Para sorpresa de absolutamente nadie, apenas Zoldryck sintió el beso y reparó en que era yo el color le alcanzó el rostro, notarlo me estiró ligeramente la sonrisa aunque no dije nada, porque las facciones se le suavizaron y sí que me dio algo de ternura. Encima había aceptado lo que le di sin siquiera fijarse en qué era y pues eso también tenía su gracia, ¿no? —No es nada —resolví con simpleza a su agradecimiento. El comentario de su hermano me hizo mirarlo, no cambié la amabilidad en mi sonrisa de ni nada y no lo diría, pero realmente el "no te hagas el especial" tal vez iba más para él. No planeaba dejarle nada en un principio, pero con ambos allí me había tocado improvisar, esa era la verdad. En cualquier caso, la pregunta sobre por qué me había acordado de, según él, estos pobres diablos, me sacó una risa baja. —Un repentino recuerdo de su existencia —contesté solo por la tontería, aunque luego busqué dar una respuesta algo más genuina—. Zold a veces pasa a dejarme cosas al salón, quería darle las gracias trayéndole algo también.
¿Qué cuáles eran las probabilidades de que Kurosawa me diese algo? Menos cero, lo recibí porque era así de acaparador, pero en definitiva ésto no era para mí. El de mi hermano si aplicaba en totalidad, me pregunté entonces para quién era realmente el mío, o si era para ella y de tonta por presión social me lo había dado, como fuese, seguí el rollo porque me gustaba fastidiar y solté el comentario de turno: —Aw, que tiernos. —¿Era tan obvio? —aunque sonaba a pregunta no lo era, acompañándolo la tonalidad risueña de costumbre —, ¿te gustaron? —eso si fue una pregunta genuina. El chico cuando salíamos y pasaba por dulcerías o cosas por el estilo parecía dedicarse a ver -ya no solo para él-, sino que también para ver qué podía comparle a Kurosawa, me reiría además al saber que para los pockys había tenido su pelea mental de cuál sabría mejor, pero ese chisme no lo tenía en mi radar, que aunque fuese una tontería me divertía bastante. Por otra parte, desde que apareció Shiori supuse que aquí sobraba. —Bueno, aquí hago como un mal tercio, así que voy subiendo, cuñis —solté bien pancho, comenzando a caminar hasta que noté a Allen cruzar la puerta, alcé la mano para que nos viera ahí reunidos en una de las hileras de los casilleros, me sonrió encaminándose hasta nosotros. —Me tardé un poco más que de costumbre, ¿y Zold sigue con lo de la serie? —pareció notar entonces a Kurosawa luego de mirar a mi hermano, le dijo un buenos días monocorde como de costumbre, y por ahí derecho lo que teníamos en las manos.
Era bastante obvio que tanto Morgan como yo sabíamos que aquella había sido mi obra, pero tuve la fortuna de que a la chica le apeteciera seguirme la tontería aquella mañana, por lo que me permití mantenerme montado en el teatro mientras escuchaba su respuesta. Abrí los ojos cuando dijo que había encontrado la flor en su casillero, dejando salir un ligero "oh" de sorpresa, y poco después me llevé una mano al mentón, examinando con la mirada el tulipán en cuestión durante un par de segundos. —Creo que significa que tienes un nuevo pretendiente —sentencié, con total seriedad al volver a sus ojos, y me crucé de brazos mientras fruncía ligeramente el ceño—. Y yo un contrincante... Dejé salir un suspiro, bastante dramático, y me giré hasta dejar la espalda apoyada sobre la línea de casilleros, pudiendo así repasar con la vista el montón de alumnos que iban pasando por delante de nosotros. >>¿Quiénes dirías que son nuestros candidatos? —pregunté, mirándola de reojo. Había llegado a la academia como todos los días: junto a Satoko y sin esperar que nada ni nadie alterase la rutina que ya me había podido establecer desde la mudanza. Grande fue mi sorpresa cuando, al alcanzar mi casillero, aquello fue exactamente lo que pasó; una chica que no conocía me había llamado por mi nombre, algo que me sorprendió tanto que hasta necesité un par de segundos extra para atenderla. Por suerte para todos, ella aclaró justo después que era una de mis compañeras de proyecto y me permití relajar el cuerpo, sonriéndole con suavidad una vez recibí aquella información. —Sí, buenos días —saludé de vuelta, girándome para poder mirarla mejor—. Uhm... ¿Maxwell-san o Bernard-san? Creo que esos dos eran los únicos nombres de chica que vi en el grupo. ¿Qué tal todo?
Presión social era una forma graciosa de llamarle a la decencia, si me ponía a pensarlo, era naturalmente amable y eso lo reconocía, pero también había en eso un grado de rigidez. No cedía a lo que no me interesaba y siendo amable pretendía controlar lo que me rodeaba, puede que el altruismo no fuese mi fuerte, pero crear la ilusión de dicha disposición era casi un don. Uno que ahora sabía que había compartido con Kaoru. No reaccioné al comentario molesto de turno en lo absoluto, solo atendí a la segunda pregunta de Zoldryck y asentí con la cabeza. Estiré la mano libre, en la que no sujetaba el maletín, y la hundí con cuidado en el cabello cerca de su frente en una caricia liviana. —Me gustaron. Muchas gracias —concedí estirando apenas la sonrisa. Como fuese, Zeldryck dijo que hacía mal tercio así que se despidió, no pasé por alto la forma en que se dirigió a mí aunque no le llevé el apunte y le dediqué una sonrisa, nada más. El resto de sus movimientos me hicieron notar a la rubita aparecer, para la gran gracia y estuve por reírme cuando noté lo monocorde de su saludo en comparación a la sonrisa que le había notado en la cara cuando reparó en los gemelos. Tal vez los sonaba a manada. —Buenos días —dije de todas formas, sin que mi amabilidad flaqueara en ninguna dirección—. Ah, soy Kurosawa, no nos conocíamos. No directamente quería decir. Acompañé la presentación de la reverencia más japonesa del repertorio, sin importarme lo monocorde de su tono de antes y podría haberme ido, claro, pero no se me apeteció. Puede que fuese masoquista, egoísta y cuestionable en general viendo lo que hacía yo misma, pero no se me antojó desaparecerme del espacio.
Kenneth había amanecido de buen ánimo hoy, se veía. Mantuve mi atención sobre él a todo momento y la verdad que el teatro me entretuvo bastante, aún si mi semblante no mutó en ninguna dirección. Que el pretendiente, que el contrincante, suspiró como si le hubiesen declarado la guerra y relajó la espalda contra los casilleros. Mientras él observaba el flujo de estudiantes y seguía haciendo el payaso yo deslicé, con cierta discreción, la mirada por sus facciones, su cabello y parte de su cuello. La piel expuesta, en definitiva. Recibí su pregunta. ¿Candidatos? ¿Para el supuesto pretendiente? Pestañeé, esbocé una sonrisa divertida y abrí mi casillero, que aún no me había cambiado los zapatos. Apoyé el tulipán adentro del locker mientras tanto. —No soy muy popular, lad —afirmé con suavidad, alzando los pies de a uno y efectuando el intercambio sin ruido—. A menos que no nos limitemos a las personas, claro. Obviamente no hablaba con espíritus ni veía fantasmas, pero ya que estábamos bromeando... Terminé la rutina, volví a recoger el tulipán y cerré el casillero. Colé la mano libre en sus brazos cruzados para desenredarlos y alcanzar su muñeca, jalándolo suavemente. —Ven conmigo. —Fue un murmullo que, como siempre, quedó a mitad de camino entre el pedido y la orden, y empecé a caminar hacia el pasillo—. Les podemos preguntar.
No se me había pasado la hora ni nada, mi ligera tardanza se debía más bien a un arreglo que estaban realizando en el conjunto de apartamentos, y al vivir sola pues era la única doliente del lugar, por lo que le dejé el mensaje a Zeldryck de que se adelantaran. Al llegar paseé la mirada sin mucha gracia por los casilleros, ubicando a Zeld en cuanto levantó la mano, y con una sonrisa tenue me acerqué. —Me alegra —concedió el otro con la amabilidad usual a un tema que estaba totalmente ajena. Cuando llegué hasta ellos pregunté directamente por la serie de Zold que ya me había dicho ayer en el almuerzo que estaba retomándola, contándome un poco al respecto, sobre nuevos personajes que entraban a la acción y un cura que solía entorpecer -hasta el momento- las decisiones que tomaban en grupo. No tenía particular interés en ese tipo de cosas sangrientas ni mucho menos, pero el verlo tan entusiasmado me alegraba. Fue entonces que noté la presencia de una tercera persona, no la reconocía de nada, saludé con la normalidad usual y ella hizo una reverencia, por lo que bueno, era de aquí. —Él sigue enchufado con eso, pero bueno, ya nuestra amiga lo sacó de la hipnosis. Con lo que me había dicho Zeld la escaneé con discresión. —Génesis Allen —me presenté entonces, asintiendo con la cabeza al ella darme su nombre—. Disculpen, haré el cambio de calzado. Pasé por el lado de Zold el cual me sonrió con la suavidad usual. No me había pasado desapercibido lo que ambos traían en las manos, digamos que ellos solían comprar acá y en ocasiones yo les traía algo para compartir, así que supuse que lo que sea que traían se los había dado la chica, pero al dárselo a los dos las alarmas permanecieron apagadas. Llegué a mi locker, hice el respectivo cambio con calma y ya luego regresé sobre mis pasos, afianzándome al brazo de Zold, giré el rostro para mirarlo. —¿Dormiste bien? —Un poco me trasnoché. —Eso no está bien, recuerda que debes cuidar tu sueño. Zeldryck fingió tos mirando a un punto muerto, lo que me sacó de la burbuja que comenzaba a crear. Giré de nuevo mi rostro al frente, mirando a Kurosawa, y pregunté por educación al no querarla hacer sentir agregada a la ecuación -aunque era yo la que había llegado recién-: —¿A qué clase vas?
Zeldryck apuntó que lo había sacado a su hermano de la hipnosis, así que la rubia reparó en mí otra vez y seguí metida en el teatro sin fin de toda la vida, el de la chica con pintas de muñeca. La muchacha finalmente se presentó, por las pintas de indudable extranjera asumí que su apellido era Allen antes de que se fuera para cambiarse los zapatos. Tuvo su gracia que mi decisión motivada por la supuesta decencia social al regalarle budín también a Zeldryck acabara por anular la posible amenaza de mi figura, porque en estas condiciones entonces nada dejaba pistas de la naturaleza de mi figura o de lo que sea que implicara yo en la vida de Zoldryck. ¿No era yo la que lo arrastraba a un cuartucho en medio de la noche de fiesta? En fin. La chica volvió, se afianzó a su brazo y tuve que girar mis máscaras para evitar que se me cayera alguna, para sostener aparente calma de siempre. Ni siquiera deslicé los ojos al contacto y pretendí no escuchar la pregunta que le hizo junto al regaño posterior. Había que ser imbécil para no ver que estaba metida en una burbuja digna una alucinación, la verdad, pero lo dejé estar y Zeldryck pretendió toser en algo que fue un "Tierra llamando a Allen". —Soy de segundo, de la 2-2 —contesté por el mismo motivo que ella había preguntado: educación. Sabía que no era compañera de Zeldryck, había entrado a la 3-2 y no estaba, así que eso dejaba la 3-1 o la clase de Zoldryck. Por la naturaleza caótica, burlona y estúpida del mundo asumí que la opción correcta era la menos agradable. —¿Eres de la clase de Zold-senpai? —arriesgué sin demasiado problema. Ayer había querido ir a la azotea, pero al final lo descarté, me metí al baño a fumarme un cigarro y luego bajé a comprarme algo en la cafetería porque esto de saltarme los almuerzos no era rentable a nivel físico. El resto del día fluyó sin problema, aunque agradecí que Allen no le llevara el apunte a mis opciones del proyecto porque no quería lidiar con mi padre y tampoco quería tener que acudir al padre de Sho, así que mejor para todos. Sonnen no me dio bola con el asunto de Allen, Kurosawa y el juguete, para variar, pero el comentario de que habría sangre había sido hilarante por sí mismo. La personalidad de Shiori venía formándose desde hace tiempo, dentro de su rigidez era amable, pero también violenta y eso no podría salir bien. Puede que el pequeño Kasun, demasiado atontado, no se hubiese dado cuenta del todo todavía. De que debería arrancarle la máscara a su adorada Shio-chan y entonces tomar una decisión. Al cruzar el patio vi a Rowan con Luna, también noté la mata de cabello rubio de Rookie y porque no podía estar un día tranquila me acerqué a ella. La chica iba muy tranquila, sin duda, pero apenas me vio comprimió las facciones y yo estiré la sonrisa sin una pizca de disimulo. Ni siquiera me importó lo evidente de su reacción, de la molestia que pareció sentir. —You good, Rookie? —pregunté sin decir nada raro en principio, la niña asintió y luego volví a hablar—. ¿Quieres una red? Para las mariposas. —Ya tengo, gracias. La respuesta fue contundente, firme, buscó de inmediato cortar mi juego aunque también contestó otras dudas existenciales un poco sin pretenderlo. Me reí, encogiéndome de hombros, y la rebasé al continuar mi caminata hacia el edificio. Me pareció oírla soltar el aire por la nariz apenas me alejé un paso, pero no estuve segura y me dio igual. Al entrar a los casilleros no tardé casi nada en comerme el show que tenían los gemelitos, la rubia y Kurosawa, que estaba allí como si el día del patio no se la hubieran querido llevar todos los diablos juntos. Me cambié los zapatos, fingiendo demencia, pero también había notado a Suiren en los casilleros así que el chisme, como siempre, fue más fuerte que yo. Me acerqué al muchacho, le di un toque en el costado y señalé de forma sutil el grupo de idiotas. —¿Sabes qué se trae Allen con los gemelos? —pregunté por hacer el tonto, aunque la respuesta era obvia y no incluía ni por asomo a los dos Kasun.
Mantuve mi mirada sobre ella en todo momento, viendo tanto la sonrisa que se le coló en los labios como todo el proceso que hizo para cambiarse los zapatos, y entre medias, algo de genuina sorpresa se plantó en mi propio rostro, pues dijo algo de que... ¿no era muy popular? Pestañeé un par de veces, claramente incrédulo, y al final dejé escapar una carcajada divertida, volviendo a relajar el cuerpo con ello. —No hace falta que mientas por mi bien, ¿eh? —solté, con aire liviano. La ligereza que había empezado a sentir, sin embargo, se evaporó tan rápido como había llegado al escuchar su comentario del final. Tragué saliva con algo de fuerza, intentando procesar el significado de aquella información, y para cuando me quise dar cuenta, ella ya me estaba llevando de la muñeca hacia el pasillo. No opuse resistencia cuando coló su mano entre mis brazos para poder llevarme, así como tampoco lo hice cuando empezó a caminar y tuve que seguirla, pero nada de eso evitó que me echase hacia delante para poder susurrarle al oído, algo contrariado. >>Oye, no me irás a sacrificar o algo, ¿cierto? I like you and all, but I'm still too young to die... Contenido oculto iba a moverlos al pasillo, pero al final preferí que decidieras tú si hacerlo o no unu and i, like kenny, just follow you like a puppy /\
Absurdamente había dicho que subiría para no hacer mal tercio, pero con la llegada de Allen los planes cambiaron, practicamente tosí sin pizca genuina solo para que no se enfrascara en mi hermano, que bueno, una cosa era cuando estabamos los tres y me daba bastante igual, a fin de cuentas se encontraba un equilibrio con tantos años estudiando juntos, en sí, porque Génesis era la única que me aguantaba y mi hermano por rebote de sangre también lidiaba con ello, pero con Kuorsawa era más que obvio que sería distinto, por lo que decidí quedarme un rato más. —Eso supuse, que eras de segundo al no haberme topado contigo arriba —murmuró más para ella misma. Ya luego respondió—. Sí, estamos en la misma clase. Me sentía en una conversación de preguntas de protocolo por pura mierda de educación, bueno, eso hasta que Allen dejó colar algo de su curiosidad sobre la mesa, o tanteo, como fuese. —¿Y qué traen en las manos? —Un detalle que nos trajo Kurosawa —contestó Zoldryck. —¿Y eso? —Se acordó de nosotros —atajé por ahí derecho. Sus orbes violaceos regresaron a los naranjas, apoyó la cabeza en el hombro de Zold y pareció pensar en qué decir. —Es muy atento de tu parte, Kurosawa. Mi hermano se rascó tras la nuca con la mano libre, echó la vista alrededor; el pobre parecía pensar en qué mierda agregar a la conversación, por lo que lancé el salvavidas porque bueno, era mi hermano al fin y al cabo. >>Gen, ¿cómo te fue con lo de la película, la viste al fin? —asintió enderezándose de nuevo, soltó el agarre sobre Kasun para sacar el móvil de la falda, me lo extendió con la galería abierta para mostrarme unos pantallazos que aprovechó a tomar, sonriéndome por ahí derecho. —Ya me puse al día, así que podemos ver parte dos en cine; Zold ya compró mi boleta. Miré a Kurosawa, Zold hizo lo mismo y buscó su atención: —No te había preguntado antes, ¿pero te gustaría ir un día a cine con nosotros? La tarde anterior había aprovechado para pasar por la tienda veterinaria, comprarle el alimento a Copito y un par de juguetes, debido a que los que tenía hasta el momento ya estaban desechos. Aproveché también a hacer algo de oficio en mi habitación, jugar con el minino y ver una película de comedia con mi madre, por lo que habíamos decidido no cocinar sino en su lugar pedir una pizza a domicilio. Esta semana marchaba bien, y eso me tenía tranquilo. Al hacer el cambio de calzado saqué el móvil, escribiendo en el grupo de la fiesta del té, aunque ya sabía que Paimon me dejaría en visto. Buenos días. Recordatorio de miércoles: como habíamos acordado, mañana luego de clases los veo en Bunkyö, feliz día, bueno, para Ila, Pai con tu cara ya sabemos que tus días son malos a diario. Bloqueé el aparato luego de soltar una risa nasal, me guardé el móvil de regreso en el bolsillo. Ya había notado la reunión de los gemelos en un punto de los casilleros, pensaba pasar de ello pero había amistades para todo; el acercamiento de Akaisa me dibujó una sonrisa ligera, con la pregunta que sabía y no necesitaba una respuesta. —¿El gemelo querrás decir? —la miré de perfil por el espacio entre el lente y mis ojos, apeteciéndome hacer una pregunta para darle más forma a la información—: ¿Kurosawa suele ser celosa? Porque de ser el caso, no me gustaría estar en los zapatos de Zoldryck, con la confianza que se traía con Allen, que hasta un ciego se daba cuenta que la rubia pretendía más de lo que él ofrecía, era fácil malinterpretar varios factores de sus acercamientos.
Llamar por su nombre a alguien que veías por primera vez, tan campante y sin ningún tipo de anticipación, no era algo que entrase en el esquema de la gran mayoría de las personas. Pero como en toda norma, había cuantiosas excepciones y yo, quizás, era una de las más destacadas. No era la primera vez que me presentaba de este modo en la vida de los demás, mucho menos sería la última. ¡Es más…! Me había ocurrido hace relativamente poquito, cuando Hubby me presentó a Alty por su apellido y yo le solté su nombre completo sin más, confundiendo a mi pobre kohai. Eun-Bi también pasó por un algo similar, lo noté en la sorpresa que se vislumbró en su rostro y en el puñado de segundos que necesitó para procesar la situación. La aguardé con calma, manteniendo la sonrisa afable y sin cuestionar mis métodos de acercamiento, que si bien podían llegar a ser un cacho inesperados para las almitas más desprevenidas o reservadas, seguían siendo efectivos. Me permitían conocer caras nuevas, cosa que siempre adoraba hacer. —Me encuentro de maravillas —respondí a su última pregunta, y llevé una mano a mi pecho—. Soy Maxwell, pero me puedes llamar Vero o Verito, todo apodo es válido. Encantadísima de conocerte, Eun-chan. Volví a sonreírle, mirándola a los ojos. Ay, era muy bonita, hasta parecía una muñequita. —Como de seguro has adivinado, te estaba buscando para hablar del proyecto. ¿Tienes unos minutos? Podemos hacerlo de camino a clases, que además tengo un par de avances para compartirte.
Habíamos pasado de "mal tercio" a "observador participante" en más o menos un segundo, porque al final Zeldryck no se fue, vete a saber si por el show o porque genuinamente la rubia esta tan bonita y tan inoportuna necesitaba un mediador para no quedarse vuelta un burro social con el resto del mundo por tener a Zold a su lado. No que pareciera interesada en dejar de ser el equivalente a hablar con una piedra, pero el punto se entendía, más o menos. Como fuese, confirmó que iban al mismo salón y tuve que tragarme la risa a conciencia. Tampoco reaccioné de primera entrada cuando preguntó por lo que tenían los chicos en las manos, Zoldryck contestó, su hermano completó con que me había acordado de ellos y la molestia me repicó en el cuerpo como el sonido de una campana al verla apoyarse en Zold, pero metí todo bajo la alfombra como hacía siempre. Llevaba graduada de esta escuela cuatro años, fingir demencia se me daba maravillosamente hasta que las cuerdas se tensaban. Por eso había golpeado a Katrina. Y había intentado atacar a Hiradaira. —Me gusta agradecer la amabilidad con gestos de la misma naturaleza —dije como si nada, tranquila. Zoldryck estaba nervioso, había que ser imbécil para no darse cuenta, y aún así no me interesó demasiado apiadarme de nadie e irme, por lo que su hermano tuvo que arrojarle el salvavidas. La chica lo soltó solo para sacar el teléfono y mostrarle algo, sonrió incluso. El cuadro era ridículo y no lo juzgué de patético solo porque entendí que la opinión venía de otro lugar, uno que aunque era parte de mí prefería no sacar a la superficie. Había sentido celos de Altan y Anna, no porque fueran ellos, si no por lo que se me había arrebatado a mí. Ahora el cambio de personalidad de Allen me resultaba risible por lo mismo. Nada me tocaba hace meses, tenía la piel demasiado gruesa. —¿Yo? Claro, hace mucho no voy al cine —respondí junto a una sonrisa. Suiren podía ir por la vida siendo amable, fingiendo no reaccionar a mis acercamientos y la mierda que quisieras, pero que le gustaba el chisme, debía gustarle porque si no no tenía sentido que me siguiera la estupidez. También había que reconocer que al menos esto pasaba siempre en nuestras narices, así que ni siquiera era culpa nuestra, era culpa de los otros idiotas. Sonrió al notarme, corrigió mi frase y solté una risa floja por la nariz. Sabía que no era en plural, incluso si Allen se llevaba bien con ambos, con el que tenía el crush más desgraciado por la narrativa era Zoldryck. En sí toda la gente en esta academia estaba meada por elefantes, pero tenía más conocimiento de estos diablos que de los demás, bueno, y de la rubita nueva y su ilusión por las cartitas que recibía de uno de los que debía estar en el top 10 de desligados. —Tú sabes de lo que hablo, Sui —concedí casi en voz baja a su corrección, luego estiré la sonrisa por su pregunta—. Depende de a quién y cómo se lo preguntes. ¿Ubicas a Sonnen? El de tu clase. Cabello y ojos negros, alto, piercings, un tatuaje relativamente reciente en la nuca, creo, tiene cara de moco casi siempre. Salió con él parte del año pasado, nunca le importó mucho nada de lo que pasara alrededor del tipo, cortaron o lo que sea antes de empezar este año. Me había quedado mirando la comitiva de Kasun, Allen y Kurosawa mientras hablaba. Cuando fui terminando busqué la mirada de Suiren girando apenas el rostro. —Hubo otro chico empezando las clases, un tipo brusco y poco comunicativo, ya no está en la escuela, y con ese fue distinto. Si tu opinión de Kurosawa es que es una muñeca, que es tranquila y moderada, te equivocas —resolví porque era consciente de que Suiren, así como Zoldryck, podría estar cayendo en la ilusión que la otra montaba—. ¿En dónde pinta Kasun? No sé, porque si me pusiste atención ya habrás entendido que no es la clase de chicos con los que sale Shiori. Igual no me gustaría ser Allen o Zoldryck, eso seguro. Kurosawa es más violenta de lo que cualquiera de todos ustedes estima.
De cierta forma, quizá de manera inconsciente llegué a pensar por qué no se iba ya, a fin de cuentas no notaba una participación en grupo ni nada pero no lo materialicé de ninguna manera. Soltó que regresaba la amabilidad con gestos similares, algo así. Tampoco reaccioné a eso pero si llegué a mirar a Zeld. A ver, lo conocía hace años y de detallista no tenía ni la sonrisa, por lo que por rebote podría ser atención de Zold, pero preferí apartar la duda para luego, a fin de cuentas pasaba mucho tiempo con ellos. En otro espacio podría siempre preguntarle sin sonar aquí fuera de lugar. Mostré los pantallazos de la película, los que consideraba como más redundantes a mitad de la cinta y fue entonces que el gemelo la invitó a cine, con nosotros. Arrastré las pupilas hasta ella, la cual aceptó sin problema. Zeld pasó su brazo por mi hombro por lo que no dije nada, me murmuró que deberíamos ir subiendo y solté al aire por la nariz. —Listo, entonces ya eres parte de nuestro grupo de cine —comentó risueño, enterrando las manos en los bolsillos—. ¿Recuerdas la última película que viste? ¿Qué tal? Pestañeé con cierta lentitud, y me tomé mi tiempo para echar a un lado la molestia al ver que invitaban a una chica que ni idea, a un plan que era siempre nuestro. Tampoco era que los creyera de mi propiedad, o un poco sí, al menos al que representaba un caballero entre éstos dos. Esperé que la conversación tuviese un punto de silencio para interrumpir: —¿Subimos? Igual ella va a segundo, podemos dejarla ahí y continuar nosotros. Akaisa soltó que sabía de lo que hablaba, y tenía bastante razón en eso. Aunque debía confesar que no me esperaba ver este cuadro a primera hora de la mañana en los casilleros, pero en algún momento -cuando estuvieron en mi casa para estudiar- y noté la relación que traía con Kurosawa me imaginé que la cuestión comenzaría a estirarse, y en algún punto ellas dos iban a cruzarse. Allen las pocas veces que llegamos a hablar por rebote de estar con Zoldryck en los pasillos se mostraba bastante reservada, un poco fría también, pero con el muchacho el semblante cambiaba notablemente. Y por otra parte, lo que notaba del gemelo hacia ella era cariño, de esos que se le tiene a una hermana. Un desacierto. Mencionó a Sonen y me giré con suavidad, recostando la espalda contra el casillero en lo que continuaba escuchándola hablar. —¿Salieron enserio o por hacer el tonto? Soltó otro trozo de información de un desconocido, alguien que ya no estaba en la escuela. Practicamente mencionó lo que pensaba de ella; que era una chica amable, dulce y un poco suave, pero al parecer su prototipo no tenía nada que ver con Zold. Parecía que era mucho más fácil que se hubiese liado con el hermano de éste, pero supuse que por cosas de la vida no se dió de esa manera. Alcé las cejas ligeramente con la palabra violenta en mitad de todo el discurso y no mucho después regresé a la inexpresión. —¿Una máscara? —murmuré más para mí que para ella. La tenía muy bien puesta de ser el caso en el que Akaisa no estuviese mintiendo, que tampoco veía la razón de mentirme a mí sobre todo esto porque mi interés por la relación de terceros era nula. Sin embargo no pude evitar pensar sobre la máscara de nuevo, todos fabricábamos parte de una para ser socialmente aceptados, pero si la traías contigo todo el tiempo, o un sinnumero de ellas cada vez iba a ser más difícil soltarlas. Y con eso, comenzaba a creer que la amenaza no solo era para Allen y Zoldryck, sino también para ella misma, quizá no en un corto tiempo, pero a lo largo podría pesarle. —No terminará bien eso —solté el aire por la nariz—. No conozco mucho a Génesis, pero dudo que no vaya a reaccionar si ve algo entre ellos —me enderecé, ladeando el rostro para mirarla tras el cristal—. Además ellos dos están en tu clase, tendrás más idea que yo sobre a que me refiero.
A la impresión que me había sobrevenido, por saber que mi voz no fue aprisionada por los tartamudeos, no supe darle un significado determinado. Quedó oscilando sobre la línea que separaba mis nociones sobre lo positivo y lo que era negativo, cual equilibrista. Tal vez… se trataba de una mezcla de contradicciones, pues estas eran la sustancia de todos mis conflictos. El choque incesante entre los anhelos y mis miedos. Siempre había querido expresarme con la facilidad que veía en el resto, hundida en la soledad; idealizaba una versión de mí misma que fuese capaz de desenvolverse, de una Beatriz que no incomodase a los demás con sus titubeos o su silencio. Pero era dura conmigo misma, a veces cruel, así que consideraba imposible conectar tres palabras si atorarme. Si debía ser sincera, me bastaba con poder mantener conversaciones más extensas, como últimamente sucedía, y estaba dispuesta a resignarme a que me costaran tanto… Se podría decir decir que... me sentí extraña cuando Rowan reveló que mi anhelo se había cumplido, como si la “otra Bea” no perteneciese a este cuerpo; de ahí que se me hubiese escapado la pregunta sobre si me vi “rara”, irreal. Fue una falta de reconocimiento, porque no me valoraba lo suficiente, más tuve voluntad para arrojarla lejos. N-No… No valía la pena detenerse en algo como eso, sino en la verdad del hecho. Rowan, por su parte, no me contestó esta pregunta en particular, tan sólo confirmó que de verdad había ocurrido. Y con sus palabras, se instaló en mi pecho otra chispa. Esta vez, de esperanza. La conversación derivó entonces en su salud. Disculparme por mi preocupación era innecesario, lo sabía bien, y sin embargo eso también fue inevitable. Pedir perdón por todo era otro hábito involuntario del que quería deshacerme. Rowan fue comprensivo pese a todo, y hasta dijo que… uno se preocupa por sus amigos… Fue como si una fuerte corriente de aire sacudiera las contradicciones dentro de mi pecho, haciendo que se mezclaran más. La preocupación por su salud, mi extrañeza y esperanza, las personas a nuestro alrededor, lo que acababa de decir. No sé cómo pude seguir hablándole tras oír eso, mis labios habían temblado de la emoción y hasta temí que se me pusieran los ojos vidriosos. Por suerte logré contener mi delicada sensibilidad… Y sólo asentí. Asentí y lo entendí. ¿Esto significaba… que estaba siendo una buena amiga, tal vez? Cuando me ofreció su teléfono para agendarme, lo tomé entre mis manos con muchísimo cuidado, como si fuese el objeto más frágil de la tierra; tal cual sucedió en el invernadero cuando me mostró las fotografías de Katrina. ¿Y se me caía…? ¡N-no, ese no el punto! Suspiré, abrí la aplicación de los contactos y me agendé con un simple “Beatriz”, al mismo tiempo que… escuché… La oí con claridad, con la atención que para mí se merecía… Y mi corazón se comprimió con mucha fuerza. Sucedió justo en el instante que atravesamos las puertas de la academia y quedamos en medio de mucha gente. Sin embargo, estuve lejos de ser plenamente consciente de la multitud, y mucho menos de sentirme agobiada… Mi angustia se hallaba en otro sitio... Con el teléfono de Rowan todavía atrapado entre mis dedos tensos, detuve mis pasos. Alcé la mirada hacia sus ojos. Mi semblante denotó sorpresa al comienzo, y no tardó en ablandarse en una expresión de preocupación, hasta diría que de angustia. Una angustia que en ese momento me esforcé por moderar, para que no se arrepintiera de haberse sincerado conmigo, n-no quería que algo así pasara. —Ro-senpai… —musité con un hilo de voz. Ahora entendía la magnitud de su cansancio, la razón por la que lo había descubierto con la espalda sobre su taquilla, y por qué había llegado en medio de un receso. No quería imaginarme lo duro que debía ser el lidiar por años con dolores físicos… y saber que siempre podría volver a ocurrir. Él no lo dijo concretamente, pero me pareció entender que lo suyo era… crónico. Y sin previo aviso, fui yo la que recortó la distancia entre nosotros. Mantuve la mirada sobre él, aún en la lucha por moderar mis sentimientos. Llevé a mi pecho la mano con la que seguía sosteniendo su móvil. —Gracias por decírmelo, de verdad —dije—. Y es cierto… Seguiré preocupándome por ti. Porque eres mi amigo, Ro-senpai —mi voz tembló ligeramente en esta afirmación, y me ruboricé ligeramente—. Yo… Soy torpe y… y no me considero buena en nada. Pero cuando te sientas mal, haré lo que pueda por ti. Así sea sólo… distraerte, ¿tal vez?
Le había soltado una frase en apariencia normal en toda la cara, lo sabía y no me importó, como no me importaba haberme quedado incordiando. ¿Estaba asumiendo demasiadas cosas de una chica que no conocía en realidad? Sí, pero bastaba con ver los cambios en su semblante al hablarle a ellos, a Zold, en comparación a los demás. No le interesaba siquiera la amabilidad protocolaria. Acepté la invitación al cine en grupo porque aunque trataba de no ser particularmente grosera, sí que alguien tendría que aprender a hacerse responsable de las invitaciones que soltaba sin más. Fuera de eso, que aceptara ahora no implicaba nada, si recibía una invitación más real en el tiempo podía solo rechazarla, pero por el momento estaba bien así. Con la intromisión. El recordatorio de que nada le pertenecía en realidad. —La verdad no me acuerdo, debía estar pequeña —confesé encogiéndome de hombros y sonreí con suavidad. Imaginaba que mamá me habría llevado con Kaoru o Kaoru me habría llevado él mismo, la verdad no estaba segura, apuntaba a lo primero porque el recuerdo borroso parecía más lejano. No lo mencioné porque no tenía razón de ser, puede que ni siquiera se lo hubiese dicho a Zoldryck de haber estado solos, así que el pensamiento simplemente corrió y se perdió. Ella sugirió subir, que como yo era de segundo podían dejarme ahí, como si fuese un paquete del Amazon, y luego seguir. Bajé la vista al suelo, como si hubiera recordado de repente que ni siquiera me había cambiado los zapatos aunque lo tenía presente, y luego volví la atención al grupito. —Yo los dejo. Tengo que cambiarme los zapatos y prefiero no hacerlos esperarme. En vistas de que la otra se le había despegado un momento de él (o incluso si no), estiré la mano hacia Zoldryck y la posé con delicadez en su hombro, en una caricia liviana. Deslicé el tacto por su brazo, le di un apretón suave y retrocedí luego de echarle un vistazo a la bolsita del budín, lo que dije quiso hacerme gracia, pero modulé mis propias reacciones hasta solo mantener la sonrisa cordial. —Puedes compartirlo si quieres, aunque no es mucho. Ojalá que te guste —dije antes de buscar a Zeldryck con la vista y despedirlo con un movimiento de mano. Volví los ojos a Allen, choqué con el púrpura y repliqué la reverencia ahora a modo de despedida—. Fue un placer, Allen-senpai. Con las despedidas hechas giré sobre mis talones, me aparté con un movimiento de mano el cabello que me había caído delante de los hombros al hacer la reverencia y los dejé para dirigirme a mi casillero. ¿Había notado a Katrina? Un poco sí, pero no le di importancia. Apenas me supe libre de los ojos de la comitiva me quité la sonrisa del rostro. Contenido oculto por acá cierro con Shio JAJSJA continuo el chismorreo con los otros dos (? —Por hacer el tonto, pero el hacer el tonto duró bastante más de lo que uno estimaría —respondí sin complicación a la duda de Sonnen y Kurosawa. Realmente no sabía demasiado, algunas veces los había visto por Chiyoda juntos, no parecían pegar ni con pegamento industrial, pero supuse que en ese momento Altan había accedido a ella y cuando cortaron fue, si acaso, porque ninguno pudo ceder más al otro. Suponía que podían llamarse amigos, pero no guardaban contacto de ninguna clase ya en este punto, no que yo pudiera registrar o recordar. Era gracioso que estuviera yo aquí hablando pestes cuando justamente ayer Kurosawa había arrastrado a Suiren y a la nueva, la rubita que no aceptaba el destino de los bichos en los que parecía tan interesada, para invitarlos a comer un postre en la cocina. El rostro que había mostrado Kurosawa al ver su control sobre Usui amenazado y al ver que alguien lo menospreciaba en su cara dudaba que fuese el real del todo, pero se le parecía más que la máscara que llevaba desde agosto de 2016. Tenía pegado el rostro de su hermano muerto. —Una máscara —repetí en voz baja, aunque lo suyo había sonado a pensamiento dicho al público. Noté que Kurosawa se iba, que dejaba a la comitiva, y reí al escuchar el comentario de Suiren. Había visto a Allen en mis narices, pegada a Kasun como moco a pupitre de escuela pública americana, y hasta Sonnen había concordado en que anda podía salir bien de esa mierda. Posiblemente Suiren llevara razón en el pensamiento, en el que no llegó a decir, y Shiori fuese un peligro para ella misma, pero esa bomba no estallaría este año. Puede que no estallara ni siquiera dentro de una década, se había entrenado con un cambia-formas y había tomado una de sus máscaras. Estaba diseñada para esto de formas que el resto de nosotros no. —Debe haberse quedado solo para incordiar —dije regresando al atención a él—. Por el bien de la integridad de Allen, no reaccionar sería lo más inteligente, pero puede que tengas razón. No va a quedarse quieta y no sabrá con la pared de fuego que va a chocar hasta que la tenga encima. Realmente si me ponía a pensarlo con frialdad, si me sentaba solo a reflexionar, lo cierto era que no era la mejor opción para calificar como un amigo formal de Beatriz, que no era más que una pobre criatura inocente hasta el culo de ansiedad social y tratando de vivir su vida. Aunque la versión que le mostraba correspondía con una de mis versiones genuinas, esta coexistía con las demás. La que heredaba un bar de cuarta de su hermano, respondía ante un kyodai de la yakuza cuando debía y ahora tenía en casa un segmento replicado de una joya que había salido de un club donde seguramente nos mataran a todos si alguien se enteraba. No era la clase de persona que debía ser un amuleto, pero me empeñaba en serlo. Fuese para Tora, para Bea o los muchachos del barrio. En esos que atravesaba y acompañaba dejaba un fragmento de mí que podían usar a disposición, en un contexto permitía que liderara incluso de forma remota, por decirlo de alguna manera, en el otro solo servía para señalar los pequeños logros. Al final del día, el asunto era que en realidad no me cuestionaría la naturaleza de mi figura nunca, no lo suficiente para que me preocupara, porque Beatriz nunca se enteraría de nada y ya. Contrario a algunos de mis pares, de esos que estaban malditos en menor o mayor medida que yo fuese por sangre o por voluntad, la verdad era que ostentaba una paz bastante grande. No me mortificaba por escenarios hipotéticos y los menos hipotéticos procuraba mantenerlos bajo control. El tema se deslizó a mi salud, ella tomó el teléfono con mucho cuidado, noté que se agendaba y luego le solté lo demás. Coincidió con nuestra entrada al edificio, así que estuve más pendiente de su reacción a la multitud que a mis palabras, pero su angustia había cortado el aire en mi dirección otra vez, incluso si no se me ocurrió de inmediato. Se detuvo, yo la imité y entonces esperé, ahora sí de forma consciente, su reacción ante la información que acababa de darle. Sorpresa primero, preocupación después, rozó la angustia y yo suavicé el semblante buscando calmarla. Alcé las cejas cuando cortó distancia, había logrado sostener la mirada en mí y se llevó la mano al pecho, en la que seguía sujetando mi teléfono. Me dio las gracias por decírselo y aunque su voz tembló, en sí no tartamudeó, no se le cortó una sola palabra y habría podido jurar que le habían crecido alas en la espalda sin que ella se diera cuenta. Las de la Bea que podía abandonar su tormenta y cruzar un cielo diferente. Sonreí sin darme consciente del todo, el gesto bastó para iluminarme los ojos y estiré la mano hacia ella, la posé en su cabeza con delicadeza, acariciándola con cuidado entre las hebras oscuras. Sabía que podía matarla de nervios, era muy consciente, pero también necesitaba otro puente de comunicación además de los intercambios de miradas. —Preocúpate por mí y yo me preocuparé por ti —concedí con tranquilidad, todavía con la sonrisa pegada a la cara—, como debe ser. Pronto verás que eres buena en algo, como todos, y espero poder estar contigo cuando te des cuenta. Puedo señalarlo si hace falta, ¿no? Hablaste claro de nuevo y al hacerlo me alcanzas. Regresé la mano a mi espacio luego de acomodarle el cabello, asegurándome de no haberla despeinado demasiado, y ladeé la cabeza. La sonrisa se me ensanchó, entrecerrándome los ojos. —De hecho me gusta que me distraigan cuando me siento mal, así que te lo agradeceré mucho. —No le pedí el móvil, solo le señalé los casilleros de primero—. Mientras tanto sigamos luchando con el gentío, ¿te parece? Te acompaño a tu casillero. Contenido oculto llorando me encuentro A LAS OCHO DE LA MAÑANA
La chica me contestó que se encontraba de maravilla, lo que me hizo sonreír ligeramente divertida, e inmediatamente después me confirmó que se trataba de Maxwell. La chica me dijo que podía llamarla Vero o Verito, propuesta con la que simplemente mantuve una sonrisa educada, sabiendo que con toda seguridad no usaría un apodo así para alguien que acababa de conocer; de hecho, hasta me sentí un poco incómoda cuando ella sí que se tomó esas confianzas conmigo. Incluso sabiendo que estudiaba en una escuela internacional ahora, había cuestiones a las que seguía sin acostumbrarme... Aun así, no vi oportuno decir nada al respecto; se notaba que ella era extranjera. Asentí con la cabeza en respuesta a su invitación, manteniendo la sonrisa tranquila en todo momento, y solo le hice una rápida señal de mano para pedirle que me esperase un par de segundos, pues todavía necesitaba hacer el cambio de zapatos. Una vez hecho eso, volví a girarme en su dirección, y señalé el pasillo con la mano antes de empezar a caminar hacia allá. —¿Cuáles son esos avances, entonces? Contenido oculto como tenga que postear con otra persona en el pasillo me muero, so puedes ir arrastrándolas tú uwu
Suavizó sus facciones, en la búsqueda de aminorar el impacto que su revelación había dejado sobre mi pecho. La preocupación continuó ganando terreno en cada fibra de mi ser pese a su noble intención, como una onda expansiva lenta pero indetenible; y en ella se enredaba la angustia, al pensar en el sufrimiento que debía suponerle su condición. Deseé, incluso, tener el poder de sanarlo aquí mismo, en medio de esta gente. Todavía no registraba del todo la aglomeración de personas a nuestro alrededor, porque mis ojos no se apartaban de los de Rowan, y tampoco podía corresponderle a su intento de calmarme. No había mucho que se pudiera hacer. Pero lo cierto era que, con mi reacción, estaba expresando otra cosa, sin darme cuenta: que era valioso para mí. Algo que me costaría muchísimo transmitírselo con palabras, pues la vergüenza las ahogaría sin darles oportunidad de surgir. Además de mi timidez y mis nervios, tampoco se podía obviar el hecho de que era alguien muy sensible. Tenía el corazón comprimido y por eso… en cualquier otra circunstancia, una capa de lágrimas me habría nublado la visión. Más, aquí… mi espíritu tomó una dirección diferente. Elegí ser fuerte. No para mí, sino para Rowan. Así, fui capaz de traspasar mis propias barreras para acercarme más a él, en más de un sentido. Juré, con la mano en mi corazón sensible. Le prometí que lo cuidaría. Su mirada pareció llenarse de luz ante mis palabras, su iluminó de tal manera que tuvo el poder de distraerme un instante. Y… Y… Advertí su mano sólo cuando ya estaba cerca de mi cabeza. Mis iris se desviaron hacia sus dedos con la rapidez de un relámpago, parpadeé con suma rapidez y mi cuerpo se contrajo ligeramente; oprimí su teléfono contra mi pecho, donde los retumbantes latidos de mi corazón comenzaron a golpetearlo. Al sentir su tacto sobre mi cabello, no supe muy bien hacia dónde mirar. Pero a partir de cierto punto… sólo cerré los ojos. Se me veía tensa, con las mejillas exhibieron su rubor de siempre. Y con todo, no hice ningún ademán de apartarme de la mano de Rowan. Su caricia era cuidadosa, como la que me dio Jez en el brazo. Aunque no lo pareciera, en ambos casos me sentí reconfortada. ¡S-sólo necesitaba acostumbrarme, ¿tal vez?! “Preocúpate por mí y yo me preocuparé por ti, como debe ser” Como no lo estaba mirando por tener los párpados unidos con firmeza, su voz me alcanzó como si llenara el espacio, alzándose por sobre el murmullo general. Asentí para hacerle saber que lo escuchaba, sacudiendo levemente su mano, que seguía en mi cabeza. Me dijo que pronto vería que era buena en algo y quise creerle, pero la desconfianza sobre mis habilidades era más imponente; al menos tendría el consuelo de contar con su apoyo. Y cuando me dijo que al hablar claro lo alcanzaba, volví a sentirme muy conmovida y, otra vez, mi cuerpo intentó mandar señales para hacerme lagrimear., por suerte sin éxito. Definitivamente, me había puesto muy sensible. Abrí los ojos cuando sentí que dejó de acariciarme, aunque no volví a alzar la mirada hasta que acomodó la última hebra de mi cabello. Liberé con lentitud el aire que había retenido en mis pulmones, mientras me decía que le gustaba que lo distrajeran durante sus cuadros de dolor. Me limité a asentir, no dije nada porque necesitaba acomodar el sinfín de pensamientos que se habían arremolinado en mi cabeza. Sólo cuando seguí la dirección que su dedo señalaba, hacias los casilleros de primero… fui más consciente de la gente. La ansiedad social reptó rápidamente por mis músculos, tensándolos. Agaché la cabeza para evitar cualquier cruce de miradas fortuito e, instintivamente… di un paso al costado, para quedar más cerca de Rowan. —Va… Vamos —dije. Cuando estuvimos frente a mi casillero, su puerta me sirvió como un pequeño escudo y, con Rowan a mi lado, logré ordenar mis pensamientos… apenas un poco. Había uno en concreto, sobre el que estaba retornando con constancia. —¿T-Tú crees que… podría llegar a ser buena… en el arte? —pregunté con timidez, mientras me cambiaba el calzado— Tal vez… D-digo, estoy pensando… En si sería buena idea intentarlo… Cambié el tema de conversación, a uno que, no obstante, me interesaba de forma genuina. No consideré prudente continuar hablando sobre su padecimiento, porque desconocía hasta qué punto le era difícil a Rowan tocar el tema. Pero lo había visto tranquilo en toda la conversación: al describirlo, al advertirme que volvería a suceder, al ver mi reacción. Si me detenía a pensarlo, su carácter afable y alegre persistía desde que lo conocía, radiante como una llama en medio de la oscuridad. Lo admiré, por esa fuerza y voluntad.
¿Quién lo hubiera dicho? Al parecer, esa carita bonita que Fujiwara me llevaba no era lo único atractivo que escondía. Y me refería, por supuesto, al hecho de que el día anterior me había levantado del césped como si fuera una plumita (cosa que, lemme tell ya, I wasn't), lo que claramente me dejó pensando que me había conseguido una cita de lo más interesante. My, my, always so lucky~ Por desgracia, la vida no tardó en recordarme que apenas seguíamos a mitad de semana, y aunque era cierto que no tener resaca siempre ayudaba a ver las cosas con mejores ojos, también lo era que la escuela seguía quitándome las ganas de vivir on a daily basis. Oh, well, such was life... Además, para cuando llegué aquella mañana, me di cuenta de que había montado todo un drama en los casilleros, y mi alma de chismosa se animó bastante ante la perspectiva. Por un lado estaban los gemelos con la rubita que siempre andaba pegada a ellos como chicle y... ¿Kurosawa? That was new. Y por otro lado vi a Kitty Kat con Suiren, que parecían tener su atención puesta en el grupo en cuestión, aunque a saber si era por pura curiosidad como en mi caso o había más relaciones ahí que yo no conocía. Bah, anyway... no me estaba enterando de mucho desde mi casillero, así que a medio camino me aburrí y empecé a subir a clases, but I guess the info was there, in case it was ever needed... Contenido oculto ¿pensabais que iba a estar un periodo entero sin rolear a esta pendeja? ha os digo, HA (?)
Entendía que lo que hiciera o dijera no le quitaría la preocupación de encima, no era la manera en que funcionaba el mundo, menos la cabeza de personas como Beatriz. Igual eso no detenía mis intenciones de buscar tranquilizarla, una cosa era preocuparse sin límites y la otra con algo de control, al menos a mí me parecía diferente. Puede que fuese un privilegio que venía con mi personalidad, no lo descartaba. Además, uno no se angustiaba por personas que le daban igual, en la preocupación existía, como mínimo, reconocimiento y complicidad. En otros momentos y escenarios, podía traducirse a amor de diferentes clases. Lo que quería decir era que aunque iba por la vida sin atarme a nada, trataba de no ser igual de irresponsable con mis amistades y su preocupación por mí, pues entendía que era una traducción del significado que tenía en sus vidas, fuese mucho o poco. Sobre todo ahora, porque Bea acababa de prometerse algo a sí misma y también me lo había prometido a mí. En cualquier caso, apenas la toqué sus ojos viajaron a mi mano y la niña se contrajo bajo mi tacto, como un animalito nervioso. Al final cerró los ojos en medio de su tensión, seguía con la cara roja, pero en sí no buscó apartarse y me dejó ser, de paso asintió luego de que le hablara de nuevo. Me escuchó incluso si no se creyó mi afirmación de que pronto vería en qué era buena y puede que yo ya tuviera una de las respuestas. Los que podían anular su miedo para acudir a los otros poseían consigo un poder inmenso, sin embargo, también parecía que les costaba reconocerlo. Sería cuestión de tiempo, nada más. No dijo nada, pero yo no creí que hiciera falta, y cuando le señalé los casilleros pareció recordar que seguía existiendo en un mundo con más personas. Bajó la mirada, imaginé que para evitar cualquier choque con la de otra persona, pero se acercó más a mí y la acompañé a su casillero. Ya allí la puerta hizo de escudo, me limité a esperarla y por eso cuando me preguntó algo me sorprendió aunque no lo dejé ver. —Bueno, la cosa es que no podemos saberlo si no lo intentas —respondí con calma—. Lo bueno del arte es que siempre te puedes desentender del lado más pegado a la academia artística y sus exigencias, en ese espacio no importa tanto cómo se vea algo, si no lo que implique para ti al producirlo. Mucho del descubrir si uno es... bueno o lo que sea, viene de esas primeras aproximaciones. Nadie nace aprendido después de todo.
En parte llegué a pensar que Kurosawa se negaría, probablemente porque pensé que se sentiría extraña de ir en grupo con nosotros pero no pude evitar tampoco sentir cierta motivación por la aceptación a una invitación que estaba en el aire. Sabía que se debía a que disfrutaba mucho la películas, o las series, y compartir eso con ella sería para mí más agradable que por ejemplo la vez que salimos a la discoteca con los demás. Alcé las cejas ligeramente cuando mencionó que la última vez que asistió a uno estaba pequeña. Para mí era común ir cada fin de semana si tenía el tiempo y habían buenas películas exhibidas. Como fuese, Kurosawa se despidió, le sonreí con la suavidad usual, extendió su tacto acariciándome y cuando me dio el apretón en el brazo le mostré los dientes ampliando la sonrisa, aún así, sentí el ambiente ligeramente tenso luego de eso pero traré de que no se me colara en las facciones pese a que terminé con una risa algo nervioso, murmurando un gracias -de nuevo por el detalle de esta mañana-, desviando mi atención visual a Allen en cuanto la morena se giró. Zeld se despidió con un movimiento de mano y Gen apenas murmuró un bye. —¿Subimos? —pregunté como sino estuviesemos en eso hace un rato. —Supongo —soltó Génesis, pareció torcer los ojos en algún punto, dirigiéndonos hacia el ascensor—. ¿Salimos hoy a comer? —¿Pizza? —Zeldryck pareció girar el rostro a un punto, aunque por mi posición no logré notar a que o a quién había echado la, siendo su objetivo Craig y Akaisa, movió los labios hacia ellos y regresó la vista al frente. —Pensaba en un helado —re-direccionó ella, mirándome de regreso. Le sonreí como de costumbre. —Sí, estaría bien. De naranja tengo ganas hoy. Según la información de Akaisa habían salido por un tiempo prolongado, me pregunté entonces qué podría buscar una chica como Kurosawa en una pareja, o si para empezar estaba buscando pareja en realidad; porque siendo objetivos, el gemelo en ella si parecía tener un sentimiento romántico, pero vete a saber si estaba siendo correspondido o simplemente estaba ocupando el lugar de alguien que por razones externas ya no estaba. Kurosawa comenzó a alejarse del grupo, supuse que la interacción había muerto ahí, que para ser sincero a esta hora un roce era demasiado. En cuanto el grupo se dirigió al ascensor noté a Zeldryck girar su rostro, pareció deparar tanto en Akaisa como en mi presencia. Movió los labios aunque no parecía estar hablando, sino más bien haciendo mimíca, presté atención y con facilidad logré interpretar su: "bonita pareja" regresando el mentón al frente y perdiéndose con el otro par en el ascensor. Solté el aire por la nariz con una pizca de cinismo. —Ojalá no lleguen a ese punto —agregué a lo último que dijo. O yo tenía alma de viejo porque no me divertía con las miserias de los demás, o me daba tan igual que terminaba comentando una respuesta socialmente aceptable. Como fuese—, ya que hacemos bonita pareja, te veo luego, Kat. Sonreí apenas, despegándome del locker y encaminándome a las escaleras, ya que de nuevo debía pasar a la sala de profesores antes de subir a clases. Contenido oculto Por aquí cierro con ellos, me divertí mucho, gracias <33
El primer impulso de mi pensamiento, cuando no se trataba de nublarse por la ansiedad o los nervios, era el de cuestionar mis capacidades… para todo, principalmente lo que concernía a las interacciones sociales. Sucedía durante más tiempo del que me gustaría admitir, era como un fantasma que me seguía a todas partes, con unas manos grandes y contundentes que echaban todo su peso sobre mis hombros. Convivir con esto no era sencillo, me arrastraba al agobio cuando tenía que desenvolverme por el mundo, en pos de alguna actividad. T-Tal vez… sólo me consideraba buena en los estudios, y a veces ni siquiera estaba completamente segura de eso; incluso cuando las altas calificaciones en mi anterior escuela me posibilitaron una beca para estudiar en el Sakura, sólo por mis méritos académicos, siendo que mi familia no contaba con recursos económicos para costear esto… Pero cuando Rowan dijo que pronto me vería a mí misma siendo buena en algo, como si fuera un aviso… no le creí. No lo creí, y me daba muchísima pena no hacerlo porque eran las palabras de un amigo, mi amigo. Y sin embargo… Quise hacerlo. Esta intención horadó apenas en la niebla que me hacía desconfiar de mí misma y allí permaneció, luchando con su insistencia. De ahí que a mi mente volviera a acudir la noción del arte… y el deseo aún no reconocido de aventurarme en esa zona, aún si me daba mucho miedo no ser… ¿habilidosa? El cuestionamiento sobre mi capacidad volvía a nacer, pero lo callé como pude para escuchar… qué respuesta podía dar Rowan a mi pregunta. La idea de tomar un pincel o… o lo que fuese… me asustaba, y quizá por eso busqué… Eeeh… Sostenerme en él, ¿tal vez? Rowan me dijo que no lo sabría hasta intentarlo, una respuesta lógica, ¿tal vez? P-p-pero… ¿por cuánto tiempo debería intentar hasta sacar una conclusión? Lo que dijo después volvió a arrojar silencio sobre mis cuestionamientos internos. Remarcó que la ventaja que nos proporcionaba el arte era que nos permitía alejarnos de la normativo, del aspecto más teórico, y que lo único que importaba era lo que implicara para mí, no qué tan bien se viera. Me recordó a algo que me dijo Akaisa en la sala de arte, como si se complementaran… Seguía cayendo erróneamente en el concepto de la perfección, pues sin querer asociaba al arte con ese término. Era eso lo que me frenaba… Cerré mi casillero con cuidado luego de terminar con la rutina del calzado. Al perder el escudo de la puerta, volví a sentirme expuesta y agaché ligeramente la cabeza, aunque la mantuve lo suficiente alta para mirar a Rowan… Sin ser consciente del otro avance que se estaba produciendo, al menos con él: podía mirarlo más tiempo a los ojos. —Nadie… nace aprendido —repetí con lentitud, como si lo estuviera grabando a fuego en mi mente—. K-Katrina me dijo que no se trata de hacerlo bien, sino de… sólo hacerlo. Pero… igual me da… un poco de miedo intentarlo, Ro-senpai —confesé. Lo miré, dubitativa, y también avergonzada por estar admitiendo algo así. P-pero… Los… Los amigos podían hablar de estas cosas, ¿tal vez? —Si llegara el día… que me anime a pintar… o a dibujar. ¿Me acompañarías? —le pregunté, aunque sonó más como una súplica. Contenido oculto: a Quise cerrarlo pero se me descontroló la niña (para variar). Espero que al menos valores la intención uvu (?) Como te dije por WA, Bea lo acompañaría a los casilleros de tercero y demás.