junto a Mimi después de darle esquinazo al acosador empedernido. Fulminé a aquel Pikachu dantesco con la mirada cuando se alejó, recordándole, por si tenía brotes de amnesia a corto plazo, que no era bienvenido por aquí—. ¿Acaso tengo cara de querer hacerme una foto? ¡Antes muerta que acercarme a ese bicho! ¡Muer-ta!

    Extendí el folleto que me entregó, convirtiéndolo en un mapa de amplias proporciones, y enterré mi rostro de mala gana tras el papel. Resultaba cómico como una persona tan temeraria podía tener un talón de Aquiles tan absurdo. Pero los traumas de la infancia eran difíciles de borrar, ¿bien?

    Aflojé mi ceño cuando recibí el mensaje de Aika, y su mensaje ayudó a disminuir buena parte de mi inquietud. Le envié mi ubicación actual, con un sticker de un Chimchar levantando el pulgar, y al levantar la mirada del teléfono me encontré con la mirada de circunstancias de Mimi en primera fila.

    No necesitó decirme nada, era demasiado expresiva como para requerir de palabras cuando quería.

    —No me mires así —solté el aire por la nariz, alzando ligeramente la comisura de mis labios—. Aika parece ser así, no voy a defender lo indefendible. Pero su torpeza no la hace una mala persona —Me encogí de hombros, tranquila, y volví mi atención hacia el mapa nuevamente... Hasta que preguntó por el paradero de Miki. Me llevé una mano a la nuca, sonriendo con visible nerviosismo—. A decir verdad no me lee los mensajes... ¡P-Pero confío en Poly! ¡Y tú también deberías! Vamos, envíale todos tus buenos deseos: así~.

    Sostuve el mapa bajo mi axila y estiré los brazos en su dirección, elevando las comisuras de sus labios para forzarle una sonrisa. El hecho de que a pesar de hacerlo no perdiese el ceño fruncido me arrancó una carcajada del pecho y comencé a jugar con sus mejillas, haciéndole caras raras. Antes de que me arañase como el Meowth de la noche anterior, completamente comprensible por otra parte, sostuve repentinamente su mejilla, dejándole un beso sobre los labios.

    Con el transcurrir de los días se me hacía prácticamente imposible no hacerlo; tenía que aprovechar ahora que estábamos solas. Al separarme hablé sobre ellos, acariciando su mejilla con el pulgar.

    —Me estás dando ganas de regalarte esos pantalones, ¿sabes? —murmuré, en un tono íntimo—. No sabía que tu plan era robarte toda mi atención hasta en el parque de atracciones. What a possessive girl, huh~.

    Mimi qué le has hecho a mi hija- She is soooo into you at this point

    Ahora es cuando llega Aika y se separan rojisimas fingiendo que no son gays for each other desho-
     
    Última edición: 5 Septiembre 2025 a las 8:10 AM
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    Yugen

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    Mimi Honda

    Enarqué una ceja por toda respuesta y me crucé de brazos. Ni siquiera necesitaba palabras, mi lenguaje corporal era transparente.

    Yo no decía que fuese una mala persona.

    Ese había sido mi inquietud con Miki, pero Aika no parecía capaz de dañar ni a una mosca. Ni siquiera sabía dónde estaba parada, era como si Nikolah y Alpha hubieran tenido un hijo y este viviese en una realidad paralela. Era desconfiada y reservada por naturaleza pero desconfiar de Aika... casi parecía ilegal. Que no simpatizase con ella no tenía nada que ver con esto.

    Liza estiró los brazos y me extendió la sonrisa con ese ademán infantil que parecía intrínseco en ella. Solo consiguió que mi ceño se frunciera aún más y cerré los ojos, lógicamente molesta, cuando empezó a estirarme las mejillas.

    Ugh.

    Tenía suerte de que fuera tan mona, en serio. Y de qué me desconectase los cables como lo hacía porque necesitaba hacer acopio de toda la paciencia que no tenía para soportar sus tonterías. Repentinamente estaba muy cerca, invadiendo mi espacio personal y las alarmas se prendieron en mi cabeza. Ya tenía calor suficiente, no necesitaba también eso. Y menos allí, delante de todo el mundo.

    Bueno, ya. Suficiente.

    —Para idiota—me quejé tratando de apartar el rostro de su agarre, avergonzada por su repentina cercanía. Apoyé mis manos sobre sus muñecas empujando de ellas para que me soltase—. Me vas a deformar la cara y vivo de est—

    El tacto suave y cálido de sus labios acalló cualquier protesta.

    Por un instante las alarmas prendidas dejaron de sonar. Por un segundo todo volvía a una soporífera, extraña calma. Y entonces, sin pedir permiso había un chispazo en algún lugar, particularmente uno lo suficientemente intenso para recorrer mi columna de arriba a abajo. Me acarició la mejilla con el pulgar y maldije mi propia estampa en silencio.

    Me llamaba posesiva pero miss Lillipup no tenía idea de lo que estaba hablando. Era caprichosa y obstinada y últimamente estaba muy caprichosa y obstinada con ella. Codiciosa incluso. Los límites se habían desdibujado y ahora tentábamos, tambaleándonos sobre una cuerda muy floja y un borde muy fino, pero parecía no importarnos.

    Ah, ¿quería jugar a esto tan temprano?

    Bring it on.

    —Ya que estás—le respondí en el mismo tono, mi voz tintada de una sutil entonación de desafío aunque sonó como un ronroneo bajo y licencioso—, ¿por qué en vez de regalármelos no me los quitas?

    —¡Lizachi~!

    El corazón me dio un vuelco brusco cuando oí aquella voz estridente y me separé como si su cuerpo me quemase.

    Aunque ¿honestamente?, esa perspectiva no estaba lejos de ser cierta.

    ***​

    Aika Izumi

    Me preguntaba si a Minato le gustaban los parques de atracciones. Era una persona muy responsable, siempre tan tranquila y seria. Me hubiera gustado que se ralajara más y dejara de preocuparse tanto por ayudar a mamá y papá y cuidar de sus hermanos... incluida yo. No era su trabajo, pero esa era su naturaleza.

    Aunque Minato ya no estaba para preguntarle.

    En su lugar estaba... solo yo. Una versión imperfecta y defectuosa de ella. No era inteligente, no era atractiva, ni siquiera podía cuidar de la familia propiamente. Lo único que sabía era cocinar los mismos platos de la abuela, fingir que todo estaba bien y ser una decepción para todos.

    Sí, ese era el día a día de Aika Izumi.

    Nunca había tenido muchos amigos. En realidad no sabía exactamente cómo se sentía eso. En la escuela la gente siempre había pensado que era tonta y torpe y a nadie le gustaba pasar tiempo con personas tontas y torpes. Era entrenadora, pero ni siquiera eso se me daba bien... aunque mi equipo siempre me había apoyado en todo lo posible.

    Por eso recibir una invitación así fue todo un mundo para mí. La noche anterior no había podido dormir dando vueltas en la cama hasta que terminé por caerme como unas tres veces. ¡Incluso mis hermanos menores se habían acercado a preguntarme si estaba bien porque no dejaba de reírme, demasiado emocionada con la idea de salir por ahí con amigos!

    Me hacía muy feliz.

    Llegar al parque de atracciones fue como entrar en otro mundo. Había tenido que coger el tren y estar todo el viaje inquieta por los nervios y la ansiedad, incapaz de mantenerme quieta en un solo sitio. Mamá decía que era puro nervio, como la cola de un Rockruff. Quizás era un Rockruff.

    Pero había merecido la pena. Aunque no me quedaba mucho dinero... ¿se necesitaba dinero para subirse en las atracciones? No tenía idea, ¡Pero qué emoción! ¡Quería subirme en todas!

    —¡Lizachi~!—alcé mi mano llamándola desde lejos.

    Estaba con su amiga, la chica rubia que daba miedo, aunque en ese momento no daba la impresión intimidante del día anterior. Parecía feliz. Incluso estaba estaba sonriendo y todo. Recordar lo que Lizachi me había dicho sobre ella me hizo ampliar la sonrisa y una sensación cálida se extendió por mi pecho hasta la punta de mis dedos.

    ¡Eh, eran muy buenas amigas! ¿Que no?

    —Siento llegar tarde—me reí sobándome la nuca en un ademán tímido al alcanzarlas a ambas. Bueno, era ese desastre... nada que destacar. Parpadeé e intercambié una breve mirada entre las dos. ¿No estaban como... es decir, muy rojas? Parecían dos Octillery cocidos. Miré al cielo usando mi mano como visera y sonreí al comprenderlo todo. Claro, amaba el verano... pero a veces no tenía piedad—. ¿Verdad que hace un día precioso? ¡Cómo pega el sol!

    No Aika, los historiadores dirían que son roomies. These horny bitches-

    Yeeees JAJAJA
    You know how this works uvur
     
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    Andysaster

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    Liza White

    "¡Lizachi~!"

    Nos separamos bruscamente cuando Aika apareció y carraspeé, enrojecida hasta las orejas por la vergüenza. Usualmente tendría dos dedos de frente para no ponerme a hacer ese tipo de cosas cuando la llegada del resto era inminente, mucho menos en público, pero estaba claro que llevaba unos días sin acceso a ningún tipo de sentido común. Con la cabeza en otra parte, aunque sería más apropiado decir en otra persona.

    ¿Nuestra relación de amigas era algo así como un secreto entre nosotras? Suponía que... ¿sí? No tenía nada que ver con mostrar abiertamente mi sexualidad, o con el hecho de que fuese ella en concreto. Se relacionaba más con el hecho de que aquel "lio con fecha de caducidad" había surgido con mi mejor amiga, y que no todo el mundo sabría entender esa clase de cosas.

    No nos entendíamos ni nosotras la mayor parte del tiempo, en realidad.

    —Sí... S-Si ya pega el sol a esta hora, no quiero imaginar el calor que hará hoy, ¿eh? —Intenté disimular, pero estaba tan nerviosa que, teniendo el folleto como posible abanico a mi alcance, empecé a abanicarme con la mano, desviando la mirada hacia ninguna parte para volver, de forma muy evidente, a mirar a Mimi de soslayo, de tanto en tanto—. ¿No os pasa como que a veces sentís que irradian más calor otros seres vivos... como qué se yo, pokémon o personas... sobre todo personas... y que el sol parece una brasita en comparación? —La mirada fulminante que me dirigió Mimi redobló el nerviosismo en mi cuerpo y agité mis manos, restándole importancia a lo que decía. La vocecita aguda y delatora no remitía—. ¡S-Seguro son tonterias mías! Ajajajaja...

    ¿Ya había dicho que no sabía mentir? Por si no había quedado del todo claro.

    Pasado el estrés inicial, presenté a las chicas como es debido, recuperando la liviandad y soltura usuales en mí al poco tiempo. Sabía que su primera impresión no había sido buena, pero algo me decía que no sería un dúo tan nefasto como aparentaba ser.

    Honda ya aguantaba a un cachorro en su día a día. Estaba entrenada para lidiar con otro.

    —Ah, sí —Mientras la cola avanzaba, entre que Miki llegaba y no, recordé que tenía algo en mi mochila para Aika. Saqué de ella su cuaderno y se lo extendí, con una sonrisa afable—. La encontré en el Parque Batalla, te la dejaste en tu mochila parque. Pude habértela dado ayer pero... Bueno. Fue un día de locos.

    Y eso que ella solo había visto la punta del iceberg.

    Charlamos un tanto para romper el hielo. Aika y yo nos amoldábamos a la energía de la otra con facilidad, pero nos preocupábamos de incluir a Mimi también en la conversación de tanto en tanto. La cola fue avanzando más rápido de lo esperado. Quedaban tan solo un par de visitantes delante de nosotras cuando reparé en un detalle crucial.

    Tragué saliva.

    —Las entradas... —murmuré, repentinamente inquieta. Busqué los ojos de Mimi con urgencia—. Las... Las tiene todas Miki.

    Y Miki estaba en paradero desconocido.

    Ah. Mierda.




    Miki Chigusa

    Si había algo que no soportaba, eso era madrugar.

    No importaba el contexto, como si fuese el día de mi boda. El sueño era sagrado, dormir era mi momento favorito del día. Y quien osase arruinarlo...

    Sufriría mi ira.

    Groaaaah.

    —...¿Cuántas veces te he dicho que tus intentos de gruñidos de Aerodactyl parecen maullidos de un Litten recién nacido? —El Chatot enarcó una ceja, poco impresionado. Hundí mi cabeza bajo la almohada, frustrada—. ¿De verdad planeas intimidar a alguien con eso?

    Primer picotazo del día. Auch.

    >>Levántate ahora mismo o serás tú quien sufra la ira de mis antepasados. ¡Cruack!

    Poly era algo así como mi despertador personal. El típico que te comprabas en un bazar a un precio ridículo. Molesto, estridente y repetitivo. ¿Lo peor? Que no tenía pilas que poder quitarle.

    Perdí la cuenta de cuántos picotazos me llevé, creo que nueve. En algún momento, entre los parchones de mi somnolencia, acabé en lomos de Staravia. Mordisqueaba una tostada quemada (tenía un regustillo interesante), con la ropa desarreglada y el cabello sin adecentar. Apenas podía abrir los ojos, y ni sabía dónde estaba parada. Pero suponía que Poly tomaría eso como una nueva victoria.

    ...

    ¿Y si me echaba una cabezadi...?

    Auch.

    Diez.

    ***

    —¡Señorita benefactora! ¡Señorita agente! ¡La tengo, cruack!

    Poly fue el primero en ubicar al grupo de chicas. Parecían hablar nerviosamente con la encargada del mostrador. Mimi se veía enojada. Huh. Me preguntaba si ella también habría recibido diez picotazos y la habían sacado de su sueño a rastras.

    Pobrecita.

    —Hey —Alcé la mano, terminando de comer los restos de la tostada quemada con parsimonia. En determinado momento todo el mundo se me quedó mirando fijamente, como si esperasen algo de mí. La señora del mostrador también me miraba. Ah, claro. Saqué un puñado de alpiste de mi bolsillo—. ¿Queréis?

    Poly se encargó de extender las cuatro entradas a las chicas mientras yo aguardaba a un lado, resintiéndome del onceavo picotazo.

    ...Con lo bien que se estaba en la cama.
     
    Última edición: 5 Septiembre 2025 a las 4:34 PM
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    Yugen

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    Escritora
    Mimi Honda

    Desvié la mirada y enredé y desenredé un mechón de cabello dorado en mi índice con aparente desinterés mientras trataba de disimular en un espacio de tiempo tan reducido. Pero aparentar desinterés era difícil cuando mi rostro estaba en llamas.

    No tenía margen para encubrir la situación.

    ¡Nadie iba a entender esto, no lo entendíamos ni nosotras!

    Y nadie tenía por qué hacerlo. Una de las reglas que había leído en ese manual sobre como ser amigos con derechos era mantener la situación en privado. No era una relación al uso, no éramos una pareja ni había ningún compromiso entre nosotras.

    Pero había un problema nada sutil y era el hecho de que White no sabía mentir. Era un libro abierto en cuanto emociones y empezó a soltar todo un discurso inconexo que solo me hizo enrojecer aún más.

    ¿Q-qué estás diciendo, tonta?

    Le iba a terminar por pisar un pie si no dejaba de decir tonterías en ese mismo instante. ¿Quién la había enseñado a disimular?

    Aika no parecía estar enterándose de nada. Asintió un par de veces y comentó algo a lo que realmente no le presté atención. Liza nos presentó y traté de mostrar deferencia y cordialidad. Pero aunque todo lo dije sonriendo, duró poco.

    —Soy Mimiko—me presenté como si hablase con una persona del trabajo y no una joven de mi edad—. Mimiko Honda. Mis amigos me llaman Mimi.

    —¡Ah! ¿Puedo llamarte Mim-?

    —No.

    Me pareció ver cruzar una emoción completamente distinta por el rostro de Aika. Decepción, quizás. Pero volvió a mostrar aquella sonrisa boba tan rápido que creí haberlo imaginado.

    Me señaló con dos dedos y rió.

    —¡Te llamaré Mimichi!

    —Ni muerta.

    —¿Eh? ¿Mims?

    —Rechazado.

    —¡Mii-chan!

    —Cuando. los. Tepig. vuelen.

    —¿Eh~?—alargó el quejido innecesariamente y sonó como el gimoteo de un cachorro caprichoso. ¡¿Otro más?!— ¿Pero por qué no? ¡Déjame ponerte un apodo~!

    Arceus, esto iba a ser un infierno.

    Miki llegó tarde, algo que no me sorprendió. Al menos Poly había cumplido su parte de traerla porque no podíamos entrar sin ella. Tomé las entradas y las dejé de un golpe seco sobre el mostrador con un "aquí están las entradas. Deje de mirarnos como si quisiéramos entrar sin pagar."

    Miki era... no sabía muy bien cómo describirla. Tanto una como la otra parecían haber salido de un sketch cómico. Eran parodias exageradas de sus propios arquetipo de personaje, pero yo no era diferente. Aunque la comedia no era mi género predilecto.

    —¡Yo quiero, yo quiero!—exclamó Aika con emoción alzando un brazo en el aire cuando Miki nos ofreció alpiste—. ¿A qué sabe? ¿Está bueno?

    ...

    No podía ser real.

    Esto... esto era un sueño febril.

    Hice una mueca de profunda turbación, tan pálida como un muerto. ¿Era ya tarde para volver al Centro Pokémon?

    Aika Izumi

    Me llevé la mano al mentón y asentí muy ufana a lo que Lizachi estaba diciendo... aunque no entendía mucho. A veces el sol no daba naaada de calor, especialmente en días nublados. Pero estaba bastante segura de que un Pokemon con cuerpo llama era más caliente que el día más caluroso del año. ¿Y en cuanto a personas calientes? No sabía nada de eso.

    —¡Gracias! ¡Acabas de salvarme la vida!

    Me emocioné mucho cuando Lizachi me devolvió mi libreta, creía que la había perdido para siempre... y me apresuré a tomarla a ella de las manos, conmovida. Sabía que la había perdido en algún lado, pero no sabía dónde. Había sido un regalo de papá después del accidente. Minato ya no estaba, yo pasé un tiempo largo en el hospital... y tenía pérdidas de memoria a corto plazo. Recordaba que cuando desperté ni siquiera sabía quién era.

    En ella escribía todo para no olvidarlo.

    "Lizachi es muy amable. Me devolvió mi libreta. Quiero agradecérselo de alguna forma."

    "A Mii-chan no le gustan los apodos. Dice que no soy su amiga, ¡pero eso no va a detenerme!"


    Cerré la libreta y la guardé en mi mochila. Había traído algo de comida y una botella de agua por si acaso. En realidad no había desayunado nada porque tenía el estómago cerrado por los nervios.

    Charlamos un poco más, como por ejemplo me interesaba mucho saber cuál era la comida favorita de Lizachi. Quizás podía preparársela para agradecerle... pero no sabía hacer pizzas. Se quemarían y terminaría pareciendo cualquier cosa menos algo comestible. No sería la primera vez.

    "PD: ¿Puedo robar una pizza sin que el jefe se entere? ¿Debería aprender a prepararla? Quizás le guste a mis hermanos."

    ¿Quizás podía regalarle alguna del trabajo? ¿Al jefe no le importaría?

    ... No, iba a parecer un Gyarados enfadado. Un escalofrío me recorrió la espalda y temblé. No quería tener nada que ver con eso.

    Taché esa línea.

    La incorporación de una chica más me puso tan feliz que casi no pude contener la emoción y me acerqué a ella rápidamente, exultante de alegría. Cada vez se sentía más como un viaje con amigos. Tenía el cabello azul y los ojos grises y aunque se veía dormida, era muy linda. Y tenía un Chatot que hablaba. No sabía que podían hacer eso.

    Metió la mano en el bolsillo y sacó un puñado de alpiste. ¿Eh? ¡Qué práctico!

    —¡Yo, yo, yo quiero!

    Seguro le gustaría mucho a mi Emolga.
     
    Última edición: 6 Septiembre 2025 a las 7:11 AM
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    Liza White

    El caos llegó a su fin en el momento en el que Poly y Miki aparecieron. Había estado intentando hacer tiempo, mareando a la mujer del mostrador con mil y una cuestiones inventadas sobre la marcha (y ganándome el odio de todos los que se estaban estresando aguardando en la fila, todo sea dicho), por lo que su aparición fue como encontrar un oasis en medio del desierto.

    Pasada la barrera, y con nuestras pulseras amarillas ahora en la muñeca, las cuales nos permitían montarnos en toda atracción que deseásemos, me permití respirar hondo y estirar los brazos en el aire, relajada y victoriosa. La incomodidad de lo sucedido en la fila remitió y recuperé la emoción incontenible que llevaba sintiendo desde que abrí los ojos, consciente de que ya estábamos dentro.

    ¡Oficialmente habíamos entrado en Arcadia Nova!

    Las cuatro caminamos en medio de conversaciones varias por un camino exterior, delimitado por una hilera de setos y matorrales florales que conducía hacia el propio parque de atracciones. Miki y Aika se presentaron, y cuando quise darme cuenta la primera le estaba dando alpiste a la segunda... ¿Esa era la forma que tenía de hacer amigos? ¿Como los perros oliéndose el trasero?

    Mejor no preguntar.

    —Mimi. Ten.

    Mientras caminábamos hacia la entrada principal, escuchando los gritos y las exclamaciones ahogadas de niños y adultos en la distancia, me encargué de ultimar detalles antes de iniciar el recorrido en sí. Saqué de mi mochila una gorra de mi equipo deportivo favorito, y me la coloqué antes de extenderle el protector solar. Me lo había echado antes de salir (había tenido tiempo de sobra), pero Mimi con suerte salió de casa quince minutos antes de la hora acordada.

    Me había encargado de traer también botellas de agua para ambas, así como también bocadillos y algo de picar.

    Podía tener alma de niña, pero no dejaba de ser esa tonta que adoraba cuidar a los demás siempre que podía.

    —¿Alguna quiere echarse protector también? —cuestioné, reduciendo la marcha para caminar de espaldas y poder mirarlas a todas. Me acerqué a Miki y le coloqué con cuidado la camiseta, incapaz de seguir viéndola así de desaliñada. Le alisé el cabello de nube sobre la marcha, mientras hablaba—. Lo mismo si alguien quiere ir al baño. ¡Que hable ahora o calle para siempre!



    Miki Chigusa

    Las chicas comenzaron a movilizarse junto a Poly y las seguí, con lagrimillas en los ojos, sobándome aquel último e innecesario picotazo. Mientras me ajustaba la pulsera amarilla en la muñeca la chica nueva correteó hacia mí, aceptando mi ofrecimiento con emoción.

    Asentí, solemne, cerrando los ojos.

    —Alguien que sabe apreciar la calidad —Estiré el brazo para tomar su mano, y deposité en ella un puñado de alpiste y una tarjeta de visita, con el mismo cuidado de quien le confería un secreto de estado. Coloqué mi otra mano sobre su dorso y mecí la suya, de arriba a abajo—. Disfrútalo, camarada del alpiste. Y vuelva pronto. Le estaremos esperando.

    Poly rodó los ojos, colocándose sobre la gorra de Liza. Se giró cuando ella lo hizo, viéndonos desde allí.

    —¡No caiga en sus trucos, señorita! —le advirtió—. La primera corre por cuenta de la casa, pero en las siguientes te hará un uno al precio de dos, ¡cruack!

    —Me duele que pienses eso de mí, Poly.

    —¿He dicho alguna mentira acaso? —El ave se inclinó con curiosidad hacia la albina, ignorando mi respuesta—. ¿Cómo desea que la llame? Mi primer impulso fue llamarle señorita del alpiste, pero creo que ese mote le sienta mejor a otras...

    Mastiqué en silencio mientras me dirigía una mirada suspicaz, como si aquello no fuese conmigo. Liza me adecentó la ropa y el cabello con cuidado en ese momento y cerré los ojos, relajada con sus cuidados y su delicadeza.

    —Me gustaría ir al baño —avisé con tranquilidad. Abrí uno de mis ojos, aquel donde su mano más cercana me acariciaba el cabello—. Y Poly también.

    Ante las miradas extrañadas del resto, me encogí de hombros.

    >>Es un ave muy bien educada.
     
    Última edición: 6 Septiembre 2025 a las 9:00 AM
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    Yugen

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    La chica del alpiste se llamaba Miki. Miki, Mimi... me iba a marear. Afortunadamente tenía un truco infalible para no confundirlas.

    —¡Gracias Michin!

    Poner apodos, claro. Y apuntarlo todo en la libreta.

    "Michin es muy tranquila. Lleva alpiste en los bolsillos... me pregunto si será para Poly".

    Me llamó camarada... Nadie me había llamado así nunca. Quizás para la mayoría de la gente algo así no significaba gran cosa o era una tontería, pero para mí era todo un mundo. Era validarme y abrirme unas puertas que siempre habían estado cerradas.

    Me rasqué la mejilla con una sonrisa avergonzada, nerviosa. Me sentía algo inquieta pero no era incomodidad si no... pura emoción. Estaba tan feliz que no podía contenerme aunque quisiera. ¡Apenas había empezado el día y ya no quería que acabase jamás!

    —Nunca me han puesto un apodo...—le dije a Poly con nerviosismo. Me sentí muy cálida por dentro repentinamente y mi sonrisa se amplió, exultante—. ¡Me gusta mucho!

    Miki se marchó con Poly y nos quedamos en aquel bonito camino bordeado de setos. Crucé las manos detrás de mi cabeza.

    Hmmm...

    —… ¿Hay baños para pájaros?

    —Aika cállate.

    Ajaja... qué fría, Mii-chan.

    Mimi Honda

    Después de lo que se sintió un relleno innecesariamente largo pudimos entrar al parque. No podía compartir la misma emoción que Liz, seguía algo tensa, pero agradecía estar dentro y poder ver con mis ojos las... terroríficas atracciones que se veían ya desde fuera.

    Todo era enorme, demasiado alto o demasiado rápido. Se me contraía el estómago de puro terror al solo pensar en subirme en cualquiera de esas cosas. Esa gente que gritaba de emoción mientras era lanzada varios metros en una lanzadera debía tener cierto grado de masoquismo porque nadie en su sano juicio se expondría a algo así si valoraba su integridad física.

    —Gracias—retribuí la atención de Liz con un pequeño gesto y procedí a extender el protector solar por mi piel, concretamente mi nariz y mis brazos.

    Si no me protegía de este sol inclemente terminaría pareciendo un Crawdaunt durante días. Tenía una piel delicada que sufría quemaduras muy rápido. El problema ya no sería el hecho de ponerme roja por el rubor, el problema sería que viviría así.

    —¿Me pasas el agua? Tengo la garganta un poco seca.

    Aika levantó la mano pidiendo la palabra como si estuviera en un salón de clases.

    —¿Si no vamos ahora no podremos ir después?—inquirió con una atención innecesaria para la situación y pareció dispuesta a escribirlo en su libreta—¿Solo hay un baño en todo el parque?

    Eché un vistazo alrededor.

    Se inspiraba una sensación de adrenalina y diversión. Todo el mundo, daba igual su edad, parecía estar pasándolo bien.

    Quisieras o no, te contagiaba un poco de esa vibra positiva.

    Esperamos a que Miki y Poly—no iba a preguntar eso, no quería saberlo—regresaran del baño y me crucé de brazos apoyando mi cuerpo contra uno de los setos.

    Seguía sin estar por completo de acuerdo con esta situación pero lo estaba intentado. De verdad lo estaba intentando... no era mi culpa si ellas no querían colaborar. Estábamos en puntos completamente opuestos, separadas por un abismo aparentemente insalvable.

    Pero lo estaba intentado.

    Porque Liz no merecía otra cosa.

    ***

    —¡Entonces...! ¿A dónde vamos primero? ¿A la montaña rusa? ¡No, a la noria! ¡No, no, a aquella de allí!

    Aika correteaba de un lado al otro como una niña hiperactiva. Tenía aún más energía que Liz y eso ya era decir mucho. No podía igualar el imparable torrente de energía de ninguna de las dos ni esa enorme avalancha positiva, me resultaba cegadora. Sentía que necesitaba mis gafas de sol para mirarlas a ambas.

    Entonces señaló a la distancia, a una atracción de aspecto lúgubre que se asemejaba a una casa o algo similar. Indicando la verdadera naturaleza del sitio había un cartel con un Gengar y un anuncio que rezaba: "Casa del terror. ¡Pasa y asústate!"

    Un escalofrío me recorrió la espalda, profundo e inmisericorde, pude sentirlo hasta en los huesos.

    —¿H-huh...?

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    Liza White

    Aika, Mimi y yo aguardamos fuera de los baños, y aproveché ese momento para abrir el folleto de nuevo y revisar el enorme mapa.

    —Puedes ir al baño siempre que quieras —Le expliqué a Aika con calma, sin levantar la mirada del mapa—. El único inconveniente es que están muy separados unos de otros, y la espera para entrar en las atracciones puede hacerse larga.

    Había aprovechado para ir al baño antes de salir de casa, consciente de este detalle. No estaba por la labor de perder el tiempo buscando un baño más tarde, ¡tenía que aprovechar el día al máximo!

    Volví a meter la botella en la mochila cuando Mimi acabó de beber, y entonces Miki y Poly regresaron. Me separé de la pared, sosteniendo el mapa como guía, y me coloqué al frente al reiniciar la caminata, tan impaciente e inquieta como siempre. Como si el parque fuese a desaparecer en cualquier momento.

    Lo bueno es que, esta vez, no era la única culo inquieto del grupo.

    Extendí el brazo al cielo, jubilosa. Aika, quien no tardó en alcanzar mi marcha, imitó mi gesto al poco tiempo.

    —Que tiemble el parque de atracciones, ¡que aquí vamos!

    Poly también alzó su ala, y compartimos una risa de pura emoción. Miki iba a su propio ritmo, y Mimi...

    Bueno, al menos seguía allí. Que ya era mucho.


    ***

    Una vez dejamos el sendero inicial atrás, el parque de atracciones se nos mostró en todo su esplendor. Contemplé por un momento las atracciones que se dejaban ver desde allí, anonadada. El lugar era enorme, y se respiraba un ambiente cargado de diversión y adrenalina. Había desafíos de todos los tipos, y siendo una adicta como era a las emociones fuertes, deseaba probarlos todos.

    —¿¡Has visto ese, Aika!? —exclamé, correteando al lado de la chica para señalar en la distancia un barco vikingo, que se mecía de arriba a abajo sin piedad. Abrí la boca, asombrada—. ¡Tienen gente atrapada en una jaula! ¡Tenemos. Que. Ir. Ya!

    Así nos pasamos un rato, enumerando las atracciones a las que necesitábamos ir porque si no nos moriríamos en ese preciso momento. Era una cuestión de vida o muerte, no lo entenderían.

    Entonces, en mitad de nuestra lluvia de ideas inconexa y ansiosa, Aika localizó una casa de aspecto macabro. Curiosa, mientras las chicas se acercaban a mirar, revisé la atracción en el propio mapa.

    —¿Una casa del terror? —cuestioné al aire, no muy convencida. Solían ser bastante malas, y no había entrado en pocas precisamente... Pero podría darle un intento. Habíamos venido a probarlo todo, ¿no es así? Tal vez esta mereciese la pena. Relajé mis gestos y guardé el mapa en la mochila, resuelta—. Muy bien, pues está decidido.

    —¿D-Decidido? —exclamó Poly, visiblemente tenso. Empezamos a movilizarnos para ese entonces, incluida Miki, quedándose el ave atrás junto a Mimi—. ¿Quién ha decidido esto?

    >>¡Eh, esperad...! ¡Mi corazoncito de pollo no puede con tanto! ¡Cruaaack!


    Miki Chigusa

    El interior de la supuesta casa embrujada olía a una mezcla de polvo y azufre. Caminé siguiendo al resto hacia un hall donde otras personas aguardaban junto a un encargado, observando los alrededores con calma.

    Me pregunté cuánto tiempo tardaría en encontrar algo que rompiese con la inmersión del sitio.

    —Vamos a esperar tres minutos más, por si llegan más invitados, y entonces os abriré la puerta —El hombre comenzó a dar instrucciones de cómo sería el recorrido, las pautas de seguridad a tener en cuenta y demás, pero mi interés estaba en el resto de personas y sus miradas inquietas.

    ¿Ya tenían miedo? Pero si se veía un altavoz y una cámara de seguridad desde aquí.

    —N-No me sueltes ahí dentro, por favor —Una joven pareja parecía dramatizar el asunto sin siquiera haber empezado. Solo me faltaban las palomitas.

    Por curiosidad busqué a Liza y a Mimi con la mirada. La castaña parecía bastante entretenida charlando con el encargado sobre aspectos de la mansión (su vibra sociable como para entablar conversación con cualquier persona me resultaba abrumadora), mientras que la rubia claramente parecía tensa.

    Negué con la cabeza, decepcionada.

    Vaya pareja más rara.

    —Tranquilo, Poly —Le aseguré al ave, quien temblaba como una hoja sobre mi cabeza, oculto bajo sus alas. Me golpeé el pecho con decisión—. Yo te protegeré.

    El ave dejó caer otro par de plumas, estresado.

    Uoh, quizás debería empezar a recogerlas y pegárselas con cola.

    —¡Eso no me tranquiliza! ¡Cruack!
     
    Última edición: 7 Septiembre 2025 a las 7:11 AM
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    Yugen

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    Mimi Honda


    ¿Una... casa del terror?

    Me abracé a mí misma sintiendo los brazos ateridos—preferia suponer que por el frío que por el miedo. ¿Por qué tenían el aire acondicionado tan fuerte en este sitio?—y esperé a... no sabía muy bien qué, dirigiendo miradas cautelosas de soslayo a mí alrededor.

    No era una persona miedosa pero no me gustaba el terror. No me gustaban los fantasmas, los zombies, los asesinos—ya había tenido bastante de esos—, ni nada que me hiciera sentirme acorralada y forzada en una reacción de lucha o huida. Y definitivamente no me gustaba sentir miedo porque no era masoquista. En este grupo ya había suficientes.

    —¡Oh, oh, esto me recuerda a esa película!—Aika parecía exultante. Casi podía ver esa hipotética cola de Rockruff agitándose a su espalda— ¿La has visto, Lizachi? ¡Fue increíble!

    ¿Veis de lo que hablo?

    Hice una mueca de circunstancias al verla saltar y hacer aspavientos tratando de convertir en acciones todos los sentimientos que aquella película le había provocado. No se le daban bien las palabras, era algo evidente.

    Suponía que no había mucho que hacer.

    Podía largarme de allí y negarme a entrar pero sentía que hacerlo me alejaría del grupo aún más y no quería creer murallas; quería forjar puentes. El problema es que no tenía idea de cómo. ¿Cómo te acercabas a personas con las que no tenías nada en común?

    No iba a pedirle alpiste a Miki como Aika había hecho, no sabía de qué hablar con Izumi... Incluso me sentía alejada de Liza. Al no poder compartir el mismo entusiasmo que ellas estaba levantando muros invisibles.

    No se trataba de eso.

    En el momento es que nos permitieron entrar caminé junto a White buscando la seguridad de su compañía y en la penumbra de aquel lúgubre pasillo que parecía la boca de un Lycaronc, mi mano se deslizó hasta la suya y la tomé.

    No la estaba mirando. Tenía los ojos fijos en cualquier otro lugar como si los farolillos de luz roja que iluminaban desde la pared fuesen de lo más interesante.

    Pero era una petición tácita.

    Un: "Por favor, no me dejes sola."

    Aika Izumi

    Caminé con las manos entrelazadas detrás de la nuca por el largo pasillo de la casa embrujada. Miki iba detrás de mí y Poly temblaban encima de su cabeza.

    Suponía que no a todo el mundo le gustaban este tipo de cosas... pero yo era una excepción. De hecho solía ver series y películas con mis hermanos menores porque había muy pocas posibilidades de fastidiar algo así. A Tohru le gustaban las de superhéroes y a mí las de terror y deportes. En concreto me gustaban las pelis que daban sustos. Era para lo único que no era una persona impresionable.

    —No te preocupes Poly, verás como no es para tanto. ¡En realidad seguro que lo pasamos muy bien!

    Y solté una risa alta y desenfadada que hizo eco en el pasillo. Lo creía sinceramente, no estaba dando falsas esperanzas. De hecho, estaba demasiado emocionada para pensar otra cosa.

    No se veía mucho en este primer tramo pero el ambiente estaba fresquito, con el calor que hacía fuera... Era agradable y todo.

    —Entonces...—cerré los ojos, liviana, buscando algún tema de conversación en mitad del silencio— ¿Te gustan este tipo de sitios, Michin?

    Quería conocerlos más a todos, a Poly también. Tenía que apuntar muchas más cosas en mi libreta y asegurarme de tener los datos necesarios para agradecerles por todo esto. Otro día iríamos a la playa, a un festival, o a un evento deportivo... ¡Era justo como en los animes que solía ver!

    En algún momento, cuando parecía que no iba a pasar nada y ya llevábamos caminando unos minutos en medio del silencio se escuchó un sonido. Como... los crujidos que haría la madera vieja o algo similar. Fue un ruido brusco y seco.

    Agudicé el oído y presté atención.

    —Eh—llamé al resto desacelerando mis pasos—, ¿habéis oído eso?

    Frente a mí pude ver la silueta de Mimi tensarse gracias a la poca luz de los farolillos.

    —No digas tonterías, Aika. No sé oye na—

    Su voz se cortó bruscamente con una exclamación ahogada. Hubo movimiento, pero la luz era muy pobre para ver algo... y repentinamente un aire muy frío nos recorrió a las cuatro. ¡Eso ya no era fresquito, empezaba a helar...!

    —¿P-pero qué—?

    Craaaaack...

    —¡¡Kya~h!!

    El chillido de terror de Mii-chan me asustó incluso más que la sombra que pasó repentinamente por la pared. Eso parecía... ¿parecía un Pokémon...?
     
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    Andysaster

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    En determinado momento, mientras aguardábamos para empezar el recorrido, dejé de charlar con el encargado acerca del lore de la mansión para atender a Aika. Estaba intentando describirme una película haciendo aspavientos con los brazos, y dibujé una media sonrisa en los labios en respuesta, interesada, tomándome de la nada aquello como un reto personal... para variar.

    —Hmm... ¿Te refieres a Pesadilla en Hypno Street? —Aika negó con la cabeza con vehemencia, redoblando así mi interés. ¿Ah, no? Repasé el archivo de películas de terror de mi cabeza una por una, buscando similitudes con sus gestos—. ¿Haunterween? —Chasqueé los dedos cuando las piezas encajaron en mi mente, respondiendo con resolución al poco tiempo—. ¡Ah! ¡Viernes 13 en Pueblo Lavanda!

    La emoción que sintió al saber que también la había visto fue tan contagiosa que inicié un debate, animada, acerca de los pros y contras de la película, su casting y la calidad de los efectos especiales. A ojos externos, el aura alegre y jovial que irradiábamos en mitad de nuestra charla rompía por completo con la inmersión; lo que buscaba generar temor e inquietud de repente se asemejaba más al patio de una escuela. Pero no parecíamos ser conscientes de las miradas de reproche que recibimos de varios. Y si lo fuese, me daría completamente lo mismo.

    Tsk. Aguafiestas.

    El recorrido inició así para las cuatro. El primer tramo consistía en un pasillo extenso y fúnebre, iluminado únicamente por una hilera de farolillos rojos a cada lado del camino. Noté de reojo la llegada de Mimi y me acomodé a su ritmo con naturalidad, permitiendo que Aika y Miki tomasen la delantera. Quise decirle algo, pero entonces buscó mi mano y lo entendí.

    Entrelacé sus dedos con los míos, ocultando un ligero rubor en la seguridad de la penumbra.

    Tranquila. No me iré a ninguna parte.

    —Hubo una vez en la que yo participé en un lugar como este, ¿sabes? Tendría... unos diez años, más o menos —En medio de nuestra silenciosa caminata alcé mi voz, de forma que solo ella me escuchase. El tono, distendido y cómplice, y la ligera sonrisa que tenía en los labios, evocando recuerdos felices, crearon una burbuja repentina a nuestro alrededor. De repente el frío remitió, y la penumbra dejó de resultar ominosa e insondable—. Fue durante Halloween. En el pueblo crearon una dinámica similar a esta casa encantada, y yo me inscribí esa vez como asustadora. En mi mente mi disfraz iba a ser terrorífico e iba a lograr dar los mayores sustos. Ya podía saborear el premio.

    >>Me preparé en mitad del pasillo, aguardando por mis siguientes víctimas. Mi traje de Trevenant daba bastante mal rollo, así que no estaba siendo difícil. Me apoyé en la pared, aburrida al ver que nadie llegaba, sin ser consciente de que había un tornillo medio salido y que algunos hilos del disfraz se habían empezado a enredarse en él —Me giré para verla entonces, conteniendo la risa—. Puedes imaginarte el resto. Con el tiempo y mi culo inquieto el disfraz se fue deshilachando por la parte de atrás, dejando ver prácticamente toda mi espalda. Me dieron una mención honorífica en la entrega de premios: El disfraz con sorpresa. The audacity, Mims!

    Compartimos una breve risa, y apreté ligeramente su mano, notándola algo más tranquila después del relato. Tal vez era lo que necesitaba.

    La atmósfera cálida y cómplice que nos rodeaba duró unos minutos más, donde prácticamente parecimos olvidar el lugar donde nos encontrábamos.

    Hasta que una sombra se deslizó frente a nosotros.

    "¡¡Kya~h!!"

    —¡¡Cruaaaaack!! —secundó Poly, aterrado—. ¡Ya está! ¡Es el fin! ¡Nos van a comer a todos!

    —¡Nadie va a comerse a nadie! —repliqué, llevando mis manos a los hombros de Mimi—. Hey, tranquila. ¿Quieres que vaya delante de ti por si acaso?

    ¡Señorita agente, protéjame a mí también!

    ¡Tu tienes a Miki, idiota!



    Miki Chigusa

    "Entonces... ¿Te gustan este tipo de sitios, Michin?"

    —Bueno. No están mal —Paseé la mirada alrededor. Un cable mal ocultado bajo una alfombra, una puerta que llevaba a un armario de limpieza...—. Me gusta desentrañar sus misterios.

    —A-A Miki no le dan miedo estas cosas, señorita enérgica —Poly apartó ligeramente sus alas del rostro para poder mirar a Aika—. Dice que todos tienen detalles muy evidentes de que son mentira, sin excepción. ¡Y-Yo suelo estar más ocupado escondiéndome como para notar esas cosas!

    —Tú pareces tranquila con esto —señalé. Caminaba con las manos tras la nuca en una pose despreocupada—. ¿También lo notas?

    En ese momento una sombra se deslizó, cerca de nosotras. Mimi y Poly gritaron y yo me tapé los oídos, frunciendo ligeramente el ceño. Menudo dúo. Ya tenía suficiente con un gritón en el grupo.

    La sombra se deslizó por la pared, lejos de nuestro alcance, pero me pareció notar parte de su aspecto. Intrigada por averiguar de qué se trataba, sujeté la mano de Aika y tironeé de ella, correteando en mitad de lo que pareció una repentina persecución de caza-fantasmas.

    —No escaparás —le advertí al fantasma, perdiéndonos en la distancia.

    —¡Socorrooooo! —aleteó el Chatot, dejando un rastro de plumas—. ¡Sáquenme de aquí~!

    El grito de Poly fue lo último que escucharon antes de desaparecer en la oscuridad.

    Recuerdos de la persecución del fantasma en discord junto a Ran y Miki y del que luego hice una novela visual toda trucha JAJAJA
     
    Última edición: 8 Septiembre 2025 a las 4:24 AM
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    Mimi Honda

    Hacía un frío helador allí.

    Pero su presencia, su cercanía era suficiente para mitigarlo como lo harían las llamas de una hoguera en una noche gélida.

    Liza siempre había sido así. Un faro en la oscuridad y una presencia cálida que me hacía sentir no solo segura si no comprendida y escuchada. Ni siquiera necesitaba decir nada para hacerme sentir así.

    El solo hecho de existir era ya suficiente.

    Me había acercado disimuladamente porque no quería hacer demasiado obvio el hecho de que estaba asustada—¿asustarme de una casa del terror de pega, cuando había visto asesinos y muerte real frente a mis ojos? Venga, era absurdo—, pero cuando entrelazó nuestros dedos como si afirmara que estaba allí y que no iba a dejarme mi corazón eludió un latido.

    Era todo lo que necesitaba.

    Incluso empezó a contarme una historia vergonzosa que le había sucedido para alivianar el ambiente aún más. No podía imaginarla con un traje de Trevenant... le daba pavor la gente disfrazada. ¿Quizás había empezado ahí su trauma?

    —¿Huh? Suena desastroso—reí desenfadada. Apreciaba muchísimo el gesto—. Yo hubiera muerto de la humillación.

    El ambiente ya no se sentía tan cargado. Ya fuese por su presencia o por sus palabras, lo cierto es que ese peso ominoso se había aliviado en gran medida.

    Le di un pequeño apretón a su mano.

    —... Gracias.

    Lamentablemente todo se fue a la mierda en poco tiempo cuando la casa del terror empezó a hacer honor a su nombre.

    El frío se hizo aún más intenso, lo suficiente para calar mis huesos y ya no parecer natural. Era como si algo más que el aire acondicionado lo estuviese provocando, algo que se robaba la energía de la habitación para manifestarse.

    Un... ¿un fantasma?

    Hubo crujidos y sombras y todo el miedo que había logrado calmarse regresó con una fuerza inusitada, haciéndome chillar con la suficiente potencia como para que me se escuchase fuera de la atracción.

    —¡Odio este maldito sitio!

    Liza me sujetó de los hombros pero mi impulso en mitad del terror que me asolaba por dentro fue lanzarme a sus brazos y ocultar mi rostro en la curvatura de su hombro.

    Aika Izumi

    >>Me gusta desentrañar sus misterios.

    —Pero desentrañar el misterio acabaría con la inmersión...—esbocé una sonrisa algo nerviosa e indulgente y me rasqué la mejilla con el índice sintiendo una gota de sudor frío recorrer mi piel— ¿No crees que hay cosas que es mejor no saber?

    A veces lo mejor para mantener la ilusión era no saberlo todo. Como con mis hermanos y la persona que realmente les traía regalos la noche de navidad o el admirador secreto en primero de secundaria que solo era un chico queriendo burlarse de ti. Quizás tenía un espíritu infantil y conformista y no veía la necesidad de buscarles un por qué a todo. Había muchas cosas que no sabía o que no entendía... ¿pero no veía el por qué hacerlo?

    Miki parecía una persona completamente opuesta a mí.

    ... Eso podía ser divertido.

    —¡Woah!—exclamé cuando tiró de mí obligándola a seguirle el paso mientras se alejaba por el pasillo.

    A mí también me había llamado la atención la sombra... ¿pero teníamos que correr detrás de ella?

    El pasillo terminó en una sala amplia rodeada de niebla. Seguía haciendo frío, aún más que antes, y la luz de este tramo era de un azul fantasmal en contraposición con el rojo del pasillo. Esta zona... parecía un cementerio, incluso había tumbas y todo. ¡La caracterización de los escenarios era muy buena!

    —Mira Michin, son Gastly—señalé sobre las tumbas donde un grupo de Gastly aparecían y desaparecían. Los fuegos fatuos que rodeaban las tumbas eran Litwick... Esbocé una sonrisa de pura emoción, exultante—: Es una casa del terror que usa Pokémon fantasma como actores... ¡Cómo mola!

    En ese momento el frío regresó, esta vez con una risa aguda y maliciosa. La sombra volvió a cruzar por la pared... y repentinamente me sentí liviana.

    Algo... no estaba bien.

    Parpadeé sintiendo una chispa extraña, un ambiente denso y raro.

    —¿E-eh?—murmuré y me llevé las manos a los hombros primero con contrariedad y ansiosamente después buscando algo que había desaparecido—. ¡¿Eeeh?! ¿Dónde está mi mochila?

    Estaba segura de que la tenía antes de que apareciera la sombra.

    SIS MUY FAN DE ESO <3 La novela visual no quedó trucha, quedó genial JAJAJA ES ARTE
     
    Última edición: 8 Septiembre 2025 a las 8:08 AM
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    Liza White

    "¡Socorroooo! ¡Sáquenme de aquí~!

    Oi! —exclamé, desconcertada con la escena que se sucedía de manera frenética frente a nuestros ojos. Los gritos de Poly comenzaron a perderse en la distancia y giré el cuerpo en la dirección a la que iban, impotente, sin soltar a Mimi en ningún momento—. ¿¡A dónde creéis que vais!? ¡Hey!

    No tuvo caso.

    Si el impulso de seguirlos buscó sobreponerse a mis acciones, el gesto de Mimi bastó para silenciarlo todo. Me abrazó, aterrada, y ocultó su rostro en mi cuello como solía hacer cuando el mundo le pesaba lo suficiente como para querer huir de él. La estreché contra mí sin pensarlo.

    No podía obligarla a perseguir a las demás en ese estado. De modo que desistí de darles alcance por el momento, confiando en que se las apañarían bien solas. Al menos tenían a Poly...

    >>Estoy aquí, cielo —Le recordé en un murmullo al poco tiempo. Acaricié su cabello, conciliadora, en mitad del silencio que volvió a envolvernos tras la partida del dúo y cerré los ojos—. Estoy aquí.

    El solo hecho de reconocer su perfume tenía la capacidad de relajar mis músculos, ligeramente tensos por el estrés de las circunstancias. Me recordaba a ella. Lo asociaba inconscientemente a recuerdos cálidos y felices.

    Permanecimos abrazadas el tiempo que Mimi necesitó para sobreponerse. No la apresuré ni me impacienté. Mi prioridad en ese instante tan solo era ella. Cuando los temblores remitieron abrí los ojos, paseando la mirada por el pasillo. Las luces titilaban a nuestro alrededor y el ambiente se sentía parcialmente extraño, enrarecido. Demasiado como para ser producto de un efecto especial.

    Como si...

    —Deben haber pokémon fantasma colaborando con esta casa embrujada —teoricé entonces, agudizando el oído. Podía escuchar risas en la distancia, tal vez desde detrás de la pared. Meneé la cabeza, resignada e indulgente—. ¿Quién diría que pasaríamos de tener una voyeur a todo un grupo de pokémon? ¿Así se siente la fama?

    No era yo si no tomaba todo con un toque de humor. Estaba visto que las situaciones tensas no iban conmigo. Dejé de observar mi entorno para regresar a la joven que protegía entre mis brazos.

    >>¿Mejor? —inquirí, con la voz tintada de cierta preocupación—. Sé que lo sabes, pero podemos dar media vuelta en cualquier momento. Y si el orgullo te impide hacerlo, bueno... —Posé las manos sobre sus hombros, apartándome con suavidad para poder verla a los ojos. Le dirigí una sonrisa amplia, de dientes descubiertos—. Esto no es nada para la gran Mimiko Honda, ¿no es así?



    Miki Chigusa

    Quizás desentrañar un misterio así rompía con la inmersión de muchos, pero en mi caso era lo que verdaderamente me entretenía. Era una persona extraña, de pocos gustos o, quizás, de estándares demasiado elevados o específicos. El mundo parecía aburrirme en su mayoría. Nada me suscitaba una emoción lo suficientemente fuerte como para mover algo dentro de mí... Y es ahí donde surgían las excepciones.

    Una de ellas eran los negocios. Otra, mucho más arraigada, la música. Y, en tercer lugar...

    Un buen misterio.

    Tener una abuela escritora te hacía crecer rodeada de historias. Desde pequeña nos leía historias a Poly y a mí de todo tipo. El Chatot se emocionaba con facilidad, empatizaba con los personajes y reía o lloraba con ellos cuando se daba la situación.

    A veces... parecía más humano que yo.

    Pero la abuela nunca se rindió. Y lo comprendió todo cuando, un buen día, resolví un pequeño acertijo que había dejado inconcluso sobre el periódico. El brillo en mis ojos, usualmente escondido, latente, lo fue todo para ella. Supo qué tipo de libro deseaba leerme la noche siguiente.

    Desde entonces crecí rodeada de mil novelas de misterio, a cada cual más interesante que la anterior.

    Y ahora que estábamos allí, persiguiendo a una sombra roba-mochilas, repentinamente volví a sentir esa emoción que en lo usual me resultaba tan esquiva.

    —Ay Arceus mío. ¡Litwicks! —Más plumas. El día de su inminente calvicie estaba cada vez más cerca—. Esas criaturas se nutren de la vitalidad de pokemon y humanos. ¿Veis sus llamas? ¡Cuanto más grandes son, más alimentados están! ¡Cruaaack!

    —No podemos irnos sin su mochila —atajé de inmediato, adivinando las intenciones de mi compañero. Me volví hacia mi camara del alpiste, completamente seria... O más bien determinada—. Es importante para ti. ¿Verdad?

    —¿Importante? ¿Una mochila? ¡Podemos comprarle bocadillos y agua a la salida!

    Negué con la cabeza, comenzando a caminar hacia las tumbas. Sí, mi mayor aliciente era desentrañar un misterio, pero también había algo más en juego ahora. Los pokémon fantasma me rodearon, burlones, pero apenas les presté atención. Sus expresiones maliciosas mutaron en frustración y molestia de inmediato, sintiéndose repentinamente impotentes.

    ¿Hah? ¿Y esa tipa de dónde había salido?

    —Tú —Levanté a un Litwick de su puesto como vela, mirando su cuerpo desde todos los angulos. El fantasma soltó un "¿Wick...?", completamente aturdido. E-Eso no estaba en su guion de cómo ser una buena antorcha—. ¿Tienes tú su mochila?

    Repetí la acción con varios de ellos, pero ninguno parecía ser esa sombra misteriosa. La mochila tenía su cuaderno. Eso no podría comprarse en una tienda de souvenirs.

    Entonces, mientras interrogaba al octavo Litwick, algo se movilizó a mi espalda.

    —¡M-Miki, detrás de ti...!
     
    Última edición: 8 Septiembre 2025 a las 4:39 PM
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    Yugen

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    Mimi Honda

    A veces no podía medir mis impulsos adecuadamente. A veces actuaba sin pensar, por simple inercia, buscando la seguridad de algo que era conocido y familiar para mí.

    Los abrazos de Liz se habían vuelto muy familiares con el tiempo. Incluso antes de empezar todo esto, ya nos abrazábamos a menudo. Eran cálidos, agradables y estaban impregnados de ese aroma a lavanda que la rodeaba. Era particularmente evidente allí, en la curvatura de su cuello y hombro, mientras mantenía los ojos fuertemente cerrados y los labios apretados, temblando como una hoja en una tormenta.

    Nunca le había dado demasiada importancia a detalles tan nimios, pero últimamente parecía muy consciente de ellos. Su ropa, que era la que me ponía encima desde hacía días, también olía así.

    Me resultaba reconfortante.

    Me dijo que estaba allí, reafirmando, dándome una seguridad que necesitaba y me limité a asentir sin buscar separarme ni un solo centímetro. Estaba aterida de frío, aterrada—no solo por esta estúpida casa del terror. Si no porque no tener control de las situaciones me hacía sentir vulnerable—, y me quedé allí buscando calmarme a mí misma de alguna manera.

    Solté una risa por la nariz, irónica, preguntándome por qué tenía que bromear en un momento así pero agradeciéndole de todas formas. Sin embargo había un punto interesante en todo esto y es que sí había Pokémon fantasmas contratados como actores, eso explicaría el frío antinatural. Los fantasmas requerían la energía ambiental para manifestarse. Por eso Pokémon como Gengar bajaban la temperatura unos cinco grados.

    Me sonrió con honestidad, amplia y genuina y le toqué la punta de la nariz con el índice en un ademán vindicativo.

    "Deja de sonreírme así, no es justo."

    Apelar a mi orgullo siempre era una gran forma de ponerme en movimiento.

    —Al menos son fantasmas y no bichos—convine girando sobre mis talones con resolución—. Vamos a buscarlas antes de que terminen activando algún pasadizo secreto en este sitio.

    Aika Izumi

    ¿La sombra se la había llevado...? ¿Pero cómo? ¿Y por qué? Solo tenía una bolsa de papitas y un sándwich mixto... ¡Ah!, ¿igual tenía hambre?

    Pero no era lo único. Allí también tenía mi libreta donde apuntaba todo para no olvidarlo como papá me había pedido después del accidente. Estaba perdida sin esa libreta. No sabría cuándo darle su medicina a mis hermanos ni a qué verdura era alérgica mamá... o que tipo de películas le gustaban a papá. Probablemente incluso olvidaría que a Lizachi le gustaban las pizzas o que Michin llevaba alpiste en los bolsillos.

    Podía parecer una tontería pero no quería olvidar esas cosas.

    Miki buscó a la sombra por todas partes queriendo ayudarme a recuperar mi mochila y... su reacción por un instante me dejó contrariada. Como si no pudiera creer que se preocupase tanto por mí.

    Después del accidente y la muerte de Minato mis padres se preocuparon. Pero las secuelas que me dejó pronto convirtieron la preocupación en algo diferente, algo oscuro y pesado. Al principio ni siquiera sabía ni cómo me llamaba, era incluso más torpe y me distraía con más facilidad. Siempre sentí que detrás de la preocupación había un peso difícil de aceptar, un vacío insalvable y sabía, porque no era tan inocente como ellos pensaban, que me consideraban una carga. Un problema con el que no querían pero con el que tenían que lidiar, porque era su hija después de todo.

    Siempre sentí que debía haber muerto yo en ese accidente y no Minato.

    Quizás mis padres estuviesen felices así.


    Sin embargo, cuando Miki empezó a interrogar a los Lickwick no lo sentí de esa forma. No sentí que estuviera molesta conmigo o harta, ni siquiera un poco resignada. Fue... tan extraño. Por un momento ni siquiera supe cómo reaccionar.

    Entonces por el rabillo del ojo noté movimiento a nuestra espalda.

    —¡Michin!

    La bola sombra golpeó contra la tumba que se rompió como si fuera simple cartón piedra. Probablemente lo era. Los Lickwick corrieron alrededor dispersándose rápidamente. Parecía una procesión de fantasmas...

    Al menos Miki tuvo el tiempo suficiente para apartarse de su trayectoria gracias a la advertencia de Poly.

    Y allí frente a nosotras no había una sombra, ya no. Era un Gengar. Y flotando de forma misteriosa a su lado estaba mi mochila verde.

    —¡O-oye!—le reclamé— ¿No se supone que no se puede tocar a los visitantes?

    Bueno, técnicamente no nos estaba tocando. Nos estaba atacando.

    Eso... ¡eso era todavía peor!
     
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    Miki Chigusa

    Me hice a un lado en el momento en el que una bola sombra impactó contra la tumba que tenía en frente. El Litwick que sujetaba entre las manos se zafó de mi agarre y me sacó la lengua, irritado, antes de desperdigarse y desaparecer junto al resto.

    Al girarme, me encontré cara a cara con el Moriarty de esta historia.

    Un malintencionado Gengar.

    —Esa mochila no es tuya —Le recordé, inmutable, junto a la tumba que había reventado de un solo ataque. Le señalé con un amenazador dedo índice... que quizás resultaría más amenazante si viniese de parte de Mimi—. Devuélvela. Ladronzuelo de pacotilla.

    El Gengar enarcó una ceja, burlón y condescendiente. Probablemente no esperaba que alguien le ordenase algo; le fue imposible esconder la irritación que le burbujeó en el cuerpo ante mi molesta presencia.

    Poly se estremeció sobre el hombro de Aika.

    —¡M-Miki, no te metas con él! —me advirtió, ocultándose tras su ala—. ¡Soy en parte tipo normal, no podría defenderte ni aunque me lo pidieses, cruack!

    Pero eso no me iba a detener. Odiaba a los villanos. Pero sobre todo odiaba a los bullies.

    En parte aquello se estaba volviendo personal.

    El Gengar flotó hacia mí, siniestro y amenazante, y la mochila flotó a su lado. Metí la mano en mis bolsillos y, cuando estuvo lo suficientemente cerca...

    —Toma esto.

    El alpiste le llovió en la cara y se tapó los ojos, confuso y aún más frustrado si cabía. Retrocedió un paso y yo aproveché para alcanzar su mochila, dando un saltito para poder atraparla. La abracé contra mi pecho y alcé mi pulgar desde el suelo hacia Aika y Poly.

    El ave me miraba más pálido que esos Litwick si cabía.

    —¿¡P-Pero qué estás haciendo, idiota!? —En ese momento el Gengar se colocó a mi espalda, un aura roja rodeando su cuerpo, y el Chatot batió frenético sus alas—. ¡¡E-Eeeeek!! ¡Sálvese quien pueda!

    Gengar empezó a atacarme y yo correteé entre las tumbas, esquivando los ataques que destrozaban todo a su paso. Chatot se lanzó al ataque también, con la conciencia intranquila, pero el furioso pokémon lo apartó de una Garra Umbria.

    Lo que él no sabía, era que tanto pokémon como entrenadora eran igual de insensatos.

    —Ha sido un placer acompañarte en este viaje llamado vida, Miki —Poly, magullado y dramático, se apartó una lagrimita del rostro y me miró, antes de lanzarse una vez más hacia el Gengar—. Dejaré en este mundo mi leyenda, como uno de tantos héroes que nos narraba la señora Michiko.

    >>>¡Al ataque~!

    Entonces, una voz familiar nos detuvo a todos en el acto.



    Liza White

    —¿...Pero qué Giratinas estáis haciendo?

    El pasillo finalizó en una amplia sala, un cementerio rodeado de fuegos fatuos y pokémon fantasma. Durante el trayecto nos asaltaron una seguidilla de Litwicks, extrañamente agitados. Ahora que adivinaba en aquel espacio no un cementerio, si no un repentino campo de batalla, las piezas parecieron unirse en mi cabeza de golpe.

    Mimi y yo observamos la escena desde la entrada. Miki se encontraba acuclillada detrás de unos escombros de cartón piedra, abrazando la mochila de Aika. Y Poly le estaba intentando asestar una serie de picotazos a un obstinado Gengar.

    La peliazul señaló al fantasma sin pensarlo.

    —Ha empezado él.

    —¡S-Señorita agente! —El Chatot aleteó hasta esconderse tras mi espalda, y lo miré sin comprender, cada segundo más perdida que el anterior—. Algo me dice que ese Pokémon no forma parte de los actores de esta macro-obra de teatro... Quizás lo atrajo la presencia de sus preevoluciones, ¡pero le robó la mochila a Miki y nos está atacando!

    ¿Un Gengar que se había colado en la atracción? Eso podía ser peligroso. El fantasma parecía haber perdido los estribos, humillado por un ave de tres al cuarto y una mocosa, y lanzaba ataques a diestro y siniestro.

    Chasqueé la lengua, tratando de pensar rápido. Sacar a nuestros pokémon para tranquilizarlo en un espacio tan pequeño no era una opción.

    ¿Entonces, qué...?

    La bombilla se iluminó entonces en mi cabeza.

    —¡Apartáos todos de él! —Corté el aire con un movimiento de mi brazo, imperiosa—. ¡Ya!

    A mi señal, el espacio alrededor del Gengar se liberó lo suficiente como para poder sacar mi capturador. Lo observé detenidamente por un instante. Ya había roto las normas una vez, cuando salvé a aquel Litten poco antes de quedar con Dante...

    Y probablemente no habría dos sin tres.

    Encendí el dispositivo y la voz de MIRA regresó.

    Veo que sigues utilizando mis servicios sin autorización externa. No aprendes, ¿verdad que no? —Su tono irónico y despectivo hizo que se me hinchase la vena de la frente—. ¿Cuánto aire tienes en realidad en esa cabeza tuya? Permíteme que haga un breve análisis.

    —¡No quiere ese tipo de análisis! —le reproché al instante, apuntando al Gengar con el capturador. Fruncí el ceño, atenta a los movimientos del fantasma. Podía trabajar bajo presión. Mi entrenamiento dependía de eso—. Analiza los flancos de menor vigilancia en su cuerpo. Tenemos que lograr hacer una captura perfecta.

    ¿Acaso tengo otra opción? —dramatizó. Pero, a pesar de su aparente desagrado, o más bien falta de interés hacia su puesto, cumplió su trabajo de manera excelente. El haz de luz se materializó con éxito desde el extremo del capturador y comenzó a rodear el cuerpo del Gengar con cada movimiento de mi brazo—. Vuelta una de seis completada.

    Tensé los labios, concentrada en mi tarea. El hilo de energía que invadió el espacio del confuso pokémon debía rodear su cuerpo cinco veces más para poder enlazar por completo mis emociones a las suyas, creando un puente entre ambos. No obstante, si el pokémon atacaba los hilos, el capturador se veía dañado e interrumpido en su tarea, haciendo retroceder a su portador.

    Y aquel Gengar estaba desatado.

    Rompió los hilos una, y otra, y otra vez. Pero MIRA y yo no desistíamos. Sentí una gota de sudor recorriéndome la mejilla mientras dirigía los movimientos con todo lo que tenía, pero no era suficiente. Era un pokémon poderoso, y estaba muy molesto.

    El brillo determinado de mis ojos titiló, amagando con ensombrecerse. Yo sola no podría hacerlo.

    Luchaba por obtener reconocimiento desesperadamente, pero no dejaba de ser una estúpida novata con sueños de grandeza.

    Era... Aún era demasiado débil.

    ...

    ...Pero no estaba sola en esa sala.

    >>¡Chicas! —exclamé entonces, volviendo en mí. El brillo regresó cuando busqué los ojos de Mimi a mi lado, denodada—. ¡Necesito que le distraigáis lo suficiente como para poder capturarlo del todo!

    >>¡Cuento con vosotras!
     
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  1. Naiki
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