Pasillo (2º piso)

Tema en 'Segunda planta' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Zireael

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    Pobre criatura, no le había seguido la tontería ni por lástima y tampoco le di mucha cabeza al asunto, como siempre. Me quedé esperando porque aunque había hecho esa pregunta bien podía solo decirme que no, pero me dijo que la esperara y seguí con la vista su recorrido de vuelta a su pupitre. Rebuscó para sacar el monedero, así volvió a mi lado, salimos y noté que le llevó la mano al mentón, pensando.

    Lo que dijo me hizo inclinarme apenas en su dirección como si quisiera corroborar si la había visto en otro momento. Lo hice antes de seguir caminando, dirigiéndonos a las escaleras, y me permití una sonrisa ligera. ¿Pasaba a menudo por la 3-1? Bueno, también era cierto que yo no le ponía mucha atención a la gente que entraba o no más allá de los que eran del salón, así que normal que no la ubicara en realidad.

    —Entré a principio de mes, así que esta viene a ser como mi tercera semana aquí —expliqué sin mucha complicación—. ¿Tú? Quiero decir, ¿has estado en esta escuela desde primero o llegaste este año?

    La repasé con la vista con el rabillo del ojo, la cosa fue casi necia porque no era la primera vez que lo hacía, pero tampoco le conferí demasiado pensamiento. Solo lo hice porque sí y me sirvió para decir algo más.

    —Me gusta tu color de pelo.
     
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    Bruno TDF

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    Me había puesto en puntitas de pie con la idea de redoblar la apuesta frente a su acercamiento, porque siempre me nacía ser así de juguetona cuando estaba con él. Manteníamos una dinámica de lo más encantadora, con el constante intercambio de bromas y ocurrencias; incluso nos permitíamos molestarnos un poquito, sabiendo que la armonía del ambiente no se rompería. Porque había confianza entre nosotros. Fue por esto que, tal vez, no tuve reparos en recortar algunos centímetros de la distancia que separaba nuestros rostros, quizá con la intención de sonsacarle alguna reacción con la que deleitar mis ojitos. O puede que mi movimiento hubiese respondido a… otro tipo de tentación, ¿tal vez? ¡Quién sabe…! Lo cierto es que no lo pensé lo suficiente como para darle forma, ya que también presté más atención a nuestro intercambio que a la posición de nuestros cuerpos. No me di cuenta de su leve retroceso, porque además me mantuve enfocada en el suave bronce.

    Cuando quiso saber por qué pensaba que no podía cuidarse solo, estuve a punto de retrucarle con que, en ese caso, tendría doble protección y eso le convenía. O sea, que iba a insistirle hasta el final del receso si hacía falta, sólo por seguir estirando la bromita en la que acabábamos de meternos. Claro está que no se lo llegué a decir, debido a la aparición de Ali-chan, el pedido del teléfono y la inesperada mención de una cita. ¡Y a ver…! Que yo dije que los envidiaba en bromita… Pero no fue tan broma en cierto punto, eh, con lo atractivas que eran estas personitas.

    Ali-chan se retiró a toda velocidad y se llevó, con ella, mi oportunidad de intercambiar nuestros números. No nos conocíamos mucho si nos parábamos a pensarlo, pero suponía que nos llevábamos lo suficientemente bien como para mantener contacto por chat y cositas así (o sólo estaba siendo confianzuda, vaya, lo normal). Escuché la exhalación de Fuji a mi lado y noté que se inclinaba para mirar mi bolsa. No supe si llegó a ver los dos bentos había en su interior, pero su invitación a almorzar juntitos fue muy oportuna.

    Sin importar qué tan obvias eran mis intenciones, lo cierto es que me puso muy contenta que la propuesta viniera de él. Mi sonrisa se iluminó mientras le correspondía con un asentimiento.

    —Bueno, si tanto insistes… —dije con una risita; me pegué a su hombro y afiancé el agarre de mi mano en su brazo, con suavidad; quería tenerlo así un ratito más— ¿Me llevas, entonces?

    Y lo cierto es que fui yo la que terminó llevándolo a él, hacia las escaleras que no estaban muy lejos de nosotros. No tardamos en alcanzar la segunda planta, donde seguí hablándole.

    —Sé que te pedí que me avisaras si tenías un ratito libre —decía—, por si andabas ocupado con los preparativos del proyecto y eso. Pero, al final, no pude contra mis propias ganas, ups —admití entre risas, reservándome el dato de que había preparado un almuerzo especialmente para él— Y hablando del proyecto, ¿qué tal viene tu grupo con eso? ¿Ya hay fecha y candidato para la flamante entrevista de Fuji? O quizás ya se hizo...
     
    Última edición: 1 Junio 2024
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    A mi propuesta le siguió una broma de su parte y la acepté dentro de mi espacio sin ninguna clase de problema. Asentí, de hecho, pero siquiera me dio tiempo a desempeñar mi rol que ella ya me estaba arrastrando a las escaleras. El detalle me arrancó una risa floja y en primera instancia cedí, divertido. No entendía cómo le hacía para tener siempre tanta energía, yo con una mañana de clases ya estaba pensando en mi cama.

    Comenzamos a descender por las escaleras y la miré de soslayo mientras hablaba, tranquilo. Otra vez, sonaba típico de ella que las ansias le hubieran ganado a su propia resolución. Suponía que debía sentirme halagado de que quisiera pasar tiempo conmigo, pero, antes que eso, me preguntaba por qué.

    —Ya está casi todo definido, sólo queda elegir un día para hacer la entrevista —empecé a contarle con calma—. Resulta que la mamá de uno de los chicos es escritora. Ah, es un compañero tuyo. Thornton Kenneth, ¿lo ubicas? Así que hablamos y todo parece marchar bien. Tendré que esforzarme un poco para pensar preguntas interesantes que hacerle a una escritora, pero al menos la idea luce divertida.

    Di un tranco más largo al terminar de hablar y apoyé ligeramente la mano contraria sobre la suya que envolvía mi brazo, procurando que el contacto no se rompiera ante el repentino cambio de velocidad. Había sido sólo eso, una tontería , pero de repente me metí en el papel de caballero y me erguí un poquito más, inflando el pecho.

    —Señorita, ¿adónde debo escoltarla?
     
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    Gigi Blanche

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    —Ah, sí, a veces hace eso —comenté con cierto aire distraído tras oír lo de Ko tocando en el patio norte—. ¿Viste el cerezo? Es importante para él. Rei me contó que su hermana iba a estudiar aquí y que por eso Ko se transfirió luego de... ya sabes.

    Me encogí apenas de hombros. Casi todo lo que sabía de Kohaku era gracias a Rei, entre que uno nunca ventilaba su vida y el otro soltaba la lengua sobre él, su primo y el verdulero de la esquina. En definitiva, iba recolectando cachitos de información y después los unía. Me gustaba que Mini Ishi tocara la guitarra, era un sonido relajante.

    Al final imposté un bufido de resignación al oírlo decir que no me salvaría de mostrarle mis habilidades artísticas y dejé el tema morir. Tontería aparte, no creía que fuera nada muy loco mostrarle cómo me aprendía Twinkle Twinkle Little Star de primera mano. Era la canción estándar de cualquier novato. Luego le conté lo de Pierce y él aminoró el ritmo, diciéndome que, al parecer, habían suspendido a Shimizu por venir borracho a la escuela. No estaba segura cómo eso se relacionaba a la chica, por muy amigos que fueran, ni de qué forma el hecho de saberlo la... ¿pondría en ese estado? ¿Shimizu y ella trabajaban juntos, quizá?

    Acabamos llegando al segundo piso y nos fuimos deteniendo conforme alcanzábamos la puerta de la 2-2. Yo asentí un par de veces, pensativa, y al final suspiré. Ni modo, ya vería qué hacía. Podría seguir dejándole caramelos, o agregar un juguito a la ocasión, o simplemente llevar también mis apuntes y hacerle compañía. Aunque... hoy había quedado con Mini Ishi, cierto. Bueno, una visita exprés, entonces. Miré a Altan y le sonreí. Me había dado una respuesta extensa y concienzuda y lo agradecía, pero más agradecía que pareciera no haberse cuestionado ni remotamente el origen del asunto. Debía seguir con la neurona espesa.

    Porque ¿cómo la había descubierto en la enfermería, en primer lugar?

    —Gracias por acompañarme, Al, y por darme tu opinión —murmuré, me mantuve en sus ojos con cierta indecisión y finalmente retrocedí un paso—. Nos vemos~

    Otro, luego otro, y giré sobre mis talones, ingresando a la clase. Fuera de su vista solté todo el aire de golpe y me alivió haber podido hablar con él con normalidad. Se sentía como una pequeña misión cumplida.


    osuuu por acá cierro con la niña
     
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    Zireael

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    Lo que me dijo Anna del cerezo del patio de repente conectó con el hecho de que Arata dejara a Dunn allí como mocoso castigado, también con la noción aquella tan salida del aire de que las condenas desaparecían en ese espacio. Conectó de una forma bastante abstracta quería decir, al menos para mí, pero lo hizo y suspiré. El niño era naturalmente amable y tranquilo, con su pelo de nube y sus sonrisas, pero ya estaba visto que de lo importante hablaba entre poco y nada, así que uno se iba dando cuenta de las cosas por partes y luego tocaba armar el rompecabezas. Eso no lo volvía malo, solo era complejo, como todos.

    Igual cuando le dije que no se salvaba de mostrarme su asombroso progreso artístico bufó, sonó impostado que dio gusto y me reí por lo bajo. El resto de mi cerebro, todavía denso, lo consumió el asunto de Sasha escondida en la enfermería y el cuadro de Arata medio muerto. De nuevo, sabía que una cosa no tenía que ver con la otra, no para nosotros, pero implicaba una distancia física entre la posibilidad de que el imbécil se diera cuenta y tal. Igual todo era extraño, un viejo muerto y problemas laborales de una muchacha no tenían conexión de ninguna clase, pero la sucesión de los acontecimientos daba espacio a una duda paranoide.

    Seguimos caminando hacia el segundo piso, continué dándole vueltas a la cuestión y pensé en alguna forma de pasar el chisme sin que Anna terminara involucrada en el flujo de información. Estaba en eso cuando alcanzamos la puerta de su clase, donde me agradeció por mi opinión y por acompañarla, ante lo que negué con la cabeza.

    —Gracias por preguntarme —contesté con sinceridad, apreciaba que me preguntara qué pensaba, al menos me daba la sensación de que la ayudaba con algo. Mientras retrocedía hacia el salón un par de neuronas me hicieron sinapsis, pero como ya le había preguntado cómo estaba traté de moderar cualquier delirio, así que solo abrí la boca para decirle algo más—. Si necesitas algo puedes escribirme o llamarme, ¿de acuerdo? Cuídate y suerte con Ishikawa-sensei.

    Lo de Kohaku como maestro lo solté por la pura gracia y antes de que Anna girara sobre sus talones la despedí con un movimiento de mano. Me quedé mirándola unos segundos, hasta que retomé la marcha hacia la tercera planta y fui rascándome las raíces del cabello, ligeramente confundido. Tenía que hablarle de lo de Jez, pero no quería que fuese una bomba que le soltara antes de solo dejarla en clase y hoy habíamos quedado de hacerle la entrevista a papá, así que incluso si la hacíamos en tiempo express no creía que me diese tiempo de buscarla para decirle. Por teléfono parecía raro, ¿eso me dejaba el lunes? ¿Estaría bien si la invitaba a almorzar conmigo otra vez?

    A mitad de las escaleras hacia el tercer piso solté el aire de golpe, tratando de acomodar el tetris mental entre lo que tenía que ver con Anna, preguntarle a Cayden si al final le había dicho a Sasha del puto borracho, mensajearle a Arata para ver si seguía vivo o hacer un mapeo con Mason. A ver, seguro Pierce también me mataba a mí por andar de chismoso y detective, pero era lo que había. Solo quería saber hasta dónde, bueno, todos las dejarían seguir escondida.

    y por acá cierro yo también a
     
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    Insane

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    Me encogí de hombros con lo de la versión de prueba, a fin de cuentas esa solía ser la gratis que uno usaba antes de desistalarla, la tontería me causó algo de fracia aunque me la guardé para mí. Era una lástima no saber que él tenía inquietudes, porque probablemente me reiría y confesaría que yo estaba igual. No me sentía nerviosa, ni mucho menos, pero con tanta cosa en la cabeza terminaba con un serio problema de cómo priorizar mis días, porque lo que me quedaba libre lo usaba para descansar la mayor parte del tiempo.

    —No creo, porque pienso en que podemos hacer perder tiempo a la madre de... —se me escapó el nombre, chasqueé los dedos ligeramente hasta recordarlo—Kenneth. Mejor cuando terminemos podemos pasar por algo de tomar, mm, y de comer también, a menos que quieras una gastritis gratis —busqué su complicidad en una mirada fugaz.

    Caminamos por el pasillo y lo noté saludar a Jez, la chica de mi clase, y otra albina a la cual no la ubiqué de nada, por lo que procuré disminuir los pasos por si prefería acercarse a hablarles ante pero no fue el caso, por lo que continué por las escaleras.

    —¿Y pensaste en qué preguntar? Ayer vi un par de videos para este momento —solté con una risa ligera. Me gustaba el periodismo y por lo mismo sentía interés en el club de radio, aunque por falta de tiempo y eso no había hecho más que mirar el letrero que los identificaba.
     
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    Zireael

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    Laila era por lo general tranquila y centrada, al menos en sus buenos días, pero aún así se permitía ciertos espacios de confianza con cierta facilidad y entendí de inmediato que por eso soltó esa suerte de broma. Incluso si en medio de mis desórdenes, de los silencios ajenos, llegaba a sentir algún tipo de molestia hacia ella también podía ver y entender que no era eso lo importante. Que debía agradecer que pudiera estar aquí con nosotras diciendo algo tan simple como que seguro íbamos a buscarla.

    —Se notan las ganitas de que dejemos ciegos a todos en este pasillo —apañó, divertida, y cuando se rio dio la sensación de que una tensión invisible se aflojó en su cuerpo—. Voy con ustedes, te puedo ayudar a limpiar si quieres, Vero.

    La segunda parte de su respuesta fue al punto y la vez nos sonrió de nuevas cuentas, comenzando a andar esperando que la siguiéramos. Cuando lo hicimos pronto se acompasó a nuestro ritmo, caminando a un lado de Vero y distrayéndose un poco con las ventanas y los alrededores en general.

    —Gracias por la bendición del otro día, por cierto —dijo Laila de repente, un poco absorta, pero cuando busqué mirarla me di cuenta de que su sonrisa era muy suave, enternecida.

    —¿Bendición? —cuestioné entonces hacia Vero, bastante confundida con todo el asunto.


    post chikito pero con cariño, como siempre

    me tomé la libertad de irlas arrastrando, espero no te importe *inhales* a
     
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    Bruno TDF

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    Puse una expresión de fingida inocencia al escuchar a Mey diciendo que nuestras ganas, más bien, consistían en encandilar los ojos de quienes nos rodeaban. Fue un fugaz teatro para hacerme la desentendida sólo por la gracia, pese a que las tres, cuando coincidíamos, parecíamos una luz combinada que brillaba con fuerza. Al instante cedí a la tentación que me cosquilleaba el pecho y mi risita, suave, brotó para acompañar a la suya, esta vez no llegué a cubrírmela con la punta de los dedos. Las bromas tenían un encanto particular cuando venían de personas tan tranquilitas como Mey, quien además tenía ese aire solemne que la hacía tan bonita. Algo parecido me pasaba con Hubby, que la mayor parte del tiempo era muy correcto y formal con su trato, como un principito; pero cada tanto me sorprendía con alguna ocurrencia, dándole así más dulzura a nuestros viajes en tren.

    Ah, y ni hace falta decir que mi semblante se iluminó en cuanto Mey aceptó acompañarnos al dojo, incluso ofreciéndose a ayudar con la limpieza. Como estaba recuperando el aliento a causa de mi risita, apenas llegué a corresponderle con un asentimiento, pero mientras la veía avanzar por el pasillo volví a pensar en esa conexión invisible que nos unía: porque, de hecho, lo de limpiar juntas ya lo tenía en mente desde el principio, ya que eso también le permitiría conectar con su lugar especial. Me volteé para sonreírle a Jez y seguí llevándola del brazo, para ponernos todas a la par.

    Mey permaneció a mi lado, sus ojos recorriendo nuestros alrededores, silenciosa. La acompañé en la contemplación mientras bajábamos de piso, enfocándome nuevamente en las nubes que se deslizaban por el cielo, hasta que el agradecimiento hizo que me volteara hacia ella. La chica seguía como distraída, y la ternura presente en su sonrisa me ablandó el corazón en una sensación similar. Tras intercambiar otra miradita con Jez, me desenredé de su brazo con suavidad y, acto seguido, pasé el bento entre mis manos, para así poder estirar el otro brazo hacia Mey. La abracé por los hombros, despacito y con cuidado de no hacerla tropezar.

    En eso, Jez preguntó por la bendición.

    —Ah, yo lo llamo la Bendición de Verito —respondí sonriente, señalándome los labios con los índices—. Cuando alguien recibe un besito mío en las manos, su día se vuelve precioso, brillante y mi energía acompaña allá a donde vaya, como una luz resplandeciente. Paremos un momentito, que te voy a hacer una demostración.

    Detuvimos nuestros pasos en un rincón del pasillo. Me separé de Mey, pero no la solté del todo porque mi mano quedó aferrando la suya, con delicadeza; acto seguido, dejé el bento en el suelo para liberar la otra mano, para así poder tomar la de Jez. Las miré con dulzura mientras alzaba lentamente sus dedos a la altura de mi pecho. Entonces, cerré los ojos y me incliné para besar, suavemente, los dorsos de sus manos. Al volver a erguirme, mostraba una sonrisa radiante.

    —Y así es como ahora las dos están bendecidas —declaré con jovialidad, ya habiendo recuperado el bento del suelo—. También cuentan los besos en la mejilla si se da el caso, eh —aclaré con una risita, considerando que así era como saludaba a Jez cada vez que la veía, además de los abrazos—. Es mi forma de acompañarlas incluso desde la distancia, una muestra de cariño para que jamás olviden que estoy para ustedes. Siempre.

    De hecho, en el post anterior iba a pedirte que las arrastraras, pero se me pasó porque estoy hecho un boludo atómico últimamente (?)

    Si podés arrastrarlas de nuevo sería nice, luego me encargo yo de moverlas al siguiente piso.

    PD: me acrodé Kohaku y Matahachi al narrar este post JAJAJA
     
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