Interior Casilleros

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

  1.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Había tenido algunas dificultades con el trabajo que me correspondía, el material con el que contaba no era exactamente el que necesitaba pero servía, así que llevaba pruebas y pruebas hasta que ayer por la noche creí lograr un avance real. Las dos aldabas que había unido, por fin, se parecían lo suficiente al original para que me decidiera a continuar. Creía poder tener un pequeño segmento listo para el fin semana, apenas el que sería la muestra, pero si lograba seguir como hasta ahora debía ser irreconocible.

    De cualquier manera, había que ser un individuo funcional y eso, ¿no? Así que me preparé para ir a clases, salí de casa y acabé llegando a la escuela sin mayores retrasos. Tora llegaría más tarde porque tenía su cita del mes con sus loqueros y yo, bueno, tenía una pequeña misión entre manos.

    Cargaba conmigo una bolsa de papel que tenía guardada la camisa con la que me habían salvado la vida el día del café, estaba bien lavada y planchada, todo lo que faltaba era encontrar al dueño. Se me ocurrió preguntarle al pelirrojo que había visto con Sasha y el chico en cuestión, pero al parecer no había llegado y de por sí habría sido innecesario. Mi objetivo estaba en los casilleros, así que me acerqué con calma balanceando la bolsa, siguiéndole los pasos, y apenas tuve oportunidad asomé la bolsa por un costado interrumpiendo su avance.

    —Se supone que lo correcto es agradecerle a los héroes por su trabajo~ —canturré como si al tío lo conociera de toda la vida—, aunque sería más fácil si conociera el nombre del salvador.

    algún día pararé de secuestrar a Kenny porque me lo dicta el corazón, pero ese día no es hoy
     
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    Las expresiones de Jez no eran fácilmente de notar, pero yo era muy observadora y apenas las había visto. Tal vez no fue la mejor decisión de Adara mandarme de mensajera si esperaba que se preocupara menos, pues suponía que no funcionó del todo.

    Suspire queriendo relajar las sensaciones que estaba sintiendo mi cuerpo; ahora mismo le había dicho todo, pero no me sentía más relajada para nada, realmente llegaba a pensar que las actitudes de Adara no se entendía con claridad, a veces no quería lastimar a nadie, pero ella mismo no se daba cuenta de lo que ocasionaba así supiera que lo hacia consciente o inconscientemente.

    De seguro y de la misma forma en la que ella se preguntaba, nunca entendí cómo nos convertimos en mejores amigas. Adara era muy diferente a mí, pero teníamos algo en común, algo que nos marcó desde pequeñas.

    Y ahora que la contemplaba de la forma en la que estaba, me daba tristeza porque sabía que el collar de su abuela era lo más preciado que tenía, tal vez no lo había demostrado cuando me llamo, pero apreciaba que ese viaje a Grecia no era porque si, ella se hubiera quedado con Darío y su Nana si le era necesario para no poder perder esos días de clases hubo algo más ahí realmente iba a visitarlos porque...

    Iba a terminar de desequilibrarse, de llorar si no lo había hecho, y de echarse la culpa por ser tan irresponsable, de perder algo que le dejó su abuela a su cuidado.

    ¿Cómo no lo vi antes?

    Por Dios Adara, realmente tienes que dejar de maquillarme las cosas solo por no herirme.

    La voz de Jez hizo que volviera a la realidad. Mencionó que Adara era muy buena dando advertencias y no podía negar que sí, sí que lo era. Su tono de voz no fue de molestia, sino que más bien sonó algo indiferente. Por así decirlo, creo que yo podía hasta sentirme de la misma forma en como se sentía ella ahora, ¿no?

    Si Jez supiera que lo que más me hubiera gustado era que también le fuera escrito a ella, Adara la consideraba como una amiga, lo pude notar en el acampamento.

    La chica mencionó que si no tenía nada más que hacer, podíamos ir subiendo juntas, sí quería, y al recibir su sonrisa, se la devolví, pero no fue como realmente quise hacerlo. Asistiendo un poco en modo de respuesta, miré a mi alrededor con algo de calma.

    —Claro, podemos ir subiendo —caminé en dirección al pasillo—. Por cierto ¿Una pregunta? Por lo que me dijo Adara, justamente estabas con ella cuando se dio cuenta que se le había perdido el collar ¿no? —le sonrei—. ¿Ella te menciono en algo porque le dolio —o le sigue doliendo— tanto la pérdida del collar de su abuela?

    ¿Por qué la pregunta? Quería simplemente saber si ella sabía lo del accidente, tal vez Ada no se lo contó así, en concreto, ¿no?

    Pero tampoco era mi labor decirle a Jez eso era trabajo de ella, de Adara, ahora solo estaba frente de la chica por un favor, y uno muy díficil para decir verdad. Solo esperaba que llegará a escribirle, sino lo hizo de seguro fue porque gasto su último recurso de energía llamadome a mí pero eso no explicaba que no podría realizarlo después.

    Claro si no se había desconectado por completo del mundo exterior puede que llegará hacerlo.
     
    Última edición: 24 Enero 2024
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Cuando toda la efusividad del reencuentro fue menguando comenzamos a comportarnos como señoritas más educadas. Emi me dijo que estaba bien aunque se había aburrido un poco, y la sonrisa no se me borró del rostro ni un instante. Era consciente a todo momento de sus manos entre las mías y las acaricié con mimo, reflejando genuina ternura en mi semblante. Le creía, vaya, lo hacía con una naturalidad que era un consuelo en sí mismo.

    —¡Pues no temáis! ¡Annie ya está aquí! —proclamé a viva voz, inflándome el pecho y colocando los brazos en jarra. Me aflojé el cuerpo con una risa, recogí sus manos y me incliné para hablarle bajito, en confidencia—. Espero que hayas aprovechado para recargar energías, Em, porque no planeo dejar que te aburras ni un minuto más, ¿entendido?

    Aquella última pregunta la hice con el ceño fruncido, muy seria, y luego regresamos a la programación habitual. Noté sus intenciones de retroceder y la seguí, asumiendo que nos dirigíamos a su casillero. Me había contado que ayer le había tocado el tour de una chica nueva y también atendió a las galletas. Le eché un vistazo a la bolsa y solté una risa breve.

    —No, qué va, me las dejó Cayden. Y si me obsequió galletas a mí, mínimo también le dio a mini Ishi. La notita ponía que las compartiera contigo, pero deben tener algunos días porque ya están algo duras... —Mi tono fue menguando conforme hablaba pues aún me daba pena lo ocurrido, aunque de repente agregué—: Eso, o es un terriiiiible cocinero.

    Era coña, por supuesto. Se notaba que las galletas estaban viejitas, pobrecillas. Cuando me detuve junto al casillero de Emi le eché un último vistazo a la bolsa, suspiré bajito y renové los ánimos al mirarla.

    —¿Qué tal el tour ayer? ¿La pasaste bien? ¿Adónde fueron? ¿Cómo se llama la chica? ¿Era simpática?
     
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    Bruno TDF

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    El impensado cambio mantenía su avance. Confuso, vertiginoso… y necesario.

    Cuando los neumáticos del coche dejaron de rodar, la academia Sakura se alzó más allá de su patio frontal. Imponente como una mansión… También misteriosa. El silencio que flotaba sobre nuestros asientos se volvió mucho más denso, tan pesado que parecía resistir el murmullo ahogado de los estudiantes que caminaban al otro lado de los vidrios polarizados. Era eso lo único que parecía componer mi vida en los últimos meses: una masiva falta de voces… Seguía sin saber si era lo que quería o si me provocaba incomodidad, pero sabiendo que nadie iba a decir mucho más en el interior de este vehículo, abrí la puerta y posé los pies en la acera.

    Avancé unos pasos y me giré hacia el coche ostentoso en el que me habían traído. Sus vidrios negros eran como escudos que guardaban secretos, pero la ventanilla delantera pronto comenzó descender con un sonido leve y constante. Por primera vez en el día, los ojos de mi madre se posaron sobre mí; su rostro mantenía la eterna templanza de la rectitud. Más, me prestaba atención, se fijaban en su hija.
    Y detrás de ella, en el asiento del conductor, papá escribía fervorosamente en su móvil, ataviado con un traje tan opulento como el coche. Él no me miraba. Se lo notaba molesto, y yo sabía que la razón de su fastidio era el haberme traído hasta aquí, asunto que lo llevó a postergar una de sus reuniones de negocios. Comúnmente teníamos más de un vehículo a nuestra disposición, cada uno con su chofer, pero todos ellos habían quedado atrás y se debía contratar nuevo personal… Mejor dicho, había un número inconmensurable de asuntos por acomodar.

    Porque esta mudanza a Tokio fue demasiado abrupta, al punto de bordear lo incomprensible.

    Mamá, desde la ventanilla, sólo me dedicó un leve asentimiento con la cabeza, mientras papá continuaba ofuscándose detrás. Era una mujer moldeada por costumbres de alta cuna; por lo tanto, poco expresiva. Pero entendía los mensajes que guardaban sus gestos casi imperceptibles. Con su afirmación silenciosa me deseaba suerte, y ante eso respondí con una inclinación. Habría sonreído también, pero todo se sentía extraño aún, así que sólo me limité a ver cómo papá volvía a poner el vehículo en marcha para desaparecer tras la primera esquina.

    Avancé por el patio frontal. El edificio de la academia se alzaba frente a mis ojos, dando la impresión de que iba precipitarse como una ola de ladrillos. Era un sitio desconocido. Igual de irreconocible como los rostros que me rodeaban. No hallaba una sola voz disinguible entre la gente, ningún nombre que me hiciera girar la cabeza. Nada… Y eso, precisamente, fue lo que estuve queriendo tanto tiempo. Mi deseo se había cumplido. Pero…

    ¿Podría aceptar, a través del tiempo, que me hubiesen arrancado de la ciudad donde crecí?

    Suspiré al cruzar la entrada del edificio, y con el aire se esfumó esta pregunta que me oprimía los pensamientos. Aunque aún sintiera todo tan extraño a mi alrededor, esto era lo que había querido: ser una completa desconocida. Era lo único que me importaba, y lo que me permitió moverme entre la gente sin ningún signo de incomodidad en mi expresión, se me veía bastante tranquila. En los casilleros, busqué el compartimento que ya debía tener mi nombre designado, para realizar el primer cambio de zapatos en esta renombrada institución.

    Algo de alivio me alcanzó en medio de todo lo demás. Y lo agradecí.

    Insane Aquí le dejo a la nueva mushasha, mi estimada :dancecat:
     
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    Zireael

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    Lo dicho, no era culpa de esta muchacha estar haciendo de mensajera y tampoco era algo que condenarle a Adara en realidad, eran cosas que pasaban, quisiéramos o no, pero eso no quitaba que hubiera preferido que fuese de una manera menos ambigua. Ahora mismo no daba para disgustos, estaba entre cansada, resignada y aburrida, ¿pero qué derecho tenía en realidad de quejarme? Ninguno y esa era la única verdad.

    En cualquier caso, Fiorella me regresó la sonrisa y empezamos a caminar en dirección al pasillo. Cuando me recordó que estaba con Adara cuando su collar se perdió asentí con la cabeza, pero negué cuando me preguntó si me había dicho por qué era tan importante. Me faltaba información clave, pero en este caso al menos podía unir algunos puntos por experiencia propia.

    —Cuando perdemos un objeto y causa esa clase de dolor —dije como si fuese una suerte de pensamiento en voz alta—, es porque representa algo que ya no tenemos con nosotros. Algo que ya no podemos alcanzar a tocar, escuchar o ver.


    medio feo el post, perdón (? no podía postear en el pasillo porque tengo la última respuesta allí jsjs
     
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    Insane

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    La semana continuaba transcurriendo con la tranquilidad usual, digamos que en parte había dejado el fin de semana en una cajita que ocupaba un espacio recóndito en mi cabeza, no le había escrito a Kurosawa ni la había buscado porque no quería ser un intenso de turno, y en parte porque mi carácter tampoco rayaba esa característica ni de cerca, suponía que luego la vería, y probablemente la invitaría a salir o dejaría algún otro dulce que me llamara la atención en su casillero o escritorio, como fuese... hablando de casilleros.

    Hace un tiempo había un par sin nombre, pero me percaté de que recién habían marcado uno de esos, tan solo porque estaba cerca del mío. Me dediqué a cambiarme los zapatos, también sujeté unos audifonos que había dejado dentro, cerré luego el metal dispuesto a irme a mi clase, sin embargo noté a una chica que no reconocía de nada buscando -aparentemente- su locked. Lo encontró, y me animé, de curioso, a hablarle.

    —Ey —le llamé en lo que se cambiaba los zapatos—. ¿Primer día? —asumí más que nada, risueño descubrí mi dentadura; señalé el casillero tras ella—. Hace unos días no estaba marcado, así que lo asumo.

    Me acomodé la mochila al hombro, y detallé el nombre en el metal.

    —Kaoru... Nakayama —murmuré, enterándome que la chica era japonesa entonces, me disculpé en un murmuro por el hecho de que, en esta cultura era medio insulto tomarse ese tipo de libertades.
     
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    Ni bien llegué a mi casillero, noté una repentina presencia a mi lado; bueno, lo realmente correcto sería decir que una bolsa de papel flotante asomó por un lado de mi cuerpo y, claro, eso llamaba la atención de cualquiera. La bolsa flotante en cuestión acabó teniendo dueño, claro, y me di cuenta de su existencia solo cuando escuché la voz que lo acompañaba, pues me hizo girar la cabeza en su dirección. Reconocí al pelirrojo de la otra vez, al que le había tenido que prestar la camisa a petición de Sasha, y le sonreí con suavidad al dar con su mirada; quizás con algo de retraso, eso sí.

    —Kenneth, aunque 'mi héroe' es un apodo al que me acostumbraría rápido —comenté con tono divertido, extendiendo el brazo para aceptar la bola que me estaba ofreciendo—. Encantado, por cierto. Y encantado de salvarte, también, eh... ¿mi salvado? —añadí, junto a una risa de nada; obviamente, le estaba dando pie a que también se presentase.

    uy, kenny boy y yo encantadas del secuestro, tho u///u

    Emily 3.png

    Lo cierto era que no me apenaba en absoluto admitir que me había aburrido sin la compañía de Anna; era la verdad, vaya, y además, su reacción al respecto fue tan adorable que no había manera de que me arrepintiese de decírselo. Me acarició las manos con cariño, haciéndome sonreír con suavidad ante el gesto, y poco después mi expresión cambió a una más bien de diversión, pues la chica se infló el pecho con orgullo al proclamarse lista para salvarme del aburrimiento.

    —Oh, no, ¿acaso he despertado a la bestia? —murmuré en respuesta a su comentario, con un gesto de preocupación claramente fingido, para acabar dejando salir una nueva risilla de nada—. ¡Estoy más que lista, señorita! —Me llevé la mano a la frente en cuanto dije aquello último, en un burdo saludo militar que rápidamente deshice con una nueva carcajada.

    Mientras nos dirigíamos a mi casillero, y una vez le hube preguntado a la muchacha sobre la bolsita que llevaba, ella me contó que había sido un regalo que Cayden le había dejado; una galletas, para ser más específica. Abrí un poco los ojos por la sorpresa, porque lo cierto era que no me lo había esperado para nada, pero al final fui asintiendo con la cabeza por el resto de información y... vaya, se me escapó una nueva risa por el añadido de que quizás el chico no era el mejor cocinero del mundo. Sabía que era una broma, quizás por eso me lo tomé con tanta ligereza.

    Al final, no comenté nada más al respecto, aunque tampoco importó demasiado porque Anna ya se encargó de acribillarme a preguntas mientras me cambiaba los zapatos. Fue inevitable, otra risa se me escapó por toda la seguidilla de cuestiones y, en fin, ya había quedado más que claro que me lo pasaba muy bien cuando estaba con ella, especialmente cuando ambas estábamos de tan buen humor y podíamos realmente compartir el tiempo juntas.

    >>Estuvo bien, sí. La chica quería ver el invernadero, así que fuimos directamente ahí, y ya sabes que me gusta mucho, así que me lo pasé muy bien. Se llama Lombardi-san, ¡y me pareció simpática! Ah, de hecho, creo que está contigo en el proyecto de este mes... oh, supongo que no has visto los grupos, ¿cierto? ¡Podemos pasar a verlos ahora, si quieres!

    si quieres, puedes ir arrastrándolas, bebi <3
     
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    Zireael

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    Al pobre diablo le caí de la absoluta nada, solo cuando le hablé giró la cabeza para mirarme, sonrió con suavidad a pesar del delay y le regresé el gesto de la misma manera con la facilidad absurda de siempre. Me dio su nombre, aunque dijo que podía acostumbrarse al apodo de "mi héroe" con rapidez y la tontería hizo que se me aflojara una risilla. Quién era yo para quitarle el gusto al caballero, ¿no?

    En fin, aceptó la bolsa, yo regresé el brazo a mi espacio y me llamó su salvado a falta de un nombre, claro. Asentí suavemente con la cabeza, muy solemne de repente, pero acabé regresando a la actitud de antes.

    —Rowan, héroe mío, ese es el nombre. —Me presenté bastante entretenido con la estupidez—. Encantado igualmente. Camisa lavada y planchada para ti, lo mínimo que merecías luego de que Sasha te mandara a salvarme la vida de un día oliendo a café.


    is he flirting, is he just a dumbass, is he just friendly? Bro is my son and i don't know these answers myself
     
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    Bruno TDF

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    No estaba muy deseosa de mantenerme en el mar de divagaciones que inundaba mi cabeza, cuyo oleaje parecía haberse incrementado desde el aterrizaje del avión privado que nos trajo hasta aquí. Retroceder tantas veces sobre los días previos sólo conseguía cansarme, hacerme sentir un ave perdida en un cielo desconocido y nebuloso. Por fortuna, el tener que pasar entre estudiantes y luego darme la tarea de ubicar mi casillero... me fue suficiente para apartarme hacia las sensaciones nuevas. No reconocer a nadie a mí alrededor, ni siquiera cada ladrillo de este edificio, cargaba un sabor extraño y reconfortante.

    Me permitiría el placer de ser irreconocible, un rostro sin historia.

    Sabía de antemano que esta escuela era internacional, aun así conservaba algunas formas japonesas en la distribución de sus espacios, como lo eran estos casilleros. Divididos en cursos y siguiendo un patrón determinado, gracias al cual pude hallar mi compartimiento sin demoras muy extensas. Estaba vacío, completamente vacío, como un lienzo esperando a ser llenado. Y volví a sentir alivio.

    Mientras me cambiaba el calzado, escuché una voz dirigida hacia mí. Giré con suavidad hacia quien me hablaba. Era un muchacho de rostro risueño y ojos que recordaban a la miel. Le presté atención al instante y confirmé con un asentimiento de cabeza que era mi primer día, tal como acababa de señalar. Mostró una sonrisa relajada que me costó interpretar en un principio, hasta que recordé la predominancia de alumnos extranjeros en el Sakura. Por lo tanto, no sería raro hallarme ante tratos más… desenvueltos, supongo.

    Quizás hubo un pensamiento similar por parte de este chico, ya que apenas terminó de leer mi nombre me murmuró una disculpa. Esta vez, en mi rostro tranquilo asomó una sonrisa cortés.

    —Descuida, no me has molestado —aclaré, justo en el instante que terminé de realizar el cambio de calzado.

    Cerré mi casillero y, de la misma forma que él, me tomé el atrevimiento de vislumbrar el nombre que figuraba en el suyo.

    Zol-du-ryc —deletreé, no sin dificultad, su nombre extranjero; el apellido fue más sencillo— Kasun.

    Giré lentamente sobre los talones, un poco enfrentándolo y, acto seguido, le dediqué una reverencia cordial. Las puntas de mi cabello se mecieron por sobre mis hombros.

    —Es un placer conocerte, Kasun-san —saludé, para luego erguirme y volver a sonreírle con la cortesía de antes. Afiancé en mis manos el maletín escolar—. Gracias por recibirme, eres la primera persona que me habla. Efectivamente, soy Nakayama Kaoru, de la clase 3-1, y me transfirieron hoy.
     
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    Insane

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    Me relajé en cuanto me dijo que no me preocupara, por lo que de igual forma, por su tono de voz monocorde -que parecía tener una estructura- me encasillé en programarme a llamarla por el apellido, ya que evidentemente no era extranjera como gran parte de los estudiantes. La noté husmear en mi casillero, me sonreí con ligereza en lo que deletreó mi nombre, me causó algo de gracia el que no lo dijese bien pero no quería corregirla.

    Seguí con las pupilas su reverencia y asentí por respeto, denoté rapidamente el sufijo, y en cuanto se enderezó estuve por hablar, sin embargo al ella continuar aguardé. Los japonesés solían ser bastante respetuosos, era agradable si debía ser sincero, pero aún así no pude evitar ser un poco más amistoso como era natural en mí:

    —Puedes decirme Zold sin problema, si te es cómodo —agregué por fin, y suavicé las facciones sin intención—. Yo voy a la 3-3, bienvenida.

    Me acomodé de perfil, casi dándole espacio por si quería caminar a mi lado en lo que hacía un movimiento de cabeza para señalar el ascensor como punto de inicio, digamos que ya la persona que le asignarían en el tour le enseñaría con detalle los pasillos, así que bueno, decidí el camino más breve al notar que los estudiantes comenzaban a aglomerarse camino a las escaleras.

    —Llevo creo que dos meses acá sino estoy mal, cualquier cosa en la que te pueda ayudar con mucho gusto. Aunque bueno, mi japonés no es muy bueno, por si acaso —hablé para luego si echarme a caminar, no sin antes esperarla a ella—. ¿Y Dónde estudiabas antes, Nakayama?
     
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    Bruno TDF

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    Mi sonrisa se ensanchó cuando el muchacho me concedió el permiso de llamarlo de una forma más simple. Fue cosa de nada, las comisuras de mis labios apenas se alzaron. Pero en el gesto también reprimí la gracia que sentí, al pensar que me dijo eso debido a mi pronunciación de su nombre. Cometí un atropello entre las sílabas de “Zoldryc”, eso no iba a negarlo, pero en el consentimiento de esta persona también encontré amabilidad. Fue algo pequeño que rescaté, sin importar el choque entre la formalidad japonesa y los modos extranjeros.

    Por primera vez en mucho tiempo, no sentía que me estuviesen condenando por mi sola existencia. Era gracias a la ventaja que me otorgaba ser una desconocida entre tanta gente.

    —Estoy bien con decirte “Kasun-san”, también me es cómodo —respondí con amabilidad y un leve aire de disculpa—. Pero… quizá más adelante te llame “Zold”. Gracias por tu bienvenida, por cierto.

    Viví entre japoneses desde que tengo memoria. No me incomodaba la idea de dirigirme a él por su nombre de pila, pero tampoco sería sencillo cambiar con tanta rapidez los modismos con los que crecí. Viendo nuestra situación, caí en cuenta de que esto ya no se trataría de un cambio de ciudad y de institución, también me esperaba un desafío cultural. Supuse que no me vendría mal para mantener la mente ocupada.

    Kasun, que pertenecía a una clase diferente de la mía, me indicó que nos dirigiríamos a un ascensor cercano. Con sólo ver la afluencia de otros estudiantes en las escaleras del pasillo, entendí que se trataba de otra muestra de su amabilidad. Era un chico atento, por lo visto, algo que se notaba desde su intento por controlar sus modos al saberme japonesa. Consideré decirle que podía llamarme por mi nombre, como una devolución de gentilezas, pero la intención se desvaneció en mi pecho. No era el momento de soltarse tanto.

    Me coloqué a su lado para empezar a caminar juntos. Con mi amabilidad usual, escuché que llevaba apenas dos meses en este sitio. Asentí con una sonrisa cuando dijo que podía contar con él y presté atención al resto.

    —Yo diría que se te da bien el idioma, comprendo lo que me dices y eso es suficiente —le dije con sonrisa conciliadora, para luego responder lo otro, su pregunta:

    >>Vengo de Kioto, me mudé con mi familia esta misma semana. Estudiaba en una institución privada de esa ciudad. Todo este cambio es un poco repentino, pero supongo que sabré adaptarme…

    Caminamos otro par de metros en silencio. Mientras la puerta del elevador quedaba cada vez más a nuestro alcance, me permití una pregunta.

    —Tu nombre… ¿De qué origen es? —mencioné, mirándolo— Suena… como del Este de Europa o así, ¿puede ser?

    No sabía si arrastrarlos o no, al final me pareció orgánico otro post acá (?)

    Pero ahora sí te concedo los honores uvu
     
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    Amane

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    No había esperado que este muchacho, que técnicamente no me conocía de nada, se acoplara con tanta facilidad a la tontería que había soltado, y por ello me sorprendió gratamente cuando le escuché soltar el apodo en cuestión. Me sonreí, entre divertido y encantado, y asentí un poco con la cabeza mientras guardaba la camisa de vuelta en mi casillero; el chico me la había traído lavada y bien planchada, detalle que quizás fuera de esperar en un país como Japón, pero que agradecí de igual manera.

    —Sin problema, Rowan. Tienes suerte de que una chica bonita me lo hubiera pedido, que en otro contexto quizás no habría sido tan complaciente~ —bromeé, guiñándole un ojo un poco porque sí, antes de distraerme con el cambio de zapatos—. De todas formas, ¿qué te pasó? ¿Rechazaste la declaración de alguna chica y se vengó tirándote el café encima?
     
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    Zireael

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    En esta escuela llena a reventar de extranjeros podía usar con más libertad la personalidad que me parecía más natural, en cierta medida, era un chico de gentes y punto. No se trataba tanto de que necesitara estar hablando las veinticuatro horas, era una cosa más de que apreciaba la oportunidad de juntarme con las personas y ser parte del mundo, incluso si yo no le daba el mundo nada para que formara parte de mí. No era demasiado distinto de una corriente de aire.

    El punto era que entre eso de la escuela hasta el culo de extranjeros y que este muchacho estuviese con Sasha cuando pasó todo hice un poco dos más dos antes de acercarme. No creía que hacer el imbécil fuese capaz de molestarlo, ¿era arriesgado asumir eso aunque el tiempo que había pasado con Pierce se limitaba al negocio en la azotea y su visita a la galería para entregarme el brazalete? Un poco, pero no creía que fuese errado y las reacciones de Kenneth solo acabaron por confirmarlo.

    —Ah, claro. Es inimaginable decirle que no, ¿cierto? También tengo que darle las gracias a ella —respondí junto a una risa floja, sin reaccionar de forma aparente al guiño ni nada. Mientras el chico se cambiaba los zapatos me recosté en la línea de casilleros y suspiré al escuchar su pregunta—. Pasaste de héroe a corriente en dos segundos. ¿Qué opinión te hiciste de mí antes de siquiera hablar conmigo?

    Negué con la cabeza de lo más indignado, aunque se notó desde la otra cuadra que cualquier molestia era impostada, y me rasqué la nuca con la mano derecha. La versión real de la historia era bastante más aburrida, eso sí.

    —Tal vez a fin de mes podamos hablar de un club de admiradoras —bromeé porque me dio la gana, pero acabé encogiéndome de hombros—. La niña básicamente se chocó conmigo y el café me cayó encima. Nada de historias sobre un trágico rechazo y una venganza pensada en dos segundos.
     
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    Amane

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    Asentí un par de veces con la cabeza cuando dijo que no se le podía decir que no a Sasha, permitiendo que una ligera sonrisa divertida me asomara sobre los labios ante la idea. A ver, en mi diccionario no entraba decirle que no a ninguna chica linda, para empezar, así que suponía que el muchacho estaba bastante en lo cierto. Dijo que también le agradecería a ella y, justo después, respondió a mi pregunta con una decepción tan aparente que no pude hacer nada por reprimir la nueva carcajada divertida que se me escapó.

    —Hombre, estoy trabajando con muy poco, cut me some slack~

    Sea como fuere, Rowan me acabó contando lo que realmente pasó aquella mañana y asentí de nuevo con la cabeza, atento a la historia. Realmente aquello tenía mucho más sentido que la teoría que me había montado en dos segundos, así que no me sorprendió especialmente; me decepcionó, claro, pero eso era otro asunto.

    >>Bueno, me alegra haber podido ayudar en un caso de emergencia como ese. Vas a tercero, ¿cierto? ¿Subimos?

    como probablemente no me dé para responder más, pues gracias por devolverle la camisa al niño uwu
     
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    Zireael

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    Rowan.png

    Mi numerito de la decepción lo hizo soltar la risa que acabó proyectándose a mí en menor medida, soltó que estaba trabajando con muy poco y medio giré el rostro para dedicarle una sonrisa que decía "Pobre chico" desde cualquier dirección. No dije nada al respecto en el momento, le brindé la verdadera historia sin más, él atendió a la aburrida verdad y ya.

    —Quedas perdonado, héroe mío~ —solté solo porque sí y asentí a la pregunta de que si era de tercero y subíamos—. Espérame un momento para cambiarme los zapatos y nos vamos.

    A ver, al final el muchacho era bastante llevadero así que debía darle las gracias a Sasha por salvarme el culo, pero también por facilitarme una excusa para hablarle a Kenneth aunque era que solo me hubiese inventado otra en algún punto del futuro. Ni siquiera sabía que el par de tontos con su lío de joyas y no sé qué mierdas habían hablado de mí como el embajador de relaciones internacionales, pero era para mearse porque tal vez no les falta razón.


    a kenny boy las gracias por salvar a mi pendejo uwu fue un placer secuestrarlo un ratito, como siempre
     
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    Amane

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    Bostecé como por quinta vez en lo poco que llevábamos de mañana, incapaz de ocultar la pereza que me estaba dando madrugar aquel viernes. ¡Los viernes siempre eran complicados! Una tenía ganas de dormir hasta tarde y luego salir de fiesta hasta las tantas, no de madrugar para ir a clases y seguir viendo las caras amargadas de los profesores, al fin y al cabo. Well, admittedly, solía tener bastante mejor humor los viernes en los que nos me despertaba con un jodido mensaje de Aiden, claro, que justamente era lo que había pasado aquella misma mañana.

    perdona por no visitarte estos días, sweetheart
    han sido días ocupados en el trabajo
    prometo recompensarte~

    puedes quedarte trabajando todo el jodido día, for what i care
    :(((
    no me vas a decir nada de lo bien que llevo ya el japonés?

    no

    Suspiré, dejando caer la frente contra el casillero. ¿Quién demonios me había puesto a mí a tener un ex como Aiden? ¡Bendito el día en el que decidí renegar de las relaciones!

    soy pesadísima, but listen, I DO NOT CARE (?)
     
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    Zireael

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    En algún punto del receso había visto el mensaje de Manson, que fue la cosa más innecesaria que se le había podido ocurrir, y con el mal humor que cargaba no se me apeteció usar neuronas en contestarle nada. No creía que ella esperara algo de todas formas, no podía ser tan tonta. Igual para la mañana siguiente, ya más fresco, ni siquiera me acordé de responderle y pues así se quedó.

    Pasé por casa de Rowan, pero en apariencia al desgraciado se le había rendido durante la madrugada y salió su madre para decirme que no creía que pudiese ir a la escuela, así que me despedí de la mujer y dejé la torre de apartamentos. El viaje en tren fue aburrido que te cagas, aunque como no estaba Ro parloteando pude pegarme una siesta en una parte del trayecto.

    Al llegar a la academia, al cruzar por el patio frontal, me comí una escena un poco extraña en la que solo reconocía la mata de cabello rojo sangre metiendo algo en el maletín de una rubia. La otra no se dio cuenta, el hijo del viejo siguió su camino revolviéndose entre las demás personas y yo rebasé a la chica por unos pasos, solo para darme cuenta que estaba texteando y por eso no había notado nada. Aunque también había que reconocer que quizás no lo habría notado ni de haber estado mirando fuera de la pantalla.

    Fingí demencia en cualquier caso, seguí mi camino y podría solo haber seguido con mi vida, pero hablando de rubitas vi a Welsh con la frente pegada al casillero y me poseyó el espíritu de... ¿De qué exactamente? Hombre, cuando lo dejaban a uno sin supervisión pasaban esta clase de cosas.

    —¿Mañana difícil un viernes? —pregunté mientras echaba la espalda contra el metal de los casilleros cerca de ella y luego le puse mucho pesar a mi tono de voz—. Pobre Ali-chan.


    disculpe la interrupción, dama, tuve una visión *la poseyó el espíritu de tora nomás*

    Ilana.png

    No tenía grandes aspiraciones para el fin de mi primera semana de clases, en lo más mínimo. Llegué a la escuela con esa idea en mente, crucé el portón y mientras recorría el patio frontal saqué el móvil para enviarles un mensaje a las chicas por el grupo diciéndoles si podíamos quedar el sábado por la tarde; las muy inquietas me respondieron casi de inmediato así que me quedé respondiéndoles con ideas sobre qué hacer o dónde ir. Mi distracción fue suficiente para no notar varias cosas, estaba demasiado entretenida con los mensajes y el sol que sentía sobre la piel, mucho más agradable que el clima de ayer.

    En cualquier caso, seguí caminando despacio para no chocarme con nadie y guardé el móvil cuando ya estaba por entrar a los casilleros. Al llegar al pasillo de tercero busqué mi taquella, me cambié los zapatos y acomodé el maletín contra el metal para poder sacar algunas cosas que pensaba dejar allí. Estaba en eso cuando noté el sobre oscuro sobresaliendo de una de las bolsas exteriores y lo saqué, girándolo. Por el reverso tenía un calado, formaba una mariposa dorada; fruncí el ceño y pensé solo en tirarlo, porque no tenía muchas ganas de lidiar con misterios ahora mismo, pero una voz me detuvo, grave, pero sin dudas femenina.

    —La novata es lo bastante interesante para recibir cartitas. Shit is quite funny —murmuró desde mi costado derecho y noté que quiso contener una risa—. Debieron quedarle algunos sobres de abril. ¿Y bien, linda? ¿Qué números jugarías en la lotería~?

    La sorpresa me impidió saber de qué manera reaccionar, así que ella coló la mano, me instó a darle la vuelta al sobre y entonces abrió la pestaña, revelando el papel en su interior. Era una hoja de renglones corriente, pero las palabras que asomaron estaban en inglés y a la chica se le estiró una sonrisa en los labios, de lo más entretenida con el asunto, sin importarle que yo no la conocía de absolutamente nada y estaba metiéndose en mis cosas.

    Me había quedado estática luego de haber leído las tres filas de palabras, las que advertían que no tirara el sobre y de quién provenía, pero cuando la muchacha pretendió sacar el papel aparté todo de un solo movimiento brusco, estableciendo límites que antes no había alcanzado a trazar. Miré a la chica de forma directa por fin, así que choqué con sus ojos dispares, y hablé antes de conectar lengua con cerebro.

    It's mine.

    Su sonrisa, felina que dio gusto, siguió ensanchándose y aunque era más baja que yo me dio escalofríos. También me hizo consciente de lo que había dicho por alguna razón, aunque me quedé suspendida con el sobre en la mano alejado de ella todavía y la chica no se movió, como si se divirtiera solo viendo mi reacción.

    —Por supuesto que lo es, Rookie. —Soltó una risa que rozó la condescendencia y yo fruncí el ceño—. Atrapar mariposas es difícil y las hijas de puta se mueren por nada. Aunque ya muertas te sirven de adorno, como cualquier bicho.


    ¿De qué hablaba esta chica?

    Eso fue todo lo que dijo, giró sobre sus talones entonces hacia su casillero dejándome allí incluso más confundida que antes y con una mueca que bien podía pasar por una de desconcierto o de miedo. ¿Toda la gente en esta escuela era igual de rara? Comenzaba a creer que sí, porque en caso contrario nada tenía sentido entre metiches, indiferentes y favores extraños. Incluso cuando no esperaba nada todo se tornaba de esta manera.

    Suspiré, sacudí la cabeza y guardé el sobre en el fondo del maletín para que no fuese a salirse y porque no se me apetecía leer nada a los cuatro vientos ahora mismo. También me pregunté qué bicho le había picado al otro que en vez de enviarme un mensaje me dejaba cartitas, pero no me dieron muchas ganas de buscarlo para preguntárselo directamente, aunque creí ver el manchón rojo entre la gente de los casilleros.


    Ilana y Kat quedan a servicio de la comunidad cada una en su casillero

    Cay también anda por ahí as always
     
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  18.  
    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Llegué a la escuela un poco más temprano de lo que esperaba, me tomé mi tiempo realizando el cambio de calzado en lo que noté entrar entre el gentío de estudiantes a Tora, no le llamé de ni nada. Deslicé el índice sobre el borde del calzado para luego apoyar el pie izquierdo, asegurándome de que estuviese en orden. Como fuese, cerré el casillero para echarme a caminar. Había visto que se había acercado a una chica que no conocía; quién lo viese no lo encasillaría en un tipo
    sociable, pero parecía que hacía amistades más rápido que yo, vete a saber.

    Saqué del bolsillo de la falda los audifonos, estaban maltrechos en lo que me disponía a desenredarlos con los pasos calmos logré escuchar a medias algo de atrapar mariposas, lo fácil que resultaba matarlas y no sé qué. Giré el mentón en dirección a la chica que lo mencionaba, me desagradó el comentario pero no lo demostré porque ni idea del contexto en el que lo decía, sin embargo la mueca que traía la rubia ahí de pie rozaba la confusión o el temor. Me acerqué a ella luego de pensarme un poco si entrometerme, y bueno, no pude evitarlo.

    —Parece que acá a los estudiantes les pica una pulga maligna a diario —comenté como si nada, conectando los auriculares al móvil, dejándolo suspendido entre mis dedos al costado de mi cuerpo—, deberíamos hacer una protesta de que los viernes fuesen más agradables, ¿no crees?

    ¿Qué si lo decía también porque el idiota de Tora me había dejado en visto el día pasado? Un poco.
     
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  19.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Estaba organizando las cosas dentro de mi casillero cuando el mundo, siguiendo su conducta usual, se desenvolvió a mi alrededor sin preocuparse por advertir mi presencia. En líneas generales era un intercambio justo, los líos ajenos me importaban de poco a nada, pero de tanto en tanto una amanecía más aburrida de lo usual y las tentaciones quedaban al alcance de la mano, demasiado como para no parar la oreja.

    Además, ¿qué iba a hacerle si me funcionaban bien los oídos?

    No hubo alboroto, sólo una chica que habló con la contundencia suficiente para captar mi atención. La vi de soslayo junto a una rubia, detallé el sobre que parecía ser la raíz de la tensión y seguí a lo mío mientras la oía hablar de la utilidad de ciertos... cadáveres. Curioso, cuanto menos. Aún no me interesaba meter el hocico, no veía el motivo, y estaba cambiándome los zapatos cuando la escena de la obra cambió y otra muchacha, a la que luego reconocí como Manson, se acercó a la pobre víctima. Percibí la intención de camaradería, consuelo o el delirio que fuera, y me sonreí con ligereza. ¿Pulgas malignas? Considerando la estatura de la villana en cuestión era una afirmación tan desacertada como encantadora.

    How cute.

    Cerré mi casillero finalmente, y al virar hacia el pasillo noté a la instigadora en su propio locker. Sonreí con suavidad, aún así divertida, y caminé con calma hasta detenerme a su lado. Seguía siendo gracioso lo pequeñita que era.

    —De todos los cadáveres, las mariposas deben ser de los más estéticos, ¿no crees? —murmuré, desviando la mirada sólo un instante para rumiar brevemente—. Quizá se deba a que son demasiado pequeñas para que puedan horrorizarnos las marcas de la muerte, o porque de por sí somos incapaces de sentir mucha pena por un insecto. Siendo tan diferentes a nosotros, y siendo nosotros tan egoístas, ¿de qué serviría?


    Me tomé un instante para detallar sus ojos. No creía haber conocido a alguien con heterocromía alguna vez.

    Such bonnie eyes —agregué en voz baja, ladeando suavemente la cabeza.
     
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  20.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    Quizás haber cerrado los ojos mientras dejaba la frente apoyada sobre el metal del casillero no había sido mi mejor idea, pues lo único que estaba consiguiendo era que el sueño volviese a apoderarse de mí con bastante fuerza. Por suerte para todos, toda mi posible somnolencia desapareció cuando sentí algo de movimiento a mi lado, haciéndome girar la cabeza lo suficiente como para poder distinguir la carita de mi nuevo acompañante. ¿Me sorprendió ver a Tora, de todo el mundo, plantándose a mi lado de buena mañana? Quizás un poquito sí, no lo iría a negar, pero... vaya, ¿acaso no lo hacía eso más satisfactorio?

    Me incorporé apenas él empezó a hablar, dedicando toda mi atención a sus palabras, y dejé escapar un suave 'mhm' de nada en respuesta a su pregunta, todo mientras me dejaba caer contra mi casillero de lado. El cabrón se echó encima un pesar tan obviamente impostado que me dieron ganas de reír, honestamente, pero por suerte fui capaz de mantener la compostura. En su lugar, ladeé ligeramente la cabeza y lo repasé a consciencia con la mirada, estirando el brazo para buscar el cuello de su camisa una vez alcancé de nuevo sus ojos.

    Luckily, has aparecido tú para mejorarlo~ —murmuré, jugueteando con la tela entre mis dedos, y aparté la vista de él para deslizarla a nuestro alrededor durante un par de segundos—. ¿Vienes solo, cielo?

    Darme cuenta de ese detalle provocó que la sonrisa se me ensanchase todavía más, adquiriendo un aire algo felino mientras deslizaba la yema de los dedos a lo largo de su barbilla; me eché delante también, extinguiendo la poca distancia que de por sí teníamos para poder hablarle cerca del oído.

    >>¿Es eso peligroso~?

    my oh my, señorita, y nosotras más que encantadas u///u
     
    Última edición: 21 Febrero 2024
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