Provincia Sur

Para sorpresa de nadie acabe tropezándome y cayendo estrepitosamente al agua. Arceus a este ritmo nunca me iba a secar. Tampoco era para quejarse mucho, digo, al menos no golpeé mi cabeza contra una roca ¿no? Eso sí que hubiera sido trágico, aunque no podía decir los mismo mi tobillo, el cual sentía que me lo había torcido en cuanto apliqué algo de fuerza en él al ponerme de pie. Ya la gota que colmo el vaso fue ver que Niko en realidad había cruzado sin mayores complicaciones, ya no basta con lidiar con crímenes de guerra, ahora también había que lidiar con vergüenza ajena. Debí haber estudiado para Ranger o algo, así no tendría la agilidad y la gracia de un señor en muletas. Me incorporé, notando múltiples moretones en mis brazos; pero insisto, podía ser peor.

Niko me pidió que aguardara mientras buscaba algo que me ayudara a cruzar y así lo hice, el chico era bastante habilidoso, y hasta algo suertudo, encontró un tronco que podríamos colocar para ayudarme a cruzar con mayor facilidad. Hay gente que suele tropezar dos veces con la misma piedra, y ese perfectamente podría ser yo, pero bueno, habría que tener fe.

—Si me vuelvo a caer, deja que la corriente me lleve, al menos así sería menos vergonzosos para mí...

Y rezando porque todo saliera bien volví a tratar de cruzar el río atreves de las piedras y el tronco.

Contenido oculto

Dios mío (?

 

Caminaste entonces hacia el norte, aproximándote a las diversas columnas de humo. Pawniard te seguía, hipervigilante aún, por alguna razón. De por sí era extraño que estuviese encerrado en aquella casa... alguien debió cerrar por fuera, desde luego.

En fin, era sorprendente lo vacío que estaba aquello. A duras penas podías divisar lo que parecía una pequeña aldea bastante, bastante al noroeste, a lo que estimabas que probablemente podría ocuparte una hora de camino, como poco. Y el cielo revelaba un ligero tono rosado que prometía un atardecer pronto. Tras el atardecer, claro, vendría la noche.

Y quizá no apetecía demasiado saber cómo de seguras eran las tierras paldeanas por la noche.

Cuando te aproximaste aún más, viste la primera columna de humo algo más de cerca. Podías casi divisarla, a lo lejos... y te parecía que era un avión. De pronto, tus peores pesadillas parecían empezar a cumplirse. No podías saber si ese avión era lo que pensabas, pero existía esa probabilidad, ¿no? Si estuvieses más cerca, quizá podrías verlo mejor, para... asegurarte.

Con todo, el silencio era abrumador. Pocos pokémon salvaje se veían, quizá algunos a lo lejos, en una y otra dirección. Humanos, sin embargo, sí que no se veía a ninguno. No a simple vista.

No hasta que viste a una persona cerca, como a cien metros, en el suelo. Un trozo de tela se extendía a su alrededor, enredada. Tu camino hacia lo que parecía el avión implicaba seguir al norte; ir a la aldea que divisabas tan a lo lejos te supondría desviarte al noroeste; acercarte a esa persona en el suelo implicaba caminar un poco al este.

Solo tú decidías, al final, en qué dirección caminar, por supuesto. Y también decidías el por qué escoger una u otra.


***

Intentaste cruzar de nuevo. Al principio, saltar a la primera roca fue fácil, más que la anterior, al menos. Luego, la segunda, se complicó un poco, y casi pierdes el equilibrio. Por fortuna, después de eso pudiste poner un pie en el tronco, luego otro más, y tratar de corretear torpemente, resbalándote en el último instante. Pero cayendo con medio cuerpo en la otra orilla, al menos.

Con la ayuda de Nikolah, al menos, lograste subir, y por fin te encontraste en la otra orilla. Era un alivio, al menos, estar a salvo, seco y al otro lado. Por fin.

Ahora, en la otra orilla, os quedaba preguntaros hacia dónde ir. La explanada inmensa en la que os encontrabais tenía sus relieves, pequeños acantilados y ocasionales árboles, pero no era muy difícil de transitar: casi todo era campo abierto, verde, tranquilo. Tan tranquilo como... la aldea que se apreciaba algo al norte, por ejemplo.

Claro que no fue lo único que os llamó la atención. También otra cosa. Otra que se movía rápidamente, de una orilla a otra del río, más al sur. Flotando sobre este. Parecía... un Volcarona, o un pokémon similar. Y parecía hacer una suerte de zig zag, de un lado a otro del río, deteniéndose a cada pocos segundos para seguir haciéndolo. Cada vez se acercaba más...


***

—¡M-Muy bien! —Amy, de repente, parecía empezar a emocionarse, alzando un puño en señal triunfante cuando vio que los ataques combinados de su Flittle y el Quaxly lograron tumbar a otro de los Yungoos—. S-Sí que eres fuerte, Flittle, sí... ¡y usted también lo está haciendo genial, señor! —le gritó a Givan, desde su posición.

Por un instante, por un momento, Amy estaba disfrutando. Olvidándose por completo de que detrás de Givan había un cuerpo, y un avión estrellado. Avión que era señal de un grave problema. Señal de las múltiples muertes que se habrían sucedido por allí. Señal de un profundo caos.

Pero ella fue ajena a todo, centrada en la batalla. Solo por un momento, por un instante.

Quizá por eso, hacía quince años, ambos os dedicabais a los combates pokémon. Porque tenían ese extraño efecto casi... terapéutico.


Acciones:
- C: Placaje (Quaxly) (-7 PS)

Contenido oculto

Friendly reminder: podéis usar movimientos o no; podéis decidir atacar solo con el stat base de ataque de vuestro pokémon. Sí, será bastante más complicado hacer daño así, pero podéis ahorrar usos de ese modo. Lo digo porque igual con un rival solo a 3 de vida y con 2 de defensa, hey, podéis intentarlo (?) Pero solo os recuerdo que existe la posibilidad, vosotros veréis

YUNGOOS: Normal
Lvl. 1
Rasgo:
>> Sin rasgos especiales.
Estadísticas:
>> Vida: 3/19
>> Ataque: 6
>> Defensa: 2
>> Velocidad: 5
Movimientos:
>> Placaje [Destrucción] (6+2 Potencia, Normal) (4/5)
>> Malicioso [Disrupción] (reduce la defensa de todos los rivales permanentemente en 1d5. No puede usarse dos veces) (1/2)
+10 experiencia

Orden de turnos:
- Flittle
- Quaxly
- Yungoos A
- Yungoos B
- Yungoos C

 

Si me ponía a apilar un evento anormal tras otro seguro no terminaba, pero entre la jodida puerta cerrada por fuera, mi abducción y el Pawniard nada parecía tener lógica. Si alguien me quería muerto, ¿no era más fácil tirarme por un balcón de Algaria y fingir, ni idea, que me había tropezado en una borrachera y me había partido la nuca? Quería decir, hasta servía para dejar la reputación del proyecto por el piso, pasando de ingeniero militar de la Coalición a ebrio irresponsable sin escalas que se pegaba una borrachera destructiva mientras su gente estaba en plena movilización militarizada. Meterme a una cabaña en la putísima Paldea con un Pawniard cagado de miedo no tenía sentido alguno, implicaba demasiado esfuerzo innecesario. Igual ya tenía la mente trepando por las paredes, cada cosa que se me ocurría era más disparatada que la anterior.

Fuese la ansiedad del pequeñajo o mi propio hartazgo y preocupación, la verdad era que el sentimiento ya estaba convirtiéndose en pura y llana furia. Los condenados de Hoenn podrían haberme cuidado mejor, ya que les había ofrecido mi puta cara para el proyecto con tal de cuidar de la estrella caída, o sencillamente me hubiesen dado la opción de venir al campo desde el primer momento, total en riesgo allá o aquí era casi igual. No que pudiese cagarme a piñas con alguien, pero al menos a nivel de combate pokémon no podía estar tan oxidado, ¿o sí? Aunque no se sentía correcto tampoco.

Aunque se me fracturaría la mente, tarde o temprano.

Seguí caminando, los pasos algo más pesados que al inicio, y no pude evitar pensar que lo vacío de este lugar era casi inquietante. Había una aldea, pero a pie debía tirarme caminando al menos una hora si no calculaba mal y... Ah, vaya mierda, estaba cayendo el atardecer. Si ya con luz natural estar aquí a la vista que la torre aquella no era tranquilizador, tampoco me apetecía nada estar fuera de noche y averiguar los peligros de la región.

Chasqueé la lengua, fastidiado, y comencé a sentir el palpitar lejano que anunciaba una migraña tensional. Habría seguido despotricando mentalmente de no ser porque ya más cerca me detuve un segundo y entonces se me congeló el cuerpo, podían llamarme paranoico y quizás llevaran razón, ¿pero no era eso un avión? ¿No sería uno de nuestros aviones? Sentí que el estómago se me volteaba al revés, la furia giro en redondo al miedo y estuve por echar a correr hacia allá sin quiera pensarlo, pero entonces vi una persona en el suelo en otra dirección.

Era el único humano visible en este campo, había notado aquí y allá pokémon salvajes, por pocos que fueran, pero sólo esa persona. No es que pudiera verme a mí mismo, pero creí sentirlo, la mirada se me había desencajado y observé la columna de humo proveniente de lo que estaba casi seguro de que era un avión y la persona en el suelo, la tela enredada a su alrededor.

No podía hacer esto, esta jodida mierda de tomar una decisión por encima de otra cuando involucraba vidas era siempre un desastre. Me quedé mirando la columna de humo y pensé que podía volver, que tenía que volver para asegurarme, pero no podía dejar a alguien allí tirado. Miré al Pawniard, le hice un gesto con la mano que pretendió indicarle que me siguiera.

Me apresuré a acercarme a la persona en el suelo, aunque me moví con cautela ya cuando estuve más próximo al cuerpo y le indiqué a mi repentino compañero que mantuviera algo de distancia, por si acaso, para revisar el área rápidamente. Quizás la tela me respondiera algunas preguntas, pero independientemente, busqué signos que me indicaran si la persona estaba con vida o no.

 

Ya podía agregar a mi lista de "cosas que no me gustan" a los río y las piedras, a ver que tampoco estarían muy alto en la lista, la arena seguía siendo el primer lugar, pero bueno, que menos con esta experiencia de porquería. Aunque casi lograba llegar al otro lado del río de una pieza claro que tenía que caer justo antes estar fuera de las garras del malévolo río del mal malicioso. Parte inferior de mi cuerpo se empapó OTRA VEZ, pero hey al menos ya era solo cosa de un empujón para salir, sin que la corriente me llevase de por medio. El rubio amablemente tomó mi mano y me ayudó a ponerme en pie, ¡Que bien! uno problema menos ¿no? Aunque no sería el único...

—Gracias, viejo, ese río y yo estábamos a punto de convertirnos en rivales a muerte —rasqué mi nuca algo avergonzado evitando mirar a los ojos a Niko— ...Eeeh, por cierto, si nos encontramos a alguien, evitemos mencionar este incidente ¿sí? Gracias.

Ambos miramos al rededor, buscando señales de aquella columna de humo, no fue hasta entonces que notamos que aquella pradera vacía ya no parecía serlo, a lo lejos parecía haber una pequeña aldea, aun nos encontrábamos muy lejos, así que era difícil saber si se encontraba habitada o no. Y para aun mayor sorpresa, había un Pokémon, o al menos eso parecía serlo; un Volcarona, intuí por su silueta, dando movimientos esporádicos mientras se acercaba poco a poco.

—Bueno, cabellos de sol, no se si tú también ves esa cosa, pero se esta acercando y dudo que venga a saludar. Este tobillo no me dejará ir demasiado rápido así creo que deberíamos avanzar hacia el norte, a esa aldea. Si hay sobrevivientes del choque quizás se hayan refugiado ahí.

 

Finalmente, Flittle lanzó una pequeña bolita de energía que bastó para tumbar al último de los Yungoos. Con los tres enemigos fuera de combate, por fin pudieron acercarse al avión. Amy fue la primera en hacerlo, corriendo hasta acercarse a la posición donde estaba el otro hombre. Le miró y le dijo:

—¿E-Estás bien? —luego se agachó, mirando a Quaxly, que aún estaba jadeando por el combate, y le sonrió—. Lo has hecho genial también tú, pequeñín.

Y de repente, fue como si el golpe de realidad le viniese de repente a la chica. Quaxly se giró, se acercó al cuerpo que había cerca del avión y lo empezó a zarandear, inútilmente. Amy se llevó la mano al rostro, tapándose la boca.

—O-Oh no... ¿está...?

Por más que lo zarandeaba, el tipo no se inmutaba. Sin duda, no prometía estar vivo. Era el piloto, a juzgar por su uniforme... probablemente fue uno de los últimos en saltar precisamente por eso. Si es que siquiera saltó. Quizá intentó mantener el avión todo lo que pudo para tratar de no estrellarlo, intentando conservarlo para disponer de una vía de escape. Porque, sin aviones, todos los supervivientes de aquellos "accidentes"... quedarían atrapados en Valthyria.

Amy empezó a llorar, de repente, acercándose a Emily. Y solo entonces se fijó en que, alrededor de ellas, por el camino por el que vino Givan, había más cuerpos. La mayoría de ellos militares o rangers en base a sus uniformes. No podían saber cuántos estaban vivos y cuántos muertos, pero... de no haber sido por aquella cosa que sopló el viento tan fuerte, probablemente la mayoría hubiesen aterrizado a salvo. Sin embargo, ahora... ahora la llanura verde estaba salpicada de cuerpos.

—¿E-Es alguno tu... tu novio...? —preguntó Amy con cierta preocupación.

Ninguno de los que veías cerca era pelirrojo, eso desde luego. Al menos donde alcanzabas a ver.

Y luego estaba aquel tipo. No llevaba puesto ningún uniforme militar, ni de entrenador... por lo que no debía ser ninguna de esas dos cosas. Entonces, ¿qué hacía allí?

Por tu parte, Givan, tú viste a la chica joven y a aquella mujer mayor que ella con ropas similares, que revelaban algo claro para ti: eran enfermeras. Enfermeras que venían también en uno de los aviones, por supuesto. Eso era buena señal, por dos motivos: primero, porque unas enfermeras podrían ayudar a los heridos. Segundo, porque significaba que no estabas totalmente solo, claro: hubo más supervivientes.

Ellas parecían estar buscando a alguien, también, a juzgar por lo que preguntó la más pequeña. Tú venías en el avión de los militares, el primero, por lo que había una posibilidad de que supieses quién era la persona a la que buscaba, y si... seguía viva o no. Por otra parte, sin embargo, estaba el avión que ya por fin podríais examinar.

El estado en el que estaba hacía difícil distinguir cuál de los dos era: el de entrenadores o el de militares. Ambos eran muy similares, y se distinguían solo por algunos detalles que era difícil apreciar a simple vista ahora que estaban en aquel estado. Pero dentro de los mismos, si es que podíais entrar, quizá habría algo útil... o algo que diese las pistas que necesitabais, tal vez.

Eso sí, Quaxly seguía intentando, mientras tanto, hacer que aquel humano se despertase, pero... no parecía que fuese a conseguirlo. Con todo, él insistía, desesperado.



***

Tus pasos te llevaron presto con aquel hombre que estaba en el suelo. Nada más acercarte, identificaste la tela como un paracaídas abierto, que sin embargo estaba ligeramente rasgado, señal de que la caída no fue la mejor. Temiste lo peor cuando te acercaste al hombre, y... entonces identificaste su uniforme.

El uniforme militar de Teselia, con un pequeño loguito en el pecho. El loguito que identificaba al Proyecto Paradoja.

El tipo estaba en el suelo, su cabeza sangrando y cubriéndole el rostro de dicha sangre. Inevitablemente, al verlo, tu estómago se revolvió y tu pulso se aceleró. Sangre... tanta sangre.

-3 mente.

Con todo, trataste de ayudarlo, porque algo fue evidente al acercarte: estaba vivo. Sus cabellos pelirrojos se mezclaban con el rojo de la sangre, y sus ojos estaban entreabiertos y temblaban ligeramente. Su boca, también, se movía un poco, y cuando te acercaste pudiste oírle balbucear algo.

—... mi cabeza... mi... cabeza.

Al final, pasado un tiempo, te miró.

—¿Quién... eres? ¿Dónde... estoy?

Parecía haberse dado un fuerte golpe en la cabeza, el que la causó la herida, pero... estaba vivo, al menos por el momento. Eso sí, parecía un poco confundido y aturdido. Debió haber caído del avión y su aterrizaje fue complicado. Eso te hacía pensar, inevitablemente, en algo terrible.

¿Qué les pasó a los aviones del Proyecto? ¿Eran esas columnas de humo...?



***

Aleck y Nikolah


Alejaros de la criatura está muy bien, pero con un pie algo dañado, será más difícil. ¿Podrás aguantar el dolor para poder moverte lo suficientemente rápido? Comprobémoslo, dame un check de Constitución para Aleck.

 

Mente: 27/30

La tela enredada y rasgada resultó ser un paracaídas, por lo que no había que tener muchas luces para darse cuenta de que su descenso no había sido el mejor. No tenía manera de saber desde qué altura habría caído, pero apenas notar el estado de la tela temí que el impacto lo hubiese matado; muerto o no, todo empeoró al notar el uniforme.

Teselia.

El logo de Paradoja.​

Sentí que el aire dejó de alcanzarme la cabeza, las ideas se me volvieron aire y flotaron, lejos, muy lejos. El avión tenía que ser nuestro entonces, ¿pero por qué? ¿Qué había pasado cuando todavía estaba en el aire? Esto era malo y sabía que no mejoraría, qué va.

El logo me distrajo un breve instante del hombre, pero entonces reparé en su estado de verdad, en la sangre que le empapaba el rostro y el cabello, pelirrojo también. El corazón detenido me golpeó las costillas y acto seguido el palpitar caótico pareció desplomarse, sentí frío y náuseas. No me di cuenta en qué momento estuve de rodillas a su lado, habiendo arrastrado conmigo parte de la tela del paracaídas, pero al moverme actué por pura memoria o por el instinto que los escuadrones a Galar habían afilado. No era enfermero, pero había visto tanta gente herida, tanta sangre y tanta muerte que había aprendido a fuerza de costumbre.

Sólo me di cuenta de que tenía los ojos llenos de lágrimas cuando pretendí mirarlo mejor, al escucharlo hablar. Parpadeé, el cristal cedió y pude verme a mí mismo hace años; las manos cubiertas de sangre ajena, la ropa también y el costado palpitando de dolor, quemado hasta haberme dejado la piel derretida. Recordé los heridos en mi casa en Sereno, la que había convertido en un refugio apenas pude sacar a mi familia de Gérie con ayuda del cabrón de mi padre.

Sin embargo, aquel día habíamos perdido al jefe de escuadrón, uno de los mejores de entre todos los que se habían sumado a la causa y al que conocía de mi adolescencia, previo al patrocinio de la profesora y los gimnasios. Había muerto en mis brazos, el fuego en su mirada se había apagado e incluso ahora no podía olvidar sus palabras, mientras yo me había deshecho en llanto en medio de la sangre, ya en nuestra región.

No tiene caso seguir luchando una guerra perdida, Cay.

Vete, lárgate de Gérie.​

—Shh, estás herido. No puedo moverte si te lastimaste la cabeza, no todavía al menos —dije con un hilo de voz.

Las lágrimas no se detuvieron y tuve que hacer un esfuerzo titánico para reducir el temblor espantoso de mis manos, al menos lo suficiente para poder revisar su cabeza sin correr el riesgo de hacerle más daño. El montón de sangre me seguía revolviendo las tripas, pero habiéndome asegurado de que no tuviese el cráneo partido en dos, le pedí ayuda a Pawniard con la voz algo afectada por los temblores del cuerpo para que cortara con sus cuchillas un par de trozos más manejables de la tela del paracaídas. No era lo mejor, pero si algo había aprendido era a trabajar con lo que teníamos a mano.

Usé una parte para colarla bajo su cuello, sin moverlo, y darle algo de soporte. El otro busqué usarlo para hacer presión en su herida para detener el sangrado si estaba en mis posibilidades y al escucharlo hablar de nuevo comprimí las facciones sin querer. La culpa me aplastaba desde anoche y ahora mis miedos se consumaban, las pesadillas tomaban forma. Los aviones habían cruzado el firmamento, pero... Había volado demasiado cerca del sol.

Y todos estaban cayendo conmigo.

—Soy Cayden —le dije tan compuesto como pude—. Estamos en Paldea, no sabría especificar dónde. Según parece tuviste que saltar de uno de los aviones, pero el paracaídas está rasgado, debiste caer antes y te lastimaste la cabeza.

Entre todo, tenía que monitorear su estado, ver que no se desvaneciera y si era capaz de hablar de forma coherente, pues eso indicaba la gravedad o avance de la lesión. Tuve que pasar saliva, muchísima, y le pedí a mi cuerpo que me permitiera no regresar el contenido del estómago que de por sí no debía ser mucho. El herido era él, yo podía esperar.

Yo podía esperar.

—¿Puedes decirme tu nombre? ¿Recuerdas algo de lo que pasó?

Contenido oculto

negritas random y mucho emotional damage oh boy

 

Gracias a la tela de paracaídas y con la ayuda de Pawniard, pudiste apañar una especie de venda para la herida del hombre. Poco a poco, sus ojos verdosos empezaban a "encenderse", como si antes hubiesen estado apagados. Como si recuperasen parte del brillo.

Su herida no era mortal. Estaría bien. Solo tenía que cuidarse de la pérdida de sangre.

—Ah.. ¿Paldea? ¿Cayden...?

Seguía confundido, aturdido. Se llevó por instinto la mano a la cabeza, tocando la tela que ahora la envolvía, y se miró la punta de los dedos manchada de la sangre que se filtraba. Fue como si no entendiese del todo qué sucedía, dónde estaba o por qué se sentía aturdido. Te miró de cerca, fijándose en ti de forma intensa, y luego escuchó la pregunta.

¿Puedes decirme tu nombre? ¿Recuerdas algo de lo que pasó?

—Mi... nombre. Mi nombre... no... no sé. No sé mi nombre, yo... no recuerdo.

Fue entonces cuando pareció que fue realmente consciente de todo. Cuando intentaba pensar cómo se llamaba y... no era capaz de decirlo. Te miró aturdido, negando muy levemente con la cabeza, y se incorporó usando los codos como soporte. Era un tipo fuerte, con un físico formado; quizá esa era la razón por la que tremendo golpe no le hizo tanto daño. Por la que estaba vivo, consciente, y podía moverse.

Palpó entonces sus bolsillos, quizá instintivamente. Y sacó entonces algo que seguía enfundado en su bolsillo, mirándolo con curiosidad, con gesto impactado. Era una pistola, pero no era una pistola. La reconocías bien. Era uno de tus artilugios, de esos que creaste para que soldados como él los empleasen como herramienta de defensa. Un disparador terastal, capaz de, con disparos de energía, bloquear el uso de otras energías. Una herramienta neutralizadora, capaz de contrarrestar directamente parte de la ingeniería de Chance, en teoría.

—¿T-Tengo un arma? —agitaba la pistola en el aire, observándola en todos sus ángulos. Luego te miró—. ¿Qué me ha pasado, Cayden? ¿Qué hago aquí, con... un arma? No recuerdo nada... nada de nada.



***

Por fortuna para ti, tenías la suficiente forma física como para correr con rapidez pese al daño en el tobillo. Por eso fuiste capaz, junto a Nikolah, de alejarte de allí lo suficientemente rápido como para dejar atrás a aquel extraño Volcarona.

Corristeis, solo por si acaso, todo lo que pudisteis hasta acercaros a aquella villa. Y, de pronto, tuvisteis que pararos en seco. Porque dos enormes pokémon se acercaban hacia vosotros desde otro ángulo, viniendo casi desde la aldea: dos enormes Copperajah que parecían ir arrastrando la tierra con sus trompas conforme avanzaban.

Perfecto. Copperajah arrasando con el terreno por algún motivo, y una cosa parecida a un Volcarona que venía en zig zag detrás de ellos. Les habían hecho un sandwich en un momento, ¿y ahora qué? ¿Cuál era el plan? La aldea estaba tan cerquita, justo detrás de esos elefantones... ¿qué hacían por ahí, en primer lugar? Qué mala suerte encontrarlos justo por esa zona, ¿no?



***

Entre que hablabas con Emily, te preocupaste por tomarle el pulso al piloto, y... no notaste nada. Lo que sí que notaste fue que una de sus piernas estaba completamente aplastada, bajo escombros del avión. No podías verla bien, pero... podía intuirse que la pierna no estaba precisamente completa. E-Estaba aplastada, completamente aplastada. Tuviste que apartar la mirada tan pronto como verificaste que, en efecto, estaba muerto, escalofríos recorriendo tu espina dorsal.

Tratar con cadáveres desde luego que no era nada agradable para ti. Sobre todo aquellos, que... estaban en esas condiciones.

-2 mente.

Pobre Quaxly. Sollozaba al lado de aquel cuerpo, pero ya había dejado de zarandearlo. Como si entendiese que había muerto, pero aún no lo hubiese terminado de superar esa muerte. Como si aún no quisiese superarlo, podría decirse.


***

Demasiados cuerpos, demasiado lejos. Desde donde estabas no identificabas a ninguno como Ethan, pero es que estaban tan dispersos... y quizá no había caído por allí, ¿no? El viento los dispersó demasiado. No podías saber si alguno era Ethan, podrías ir uno a uno, pero...

Fue Amy la que te sacó de aquellos pensamientos, ya que te bloqueaste por unos segundos al no ser capaz de identificar si Ethan estaba entre los cadáveres o no.

—Emily... ¿todo bien? N-No te preocupes. Quizá Givan ha visto a Ethan, ¿vale? L-Lo encontraremos, ya verás...

 

Mente: 27/30

Nervioso como estaba por la visión de la sangre dudé mucho si la venda improvisada cumpliría su función, sentía los dedos engarrotados, la mente espesa y la cabeza me quería dar vueltas. A pesar de ello pude notar que sus ojos, que ahora noté eran de un tono verdoso, recuperaron brillo y con ello supuse que el flujo de sangre, al menos, dejaba de ser tan profuso.

No parecía que fuese a palmarla por la herida aunque no dejaba de ser delicada y justo por eso algo de confusión era esperable, entre la pérdida de sangre, el golpe en la cabeza y el evento que causó todo. Amnesia postraumática, ¿no? Había visto esto varias veces, si era este el caso (en vez de algo peor), debería recuperar la memoria gradualmente. Me aferré a esa idea para atascarme en el peor escenario posible, aunque tendría que seguir haciendo preguntas más temprano que tarde.

Me asustó que empezara a incorporarse, de hecho llevé las manos a su cuerpo y pretendí atajarlo si por algún motivo su fuerza flaqueaba. A ver, seguro acabábamos besando la tierra los dos, porque se notaba que era un tipo fuerte y yo siempre había sido demasiado delgado, pero fue... Pues eso, un reflejo. Suponía que justo por su condición física había resistido el golpe que a otro lo habría matado, quizás.

Una vez estuvo incorporado alejé las manos de él, evité mirar la sangre que debía tener por haberle colocado la venda y me limpié en el pantalón tanto como pude, el gesto fue ansioso. Mientras él escarbaba en los bolsillos le agradecí a Pawniard por la ayuda, y volví a mirar al herido cuando sacó algo y reconocí lo que era: el disparador terastal, el neutralizador.

—No es un arma normal, es un disparador terastal. —Comencé a explicar entonces—. Se supone que con disparos de este objeto pueden bloquear el uso de otras energías, con esto podemos hacerle frente a Valthyria, a Chance.

Tomé una pausa, serio.

—¿Puedes recordar el estado actual del mundo? Lleva así... Más de una década. —Tanteé hablándole con suavidad, pretendía ver si su amnesia afectaba incluso algo como eso—. Esta arma y otras de naturaleza similar las inventé yo, Cayden, Cayden Dunn. Soy ingeniero militar de la Coalición, llevábamos mucho tiempo trabajando para crear algo que surtiera efecto. No hace mucho conseguimos un gran avance y con ello surgió el Proyecto Paradoja. Hicimos ruido entonces, probamos a Chance, su reacción, pero no hubo ninguna y habiendo ya llamado a las tropas, a los soldados, rangers y voluntarios... Fueron enviados a Paldea a pesar del silencio en Valthyria y algo, desconozco el qué todavía, salió mal. A nuestro alrededor hay cuatro columnas de humo, una de una edificación, otra... Parece ser de un avión y temo que las otras dos tengan el mismo origen.

Guardé silencio entonces, la vista clavada en el suelo, y de nuevo tuve que tragarme mi saliva. No se trataba de mí en este momento, se trataba de las personas que, por el proyecto que llevaba mi cara, ahora estaban metidos en esta tremenda cagada. Era mi responsabilidad y como tal no escaparía de ella, incluso sin que esto sucediera sabía que habría gente que perdería la vida, que era parte de la guerra y la resistencia; por tanto levanté el rostro y miré al hombre a pesar de que el llanto de antes me tenía los ojos irritados y húmedos.

—¿Puedes revisar si tienes algo más encima que nos ayude a saber quién eres? —insistí y luego estiré la mano en su dirección, consciente de que podría negarse a darle algo que se parecía tanto a una pistola a un desconocido que bien podría elegir terminar de volarle la cabeza—. ¿Me permites revisar el disparador?

Sin Astel... ¿Qué pasaba si Astel no estaba conmigo?

Tendría que averiguarlo.​

 

El hombre negó rápidamente con la cabeza conforme hablabas. Se palpó los bolsillos, pero... no parecía encontrar nada. Solo seguía negando con la cabeza, cargado de confusión.

—No... ugh. No sé nada de lo que hablas. ¿Valthyria? No me suena. ¡Joder, joder! Me siento muy raro...

Zarandeó levemente la cabeza, mirando la pistola de cerca.

—¿Proyecto... Paradoja? ¿Cayden Dunn? Siento como si esos términos me fuesen familiares, pero no consigo hilar nada. ¿Estamos en peligro, entonces? Chance, Valthyria, Paradoja...

Se llevó ambas manos a la cabeza, como si le doliese mucho, y no precisamente por la herida. Gruñó, apretando los ojos con fuerza, y luego soltó el disparador y te lo entregó casi lanzándolo, nervioso, respirando con esfuerzo.

Obtienes un disparador terastal (inactivo).

—¡No! No recuerdo nada, no sé qué hago con un arma, disparador o lo que sea, y no sé quién eres. —Habló de repente, incorporándose con esfuerzo hasta quedar de pie. Miró a su alrededor, tambaleándose aún un poco, parado en el sitio—. Tengo que... irme de aquí. ¿Dónde está mi casa? ¿Dónde vivo?

De repente, tiró de tu brazo.

—Cayden... Cayden, vámonos. Vámonos, sácame de aquí. Este sitio no me gusta, no me gusta nada. No sé por qué, pero... me da escalofríos. Quiero... ugh... dormir.

Era capaz de mantenerse en pie, pese a que aún daba algunos tumbos. La herida parecía haber dejado de sangrar, al menos por el momento y gracias a la venda improvisada, pero estaba claro que no estaba bien, y no solo por su aturdimiento y pérdida de memoria. Necesitabas encontrar ayuda o recursos para poder curarle en condiciones, que lo atendieran. Si tan solo estuviesen cerca los enfermeros...

Y, para colmo, empezaba el atardecer.

 

Mi cuerpo por suerte no me falló, la sensación en el tobillo evidentemente no era para nada cómoda, pero vamos, había estado peor eso antes, ya habría tiempo para tratar la herida. Niko y yo corrimos rumbo a la aldea a un paso constante, aunque apenas éramos capaces de alejarnos de la criatura, que parecía estar cada vez más por cada vez que mirábamos hacía atrás, a este ritmo o nos tendríamos que esconder en la aldea y que nos perdiera de vista, teníamos Pokémon para defendernos, pero no estaba seguro de querer combatir, no nosotros solos...había algo raro en ese .

Justo a un par de metros de llegar a nuestro destino nos topamos de frente a un par de criaturas de gran tamaño: Copperajah, Pokémon usados por humanos en labores de demolición y trasformación del terreno, nada fáciles de lidiar por lo que había escuchado; ¿pero que hacían aquí justo a la entrada de la aldea? Dudaba que fuesen salvajes, pero no podía saberlo a ciencia cierta, ¿acaso protegían la aldea? ¿O los habían mandando aquí por otra razón? No había tiempo para hacer preguntas, el Volcarona se acercaba, tal vez no tendríamos tiempo de entrar con estos grandulones haciendo de porteros. Si no puedes correr, hay que intentar razonar ¿no?

Copperajah o Volcarona...Copperajah o Volcarona. Sí, mejor Copperajah.

—Hey, chicos —me dirigí hacía las criaturas que custodiaban el lugar, alzando mis manos al cielo indicando que no queríamos hacerles daño. Le lancé una mirada de circunstancias al rubio para que imitara mis movimientos—. Linda tarde la de hoy ¿eh, grandulones? No buscamos problemas, ¿lo ven? Sólo somos dos señores en el lugar equivocado...

>>Hay un bichazo ahí atrás que nos ha estado siguiendo por buen rato y no estamos seguros de que pretende, así que si no les parece mal y se apiadan de nosotros, ¿nos echarían una mano rápida, oh grandes y fuertes Copperajah, para ahuyentarlo?

Contenido oculto

Bueno Reual Nathan Onyrian , si esto sale mal empezamos a rezar (?

 

Mente: 27/30

Hablando de peores escenarios, parecía que lo de este hombre no era tan esperable y dentro de la curva de normalidad como me habría gustado. No recordaba nada, me daba la sensación de que su memoria echada a perder tenía los elementos y, como él decía, lo que fallaba era la capacidad de hilar esos elementos en una línea lógica. Me sentaba terrible verlo tan razonablemente desesperado y asentí cuando preguntó si estábamos en peligro, porque era una realidad inevitable.

—¡No te toques la cabeza! —lo reprendí sin poder regular el tono—. Por favor, te puedes hacer más dañ-

La idea se me cortó en el momento en que me lanzó el arma, nervioso, y tuve que atajarlo antes de que fuese a dar al suelo. Mi idea había sido revisar el objeto, ver si todo funcionaba correctamente, pero la desesperación del hombre era demasiada y me limité a ajustarme el disparador a un costado de la cadera, porque él se levantó y de nuevo temí que se fuese al suelo de boca.

Volví a acercarme, le encajé una mano en el pecho y pretendí colar el resto de mi cuerpo para ofrecerle soporte, sin importar que la fuerza no fuese mi cualidad más resaltable. Cuando preguntó donde estaba su casa, dónde vivía, me sentí genuinamente mal pues escenarios como este podrían haberse evitado, pero yo estaba ciego de ira y la Coalición, sin duda, necesitaba algo como eso. No sabía si yo los había usado a ellos o ellos a mí, pero quienes lo pagaban sin duda eran estas personas.

Esta pesadilla no terminaba.

—No lo sé, lo siento —murmuré.

Cuando quise darme cuenta me había tirado del brazo, él tenía más fuerza y primero no encontré cómo resistirme, sobre todo porque en su premura encontré la misma angustia que en Pawniard que miraba a todas partes al salir de la cabaña y en mí mismo, al sentirme observado en un campo vacío como este. Era cierto, este maldito lugar daba escalofríos. Sin embargo, ¿podía a poner a este hombre a caminar una hora y pico para llegar a la aldea y suponer que alguien allí podría ayudarnos? No lo sabía, el estado de su mente me hacía pensar que su herida era peor de lo que parecía o había pasado algo más. Eso sin mencionar que podía ser igual de arriesgado por el potencial recibimiento.

Dudé, pero me solté de su agarre e interpuse mi cuerpo delante de él. No fui consciente del tinte de súplica en mi mirada, pero noté a Pawniard también a un costado de nosotros y aunque sabía que ninguno quería estar aquí, no sabía qué era lo más seguro ahora mismo. No sabía cómo cuidarlos con los poquísimos recursos que poseía.

—Si tuviera que sentarme a explicarte todo desde el principio no acabaría nunca, por eso necesitamos buscar ayuda para ti, porque sea por la caída o algo más, tu memoria no está logrando recuperar los elementos cercanos ni distantes en el tiempo. Pasa que yo trabajo con máquinas, no puedo hacer más que pedirte que confíes en mí, al menos por ahora —dije y estiré una mano para tocar su uniforme—. Este uniforme, ¿ves? Es de Teselia, es todo lo que sé ahora mismo sobre tu lugar de origen y estamos lejos de allí, no puedo regresarte a casa. Hay una aldea, pero a pie y en tu estado tomaría, al menos, una hora y pico, ¿crees poder caminar tanto? Yo no estoy tan seguro y además anochece.

Temí que decir aquello de esa forma no fuese la mejor de mis ideas, pero luego de un pausa retomé mi curso de ideas. Sinceramente todo parecía tan malo como lo anterior.

—Si... si lo que derribó tu avión derribó a los demás significa que hay más personas heridas o fallecidas cerca de las columnas de humo y los alrededores. Enviamos un grupo de enfermeros, quiero pensar que así como tú hay más supervivientes, personas que pudieron usar los paracaídas y aterrizar enteros o heridos. En los aviones estaban también los suministros... Intentemos al menos acercarnos, comprobar el estado de las cosas.

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*sticker de "lo que tú quieras, libertad absoluta (?)" con la reacción de calavera*

 

Tírame empatía para ver qué tal te va hablando con el patito sad :(
Respondo al resultado y a lo demás cuando Emily postee también.


***

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Digo lo que le dije a Juanjo, btw: sé que a veces lo veis super obvio y de hecho muchas veces lo será, pero intentad no tirar dado antes de que os lo pida, por mucho que esté claro que os lo vaya a pedir. No pasa nada aquí porque efectivamente en este caso te lo habría pedido, pero prefiero que lo hagamos paso a paso porque de lo contrario medio me "condiciona" a mí a poneros una tirada de dados cuando quizá no planeaba hacerlo o así, no sé si se entiende. Pero eso, esta vez no hay problema, dw

Los Copperajah pasaron cada vez más cerca, y trataste de llamar su atención con aspavientos y con tu voz. En cuanto te vieron, ambos pokémon de acero se detuvieron... y viste entonces que no estaban arremetiendo contra vosotros: estaban, sencillamente, removiendo la tierra con sus trompas. Creando terrenos cultivables a las afueras de la aldea. Tu criterio fue bueno: no parecían salvajes.

Te observaron mientras intentabas explicarte, y aunque claramente no terminaron de entenderte del todo, sus ojos se deslizaron hacia el pokémon que se aproximaba a vosotros. Rápidamente, sintiendo algo de empatía hacia ti, los pokémon dieron algunos pasos más, y cuando parecía que os iban a aplastar... solo pisaron justo delante de vosotros, tapándoos con sus grandes patas. Ocultándoos detrás de sus cuerpos.

En esos momentos, el "Volcarona" pasó por vuestro lado, y, siquiera brevemente, lograsteis verlo. No era un Volcarona, no, aunque lo parecía. Era, más bien... un robot con su forma.

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Observasteis entonces una luz roja, vertical, que recorrió el cuerpo de los Copperajah de arriba abajo. Como... un escáner. A vosotros no os alcanzó, cubiertos por los elefantes enormes. La criatura robótica, cuando acabó su escáner, emitió un par de pitidos y, con las mismas... se alejó de allí, siguiendo su camino.

Cuando el evidente peligro concluyó, los Copperajah se apartaron brevemente, y os miraron con gesto complacido. Uno de los dos miró con su ojo, por el rabillo, hacia la aldea.

Casi parecía una invitación. La teníais cerca, a un tiro de piedra... y el sol se estaba poniendo. No había forma de saber si en un territorio hostil y enemigo como Paldea os iban a recibir bien o mal allí... desde luego, los pokémon parecían haber sido agradables con vosotros, pero bueno.

Eso eran los pokémon. Con los humanos quizá no era tan fácil tratar.




***

El muchacho quedó pensativo por un momento cuando le mencionaste Teselia.

—Teselia... Teselia... sí, creo que... soy de Teselia —afirmó, mirando hacia arriba mientras caminaba con cierta torpeza junto a ti—. Recuerdo el lugar. Un poquito. Si soy de allí, ¿por qué estoy en Paldea?

Ah... al menos parecía empezar a tener algo de lucidez en su memoria, siquiera para ser consciente, al mencionarle Teselia, de que él era de allí. Eso era buena señal, quizá si seguía recibiendo estímulos que le recordasen su pasado iría recordando poco a poco... o quizá simplemente era cuestión de tiempo. De momento, lo más urgente era encontrar algo para ayudarlo.

Pudisteis acercaros lo suficiente a uno de los aviones, revelándose este como la primera columna de humo que visteis. Lo teníais a escasos cien o doscientos metros, pero... cómo no, el caos que produjo al estrellarse había llamado la atención de pokémon salvajes. Y ahora, veías a algunos Mankey frente al avión, peleándose contra algunos Tinkatink. Parecía que los segundos estaban bastante interesados en los restos de los aviones... y los Mankey estaban claramente perdiendo aquella contienda territorial.

—... pobrecitos —murmuró el chico pelirrojo, aún aturdido, pero cada vez más estable en su caminar—. Oye, Cayden. Tenemos que ayudarlos, yo...

>> ... era Ranger, ¿no? Sí, creo que yo... ayudaba con este tipo de cosas. Ugh... mi cabeza, joder...

 

Quizá fue suficiente con lo que dijiste. El Quaxly, con lágrimas en los ojos, se giró a mirarte. No estabas seguro de si te entendía del todo cuando le hablabas, pero te miraba con aquellos ojillos vidriosos, atento... y quizá tu tono de voz fue lo suficientemente agradable como para conmoverle, porque cuando rompió de nuevo a llorar, se aferró a tus piernas, como quien abrazaba a otro para poder llorar en su hombro.

Fue mientras Quaxly estaba agarrado que pudiste hablar con Emily para explicarle sobre el chico con el que cayó, aquel muchacho pelirrojo gracias al cual... tú estabas vivo. A juzgar por la expresión de la chica, había una probabilidad de que fuese él, la persona a la que buscaba. No había calado muy bien tus palabras, mostrándose abatida ante las noticias. Intuía la muerte del mismo, y considerando que era un ser querido, era fácil deducir que tu descripción encajaba con la imagen que ella tenía de esa persona.

Al menos, si era él, murió haciendo su trabajo. Proteger. Protegió tu vida con su propio cuerpo, después de todo.

En ese momento, el Quaxly se separó de ti un poco, pero permaneció a tu lado, como si hubiese encontrado en ti un cierto confort, alguien con quien se sintiese seguro. No se despegó mucho en cada movimiento que hiciste desde entonces.

Desde este momento, tienes a Quaxly definitivamente a tu lado.


***

Amy negó con la cabeza ante tus palabras, su gesto arrugado en una pequeña mueca de tristeza. No preguntó al respecto de Ethan; ella se imaginaba ya, por tu expresión, que lo que Givan te dijo encajaba bien con el chico. Así que todo cuanto Amy dijo fue:

—No, no te preocupes. Yo... yo habría querido hacer lo mismo que tú, pero seguramente no me habría atrevido a decirlo. Y... me habría quedado con la duda.

Dejo esto pendiente de respuesta, en tanto que no sé qué hará Givan.