Aula 3-2

Tema en 'Tercera planta' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

  1.  
    Bruno TDF

    Bruno TDF Usuario VIP

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    Por haber visto el bento entre las manos de Verónica, había asumido que conformaríamos un grupo junto con Jez. La posibilidad había desatado una pequeña vibración entre mis nervios, porque no me veía sosteniendo una interacción con dos personas en simultáneo y con éxito, incluso tratándose de chicas. S-si bien t-todavía no me sentía preparada para… para dar ese paso, me había predispuesto a hacer… el esfuerzo. Debido a este proceso interior, su retirada me había dejado un poco descolocada. En mi rostro conservé la expresión que daba cuenta de mi desorientación.

    E-esperaba… no haber interrumpido nada entre ellas… N-no lo había hecho, ¿verdad?

    Llevaba el bento contra mi pecho, como abrazándolo. Al ver que Jez se disponía a aproximarse a mi posición, el agarre de mis manos se relajó. Fue leve, pero sirvió para evitar que la opresión del objeto llegase a provocarme algún principio de dolor o molestia. El anterior pensamiento, que fue intrusivo como tantos otros, se difuminó; sólo quedó su huella en forma de humo, pero había perdido su forma opresora. En cambio, dediqué la mente a determinar qué debía hacer a continuación...

    ¿Debía hablarle yo primero? ¿Y si lo terminaba haciéndolo al mismo tiempo que ella, sin querer? ¿Era más factible esperar a que me dijera algo, tal vez? ¿O comenzar con una educada reverencia…? ¿O sólo sonreír? N-no, eso no, estaba muy nerviosa como para sonreír; p-pero había una buena razón para hacerlo, ahora mismo, ¿tal vez?

    Fue entonces… Cuando en ese mismo instante se manifestó, en mi visión lateral, la presencia alta de Rowan, a quien reconocí al instante por su cabello de fuego y su perfil. Nos giramos al mismo tiempo, como en una especie de sincronía y… la manera en que me sonrió provocó que mis manos se relajaran aún más. Verlo así de contento me alivió, porque aún tenía muy arraigado aquello que me había contado… Descomprimió mi pecho.

    —Lo… Lo mismo digo, Ro-senpai —llegué a responder antes de que siguiera su camino.

    Se fue con una senpai del salón y yo, por mi parte, retorné mi atención a Jez. Su cabello era de un blanco tan puro como el de Verónica, brilloso incluso entre las paredes del salón. Ahora que mis ojos las apreciaron más de cerca, y quizás por el paso de Rowan, pensé que tenía sentido su metáfora de las “lucecitas”. Y tal vez la luz no radicaba solamente en la apariencia, porque cuando la escuché expresar su alegría por verme aquí… Mi corazón se removió con emoción, sentimiento que no se manifestó en mi rostro a causa de la timidez con la que la miraba.

    —Ho… Hola —saludé, aún abrazando el bento, pero casi sin tensión— E… Estoy bien, ¿y tú…?

    Bajé ligeramente la cabeza, ligeramente ruborizada, y comencé a frotar mis manos con suavidad. Fueron algunos segundos que dediqué a juntar valor para invitarla, se sintieron eternos desde mi perspectiva, hasta temí estar haciéndole perder el tiempo.

    —También me alegro… —añadí y, a continuación, opté por permitirme un segundo de extrema sinceridad— T-tenía ganas de venir... a verte… —cerré los ojos mientras sentía como mi rubor se alzaba un poco más; ser así de honesta era más impactante de lo que parecía— Y-yo... Eeeh... ¿Q-quieres almorzar…? ¡Digo…! ¿Almorzar conmigo?

    Siendo que ella traía su almuerzo y estábamos aquí, frente a frente, la pregunta se contestaba sola. Era, como siempre, mi necesidad de confirmar, de asegurarme que no había nada por lo que temer.


    No esperé que el post de Jez también contuviera una dosis de Rowan, excelente servicio *dead in softness*
     
    Última edición: 10 Mayo 2024
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    Zireael

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    Siendo sincera, no se me ocurrió que Beatriz pudiera estar pensando que tal vez había interrumpido algo entre Vero y yo, de la misma forma que no pensé que la ayuda que me brindó Anna por la mañana la lanzara a sensaciones dicotómicas. Era lo mismo de siempre, mi ignorancia me permitía moverme por el mundo, ¿pero hasta dónde era una ventaja y no todo lo contrario?

    En su defecto, cuando el muchacho pelirrojo apareció noté que se habían mirado casi al mismo tiempo, ella lo llamó Ro-senpai y el chico se fue, puede que hasta más contento que cuando la saludó. El cuadro general me dio algo de ternura que traté de modular en mis facciones para que cuando ella volviera su atención a mí no fuese a darle un ataque de vergüenza ni nada, igual mantuve la sonrisa.

    —Estoy bien, gracias por preguntar.

    Las mentiras blancas por lo general eran inofensivas.

    Habiendo respondido me dediqué a darle su tiempo para elegir un curso de acción o que encontrara las palabras que explicaran por qué había decidido venir a buscarme, algo que consideraba improbable por su naturaleza nerviosa. La vi frotar las manos, esperé con calma y estiré la sonrisa cuando dijo que también se alegraba, además de que confesó querer venir a verme. Bueno, esto de no dejar que la ternura se me filtrara se estaba convirtiendo de repente de la misión de una vida, una bastante difícil.

    —Bueno, aquí estoy —concedí con suavidad, pretendió ser una broma inocente, así que incluso estiré los brazos como para confirmar mi corporeidad. Mi almuerzo se balanceó en uno de ellos y sus invitación me resultó cálida—. Por supuesto que me gustaría almorzar contigo. ¿Pensaste en algún lugar en particular, cariño? Podemos ir donde quieras.
     
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    Bruno TDF

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    Sin importar cuánto se encendieran mis mejillas, luché por no pensar que me había sobrepasado con la confesión de querer verla nuevamente. N-No me había visto rara, ¿verdad? E-es que… el deseo de reencontrarme con las personas era algo que, por lo general, guardaba en el silencio. Porque lo consideraba muy importante y, al mismo tiempo, porque era un reflejo de mi delicadeza y, tal vez… de la soledad con la que había convivido por tantos años. Siempre que alguien se detenía junto a mí y tenía el gesto de concederme su tiempo, sus amables palabras; ese alguien quedaba atesorado en mi corazón. Porque me daban una luz de ilusión, hasta me hacían sentir feliz…

    A-aunque, bueno, en el caso de Jez era diferente porque fui yo quien se le acercó primero. ¡P-pero el punto es el m-mismo…!

    Era una senpai que me había tratado con un nivel de afecto imposible olvidar. Su sonrisa me calmaba, usaba apelativos como “cielo” o “cariño” que se sentían cálidos y hasta… ha-hasta me había acariciado el brazo. Y algo que me había quedado muy presente de nuestra conversación en patio norte, fue una frase que me dijo, que guardé como una enseñanza: que las cosas eran especiales por cómo yo las veía.

    Y yo consideraba que ese momento que compartimos… fue muy bonito. Por lo tanto, especial.

    Por eso estaba aquí.

    Jez extendió sus brazos tras mi sinceramiento, aduciendo que estaba a disposición, ¿tal vez? Mientras el calor de mis mejillas retrocedía con lentitud, me limité a hacer una tímida afirmación de cabeza y continuación me animé a formular la invitación. El corazón me palpitaba fuerte, por esa mezcla de sentimientos dispares. Pero hubo algo más claro, más visible, que se manifestó fugazmente en el brillo de mis ojos cuando Jez aceptó almorzar conmigo: ilusión.

    —¿E… en serio? —musité, tontamente sorprendida; no tardé en advertir el desliz y agachar la cabeza, apenada— Yo… Eeeh… N-no había pensado un lugar.

    Y era cierto. Puse muchas energías en juntar valor para subir a este piso, de modo que no consideré las acciones posteriores. Debí pensar con rapidez las opciones más acordes para ambas, y al hacerlo no me quedó más remedio que disponer de otra cantidad de segundos, que esperé que no fuera excesiva.

    —¿La piscina? —sugerí, dubitativa, alzando la cabeza— Hace… un día lindo y… y quizás ahí no haya mucha gente, ¿tal vez? ¿P-podemos bajar por el… ascensor…? ¿Por favor…?

    No me gustaba exponer mi ansiedad social voluntariamente, con estas palabras, no de esta forma. Me hacía avergonzarme de mi misma, de un modo terrible. Pero… Estaba con Jez. Y aunque en verdad no la conocía, porque sólo hablamos una vez… ella me daba seguridad con su sonrisa cálida.

    Supongo que las podes arrastrar al pasillo o al ascensor, como más gustes uvu
     
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    Insane

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    Con su pregunta imprevista alcé las cejas ligeramente, pero al entender lo dicho mis facciones se suavizaron. Asentí girándome para encaminarme a mi salón de clase, esperando que me siguiera.

    Solía llevar en mi mochila dos toallas femeninas aunque no estuviese en mis días, era una costumbre al no tener muchas amistades para socorrerme en un accidente. Ubiqué mi pupitre en lo que Kasun pasaba, me dió un saludo mirando a Yuta por ahí derecho de manera superficial hasta que se perdió hacia el pasillo. Alcancé el maletín, lo reposé sobre mi puesto y comencé a sacar cosas.

    Traía el uniforme del trabajo, accesorios, el cargador del móvil, audífonos, cuadernos, maquillaje... Bueno, viendolo así parecía una caja de Pandora. Al final encontré las compresas.

    —Aquí tienes —le pasé las dos para que al menos quien las necesitara pudiese cubrir lo que quedaba de clases.

    Me dispuse a regresar mis pertenencias a su lugar, no sabía si la chica se sentiría comoda de que yo fuese acompañando a Yuta a llevarlas, por lo que preferí abstenerme a agregarme.

    —Ve, debe estar esperando.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Katherin asintió y yo regresé el móvil a mi bolsillo tras haber tipeado un muy breve "yo me ocupo", dejando las manos dentro ya que estaba. Era mi primera vez pisando la 3-2, no que tuviera alguna diferencia con las otras, pero como fun fact del día ayudaba a entretenerme. Un chico la saludó a la pasada y lo miré por encima, aunque el detalle de los tatuajes que tenía en la puta cara era bastante difícil de ignorar. Aún con mi experiencia no era algo que se viera a menudo. Luego de eso husmeé alrededor hasta que, donde obviamente era su pupitre, se dispuso a esculcar su bolso. Sabía que lo educado era que uno esperara a una debida distancia, por supuesto.

    Pero lo cortés no debía quitar lo valiente, ¿verdad?

    Me deslicé tras su espalda e incliné la cabeza encima de su hombro, husmeando sin una gota de vergüenza lo que había dentro de su maletín. Hombre, en mi defensa las carteras de las mujeres siempre eran un misterio, podía salir hasta un dinosaurio de ahí dentro. ¿Cómo hacían para apiñar tantas cosas? La mayoría eran estándar, de todas formas, si acaso captó mi atención lo que pareció ser una tela negra que emitió brillos al moverla de lugar.

    La curiosidad se me había impreso en el gesto hasta que Manson encontró las compresas y me las extendió. Las miré, parpadeé y busqué sus ojos, irguiéndome por fin. De primera mano no dije nada, acepté los paquetitos, esperé a que acomodara sus cosas y, con eso finalizado, apoyé las manos en sus hombros. La desvié al pasillo entre asientos y empecé a guiarla de regreso hacia afuera. Mantuve los brazos bastante flojos, flexionados, y me acerqué a su oído pues porque sí.

    —Tu misión no ha terminado —murmuré, en un tono bastante neutro.

    Todo el misterio era en realidad porque Kaia ya estaba en el baño y no tenía forma de alcanzarla, pero ¿dónde estaría la diversión en decirlo así?


    si querés podés asumir que salen al pasillo, no posteé ahí porque los doble post matan haditas :D
     
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    Zireael

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    Cuando la campana sonó fui consciente de la forma en que las nubes habían empezado a apiñarse, oscureciendo el día, y empecé a sentir que el estado de ánimo de por sí inestable todavía se me seguía yendo por el desagüe. No era la gran cosa, pasaba siempre que me quitaban el sol del cielo, así que solo lo dejé pasar mientras terminaba de copiar algunas cosas que me faltaban, porque me había puesto bastante lenta. Cuando eso estuvo listo cerré el cuaderno y giré el cuerpo despacio en el pupitre para mirar a Altan que estaba enjuagándose los ojos para quitarse el sueño que debían haberle dado las horas de clase.

    —Voy a bajar a comer, ¿quieres venir? —ofreció en voz baja, algo inseguro—. ¿Quieres que me quede contigo?

    —No, estoy bien. Estamos bien, ¿de acuerdo? —apañé de inmediato, también fue un intento por tranquilizarlo—. Ve tranquilo, come algo. Yo me quedaré aquí o bajaré a la biblioteca.

    Lo escuché soltar el aire contenido, asintió con la cabeza y se levantó luego de sacar de su mochila el almuerzo. Antes de irse me revolvió el pelo, el gesto fue afectuoso, y lo vi seguir caminando hasta que pasó cerca del asiento de Cayden, al que le dio un golpe suave con la mano en la coronilla. El chico maldijo en inglés, soltó el aire por la nariz e intercambiaron un par de palabras, Cay negó con la cabeza ante algo que supuse fue una pregunta y Al se fue, dejándolo allí.

    Entre toda la tontería había consumido algo de tiempo del receso, así que cuando pretendí buscar a Kakeru para darle las gracias ya no estaba en el salón. Volví a abrir el cuaderno, arranqué media hoja y me puse a escribir. Sabía que podía solo buscarlo aunque ni se me ocurrió husmear el pasillo o esperar a que sonara la campana de regreso y tuviera que volver a clase, pero también era un poquito impaciente con ciertas cosas.

    Gracias por lo que me dejaste. Me gustó mucho ♥
    Ahora no te libras de la sesión de cuentos
    Cuando quieras, sin problema


    Al terminar de escribir doblé la hoja con cuidado, le escribí mi nombre para que supiera de quién era la correspondencia y caminé hasta el que era su pupitre, allí dejé la nota para que pudiera verla al volver. Era un gesto pequeñito, pero me había hecho feliz y por eso le quería dar las gracias. También pensaría en algo para dejarle en estos días.

    De cualquier manera, con mi misión terminada volví a mi asiento, saqué el almuerzo y el libro que él me había dejado. La tarde gris podía balancearse con comida de casa y los cuentos que me gustaban.


    Gigi Blanche Jez le dejó a Kakeru en el pupitre una nota de agradecimiento por el librito, just for u to know <3
     
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    Insane

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    No había participado demasiado en la entrevista de ayer, me dediqué en parte a tomar notas en el móvil de lo más importante como tal por si llegaba a necesitarlo en algún punto hasta que finalizó el receso. Esa noche en casa había pensado un poco más lo que había visto en la mañana, que pese a acostumbrar a lavarme la manos y fingir demencia en problemas ajenos preferí centrarme un poco en el tema.

    Quizá por eso había cambiado mi rutina está tarde.

    Al sonar la campana caminé hasta el asiento de David, le saludé con un movimiento de cabeza y le enseñé mi almuerzo.

    —Queria almorzar en la azotea contigo, ¿te animas? —pestañeé con suavidad tras la oscuridad de los lentes.

    Lo más probable es que para él fuese algo atípico, porque lo era. No habíamos conversado para más que deberes de la escuela.

    Zireael holis
     
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  8.  
    Gigi Blanche

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    Junto a la campana me llegó el mensaje de Kenneth avisándome que haríamos la entrevista en la biblioteca. No me lo cuestioné demasiado, o nada en absoluto, incluso me pareció una buena idea teniendo en cuenta la profesión de su madre. Le respondí que ya bajaba y alcé la vista del móvil, buscando a Katherin en el espacio. Siendo que compartíamos clase, me resultaba muy extraña la idea de proceder de otra forma. Recogí un cuaderno y bolígrafo por si acaso, me guardé el celular en el bolsillo y fui hasta su pupitre, el cual golpeteé con los nudillos dos veces, suavemente.

    —Recordatorio del día —bromeé, junto a una sonrisa relajada—. Kenneth acaba de avisarme que ya están en la biblioteca. ¿Vamos?

    Al decirlo me di cuenta de la aterradora precisión (y efectividad) de esta familia, y me pregunté si seríamos capaces de lograr una entrevista interesante. Quería decir, si estaríamos a la altura de la señora.


    Insane el calendario de google is here
     
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    Zireael

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    No podía decir que me hubiese echado toda la mañana esperando una señal de vida de Sasha por las galletas, aunque quizás no era del todo mentira, siendo que la última me vez me había enviado un mensaje. El asunto fue que en algún momento entre una explicación de materia que no guardé en la memoria, mis apuntes y los murmullos de Sonnen explicándole algo de matemáticas a Jezebel la idea me alcanzó la cabeza y me preocupé. Se me ocurrió que tal vez hubiese llegado tarde, que solo se le hubiese pasado o que estuviera enferma o algo hubiese pasado con sus hermanos. A ver, no era yo muy paranoico en general, pero seguía siendo humano y Sasha era mi amiga.

    Cuando sonó la campana saqué el almuerzo de la mochila, pero me quedé sentado y saqué el móvil con intención de enviarle un mensaje. El asunto fue que no había ni llegado a buscar su chat cuando noté que Suiren se acercaba a mí, así que la intención se me quedó en el aire cuando miré al chico y le dediqué una sonrisa de las de toda la vida.

    Ayer había llegado a la entrevista, pero no había participado más allá de tomar notas, así que un poco me sorprendió que me buscara para almorzar. Me llevaba bien con él, pero también era cierto que no hablábamos para mucho más que los proyectos en los que terminábamos juntos. Igual Sonnen tenía algo de razón al pensar que no hablaba mucho con nadie en realidad.

    Observaba a todos desde mi terrario, eso era todo.

    —Claro —respondí mientras me levantaba de la silla, me guardé el móvil en el bolsillo para poder tomar la botella de agua junto al almuerzo y le señalé la puerta del aula con un movimiento de cabeza—. Te sigo, después de todo el anfitrión eres tú.

    Con este chico no iba a bromear tan abiertamente como lo hacía con Kenneth y Sasha, obvio, pero también digamos que me tomaba ciertas confianzas. Una estupidez más o una menos no habían matado a nadie antes.


    te lo puedes arrastrar, obvio uvu
     
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    Insane

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    La tarde anterior al finalizas las clases y hacer el cambio de zapatos alcé las cejas ligeramente. En parte creía que Tora estaba molestando o algo... pero en verdad había dejado galletas dentro, y un sticker también; pestañeé con cierto escepticismo porque él no parecía ser de ese tipo de gente, no sé, era más probable imaginarlo molestándome que dejando este tipo de cosas, como perro regañado. Mordí sin carme cuenta mi labio inferior y una pequeña sonrisa me invadió los labios.

    Hacerme feliz era absurdamente fácil...

    Sujeté las galletitas para irlas comiendo de camino al trabajo, y dejé el conejito ahí pegado. No le escribí de regreso ni nada, no sé, no quería que supiese que estaba tan contenta con esta tontería. Al día siguiente llegué algo tarde, apenas y logré ingresar al salón de clase un segundo antes que la docente apareciera y cuando me quise dar cuenta ya había sonado la campana, y yo estaba zambullida en el móvil validando que las promociones siguieran en pie. Fue entonces que el sonar de la madera y la silueta me hizo elevar la mirada.

    Ah, verdad.

    —Me gusta este método de agenda —bromeé aunque estaba pensando seriamente en instalar una aplicación con esa misma función. Busqué en mi mochila unos post-it, un lapiz y me levanté de mi pupitre guardándome el móvil en el bolsillo—. Te sigo.
     
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  11.  
    Zireael

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    Había llegado a la escuela algo más temprano que de costumbre, así que había pasado a la máquina expendedora de abajo antes de subir a la clase y allí, sosteniendo una botella de agua, comencé a preocuparme de nuevo. Había notado a Suiren intermitente, llegaba tarde o salía antes y ayer, cuando se levantó para volver a salir de la clase, noté que Cayden miró el espacio vacío de Paimon y luego a mí. Era demasiado consciente del entorno, ¿no? Del entorno y las conexiones.

    Yo seguí tomando notas, pero estaba preocupada y no lo pude disimular. A la tarde fue lo mismo, pensé en preguntarle a Pai por mensajes si sabía algo de Sui, pero me ahorré la invasión a la privacidad aunque seguí angustiándome de gratis, porque después de todo era la misma estúpida que había seguido preocupándose por el chico que había encontrado golpeado en un parque. Me quedé en la silla, me recosté en el respaldo y cerré los ojos, girando la botella de agua entre mis manos, sobre el regazo, estaba en eso cuando mi pupitre se deslizó unos centímetros y al abrir los ojos di con la silueta de Cayden, sentado sobre el escritorio como si fuese su casa.

    Me sonrió con suavidad, estiró la mano y me dio una palmadita en la cabeza, como si fuese una niña, antes de escarbar en el bolsillo de su pantalón para sacar un caramelo y ofrecérmelo. Tenía cara de sueño o… ¿No consumía mierdas antes de meterse a la escuela? Dios, qué desastre de criatura, de verdad. Suspiré, la imagen del dulce se superpuso con la de las galletas, de cuando me pidió que no le dijera a Hubert de dónde y cómo nos conocíamos y entendí que estábamos jodidos.

    Iba a pedir otro favor.

    Con sus ojos de ciervo cegado por los faros de un coche.

    —¿Sabes algo de Craig, Lana? —preguntó en voz baja, como si fuese un secreto federal, usando el apodo que le había cedido el viernes.

    Parpadeé, extrañada, porque no creía recordarlo hablar con Suiren o Paimon desde que había llegado a la escuela, pero ni idea. Dudé de forma visible, bajé la mirada a la botella, me la dejé en las piernas y tomé el caramelo que me ofrecía, desenvolviéndolo muy despacio antes de negar con la cabeza.

    —¿Paimon estará ausente el resto de la semana?

    —No lo sé.

    Suspiré, se disculpó por las preguntas y se quedó allí sentado, balanceando las piernas. Imaginé que estaba pensando, me dio esa sensación cuando desvió la vista a la clase en vez de a mí y me quedé observando su perfil, solo para darme cuenta que tenía el ceño ligeramente fruncido. Este chico pensaba demasiado, quizás debía usar menos neuronas en dudar aunque yo no era quién para juzgarlo por eso.

    —Me lo encontré en el observatorio ayer, habría querido decirle a Paimon, pero me da un poco de corte y está ausente. Tú te juntas con ellos, eres amiga de ambos o eso creo. —Todo el asunto sonó a pensamiento en voz alta y justificación—. No sé qué tenga en verdad, imagino que tú tampoco, viendo que estaba escondido prácticamente. Algo le pasa, a su salud quiero decir, haz con la información lo que creas conveniente.

    Se deslizó fuera de la mesa, sus pies encontraron el suelo y giró el rostro hacia mí. Incluso con el estado de la conciencia un poco alterado pareció notar que lo que acababa de decirme medio que había sido una bofetada y volvió a dudar, pero estiró la mano hacia mí. No entendí la intención de primera entrada, solo lo hice al ver que se quedaba esperando, así que la tomé y me dio un apretón suave, delicado, pero cálido.

    —No pienses lo suficiente para sufrir.

    Dejó ir mi mano con cuidado, volvió a sonreírme y caminó hasta su asiento. En la otra mano conservaba el caramelo abierto, así que me lo llevé a la boca y traté de pensar qué diablos se suponía que hiciera ahora. No podía solo preguntar y no sabía si buscar a Pai era lo correcto del todo, incluso si Cayden me había buscado a mí aunque recién los conociera. No sabía hasta dónde no estaba metiéndome demasiado en la vida de estos chicos, sobre todo viendo que Suiren, incluso en su amabilidad, parecía siempre distante.

    don't mind me el relleno (?
     
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    El estar ausente la semana pasada me tenía un poco descolocado, aunque dudaba de igual manera que hubiesen avanzado demasiado en temas puntuales, o eso quería creer. Presté atención al frente por un rato mientras movía el bolígrafo entre los dedos, ya más tranquilo con que Craig lo hubiesen movido de puesto. Antes se encontraba en donde recaía la luz que entraba por las ventanas, adelante, ahora el pobre estaba más en el centro, casi en la parte de atrás, donde no le daba una gota de sol.

    El timbre sonó, delineé perfectamente sobre la hoja para terminar un mapa mental y luego cerré el cuaderno, girando el rostro hacia Suiren aunque en realidad ubiqué a Rockefeller por el rabillo del ojo. La niña me había escrito y como era costumbre la había dejado en visto, aunque dudaba que alguien como ella pudiese molestarse por eso, tampoco era que importase mucho en realidad. Como fuese, Craig subió el mentón, tenía unos lentes más oscuros a los que había -según él- perdido con anterioridad. Supuse que me estaba mirando por lo que me levanté del puesto, sujeté mi almuerzo y llegué hasta él.

    —Nada de zonas exteriores, supongo que sobra decirlo.

    —Suenas a mi madre.

    —El cuidarte toda la semana me hace una basicamente.

    Se sonrió con algo de amargura, sujetó su almuerzo y echó un vistazo general, se paseó de manera superficial sobre el cabello de fuego, de uno de los alumnos, y luego deparó en la rubia.

    —Quieres sus apuntes, ¿no?

    No dije nada al respecto, el albino se levantó, ignorante de que ella había preguntado por su estado de salud, se acercó a saludarla con la amabilidad de siempre, invitándola a almorzar con nosotros, señalándome con el pulgar sobre el hombro a lo que enterré la mano libre en el bolsillo, mirándola a los ojos por ahí derecho.

     
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    No debieron pasar diez minutos, pero en algún punto escuché a Cayden dormitando en la banca, sentado como estaba, y lo dejé hasta que faltaba poco para que empezaran las clases. Lo zarandeé, se quejó y tuve que levantarme, casi arrastrarlo fuera del asiento y llevármelo de la manita como si tuviera cinco años cuando por fin reaccionó, lo que se había fumado medio que lo tenía como un flan.

    Pasamos al baño de abajo, lo esperé afuera y digamos que ahí consiguió que su estado pasara solo por desvelo, más o menos. Subimos ya con el tiempo encima, pero al dar un paso dentro del salón él me rebasó aunque lo escuché murmurar un "Volvieron por quienes lloraban", el comentario fue una mezcla rara de indiferencia fingida, molestia y algo de nervios. Solo se fue su asiento y yo le dediqué una sonrisa a los muchachos antes de irme a mi pupitre.

    Incluso si asumí desde que envié los mensajes que iba a recibir el visto más grande en la historia de la humanidad, ver a Paimon reaparecer tan pancho quiso enojarme, pero bateé la sensación porque ya tenía bastante con haberme preocupado por el visto de un alma como para ponerme a preocuparme por los de otra. Además, tenía pinta de que solo era así y ya.

    De todas maneras el tiempo se diluyó de formas extrañas, sentí que pasaba lentísimo y cuando el timbre del receso sonó, suspiré con pesadez. No estaba en mis planes ir a hostigarlos, pero como seguro Pai tampoco le había dicho a Suiren que había escrito preocupada por él, bueno, dudaba que la criatura tuviera idea de nada. Cuando quise darme cuenta se materializó a mi lado con Paimon, cuando estaba metiendo el cuaderno en la parte de abajo de la mesa, y ni idea de dónde me saqué la sonrisa más normal y tranquila del repertorio, como si nada.

    Los saludé a los dos, me levanté luego de sacar el almuerzo del maletín y casi al mismo tiempo vi a Cayden enderezarse, desapareció por la puerta sin siquiera mirarnos o mirarme. Había dicho que se había encontrado a Suiren en el observatorio, ¿entonces por qué lo trataba como si no existiera? Entre todo el lío de ideas, recordé el día que salimos al patio, cuando hicimos el grupo entre nosotros tres, y como había elegido ignorar algunas cosas que notaba y ahora, podían llamarme loca, ¿pero los lentes no eran más oscuros que los otros?

    Cuando se lo encontró no veía, ¿era eso?

    El pensamiento fue terriblemente paranoico, me quiso arrancar algo de la calma de encima, pero empujé las ideas sin fundamento al fondo de la mente y pecando de excesos de confianza, pesqué a Paimon del brazo usando el que cargaba el almuerzo para enlazarlo al suyo e hice lo mismo con el de Suiren con la mano libre. Así pretendí llevármelos, dejándoles libertad de soltarse, claro.

    —Podemos almorzar en el rellano de la azotea, aunque estar en el suelo no suena muy bonito. Si no... ¿Tal vez el gimnasio o la cafetería? Imagino que no habrá tanta gente, por lo bonito del día.
     
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