Nueva Alforno

Nueva Alforno

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"Por lo poco que sé de la antigua Paldea, me consta que Pueblo Alforno era, bueno... un pueblo. Una villa pequeña en mitad de la naturaleza, famosa por sus calles únicas, sus particulares azulejos y su arquitectura inigualable, mezclado con la naturaleza propia de la zona, de clima cálido y seco.

Ahora, quizá se vea hermosa, con ese verde tan grande, integrado en mitad de la ciudad. Pero ese "verde", esas plantas, crecen de forma artificial. Y todo rastro de singularidad que tenía se ha perdido. Nueva Alforno ya no es conocida por ser una ciudad con una estética única: ahora, es una meca tecnológica más... con una belleza que intenta esconder todo el miedo y el odio que se esconde bajo sus muros".

Se dará pie a comenzar a rolear en un nuevo post.​

 

Ruta Rebelde (1)
"Unos piensan que rebelarse es fútil contra alguien tan poderoso como Chance. Y, mientras esas personas se resignan, hay otros tantos que arriesgan sus vidas por ellas".
​

Graecus

No pensabas que pudiese ser tan fácil, pero allí estabas. En Paldea, en plena Valthyria, y en lo alto de varias colinas, en una ciudad que, ya desde el jet en el que viniste, percibías como... irreal. Como si fuese de un futuro que aún no había llegado. O de otro mundo.

Al principio, conforme ibas llegando y mirabas por la ventana, solo veías una región normal: tierra verde, bastante vacía, de hecho. Pero al acercarte, de repente, viste la ciudad bajo tus pies, y tu mirada quedó absorbida por la misma. ¿Cómo no quedar absorto, si apareció de la nada aquella ciudad futurista bajo tus pies? No era difícil pensar que Chance usaba algún tipo de tecnología para cubrir a Paldea y que nadie, desde fuera, viese lo que había dentro. Alguna suerte de ilusión óptica, algo así.

La cuestión era que habías llegado. Acabas de bajar del jet y tienes frente a ti un largo puente que se extiende hacia el grueso de la ciudad. El jet ha parado allí, en un pico del complejo de montañas sobre los que se construía Alforno, separado del resto. Solo una especie de helipuerto se encontraba allí, con escasa vigilancia y únicamente un par de mercaderes ambulantes con un aspecto cuestionable pululando lo que parecía ser una plataforma que servía como una suerte de "aduana". Se suponía que Valthyria era una región enemiga y hermética al exterior, y, con todo, habías entrado sin problemas.

Te prometieron que podrías hacerlo, después de todo, y fue verdad. Pero seguías sin saber cómo.

Tu trabajo en Paldea, así, no había hecho más que comenzar, y llegar fue la tarea más fácil, aparentemente. Los dos guardaespaldas que te acompañaron, trajeados de negro y con gafas de sol, te dijeron algo:

—Al otro lado del puente estará el control. Usa esta identificación, debería poder pasar sin problemas con ella.

Mostró entonces una tarjetita plateada con tu foto y tu nombre. Pone en ella, además, "agente especial" debajo del mismo... La guardas en el bolsillo, y el otro guardaespaldas te ofrece entonces una pokéball.

—El uso de pokéball está muy restringido, pero le dejarán pasar con uno. Es un pokémon autóctono de la región. Seguramente le obliguen a llevar al pokémon visible y le confisquen la pokéball, pero no debe ser mayor problema. Recuerde, por favor, no utilice al pokémon en combate si no es estrictamente necesario. Solo es por su protección.

>> El ejemplar se llama "Varoom", un tipo acero y veneno. No tendrán problemas con uno así. No podemos quedarnos aquí, señor Honda... hemos de marcharnos. En siete días volveremos a este mismo punto a recogerle, si la misión fracasa. Pero si finalmente logramos reestablecer las comunicaciones que perdió la empresa, acordaremos otra ruta de escape, pues será peligroso.

Y, con eso, ambos se perdieron volando, dejándote allí, a tu suerte y riesgo. Aunque lo habían preparado todo para ti, en teoría: tenías contigo una tarjeta, el pokémon, y una bolsa con... ¿dinero? Un momento. Palpas tu bolsillo y el dinero ha desaparecido. ¿¡Cómo!? ¿Dónde está? Habrías jurado que la tenías encima... ahora solo te quedan un puñado de monedas que habían caído en tu bolsillo de la bolsa.

El viaje empieza bien, por lo que se ve.


Pierdes 200 poké.
Ganas una "Tarjeta de agente especial".
Tienes desde ya a tu compañero Varoom.


***


Lelouch

Te habías quedado dormido entre provisiones y víveres de aquel maletero del avioncito, tratando de encontrar un sitio en el que no fueses aplastado. Solo despertaste porque notaste el descenso apresurado, y supiste que el avión estaba bajando apresuradamente. Probablemente para aterrizar.

El rebote del aterrizaje terminó de espabilarte, si no fue porque una caja casi se te cae encima. Y el "clac" que revelaba que las puertas del avión te motivó a tratar de salir de allí. De una pequeña patada, la puerta de la pequeña bodega cedió, y pudiste empujarla hasta salir. La luz repentina del sol te cegó por unos momentos, pero pudiste darte cuenta de que estabas en... algún sitio... raro. Aunque había un buen salto desde donde estabas hasta el suelo, no tuviste más remedio que saltar y rodaste brevemente por el suelo para amortiguar el golpe.

Te escondiste luego rápidamente, porque notaste que había tres tipos vestidos de forma elegante, dos de ellos los guardaespaldas, que hablaban en la parte frontal de la avioneta. Uno de ellos estaba de espaldas a ti, los otros dos estaban de frente, y le dieron algo. Te fijaste justo entonces en cómo, en cuanto los guardaespaldas se alejaron y el otro tipo parecía distraído mirando algo que tenía en sus manos, una pequeña criatura salía de su bolsillo con una bolsa abultada, y comenzaba a correr rápidamente en dirección a un largo puente.

No podía ser, ¡ese era... Gimmighoul!

En cuanto oíste de nuevo el motor del avión te decidiste a esconderte. Un tipo, un vendedor ambulante, te vio colocarte sospechosamente cerca de él, pero ni siquiera se inmutó: sus ropas andrajosas te revelaban que no era precisamente rico, que digamos. Todo cuanto puedes ver desde tu posición era a aquel tipo al que Gimmighoul le había robado, que se palpaba el bolsillo, confuso por la pérdida... y un puente enorme, por donde Gimmighoul se fue corriendo, que llevaba a algún sitio. Te acabas de fijar ahora en que estás en una especie de plataforma en lo alto de montañas, y al otro lado se extiende una vasta ciudad tremendamente futurista en aspecto, con un árbol verde y enorme a lo lejos, aparentemente en medio de las calles.

Y ahí estás, otra vez, sin nada encima, ni un mísero poké... y sin Gimmighoul. Aunque el muy pillo sí que había viajado en el mismo avión que tú... y él sí que parecía haberse agenciado alguna mercancía. El problema ahora era pillarlo, claro.


No tienes a Gimmighoul contigo actualmente.

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Y con esto comienza oficialmente una parte de la ruta Rebelde. Desde este punto estáis totalmente libres y ya sabéis, podéis interactuar con vuestro entorno como queráis y cuanto queráis... y solo depende de qué decidáis hacer os podré pedir un check o no, o iré roleando qué va sucediendo. Eso sí, si queréis hacer algo específicamente para lo que buscáis mi respuesta (ejemplo, probáis a interactuar con algún npc, o a abrir alguna puerta; son cosas para lo que sí o sí tengo que intervenir, sea con check o sin ellos), estaría bien que me lo marquéis en negrita para que pueda visualizarlo más rápidamente.

Reflejaré ahora mismo los cambios en el inventario de Drake.

 

Drake Honda

Y entonces la misión había empezado. No podía evitar sentir los nervios crecer en mi Interior.

Bajé la mirada hacia la pokeball que había obtenido, y luego de dudarlo un momento liberé al Pokémon que se encontraba adentro.

"Tipo Acero" habían dicho, lo que me había transportado a una época en dónde aquello era lo más importante para mí.

Un cúmulo de recuerdos se arremolinaron en mi mente: entrenando en Udan, teniendo batallas en los edificios de la Sede, comprando comidas caras para mejorar los atributos de mi equipo.

Parecían cosas que le habían ocurrido a otro Drake. Cómo si mi vida hubiera empezado el día en que Moura me ofreció un puesto en su empresa a cambio de mi ayuda.

No estaba seguro de que era lo que había esperado cuando baje la mirada. Esperaba ver algo que me recordara a Emperador -o, por lo menos, cuando era un Piplup- pero Varoom parecía algo de otro mundo. Un motor con rocas circulares adheridas a su cuerpo, y unos grandes ojos amarillos. Varoom ronroneó al hacer contacto visual, lo que sonó indudablemente a una aceleración.

Me agaché e intenté tocar en cilindro que sobresalía de su cabeza, pero Varoom se apartó con desconfianza. Era una respuesta normal, después de todo era la primera vez que me veía. Yo ni siquiera era quien lo había capturado para empezar.

—Tranquilo.

Acerqué mi mano hacia él nuevamente, pero está vez con la palma abierta y hacia arriba.

Esto era como en Udan, ¿no? Aunque habían pasado años desde la última vez, sentía el parecido como un deja-vú. Ojalá tuviera algo de comida...

Varoom olisqueó mi mano un rato, curioso. Luego de unos segundos sentí que quizás ya no reaccionaria tan bruscamente, y acaricié su cabeza justo en medio de sus ojos.

—Varoom, ¿eh? Yo soy Drake. Somos un equipo ahora.

Varoom giró la cabeza, y luego simplemente comenzó a corretear a mi alrededor. Su cuerpo emitía una vibración permanente, y de vez en cuando sonaba un chillido al aumentar la velocidad. Sin duda no era un Pokémon silencioso.

—Si me van a obligar a tenerte afuera, entonces no hay mucho sentido en guardarte adentro de la pokeball de todas formas—razoné. Aún así lo prefería así, me hacía recordar los buenos tiempos en Udan donde mi equipo caminaba conmigo a todos lados.

El puente frente a nosotros nos llevaría a la ciudad. Era lógico que fuera nuestro destino inmediato.

—Vamos, Varoom—pedí, aún con los nervios a flor de piel. —Espero que no pidan un peaje, porque he perdido mi dinero.

Varoom asintió y comenzó a acelerar, siguiéndome los pasos y cruzando conmigo el puente. Después de darle otra mirada a la identificación que me habían dado, fruncí el ceño.

>>¿Y que rayos se supone que hace un agente especial, de todos modos? ¿Se supone que tengo que saberlo?

Suspiré. No tardé en imaginar que podría responder Miria a eso.

"Bueno, si te preguntan, siempre puedes decir que es ultrasecreto".

No tardé en esbozar una sonrisa.

 

El camino por aquel largo puente se te hizo, quizá, más largo de lo normal. Podía ser por los nervios y la tensión de estar en plena Valthyria, de estar infiltrado, de no tener ni idea de cómo funcionaban las cosas por allí... de nada. Ibas un poco a la aventura, era cierto, pero lo más probable es que ni siquiera Moura supiese del todo qué transcurría en aquella región. Solo estando desde dentro podía alguien saber lo que Chance tramaba entre sus dominios. Quizá esa era otra ventaja de haber podido entrar a Paldea: ahora sabrías cosas de la región y de Valthyria entera que otros no. Incluso si tu misión no salía bien podrías volver con algo.

Aunque ojalá saliese bien.

Te fijaste al pasar por el largo puente, que era más bien una "pasarela", de colores blancuzcos y construido de un metal extraño, en que bajo tus pies había poco más que acantilados y mar. La ciudad se extendía delante de ti... y a tu izquierda y derecha, a lo lejos, podías ver otras plataformas externas con otros puentes, como si hubiese múltiples plataformas anexadas, quién sabe si todas como punto de entrada aéreo o con otras funciones.

En ese momento, cuando caminabas tranquilamente por el largo puente, viste algo a lo lejos, que volaba. Algo que se acercaba más, y más. Al principio pensaste que era un Volcarona: tenía exactamente su forma, su estructura corporal, todo. Sin embargo, cuando estuvo más cerca se detuvo frente a ti, y lo viste bien. Era... era algo diferente. Similar a Volcarona, pero robótico. Extraño.

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Se detuvo frente a ti, por unos instantes. Flotando inanimado. Luego, una luz surgió de sus ojos, una especie de escáner, que pasó de cabeza a pies, tanto por ti como por Varoom. Al terminar... se fue volando, entre puente y puente. No dijo nada, no hizo nada más.

Pero te dio un importante susto. Quizá pensaste que nada más llegar... ya iban a detenerte, o algo así. ¿Qué querría aquella cosa?

 

Ian Lockhart

No supe en qué momento me dormí, pero desperté con los movimientos bruscos del avión, que me sacudieron bastante. Era hora ya de salir; no sabía a qué parte de la Coalición nos habíamos dirigido, pero el mejor escenario posible era si podía agenciarme algo de algún sitio cercano, y de alguna manera volver al mismo sitio en el avión. Lo más sensato era quedarme allí hasta que despegásemos de nuevo, pero no podía quedarme en el maletero, porque seguramente alguien vendría pronto a revisarlo.

O al menos eso fue lo que pensé, pero en su lugar sólo escuché los pasos de la gente bajando del avión. Levanté la tapa ligeramente, y tras comprobar que parecía que no había nadie cerc, bajé del sitio. Solo echaría un vistazo a los alrededores, y volvería, sí. Bajé y pude ver a tres personas reunidas un poco más adelante, reconociendo a los guardaespaldas, por lo que la tercera persona debía ser a quien estuvieron esperando todo el tiempo. Pero eso no fue lo que llamó mi atención de verdad, sino la pequeña criatura que hizo acto de presencia cuando el grupo de hombres se separó, huyendo con lo que parecía ser un pequeño botín.

—¡G-Gimmighoul, cabrón, así que ahí estabas...! —los motores del avión comenzaron a sonar, y tuve que tomar una decisión en unos pocos segundos: Escabullirme de vuelta al avión de alguna manera, o ir detrás de Gimmighoul. Estaba en un sitio completamente desconocido, que no me sonaba de nada, pero el cabrón de Gimmighoul también estaba aquí, y se había agenciado un buen botín, si había robado a alguien del corporativo Honda. Si conseguía atraparlo de nuevo, tendría dinero; además, el enano seguía siendo un compañero útil, si podía evitarlo, era mejor no perderlo. Aunque no quisiese admitirlo, también me había encariñado con el bastardo.

El problema es que conocía al bicho, e iba a ser difícil dar con él hasta que no se revelase él mismo, y no tenía ninguna de mis herramientas a mano. Me di un par de golpecitos rápidos con el índice en la cabeza, tratando de pensar en qué hacer. El vendedor ambulante que me había visto esconderme seguía allí; un acercamiento frontal casi seguro que no funcionaría, basándome en cómo había pasado de mi presencia inicialmente. La única forma de ganarme su interés sería, naturalmente, con dinero, u ofreciéndole algún trato. Y no disponía de recursos ni de tiempo para ello.

Tendría que tomar un acercamiento más indirecto. Lo primero era, evidentemente, observar qué mercancías tenía, y ver si había algo de valor que pudiese serme útil. Lo segundo, por supuesto, sería tomarlo sin que lo notase. Aproveché que tenía puesto aquel traje medio decente que me había conseguido, y me acerqué un poco más a él con fingida indiferencia, pasándole ligeramente de largo para colocarme en algún costado o detrás de su puesto, como si no me interesara.

"Veamos con qué podemos trabajar" pensé.

 

Tu mirada se deslizó sagazmente por la zona, escrutando las opciones que había entre aquel par de puestos ambulantes. De por sí se hacía bastante raro que hubiese gente vendiendo allí; no lucía como un lugar donde pasase frecuentemente mucha gente.

Luego empezaste a fijarte en pequeños detalles de las cosas que vendían allí. Eran recuerdos, tales como imanes para frigoríficos o esos típicos pisapapeles con una bolita de cristal y un paisaje dentro, representando a la ciudad. Además de alguna camiseta o bolsas con estampados que decían "Yo ❤ Alforno". Vaya, aquello no era muy distinto a tiendas de turistas típicas de cualquier otra región... pero aquí las vendían en la calle y gente con unas condiciones bastante lamentables.

Se daba a entender, eso sí, que en aquel punto, aquella plataforma, venían por aire gente de otras ciudades, ¿quizá incluso de otras regiones de Valthyria? No sabías exactamente cómo funcionaban sus comunicaciones internas, por lo que sabías no debía ser un régimen particularmente abierto, pero quién sabía; Chance era un empresario y esa gente solía ser propensa a dar ciertas licencias a la gente con dinero, igual permitía a grandes autoridades o empresarios más libertades que a otros. O igual estabas confundido sobre cómo eran las cosas dentro de Valthyria, claro.

Sea como fuere, tu vista captó algo por unos momentos. Y es que el tipo del puesto de al lado, el que estaba más alejado a ti, que ahora te miraba con algo más de atención, al notar cierto interés en sus productos, tenía la mano en el bolsillo. Apreciaste asomarse lo que parecía ser una pequeña bolsita de plástico, llena de... ¿tarjetas? Parecían tarjetas, sí. Trataba de esconderlas, casi como si protegiese instintivamente estas, buscando ocultarlas. Y venían embaladas de forma que tú conocías bien, sí. Las típicas bolsitas donde uno llevaba falsificaciones y otros productos de escasa legalidad cuando quería transportarlas de forma cómoda y discreta.

—¿Se le ofrece algo, señor?~ Tenemos los mejores recuerdos para su visita. Aunque creo que no está aquí por turismo, ¿me equivoco?

Te había hablado el del puesto más cercano, captando tu atención. El tono adulador, el gesto levemente inclinado hacia delante, las manos frotándose frente a él en gesto de ligera pleitesía... eran técnicas típicas de estafadores, sin duda. Al menos eso podías reconocerlo.

 

Aquel extraño Volcarona se había estado acercando demasiado desde hacía rato. Esperaba encontrarme con que cargaba a alguien en su lomo, o que quizás solo fuera un Pokémon salvaje del lugar.

En vez de eso, en cuanto se plantó frente a nosotros pude observar que no era lo que parecía. Más que un Volcarona era una versión robótica. Se detuvo en cuanto nos tuvo al frente y luego, sin un aviso, pareció escanearnos con una luz láser.

Dí un respingo. ¿Y si nos estaban esperando? ¿Y si aquella cosa era un robot de Chance alertando del peligro...?

Por un segundo me ví tentado a ordenarle atacar a Varoom. Pero los ayudantes de Moura me habían dicho que debía evitar iniciar enfrentamientos. Mi Pokémon era mi acompañante solo como protección.

Aquel robot extraño procedió a irse, tal como había llegado. Me quedé un momento estático, sin saber que hacer.

¿Era posible que el plan fuera un fracaso desde el principio? Debía recordar de que aún cuando Moura parecía tener cautela de que no se filtrara la información, aún había huecos en su organización. Los problemas causados por Benedict Fanshawe hace unos meses apenas acababan de cerrarse, y se había estado observando en silencio buscando consecuencias de que el otro bando hubiera descubierto algo. Quizás no fuera que no lo hubieran hecho, sino que simplemente habían decidido a esperar a un momento para contraatacar.

Si se había filtrado información, estábamos perdidos. Tanto si yo estaba aquí ahora mismo como si no.

—No queda más que continuar—exclamé, más para convencerme a mi mismo que otra cosa.

Las cartas ya estaban sobre la mesa. No quedaba nada más que hacer...salvo mi parte.

Y así, lleno de dudas, avanzamos hasta el final del puente.

 

Los pasos de que diste por el puente, o la pasarela, fueron cautelosos, no solo por estar en un sitio enormemente elevado, sino porque acababas de tener un encuentro con algo que no entendías del todo, un... robot extraño que le detuvo en seco y que creyó que planeaba detenerte, o peor, fulminarte en el acto. Nada pasó, cierto, pero el recelo se había apoderado de ti.

Con todo, esta vez sí lograste llegar hasta el final del puente, y observaste al final de este una especie de "cúpula" de cristal. Una puerta automática se abrió, y viste allí a bastantes más personas. La mayoría se veían trajeadas, sentándose en sillas que decoraban la zona. La cúpula, en fin, tenía una especie de "recepción" al otro lado, y solo tras ella se veía ya el bullicio de la ciudad. Aquello parecía una especie de control fronterizo.

Tras la "recepción" había dos hombres vestidos con extraños uniformes, blancos con motivos dorados y el escudo de Valthyria, el engranaje de color morado, bien visible como broche sobre la chaqueta igualmente blanquecina. Les acompañaban, a ambos hombres, un mismo pokémon, uno a cada lado, estáticos como estatuas: pokémon muy similares a un Duraludon, pero más grandes e imponentes.

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Allí parados, como dos torres, una a cada lado, ejercían un clarísimo efecto disuasorio: nadie en su sano juicio se atrevería a cruzar al otro lado ilegalmente, si no quería que esos pokémon le enseñasen amablemente por qué no debía hacerse.

En fin, uno a uno, los tipos que no se sentaban para utilizar sus teléfonos o que no estaban ocupados con algún otro aparato digital se encontraban en una cola, esperando a ser atendidos. No era difícil averiguar que tendrías que pasar por aquel control, poniéndote a la cola... el tema era estar seguro de qué dirías en caso de que te interrogasen. Eso era importante. Tenías, al menos, tiempo, y allí había gente. No había tanta prisa por entrar sin tener idea de qué tipo de controles hacían, ¿no?

 

No podía negar que mi ánimo decayó a mis pies al ver lo que me esperaba adelante. No estaba seguro de que había esperado al saber que había un control del otro lado del puente, pero seguro era algo más parecido a un vigilante aburrido detrás de un pequeño escritorio que no haría muchas preguntas. Parecía que estaba completamente equivocado.

Le di un vistazo alrededor mientras entraba lentamente a la cúpula. Había una cola para pasar a la ciudad, donde primero tendría que pasar por el control y responder a lo que me preguntaran. Por otro lado, bastante gente se encontraba sentada alrededor, ajenos en sus cosas. Lo único que tenía claro era que probablemente en aquella zona había cámaras, y a los de vigilancia les parecería extraño ver a alguien detenerse en seco a meditar sus opciones para infiltrarse en la ciudad.

Así que seguí caminando. Por unos segundos intenté idear un plan en donde me sentaría cerca del control y con algo de suerte podría escuchar lo que le preguntaban a los que intentaban pasar, pero descarté la idea casi de inmediato. Habían dos problemas. No solo no me servía de nada enterarme de las preguntas si no sabía que iba a decir, sino que directamente con Varoom a mi lado no iba a poder enterarme de nada ni por más que aguzara el oído.

El cuerpo de Varoom emitía una vibración constante, como un automóvil que se deja encendido para que se vaya calentando antes de comenzar a moverse. Si me sentaba a escuchar, iba a necesitar que los que estaban en el control gritaran para enterarme de las cosas. Lo que fuera que hiciera, tendría que hacerlo de pie.

Lo que fuera que hiciera...

Ya lo sabía, en realidad, pero era algo que me costaría demasiado hacer. No podía simplemente quedarme mirando hacia el control mientras intentaba acercarme disimuladamente e intentar escuchar. Tampoco podía sentarme entre la gente y escuchar a mi alrededor, porque tenía a un motor a mi costado al que no podría guardar en la pokeball sin que eso causara que me llamaran la atención y me obligaran a tenerlo visible nuevamente. Eso parecía dejarme una sola salida, la que más odiaba.

Alcé una mano hacia mi muñeca izquierda, y con un dedo apenas descubrí el reloj lo suficiente para ver qué hora era. Cinco minutos, me permitiría cinco minutos de valor.

Me dirigí cerca de la zona del control, a varios metros de dónde la gente hacia fila para pasar. Me acerqué a uno de los transeúntes que se encontraban por la zona, alguien que se había detenido a revisar su teléfono. Toqué su hombro, lo que obligó a la persona a voltearse.

Cinco minutos.

—Disculpe la interrupción—modulé, asintiendo secamente. Le eche mano a mi identificación y se la enseñé a la persona, aunque procurando tapar mi apellido con el índice.—Mi nombre es Drake Orestes, soy agente especial. Me gustaría hacerle unas preguntas.

Podía pedir su identificación o preguntar a donde se dirigía, con lo que obtendría cualquier tipo de información que podría o no servirme de algo. Pero lo que me interesaba era que, a pocos metros y perfectamente visible desde donde estaba, podría ver por lo menos en que consistía el control que hacían a las personas que intentaban ingresar. Rayos, a esta distancia probablemente incluso podría escuchar algo.

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Si soy sincero no se que estoy haciendo, pero intenté preveer los problemas de los planes que fueron surgiendo (? Drake y yo estamos juntos en la ida de olla xDDD

Conozco las limitaciones de mi personaje, estoy seguro de que las plasmé bastante bien en los stats que le di. Pero estoy seguro también de que cualquier otro plan también tiene sus problemas, y si Drake va a tener que actuar activamente para obtener la información que necesita, es mejor que lo haga desde el comienzo.

PIDEME ESE DADO DE CARISMA, YA TE VEO VENIR. ¡¿A ESTO LLAMAS TORMENTA?!

 

Tu reloj marca las 20:47.

El tipo estaba distraído con una especie de tablet portátil cuando le hablaste. Alzó la cabeza, al principio sin mucho interés, y te escrutó de arriba abajo. No fue hasta que le enseñaste tu identificación que mostró especial interés al respecto, y empezó a tomarte un poco más... en serio. De hecho, al ver que tu foto en el documento y observar que coincidía con tu cara, le viste tragar saliva, algo tenso. Repentinamente, se comportó de forma aduladora.

—V-Vaya. No había más que verle, señor, se percibe en su porte que efectivamente es un agente especial... y-y dígame, ¿qué quería preguntarme? Yo solo soy un mero hombre de negocios que ha venido desde las frías tierras de Niveópolis a gestionar asuntos relativos a mi empresa. Soy representante de una prestigiosa empresa de reurbanización de la zona, pero en fin, no quiero aburrirle, en serio... ¿q-qué quería de mí, exactamente? Soy todo oídos.

Vaya. Parecía haberte tomado en serio. Y mostraba una sumisión preocupante. Pero al inicio se sorprendió bastante al ver tu identificación. Tuvo que... escrutarte primero, como si no se fiase del todo. Algo en tu porte o tu manera de hablar le convenció, eso sí. Quizá podrías aprovecharlo.

Una pena que con tanto alboroto no pudieses enterarte de gran cosa. Las personas allí tenían conversaciones entre ellos, por teléfono, y creaban mucho ruido ambiental en general, demasiado.

Lo máximo que alcanzaste a ver es que uno de los guardias que estaban tras la recepción, de uniforme blanco, analizaba documentación de un tipo y luego le hacía algunas preguntas. Pasaron un par de minutos hablando hasta que, finalmente, le dejó entrar.

Pero no alcanzaste a oír qué le preguntaba.

 

Me sorprendió lo fácil que la otra persona accedió a colaborar. Había sospechado un poco al principio, pero había terminado creyendome con solo ver mi identificación.

Habían personas que le tenían mucha fé a los documentos. Quizás por eso después de tantos años seguían existiendo falsificaciones.

Pero, ¿que podía preguntar? Ya sin decirle nada me había soltado información sobre una zona de Paldea -Que por la descripción debía de ser muy parecido en clima a Ciudad Jadi en Udan- y me había dicho ser representante de una empresa importante.

Fuera como fuera, necesitaba más información. Las ideas empezaban a arremolinarse en mi mente.

—No se preocupe, necesito ver su identificación. ¿Cuál es su nombre? ¿Puede hablarme más sobre la empresa en la que trabaja y cuál es su cargo exactamente?

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Tengo una idea :D

 

Cuando examiné de cerca el puesto, no encontré nada que me llamara especialmente la atención, pero agucé los ojos para captar cualquier detalle de allí y de los alrededores en general. Diferentes mercancías turísticas y baratijas, varias playeras sobre el sitio, Alforno, se llamaba. Jamás había escuchado del sitio antes, lo que hizo sonar un par de alarmas. Acostumbrado a pegar oreja por las calles y conversaciones ajenas, había llegado a escuchar de pasada el nombre de muchos sitios, y una descripción general de algunos. Quizá no conocía todos los lugares de la Coalición, pero, ¿una ciudad así de grande, a la que el corporativo Honda mandaba gente a hacer negocios? Era raro que no me sonase.

El pokémon que el sujeto al que gimmighoul le robó también fue uno que no reconocí, pero no era tan raro, considerando que tampoco tenía idea de dónde había salido el enano. No fue mucho tiempo después cuando aprendí que el bribón era originario de Paldea, y a saber cómo había llegado hasta Sinnoh.

Paldea. No, no, no podía ser. Pero... explicaría demasiadas cosas. El nombre extraño, el pokémon desconocido, el secretismo, e incluso la marcada diferencia entre la ciudad y la aparente pobreza de la zona exterior, típica de una colonia. Estaba en Paldea. Estaba... en Valthyria. El imperio en el que el bastardo de Chance había convertido a Galeia y el resto de regiones que había subyugado.

Me hirvió la cabeza un instante, e inmediatamente bajó al cero absoluto. Nunca pensado en volver a Galeia desde incidente. Había perdido las ganas de luchar, y también las de vivir; solo me había mantenido sobreviviendo por el sacrificio que habían tenido que hacer todos, y que sería un insulto a sus últimos momentos que acabase con mi vida, incluso si lo hubiese deseado en muchas ocasiones. Vivía como podía, sin ningún objetivo final.

Y ahora estaba en Valthyria, de nuevo en las manos de Chance. Pero significaba que volvía a tener una opotunidad... por ínfima que fuera. Ya no era tan iluso como hace 15 años, ni tampoco tenía ni una centésima parte de los recursos que tenía en ese momento. No tenía nada. Si me lanzaba de frente, me matarían en un instante sin hacerle ni un solo rasguño. Pero esta vez tenía al tiempo de mi lado, tenía todo el tiempo de mundo. En aquel momento, cuando Chance estaba ascendiendo al poder, creí que era ahora o nunca. Me precipité... y maté a todos mis amigos por ese terrible error. Pero ahora lo sabía bien: Chance llevaba 15 años en el poder, completamente establecido, fortificado, y con una cantidad infinita e ilimiatada de recursos. Por lo que sabía, se había convertido prácticamente en un dios. Y los dioses no prestan atención a las hormigas.

Hice una mueca, a la que difícilmente se le podía encontrar parecido con una sonrisa.

Si tenía que tomar años, así sería. No había prisa, no tenía nada que perder, ni nada qué salvar. Todo lo que tuve alguna vez ya me lo había arrebatado hace una década, y ahora solo me quedaba este inmundo cuerpo y esta retorcida cabeza que se había estado pudriendo en la inmundicia. Pero era todo lo que necesitaba de momento. Iba a escarbar un agujero en los cimientos de esta sociedad a la que Chance llamaba Valthyria, y derrumbarla desde allí. Sin importar cuánto tomara.

El primer paso era conseguir entrar a la ciudad. Normalmente me habría quedado en las afueras, lo más alejado de su influencia, recolectando información, pero me daba toda la impresión de que este era un sitio más que nada de paso, nada establecido aquí. Además Gimmighoul se había escapado en dirección a la ciudad; podía dejarlo, pero tenerlo de compañero era inmensamente útil, y el dinero que le habrá robado al chico de antes era necesario también. No tenía poder de negociación ahora mismo, más allá de mis palabras y este traje que ahora más que nunca me alegraba de llevar encima.

Escaneé el sitio nuevamente con más atención, y noté que el del puesto de al lado me miraba con cierto interés, como respuesta a la atención que puse en sus productos. Pero eso no era lo importante, sino lo que parecía esconder en su bolsillo; una bolsita de plástico con lo que parecían ser tarjetas dentro.

Los puntos se conectaron rápidamente; lo que le dieron al hombre sus guardaespaldas en aquel momento, y lo que el mercader ambulante tenía ahora. Identificaciones para entrar a Valthyria, sólo que estas últimas no eran más que falsificaciones. Pero me servía.

El primer vendedor me habló entonces, aquel que me había visto esconderme al principio. Je, se le notaban claramente sus intenciones. Había estado alerta de mí todo el tiempo, y tenía confianza. No era una buena presa ahora mismo.

—Ah, lo siento —le respondí con aquella cordialidad fingida que tenía tan bien practicada—, no me interesa nada ahora mismo, gracias. Pero adivinó que no estoy de turismo ahora. Pasa que meterse en mis negocios probablemente no le vendría bien a alguien que no tiene licencia de comercio~

Me moví en dirección al otro vendedor, el que de verdad me interesaba. Cuidaba demasiado bien de su bolsa, por lo que iba a ser imposible quitárselas sin que se diese cuenta. Pero también significaba que tenía miedo. Por el avión, mi traje y mi comportamiento, podía hacerme una idea de lo que podía llegar a pensar de mí. Y podía sacar provecho de ello.

—Buenas tardes, buen hombre, no he podido evitar poner un ojo en su bella mercancía, me ha llamado mucho la atención. Pero sobre todo, lo que más captó mi ojo —cambié mi tono de voz adulador a uno completamente gélido— fue la cantidad de productos ilegales que tiene en su bolsillo —Apoyé mi mano con fuerza en la mesa de su puesto y me planté firme, mirándole directamente—. Creo que sabe perfectamente las consecuencias de traficar con licencias e identificaciones falsificadas, ¿no? No creo que al régimen le haga mucha risa, la verdad. Y a mí tampoco.

Tenía que aprovechar ese nerviosismo que había visto en sus ojos, e inyectarle todo el miedo posible. Y entonces...

—Pero... un amigo lleva queriendo visitar la ciudad mucho tiempo y no ha conseguido hacerlo. Quizá alguna de esas identificaciones pueda ayudarlo con ello. O quizá —bajé ligeramente la mirada para clavarla directamente en sus ojos— ¿tendré que reportarte a ti y a tu familia por tráfico de falsificaciones?

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En resumen, intento extorsionar al tipo de las tarjetas (?)

 

El tipo tragó saliva con cierto alivio, y te miró con los ojillos bien abiertos, atento a cada uno de tus movimientos. Las preguntas le hicieron asentir repetidamente, y extrajo entonces con cierto nerviosismo una tarjeta del bolsillo de su traje.

—M-Mire, esta es mi tarjeta, aquí la tiene. Mi nombre, como podrá ver ahí, es Arlo Rivers. Y mire, ¿ve? Aquí aparece mi oficio, "agente comercial". Represento a Construcciones Baxcalibur, S.A., imagino que conocerá la empresa, es la mayor reurbanizadora de toda la zona residencial de la provincia norte, y parte de la este y oeste. Planeábamos ampliar nuestra actividad a la provincia sur, posiblemente creando una nueva sucursal en Nueva Alforno para tal efecto, y... b-bueno, soy uno de los negociadores de la empresa que viene aquí a hablar con la Delegación de la ciudad para ver si recibimos las pertinentes licencias y podemos cerrar un acuerdo, señor.

Extendió la mano entonces, expectante por recibir de vuelta su identificación. Te fijaste, ahora que la tenías en la mano, de que era igual que la tuya: salía su foto, su cargo como "agente comercial" y algunos datos relevantes más, como un número concreto de múltiples dígitos, su fecha de nacimiento (¿¡cuarenta y siete años tiene!? Parecía más joven), ese tipo de detalles. La única diferencia sustancial con tu propia tarjeta, y dicha diferencia era muy notoria, es que la suya... era una tarjeta de color bronce, no plateada.

—¿Algo más para lo que pueda ayudarle, señor? —dijo, de nuevo con la mano extendida para recuperar su tarjeta, expectante y ansioso por acabar la conversación cuanto antes—. Como ve, v-vengo por motivos serios y de negocios, tal y como le digo...

***

El hombre te miró de arriba abajo, sin responder a tu "amenaza" al inicio. Y, terminó de analizarte con detalle, hizo un aspavientos desinteresado con su mano y bufó.

—Prueba con ese farol en otro lugar, amigo. He, he, he... ¿reportar a mi familia y a mí? Adelante, adelante, díselo a los Ferropaladines si quieres, que yo les diré que eres un mentiroso sin identificación que intenta colarse en la preciosa Alforno... a ver a quién creen. Al que tiene, o al que no tiene identificación. He, he...

Te volvió a mirar, luego con un gesto algo más relajado, pero igualmente confiado. Como si tuviese pleno control de la situación, al haber percibido cierto nerviosismo en tu tono de voz, o algo que, desde luego, activó sus alarmas. El tipo parecía tener más experiencia como estafador que tú, desde luego.

—Pero me gusta tu capacidad de observación. Has captado al vuelo que mi mercancía es meramente decorativa, ¿eh? ¿Qué te interesa, acaso? ¿Una identificación falsa para un "amigo", quizá?

Reflexionó, meditativo, mirándote con un gesto que no te gustaba nada. Era una expresión que conocías bien. Esa expresión que decía "de acuerdo, creo que este tipo está desesperado, así que podré sacar mejor tajada de él".

—Quizá pueda hacer negocios contigo. Tengo alguna identificación para ti, puede ser. Dime qué me ofreces, a ver si podemos llegar a un acuerdo. Sin amenazas, como cliente y vendedor civilizados y profesionales, ¿no te parece buena idea?

 

Me concentré en absorber la información como una esponja. Ahora tenía el nombre de la empresa, el nombre de aquel hombre y una especificación más detallada de cual era su empleo.

Su documento también era diferente. A diferencia del mío, que era plateado, el suyo era de color bronce. Eso en principio debería de ponerme en una mejor posición que aquel hombre, ¿verdad? No debería tener mucho problema para pasar...salvo la falta de un contexto.

"Tengo información. ¿Que puedo hacer con ella?"

Me imaginé a Moura Honda en su escritorio, esperando una respuesta. Necesitas un contexto sobre el motivo por el que estás aquí, y la única información que posees es la de un completo desconocido. ¿Que procede?

Empecé a pensar en una repuesta, mientras fingía revisar a fondo su tarjeta.

Si solo tengo información de un tercero...

—Me temo que si hay un problema—le expliqué al final, devolviéndole su tarjeta.— Tengo información de que alguien más ha pasado ya a la ciudad con esta identidad. Si usted es el verdadero Arlo -y puedo ver por la foto que efectivamente es asi- significa que él que pasó antes era un impostor.

>>Necesito que tome asiento en la primera fila mientras resuelvo esto con los guardias. En cuanto vea que he pasado al otro lado, necesito que se levante y haga la fila para pasar inmediatamente. Que no parezca que usted sabe algo, lo mejor será que haga como si yo no le he dicho nada.

>>Si por el contrario ve que hay algún problema, le sugiero que salga por la otra puerta disimuladamente y vuelva cuando hayan rotado los guardias. Esto no es su culpa en ninguna forma, pero puede salir afectado de igual manera. De momento, déjelo en mis manos.

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Si no hay un problema o algo acá, digamos que Drake dicho esto se fue a hacer la fila para ir a control. Dejo en claro que esto no es lo mismo que le va a decir a los guardias, por si se adelanta la situación hasta ese punto xD

 

Arlo no daba crédito. Conforme más hablabas, más se iba arrugando su expresión, completamente horrorizado por toda aquella historia que estaba más que condicionado a creerse por completo.

—¿C-Cómo es posible? —preguntó en alto, más de forma retórica que otra cosa—. ¿Quién querría hacerse pasar por mí? ¿Qué buscaría con tal cosa...?

Luego explicaste el plan de acción, y Arlo se limitó a asentir de forma breve y repetitiva. Te observó entonces, atento, colocarte en la fila. Y empezaste a avanzar, muy poco a poco. Pronto, solo quedaban un par de personas delante de ti. Se dejaba una distancia prudencial entre el que estaba siendo atendido y el siguiente en la fila, marcados los espacios por una barra luminosa en el suelo... pero quizá podías intentar oír qué preguntaban al que iba antes que tú cuando llegase el tiempo. Sí, tenías un plan, pero quizá no estaba de más, ¿no?

Agh, pero era difícil escuchar... o hablaban bajito, o te empezaba a hacer falta una revisión de oídos, porque te costó mucho enterarte de lo que hablaban. Lo máximo que llegaste a recopilar fueron palabras sueltas.

"Identificación", "visita", "rango", "autorización", "reporte".

Finalmente, sin embargo, te llegó tu turno. Te acercaste al guardia, quien, con un aparato similar a un ordenador acoplado a la recepción frente a sí, extendió la mano sin siquiera mirarte para tomar tu tarjeta, y dijo:

—Identificación, por favor. ¿Motivo de la visita?

 

"¿Autorización? ¿Reporte?"

El equipo de Moura me había jurado que me dejarían pasar con el documento. Si me había buscado una excusa había sido por simple precaución y sentido común, pero si me faltaban datos era completamente culpa de él.

"Si salgo de esta, voy a quemar su oficina"

Por fin la persona delante de mi pasó el control, y era mi turno. Aún sin mirarme siquiera procedieron a pedir mi documento, y no tardé en entregarles la tarjeta. Y como había llegado a sospechar, me preguntaron por el motivo de la visita.

Si la única información que tengo es la de un tercero, solo queda usar la información del tercero.

—Soy un agente especial. La empresa Construcciones Baxcalibur me ha contratado en secreto para vigilar a uno de sus agentes comerciales, Arlo Rivers, quien sufre de problemas de ira. Es el sujeto con gafas en primera fila.

Señalé brevemente a Arlo, quien seguramente no perdió de vista el detalle y, si seguía mis indicaciones, fingiría no haberse dado cuenta de haber sido señalado.

—Arlo ha venido desde Niveópolis ha intentar cerrar un negocio que le permitiría a la empresa abrir una sucursal en Nueva Alforno. Ya ha tenido problemas previamente por no saber controlar su furia en nimiedades, y si arruina esto la empresa perdería una oportunidad como ninguna, así que me han contratado. Tengo que estar cerca de él y vigilarlo, pero se me ha pedido expresamente que no le revele mi identidad hasta que no sea estrictamente necesario. Arlo suele negar absolutamente su condición y tenerme a su lado solo lo haría más propenso a un ataque, así que he decidido entrar primero a la ciudad y esperarlo del otro lado, no vaya a ser que se me escape. Si tiene un acceso de ira, estoy entrenado para controlarlo y evitar que pase a mayores.

Sacudí la cabeza entonces, fingiendo estar exasperado. —En resumen soy algo así como su niñera, al menos hasta que termine su trabajo aquí y podamos volver a Niveópolis. Por lo menos la paga es buena.

Revisé la hora, y no tuve ningún cuidado en ocultar el reloj esta vez.

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Como dato extra, este trabajo si existe y es común con empresarios asiáticos con problemas de conducta xDD

Cómo Drake es de Sinnoh y sabiendo en dónde está basada Sinnoh, es normal que Drake haya oído hablar de esto en los 14 años que tiene trabajando rodeado de empresarios JAJAJA

NO ME PIDAS DADO DE CARISMA, TENGO MUCHO MIEDO

 

Ah, me había calado, eh. Creí que tenía la ventaja, pero lo había leído mal, y ahora era yo el que estaba en una posición desfavorable. Aun así, de momento no había habido consecuencias reales del intento de extorsión, más allá de que tendría que negociar con una mala mano.

—Je, de acuerdo, hablemos, entonces, como gente civilizada. Pero no voy a caer en un truco barato, ¿Que si cuanto ofrezco? Creo que el que debería empezar por dar un precio eres tú, ¿no crees? Las subastas no van conmigo.

Tamborileé con los dedos un par de veces sobre la mesa, mientras miraba en todas direcciones, tratando de encontrar algo más que pudiese usar. Alguien con más falsificaciones, turistas con el dinero a la vista, productos para robar, lo que fuera. Estaba claro que necesitaba recursos. Si no, tendría que salir en búsqueda de Gimmighoul en cuanto escuchase el precio y rezar porque tuviera suficiente dinero en aquella bolsa que había robado.

 

El tipo alzó la mirada de su pantalla solo para mirar la tarjeta mientras hablabas. Parece ser que la pasó por alguna especie de escáner, y luego te miró solo por unos segundos hasta que terminaste de hablar. Se fijó de nuevo en su pantalla, luego en ti.

Y te miró con cierto recelo. No parecía muy convencido por tu historia.

—Ya veo. ¿Arlo Rivers, dice? —Lo viste entonces teclear y permanecer un rato callado, mirada pegada a su pantallita—. Hm. No parece que tengamos registros criminales de alguien llamado así. Sea cual sea el grado de "furia" que alcanza, no se ha metido en problemas con el Imperio.

Te miró, devolviéndote la tarjeta y dando un profundo suspiro, ceño fruncido.

—... todo está en orden en su identificación. Veo que ya ha sido escaneado por los Ferropolillas, además. Bien. En principio tiene rango plateado, por lo que tendrá autorización para visitar la periferia y el centro de Alforno. La estancia permitida a los visitantes de tal rango es de siete días.

Te volvió a mirar, ceño fruncido.

—Aunque reconozco que no entiendo por qué contrataría una empresa a un agente especial como usted para vigilar a un solo tipo. —Los ojos del guardia se dirigieron a Arlo, nervioso en la primera fila, temblando—. Luce... excesivo.

>> ¿Quién dice que lo contrató, exactamente? ¿Con quién se va a reunir concretamente dentro de la ciudad?



***

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Da gracias a tu 8 en percepción (?)

Also, sé que a veces lo veis super obvio y de hecho muchas veces lo será, pero intentad no tirar dado antes de que os lo pida, por mucho que esté claro que os lo vaya a pedir. No pasa nada aquí porque efectivamente en este caso te lo habría pedido, pero prefiero que lo hagamos paso a paso porque de lo contrario medio me "condiciona" a mí a poneros una tirada de dados cuando quizá no planeaba hacerlo o así, no sé si se entiende.

O imagina que de repente pongo que el estafador le hace una llave de judo repentina a Ian, ¡¿ahora considero ese dado como de percepción, como tú pensabas, o como de agilidad?! (???)

Tus ojos buscaron rápidamente algo que utilizar a tu favor, quizá alguna cartera que robar o algo que pudieses aprovechar. No había mucho por allí, porque no se veían demasiados turistas: de hecho, la clientela de aquellos mercaderes ambulantes era sospechosamente escasa, aquel no parecía un buen sitio para hacer negocios.

Siempre que los negocios que hiciesen fuesen los que ofrecían a simple vista, claro. Quizá había más de un contrabandista allí, después de todo.

Mientras, el tipo te miró con una sonrisa confiada.

—Precio, ¿eh? Oh, amigo, dudo que pudieses pagar una de estas. —Sacó entonces una tarjeta plateada de ejemplo; no tenía fotografía ni nombre escrito en ella, pero sí una profesión. "Agente" no-sé-qué. No te dio tiempo a leerlo entero, la pasó demasiado rápido—. Cuestan... unos cuantos de miles de poké, me temo. Aunque... —Registró en su otro bolsillo, y sacó una tarjeta de bronce que, al igual que la otra, carecía de foto o de nombre, pero tenía el resto de datos rellenos— quizá podamos hacer un negocio tú y yo para una de estas. Te garantizan acceso al casco exterior de Alforno; tendrás que conformarte con eso. O traerme mis miles de poké, claro está. He, he, he...

Lo que el mercader te enseñó te sirvió, al menos, para sacar algo en claro: no sería tan fácil como robar una de esas tarjetas. Una vez la robes, ¿qué? Era obvio que te haría falta completarla con foto y nombre, pero tú no tenías medios para hacer eso. Si robases una sin más estarías en el mismo punto inicial. No, tenías que conseguir que te la rellenasen, si es que ellos podían hacerlo. Y a juzgar por la expresión socarrona del tipo, sí, podían hacerlo.

Se quedó callado un segundo, ordenando sus tarjetas y mirando vigilante a su alrededor, para asegurarse de que no hubiese vigilancia. En esas, pudiste aprovechar para seguir tratando de sacar algo útil de tus alrededores. Entonces te percataste de que había allí un par de ejecutivos, vestidos formalmente con sus corbatas y sus americanas, quietos en una esquina, alejados de aquellos mercaderes, usando sus teléfonos y con grandes maletines. Parecían estar esperando a alguien, quizá... a su próximo vuelo de salida. Antes no estaban ahí, estabas seguro, por lo que eso querría decir que habían venido del control hacia dentro, y no al revés. ¿Acaso la plataforma en la que te encontrabas era punto de entrada y salida, y no solo de entrada?

Uno de los hombres se acercó ligeramente a tu posición, y estaba... casi gritando por teléfono. Tanto que pudiste oír parte de la conversación.

"¡No, nos han rechazado la entrada! ¡Da gracias a que esos Archaludon no nos han fulminado ni que nos hayan mandado a la Prisión Rostiz! ¿¡Que por qué!? ¡Una puta irregularidad en la tarjeta que nos conseguiste, por eso! ¡Trae el avión de una vez, joder, estamos aquí atrapados e incomunicados, me cago en todo!"

Vaya. Entonces simplemente no habían podido entrar, ¿eh? Sus tarjetas no iban a servir si tenían alguna irregularidad, pero esos maletines eran-

Entonces lo viste. Cuando el tipo se giró, viste algo muy pequeño trepándose por su chaqueta, por la espalda.

El puto Gimmighoul, enganchado a esta. ¿¡Y la bolsa de dinero, dónde la tenía!?

—Bueno, bueno, amigo —siguió entonces el mercader, de repente—. ¿Entonces? ¿Quieres... oír mi oferta más razonable para la tarjeta de acceso básica, o no?

 

Ian Lockhart

Solté un suspiro, exhausto. Ya sabía yo que no podía ser tan fácil, uh. Claro, las identificaciones necesitaban fotografía, por lo que no me serviría de nada robar una de esas. Al menos había conseguido información interesante sobre el funcionamiento de las identificaciones, y mientras el sujeto acomodaba sus identificaciones, escuché la conversación de aquellos nuevos individuos que aparecieron por la zona.

Tsk, tal como sospechaba, ni siquiera conseguir una de esas falsificaciones era garantía de nada. Al menos los que fallaron habían salido ilesos, pero nada podía garantizar que yo corriese con la misma suerte. No me habría importado demasiado en otra ocasión, pero ahora que estaba metido en este sitio, no me iba a entregar a Chance en bandeja de plata a menos que fuese para explotarle en la cara.

Mientras sopesaba qué clase de extorsión estaban a punto de hacerme, lo ví: Tan contento y despreocupado como siempre, el pequeño bastardo colgando de la espalda del tipo al que estaba escuchando. Y al parecer, como de costumbre, ya se había comido todo el dinero que había robado.

—De acuerdo —respondí—, parece que acabo de recuperar a mi compañero ahora mismo, así que puedo escuchar cualquier oferta. Pero antes tengo que encargarme de un pequeño asunto, no debería tardar demasiado, huh.

—Hey, hey —llamé la atención del tipo del maletín al que Gimmighoul se le había subido encima. El enano era un detector de dinero y cosas valiosas, si se le había subido encima, sería por algo. Me había colocado a un costado del hombre, de manera que el Pokémon pudiese verme cuando hablé. No necesitaba nada más; ya sabía cómo operaba el diablillo: Aprovecharía cualquier oportunidad que crease para robar lo que fuese que quisiera, sin necesidad de que le dijera nada—, lamento molestarlo, pero me gustaría alegrarle esa cara tan larga que tiene. Permítame hacerle un truco de magia con esta baraja. Sólo será un momento, pero seguro que le maravillará. Y si tiene ganas de darme alguna propina al final, estaría honrado de recibir tal amabilidad ~

Si le distraía al menos un instante, estaba seguro de que Gimmighoul conseguiría lo que fuese que buscase. Si iba a ser útil o no, ya era una cuestión diferente.

 

De ese modo, el hombre apartó su oreja del teléfono para mirarte, y al principio lo hizo con desgana y desinterés, como aquel que observa por encima del hombro a un simple Growlithe callejero que se arrastra por un poco de sobras.

Sin embargo, cuando mencionaste el truco de magia, el tipo alzó una ceja, sin poder ocultar una cierta curiosidad, y permaneció en silencio viendo cómo tus cartas de póker iban siendo barajadas y se movían delante de él. Tomaste una, la enseñaste: el as de corazones, qué poético. O no, claro, porque estaba seleccionada a conciencia.

Quedaba más impactante si justo era un as.

Con cuidado, llevaste la carta al bolsillo de tu chaqueta, y el tipo vio cómo metías la carta deslizándola con cuidado. Luego le extendiste el mazo entero, a palma extendida, y le pediste que cortase y tomase una carta, te la enseñase, y la colocase arriba del mazo.

Sacó el as de tréboles. Joder, más poético aún.

Tomaste de vuelta el mazo y lo extendiste las cartas bocabajo ligeramente sobre tu mano, para decir una frase cliché del tipo "no hay ninguna trampa, ninguna carta marcada", o algo por el estilo. Y tras hacer un par de movimientos para barajarla, le diste a robar la primera carta.

Robó el as de corazones, y quedó paralizado un segundo.

—... esa fue la carta que guardaste, en teoría —bufó, aún desconfiado, y tratando de ocultar su sorpresa con escepticismo—. Seguro que simplemente nunca la guardaste.

Otro par de frases embaucadoras más, y casi lo tenías. Eso sí, por poco te sales del papel cuando viste a Gimmighoul asomarse despreocupado por encima del hombro del tipo, casi tan entusiasmado por el truco como el hombre. E-En fin, para el toque final, llevaste la mano a tu bolsillo, revelando que, en efecto, había una carta ahí, que no le mentiste... pero la carta que había ahí...

Era el as de tréboles.

—¿Q-Qué? No puede ser —murmuró el hombre, genuinamente sorprendido—. ¡Tío, ¿viste eso?!

Su compañero, aún al teléfono, le miró con un gesto que gritaba "déjate de juegos de magia", y él tuvo que reprimir su emoción infantil para, ajustándose la corbata, decir:

—No estuvo mal, chaval. No estuvo mal. Toma, anda. Te lo has ganado.

Y te dio un puñado de monedas. Quizá no era mucho... pero no era esa tu principal recompensa, ¿verdad?

¿Que cómo lo hiciste? Bueno, solo es un poco de juego de manos, después de todo. No se equivocó al pensar que nunca metiste el as de corazones en tu bolsillo, solo lo pareció, pero tuviste la carta escondida tras tu mano todo el tiempo. Cuando él sacó el as de tréboles y extendiste las cartas, la soltaste encima, y en su lugar escondiste el as de tréboles ahora en tu mano, en un intercambio rápido y sin que se notase. Fingiste barajar, asegurándote de que el as de corazones se quedaba arriba, y... cuando fuiste a coger de tu bolsillo la carta, simplemente la tenías ya detrás de tu mano, claro.

Obtienes 50 poké.

Tras el espectáculo, el hombre se dio la vuelta, dirigiéndose a su compañero menos impresionable, y viste a Gimmighoul colgando del bolsillo trasero de su pantalón con... algo dorado entre las manos. Saltó de ahí, y, por fin, correteó hasta ti, entregándote el objeto con toda satisfacción. Era una tarjeta. Una tarjeta... dorada. Con una foto con la cara de ese tipo, el del truco de magia. Ponía "Mario Carter", y junto al nombre, "agente comercial".

Pero esa tarjeta tenía algún defecto, según había oído, ¿no? ¿Serviría de algo? Gimmighoul seguro que la tomó solo por ser dorada, el muy avaro. Y ahora, emocionado, te señalaba en dirección al puente, como si quisiese enseñarte algo. Ahora tenías a tu compañero, vale, pero seguías sin dinero suficiente y sin una tarjeta válida. Seguías teniendo trabajo por delante.

Obtienes "Tarjeta dorada".
Tu compañero ya está contigo.