Interior Casilleros

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

  1.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    La pregunta mental de Suiren era bastante comprensible, ¿qué buscaba Shiori en una pareja? No tenía ni puñetera idea, si nos limitábamos a Sonnen y Usui uno creería que pretendía socializar a bestias que parecían indomables, pero nada más y había una diferencia entre ambos; qué había hecho que Usui se diferenciara del otro imbécil era, de hecho, el punto conector hacía Kasun. Hiroki había cedido a ella, Zoldryck siquiera conocía la resistencia, pero seguía pareciendo superficial.

    Todo desde que el loco se fue a la mierda parecía no tener sentido, así que perfilar a la niña también era complicado. Era una característica que no sabía si provenía del disfraz que usaba o que siempre había poseído, pues había perdido a Kaoru siendo muy pequeña, pero sí que sabía que él tenía esa tendencia. Era amable y cálido, pero difícil de leer.

    Zeldryck se giró, básicamente tuvimos que leerle los labios y a mí se me escapó una risa floja, Suiren soltó el aire por la nariz.

    We'll see —dije como cierre al asunto de Kurosawa y Allen, aunque luego reí de nuevo al escuchar lo demás—. Ah, pero claro que hacemos buena pareja, ¿acaso te has detenido a pensarlo? See ya~

    La estupidez la dije por hacer el imbécil, ni más ni menos, y dejé al chico irse. Yo lo seguí no mucho después, solo hice una parada en los baños antes de entrar al salón para fumar un cigarro y ya.


    Rowan1.png

    Entendía que intentar hacer algo nuevo podía ser algo imponente, sobre todo cuando uno se metía esperando ser bueno desde el momento cero, porque eso no funcionaba así. Creía que existían personas con una facilidad artística marcada, que aprendían con rapidez o incluso percibían el color o los medios de diferente manera que los demás, pero nadie nacía sabiendo cómo sujetar un pincel, hacerle punta a un lápiz o a ensamblar piezas; el proceso de aprendizaje no terminaba nunca, era algo que aplicaba a los pasatiempos, las disciplinas y la vida en general.

    Igual quizás mi respuesta pecaba de lógica en exceso, pero en este caso creía que así debía ser, por lo mismo de no atorarse en la idea de "si no soy bueno de inmediato, entonces no valgo para esto". Había que hacer bocetos, pruebas de color, manchar muchísimas hojas, bastidores y usar cientos de pigmentos en diferentes maneras; había que mancharse las manos y luego decidir si nos gustaba. En vista de que Bea era tan nerviosa, el arte de hecho podía canalizar algo de esa energía, creía recordar que había toda una rama terapéutica enfocada en el arte incluso.

    El asunto era que aunque yo creaba piezas que buscaban entrar en las definiciones académicas de lo bello, si iba por ahí buscando replicar joyas imposibles de diferenciar de los originales, el arte que reconocía como propio había empezado en los manchones de pintura, los parchones de carboncillo y la ira, necia, que sentía hacia mi cuerpo defectuoso.

    Había dibujado desde que tenía uso de razón, un hábito que había conservado de la niñez como ocurría con tantos de nosotros, los llamados artistas, pero fue hasta que sentí los primeros dolores, hasta que no pude levantarme de la cama la primera vez sin rabiar que conocí otro sector de mí mismo. Claro, había sido un niño sano, ¿entonces por qué?

    ¿Por qué mi vida se había reducido a esto?

    Tuve que canalizar esa furia para no renunciar a mi personalidad.

    Me quedé junto a Bea, la escuché repetir lo que le había dicho y asentí con la cabeza aunque no necesitara reforzamiento. Al parecer Katrina le había soltado algo similar y no lo dudé, compartíamos opiniones similares respecto al arte en general. El punto que era, naturalmente, le seguía dando miedo, luego de esa confesión preguntó si la acompañaría cuando se decidiera a intentarlo.

    —Claro que te acompañaría, Bea —respondí con suavidad—. En cualquier momento que sientas que necesitas compañía para intentar algo nuevo o hacer algo puedes decirme, ¿te parece? Así tienes quién te haga porras en primera fila.


    ando en speedrun JAJAJ pero muchas gracias por esta interacción, Bru uvu estuvo bien bonita
     
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    Amane

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    Por suerte o por desgracia, la conversación con Anna del día anterior acabó de manera algo apresurada, pues el final del receso se nos vino un poco encima y encima teníamos que recoger todo lo que habíamos montado para dejar el invernadero como lo habíamos encontrado. Era una pena porque estábamos dejando la discusión del chisme a la mitad, pero en parte también me aliviaba, porque no podía mentirle a Anna, ¿y con qué cara se suponía que le iba a decir que a mí hasta ella me había gustado? ¡Qué vergüenza!

    Al final llegamos a nuestras clases con el tiempo justo y necesario, por lo que nos despedimos con cierta rapidez y cada una entró en el aula que le correspondía. Las clases de la tarde pasaron con normalidad, el resto del día lo pasé con Alice y, a la mañana siguiente, me planté en los casilleros de tercero, cerca del que había encontrado como propiedad de Pierce-senpai. Estaba un poco nerviosa, a decir verdad... Solo esperaba estar haciendo lo correcto.

    Gigi Blanche *le tira a emi encima de nuevo*
     
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    Gigi Blanche

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    Apenas bajarme del tren encendí el cigarro y lo mantuve entre mis dientes hasta volver a desocuparme las manos. El camino de la estación a la Academia no era muy largo y los cálculos previos me fallaron ligeramente. Me quedé parada junto a las puertas unos pocos minutos, hasta que la colilla perdió el fuego que amenazaba con destruirla y la froté contra la pared, lanzándola al cubo de basura más cercano.

    Apenas ingresé al patio frontal, reemplacé el cigarro por una goma de mascar. Eso y el perfume ayudaban a disimular el olor, siempre lo habían hecho, o quizá papá sólo fuera un buen mentiroso. La idea me causó un mínimo de gracia y me arrastré el cabello hacia atrás, sintiendo las uñas correr por mi cuero cabelludo. Había viento.

    Había cosas que debía hacer, otras que quería hacerlas, pero el cuerpo aún no me respondía. Al ver a Emily junto a mi casillero recordé al instante mi conversación con Hiradaira de ayer, la imagen de ellas dos dormidas en la tienda, e hice dos más dos. Las imaginé hablando de mí, pensé en la preocupación que pudieran llegar a sentir y me maldije por haber abierto la boca. Sólo eran dos niñas, no tenía sentido.

    No lo tenía.

    Aún así, le di un toquecito suave en el hombro y, al ingresar en su campo visual, le sonreí. Si yo no me andaba inventando historias y efectivamente estaba aquí por mí, lo mejor que podía hacer era disolver lo que fuera que le preocupaba.

    —Hola, linda. ¿Precisabas algo?

    De la forma que sea.

    omg emi-chan hiiii
     
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    Amane

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    No pasó mucho tiempo hasta que la chica llegó a mi lado, aunque debía admitir que no había notado su presencia hasta que ella llamó mi atención con el toque en mi hombro. Había intentado distraerme de mis nervios observando la llegada de los demás alumnos, pero la distracción había sido tan efectiva que había acabado olvidando por un segundo el motivo por el que estaba ahí, y lo cierto es que hasta me sorprendí un poco por el gesto, dando un respingo de nada antes de girarme en dirección a la muchacha.

    —¡Senpai! ¡Buenos días! —exclamé, intentando disimular el sobresalto con un saludo lo suficientemente efusivo—. ¿Qué tal todo? Yo, eh... —carraspeé un poco, procurando controlar mis emociones antes de seguir hablando—. Te estaba buscando porque quería darte algo. Desde que volvimos del campamento no he podido evitar sentir que no me disculpé adecuadamente por... bueno, prácticamente haberte echado de la tienda. No sé si será suficiente o si te gustará, pero te he traído unas bolitas de chocolate que estuve preparando ayer con mi hermana. ¡Tienen albaricoque y naranja, también! Son pequeñitos, así que he traído unos cuantos... puedes compartirlos con tus hermanos, si quieres, imagino que les gustará el chocolate tanto como a la mía...

    Había mantenido las manos tras la espalda un buen rato de mi monólogo, hasta que revelé el motivo por el que estaba ahí y tuve que descubrirle la bolsa que había preparado con los dulces para traerle. Los nervios habían vuelto a caerme encima con incluso más fuerza que antes, y estos vinieron acompañados de una buena cuota de vergüenza; era la primera vez que preparaba algo así para alguien fuera de mi círculo cercano y era genuinamente intimidante.

    En cuanto a mi motivación para el gesto... era cierto que había más detrás, pero no era del todo mentira lo de que quería disculparme de manera adecuada por aquello del campamento.

    por si no me explico bien, since normally i don't, el postrecito se vería tal que así uwu
     
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    Zireael

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    Retrasar lo inevitable no me había traído nada bueno, pero los métodos de defensa se convertían en hábitos que era difícil dejar ir. Hablar con Jez implicaba una confesión de pecados que se remontaba a los principios de mi adolescencia, implicaba una explicación que no me creía capaz de dar, pero cuando fue ella quien dio el paso supe que no podía negárselo. Que ya había huido demasiado y era hora de hacerme responsable de lo que había comenzado a hacer incluso antes de que se me fuese todo a la mierda.

    Lo que resultó fue un destrozo, como estaba resultando casi todo en los últimos días, pero eran las consecuencias de mi comportamiento, era lo que yo había hecho y ahora tenía que levantar los montones de vidrios rotos, esparcidos aquí y allá de formas azarosas. Por eso, más allá del llamado de atención de Jez sobre el hecho de que era un cretino y que debía hablar con mi madre, ya tenía agendada la charla de mierda porque también llevaba mucho postergándola.

    Fue significativamente más horrible, si debía ser sincero.

    Quizás no fuese consciente de ello, no supiera moderarlo o no le diera la gana hacerlo, pero las palabras de mamá tenían un poder enorme como armas de destrucción masiva. Entendía su dolor de todas formas, lo que yo le había pedido era el equivalente de que tuviera que lidiar con otro niño que no vería crecer. Uno que sí había tenido la oportunidad de llevar a término, que había nacido y luego le pedía que lo dejara morir. Era cruel, descorazonado y espantoso.

    Por eso se merecía una disculpa, se la merecería por el resto de su vida.

    Con los chutes de estrés que había tenido que meterme para dejar de hacerme el imbécil cuando tuve irme a la cama no pude dormir demasiado, así que faltando media hora para que el despertador sonara y en vistas que seguía despierto me levanté. Recordé al vuelo las frutas que había llevado el día del invernadero, preparé las mismas en un tupper y lo guardé en la mochila antes de ponerme a alistarme para irme a la escuela.

    Al llegar ya las horas de mal dormir me estaban pesando, sentía los párpados pesados y la idea de echarme en la enfermería en vez de ir a clases me tentó, pero me hice el loco. Solo me detuve un momento afuera para fumarme un cigarro de la cajetilla que había comprado ayer en la vuelta a casa, porque hablando de imbéciles con withdrawal yo ya no daba mucho de mí tampoco desde hace días y no estaba aquí en un viaje para volverme la Madre Teresa. Solo quería hacer las cosas diferente, debía hacerlas diferente, y fumar no tenía nada que ver con lo otro por ahora.

    Navegué el patio frontal, entré al edificio y me metí a los casilleros de segundo buscando el de Anna, una vez allí lo abrí para dejar el tupper con frutas y le dejé un papel encima. Por un momento me dio ansiedad estar siendo muy necio, pero también pensé que lo que debía sentir era alivio al poder permitirme esta clase de cosas.

    Ten buen día, An. Con frutitas
    -Altan


    Cerré el locker, salí hacia la fila de los de tercero y noté a Pierce con Hogdes, pero yo seguí a lo mío. Alcancé mi casillero y antes de cambiarme los zapatos apareció Katrina como invocada por el diablo o quién sabe qué. Me dio un toque en el hombro, la miré con hastío y ella rio.

    —Solo para preguntar por el proyecto, alemán. ¿Qué te dijo tu padre?

    —Mañana o el lunes —respondí sin dar muchas vueltas.

    Ella asintió, se fue a su casillero y para no olvidarlo saqué el móvil para buscar el contacto de Allen. Había que poner al día a Miss Simpatía, por supuesto.

    Buenos días
    Mi padre está disponible para la entrevista mañana o el lunes
    Tú dime cuándo crees que sea mejor


    Gigi Blanche solo para que sepas que Altan le dejó un tupper con frutas a Annita, como el del otro día

    Insane para informarle a Gen del proyecto en este grupo del desastre (?
     
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  6.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Quizá fuera ridículo viniendo de mí, pero había determinadas tensiones que me resultaba imposible ignorarlas. El día anterior había arrastrado a Kaia hasta el dojo y le insistí y la piqué hasta que cedió a entrenar un rato, o como mínimo mover el cuerpo. No creía ser un genio emocional y muchas veces las palabras se me enredaban en la garganta en los momentos importantes, sólo quería correrla del lugar donde se había empantanado y cagarnos un poco a palos, bueno, siempre había sido terapéutico. La niña tenía tanta frustración acumulada en el cuerpo que me pateó el culo y acabó pidiéndome disculpas por el golpe que me di en la cabeza. Haría un chichón, probablemente, pero me daba bastante igual.

    Me había quedado tendido en el suelo, dramático como pocos, y me incorporé riéndome cuando Kaia empezó a sentirse realmente nerviosa de haberme lastimado en serio. Me lanzó otra patada, la esquivé por los pelos y en el envión acabé llegando a mi móvil, donde encontré unos mensajes de Vólkov. Otra vez me daba pereza escribir, además de que tenía las manos algo sudadas, así que me repasé los labios y le dije en un audio que ella hablara con su tío y definieran un día escolar, que a mí me daba lo mismo. Prefería eso a los fines de semana, que tendía a ocuparme con un abanico de estupideces de lo más variopintas.

    Y mira, podrían juzgar mis métodos pero jamás mis resultados. A la mañana siguiente noté a Kaia más animada, o al menos más relajada, y me di por servido. ¿El chichón había salido? Por supuesto, y no perdí la oportunidad de seguir haciendo drama al respecto. La sonrisita que asomó en sus labios junto a la molestia superficial me ayudó a sentir que ya no debía preocuparme demasiado y el resto fluyó con normalidad.

    Llegando a los casilleros detecté a la rubia de mi clase, que no era la primera vez que la veía, pero quién sabe según qué decidía mis cursos de acción. Estaba de humor y ya. Me cambié el calzado, le dije a Kaia que subiera primero y aceptó sin complicaciones, aunque la miradita que me lanzó bastó para divertirme.

    —Pórtate bien, Yu —fue todo lo que dijo.

    Era difícilmente negable el placer de evidenciar lo evidente, aún a costa de exponer a los demás. En el fondo todos éramos un poquito crueles. Con esa misma idea vi a Kaia irse y giré sobre mis talones, yendo a reunirme con la chica de la cual, curiosamente, seguía sin saber el nombre. Había prestado atención en clase como todo buen estudiante, pero Akuma-sensei no había tenido el detalle de ayudarme. Qué tragedia.

    Repasé la extensión de su cabello rubio desde la distancia y me detuve a su lado, con las manos hundidas en los bolsillos. Dejé caer mi hombro sobre la línea de casilleros con cierta pesadez impostada y de la misma forma fabriqué un suspiro ligero.

    —Estoy tan triste —murmuré, sin realmente cambiar mi expresión—. Y yo creyendo aquí que te interesaba averiguarlo...

    No la culparía si no recordaba de qué le hablaba, pero al mismo tiempo me resultaría bastante entretenido que sí lo hiciera. Una pequeña moneda lanzada al aire no lastimaba a nadie, ¿verdad?


    Zireael por ahí arriba está la respuesta de Yuta y también puedes asumir que Haru le respondió básicamente lo mismo a Cayden (?

    Amane 7u7

    Sasha 5.png

    La efusividad del saludo de Emily me pilló un poco desprevenida y me pregunté, como una sospecha casi intuitiva, si el hecho de haberse apostado aquí esperándome no la habría puesto nerviosa. ¿Hace cuánto estaría? En cualquier caso, esas preocupaciones no tenían mucho sentido. Mantuve mi atención sobre ella y la miré con una chispa de curiosidad conforme siguió hablando. ¿Disculparse conmigo? ¿Desde el campamento? Tuve que pensarlo con un poquito de fuerza extra para darme cuenta que se refería a lo que había ocurrido a la noche y sentí una mezcla de pena y de ternura; ni por un segundo me había enfadado, aún menos creí que a ella le habría quedado la espinilla clavada y me pregunté si no debí haberlo anticipado. Era un poco lenta para estas cosas.

    Y en definitiva no la conocía demasiado.

    El caso fue que habló un montón, hasta acabó mencionando a mis hermanos, pero a mí la cabeza se me quedó atascada en la imagen de sus manos sosteniendo la pequeña bolsa. Parpadeé, busqué sus ojos un instante y tomé lo que me estaba ofreciendo. No sabía si lo ideal habría sido curiosear luego de que se fuera, si hacerlo frente a ella sólo empeoraría su vergüenza, pero en el momento no lo tuve en cuenta. Hundí la mano en la bolsa y saqué el recipiente que contenía las bolitas de chocolates. Había un montón de ellas y se removieron al girarlo. El ligero sonido, la sensación tan sutil, en cierta forma fue como un chasquido de realidad.

    You didn't have to... —murmuré, fue más un pensamiento en voz alta, y bajé el brazo para encontrar sus ojos. Pude sonreírle con honestidad—. Gracias, cielo, de verdad. Es... muy lindo de tu parte.

    Poco a poco pude reconectar con ciertos hilos que se me habían escapado los últimos días. Bajé la vista al envase, volví a hacer rodar las bolitas y mi sonrisa se ensanchó junto a una risa de nada. Era una tontería y quizá fuera terriblemente infantil de mi parte, pero... me hacía ilusión. Me hacía mucha ilusión, de hecho.

    —¿Postrecito de Emi-chan? —Mi voz recuperó algo de liviandad y volví a mirarla—. Oh, los niños van a saltar en una pata, te lo aseguro. Estoy casi convencida de que todos los pequeñajos del mundo son monstruos del chocolate o algo, la coincidencia no es normal.
     
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  7.  
    Amane

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    Alisha 2.png

    Sabía que era bastante difícil de creer, pero el pequeño encuentro con Eda en la azotea había sido el
    highlight de mi día anterior, ¡y ni siquiera había pasado nada destacable! Las clases de después fueron aburridas, la tarde que pasé sola en casa fue aburrida y la noche... ¡oh, la noche! Dormí como si nada all night long. Very, very boring! El otro día había pensado que era bueno que estuviera contenta porque me quedaba tranquilita, but c'mon, ¿de verdad alguien disfrutaba cuando yo me quedaba quietecita? I didn't think so!

    Me desperté convencida de hacer algo mínimamente divertido aquel día, aunque claro, eso no dependía del todo de mí. Por suerte para esta linda muchachita, el universo quiso contribuir a su causa y, mientras estaba en mi casillero haciendo el cambio de zapatos, una presencia más que bienvenida se acercó a mi posición. La verdad es que no le estaba prestando mucha atención a mis alrededores, de lo adormilada que andaba, por lo que no reconocí al chico hasta que me dirigió la palabra.

    —¿Mhm? —murmuré, girando el cuerpo en su dirección con las cejas ligeramente alzadas, hasta que terminé de procesar lo que me dijo y suavicé la expresión, repasándolo con la mirada junto a una sonrisa sedosa—. That's tricky. Hay unas cuantas cosas que quiero averiguar de ti, así que vas a tener que ser más específico~

    oh my god, i'm already blushing

    Emily 3.png

    Volví a llevarme las manos tras la espalda en cuanto Sasha se hizo con la bolsa que le había extendido, pretendiendo esconder el jugueteo nervioso que mis dedos habían empezado a hacer entre ellos. Sabía que en retrospectiva cualquier pensaría que era estúpido ponerse así, pero en ese mismo instante lo único que podía pensar era en lo fuerte que estaba escuchándome los latidos del corazón al sentirme los oídos embotados.

    A la chica le tomó su tiempo reaccionar, e incluso con todo el desastre de sentimientos que tenía dentro pude notar que mi gesto el sorprendió, como si no se lo hubiera esperado en lo absoluto. Podía entenderlo, claro, al fin y al cabo apenas habíamos hablado unas pocas veces y podía solo haberla buscado para preguntarle algo, pero so no evitó que la expresión no me pasara desapercibida. Por suerte para mi salud mental, Sasha me sonrió de una manera muy sincera mientras me agradecía, y sentí como todo mi cuerpo se relajaba al recibir una reacción positiva de su parte.

    Le sonreí de vuelta, plenamente consciente de que las mejillas se me habían quedado algo sonrojadas después de todo el asunto, y dejé escapar una risilla de nada cuando me aseguró que sus hermanos se pondrían bien contentos por el postre. Asentí un par de veces con la cabeza también, confirmando su idea de los niños pequeños siendo monstruos del chocolate, y poco después me encogí de hombros, algo resignada.

    —Igual no los culpo, senpai. ¡El chocolate está muy rico! A mí también me gusta, vaya. ¿A ti no? —cuestioné, con una sonrisa algo más relajada.
     
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  8.  
    Gigi Blanche

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    La pobre alma parecía bastante distraída, quizá fuera el sueño, y de todas formas cambió el chip con tanta rapidez apenas verme que tuve que disimular la diversión. Sus ojos me recorrieron y recibí las atenciones sin inmutarme, pensando en su respuesta. No había sido muy complaciente ni tampoco rígida, se mantuvo en un terreno intermedio entre retador y pretencioso. Bueno, mejor eso a cualquier cosa de manual, ¿no? También podía ser que no tuviera ganas de pensar y me hubiera lanzado la pelota, claro, o aún peor: que se estuviese haciendo la tonta y no supiera de qué coño le hablaba.

    En fin.

    Mantuve mis ojos en los suyos unos cuantos segundos, sereno, como si pretendiera leerle la mente, ponerla de los nervios o cualquier otra cosa. Era gracioso, de hecho, la gente tendía a acumular demasiada self-awareness cuando eran incapaces de leer tus intenciones; no que esta chica fuera de esos, claro. Me daba a mí que se revolcaba en la atención ajena sin una pizca de reparo.

    —¿Qué podría interesarte de mí, un humilde servidor? —repliqué.

    Iba a agregar otra tontería, pero mi atención se desvió al tío que apareció de repente junto a nosotros: el moreno de nuestra clase. Era, de hecho, el que parecía muy buen amigo de la rubia, y con quien... Me sonreí, incapaz de disimular la diversión de aquel recuerdo, y de todas formas dudaba que cualquiera de los dos me llevara el apunte en ese preciso momento. El tipo le tocó el hombro a la chica, risueño, aunque en su semblante se entremezclaron colores diferentes. Oscuros, si se quiere.

    No dijo nada. Se señaló los ojos, apuntó tras mi espalda y siguió su camino. Vaya intervención. Miré a la chica, como pidiéndole una explicación, pero en definitiva apoyé la totalidad de mi espalda en los casilleros y giré el rostro hacia donde él se había ido. Nos habían invitado a un show, ¿no? Habría sido descortés ignorarlo.


    Sasha 5.png

    Emily acordó con mis palabras, aunque le quitó responsabilidad a los niños y se la atribuyó, más bien, al poder que tenía el chocolate de por sí. Su pregunta me hizo alzar apenas las cejas y lo ponderé brevemente. ¿Me gustaba el chocolate? Pues sí, como a todos, pero tampoco diría que me volvía loca. Los dulces en general me daban un poco igual, quizá, sólo me había habituado a prepararlos o comerlos por los niños. A decir verdad, me costaba trazar una distinción entre mí misma y mis hermanos desde hacía ya un tiempo. Si los quitaba de la ecuación, si intentaba enfocarme en mi individualidad, sólo podía recordar las galletas que había hecho con mamá y lo que le escuché decir esa misma noche.

    Por ello intentaba olvidarlo.

    —Pues sí, aunque también me da un poco igual —respondí, encogiéndome de hombros—. Supongo que soy una adolescente amargada.

    Fuera mi dispersión general, fuera mi foco en Emily, no tuve forma de notarlo. Un brazo cayó sobre mis hombros de repente, no fue brusco pero sí se sintió pesado, y oí su voz incluso antes de poder voltear el rostro. El cuerpo entero se me tensó aún si no fui capaz de expresarlo, como si hubiese bastado aquel parpadeo para arrojarme dentro de una celda y echarle llave.

    Me estaba tocando.

    Otra vez.

    —¿Emi-chan? Es raro verte de este lado~ —Joey mantuvo su atención en la niña—. ¿Viniste a saludar a tus senpai? How cute.

    Pasé saliva, volví a parpadear y me aferré con cierta inconsciencia al envase entre mis manos. No pude reaccionar en ninguna dirección ni expresar lo que estaba sintiendo, y ni siquiera sabía por qué. Tampoco quería montar una escena frente a Emily, la niña no tenía nada que ver y seguro... seguro le sentaría mal, ¿verdad?

    —¿Hmm? —Su voz sonó en mi dirección y me quitó el regalo sin complicaciones, alzándolo frente a sus ojos para determinar su contenido; sentí las manos extrañas, vacías—. ¡Oh! ¿Chocolate? —Alternó su mirada entre ambas, derivando en Hodges—. Don't say, ¿las hiciste tú, linda? It looks reeeally tasty...
     
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    [​IMG]

    Una risita ligera brotó de mis labios cuando Jez, tras tomarme del brazo, me atrajo en su dirección. Me dejé llevar con mucha diligencia y, para cuando terminé de acomodarme a un costado suyo, del lado contrario al hombro donde Copito reposaba; la sonrisa en mi rostro había recuperado buena parte de su resplandor. Me pegué a su hombro y alcé una manito para darle caricias en el antebrazo, mientras oía lo que tenía que decir sobre el misterioso objeto que Fuji iba a dejar en su casillero. Ya me pareció muy lindo que el chico tuviera el detalle de dejarle algo luego de su reunión en el observatorio, pero no podía evitar que me asaltara una honesta curiosidad.

    Me dio mucha ternura que a Jez no lograra definir qué sería aquello que estaba por recibir, pero no hice ningún comentario sobre lo linda que se veía haciendo el esfuerzo, por lo que me limité tan sólo a seguir mimándole el brazo con mi caricia. Cay, que en apariencia estuvo todo ese tiempo distraído con Copito, intervino para resaltar las cosas que Jez había hecho por Fuji en el observatorio. Charlita y ofrecerle comida. ¡Que no eran poca cosa…! Ya lo sabía por los mensajitos de Jez de la noche anterior, pero igualmente le dediqué una gran sonrisa tras escuchar el aporte de mi leoncito.

    —Estoy de acuerdo con Lionheart —secundé, revelando el apodo que le había conferido a este adorable pelirrojo—. No me cabe duda de que Fuji valora mucho el rato que pasó contigo, y lo de recién es prueba de eso —entonces me incliné a su oído y añadí en voz baja:— Gracias por cuidarlo, linda, ¡también lo aprecio…!

    Tras esto, Jez atrapó la muñeca de Cay y echamos a andar en dirección a la academia. La charla prosiguió mientras tanto. Cuando mi amiguita mencionó el apellido de Mini Ishi, giré el rostro en automático para prestarles la debida atención. Ella indagó sobre ciertas atenciones de Cay hacia el muchachito del cabello de cielo, aunque el pobre pareció atragantarse en el medio. Copito aleteó, sobresaltado por su repentina tos, mientras que yo le dediqué una sonrisa curiosa. Al final preferí darle un espacio para recobrara el aliento, por lo que me centré en responder lo de Jez.

    Asentí con cierta efusividad cuando dijo que Fuji era muy atento.

    —A mí me ayudó mucho desde que decidí abrir el club de judo —dije—. Repartió folletos promocionales conmigo, me enseñó a hacer las galletitas y hasta me regaló un delantal, con estampado de trajes de diferentes artes marciales —me llevé una mano a la mejilla, sintiendo que se me derretía el corazón al ser consciente de tantas atenciones juntas; el delantal lo usaba todas las noches, para hacer mis cenas—. Seguro que también te dejó algo la mar de bonito, y confieso que me dan ganas de curiosear qué es —confesé entre risas.

    Antes del alcanzar la puerta de entrada del edificio, Copito abrió sus alas y echó a volar hacia los pisos superiores. Por lo general, era yo quien le susurraba algo para que echara a volar, pero había ocasiones en las que el chiquitìn tomaba la decisión por su cuenta, porque era un pajarito inteligente. Lo observé marcharse con una sonrisa en los labios, visiblemente tranquila. Confiando en él.

    —¿Así que Mini Ishi también estuvo con ustedes? —decía yo, mientras entrábamos a los casilleros— Es un muchachito muy suave y amable, tuvimos un almuerzo grupal hace poco. Con Fuji y dos kohais de segundo: Emily y Anna. Ay, qué par de chicas más monísimas.
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    Alisha 2.png

    El chico me clavó la mirada encima con una intensidad que intimidaría a cualquiera y yo, por supuesto, se la mantuve en todo momento, sin ninguna clase de problema al respecto. ¿Por qué me iría a intimidar? ¡Cualquiera querría mirarme así, first of all! Y con los ojos tan bonitos que tenía el muchachito... no way in hell! Le sonreí con calma, esperando con toda la paciencia que en general no tenía, y cuando finalmente se decidió a contestarme, su respuesta me hizo ensanchar la sonrisa de manera considerable.

    Well... —empecé a decir, preparada para soltarle parte de la lista que me había empezado a montar en mi cabeza, pero me interrumpí en el último segundo, pues noté la presencia de Joey apenas un momento antes de que me tocara el hombro.

    Había comenzado a mentalizarme ante la posibilidad de que Joey quisiera unirse a nuestra pequeña reunión, con todo lo que eso podía conllevar, pero, en su lugar, el chico simplemente nos invitó a prestar nuestra atención en algún punto de los casilleros. Me incliné ligeramente hacia un lado, hasta que pude distinguir la cabellera rojiza de Sasha, y una risa nasal se me escapó al recuperar la posición anteriores, encogiéndome de hombros como toda respuesta por la obvia confusión del otro muchacho. Me estaba haciendo la tonta, pero en mi defensa, el contexto de aquello era demasiado complejo como para ponerme a explicar nada.

    Joey echó el brazo encima de Sasha, también le quitó lo que parecían ser un recipiente con dulces, pero toda su atención se la estaba dedicando en realidad a la niña de segundo; Sashie, por su lado, parecía haber entrado en cortocircuito, which was kinda funny to see. El muchachito que me acompañaba, por su lado, se había acomodado con ganas para ver el espectáculo, y me sonreí ante la imagen, antes de echarme hacia delante para poder hablarle cerca del oído.

    >>Do you like that? Watching? —susurré, repasando después sus facciones con la mirada—. ¿O prefieres la acción~?

    Emily 3.png

    —¡No digas eso, senpai! —exclamé nada más escuchar que se decía amargada, absolutamente contrariada por la idea de que pudiera pensar eso de sí misma.

    Fruncí el ceño y me dispuse a argumentar en contra de aquello, con quizás bastante más intensidad de la que podía ser necesaria por mi parte. Por suerte o por desgracia, mi discurso se vio interrumpido por la presencia de una nueva persona llegando a nuestro lado y, siendo completamente inconsciente de cualquier cosa, no pude evitar que mi rostro se iluminara un poco al distinguir de quién se trataba. Al rato me dio algo de vergüenza ser tan obvia, claro, pero para entonces ya estaba bastante distraída asintiendo con la cabeza por su pregunta inicial.

    Debía admitir que me sorprendió un poco el movimiento que hizo para coger el recipiente que le había dado a Sasha, especialmente porque ella no pareció reaccionar de ninguna manera específica. De hecho, la chica se había quedado completamente quieta, y no sabía discernir si eso era algo bueno o más bien malo; si eran amigos, hubiera reaccionado de algún modo, ¿cierto? Pero si se llevaran mal, también habría esperado que le dijera algo...

    >>¡Sí! B-bueno, con mi hermana, en realidad... —contesté, volviendo a centrar mi mirada en el chico, y al segundo empecé a rebuscar en el pañuelo que llevaba mi almuerzo, hasta dar con otro recipiente más pequeño que acompañaba el bento—. ¿Te gustaría probar una, senpai? Traje algunas para el receso, ¡pero no me importa compartirlas!

    THIS IS SO MESSY I CANNOT *vibea with it*
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Yuta.png

    Bueno, la parte de que nos habían invitado a un show era a ciencia cierta una falacia de mi parte; el muchachito había enfocado su atención en la rubia y luego fue evidente que no tenía vela en el entierro. El tío se fue a hablar con dos chicas que estaban más allá y... eso era todo. Si lo estiraba y consideraba según el contexto podía deducir que a quien pretendía molestar era a la pelirroja de nuestra clase y que la otra niña sólo era, digamos, el tercero inocente que uno usaba para sembrar la cizaña y que la otra pretendía no involucrar en el conflicto.

    Pero, en definitiva, se veía aburrido.

    Tampoco disfrutaba ni me interesaba ver teatros macabros a plena luz del día, no sobre gente que no conocía, así que pronto dejé de prestarles atención. Mantuve la espalda sobre los casilleros, vi pasar brevemente a mis compañeros de proyecto junto a Maxwell, y la voz de mi bonita acompañante vibró cerca de mi oído. Giré el rostro hacia ella, confirmando la escasa distancia que había estimado, y una sonrisa ligera bailó en mis labios al denotar el recorrido de sus ojos. Su pregunta me recordó a la tontería del cardio que Manson había soltado la otra vez.

    Curiosas las dudas de estas señoritas.

    Bueno, la respuesta era la misma.

    —Una de las cosas que quieres averiguar, estimo, pero... —Ladeé la cabeza apenas—. ¿Es así como quieres saberlo?


    Joey 2.png

    La ilusión que se coló en el semblante de Emily fue adorable, la pobre niña no tenía idea de nada y descubrirlo no me pesó lo suficiente. Apenas las vi juntas supuse que Sasha se cortaría un brazo antes de arrastrar a su querida kohai al desastre, en especial luego de haber recibido un obsequio de su parte, y tras escanear rápidamente los casilleros y el patio a mi espalda supe que contaba, al menos, con cinco minutos para divertirme un rato. Ali-chan estaba invitada, por supuesto~

    Tal y como había creído, Pierce no movió un músculo. Sentí la tensión en sus hombros y me revolqué en la estupidez, forzando mi atención sobre Emily para que la niña, a su vez, no me quitara los ojos de encima. Le sonreí entusiasmado al saber que había preparado el postre con su hermana y alcé las cejas, sorprendido.

    —¿Hmm? ¿Tienes una hermana? ¡No sabía nada! ¿Cuántos años tiene? ¿Cómo se llama? ¿Es tan bonita como tú~?

    El bombardeo era adrede y premeditado. Me creía capaz de distraerla lo suficiente y en tanto lo lograra, en tanto colaborara en las intenciones de Sasha, la pobre infeliz no movería un músculo, ¿verdad? Quitarle el envase de las manos fue como arrebatarle un dulce a un niño, se quedó ligeramente descolocada y tuve que disimular la diversión que sentía. Me picó en todo el cuerpo la tentación de abrirlo e intentar comer una, de ver hasta dónde era capaz de conservar la calma, pero Emily me ofreció de las suyas y le salvó el culo sin darse cuenta. Que no le importaba compartirlas, decía.

    Qué bonita~

    —No puedo decirle que no a Emi-chan, ¿verdad? Pero... —Alterné la mirada entre mis manos, una sobre los hombros de Sasha y la otra sosteniendo su envase—, ¿alguna de las dos cree que podría ayudarme~?

    Incluí a ambas por la pura gracia pero mantuve mis ojos fijos en Emily. Noté que Pierce me miraba de soslayo, eso sí, y batallé contra la sonrisa que quiso curvarme los labios. Pobre criatura, ni siquiera intentó recuperar sus preciadas bolitas de chocolate.
     
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    Zireael

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    Gigi Blanche y Amane yo viendo el mess de los casilleros like *smiles in pain* pero pa que no se lean mi tocho a profundidad si prefieren, solo que sepan que Jez, Cay y Vero saludaron a la pasada a Emi, Sasha y Joey
    Jez3.png

    No quería que Vero se preocupara más de la cuenta, por eso entonces le robé la camiseta de "distractor profesional" a Cay y me arrastré a la chica en mi dirección, antes de que nos pusiéramos a pensar en el misterioso objeto, detalle, regalo, como quisiéramos llamarlo que habría dejado Kakeru, algo que tampoco costó demasiado. Si algo había aprendido de ella en estos días era que no se ahogaba en vasos de agua, poseía más resistencia que bastantes de nosotros, pero eso no significaba que se preocupara menos.

    Vero llamó a Cay por un apodo que me hizo mirarlo, él se encogió de hombros, pero no dio explicaciones y aunque no tuviéramos idea, para variar, lo cierto es que este niño poseía tantos nombres que tal vez uno se cuestionara qué tan seguro estaba de quién era. En todos se revolvía una noción diferente y en el de Vero, aunque era una palabra compuesta un poco extraña, confluía la idea de valentía. Una idea que, tal vez, lo uniera a ella incluso si a él no le parecía que fuese así.

    De todas maneras, me distraje cuando me agradeció en voz baja por haber cuidado a Kakeru y giré el rostro para dedicarle una sonrisa, una que pretendió decirle que no había sido nada y de hecho no lo era, lo habría hecho independientemente de las condiciones y si alguna vez debía repetirlo también lo haría. Era esa clase de disposición la que nos atravesaba a los tres aquí presentes en mayor o menor medida.

    Nos arrastré entonces hacia el edificio, la charla continuó y dejamos a Cay quieto. Al final, como vi que seguía sin resistirse en lo absoluto, subí el tacto por su brazo y me enredé a él de forma parecida a Vero, tampoco reaccionó, así que lo tomé como un "pues haz lo que te plazca" en su idioma. Lo vi beber de su café, sacudió un poco la lata para confirmar que no quedaba nada y supuse que se limitó a oírnos.

    —Es muy dulce. Mira que ayudarte con algo que claramente es importante para ti e incluso el detalle del delantal tiene que ver con lo que te gusta —dije junto a una sonrisa aunque no era la primera vez que opinaba eso—. Bueno, Vero, ¡entonces serás mi testigo cuando abra el casillero! Tú también, Cay.

    Habíamos seguido avanzando, Copito alzó vuelo antes de que entráramos y escuché que Cayden y yo le decíamos "Hasta luego" al gorrión al mismo tiempo, lo que me hizo reír ligeramente. Ya cuando íbamos entrando Vero volvió a mencionar a Ishikawa, me pareció que Cay la miraba por el rabillo del ojo y por la falta de reacción inmediata, por alguna razón, entendí que tal vez ambos nos preguntamos cómo era es de poner a Kakeru y Anna a almorzar juntos. Digamos que yo tenía las cosas un poco más claras que él ahora, pero igual dudaba que fuese tan tonto como yo. A lo mejor unía mejor los puntos, ni idea.

    —¿Te acuerdas que cuando te conocí con Copito dije que mi mejor amigo toca guitarra y canta? Es Ko-chan —explicó Cayden, usó un sufijo bastante más afectuoso, no pareció consciente de ello en realidad—. Ha sido siempre amable y fácil de tratar, así que suele llevarse bien con las personas en general.

    —Anna te llamó Cay Cay, como él —recordé de la nada, al chico se le escapó una risa liviana.

    —Se lo escuchó y se quedó, me gusta que lo usen igual. Feels like home. —Tampoco pareció darse cuenta de que había hablado en inglés, pero pronto retomó lo demás mientras seguíamos nuestro camino—. Anna y Em son buenas chicas también.

    Ante sus palabras sobre las muchachas asentí con la cabeza, enérgica y dejamos el tema allí en lo que nos acercábamos a los casilleros de tercero. De repente noté bastantes personas, pero entre ellas estaban Emily, Joey y una muchacha pelirroja muy bonita, de la que no pude recordar si sabía su nombre o no. Él le tenía el brazo encima, ella estaba extrañamente quieta. Seguimos andando, pasamos junto a ellos y llamé al nombre de Joey y Emily para poder saludarlos, aunque el saludo iba para los tres. En ese sentido supuse que, así como Kakeru, realmente no quería interrumpir.

    Quizás debí.

    Cayden, a mi lado y sujeto como lo tenía del brazo, se tensó de repente y creí escuchar que la lata que traía en la otra mano sonaba ligeramente, la había arrugado un poco, se detuvo casi apenas se dio cuenta y aunque no lo miré imaginé que también los saludó con una sonrisa, supuse que Vero igual. No fue un saludo en el que me detuviera y como había seguido andando con ambos percibí resistencia en el cuerpo de Dunn, apenas una pizca, fue como si quisiera quedarse atrás, pero acabó siendo arrastrado por mí igual aunque algunos pasos más allá se zafó de mi agarre. Fue algo más repentino de lo que estimé, no fue brusco, pero no estuvo muy lejos de serlo.

    Igual llegando a mi casillero solté a Vero con cuidado, vi que con la tontería de que fuesen mis testigos ni les di tiempo de ir a sus casilleros para cambiarse los zapatos, pero ya los esperaría después. Abrí la taquilla y vi de inmediato el libro, era pequeñito, pero noté que eran cuentos nórdicos. Lo saqué con bastante ilusión, pasé las páginas y noté que estaba el que le había mencionado junto a un par más, adaptados a cómic. El gesto me pareció incluso más dulce que solo la idea de haberme dejado algo, porque fui consciente de que era algo que lo había hecho pensar en mí al creer que me gustaría y estaba en lo correcto.

    —Ah, El gato en el Dovrefjell —escuché que murmuró Cay, husmeando sobre mi hombro—. El estilo de dibujo es muy bonito. ¿Le hablaste de cuentos nórdicos?

    —Cuando subiste con Ishikawa-kun a la segunda planta —respondí en voz baja, cerrando el libro para llevármelo al pecho. Al separarlo de mí lo estiré hacia Vero para mostrárselo—. ¡A ti también te puedo hablar de cuentos nórdicos! Y ahora gracias a Kakeru tenemos algunos en cómic, ¿qué te parece?

    El pelirrojo me había regresado mi espacio, se mantuvo con nosotras, pero lo noté golpetear la lata vacía contra su pierna, inquieto de repente. No era extraño verlo así, en clases caía de forma constante en movimientos como ese, de fidgeting, aunque estando de pie era un poco más raro. Lo miré un instante, sin desatender a Vero, y creí ver que mapeaba el espacio como si buscara a alguien.


    me quedó más largo de lo que creí, perdón *c va rodando*
     
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  13.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    Alisha 2.png

    Me pareció notar que el muchachito perdía el interés por la escena bastante rápido, pero lo cierto era que no podía culparlo por ello en absoluto. A ojos de los demás, Joey simplemente estaba disfrutando de una conversación normal con su compañera de clase y una kohai, ¿no? Era probable que solo él, Sashie y yo supiéramos la verdadera razón detrás de sus intenciones y eso, a decir verdad, tenía su propio encanto.

    Aun así, Joey iba a tener que disculparme, pues por entretenido que pudiera ser verlo jodiendo a Sasha... well, ¡una tenía sus prioridades! Y el chico bonito que tenía a centímetros de mi rostro estaba consiguiendo ganarse toda mi atención. Entorné apenas los párpados cuando supuso que mi pregunta era una de aquellas cosas que quería averiguar de él, sin querer confirmar ni desmentir nada, pero no fue hasta que me devolvió la pregunta que reaccioné visiblemente, sonriendo con tanta diversión que ni siquiera supe como reprimí la carcajada.

    Oh, you are a danger... —murmuré, negando un par de veces con la cabeza, y paseé la vista por sus labios una última vez, antes de volver a separarme de él—. Claramente no, así que no contestes. ¿Me acompañas a clase, tho? Todavía puedo intentar averiguar... cuál es tu color favorito, por ejemplo~

    Le eché otro vistazo de reojo a la escena de al lado, suspirando apenas. Una verdadera pena no poder participar, really, pero al menos tenía la seguridad de que Joey me lo contaría todo en detalle después.

    Emily 3.png

    La sucesión de preguntas por parte del chico me hizo su gracia, a decir verdad, y clara muestra de ello fue la ligera sonrisa divertida que acabó apoderándose de mis labios. Las pocas veces que había hablado con él no habían sido muy diferente a esto, pues siempre se había comportado como un chico con bastante energía, por lo que no tuve manera de pensar que aquello fuera diferente de algún modo.

    —¡Sí! Tiene doce años, se llama Alice y... no, para nada. Ella es mucho más bonita, sin duda —admití, sin perder la sonrisa en ningún momento; a pesar de haber dudado un poco al tener que pausar antes de responder a la última pregunta de todas.

    Cuando le ofrecí probar el dulce de mi propia ración, lo cierto era que por un segundo había dudado que fuera a aceptarlo de mi parte. No era para nada consciente de lo que había detrás de todo aquello, pero si tenía que ser completamente sincera, una pequeña parte de mí pensó que sería algo injusto si acababa comiendo parte del regalo de la chica, sobre todo porque no habría sido un ofrecimiento directo de ella. No era algo que hubiera demostrado de manera externa y, de todos modos, el chico aceptó mi propuesta, así que daba igual.

    No iba a ser tan fácil, sin embargo, pues Wickham-senpai señaló entonces que iba a necesitar ayuda y yo no pude evitar intercalar la mirada entre sus dos manos unas cuantas veces, procesando el significado de su petición. La pregunta había sido formulada hacia ambas, pero fue muy evidente que Pierce-senpai no tenía intención alguna de ayudarlo, así que tuve que tragar algo de saliva antes de volver a pasar la vista desde ella hacia él.

    >>Está bien... —murmuré, mientras abría mi propio envase para escoger una bolita de chocolate.

    Carraspeé ligeramente, sintiendo la vergüenza apoderarse cada vez más de mi cuerpo, y di un par de pasos en dirección al chico, hasta que la distancia fuera la suficiente para permitirme extender el brazo y acercar el postre a sus labios. Me pareció que había conseguido cuadrarlo bien, pero, ¿la verdad? Fui incapaz de mantenerle la mirada más de un milisegundo. Acabé con la vista clavada en el suelo y el rostro completamente rojo, para variar.

    la manera en la que emi va a soñar con esto durante los próximos cinco días, COMO MÍNIMO
     
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    Gigi Blanche

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    Joey 2.png

    Su hermana resultó ser una niñita, aunque la información (o el hilo) realmente importante era el último. Trastabilló antes de contestar, le dio todo el crédito a la supuesta Alice y mi sonrisa se ensanchó, sedosa. Aproveché el apoyo en Sasha para inclinarme hacia Emily, afianzando el peso de mi brazo en sus hombros adrede. La sentí removerse apenas, aún sin prestarle ni un gramo de atención.

    —Hmm... —Entrecerré los ojos, escrutándola con cierta teatralidad—. ¿Mucho más bonita? ¿Eso es siquiera posible? —Regresé a mi espacio, suspirando—. No te creo, Emi-chan. Tendrás que mostrarme pruebas para convencerme.

    La resistencia se replicó, lo sentí, y con disimulo volví a presionar hacia abajo. ¿Qué pretendía con todo esto? Nada. Rara vez pretendía algo con las mierdas que hacía. Luego le solté el pedido de mierda a Emily, uno que respondía a mi necedad pero que, siendo francos, me estaba funcionando de maravilla para matar dos pájaros de un tiro. La niña accedió, siempre tan complaciente, y fingí demencia incluso con la mirada de Sasha clavada sobre mí. Luego giró el rostro hacia Hodges, pero aún así no dijo una palabra.

    Oh God, el espectáculo que estaba a punto de comerse en primera fila era tan, tan hilarante que a duras penas contuve la diversión. Me quedé esperando como todo buen chico a que Emily juntara coraje, consumiera la distancia y pillara una bolita de chocolate. La pobre niña no logró sostenerme la mirada y aproveché el bug para buscar, en su lugar, los ojos de Sasha. Pierce me fulminó en silencio, su carita era un poema y una risa murió en mi garganta al separar los labios, regresar al rostro sonrojado de Emily y aceptar el postre dentro de mi boca. No retrocedí sin antes rozar los dedos de la niña con mis labios y, finalmente, me dispuse a saborear el dulce.

    —Debería... —empezó a decir Sasha, creí percibir una cuota de apremio en su voz, pero la interrumpí tan rápido que quizá... ¿fueron ideas mías~?

    —¡Está muy rico! —exclamé en un chute repentino de energía, afianzando la mano en el hombro de Pierce para atraerla hacia mí, y le mostré el envase que aún conservaba en mi poder—. ¿No las probaste, Sashie? ¿No quieres una?

    —Ahora no —respondió, fabricando una sonrisa vete a saber con qué ganas.

    —¿Eh? Pobre Emi-chan... —Fruncí los labios en un puchero y la zamarreé sin fuerza real—. Vamos, Sashie, sólo una.

    Sabía que Emily no iba a apoyar la idea estúpida, aún sin ser consciente de lo que ocurría simplemente respetaría el deseo de Pierce. Le insistí un poco más con aparente jocosidad, casi como un crío caprichoso, y Sasha se siguió negando. En cierto punto una voz llamó a mi nombre y el de Emily, motivo por el cual medio volteé el rostro. Le sonreí a Jezebel y estuve por responderle cuando Sasha estiró el brazo, o al menos quiso hacerlo, y por los pelos volví a dejar el envase lejos de su alcance. La disrupción congeló el tiempo por un segundo en que sólo nos miramos, y juraba que de haber podido me habría perforado el cráneo. Yo me reí.

    Para desdibujar lo ocurrido corté el show y volví a mirar a Hodges, muy sonriente. Sasha no iba a irse sin sus preciadas bolitas de chocolate pero tampoco quería pedírmelas, ¿verdad? Sabía que abrir la boca le costaría caro. Siempre había sido inteligente, al fin y al cabo.

    —¿Sabes? Tengo una amiga que le encaaantan los dulces. ¿Crees que podría hacerle llegar un par? Estoy seguro que se pondrá muy contenta y, además, puedo hablarle bien de la cocinera~


    cant blame her *c abanica*
     
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    Bruno TDF

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    [​IMG]

    Jez proclamó que seríamos sus flamantes testigos, lo que hizo que la sonrisa se extendiera aún más sobre mi rostro, entrecerrando mis ojos, en una mezcla de entusiasmo y complacencia; gustosa de que me permitiese satisfacer este lado curioso que tenía mi espíritu (o chismoso, dependiendo del caso, ejem). Con este mini-plan compartido, nos despedimos de Copito en la entrada de la academia, donde el corazón casi me estalló de ternura cuando escuché a Jez y Cay saludándolo al mismo tiempo ¡Uf…! Me tuve que llevar la mano al pecho mientras dejaba escapar una risita baja, pensando en lo preciosos que eran juntos.

    La charla continuó mientras tanto. Así, supe que el amigo del que Cay me habló la otra vez, el que tocaba la guitarra, era el mismísimo Mini Ishi. Me había quedado en la memoria el cariño con el que el chico se refirió a él, aquella mañana que nos conocimos, y eso volvió a notarse con creces cuando lo llamó “Ko-chan”, frente a lo cual lo miré con una sonrisa enternecida. Y seguí enterándome de cositas, cual pequeña antena que captaba información: como que Annita lo llamaba “Cay Cay” porque lo escuchó de parte de Mini Ishi, y con esto también recibí la pista de que mis queridos acompañantes también, al parecer, se hablaban con tan preciosas kohai. Jez y yo terminamos asintiendo con la misma energía para reforzar lo dicho por Cay, que eran buenas chicas.

    ¡Y hablando de buenas chicas…!

    No esperé ni por asomo que, al llegar a los casilleros de tercero, mis ojitos dieran con la presencia tan cute de Emi-chan. Había bastante gente entre las taquillas, pero fue la primera persona a la que noté, seguramente por estar hablando de ella. Tuve que reprimir la risa, porque se sintió como si la hubiera invocado. Y de igual forma noté que también se encontraba Joey en escena, echado sin ningún tipo de reparo sobre los hombros de una chica a la que no conocía, pero que me pareció muy atractiva. También los saludé con una sonrisa cuando pasamos junto a ellos, hasta tuve la tentación de palmearle la espalda a Sir Joey, pero simplemente me dejé llevar por Jez hasta su casillero.

    Noté, eso sí, el sonido de la lata… Y la muy ligera interferencia en nuestro andar.

    Ya frente al casillero de Jez, me coloqué detrás de ella, apoyé las manos con delicadeza sobre sus hombros y me puse en puntitas de pie cuando la puertecilla fue abierta. Y lo que vi fue un pequeño libro. Cay logró asomarse por encima nosotras gracias a la diferencia de estaturas y reconoció el título, El gato en el Dovrefjell. ¡Y además…! Se trataban de cómics, lo que me dio una chispa de interés. Me aparté para que Jez pudiese disponer de su presente con comodidad, viendo como lo atesoraba contra su pecho. Verla así me llenó el pecho de una intensa calidez que me suavizó la sonrisa, la cual mantuve cuando recibí el librito en mis manos.

    Y en mis ojos hubo, nuevamente, una chispa de ilusión. No me consideraba una gran lectora, leía muy ocasionalmente libros sobre artes marciales o cositas de samuráis; pero amé la idea de que Jez me hablara de cuentos nórdico, incluso podía contarme de sus demás libros. Siempre había querido conocer más de esa faceta suya, la literaria, por lo que su propuesta me vino como anillo al dedo.

    —¡Me encantaría…! —afirmé, emocionada, mientras ojeaba el libro de Fuji— ¿Y te animarías a leerme un día de estos? Algo cortito, claro. Te escucharía con los ojos cerrados, con tu voz ayudándome a imaginar la historia de tu libro. Siempre quise hacer algo así contigo, sería muy bonito —le sonreí.

    Le devolví el libro y, en eso, noté a Cay dándose golpecitos a la pierna, con su lata. Al percibirlo así, me sobrevino el recuerdo de nuestro saludo en el patio norte y lo que me dijo Jez posteriormente, que solía ser un poco nervioso. Su tendencia a preocuparse.

    Dejé ir una suave bocanada de aire por la nariz e intercambié una mirada con Jez. Me acerqué un pasito a mi leoncito, alcé una mano y, sin pedir permiso ni avisar… posé un índice sobre su mejilla. Al recibir su atención, simplemente mantuve mis ojos sobre los suyos y le sonreí con dulzura, fraternal.

    Algo le estaba preocupando, sin dudas, pero lo mejor que podía hacer por él, de momento, era esto: sacarlo por un instante de ese espacio, con el toque de mi índice.

    ¡Aguanten los tochos, vieja, no me importa nada! (?)
     
    Última edición: 27 Mayo 2024
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    Zireael

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    Jez3.png

    Con toda la tontería Vero se estaba dando cuenta de varias cosas con cierto retraso, igual que yo, la amistad de Cayden con Ishikawa y el hecho de que ambos conocíamos a las chicas. Ninguno había llegado a mencionarlo antes, yo todavía tenía que contarle a Vero todo el desastre y Cay, pues lo de siempre, era Cay y hablaba un poco por secciones incompletas; algunas cosas no las decía si no se las preguntabas, otras, algo más transparentes, se le caían de las manos con facilidad como a los niños. El rompecabezas se iba armando lentamente.

    Nuestro saludo fue eso, un intercambio breve, no pude determinar mucho nada más aunque en cierta manera teníamos una alarma de incendios al lado. Ya en el casillero sentí las manos de Vero en los hombros y la noté ponerse de puntillas para husmear, que diga, ser mi testigo en el maravilloso descubrimiento de esa mañana y cuando Cayden se sumó la estatura le permitió colarse entre nosotras. ¿Cómo era? Ah, lo de la postal navideña, parecíamos postal navideña otra vez.

    De cualquier forma, después le alcancé el libro y ella lo recibió junto a una chispa de ilusión en su mirada, incluso si realmente no le había hablado nada de libros, sabía que accedería también a la idea de los cuentos porque era Vero y ya. Cuando dijo que le encantaría una sonrisa amplia me recorrió el rostro casi al mismo tiempo en que asentí con la cabeza, la cascada blanca rebotando con el movimiento.

    —Claro, cielo —accedí sin siquiera pensarlo, recibiendo el libro de vuelta—. Tengo que ver cómo nos queda lo del proyecto al final, pero si me queda un tiempito te paso a buscar, ¿está bien? Y te cuento uno, pequeñito para que no te dé sueño.

    Ella notó la inquietud del chico, intercambió una mirada conmigo y le dediqué una sonrisa algo resignada. Vero se acercó a él, no pidió permiso para tocarle la mejilla y Cay bajó la vista lentamente; supuse que diferenció la naturaleza del toque de la del saludo del otro día, porque no hubo una pizca de vergüenza en su cuerpo. Por alguna razón, la forma en que la miró me recordó a un perro con bozal, hubo una cuota de confusión y otra de acatamiento.

    Acomodé el libro dentro del maletín sin prisa, los dejé y unos segundos después también me acerqué, quitándole la lata vacía de la mano. Frunció el ceño, pero no dijo nada y luego miré a Vero, dedicándole una sonrisa.

    —¿Necesitas un cuento tú también? —le ofrecí al chico, que me miró con algo de extrañeza por tratarlo como si fuese un niño pequeño y negó con la cabeza, luego hablé ya para los dos—. Ni siquiera los dejé cambiarse los zapatos, pero es que teníamos una misión muy importante. Si quieren los espero.


    no sé si dé tiempo a postear más *inhales* a pero si no, imagina que es un cierre (???
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    Emily 3.png

    Una parte de mí había esperado que la reacción del chico fuese exactamente la que había recibido por su parte, mientras que otra... bueno, digamos que parecía misión imposible para mí pasar más de cinco minutos sin que el chico lograra ponerme nerviosa. Me repasó con la mirad a consciencia, lo que hizo que la vergüenza que sentía fuera todavía más palpable, y no fue hasta que volvió a su espacio que me permití soltar algo de aire de golpe, a medio camino de un suspiro y una especie de risa. Asentí con la cabeza, también, en respuesta a su petición; no consideré que pudiera decir nada más al respecto.

    De todas formas, no mucho después acabé dándole de comer a Wickham-senpai una de aquellas bolitas de chocolate y sería absurdo negar lo mucho que ese momento se apoderó de mi cerebro por completo. No pude levantar la mirada en ningún momento y, para colmo de todos los colmos, fui estúpidamente consciente del roce de sus labios contra mis dedos al terminar, lo que aumentó mi vergüenza de manera exponencial.

    Me pareció que él y Pierce-senpai hablaban algo justo después, pero mentiría que dijese que procesé algo de lo que habían dicho en ese momento; solo logré calmarme un poquito más para cuando el chico volvió a hablarme al final, aunque dar de nuevo con sus ojos no fue la mejor de las ideas en ese instante. Distinguí que mencionaba a una amiga que le gustaban los dulces y que quería llevarle un par, lo que significó que mi reacción más normal fue cerrar mi propio recipiente con los dulces y extendérselo por completo... obviamente.

    —¡Tengo más en casa, así que puedes quedarte estas! —exclamé, apresurada a más no poder, y ni siquiera me paré a comprobar que se había quedado con el postre antes de empezar a alejarme—. ¡M-me tengo que ir ya! ¡Que tengáis un buen día, senpais! ¡N-nos vemos!

    Hice un par de reverencias bastante desastrosas en dirección a cada uno y prácticamente salí corriendo de ahí, llevándome las manos a las mejillas mientras caminaba por el pasillo. ¿Eso acababa de pasar? ¡Qué vergüenza!

    she's so ashamed now JAJAJAJ well, gracias por permitirme darle el regalito a Sashie para posteriormente hacerme sufrir con todo este mess, experiencia 10/10 (?)

    also, perdonen porque la niña no haya reaccionando a ningún saludo, she's too busy being horny to notice (?)
     
    Última edición: 29 Mayo 2024
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Joey 2.png

    Poor, poor little thing. Si tan nerviosa se ponía al hablar con sus senpai, ¿para qué venía a nuestra línea de casilleros? Con lo tentador que era aparecer frente a ella y presionarle los botones correctos. Un par de cumplidos, algo de cercanía, y trabajo hecho. Ah, lo bonita que se veía sonrojada, de verdad. Daban ganas de comérsela.

    Otra vez, quería decir~

    Mis intenciones realmente habían sido puras, no quería más de algunas bolitas, pero la niña me entregó el envase completo y por fin quité el brazo de los hombros de Sasha para aceptarlo. Lo hice parpadeando, sorprendido, y estuve por preguntarle si estaba segura cuando se apresuró por irse y le dejé algo de espacio para las reverencias de turno. Poco tardé en dejar correr el asunto, claro, y le dediqué una sonrisa suave aún si se negaba a mirarme.

    Thank you, darling. See you~

    Seguí su recorrido muy risueño, hasta que desapareció de nuestra vista y mi semblante se relajó conforme deslizaba los ojos de regreso a Sasha. La criatura había dejado caer la máscara aún más rápido que yo y le extendí sus bolitas de chocolate con suavidad; ella las cazó de un manotazo y las acercó a su pecho, sin quitarme la vista de encima. ¿Qué creía? ¿Que las habría dejado caer? ¿Que abriría la tapa y las desparramaría por el suelo? Eran posibilidades que había sopesado, claro, pero... no me apeteció~

    Where's your bodyguard? —murmuré, inclinándome sobre su oído, y ella retrocedió en automático. Me sonreí—. Curioso, ¿cierto? No recuerdo una sola vez que alguien haya aparecido a ayudarte. In the end, sweetie, you're on your own. No one cares.

    Di un paso hacia atrás, sin desatender su expresión, y tras concederle una sonrisa amplia finalmente me fui. Tenía la impresión de que hoy se había comportado diferente a lo usual, más sumisa, quizá, pero no me importaba lo suficiente para darle vueltas. Jamás lo haría.


    Sasha 5.png

    Saberme finalmente sola fue como salir a la superficie luego de contener la respiración por una cantidad absurda de tiempo. Tomé una bocanada de aire inmensa, todo el cuerpo se me descomprimió y no supe, no tuve idea de qué forma aguanté. Estaba habituada a la secuencia, a resistir, desplomarme y volver a levantarme. Estaba habituada, sólo seguía siendo una sensación de mierda. El miedo de involucrar a Emily quizá fuera irracional y desmedido, pero había bastado para agarrotarme los músculos, para anularme el cerebro, y eso era todo lo que sabía. Al menos creía haberlo logrado. La pobre criatura se había distraído demasiado con las estupideces de Wickham, de todos modos.

    El hijo de puta sabía moverse y llevar a la gente en la dirección que pretendía, lástima que sólo usara sus talentos para joder a los demás. Con la niña fuera de la escena pude dejar de fingir y lo miré, sólo lo miré. Podría haberlo empujado, gritarle, vomitarle encima toda la impotencia, toda la rabia y la tristeza que tenía atorada en el cuerpo, pero no. No supe cómo. Sólo le arrebaté el envase apenas me lo extendió, me aferré a él y quise recordar la ilusión que había sentido cuando Emily me lo dio. Creí verla, difusa, lejana, y las lágrimas me ardieron tras los ojos. Lo había dejado tocarme y me asqueaba, pero ¿no era lo que hacía siempre?

    Pathetic.

    Dejaba a Frank.

    Desperate.

    Dejaba a los clientes.

    Loner.

    Los dejaba tocarme.

    Attention seeker.

    Me tocaban y luego quedaban las marcas rojizas de la esponja.

    Copycat.

    De mis uñas.

    You're on your own. No one cares.

    Me quedé extremadamente quieta hasta que Joey también se fue; y entonces, la bocanada de aire. El espacio volvió a dibujarse a mi alrededor, el flujo de estudiantes, los pasos y las conversaciones cruzadas. Parpadeé, bajé la vista y me di cuenta, a destiempo, que aún llevaba los zapatos de afuera. Giré el cuerpo, abrí mi casillero y sorbí por la nariz. Quise meterme ahí dentro, en ese espacio tan pequeñito, cerrar la puerta y fingir que el mundo dejaba de existir, así fuera por un rato.

    Me tomé aquel instante de tregua para recomponerme. Deslicé el dorso del índice bajo mis ojos y barrí cualquier posible evidencia que me delatara, teniendo cuidado de no tocar la máscara de pestañas. Con los zapatos cambiados, volví a recoger el envase, cerré mi locker y, forzándome a no agachar la vista, me dirigí hacia las escaleras. Quizá nadie se estuviera fijando, quizás estuviera vendiéndome el acting sólo a mí misma, pero eso era, de hecho, lo que me importaba.

    Lo que me mantenía en pie.


    Gracias bebi por caerme con Emi <33 y perdón por arruinar los cinco segundos de felicidad de Sasha JAJAJAJA why am i like this
     
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  19.  
    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Había llegado tarde, la alarma no había sonado y sino fuese por mi madre posiblemente hubiera continuado durmiendo, vete a saber, el quedarme hasta tarde la noche anterior pasaba factura, aunque comenzaba a plantearme el retomar el deporte en vez de sentir que perdía tiempo ocasionalmente.

    Cómo fuese, crucé la puerta, me dediqué a realizar el cambio de calzado en lo que Kasun pasaba por mi costado.

    —Dicen que hacer sentir incomoda a una señorita es bastante fácil, Alaska —siguió su andar—, deberían cuidarlas más, ¿no crees?~ —, lo ignoré como de costumbre sin darle forma a su comentario de ningun tipo, al menos hasta que me dispuse a caminar por el pasillo, notando a Pierce.

    Era el mismo tipo de la escena que presencié a medias en su salón de clase, la había atraído hacia él luego de parecer insistente; la morena frente a ellos dió varias reverencias, esfumándose después. Pestañeé tras el cristal oscuro, porque no era de meterme en los asuntos de los demás, por ahora. El desconocido se inclinó, ella retrocedió y luego él se marchó. Enterré las manos en los bolsillos notando que Sasha parecía una estatua en su posición hasta que aparentemente sus músculos volvieron a la movilidad usual. Seguí sus pasos de soslayo hasta que se perdió entre la poca gente que aún quedaba.

    Decían por ahí que el valiente vivía hasta que el cobarde quisiera.

    Gigi Blanche a la final no me quería quedar con las ganas -del ahora- relleno. +2joey's puntos (?)
     
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  20.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Tora2.png

    Habíamos estado bastante cerca de llegar tarde, así que cuando entramos al edificio no nos detuvimos mucho en nada y subimos luego de cambiarnos los zapatos, en el mismo espacio de tiempo Mason había entrado casi corriendo, queriendo evitar la tardía. Subió incluso más atolondrado que nosotros, pobre imbécil, y no reparó en ninguno en lo absoluto.

    Las horas de clase pasaron en silencio, despacio, y las nubes siguieron acumulándose afuera. Puede que no lloviera pronto, pero tampoco sonaba descabellado que el buen clima se acabara, porque incluso dentro de las paredes de concreto parecían gestarse diferentes tormentas de las tenías conocimiento o no. Esa certeza se replicaba en otros espacios, en la calle y en todo sitio hasta el agotamiento. Igual uno hasta entendía a Shimizu por querer noquearse con todo el licor de Tekné. Desde que la chica se lo llevó, Minami, no había regresado.

    Lo habían sacado de juego, con tarjeta roja.

    Cuando la campana sonó me levanté, le dije a Rowan que iría a buscar algo de tomar y él se quedó en su lugar, desenvolviendo el almuerzo que le habían enviado de casa. Salí al pasillo, lo navegué sin prisa y bajé en el ascensor porque me dio pereza, además de que tenía una misión, más o menos. Pasé a la expendedora, compré dos bebidas, una para Rowan y la mía, pero también unas galletas con relleno de fresa o algún fruto rojo, yo qué sabía.

    Recorrí la planta baja hasta los casilleros y porque no tenía remedio, hice todo un recorrido. Busqué el de Shimizu, lo abrí solo para darme cuenta que sus zapatos de cambio estaban allí así que debía seguir ausente, observé los demás solo por manía y finalmente busqué el de Katherin. Lo abrí, dejé las galletas encima de las cosas y apoyé los jugos allí para poder escarbar en la billetera hasta sacar un sticker que me había encontrado ayer haciendo el tonto por las tiendas de papelería del barrio, le quité la parte de atrás y lo pegué en el fondo de su locker. Era un conejo negro, el dibujo era bastante sencillo, pero la chica de la tienda me dijo que le daban ternura y se me ocurrió que valía, así que me di por servido.


    Con eso hecho, recogí los jugos, cerré la taquilla y antes de volver al salón saqué el teléfono para escribirle unos mensajes.

    Hey
    Te clavé el visto más grande de la historia, perdona
    Bajé a comprar unas cosas y te dejé unas galletas en el casillero
    Ro te manda saludos


    Lo de Rowan era una mentira grande como una casa, el tipo no me había dicho una mierda, pero con su personalidad colaba y podía usarlo para suavizar parte del orgullo de Katherin. No esperaba grandes cosas igual, pero entre tener a la pieza floja contenta o no tener nada en lo absoluto, me parecía más prudente lo primero. No que los socios estuvieran en condiciones de hacer nada, pero era lo que uno llamaría... reducción de riesgos y daños.


    Insane relleno que planeé en mi cabeza y nunca hice, porque tengo la percepción de la realidad alteradísima

    Le dejó las galletitas y pegó en el fondo de su casillero un sticker de conejito
     
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