Al instante que la zapatilla salió disparada, un tipo abrió la puerta y pareció inspeccionar el lugar, hasta que dio con nosotros y bufó. Yo me había quedado quieta, aún desconcertada por el cuadro general, hasta que noté que el pobre infeliz iba descalzo y... Bajé la vista a la zapatilla, luego miré al muchacho albino, y entonces a la puerta del cubículo. Solté una risa seca, entre divertida y resignada. Esto no era cosa de humanos, ¿cierto? —Me cago en Arceus, lo que faltaba. No esperé ni pedí opiniones, la verdad. Pateé la zapatilla de regreso al interior del cubículo y, sin demasiados preámbulos, empujé la hoja para abrirla. Mientras tanto, sin que me diera cuenta, Zuki se había apresurado en dirección al baño y se reunió con nosotros; quizá la había alertado el estado del hombre que iba en patas o quizá, como era lo usual, sólo hizo lo que quiso. Era una criatura algo (bastante) difícil de controlar.
Al pasar el zapato por debajo de la puerta, sentiste otra vez movimiento dentro del lugar, por el sobresalto de quien estaba dentro. Y esta vez, sin embargo, decidiste empujar la puerta. Cedió un poco, pero inmediatamente notaste resistencia, como si desde dentro estuviesen empujando en tu contra. Tuviste que hacer algo más de fuerza... pero no fue muy difícil. Al final, la hoja de la cabina cedió de un golpe, sonando la madera al chocar con la pared de dentro. Y viste quién era tu nuevo "amigo". Lo encontraste suspendido en el aire, con las dos... ¿patas? ¿Tentáculos?, extendidos, cada uno en una pared lateral de la cabina, manteniéndose suspendido. Te miró con un pavor en los ojos abismal, resbalando gotas de agua fría (podría ser "sudor", pero parecía... una planta, así que probablemente era otra cosa) por todo su, uhm, "rostro". Contenido oculto Era un pokémon... y uno muy raro. Pasado unos segundos, se quedó sin fuerzas y resbaló, muy lentamente, hasta quedar "sentado" sobre el retrete. Sus ojos se enfocaban en el suelo, temblando profundamente. Estaba muy nervioso, muy asustado. Desde luego, no era una reacción normal, ni siquiera para un pokémon cobarde. Y a juzgar por cómo sus ojillos buscaban desesperados mirar entre los huecos que dejabas entre la cabina y tu cuerpo... estaba preparado para encontrar una apertura cuanto antes y salir de allí disparado, corriendo todo lo que pudiese.
La puerta ofreció un poco de resistencia, pero considerando mi tamaño de bolsillo dudaba que hubiera nada muy fuerte ahí dentro. El golpe hizo algo de estruendo y lo que nos devolvió la mirada, como me temía, era un pokémon. Yo había acabado con medio cuerpo adentro del cubículo, lo vi descender hasta el retrete y sentí una mezcla algo irritante de pena y hastío. No podía desentenderme si la jodida criatura lucía tan aterrada, pero al mismo tiempo me metía en un problema. Más problemas. ¿Sería el compañero de alguno de los pacificadores? Tenía que serlo. ¿Del tipo de allá, tal vez? —Bingo. Tú tampoco sabes morse y por lo visto, ni siquiera español, ¿verdad, pequeño? No me demoré demasiado. Me agaché para recoger las zapatillas y, en lo que enfilaba hacia la puerta, miré al chico albino. Era consciente de que estaba tomando decisiones a mi antojo y con cierta prisa, además; me había habituado en demasía a hacer las cosas sola y no esperar apoyo ajeno. —Vigílalo, que no salga —le dije, casi le ordené a la pasada. ¿Con qué derecho? El de mis santos huevos. No tenía ni un solo motivo para confiar en que cooperaría, pero tampoco quedaban muchas opciones. Podríamos haber ocultado los zapatos y al pokémon, pero si el tío la liaba con los guardias y se ponían a buscar, darían con la pobre criatura en un parpadeo. Y estábamos en un putísimo barco. ¿Podía nadar, siquiera? ¿Respirar debajo del agua? No era como si fuera a responderme al preguntárselo, ¿o sí? Zuki se mantuvo a mi lado, o más bien detrás mío, con el tamaño de su martillo y lo reducido del espacio. Me detuve bajo el umbral de la puerta abierta y extendí la mano de la cual pendían las zapatillas frente al hombre enfadado. A ver si conseguíamos calmar a la bestia. —¿Buscabas esto? —pregunté, con mi mejor sonrisa de cordero inocente. Contenido oculto español as in, el idioma que sea que hablan en este universo no sé si me adelanté mucho o asumí cosas que no debía, en ese caso me avisan y edito owo also:
—No—Respondí de primeras. Lo último que podría haber sido en el pasado era un pacificador, si acaso sería reducido por ellos de encontrarme.—. Soy un- Plank. Oí el metal hacer eco contra las otras paredes de mi cuarto lo que me hizo cortar mis palabras, quizás para mejor. Había visto a Lucas muchas veces durante el último año, pero no podría replicar lo que él hacía en su día a día. Era una especie de profesor. Siempre con su bata blanca, siempre rodeado de niños y Pokémon. Siempre... Sonriente. Y por eso renegué de él en un principio. Pensé que abriría heridas que no quería ver sangrar, y aun así con el tiempo mis ojos lo buscaron desde las sombras. Fueron dos o tres veces, pero no más me hizo entender que él encontró lo que a mí me faltaba. Y, en el fondo, me alegraba por él, pero yo no puedo hacer eso. Solo podía usar su nombre. Y Marcoh sigue con su charla. Los monstruos de Paldea eran los pseudopokémon, y el peor parecía ser el falso Gallavoir. Sí, eso lo había notado. No en vano fue el que amenazó con matar a todos y dio la orden de asesinar a esa rubia. El recuerdo me hizo estremecerme y cerrar los ojos en reflejo, pero los abrí rápidamente porque la imagen se volvía más vívida. —Ese plateado podía- Quería compartirle lo que sabía, pero el pánico lo dominó tan pronto como las placas empezaron a retorcerse bajo el peso de otro metal. Me alcé sin pensarlo y mis ojos quedaron en el rectángulo de la rendija viendo fijamente como el líder se presentaba ante nosotros con esa mirada solo llena de hostilidad, carente de vida. Llamarlo "Pseudo" era perfecto porque no era un Pokémon. Había visto miles, quizás millones de los mismos en mis años activos y nada tenía una mirada tan carente de vida. Incluso en los mutilados durante la guerra podías ver un poco de luz ante las caricias o comida. En éste ni siquiera veía algo de emoción. Solo una pantalla con luces rojizas. Esperé el escáner, pero no vino. ¿Ya estaba convencido de quién era? Mejor así. Pero tampoco tenía nada qué decirle, mucho menos a Marcoh en su miedo. Solo me quedé observando cada detalle del robot, esperando su actuar.
Después de mi pregunta la chica me miró con molestia. Vaya, no pensé que fuese tan grave, tal vez una pacificadora ayudando a su camarada con el mareo del barco, lo usual. Mi intromisión no era bien recibida pero cualquier excusa para mantenerme ocupado me servía. —En sí, sólo le pregunté si todo va bien —respondí, en voz baja—. No tiene pinta de querer salir de ahí. Antes de que pudiese seguir haciendo preguntas, sonó un estruendo proveniente del cubículo y un zapato salió volando bajo la puerta. Pero que- Otro estruendo de una puerta abriéndose no me dejó terminar mi línea de pensamiento, un pacificador descalzo entró por la puerta echando humo. Un escalofrío recorrió mi columna, todos mis instintos se pusieron en alerta. ¿Quién era? ¿A quién estaba buscando? ¿Me habían descubierto? Antes de que el pánico inundara mi cabeza el tipo salió y empezó a gritarle a uno de los guardias metalizados. Solté despacio el aire que se había quedado en mis pulmones, tal vez estaba mal interpretando la situación, no soy el único que está en problemas en este barco. Regresé la vista a la mujer quién ya estaba empujando la puerta del cubículo, determinaba a descubrir lo que se encontraba detrás. Casi sin forcejeo, la puerta cedió y detrás de ella un pequeño Pokémon se asomaba. El miedo inhundaba sus ojos. Oh no. Los problemas solo seguían apilándose. La mujer tomó los zapatos y se dirigió a la puerta, dejándome órdenes. Respiré profundo, al final no tenía más opción que seguirlas, pero tenía que salir de ahí cuanto antes. Le eché un vistazo al Toedscool que se encontraba tras esa puerta, no sabía ni me interesaba saber cómo había terminado en esa situación, aunque me despertó un poco de simpatía verlo tan vulnerable. Cerré la puerta rápidamente sin darle espacio a salir. Regresé la vista a la chica quien hablaba con el pacificador enfurecido ¿Qué seguía ahora? Buscar algún dios a quien rezarle para que me saque de aquí.
¡No podía creerlo! Llevaba toda la semana organizando aquella excursión a las Charcas Mabwabwa y tenía todo en orden. Había comprado anzuelos para mostrarles a los niños cómo trabajaban los pescadores de Kikabila, enseñándoles la población de aquellas charcas y qué especies eran comestibles; y cómo guinda del pastel, sorprenderles, si había algo de suerte, con algún Honedge curioso que hubiese estado haciéndose pasar por anzuelo para conseguir alguna presa. ¡Hasta había comprado algunos cebos para permitirles interactuar con esta especie! No todos los días se veía una, y seguro que solo por la sorpresa que se iban a llevar merecía la pena la excursión. Pero aquel incidente era prioritario. Aquellas fumarolas no presagiaban nada bueno, y en cuanto avisté el barco supe que algo pasaba. Empoleon surcó los mares de la isla a gran velocidad hasta alcanzar Ciudad Kikabila y allí pude encontrar unos pokémon que jamás había visto. Su apariencia era de pokémon de tipo fuego, pero no podía descifrarlo con seguridad con un solo vistazo. El jaleo se formó muy rápidamente y a lo lejos vi a una mujer herida, sangrando. ¿¡Qué habían hecho!? La bandera del barco no engañaba: se trataba de un barco del Imperio de Valthyria. —Maldita sea... —murmuré aún desde la costa, entrando a la ciudad por un recoveco donde nadie me vería, tapado por árboles y casas de la zona. Quería ayudar a la mujer, pero si me detectaban tendría problemas, especialmente acompañado de Empoleon. Aun así, quería enterarme de lo que estaba ocurriendo, y más importante, ayudar a aquella mujer. Fue todo un espectáculo lo que ocurrió después, pero pude ver a quien claramente reconocí como Alpha. ¿Qué hacía en Udan? Y lo más importante, ¿desde hacía cuánto tiempo que estaba allí? Aquellos pokémon, de apariencia similar a Marowak, se lo llevaron. Se lo llevaron creyendo que era "Lucas", que era yo. ¿Me buscaban a mí...? ¿Y Alpha...? ¿Por qué? No lo entendía, pero desde luego esos pokémon no buscaban nada bueno. Nada más llegar ya habían causado problemas. Tal como vi que la mujer era atendida, y entendiendo que no podía hacer mucho más allí, tomé una decisión que quizás fue más imprudente de lo que debía: partí a lomos de Empoleon a través del mar, para alcanzar el barco. Si era Alpha, tenía descubrirlo, y de paso averiguar qué estaban tramando los del Imperio, aunque fuera por la propia seguridad de Udan, que había sufrido su primer asalto, por breve que hubiese sido. Navegamos por un buen rato, teniendo Empoleon algunas dificultades para alcanzar el barco. Me planteé si era prudente seguir, o si debíamos dar media vuelta, pero la distancia que ya había tomado el barco de la isla hacía que volver ahora supusiese no descubrir qué estaba ocurriendo. Y eso parecía que traería paz momentánea, pero en cuanto supieran que "Alpha" no era realmente "Lucas"... Volverían, seguro. Pronto, fue demasiado tarde, y Empoleon y yo subimos al barco. A cada momento, me parecía más loco aquello, pero afortunadamente la cubierta estaba sorprendentemente despejada. ¿Quiénes viajarían en el barco? Ya no había rastro de aquellos pokémon. Divisé las dos chimeneas humeantes, así como numerosas puertas a un lado del barco. "Hum... no, no es prudente ir entrando en habitaciones sin más. Podrían ser los camarotes de los soldados del imperio y eso sería un jaleo." Inspeccioné algo más la cubierta, hasta encontrar unas escaleras. —Si Alpha está en algún lado, será aprisionado, probablemente, y no esperaría que esa prisión se encontrase en la cubierta, tan fácilmente accesible y sin guardia. Deberíamos bajar las escaleras y ver qué hay; ten sumo cuidado con donde pisas y evita hacer ruido, Empoleon. Luego, le dirigí un guiño cómplice, para asegurarle que todo estaría bien. Con todo lo que había entrenado recientemente, estaba seguro de que podría con toda la tripulación del barco si hacía falta.
Kris quedó vigilando al pokémon, que seguía, uhm "sudando" profusamente, tenso. De vez en cuando hacía un leve amago de movimiento, inclinando el cuerpo en una u otra dirección, como si fuese a salir a correr. Pero no llegaba a salir corriendo, porque siempre se paralizaba al ver a Kris en mitad de su camino. Wooper, sin embargo, sonreía todo el rato al lado de Kris, y miraba al Toedscool con cierta curiosidad, inclinando la cabeza de un lado a otro. No... no parecía estar enterándose de mucho. En esas, Anna le había ofrecido sus zapatos al tipo que aparentemente los buscaba. Nada más verlos, sin embargo, se enrojeció de forma exagerada, tomó uno y apartó el otro de un manotazo de sus manos, lanzándolo al suelo. —¡¡Entonces tenía razón!! Esa seta estúpida está aquí metida. ¿¡Dónde estás, hijo de puta!? Caminó como un Tauros bravo, pecho henchido, y apartó de un empujón a Kris. Luego miró a Toedscool, y fue entonces cuando Kris pudo ver al pokémon completamente aterrorizado, tratando de correr inútilmente por las paredes del lugar, intentando escaparse por arriba, intentando esconderse donde fuese. —No tienes dónde escapar, bastardo. Eres la cosa más inútil que podían haberme asignado, ¡y un puñetero cobarde asqueroso! Te vienes conmigo, y cuando lleguemos... ¡te vas a enterar! Un manotazo del hombre fue esquivado por el pokémon, quien seguía aterrorizado, ahora agachado y temblando en una esquina del cubículo. Su "dueño", sin embargo, tomó el zapato y lo alzó, tratando de golpearle con él. Toedscool se escurría como podía en el poco espacio que tenía para evitarlo. —¡¡No te escondas, cobarde!! ¡Puto inútil! Ni los supuestos "guardias", esos Marowak raros, ni ningún pacificador, pareció inmutarse. Es más, algunos de los últimos entraron al baño, aburridos como Cloysters y atraídos por el alboroto, y... parecían entretenidos con la escena, al ver al otro tipo tan rabioso. —Coño, ¿ese no es tu colega? ¡Sí que está cabreado! —dijo uno. —Seguro que ha encontrado a la inútil de la seta esa que le han dado como compañero. ¡Lo lleva buscando desde que se quedó sobado y al despertar no estaba, ni él ni sus zapatos! No me extrañaría que se coma la suela. —Me meo —rio otro—, ¡por fin algo de acción en este barco! La cosa estaba aburridísima. *** Bajaste las escaleras y encontraste unas puertas. Fue fácil pasar: entraste en la sala, cuya puerta doble se movió con solo un poquito de fuerza; era una puerta pesada, pero estaba abierta. Lo que no estaba abierto era lo que había tras ella. Se reveló tras aquella puerta una amplia sala, con múltiples puertas grandes con barrotes gruesos alrededor. Tras cada una de ellas... Lucas podía ver a pokémon. Encerrados. La mayoría en condiciones lamentables, a decir verdad. Y todos parecían tener... algún problema. Vio, entre otros muchos, un Hatterene con su "brazo" anormalmente corto, un Tauros de color oscuro y con un cuerno roto, o un Vivillon con un ala sustancialmente más grande que la otra. Parecían pokémon con algún tipo de... malformación, o "defecto". Todos encerrados, entristecidos, allí apiñados. Una puerta más, metálica, se alzaba al fondo del pasillo. Estaba cerrada a cal y canto, o al menos lo parecía. Y ligeros sonidos provenían del otro lado. ¿Dónde estaría Alpha? *** Silencio. El robot no se movía. Te miró por un tiempo, en completo silencio. Pero, por fin, quizá pasados un par de minutos, lo rompió. Su voz robótica se hizo igual de ominosa que antes, quizá... más aún. Y podías oír a Marcoh, en la celda contigua, temblando de miedo. Contenido oculto —SUJETO: ALPHA XENODIS. ESTADO: CONSIDERADO MUERTO. AFILIACIÓN: KALOS, SINNOH. RIESGO DE AMENAZA: NULA, SUJETO FALLECIDO. ... ¿huh? —PARÁMETROS... REVALORADOS. SUJETO: ALPHA XENODIS. ESTADO: VIVO. AFILIACIÓN: UDAN. RIESGO DE AMENAZA: BAJA. Te pareció notar... una extraña sonrisa, si siquiera eso era posible en su rostro artificial y mecanizado. E inclinó la cabeza a un lado antes de seguir "hablando". —OBJETIVO DEL OPERATIVO: LUCAS DIAMOND. SE REQUIERE: VIVO. PLAN A: AMENAZA A CIVILES. PLAN B: USO DE CEBO. El escáner de sus ojos se alzó de nuevo, analizándote brevemente, una vez más. Inclinó la cabeza al otro lado. —... SUJETO: ALPHA XENODIS. UTILIDAD COMO CEBO: MUY ALTA. De pronto, el tono robótico cambió ligeramente. Se inclinó hacia ti, y habló como lo hizo la primera vez que lo viste, en Udan, antes de que empezase la cuenta atrás y los escáneres. Casi parecía que, cuando hablaba de esa forma, estaba reproduciendo programas e instrucciones internas, pero podía... crear frases él mismo, al margen de eso. Y ahora hablaba él, no su programa. Aunque claramente, la forma en la que tuvo de usar su "programación" con las anteriores frases no fue casual. Quería transmitirte un mensaje muy claro. —LA UTILIDAD QUE PRESENTAS PARA VALTHYRIA ES LIMITADA UNA VEZ CUMPLIDA TU FUNCIÓN. DICHA FUNCIÓN QUEDARÁ SATISFECHA PRONTO. HEMOS DE CUESTIONARNOS TU USO A CONTINUACIÓN. PRESENTAS FORMA FÍSICA ELEVADA, LAS BASES DE DATOS REFLEJAN ALTAS CAPACIDADES DE COMBATE. LA EXPRESIÓN FACIAL Y NO VERBAL, SIN EMBARGO, REVELA POCA MOTIVACIÓN. >> RESPONDE A LA SIGUIENTE PREGUNTA: ¿SERVIRÁS A VALTHYRIA CON TU FUERZA? Sus ojos parpadearon, y, por un momento, se apagaron... hasta que otro "escáner", este de un color azulado, le apuntó directo al rostro, iluminándose. —... ACTIVANDO DETECTOR DE MICROEXPERESIONES. VERIFICANDO VERACIDAD. POR FAVOR, PROCEDA A SU RESPUESTA.
Sentí el corazón aplastarse entre mis costillas apenas el tipo le dio un manotazo al zapato restante, mandándolo a volar. No pude hacer nada por detener su avance hacia el interior del baño y me giré en redondo. El chico albino seguía frente al cubículo, supe que le daría la ubicación exacta del pokémon y que la situación ya se nos había ido de las manos. Bajé la mirada a Zuki, tensa. ¿Debería haberme quedado callada? Jamás iba a saberlo. Como tantas otras incertidumbres, más hondas y más oscuras, que perforaban la carne. No quería liarla, no quería seguir metiéndome en problemas y menos aquí, en una embarcación valthyriense. No quería, pero el hijo de puta se fue encima de la pobre criatura y el cuerpo me respondió por sí solo. La inyección de ira, de hartazgo e indignación, movió mis piernas y, cuando quise acordar, ya había colado el cuerpo entre el pokémon y el hijo de puta de su "dueño" para intentar arrebatarle el zapato de la mano velozmente. —Ya estamos con el berrinche, ¿o no? —espeté, rígida, y en un chispazo de lucidez supe que, muy probablemente, la estaba cagando—. ¿Qué ganas desquitándote con una seta? Ya encontraste tus zapatos, hombre, ya está.
Al bajar las escaleras encontré una puerta que cedió con gran facilidad. Lo cierto es que no contaba con ello, así que fue una grata sorpresa no necesitar la ayuda de Empoleon. Al menos, no para este trabajo. Porque al entrar a aquella habitación, encontramos varias celdas que albergaban pokémon. Estaban encerrados, y no solo eso, sino que además parecían estar sufriendo, con malformaciones de algún modo. ¿Cómo podían permitir que los pokémon viviesen en esas condiciones? Si ya de por si no comprendía la filosofía de Chance, pensar que no solo los tomaban como armas, sino que encima no se preocupaban en absoluto por ellos, me parecía aún más aberrante si cabía. La falta de empatía de todo aquel que defendiese ese régimen era destacable. Me acerqué a revisar las celdas una a una, observando los pokémon en su interior. Algunos reaccionaron al verme acerme, otros no tanto. Parecía que poco les importaba ya quien entrara o saliera. Me hubiera gustado intentar confortarlos, pero no sabía cómo iban a reaccionar si intentaba colar mi mano entre los barrotes, aunque fuera con un cebo. Uhm... Observé a mi alrededor y vi al fondo una puerta algo más robusta, cerrada a cal y canto, a través de la cual podía escuchar algunas voces, aunque no lograba comprender lo que decían. Parecía un callejón sin salida, al menos si no quería llamar la atención. Si iba a darme media vuelta, por lo menos aprovecharía el viaje, ¿no? Me acerqué a la celda más alejada de la puerta cerrada, para evitar hacer demasiado ruido y que nos detectasen. —Empoleon... ¿Crees que podrías forzar los barrotes de estas celdas? Da igual si los cortas o solo los doblas, lo importante es que podamos liberar a estos pokémon. Quizás puedas hacer algo con tu tridente de hielo. >>¡Pero recuerda no fatigarte demasiado, por favor! Quizás tengamos que combatir más adelante. Esto no podía salir bien...
Maldita sea. Había entrado acá para evitar llamar la atención, pero los problemas seguían apareciendo uno atrás del otro. El furioso e imponente pacificador entró a por el bicho que se encontraba en el cubículo, retrocedí un par de pasos por instinto, pero igual me empujó. Me tomó un segundo no perder piso, era muy fuerte. Retrocedí hasta que pude tocar el filo de los lavaderos, no pensaba entrometerme, sobretodo con la cantidad de agentes que parecían entrar por la puerta. Decidí caminar hacia la multitud, en caso de que pudiese encontrar un hueco para escabullirme. Pero los curiosos eran cada vez mas y más, salir en ese momento iba a ser casi imposible. Bajé la vista a mi Wopper... ¿mío? Bueno, se supone que estoy suplantando a su dueño. Sus pequeños ojos me devolvieron la mirada, llenos de preocupación. Parecía suplicarme algo y yo sabía perfectamente a lo que se refería, di un paso para atrás negando ligeramente con la cabeza. No por favor. Hay que salir ya. Me choqué levemente con un pacificador que estaba a mis espaldas y el bichito aprovecho para correr y escabullirse dentro del cubículo. Lo voy a matar. Mi reacción fue instantánea, no podía perderlo así, era parte de mi coartada para salir de aquí. Corrí hasta cubiculo que ya estaba bastante lleno con la chica y ese hombre que buscaba a su seta. — N-No creo que vayas a sacar así. Lo estás aterrorizando — Intenté mantener la compostura — No va a ir a ningún lado
Compartir miradas con esa cosa se volvió eterno. No se movía, no hablaba, no daba ni una pista de qué hacía así. Marcoh se calló encima y ahora solo podía oír de vez en cuando sus llantos de miedo. ¿Qué estaba pasando? Su voz me lo hizo saber de manera inmediata: No es que me creyeran, es que no les importaba que no fuera él. Se habían dado cuenta de quién era desde el minuto uno, pese a que me habían dado por muerto. Fruncí un poco el ceño en respuesta al escaneo, la falta de luz dentro lo hacía molesto, y solo me quedé observándole mientras actualizaba mi información, y peor, me declaraba como un anzuelo perfecto para pescar a Lucas. —Ya veo. Al menos lo que hice no fue para nada. Evité que más gente muriera en esa plaza. Ahora lo que ocurriera conmigo daba igual. Entonces vino una oferta que jamás esperé. Unirme a Valthyria porque valoraban mi fuerza y habilidad como entrenador, ser uno de sus . Abrí los ojos con sorpresa, por primera vez en años, y me quedé fijamente mirando al pokémon metálico mientras esa luz azul me recorría, por varios segundos hasta hacer un minuto. Solo entonces bajé la mirada al rosa amarrado a mi dedo. La megaalianza. Recordé saltar a las alcantarillas y que todo se volviera negro. Los ojos azules que lloraban desesperados y los verdes que me presionaron a abandonar la lucha por primera vez. Y luego el pardo amarillo que veía a través de la televisión del frente. El como los ámbares y zafiros de las rubias recobraron la luz con el tiempo, y como el primero acabó apagado hasta nunca más encenderse. Y también como nunca cumplí la promesa de regresar con la segunda. Todo por decidir pelear. Todo por ayudar a otros. Todo por salvarlos de él. Pero nunca gané. Perder me había llevado a Udán. Yo- —Yo no peleo—Respondí en voz alta, apagado.—. Pero voy a morir antes de ayudar a Valthyria. Contenido oculto David en corto:
Check de constitución por favor. *** Y tú de carisma por favor. *** Empoleon intentó forzar los barrotes por todos los medios, y tú le ayudabas... pero de ninguna forma parecía ser suficiente. Eran... de un metal extrañamente rígido y pesado, sin duda. El hielo de Empoleon no podía hacer nada, y su fuerza no era suficiente para forzarlos. El pokémon del otro lado de la celda era un Tauros de color muy oscuro, como si fuese otra variedad distinta... y, con su único cuerno completo, solo se limitó a alzar la cabeza ligeramente, muy muy poquito. Casi sin inmutarse, como si no tuviese fuerzas para nada. Como si estuviese tan resignado a permanecer allí que no creyese posible tener ningún tipo de opción a salir. Con las mismas, al mirar el intento vano de Lucas y Empoleon, volvió a recostarse, profundamente desanimado. *** El robot pareció procesar algo. Sus ojos, otra vez, se apagaron... y solo se mostraron de nuevo los píxeles rojos una vez pasó un segundo, tras un par de pitidos intermitentes. —ENTENDIDO. NO OBSTANTE, SE PRESENTA UN CONTRAARGUMENTO. El robot se alejó entonces, y lo viste desde la rendija acercarse hacia la sala contigua. Los gritos no tardaron en dejarse escuchar. Marcoh, el tipo de al lado, gritó. —¡No, no, no, no! ¡No! ¡Déjame, monstruo! ¡No me toques! Gritó, sollozó y gritó un poco más. Y entonces viste al robot aparecer de nuevo. Arrastrando al tipo, que se retorcía con todas sus fuerzas, pero no podía hacer ceder el agarre de la criatura robótica. De hecho, esta no se inmutaba lo más mínimo, como si no tuviese siquiera que hacer un mínimo de fuerza para contenerlo. Como si los empellones y tirones de Marcoh no le hiciesen siquiera tambalear. —EXPONIENDO CONTRAARGUMENTO —de nuevo... regresaba la voz automatizada, más aún si cabía. Como si solo procesase acciones y palabras, y no las articulase con un sentido de forma consciente—. HIPÓTESIS UNO: EL SUJETO REACCIONA ANTE LA AMENAZA A OTROS SERES VIVOS. HIPÓTESIS DOS: EL SUJETO ACTUARÁ CUANDO SE AMENACE A TERCEROS. TEORÍA: EL SUJETO SIENTE PAVOR ANTE EL DAÑO A TERCEROS. CURSO DE ACCIÓN: DAR AL SUJETO LA POSIBILIDAD DE INTERVENIR EN LA SEGURIDAD DE UN TERCERO. INTENCIONALIDAD DE LA PRUEBA: COMPROBAR EL ALCANCE DE LA FUERZA Y ENTEREZA DEL SUJETO. Paró de hablar. Marcoh, en ese instante, también paró de agitarse por unos segundos. Lo viste entonces con más calma: era un tipo que no tendría mucho más de veinticinco. Rostro pecoso, pelo rizado y revuelto. Expresión, aún, como de niño. Era un crio: paranoico, asustadizo... como un niño acojonado. Y tenía razones para estarlo. —U-Un momento, ¿qué quiere decir eso? ¡No, por favor! ¡No me hagas daño! ¡No! Pero el robot (monstruo, le decía Marcoh... quizá lo era) ni siquiera le miró. Miró a Alpha. Como si tuviese una extraña, y quizá programada, fascinación por él. ¿Era por ser holder? ¿O simplemente... le había tocado pagar el trapo a él? —EL RIESGO DE AMENAZA A LAS INSTALACIONES ES MÍNIMO. EL RIESGO DE AUTOLESIÓN ES BAJO. LAS POSIBILIDADES DE HUIDA SON NULAS. LAS ÚNICAS POSIBILIDADES MODERADAS RADICAN EN: SALVAR LA VIDA A UN HUMANO. >> COMPROBEMOS LA VERACIDAD DE LAS HIPÓTESIS. Se marchó entonces, arrastrando por el suelo, prácticamente, a Marcoh. Los gritos de este se perdieron en la distancia. Y en ese momento, "clic". La puerta de tu celda hizo un ruido. Se había abierto. Sin más, como si nada. ¿Acaso la abrió ese pokémon, o esa cosa? ¿Quería que le siguieses? ¿Quería... "comprobar sus hipótesis"? De repente, ni el sonido robótico de la voz o de los pasos de aquella criatura ni los sollozos de Marcoh se oyeron. De repente... el silencio lo llenó todo, de forma especialmente tétrica. *** ??? Reparar máquinas, te dijeron. Robots, concretamente. O, más que repararlos, procurar su "mantenimiento". Esa era la tarea. Esa se suponía que era la tarea. Qué gracia. Encerrado en tu sala, al fondo de aquel barco, utilizabas el diverso instrumental que te habían dado para tratar de reajustar a los extraños seres que traían ante ti. A todos los efectos, eran robots: su interior, en cuanto lo abrías un poco, era todo cables, tuercas, circuitos y chips: lo que uno encontraría encontrar dentro de un robot, evidentemente. Y, con todo el hecho de que aquellos robots que estabas arreglando y puliendo continuamente, desde que montaste en aquel barco hacía ya días y días, eran extrañamente parecidos al pokémon Marowak; no solo en diseño, también... también en cuanto a sus capacidades. Los habías visto portar aquellos huesos que se activaban como una suerte de espadas de pura energía, y habías podido comprobar, dentro de alguno de ellos al examinarlo, una extraña sustancia que reconocías como algún tipo de energía. Parecida a la megaenergía a la que estabáis más acostumbrados en Kalos, pero... diferente. Ferrosoldado. Así te dijo el otro robot, el que hablaba y era parecido a un Gardevoir y un Gallade, que se llamaban. Él, por su parte, se presentó con un nombre mucho más elegante y solemne, de algún modo: "Valiant". Te habría gustado haberlo analizado, también... pero era el que mandaba allí, el que dirigía todo. Y parecía sorprendentemente autónomo. Si bien los Ferrosoldados parecían tener una autonomía muy limitada, obligándote a recargarlos frecuentemente cuando Valiant te los traía uno a uno, él parecía tener una energía ilimitada dentro. Te habría encantado averiguar qué escondía, cómo podía sostenerse una máquina activa por tantos días... pero no podías hacer nada. No allí, con las manos atadas, figurativamente hablando. Todo lo que hacías era arreglar robots, uno tras otro. Día tras día. Perdiste la cuenta de cuánto tiempo llevabas allí. Estar en el S.S. Destino empezaba a parecerse más a algo forzado, a una especie de encierro, que a una misión del Gobierno Valthyriano, desde luego. Te ofrecían comida, una comida que sabía profundamente artificial, como hecha sin alma y sin ningún tipo de atención por los ingredientes y cómo combinarlos, preocupándose solo de su valor nutricional, y te proporcionaron un pequeño baño y una cama. Todo lo demás era una gran mesa de trabajo y maquinaria útil para aquello. Nada más. Pero luego te pidieron, también, que "arregles" defectos de pokémon. De seres vivos. Te mostró, en aquel pasillo cerca de tu sala, a múltiples ejemplares que mantenían encerrados, todos ellos mostrando algún tipo de deformidad o limitación clara. Ya los habías visto allí al entrar en el barco, y te habías preguntado en su momento por qué los únicos seres vivos que habías visto en aquel barco, además de a ti mismo, eran esos pokémon. Por qué precisamente pokémon con malformaciones o algún tipo de defecto físico estaban allí. Que los arreglases. ¿Cómo? ¿Con alguna especie de prótesis metálica, o algo? No te dieron instrucciones claras... no tenías idea de cómo proceder. Y no te habías atrevido a abrir las puertas que llevaban hacia fuera de tu sala desde que te dijeron aquello. En general, no te atrevías a salir de allí, pese a que técnicamente podrías hacerlo... . Por fortuna, Valiant llevaba algún tiempo sin acercarse, y no había verificado qué tal iba el proceso de "reparación" de aquellos pokémon. Estabas encerrado, pese a no estarlo. Valiant era profundamente intimidante, y el vaivén del barco, a veces, te recordaba a otro tipo de vibraciones que te paralizaban. Temías dar un paso en falso en cualquier instante. Todo cuanto podías hacer era cumplir con las órdenes, y... esperar a que te especificasen un poco cómo se suponía que debías "arreglar" a los pokémon. Por lo menos estabas acompañado. Lo estuviste todo este tiempo... de tu pequeño compañero, siempre fiel, siempre a tu lado. Era una suerte mantener buenas relaciones con el Gobierno; al menos estabas autorizado no solo a tener acompañante pokémon, sino a viajar con él en aquella misión. Así pues, te encuentras en tu sala, la puerta metálica tras de ti completamente vacía. Frente a ti, tienes a un Ferrosoldado inactivo, abierto en canal, los circuitos exponiéndose. Habías estado aprovechando el tedio de aquel eterno viaje en barco examinando con más detalle a aquellas criaturas, a aquellos robots, intentando sacar algo en claro de los mismos... porque algo te decía que ocultaban más de lo que parecía. Pero te habías alejado, saturado, de la mesa por unos instantes, tratando de tomar aire. A tu izquierda y derecha, dos puertas, cada una llevando a una de las dos pequeñas salitas contiguas que había allí: un improvisado baño, con ducha y retrete, y una sala con una triste cama, que hacía las veces de dormitorio. Sobre la otra mesa, la que destinabas a comer, tenías aún ese triste puré de patatas que te daban, sin terminar. Bramblin se sentaba en la silla frente a este, y a veces te preguntabas si a él, por alguna extraña razón, le parecería apetitoso un plato con tan terrible pinta. Te disponías a volver a tu trabajo, o a tratar de hacer algo que te distrajese, en general, cuando oíste ruidos fuera. La puerta estaba cerrada, y solo tú disponías de pestillo para abrirla o cerrarla desde dentro; en esos momentos, estaba cerrada, no había duda. Deberías estar a salvo. ¿Sería Valiant, que venía a revisar qué tal marchaban esas "reparaciones" de los pokémon, o a llevarse al último Ferrosoldado al que parecía haber dejado olvidado allí, en tu mesa? ... si lo era, no parecía querer acercarse. Nadie tocó tu puerta, al menos. Quizá los ruidos fueron imaginaciones tuyas.
Los ruidos de la máquina y el cómo sus ojos se apagaron me hicieron saber que algo pasaría. Sin embargo, me mantuve estoico en mi lugar. Fuera lo que fuera, dentro de la celda poco más podía hacer que alejarme y demorar sus acciones uno o dos segundos. Así estaba bien. No obstante, no fue por mí. Ese "Contraargumento" decidió probarlo con Marcoh. Desapareció y apareció de nuevo con él y pude ver su rostro entre los mechones grasos y mal cuidados de mi cabello. Luchó y pataleó como pudo. Ni sus gritos le ayudaron para librarse de la fuerza hercúlea de esa cosa. Me quedé observando. No lo estaba dañando, sino que más bien sus intenciones iban por otro lado. Era un cebo. Y lo arrastró fuera de la habitación. Sus gritos retumbaron en el pasillo hasta no poder oírse y dejar la celda en un silencio sepulcral, tal como al inicio. Me dio tiempo para pensar. Para ver al vacío de la celda del frente mientras las voz artificial del llamado monstruo ponía las cartas sobre la mesa: Tomaría la vida del de Galar porque yo no acepté trabajar para su imperio. Y eso... ¿Me molestó? Yo no peleo, me repetí. Llevaba años sin hacerlo. Pasaba los días observando el cielo teñirse de azul, de rojo y luego de estrellas una y otra vez sentado en la silla que había comprado a cambio de unas gemas. Solo hacía pausas para labrar la tierra o alejar a los siempre presentes Snorunt de Udán que rondaban mi granja y amenazaban con robarse las bayas que tanto les gustaban usar para sus bromas. Esa era mi vida. Monotonía pura. Sin nada alegre, sin nada triste, sin chistes, sin quejas. Solo un paso adelante tras otro. Estaba bien. No sentir nada... Era mejor. Quizás por eso no entendí el calor que empezó a acumularse en mi pecho. Inconscientemente apretaba mis dientes hasta hacerme tensar las mejillas y mis manos se pusieron rojas apretando la rendija de la puerta hasta que acabaron empujándola cuando su bloqueo se abrió. Ahora de la nada, sin quererlo, estaba fuera de la celda. Tenía el ceño fruncido y los ojos aguzados. Solo se enfocaron en el rastro fantasmal y los gritos callados del hombre de Galar. Lo seguí. Primero caminé e inconscientemente los pasos se convirtieron en zancadas. Hacía retumbar el metal bajo mi cuerpo sin pensar en si algo más, esos Marowak, me terminaría interceptando. No iba a esperar a que mate a alguien más.
Pero que ironía. Técnicamente era libre, no estaba atado a ningún lugar y sin embargo por mi propia elección estaba otra vez encerrado en un pequeño lugar, entre circuitos y máquinas como única compañía... incluso la insulsa comida era similar. Aún no tenía la mínima idea de cuál era el propósito final de este barco, ni por qué el mantenimiento de las máquinas del mismo quedo a mi cargo, considerando que nunca había visto o estudiado sobre este tipo de robots que parecen venir de Paldea... O los ejecutivos estaban sobreestimando mis habilidades de nuevo, o este tipo de máquinas eran algún tipo de secreto que solo muy pocas personas sabían de su existencia. No me sentaba del todo bien ninguna de las opciones, pero el lujo de poder inspeccionar a estos <Ferrosoldados> para saber como funcionaban era una buena distracción. Me puse de pie y dirigía hacia la puerta de la sala, en donde apoyé mi espalda algo rendido. Observé los circuitos del ferrosoldados que estaban expuestos en mi mesa de trabajo, aún seguía sin poder definir del todo que era exactamente la energía que tenían en sus espadas, parecía algo peculiar... Aunque los ferrosoldados necesitaban recargarse con frecuencia, ¿Podría tener el Valiant tener esta energía incorporada de alguna forma o algo similar? Sin duda parecía una forma más avanzada y autónoma con respecto al resto. Pero si podía hacer un detector que reaccionara a la energía de los ferrosoldados podría ponerlo a prueba.... Aunque eso no es lo que se me ordenó, ¿Qué tan posible es que me ponga en problemas? En primer lugar, si lo hago bien el Valiant no tendría por qué enterarse siquiera. En ese momento fue cuando sentí que los dos orbes del Bramblin se despegaron del puré y se dirigieron hacia donde estaba. Parecía que estaba viendo a través de mis elucubraciones — Venga, no es cómo si tampoco me dijeron que no pueda investigar un poco no? Estrictamente hablando no rompería ninguna regla. No seas un aguafiestas~ — Sin embargo, no despegó la mirada, ignorándome por completo. Fue entonces cuando escuché también ruidos detrás de la puerta. No parecía que era Valiant, ¿Acaso había alguien más ya dentro? No había estado muy atento a las paradas del barco en los últimos días. Me acomodé junto a Bramblin, y espere para ver si era una visita nueva, y esperé... y nada. — Anda, si no es para aquí al menos no tenemos que pensar una reporte o excusa sobre el trabajo adicional que me asignaron. Aunque me pregunto qué habrá pasado... — Suspiré un poco decepcionado. No quedaba otra opción que a lo sumo cuestionar a la próxima visita que venga a la sala. No. Eso era antes. Froté mis ojos y miré hacia mi pecho, mis brazos. Nada. Luego dirigí mi mirada hacia la puerta. No había nada atándome aquí, simplemente tenía que abrir el pestillo y pasar al otro lado de la puerta. — Si no escuché mal, parece que el sonido vino de la sala dónde nos dijeron que estarían los otros pokémon, creo que es momento de ir a echarles un vistazo — Con Bramblin ahora rodando detrás mío, abrí la puerta, decidido a encontrar la causa del sonido .
Lo intentamos por todos los medios, pero la puerta no quería ceder. Empoleon comenzó a golpearla con las aletas, dándoles tajos de un lado a otro, y luego tratando de doblarlas con mi escasa ayuda. Nada era suficiente, los barrotes ni se inmutaron. Y ver al Tauros alzar la cabeza, para luego volver a bajarla abatido, desesperanzado, me rompió el corazón. Me agaché frente a la puerta, con lágrimas en los ojos. No sabía cómo ayudarle. O quizás era que, simplemente, no podía ayudarle. Frustrado, apreté el puño. —Vamos a intentarlo una última vez, Empoleon —le dije a mi pokémon—. Quizás solo necesitamos un poco más de ayuda... >>Eh, grandullón, ¿podrías ayudarnos? ¿Crees que tienes fuerzas para este trabajo? Tal vez esto pueda ayudarte —le dije al Tauros con dulzura, mientras le tendía uno de mis supercebos, que afortunadamente había traído conmigo. Y si seguíamos sin ser capaces de doblar los barrotes o algo similar, al menos esperaba consolar la tristeza de aquel pokémon con algo de comida...
Contenido oculto Dado que hubo mucho entre medias, traigo las resoluciones de las tiradas de Kris y Anna (ambos basadísimos btw vieron esos dados????) aquí en vez editar arriba y así va todo juntito —¡Tsk! Quita del medio, estúpida, ¡esto es entre ese incompetente y yo! El tipo te agarró entonces de las muñecas, forcejeando contigo, tratando de tirar de ti para sacarte de allí. Sin embargo, pudiste hacer fuerza en su contra, o quizá fue porque tu entrenamiento te había enseñado a usar ese tipo de situaciones a tu favor. Técnicamente él también debía tener esa formación, como todo pacificador... pero fue inútil para él, aparentemente. Le ganaste en fuerza, o en la forma de usarla, al menos, y lo empujaste bruscamente hacia atrás. Cayó de bruces contra el suelo, ante la mirada atenta de todos los presentes. El escándalo no tardó en llamar la atención de los demás pacificadores, y poco a poco se empezó a armar más y más revuelo. Metido en su esquina, Toedscool estaba aún tembloroso, impotente. —Auch... m-malnacida —gruñó el tipo. Sin embargo, Kris estaba en medio. Sus palabras parecieron, de algún modo, calmarle, aunque fuese por un instante. >> Tché —murmuró, levantándose y sacudiéndose el polvo, apartando la mirada—. Sois unos subnormales. Ese pokémon es mío. De pronto, nuevos pacificadores entraron, y uno de ellos, con un Grapploct a su lado, corrió hasta allí, furibundo. —¡Chuck! ¿Estás bien, tío? ¿¡Sois imbéciles!? ¡¿Qué coño le hacéis a nuestro colega?! — Su Grapploct, con gesto irritado, os miraba a ambos con furia. Cada vez más pacificadores se acercaban, pero... al final, los robots intervinieron, viendo lo hacinado que se volvía el lugar. Con sus espadas y sus rostros inanimados empezaron a desalojar el baño bajo amenaza de alzarse en armas contra ellos. No tuvieron más remedio que salir fuera, de forma relativamente ordenada. El conflicto no desescaló, sin embargo. Solo cambió de lugar. —Esto no quedará así, que lo sepáis —comentó el tipo del Toedscool. Su pokémon, sin embargo, se escondía detrás de Anna ahora mismo, todavía asustado—. Cuando salgamos de este barco... —Eso —murmuró el tipo del Grapploct. Su pokémon estaba... deseoso por pelear, desde luego. Apretaba los puños uno contra otro, casi al unísono con su entrenador—. Yo me he quedado con ganitas de gresca, debo decir. Pokémon, o "herramienta" y pacificador haciendo exactamente el mismo gesto, con las mismas intenciones. Hasta algunos pacificadores más cabrones acababan desarrollando algún vínculo con sus pokémon, ¿eh? Bueno. No todos. —¡La seta es mía! —requirió el tal Chuck, señalándola—. Devuélvemela... Ah, pero ya no intentaba siquiera acercarse a vosotros, ¿eh? ¿Sería el martillo gigante del Tinkaton de Anna? ¿O simplemente Anna ya le daba miedo? —Vamos a calmarnos —la voz de Vincent vino desde atrás, tratando de poner orden, el hombro en la mano de Anna—. O nuestros amigos soldaditos quizá ponen orden, y no de la mejor manera, ¿no os parece? Otro de los "colegas" de Chuck, con un Impidimp a su lado, se fijó con una sonrisilla burlona en los guardias. Les rodeaban, sí, pero no se inmutaban. —Yo creo que a mis amigos los Maro-whack no tienen muchas intenciones de pararnos. Solo les molestaba que jodiésemos el baño. ¿Aquí? Vía libre para las hostias. Yo digo que empecemos. —¿Y por qué no nos lo montamos como gente un poco más civilizada? —propuso Vince, brazos en la nuca—. Que peleen vuestros pokémon. Se ha hecho así de toda la vida, ¿no? El que gane... se queda con el Toedscool por el momento, y se acaba la bronca. ¿Os parece? El Toedscool, sin embargo, se aferró entonces con un tentáculo a la pierna de Anna, negando con la cabeza. A él no le parecía buen trato nada que implicase un mínimo de riesgo para él, claramente. —Yo lo veo bien —dijo el del Impidimp, su pokémon relamiéndose al mirar al Wooper que acompañaba a Kris. Este, cómo no, solo sonreía de forma bobalicona—. Ya empezaba a ser aburrido todo esto. "¡Sí!", gritaban las masas, alrededor, habiéndose formado todo un corrillo de gente. "¡Pelea pokémon! ¡Pelea pokémon!" Menuda panda de niños. Contenido oculto vs. Pacificador valthyriano —Ya ves, suena divertido. ¿Verdad, Grapploct? —el pulpo miró a Tinkaton, tentáculos tensándose, con ganas de lanzarse. Chuck miró a sus dos compañeros, y apretó los dientes. —... vale, lo que queráis, pero como perdáis... las hostias os las doy a vosotros. —Tranquiiiilo, tío —dijo el del Impidimp—. Son dos... niñas, ¿no las ves? —¡Ja, eso! —rio el del Grapploct—. ¿Es que no confías en nosotros? Les partiremos la cara a sus pokémon y ya tú se la partes a tu setita, si quieres. Vince os miró a ambos, desde vuestro lado, y os dio una palmadita en la espalda a cada uno. Con un susurro, le dijo a Anna. —... revienta a ese gilipollas, Hiradaira~. ¿Cómo coño os habíais metido en esto? vs Anna: GRAPPLOCT: Lucha Lvl. 6 Rasgo: >> Ciertos ataques de destrucción ganan la posibilidad adicional de inmovilizar al rival (impiden usar por un turno movimientos de destrucción o asesinato). Estadísticas: >> Vida: 42/42 >> Ataque: 14 >> Defensa: 12 >> Velocidad: 9 +30 experiencia Orden de turnos: - Tinkaton - Grapploct * Nota: la experiencia ganada con tu Tinkatonk será transferible a tu compañero oficial una vez te acompañe. vs Kris: Impidimp usa Sorpresa. IMPIDIMP: Siniestro/Hada Lvl. 1 Rasgo: >> Ataques de Disrupción con probabilidad de fallar tendrán -1 cara en el dado que lancen, salvo que este sea de 2 caras de base. Estadísticas: >> Vida: 20/20 >> Ataque: 7 >> Defensa: 5 >> Velocidad: 6 Movimientos: >> Sorpresa (9 Potencia, Normal. Garantiza un mínimo de 3 puntos de daño, siempre que la suma de ataque + potencia sea superior a la defensa base del rival, independientemente de la tirada de dados) (2/3) +20 experiencia Orden de turnos: - Impidimp - Wooper *** Saliste por tanto de tu celda, sin dudarlo ni un instante y sin fijarte demasiado en tu alrededor, y te aventuraste a salir de aquella sala. En seguida observaste, al salir de allí, un pasillo largo y prácticamente vacío. Otra puerta se podía entrever al final del mismo, así como tubos y máquinas diversas decorando los alrededores. Curiosamente, no había ningún guardia allí, aunque era probable que fuese porque estabas aún dentro del sitio que usaban como prisión. Quizá fuera sí habría guardias, después de todo. En el pasillo, además de todo eso, había algo que llamaba la atención: una sustancia de un color rojizo casi translúcido recorría pequeños tubos que había en todas partes. Pero conforme pasabas por allí, de repente, escuchaste una voz. Era difícil valorar su procedencia. ¿Venía del... techo? ¿De tu propia cabeza? ¿De alguna megafonía? Quizá tu obcecación y tu inestabilidad te impedían ubicar bien la procedencia, o quizá era porque el sonido se mezclaba con los recuerdos. Porque sabías no solo quién decía aquello, qué voz era... sabías también las palabras exactas que estaba diciendo. Las recordabas. Demasiado bien. —"¿Qué es un mundo en guerra, me pregunto? Caos, inestabilidad. Un continuo sufrimiento para todas las partes involucradas. Una guerra de verdad nunca acaba de buena forma. La paz es meramente temporal, ficticia. Una guerra de verdad solo termina cuando uno de los dos bandos se impone de forma definitiva frente al otro. Eso es lo que ha sucedido hoy con el disparo del Arma Definitiva. Hemos cedido la energía Dinamax, desde Galeia, a Kalos para poder realizar este disparo que, de una vez por todas, zanjará la guerra. El poderío militar de Kalos iba a imponerse sobre Galar en cualquier caso: esta forma zanja la guerra de forma definitiva, de una vez por todas. >> "A cambio de dicha cesión, el trato era claro: parte de Kalos será anexionada a Galeia. A mi Gobierno. Planeo, no obstante, anexionarme el territorio completo, y tomar Galar y Gérie, las regiones afectadas. Apostar por su repoblación. Esta es la forma de evitar más conflictos bélicos: unificar todo bajo una misma bandera. Prometo alcanzar ese sueño, algún día: el sueño de que todo el mundo tenga un mismo nombre, sea una misma nación. Una próspera, avanzada y con miras hacia un futuro brillante. Una bajo el estandarte de Tyre Chance". La grabación, la voz o lo que fuese... cesó. ¿Qué cojones era eso? ¿Por qué reproducían aquel maldito anuncio que lo empezó todo? ¿Era acaso para jugar contigo? ¿O eras tú mismo, o tu mente, el que te provocaba todo eso? Solo entonces te diste cuenta de que te habías detenido en mitad del pasillo. Era hora de moverse de nuevo. La dirección, sin embargo, la decidías tú: hacia atrás, hacia delante, o... permanecer allí. Eras libre de tu celda, y por tanto, libre para decidir. Al menos en teoría. *** Aunque al inicio el Tauros no pareció mostrarse muy interesado, estando bastante abatido y desganado, cuando le hablaste con tono tranquilo y le ofreciste el cebo, lentamente fue levantando la cabeza, y el rabo se movió por un segundo. Se arrastró sin llegar a levantarse del todo, te miró con curiosidad, y luego olisqueó el cebo con inseguridad antes de proceder a lamerlo. Empezó luego a comérselo con bastante ansia, como si estuviese muy hambriento. ¿Cuánto haría que no comía? Se te quedó luego mirando, incorporándose y sacudiendo su pelaje con cierta vigorosidad. Con todo, no podías evitar fijarte en que parecía completamente desgastado, cansado, exhausto. Claramente no tenía ganas de luchar, ni de esforzarse. Dedujiste, gracias a tus conocimientos, que eso se podía deber a su cuerno roto: los Tauros son muy territoriales y agresivos, y aquella especie te parecía distinta, como si fuese una forma regional, pero por su cuerpo algo más musculado no era difícil pensar que era, si cabe, incluso más fuerte de los Tauros comunes. Debido a ese contexto, un Tauros sin cuerno era... un Tauros más débil. Uno que no sería respetado por la manada, que sería abandonado a su suerte, posiblemente. Solo fue cuando os vio a Empoleon y a ti intentando forzar los barrotes de nuevo que se percató del gran esfuerzo que estabais haciendo y metió su hocico, finalmente, entre dos de estos. Con fuerza, intentó tirar a un lado, y dio varios golpes al barrote con su cuerno roto, que al menos seguía siendo duro y hosco en cuanto a su composición. Entre la fuerza de Empoleon y los golpes, el barrote, en efecto, se dobló un poco... y luego hicisteis lo mismo con el otro. Pese a que ambos barrotes estaban bastante doblados, el Tauros a duras penas podía sacar toda su cabeza. De hecho, solo pudo sacarla entera porque no tenía un cuerno completo: de tener dos completos, no habría podido contonear su cabeza para atravesar el hueco. Haría falta doblarlos un poco más para liberarlo, ¡pero estabais tan cerca! ... y entonces oíste un sonido. La puerta de metal cerrada se abrió de repente, y viste allí a un chico. ¿H-Había alguien allí? ¡Mierda! *** Decidiste abrir la puerta, corriendo el pestillo con cuidado. Y nada más abrir una pequeña rendija, el sonido se hizo más intenso. Un sonido del roce de metal, uno contra otro; el sonido de un pokémon bufando del esfuerzo. Y una vocecilla de alguien. Al asomarte, viste allí un hombre. Junto a un extraño pokémon parecido a un Empoleon, ambos intentando forzar la salida del Tauros que había allí. Era en ese mismo pasillo donde guardaban a aquellos pokémon que, te dijeron, tenías que buscar la manera de arreglar. Los mismos a los que habías decidido omitir por el momento, a la espera de que te diesen... instrucciones más claras. Y ese Tauros, que tenía la cabeza fuera de los barrotes, era uno de ellos. Pero no tenías ni idea de quién era ese otro hombre, y ahora los dos os mirabais, quedando paralizados por un instante. Ninguno esperaba encontrar al otro allí, eso estaba claro. Y ahora... ¿qué?
El altercado se precipitó a semejante velocidad que, una vez más, fue el cuerpo y no la mente lo que respondió. Encontré mis muñecas apresadas con la fuerza de su ira injustificada, su arrebato de egoísmo y vanidad, y logré valerme de su tamaño para desestabilizarlo y mandarlo al suelo. Solté el aire de golpe, presa de la adrenalina, el forcejeo y el enfado, y una corriente de innegable satisfacción me bañó el cuerpo. —Incompetente tú —escupí, sin ganas de contenerme, y sonreí amplio—. Hoy día dejan graduarse a cualquiera de la Academia, por lo que veo. Para bien o para mal (seguramente para bien), el chico del Wooper intervino y, por algún motivo, sus palabras consiguieron calar en el pedazo de infeliz, así fuese un poco. Me reí en voz baja. ¿Qué pasaba, le iban los tíos? Eché un vistazo sobre mi hombro sólo para confirmar que el pokémon del cabrón siguiera allí y tuve que tragarme la frustración de a cucharadas inmensas. Había podido olvidar todo esto. La vida me había permitido alejarme de estas escenas, estos hijos de puta y estas víctimas. ¿Por qué estaba aquí metida de nuevo? Regresé los ojos al subnormal que nos tildaba de subnormales y por un instante deseé que Zuki le partiera el martillo contra la cabeza. Lo deseé de verdad. —Una lección de modales —respondí ante la acusación del recién llegado, sin inmutarme demasiado—. A nosotros no nos mires, él empezó. Nada de lo que salía de mi boca pretendía calmar el incendio, sabía que probablemente tuviera el efecto contrario y estaba bien con ello. O, al menos, no me mortificaba. Los robots de mierda aparecieron por fin, descongestionaron la zona y nos enviaron de regreso a la sala general. El pequeño, que parecía de tipo planta, me siguió de cerca y procuré no perderlo de vista; a mi lado iba Zuki, con el martillo firmemente sostenido en sus manos y una sonrisa que pugnaba por salir. Podría quejarme de la muy evidente sed de sangre de aquel Grapploct, pero la enana no era muy diferente. Gracias debía dar que no hubiera visto ningún tipo acero aquí dentro, y a los robots no paraba de mirarlos con ganas. Chuck y su amiguito parecían muy ansiosos de seguir la fiesta. Apenas escucharlos, me detuve y los miré fijamente, en profunda seriedad. Esta historia era tan antigua como el tiempo mismo y ya me la sabía de memoria. Ya sabía de lo que eran capaces los infelices con ilusiones de poder, el falso derecho que encontraban al portar un uniforme. La autoridad concedida empujaba a la superficie lo peor de ellos, lo más oscuro y mugriento, y se creían tan intocables que no les importaba exponerlo. Me daban asco. Sus manos me daban asco. Y me había jurado que jamás volverían a tocarme y salir ilesos. La intervención de Vince fue certera y aplacó parte de mis emociones. Sabía que no habría salida de esto sin algo de violencia, así funcionaban los imbéciles mononeuronales que tenía delante. La presión del pokémon en mi pierna me hizo agachar la mirada y solté el aire por la nariz. —Ah, ¿ahora sí entiendes? —murmuré, sin sonar molesta ni burlona, y le seguí hablando pese a llevar la vista al frente—. Tú no te preocupes, pequeñín. Resulta que tengo una compañera que está hasta más loca que yo. Zuki ya se había adelantado, ansiosa por pelear, y la gente alrededor se exacerbó. No podía negar que algo de todo este ambiente me inyectaba el cuerpo de energía. —¿Y qué harán cuando las niñas les partan el culo en dos? —exclamé, envalentonándome—. ¿Volver con sus mamis llorando? Le eché un vistazo al pobre muchacho del Wooper que había acabado metido en este lío por la cara. —¡Oye, tú! —Esperé a recibir su atención para sonreírle—. Cuando salgamos de esta te invito unas copas, ¿qué dices? Que lo reventara, decía Vince. No tenía ni que pedirlo. Tinkaton: Golpe metálico (con martillo) [-10 PS] TINKATON: Hada/Acero Lvl. 8 Rasgo: >> En batalla: su martillo gigante le otorga ventaja al atacar con movimientos destructores y asesinos (+5 de ataque), pero se rompe si lo usa demasiado (6 usos). Puede decidir atacar con o sin martillo, salvo para usar "Martillo Colosal", que requiere del martillo. >> Fuera de batalla: puede buscar y encontrar metales y materiales similares. Si encuentra suficientes, ella misma los puede usar para reparar su martillo o crear uno nuevo. También puede acertar a objetivos con gran precisión bateando objetos pequeños con su martillo. Estadísticas: >> Vida: 40/40 >> Ataque: 11 (+5) >> Defensa: 15 >> Velocidad: 17 Martillo: 5/6 Movimientos: >> Golpe metálico [Destrucción] (10+2 Potencia, Acero) (4/5) >> Viento feérico [Control] (5+2 Potencia, Hada, golpea a todos los enemigos) (4/4) >> Martillo Hielo [Destrucción] (10 Potencia, Hielo) (5/5) >> Atizar [Destrucción] (10 Potencia, Normal) (5/5) >> Martillo Colosal [Asesino] (20+2 Potencia, Acero; requiere usar el martillo) (2/2)
Quizá era pura inmadurez de aquellos tipos. Quizá era el aburrimiento. Quizá, simplemente, era un conglomerado de cosas. Pero la cuestión es que ahora estabais rodeados de gente aplaudiendo y gritando como loca. Aquello se había convertido en un espectáculo del que erais los principales actores. Al tipo más gallito, ese al que te enfrentabas, le empezaba a incomodar la situación, pese a que lo ocultase. Miraba a su alrededor, viéndose cada vez más presionado por la gente. O quizá no era eso, no... quizá era que vio a Zuki correr con martillo en mano y propinar un golpe que solo no fue letal de un solo impacto porque Grapploct pudo cubrirse con sus brazos. Quizá era justamente lo que dijo Anna. Le dio miedo lo "loca" que estaba Zuki. —B-Bah, ¡ya querrías poder vencerme, guapita de cara! Pero me temo que esa cosa rosa carga con un martillo más grande que ella, pft. ¿Qué clase de ataques puede hacer, si casi no podrá ni levantarlo? Como ves, mi Grapploct ha resistido su golpe... porque es mucho más fuerte. >> Demuéstraselo, ¡arréale un buen Puñetazo, vamos! Puñetazo: -5 PS GRAPPLOCT: Lucha Lvl. 6 Rasgo: >> Ciertos ataques de destrucción ganan la posibilidad adicional de inmovilizar al rival (impiden usar por un turno movimientos de destrucción o asesinato). Estadísticas: >> Vida: 32/42 >> Ataque: 14 >> Defensa: 12 >> Velocidad: 9 Movimientos: >> Puñetazo [Destrucción] (8+2 Potencia, Lucha. 1/10 inmovilización) (4/5) +30 experiencia Orden de turnos: - Tinkaton - Grapploct
Zuki arremetió contra el Grapploct y, aunque el golpe no cargó la potencia que podría haber tenido, tampoco fue un movimiento despreciable. A la enana no iba a bastarle, lo sabía, y así me diera la espalda podía imaginarla arrugando el ceño de lo lindo. —¿Qué dices? ¿Que quieres ver lo que puede hacer? Zuki, ¿qué te parece si cumplimos los deseos del caballero? Y la enana blandió su martillo, ciertamente, con una facilidad que no condecía a su tamaño. Tinkaton: Golpe metálico (con martillo) [-20 PS] TINKATON: Hada/Acero Lvl. 8 Rasgo: >> En batalla: su martillo gigante le otorga ventaja al atacar con movimientos destructores y asesinos (+5 de ataque), pero se rompe si lo usa demasiado (6 usos). Puede decidir atacar con o sin martillo, salvo para usar "Martillo Colosal", que requiere del martillo. >> Fuera de batalla: puede buscar y encontrar metales y materiales similares. Si encuentra suficientes, ella misma los puede usar para reparar su martillo o crear uno nuevo. También puede acertar a objetivos con gran precisión bateando objetos pequeños con su martillo. Estadísticas: >> Vida: 35/40 >> Ataque: 11 (+5) >> Defensa: 15 >> Velocidad: 17 Martillo: 4/6 Movimientos: >> Golpe metálico [Destrucción] (10+2 Potencia, Acero) (3/5) >> Viento feérico [Control] (5+2 Potencia, Hada, golpea a todos los enemigos) (4/4) >> Martillo Hielo [Destrucción] (10 Potencia, Hielo) (5/5) >> Atizar [Destrucción] (10 Potencia, Normal) (5/5) >> Martillo Colosal [Asesino] (20+2 Potencia, Acero; requiere usar el martillo) (2/2)
Fuera de la celda estaba vacío. Ni un solo guardia, ni un solo Marowak falso y tampoco había un solo rastro del monstruo plateado. Ahora solo el pasillo largo y las máquinas me dejaban ver que al fondo había una salida. El objetivo era obvio. Mis pasos me empezaron a llevar a la puerta acompañados solo por el clank-clank-clank rebotando al ritmo de mis pisadas hasta que una voz comenzó a salir de... ¿De dónde? Mirar al frente y atrás me dejaron en nada. Las paredes no tenían altavoces, ni mucho menos había alguien recitando esas palabras, pero ¿por qué justo ese discurso? Lo conocía. Lo conocía a la perfección. La voz de Chance me trajo de vuelta al hospital militar de Kalos, a la sala de visitas en la unidad de quemados. Desde el sillón, ocupado también por familiares de otros soldados, presencié lo que los historiadores catalogarían oficialmente como el fin de la guerra. Las palabras grandilocuentes del bastardo ese siempre parecían funcionar perfectamente para camelar a la población. Siempre que hablaba, todo lo malo parecía ocultarse en vítores extasiados y coros a su nombre. Los disparos, la sangre, el aroma de la carne quemada, los recuerdos de quienes lucharon por una causa y perecieron sin poder despedirse de sus seres amados. Todo lo barría bajo la mesa con una sonrisa victoriosa mientras declaraba su deseo de unificar al mundo con sus brazos abiertos y su nombre como sello de calidad. Bastardo, apreté mis puños en ese entonces, mientras resonaban las palabras que ahora también hacían eco por mi cabeza. Mis propias palabras. ¡¡Sé que no voy a ganar la guerra!! ¡¡Nadie lo hará!! ¡¡Pero haré todo lo que pueda para que todos dejen de perder, ¿me oyes?!! ¡¡Iré a detener tantas pérdidas como pueda!! Me aferré a eso antes de enlistarme. A la idea estúpida de que todos perdíamos y que reducir las bajas sería suficiente para marcar la diferencia o que incluso podía acabar la guerra con mi fuerza. Lo que no entendía entonces era la única verdad, una pequeña, pero enorme modificación a mis palabras: Nadie ganará en la guerra, excepto Chance. Tyre Chance SIEMPRE gana. El discurso acabó sin que pudiera toparme con su origen. Lo único que ahora sabía es que la cabeza me dolía. La vista se me puso borrosa por un par de segundos y acabé por apoyarme en las máquinas que rodeaban el lugar como un punto de apoyo. Esto no cambiaba las cosas, sino que pareció solo echarle más leña a la ira que crecía en mí. Y el objetivo estaba al frente. No tenía más que avanzar para alcanzarlo. Paso a paso reducía la presión en mi testa, y también me acercaba hasta alcanzar la puerta al fondo del pasillo. Alcé mi diestra cuando estuve al frente, la puse sobre el pomo y cuando estuve a punto de abrirla, vi en mi mano que el rojo la teñía. —¿...? ¿De dónde...? ¿Qué era eso?