Interior Pasillo (Planta baja)

No iría a decir que había alcanzado el plano de la iluminación ni nada, incluso si parecía empeñado en enderezarle las ideas a algunos de los estúpidos que me rodeaban, pero intentaba llevar la vida a un ritmo distinto, menos caótico y que me permitiera pensar con más sentido alrededor de Anna, alrededor de todos, pero sobre todo de Anna. Visto de fuera debía ser una cagada que hubiera tenido que pasar por todo el desastre para llegar aquí, pero era... imperfecto. Terriblemente imperfecto y había tenido que enfrentarme a un fantasma cuando jamás se me ocurrió que sería el caso.

Ahora me esforzaba por ser mejor que eso y trataba de oír las voces correctas. Que hablando de voces correctas, la de Wickham no era una de esas y me hacía gracia la forma en que Anna había tenido que defender su honor, pero justo por eso lo había dicho. No había un universo posible en que ella escuchara a un estúpido de esta calaña, ¿verdad? Eso y que en cierta medida sabía que si yo me mantenía tranquilo ahora, ella no tenía especiales motivos para seguir el camino para alterarse de más con este cabrón.

Me cayera como el culo o no, la contestación del inglés me hizo reír por lo bajo por la confianza que obviamente mostró y el apunte a que no tenía tantas personas como pudiera pensar. Era dudoso por decir poco, pero eso también me la traía floja que daba gusto. Si iba a hablar más, pues se cortó al ver que yo le hablaba a Anna. Ella me había mirado y por un instante, previo a hablarle, choqué con el rosa de su mirada.

Vibraba contra el gris con la misma intensidad de siempre.

Le dejé ir la pieza de información, lo que confirmaba que sí iba a traerle algo, y al verla sonreír le regresé el gesto sin conferirle una cuota de pensamiento. Su comentario me ensanchó el gesto, también me hizo reír y asentí con la cabeza. Era posible que esta chica me regalara una plasta de chocolate y a mí me hiciera feliz, pero no hacía falta entrar en ese terreno con este espectador delante.

—Tenemos un trato entonces. No vamos a juzgar los resultados —le dije, ligeramente divertido, y volví a enderezar la espalda.

El comentario del susodicho consiguió hacerme suspirar con un dejo de hastío, nada muy loco, no olvidaba que había llegado cuando estábamos en el downfall más asqueroso de la historia y siquiera nos dejó despedirnos en condiciones, pero tampoco tenía ganas de hacer un espectáculo por ello ahora mismo. Por su parte, Anna le respondió casi de inmediato, negándose a permitirle escarbar en nuestra herida.

Igual como este no sacaba pelo sin sangre quebró los piques de regreso a mí, llevándose a Anna puesta por mucho que no hubiese reaccionado visiblemente, mencionar a Jez era una cagada, pero... Bueno, ya, ¿no? Me di cuenta que aunque me molestaba, lo hacía porque Wickham era un jodido hijo de puta, porque aunque no tuviera la información completa había ocurrido algo que involucraba a la sagrada Sasha de Shimizu y de allí venía mucho del desastre que había podido ver durante días y días. Ya no me molestaba por los mismo motivos que a principio de curso, los que detonaron el ataque de pánico y toda esa mierda, era por algo más... centralizado, más objetivo y puede que más terrible, por mucho que no lo supiera.

¿Pensaba darle algo a Jez? No tenía idea, mi primer pensamiento había sido Anna y ya.

—No hay exclusivas pues hasta donde yo sé el cartel de hecho también dice amistades —atajé señalando el tablón con un movimiento de cabeza, lo dije con una calma que, para variar, sí sentía. Entre tal cagadero había hecho las paces con mis emociones, había logrado hacer los cortes—, pero no pasa nada si olvidaste cómo leer, that's okay. También hasta donde recuerdo este es un mundo libre, por desgracia, así que puedes hacer lo que se te antoje.

Suerte tenía el cabrón de que no supiera que Jez, en su infinito amor y paciencia, le había traído cosas por su cumpleaños a semejante idiota, porque entonces le habría dicho que traerle algo a la pobre chica era hasta decente sólo por mera ley de equivalencias. Además, era cierto... Incluso si hablaba con Jez y le decía, bueno, lo poco que sabía y le advertía que tal vez no era bueno acercársele tanto por motivos completamente distintos, al final la decisión era de ella y solo de ella, pues no era una niña.

El problema era que Jez tenía demasiada fe en el poder de la redención.

—Pero si vas a hacerlo esfuérzate, gran hombre de detalles. Aunque según la conversación que me perdí... puede que te envenenen antes de por sí.

 

Quería pensar que el efecto del comentario de Wickham venía porque era el equivalente de recibir una bofetada sin aviso, no por nada más. Era incómodo, pero tampoco escocía ni lastimaba como habría hecho en el pasado, si acaso era conflictivo por la personalidad de la propia Jez y sus cosas, pero eso también dependía de si realmente hacía algo o sólo lo había dicho buscándome las cosquillas.

Al bufón nadie le quitaba la mueca, obvio, y su comentario quiso hacerme gracia por motivos diferentes. Era una gracia amarga, el tipo de cosa que uno siente al pensar en cómo sería el mundo si le quitaran a el bozal y las correas a todos los locos del mundo, e incluso así estaba seguro de que este cabrón al menos había logrado una parte de eso. La furia de Shimizu lo confirmaba cada día y así, como si nada, él seguía ganando.

—Y la del resto de mortales sería bastante peor, asumo —apañé con una simpleza casi ridícula.

Fue lo único que picoteé entre sus palabras previo a su carcajada cuando el dije que se esforzara y me preparé para la siguiente estupidez que le surcara la cabeza, aunque tampoco fue que hiciera falta en realidad. Sentí la mano de Anna, la recibí sin siquiera pensarlo y noté la firmeza de su agarre antes de que dijera que bastaba con el veneno que el inglés tenía en su saliva. Tuvo su gracia y no me interesó añadir nada más, así que la verdad simplemente me dejé llevar por Anna.

Visto desde fuera debía dar risa que el tanuki estuviera arrastrando al armario empotrado, pero a mí me importó bien poco, seguro el otro idiota usaba el escape en nuestra contra en otro momento, pero eso tampoco me interesaba. Ni siquiera me había puesto a pensar en que no sabía a dónde estaba yendo Anna ni nada, por eso cuando se detuvo y me soltó la mano la miré un poco expectante. Su remedo de broma me hizo reír y asentí con la cabeza, cediéndole razón.

—Aunque tampoco me disgusta la idea de meterlo al asador —solté después—. Just for the hell of it.

Chusmeé en la dirección que habíamos abandonado, Wickham ya no estaba y solté el aire por la nariz, regresando la atención a Anna. Por un instante no hice más que mirarla y luego me acordé de su respuesta a lo de que no juzgara el performance del servidor aquí presente. Mi cerebro dudó, pero el cuerpo me respondió antes y estiré la mano para posarla en su mejilla y la acaricié con mimo, porque no tenía remedio.

—¿Estás bien? ¿Te molestó mucho el idiota?

 

Cuando ella se sumó a la parrillada de inglés la risa que solté quiso volverse una carcajada, mira que ya de por sí no era que necesitáramos más, pero estar aquí bonding con quemar al otro imbécil era bastante simpático. Además servía para aliviar lo que sea que nos había generado su presencia.

—No se me apetece terminar en prisión en la flor de mi juventud, lo admito.

Si bien que el contacto pudo avergonzarla, al final no sucedió y lo que hizo fue sonreír, gesto que reflejé sin darme cuenta. Apoyó la mano sobre la mía, por lo que le dediqué una caricia en el rostro con el pulgar y atendí a la respuesta a mi pregunta antes de que separara mi mano de su rostro para jugar con mis dedos. La dejé, obvio, y mantuve los ojos en su rostro. El rosa de sus ojos, el negro de su cabello, sus facciones.

—Ya decía yo que había algo de fondo con el asunto del veneno y las castraciones —dije junto a una risa floja—. Muy inofensivo todo, claro. Gracias por defender mi integridad.

No me soltó, la vi mirar el contacto, sentí su caricia y parpadeé despacio, algo adormecido de repente. Luego alzó la vista para verme y me preguntó si tenía planes para el receso, lo que hizo que me acordara de Shimizu, pero me distraje al ver que Anna estiraba los brazos hacia mí.

Ni hizo falta más, sólo me acerqué, ajusté la postura y le permití colgarse de mi cuello. Rodeé su cuerpo con los brazos y la separé del suelo por la pura gracia, de hecho al hacerlo se me escapó una risilla y la estreché con mucho cariño. Dios, adoraba a esta chica, era hasta criminal el asunto.

No le había contestado, pero estaba muy a gusto con el abrazo y lo mantuve algunos segundos antes de bajarla con cuidado. Al retroceder dudé un poco, pero medio recordé a Dunn diciendo con todo el mal genio del mundo que Dios me librara de admitir que quería un beso. A ver, fue porque le conté lo de la sala de música esperando que fuese menos grosero que Arata y me había salido como el culo, pero la idea se proyectaba. El punto fue que al regresarle algo de espacio, giré el rostro para alcanzar a besarle la mejilla y entonces sí retrocedí para volver a mirarla. Estiré una mano para acomodarle un poco el flequillo, aunque fue más un gesto algo nervioso.

—Pues lo que se dice un plan, no, bajé porque no quería tostarme en la azotea y ya. Saliendo del tercer piso me encontré a Shimizu y venía con él, pero salió pitando al ver a Wickham, porque no lo soporta tampoco. Le dije que me escribiera si decidía quedarse en algún lado —expliqué sin prisa—. ¿Tú tenías planes, An? ¿Quieres que compremos algo en la cafetería para almorzar? Puedo revisar si Shimizu me escribió, ya sabes que es medio asno, pero no creo que sea insoportable. Estaba en media crisis existencial por lo de los chocolates, el pobre diablo, era hasta gracioso de ver.

 

No podía negar que salir al pasillo y ver a Riamu en plena depresión me quiso hacer reír, en sí la niña me causaba algo de gracia, pero también debía admitir que su carácter no me disgustaba ni nada y por ello, digamos, me acoplaba un poco mejor. Otro poco era porque me daba curiosidad saber hasta dónde llegaba si uno le daba cuerda, no iba a negarlo.

Opté por acercarme a ella a sabiendas de que a Rowan no le molestaba eso de hablar de repente con alguien y pronto estuvimos en este teatro tan extraño sobre convertir en pecado capital dejarla encerrada en este edificio. ¿Qué haríamos, recolectar nombres en un formulario de Google? Daba risa nada más pensarlo.

En cualquier caso, busqué hacer small talk y luego pregunté por su cara, porque... Afuera estaba lloviendo y ella tenía las mejillas algo rojas, como que algo no calzaba. Me respondió, claro, pero si era verdad tal vez debería sopesar buscar tendencias de maquillaje diferentes y si era mentira el desvío estaba un poquito penoso, pero por una vez en la vida me ahorré el comentario y seguramente le ahorré a ella un fastidio.

—¿De verdad? —atajó Rowan fuese que le creyera o no, tuvo más pinta de que sólo le siguió la bola—. Combina con tu cabello entonces. Muy lindo.

Lo miré de refilón tragándome las ganas de reírme y lo dejé echarle flores a la niña, pues porque era esa clase de estúpido. Sin embargo, la cosa no le duró mucho porque Riamu mencionó algo de unos chocolates para la próxima semana y Ro entró en una especie de mini colapso, hasta dejó de caminar un momento.

—¿Chocolates la próxima semana? Oh Lord, no way. —Se lamentó entonces, llevándose una mano al rostro—. No me entero de nada últimamente. ¿De qué va la cosa o qué? El White Day ya había pasado.

Hombre, habían cagado a palos a Brennan, en verdad era normal que no nos enteráramos de una mierda y de repente este estaba aquí preocupado por unos chocolates, más le valía ordenar sus prioridades. En sí no dije nada, la cosa no me interesaba en lo más mínimo, y dejé a Rowan con su tragedia para enfocarme en Riamu nuevamente.

—Parece que Rorin sí quiere regalar algo, incluso si no estaba enterado del evento —dije bastante al aire con algo de diversión en la voz, pero luego entrecerré los ojos un momento y me permití la sombra de una sonrisa—. ¿Tú vas a regalarle algo a alguien, Ri-chan? ¿Tienes algún pretendiente?

Me acordé de Wickham en la sala de entrevistas, obvio, pero por la tontería.