Pasillo (3º piso)

La sonrisa que apareció en el perfil de Fuji me dio la señal de que estaba yendo por buen camino, sin embargo logró mantenerse quieto y seguir la conversación con Copito como si fueran los únicos presentes en el pasillo. Le dijo que sentía una brisa cercana y le preguntó si se trataba del viento. El gorrión intercambiaba la mirada entre ambos; movió un poco sus alas, ya que veía que la estábamos pasando muy bien con nuestro jueguito. Era gracioso pensar que al principio se trataba de esconderme de Fuji y que él me encontrara, y que ahora fuese yo la que buscaba hacer notar mi presencia mientras el chico fingía. ¡Pero…! No era alguien que se rendía.

Tuve una idea gracias a sus palabras. Quizás algo atrevida, pero bueno, era algo que también caracterizaba a las personas confianzudas.

Inspiré por la nariz y retuve una pequeña cantidad de aire en mi pecho. Alejé un poco mi rostro de su oído, sólo un poquito, para seguir quedando en la cercanía necesaria. Lo miré brevemente, con una sonrisita traviesa, como ofreciéndole una última oportunidad. Pero sabía que seguiría enfocado con mucha firmeza en Copito. Entonces le di lo que se estaba buscando.

Así que una brisa, ¿no?

El aire brotó de entre mis labios y lo concentré sobre su oreja, en un soplido muy leve que extendí por unos segundos. Nadie podía resistirse a algo como eso, estaba segurísima de que a todo el mundo le daba cosquillas que le soplaran en esa zona, y yo me incluía. Además, me pareció que Fuji estuvo a punto de reírse cuando le susurré de cerca. Le había dicho que le iba a hacer cosquillas y eso buscaba darle, porque era una fantasmita sincera. Si el chico reaccionaba, ya no podría fingir que no me veía.

Pero con él nunca se sabía, me daba cuenta de que tenía bastante ingenio. Si me sorprendía con algo y lograba alargar este juego, me provocaría la misma alegría. Sentía que la estábamos pasando bien con nuestra pequeña competencia, no me importaba si duraba todo el receso.

 

Despues de decirle mi nombre a la chica, note su sorpresa al escucharlo y soponia por que era mucho mas facil que mi apellido, que podia decir tenia una familia muy peculiar en cuanto los apellido y nombres, agradecia mucho que mi nombre y el de mi hermano fueran cortos, sonrei en cuanto la chica me afirmo que si habia sala de arte, entonces ya sabia a donde pasaria la mayor parte de los recesos. Entonces Alisha dirijio la marcha hacia el exterior del aula, empenzo a indicarme todo lo que habia en el pasillo y asenti en poco.

¿Asi que club de fotografia?, algo me decia que Jean ya habia pasado por esa puerta despues de todo ella era una amante apasionada por la fotografia, y era raro en ella ya era demasiado intensa.

Entonces empece a seguirla casi a su lado cuando dirijio la caminata hacia las escaleras para empezar a bajar, lleve una de mis manos a la coleta de mi cabello, miestras que escuchaba su pregunta.

—Si, me encanta todo lo que tenga que ver con el arte —sonrei, miestras mencionaba que era amiga de la lider—. Supongo que cuando me acostumbre aqui pues, tendre el honor de conocerla.

Despues de responderle me fije en ella, no me gusta andar en silencio asi que por lo que veia instalar una conversacion con Alisha no seria dificil, ademas me gustaba saber con quien me relacionaba, era algo que habia aprendido hacer en el mundo en el que vivia.

—¿Cuantos años llevas estudiando aqui?.

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Holis, con Anastasia respondo despues uwu, veamos si me da tiempo de hacerlo o si no espero hasta que Insane postee con su niño <3.

 

En lo que salíamos al pasillo se presentó la guía, y luego ya miré a la niña de cabello albino. Murmuré mi nombre en modo de presentación con la simpleza de costumbre. Y a una le había atribuido las raíces de alguna parte de Asia, y a la otra comenzaba a inclinarme que quizás fuese de algún país de Europa, aunque tan solo fue la asociación libre funcionando en mi cabeza. Ya en el pasillo denoté varios estudiantes, entre ellos a Verónica, de igual forma continué en lo mío de orientación.

—¿Y cuántos clubes hay activos? —pregunté de seguido luego de echar el vistazo por la puerta cerrada de fotografía, ya luego indicó la oficina de la directora, visualicé las escaleras hacia la azotea en donde me comentó Craig que pasaría la tarde, y los baños que ya los había conocido al salir entre clases a orinar.

Era amplio el tercer piso, y ya se veía desde afuera en lo que llegué esta mañana. Tendría varios días para ver en dónde me ubicaba mejor en los recesos, lejos del bullicio.

 

Su vio muy adorable al entrecerrar su ojo frente a la suave brisa que le entregaba, y una corriente de expectativa brotó en mis sentidos cuando me pareció notar que su sonrisa comenzaba a temblequear en un amago de risa. Fueron dos cosas por las que soplé con un poquito más de fuerza, buscando que cediera y me mirara. Pero como era de esperarse, el chico respondió haciendo una jugada maestra: apoyó la mano en su mejilla y, con tan bien pensado movimiento, los extremos de sus dedos le cubrieron la oreja como un escudo anti-cosquillas. Esta vez le dijo a Copito cosas sobre los misterios del aire.

No pude evitarlo, aquello convirtió mi viento en una leve risita que tuve que contener tras mi mano libre.

—Ay, Fuji, eres todo un desafío… —le dije dulcemente, aun sabiendo que le respondería a Copito; me aparté de su oído, dediqué unos segundos a su lado para pensar, y seguí hablándole:— Mmm… Esta fantasmita no sabe dónde más tienes cosquillas. Así que… tendré que ir probando, ¿no?

Él no podía verme del todo, ahora que se cubría. Era una situación perfecta para hacerle bajar la guardia e intentar tomarlo por sorpresa. Apoyé la punta de mis dedos sobre la mano que protegía su oreja.

—Con estos deditos te descubriré —dije con tono jovial, tras lo cual separé mi mano de la suya—. ¿Dónde debería comenzar esta fantasmita, Fuji? ¿Tal vez … por la nariz? —le di un segundo para mentalizar ese sitio, pero las yemas de mis dedos hicieron contacto con su cuello y empezaron a rozar ahí— ¿O quizá te hacen reír las cosquillas en tu costado? —advertí, pero “atacando” esta vez su nariz con un índice— Aunque… un pajarito me está sugiriendo que te vas a reír mucho si rozo tu cuello con los dedos.

Y, efectivamente, las cosquillas fueron hacia su cuello, ¡otra vez! Pero en lugar de utilizar los dedos como había dicho, me valí de un mechón de mi cabello. Ahí me concentré unos segundos de más, siguiendo una corazonada.

—Pensaste que iba a ir a por tu costado, ¿no? —me reí mientras las puntas de mis cabellos lo seguían rozando—. Pues… ups, supongo.

 

Despues de haber dicho mi nombre y haberle preguntando como se llamanban me contestaron justamente cuando la chica con nombre Eun-bi dirijia la marcha hacia al pasillo, asenti en poco pasandome los dos nombres por la cabeza algunas veces hasta que quedara grabado, de por si no sabia si me los volvia a recontrar con ellos despues de este dia, quien sabe ¿no?. Como tal la chica nos pregunto si nos gustaria unirnos algun club, para decir verdad pues lo unico que habia hecho en esta vida y puede que me interesara de algo era el esgrima y tocar algun que otro instrumento. Aparte de practicar combates con Jean, y Eda.

El chico le hizo la primera pregunta, cosa que espere hasta que terminara de hacerla para yo poder hacer la mia.

—¿Hay algun club que se especialice en el esgrima? —habia hecho esa pregunta despues de la del chico observando los lugares que ella nos indico; club de fotografia y musica ligera, asenti en poco miestras fijaba mi mirada en lo demas que ella nos fue diciendo.

Todo se miraba interesante.

 

Fuji resistía la seguidilla de tickle attacks. Apenas terminé de avisarle que iría en busca de sus zonas cosquillosas, como exploradora lanzándose a una gran aventura, continuó la conversación con Copito en un intento de sobreponerse a la situación; mi gorrión cada tanto giraba la cabeza para rascarse bajo las alas, pero nunca dejaba de prestar atención a Fuji. Por mi parte, como buena guerrera que era, tampoco cedí frente a las palabras que comenzaron a entrechocar con las mías. Seguí adelante, aunque en el medio tenía que contener la carcajada porque era gracioso estar hablando a la vez. Al principio llegué a oír mi apodo, “Shiro-chan”, también las palabras "dojo" y “club”, que me dieron interés pero no me desconcentraron totalmente de mi misión.

Así, encontré pronto la clave para triunfar: su cuello. Cuando mis dedos se deslizaron por la blanca y suave piel, la respuesta de Fuji fue un movimiento sutil, pero también repentino. Él también era todo un guerrero, porque logró disimular la situación acomodándose sobre la ventana. Su conversación con Copito siguió fluyendo en conjunto con la mía, y en algún momento le escuché decir “galletas”… lo que vibró en mis oídos. Quizá fue por eso que la cosquilla a la nariz no resultó tan efectiva, o tal vez se debió a que no era un lugar tan sensible, quién sabe.

Para cuando su cuello volvió a ser mi objetivo, redoblé la apuesta: acomodé las botellitas de té helado y de jugo de naranja en el suelo, cerca de la pared para no tropezarnos con ellas, y decidí usar ambas manos. Al mechón que estaba usando al comienzo, le sumé un segundo. Recorrí el cuello de Fuji hasta que…

¡Por fin!

Su risita rompió todas las barreras y deleitó mis oídos. Movió la cabeza y encogió el hombro del lado donde mis cabellos cosquilleaban, la típica reacción cuando ya no puedes continuar resistiendo. Y la verdad, ¡la verdad!, es que hubiera seguido un poquito más. Pero, cuando quise darme cuenta, estábamos frente a frente. Me detuvo envolviendo mis muñecas, con una gentileza cálida y enternecedora.

Nuestros ojos se encontraron. Sonreí, muy contenta, ante el bronce de los suyos. Y lo escuché con genuina curiosidad, mientras sentía cómo bajaba mis brazos.

—¿De qué estaban hablando, chiquitín? —pregunté sosteniéndole la mirada, pero también le hablaba a Copito—. Ups, está claro que no me vas a decir, porque eres el mejor guardián de secretos del mundo. Quizá pueda averiguarlo con...

Mi sonrisa se ensanchó, deslumbró más. Fuji seguía sosteniendo mis muñecas. La verdad es que aquello no me molestaba ni me incomodaba, por lo que no hice intento de soltarme. Aproveché su agarre y empecé a mover mis manos de un lado a otro, de forma ligera, haciendo que los brazos del chico acompañaran mi suave ritmo. Como si fuera un baile.

—Hola, Fuji —lo saludé, era nuestro primer diálogo directo desde que empezó el receso—. Me enteré que tienes buenas noticias para mí y me da mucha curiosidad. ¿Me van a poner muy contenta?

 

En medio del vaivén de nuestros brazos, mis manos lentamente empezaron a desplazarse entre los dedos de Fuji debido a que su agarre no era firme. Al notar que estábamos por desprendernos más pronto de lo que mi mente había anticipado, se me ocurrió continuar aferrada a él para proseguir con mi balanceo de bracitos, mi lado de lucecita traviesa quería extender ese momento un poco más. Pero Fuji se me adelantó y fue él quien me tomó de las manos, lo que hizo que la calidez recorriera mis facciones mientras le hablaba. Mis ojos entonces lo invitaron a responder a la pregunta que había dejado en el aire, con cierta expectativa en su brillo.

Pero antes de su respuesta, recibí algo más.

Él se inclinó con suavidad, acortó parte de nuestra diferencia de alturas y… sentí el contacto de sus labios en el dorso de mi mano. Fue un beso ligero, superficial y, sobre todo, inesperado. Dejó un leve cosquilleo en la piel sensible y, al mismo tiempo, hizo que un latido sonara más fuerte en mi pecho debido a la sorpresa que me hizo sentir. Una sorpresa en el mejor de los sentidos. Cuando Fuji volvió a mirarme a los ojos, mi sonrisa prevalecía con más intensidad que antes. Sentía que todo mi interior, mi espíritu, se había suavizado en una oleada de intensa ternura, ¡aquello había sido increíblemente encantador! Debía notarse a leguas lo mucho que me había gustado, lo bien que recibí su beso en la mano. Además, lo sentía como una muestra de que la confianza entre ambos había crecido un poco más, cosa que siempre mejoraba muchísimo mi humor.

—Quién sabe —respondí cuando me miró de forma acusatoria, mientras sentía como mis latidos, de a poquito, recuperaban su ritmo de siempre—. El viento trajo algunas palabritas interesantes a mis oídos y yo las escuché sin querer, ups.

Cuando me dijo que las noticias me iban a poner contenta lo miré con interés. Pero Fuji afirmó que aún no podía contarme de qué se trataban. Frente a esa respuesta, solté con delicadeza una de sus manos para llevarme los dedos bajo el mentón y mirarlo con expresión pensativa, un poco sobreactuada.

—No puedes decirme y yo soy muy curiosa. Qué dilema, ¿no? —dije con una sonrisa. Me agaché un poco para tomar una de las botellas que reposaban junto a mis pies, la del té helado, y se la enseñé; por suerte, su contenido seguía estando fresco— ¿Y si te soborno con esto, me vas a dar una pequeña pista? Creo que deberías, porque… —mi otra mano seguía sosteniendo la suya, y volví a iniciar el balanceo de antes— no pienso soltarte hasta que me digas.

Mi agarre, sin embargo, era tan suave como el suyo. Sólo seguía jugando y, por qué no, tratando de saciar mi imparable curiosidad.

 

Una risa bajita escapó de entre mis labios al escucharle decir que mi invitación no era tan desinteresada como en principio parecía. Sabía que lo estaba diciendo en broma, que incluso su suspiro de decepción iba con el mismo tono, pero de todos modos negué levemente con la cabeza mientras le dirigía una mirada de aprecio. Darle un tecito era algo que ya tenía planeado hacer desde el comienzo del día, incluso si no se producía nuestro desencuentro de la mañana. Llevábamos unos días sin vernos y, claro, ya iba siendo hora de ponernos al día tomando algo rico... Aunque igual hablábamos bastante por chat. ¡El punto es que...! Tenía ganas de estar con él.

Fuji colocó su mano bajo la mía y me dejé llevar por sus movimientos. Giré la palma, exponiéndola frente a sus ojos, para luego oír la pista: algo que consiguió, decía, y que cabía en mi mano. Sentí la ligera presión de su pulgar en mi piel, lo que ilustró el pequeño tamaño de aquello tan misterioso que ahora estaba en su poder. Como respuesta a su movimiento, coloqué mi propio pulgar encima del suyo. Cerré los ojos, sonriente, y escuché el resto de sus palabras.

—Nuestros planes… —repetí con suavidad, intentando imaginar las posibilidades alrededor de su pequeña pista; y aunque adivinar algo concreto no era sencillo, igual me envolvió una sensación de emoción que hizo que afianzara el agarre de su mano. Abrí los ojos— Se me ocurren cosas, y todas son lindas. Pero me esperaré a que llegue el momento de la gran revelación... aunque no pueda con mi propia curiosidad —añadí en broma.

Puse la botellita de té en su mano y volví a inclinarme para recoger la mía, la del jugo de naranja (me había despertado con ganas de sabores fuertes). Solté finalmente la mano de Fuji y, esta vez, fui yo la que se apoyó en la ventana para mirar al exterior. Las nubes seguían luchando contra el sol, pero hacía un día espléndido pese a todo, mucho menos agresivo en cuanto a calor. Al percibir mi cercanía, Copito se paró en uno de mis antebrazos y le sonreí mientras lo felicitaba con un escueto "good job!", había cumplido bien con su misión de distraer Fuji para permitir acercarme a su espalda.

—Por cierto —dije tras dar un primer sorbo a mi jugo de naranja; me giré hacia él con una mirada de curiosidad— ¿Dónde nos cruzamos por la mañana? —extendí una mano con suavidad y la apoyé con cariño en su hombro— Qué pena que iba distraída, habría sido genial vernos tan temprano.

 

Dejó escapar una leve risa por la nariz antes de contar que me había visto en el segundo piso acompañada de “un par” de personas, por lo que deduje que fue en el momento que Sui, Pai y yo nos marchamos en dirección a las escaleras tras hacer de escoltas de Shio. Recordaba bastante bien cuando ambos chicos se pusieron a hablar de las comidas que sabía preparar mi kohai, porque me había girado para no perder detalles de tan deliciosa conversación; y como ambos eran tan altos como Fuji, pues tuve que mantener la cabeza alzada hacia sus rostros y eso, de seguro, redujo mi visión del pasillo. Y también, claro está, otras distracciones que acumulé durante la mañana: el cabello blanco de Sui, la pereza de Pai y (ay, qué linda fue) Shio diciéndome “senpai”.

Fuji insistió un poco más con su broma de que lo había ignorado a propósito, porque afirmó que prefería creer que no lo había visto. En palabras de él, era la opción que no le rompía el corazón. Escucharle expresarse de ese modo ablandó un poquito el mío. Podría haber dicho algo en respuesta, en broma o no, pero luego Fuji me miró de una manera tan suave, tan propia de él, que me sumió en un pequeño silencio donde, con una sonrisa, lo invité a seguir hablando. Mencionó lo de Ali-chan y preguntó cuáles serían nuestros siguientes pasos.

—Tengo el folleto de promoción listo, sólo queda sacarle copias —conté con un tono alegre en la voz, porque hablar de nuestro futuro club me entusiasmaba mucho. Di otro sorbo a mi juguito antes de seguir hablando, ahora pensativa—. Los lunes y jueves voy a judo después de clases, así que suelo traer el judogi a la academia. Me refiero al traje de judo reglamentario, creo que te lo había mencionado en el dojo —añadí—. Podría aprovechar el próximo jueves para ponérmelo durante el receso y así repartir los folletos. De seguro será una buena forma de llamar la atención de posibles miembros —afirmé con plena seguridad.

Entonces, apoyé un codo sobre la ventana y una de mis mejillas quedó reposando sobre la palma de mi mano. Mis ojos se mantuvieron por unos largos segundos en Fuji, recorriéndolo de arriba a abajo.

—¿Sabes? Te verías super-lindo con un judogi —dije con naturalidad y una sonrisa dulce, tras lo cual aclaré:—. No te lo estoy diciendo para que hagas lo mismo que yo y repartas folletos así vestido, sólo estaba pensando en lo bien que te quedaría —asentí para reafirmar mis palabras—. Quizá podría tratar de conseguirte uno si quieres, mi maestro es amigo de un fabricante de esta ciudad y de seguro nos ayuda —me llevé un meñique al labio inferior, entretenida con una idea que empezaba a surgir como una pequeña llamita en mi cabeza—. Ahora que lo pienso, podría conseguir trajes para todos los que se unan al club, a lo mejor eso también les servirá de motivación.

>>¿De qué color te gustaría el tuyo, Fuji? ¿Blanco o azul?