Niko y yo acordamos dividirnos por ahora a manera de usar mejor nuestro tiempo en la villa. Asentí al escucharlo decir que ante cualquier dificultad le llamase, yo tampoco tenía muchos conocimientos en medicina más allá de lo básico, pero seguro que habría algo que pudiese hacer ¿no? Me resultó imposible no sentir unas cuantas miradas hacía mi persona, pero no parecían ser miradas condenadoras o de sospecha, parecían más bien...¿pena? ¿Sentían pena por mí? Arceus, las cosas debían estar muy mal si solo con mirarme sabían que mi situación y la de mis compañeros no era buena. Traté de mantener la compostura hasta llegar a la entrada del edificio en donde un señor mayor me recibió, amable, pero no con demasiados ánimos, la verdad, aunque su pregunta me logró sacar una suerte de risa resignada. —Debe de ser una epidemia ¿eh?—respondí ligero, encogiéndome de hombros—. Gusto en conocerlo, Doc, puede llamarme Aleck; si más tarde se encuentra con grandullón de melena rubia, ese sería mi amigo, Niko. Vilches continuó afirmando que no podría atenderme como era debido a la cantidad de personas que estaba atendiendo, a lo cual y negué con la cabeza restandole importancia a ese asunto; desde luego que no esperaba que me diera prioridad por un simple esguince en el tobillo, ahí adentro ya había gente que había sobrevivido a un choque de avión ni más ni menos. Pensar en todo lo que habrían pasado, cuanto estarían sufriendo. Por un segundo hasta me estaba olvidado del dolor de mi tobillo y los moretones... Fue la misma voz del doctor la que me sacó de aquellos terribles pensamientos; mencionaba que hacía rato que habían mandado a alguien por recursos para seguir atendiendo a los heridos pero no había regresado aun, y el sol se ocultaba cada vez más en el horizonte, dando paso a la noche, sin duda era peligroso que cualquiera estuviese rondando por ahí a oscuras, más tomando en cuenta que ahí afuera seguían esas..."cosas". —Disculpe,Doc, ¿mandaron a un niño a por los suministros o se refiere a un Pokémon? —negué con la cabeza, no esperando a que el anciano respondiera—, bueno eso da lo mismo ahora, usted ya hicieron mucho por nosotros hoy, tal vez yo pueda ir a buscar a aquel pequeñajo con los recursos y ayudarlo a volver. Solo indiqueme a donde fue y del resto me encargo yo.
Me hacía sentir un poco más estar presionando tanto a Amy, que al final del día no dejaba de ser una niña que se había visto envuelta en una situación demasiado peligrosa para ella. Pero la realidad era la que era, por mucho que me pesara, y teníamos que darnos prisa si queríamos salir con vida de ahí. Así pues, me quedé esperando con ansiedad renovada, hasta que un fuerte sonido metálico resonó al otro lado del avión, haciéndome dar un respingo; por muy poco conseguí controlar el gritito que también quiso escaparse de mis labios. Los dos Volcarona que había por la zona se acercaron corriendo al origen del estruendo, lo que en parte era buena señal para nosotras, pues la bodega se encontraba al otro lado de nuestra posición. Giré la cabeza para volver a mirar a Amy cuando ella asomó la suya a través del hueco de la puerta, asintiendo apenas mientras los pokémon seguían sobrevolándonos con sus escáneres encendidos. Ella se asustó por la imagen, pero en realidad parecíamos estar fuera de peligro, pues los Volcaron siguieron ignorándonos para ir hacia donde Givan probablemente estaría. —No es tu culpa, no sabíamos que iba a hacer tanto ruido... —murmuré, intentando buscar de nuevo su mirada en el interior para poder tranquilizarla—. Se han ido hacia el otro lado, así que de momento estamos a salvo. ¿Puedes pasarme algunos botiquines por el hueco? Luego sales tú y vamos a ver cómo conseguimos las otras provisiones... Porque no tenía nada claro cómo lo haríamos con dos de aquellos vigilantes a centímetros de la bodega, a decir verdad. Una vez volví a reunirme con Amy, le indiqué que guardara silencio con el dedo índice sobre los labios y lideré la marcha hacia la parte trasera del avión. Ya que no teníamos ningún plan a la vista, supuse que lo único que nos quedaba era mantenernos a una distancia segura y observar la escena entre Givan y los Volcarona; con un poquito de suerte descubríamos algún punto ciego o momento idóneo para conseguir las provisiones y salir corriendo de ahí.
Mente: 27/30 Mi broma sin gracia lo hizo sonreír y me di por servido, el Mankey había bajado de mi hombro para quedarse en el asiento junto al muchacho que accedió a seguir mis instrucciones para al menos una parte del asunto. Le di las gracias, claro, y le recordé que si en algún momento se sentía peor o no podía seguir que me lo dijera, con eso establecido le desinfecté las manos, hice lo mismo con las mías y procedí. Retiré la venda provisional y permanecí frente a Encina, aunque medio giré el cuerpo y suspendí la vista en algún punto más allá. Estuve atento a sus movimientos en tanto pude percibir algunos por el rabillo del ojo, traté de no pensar en el olor a sangre y apenas lo oí quejarse estuve por mirarlo para relevarlo en la tarea, pero me dijo que no mirara y me quedé quieto, con los nervios respirándome en la nuca. —Tendría que haberme pedido un Mankey como asistente en el laboratorio —atajé junto a una risa floja al escuchar que el pokémon lo estaba ayudando. Cuando el ranger anunció que podía mirar me desinflé los pulmones y giré sobre mis talones, el cuadro que me recibió fue de Mankey en su regazo y la sonrisa amable de Encina. Fue bastante inconsciente, me quedé observándolo unos segundos y se me ocurrió que, estropicio o no, parecía un buen chico, que entre todo era capaz de mostrarse tranquilo y compuesto. Notarlo me hizo suspirar una vez más, pues acabé recordando a otras personas, y mejor me centré en lo que nos importaba que era atender su herida. —Diría yo que sí —respondí en lo que volví a vendarlo con cuidado—. Al final la herida no era tan terrible, pero la cabeza sangra mucho. Quiero pensar que también lo de tu memoria mejorará con el tiempo. Ajusté bien la venda y en el camino de retroceso procuré acomodarle el cabello, el gesto fue suave, quizás algo protector a pesar de que el muchacho era bastante más grande que yo y no me di cuenta de lo que había hecho en realidad. Fui escuchándolo y noté que miraba el tatuaje de nuevo, tal vez en un intento por conseguir más piezas del rompecabezas y su pregunta de cuál era el plan ahora me forzó a pensar en una versión más amplia de la checklist. ¿Qué hacer? No respondí de inmediato, de hecho por un instante no quise contestar en lo absoluto, y mis ojos recorrieron la cabina del avión y de paso busqué a Pawniard con la vista. Había venido hasta aquí para intentar dar con el armamento, descubrir lo que pasaba, ¿y luego qué? ¿Sentarme a lamerme las heridas como a mis dieciocho y veinte años? Una mierda. El asunto era que no podía ponerme a buscar heridos con Encina, tampoco saldríamos a mitad de la noche a ponernos en peligro y luego estaba todo el asunto de mi jodida abducción. Mira que mucho me preocupaba por la amnesia de este chico cuando yo tampoco tenía ni puta idea de cómo había terminado aquí, ¿qué era esto, el Club de Pelirrojos Sin Memoria? —Verás, Pawniard se cagó a trompadas con un Murkrow por unos puerros y, bueno, para defenderme —empecé a decir mientras los dejaba en el asiento junto al ranger, allí también coloqué la lámpara de aceite y el disparador que él me había lanzado encima—. No debe ser muy apetitoso, pero en una crisis de hambre... Pues ya te la sabes. Antes de responder lo demás me llevé una mano a la cabeza y me masajeé las sienes, donde sentía la tensión acumulada. ¿Hasta dónde servía ser honesto si este tipo no recordaba siquiera algo tan importante como la existencia del imperio, el significado de la E que tenía tatuada y toda otra sarta de cosas previa al accidente? —No se suponía que esto pasara de esta manera, las armas tienen los cristales dentro de ellas, por tanto indican que sí había energía y que debían ser funcionales, la idea puede proyectarse a que lo mismo pasó con los escudos que debían proteger a los aviones, pero en algún punto... Se desactivó y nada funcionó, por eso pudieron derribarlos, imagino. Por eso terminaste tirado en un campo. —Me permití una pausa, sabía que todo era demasiado complejo para alguien que no recordaba nada previo a desplomarse del cielo y era más un monólogo que otra cosa—. Tienes razón, está la fábrica a lo lejos y el pueblo, también estaba el humo de los otros dos aviones y la torre esa tan extraña. Supongo que lo más lógico sería acercarnos al pueblo apenas raye el sol, si hubo más sobrevivientes es posible que algunos se hayan movido hacia allí o ayudaran a trasladar a quienes pudieran. Tal vez viendo a otras personas tu memoria se vaya reajustando, no estoy seguro. Una nueva pausa, esta vez fue para dejarme caer en el otro asiento al lado de Encina, donde no había puesto las cosas. —Al aparecer aquí perdí contacto con un compañero, un pokémon, y creo que si puedo encontrarlo podré solucionar el problema de las armas y así, al menos, los que quedan podrían defenderse de ser necesario. El asunto es, de nuevo, que estamos en la jodida Paldea y nada me asegura que mi compañero haya sido enviado aquí conmigo con la misma estrategia de secuestro o lo que sea. —Me rasqué las raíces del cabello y dejé caer la cabeza hacia atrás, en el respaldo—. No sé si podremos encontrar una forma de hacer contacto con la Coalición o directamente estamos aquí abandonados.
La luz terminó su recorrido, y cuando paró, el "Volcarona" quedó quieto en el sitio unos instantes, el brillo rojo de sus ojos intensificándose aún más por unos segundos. Al final, empezó a parpadear, y otro escáner surgió de sus ojos. Esta vez, el tono del escáner era un rojizo más intenso, más oscuro... y la criatura estaba emitiendo un leve sonido que recordaba a una alarma. Al final, escuchaste una vocecilla robótica muy fina y aguda. —GIVAN VELREN. ALERTA NIVEL: 2. LLAMANDO A LA DIVISIÓN MILITAR PARA ENCARCELAMIENTO: PERMANEZCA INMÓVIL, O SE INICIARÁ LA ALERTA NIVEL: 4. G-Genial. ¿Encarcelamiento? Otra vez... otra vez te querían encarcelar. Pero claro, eso de "nivel 4" no sonaba agradable. No sonaba nada agradable. *** Amy asintió vagamente, su voz temblorosa cuando dijo "sí", y volviste a perderla de vista dentro de aquel trasto de acero que era ahora el avión. Poco después, sin embargo, apareció otra vez, y esta vez lo hizo con dos o tres botiquines que fue pasando, tirándolos por el hueco entre las puertas, tal y como le pediste. Obtienes un botiquín, aunque Amy te ha pasado dos (puedes coger el otro si quieres después, pero te quedarías con inventario lleno). Sin embargo, luego Amy no salió, sino que, desde su posición, dijo: —E-Em, ¿estará bien ese chico...? N-No quiero que por mi culpa él... Y pareció tener una idea. —¿P-Por qué no vas a ver si está a salvo y yo hago ruido desde dentro del avión? Si golpeo algo desde dentro seguro que e-esos robots se despistan, quizá así no le hagan nada. Yo... yo aquí dentro estoy segura, no pueden entrar, no caben. Puedo distraerlos... v-ve a mirar qué tal está, por favor, ¡y si lo necesitáis, dame una voz o golpea fuerte el avión! A-Aunque así atraigas la atención de los monstruos, en cuanto lo escuche yo pegaré un golpe más fuerte aún desde dentro y los despistaré así, ¿vale? L-Luego simplemente me quedaré aquí hasta que se vayan y pueda escaparme, vosotros... vosotros huid, por favor. Y se escurrió hacia dentro. Mierda. Por el momento, no pudiste hacer nada, no podías ir tras ella y no podías llamarla sin llamar la atención de uno de los "Volcarona" en el proceso. Así que, por el momento, no por ello aceptando el plan de Amy, rodeaste el avión como pudiste y trataste de ver qué tal estaba Givan y si estaban allí el resto de botiquines o no. Lo que encontraste fue a aquel Volcarona de frente, algo alejado, escaneando a Givan. La puerta del maletero del avión estaba tirada en el suelo, caída detrás de Givan, y los botiquines estaban todos desperdigados por el suelo. Técnicamente, podrías tratar de tomar un par de ellos sigilosamente, ponerlos en un lugar seguro y luego llamar a Amy para que se pusiera a salvo y te ayudase a cargar todos los que pudiese. Eso implicaría dejar a Givan allí a su suerte, claro. Aunque quizá... era tarde para él, visto lo visto. El plan de Amy era otra opción, pero quién sabe si funcionaría o no, e implicaría dejarla allí sola... y otras opciones eran, bueno, arriesgadas. Tenías un pokémon, Givan también. ¿Podríais con uno de esos vigías? Parecían fuertes, pero... Mierda. ¿Qué hacer ahora? Estabas, otra vez, en una terrible encrucijada. *** El doctor te miró de arriba abajo, examinándote por un instante. —Fue a un pokémon, evidentemente. ¡No mandaríamos a un niño! El pequeñajo, en realidad, es bastante grande, aunque le digo así porque se comporta como un crío. Nos ha ayudado mucho, a decir verdad, llevando y trayendo suministros. >> Se te ve un tipo fuerte, en todo caso. ¿Crees que podrás ir a buscarle? Fue a un manantial que hay al suroeste de aquí, pasando los molinos. No debería tardarse mucho más de veinte minutos en llegar. Pero... puede ser peligroso si no tienes protección. ¿Tienes algún pokémon contigo, o un arma? Si no es el caso, puedes preguntarle a los guardias. Suspiró, cansado, y giró los hombros para hacerlos crujir. —Menuda sorpresa nos disteis a todos cuando aviones sobrevolaron nuestras cabezas y acabaron estrellándose por distintas partes de la provincia. Ay... menos mal que muchos de vosotros estáis bien y sois enfermeros, gracias a eso hemos podido tener algo más de agilidad, pero sin agua y sin plantas medicinales poco podemos hacer. Si te ves capaz de hacerlo, chico, no te diré yo que no vayas a buscar a mi pequeño ayudante. Lo reconocerás fácilmente: es grandote y tiene amarrado al cuerpo una cesta en la que carga todo lo que necesitamos.
Me acerqué hacia el bar, o más bien, intento de, y fui recibido con la típica calidez de pueblo, es decir, honestidad bruta y pura. Iba a simplemente ignorarlo y continuar mi camino, como solía hacer siempre. Sabía que no había muchas malas intenciones detrás de sus comentarios, simplemente eran aldeanos aburridos que estaban siendo bombardeados con extranjeros y eventos extraordinarios. Además, cuando uno pasaba tanto tiempo siempre con la misma gente, uno trataba a extraños de la misma manera con la que haría con un conocido de toda la vida. Sin embargo, después de lo que había visto. De las vidas que se habían perdido... algo en su tono de voz me había caído mal. Me frené ante el par, y los observé durante unos segundos, serio. La decisión de entrar de manera tan poco ortodoxa no había sido nuestra. Tenía compañeros que habían muerto. Dudaba sinceramente que alguien pudiera caer de esa altura y sobrevivir. Pero al final, decidí simplemente asentir, y con voz neutra, dije: — Gracias. Comer algo suena bien. Al entrar en el edificio y ver la comida en exposición sentí como mi estómago rugía un poco. No me había dado cuenta de lo hambriento que estaba hasta ahora. Con todo lo que había pasado, me había olvidado que debía hacer como un día que no probaba bocado. Me dispuse a sentarme en uno de los dos taburetes que componían todo el mobiliario del lugar (la verdad que "intento de bar" lo describía bastante bien), pero un gruñido bajo me llamó la atención. El dueño del mismo resultó ser un Pokémon pequeñuelo, bastante parecido a los que nos habían prestado a Aleck y a mí, muy seguramente su estadío anterior. Tenía un estilo de llama muy similar a los nuestros. Pestañé algo sorprendido ante la actitud del pequeñajo, que parecía decidido a no dejarme pasar, a pesar de que me llegaba a la rodilla y bien podría patearlo por accidente, y estuve a punto de preguntarle cual era el problema cuando una voz hizo acto de aparición, junto con su dueña no mucho después. Anteojos cubrían sus ojos azules, y un enmarañado cabello castaño caída hecho un remolino tras su cabeza, excepto por una pequeña trenza que actuaba como bastión disciplinado ante aquel caos. Debía tener unos cuarenta años, o más, a juzgar por su rostro, pero bien sabía yo que vivir en la campiña usualmente te avejentaba, muy al contrario de lo que la gente de ciudad solía pensar. Me dijo algo más, pero sus palabras comenzaron a llegarme desde lejos, ahogadas, como si mis oídos se hubieran vuelto sordos minuto a minuto. Me quedé mirando a aquella mujer, con ojos perdidos. Mi mente no se encontraba allí. Se encontraba lejos. Cruzando el mar. En otra región. En una cabaña en el medio del bosque. Y en otra persona. El calor de los recuerdos asaltó mi mente con tanto ímpetu que sentí como se me hubieran dado una bofetada. Parpadee, volviendo al presente, y sientiendo como la imagen fantasma que se había posado sobre la que suponía que era Constance se había esfumado, como si nunca hubiera estado allí. Sacudí la cabeza, intentando alejar aquellas nubes de mi cerebro, e intentando recordar que me había estado diciendo hasta ahora. Mi estómago me ayudó a recordar. — Eh, sí. Lo siento. Sí, algo para comer no me vendría nada mal. No llevo mucho dinero encima, eso sí —comenté, dando dos trancadas y sentándome en uno de los taburetes.— Cualquier cosa que tengas está bien.
Givan Velren Mi esperanza de que... De alguna manera, hubiera desaparecido para Chance considerando el infierno que tuve que pasar se había hecho añicos no solo tan pronto me escanearon de nuevo con una luz diferente, si no que al escuchar una voz realmente automatizada de parte del Volcarona me hizo entenderlo... Estas cosas... No eran Pokémon... Eran verdaderas máquinas de guerra. —Oh vamos... No me digas eso—. Mascullé entre tenso como deprimido y frustrado, el corazón se me quería salir y empecé a sentirme fatigado como mal solo por escuchar "encarcelamiento" una vez más... Vamos, no otra vez, en verdad que no podía ser otra vez aquello. Debido a todo eso, el cúmulo de estrés y tensión me hizo empezar a perder los estribos ahora sí... La cierta calma que había venido expresando incluso desde el previo ataque de aquél desconocido Pokémon se me fué por completo a la borda cuando estuve expuesto a todo eso... Comencé a temblar ligeramente de los nervios, los recuerdos y traumas estaba aflorando y me estaban distrayendo bastante, no fué que sentir el peso extra del inicial que pude medio mantenerme atento y pestañeé varias veces, tratando de pensar qué hacer. No sabía yo qué demonios significaban eso de niveles, no me hacía gracia tener que subestimarlo y ponerlo a prueba... Pero no es como que importara, ¿No? Ya estábamos en esto... Ya había salido muy mal, tal vez terminar de rematar aquello al menos por mi lado no podría hacerme ya más daño del que de por sí ya lo estaba... Desde que había perdido a mis Pokémon... Simplemente ya nada era lo mismo. Traté de concentrarme, y le hice caso, al menos por el momento, no sabía cómo estaría Emily, solo esperaba que como mínimo no la hubiesen descubierto ya, si no todo eso sería en vano, tampoco sabía si se tomaría la molestia de hacer algo por mí, sin poder siquiera tomarme la libertad de voltear a ver, solo me quedaba, supuse, mirar por detrás del Volcarona algo que me pudiera servir para escapar, como alguna posible ruta o similar. Si era necesario serviría de cebo, había sido mi intención después de todo, pero sin duda alguna me humillaba demasiado todo esto... Casi que habría sido mejor que hubiese muerto yo en lugar del Ranger si iba a acabar así... No me moví, nunca lo hice, solo movía los ojos, hubiera conseguido algo o no... Ya solo quedaría la apuesta final.
Encina te escuchó pacientemente, con una mirada extremadamente atenta: tan atenta que casi parecía que no te estaba escuchando, que simplemente te miraba y había disociado en algún punto. Sin embargo, respondió, aunque no podía decirse con exactitud cuánto había escuchado. —Qué jodido todo, ¿no? —Tomó entonces el puerro que le ofreciste y empezó a masticarlo, sin inmutarse demasiado por su sabor. Cuando estuvo terminando, le dio un poco a Mankey, que lo saboreó con bastante más entusiasmo. Pierdes un puerro. Echó la cabeza hacia atrás, recostándose en el asiento de nuevo, con Mankey acurrucándose entre sus piernas. Pawniard, mientras, se había sentado en los asientos contiguos, aún con mirada vigilante, pero permitiéndose un momento de descanso. Y Encina siguió hablando, sin embargo, mostrando que había escuchado más de lo que en un principio podía parecer. —No recuerdo bien nada, pero por lo menos ya sé que no soy de aquí, y... recuerdo algo sobre esas armas que dices, y la energía... ¿terastal, era? Sí, recuerdo un poco de todo eso. Son como imágenes difusas en mi cabeza, pero están ahí. Recuerdo algo de una especie de ejército, las armas, la energía, todo eso. Pero sin detalles. Como si no fuesen recuerdos míos, como si simplemente me lo hubiesen contado hace mucho y tuviese ahí el vago remanente de un recuerdo, ¿tiene sentido lo que digo? Zarandeó la cabeza. —En todo caso... si un amigo tuyo, Cayden, ha desaparecido, entonces hay que buscarlo, ¿no crees? Esa debería ser tu prioridad... y si puedo, te ayudaré, tenlo por seguro. Después de todo no sé si estaría vivo y refugiado sin ti, o vagando por un campo abierto, o tirado en el suelo desangrándome. O algo peor. Este sitio me da como escalofríos. Así que si ese pokémon... puede ayudarnos de alguna manera a salir de aquí, sea como sea, ¡hay que encontrarlo! No podemos dejar que Tyre Chance se salga con la suya otra vez. En ese momento, se quedó paralizado. —Huh. "Tyre Chance". ¿Me has mencionado ese nombre antes, Cayden? De pronto... me ha venido completo. Lo recuerdo un poco, sé que es... un cabrón. ¿Me equivoco? Estamos aquí por él. Para pararle los pies. Porque ha... esclavizado a todo el mundo, o algo así, ¿no? Sí, recuerdo ese nombre muy bien, y... me cabrea. —Apretó el puño con evidente rabia—. Me cabrea muchísimo. Soltó aire por la nariz, luego cerró los ojos. —Mañana, entonces... podríamos probar a ir a ese pueblo. Ojalá los demás estén sanos y salvos. Ojalá el avión de enfermeros... Al decir eso, alzó una ceja. —... el avión de enfermeros... —murmuró, ojos brillantes, por alguna razón, Luego sacudió la cabeza—. Agh, me duele la cabeza, joder. Pero tranquilo, Cayden, que me refiero a... por dentro. Ya sabes. De la herida creo que voy bien. >> Si no te importa, voy a dormirme un rato, ¿vale? *** La mujer te miró con un gesto algo divertido, sonriendo con picardía. Parecía haber notado cómo tu mente estaba en otra parte, y se mezcló lo adorable que le parecieron tus palabras y tu forma de decirlas y el contraste de eso con tu altura y tu aspecto. Con todo, puso una mano en tu hombro conforme pasaba por tu lado para dirigirse a la barra, y con un tono amable, pero también con un deje atrevido. —Bueno, no te preocupes por el dinero. No cuento con que unos claros invasores vengan con muchas intenciones de potenciar la economía rural de Valthyria, a decir verdad. Se perdió en la cocina tras la barra, y estuvo unos cuantos minutos, pero no mucho más de cinco. Poco después, apareció, trayendo en sus manos una barra de pan con un pequeño bol de cristal con aceite de oliva, y dijo: —Ve picando un poco, si quieres. ¿Qué quieres de beber, cerveza, agua...? Se dio la vuelta y te colocó un vaso de arcilla delante, vacío, esperando a saber con qué querías que lo rellenase. Luego siguió hablando. —Tengo puesto al fuego un puchero en el que estaba trabajando ya, no debería tardar mucho. El aceite de esta zona es exquisito, pruébalo con un poco de pan y me cuentas. Seguro que no has probado ninguno igual de bueno antes, está refinado del aceite amargo de los Arboliva, y sabe que te mueres. Por tu aspecto, no eres de cerca, desde luego; ¿de la Coalición, asumo? Se dejó caer ligeramente sobre la barra, mirándote con una mano en la mejilla. —No sé cómo se os ha ocurrido meteros aquí, a decir verdad. Si yo llego a vivir tranquila fuera de Valthyria, lo último que pensaría es en meterme aquí. Es pedir a gritos que os maten. Aunque, bueno, de momento habéis sobrevivido unos cuantos... mucha suerte habéis tenido —suspiró, con algo parecido a la rabia en sus ojos. Se veía bien que no era... demasiado partidaria del régimen—. Pero entiendo las ganas de querer derrocar a ese empresario gordinflón con ínfulas de grandeza. Si yo tuviese tu cuerpo y tu juventud, igual hasta me lo planteaba, para qué mentirte. Sonrió. Había una extraña calidez en su sonrisa. A su lado, sin embargo, estaba Charcadet, que había saltado sobre la barra y te miraba aún con algo de desconfianza. —Soy Constance, por cierto. Puedes llamarme Tancy, si quieres~. No me has dicho tampoco tu nombre, ¿cómo te llamas? Anda, cuéntame cosas... no todos los días puedo hablar con gente nueva, y una se aburre de los mismos de siempre en esta aldea, ¿sabes? *** A ver si esta es la buena *cruza los dedos*. Tírame primero percepción, y luego otro para agilidad; según tu resultado en el primero veré si te aplico el segundo o no.
—Manantial al suroeste, pasando los molinos. Lo tengo —estiré un poco las piernas y los brazos y me despedí del doctor sin mayores miramientos, no sin antes girarme para indicarle una ultima cosa—. Oh, si ve a mi amigo rubio, dígale que volveré pronto. ¡Y que si no vuelvo quiero un funeral barato! Aquello ultimo lo grité mientras colocaba mis manos al rededor de mi boca para ampliar cuanto pudiese el sonido, moviendo mi mano en señal de despedida momentánea con Vilches y sin mayores contratiempos me dispuse a ir al suroeste. No fue hasta haber llegado a la puerta de la villa que caí en cuenta que ni siquiera había preguntado que clase de Pokémon era la que estaba buscando. Bueno, tenía una cesta atada, ¿cuantos Pokémon me podría encontrar con una cesta atada? Seguro no sería tan difícil. Avancé a un ritmo algo apresurado, tanto como el tobillo me lo permitiese; aunque comenzaba a acostumbrarme al dolor, estaba claro que en un situación de emergencia no sería lo más optimo, ya que me esperaba un caminata de 20 minutos, además aquella cosa seguía rondando por ahí y a saber que otras cosas habría por aquí en la noche. La duda me invadió por un instante, quizás debía pedirle a Niko que me acompañase, pero seguro el también estaba cansado y no le vendría mal descansar un poco, quizas si esperaban un poco más la criatura volvería sola, pero no podía simplemente quedarme de brazos cruzados, no mientras más vueltas le daba. Muchos estábamos relativamente bien luego del choque, sí, ¿pero que hay de los que no? No podíamos simplemente dejarlos a su suerte, no con el tiempo encima. —Oh, disculpen caballeros —interrumpí a las guardias en sus labores, quienes parecían seguir tan diligentes en su trabajo—, el Doc Vilvhes mencionó que había un Poké que ayudaba con la recolección de suministros pero no ha regresado, así que yo mismo iré a buscarlo. >>Quería preguntarles si tendrían algo que quizás pueda ayudarme a llegar hasta el manantial sin morir en el intento. ¿Una linterna? ¿Un arma? ¿Un simpático Copperajah que me acompañe? Literalmente cualquier cosa sirve.
Amy sacó un par de botiquines del interior del avión, por lo que pude hacerme con uno mientras dejaba el resto en una zona resguardada que también fuera accesible para nosotras en un futuro. Esperé a que la chica saliera después de ello, pero lo que hizo en su lugar fue regresar dentro del avión tras decirme que deberíamos hacer algo para ayudar al otro chico. Estaba de acuerdo en que no podíamos dejarlo solo con aquellos robots que parecían tan peligrosos, pero... ¿dejarla a ella ahí a cambio? ¿En serio no había ninguna solución mejor? Fruncí apenas el ceño, algo frustrada al ver que la chica se refugiaba todavía más en la máquina, y acabé por suspirar con algo de pesadez. No tenía manera de entrar para sacarla, así que solo quedaba esperar a que ella quisiera salir, y si estaba tan empeñada en que ayudáramos al tal Givan... Chasqueé un poco la lengua sin poder evitarlo, pero al final me resigné y le di la vuelta al avión para intentar averiguar la situación del muchacho. Al final... ¿para qué nos habíamos arriesgado tanto? Los suministros estaban ahí, desperdigados por el suelo, pero si intentaba hacerme con ellos, iba a ser a costa de permitir que aquellos Volcarona hicieran quién sabía qué con el pobre historiador. ¿Y si conseguíamos huir con la ayuda de Amy? ¿Qué pasaría con todos aquellos botiquines que tan bien nos venían...? Los Volcarona alertarían al Imperio y se los llevarían, ¿cierto? No había manera alguna de que se mantuvieran ahí para cuando pudiéramos volver con más seguridad... A veces deseaba ser algo más egoísta. Moví la mano para intentar llamar la atención de Givan sin hacerlo con el Volcarona, y poco después hice gestos para intentar comunicarle que cogiera algún suministro y saliera corriendo en cuanto tuviera la oportunidad. Deseando que hubiera captado el mensaje, eché un vistazo al cielo y, al instante, le di un fuerte golpe al metal del avión, avisando a Amy de su parte del plan.
Te acercaste a los guardias para pedirles ayuda, y ellos te miraron de arriba abajo. Entendieron, sin embargo, qué era lo que querías conseguir cuando mencionaste al pokémon y al doctor Vilches. Se miraron entre ellos, y al final, el tipo al que te dirigiste principalmente se giró y se acercó a un pequeño rincón cercano donde tenía unas cuantas bolsas. Rebuscó en ellas y sacó una especie de tela o red plegada y enrollada, que extendió para darte. —Toma, ten esto. Quizá te sirva. Francamente, no voy a darte un arma por mucho que digas que vas a ayudar al doctor, porque no dejas de ser un extranjero que puede estar jugándonosla. Y tampoco puedo darte mucho más, teniendo en cuenta que viene la noche... pero algo de protección, siquiera mínima, te vendrá bien. >> Esto es una red adhesiva, hecha con tela de los Tarountula y los Spidops. Te servirá para pokémon pequeños o de tamaño medio: solo si te ves en verdaderos apuros, lánzala contra uno y quedará atrapado en la red, dándote tiempo a escapar. Normalmente se acaban librando de ella pasado un tiempo, así que no te confíes demasiado. Miró a ambos lados, y luego se inclinó hacia ti, hablando en voz baja, como quien contaba un secreto: —Y ni se te ocurra usarla contra un Ferropokémon. No solo no te servirá de nada, probablemente, sino que tendrás a cuatro de esos encima. >> Vuelve antes de que anochezca. Con o sin el pokémon. Es mejor una vida perdida que dos. Obtienes una Red adhesiva. *** Gigavehl. Estabas acorralado, y solo podías mirar a tu alrededor, buscando encontrar alguna ruta de escape. El problema era que no la había como tal, porque técnicamente estabas en abierto. Al margen de meterte en el maletero recién abierto del avión y exponerte a un callejón sin salida absurdamente, el resto de opciones eran infinitas, pero todas tenía algo en común: no tenías nada donde refugiarte. Si salías a correr, quedarías a merced de ser atrapado por aquel pokémon. Y si resultaba ser más rápido que tú, bueno. Quién sabe qué te pasaría. Sin embargo, empezaste a plantear la opción de intentarlo, pese a todo. Al fin y al cabo, salir a correr te daba algunas posibilidades de salvarte, por bajas que fuesen; quedarte allí quieto solo significaría, como poco, que serías apresado de nuevo, a juzgar por lo que dijo el robot. Y en ese momento, viste los gestos de Emily, que apareció en tu campo de visión por unos instantes. Te señalaba a los botiquines, te indicaba que te acercases... ¿tenía algún plan? Entendiste que lo que te pedía era que corrieses cuanto antes y tomases lo que pudieses en el camino, pero no supiste bien cuándo hacerlo, así que esperaste, y... Bam. Emily, por alguna razón desconocida para ti en aquel entonces, dio un fuerte golpe a la coraza del avión, lo que hizo que tanto el "Volcarona" que tenías frente a ti como el que pululaba por encima del vehículo se dirigiesen prestos hacia ella, enfocándola y... perdiendo por un instante la atención sobre ti. Escuchaste pitidos venir del robot que estaba escaneándote y vigilándote, quizá en señal de que había dejado ese "nivel 2" suyo. Y aprovechaste rápidamente la oportunidad. Saliste a correr junto a Quaxly, te agachaste para agarrar todos los botiquines que pudieses, y corriste en dirección perpendicular a la posición de Emily. No sabías bien cuál era su plan, pero ahora ella era el centro de atención. Por fortuna, tuviste los reflejos lo suficientemente rápidos, y aunque el "Volcarona" que te vigilaba se giró presto en cuanto notó que te moviste para mirarte y disparó una especie de láser, no te alcanzó y luego pareció perder el interés y centrarse de nuevo en Emily. De momento parecía que estabas a salvo, pero... ¿qué sería de Emily? Obtienes Botiquín x3 (máximo de capacidad alcanzado) *** Amane Los golpes resonaron con fuerza y, tal y como planeabas, atrajiste la atención de los dos robots inmediatamente. Viste cómo uno de ellos, el que estaba frente a Givan, desprendió una luz roja desde sus ojos y un escáner empezó a surgir, empezando por tus pies. Pero no tuvo tiempo de seguir subiendo: Amy cumplió en seguida con su parte del trato, y empezaste a escuchar golpes y más golpes desde dentro del avión. En seguida, los robots enloquecieron, moviéndose rápidamente, como Volbeats alrededor de un Illumise, dando vueltas en torno al avión. Sus escáneres analizaban cada rincón, y cada vez que Amy daba un golpe desde un ángulo distinto, se movían en otra dirección para seguirlo. Decidiste que no tenías más remedio que correr también, así que agarraste otro botiquín frente a ti, y... corriste hacia atrás, por donde viniste, en la misma dirección que Givan. Al alejaros lo suficiente, alcanzaste al chico. No habías mirado atrás en todo el tiempo, pero cuando lo hiciste, ya bastante alejados, no hubo rastro de los "Volcarona" siguiéndoos: estaban ambos allí, y el tercero pronto se aproximó también. Tratando de entrar en el avión... con Amy dentro. Estabais a salvo, tanto tú como Givan. Y teníais varios botiquines entre los dos: cinco en total. Esa era la parte buena. Había, sin embargo, dos partes malas. Una de ellas era que el jefe de los enfermeros, el mismo que te encargó buscar aquellos botiquines a ti y a Amy, estaba a algo más de media hora aproximadamente de camino, teniendo en cuenta lo que tardaste en llegar al avión... y ni siquiera estabas totalmente segura de saber cómo volver, y solo tenías una idea general de en qué dirección caminar, al haberte desviado en su momento para ir a revisar el otro avión. La puesta de sol, cada vez más próxima, avecinaba una noche que probablemente se cerraría del todo en apenas un par de horas. Y la segunda parte mala... es que Amy estaba ahora allí, atrapada en el avión de enfermeros, sin su pokémon y sin nadie alrededor para ayudarla.
Mente: 27/30 La forma en que el ranger me miró fue exactamente igual a cuando uno quería hacer sentir que estaba escuchando a alguien, pero en ese intento tan extremadamente consciente acababa tan concentrado en poner atención que se olvidaba de escuchar de verdad. Apreciaba su intento, pero la verdad era que entendía que su mente se hubiese desconectado. Tampoco hacía falta que me pusiera tanta atención. Entre todo acabó comiéndose el puerro verde, hasta le ofreció a Mankey que comió con más ánimos y vi que Pawniard también se había acomodado en uno de los asientos, no perdía el estado de alerta, pero al menos estaba descansando. Encina a pesar de su tremenda cara de disociación de antes había seguido hablando y fui asintiendo a sus palabras, poco a poco. —Terastal, sí —dije algo más esperanzado de que sus recuerdos no estuvieran del todo echados a perder—. Pues creo que tiene sentido. Que puedas reconocer los elementos ya indica algo por lo menos, así que aunque por ahora no puedas reconocer esas memorias como propias o parezcan demasiado lejanas ya es un paso en alguna dirección. Su afirmación de que si un amigo mío había desaparecido esa debía ser mi prioridad me hizo sonreír con un dejo de melancolía, sí, debía serlo, ¿pero no había elegido recluirme? ¿No me había olvidado de mi viaje por Gérie y de los muchachos? Ahora mismo Givan podía estar herido o muerto a secas por culpa mía. Su nombre estaba con los muchos otros, tantos que no reconocería la mitad de ellos en una pila de papeles. Había salvado a este ranger, sí, pero no podía negar que muchas otras personas habían perdido la vida por el proyecto que, al final del día, llevaba mi rostro. Puede que mi excusa fuese Chance, ¿pero no me había convertido en la peor versión de mí mismo? Iba a agradecerle a Encina por su disposición a ayudarme cuando dijo el nombre completo de Chance y lo miré, sorprendido, pues creí que las piezas comenzaban a encajar en su memoria. —Sólo me referí a él como Chance, tú recordaste el nombre completo —aclaré de inmediato y que soltara que era un cabrón así nada más me sacó una risa que contrastó con el escenario, sobre todo porque su cabreo estaba justificado, porque yo lo entendía y sí podía recordar—. Te quedas corto, pero cortísimo. Sí, era lo que te decía antes... más o menos, se supone que ustedes venían por eso, para eso. Las fuerzas... las armas, todo, planeábamos mostrarle a Chance que podíamos luchar en su contra de una vez por todas. Llevamos años en esta mierda y creí que ahora sí, que esta era la buena, pero mira como terminó. Bufé de manera audible, eché el cuerpo hacia adelante en el asiento y con los brazos apoyados en las piernas miré el piso lleno de cristales rotos, pedazos de metal o lo que fuese. Sí, había que ver cómo había terminado el esfuerzo de casi la mitad de mi vida. Me lo llevaba por querer vencer al tirano en su propio juego. Total, estábamos por quedar en que el plan era ir al pueblo mañana, pero la mención al avión de enfermeros pareció activar algo más y erguí la postura con tal de mirarlo de nuevo. El brillo en sus ojos me puso a pensar que tal vez allí hubiese una respuesta, pero no llegó a nada y le iban a echar humo las neuronas, por lo que estiré la mano hacia su brazo y le dediqué un mimo. —No te esfuerces de más, ranger. Duerme y yo te vigilo, como dije antes. —Le recordé y suspiré con pesadez, regresando la mano a mi espacio—. Quizás descansando puedas pensar mejor y recordar si tal vez había alguien en el avión de enfermeros, alguien a quien tú también debas buscar. Te ayudaré, ¿sí? Pero descansa. Me quedé callado unos minutos, desvié la vista al asiento en que había dejado el puerro restante, la lámpara y el disparador, bastó ver el arma para que los ojos se me llenaran de lágrimas, ya demasiado agotado como para frenar el revoltijo de emociones. Me llevé la mano al rostro, busqué enjuagarme los ojos y allí el cristal de lágrimas se rompió. Era una cagada, el accidentado era este chico, los muertos eran otros y era yo el que lloraba cuando no tenía ni un rasguño encima, pero es que por un lado Chance se había cargado Galar y Gérie y ahora yo... Tres columnas de humo y decenas de nombres. Por un momento no hice más que llorar en silencio relativamente atento a los sonidos del exterior, fueron unos breves instantes de descarga y con ello esperé, tan siquiera, recuperar algo de lucidez. Había dejado los ojos en el disparador y la idea entre absurda y descabellada me alcanzó la mente después, por lo que me levanté, busqué el Rayo Multiusos para volver con él frente a Pawniard, apoyé el arma en el asiento contiguo y señalé los cristales que podían verse desde la cámara. —Enano, ¿te suena haber visto algo así? Como lo de adentro, los cristales —dije esperando que el pobre me entendiera y luego, porque total ya no tenía qué perder, señalé también el collar que colgaba sobre mi pecho—. O si hay piedras como estas en algún lugar cerca. Creo que le gustan al amigo que debo buscar. Era una locura, ni siquiera sabía si este pobre había sido capturado en Paldea o fuera de ella y arrojado a la cabaña conmigo, pero el peor intento era el que no se hacía. Debía buscar una manera de proteger a las personas que seguían vivas, tenía que sacarlos de aquí.
Conforme le respondías, Encina iba asintiendo débilmente, los ojos entrecerrándosele cada vez más. —Un plan que salió mal —murmuró ante tus palabras, hablando ya casi medio dormido, claramente exhausto mental y físicamente—. Quién lo diría... parece que los planes están hechos para que salgan mal. Pero por eso siempre se habla... del plan B. Porque... se prevé que el A puede salir mal. Así que la pregunta es: ¿cuál es el plan... B? Tras eso, su cabeza cayó sobre el asiento, de lado, y quedó dormido profundamente, con Mankey aún recostado en su regazo. Tú, mientras tanto, decidiste pararte un segundo con Pawniard para preguntarle por los cristales terastal. El pequeño pokémon los miró con interés cuando agitaste el rayo multiusos y los señalaste, y te observó atento mientras hablabas, preguntándole por ellos. Lo viste luego mirar hacia tu collar, por alguna razón... y luego asintió débilmente. Se levantó de un pequeño salto, y con una de sus garritas, asomando la cabeza por la puerta del avión, señaló en dirección al este, al lugar que estaba a aproximadamente uno o dos kilómetros de vuestra posición: la fábrica. ¿Quería decir eso que Pawniard sabía que en aquella fábrica había cristales parecidos como esos? Luego te quiso hacer otro gesto más: señaló con un gesto amplio a toda la pradera que había frente a vosotros, y luego correteó hacia dentro del avión de nuevo, señalando a Mankey, y señalándose a sí mismo. Se señaló entonces a la cabeza con ambas garritas. Parecía ser que Pawniard no era para nada extraño a la energía terastal y a aquellos cristales, pero, ¿qué querría decirte exactamente? ¿Dónde podrías buscar...?
No tenía manera de saber con total seguridad si Givan había entendido mi mensaje, pero al menos tenía la esperanza de que su tiempo de reacción fuera lo suficientemente rápido como para huir en cuanto viera que llamaba la atención de los Volcarona. No tuve demasiado espacio a comprobarlo, pues los robots se acercaron con rapidez a mi posición y me quedé congelada en el sitio. Uno de los Volcarona empezó a escanearme, pero Amy cumplió con su parte antes de que el rayo de luz me alcanzara los tobillos, dándome así el espacio y tiempo a recoger otro botiquín antes de salir corriendo. Tuve que hacer un esfuerzo enorme por reprimir las lágrimas que se me empezaron a acumular en las cuencas de los ojos, pues en aquel instante mi único objetivo debía ser alejarme lo máximo posible de aquel avión y los maldito Volcarona. Tras un buen rato corriendo, me di cuenta de que había alcanzado a Givan, así que me permití ralentizar el paso y echar un vistazo fugaz a mi espalda. Ni los Volcarona ni el avión estaban ya al alcance de nuestra vista, y el corazón se me estremeció al pensar que de verdad había dejado a Amy atrapada en ese armatoste de hierro mientras los robots la acosaban sin parar... y sin su Flittle, además. Arceus, tenía que estar tan asustada... —¿Tú estás bien? —pregunté en dirección al muchacho, con la voz algo temblorosa aunque todavía algo estable. Mientras tanto, agudicé la vista a nuestro alrededor para intentar discernir si estábamos yendo en la dirección correcta o no. El cielo estaba empezando a oscurecerse y nos habíamos desviado bastante del camino inicial, así que no estaba del todo segura si lograríamos alcanzar la zona donde el resto de enfermeros se había quedado antes de que llegara la noche por completo. Por el sacrificio que Amy había hecho, sin embargo, más me valía llevar esos botiquines donde correspondía...
Mente: 27/30 Siempre esperaba malos escenarios, justo por eso había pensado que el silencio del imperio no era buena señal, ¿pero cómo era que algo preparado cuidadosamente salía tan mal apenas empezar? Armamento, escudos, recurso tecnológico, humano y material. Se suponía que se cubrieran ese tipo de errores, pero la caída de tres aviones iniciaba otro protocolo distinto diseñado para la emergencia no para el ataque. ¿Podíamos llamar a eso plan B? En lo absoluto. No le respondí a Encina cuál era el plan B porque ya de por sí estaba medio dormido, pero en resumidas cuentas había que aplicar otra serie de pasos básicos para atender una crisis. A mí me correspondía encontrar a Astel, pero eso era una suerte de ramificación de las otras tareas. Si el armamento no funcionaba sin él, entonces el problema yacía en que previo a eso no estábamos logrando hacer uso de la energía de forma artificial tampoco y, mismo motivo por el que oculté a la criatura del ejército, eso volvía a Astel una pieza mucho más grande del rompecabezas. Con el ranger dormido profundamente pude bajar el interruptor que me mantenía relativamente compuesto y fue cuando el llanto se desató, pero tampoco podía echarme la noche lloriqueando. No podía dormirme tampoco porque incluso dentro de la cabina seguíamos estando en campo abierto, en la jodida Paldea, bajo el panóptico; sabía lo valioso que era alguien que montara guardia mientras el resto descansaba. Si era necesario debía despertar a este muchacho y obligarlo a salir corriendo. Me había costado años conciliar el sueño profundamente. Cuando me calmé busqué ayuda en Pawniard aunque era un intento desesperado, pero el pequeño miró los cristales con interés y luego vio también el collar previo a asentir. Se levantó de un salto y me dio algo de pena, pues estaba quieto hasta ese momento, pero dejé la ametralladora en el suelo y seguí al pokémon que una vez en la puerta señaló hacia donde estaba la fábrica. Fruncí el ceño, confundido, y lo único que pude asumir era que en la fábrica usaban cristales. Si era el caso significaba que aquí tal vez podría activar al menos una parte del armamento sin Astel... Hombre, estaba bien que tenía un pasado adolescente un poco cleptómano y tal, pero una cosa era el carterismo puro y duro y otra robar componentes de una fábrica, para lo que primero necesitaría manuales, planos o lavarle el cerebro a los funcionarios para entenderlos y ajustarlos a mis diseños. No era algo que pudiera hacer yo solo y no podía poner en peligro a Encina, por más que hubiese dicho que me ayudaría. En fin, Pawniard además señaló toda la pradera y eso me hizo comprimir más los gestos, estuve por hacer el intento de preguntarle a qué se refería, pero se adelantó y corrió de regreso al interior del avión así que lo seguí. Esta vez señaló a Mankey primero, a sí mismo después e hizo énfasis apuntándose a la cabeza con las garras. Era hasta adorable lo mucho que se estaba esforzando por responderme, pero había que reconocer que era como jugar a las charadas. Mankey y Pawniard, en la pradera... los cristales. —¿Hay cristales en toda la pradera? —arriesgué un poco dudoso, agachándome para hablarle desde una altura más coherente, como se hacía con los niños. De paso estiré la mano y le acaricié la cabeza—. ¿Mankey y tú lo saben? ¿O todos los pokémon saben? Hmh, no, a ver. Te señalaste la cabeza... la cabeza, Encina dijo que dolía por dentro. Se me estaban patinando las neuronas, de verdad, ya hasta estaba empezando a hacer asociaciones que parecían pizarrón de la policía. Suspiré con pesadez ya que si descartaba la fábrica, ¿por dónde empezaba si me había señalado todo el campo? —Los cristales, la energía. Ah, ¿los afecta en la pradera? ¿Algo así? —Otro suspiro y esta vez me moví un poco para alejarme del asiento donde descansaba el ranger y medio me erguí para apartar cualquier vidrio o metal del suelo, con tal de sentarme allí—. Eso asumiendo que sí los afecta. ¿Puedo revisarte, enano? Sé que no estás herido más que por las cicatrices del casco, pero no sé, tal vez tengas algo distinto. De nuevo, a lo mejor sí me estaba volviendo loco e igual un poco de locura sí que había ocupado para pensar todos los prototipos, pero ya esto rayaba el delirio. En cualquier caso, extendí los brazos hacia Pawniard en una invitación sutil y esperé por si aceptaba que lo sostuviera para revisar su cuerpo y buscar si había alguna señal de energía terastal en él, a ver qué tan descabellada era mi apuesta en verdad.
El pequeño Pawniard asintió cuando preguntaste aquello. Intentando comunicarse mejor, señaló al suelo e hizo un gesto amplio, como si tratase de emular algo que "surgía" de la tierra. No sabía bien cómo expresarse, y quizá por eso se veía un poco frustrado. En todo caso, se dejó examinar sin problemas, y trataste de encontrar alguna señal de energía terastal en él, pero... no tuviste suerte. No había restos de cristales ni nada parecido, eso sí lo tenías claro; la energía terastal tendía a cristalizarse aunque fuese en pequeños trozos tras su uso, y seguramente verías estos en Pawniard si hubiese usado dicha energía recientemente, pero no era el caso, aparentemente. Examinaste también el corte en su cabeza, pero no fuiste capaz de discernir mucho más, aparte de notar que tenía el casco bastante más dañado de lo que parecía: el pequeño agujero que sd lo hundía ligeramente tenía forma alargada, como un desgarro en el metal, con bordes rugosos que revelaban un tajo duro y hosco, desde luego. Pero no pudiste extraer mucho más. *** Por más que mirabas al horizonte, sin embargo, no tenías ningún punto de referencia al que mirar. Solo podías fijarte en algo, y era la columna de humo, ya bastante más tímida y despejada, del avión al fue fuiste a buscar a Ethan originalmente: de ahí caminaste desde el sur, por lo que si te alineabas con el punto en el que estaba el avión, técnicamente luego solo tenías que caminar al sur y llegarías. Y podías saber los puntos cardinales fácilmente por la gigantesca torre blanca, difícil de olvidar, que estaba al noreste desde el sitio en el que encontraste al enfermero jefe. También estaba el río, claro, que estaba al oeste desde el sitio en el que caíste, no demasiado lejos. Así que solo podías intentar guiarte por esos patrones para llegar hasta allí, pero... no tenías referencias exactas. Al fin y al cabo, todo aquello era una pradera abierta, ¿en qué podías basarte? Tú y Givan solo podríais caminar tratando de regresar en tus pasos... por mucho que aquello no fuese exacto. Con suerte verías a la gente al acercarte, y, con más suerte aún, seguirían estando bien. O, al menos, vivos.
Givan Velren No me hacía gracia tener que arriesgarme de este modo, pero ya era una situación desesperada, en la que encima tenía mis opciones muy limitadas, por lo que pensé que igual terminar de arriesgarse no era del todo alocado, no mientras aún estaba yo entero físicamente hablando. Ahí percibí los gestos de Emily, confundiendome bastante lo que quería que hiciera, es decir, entendía que debía tener algún plan pero... Que no fuese exponiéndose, no sabía cómo quería que encima recogiera lo que pudiera. Pero efectivamente, eso acabó haciendo, hizo ruido, y eso atrajo la atención de las otras máquinas, por lo que al ver que se desplazaron, terminé por mirar alrededor, y recogí los botiquines que pude hasta prácticamente no ser capaz de cargar más, le pedí al Quaxly que se aferrara y comencé a correr, lo más rápido que pude, y posiblemente por la adrenalina lo hice de sobra. Ahí pude ver cómo uno de los Volcarona, concretamente el que me tenía escaneado, pudo darse cuenta de mi escape y trató dispararme con algo, apenas pude ver que era un especie de láser, pero por fortuna pude ser más rápido y aquello no me alcanzó. Seguí corriendo, cuánto pude y lo más rápido que me era posible, consiguiendo llegar a alejarme bastante, mientras poco después daba con Emily, o mejor dicho ella dió conmigo. La miré, yo hallandome jadeante, mientras volteaba atrás, ahí donde los Volcarona parecían buscar algo a la desesperada, eso me puso tenso, no solo porque parecían aún en la labor, si no porque al ver a Emily sola me hizo intuir lo peor... ¿La había dejado atrás..? No... No, no, no... Se supone que yo debía ser el que... Pero si me habían descubierto a mí y... Solté un breve quejido, uno que esperé que Emily no hubiese alcanzado a percibir, pues no era por echarle bronca, si no porque me sentía culpable por ello... Primero el Ranger, y ahora esto... No supe qué hacer, no me parecía correcto solo dejarla pero... ¿No sería hacer de su sacrificio en vano? O al menos intuía que eso había hecho la pequeña. Escuché la pregunta de Emily, me pareció haber escuchado cierta tensión, como si pudiera romper a llorar en cualquier momento, por lo que acabé afirmando. —Lo estoy... No me hicieron nada—. Respondí, sintiéndome genuinamente fatal por este giro de los acontecimientos. Verifiqué que Quaxly estuviese bien y di un suspiro más, menudo día... Y aún faltaba la noche. Hablando de ello, ya más que nunca se percibía que era bastante tarde, como no nos movieramos, esto se pondría aún peor, por lo que ví a Emily alejarse, miré una última vez hacía el avión, y con bastante pesar acabé siguiendo a la mujer... Al final de cuentas, ya teníamos lo que se había venido buscando... La seguí con atención, mientras yo reflexionaba sobre lo sucedido y lo estúpido e inútil que me sentía, a pesar de que había logrado resultados en otras cosas, pensé en aquella aldea que habia visto, y considerando el actual panorama y la hora... Aún así, era importante dar con las personas con las que estaba Emily antes de proponer nada, pero parecía no haber éxito, y por mucho que volteaba, no parecía haber ni un alma, empezando a temer lo peor. —¿Eran varias personas? No alcanzo a ver nada—. Pregunté preocupado, tampoco podía ver el pueblo, pero aún menos percibía si había rastro alguno, como arbustos tirados por el paso de alguien, sangre o algo... ¿Se habrían movido? Si no decidía perder más tiempo revisando, no lo averiguaría. >>Oye, si estaban por aquí posiblemente se habrán movido, yo antes de ir al avión donde nos encontramos ví un pueblo por aquí cerca, ¿Crees que hayan ido ahí? Considerando que nos demoramos, posiblemente hayan decidido ver si conseguían ayuda—. Propuse, sabía que no era el mejor momento para considerar posibilidades en las que pudiera equivocarme, pero tampoco me hacía gracia solo quedarnos aquí afuera buscarnos, de ser ellos, posiblemente habían visto las opciones de los aviones destrozados como terribles ideas, y la aldea, al no estar tan lejos, lo veían como mejor que nada, especialmente si habían heridos, cosa de la que no dudaba. Contenido oculto La respuesta es obvia pero igualmente dejo a Amane decidir, si gusta (?) Pero ahí lo dejo mientras jsjs
—Ah, claro, es bien sabido que una táctica infalible para tomar el control de las aldeas es pedir un arma y amenazar a sus habitantes —solté una carcajada que rápidamente se desvaneció cuando noté que el guardia me miró con toda la seriedad del mundo—. L-Lo siento, estaba bromeando. Supongo que lo entiendo; pese a todo no dejamos de ser una bola de extranjeros que cayeron del cielo...Literalmente. Solté un suspiro resignado, hey, al menos me habían dado unas cuantas redes de Pokémon endémicos de Paldea, es mejor que nada. Me disponía a guardar aquellas cosas cuando noté al guardia acercarse más, soltando un poco más de información. ¿Ferropokémon? ¿Así es como les llamaban? Bueno era mejor nombre que Robopokémon, pero lo extraño resultaba en que hablaba de ellos como si fuesen muchos más, no solo el par que Niko y yo habíamos visto. —Han tenido suficientes encuentros con esas cosas cómo para saber que la red no funciona ¿eh? —contemplé el horizonte, notando que cada vez había menos luz solar en la zona. Una pequeña voz en mi cabeza me decía que algo podría salir muy mal aquí, pero bueno, eso ya lo sabía—. Descuiden, tendré cuidado ahí afuera y volveré con la criaturita. Y sin más que hacer me despedí de los guardias y puse rumbo al suroeste, ignorando cuanto podía el dolor en el tobillo y rezando porque al menos los primeros 20 minutos del trayecto fuesen sencillos.
Fruncí un poco el ceño ante la forma en la que había dicho "invasores". Lo había remarcado de manera rara. O tal vez simplemente era mi cansancio jugándome una mala pasada. Nunca había sido muy bueno para captar mensajes ocultos cuando alguien me hablaba. Más teniendo en cuenta que solía rehuir el contacto con muchas personas. Constance se dirigió luego hacia la cocina, volviendo al rato con pan y aceite de oliva. Miré algo confundido, en especial cuando dijo que podía irme sirviendo. ¿Pan y aceite? ¿Era algo de Paldea, una entrada típica? — Cerveza está bien —dije, y agradecí con un asentimiento cuando llenó el vaso al frente mío. Hubiera pedido algo más fuerte, pero si había que partir a la mañana, mejor estar con todos los sentidos atentos. Tomé un trago, y dejé que la bebida me refrescara la garganta y aliviara un poco el dolor de la caída. Solté un suspiro, y apoyé mis brazos en la barra, mientras la escuchaba hablar sobre las cualidades del aceite de oliva que me había traído. ¿Arboliva? Nunca había escuchado sobre ese Pokémon. Tomé el recipiente y lo observé, aunque más que nada para mantener la mente ocupada. ¿Este aceite venía de un Pokémon? Negué con la cabeza cuando mencionó que no era de por aquí, y seguí escuchando sus palabras. Parecía que de verdad le gustaba mucho hablar. O estaba aburrida de estar en este pueblo. O ambas. Siguió hablando, más y más y más, mientras yo tomaba. Dejó en claro que no estaba muy de acuerdo con el régimen de Chance (lo cual era buena noticia, teniendo en cuenta la cantidad de refugiados que tenían en el pueblo), y como debería haberme quedado afuera. Me sonrió y le devolví la sonrisa, más por cortesía que por otra cosa. — La vida fuera de Valthyria no es tan tranquila. Las tensiones entre la Coalición y aquí se encuentran demasiado altas. Hasta yo lo podía notar, y muchas cosas se me escapan, para ser sincero. Incluso en los lugares más recónditos de Unova, de donde vengo, la gente se encontraba inquieta —me encogí de hombros, y clavé mi mirada en el vaso.— Además, yo tengo motivos personales para venir aquí. Bebí lo que quedaba de cerveza de un trago, y deposité el vaso vacío en la mesa. Solté un resoplido y esbocé lo que podría ser una sonrisa de disculpas. — No sé si soy la mejor persona para contar chismes, Tancy. Últimamente no estoy muy hablador, y mi vida no es la más emocionante desde hace varios años. Solo me dedicaba a pasear de pueblo en pueblo, ayudando en lo que podía. Mi amigo, Aleck, seguramente podría serte más de utilidad en ese frente. Él era dueño de un bar, también. Soy Nikolah, por cierto. Puedes decirme Niko —sonreí, tanto para ella como para el pequeño Charcadet. El Pokémon me estaba mirando aún con desconfianza, aunque no podía culparlo mucho. Era un extraño caído del cielo, que había aparecido en su pueblo, en el medio de la nada. Fruncí el ceño al pensar en eso, y me volteé hacia la mujer. — Tancy, una pregunta. Entiendo que podemos estar en el medio de la campiña, pero la desolación alrededor es... rara. Como si no hubiera mucha vida por el lugar. ¿Toda Paldea es así? ¿Hay otros asentamientos cerca? —el gruñido en mi estómago me hizo el recordar el hambre que acarreaba. Se me sonrojaron un poco las orejas, y volví mi atención al pan al frente mío. Tomé un trozo, y contemplé la jarra con aceite durante unos momentos. Sin saber muy bien que hacer, decidí hundir el pedazo de pan como uno haría con una galleta en un café. Lo levanté, un fino hilo de aceite chorreando del mismo, y para evitar manchar la barra, en vez de acercar la comida hacia mi boca, hice lo opuesto. Debió haber sido una escena bastante ridícula. — Tenías razón. Esto está delicioso —dije, con una sonrisa.
Por fortuna para ti, el camino hacia el manantial no pareció ser demasiado complejo. Avanzaste sin mayores complicaciones, sin ver ninguno de esos extraños Volcarona ni mayores incidencias por el camino. Era, de hecho, algo extraño ver la escasez de pokémon, de vida más allá de las plantas que había en la zona. Solo algún que otro salvaje se localizaba en la zona. Y por eso destacó tanto aquel pokémon que estaba en claros apuros cuando llegaste al manantial. Era un pokémon, como te prometieron, grandote, redondeado, blanco y con una cesta en su espalda que cargaba con todo tipo de cosas... y parecía estar siendo atacado por un pokémon, una especie de Tauros negruzco que lo tenía acorralado. A juzgar por la posición de ambos pokémon, parecía que llevaban un buen rato de tira y afloja, y finalmente el Tauros había dado esquinazo al otro, pero estaba examinándolo atento, sin atacarle, pero impidiéndole huir. ¿Qué le pasaría? Oye, pero... una cosa. Aquel pokémon, el de la cesta, ¿no era un... Cetoddle? Bueno, sería una casualidad, probablemente. La pregunta ahora era cómo proceder. Tenías contigo a Armarouge, por supuesto, pero, ¿era prudente atacar sin más? *** Tancy rio al verte beber y comer con buen saque. Inclinó la cabeza ligeramente a un lado, mirándote con curiosidad. —Sí que traías hambre y sed. Aunque no me extraña. Te puedo poner otra cerveza si quieres, tenemos de sobra~. Luego fue escuchándote, y, con la mano acomodada bajo la mejilla, asintió a algunas de tus palabras. —Así que de tan lejos... ¿y de veras se escucha tanto sobre Valthyria en la Coalición? Aquí casi no oímos nada. De hecho, los más pequeños que han tenido la desgracia de nacer en este "nuevo mundo" ni siquiera conocen de la existencia de la Coalición, o solo les suena vagamente. Estamos tan aislados aquí dentro que una piensa que fuera las cosas deben ser mucho más libres, alegres. Mejores, supongo. No me gusta sentirme encerrada, y lo estoy. Lo estamos todos. —Te señaló con un dedo—. Ahora tú también lo estás, amigo. Después de eso mencionaste a Aleck y ella alzó una ceja con curiosidad al saber que este tenía un bar. Sin embargo, no hizo ningún comentario al respecto, atenta a tus palabras y, también, atenta a tu reacción al probar el aceite. Sonrió por lo bajo cuando piropeaste el mismo, visiblemente orgullosa. —Sí, las Provincias son así —explicó, centrada en el tema que habías sacado, que pareció despertarle interés—. Desde que Valthyria se coronó como Imperio y conquistó Paldea, los esfuerzos del Imperio se han concentrado en unos puntos clave, y ahí se han creado las principales ciudades. Mira, ¿lo que antes era Pueblo Alforno? Ahora es una metrópolis enorme: Nueva Alforno, la llamaron. Muy original. Pues así con todo... solo existen cuatro grandes ciudades, Niko. Una en cada punto cardinal. El resto es... así. Como has visto en tu "visita". Se alejó de la barra. —Yo era de Pueblo Pirotín, por ejemplo. Quedaba muy cerca de aquí, al norte. De hecho muchos de los que vivimos en esta aldea somos antiguos residentes de la zona. Pero cuando empezaron los planes de reurbanización, un año después de que Chance llegase a Paldea, aproximadamente... se moldeó el terreno y empezaron todos esos... Ferropokémon de la División de Limpieza a remodelar todo a su paso. Y digo "remodelar" por no decir "destruir". Pueblo Pirotín desapareció del mapa. Y, ¿Pueblo Ataifor, al este, tras las colinas? Ahora no es más que una gigantesca fábrica. Suspiró con pesadez, poniendo los ojos en blanco. Claramente, no estaba nada contenta con la situación actual que describía. —Ni siquiera las montañas son ya como eran, el terreno está todo... como si lo hubiese diseñado el Emperador a su antojo, como si Paldea fuese una caja de juguetes. Todo por esos pokémon robóticos. Hay más aldeas como esta, sí, pero pocas, y muy dispersas. Como digo, las grandes concentraciones de personas están en las cuatro ciudades principales: en las Provincias hay campo, alguna aldea y fábricas. Y a las aldeas solo se nos deja existir porque nos obligan a pagar como "impuestos" gran parte de nuestras cosechas. Es por eso que tenemos la posibilidad de usar pokémon para ayudarnos en la labranza y así. >> Aunque, ahora que lo pienso, quizá estoy dando por supuestas muchas cosas que alguien de la Coalición no sabe, ¿no? Imagino que tendrás muchas preguntas. Se giró entonces, revisando la comida en la cocina mientras Charcadet, sobre la barra, empezaba a suavizar solo un poco el gesto al mirarte. Al cabo de unos minutos, Tancy se asomó. —Ya está casi, Niko. ¿Quieres algo más? Mi caldo lleva más cosas además de líquido, pero si quieres comer algo más sólido, dímelo. No todos los días tiene una visitas tan interesantes como hoy~.
Avance con calma por el valle, disfrutando de la brisa y las agradables vistas propiciadas por los rayos del sol, casi hasta me olvidaba el motivo por el que estaba ahí, pero no podía simplemente no disfrutar de aquella momentánea paz y silencio, mucho silencio de hecho, casi hasta el punto de que era un tanto alarmante, no era normal no escuchar nada más allá del viento alborotando las copas de los arboles, no había casi Pokémon en las inmediaciones todo estaba muy desolado, ¿pero por qué? La pradera no parecía un sitio particularmente peligroso más allá de aquellas criaturas de metal rondando, y los únicos vestigios de actividad humana parecía ser la aldea. Quizás estaba pasando algo más de fondo. —Ya pasé los molinos así que el manantial debería estar...¡Ajá!—me interrumpí para exclamar al notar que había logrado llegar sin mayores problemas, mientras poco a poco el silencio se disipaba y era remplazado por unos cuantos alaridos producto de una contienda. No todo podía ser tan sencillo como dar un paseo. La descripción fue acertada: Pokémon grandote y regordete, blanco como la nieve y con una cesta, ¡y era un Cetoddle ni más ni menos! No cabía duda de que el mundo era un pañuelo y las casualidades eran mucosidad. Mi sorpresa y alegría rápidamente deterioró al observa la criatura que estaba impidiéndole el paso al pequeñajo, un Tauros color negro como la ceniza, con cara de poca paciencia y para nada agotado, le había dado un fuerte golpe al pequeñín pero cuando lo tenía acorralado simplemente se detuvo, ni idea del porqué, pero era un buen momento para actuar. —¡Hey, hey, amigo! Linda tarde la de hoy, ¿no? —silbé llamando la atención de la criatura, poniendo mis manos frente a el para mantener las distancias— ¿Por qué un amigable bobino cómo tú esta enfrascado con esta bolita de nieve? Sea por el motivo que sea, podríamos dejarlo pasar y seguir cada quien nuestro rumbo ¿verdad? Contenido oculto Me gustaría hacer un check de empatía sí es posible, por favor y gracias uwu Escribí carisma en lugar de empatía pero ustedes entienden (?