Interior Baño de chicas (Planta baja)

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 23 Noviembre 2020.

  1.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Obvio noté que Emi se ruborizó y eso, pero tampoco le concedí mayor relevancia. Me hizo reparar, de todas formas, por un instante en lo que estábamos haciendo. Lo repasé todo en busca de algún fallo, algo que pudiera corregir que quizá estuviera molestándole, aunque no encontré nada. A lo sumo acabé en los recuerdos del sábado. La ida al cine, los tragos del Krait, nuestro paseo por Kabukicho y... el parque.

    Una risa baja vibró en mi pecho al oírla y asentí.

    Same~

    Nos quedamos un buen rato así, había incluso cerrado los ojos sin darme cuenta, y los abrí de repente cuando Emily volvió a hablar. Alcé las cejas y me separé suavemente de ella, sin soltarle las manos.

    —Joder, sí. Bueno, ven a casa bien temprano y nos echamos una masterclass con unos videos de YouTube. También podemos ver alguna peli o algo, ya sabes. Día de chicas~

    Le guiñé un ojo, sonriente, y la jalé hacia la salida del baño que se nos iba a hacer tarde para las clases.

    Había una parte de mí que estaba jodidamente cansada, toda aquella energía me la había sacado vete a saber de dónde para dársela a Emily, para agradecerle y transmitirle al menos una brizna de lo que ella me había dado. Quería ser su fogata, así fuera cinco minutos.

    Ya podría echarme una siesta en la enfermería.
     
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    Gigi Blanche

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    Me aparecí en la escuela con una precaución estúpida, como si todos quienes me rodeaban supieran precisamente que ayer me había ausentado y las razones precedentes. Era una tontería, claro, y por eso tomé aire y seguí caminando como si nada. Había logrado convencer a mamá de que estaba bien, no hacía falta que me acompañara a la escuela, además hacer eso le atrasaría terriblemente. El año pasado seguro habría usado todo como una gran excusa para ausentarme el tiempo que me diera la gana, pero en el Sakura había hecho amigos y bueno, digamos que ellos eran la razón que me había empujado fuera de la cama esa mañana.

    Aunque salir a la calle aún me diera un poco de miedo.

    Entre toda la tontería se me habían desordenado bastante las neuronas, lo suficiente para olvidar la carta que le había dejado a Altan en su casillero el lunes. Eso fue, claro, al menos hasta que ingresé al edificio y el recuerdo me llovió encima de repente. Me tensé, viendo en todas direcciones, y el impulso de vete a saber qué clase de pánico me arrojó directo a mi casillero. Lo estaba abriendo con la cabeza dirigida en una dirección totalmente diferente, llena de ruido, llena de sombras, y entonces lo vi. El sobre encima de la caja de daifukus encima de mis zapatos. Giré el cuello varias veces, como intentando confirmar si eso estaba allí desde ayer u hoy, pero no tardé demasiado en tomarlo. Primero fue el sobre, era oscuro y me recordó a los de la mascarada. Noté que llevaba algo adentro, algo con relieve, quería decir, y me cambié los zapatos a velocidad para agarrar también los daifukus y meterme al baño. Podría haberme esperado o subir a la clase, pero honestamente no lo razoné mucho.

    El cerebro se me reactivó una vez estuve sentada dentro de uno de los cubículos, como si todo lo demás lo hubiera hecho en automático. Tomé aire, repasando la textura del sobre con los dedos, y entonces lo abrí. Había dejado la caja en mi regazo. Lo primero que saqué era la mierda con relieve, pues porque me mataba la curiosidad. Mis dedos toparon con la textura de una cadena y la pellizqué, jalando hasta que el anillo apareció. Quedó meciéndose suavemente en el aire, frente a mis ojos, y no tardé ni dos segundos en reconocerlo. Vamos, si seguro me conocía todos sus anillos ya al dedillo, sólo que hasta ahora no lo pensaba. Deposité la alhaja en la palma de mi mano y, otra vez, repasé sus contornos. El mundo seguía en completo, absoluto silencio, ni siquiera oía mi propia respiración. Entonces dejé eso también en mi regazo, regresé al sobre y desdoblé la carta.

    Un sonido, limpio y claro, brotó de todas partes.

    Era su voz.

    Sonaba en mi cabeza como si lo tuviera allí enfrente, diciéndome las cosas importantes con su cara de poker de toda la vida. Como siempre hacía, quería decir, porque a Al no se le daba muy bien eso de hablar de sus sentimientos. Se las apañaba mejor preguntándome cómo estaba, esperándome, enviándome stickers de gatitos o rodeándome con sus brazos. Lo encontraba en sus ojos, incluso, en los pozos negros donde creía reconocer destellos azulados, como si las estrellas bajaran del cielo para chapotear en la superficie de un océano de petróleo. Su cariño estaba en todas partes, bien lo sabía yo, ¿pero hablar de eso?

    Dios, cariño, se te da fatal.

    Por el contenido de la carta pude deducir que estaba en mi casillero desde ayer, y ya la emoción que se me había atorado en la garganta se abrió paso para empañarme los ojos. Apenas la iba empezando y ahí estaba, moqueando como imbécil, pero fue imposible de otra manera.

    Fuego nacido de la madera quemada.

    ¿Sierema? ¿Qué mierda es eso?

    Anna: 0.5, ¿huh? Ya vas a ver.

    El torpedo en el culo, los juguitos y el ataque de asma.

    Dos semanas, en efecto. Pedazo de estúpidos.

    Tenemos una máquina en el centro del pecho.

    Su abuelo y su papá.

    ¿Otra vez con migraña, cielo?

    Violinista. No, no lo sabía.

    ¿Un mini Al intentando tocar el violín? Ay, por favor.

    Artista.

    Una suerte de epifanía.

    Eres el corazón de mi máquina.
    No era un llanto violento ni abrumador, no buscaba ahogarme o robarse hasta mi última pizca de energía. Las lágrimas sólo fluían, fluían y fluían sin demandar ni exigir más que el simple espacio para brotar, deslizarse y caer. Me empañaban un poco la vista de vez en cuando, tenía que parpadear con ganas para seguir leyendo, y sentí una paz tan inmensa en el corazón que sólo pude cerrar los ojos y arrimar las hojas a mi pecho, presionándolas. No con fuerza, pero sí firmeza. Me incliné ligeramente hacia adelante, sentí mis propios latidos abrirse paso a través de la ropa, a través del papel, de sus palabras, y sollocé en voz baja. No tenía idea que él había hecho algo muy parecido con mi carta.

    Era eso, ese maldito corazón.

    Estaba dispuesta a arrancármelo del pecho si hacía falta.

    Si era lo que él necesitaba.

    Me quedé allí unos cuantos segundos, inmóvil, con su voz aún rebotando entre los huecos. Tintando el silencio. Al final abrí los ojos, encontrándome la caja de daifukus, y la abrí para darle un mordisco a uno. El sabor a durazno me inundó la boca y volví a llorar con ganas, tapándome el rostro con el antebrazo. Ni siquiera sabía lo que sentía, no exactamente, sólo que era emoción pura y sentí la necesidad repentina, abrumadora, de verlo. Tuve el impulso de enviarle un mensaje para pedirle que me esperara en alguna parte, mi mano de hecho se dirigió a mi bolsillo, pero me detuve a medio camino y chasqueé la lengua.

    Mierda, cierto.

    Doblé la carta con cuidado y la regresé a su sobre, la cadenita con el anillo me la guardé en el bolsillo y encastré la tapa de la caja antes de salir del cubículo. Dejé las cosas al borde del lavabo, me sequé un poco las lágrimas y dudé, dudé muchísimo al notar que me había corrido un poco la base. El cerebro no me daba para tantas precauciones y encima me había dejado el maquillaje en casa, creyendo que no iría a necesitarlo. Que este idiota no me haría llorar como cría a las ocho de la mañana. Me acerqué al espejo, corriéndome el flequillo para que no hiciera sombra, y me repasé la piel con la yema de los dedos. Se la notaba ligeramente morada en el pómulo y la sien del lado derecho, pero tampoco planeaba ocultarle lo que había pasado, ¿verdad? Es decir, eventualmente se enteraría. Más si ya me había escrito al móvil o algo.

    Dios, me había dejado todo eso en el casillero y seguía sin saber nada de mí. ¿Y si pensaba que no me había gustado?

    Necesitaba hacérselo saber, joder, y eso fue lo que ganó en la balanza. Me solté el cabello de la coleta y lo acomodé sobre mis hombros, cosa de que al menos tapara la sien, y salí del baño en dirección a los casilleros. A ver si lograba dar con él antes de que subiera a su clase o algo.


    pedazo de tocho que era absolutamente necesario, si me preguntan

    ahora wa postear en los casilleros *nyooom* no sabía honestamente si Anna iba a buscarlo o no, pero no pude controlarla
     
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    No supe definir en qué momento había pasado de estar en el patio a acabar rodeada de los cubículos del baño, pero para cuando me quise dar cuenta de ello, me pareció que ya había pasado un buen rato dentro de la estancia. Vi a Kashya plantada justo delante de mí, lo que me permitió procesar parte de lo que había sucedido, y pestañeé un par de veces mientras terminaba de enfocar mi atención, pretendiendo imponerme una sonrisa en cuanto tuve la oportunidad.

    —Estoy bien —le solté, algo atropellada, a pesar de que la chica en ningún momento me preguntó nada.

    Estaba mintiendo, también, y eso que sabía que no había manera de colarle una mentira de ese estilo a alguien como Kashya. Siguió sin decir nada, cosa que no me sorprendió en lo más mínimo, y, tras un par de segundos más, finalmente me permití soltar un suspiro pesado mientras hacía desaparecer la sonrisa. Objetivamente hablando no estaba nada bien, pero era completamente estúpido, porque no tenía derecho a sentirme así y lo sabía mejor que nadie.

    >>Dios, soy patética... —murmuré derrotada, llevándome las manos al rostro.

    No me esperé en lo más mínimo notar como unos brazos me rodeaban y, a pesar de lo obvio, mucho menos esperé que la persona que me estuviera abrazando en esos momentos fuera Kashya; ella, que era quizás la persona más analítica que podía conocer, estaba apelando a su lado más sentimental (en su extremo, posiblemente) para intentar consolarme, y a mí, por supuesto, no me quedó más que corresponderle al abrazo.

    Era estúpido, porque procuraba no darle importancia a mis propios sentimientos para corresponder a lo que los demás podían esperar de mí, pero eso no había evitado que siguiera sintiéndolo todo con una intensidad absurda. Me había pasado con Katrina, con Joey, con Kohaku e incluso con Anna, y ahora no tenía ni idea de qué hacer con el embrollo que tenía clavado en el pecho.

    Porque había visto a Kohaku besar a Sugawara, irse con otra chica pelirroja también, había visto a Anna bailar con Altan, y no tenía derecho a sentirme celosa por nada, pero lo hacía constantemente.

    Y nunca dejaba de doler.
     
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    Cuando Adara fue a casa había confesado creer necesitar el abrazo que le di desde que se había perdido su collar y solo ahora, cuando lo pidió directamente, imaginé que llevaba desde que dejó de venir a la escuela necesitándolo. Que la migraña, el cómo tomó su padre lo del collar perdido, el viaje a Grecia y las visitas, eran un montón de cosas, más de las que parecía capaz de soportar. Adara tenía un carácter complicado, pero hasta ahí, el resto era otra historia.

    Hasta dónde podría aguantar sin quebrarse.

    Creí notar que tragaba grueso apenas la arrastré en el abrazo y la suposición solo acabó por confirmarse cuando tomó aire. Hundí un poco las manos en su cabello, en una caricia ligera, y mantuve el abrazo sin dudar, borrando todo lo que tenía días dándome vueltas en la cabeza o al menos lo intenté, porque llamó a mi nombre y su pregunta forzó a varios de mis sistemas a cobrar conciencia. Una conciencia que no quería darles.

    No respondí nada de inmediato, de repente vi personas, las seguí escuchando y pensé que el pasillo no era el lugar para hacer esto, en lo absoluto, que era horrible esto de que estuviera a los ojos de todo el mundo en este estado. Suspiré, me despegué un poco de ella y le dije que me acompañara, asumiendo que lo haría, así que la guie despacio hasta el baño de chicas de esa planta. Entré, cerré la puerta detrás de nosotras y entonces volví a abrazarla.

    Acaricié su espalda con mimo, paciente, y le di vueltas a sus preguntas. Giré sobre ellas en mi cabeza tantas veces que comencé a sentirme mareada, pero esto no se trataba de mí. No podía ser tan egoísta.

    —No vamos a tener esa conversación ahora —definí, serena, pero sentí que era una cobardía de mi parte no decir la verdad—. Ahora no. Tómate tu tiempo para sentir lo que debas sentir y quédate aquí en el abrazo tanto como necesites, Ada.


    me tomé la libertad de arrastrarlas porque me daba penita que Adara estuviera allí con su destrozo en pleno pasillo (?
     
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    En sí, apenas y me había dado cuenta en el lugar en el que estábamos y que sin vergüenza alguna casi me desmoronó aquí, no me importaba realmente para ser sincera, pero no era adecuado, no, para nada. Suspire aún en el abrazo pensado en las preguntas que le había hecho y que esperaba que me las respondiera con sinceridad, realmente lo necesitaba.

    La cosa fue que sentí como se alejaba, obviamente la mire sin entender, bueno, hasta que me guio hasta el baño de chicas parpadee tratando de calmarme simplemente por qué lo necesitaba. Entonces sentí que sus brazos volvían a envolverme, mi corazón se agitó al igual que mi respiración, espere, las respuestas a mi pregunta más no llegaron, ¿fueron demasiados difíciles de responder? ¿Realmente la lastimé demasiado, que no se sentía lista para responderme?

    Un día había mencionado que Jez era demasiado buena para este mundo, y no me equivoque.

    También era demasiado buena como para tenerla junto a mí.

    No paso mucho hasta que escuche su voz, repase todo lo que me dijo, cada palabra y, en la forma en la que se escuchaban antes mis oídos, hizo que cerrará los ojos. Entonces recordé lo que fui hacer a Grecia en la forma en la que me puse cuando llegue al cementerio ante la lápida de mi mamá y abuelos. Lo que le dije a mi abuela y lo que llegue a decirle a mamá.

    Supongo que Jez tenía razón, tal vez ahora no era el momento de hablar de ese tema.

    —Está bien —mi voz salió en susurro—. Está bien, esperare hasta que llegue el momento de hacerlo —apreté el abrazo aun cuando sentía sus manos en mi espalda—. Pero promete que cuando llegue la hora me dirás toda la verdad, todo lo que sientes —murmure—. No importa que duela, no importa que me duela.

    >> ¿Me lo prometes?


    Ahh tranquila, hasta ahora lo pensaba.

    Pd: ahhh lo que Adara esta sintiendo ahora me desequilibra.
     
    Última edición: 20 Abril 2024
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    Se dejó llevar por mí como solía pasar, era lo que solían hacer las personas, me aceptaban y yo las aceptaba a ellas a niveles que tal vez escaparan a la comprensión de cualquiera. Puede que si lo pensaba lo suficiente la entrega que daba fuese más peligrosa que sana, que por eso cuando las personas retrocedían, impidiéndome alcanzarlas, era tan espantoso y confuso, ¿pero qué otra cosa podía hacer?

    Si esto era lo único que se me daba bien.

    No sabía hacer algo diferente.

    No era inteligente como Altan, no bailaba como Anna ni tocaba instrumentos como los chicos del club de música, no era buena cocinando como Shiori, no sabía dibujar y pintar como Katrina ni tomaba fotos como las de Joey, ni siquiera era tan bonita como Alisha. No tenía nada más que esto, este amor egoísta, carente de límites y consumidor, no podía hacer otra cosa que extender las manos para los demás y por eso cuando ellos no respondían al gesto todo perdía forma.

    Que era demasiado buena pensaba Adara.

    En realidad era demasiado egoísta.

    Adara había ido a Grecia y se había enfrentado al mismo escenario que yo al viajar a Países Bajos a principio de clases, se había enfrentado a lápidas, ¿qué importaba todo lo que tuviera que ver conmigo en semejante escenario? Era una necedad de su parte preguntar por lo que yo sentía cuando ella misma tenía un destrozo encima, no tenía sentido. Ella no tenía por qué escucharlo ahora y yo no podía contestarlo, no si perderme en el proceso.

    La escuché insistir sobre el asunto, no me di cuenta que fruncí el ceño así que debí dar gracias de que ella siguiera en el abrazo porque así no pudo verme. No detuve la caricia en su espalda, pero tampoco pude responderle de inmediato, porque me estaba pidiendo una promesa y sabía que esta chica no tenía manera de saber por qué sus preguntas, aunque apelaban a la sinceridad, me estaban costando tanto. Me costarían dentro de dos días, dos semanas o seis meses.

    Porque me había moldeado por años para ser una muñeca inalterable.

    —No pienses en eso —repetí, afianzando un poco más el abrazo—. Te lo prometo, pero ahora déjalo. Tienes muchas cosas encima, cielo, así que déjalo. Sal de ahí.

    ¿Por qué le prometía algo que no sabía si podría cumplir?


    había olvidado toda esta subtrama de jez hasta hace algunos días inrol y ahora estoy destrozada :astronauta:
     
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    Escuche lo que me dijo, atenta, tal vez muy dentó de mí estaba siendo demasiado intensa con un tema que debería de dejar ir, pero, joder, no era tan fácil, nunca lo fue y nunca lo sería perder a las personas más cercanas e importantes de mi vida, nunca sería fácil de superarse lo descubri en Grecia.

    Le había pedido perdón a mamá por convertirme en algo que ella ni de cerca estuviera orgullosa, a mi abuelo por alejarme de la esgrima y a la abuela por ser una irresponsable y perder su collar. Sentía que todo iba a la mano, todo rodaba en el mismo círculo, una, una y otra vez, quería soltarlos, pero no, no quería lo sabía muy bien, estaba aferrándome a algo que sucedió hace más de cinco años.

    Mucho tiempo ¿no?

    Y ahora sentía que había lastimado a Jez, así como un día lo hice con Fiorella, el círculo se volvía a repetir una vez más, tal vez poco sabía que ella y yo estábamos conectadas por la misma moneda, por la perdida de nuestros seres queridos. No sabía si algunas de las dos soltaría algo como eso en este momento, y si era una suposición solo quería estar equivocada, ¿a que no?

    Que no pensara me dijo, que no pensara escuche, más no tuve las neuronas suficientes como para entenderlo.

    —Algo muy difícil, me estás pidiendo, ¿sabes? — murmuré en voz tranquila, pausada y algo entrecortada—. Desde que tengo memoria he estado encerrada en una burbuja demasiado difícil de romper, siempre termino dañando a los que están a mi alrededor, cuando salgo de ella porque simplemente no sé meda eso de ser comunicativa.

    Sonreí con algo de amargura, al recordar a mi papá y en la conversación que tuvimos.

    —Desde que paso lo que paso, —pare, hice una pausa y en realidad desde la muerte de mamá y mis abuelos quise decirle—. Es muy difícil salir y, más que nada, al darte cuenta de que siempre haces lo mismo.

    >> Y no es justo —me aferré al abrazo, como si fuera mi único salvavidas—. Simplemente, no lo es, la vida no es justa, me quito lo que realmente valía mi existencia, a veces soy demasiado egoísta y… ¿Con resultado a eso? termino dañando a lo que pensé que nunca tendría —respire hondo—. Y no quiero que sauceda más Jez, te quiero muchísimo lo dije en tu casa y volvería a decirlo, pero no, no quiero y no puedo soportarlo una vez más.

    ¿Por que decía una vez más? Por que la primera vez fue con Fiorella
     
    Última edición: 21 Abril 2024
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    Le había pedido que no pensara en lo que tenía que ver conmigo, no que no pensara del todo, pero suponía que en este estado era exactamente lo mismo. Estaba todo tan apelmazado, tan amalgamado entre sí, que separar una cosa de la otra para no pensar en una de ellas implicaba casi arrancarse el cerebro. Podríamos decir que había tenido un tiempo de gloria, pero yo misma sabía cómo se sentía.

    No poder salir de la espiral.

    ¿Pero qué había dentro?

    Suspiré cuando al escuché decir que le estaba pidiendo algo muy difícil, no dije nada, pero hundí suavemente los dedos en su cabello y volví a girar un poco el rostro para dejarle otro beso en la mejilla, liviano. Tenía algo rebotándome en el pecho a lo que no podía darle nombre ni trazarle una silueta, era una cosa sin forma, ajena y desarticulada de mí. Me pertenecía, pero me negaba a aceptarla, porque no podía ser parte de mí. Porque si lo era entonces no era buena en nada en lo absoluto.

    Me pregunté si Adara era consciente de que su burbuja la protegía, sí, pero que también era relativamente fácil de romper. Que yo había aparecido un día, por un proyecto escolar, y había pinchado el hule con una aguja tan delgada que solo ahora, cuando fue consciente de que pudo haberme lastimado, se había dado cuenta de que estaba fuera de ella. En el exterior habían tanto cosas que daban miedo como otras que nos recordaban que en el mundo había algo más que dolor.

    Y no es justo.

    No lo es, no.

    La vida o nosotras.

    Tenía suposiciones hechas, ideas de cómo eran las cosas, pero cuando dijo que la vida se lo había quitado lo que realmente tenía valor en su existencia todo se aclaró de formas absurdas. No sabía hace cuándo Adara había perdido a su familia, pero así como conocía el monstruo que quería consumir a Altan, conocía lo que había en este tramo del mundo para Adara. Era frío, doloroso y extraño; era capaz de dañar a los otros incluso más que a nosotros y de repente pensé que Fiorella debía llevar comiéndose el latigazo de las acciones de Adara por más tiempo que yo.

    Tomé aire despacio, aflojé el abrazo gradualmente aunque no la solté del todo, la dejé que mantuviera sus brazos a mi alrededor si lo necesitaba y yo llevé las manos a su rostro. Acuné sus mejillas con suavidad, le dediqué una sonrisa y la insté a bajar un poco la cabeza, lo suficiente para poder dejarle un beso en la frente, sobre el flequillo. Me quedé allí suspendida incluso cuando hablé.

    —Dicen que el primer paso para cambiar es ser consciente de que está pasando algo que te perjudica a ti o a los demás —dije en voz baja, como si no estuviera atascada en mis propias ideas, negando mis propios conflictos—. Hay un tiempo para solo sentir las cosas y ese es ahora, luego en otro momento podrás sentarte a pensar qué hacer con lo que sabes. Solo eres una niña, cielo, no te exijas tanto. Descansa, descansa.

    Otro beso en la frente.

    —También te quiero, ya lo sabes.
     
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    Siempre creí que mi vida nunca sería desde el momento en el que mis abuelos y mamá estuvieron bajo tierra, todo se empeoró y lo peor de todo fue que la migraña y alejamiento de mi papá vinieron acabar con la poca esperanza que tenía a que mi vida realmente cambiara en sí nunca pensé que al cumplir doce años todo se me viniera encima. Fiorella llegó como ese destello de luz, bueno, hasta que papá decidió que era un buen momento a que nos mudáramos de país. Desde ese momento no volví hacer la misma.

    Y por eso le pedí perdón a mamá, ¿Por qué? Porque no quedo rastro alguno de lo que fue su hija.

    Suspire y cerré los ojos en cuanto sentí las manos de Jez en mi cabello, entonces llegue a pensar que tal vez ella no debería estar consolándome, era un poco irónico después de todo, pues aún seguía pensando que fue un poco egoísta… De mi parte, anhelar este abrazo, pero ya está aquí, haría lo que realmente debía de hacer derretirme y dejar que las cosas que tenía encima desaparecieran.

    Así no fuera tan fácil.

    Jez se alejó un poco de mí, podía decir que cada movimiento que ella hiciera en estos momentos ya me los esperaba, estaba acostumbrándome a tenerla moviéndose a mi alrededor, no decido el abrazo y yo por mi parte me quede quieta. Escuche cada palabra que menciono atenta mi mirada estaba fija en ella, en cuanto acuno mi mejilla con suavidad la deje e hice que el beso que me dio en el flequillo fuera un poco más fácil, más que nada Jez instó a que bajara la cabeza solo me quedo cerrar los ojos en el proceso, no me moví, más bien no quise.

    Solo eres una niña, cielo, no te exijas tanto. Descansa, descansa.

    Sonreí, pero no fue una sonrisa en sí, no con alegría, también era una niña cuando ellos se fueron, pero no podía parar de exigirme cosas, era algo que siempre había hecho.

    Descansa, descansa

    Esas palabras quedaron en mi mente, pues se repitieron algunas veces. Parpadee un poco antes de volver abrir mis ojos, la mire, recorrí todo su rostro, escuche lo que me dijo después de que me diera otro beso en la frente. Por un momento baje mis manos y la deje suspendida en el aire cerca de su rostro, toque su mejilla de manera superficial con los dos primeros dedos.

    ¿Por qué no lo hacía por completo? ¿A qué le temía? ¿A qué? ¿A terminar de lastimarla? ¿Por un solo toque?

    Tantas preguntas más, no tenía respuesta de ninguna.

    —Gracias —susurre mi mirada, busco la suya—. Reflexionaré mucho a lo que dijiste antes —mi mano aún seguía en donde no me sentía capaz de mover más allá, más bien, apañe una de sus manos y la lleve al corazón.

    >> Lo haré porque no quiero volver a sentir ese dolor aquí —lo murmure en voz baja—. Al saber que realmente llegué a lastimarte.

    Holis uwu, disculpame la demora.
     
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    Apenas empezaba la semana y las cosas estaban cayendo, era deprimente, pero tampoco terminaba de sorprenderme. Por extraño que fuese, en estos momentos, cuando aparecía alguien que me necesitaba, alcanzaba también otras fracciones de mí que en otros momentos se me escapaban entre los demás. Aparecía para tomar lugares que no me correspondían, lugares donde olvidaba que yo misma seguía siendo una niña y que tal vez debía descansar y sentir.

    Los pilares funcionábamos así.

    Pensaba con algo más de claridad cuando alguien necesitaba que lo hiciera, incluso si sacrificaba otras cosas a cambio. Ahora entendía que no importaba lo que le dijera o cómo ella seguiría sintiendo que pedirme algo luego de no haberme hablado directamente era egoísta, era un sentimiento que no podía quitarle. Tampoco sabía en realidad si calificaba o no como egoísmo y en todo caso, ¿no éramos egoístas siempre en algún momento?

    ¿Qué importaba?

    Adara me escuchó, sabía que lo hacía, y en algún momento bajó las manos, yo retrocedí apenas para poder mirarla bien y fue así que noté que una de sus manos se quedó suspendida en el espacio. Sus dedos alcanzaron mi mejilla en un roce dubitativo, como si temiera tocarme tanto como parecía querer. Era tan consciente del daño que se privaba de cosas.

    Como Altan.

    Me agradeció, dijo que reflexionaría sobre lo que acababa de decirle y yo asentí con la cabeza sin perder la sonrisa a pesar de todo. La mano cerca de mi mejilla seguía suspendida, pero la otra alcanzó la mía y la llevó a su cuerpo, la invasión en otro contexto me habría resultado extraña, pero entendí que el gesto no cargaba nada consigo más que dolor y tristeza.

    Era demasiado consciente del daño.

    La culpa podía paralizarnos.

    Respiré muy despacio, inhalé y exhalé, pero giré despacio la mano que había llevado a su corazón para tomar la suya con cuidado. También busqué la otra, la que había suspendido, y llevé ambas a mi rostro lentamente, mirándola.

    —Puedes tocarme, Ada —dije en voz baja—. No voy a quebrarme ni hacerme polvo si me tocas.

    Había sobrevivido el colapso del mundo conocido, la visita a las tumbas y tantas cosas más. Tal vez a principios de año no estaba muy estable, viéndolo en retrospectiva, pero ahora todo eso no importaba. El asunto era ese, que había sobrevivido y por eso sabía que el toque de unas manos que creían necesitarme, incluso si me habían lastimado antes, no podía fracturarme.

    Era más fuerte que eso.

    —En tanto me necesites no me quebraré.

    holitas uwu no pasa nada
     
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    Amane

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    Nunca aprendía, ¿verdad? Daba igual las veces que me arrepintiera de ir a clases con resaca, pues siempre acababa bebiendo más de la cuenta incluso si salía entre semana; resaca por decir algo, claro, porque en realidad sentía rastros del alcohol todavía corriéndome por las venas. La cuestión era que no había pasado por casa después de clases y, contrario a lo que podría parecer, salir a beber con el uniforme escolar todavía puesto solo lograba que más hombres se me acercaran para ligar.

    Irónico a cagar, ¿no?

    Al día siguiente me desperté en la cama de un tío cuyo nombre ni siquiera recordaba, para variar, y tras comprobar la hora en mi móvil, salí de entre las sábanas mientras dejaba salir un gruñido quejumbroso. Seguía sin querer volver a casa, y tampoco tenía muchas ganas de quedarme metida en aquel piso, así que... ¿solo me quedaba ir a clases? Me di un ducha rápida, para al menos intentar quitarme el olor a humo de la noche anterior, y salí del apartamento para dirigirme a la academia, solo parándome en una tienda de conveniencia para comprarme unas galletas para picar por el camino.

    Llegué un poco antes de que empezara el receso, por lo que el edificio se encontraba en un silencio tan absoluto que resultaba reconfortante, y la falta de alumnos también me permitió aprovechar para ir a la máquina expendedor sin demasiado problema. Por desgracia, la campana sonó justo cuando estaba eligiendo la botella de agua que quería comprarme, y eso significó que el pasillo se llenó de gente y ruido ni bien me había terminado de agachar para recoger mi compra. Fue el pequeño grupo que se formó cerca del tablón de anuncios el que acabó llamando mi atención, aunque busqué adentrarme en el baño antes de que cualquiera de ellos pudiera darse cuenta de mi presencia.

    Suspiré con pesadez al alcanzar el último lavabo, mirándome durante unos segundos en el espejo tras haberme echado algo de agua en la cara, y acabé por chasquear la lengua antes de encerrarme en el cubículo que tenía justo detrás. No debía ser muy buena idea ponerse a fumar en otro baño que no fuera el de tercero, mucho menos uno tan concurrido como el de la planta baja, pero... ¿honestamente? Cada vez me daba más igual.
     
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    Gigi Blanche

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    Dejé a los tórtolos irse en un inconmensurable acto de piedad; aunque, siendo francos, no podía hacer mucho si decidían darse la vuelta y marcharse. La sesión de cosquillas había dado menos frutos de lo que estimaba, vaya. La chiquilla seguía tan reactiva y de lengua rápida como siempre, era el alemán quien parecía cambiado. ¿Qué pasaba? ¿Le había bajado la inspiración divina en dos meses? Me alegraba por él, suponía. A ver cuánto le duraba. Desde mi humilde experiencia, la estabilidad emocional no era una virtud de los de su tipo.

    Demasiado aburrido y con demasiado dinero.

    Le eché un último vistazo al tablón y empecé a caminar por el pasillo, sin un objetivo o rumbo concreto; al menos en apariencia, claro. Me había detenido junto a Hiradaira, pero suponer que no identificaría a Alisha en el pasillo era desde absurdo hasta surrealista. Estaba más que consciente de lo que le había confiado por fin el martes, y también de que, desde entonces, ella se comportaba un poco extraño. No había esperado ninguna clase de retribución conmovedora inmediata, sabía que estas cosas se le dificultaban y le llevaba tiempo procesarlas, sólo me mantenía atento por si acaso. Estaba un poco preocupado.

    Llevaba un buen rato en el baño, ¿no? Fumando o cagando, pero me la jugaba más a la primera opción. Toqué la puerta principal un par de veces y, al no recibir respuesta, supuse que adentro sólo se encontraba ella; por ende, me tomé el atrevimiento de abrirla de par en par y apoyar la espalda en el marco, sin mirar adentro.

    —Ooooh, Ali-chaaan~ —exclamé, dando unas palmadas al aire antes de cruzarme de brazos—. Do not hideeee, wherever you areeee.


    pensaste que te iba a dejar en paz
     
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    Amane

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    No había necesitado mucho tiempo para acomodarme como me diera la gana en el cubículo, sentándome sobre la tapa del váter con las piernas en alto sobre la puerta y la cabeza echada hacia atrás contra la pared. Estaba bastante entretenida mirando los dibujos y mensajes que había repartidos por la puerta, siendo que casi todos eran nuevos para mí al no pasar demasiado tiempo en lo baños de este piso, y por ese mismo motivo el par de golpes en la puerta me pillaron por completa sorpresa. Tosí un par de veces, pues el humo se me fue por el otro lado, y me puse de pie con toda la rapidez que me fue posible, tirando el cigarro al váter para intentar que al menos no me pillaran del todo in fraganti.

    —¿Joey?

    Me tomó un par de segundos extra procesar que la voz que estaba viniendo de fuera no era la de ningún profesor, como había asumido en un principio, si no la de mi amigo. ¿Había desperdiciado lo que me quedaba para fumar por nada? Fruncí el ceño, olvidando por un segundo que justo me había metido ahí para esconderme de él, y salí del receptáculo con expresión enfurruñada, cruzándome de brazos al comprobar que efectivamente era él quien estaba apoyado en el marco de la puerta.

    >>What the fuck? —espeté, manteniendo la distancia aun así—. ¡Pensé que ya me iban a expulsar! Not funny!

    i really feared you would, yes unu
     
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    Gigi Blanche

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    Mira nada más lo útil que había sido mi llamado, ¿debería dedicarme a la magia o algo? No había anticipado que se molestaría conmigo, pero el detalle tampoco me sorprendió. Seguí su recorrido en lo que salía del cubículo y me enfrentaba con la sonrisilla divertida pegada al rostro. Su voz hizo eco dentro del espacio vacío y me encogí de hombros sin desarmar mi posición ni inmutarme en lo más mínimo.

    My dear, si tanto temes una expulsión igual te aconsejaría fumar en lugares más inteligentes que el baño de planta baja.

    No tenía pruebas de que hubiese estado fumando, pero su reacción y los resabios de tos que había creído oír al abrir la puerta me lo confirmaron. También me hacía gracia que hubiese mantenido la distancia, probablemente valiéndose del carácter restringido del espacio. Me sentía como un vampiro imposibilitado de acceder sin el permiso explícito del propietario. Tan cerca y tan lejos...

    Look at you, tan responsable viniendo a clases a... a la una de la tarde. —Mi sonrisa se ensanchó y la recorrí con la mirada; reconocería un uniforme castigado por los embates de la noche con los ojos cerrados—. En verano es más difícil disimular, ¿no? Un cárdigan tapa todo, pero las camisas se arrugan con tanta facilidad...
     
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    Amane

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    A Joey no pareció afectarle lo más mínimo mi enfado, algo que ni siquiera en ese momento logró sorprenderme de alguna manera. Eso no evitó que resoplase con algo de molestia, claro, y hasta rodé los ojos para reafirmar mi punto. No podía decirle que aquella era la primera estancia que había pillado para esconderme después de verlo en el pasillo, ¿cierto? Y tampoco me sentía lo suficientemente sobria como para mentir sin que se me notase demasiado, así que decidí que era mejor no comentar nada más al respecto.

    Lo que me dijo después no fue mucho mejor, de todos modos. El paseo que su mirada hizo por mi cuerpo me cosquilleó la piel, en una extraña mezcla del deseo de siempre y algo de incomodidad, y que su sonrisa se hiciera todavía más evidente solo logró hacerme sentir peor. Siempre había disfrutado de que me mirase así, pero en ese mismo instante me hacía sentir expuesta, culpable también, y no me gustaba nada.

    Well, no he podido pasar por casa todavía... —murmuré, apretando un poco más los brazos contra mi cuerpo, y al poco rato me giré para dejar de sentir su mirada, haciendo como que me interesaba mucho el aspecto de mi reflejo en el espejo—. No estoy rompiendo ninguna regla, ¿no?

    Bajé la vista hasta dar con mi botella de agua, pues la había dejado ahí al entrar y se me había olvidado llevarla conmigo dentro del cubículo, y al poco rato dejé salir un suspiro pausado, cerrando los ojos con pesadez antes de girar la cabeza para volver a mirar al chico.

    >>¿Vas a entrar o planeas quedarte plantado en la puerta como un pervertido? —cuestioné, alzando una ceja en gesto inquisitivo.
     
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    Gigi Blanche

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    Was it worth it, at least? —busqué saber, refiriéndome a su noche de ayer, y sobre las reglas me tragué la risa—. Let me be clear: ¿llegando tarde o fumando en el baño?

    No me estaba esforzando demasiado en pillar señales ambiguas o alarmas de ningún tipo. La paranoia no era uno de mis defectos ni de mis cualidades, y si usualmente no me esmeraba en escarbar era porque lo que uno encontraba tendía a ser desagradable. Además, no quería condicionarnos. No quería buscar nada con el motivo de nuestra charla del otro día porque me negaba siquiera a considerar la posibilidad de que tuviera el poder de estropear algo entre nosotros.

    Mantuve mi vista posada en ella, quien había enfocado su atención en el espejo y, luego, en su botella de agua. Aguardé en silencio, sin un motivo concreto, hasta que volvió a exasperarse y me miró de mala gana. Hoy era mi día de sacarle la mala ostia a la gente, se ve, incluso a quienes no pretendía. Su apunte me arrancó una carcajada breve y mi tono de voz, aunque burlón, cargó un evidente tinte de afecto.

    Alibee, creo que entrar sería más pervertido de mi parte. Desde aquí puedo apreciarte de pies a cabeza, ¿qué más quiero~?

    Apoyé el costado de mi cabeza en el marco de la puerta y le sonreí, inocente.

    —Además, en algún momento tendrás que salir, ¿no~?
     
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  17.  
    Amane

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    Me encogí de hombros como toda respuesta a su pregunta inicial, sin querer entrar en demasiados detalles. No había sido el polvo de mi vida, pero tampoco había estado mal, y si me paraba a analizarlo en relación a su utilidad... pues me había servido de excusa, así que diría que sí había merecido la pena. Su comentario posterior me hizo alzar las cejas, algo sorprendida, aunque no tardé mucho en suavizar la expresión y permitir que una ligera sonrisa divertida me alcanzara los labios.

    I meant venir con el mismo uniforme de ayer —aclaré, negando un par de veces con la cabeza—. Las otras dos son infracciones de manual, of course... —añadí, volviendo a encogerme de hombros con cierto desinterés.

    Joey se negó a entrar al baño, haciendo que mis labios formaran un mohín del que no fui del todo consciente, y me di la vuelta mientras él seguía hablando, hasta poder apoyar la cadera en el borde del lavabo. Que se estuviera comportando tan suavecito conmigo solo me hacía sentir peor, pero también me había hecho darme cuenta que quizás estaba pagando un poco mi propia frustración con él y eso... eso era lo contrario a lo que quería hacer, de hecho.

    >>También podrías tocarme, por ejemplo~ —repliqué, estirando la mano sobre el mueble para darme otro punto de apoyo—. I don't know~. Tengo conmigo agua, cigarros y el móvil, realmente puedo sobrevivir un buen rato aquí dentro. A no ser que tengas algo mejor que ofrecerme del otro lado...
     
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    Gigi Blanche

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    Sabía a lo que se refería, pero aquí no me interesaba la verdad sino simplemente llevarle la contra. Apenas se refirió a su uniforme usado, puse cara de no comprender nada y desenredé los brazos para alzar uno sobre mi cabeza, acercando la nariz a mi axila.

    —¿Tú te cambias el uniforme todos los días? —inquirí, fingiendo sorpresa.

    Claro que íbamos a caer en el saco de siempre si empezábamos a picarnos, ¿cierto? Ella hizo un mohín y se apoyó en los lavabos, alcanzándome una oferta en absoluto velada. Mi sonrisa se ensanchó con un dejo de incredulidad, de gusto también, y volví a recorrerla de pies a cabeza con la mirada, deteniéndome especialmente en los... puntos de interés. El largo cabello rubio, los botones sueltos de la camisa, el corte de la falda y el largo de sus piernas.

    —Se me ocurren muchas cosas que ofrecerte de este lado. El mundo es amplio~ In fact, es más lo que podríamos hacer fuera de este baño que dentro de él, ¿no crees?

    Y le puse ojos de cachorro, por la pura gracia.

    —¿O prefieres agua, un móvil y cigarros a estar conmigo?
     
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    Amane

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    Seguí con total atención el movimiento que hizo tras mirarme con aquella expresión de no comprender lo que le estaba diciendo, pues supe desde el primer segundo que lo siguiente que haría sería algo que no me esperaría para nada; así fue, por supuesto. Primero lo miré con algo de incredulidad, luego se me escapó una risa nasal divertida, y al final solo pude arrugar la nariz con disgusto, aunque la sonrisa que se me había quedado en los labios dejaba claro que no iba en serio.

    Men are so disgusting... —añadí en tono de broma, solo porque me apeteció.

    Al poco rato de extenderle mi oferta, sentí con plena consciencia el recorrido que volvió a hacer a lo largo de mi cuerpo. Ladeé la cabeza cuando pasó de mi cuello, haciendo mi mejor intento por reprimir la sonrisilla de suficiencia que quiso alcanzarme, y me mantuve quieta en mi sitio, con una paciencia que cada vez estaba sintiendo menos. El cosquilleo volvió a hacerse presente en cada poro de mi piel, era incómodo y satisfactorio al mismo tiempo; la cabeza estaba empezando a dolerme y pensé que aquello era injusto, que Joey no tenía derecho a ser reconfortante en esos momentos.

    Y la carita de cachorro terminó de hacerla, claro.

    Cogí mi preciada botella de agua del mueble y finalmente me acerqué a su posición, arrastrando los pies durante los pocos metros que nos separaban. Estaba mucho más cansada de lo que quería aparentar, así que ni siquiera lo pensé demasiado cuando lo rodeé con los brazos y apoyé la cabeza sobre su hombro, dejando salir un suspiro placentero al sentir la calidez de su cuerpo. Olía tan bien... siempre lo hacía, en realidad.

    >>Well, then... llévame a ver ese mundo tan amplio, pretty please~ —pedí en un murmullo, a pesar de estar acurrucándome todavía más contra él.
     
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    Gigi Blanche

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    Se me escapó una risa floja, probablemente un poco burlona, al oírla decir que los hombres éramos desagradables. Para pensarlo, sí que le gustaba liarse con nosotros, ¿eh? Lo dejé correr, por supuesto, a sabiendas de que no iba en serio, y al final sentí una chispa de evidente orgullo al verla recoger su botella y saber que había ganado la contienda. Ali empezó a arrastrar los pies y yo desarmé mi propia posición, despegándome del marco de la puerta y desenredando los brazos. Los estiré hacia ambos lados, en una clara invitación, y rodeé su espalda con firmeza y mucho cariño, estrujándola contra mí.

    —¿Con una Ali-chan de trapito? Difícil partir así hacia la aventura, ¿no crees? —murmuré, suavizando el tono ahora que estaba cerca mío, y me reí en voz baja—. You look tired, baby. ¿Y si mejor vamos a echarnos una siesta por ahí? Compro unos dulces de la cafetería, los que tú quieras, y nos dormimos con la panza llena, ¿qué dices?


    Conforme hablaba me dediqué a mecerla apenas de lado a lado, deslizando las manos por su espalda en caricias amplias tras haber corrido su cabello hacia un lado.
     
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