Casilleros

Izayoi-san continuaba limpiando a cabalidad el casillero, su concentración era excepcional con la tarea a la mano, e incluso aplicaba una metodología bastante particular en sus técnicas.

La limpieza era algo serio.

Muy serio.

Aunque escuchar esa voz, femenina, referirse de manera directa a ella, le hizo correr un escalofrío brutal por su espalda, incluso se tensó del susto, enderezando su postura, dejando soltar un leve grito de la impresión.

—¡Kyah! —pero se tapó la boca para evitar hacer un papelón, mayor del que ya estaba metida—

Pero ya era demasiado tarde, la chica recién llegada había visto el crimen de lesa humanidad que suponía ese casillero, así que se le subieron los colores al rostro en un santiamén, colorizando sus mejillas de un intenso rosado producto de la misma vergüenza.

Oh por Dios...

¿Qué debería de hacer?

¡Que demonios!

Tembló un poco, pero recuperó su compostura, aunque el intenso rubor de sus mejillas se mantenía presente, y terminó intercambiando miradas con la recién llegada, aunque esquivó un poco el contacto visual producto de la misma pena.

—Esto... Si no es mucha molestia... Sería buena idea... Muchas gracias —dejó salir una sonrisa tímida, al igual que su voz sonaba muy suave, casi al borde de un susurro— Aunque... No le he visto por aquí... ¿Es nueva aquí, mademoiselle?

 

Después que Jean y Eda se hubieran ido, mi atención quedo por completo en la chica que ahora tenia al frente la repase en poco, en si no era con una mala intención estaba acostumbrada mirar e analizar mi entorno y a las personas que tenia al frente, no era por que quería intimidarla o algo por el estilo, puede que fuera una princesa de la mafia o una reina de hielo como me decían, pero no era la clase de persona que le gustara jugar o molestar a los demás por pura diversión.

Además podía decir que esta chica y yo nos íbamos a relacionar tal vez mas seguido por lo del club. Analice lo que había dicho en poco, sin mucha prisa pues escuche lo que ella me decía asintiendo en poco cuando me confirmo que ella la líder, así que eso era lo que pasaba no indague de mas en todo lo que me dijo después sobre los temas familiares y otras cosa que no preste atención en nada, excepto cuando dijo que la próxima semana podía hacerme una prueba.

—Claro por mi no hay problema —sonreí con calma—. Podemos intercambiar números —había mencionado eso al segundo de haber sacado mi móvil— . Si quieres claro, y de hay pues me puedes avisar que días estas libre de la próxima semana para hacer lo de la prueba, y si no estas en condiciones de hacerla pues me avisas también y la dejamos para cuando te sientas cómoda con tu regreso a clases.

Y si, yo aquí pensado sobre la salud o el bienestar de alguien.

>>Y ya que como dije estoy interesa en ingresar sobre lo de ayudarte a revivir el club, pues lo haría con gusto después de todo la esgrima es algo que que practicado siempre y es lo que mas me apega a la persona que me enseño.

Mi abuelo.

 

Había sido bastante directa con el tema, ese era uno de mis defectos suponía; tenía la boca demasiado suelta y a veces no medía los filtros. No obstante más que ofenderse porque me metiese donde no debía, la chica se asustó con mi llegada y se tapó los labios, ahogando un gritito. El rubor le enmarcó el rostro, y mi expresión se suavizó en respuesta, sintiendo algo de lástima por ella.

—Perdona —me disculpé, soltando una risa nasal—. No quería asustarte.

La desconocida se había mantenido de cuclillas durante aquel breve intercambio, de modo que no fue si no hasta que se irguió para responderme, desviando la mirada con timidez, cuando me di cuenta de la diferencia en nuestras alturas. Era súuper alta, y parecía tener una complexión de lo más atlética. No obstante, en contraposición con su físico, su carácter parecía ser tan dócil y asustadizo como el de un cachorrito.

Di un pequeño golpecito al suelo con el tacón, terminando de ajustar mis zapatos, y una vez cerré la taquilla me agaché para ayudarla con (y curiosear) la suya.

—¿Hm? Ah, sí, hoy es mi primer día acá —asentí ante su pregunta con total tranquilidad. Iniciar con varios meses de curso perdido debía ser una desventaja, pero no mostraba signos visibles de que fuese algo que me preocupase realmente. Mientras charlábamos ojeé entre la pila de papeles y envoltorios varias revistas de skate, coches, libros... Ah, ¡ese manga lo conocía!—. Me siento como si hubiese metido la cabeza en el bolsillo de Doraemon. Me encanta.

>>¡Soy Hoshino Hori, por cierto! ¿Cómo te llamas tú, señorita maid?

Lo de maid lo había soltado por la cinta del cabello, que le daba cierto aire, y por la tontería de la limpieza concienzuda. Si supiera que fuera de la escuela efectivamente lo era me habría creído adivina o algo.





Ingresé a las instalaciones del Sakura junto al resto de estudiantes. El ruido de las conversaciones animadas a mi alrededor captó mi atención, y paseé la mirada entre los diversos grupos, que se saludaban con simpatía como llevaban haciendo probablemente durante mucho tiempo.

La sensación de ingresar a un lugar nuevo no me era desconocida. Llevaba de mudanza en mudanza prácticamente toda mi vida; el cartel de "la nueva" jamás se despegaba de mi frente del todo, pero no era algo que me molestase. Ya me había acostumbrado. Aunque papá me asegurase que aquel destino producto de la empresa sería el definitivo sabía en el fondo que solo estábamos de paso. Pero no podía evitar guardar la esperanza de que alguna vez fuese cierto.

El Sakura y Tokyo no eran más que otro ejemplo de la extensa lista, pero ello no me daba motivos para incumplir mis deberes como estudiante. De modo que había alistado todas mis cosas y revisado la noche anterior las instalaciones en la página del centro, buscando evitar cualquier inconveniente por haber ingresado con el curso tan avanzado. Había repasado las asignaturas, también. No creía que llegase a tener ningún problema con ello.

—Hey, oye.

Me encontraba terminando de hacer el cambio de calzado cuando la voz de un chico me llamó la atención. Debía tener más o menos mi edad, de cabello oscuro alborotado y una curiosa mecha rojiza enmarcándole un lado del rostro. Se había arremangado el uniforme, algo arrugado para mi gusto, y parecía llevar algunos documentos en la mano.

Intercambié miradas entre los documentos y sus ojos antes de responder.

—¿Sí?

—¿Sabes dónde está la secretaría? —cuestionó; adiviné cierto desgano en su voz a pesar del gentío a nuestro alrededor—. Me han mandado a hacer de recadero, pero ni siquiera soy de aquí.

—Oh. Me temo que estamos en las mismas —me disculpé—. También soy nueva aquí.

—Joder, vaya puntería la mía —El chico se rascó las raices del cabello, sopesando sus posibilidades. Supuse que le preguntaría a cualquier otro estudiante y ambos seguiríamos nuestro rumbo, pero contra todo pronóstico repasó mis facciones con más intensidad de la que esperaba, lanzándome cierto color al rostro, y su expresión tomó algo más de interés. ¿Huh...?—. En fin, le entregaré esto al tutor que sea y listo. ¿No crees que es bastante casualidad que dos estudiantes nuevos se crucen en su primera interacción en este sitio?

Eso sonaba a una pick-line de lo más trillada, pero no iba a ser yo quien lo dijese.

—Supongo que tienes razón —concedí con una sonrisa pequeña, más bien protocolaria. Me incliné con rectitud a modo de saludo—. Müller Anisphia, es un placer.

—Kagehira Yuu para servirle —Guiñó uno de sus ojos en respuesta. Su actitud era mucho más relajada que la mía, mucho más informal si se quería, y se notaba—. ¿Te parece si me cambio de zapatos y subimos a las aulas? La mía es la 3-1. Sería increíble que coincidiésemos también en eso.

Una lástima que para Kagehira-san, pensé, su sueño no fuese a ser cumplido.

Mi aula era la 3-2.

Contenido oculto

quem uvu

 

Si bien al inicio la presencia inesperada de aquella chica había caído como un balde de agua helada, la situación no había llegado a más, e incluso la tensión por el susto se terminó disipando completamente. Izayoi-san, a pesar de su físico llamativo gracias a su imponente altura y contextura atlética, contaba con un temperamento peculiarmente apacible y dócil, evitando cualquier muestra de agresividad o carácter confrontacional -salvo que se le toque alguna fibra sensible- al borde de ser una muñeca de trapo. Era muy difícil ver a esta chica enojada mas allá de ponerse quejumbrosa o mostrar inconformidad con alguna situación, pero sacar su lado fiero no era para nada imposible.

La chica se había disculpado por haber dado ese susto intencional, incluso se le escapó una risa nasal, cosa que ayudó a Sakuya a dejar una ligera sonrisa, si bien el rubor se mantenía plantado firmemente en sus mejillas, al menos tenía suficiente confianza para establecer el contacto visual ahora.

>>No tengo ningún tipo de problema, madame, solo que... No me esperaba que llegase gente tan temprano.

Procedió a rascarse de manera tímida la nuca, sintiendo una leve sensación de comodidad con aquella presencia, la desconocida echando un ojo al infame interior del casillero, detallando cada cosa del mismo, se esperaba todo tipo de reacción... Pero de alguna manera parecía deleitada por el contenido que había.

No resisitió a alzar una ceja al escuchar el comentario, la mención del entrañable gato azul, robótico y peculiarmente rechoncho, le había llamado la atención.

>>A ser honesta... Necesito uno de sus chismes para limpiar este lugar, hasta una zona de desastre está mas prolija que este casillero.

Aunque esa señorita tenía una intución marcada, más de lo que dejaba ver, se había dado cuenta de su cintillo, y no dudó en soltar la bomba con la pregunta, si que era una chica interesante.

—Mi nombre es... Izayoi Sakuya —sus labios se curvaron en una gentil sonrisa, para luego tomar los lados de su falda y flexionar sus rodillas, dejando un pie por delante del otro, seguido de agachar la mirada y cerrar sus ojos, haciendo una reverencia a la recién llegada—

La reverencia le había salido en un movimiento, memoria muscular tal vez, pero en completa fluidez, una buena sirvienta debe ser capaz de realizar una reverencia a la altura.

>>Es un placer conocerla, Hoshino-sama~

 

Hoy estaba mas emocionada que de costumbre, vamos lo que nos había contado Markus en la piscina fue algo que realmente no me lo esperaba pero sabia muy bien por lo poco que lo conocía que a el le gustaba el baile, era obvio que haría lo que fuera por hacer una presentación como esa aquí en Sakura iba hacer emocionante eso si que lo sabia.

Entre a la escuela sin ningún problema, pues estaba muy emocionada aunque de seguro tal vez no duraría toda la semana, yo ya era rara en si o para aclararlo mejor era una bipolar pues esa la única palabra que podía ponerle a mi forma de ser. Llegue a mis casilleros para cambiarme los zapatos e sacar lo que usaría.

—Hello señorita —sonreí al escuchar la voz de Isla.

—Hello ¿Cómo te ha ido? —pregunte al momento que de erguirme después de haberme cambiado los zapatos.

—Puedo decir muy bien después de mi cumpleaños pues todo es un desastre en mi vida, ósea ya te conté el motivo por el cual nunca lo celebro —la sonrisa amargada se hizo notar en sus labios después decir eso, la mire con calma antes de dirigir nuestros pasos hacia su casillero sin mucho problemas.

—Ya que parece que no has tenido un buen día todas estas semanas —mire mi alrededor con calma—. ¿Ya sabes lo que va a pasar en el receso?.

—Si es el evento de baile que anuncia el tablero pues si, y si me preguntas si voy air obviamente que lo hare —le sonreí en poco antes de salir de esa área.

Mire a mi alrededor y no muy halla distinguí dos figuras que nunca había visto en la academia mire de reojo a Isla y denote que también miraba lo mismo, le hice una señal con la cabeza y entendió claramente por que asintió en poco.

—¿Los conoces?

—No pero de seguro necesitan ayuda en algo —le sonreí—. Puede hasta los invitemos al evento ¿dijo no?.

Con eso nos acercamos y me pare a una distancia pronunciada antes de dejar que digieran lo ultimo que no escuche en nada para así poder saludarlos.

—Buenas —una sonrisa amable apareció en mis labios—. Perdón la interrupción, no los había visto por aquí son nuevos ¿no? —mire a Isla—. Me llamo Sophie Bernard y ella Isla Smith mucho gusto.

Contenido oculto

holis uwu.

Para ser sincera el esgrima era algo que empecé a practicar desde muy pequeña, bueno lo hacia con el hermano de Eda ya que mi abuelo nos enseñaba a los dos, hasta que mi abuelo falleció y solo nos quedamos los dos así que siempre que visita Alemania pues practicábamos juntos al igual que lo hacíamos cuando el venia a Rusia. Así que si de algo me servía pues ayudaría a esta chica por gusto, y por que me complacía hacerlo al intentar revivir el club.

Aun tenia mi móvil en la mano cuando ella acepto a que nos pasáramos nuestro números.

—Claro —desbloquee mi móvil antes de anotar el numero que ella me dictaba, lo anote en poco después de registrarlo por su nombre para poner un emoji de una espada de esgrima a lado de este abrí el chat y escribe un "hola" —. Listo.

Con eso guarde mi móvil para después llevar mi atención a ella, escuche lo que dijo sin ningún inconveniente para sonreírle en poco.

—Supongo que nos costara esfuerzo pero de seguro valdrá la pena ¿no? —mire mi alrededor—. ¿Si quieres podemos ir subiendo dijo si no tienes nada mas que hacer acá abajo?

 

Poco a poco la chica pareció tranquilizarse, al menos hasta ser capaz de hacer contacto visual conmigo. Lo había notado al intercambiar miradas de reojo mientras ayudaba a apilar los papeles, pero no dije nada al respecto.

Lo archivé y lo dejé estar sin más.

—Bueno, si necesitas más espacio hasta que encuentres la forma de organizarte siempre está mi taquilla —le dejé caer, liviana—. Ahora somos vecinas, ¿no?

Me erguí cuando había apilado lo suficiente, buscando una papelera cercana, cuando Izayoi hizo una reverencia tomando los pliegues de su falda con un estilo tan grácil y sofisticado que la tontería de la maid casi cobró sentido.

—¿Puedes repetirlo otra vez? —le pedí, a medio camino entre la seriedad y la coña. Casi me brillaron los ojitos y todo—. Hoshino-sama suena demasiado bien.

Había tenido manager, ¿pero maid? Eso era nuevo.

>>Ahora en serio, ¿no eres como demasiado educada y formal para ser una estudiante? —cuestioné, regresando de tirar los desperdicios a una basura cercana—. Somos del mismo año, ¿no?

No iba con demasiada motivación a la nueva academia, no. Mucho menos cuando había sido expulsado de la anterior por una pequeña broma sin importancia. Era consciente de que a los profesores no les caía demasiado bien de antes, y habían usado aquello probablemente como carta para sacarme de allí.

¿Pero empezar de nuevo en el último año de curso? No, gracias.

El traslado especial de expediente me había obligado a hacer un papeleo extra que se habían sacado de los cojones básicamente, y ahí estaba yo dando vueltas buscando la secretaria cuando encontré a aquella muchachita tan linda. Parecía educada y rígida a cagar, como una japonesa prototípica, pero pese a que su acento era bastante marcado tenía facciones extranjeras. Curioso cuanto menos.

Terminé de ajustarme los zapatos. Müller seguía allí, alisando su uniforme y su cabello cuando la intercepté de vuelta. O más bien nos interceptaron a ambos en su lugar. Dos estudiantes se nos acercaron de la nada y se presentaron contra todo pronóstico.

¿Pero acaso iba a negar yo la presencia de tantas señoritas?

—Encantada de conocerlas —Müller hizo una reverencia al presentarse, escueta y formal.

—Kagehira Yuu, ¿qué tal? —Alcé la mano cuando se acercaron, y la descansé en mi bolsillo poco después—. ¿Cómo lo supiste? ¿Acaso tenemos una diana en la frente o algo así?

—Creo que es sencillo notar lo perdidos que estamos, Kagehira-san —me replicó la chica, con bastante razón en realidad. Posó su atención en las chicas—. ¿Lleváis mucho tiempo en la academia?

—De hecho, con saber dónde está secretaría es más que suficiente para mí.

 

Había que darle crédito a Hoshino-san, que se puso manos a la obra a ayudar a Sakuya a poner orden en el lejano oeste que estaba de casillero, tomando papeles, llevando los mismos a la papelera, y en general, juntas convirtiendo el chiquero en algo por fin placentero a los ojos, el desorden y la suciedad iban desapareciendo, poco a poco transformándose en un paradigma de pulcritud, tal cual su dueña... Se esperaba.

—¡Oh! Es una buena oferta, aunque gracias a su ayuda creo puedo tener todo organizado para el final de la tarde si tengo tiempo, muchas gracias la verdad —dejó salir una cálida sonrisa, Izayoi-san estaba particularmente agradecida con su ayuda, así que no tenía reparos en demostrarlo con una actitud mas abierta—

Hoshino-san se encontraba en ese curioso espacio entre la tomadura de pelo y una petición seria, había quedado sorprendida, y no lo pudo disimular del todo, salvo con lo último, ¿Repetir, decía? ¡Por qué no!

Sakuya tomó los pliegues de su falda, para flexionar sus rodillas con un pie frente al otro, agachar su mirada y cerrar los ojos en una reverencia... Otra vez, y las que hicieran falta. Hoshino-san pensaba que lo de maid era alguna especie de parapeto o acto, pero la precisión de su movimiento sugería lo opuesto, la de alguien curtido y experimentado en su ocupación.

—Es un placer servirle, Hoshino-sama~ —incluso algo que no se solía ver en Sakuya frecuentemente, tomar la iniciativa por voluntad propia, incluso con un tono de voz un poco mas agudo, acentuando un aire ligeramente juguetón, casi que saboreando el momento—

Pero escuchar eso la hizo soltar una pequeña carcajada, un tanto halagada por ello.

>>¡Perdón! Son los gajes del oficio... Aunque si me precio en ser formal y educada, los modales forman al hombre... ¡O a la mujer en este caso! Aunque si, asisto a la 3-3, ¿Y usted?

 

No iba a negar que había aprovechado el hecho de ayudarla para curiosear un poco entre sus pertenencias, pero ahora que entre las dos habíamos despejado el casillero medianamente decente se sentía bien haberle ahorrado algo de tiempo con la tontería. Mi curiosidad estaba en parte motivada por el hecho de saber qué era lo que usualmente se llevaba a un casillero escolar, aparte del calzado y los libros. Suponía que había quienes las personalizaban, le pegaban fotos aquí y allá... Pero había dado probablemente con una estudiante poco común, porque la respuesta a esa pregunta era... bueno.

Posibilidades infinitas.

La chica, más que encantada, volvió a repetir la tontería del saludo, con inclinación y todo. Yashio me había pedido que hiciese amigos de mi edad, gente a la que considerar mis iguales en un entorno fuera de lo profesional, pero la formalidad de Izayoi me hacía sentir muy alejada de esa realidad. Tampoco iba a quejarme. Me subía un poquitito el ego y todo.

—Creo que a la 3-2 —Hice memoria por un instante. Recordaba haber visto ese papel entre los cientos que había dejado sobre el escritorio. Listado de profesores, asignaturas, administración educativa... Demasiada info por un día—. ¡Pero bueno! Lo importante es que me interesa contratar tus servicios. ¿Cuáles son tus honorarios? ¿Admites pago en galletitas?

Me había tomado la libertad de sujetarme de su brazo, como un koala a su tronquito, una vez Izayoi finalizó su limpieza rutinaria (de momento) en su taquilla. La invité a caminar conmigo de un movimiento ligero, mientras nos abríamos paso, y la seguí bombardeando a preguntas.

>>Aún es un poco temprano, ¿qué me dices si me cuentas un poco de este sitio? ¿Qué zonas merecen la pena, Iza-chan?

 

La limpieza había dado sus frutos, y ahora la excusa que había dado pie a la interacción de ambas había desaparecido... Siendo reemplazada por una especie de visita turística, pero no estaba nada mal, Hoshino-san incluso se tomó la libertad de sujetarse de uno de sus brazos, acentuando la diferencia de estaturas, y lo mas curioso, dando una vibra de cercanía.

Sus mejillas se pintaron de rosado por enésima vez al darse cuenta de como podrían verse de esa manera, dejándola desarmada y un tanto nerviosa otra vez, pero nada que no pudiese manejar, incluso con un ligero aumento del ritmo cardíaco, las buenas sirvientas no pierden el temple.

Se tenía que ser honesto, y es que Hoshino-san era particularmente cómica, adepta en el arte de los comentarios graciosos para mantener un ambiente ameno, la peculiar solicitud de servicio le arrancó unas buenas carcajadas a Sakuya, ya que pues le había parecido chistoso aquello, se sentía en confianza por los momentos.

—Pues es una oferta tentadora que terminaré aceptando, si son de canela y chocolate estamos puestos —admitió con una risa risueña, divertida por la situación, esa chica tenía un aire envolvente, un tantito misterioso, pero a la vez atrapaba—

Aunque le terminó cayendo otra ronda de preguntas, era entendible, dado que Hoshino-san era nueva, con bastante retraso, pero a fin de cuentas una recién llegada.

>>Bueno, hay una sala multimedia en el segundo piso, hay una piscina... La cafetería tiene muy buena comida, la azotea también es un buen lugar de reunión, el invernadero también... Hay de todo un poco aquí dentro... Ahora, si hablamos de fuera, no soy de Tokio, así que no conozco mas allá de donde vivo actualmente, en Shibuya.

 

Había cierta comicidad en el hecho de que, teniendo en consideración nuestras estaturas, Izayoi fuese la que mostrara visible vergüenza con mi cercanía. Me sonreí cuando el rubor tiñó sus mejillas, entretenida con sus reacciones, pero no añadí nada más. Lo dejé correr mientras se tomaba el tiempo de responder mis preguntas, sacándonos del tumulto para ir hacia cualquier otro lado.

—No es por alardear, pero todo aquel que prueba mis dulces nunca los olvida —Era la carta de presentación que siempre hacía, porque mentira realmente no era. Dejaba una fuerte impresión en todo aquel que probaba mis platillos. Las malas lenguas decían que en mi caso no les dejaba un recuerdo agradable, pero a mí no me parecía para tanto—. Otro día te traeré galletitas, trato hecho.

Mientras la chica me hacía un resumen de las instalaciones más emblemáticas (a las que tomé nota mental para el futuro), noté un tablón de anuncios alrededor del cual se reunían varios estudiantes curiosos. Como chismosa se nacía, no se hacía, dirigí nuestros pasos para allá, sin dejar de asentir hacia las instrucciones de mi acompañante.

Estaba por hacer un comentario acerca del barrio donde vivía cuando reparé en la nota que yacía allí colgada, opacando un poco a las demás. Era una invitación a un evento informal que se daría esa misma mañana, durante el receso. El aire de misticismo que lo rodeaba, y la intriga que suscitaba el hecho de que no fuese algo organizado por la propia institución me hizo mirar a Sakuya, con emoción renovada.

>>¿Esto es algo normal en la escuela?

 

El rubor se había afincado en las mejillas de Sakuya, haciendo resaltar lo que era su pálida tez, casi se podía tomar que estaba padeciendo de fiebre, además de que se le notaba una expresión tímida, aunque había algo especial en esa expresión propia del manojo de nervios que Sakuya podía ser en ocasiones, una chica de ese intimidante porte no podía ser así de entrañable.

Sumando a esto, Hoshino-san tenía el completo mando de la situación, yendo a su antojo (de brazos con Izayoi-san) a cualquier punto de la planta baja que le llamase la atención, casi que podía sentirse como su guardaespaldas personal, pero con un extra de cercanía impropia de dicha profesión.

—Oh, Hoshino-san debe ser una gran repostera entonces, esperaré ansiosa a por esas galletas, promesa —a pesar de los nervios, dejó salir una sonrisa, convencida de que en efecto recibiría las mejores galletas que habría probado en su vida, podría ser un poquito crédula, pero no veía motivos para desconfiar pese al obvio alarde, tal vez eso era parte de ella, esa aura tan cálida y extrovertida—

Al pasar en frente del tablón de anuncios (y detenerse a ver el mismo), Hoshino-san reparó en una nota pegada en la misma, que daba una invitación a un evento que se realizaría el mismo día, durante el receso, la naturaleza improvisada del mismo le llamó la atención, y terminó por asentir a su pregunta.

>>Si, a veces los estudiantes y los clubes hacen cosas así de manera imprevista, aunque veo que le interesa, acaso... ¿Desea que la acompañe, Hoshino-sama?

Reunió un poquito de coraje para curvar sus labios en una juguetona sonrisa, oh, Izayoi-san, ¿En donde te estás metiendo?

 

Debido a que empecé a asistir a la Academia Sakura en los comienzos del ciclo lectivo, no conocía con la debida exactitud aquellos asuntos relacionados con estudiantes transferidos a mitad de curso. El dato de que a los recién llegados les asignaban un compañero como guía, apenas lo había oído al pasar, información probablemente captada sin intención de alguna conversación en los pasillos. En lo que mí concernía, había venido a conocer el edificio y sus espacios antes del comienzo de las clases, con ayuda de un trabajador de la institución y la compañía de la persona que me alojaba en su residencia de intercambio.

Independientemente de mi caso particular, Cayden confirmó la información, a la que otorgó tintes de guía de turismo, y añadió el dato extra de que se daba la libertad de aceptar o rechazar el recorrido por las instalaciones. Supuse que tenía razón en lo referido a que el éxito de esta idea dependía de la persona que te tocara. Era alta la probabilidad de que un estudiante nuevo desconociera a la mayoría de sus compañeros, y eso aumentaba el riesgo de que no hubiera una buena "sinergia". Visto desde esa perspectiva, era un alivio que Ilaina, que se mostraba amable pero algo dubitativa, tuviera a Cay como su compañero de clase. Consideré la posibilidad de sugerirle a éste último que fuera el “guía turístico”, pero eso quedó en silencio por dos razones: primero, porque la elección del guía era tarea de los profesores y, en segundo lugar, pondría a Cayden en un compromiso. De lo poco que lo conocía, no veía que rechazara la idea de orientar a Ilaina, movido por el mismo impulso que lo hizo protegerme de las tensiones entre Altan y Adara en la prueba de valor. Pero no me correspondía a mí poner tal decisión sobre el tablero.

Repentinamente, Dunn quiso saber qué hacía en los casilleros de tercer año. Me pareció que estaba tratando de bromear otra vez conmigo, pero su pregunta me tomó algo desprevenido de todos modos. Se sobreentendía que me había acercado para saludarlo, por lo que me estaba lanzando una pregunta que se respondía sola. Fue suficiente para poner en entredicho mi agilidad mental. Tuve que sonreir para darme un poco de tiempo y, cuando iba a reafirmar el motivo de mi presencia, sentí un suave toque en el hombro.

Altan pasó junto a nosotros, como una sombra oscura. No dijo nada, no miró a nadie. Me quedé con los ojos puestos en él unos instantes. Siguió su andar hasta una posición apartada de nosotros. La oportunidad de acercarme a él, de preguntarle por su situación, se vio truncada apenas noté que alguien más se le acercó, un chico alto, rubio, de aspecto intimidante. La sonrisa en mi rostro retrocedió bastante, sin perderse del todo, pero la precupación se hizo presente. Carraspeé para distraer a mis acompañantes de los indicios que cruzaban mi semblante. No quería preocuparlos, y mucho menos a Ilaina. Finalmente hablé en respuesta a Cayden:

—Por supuesto que he venido a verte —respondí recuperando mi expresión solemne de siempre—. Sería un fallo grave de mi parte no saludar a mi estimado senpai cuando lo veo, ¿no te parece? —añadí; las formalidades japonesas no eran lo mío y hasta evitaba ajustarme a ellas, pero las aproveché para seguirle el juego a Cayden, que antes me había definido como un kohai dulce.

Pero tras eso volví a centrarme en Ilaina, para que no diera la sensación de que la estábamos dejando fuera de la conversación. Tenía un apellido extranjero pero su formalidad incluyó una reverencia. Supuse que su caso era similar al de Altan y Cayden, alguien de una familia de afuera nacida y criada en Japón.

—Transferirte a mitad de curso debe ser algo complejo —le comenté con calma—. ¿De dónde vienes?

 

En si esperaba con Isla no haber interrumpido nada pues, no se me daba muy bien y sabia que a Isla tampoco. Los mire en poco después de haberme visto de reojo con Isla, era una sincronización que simplemente las dos ya teníamos aunque eramos Estadounidenses pero de diferentes ciudades pues a veces parecíamos hermanas.

Isla y yo reímos en poco al escuchar lo que dijo el chico, a decir verdad pues solo supe que lo eran por que nunca los había visto por aquí nada mas.

—Mucho gusto —respondió Isla antes que yo me dignara abrir la boca, solo asentí en poco en respuesta.

—Supongo que era por que no los había visto por aquí —mire a mi alrededor—. Ademas también tiene cara de no saber como se pasea por esta academia.

Escuche la risa divertida de Isla, pero sabia muy bien que no lo hacia por mal si no que era por lo que mi boca había votado. Escuche atenta a la pregunta que hizo la chica.

—No —sonreí—. Recién llegue este año, supongo que ya van tres o cuatro meses ¿creo? —reí divertida por mi propia duda.

—Yo llegue al mismo tiempo que ella, así que también recién entre este año —respondió la chica de mi lado mientras llevaba su atención en el chico, para después de algunos segundos fijar su vista en la mía—. Ni idea solo se que la sala de profesores queda en la segunda planta, pero secretaria ni idea —me miro—. ¿Y tu sabes donde queda?

Negue despacio.

—No, te dieron algo de llevar a ese lugar o? —lo mire en poco—. Pero supongo que todo eso lo conocerán cuando hagan el tour en la academia —murmure con voz calmada—. Pero no se si lo hagan hoy en el receso, así que si no lo hacen pues no se si dieron cuenta del anuncio pero habrá un evento en el receso de baile si quieren ir quedan invitados —sonreí—. Es el patio norte, si van pues nos dicen en que lugar nos encontramos para ir juntos o bueno no se si sean de tercero pero nosotras somos de segundo así que, si se animan pues lo esperamos en los pasillos de segundo.

 

Incluso los observadores más avezados eran propensos a que ciertos detalles escaparan de su radar. En el momento que mi atención y pensamientos permanecieron sobre Altan y la persona que lo interceptó en su casillero, no detecté el ímpetu de la mirada de Cayden, mucho menos su posterior intercambio con Ilaina. Continuaba desplazándome, sin saberlo, entre historias inmencionables que me rozaban con su silencio atroz. En cambio, sí pude apreciar cómo la risa llenó de calidez los movimientos de Dunn al recibir mi contestación. Sonreí al verlo con ese ánimo, pero también porque había logrado salir airoso de su repentina pregunta, la cual había hecho trastabillar mi mente por unos segundos.

Nuestra conversación continuaba fluyendo, amena. Ilaina mencionó que la habían provisto con material de estudio que le permitió equipararse al nivel académico de los demás. Asentí con aire comprensivo, pues yo había pasado por una situación similar para ser admitido como estudiante de la Academia Sakura. Lo mío era una circunstancia sustancialmente diferente a la de esta chica, ya que arribé hace pocos meses y mi paso por Japón era temporal, pero también implicaba un esfuerzo de adaptación. Además, ella fue transferida desde una escuela femenina del centro de Tokio, por lo que lo suyo no era solamente un cambio a nivel institución. Confiaba que en que no estaría sintiéndose retraída por hablar con nosotros en sus primeros minutos dentro de la institución.

Venía de Estados Unidos según nos dijo gracias a una intervención de Cayden, lo que hizo que la conversación derivara en el asunto de nuestras procedencias. Dunn mencionó que éramos un grupo de extranjeros y tal comentario me hizo sonreír levemente. Podía ser visto como una casualidad extraordinaria el hecho de que tres personas de diferentes países hubieran coincidido en un mismo espacio, pero aquello era parte de la normalidad del Sakura, lo que volvía a la academia un espacio donde diferentes culturas confluían.

“Un domo donde algunas de las normas del resto de la sociedad se invierten”, como me dijo Altan en los humedales.

Que Ilaina se mostrara algo tímida respecto a su lengua materna también se me hizo llamativo, pero en cambio preguntó por mí.

—De Suecia —respondí, sereno—. Vengo de la ciudad de Estocolmo, donde pasé la mayor parte de mi vida. Por tanto, hablo sueco —mencioné por añadir algo. Le sonreí—. Estoy aquí como estudiante de intercambio.

Miré a Cayden.

>>Supongo que ahora te toca a tí.

Contenido oculto

No recuerdo si Hubert ya le mencionó su origen a Cayden o viceversa. Estoy seguro de que no.

Pero caso contrario, le hace la invitación en joda para Ilaina lo conozca un poco más (?)