Aula 1-3

Por todos los Kami, que tortura era esto de la escuela, los deberes... ¡si, tenía que ser responsable, pero otra cosa era obligarnos a prestar atención cuando el sol me podía más que cualquier cosa! Extrañaba la sombra de los árboles, el sonido del viento al mecer sus hojas, el arrullo del rio, ¡Dioses, el río! Me quedé mirando un punto muerto del techo con una sonrisa boba, totalmente perdido entre mis recuerdos y fantasías, el regaño del profesor no demoró en llegar y que volcaran así la atención sobre mi me desagradaba un montón, así que a pesar de que normalmente pedía disculpas apenado o con esa sonrisa vergonzosa que solía aparecerme con cierta regularidad en estos casos, tan solo solté un "Disculpe profesor, no volverá a pasar" De manera ultra sería y con la voz un tanto más baja, hasta grave me atrevería a decir...

Claro, a los tres minutos olvidé la vergüenza y ya me distraía con la primera hoja que salía volando fuera o insecto que se colara en la sala. La cosa es que en un momento las clases terminaron y yo ya estaba pisando el suelo con insistencia por el temblor de mi pierna, desesperado por dejar de estar sentado.

Sonó la melodía que daba indicio al receso del almuerzo y mi energía contenida explotó de una vez por todas. Cerré mi cuaderno con rapidez apartando los pocos lápices del medio y estiré mis brazos hacía atrás con fuerza, respaldándome en la silla con confianza, incluso inclinandola en el aire con levedad.

—¡Dioses, por fin! —más que grito fue una fuerte exclamación que soltó junto a la frase toda la frustración interna debido a contener mi energía, que al final del día me terminaba agotando no hacer nada por obligación. Rápidamente me pare del puesto, abrí por completo la ventana y pegué un grito hacia el patio...

Si... era medio raro, pero yo quería desahogarme por lo que no reparé en detalles. Sonreí satisfecho viendo el panorama mientras me aferraba al marco de la ventana, otra vez logrando sentirme vivo, mejor ni pensar en las clases que faltaban.

Entonces volteé a ver con cierta sorpresa a la chica que me habló, de inmediato tuve que mirar a hacia arriba y al encontrarme los ojos de Yamanata-chan no pude hacer más que sonreír.
—Jijiji— Entonces apoyé mis brazos sobre el marco y me quedé mirando el paisaje, comprendiendo las palabras de la chica. Hablaba de una manera hermosa, había que reconocerlo—. Es hermoso, sí—. Luego volteé otra vez a mirarla, no demoré sonreírle amplio mostrando mis paletas algo sobresalientes, ojos cerrados y mejillas enrojecidas un poco por el reciente grito y la alegría que me trasmitía esta niña—. ¡Claro! Sería divertido. ¿Comes en el comedor? Tal vez puedas cómprate un bento y nos vamos a la azotea, es divertido ese lugar y puedes ver todo como sí fuera un pájaro...— Sonreí entonces con pena, preocupado por cierto escenario mental—, claro, los de cursos mayores suelen adueñarse de ella y no me da mucho valor acercarme.

La mire por sobre el hombro con mi cuerpo relajado en dirección al paisaje tras la ventana. Mi sonrisa era confiada y casi sugerente.
>>Pero dudo que cualquiera en esta escuela se atreva intimidarte— Y volví a mirar el paisaje, cerrando los ojos cuando solté una risilla de ardilla—, jijiji, eres asombrosa.

Entonces me separé de la ventana y me fui directo a guardar mis cosas con una precisión que podría parecer antinatural en un acelerado como lo era yo, aún así pronto en mi escritorio no quedó registro de nada y ya tenía encima mío y me aferraba con firmeza a mi bandolera escolar.

Me sonreía amplio a la chica con la infantilidad de mi ser, pero no demoré en posar mi índice sobre mi mentón y mirar al techo cuando me hizo la última pregunta. Terminé por sonreír apenado y sobar mi nuca.
—Jejeje, tendrá que ser otro día—. Alcé la vista y le sonreí, avancé mientras hablaba y le hice un gesto de mano para que me siguiera, yo siempre sonriente—, tengo que volver a casa, pero sí no queda muy lejos siempre puedo acompañarte a que tomes el primer trasporte que te corresponde—. Volteé a sonreírle radiante con mis dientes algo limpios y mis ojos cerrados, con aires de inocencia y alegría pueril— ¡Mi mamá me enseñó a ser un caballero! Jejeje —reí bajo y casi malévolo, pero ella siendo alta y yo yendo por delante sería incapaz de ver esa sonrisa de oscuridad infantil que se me formó.

Claro que no era un caballero, era un chico bien desastre, pero el respeto por las damas nunca me faltaría... o eso se supone, claro, no quiero un reto de mi padre o ver el rostro decepcionando de mi madre.

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Puedes postear en el pasillo, en la cafetería o en la azotea, como veas mejor uwu

 

En el momento que la campana del receso me hizo dar otro de mis vergonzosos sobresaltos sobre la silla, advertí que me sentía inusualmente agotada. N-no es que me demandara grandes esfuerzos centrar mi atención en el desarrollo de las clases, ¡s-soy una buena estudiante, lo… lo juro…! Es sólo que… el incidente de esta mañana invadió mis pensamientos con terrible insistencia, al punto de arrastrarme hacia una lucha mental en la que procuraba no distraerme de lo que impartía el profesor. Fue algo desgastante, me había dejado bastante cansada.

Y sin embargo, con todo un receso por delante para buscar relajarme… la preocupación continuaba oprimiendo mi corazón, ensombrecida por diferentes miedos que amenazaban asfixiarme. Ya la pasé muy mal por tener que ingresar a la academia junto con la mayoría de los estudiantes, pero en nada se comparaba con el hecho de saber que, posiblemente, le infligí daño a alguien. No había llegado a escuchar lo que la chica albina me dijo en el fragor de mis disculpas, estuve tan desesperada por obtener su clemencia que buena parte de mis sentidos se obstruyeron y, hacia el final, escapé como una cobarde. Porque era cobarde, no valiente.

Me angustiaba muchísimo no saber si efectivamente la lastimé, por eso sentía la imperiosa necesidad de dar con ella. N-N-No me importaba si me acusaba por ser tan torpe o si reclamaba por mis acciones, me tenía merecida cualquier reprimenda de su parte. Estaba… más preocupaba por ella que por mí. ¡I-i-iba a llevarla a la enfermería d-de ser n-necesario, a-aunque esta idea me hiciera temblar! Pero… tampoco podía ignorar la imposibilidad de encontrarla en un sitio tan vasto como esta academia, por no mencionar el hecho de que debería involucrarme en sitios concurridos para cumplir este objetivo, algo que no estaba muy dispuesta a realizar ahora mismo. Ni nunca.

Suspiré, derrotada. Además del agotamiento, mis escasos ánimos se habían derrumbado un poco. No estaba siendo un buen día.

Quería irme a casa.

A la oscura soledad de mi cuarto.

Pero rechacé esa idea al pensar que decepcionaría a mi madre…. No estaría bien que siguiera afligiéndose por mi culpa, mucho menos tras ver la felicidad con la que sonrió ayer, cuando le conté que a Shiori le había parecido tan rica su comida. Así que, por ella, elegí pasar el receso afuera. Me envolví en mi abrigo rojo, cuya calidez me infundió una pizca de valor que estaba necesitando, y salí del salón con el bento y la consola en mis manos.

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Continúa en el Patio Norte.

 

El fin de semana lo viví con el corazón repleto de sentimientos contradictorios.

Rowan me consideraba su amiga. Aquello me había provocado una calidez desbordante. Fue tan valioso para mí saber que me veía de esa manera que, muy a mi pesar, también hizo que surgiera un terrible miedo: el de dar un paso en falso que lo alejara… ¡P-pero t-trataría de hacer las cosas bien, d-de verdad! Y, por otra parte, durante el fin de semana me estuvo aquejando una persistente vergüenza... Por no haber sido capaz de pronunciar una sola palabra delante de los hermanos Thornton, y porque… porque… se me olvidó pedirle el teléfono a Rowan, para mantenernos comunicados en caso de que necesitara algo. Seguía preocupada por su salud, pero debí resignarme ante el peso de mi propia torpeza. P-para compensar esto, me estuve mentalizando en lo que haría el lunes, ¡o.. o s-s-sea, hoy!

En este salón, volvería a batallar contra mis miedos.

Me mantuve tan concentrada en esta convicción, que no logré prestar plena atención a las lecciones matutinas y, para colmo, la campana del receso me propinó otro buen susto. Mis mejillas se tiñeron de un ligero rubor ante la posibilidad de que alguien hubiese reparado en mi sobresalto… Y n-no pude evitar que los nervios me asaltaran con fuerza, al preguntarme si… si me había visto mi compañera del proyecto escolar…

Miré con disimulo a Satoko Shichimiya.

Si logré identificarla, fue porque alcé la cabeza cuando la nombraron en el pase de lista de esta mañana. Nunca despegaba los ojos de mis rodillas, por eso recordaba nombres, pero no podía asignarles rostros. Ella era una chica de cabello castaño y… parecía ser alguien de carácter suave, ¿tal vez? E-esa impresión daba, y me servía de ayuda.

Aún así, estuve unos largos segundos atornillada a mi silla. Removiendo las manos sobre mi falda, debatiéndome, pensando a toda velocidad diferentes frases con las que abordarla… T-también me dio algo de ansiedad, porque cabía la posibilidad de que se retirara del salón, ¡t-tal vez tenía escaso margen para tomar mi decisión! Hasta que finalmente, tras contener el aliento, me incorporé casi de un salto. Volví a mirarla dos o tres veces más, desde la distancia, antes de acercarme a su lugar con pasos dubitativos.

—¿Shi…? ¿Shichimiya-san?

Esperé a que me mirara… Y c-cuando lo hizo… El rubor volvió a alcanzar mí rostro y desvié la mirada, tímida.

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Amane

 

Mi respiración no se había entrecortado, como habría sucedido en mis primeros días en el Sakura. Y si bien se aceleraron los latidos en el centro de mi pecho, al punto de sentirlos como ligeros golpes entre las costillas… me pareció que su ritmo no fue tan violento como anticipé, ¿tal vez? E-estaba nerviosa, eso era una realidad innegable. Saberme observada por esta chica había arrojado una ligera parálisis sobre mi cuerpo, y ya me estaba sintiendo terriblemente avergonzada por el sólo hecho de escapar de sus ojos. El calor en mis mejillas era molesto, no soportaba que se aferrara con tanta fuerza a mi piel, y más delante de una compañera de curso. S-se trataba de mis reacciones de siempre, de las consecuencias de mi carácter tan débil. Pero… aún así, en medio de esta vorágine, creí notar que mi timidez tuvo un estallido algo más… ¿amortiguado, tal vez? La estaba sufriendo, sí, pero en menor medida, ¿tal vez?

Procuré volver a mirarla, así fuese de reojo, porque no quería ser irrespetuosa frente a su atención… Y lo que encontré en Satoko fue una sonrisa. Era suave. E, incluso, me pareció ciertamente acogedora. Al ver que me recibía de esa forma, parte mi torbellino interior se tranquilizó, muy ligeramente. Así fue como me animé a girar la cabeza con lentitud… p-para mirarla cara a cara.

La chica habló con algo de efusividad. Percibí una energía alegre proviniendo de ella, que me ayudó a sentirme tranquila... y compungida al mismo tiempo. Cuando me preguntó qué era lo que necesitaba, empecé a frotar las manos sobre mi falda.

—Yo… Eeeh…

Callé. El repentino corte de mi voz hizo que mi rubor incrementara levemente. Pero es que, en ese instante, me pregunté si ella me identificaba. Preguntas inoportunas atravesaron mi mente… ¿Sabía mi nombre por los pases de lista? ¿Tal vez debía presentarme? P-pero si lo hacía y ella ya sabía quién era yo, ¿n-no quedaría mal, por la redundancia? El rápido debate interno me distrajo.

Hasta que, con muchas dudas encima, decidí hacer una reverencia.

—Mu… Mucho gusto… —dije con un hilo de voz, a ojos cerrados— S-soy… M-me llamo Bea… Beatriz Luna —me erguí y mantuve contacto visual como pude— Q-quería hablar contigo porque… estamos en el m-mismo grupo del proyecto escolar… ¿Tienes…? —tragué saliva— ¿Tienes algo de tiempo, tal vez?

 

Mientras le explicaba a la chica el motivo de mi acercamiento, llegué a notar cómo su semblante parecía marcarse por algo que identifiqué como preocupación, ¿tal vez? Ver el modo en que mis palabras habían cambiado su ánimo me angustió ligeramente. Poco me faltó para atropellarme con las palabras o interrumpirme en una apresurada disculpa, p-p-porque sentía que estaba a-arruinando su día al ponerle sobre la mesa al asunto del p-proyecto, ¿tal vez? Ay, no. ¿Aca…? ¿Acababa de empezar la conversación con mal pie?

Quise añadir que podíamos dejarlo para otra ocasión, darle la libertad de disfrutar su receso sin pensar en los estudios. P-pero entonces… Shichimiya buscó confirmar mi apellido y, sin darme tiempo a réplica…

Se acercó.

Su movimiento fue nimio, para nada invasivo, pero bastó para hacer que me estremeciera como un animalito asustado. Estuve a punto de apartar el rostro debido a la vergüenza que me daba la forma en que me miraba, pero fui incapaz de hacerlo tras escuchar lo que dijo de… ¿Eh…? ¿Llevarme a la enfermería…? ¿Eeeh…? La miré con una expresión de genuino desconcierto. Sus palabras me acababan de tomar tan desprevenida, que me hicieron falta unos cuántos segundos para procesarlas correctamente

Y cuando lo hice… El calor en mi rostro fue insoportable. Mis nervios, que hasta entonces contenía como podía, escaparon sin control.

—¡T-t-t-te e… Te equivocas…! ¡Yo…! —empecé a tartamudear, negando tan rápido con la cabeza que los extremos de mi cabello oscilaron en el aire— ¡N-no…! No estoy e-enferma. N-no lo estoy. ¡Es sólo que…! Yo…

Apreté los labios. Al mismo tiempo, mis puños se cerraron debido a la frustración, porque debía seguir roja como un tomate. Pero me sentía tan terriblemente avergonzada ahora mismo, por el espectáculo que debía estar dando, que el color no se iría en un buen rato. Agaché la cabeza, incapaz de seguir mirándola a la cara.

—P-perdón… por preocuparte… —me disculpé con un hilo de voz— Me a… Me avergüenzo con mucha facilidad. ¡P-pero no estoy enferma! Sólo soy… muy tímida, ¿tal vez? —cerré los ojos y volví a inclinarme hacia ella— Perdón… E-espero no ser una molestia… como tu compañera de proyecto.

En este punto, estaba claro que no podría hablar de proyecto a causa del bochorno. Q-quizás… ¿debería pedir su teléfono para mantenernos… en contacto?

Contenido oculto: Holo

Como expliqué en post de Ryuu, tuve una semana medio jodida y recién ahora estoy reviviendo. Una lástima por Bea y Satoko, me habría gustado poder dedicarles más tiempo unu

Y ya que disponemos de poco tiempo, mi idea es que se pasen los números, a ver si así podemos retomar esta interacción más adelante. Si no tenés problema, claro uvu

 

Estar con Rowan en la sala de arte… fue la brisa de tranquilidad que necesitaba. Los nervios por el proyecto no se habían esfumado por completo, percibí su leve insistencia a lo largo de las clases matutinas. Al menos, me sentía más capaz de controlarlos, y los latidos de mi corazón no retumbaban con la ansiedad de antes. Hubo algunas ocasiones en las que no presté la debida atención a las lecciones, distraía por la charla que había mantenido con mi senpai; en particular, todo lo que tenía que ver con Torahiko. ¿Habrá probado el dorayaki que le regalé? ¿Le gustaría? ¿Debería darle otro cuando lo conociera en persona? También me daba algo de vergüenza las cosas que terminé diciéndole a Rowan al final, porque no acostumbraba a abrir mi corazón de ese modo. El rubor me alcanzaba con sólo recordarlo, mas no me arrepentía.

Sobre todo, me alegraba muchísimo poder sonreírle.

A lo largo de la mañana, eché miradas fortuitas, muy mal disimuladas, a Satoko. Siempre que deba con su perfil, su cabello castaño, me repetía en voz baja que íbamos estar en cuanto sonara la campana del receso, pequeño ritual en el que cerraba un puño sobre mi regazo, como si con eso me infundiera de valentía. Sólo había hablado con ella la vez que me creyó que estaba enferma, y el resto de nuestras interacciones fue por mensajes, sólo para confirmar la fecha del proyecto. Estaba nerviosa, debido a ese trato escaso y por el hecho de que me vería ante un adulto desconocido. Pero iba a estar bien, iba a estar bien.

Soy valiente, soy valiente.

La campana del receso inundó mis oídos. Mis nervios vibraron con ese sonido, amenazantes. Cerré los ojos unos instantes, los puños sobre mi regazo. Inspiré una larga bocanada de aire que liberé acto seguido, con tanta lentitud que terminé casi mareada al final.

“Ya has sido valiente antes”

Esas palabras de Rowan me dieron valor, poniendo mis nervios a raya. Separé mis párpados con lentitud y tomé, del compartimento de mi pupitre, un cuaderno pequeño acompañado de un bolígrafo, que había preparado para esta ocasión. Sosteniéndoles contra mi pecho, me incorporé de la silla casi de un brinco, momento en el que me di cuenta de que estaba un poco rígida. Otra bocanada de aire, relajé la postura como pude y, a-ahora sí… me acerqué hasta el pupitre de mi compañera.

—¿Sa… Satoko?

Mi llamado fue suave y tímido, pero bastaría para conseguir su atención. Cuando se giró y sentí sus ojos sobre mí, tuve la fortuna de no ruborizarme en el acto. Mis mejillas mantuvieron su color natural, aunque sí que desvié la mirada hacia mis manos, cuyos dedos jugueteaban en torno a la libreta con cierta inseguridad.

Pronto me recuperé y alcé la cabeza, para sostenerle la mirada.

—¿C-Cómo estás…? —dije— Yo… Estoy lista para… ir a la sala de entrevistas. T-te espero para salir... si hace falta.

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Amane