Había permanecido en mi lugar, tranquilo y con las manos en los bolsillos, siguiendo sus movimientos. Me hizo su gracia que recordara la supuesta recompensa del campamento justo ahora, con el cacao mental que probablemente tuviera encima, pero a efectos prácticos servía. Alcé apenas las cejas al preguntarme si recordaba la cuestión y se detuvo frente a mí. —Tengo una vaga idea, sí —murmuré por la gracia, manteniéndome en sus ojos. Mi silencio pretendió indicarle que siguiera hablando y extendiera su solicitud, la cual acabó siendo extremadamente vaga. El modo en que la formuló, sin embargo, me causó cierta gracia y pensé, bueno, que debía ser por completo inofensivo a ojos de esta chica. Era la imagen que daba, me esmerara o no por construirla. Mi sonrisa se mantuvo serena al inclinarme apenas en su dirección y bajar el tono de voz. —Sígueme, entonces. La rebasé sin prisa y dirigí mis pasos hacia la cafetería, deteniéndome bajo el umbral de la puerta para esperarla. Había muy poca gente, al menos en comparación a un día normal, de modo que pudimos acercarnos al mostrador de los postres sin necesidad de hacer fila. —Comer algo rico siempre levanta el ánimo, ¿cierto? —convine, y le sonreí—. Elige el que tú quieras, yo invito. Contenido oculto había opciones más divertidas pero los dados decidieron ser aburridos :(
Para ser sincera era gracioso que recordara lo de la recompensa justo ahora, supongo que era porque era mi única opción, y más que todo era por qué mi mente era experta en ver y recordar cosas cuando mis emociones estaban revueltas. La cosa fue que escuché con algo de atención cuando dijo que tenía una vaga idea de lo que era, se escuchó un silencio de su parte y eso indico que podía seguir hablando lo hice, claramente la recompensa que estaba pidiendo era vaga por qué con el único objetivo que la estaba pidiendo era por que necesitaba dejar de pensar. Entonces mis ojos seguian en los suyos cuando se enclino levemente hacia a mi, escuche su voz baja cuando me indico que lo siguiera lo hice claramente el me rebasó y note que se dirigía hacia la cafetería me espero bajo el umbral de la puerta, llegue a el sin muchas complicaciones y entonces nos dirigimos al mostrador de los postres, parpadee en poco con una sonrisa repase todo y más que todo era por qué me encanta el dulce. Lo mire en poco para después volver a ver el mostrardor, sonrei en poco cuando dijo que comer algo rico levanta el ánimo, era verdad pero yo no era el tipo de persona que comía cosas dulces más bien yo tenía la costumbre de encerrarme en el cuarto de música, las emociones que sentía las usaba para expresarlas en el piano. Una sonrisa sutil apareció en mis labios y en poco lleve mi vista a el antes de hablar. —Estoy acostumbrada a comer cosas que contenga chocolate así que —mire el mostrardor—. Creo que estaría bien un pedazo de torta. Sonreí para volver a mirarlo. —Gracias. Había dicho esas palabras por qué las sentía y más que todo me gustaba pasar tiempo con Kohaku, y podía decir que el me hacía recordar a Enzo aunque sus caracteres eran totalmente diferentes. Enzo simplemente era frío y calculador. Contenido oculto Holis uwu, creo que por aquí cierro con Fiore <3. Gracias por mandar a Kohaku animarla es un gustazo rolear siempre con tus niños.
Oírla reírse no me ofuscó ni detuvo en lo más mínimo, todo lo contrario. Estaba visto que me divertía haciendo el payaso y la cosa se ponía aún mejor si la tontería le arrancaba reacciones positivas a la gente, en especial a aquellos que no parecieran tan extrovertidos. ¿Podría haber estado burlándose de mí? Quizá, quién sabe, ¿importaba? That was on her. Además, digamos que confiaba bastante en mis... habilidades. —El placer es todo mío, lady Ilana. —Abandoné el teatro un momento para sonreír con una chispa más clara de diversión, incluso alegría—. Oye, suena bastante bien, ¿o no? Lady Ilana. Seguí su pequeña reverencia con liviandad, aunque igual aproveché el bug con el disimulo que traían los años de experiencia. La invitación a almorzar juntos me pilló un poco desprevenido, cosa que no me corté en demostrar, y se me aflojó una risa breve. —Oh, my darling, that was so american of you —bromeé y alcé la vista más allá de ella, hacia el pasillo, antes de regresar a sus ojos con una sonrisa tranquila—. Sure. Giré el cuerpo, entonces, y moví la mano en la que llevaba el zumo para indicarle que caminara conmigo. La escuela no tenía tantos misterios ni tips secretos para sobrevivir, obviamente, pero con los años y la pereza había recolectado información de interés general. Ingresamos a la cafetería y estiré los brazos, alzando un poco la voz ante el barullo del lugar. —Welcome to the realm of delightness! Sort of. —Me puse en la fila, ya que yo sí tenía que comprar el almuerzo, y como asumí que esperaría conmigo seguí hablando—. Sí eres estadounidense, ¿o me clavé ahí el bochorno del año? ¿Cuánto llevas en Japón?
En mi defensa, absolutamente innecesaria de por sí, no era que yo tuviera pinta de ir por ahí burlándome de las personas, pero si algo había aprendido era que eso no importaba mucho. Los que quería burlarse lo hacían, los que querían fastidiar también, y no tenía nada que ver con las pintas en muchos casos, justo por eso no quería que pensara que me reía de él como tal. Dejando eso de lado, tampoco parecía ser de los que se tomaban personales esas pequeñeces. Cuando dijo lo de Lady Ilana se le notó la diversión, pero también se le coló algo de alegría y a mí se me estiró una sonrisa en consecuencia. Mencionó que no se escuchaba mal, atente lo que asentí aunque sonaba un poco muy formal, pero no importaba demasiado. Luego fue que le solté la invitación, que igual lo agarró un poco en frío y si no me avergoncé de repente fue solo porque soltó una risa. —Really? —Fue más un pensamiento en voz alta que otra cosa y miré mi almuerzo, como buscando lo americano en mi movida. Igual aceptó, así que solo lo seguí apenas me hizo la ceña y pronto estuvimos en la cafetería. La presentó de forma algo exagerada así que volví a reír y observé el espacio mientras lo seguía a la fila sin demasiado problema. Estaba bien, suponía, como cualquier cafetería, ¿no? —Ese sort of me preocupa, ¿temo morir intoxicada o algo? —Busqué saber y asentí cuando preguntó si sí era de Estados Unidos—. Haré dos años a finales de este, nos mudamos cuando recién cumplí dieciséis. ¿Tú cuánto llevas aquí? Contenido oculto im fast as fuck boi *llega tarde a consulta por estar roleando*
Mi risa anterior se prolongó ligeramente al notar que buscaba en su almuerzo el motivo por el cual la había tratado de estadounidense. Mi acotación había sido ambigua de por sí y no me esforcé por esclarecerla. No le quitaría el sueño a nadie. Al ubicarnos en la fila relajé las manos dentro de mis bolsillos y la miré un instante mientras ella repasaba el lugar. Me encogí de hombros ante su preocupación. —Según mi registro de incidentes no ha habido casos reportados de food poisoning en los últimos tres años —solté al hilo, en modo agente de la ley, y le lancé un vistazo a su almuerzo casero—. De todas formas, no es algo por lo que debas preocuparte ahora mismo. No tú, al menos. —Busqué sus ojos—. Si me pasa algo, dile a mi familia que el helado líquido es muy real y está entre nosotros. A duras penas había dicho dos palabras que no fueran absoluta mierda desde que habíamos empezado a conversar. Me contó que llevaba casi dos años en el país y yo murmuré un sonido entre afirmativo y pensativo, avanzando al moverse la fila. —Llegamos aquí poco antes de que empezara la preparatoria —murmuré, pasando de los recuerdos de mierda que me traía el hecho, y para evitar su propia curiosidad decidí no preguntarle por qué habían venido al país—. La 3-2, dijiste. Hmm, conozco a poca gente de ahí... Ah, Jez. ¿Jezebel, la albina? She's a really nice girl. ¿Has hablado con ella? Dudoso, considerando que llevaba aquí apenas dos días, pero siendo nueva y viendo que claramente no tenía problema en iniciar conversaciones, podía dirigirla con alguien que realmente era buena persona. La guía de supervivencia, ¿no? Más que apreciada (y necesaria) por estos lares.
Tampoco me quedé atorada en nada, si desde que había aparecido para decirle que no era clima de gaseosas debía haber escupido veinte incoherencias por minuto, así que pronto estuve recibiendo el récord de food poisoning que necesitaba. Si estiraba la cuerda, entonces tal vez podía decirse que nadie se había intoxicado desde que él estaba en la escuela, pero eso era hacer muchas suposiciones, aunque igual servía. Señaló que yo no debía preocuparme por eso, el vistazo a mi almuerzo completó por qué y asentí con la cabeza, dándole razón. Lo que me hizo fruncir un poco el ceño, preocupada, fue lo que dijo después y medio lo regañé en voz baja, todo en broma obviamente. —Si llego a tu casa hablando de helado líquido van a pensar que estoy loca. ¿Era eso lo que me preocupaba en vez de la posibilidad lejanísima de que perdiera la vida por una lechuga mal lavada? Las prioridades estaban ordenadas, mal, pero ordenadas al fin y al cabo. Por demás me contestó la pregunta de cuánto tiempo llevaba en Japón y el tema murió allí, en cierta manera fue sabio de su parte, tendía a regresar las preguntas que se me hacían así que a veces era mejor para la integridad ajena no preguntarme nada. Regresó sobre el tema de mi salón, dijo que conocía poca gente de allí y mencionó a una de mis compañeras, lo hizo por su nombres así que me quedé patinando un segundo porque todavía no asociaba muy bien los nombres a las caras. —¿La de ojitos ámbar? ¿Es amiga tuya? —Busqué corroborar porque me acordé que habían dos albinas en el salón, aunque igual por el comentario de Joey y los ademanes de la chica supuse que era ella, parecía amistosa en general. Independientemente de su respuesta añadí algo más—. I'll talk to her. Diré que cierto muchacho me habló bien de ella. Igual parecía una tontería, qué sabía yo, no todo el mundo pensaba lo mismo de las cosa, pero si alguien daba una buena opinión de uno no creía que estuviera mal saberlo. Además a pesar de no le hubiese pedido su opinión del salón me había dado una que, para la gracia, había sido un poco más específica que la de Paimon aunque era claro que estaba lidiando con otro hablantín como yo en este caso. Me ayudaba bastante teniendo en cuenta que frente a mis ojos más de uno parecía querer matar a otro por motivos que se me escapaban completamente. —¿Y qué vas a comer? —pregunté husmeando por un costado por si alcanzaba a ver lo que tenían disponible—. No me digas que también lo decidirás con el encendedor.
Solté una risa breve, tranquila, ante su pseudo regaño tintado de preocupación. En un primer momento, al ver que fruncía el ceño pensé que soltaría algo respecto al pronóstico de mi vida tan desalentador, pero al final el problema era su ¿reputación? —Tranquila, no va a importarle. Vive conmigo, ¿recuerdas? —puntualicé, pensando en la cantidad de estupideces que el pobre Matty debía soportar a diario—. Si le llevas la noticia, mi hermano probablemente te haga un té y te pida que desarrolles la idea. Tiene alma de... científico, supongo. Cuando le tocas la vena nerd te analiza hasta el color del césped with an absolute straight face. Tras mencionarle a Jez dejé que hiciera el proceso mental correspondiente y asentí ante la primera pregunta, la de sus ojos. Mi gesto se solapó con la segunda cuestión, sobre si éramos amigos, y dejé que el vacío legal completara la información por mí. No era algo que me acechara por las noches ni nada, sólo no creía tener el... derecho, suponía, de considerarla mi amiga. Dijo que le hablaría y lo del muchacho misterioso me arrancó una sonrisa ligeramente diferente. Bajé la vista a mis pies un instante, también. —There's no need —repliqué, en voz baja, y recuperé el ánimo anterior al volver a sus ojos—. Soy Robin Hood, o Batman. Nadie puede saber mi secreto. ¿Qué iba a comer? Era una excelentísima pregunta. Cuando ella husmeó la oferta de comida yo hice lo mismo, siguiendo el movimiento de la fila. ¿Un sándwich? ¿Alguno de los bentos básicos? No llevaba mucho dinero encima, tampoco, y de por sí el viejo nos había pasado menos este mes. La broma del encendedor me hizo soltar una risa nasal ligera. —No soy un pulpo, ¿recuerdas? —murmuré, inclinándome para hablarle con la vista aún puesta en la comida, y aproveché que ya estábamos cerca para cumplir con mi palabra—. Alright, llegó la hora de la verdad, así que presta atención. ¿Ves los postres? Siempre ponen primeros los más viejos, así que si tienes poca vergüenza te recomiendo pedirles explícitamente los del fondo; a veces les cae peor, a veces les cae mejor. La variedad de galletas y los daifuku suele ser lo mejorcito, en especial las de chips de chocolate y los de durazno. —Me callé un instante para lanzarle un vistazo de soslayo—. You know, the pinky ones. Le señalé la sección de la comida propiamente dicha, reanudando el speech como si nada. —Estamos en Japón, así que los bento están bien. Tienen una variedad fija y a diario cambian el... es como un bento del día, que te sale más barato. Si eres de paladar amplio te recomiendo ese, suelen ser los más frescos. Evita los sándwiches de pollo, no sé cómo lo hierven pero te juro que parece que lo tiran un rato al sol y ya. Y los panes... los panes están bien, supongo. Medio que a todos les ponen la misma cantidad de relleno, así que los infladitos son más secos que los delgados. Ya casi me tocaba a mí, fui sacando la billetera mientras regresaba la atención a ella. —¿Alguna duda, mi Señora?
Entre que yo le reclamé mi supuesta locura y él me dijo que a su hermano no iba a importarle lo del helado líquido acabé soltando una risa, la tontería no tenía ni pies ni cabeza pero algo en la manera en que habló de él me dio algo de ternura aunque también me hizo gracia. Primero, se conocía a sí mismo lo suficiente para saber que debía soltar treinta estupideces por segundo y segundo conocía lo suficiente a su hermano para saber antes de cuestionarme me ponía un té y me pedía que justificara mi respuesta. —Bueno, eso me tranquiliza, ¡pero no hará falta porque no vas a intoxicarte! ¿Había pasado de preocuparme por mi aparente estado mental a recordar su integridad? Pues sí, ¿quién iba a juzgarme? ¿Él? Con la manera en que me seguía la corriente era imposible de por sí. Aunque hablando de llamarme loca, quizás ahora sí pudieran calificarme como tal, pero como traspapelé un poco las preguntas quizás el cambio de tinte fue más evidente. Su risa fue distinta, bajó la vista a sus pies y me dijo que no había necesidad; al volver la atención a mí argumentó que era Robin Hood o Batman así que era secreto. Fue involuntario, pero suavicé los gestos y sonreí. —I'll keep your secret then. No need to worry, Batman. Volvimos pronto al asunto de la comida, me recordó que no era un pulpo y me encogí de hombros como diciéndole que nunca se sabía. Igual organizaba unas eliminatorias infinitas, ni idea, nunca había que descartar la posibilidad. No dije nada porque comenzó a hablar otra vez y al ver que era importante (importante en sus términos y los míos) guardé silencio. Asentí de lo más concentrada a cada cosa que me dijo. —Pink coded, understood. No se puede fallar con el rosa —dije señalándolo un segundo con el jugo de durazno y luego volví a enfocarme. Lo del pollo hervido me hizo arrugar un poco los gestos, en sí no me gustaban mucho esos sándwiches en ningún lado, así que los descarté por completo en mi cabeza. Con todo y la tontería igual podía dar una clase de los secretos de la cafetería, incluso si no había récord de food poisoning al menos valdría para evitarse algún fiasco. —Ajá. ¿Vas a patentar la Guía de Supervivencia Escolar? —Se lo pregunté de lo más seria, pero seguía en la misma eterna broma del principio.
—Try me! —respondí al instante, fingiendo ofensa y todo, cuando aseguró que no me intoxicaría. No me sentí precisamente cómodo al notar que sus gestos se suavizaban por la muy evidente razón de que prefería que Jez no recibiera el cuento. Aún así, suponía debía agradecer que la niña fuese avispada. ¿De dónde venía la restricción? Vete a saber. Quizá fuera la vergüenza de un crío a secas o quizá fuera la forma en que había empujado a Sasha contra las estanterías, lo que había escrito en su cuerpo, la foto que había tomado. Cómo lo había disfrutado. No, no tenía derecho a nada luego de eso. Igual no aprendía nunca, me ponías a cualquiera enfrente y en un pestañeo regresaba a los viejos hábitos. La miré un par de segundos, me medio convencí de que decía la verdad y solté el aire por la nariz, barriendo el desliz debajo de la alfombra. Era más fácil ser un bufón a secas, ¿cierto? Para mí y para el resto del mundo. Me marqué el monólogo de comidas y a mitad de camino, al señalarle el daifuku rosado, ella me apuntó con su juguito y mi sonrisa se ensanchó, detallando el zumo y de regreso a sus ojos. Me guardé los comentarios; por ahora, al menos. Such a good student, huh? Dejé espacio a preguntas pues porque eso hacían siempre los profesores en las pelis y en la vida real, aunque no creí que tuviera dudas. Su respuesta fue opuesta a mis suposiciones, sin embargo, y verla soltar la pregunta tan seria me arrancó una carcajada directa del pecho. Fue breve, pero me ganó un par de miradas encimas a las cuales no les llevé el apunte en lo más mínimo. —Quizá debería, ¿qué opina mi amuleto de la suerte? La cuestión quedó suspendida al ser por fin mi turno. Me acerqué al mostrador, relajé el antebrazo en el borde y le dediqué a la bien conocida dama de la cafetería una sonrisa de las de siempre. —Afternoon, love. Luces particularmente guapa hoy, ¿cambiaste algo en tu maquillaje? —Me incliné hacia atrás, agarrándome con las manos para no irme de espaldas, y tras pensarlo algunos segundos regresé a la señora—. Un bento del día, por favor, pero sólo si me asegurará la muerte por intoxicación. Mi relación con las mujeres de la cafetería era bastante buena, tras tres años de sonrisas y cumplidos había logrado medio metérmelas en el bolsillo. Había confianza, quería decir, al menos toda la posible con empleadas japonesas en una institución escolar. Ella me miró extrañada y al final meneó la cabeza, dejándome ser. Yo me quedé muy tranquilo, tamborileando los dedos, hasta que le pagué y me llevé el bento. —Alright, como eres la chica nueva y eso trae muchas desventajas, te dejo elegir la mesa —le dije a Ilana, alejándome de la cola.
Su respuesta instantánea a lo de la intoxicación fue que lo probara y terminé soltando la risa, no se suponía que uno se tomara como reto personal una intoxicación con alimentos, pero aquí estábamos. Nadie iría a darle un queso que llevaba caducado un mes ni nada, al menos eso esperaba, así que podría decirme todo el "Try me" que quisiera pero saldría entero del almuerzo de hoy. Mi pregunta había implicado algo, era evidente para cualquiera, y así como con el ruido que había percibido en Cayden el viernes fui incapaz de darle una forma real. Era como estática rodeando a los cuerpos ajenos, era un aviso de cierta manera, y fui bastante consciente de nuevo de que en esta escuela, incluso si estaba llena de extranjeros, yo seguía siendo una extraña. Había algo que se me escapaba en las narices a todas horas. Estaba en las miradas tensas que percibía, en los intercambios hostiles que ocurrían frente a mí, ahora también en el cambio en la risa de Joey y la manera en que había lanzado la mirada al piso, pero yo no tenía los datos para llenar esos huecos de información incluso si eran tan obvios. Eran las vidas personales de los otros, lugares a los que yo no pertenecía, así que más me valía comenzar a trazar líneas por el bien ajeno y el propio. No estaba aquí para incomodar a nadie de por sí, no de forma consciente al menos. Lo mejor que pude hacer fue decirle que guardaría su secreto, algo que pretendía hacer de verdad, y volver a las vías del tren de estupideces donde estábamos subidos. Al final del día no era más que un muchacho que había conocido en la máquina expendedora, todo lo que ocurriera de ahí hacia afuera o hacia adentro no me correspondía. Cuando apunté lo del rosa su sonrisa se ensanchó, algo de suficiencia alcanzó mis gestos y luego solté la tontería de patentar la guía. Al pobre mi seriedad le ganó la batalla, soltó la carcajada y aunque fue breve se me contagió a medias, así que ahí murió mi teatro. Me preguntó mi opinión, pero la cosa quedó suspendida cuando le tocó pedir la comida y se puso a halagar a la mujer, que no hizo más que dejarlo ser. Joey me habló luego de haberse hecho con el bento, me dijo que me dejaba la elección de la mesa y me puse a observar el espacio como si estuviera eligiendo el futuro de toda mi familia o algo. Unos segundos más tarde ubiqué una mesa que me gustó, no tenía mucha gente alrededor y tampoco tenía mucha iluminación directa encima, así que enderecé los pasos hacia allí. —They're used to your shenanigans it's my guess —dije sin disimular la gracia que me hacía el asunto, refiriéndome al numerito con la señora de la cafetería—. Y sobre patentar la guía, déjame decirte que como Lucky Charm que soy me parece una gran idea. ¿Ves que a todos nos asignan el tour que puede salir tanto bien como mal? Well, then you have the guide! En plan ventas cruzadas, como tu tour medio dio pena, ten esta guía que te dice cómo no morir en la primera semana de clases y, no sé, que desembuchen seiscientos yenes o algo.
Con la elección de mesa realizada, Ilana comenzó a caminar y yo la seguí con liviandad. En líneas generales disfrutaba de hacer sociales, me permitía distraerme de muchas cosas, así que mi humor había mejorado. Podía dejar de pensar un rato en la mierda de Morgan que llevaba atravesada en el cuerpo. Eso fue, claro, hasta que la muchacha a mi lado tuvo la osadía de cuestionar mis intenciones. —Shenani-? I beg your pardon? —repliqué, exagerando la ofensa, mientras me sentaba frente a ella—. Must I remember you, lady Ilana, that I'm a perfect gentleman? La broma se contaba sola y había profundizado el acento por el mismo motivo. Era divertido, hacía que todo sonara mucho más dramático. Dejé el bento y mi zumo sobre la mesa, relajé los antebrazos y asentí un par de veces, procesando su idea de patentar la guía. Nadie iba a decirme que no era tentadora cualquier posibilidad de hacer dinero y recordé esa vez, siendo críos, cuando en Falmouth deliramos con hacer una revista a mano para venderla a los demás niños de la escuela. Nos habíamos repartido las tareas, teníamos columna de entrevistas, información de la cafetería, chistes en la contratapa y todo. El proyecto duró... una semana. —¿Qué tenemos aquí? ¿Una mujer de negocios? —me concedí la libertad de molestarla, con una sonrisa bailando en mis labios, y asentí—. Me gusta, me gusta. I'm in. Ahora tenemos que definir los roles de esta sociedad. Yo pongo las ideas y la investigación de campo, ¿qué tienes para ofrecerle al equipo? Fui abriendo el bento, entre tanto, para empezar a comer con calma.
Que me atreviera a cuestionar sus intenciones lo hizo reaccionar, ya me había sentado y él estaba por tomar el lugar frente a mí cuando me dejó encima el acento con todas las ganas. Sonó de lo más dramático y ahora fue a mí a la que se me soltó la carcajada, ni siquiera me molesté en contenerla, le hablé entre la risa y ya. —I'm so sorry, my dear —apañé como pude—. What was I thinking, right? Cuando pude superar la risa solté lo demás, mientras hablaba y él asentía fui desenvolviendo mi almuerzo, que tampoco era nada demasiado elaborado. Arroz, trocitos de pollo y ensalada, fin de la historia. Antes de comer escuché su respuesta, sonreí para mí misma y me distraje abriendo el jugo de durazno hasta que preguntó que tenía yo para ofrecerle al equipo y me hice la más ofendida, justo como él con lo de los shenanigans. —Are you for real? I'm the Lucky Charm! —De repente se me había subido a la cabeza y todo, pero ni modo. El énfasis en el the fue absolutamente intencional—. Va, bromas a un lado. Puedo publicitar la guía, como puedes observar, no tengo problema hablando hasta con las sombras. Le di un par de tragos al jugo, comí un poco y retomé la tontería. Antes de seguir hablando carraspeé y me puse tono de infomercial. —¿Acabas de llegar a la Academia Sakura y tu tour de bienvenida apenas superó las expectativas? ¿Te asignaron con un cara de moco que nunca te mostró la escuela en realidad? Aún peor, ¿llevas desde primer año aquí y no conoces los secretos de la cafetería? ¡Tenemos la solución a tus problemas! —Tomé el juguito y lo presenté como si fuese el producto final—. There's no need to worry. We have Joey's School Survival Guide!
Mi ofensa le soltó la risa y luego la ofendida acabó siendo ella, cuando cuestioné su rol en el equipo. El ímpetu que le puso a la primera pregunta me hizo alzar a mirarla, el cubito de papa quedó a medio pinchar (con el palito, sí) y al argumentar que era el mismísimo lucky charm se me ensanchó la sonrisa. —I'm so sorry, my dear —reciclé sus palabras, ladeando apenas la cabeza—. What was I thinking, right? Seguí comiendo en lo que me daba la respuesta real, la que había esperado. Para ser la chica nueva y todo eso, la verdad era que sí se desenvolvía bastante bien. Pensé que lo dejaría ahí, pero poco después carraspeó y volvió a captar mi atención. Su voz sonó a infomercial barato y desde el primer momento se me plantó la sonrisa divertida en los labios. No fue hasta que acabó que pestañeé y abrí un poco más grandes los ojos. —Oh my god, now I need that guide —advertí, como si fuese una necesidad física o algo, para después relajar el semblante y apuntarla un segundo con uno de los palillos—. Well done, pinky. You're hired. Le di un par más de vueltas al asunto, innecesarias de por sí, pero al menos para seguir haciendo conversación. —Suenas muy versada en el desastroso arte de los tours escolares del Sakura para ser tu segunda día, tho. ¿Hablas por experiencia?
Para terminar de hacerla cuando fui yo la ofendida me regresó la misma frase que yo le había soltado, haciéndome negar suavemente con la cabeza de lo más resignada. Igual después atendió a la respuesta de verdad, tan real como podía considerársela en este delirio inmenso al menos, y la diversión en su sonrisa medio que me hizo batallar para mantener la seriedad. Su comentario en respuesta me aflojó la sonrisa ahora sí e incluso hice remedo de reverencia cuando me dijo que estaba contratada. Dejé el jugo a un lado, tomé el tenedor que traía con mi almuerzo y comí un poco en lo que él volvía a hablar. —Listen, just for the record I don't like to gossip —dije después de bajarme un bocado, pues para no hablarle con la boca llena—. Sé que no debe ser solo mi percepción, pero el salón tiene un porcentaje... un poco cuestionable de gente demasiado seria para su propio bien o para el bien de los nuevos, quizás. Por defecto, digamos que no me pusieron a ninguna alma de la fiesta para el tour. Eso y que le encasquetan la responsabilidad incluso a los que no tienen más que algunos días aquí. En lo que hablaba revolví un poco mi comida, distraída, y relajé la postura en el respaldo de la silla. —Tampoco fue un fiasco ni nada, no quiero exagerarlo tanto. Fuimos a almorzar al observatorio, pero como podrás imaginar me pasé una parte del tiempo casi monologando. —Aquí donde estaba sentada, parloteando de guías, publicidad y todo lo demás no tenía pinta, pero Japón me había vuelto más nerviosa de lo que creía que era en el pasado. Si este chico me hubiese recibido con la misma cara de póker que Paimon en cualquier momento habría amenazado con caminar por las paredes—. Te hablé bajo el riesgo de encontrar a otro igual de serio. Espero que reconozcas el esfuerzo, sobre todo viendo el gran emprendimiento que resultó de decirte que no era clima de gaseosa.
Su primera aclaración fue ella literalmente abriendo el paraguas, cumplía una función similar a los "no te ofendas, pero...". Paré las antenas en consecuencia, el interés me permeó el semblante y me acomodé mejor en mi silla, dedicándole mi entera atención al chismecito que no era chisme. Al final no dijo nada muy interesante, pero fingir que sí lo condimentaba lo suficiente. En cualquier caso, se me aflojó una risa nasal y mi sonrisa cargó entendimiento. Bromas aparte, si me dieran a elegir una clase de tercer año en verdad la suya quedaría al fondo de la lista. —¿La 3-2? Es la más aburrida, sí —convine, con una ligera cuota de suficiencia, y repasé brevemente su rostro—. Poor little girl, atorada entre los cara de moco, los traumados y los locos a secas. El lamento fue más un pensamiento en voz alta, no le di mucha importancia y volví a mi comida. Esperé a masticar y tragar para seguir hablando. —Esta escuela está llena de conflictos cruzados, pero ¿no pasa lo mismo en cualquier lugar que apiñes a la fuerza a un montón de adolescentes? Rollo The Hunger Games. —Sabía que era exagerado, pero me daba igual. Distraje mi mirada revolviendo la comida—. En cualquier caso, ya te confié los secretos de la cafetería y nos haremos millonarios juntos. You're under my wing now. ¿Por qué? Porque sí. Le sonreí y suavicé ligeramente el tono, hablando un poco más en serio. Si debía ser honesto, algo de pena me daba pensar que su experiencia escolar fuera... bueno, así. No que yo fuera un santo, pero al menos era más charlatán. —Quedas cordial y permanentemente invitada a la 3-1. Te prometo que competiremos por quién monologa más desde aquí hasta el fin de los tiempos.
No era el chisme del siglo, ni que tuviera contenido real para uno de por sí con día y medio en la escuela, no sé cuántas tensiones incomprensibles delante y habiendo hablado con menos de diez personas, pero servía como pie de página. No tenía demasiado punto de comparación tampoco, pero si me lo preguntaban, sí habían algunas caras cuestionables entre mis compañeros de clase por un motivo u otro. Lo dicho, tampoco creía que fuese solo mi percepción, el mismo Cayden había dicho que el resultado de los tours dependía de con quién lo asignaran a uno y luego de la pared con la que choqué el viernes quedaba claro que el porcentaje de malas elecciones parecía incluirlo a él. Al final hasta lo menos malo había sido Paimon, que igual me había cumplido el capricho del baile en medio pasillo. Como opinión externa de la 3-2 Joey dijo que era la más aburrida y me desinflé los pulmones con una decepción bastante impostada. No sabría bien hasta dónde estirar esa cuerda de los cara de moco hasta pasar por traumados y locos, pero de nuevo no tenía muchos datos puros todavía. Tampoco quería seguir chocando con tantas paredes, así que quizás era mejor si no me movía demasiado por ahora. —A este paso van a tener que sacar un triunfador por año y mandarlo con vacaciones de invierno pagadas. El aire se siente pesado y todo —dije aunque también fue una suerte de pensamiento en voz alta, aunque sonreí al escucharlo decir tan pancho que ahora estaba bajo su ala—. Qué amable de tu parte, muy digno de un caballero. La broma la hice porque podía, la verdad fuese dicha, y seguí comiendo en lo que él seguía hablando. Dijo que quedaba invitada a la 3-1 y que competiríamos por quién monologaba más de ahora en adelante. —Nuestros monólogos pasarán a los eones de la historia, no lo dudo —dije junto a una risa—. Okay, let's see. Hoy me invitaste al juguito, la próxima invito yo, ¿qué dice, sir Joey?
Sonreí con cierta diversión a su ampliación de la broma de Los Juegos del Hambre, luego agregó que el aire se sentía pesado y no acoté nada. Incluso si a mí se me escapaban los conflictos que ella había olido, con los propios me alcanzaba y sobraba. A decir verdad, nunca me había preguntado si alguien de la 3-1 habría percibido parte del desastre. Me movía, hacía y deshacía sin reparar en esos detalles. Quizá fuera igual para todos aquellos atorados en el ojo de una tormenta. Mi gesto se permeó de satisfacción al oírla recordar que era un caballero y dijo que a la próxima me invitaría ella. Podría haber suspirado, apesadumbrado, y seguir bromeando con que cómo me invitaría ella, una dama; que los tiempos que corrían eran extraños y a mi alma de señor inglés le costaba adaptarse. Podría, pero se me ocurrió algo más divertido. Me incliné ligeramente, suavizando mi sonrisa, y murmuré: —¿Sí? ¿Y qué tienes en mente~?
Dudaba mucho que a los que tensaban el aire les importara en lo más mínimo cómo lo percibíamos los demás, incluso me atrevería a decir que algo de la fuerza de esa tensión yacía en ese hecho, en la realidad absoluta de que afectaban todo lo que los rodeaba. Eran la disrupción, el ruido constante y la necedad; eran lo que eran y el resto debíamos sortearlos o enfrentarlos, eso dependía de cada quién. Por eso a la larga lo mejor era hacer la vista gorda y ya. Basándome en esa lógica era que seguía estirando las bromas de este espacio, aunque no sabría decir a ciencia cierta si era mi naturaleza o estaba replicando la suya, quizás un poco de ambas. Tomaba lo que me otorgaban y trabajaba con ello. Lo noté inclinarse, suavizar la sonrisa y luego soltó la pregunta en un murmuro. No me creía ninguna loca del ego ni nada, no de manera consciente al menos, pero tampoco era de piedra y recibir cierta atención de las personas tenía su gracia. Por uno que levantaba la pared otro parecía no tenerla, aunque todos poseíamos nuestro propio búnker. Sonreí con suavidad, el gesto fue más para mí misma que para él, y fingí pensármelo un rato como si tuviera todo el tiempo sobre la tierra. En mi tiempo de debate comí un poco más, distraída, y pasado un rato me llegó la iluminación fingida. —¿Una cordial invitación a almorzar con postres de los del fondo incluidos? Should I bring something different, maybe? —Crucé las piernas bajo la mesa y balanceé la que quedó arriba—. Algunas repostería del centro de Tokyo son buenas.
La niña parecía estar jodidamente a gusto con la tontería. No la conocía de nada en verdad, sólo tenía a mano la versión que estaba mostrándome a mí, pero me hizo algo de gracia que fuera su segundo día en una escuela nueva y que no retrocediera de ninguna forma, en lo más mínimo. ¿Podía darme el crédito? Quién sabe. Su sonrisa se suavizó y me dejó esperando, arrastrando su puñado de fichas al centro de la mesa. No retrocedía, pero tampoco cedía completamente. Aguardé, pues, a que se montara el numerito de introspección, sin modificar demasiado mi postura. —Los postres del fondo están bien —respondí, con liviandad, y regresé a mi posición inicial—. Aunque si quieres probar algo de la ciudad tampoco te diré que no. Comí un par de bocados antes de terminar de redondear la idea. —"El centro de Tokyo" es ridículamente grande, tho, en especial para mi alma de campesino. ¿Tienes alguna en mente?
Igual me faltaba sentido de preservación, es más visto lo visto era casi una certeza que no debía tener mucho, al menos en tanto no percibiera hostilidad alguna en el espacio. Hacía ciertas cosas con demasiada confianza, más de la que debería tal vez, pero también eso era parte de mí suponía. Si alguna de las chicas me viera ahora mismo seguro me regañaría, pero en esta escuela estaba empezando de cero. Era el capricho que había pedido yo misma. —My bad, you're right —apañé a lo de que mi especificación exageradamente amplia. Que dijera que era muy grande para su alma de campesino me dio algo de curiosidad, pero preferí no meter mucho más las narices, no con lo de antes, incluso si la mención había sido suya—. El otro día me comí una porción de tarta de chocolate riquísima, I swear to God. It was so so good! Tomé una pausa para darle un trago al jugo, todavía balanceando la pierna bajo la mesa. —El sitio se llama The Bake. Hay de todos los sabores que puedas imaginar, también tienen cheesecake según vi y un poco de todo lo demás, supongo. Había panes de otras clases, quiero decir. —Había seguido monologando medio sin querer—. ¿Te gusta algún sabor de postre en específico? ¿O no te gustan tanto los dulces, tal vez?